el baúl de los disfraces

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El bal de los disfraces. Cuento de Carnaval

Mara llevaba persiguiendo a su mam varios das con una nica peticin: necesitaba un disfraz para Carnaval. La abordaba a todas horas, pero su madre siempre tena una excusa para no hacerla caso: hay que hacer deberes, tengo que preparar la cena, ahora voy a la compra, tu hermanito me necesita...Quedaban slo 5 das para la fiesta del colegio y Mara todava no tena nada que ponerse. A 4 das de la celebracin, su madre segua atareada y no la ayudaba con el disfraz. Cuando quedaban slo 2 das Mara no pudo ms y rompi a llorar desconsoladamente.Cuentos de Carnaval para leer a los nios

- Qu te ocurre Mara? - le pregunt su madre.- Mam, llevo varios das pidindote un disfraz para mi fiesta de disfraces de Carnaval y no me haces caso! - protest entre lgrimas la nia.La madre se sinti realmente mal por no haberla prestado atencin, pero tena una solucin que pondra otra vez una sonrisa en la carita de Mara.- Vamos a casa de la abuela, no te lo he enseado nunca, pero en el desvn hay un bal muy especial. All guardamos todos los disfraces que la abuela me hizo cuando yo era pequea, y son muchos porque me encantaba jugar a disfrazarme. Te van a encantar - sentenci la mam - son preciosos.Los ojos de Mara, aun con lgrimas, se abrieron como platos al escuchar las palabras mgicas: bal y disfraces. Mara y su mam se dirigieron a la casa de su abuela. Cuando Abu abri la puerta, Mara pas como una exhalacin casi sin saludar y subi de dos en dos los escalones hasta llegar al desvn.Su mam corri tras ella y Abu iba detrs impaciente por saber qu ocurra. La mam retir algunas cajas y un antiguo bal de madera apareci ante sus ojos como si de un tesoro pirata se tratara. Al abrirlo aparecieron pequeos disfraces, todos ellos doblados con esmero aunque con un cierto olor a naftalina.- Quiero probarme este de bailarina - dijo Mara. Pero unos segundos despus se dio cuenta de que le estaba enorme.- Lo intentar con este de payaso - insisti, aunque haba perdido los colores y se vea un poco desvado.- Ah, este es de princesa! - grit con entusiasmo, pero no pudo meterse dentro porque era muy pequeo.Mara iba perdiendo la paciencia y la ilusin mientras sacaba uno y otro disfraz y vea que ninguno encajaba con el vestido de Carnaval que ella quera. Se haba sentado en el suelo desolada cuando su madre dijo en voz alta:- Mi disfraz de hada!, los ojos de mam parecieron volver a tener 7 aos mientras sacaba el pequeo paquete que quedaba al final del bal.Al abrirlo salieron unas preciosas alas que conservaban perfectamente la purpurina y los dibujos que Abu haba hecho tantos aos atrs. Cuntas veces se haba puesto aquellas preciosas alas y haba imaginado ser un hada que poda hacer magia all por donde pasara.Mara se levant del suelo con agilidad y corri a ponerse las alas.- Soy una mariposa... soy un hada... soy una mariposa hada, deca la nia riendo mientras corra alrededor de Abu y su mam.Mara ya no se quit las alas en todo el da, de hecho, su madre tuvo que convencerla para que no durmiera con ellas, no se fuesen a estropear. El da de la fiesta de Carnaval en el colegio fue uno de los mejores para Mara, le daba igual que sus amigas llevaran vistosos trajes nuevos de len, astronauta o de personajes de cuento. Ella era la nia ms feliz del mundo con sus alas mgicas de mariposa hada y no par de agitar su varita mgica intentando hacer realidad los deseos de sus amigas.Pero aqu no acaba la historia, sabis lo que ocurri despus de la fiesta? Shhh, no se lo digis a nadie: mam cogi las alas, se las puso y se mir al espejo. Por un momento le pareci ver a aquella nia que soaba con hacer magia.