el asunto rivas - perón
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7/22/2019 El asunto Rivas - Pern
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EL ASUNTO NELLY RIVAS Y PERN.
DIEGO CEFERINO MAZZIERI.
Las detracciones de la Revolucin Libertadora hacia Pern tuvieron espectros tan
amplios que la historia omiti muchas de ellas para reparar el ridculo histrico de los
disparates esgrimidos desde 1955.
El colmo de los desvares fue la
supuesta foto del General con la
actriz Gina Lollobrigida
supuestamente desnuda. Como
nadie crey la paparruchadaoriginaria, de que la actriz caminara
desnuda en la va pblica exhibida
nada menos que con el presidente
de una Nacin, luego se invent que
en realidad la foto fue tomada
mediante un flash de magnesio o
pelcula infrarroja. Hasta el ms
desprevenido supo que la foto fue
un montaje. La actriz, hoyoctogenaria, aun hoy recuerda risiblemente el hecho sin dudar que fue una burda
campaa pueril contra el prestigio del entonces Presidente argentino.
Pero me voy a detener a otra de las calumnias e imputaciones que la fusiladora cre
contra el General Pern, especficamente en una detraccin muy coreada en mbitos
lonardistas, o autodenominados nacionalistas catlicos.
El asunto de Nelly Rivas y el supuesto estupro del General Pern.
El mas enjundioso nfasis en el asunto, lo encontramos en el libro negro de la
segunda tirana. Vamos por parte: los lonardistas son tan nacionalistas de operetaal decir sapiencial de Pern, que involuntariamente citan una obra en la que los
liberales agreden por parodia a la insigne memoria del Brigadier General Juan Manuel
de Rosas. Segn estos crculos la primera tirana y el primer tirano prfugo, fue el
caudillo que nos libert del imperialismo anglo francs en el Siglo XVIII. Es
inconcebible que alguien que se jacte de nacionalista pro rosista, peronista o no,
paradjicamente menosprecie la memoria del restaurador de las leyes.
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Pero eso no es todo. A punto tal hay tantas coincidencias de la revolucin fusiladora
con la Batalla de Puente Mrquez o Caseros, que Pern fue vctima de muy simles
calumnias a Juan Rosas.
No solo en la parodia Lonardi Urquiza y su lema ni vencedores ni vencidos, y el
pstumo puntapi esfintero.
Sino en las supuestas relaciones incestuosas y/o de estupro, de Rosas y de Pern.
Hace unos aos, un personaje grotesco e intelectualoide de burundanga, de nombre
Federico Andahazi, escribi un pasqun llamado Argentina con pecado concebida.
Nada nuevo al mandato de Albin de hacer Rialismo de la historia Argentina, en vez
de emular las epopeyas nacionales como ejemplo para las generaciones pstumas.
Este tal Andahazi, compar a Rosas con el austrcaco Josef Fritzl, un excecrable
personaje que tuvo cautivas y violadas sexualmente a seis de sus hijas.1El motivo de
la capciosa comparacin, refera a la historia de Eugenia Castro, a quien Andahazi
describi como hija adoptivade Rosas,recluida y violada sistemticamente,
sometida a destratos y humillaciones, y mantenida en la pobreza y sin educacin.2
Antonio Caponetto, rebate excelentemente las interpretaciones extensivas
(invenciones) de Andahazi. Muy bien defiende a Rosas explicando que la muchacha de
por entonces tambin 14 aos, no fue secuestrada, sino que hurfana am al
restaurador y brinda decenas de pruebas al canto. Eugenia Castro tuvo siete hijos con
Rosas luego de la muerte de Doa Encarnacin Ezcurra, y su relacin no fue de
ninguna manera secreta ni oculta, mucho menos mal vista, a punto tal que ManuelGalvez testimonia saludos de un sacerdote a Eugenia en carta al gobernador de
Buenos Aires.
Rememora Caponetto Rosas se ocup de mantener, mejorar, administrar y ampliar la
casa de Eugenia en el barrio de Concepcin operaciones todas de pblica realizacin-
y hasta cinco das despus de la derrota de Caseros, con la meticulosidad ordenancista
que le era proverbial, le entreg a Juan Nepomuceno Terrero los ttulos de propiedad
de la vivienda de la muchacha, $ 41.000 que le correspondan de los alquileres
cobrados y $ 20.000 ms pertenecientes a su hermano Vicente. La tragedia
irrevocable se cerna sobre su futuro y sobre la patria entera, pero este hombre desingular capacidad reguladora se hizo de un tiempo para que todo aquello que le
correspondiera a los Castro llegara a sus manos.
1(Cfr. Alejandra Rey, Entrevista a Federico Andahazi, ADN Cultura, La Nacin, 25-4-09,pg. 20)2(Cfr. Alejandra Rey, Entrevista etc, ibidem).
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El director de Cabildo tambin cita cartas muy afectuosas entre Rosas y la muchacha,
madre de sus hijos, y trae a colacin cartas amorosas en la que el exiliado post Caseros
se apena de que por la confiscacin de sus bienes (cosa idntica a lo que le hicieron a
Pern en 1955), no le pueda enviar dinero a los Castro, dejando en claro que su deseo
era que la muchacha lo hubiera acompaado en su exilio.
Contina Caponetto diciendo que Rosas fue hroe pero no santo. A riesgo de pecar de
extenso es que cito sus conclusiones que a priori comparto. Dice el escritor:
Digamos las cosas como son. No hay dos morales, con una de las cuales habra que
juzgar a los hombres corrientes y con otra a los prceres. En todo caso, ms obligado
est el egregio a dar constante ejemplo virtuoso ante la grey confiada. El sexto
mandamiento nos alcanza a todos, y Rosas pec grave y persistentemente contra l. Ni
justificaciones ni atenuantes nos importa hilvanar aqu. Mucho menos retrucanos
ingeniosos, como aquel de Anzotegui, segn el cual, el hroe es el que puede sacarse
cien hombres de encima; el santo, el que puede sacarse una mujer de abajo. Si esto es
cierto, y puede serlo, lamentamos que Rosas no haya sido santo, y en nada nos alegra su
reiterada incontinencia. Tampoco es encomiable que aquellos hijos naturales no hayan
sido reconocidos por su padre. Casi como una parbola trgica de la patria misma,
hundida tras la derrota de Caseros, la tradicin oral que se ha colado en el tema cuenta
que de los varones que le dio Eugenia, uno muri en la Guerra del Paraguay, otro acab
pocero en Lomas de Zamora, y otro pen de estancia por los pagos de Tres Arroyos. La
herencia de uno de nuestros mayores y mejores patricios, concluy tumbada sobre la
tierra, entre el anonimato y la orfandad. Con pena inmensa lo pensamos y lo escribimos.
Pero Rosas, el pecador, el de la carne dbil y el instinto irrefragable, el de la falta
sempiterna contra la castidad que asol por igual en la historia a prncipes y mendigos,
pontfices y sbditos, no es el monstruo incestuoso y homicida que irresponsablemente
ha retratado Andahazi, propinndole un agravio cobarde, impropio de un caballero, y
antes bien semejante en sustancia al que Don Quijote en el captulo LXVIII de la
Segunda Parte describe como connatural en la extendida y gruidora piara.
Tampoco es Rosas un hombre que pueda ser acusado de mantener cautiva a esta mujer,
que a su modo am y fue amado por ella. Si Eugenia pasaba el grueso de las jornadas en
las verdes extensiones de San Benito, no era ello seal de que el predio fuera su crcel, o
de que el sigilo del romance espurio la obligaba al encierro. Es que el mismo Rosas,
despus de la muerte de su esposa esto es, cuando comienza su relacin con Eugenia
se aisl totalmente en Palermo, apareciendo muy rara vez en pblico, y abandonando
hasta esa costumbre de recorrer de madrugada la ciudad para tomarle el pulso. As nos
lo narra Lucio V. Mansilla en el captulo XI de su difundido Rozas. Ensayo histrico-
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psicolgico. Distinto hubiera sido si el Restaurador, no por hbitos de misantropa sino
por principios ideolgicos, hubiera sostenido, como lo hace Alberdi en el captulo XIII de
Las Bases, que la mujer no debe tener una instruccin destacada sino hermosear la
soledad fecunda del hogar desde su rincn. O si hubiera justificado, como lo hace
Sarmiento enel Diario del Merrimac, que las mujeres que conoci estaban para que l se
aprovechara de ellas.
En la parte final de su refutacin pblica a Andahazi Caponetto dice:
Extrao destino el de nuestra historiografa, y an el de nuestro mayor varn, como
lo llamara Borges a Rosas. Ha tenido que soportar los embates del mitrismo, del
academicismo masnico, de las izquierdas aptridas, de los periodistas ramplones, de
los psicoanalistas advenedizos y de los egresados de la UBA. Ahora parece ser el turno
de los porngrafos. Del pornocipayismo de los mercaderes de morbo y de lujuria.
Ahora bien, todo esto es trado a colacin por el asunto Nelly Rivas Pern, asuntotambin citado por un pornocipayismo lamentablemente en boca de quienes se
dicen nacionalistas catlicos.
La muchacha Rivas, a diferencia de Castro no era hurfana. Nelly Rivas fue a vivir con
Pern como casera con la anuencia total de sus padres. Luego de la libertadora
coaccionaron a los padres para que testimonien que ellos entregaron a su hija a Pern
para satisfacer deseos sexuales a cambio de dinero y propiedades. Pero los padre de
Rivas de ninguna forma declararon tal cosa, lo que les vali el vituperio pblico y la
persecucin judicial.
A diferencia del idolotrado Rosas por los nacionalistas catlicos anti peronistas, no
hay carta materialmente existente que demuestre cierta relacin amorosa entre Pern
y Nelly Rivas. Y las pocas misivas citadas demuestran una relacin paternalista ms
que de concubinato. En el supuesto caso de ser cierto esto ltimo, por qu a Pern no
le vale el carcter de hroe pero no santo?
En las declaraciones de Rivas publicadas en Clarn del da 22 de mayo de 1957,
titulada mis relaciones con Pern, la muchacha en ningn momento habla de alguna
relacin amorosa. Los que quieren vituperar a Pern dicen que muerta Eva, el General
perdi sus escrpulos, pasiones y cabales. Pero a la hora de hablar de Rosas, encambio lo refieren como permanentemente acongojado por la ausencia de
Encarnacin. Varas distintas.
La pobre Rivas luego de la libertadora y creyndose defraudada por el exiliado Pern
que al igual que Rosas no le pudo mandar dinero, hizo declaraciones ulteriores que
denotan cierta relacin mayor al aprecio. Pero luego de la intimacin de Nelly Ruth
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Amaral, ltima presidente de la UES, la pobre Rivas se desdijo por ciertas
contradicciones en sus declaraciones y preguntas de la seora Amaral.
Amaral dijo que todas las versiones que se difundieron sobre esa mujer (Rivas), son
inexactas, salvo que se vendi por unos pesos. Ella no era integrante de la UES.
Es cierto que Nelly Rivas vivi con Pern en la residencia Presidencial como tambin
la Castro vivi con Rosas en la Quinta de Palermo.
No hay prueba alguna que seale que la relacin con el General haya sido ms que de
empleada domstica con un trato de amor y aprecio paternalista.
Pern se exhiba pblicamente con Nelly Rivas sin necesidad de ocultar nada.
Inclusive en actos oficiales y pblicos.
Todo los dems mitos integran la novela de Pern, de Vargas Llosa y Eloy Martnez.
Ms all de los dimes y diretes Nelly Rivas confesara ulteriormente que todo lo que se
dijo de ella y de Pern fue propaganda anti peronista y calumnias.
El destino de la muchacha no fue grato: la libertadora la intern en un reformatorio
donde la humillaron, le pegaron, la vejaron, la ultrajaron, le hicieron saltar tres dientes
y al salir tuvo atencin psiquitrica obligatoria. Y pensar que el proceso que la
libertadora inici contra Pern por estupro era en salvaguarda de la dignidad y los
intereses de esa menor! A las pruebas del libro negro de la segunda tirana me
remito.
Jos Mara Rivas y Mariana Sebastiana Viva de Rivas (padres de Nelly) fueron
condenados y confinados en la Crcel de Villa Devoto, y su hija derivada a un Asilo
Correccional de mujeres.
Los Rivas vivieron muchos aos de penurias. Nelly se cas con un norteamericano. En
1972 volvi a ver a Pern por ltima vez en su retorno, y lo primero que hizo como
una hija fue retarlo porque si ella accedi a verlo al General tan fcilmente cualquiera
podra hacerlo y podran matarlo. El respeto y cario y cuidado de Nelly por Pern
nunca fue ocultado.
Por ltimo cito publicaciones norteamericanas detractoras de Pern como victimario
de estupro. En ella citan el asunto Rivas. Se ve una foto de Pern en situaciones muy
cariosas con una mujer que supuestamente era Nelly Rivas. Pero lo cierto es que esa
mujer de las fotos era la bella Aurelia Tizn, primera esposa del General Pern. En la
foto inferior se ve otra persona muy dismil en fsico y rostro al General. Y tambin
adrede se confunde una foto de una ex pareja de Pern en Italia llamada Giuliana dei
Fiori con Pern.
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No es defender a Pern por fanatismo. Es ser justos con lo justo y medir la historia
argentina con la misma vara y balanza. Sino pecamos de fallutos.
Y eso no es ni de hroes ni de santos.
Diego Mazzieri.