el arte de clasificar a los chilenos

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EL ARTE DE CLASIFICAR A LOS CHILENOSEnoquEs sobrE los modElos dE Estratiicación En chilE

sEriE pOLíTICAS púbLICAS

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EL ARTE DE CLASIFICAR A LOS CHILENOSENFOQUES SOBRE LOS MODELOS DE ESTRATIFICACIÓN EN CHILE

© Ediciones Universidad Diego Portales, 2009ISBN 978-956-314-070-5

Universidad Diego PortalesDirección de Extensión y Publicaciones

 Av. Manuel Rodríguez Sur 415Teléono: (56 2) 676 2000Santiago – Chile www.udp.cl (Ediciones UDP)

Diseño: FelicidadImagen de portada: Eduardo Vilches

Impreso en Chile por Salesianos Impresores S. A.

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EL ARTE DE CLASIFICAR A LOS CHILENOSEnoquEs sobrE los modElos dE Estratiicación En chilE

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íNDICE

Sobre los autores ...................................................................................................

Presentación

Organizando la heterogeneidad: clasicaciones, taxonomías y convencionessobre los chilenos y sus dierencias ........................................................................ Alredo Joignant / Pedro Güell 

Capítulo 1 Transormaciones económicas y socioculturales: ¿cómo segmentara los chilenos hoy? ................................................................................................ Alejandra Rasse / Rodrigo Salcedo / Juan Pardo

Capítulo 2

Consumo y segmentación: algunas consideraciones conceptualesy empíricas ...........................................................................................................Carlos Catalán

Capítulo 3

Determinantes de la movilidad de la pobreza en Chile (1996-2006)...................... María Elena Arzola / Rodrigo Castro

Capítulo 4

La movilidad intergeneracional del ingreso y la educación en Chile ...................... Javier Núñez / Leslie Miranda

Capítulo 5

¿De qué hablamos cuando decimos “clase media”? Perspectivassobre el caso chileno .............................................................................................Vicente Espinoza / Emmanuelle Barozet 

Capítulo 6

Principios de dierenciación material y simbólica en la estraticación social .......... Omar Aguilar 

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SObRE LOS AUTORES

Omar aguilar Sociólogo por la Universidad de Chile y magíster en sociología por la UniversidadCatólica de Lovaina. Proesor de la Escuela de Sociología de la Universidad Alberto

Hurtado.

maría ElEna arzOlaIngeniero comercial, con mención en economía, por la Universidad de Chile. Investi-

gadora del Programa Social de Libertad y Desarrollo.

EmmanuEllE BarOzEt

Doctora en sociología por la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París.

Proesora del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile.

rOdrigO CastrO

Ingeniero comercial, con mención en economía, por la Universidad Gabriela Mistral y doctor (c) en economía por la Universidad de Georgetown. Vicedecano de posgrados

de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad del Desarrollo.

CarlOs Catalán Sociólogo por la Ponticia Universidad Católica de Chile, con posgrado en sociologíade las comunicaciones en la Universitat Degli Studi di Roma. Proesor y director aca-démico del Máster del Comportamiento del Consumidor de la Universidad Adolo

Ibáñez.

ViCEntE EspinOza Sociólogo por la Universidad de Chile y doctor en sociología por la Universidad deToronto. Proesor asociado de la Universidad de Santiago de Chile (USACH) e investi-

gador del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) de esta última universidad.

pEdrO güEll

Sociólogo por la Universidad de Chile y doctor en sociología por la Universidad de

Erlangen-Nümberg. Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Al-berto Hurtado.

alrEdO JOignant

Sociólogo por la Universidad de Chile y doctor en ciencia política por la Universidadde Paris I Panthéon-Sorbonne. Investigador del Instituto de Políticas Públicas Expan-

siva UDP.

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lEsliE miranda

Doctora (c) en economía por la Universidad de Chile. Investigadora del Centro de

Microdatos del Departamento de Economía de esa misma universidad.

JaViEr núñEz

Ingeniero comercial por la Universidad de Chile y doctor en economía por la Univer-sidad de Oxord. Proesor asociado del Departamento de Economía de la Universidad

de Chile.

Juan pardO

Sociólogo por la Universidad de Chile. Director de Estudios de Feedback Comunica-

ciones.

alEJandra rassE

Socióloga y magíster en sociología por la Pontica Universidad Católica de Chile. Ins-

tructora del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de esa misma universidad.

rOdrigO salCEdO

Sociólogo por la Ponticia Universidad Católica de Chile y doctor en ciencia políticapor la Universidad de Illinois. Proesor auxiliar del Instituto de Estudios Urbanos y 

Territoriales de la Pontica Universidad Católica de Chile.

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pRESENTACIóN

ORGANIZANDO LA HETEROGENEIDAD:CLASIFICACIONES, TAXONOMíAS Y CONVENCIONESSObRE LOS CHILENOS Y SUS DIFERENCIAS

 Alredo JoignAnt / Pedro güell

Es evidente que no todos los chilenos somos iguales. Pero es mucho me-nos evidente la respuesta a las preguntas ¿cuántos tipos de chilenos hay?, ¿quérasgos denen la identidad de cada grupo y cuáles los dierencian del resto?De modo tal vez más complejo, ¿estos rasgos siempre han sido los mismoso han cambiado con el tiempo? ¿Y quién dene quién pertenece a un grupou a otro?

Todas las sociedades dierencian y clasican a los grupos dentro de suspoblaciones. Esto puede ocurrir por razones de dominación o control, como

una manera de coordinar roles distintos, asignar dierencialmente recursos,poder realizar tareas complejas o dierenciar las demandas en el mercado.Con estos nes se crean sistemas de clasicación y segmentación, más o me-nos explícitos y dotados de mayor o menor capacidad de imponerse a losactores reales.

Las clasicaciones sociales no vienen dadas por la naturaleza, son unaconstrucción social. Ellas son el producto de actores e instituciones con in-tereses especícos, sean estas iglesias, Estados, agentes del mercado, partidos,

ciencias o localidades geográcas. Aun las aparentes clasicaciones “objeti-vas” que surgen de la cuanticación estadística de algunas características dela población, de la distribución del ingreso o de la caracterización de las opi-niones o estilos de consumo dependen de criterios arbitrarios que permitenla selección de ciertas variables y no de otras. Las clasicaciones no se “des-cubren”, sino que se “proponen”. Por eso hay tantas clasicaciones socialescomo intereses por denirlas.

Pero no todas ellas tienen el mismo peso. Algunas llegan a ser más “rea-les” que otras. Existen actores e instituciones que tienen poder para impo-ner sus segmentaciones al ordenamiento de la sociedad y transormarlas enconvenciones para la acción, así como en marcas para la identidad de laspersonas. No se trata necesariamente de un juego conspirativo, pero tampo-co es neutral en sus eectos. Así, por ejemplo, la aparente neutralidad de laclasicación de los estudios de mercado en estratos ABC1, C2, C3, D y Etiene por consecuencia una distribución dierencial de prestigios, fujos de

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comunicación, diseños o ormas de atención en los servicios en unción de laselección por ingresos y consumo.

Esto plantea una primera pregunta a los estudios de clasicación y estra-

ticación social: ¿cuáles son los intereses, prácticos y de conocimiento, quepromueven cada uno de los distintos sistemas de clasicación?, ¿cuáles sonsus eectos concretos sobre las acciones e identidades de las personas y sobrela organización de la sociedad?

Pero, aunque crean realidades, las clasicaciones no son iguales a la rea-lidad. Ellas se reeren a actores concretos, los que eligen y actúan tambiéncon un grado de independencia respecto de aquellas identidades que se lesimpone. Los actores crean, dentro del marco de las clasicaciones impuestas

o incluso contra ellas, sus propias autoidenticaciones y distinciones. Ellas juegan un rol en sus orientaciones y relaciones. Entre las clasicaciones he-gemónicas y las que guían la conducta de los actores hay algunas coinci-dencias, pero también desplazamientos e incongruencias. Así, por ejemplo,entre las categorías económicas, de las políticas públicas o psicosociales quedicen quién es pobre y quién no lo es, y la autoclasicación que hacen laspropias personas de su situación, hay una dierencia, la que tiene consecuen-cias prácticas. Lo mismo ocurre con la categoría de clase media o con la de juventud. Vistos desde la realidad de los actores en sus vidas concretas, lasclasicaciones no son algo que les ocurre desde uera, o un simple criteriopara observarlos y agruparlos, sino que orman parte de los propios procesoscon los cuales organizan sus vidas.

Pero, además, las realidades que intentan ser clasicadas se encuentran enconstante transormación y pueden tornar inadecuados ciertos criterios de seg-mentación o estraticación. Así, por ejemplo, la movilidad y la dierenciación

social aportada por la modernidad produjeron las condiciones de obsolescenciade la segmentación estamental propia de la sociedad medieval, que ordenabaa las personas érreamente en religiosos, guerreros y labradores. Del mismomodo, hoy se ha vuelto poco realista clasicar a las personas como en aquellostiempos de inicios de la industralización entre campesinos, obreros industria-les, empleados y propietarios. Los cambios del capitalismo avanzado han hechoaparecer nuevas categorías –como la de analistas simbólicos– y han restadoimportancia a otras distinciones. Los cambios han desaado de tal manera las

clasicaciones dadas por obvias que incluso las distinciones de género –hombrey mujer– hoy son puestas en cuestión por el surgimiento de identidades sexua-les que no calzan con esa dualidad.

Esos tres hechos juntos –los intereses que denen las clasicaciones, sucarácter de objeto en pugna en la misma realidad y el hecho de que cambianlas realidades clasicables– hacen que la realidad social de las distinciones y estraticaciones sea muy compleja y dinámica. Las sociedades deben desple-

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Este libro tiene por objetivo hacer un diagnóstico del momento actualde algunos de los principales esuerzos de las ciencias sociales chilenas porconocer los sistemas de clasicación y estraticación, y proponer algunas

alternativas rente a sus debilidades más evidentes. Más allá de ese objetivoconcreto, aspira a constituir un campo de refexión permanente en tornoal arte de clasicar a los chilenos, aunque, en este caso, a partir de criteriosracionales que lo apartan del arte tal como lo entendía Durkheim, “prácticapura sin teoría”. Si es posible, sin embargo, hablar de arte, ello se debe a que,del mismo modo que con toda representación artística, el trabajo de clasica-ción de los chilenos también proporciona una representación de la realidad,en la que confuyen razones y técnicas que se encuentran en el origen de la

relativa ecacia de lo que nalmente son construcciones sociales.El libro que se leerá a continuación es el resultado de un grupo de trabajo

organizado por el Instituto de Políticas Públicas Expansiva UDP y la Univer-sidad Alberto Hurtado. En este grupo confuyó una veintena de especialistasprovenientes de la economía, la sociología y la ciencia política, todos ellosinteresados en los enómenos de estraticación y clasicación de los chilenos,a partir de un inusitado esuerzo –a lo menos en Chile– de diálogo interdis-ciplinario. Este trabajo colectivo se inició con un seminario de arranque enla Universidad Alberto Hurtado el 26 de junio de 2008, en cuyo marco seexpusieron algunas miradas disciplinarias y del que surgió una agenda deinvestigación acotada a algunos temas. Este mismo grupo, al que se sumaronvarios otros académicos en calidad de comentaristas de los resultados de lainvestigación, volvió a reunirse en un seminario de cierre el 14 de noviembrede 2008, donde se recogieron innumerables insumos para los seis textos queconorman este libro.

El primer capítulo, elaborado por Alejandra Raase, Rodrigo Salcedo y  Juan Pardo, aborda la historia de los estratos socioeconómicos en Chile, asícomo la curiosa y duradera decisión metodológica de conservar las mismasdimensiones para los estratos ABC1, C2, C3, D y E, no obstante haber varia-do la denición de cada uno de ellos. En este trabajo, se destacan las ventajasy los límites de estas categorías, así como lo que se gana en sentido y lo que sepierde en comparabilidad al introducir variaciones eventualmente periódicasen la composición de los estratos y sus dimensiones, respecto de lo cual los

autores concluyen con una propuesta de nuevos “cortes”.El segundo capítulo ue redactado por Carlos Catalán, quien se interro-

ga sobre la relación circular entre consumo y segmentación cultural, bajoel supuesto de que no existen determinaciones sociales absolutas de lo quelas personas pueden o no consumir, por ejemplo, desde una interpretaciónrígida de lo que podrían ser las determinaciones de clase. Catalán sostieneundadamente que las personas poseen suciente soberanía (lo que no quiere

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decir que estén sujetas al más completo libre albedrío) para decidir acercade sus objetos de consumo, con lo cual producen nuevas segmentaciones.Esta perspectiva abre, entonces, una agenda de investigación reerida a lo

que las personas consumen y, sobre todo, a los distintos usos de los objetosculturales, para lo cual se imponen distintas metodologías de investigación,cuantitativas y cualitativas.

El tercer capítulo, reerido a las distintas ormas de movilidad en tornoa la línea de la pobreza, es obra de María Elena Arzola y Rodrigo Castro,quienes ensayan un enoque dinámico y longitudinal a partir de la encuestapanel CASEN 1996-2001-2006. En este estudio se muestran las distintasormas de movilidad, distinguiendo y dimensionando la “pobreza crónica”,

la “pobreza transitoria” y los “nunca pobres” (correspondientes en este casoa quienes dejaron de ser “denitivamente” pobres después de las tres olasdel panel). Es así como los autores concluyen que la desocupación tiene unaenorme incidencia sobre la probabilidad de ser pobres en cada año de ree-rencia del panel.

El cuarto capítulo trata los enómenos de movilidad intergeneracional enChile desde la perspectiva de los ingresos. Sus autores, Javier Núñez y LeslieMiranda, encuentran evidencia acerca de un aumento de la movilidad inter-generacional de la educación (medida en años de escolaridad) entre padres ehijos, sin que se observen aumentos en la movilidad intergeneracional de losingresos. Este importante dato permite a los autores hipotetizar, a modo deconclusión, sobre el riesgo de que la segregación socioeconómica del sistemaeducacional chileno derive en un vehículo de reproducción de la desigualestructura social, lo cual abre importantes pistas para la investigación cien-tíca utura.

El quinto capítulo, reerido a las clases medias en Chile, ue redactado porVicente Espinoza y Emanuelle Barozet. En él se discuten las distintas ormasde este grupo “intermedio”, cuya sonomía y magnitud varían dramática-mente dependiendo de si es estudiado a través de sus ingresos, su capacidadde consumo, el prestigio relativo asociado a la ocupación desempeñada y elnivel educacional. En este trabajo se aprecian en plenitud las vacilacionesdel lenguaje con el cual razonamos: ¿cabe hablar de clase media o de clasesmedias?, ¿de grupos, estratos o de una clase social? La opción de los autores

es abordar este complejo grupo como “grupo móvil”, no sin antes destacar lanecesidad de tomar en consideración las subjetividades de sus miembros (loque ellos llaman el “problema de la subjetividad”).

Finalmente, el sexto capítulo, de Omar Aguilar, aborda conceptualmentelo que él denomina los “principios de dierenciación material y simbólica”,solicitando buena parte del equipamiento lingüístico disponible en cienciassociales, clases, estamentos, estratos, estatus, etc. Apelando a la teoría del

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signo de Baudrillard y a un uso diestro de Bourdieu, Aguilar muestra a partirde los datos de la encuesta CASEN los distintos usos clasicatorios que sedesprenden de la tenencia del celular y del rerigerador, concluyendo con una

pista de investigación reerida a los usos de las marcas. Al nal del camino, la pregunta de quiénes son los chilenos se presentacomo innitamente compleja. Hoy en día, Chile dispone de muchísima in-ormación sobre sus habitantes, generada a partir de distintas metodologíasy técnicas de recolección de datos, e interpretada mediante los más variadoslenguajes disciplinarios. No parece exagerado sostener que Chile, del mismomodo que muchos otros países (partiendo por los desarrollados), posee volú-menes de inormación sobre sus habitantes nunca antes vistos. Sin embargo,

la importancia de esta inormación se juega, en denitiva, en su uso concre-to, en particular mediante su interpretación y empleo destinado a organizar y a clasicar a los chilenos para los nes de tal o cual política pública, estrategiapublicitaria, n investigativo o denición programática. Por diversas razones,son algunas de estas clasicaciones y taxonomías las que se han tornado do-minantes, subordinando a otras, al punto de casi extinguir a una de ellas (lasclases sociales).

Tales son algunos de los problemas suscitados por los trabajos que se pre-sentan a continuación. Cada uno de ellos proporciona inormación relevantede grupos especícos, así como una representación de los mismos. Pero almismo tiempo, en buena lógica de la investigación cientíca, todos estostrabajos se encuentran en el origen de una agenda de estudio mucho másambiciosa, en la que el diálogo interdisciplinario desempeñará un papel de-nitivamente inédito en las ciencias sociales chilenas.

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CApíTULO 1

TRANSFORMACIONES ECONóMICASY SOCIOCULTURALES: ¿CóMO SEGMENTARA LOS CHILENOS HOY?

alEjandra rassE / rodrigo salcEdo / juan Pardo

INTRODUCCIóN A LOS SISTEMAS DE ESTRATIFICACIóN

La distinción en jerarquías dentro de una comunidad es tan antigua comola misma historia del hombre. En las comunidades primitivas las primeras di-erenciaciones entre “tipos” de individuos estaban uertemente arraigadas encreencias mágicas y religiosas que pronto dieron origen a castas de sacerdotes,linajes y dinastías. Mucho tiempo después, en la Roma antigua, sus habitantesya reconocían dierencias precisas (exhaustivas y mutuamente excluyentes) entrelos estratos sociales de aquella época (patricios, plebeyos y esclavos).

 Aunque a comienzos del siglo pasado existían deniciones teóricas que uti-

lizaban el concepto de clase social para reerirse a un conjunto de individuosque comparten una situación común de mercado, en unción de los bienes y lascapacidades que poseen (Max Weber) o de su situación en el proceso de produc-ción (Karl Marx), con el devenir de las sociedades modernas tales deniciones setornaron vagas e imprecisas, generándose nuevos sistemas de segmentación porclase social que estaban basados principalmente en criterios de “nivel de vida”(ingresos, capacidad adquisitiva, equipamiento, nivel de gasto, etc.) y criteriosde “género de vida” (comportamientos, costumbres, gustos, actitudes, hábitos,mentalidad, valores, etc.).

Los primeros sistemas empíricos utilizados para la clasicación socioeconó-mica de individuos ueron el resultado de estudios pioneros desarrollados paracaracterizar a las audiencias de los medios de comunicación masiva. Uno de losejemplos más conocidos es el esquema utilizado en 1937 por la InternationalBroadcasting Corporation (UK), que consideraba cuatro clases de individuos:

Clase A. Al menos una doncella, teléono, coche de tipo medio, chalet aislado

o pareado de tipo más bien caro en la perieria, con 8-10 habitaciones, o buenpiso céntrico en zona “distinguida”. Los hijos van a un colegio privado.Clase B. Doncella interna poco recuente y generalmente no tienen teléono,

asistenta, coche barato o de segunda mano, casa aislada o pareada, 5-8 habita-ciones y jardín, o piso no céntrico o casita en los alrededores.

Clase C. Sin teléono ni servicio doméstico interno, asistenta, casa razona-blemente cuidada, calidad de casa y de calle claramente superior a la de Clase

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D. Casa de 4-5 habitaciones, piso (departamento) de 3-5 habitaciones, casapareada o, más recuentemente, adosada. Pueden tener motocicleta y en rarasocasiones coche de segunda mano, bicicleta de calidad.

Clase D. Sin teléono ni ningún tipo de servicio doméstico. Casas de pro-tección ocial o viejos adosados de alquiler, 2-4 habitaciones, generalmentesin jardín, situadas en las zonas obreras más pobres, excluyendo sólo los ba-rrios más sórdidos.

 Adicionalmente, a modo de un recuento parcial y no exhaustivo, pode-mos mencionar entre muchos otros, el sistema introducido en 1947 por elHulton Readership Survey, que más tarde ue utilizado masivamente en los es-tudios generales de medios. El índice Warner (ICE) aplicado por primera vez

a nes de los años 40, que describe las características de estatus deniendoseis categorías mediante el cálculo de un puntaje para cada dimensión dentrode un intervalo de 1 a 7 (ICE = puntaje ocupación x 4 + uente ingresos x 3+ tipo vivienda x 3 + zona residencia x 2); y el llamado Índice Biactorial dela Posición Social, descrito en 1957 por Hollingshead (IPS = puntuación deocupación x 7 + puntuación de educación x 4).

En 1980, más de dos décadas después, la European Society or Opinionand Marketing Research (ESOMAR) creó un grupo de trabajo para homo-geneizar los sistemas de estraticación que iban desarrollándose en los dis-tintos países. A modo de conclusión, el grupo recomendó clasicar las clasessociales mediante la construcción de una matriz cuyas dimensiones ueran laocupación y/o proesión, así como el nivel de estudios alcanzado por el jeede hogar; sistema que ue rápidamente adoptado en Europa.

En 1988 ESOMAR ormó un segundo grupo de trabajo para armonizarlos sistemas de estraticación social, ya que existía la necesidad de aumen-

tar el grado de comparabilidad de las variables sociodemográcas aplicadasen los dierentes países. En los tres años siguientes (1989, 1990 y 1991)se publicaron inormes de avance que precisaron y renaron algunas de lasvariables. Entre otras cosas, se propuso sustituir el nivel de educación por la“edad terminal de educación”, entendiendo que ello podía homogeneizar lacomparación entre países y entre los dierentes planes de estudio existentesen un mismo país a lo largo del tiempo. De igual modo, se introdujo elconcepto de “estatus económico” con una escala dependiente del número

de ítems de equipamiento poseídos en el hogar dentro de una lista de diezproductos previamente establecida: 1. TV color,  2. cámara otográca, 3.radio despertador, 4. taladro eléctrico, 5. video, 6. reidora eléctrica, 7. dosvehículos en el hogar, 8. computador personal, 9. segunda vivienda y 10.cámara de video.

En 1997,1 ESOMAR emite una recomendación detallada, proponiendouna matriz de clasicación (Social Grade Matrix) a utilizar de orma estándar

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en los estudios internacionales. En rigor, se trata de dos versiones distintas;una para los jees de hogar laboralmente activos, donde la clasicación consi-dera la antigua matriz de dos dimensiones (edad terminal de educación según

ocupación del sustentador principal) y otra que permite clasicar a los jees dehogar no activos mediante la combinación de la ocupación del jee de hogarcon el número de ítems de equipamiento presentes en el hogar.

En países como Inglaterra, desde 2001 en adelante las instituciones gu-bernamentales ocupan una nueva clasicación que se denomina “clase so-cioeconómica” (SEC). Este modelo orece una división en 14 niveles queestán basados en la agrupación de 371 ocupaciones. Estos segmentos puedenser agrupados con nes analíticos en nueve, ocho, cinco y en un mínimo de

tres categorías, basadas en la premisa de que existen tres tipos de personas enla uerza laboral: empleadores, trabajadores por cuenta propia y empleados,que se relacionan entre sí a través de dos tipos de interacciones básicas: con-trato de trabajo y relación de servicio.2

EL DESARROLLO DE LOS SISTEMAS DE CLASIFICACIóN EN CHILE

En el mundo teórico de la sociología, diversos textos distinguen tres “su-

 jetos sociales” supuestamente existentes en nuestro país. Cada uno de éstoscon sus propias condiciones materiales, pautas culturales, etc.Un primer segmento, “amplio y heterogéneo”, es el denominado “mundo

popular”, sea éste rural o urbano. Este segmento, que no necesariamente co-incide con “los pobres” medidos éstos de acuerdo a su ingreso, se identicaríapor un uerte apego a la tradición, una conducta solidaria a la hora de resol-ver problemas colectivos, una uerte dependencia económica pero tambiéncultural y social rente al Estado (clientelismo político, organización social

dirigida desde arriba, etc.). Este mundo popular ue el objeto preerente deestudio de la sociología chilena hasta probablemente los años 80.

Un segundo grupo es la “clase media”, sector también sumamente hete-rogéneo, pero que se reconocería por su mayor grado de individualismo, elvalor que asigna a la educación y a la propiedad privada de la vivienda comomecanismos de ascenso social y su mayor independencia rente al Estado. Ensu interior se darían las mayores dierencias de ingreso, pues incluye desdeobreros calicados, pasando por pequeños comerciantes, hasta proesionales

exitosos. Este grupo social está siendo uertemente trabajado actualmentepor investigadores como Luz María Méndez o Joel Stillerman.

Por último, existiría una “elite” compuesta por los dueños de los mediosde producción (tierra, capital o empresas de distinta índole). Éste, endogámi-co y uertemente autorreerente, no sólo controlaría los recursos materiales,sino que además tendría un rol central en determinar los gustos y tendenciassocioculturales que dominan a la sociedad chilena.

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 Ahora bien, esta segmentación teórica y abierta diícilmente puede ser uti-lizada para realizar estudios de opinión o mercado, diseñar políticas públicaso, simplemente, determinar con cierta rigurosidad el número de amilias que

deben incluirse dentro de cada grupo. Para ello se requiere una herramientamás técnica y menos discursiva.Hasta mediados de los años 80 diversas empresas de estudios de mercado

contaban con sus propios sistemas de segmentación, siendo ellos no sóloincomparables entre sí, sino además bastante poco cientícos en su elabora-ción. Fue por ello que en ese momento,3 la Asociación de Investigadores deMercado (AIM) armó un grupo de trabajo cuya misión ue adaptar a la rea-lidad chilena la metodología de clasicación socioeconómica generada por

ESOMAR (A, B, C1, C2, C3, D, E). Desde entonces, esta clasicación hasido empleada por las empresas de estudios de opinión, el mundo académicoy algunos agentes gubernamentales, lo que ha permitido generar un “lengua- je común” entre los expertos en el tema, así como una idea colectivamenteaceptada por la ciudadanía de cómo se dividen los grupos sociales en el país.Hoy, términos como ABC1, D o E evocan una imagen en la mayoría delos ciudadanos inormados, aun cuando en realidad ellos no comprendan laorma en que estas clasicaciones ueron hechas.

La clasicación desarrollada por AIM ha ido evolucionando con el tiem-po. Al principio, ella se basó en “parámetros visuales objetivos” que permi-tían distinguir entre personas de uno y otro estrato (apariencia del hogar,existencia de ciertos bienes visibles, barrio, etc.) y luego se tradujo a criteriosno visuales que permitían aplicarla en encuestas teleónicas.

La metodología de cálculo de estratos adaptada por la AIM a partir delcenso, consiste en lo siguiente:

1. Asignar un puntaje a todos los hogares chilenos basándose en la posesión deciertos bienes “discriminantes” y en la educación del jee de hogar. A cada bien onivel de escolaridad se le asigna un puntaje especíco, que deriva de su nivel de pe-netración en el total de hogares (los bienes con mayor penetración aportan menospuntaje y los con menor penetración más puntaje; se procede de igual orma respectoa niveles educacionales).

2. Ubicar a todos los hogares chilenos en una línea continua que parte desde aque-llos hogares con menor puntaje y termina con aquellos en que el puntaje es mayor.

3. Finalmente, para ormar los estratos socioeconómicos, esta línea conti-nua se divide en cinco grupos, correspondientes a los percentiles 10 (estratoE), 45 (estrato D), 70 (estrato C3), 90 (estrato C2) y 100 (estrato ABC1).

La proporción de población que se incluiría en cada estrato ue denida enorma ja y arbitraria, teniendo en consideración, eso sí, lo que se apreciaba asimple vista como la “realidad social” del país para el año 1986, y las propor-ciones para cada estrato denidas en otros países, en especial de Europa y Es-

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tados Unidos. Así, la población queda dividida en un 10% clasicado comoE (extrema pobreza), un 35% como D (pobreza), un 25% correspondiente aC3 (clase media baja), un 20% como C2 (clase media-media) y, nalmente,

un 10% etiquetado como ABC1 (clase media alta y elite).La arbitrariedad para denir cuántas personas u hogares quedan en cadaestrato se evidencia en los datos de un estudio realizado el año 2000 por AIM, que señala que “la distribución de los hogares por estatus socioeconó-mico es una variable absolutamente continua, sin saltos bruscos ni estratosclaramente dierenciados. No hay nada que sugiera ‘clases sociales’ bien deli-mitadas, sino, por el contrario, lo que se observa es un continuo que cambiasuavemente de los individuos con menos estatus a los de mayor estatus so-

cioeconómico, sin ronteras precisas entre un grupo y otro” (AIM, 2000). 4El carácter arbitrario y rígido (no se modica en el tiempo) de la metodo-

logía de cálculo empleada lleva a que, con el tiempo, los investigadores quela utilizan se enrenten a dos problemas básicos:

1. Los cambios en la tenencia y penetración de ciertos bienes producidapor los avances tecnológicos y económicos, que lleva a que algunos bienespasen de ser de consumo exclusivo a de tenencia masiva (el ejemplo más claroes el caso del teléono celular),5 impide discriminar entre personas, dicul-tando la construcción de estratos. Una dicultad similar se produce cuandoalgunos bienes aparecen o desaparecen de las preguntas censales.

Tanto en Chile como en el extranjero, esto ha sido corregido por las di-versas empresas, cambiando los bienes utilizados para discriminar según losque estén disponibles en cada censo, y su nivel de penetración relativa. Encualquier caso, este cambio en los bienes no es realizado por todas las empre-sas al mismo tiempo ni utilizando los mismos bienes de reemplazo, lo que

trae problemas de comparabilidad entre los diversos estudios que a diario serealizan.2. Dado que el percentil corte es jo (el porcentaje de personas sobre el

total de la población incluida en cada estrato no cambia), es imposible darcuenta de los cambios estructurales que ocurren en la sociedad. Es decir, delas variaciones sociales y económicas producidas por los procesos de movili-dad social ascendente o descendente, ciclos de bonanza y crisis económicas,transormaciones en la estructura productiva, alzas o bajas en las tasas de

desempleo, etc. Las sociedades cambian pero los estratos no se modican.Un clarísimo ejemplo de esta “rigidez conceptual” es que, en 1987, al

contrastar la proporción de hogares para cada estrato con otros indicadoressocioeconómicos del momento, se podía apreciar un alto nivel de coinciden-cia. Por el contrario, si se contrasta hoy la proporción de hogares por estratocon los mismos indicadores socioeconómicos, la coincidencia desaparece porcompleto. Así, en 1987 un 40% de la población se encontraba bajo la línea

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de la pobreza y un 12,7% bajo la línea de indigencia (Contreras, 1996), loque es consistente con un estrato E de 10% (asimilable en este sentido a lacategoría de indigencia), y un estrato D de 35% que, sumado al 10% del es-

trato E, corresponde a un 45%, bastante cercano a la proporción de hogaresen condición de pobreza en esa época (40%). Hoy, por el contrario, cuandola indigencia está más cercana al 5% que al 12% y la pobreza ha bajado del20%, ¿qué sentido nos hacen los cortes D y E?, ¿qué tipo de hogares sonéstos?, ¿son de clase media los hogares D?, ¿es un nuevo tipo de pobreza?La verdad es que la realidad del país nos habla de un proceso de movilidadascendente que no es capturado por nuestros estudios de opinión.

Frente al desaío planteado por la rigidez existen dos alternativas: a) privile-

giar poradamente la comparabilidad, aun a riesgo de no refejar los cambiosestructurales en la sociedad, y b) desechar la comparabilidad con el pasado,estableciendo nuevos percentiles de corte que vayan refejando los cambios so-cioeconómicos estructurales por los que atraviesa el país. La opción de AIM hasido, hasta ahora, mantener los percentiles de corte, privilegiando la compara-bilidad en el tiempo. Ello ha llevado, sin embargo, al vaciamiento de sentido delas categorías creadas (¿qué signica clasicar como ABC1 o como C3?) y, porende, a la dicultad para el análisis de la realidad (social, de mercado) en base adichas categorías. Esta reicación e inmovilismo de los estratos nalmente noshace correr el riesgo que nuestros análisis dejen de ser útiles como herramientasde interpretación de la realidad, y sean recibidos con cada vez mayor escepticis-mo por nuestros clientes y la ciudadanía en general.

 Asimismo, cabe preguntarse sobre la conveniencia de mantener una es-traticación que permita comparar con el pasado pero con una proporciónestática de hogares por grupo en una realidad socioeconómica cambiante

(¿qué sentido tiene comparar un ABC1 de hoy con un ABC1 de 1987, siclaramente la pertenencia a dicho grupo ya no signica lo mismo?).En este sentido, la propuesta de este trabajo, así como la de otras indica-

das por los autores, es abrir la discusión sobre el “contenido de los estratos”,manteniendo estable no la proporción de cada grupo, sino el tipo de hogarque calica en cada uno de ellos. Es decir, atribuirle un signicado “real” acada estrato, estableciendo grupos que posean cierta homogeneidad internay que, por ende, puedan ser distinguibles de otros grupos también interna-

mente similares.No creemos ser los únicos preocupados por este tema. Así, por ejemplo,

durante el segundo semestre del año 2002, la AIM realizó un estudio basadoen entrevistas a un total de 5.400 hogares del Gran Santiago, que midieron40 variables sociodemográcas. Sobre la base de los datos del Censo Nacio-nal de Población y Vivienda realizado por el INE en 2002, la AIM desarrollóel Índice Censal de Status Socioeconómico (ICSS), con la intención de es-

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tandarizar criterios técnicos y metodológicos para la clasicación por nivelessocioeconómicos, el que está basado en la clasicación de hogares según laposesión de bienes y nivel de estudios del jee de hogar. Durante el segun-

do semestre de 2007, y tras cinco años de vigencia del anterior sistema, lasempresas pertenecientes a la AIM decidieron actualizar el ICSS realizandoun estudio basado en 1.931 encuestas aleatorias en el Gran Santiago, con elobjetivo de hacer un seguimiento al rápido avance en la posesión de bienesy educación para mejorar el instrumento de medición y caracterizar debida-mente a cada segmento.

Con todo, a pesar de todas estas actualizaciones técnicas y metodológicas,las empresas aun no dan el paso denitivo de modicar los percentiles de

corte en la actual estraticación social.

EL CAMbIO NECESARIO

1. Identicando los signos y causas del camio sociocultural

 Aunque a estas alturas ya parece un cliché señalarlo, Chile ha cambiadoradicalmente en los últimos 20 años. Así, hemos presenciado diversas trans-ormaciones no sólo económicas sino además socioculturales y que modi-

can la posición relativa de diversos grupos al interior de la sociedad chilena.Nos gustaría mencionar algunos signos de este cambio y que en parte nosdan pistas y argumentos para declarar la muerte de la actual estraticaciónsocial.

1. Ya a partir de los años 90, diversos autores comenzaron a hablar de laaparición de una “clase media emergente”; es decir, de un grupo social salidodesde el mundo popular y no aceptado plenamente por los grupos medios,y que hoy, sin embargo, se aproximaría, en términos de pautas de consumo,

a las clases medias más tradicionales. Se ha hablado de “la señora Juanita”,“los Faúndez”, la aparición de los foridanos y maipucinos como nuevos su- jetos sociales. Esta discusión académico-social ha tenido su correlato en laacción de diversas multitiendas, supermercados e, incluso en menor medida,en bancos, los que han declarado a una parte del estrato D (no al conjuntode este estrato) como “consumidor” y “sujeto de crédito”, lo que ha llevado aorientar campañas y promociones hacia ese grupo.

2. La aparición de este nuevo sujeto social tiene su correlato y se conrma

en las transormaciones que ha tenido el mercado de los bienes de consumo,en especial los bienes tecnológicos y de lujo. Hemos visto cómo bienes queantes eran o bien vendidos en tiendas especializadas o importados directa-mente se han masicado en orma dramática, extendiéndose bastante másallá de un estrato ABC1 connado al 10% de la población. Los viajes alextranjero, el servicio doméstico, la segunda vivienda o los autos y electro-domésticos de lujo comienzan a permear al estrato C2 y C3, e incluso, para

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algunos de estos bienes, a una capa del estrato D, lo que nuevamente noshabla de un vaciamiento en el contenido de la distinción.

3. Finalmente, y ya en el plano del trabajo empírico con estudios de opi-

nión y mercado, en nuestro trabajo reciente nos hemos podido dar cuenta deuna reducción en la homogeneidad intraestrato. Así, por ejemplo, un estudiocualitativo, desarrollado por el equipo de investigación encabezado por losproesores de la Ponticia Universidad Católica de Chile Francisco Sabati-ni, Guillermo Wormald y Rodrigo Salcedo,6 entre personas pertenecientesa los estratos D y E, ha mostrado una enorme variabilidad en la orma devida, valores y pautas de consumo de las personas pertenecientes al estratoD. Mientras algunos se asemejan a las amilias del estrato E, un porcentaje

importante adopta actitudes y valores más asociados teóricamente a la clasemedia que al mundo popular.

Estos signos son maniestaciones de una realidad mucho más proundaque nos habla de un cambio social bastante radical. Mucho se ha hablado delalza en el PGB per cápita del país, de la dierencia cuantitativa existente entreel país de los 80 y el país en el que vivimos actualmente, pero es poco lo quese discute sobre el cambio cualitativo, sobre las transormaciones sociales y culturales que la mayor riqueza relativa ha generado, sobre los cambios enlos gustos, los valores y las ormas de ver el mundo que los chilenos hemosadquirido. Al menos tres transormaciones estructurales deben ser analizadassi hemos de querer entender la nueva distribución de clases en el país.

1. La masifcación de la educación. Contreras (1999; 2002), Contreras et al.(2001) y otros autores han mostrado, para el caso chileno, la relevancia queposee, y sobre todo poseerá en el uturo inmediato y mediato, la masicaciónde la educación en la superación de la desigualdad social y la pobreza.

Según el censo de 2002, el promedio de escolaridad de los chilenos era de10,6 años, es decir, una escolaridad de “enseñanza media incompleta”. Ello,ciertamente alejaba a la gran mayoría de los chilenos de los empleos de mayorcalidad y remuneración, siendo ácil la mantención de los privilegios al in-terior de un grupo social que no sólo controlaba los actores de producción,sino, además, tenía el monopolio del capital educativo del país. Era diícil,y probablemente todavía lo sea, para un ABC1 perder su “lugar en la socie-dad”, pues la competencia desde abajo era escasa. Al masicarse la educación,

las posibilidades de movilidad –no sólo ascendente, sino además esta vezdescendente– aumentan. La competencia por los mejores empleos se hacemás amplia, al tiempo que los horizontes de desarrollo personal y económicoque las personas se plantean crece en orma dramática. Muchos chilenos, sibien no han alcanzado aún niveles de bienestar material comparables a losdel mundo desarrollado, al menos poseen las herramientas para competir y se han ganado el derecho a soñar con dicho bienestar.

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Desde el último censo, el porcentaje de chilenos que ha logrado niveles deeducación secundaria e incluso superior se ha multiplicado. Para los llamados“sectores populares” dicha expansión implica que, al menos algunos individuos,

alcanzarán niveles educacionales más altos que otros del mismo estrato, lo queen un cierto momento redundará en un mejoramiento de sus condiciones devida. Así, un sector de los estratos D y E (45% de la población según AIM) estásubiendo su nivel educacional, lo que si bien aún no se traduce en un cambiorelevante en su ingreso, sí permite establecer una dierencia sociocultural im-portante con aquellos que no han alcanzado este nuevo estatus educacional.

 2. La masifcación de la propiedad privada de la vivienda (aunque sea de 

subsidio). Hacia 1990 el décit habitacional en Chile bordeaba el millón de

viviendas, lo que implicaba que al menos 3,5 millones de personas (alrededordel 25% de la población del país) vivían en condiciones de allegamiento o enviviendas irrecuperables, generalmente campamentos. Hoy, quienes viven encampamentos no llegan a las 150.000 (1% de la población) y aquellos queviven allegados tampoco representan una cira de alta signicación. Hoy enChile, la gran mayoría de los pobres es propietario de su vivienda.

Con todo, existe un matiz a la última armación: no todas las amilias quehan recibido viviendas sociales en propiedad privada tienen igual calidad devida. Mientras algunos barrios de viviendas sociales se han deteriorado uer-temente, transormándose en guetos plagados de violencia y desesperación,y haciendo que la vivienda obtenida no tenga ningún valor de mercado,otros barrios han progresado y sus viviendas se han transormado en capitaly uente de ingresos para las amilias que las habitan.

 Así, es posible sostener que existen dierencias sustantivas en materia de“calidad de vida” entre amilias que, estadísticamente, son clasicadas como

estrato social D. Para el caso de Santiago, por ejemplo, no es lo mismo ha-bitar en un entorno deteriorado y violento, como Bajos de Mena en la co-muna de Puente Alto, que habitar conjuntos de viviendas sociales en Maipú,Macul o Las Condes. No es sólo la vivienda o el barrio, sino las dierenciasde entorno las que marcan las posibilidades de acceso a trabajo, educación osalud de calidad.

3. El cambio cultural en los sectores populares. A la par de las dos transor-maciones socioestructurales recién descritas, se ha evidenciado un cambio

cultural de importancia en un sector de las “clases populares”. Marco Obertiy Edmond Preteceille (2004), por ejemplo, han mostrado que un porcentajede quienes tradicionalmente consideramos los “pobres” se han “moyeniza-do”, esto es, han adoptado algunos de los valores y ormas de vida propios delas clases medias. En su estudio de diversos conjuntos de viviendas sociales,el equipo de Sabatini, Wormald y Salcedo, ha encontrado que un porcen-taje de las amilias residentes elabora un discurso “clase mediero”, en el que

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destaca la e en la educación como mecanismo de ascenso social, el valorasignado a la vivienda propia como capital y la creencia de que los problemassocioeconómicos deben ser resueltos en orma individual y no colectiva por

las amilias aectadas, dejando de lado el clientelismo y la dependencia delas políticas del Estado. Este discurso de clase media reuerza las tendenciashacia la masicación de la educación y permite a muchas amilias popularesposeer una mirada y un sueño dierente respecto de su propia realidad.

2. Asectos tericos a considerar

Para analizar los sistemas de estraticación social, así como su posibleadaptación a nuevas realidades socioestructurales, es necesario antes dar

cuenta de algunos conceptos teóricos –tanto antiguos como novedosos– queilustran y dan uerza a la discusión1.  Movilidad social. La movilidad social es denida como el paso de un

segmento de la población desde un estrato socioeconómico a otro (en gene-ral más alto). En relación a este concepto, tiende a dividirse a las sociedadesen móviles e inmóviles; dentro de este último caso, típicamente guran lassociedades de castas o las tradicionales de corte agrícola. En Latinoamérica,quizás a excepción de los tempranos casos de Argentina y Uruguay con sus

procesos de ormación de capas medias, las sociedades han sido más bieninmóviles, siendo muy diícil romper los círculos de la pobreza o pasar desdela clase media a la elite. Para explicarse esta alta de movilidad, la hipótesissociológica tradicional señala que, a mayor desigualdad social, menores seránlas posibilidades de movilidad social ascendente. Esta hipótesis tradicional hasido contradicha para el caso chileno actual por múltiples estudios (Torchey Wormald, 2004; Torche, 2005; Contreras, Larrañaga, Litcheld y Valdéz,2001; y Contreras, Cooper, Hermann y Neilson, 2005). Chile tiene altastasas de movilidad social en un contexto de desigualdad acentuada. Detrásde esta movilidad se encuentran tanto actores educativos como de bonanzaeconómica general ya discutidos con anterioridad.

 2. Pobreza. Uno de los temas centrales para todas las sociedades y gobier-nos que requieren diseñar políticas públicas es cómo se mide la pobreza.Mucho se ha discutido sobre el tema; se han propuesto diversas metodolo-gías, las que pueden dividirse centralmente en aquellas que sólo se jan en

los ingresos (como sea que éstos se midan) y otras que consideran aspectosmás relacionados con la “calidad de vida”. En cualquier caso, no importandola orma de medición, es un hecho indesmentible que en nuestro país, pro-ducto de la bonanza económica, y según muestran diversos autores, especial-mente debido a las políticas sociales implementadas por los gobiernos de laConcertación, la pobreza se ha reducido en orma dramática.

3. Vulnerabilidad. Ahora bien, hoy en día se cuestiona cada vez más la dis-tinción radical que se hace entre pobre/no pobre o entre excluido e incluido.

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Este mundo dual no da cuenta de las sutilezas propias de la trama social deorganizaciones complejas y cambiantes. Así, se puede ser excluido en un mo-mento determinado y no serlo después. Más aun, se puede ser excluido en un

aspecto y no en otro. Así, es cada vez más importante considerar el conceptode “vulnerabilidad a la pobreza” (ver, por ejemplo, Moser; 1997; Kaztman,2001; Contreras, 2002; Torche y Wormald, 2004; Contreras, Cooper, Her-mann y Neilson, 2005; FSP, Mideplan y OSUAH, 2007, entre otros). Lavulnerabilidad como concepto nos habla de la necesidad de comprender laintegración al bienestar no como una dualidad o situación estática y comple-ta (total integración versus total exclusión), sino más bien como una condi-ción que muchas veces se maniesta de modo precario y cambiante, con un

grupo de hogares que puede cruzar una o más veces la línea de la pobreza enun determinado período. Esto estaría condicionado puntualmente por lasnuevas condiciones laborales imperantes, pero de modo más general, por laliberalización de los distintos mercados (educación, suelo, previsión social,entre otros).

En este sentido, así como existe un grupo de hogares ácilmente distin-guibles como pobres, existiría un grupo más amplio de hogares en condi-ción de vulnerabilidad, es decir, no pobres pero susceptibles de caer en dichacondición ante cualquier shock de salud o de trabajo. Luego de los enormesesuerzos que han hecho los distintos Estados en ocalizar sus políticas socia-les, es éste el grupo que queda más comprometido, al serle retirada muchaayuda o benecios estatales. En general, las políticas sociales de la mayoría delos Estados latinoamericanos tienden a enocarse en “los pobres” pero pocohacen por evitar que otros caigan en la pobreza o consoliden posiciones enla clase media.

3. ¿Dee el ndice ser mvil o o?

Los aspectos teóricos y empíricos recientemente descritos nos llevan aadoptar la postura de que, a riesgo de perder comparabilidad con estudioshechos en el pasado, es necesario generar un modelo de estraticación másfexible y abierto, que permita dar cuenta de los cambios estructurales que vaexperimentando históricamente la sociedad. En este sentido, los estratos ge-nerados (a partir de cualquier corte que se intente) debieran ser consistentes

con los demás datos e indicadores que provienen de la realidad socioeconó-mica del país; el índice debiera ser receptivo a las variaciones en los nivelesde pobreza e indigencia, a la expansión o contracción de la clase media, alos cambios culturales y materiales que experimenta la población, etc. Estotiene, sin embargo, problemas tanto en el ámbito de la comparabilidad comode carácter metodológico.

1. En términos de comparabilidad, se transa la estabilidad eterna propor-cionada por estratos socioeconómicos con una proporción ja de hogares en

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su interior, por la estabilidad de estratos con un signicado jo, pero cam-biantes en términos de la proporción poblacional a la que representan.

2. La dicultad metodológica, en tanto, se deriva de lo anterior: el proble-

ma es encontrar otros datos e índices que permitan obtener puntos de corteque a la vez den sentido a las categorías creadas, es decir, que las proporcionesdentro de cada estrato tengan algún signicado y correspondan eectivamen-te a algún enómeno socioeconómico conocido. Así, un cambio en los cortesque dividen a los estratos sólo se justica si se encuentran datos sucientespara establecer qué personas de un determinado percentil tienen una die-rencia signicativa con los de otro percentil, y no simplemente si generamosnuevamente cortes arbitrarios. ¿Qué sacamos con denunciar los problemas

de un sistema si terminamos reemplazándolo por otro desarrollado de lamisma orma?

 Asimismo, surge además el dilema respecto de cada cuánto tiempo se de-ben alterar los cortes que dividen a los estratos, pues mientras menor sea eltiempo que un punto de corte permanezca jo mayor será la posibilidad derefejar los cambios sociales, pero menor será la posibilidad de realizar estu-dios comparables en el tiempo. ¿Cuánta estabilidad?, ¿cada cuánto tiempocambia la sociedad?

Tomando en cuenta los dos puntos anteriores, se plantea la convenienciade establecer los cortes entre estratos socioeconómicos, reriéndolos a ciertascategorías socioeconómicas que les den sentido; que sean rígidas en el cortoplazo, pero fexibles en la medida en que se revisen cada cierto número deaños (por ejemplo, entre un censo y otro). De este modo, se propone generarnuevos percentiles de corte para el índice socioeconómico, correspondientesa ciertas situaciones socioeconómicas claras, de modo que asignen un cierto

signicado a cada estrato. Esto permitirá no sólo adecuar el índice socioeco-nómico a la nueva situación social, sino que también propondrá una ciertacomparabilidad en términos del signicado de las categorías creadas.

UNA pROpUESTA

Cualquier propuesta útil de nuevos cortes debe generar sucientes catego-rías como para dar cuenta de la diversidad social y, al mismo tiempo, limitarel número de categorías, tanto para que la clasicación sea eectivamente

un mapa simplicado y claro de la realidad, como para que cada categoríapueda ser muestreada adecuadamente en una encuesta (no se pueden mues-trear adecuadamente sin incurrir en costos desmedidos de trabajo de campo,estratos que representen a menos de un 10% de la población). En cualquiercaso, creemos que hay algunas realidades más nas que deben estudiarse,pero sólo al momento de ahondar en las características de un determinadoestrato. En este sentido, se propondrá un modelo con una estraticación

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amplia para estudios de carácter general (cinco estratos) y una más na (ochoestratos), posible de ser aplicada a temáticas especícas.

La estraticación propuesta recoge todo lo anteriormente discutido, an-

clando cada estrato socioeconómico a una serie de enómenos eectivamentecuanticables. Ello a n de proponer estratos socioeconómicos signicativosy, al mismo tiempo, como un modo de dar luces respecto de las variablesposibles de considerar a la hora de reelaborar el índice. Así, más que una pro-puesta cerrada lo que buscamos es generar discusión y un “lenguaje común”sobre diversos aspectos que debiesen ser considerados.

En este sentido, si bien se citan algunos estudios seriales sistemáticos1 y otros ejemplos que permiten estimar ciras de reerencia para establecer los

puntos de corte, éstas han sido redondeadas acercándolas a percentiles múlti-plos de cinco, en vistas de simplicar analíticamente el modelo. De acuerdo aesto, se propone una nueva estraticación basada en los siguientes percentilesde corte por estrato:

Estrato 1 (AbC1=15%)

Representa a los sectores de elite; grupos altos y medios altos. Correspondea las categorías ocupacionales de capitalistas, ejecutivos, proesionales y téc-

nicos, y pequeña burguesía (en suma, 18,9%), de acuerdo a la clasicaciónde Torche y Wormald (2004).

La ampliación de esta categoría respecto a la clasicación anterior (en querepresentaba sólo un 10%) se debe a la mejora económica descrita en losestudios de movilidad social, la que está ligada tanto a la bonanza económicacomo al aumento del número de proesionales. Cabe hacer notar que paralas sociedades desarrolladas, Robert Reich (1991) estima el tamaño de estegrupo social en un 20%, el que él, sin euemismos, denomina el “quintilaortunado”.

En términos culturales y de consumo, esta cira se respalda en otros datosobtenidos a través de diversas encuestas. Por ejemplo, la cira propuesta se acer-ca a la proporción de amilias que cuentan con servicio doméstico, o a las queviajan periódicamente al extranjero.

Cultural y económicamente el estrato 1 podría a su vez subdividirse endos grupos:

 A. Elite (5%). Aparte de su categoría ocupacional, estas personas compartenel provenir de ciertos colegios tradicionales, contar con amplias redes socialesy ser propietario de algún medio de producción o bienes inmuebles distintosal hogar en que habitan. En cierta medida, es la clase social que podría vivirdirectamente de sus rentas, sin siquiera incorporarse al mundo del trabajo.

B. Grupos altos no miembros de la elite (10%). Son aquellos proesionalesque ejercen en orma independiente su proesión o copan los cargos ejecutivosde grandes y medianas empresas, aparte de ciertos grupos de comerciantes.

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Ellos no necesariamente poseen vínculos de parentesco o amistad con las elitestradicionales y dependen para mantener su estatus, en buena medida, de sutrabajo y de los procesos de acumulación de capital que su propio trabajo les

haya permitido.

Estrato 2 (C2=15%)

Este estrato corresponde a los grupos medios-medios ; la proporción de hoga-res incluidos en este grupo es cercana a la proporción de jees de hogar en lacategoría ocupacional de proletariado no manual ormal propuesta por Torchey Wormald (2004), del orden del 16%.

En este sentido, corresponde a hogares que, si bien basan su bienestar eco-

nómico prácticamente sólo en los ingresos provenientes del trabajo, poseen uncapital humano que les asegura ocupaciones con una remuneración tal que lasimple fuctuación de mercado no los acerca en ninguna orma a la pobreza.En cuanto a su consumo, estos grupos se consideran sucientemente seguroscomo para endeudarse para el consumo de bienes durables como la vivienday el automóvil.

Estrato 3 (C3 = 30%)

Este estrato representa los grupos medios bajos . Su ampliación respecto de laclasicación anterior se debe a la bonanza económica experimentada en las úl-timas décadas. Es aquí donde encontramos el cambio más relevante y el refejode las transormaciones y reducciones de la pobreza que ha tenido el país enlos últimos años.

Es posible encontrar una correspondencia entre la proporción asignadaa este grupo y la proporción de jees de hogar en la categoría de proletaria-do manual ormal descrita por Torche y Wormald (2004), de alrededor del

33%.En este sentido, son grupos sin gran capital humano y cuyo principal

ingreso es el del trabajo, pero que han accedido a una estabilidad que lesha permitido ir acumulando bienes y de este modo, ir alejándose progresi-vamente de la categoría de vulnerabilidad. Sin tener una gran capacidad depago, tienen la capacidad económica suciente para resistir los problemas desalud y empleo que se les puedan presentar, sin caer en situación de pobreza,gracias al ahorro y los bienes acumulados.

Estrato 4 (D=25%)

Este estrato corresponde a la proporción de población que ha sido identi-cada como vulnerable a la pobreza (tanto en los datos del OSUAH, 2007,como de acuerdo a Contreras, Cooper, Hermann y Neilson, 2005). Estoshogares son vulnerables en la medida en que, si bien no se sitúan bajo lalínea de la pobreza, es probable que hayan entrado y salido de esa condición

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en más de una oportunidad en la última década. Asimismo, ante cualquierproblema de salud o situación de desempleo son susceptibles de pasar a si-tuación de pobreza.

La reducción del tamaño de esta categoría (respecto al 35% asignado alestrato D de acuerdo a la clasicación anterior) se debe a la sostenida dismi-nución de la pobreza en las últimas décadas; en este sentido, es importantecomprender que, si bien no corresponden a grupos medios, tampoco sonpobres: tienen capacidad de compra. Esta capacidad de pago es, no obstante,inestable, tanto en unción de los ciclos económicos como respecto de losproblemas particulares que estos hogares enrentan.

Esta situación de vulnerabilidad va íntimamente ligada a su condición de

precariedad laboral. En este sentido, es posible ligar esta categoría a la pro-porción de proletariado inormal detectada por Torche y Wormald (2004),cercana al 30%.

Este grupo a su vez podría dividirse en dos subgrupos: A. Vulnerabilidad eventual (15%). Son aquellos cuyas ocupaciones los ha-

cen vulnerables a los ciclos económicos, pero que, en circunstancias norma-les, tienden a tener un trabajo relativamente estable y con remuneracionescontinuas. Así, por ejemplo, un obrero especializado de la construcción sibien es vulnerable ante una depresión económica, tiende a tener habilidadessucientemente valoradas como para mantenerse por largos períodos en elmercado ormal de trabajo

B. Vulnerabilidad crónica. Son aquellos que no siendo pobres en un deter-minado minuto, no poseen las habilidades laborales requeridas por el merca-do para conservar un empleo ormal estable en el tiempo. Así, estos sectorestienden a recaer cada cierto tiempo en la pobreza independiente de situacio-

nes que aecten al conjunto de la economía o a problemas de salud.Estrato 5 (E=15%)

Este estrato se propone como el que comprende los hogares en situación

de pobreza (13,7% según Casen 2006). En este sentido, corresponde al 15%más bajo de la población. Comparten con el estrato anterior la situación deextrema precariedad en términos de sus vínculos laborales, pero en este caso,no sólo los ingresos son menores sino que, por situaciones de composición

amiliar (jeatura emenina, muchos niños y pocos adultos) o de salud (en-ermos crónicos, discapacitados), además tienen una menor capacidad deacumulación de bienes a través del tiempo.

En la medida en que este grupo corresponde a pobreza, es posible dividireste estrato en dos:

 A. Pobres no indigentes (10%). Los pobres no indigentes tienen ingresos almenos para una canasta básica para cada uno de sus integrantes, sin embar-go, no alcanzan a dos canastas por persona (lo que se estima como el mínimo

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necesario para cubrir necesidades no alimenticias, como salud, educación y vestimenta); una parte de sus ingresos, al igual que en el caso de los indigen-tes, proviene de transerencias del Estado. En este sentido, si bien acceden

a consumo alimenticio, no disponen de capacidad de compra de otro tipode bienes. Su acceso a bienes durables probablemente se realiza a través delmercado inormal y sistemas crediticios ad hoc. En términos de vivienda, lasituación en general es similar a la de los indigentes, aun cuando es posibleencontrar algunos hogares pobres no indigentes también como asignatariosde vivienda social básica.

B. Indigentes (5%). En la medida en que sus ingresos son menores a unacanasta básica, apenas logran reunir el dinero necesario para la alimentación

del grupo amiliar. Gran parte de sus ingresos corresponde a transerenciasdel Estado a través de distintos subsidios. Sus bienes durables son escasos,probablemente conseguidos a través de amiliares o transacciones inormales.Su situación de vivienda también es decitaria, posiblemente correspondena casos de allegamiento o asentamiento precario.

DESAFíOS pARA EL FUTURO

Tomando en cuenta la creciente necesidad de contar con un sistema deestraticación actualizado, práctico y de uso universal, así como los esuerzossistemáticos que han realizado a través de tantos años diversas empresas e ins-tituciones del sector público y privado, y considerando también las experien-cias internacionales más recientes, pareciera pertinente convocar a un esuerzocolectivo de las distintas disciplinas involucradas que nos permita levantar unplanteamiento común sobre esta materia con el n de que en el próximo Cen-so de Población y Vivienda de 2012 se incorporen las preguntas adecuadas para

la obtención de nueva inormación que permita una clasicación más na dela población según sus características socioeconómicas.

Notas1 “s dep c. a sye ie s-E c repe svey ree”, Esomar, 1997.2 te Esrc revew gvee s c, dv re y Ke o’re. Esrc reecee m- ce ie s E ree, uvey Eex, 1998.3 icarE, ii ce e mke, 1986. Pee e pe e e e- e s ez e 1985 y 1986. E e e e epeev e710 e e g s y e e e e epe e p -e e 36 ve e.4 ce e , e , e pe e expe e e, exe p ee pe –y e p ee– ee e e e,ée e e e ep ee y e e e e e p. a, ce e p y e y e exee ee e p e p(ee 10 y 15%) y e e e p. s e e ee p, e e e p e e e, e, e ve ee e e e e e e .5 se see e teee, e “Pee ee v y ee . Pe- 1992-2002”, v e pee e eé e e e 0% e 1992 43% e 2002. E

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e 2008, pee z e e 84%.6 Pye a e ive e ce se ey – b m “b ex y e p p p e vve e ce”.7 Ve ex e e e e vee e e ce,e ee e ee e p p, é.

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s”, Scc rsach Asscas, 1949.

Anexod e vee e e ce e ee e eee p p

COMpARACIóN SERIES DE CLASIFICACIóN SOCIOECONóMICA SEGúN

CARACTERíSTICAS DE VIVIENDA ObSERVADA pOR LOS ENCUESTADORES

(2006-2007)

j 06nvee 06dee 06j 07nvee 07

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31%

34%

31%32%

2% 3% 3%2% 2%

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COMpARACIóN SERIES DE CLASIFICACIóN SOCIOECONóMICA SEGúN

CARACTERíSTICAS DE VIVIENDA ObSERVADA pOR LOS ENCUESTADORES

(2007-2008)

dee 07

j 08oe 08

altO mEdiO altO mEdiO mEdiO BaJO BaJO muY BaJO

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COMpARACIóN SERIES DE CLASIFICACIóN SOCIOECONóMICA SEGúN

íNDICE CALCULADO EN bASE A EDUCACIóN, ACTIVIDAD Y bIENES

(2007-2008)

a 07my 07oe 07Ee 08

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38%

28%

31%

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COMpARACIóN SERIES DE CLASIFICACIóN SOCIOECONóMICA SEGúN

íNDICE CALCULADO EN bASE A EDUCACIóN, ACTIVIDAD Y bIENES

(2008)

ee: see e ee ee ez p eek, e ppe e e p(ii-V-Viii-iX-rm), 1.200 /.

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CApíTULO 2

CONSUMO Y SEGMENTACIóN: ALGUNASCONSIDERACIONES CONCEpTUALES Y EMpíRICAS

carlos catalán

1. LA IMpORTANCIA DEL CONSUMO EN LA SOCIEDAD

El objetivo de este artículo es dar algunas claves conceptuales y empíricasde cómo el consumo se ha convertido en una dimensión relevante para elanálisis de la segmentación social. El énasis de este análisis está en rele-var que las ormas en que el consumo se relaciona con la segmentación soncomplejas, múltiples y diversas, no reducibles a una sola vertiente unívocaconceptual y metodológica. En otras palabras, estamos en un estadio de con-versación conceptual y metodológica en pleno desarrollo, donde no hay unconsenso paradigmático en este campo.

En primer lugar, desarrollamos la relevancia del consumo en el escenariocontemporáneo. En segundo lugar, desarrollamos aproximaciones concep-tuales a la temática del consumo. En tercer lugar, analizamos las diversasmodalidades en que se relacionan el consumo y la segmentación. En estepunto desarrollaremos dos aproximaciones complementarias para ver la re-lación entre consumo y segmentación: cómo el consumo segmenta a la so-ciedad y cómo la segmentación social aecta el consumo. En cuarto lugar,a través de cuatro ejemplos de investigaciones recientes –sobre el consumo

cultural, el consumo de medios en segmentos populares, los tipos de amiliay los usos del tiempo– mostramos las muy diversas ormas en que se da estarelación entre consumo y segmentación. Por último, establecemos algunasconsecuencias para el estudio de la segmentación extraídas del argumentoque esbozamos en este texto.

Para comenzar a analizar la relación entre segmentación y consumo esimportante partir de las siguientes consideraciones. Las sociedades modernasse caracterizan por sus altos niveles de segmentación y dierenciación social.Pero también se caracterizan por la creciente importancia que ha adquirido el 

consumo para poder entender la dierenciación social .1

Este reconocimiento ha ido aumentando en la discusión sobre la segmenta-ción social. Pensemos que una de las principales tradiciones iniciales para pensarla segmentación se centró en el trabajo: es la tradición del Durkheim de la Divi-sión Social del Trabajo (1987) o la tradición del marxismo. En otras corrientes,como la weberiana (1964), que han sido pensadas más bien en términos de

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estratos, el consumo adquiriría más importancia. Pero, en realidad, el consumoes más bien una señal de una segmentación que se produce en otro espacio de laestructura social: el mercado. En eecto, en la tradición weberiana, las clases son

denidas por las posibilidades de existencia determinadas por su relación conlos mercados. El consumo es un indicador de esas posibilidades de existencia,pero las dierencias no se producen a través del consumo.2

Existe un gran consenso en la literatura contemporánea sobre la crecienteimportancia que ha adquirido el consumo para entender la segmentaciónsocial. Esto tiene que ver con el cambio, que varios autores observan, en losmodos en que el consumo aecta la segmentación social: algunos de estosautores convergen en plantear que dierentes grupos sociales se construyen

a partir de sus decisiones de consumo. Las discusiones sobre estilos de vida,sobre “tribus juveniles”, aunque no siempre son muy rigurosas, descansansobre esta tesis de la importancia del consumo. Más allá de la posible validezde la anterior discusión, lo que sí resulta claro es que discutir sobre segmen-tación en la sociedad contemporánea requiere integrar al consumo.

Esta preponderancia que ha adquirido el consumo para entender la seg-mentación se undamenta en una idea más general: que el consumo ha aumen-

tado de importancia en las sociedades contemporáneas . Revisemos, aunque seasomeramente, algunos de los undamentos de esta concepción:

El paso del ordismo al posordismo. Los procesos de producción de buenaparte del siglo XX se caracterizaron por el ordismo, una producción masi-va, estandarizada y predecible. En los últimos decenios aparecen los proce-sos productivos llamados posordistas, caracterizados por su especializaciónfexible, segmentada, de adaptación a un mercado siempre cambiante. Eneste nuevo escenario, uno puede plantear que los productores siguen las ten-

dencias del consumidor.Del consumo de masas al consumo segmentado. Se ha transormado también elescenario del consumo. Hemos pasado del consumo de masas –la creación deamplios mercados de consumidores indierenciados– a un nuevo consumo seg-mentado, en que los consumidores buscan distinguirse y dierenciarse a travésdel consumo, y donde las oertas de consumo son múltiples, donde se hace másrápido el ciclo de vida de los productos, aumenta la importancia de las marcas,se crean nuevas categorías de producto, etc. Más aun, otros autores, como Fabris

(2003), van más allá, hablan de un nuevo consumidor, una de cuyas característi-cas principales está en el rol activo en el codiseño de los productos.

De la sociedad de productores a la sociedad de consumidores. Zygmunt Bau-man (2007), entre otros, ha deendido la idea de que las transormacionesde la sociedad actual se pueden analizar como el desarrollo de una sociedaddonde prima el consumo. Las relaciones que las personas desarrollan con lasociedad –su identidad, sus principales aspiraciones y deberes– son a través

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del consumo. Se trata de una sociedad que interpela a sus miembros en cuan-to a su capacidad de consumidores.3

Los cambios en la producción y en el consumo que hemos mencionado

son paralelos y muy relacionados entre sí. Lo anterior no es casual, ya quees posible argumentar que el paso al nuevo escenario segmentado se debe alcambio en el consumo. Fueron los cambios del consumo, en particular, eldesarrollo de nuevas ormas de segmentación producidas y realizadas a travésdel consumo, los que constituyeron uno de los motores de la producciónfexible (Miller, 1995; Harvey, 1989). Si es la producción masiva la que crea el 

consumo de masas, se puede plantear que es el consumo segmentado el que crea la

 producción segmentada.

Todas estas transormaciones han impactado nuestra sociedad. Los pro-undos cambios que ha experimentado Chile tienen muchas aristas, pero unade ellas claramente es un cambio en la esera del consumo. En los últimosdos decenios hemos experimentado una masicación y acceso generalizadoa éste. Una sociedad con mayores ingresos, en la que, aunque muy desigual-mente, todos han participado en algún grado. Una sociedad con proundastransormaciones en su estructura y cultura del gasto, que en los últimos 20años se ha diversicado en gran medida.4 Además, son muchas las transor-maciones de contexto que aectan directa o indirectamente el consumo (es-tructura ocupacional, expansión educacional, transormaciones de la estruc-tura demográca, etc.) En ese sentido, podemos decir que la incorporaciónde las grandes masas de la población al consumo es una de las principalestendencias recientes de nuestra sociedad.

Pero en Chile esta tendencia de incorporación al consumo tiene una par-ticularidad. En las sociedades desarrolladas, la incorporación de las masas al

consumo se da en un escenario de consumo de masas, y de ahí transitaron a unescenario de consumo segmentado. En cambio, en la sociedad chilena, la incorpo-

ración de las grandes masas al consumo se da en un escenario de consumo segmenta-

do. Es importante hacer notar que esta segmentación no se puede reducir a lasdierencias en acceso que producen los dierentes ingresos, sino que los deseos,motivaciones y rol que cumplen los bienes son variados y dierenciados.

Esta particularidad del acceso masivo al consumo en un escenario de bie-nes y servicios segmentado, aumenta la relevancia de entender la relación del

consumo como actor de segmentación.

2. ALGUNAS CONSIDERACIONES CONCEpTUALES SObRE EL CONSUMO

Para poder analizar cómo el consumo aecta, y es infuenciado, por lasegmentación social, es necesario entender la naturaleza de los procesos deconsumo. Solo así podremos establecer los elementos y dimensiones nece-sarios para dar cuenta de esa relación. La anterior consideración es aun más

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relevante si observamos que la discusión y las concepciones sobre el consu-mo han experimentado un proundo cambio en los últimos decenios, y laconcepción del consumo que emerge de esa discusión es muy dierente de

las concepciones instaladas en el sentido común. Las limitaciones de espaciono nos permiten detenernos en los orígenes de esta nueva concepción, enautores tales como Veblen, Mauss o Simmel.

 A continuación destacaremos sólo cuatro aspectos del rico debate contem-poráneo sobre el concepto de consumo que estimamos nos serán útiles paraesta discusión de la segmentación:

El consumo no se reduce a la compra. Muchas veces hablamos del consumocomo si uera equivalente a la compra. Sin embargo, el consumo es más

amplio que los procesos de acceso y de posesión de bienes. Más allá de lacompra, hemos de analizar los procesos mediante los cuales las personas usanlos bienes.5 Incluso, algunos autores (Douglas, 1973, 1996) han llegado adenir el consumo como lo que ocurre uera de la compra. Para entenderel consumo se requiere analizar, por ejemplo, en qué ocasiones se usan losbienes, cómo se incorporan en las prácticas cotidianas y qué roles cumplenen ellas. Los procesos de uso, las prácticas de relación con los bienes son ele-mentos centrales para entender el consumo.

El consumidor es un sujeto activo y el consumo no es un proceso pasivo. Sontanto el debate como la experiencia contemporánea los que niegan que el con-sumo esté determinado, o sea un simple refejo, del mundo de la producción.6

Son los consumidores quienes deciden cómo y cuáles bienes incorporan ensus vidas; son los consumidores los que deciden cómo combinarán los bienes,cómo se apropiarán de ellos y cómo los incorporan en su cotidianeidad. En elextremo de esta tendencia, podemos pensar en un consumidor artesano que

produce a través del consumo sus propios bienes, transormando los bienes demercado en materias primas de su propia producción (Campbell, 2005).El consumo construye relaciones sociales. Contra lo que el sentido común a

veces plantea, el consumo no se opone, sino que está proundamente insertoen nuestras relaciones con otras personas. Las diversas prácticas en las que de-sarrollamos nuestras relaciones sociales están siempre acompañadas de bienes.En ese sentido, podemos plantear que no hay relaciones sociales sin consumo.

El consumo construye signifcados sociales. Los bienes tienen asociados signi-

cados e inormación, son objetos simbólicos: El consumo tiene una dimen-sión no material. Incluso, en las sociedades modernas, podemos plantear queeste carácter simbólico ha crecido en importancia. Pero la relación entre elconsumo y los símbolos es incluso más íntima. Los bienes cumplen un rol enestabilizar y consensuar las categorías culturales de una sociedad. En últimainstancia, y con alguna exageración, podemos plantear que no hay signica-dos sociales sin consumo.

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Las anteriores consideraciones nos muestran que, si queremos analizar la rela-ción entre las dinámicas del consumo y la segmentación, tenemos que entendertoda esta complejidad del consumo. La segmentación que genera el consumo se

crea en estos procesos de uso de los bienes, de ormación de relaciones socialesy de construcción de signicados. Procesos, como ya hemos hecho notar, en losque el consumidor adquiere un rol de sujeto activo y se vuelven más protagóni-cos los aspectos simbólicos y no monetarios del consumo.

3. LA DObLE RELACIóN ENTRE EL CONSUMO Y LA SEGMENTACIóN

Desde hace varias décadas el consumo ha tenido una presencia en la seg-mentación socioeconómica creada por la investigación aplicada y de merca-

do. Sin embargo, el rol que cumple el consumo en dicha estraticación esmás bien limitado.

Pensemos en la última propuesta que ha desarrollado la AIM (2005) para lamedición de niveles socioeconómicos. El NSE surge de una combinación entrenivel educacional del jee de hogar y la posesión de una batería de bienes.7 Enese sentido, uno puede pensar que el consumo tiene un rol central para entenderla segmentación en este esquema. Pero si observamos bien, veremos que aquel

se entiende aquí sólo como indicador de compra y de acceso a bienes que, entérminos de la mencionada tradición weberiana, reduciría el papel del consumoa un indicador de las “posibilidades de existencia que produce el mercado”.

Los bienes elegidos operan en una escala de escasez, en que el valor deun bien en la escala socioeconómica es mayor en la medida en que menoshogares lo tengan. Los bienes se plantean como indicadores económicos y loque importa de ellos es su valor monetario. En ese sentido, opera la lógicaque todos quieren los mismos bienes, pero sólo algunos pueden tenerlos, y 

eso es lo que permite que dierencie niveles socioeconómicos. De hecho, eldocumento establece que se eligieron bienes “normales”, o sea, aquellos queno dependen del estilo de vida, ciclo amiliar, ubicación geográca.

En ese sentido, este rol que el consumo cumple en la estraticación so-cioeconómica es limitado para entender la complejidad de las unciones delconsumo en la segmentación:

Reduce el consumo a posesión, y no toma en cuenta las dimensiones deuso de los bienes, ni las dimensiones sociales y culturales del consumo.

No reconoce el nuevo escenario de consumo segmentado al que hemos he-cho reerencia. Los bienes elegidos son universales (son tratados como commo-

dities ); sólo se dierencian por su posesión, pero no por su deseabilidad o por lasormas de uso y las otras variables que hemos relevado. Limita la comprensiónde la segmentación del consumo a sólo una dimensión, pero no puede enrentarla inmensa variabilidad de relaciones con los bienes que es una característica dela sociedad contemporánea.

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En otras palabras, si bien este uso de los bienes y del consumo puede seradecuado para entender la variable de estraticación socioeconómica, la seg-

mentación socioeconómica resulta insufciente para comprender en su totalidad 

la compleja relación entre segmentación y consumo.De hecho, para analizar la relación entre consumo y segmentación es im-

portante tomar en cuenta que no existe una sola segmentación de la sociedad 

 por el consumo. Lo que hace el consumo es entregar una diversidad de posibles 

segmentaciones. El consumo implica diversas segmentaciones porque segmen-ta a través de las diversas prácticas y cada práctica genera sus propias distin-ciones (Warde, 2005).

El consumo no genera una sola segmentación social que se puede reunir

con otras en un listado de las segmentaciones de la sociedad. No es que a lasegmentación socioeconómica, o la de ocupaciones, se le sume otra que es laque ocurre por el consumo. Éste genera múltiples segmentaciones.

Uno puede continuar esta refexión con la siguiente constatación: a travésdel consumo se proundiza y complejiza la segmentación de la sociedad. Dealguna orma, la intersección entre el consumo y la segmentación social loque hace es diversicar las posibilidades de segmentación. Esta complejiza-ción de la segmentación que realiza el consumo se debe, en parte importante,a que el consumo nos desaía a ver lo particular. Las divergencias y dierencias 

en las ormas de consumo nos obligan a reconocer las dierencias y segmentaciones 

sociales.

Pensemos, por ejemplo, en el llamado segmento D en la concepción deestudios de mercado. Un grupo que en esta aproximación se trata de ormaglobal y uniorme es en realidad ya un problema, al ser un grupo que repre-senta al 35% de la población. De hecho, ya es un avance en la dirección de

segmentación entender que éste es un grupo particular con característicasespecícas. Pero esta aproximación no reconoce la diversidad y las dierenciasque producen para los hogares distintas dimensiones: los distintos ciclos devida amiliar, las dierencias de trayectoria (¿cuán reciente es el abandono dela extrema pobreza?), el hecho de contar con uno o más ingresos en el hogar,el tipo de trabajo (¿dependiente?, ¿cuenta propia?, etc.), los ambientes de tra-bajo (es dierente trabajar en un grupo de pares que trabajar en una empresaen que la mayoría no es del grupo D) y muchas otras variables en la vida de

las amilias y personas que pertenecen a este grupo. Uno podría quizás pasarpor alto estas dierencias, pero cuando uno piensa en el consumo, estas die-rencias claramente se vuelven relevantes y cruciales porque dan cuenta de larealidad segmentadora del consumo.8

Es importante reiterar en este apartado que cuando estamos hablando deconsumo nos estamos reriendo a prácticas de uso, a los signicados de losbienes, a la cultura y contextos de apropiación de los bienes y servicios, etc. No

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estamos hablando solamente de compra, ni solamente estamos pensando enconsumo como un sucedáneo de la dimensión de ingresos. La importancia delconsumo para la segmentación proviene, precisamente, de que el consumo es

una práctica de relación con los bienes con signicado social y cultural. Porqueen el consumo se expresan, producen y reproducen las dierentes culturas; elconsumo expresa, produce y reproduce la segmentación de la sociedad.

Para poder entender estas complejas interacciones que existen entre con-sumo y segmentación, uno puede establecer dos ormas centrales que ad-quiere dicha relación:

Por una parte, podemos ver cómo a través del consumo se generan seg-mentaciones: segmentaciones que se producen a través de los procesos y 

prácticas de consumo.Por otra parte, podemos ver cómo otras segmentaciones de la sociedad,

que no consideran explícitamente el consumo, lo condicionan y aectan; estosignica, en otras palabras, que no podemos entender las prácticas de consu-mo aisladas de las otras ormas de segmentación social.

Veamos a continuación a qué nos reerimos más precisamente con estasdos modalidades.

La producción de segmentaciones por el consumo implica que los procesosde consumo como tales producen segmentos y dierencias que sólo tienen quever con la diversidad de prácticas de consumo: que tal y tal personas pertenecena grupos distintos sólo en virtud de sus consumos dierentes. Pero, además,nos queremos reerir al hecho de que un segmento establece sus característicasdistintivas y especícas a través de lo que ocurre en los procesos de consumo. Elconsumo permite generar, identicar y caracterizar segmentaciones.

La segunda variante, que la segmentación aecta y condiciona al consumo, se

reere a todas aquellas segmentaciones sociales –que no se crean ni se describendesde el consumo– que lo infuencian y lo determinan, parcial o totalmente. Enotras palabras, que mi consumo está condicionado por las características de mi in-

serción en un segmento. Para citar un ejemplo, las distintas ocupaciones producendistintos consumos: desde lo que implica “buena presencia” en uso de bieneshasta la necesidad de bienes tecnológicos para distintos trabajos. Con esto no es-tamos planteando solamente que distintos grupos tengan prácticas de consumodierentes. Estamos intentando deender la idea de que las prácticas, actividades

y posibilidades que implica pertenecer a un grupo tienen consecuencias en laorma de consumo de las personas. En otras palabras, la relación entre segmen-tación social y consumo no se reduce a que sencillamente los grupos consumende manera dierente.

 Aquella relación es extremadamente compleja y una de sus consecuencias esaumentar la complejidad social, al diversicar la segmentación. El lector podrápreguntarse que, si lo que hace el consumo es aumentar la complejidad de la

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segmentación, ¿cuál es el valor que agrega este tipo de perspectiva? Todo modeloy análisis tiene que sopesar la necesidad de una descripción adecuada y cercana ala realidad con la necesidad de simplicar la realidad en sus aspectos undamen-

tales. Y si el consumo lo que hace undamentalmente es agregar complejidad,¿no sería más adecuado quedarse con segmentaciones sin incluir al consumo,que serán menos exactas y precisas, pero que nos permiten tener un cierto nivelde comprensión de la realidad social? Al n y al cabo, se puede plantear que lassegmentaciones del consumo son más bien microsegmentaciones, que no tie-nen mayor importancia uera de los casos (y productos se podría llegar a decir)que segmentan.

Creemos que la respuesta a la pregunta anterior es que la complejidad que

trae el consumo es eectivamente útil para el análisis. Que sin analizar la seg-mentación con el consumo se produce un análisis que es insuciente y parcial.El valor principal de este análisis no es solamente permitirnos entender la lógicadel consumo, sino entender las ormas de segmentación de la sociedad contem-poránea actual.

Pero este tipo de armaciones es mejor validarlas empíricamente. En la si-guiente sección desarrollaremos algunos ejemplos concretos de cómo para lasociedad chilena incluir el consumo en la segmentación resulta indispensablepara comprender los procesos que ocurren en ella.

4. ALGUNOS EjEMpLOS DE LA RELACIóN ENTRE SEGMENTACIóN YCONSUMO

 A continuación, ejemplicaremos en cuatro casos especícos de investiga-ciones sobre la sociedad chilena, las dos variantes de relación entre segmenta-ción y consumo que hemos expuesto.

En primer lugar, analizaremos dos ejemplos de estudios del consumo comolugar de segmentación de la sociedad: El consumo cultural en espacio públicoy los consumos mediales en sectores populares.

En segundo lugar, analizaremos otros dos casos de segmentaciones queaectan las prácticas de consumo: El ciclo de vida amiliar y los estilos de usodel tiempo.

A. El consumo como lugar de segmentacin de la sociedad

El consumo cultural públicoLa orma más evidente para analizar el consumo como un actor de segmen-

tación social es buscar un análisis en que la segmentación se produzca a travésde las dierencias en el consumo. Para ello usaremos un análisis de la sociólogaFlorencia Torche (por publicar) que analiza la segmentación del consumo cultu-ral “público”; en otras palabras, de aquellas actividades de consumo cultural queno ocurren en el hogar: ir al cine, asistir a conciertos, ir a museos etc.9

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 Al realizar este análisis, Torche revisa algunas de las principales hipótesis e ideascon respecto a la segmentación y estraticación del consumo cultural en las socie-dades contemporáneas. En primer lugar, está la hipótesis de la homología: que a

cada ubicación en el espacio social del estatus le corresponde una orma especícade consumo cultural en que las clases más altas consumen “alta cultura” y las másbajas “cultura popular”. En segundo lugar, encontramos la hipótesis del omnivo-rismo-univorismo, según la cual la dierencia entre los consumos de los diversosestratos consiste en que los grupos más altos consumen de manera muy diversi-cada (tienen “gustos amplios”), mientras que los segmentos más bajos consumensólo algunos géneros y prácticas. En tercer lugar, revisa la tesis de la individualiza-ción, en que los gustos y prácticas de consumo cultural ya no se pueden analizar

en relación a la estructura de la sociedad (Torche, 2007: 71). El interés de analizarestas hipótesis en Chile es que la mayor parte de las investigaciones y estudios enesta área han sido en situaciones de sociedades desarrolladas. El análisis en el casoespecíco de Chile es interesante para ver cuánto explican estas ideas sobre la rea-lidad de otras sociedades distintas a las desarrolladas.

Como podemos ver, el estudio está plenamente integrado en una lógica desegmentación. La investigación busca establecer cuáles son los dierentes seg-mentos que se producen en relación al consumo cultural público y luego ver larelación entre estos segmentos y las hipótesis revisadas. Lo que nos interesa enati-

zar a este respecto es que la segmentación del estudio se produce solamente a partir de 

variables de consumo. Posteriormente, se observa dónde se ubica socialmente esasegmentación, pero no es la estructura social desde la que se produce la segmen-tación, los grupos se consideran dierentes porque sus prácticas de consumo –eneste ámbito especíco que estamos observando– son dierentes. Los resultadosque se obtienen se sintetizan en la siguiente tabla (Torche, por publicar: 11):

Ovoo icvoae e

ce

afcoo ee-

coe e vvo

poceje e obcó

5,1 61,1 23,3 10,4

pobb coco e ee (%)

d 82 3 18 47

Oo eec-co e vvo

80 4 22 34

teo 94 3 40 45

Exhbcó ee

96 5 50 60

Coceo 94 9 55 68

pec 93 17 100 0

SEGMENTACIóN DE CONSUMOS CULTURALES púbLICOS

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El grupo de omnívoros, el más pequeño, consiste en aquel segmento dela población que tiene una alta probabilidad de asistir a todas las activida-des. Por otra parte, el grupo más común, el de inactivos, se caracteriza por

una muy baja disposición a participar en estos consumos. El consumo máscomún, cine, de todas ormas presenta una disposición bastante baja (17%).El grupo de amantes del cine, cerca de un cuarto de la población, tiene unamuy alta disposición a ir al cine, combinándolo con disposiciones más bajasen relación a las otras actividades. De todas ormas, siempre tiene un nivelde consumo relativamente apreciable y claramente superior al de inactivos.Finalmente, nos encontramos con el grupo de acionados a presentacionesen vivo, que combinan una nula disposición a ir al cine, con disposiciones

relativamente elevadas –sólo superadas por los omnívoros– en el resto delas actividades. En particular, presenta disposiciones bastante más altas queotros grupos en lo que dice relación a la danza.

¿Qué nos plantea esta segmentación en relación a las hipótesis que revisabaTorche? Nos plantean algo bastante claro: que ninguna de esas hipótesis es su-ciente para dar cuenta de la realidad del consumo cultural público. Claramenteno basta con distinguir entre alta y baja cultura; ciertamente no podemos es-tablecer que la dierencia central es entre omnívoros y personas con consumosmás especícos, tampoco podemos plantear que las lógicas de consumo culturalson estrictamente individuales. El consumo cultural resulta más complejo delo que permiten las hipótesis. Y en particular, su segmentación –aunque puedeasociarse con grupos sociales– no se deja atrapar solamente por una lógica. Enese sentido, podemos plantear que la segmentación que produce el consumocultural se debe a las lógicas que ocurren al interior de su campo.

La segmentación nos revela las lógicas de consumo cultural de la sociedad

chilena. Podemos observar, además, que esta segmentación no se reduce sola-mente a distinguir niveles de consumo altos, medianos y bajos. La dierenciaentre los grupos de amantes del cine y de acionados a las presentacionesen vivo no es una dierencia de niveles de consumo, es una dierencia delógicas de consumo: se concentran en tipos de consumo dierentes (es cosade comparar las participaciones en espectáculos de danza y en cine de ambosgrupos). Y, por lo tanto, nos muestra que hay lógicas que se producen en y através del consumo, que causan estructuras de segmentación.

El consumo de medios en segmentos populares 

Nuestro segundo ejemplo no es un caso de una segmentación que se pro-duzca en el consumo. El segmento se dene desde otros parámetros. Perolas ormas que adquiere la dierencia entre este grupo y otros segmentos seproducen a través del consumo. El consumo especica al grupo, para usar laterminología de Tilly (1984) sobre el consumo individualiza al segmento.

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La investigación que reseñamos es un estudio sobre las concepciones delugar y su relación con las “mediaciones” que producen los bienes y tecno-logías de comunicación en sectores de bajos ingresos en Santiago (Ureta,

2006). Estas mediaciones son, precisamente, las ormas en que estas personasusan y se relacionan con dichos bienes; en otras palabras, su consumo.El estudio ue de carácter etnográco sobre 20 amilias de la comuna de

Renca, que ueron trasladadas a viviendas sociales. Analiza cómo éstas gene-ran un “lugar” donde vivir. La noción undamental es que el lugar no es sim-plemente un espacio ísico, sino construcciones sociales en que se mezclan elespacio geográco, los seres humanos, los objetos y las relaciones entre ellos(Ureta, 2006: 21). El hogar y la comunidad local no son espacios, sino luga-

res sociales especícos que construimos y en los que vivimos (y, por lo tanto,es relevante preguntarse: ¿cuándo una casa se transorma en hogar?, ¿cuándoun espacio se transorma en lugar?, ¿cómo se construye la vida cotidiana através de esos espacios?, ¿cómo esa construcción se ve mediada por el consu-mo de bienes y tecnologías?). Todo esto es lo que el estudio investiga.

 Al analizar la manera en que diversos bienes, y en particular tecnologíasde comunicación, median esta relación con la vida cotidiana y la ormacióndel espacio, Ureta nos muestra la especicidad de la relación de estos gruposcon las tecnologías:

La relación con el móvil. Ureta (2006: 191) nos muestra que la relación conel celular está cruzada por un discurso altamente “sosticado” sobre éste: laspersonas entrevistadas tenían ideas muy claras sobre su utilidad. Tenían undiscurso altamente desarrollado al respecto que contrasta con la manera dehablar sobre otros bienes y tecnologías.

Pero lo central es que Ureta descubre una modalidad distinta de uso del

celular. Usualmente pensamos que uno de los benecios de la teleonía celu-lar es que nos permite estar conectados a pesar de que no estemos en un sololugar. Podemos movernos continuamente pero estar siempre a la mano. Pero,para estos grupos, la utilidad del móvil no estaba centrada en su movilidad. Dehecho, en muchos casos, al no existir una línea ja, siendo el único modode comunicación, el móvil se quedaba en la casa mientras que los miembrosdel hogar podían salir. La permanencia de la conectividad demandaba, enestos casos, la no movilidad del aparato. Si tomamos en cuenta que el uso del

celular en estos grupos se concentra en recibir llamados –y que, cuando sehacen, se usa la técnica de “pinchar”, que implica no gastar en la llamadas–,entonces la ventaja de mantener el celular en el hogar queda más clara: lapersona en el hogar pincha a la persona que está uera del hogar, quien tienemás oportunidades para devolver el llamado sin costo para el hogar (porejemplo, llamando desde el trabajo). Podemos ver, entonces, todo un procesoy práctica de consumo de esta tecnología que dierencia a estos grupos.

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La relación con el televisor. Para entender esta relación, entre otros elemen-tos, es crucial entender que el televisor es central para generar la presentaciónpública de estas amilias (Ureta, 2006: 143-145). El televisor es la tecnología

de comunicación de la cotidianeidad y del hogar. Ocupa un tiempo relevanteen la vida de las personas y uno la ve cuando está en el hogar. En otras pa-labras, estar en el hogar y ver televisión tienen una relación muy cercana. Al mismo tiempo, en las viviendas sociales, donde hay poco espacio para laindividualización de la vivienda, es el televisor el que permite “presentarse”.Como lo plantea Ureta (2006: 145) “los televisores constituyen uno de losprincipales bienes del hogar para las amilias y los individuos, algo que hade ser mostrado a visitantes y otros residentes”. El living se ordena en torno

al televisor. Las siguientes imágenes, tomadas de esta investigación, ilustranlo anterior:

El espacio ceremonial del hogar es ocupado y está centrado en el televisor. Elespacio donde se recibe a los visitantes es el del televisor, o mejor dicho del“mejor televisor” del hogar. De esta orma, los hogares pueden garantizarque tienen lo que todo hogar tiene (Ureta, 2006: 147). De hecho, Uretamenciona que muchas veces estas amilias no ven el televisor en el espacio ce-remonial de recepción pública, sino que en espacios más privados, como losdormitorios. Sin embargo, invariablemente el espacio ceremonial se ordenaen torno al televisor. Éste es un símbolo, un bien material que implica ciertasideas y conceptos sobre las personas.

La relación con la música y sus equipos. Finalmente, vamos a describir larelación que estas amilias tienen con la música y el ruido. Una de las carac-terísticas de la vida cotidiana de éstas es su bajo aislamiento acústico: es ácilescuchar lo que sucede en otras viviendas y es diícil que los vecinos no escu-

chen lo que sucede en la propia casa. De hecho, Ureta nos advierte que variaspersonas ven eso como una disminución de calidad de vida en comparacióncon los campamentos en que vivían anteriormente, que, por virtud de unamayor separación espacial, permitían un mayor aislamiento.

Esto produce lo que Ureta llama (2006: 162) las “batallas por el espacio”.¿Qué hacer con la música que escucha el vecino?, ¿con la práctica de escucharcon alto volumen?, ¿y en espacios públicos? Esto se vive como agresión, comoruido. Es interesante que el texto de Ureta nos muestra sólo declaraciones de

personas que se resienten por el ruido de los otros. Pero, claro está, cuandouno es el que escucha, no es ruido, sino música “El ruido es producido porotros” (Ureta, 2006: 169). Esto origina, por denición, problemas en la con-vivencia con los vecinos, en que su uso de música se vive casi necesariamentecomo ruido y como una agresión hacia el espacio privado personal. La mú-sica, al ser tan central en la constitución de espacios personales, se convierteen uente de confictos. La valoración y uso de ormas privadas de escuchar

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música –el walkman en particular– tiene que ver con que el uso de equipos,en el espacio en que viven estas personas, no puede ser una escucha privada.

En cada uno de los ejemplos que hemos revisado del estudio de Ureta,

que son sólo algunos de los posibles, vemos los procesos de relación con losbienes, así como las ormas en que los bienes constituyen espacios cotidianosy relaciones sociales. Las redes sociales particulares, y las ormas especícasen que participan en ellas, se relacionan con sus consumos y los dierencian y caracterizan como un grupo y segmento especíco que, a su vez, los dieren-cia de otros grupos. En otras palabras, las ormas del consumo, particularizan y 

dierencian al grupo estudiado.

Las ormas de relación con el televisor de este segmento son distintas de

las de otros grupos sociales en que, por ejemplo, el televisor está ausente delos espacios ceremoniales. Si bien el segmento no se dene por el consumo,claramente a través de sus procesos de consumo se constituyen dierencias y segmentaciones.

 A través de las investigaciones que hemos analizado, tanto la de Uretacomo la de Torche, hemos podido ver cómo el consumo opera como un ge-nerador de segmentación. A través de los procesos de consumo se desarrollannuevas generaciones o los grupos adquieren características especícas.

b. LA SEGMENTACIóN SOCIAL Y SU IMpACTO EN EL CONSUMO

Lo que realizaremos a continuación será en cierto sentido el análisis in-verso del que hemos venido realizando hasta ahora. En vez de analizar cómoel consumo nos permite entender de mejor manera las segmentaciones de lasociedad, lo que veremos es cómo otras segmentaciones sociales nos permi-ten entender mejor el consumo.

Tipos de amiliaEl primer ejemplo corresponde a un análisis de tipos de amilia eectuado

recientemente por OMD research (2008). Éste ue realizado sobre la base de108 entrevistas etnográcas a amilias.

El análisis estableció diez tipos de amilias, las que describimos a conti-nuación, manteniendo los nombres usados por OMD:

Clásica. El tipo de amilia que cumple las características que nos imagina-mos de una amilia “típica”: nuclear, con los dos padres, con hijos y con unadueña de casa que no trabaja.

 A la italiana. Familia extendida, con varias generaciones, en que a unnúcleo conyugal se le suman otros parientes.

Luna de miel. Similar a la clásica, sólo que sin hijos. Sólo vive, por ende,la pareja conyugal.

 Aspiracional. Bastante similar a la amilia clásica, sólo que en este caso ladueña de casa trabaja.

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 Años dorados. Solo el núcleo ormado por una pareja de adultos mayores,sin hijos en el hogar.

En transición. Hogares unipersonales. Estos, a su vez, se pueden dividir en

hogares unipersonales jóvenes y unipersonales adultos, que tienen lógicas dis-tintas y ocupan posiciones dierentes en términos de ciclo de vida amiliar. Monocomando. Familia nuclear monoparental, con hijos. En este caso, no

hay presencia de otros amiliares.Friends. Hogares sin núcleo conyugal, varios amigos viviendo juntos.

 Míos, tuyos y nuestros. Familia compuesta, puede tener una unidad con-yugal o sólo uno de los padres, que puede tener otros amiliares, y que tienemiembros del hogar no parientes.

TIpOS DE FAMILIA (OMD RESEARCH 2008)

Son varias las cosas que nos parecen relevantes de destacar del estudio. Porun lado, la alta dierenciación de tipos de amilia que se observa. Por otro,que esta dierenciación se puede analizar en términos de diversos ciclos devida amiliares: cómo operan las transiciones entre ciertos tipos de amilia y 

otros. Así, no es diícil plantear un ciclo “normal” de hogar unipersonal entransición –luna de miel– clásica (o aspiracional) o años dorados. Al mismotiempo, la presencia de separación puede producir la incorporación de unaase de hogar en transición adulto y monocomando, que puede ser perma-nente o transormarse en otro tipo de hogar. La reerencia a los ciclos de vidanos hace ver que incluso la mirada de diez tipos de amilia puede resultarinsuciente: los ciclos de vida amiliar posibles, las combinaciones y transi-ciones entre esos tipos, son mucho más diversos que esos diez tipos.

"Cc" ne

bpe ddc

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nebpe p-e

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La amilia y la vida doméstica es uno de los lugares centrales para enten-der el consumo. Mucho de lo que ocurre en el consumo, de los usos de losbienes y de las ormas de acceder a ellos, se produce a través de la amilia.

La consecuencia inmediata de lo anterior es que dierentes tipos de amiliaconsumirán de dierentes maneras. Así, por ejemplo, las amilias que tienenhijos en edad escolar aumentan drásticamente su acceso a la computación.

La importancia del tipo de amilia queda más clara si pensamos en losdierentes tipos de consumo que tienen algunos tipos bastante cercanos. Laclasicación que estamos siguiendo presenta dos ormas de hogares en tran-sición: jóvenes que viven solos y adultos que viven solos. Las actividades,prácticas y consumos de ambos grupos son muy distintos aun cuando, a

primera vista, pudieran parecer muy similares. Pero el contexto de vida enque se ubican estos hogares es muy dierente y produce relaciones distintascon respecto al consumo.

Los estilos de uso del tiempo

Nuestro segundo ejemplo de esta infuencia de la segmentación sobre elconsumo tiene que ver con el impacto del uso del tiempo en el consumo.

El tiempo es una dimensión crucial en la vida social que muchas vecespasamos por alto. Toda actividad requiere tiempo. A la vez, nos encontramoscon que ese recurso que ocupamos en toda actividad es altamente limitado.No se puede acumular (sólo se puede gastar), disponemos de 24 horas pordía, no más, no menos. En ese sentido, es un recurso altamente escaso y queobliga a una serie de decisiones y de elecciones (qué hacer y qué dejar dehacer) de manera más acuciante que respecto a otros recursos.

Siendo un bien escaso, el tiempo es además un bien altamente deman-

dado. Los cambios en las sociedades contemporáneas, algunos de los cualesreseñamos al inicio de este capítulo, implican un aumento en gran escala delas oertas de actividades. Y como toda actividad implica tiempo, esto suponeun gran aumento de las oertas para usar el tiempo. Pero, como ya lo plantea-mos, el tiempo es un recurso que se mantiene constante.

 Analizar la segmentación de la sociedad en torno a su uso del tiempo, im-plica observar cómo distintos grupos dieren por las ormas en que respon-den a esos problemas e intentan superarlos. El ejercicio de segmentación que

presentaremos (Catalán et al., 1999) está basado en un estudio de uso deltiempo que realicé junto a un equipo como un proyecto Fondecyt a nalesde la década pasada. Éste ue realizado en 2.323 casos en Santiago.

Es importante señalar, antes de describir la segmentación del tiempo, queel análisis representa sólo una orma de realizar una segmentación por uso deltiempo. Así, por ejemplo, éste está basado en el tiempo promedio dedicadoa actividades durante la semana, y sólo toma la primera actividad. Otras

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segmentaciones podrían haber resultado de realizar otras decisiones al desa-rrollar el análisis. Lo que nos interesa no es tanto la segmentación del tiempocomo tal, sino darnos cuenta de la importancia que tiene la segmentación

para el consumo.

Veamos a continuación en qué consiste cada uno de estos grupos.Trabajólicos. El trabajo les toma más de diez horas al día.10 Por ello, resulta,

en cierto sentido, el grupo más ácil de caracterizar. Es el único para el cual eltiempo necesario (dormir, alimentarse, todo lo que se realiza para reproducirel cuerpo) no constituye la principal actividad. De hecho, el tiempo que le

dedican al trabajo es mayor que la suma de trabajo remunerado + trabajodoméstico + estudios (el tiempo “productivo” por llamarlo de algún modo)de cualquier otro grupo. En otras palabras, el trabajo los dene completa-mente.

Equilibrados. Este es el segundo grupo que más tiempo le dedica al trabajo–seis horas y media al día en promedio– y junto a los trabajólicos es el únicogrupo en que el tiempo de trabajo resulta ser un tiempo importante en el día.El tiempo que “ganan”, en comparación con los trabajólicos, lo usan paraaumentar su tiempo en comunicación o actividades domésticas (a las que lesdedican alrededor de una hora más que los trabajólicos). En otras palabras, esun grupo de trabajadores, pero que no viven sólo en torno al trabajo.

Domésticos. Se dene por la gran importancia dada al trabajo doméstico.Con más de nueve horas dedicadas al día a estas actividades, claramente sonel equivalente en uso del tiempo a los trabajólicos. Es el segundo grupo quemenos tiempo le dedica a la comunicación o al cuidado personal.

Eqbo

tqo

tbjóco

ióve

Ee

meco

Heo

doéco

abco

aóco

0 5 10 15 20 25

22,1

14,8

11,8

10,8

10,1

8,1

7,1

7,1

5,2

3,2

TIpOS DE USO DEL TIEMpO EN SANTIAGO (CATALáN ET AL., 1999)

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Inmóviles. Otro grupo donde adquiere importancia el trabajo doméstico.Pero en este caso, con una carga de seis horas diarias (en ese sentido, son elequivalente de los equilibrados). Lo que los caracteriza especícamente es el

uso que le dan a este tiempo que han “ganado”: lo dedican al cuidado per-sonal, al descanso.Tranquilos. Éste es el tercer grupo que se caracteriza por una carga impor-

tante de trabajo doméstico, que es algo menor a cinco horas. La otra acti-vidad que para ellos es central son las comunicaciones –a las que le dedicantanto tiempo como al trabajo doméstico–. Es importante subrayar aquí queestamos hablando de actividad principal. O sea, no estamos hablando dedueñas de casa que combinan escuchar la radio con el trabajo doméstico,

sino de personas que una vez terminado el trabajo doméstico, le dedican sutiempo a los medios.

Estudiantes. Si hay dos ormas de usar el tiempo cuando el trabajo es re-levante, y tres cuando el trabajo remunerado es relevante, las personas paraquienes el estudio es relevante (seis horas) conorman sólo un grupo. Lededican además un tiempo importante a la entretención y recreación (unahora y media al día) y es el único grupo que le dedica menos de una hora alas tareas del hogar.

 Mediáticos. Las siete horas y medias que le dedican a los medios –comoprimera actividad– dierencia claramente a este grupo del resto de la pobla-ción. Insistimos en que estamos hablando de primera actividad, o sea nocuando se hace otra cosa y se escucha un medio –escuchar radio en el auto–,sino que estas son siete horas en las que lo central que se realiza es consumirmedios. Este grupo le dedica más tiempo a los medios que los regulados oinmóviles (que trabajan remunerada o domésticamente sin exceso) a sus res-

pectivas actividades principales. En este sentido, su concentración en medioses undamental. Se trata de un grupo denido por su uso del tiempo libre.Hedonistas. Éste es otro grupo que se dierencia por las ormas en que usa su

tiempo libre. Pero se dierencia de los mediáticos en su uso más activo de esetiempo. Le dedica tres horas diarias a la entretención y a la recreación, que es másdel doble del tiempo que le dedica cualquier otro grupo a estas actividades.

 Abúlicos. Éste es el grupo con la mayor concentración en un solo tipo deactividades: 18 horas dedicadas a las actividades necesarias: dormir, descan-

sar, alimentarse, lavarse. La reproducción simple del cuerpo es el centro de surutina. Todas las actividades “productivas” (trabajo remunerado, doméstico,estudio) sólo toman dos horas, y es uno de los grupos que menos tiempo lededica a esas actividades

 Anómicos. Toda clasicación tiene una categoría “otros”, donde van las ca-tegorías que no pueden agruparse con otras. Lo que caracteriza a este grupoes el uerte tiempo que le dan a la categoría de actividad “otros” –algo más

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de cuatro horas al día–. Ya sea porque eectivamente realizan actividades quese salen de lo que cubría el estudio (48 tipos de actividad) o por la renuenciade querer inormar, éste es el grupo que más se aleja de los patrones comunes

de uso del tiempo.Terminada esta descripción, muy somera, de las ormas de uso del tiempoen la sociedad chilena, o al menos de Santiago, ¿qué es lo que nos puedeaportar en relación a una comprensión del consumo? ¿Por qué decimos quelas distintas ormas en que usan el tiempo estos grupos tienen eectos en lasormas de su consumo?

Una primera consecuencia dice relación con las prácticas de uso del espa-cio y de movilidad que implican estas ormas de uso del tiempo, y sus eec-

tos en el consumo. Los grupos cuyo tiempo se centra en actividades que serealizan uera del hogar o los que se centran en actividades dentro del hogar,tienen oportunidades y contextos muy dierentes en torno al consumo. Noes extraño, por ejemplo, que se pueda dar la combinación de alto tiempo entrabajo doméstico y tiempo dedicado a medios, pero que no se dé esa com-binación en lo que concierne a los grupos que trabajan.

Una segunda consecuencia, que es la más directa, tiene que ver con lanaturaleza misma de la dimensión temporal. Toda actividad requiere tiempo,y toda actividad requiere un cierto uso de bienes. Por lo tanto, el distintotiempo que les dedicamos a las actividades implica un distinto uso y unadistinta combinación de bienes. El grupo de hedonistas, que tiene un altouso del tiempo dedicado a la recreación, para poder realizar esas actividadestiene unas prácticas de consumo sobre toda una serie de bienes y productosque son los que están incorporados en esas actividades que realizan.

Una tercera consecuencia tiene que ver con la fexibilidad y combinación

de actividad que permiten ciertos usos del tiempo. El tiempo de trabajo, porejemplo, se puede combinar con ciertas actividades (por ejemplo, escucharmúsica de trasondo) pero no con otras actividades (ir al cine). Eso implicaque las actividades y, por lo tanto, los consumos que puede realizar un grupocomo los trabajólicos, con sus diez horas al día dedicados a la actividad, es muy dierente a lo que pueden realizar otros grupos. El mayor consumo cultural no-medial de los estudiantes en parte tiene que ver con la mayor disponibilidadque su estructura de uso del tiempo les permite: con montos absolutos mayores

y secuencias más largas y continuas de tiempo libre (Jiménez, 2005).En otras palabras, si uno entiende cómo las personas usan el tiempo, uno

puede entender de mejor manera las ormas en que las personas desarrollansu consumo.

Los ejemplos que hemos dado de ciclo de vida amiliar y de uso del tiem-po no agotan las ormas en que la segmentación de la sociedad aecta elconsumo. De hecho, ni siquiera abordamos uno de los impactos más obvios,

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que es el de la clasicación socioeconómica. Y esto ha sido por un motivoespecíco: para mostrar que las ormas en que la dierenciación de la socie-dad aecta al consumo son múltiples y van mucho más allá de las ormas más

evidentes. Del mismo modo, tampoco hemos desarrollado otras ormas desegmentación que tienen una relación muy uerte con el consumo, comolo son los estilos de vida. Tampoco queremos negar la importancia de elloscomo ormas de segmentación que aectan el consumo, sino mostrar que lassegmentaciones sociales aectan al consumo más allá de los ejemplos másclaros. En este sentido, lo que queremos plantear es que toda orma de seg-mentación puede tener consecuencias para el consumo.

Los ejemplos que hemos aducido muestran, esperamos, la importancia

de entender que la relación entre consumo y segmentación es una relacióndoble, en la que ambos elementos se infuencian mutuamente. Del mismomodo, estos ejemplos ilustran la tesis de que la complejidad que trae el con-sumo para entender la segmentación, representa un aporte real e importantepara entender las sociedades contemporáneas.

5. CONSECUENCIAS METODOLóGICAS

Toda aproximación conceptual tiene consecuencias metodológicas. Eneste caso particular, de métricas y metodologías para la segmentación, quepueden ser útiles en términos prácticos, y que pueden ser usadas tanto en elámbito privado como en el de políticas públicas o el académico.

Si creemos que el consumo opera de cierta manera, que el consumo implicauna relación con las personas, tiene dimensiones signicativas, entonces estoimplica ciertas consecuencias en la orma de investigar sobre estos temas.

Una de ellas es la necesidad de integrar una perspectiva multidisciplinaria

para estudiar estos temas.El consumo requiere un análisis que integre muy variadas dimensiones.

De hecho, la lógica de la perspectiva social y cultural que hemos usado eneste artículo requiere su integración con otras perspectivas y disciplinas. Parapoder entender de manera completa el mundo del consumo necesitamos deun esuerzo de integración con disciplinas muy diversas, en el que se inte-gren las perspectivas sociológicas, antropológicas, económicas, sicológicas y el nuevo conocimiento que aporta la neurobiología y muchas otras discipli-

nas. Cada mirada disciplinar por su cuenta es limitada y abre sólo algunosde los aspectos importantes del consumo, es únicamente como conjunto quepodemos investigar propiamente ese mundo.

Por otro lado, también la segmentación requiere integrar diversos elemen-tos. Los componentes económicos (no sólo de ingreso, pero en general deinserción en la estructura productiva) han sido parte relevante de los esuer-zos por entender la estraticación social. La importancia de incorporar otras

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dimensiones –de prestigio, educación etc.– también ha sido reconocida enlos estudios de este tema.

 Y si tanto el consumo como la segmentación, considerados por separado,

requieren un análisis que incorpora diversas dimensiones, el análisis conjun-to de ambas requiere esa incorporación. Uno de los argumentos centrales quehemos desarrollado es que el consumo complejiza, en cierto sentido magni-ca, la segmentación. Por lo tanto, su estudio requiere ser complejo.

Una segunda consecuencia son los cambios en las herramientas meto-dológicas concretas para analizar la segmentación. Creemos que dos son lasprincipales consecuencias de estas nuevas miradas:

La relevancia que adquieren las técnicas etnográcas para analizar el con-

sumo y sus dierencias.La importancia del uso de herramientas estadísticas más complejas (y de

ormas de recolección de datos) para análisis de segmentación.De hecho, todos los ejemplos que hemos mencionado en este artículo

tienen alguna relación con este tipo de técnicas. El estudio de Ureta (2006)sobre la construcción de los lugares y su relación mediada con tecnologías decomunicación es un estudio etnográco. La investigación de OMD (2008)que analizaba los tipos de amilias, se basó en entrevistas etnográcas. Losanálisis de Torche (por publicar) sobre los tipos de consumo cultural públicousaron la herramienta del Latent Class Analysis (LCA), mientras que la tipo-logía de usos del tiempo proviene de un análisis de conglomerados.

¿Por qué es importante realizar estos cambios en la orma de analizar estostemas? Muchos de los instrumentos que se usan regularmente para analizarel consumo –encuestas, ocus groups–, si bien son útiles, no recogen toda lacomplejidad requerida para analizar los temas del consumo. Un caso intere-

sante son los estudios de Daniel Miller (1998) sobre el consumo, en particu-lar sobre la compra en un barrio de Londres. Sus resultados sobre el procesode compra sólo pudieron obtenerse mediante una etnograía, la realización deentrevistas acompañando los viajes de compra. Si hubiera realizado ocus sehubiera encontrado con un discurso de la compra que se centra en el aspecto“hedonista” del comprar y no hubiera encontrado la proundidad y relevan-cia de la compra que su estudio descubre –toda una práctica de preocupaciónamiliar y de ormación que está en la compra de supermercado–.

Observemos a continuación cuál es el aporte que realiza la etnograíacomo técnica de investigación en estos temas.

La característica esencial de los estudios etnográcos que nos interesa res-catar es su intento de recuperar el contexto natural en que ocurren las prác-ticas que interesa analizar y, por lo tanto, no estudiar dichas prácticas en uncontexto articial, creado para la investigación, como lo es la situación deencuesta o la participación en un ocus. Por lo tanto, los métodos etnográ-

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cos privilegian el trabajo de campo, el contacto directo con los sujetos es-tudiados. El poder de la etnograía, entonces, radica en su enorme potencialpara estudiar a los participantes en sus estados naturales –en la casa, durante

sus compras, en su tiempo libre, en sus lugares de trabajo–.La etnograía se caracteriza más bien por su aproximación general que porlas técnicas especícas que usa. De hecho, combina diversas técnicas de reco-lección: observación participante (y no-participante), entrevistas, historias devida, catastros de bienes, recopilación de imágenes, etc. Más allá de esa diver-sidad, lo que unica a la etnograía es su estrategia general en la que el inves-tigador experimenta y tiene una inmersión en la vida cotidiana de los sujetosque investiga. La investigación etnográca requiere, por así decirlo, estar con

los sujetos que se investigan, y no solamente analizarlos a la distancia.La otra consecuencia metodológica que nos interesa destacar es la incor-

poración de nuevas herramientas de análisis estadístico y ormas de recolec-ción, que es lo que describiremos sucintamente a continuación.

El hecho de que el análisis del consumo sea multidimensional tiene unaconsecuencia directa en su análisis estadístico: para descubrir cómo operanlas prácticas de consumo y sus relaciones, el uso de análisis multivariado apa-rece como una herramienta muy útil. En particular, si lo que nos interesa esanalizar las dierentes modalidades que adopta el consumo, tenemos que usaralguna herramienta de análisis que nos permita construir tipologías.

La herramienta más común para estos propósitos es el análisis de conglo-merado. Esta es una técnica estadística cuya nalidad es dividir un conjuntode objetos en grupos. La idea es que los perles de los casos de un mismogrupo sean muy similares entre sí, mientras que los perles de los casos dedierentes grupos sean muy dierentes. El análisis construye los grupos –y lo

que los caracteriza– a partir de los patrones que se encuentran entre los datos.En otras palabras, es un análisis dirigido a descubrir la estructura de tipolo-gías, no a imponer una estructura prevista. El análisis de clases latentes (LCA por sus siglas en inglés) es otra herramienta con un objetivo similar. Sinentrar en detalles técnicos, una de sus principales dierencias es que mientrasel análisis de cluster asigna cada caso a un grupo, el LCA asigna a cada casouna probabilidad de pertenecer a un grupo.

No sólo resultan útiles herramientas de análisis más complejas, sino que

además usar datos distintos representa un aporte importante para analizarel consumo y la segmentación. No es casual que uno de nuestros ejemploshaya sido un estudio de uso del tiempo. Para obtener datos que sean útilesy de interés para el análisis de consumo se requiere ir más allá muchas vecesde las encuestas tradicionales de opinión. Si planteamos que en el consumoexisten relaciones con las personas, signicados sociales, que está asociado aprácticas, requerimos herramientas que indaguen sobre estos temas.

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 Al mismo tiempo, si el consumo es una parte tan importante de nuestrasvidas cotidianas, se sigue que uno puede obtener datos sobre consumo demuy dierentes uentes. Si en toda práctica hay consumo, prácticamente en

todo dato sobre las prácticas de la población es posible encontrar inorma-ción útil para analizar el consumo. El análisis secundario, en este caso, se nosmuestra como una alternativa importante para estudiar el consumo.

Los elementos que hemos discutido en esta sección son sólo algunas delas modicaciones que la perspectiva sobre el consumo y la segmentacióndeendida en este artículo implican en la orma de su análisis. Repitiendouno de los leit-motiv de este texto, el consumo sólo se puede analizar recono-ciendo su complejidad, lo cual requiere que las herramientas para su estudio

reconozcan y se adapten a esta complejidad.

6. CONCLUSIONES

El eje central de este artículo ha sido que el estudio de la segmentaciónrequiere entender también lo que dice relación con el consumo. Hay una do-ble relación básica entre ambos: no se puede entender la segmentación en lassociedades contemporáneas sin el consumo, y del mismo modo no se puede

entender el consumo sin segmentación. El consumo genera segmentaciones,grupos que se distinguen entre sí en virtud de sus dierencias de consumo.El consumo identica y particulariza a los segmentos sociales, los grupos sedierencian por prácticas que se producen en el consumo. El consumo se veaectado por las segmentaciones de la sociedad, las características de distintosgrupos hacen que tengan consumos distintos.

Lo que está detrás de esta relación es el hecho de que las prácticas deconsumo producen, reproducen y generan segmentaciones. Las relaciones

entre el consumo y la segmentación son complejas por todos los elementosy dimensiones que incluye el consumo, y por todas las diversas ormas conque interactúan.

Esta complejidad tiene muchas consecuencias. Algunas de ellas son me-todológicas –la necesidad de incorporar nuevas herramientas, como la etno-graía y análisis estadísticos más desarrollados–. Pero otras son sustantivas: lacomplejidad y variedad de las relaciones entre el consumo y la segmentaciónvuelve imposible que exista una sola orma de segmentación por el consu-

mo. No existe la segmentación del consumidor, existen las segmentaciones de los consumidores.

Esta multiplicidad de dierencias que se producen en el consumo se veexacerbada por un hecho undamental: estamos en una sociedad que ex-perimenta proundas transormaciones, lo que implica un consumo muy dinámico y cambiante, que no se estabiliza en una sola orma. Las segmen-taciones y dierencias que encontramos hoy no serán las que encontraremos

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mañana. Una de las lecciones que nos entrega el consumo en relación con lasegmentación es que nos encontraremos siempre con sorpresas y novedades.

El consumo es un tema en constante cambio y, por lo tanto, de perpetuo

y cambiante estudio.

Notas1 u ep . E ee ex e e ee e e e- . l ee e pe e eeee e e ee e e y e. E p e e e e e ee p e e e e e .2 l e pee e e e be e la dscó (1988): e ee p- e pe e ee , pe pe e e ee p e ve y p ep (e, , ) e ee.3 E e b (2007) e e, e pe, exe e e ee y e p “” e e. s e, e , e , e ee, y pee e ep e e v. hy e e e e e “e e ” e vee y ee e ee e e .4 u eve e. l e e Ee e Pepe -e (2006-2007) z 11,9% e e . E e e y . c e –¿é e e ?– z e p, e e e e e e ve.5 tee e e ee y ev. E e, é e pe e e - e expee. E e ex, vez e e ee e ee epe e e ee, ev y expee.6 m e 80% e ev p (Z, 2004). m vee e e e ee e y e e pe. l e e e e eep e ee ee: eé , ee e, , e.7 té e eeve e e e e nsE ee e e: E abc1e epe e 10%, e c2 epe e 20% y evee. E ee ee e epee e e : e e epe ee e . Pee e e e v, pee e v e e e e e e, pe,p eep, pee ee exp e p e.8 Y pe pe é e e ve e ee, e e veve p-e e e, e ee : e v e e e d e v e e e c1 (e e pe e e p e vee e vve , ee e p d e pee ee).9 P e, te e Ee e c c ez p e inE y e cee c y ae e e 2004-2005. E e e epeev e z ece y e e 4.603 .10 E pe e e e ez e pe e e ( eye y ).

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CApíTULO 3

DETERMINANTES DE LA MOVILIDAD DE LA pObREZAEN CHILE (1996-2006)

maría ElEna arZola / rodrigo castro

 A partir de la inormación que reporta el Panel de la Encuesta de Carac-

terización Socioeconómica Nacional (CASEN) 1996-2001-2006, se apreciaque Chile presenta una importante movilidad de la población en torno alínea de la pobreza. De los individuos que partieron en condición de pobrezaen 1996 una racción se mantuvo en ese estado y otra mejoró su situación;sin embargo, en los dos períodos siguientes nuevamente nos enrentamosa cambios en la posición de las personas respecto a la línea de pobreza. Porejemplo, durante el transcurso de los diez años de seguimiento y las tresetapas de encuesta, del total de individuos en condición de pobreza en 1996

(22,9%), el 45% se mantuvo en esa condición en 2001, y de esa racción un40% continuó siendo pobre en 2006.

Esta dinámica habla de la importancia de estudiar el enómeno a n de de-terminar los actores que inciden en ella y así poder plantear las propuestas depolítica más adecuadas para enrentarla. Para lograr este objetivo, se estima laprobabilidad que tiene un individuo de pertenecer a cierta categoría de pobreza(o no pobreza) según las características individuales y del hogar en el que habita,además de la situación laboral que enrenta durante el período considerado.

La principal conclusión es que existe una uerte relación entre la con-dición de ocupación (desocupación) a través del tiempo y la probabilidadde ser pobre (no pobre). En eecto, los individuos que estuvieron ocupadosdurante las tres etapas de la encuesta tienen mayor probabilidad de no caeren pobreza crónica (siempre pobre en las tres olas). Además, el incrementoen el número de ocupados por hogar (de uno a dos individuos) hace dismi-nuir la probabilidad de pertenecer al grupo de pobreza crónica. Asimismo, se

aprecia que la probabilidad de mantenerse en condición de pobreza a travésdel tiempo es más baja para los individuos que están ocupados y más altapara los desocupados.

I. INTRODUCCIóN

 A partir de 1985 se lleva a cabo la CASEN, que tiene por objeto descri-bir las condiciones de vida de la población nacional. Ésta es la única y másimportante uente de inormación de la situación de los hogares en cuanto a

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aspectos demográcos, educación, salud, vivienda, ocupación e ingresos conla que cuenta el país. A través de ella los diversos organismos públicos, y enespecial el Ministerio de Planicación y Cooperación (Mideplan), diseñan y 

evalúan sus políticas y programas.1

La importancia y el aporte de este instrumento en el diseño y evaluaciónde las políticas públicas son indudables. Sin embargo, el principal problemaque presenta es que, por denición, constituye una sucesión de imágenesestáticas de los hogares, que son independientes en el tiempo. A través dela CASEN se pueden caracterizar grupos pero no el proceso evolutivo queéstos experimentan a través del tiempo. Por ejemplo, se puede decir queen 1996 un 23% de la población se encontraba en condición de pobreza,

y que en 2000 se redujo a 20%; sin embargo, no se pueden identicar quépersonas (hogares) superaron, mantuvieron o cayeron en aquella situación. Ahora bien, desde un punto de vista dinámico existen dos tipos de escenariosde pobreza: una transitoria, que se asocia a una condición más bien pasajeray tal vez asociada a ciertos shocks (e. g., pérdida de empleo), y una crónica,que se reere a un estado permanente de pobreza relacionado con décitestructurales (e. g., alta de educación, capacitación, enermedad crónica ocatastróca, etc.). Ambas realidades son imposibles de estudiar con datos decorte transversal (encuesta CASEN).

Como solución a este problema, surge el año 2001 –a partir de la CA-SEN 1996– la idea de realizar un seguimiento a un grupo representativo dehogares de las regiones III, VII, VIII y Metropolitana, que luego se repitióen 2006. Estos datos conorman lo que se conoce como un panel (datoslongitudinales) y cuenta con tres olas (1996-2001-2006) en que se procuróencuestar a los mismos individuos.

Entonces, aprovechando la inormación de la Encuesta Panel CASEN1996-2001-2006 y los benecios asociados a este tipo de base de datos longitu-dinales, este capítulo busca comprender los enómenos asociados al cambio enlas condiciones de pobreza de la población chilena y así modelar los distintosactores que puedan incidir en el movimiento de los individuos en torno a ella,así como los determinantes de los escenarios de pobreza crónica y transitoria.

Este capítulo está organizado de la siguiente orma: en la sección II se en-trega una breve descripción de la Encuesta Panel y se explican los benecios

asociados a los datos longitudinales, en la III se describe el marco conceptualy la evidencia hasta ahora presentada, la IV presenta estadística descriptivadel panel, en la sección V se presenta la metodología de trabajo empleada y los resultados obtenidos, y en la sección VI, las conclusiones.

II. DESCRIpCIóN DE LA ENCUESTA pANEL CASEN 1996-2001-2006

 A n de estudiar y caracterizar ciertos grupos de individuos generalmentese utilizan datos de corte transversal, “otograías” de la población en un mo-

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mento determinado del tiempo, como son, por ejemplo, la Encuesta CASENo la Encuesta de Empleo de la Universidad de Chile, que nos proporcionaninormación acerca de sus viviendas, su ingreso, el trabajo que desempeñan,

etc. Sin embargo, cuando trabajamos con datos de este tipo, aunque podemosestablecer qué cambios experimentaron los sujetos entre un período y otro,no podemos identicar en orma clara las causas de estas transormacionesni el desarrollo de los distintos procesos y comportamientos que enrentan através del tiempo. Lo anterior es undamental para diseñar políticas públicasadecuadas a las necesidades de los distintos grupos de la población.

La solución a este problema surge a través de los datos de panel (longitu-dinal). Éstos constituyen un seguimiento de los individuos (hogares) a través

del tiempo, una suerte de “película” mediante la cual sí podemos identicarlos actores que infuyen en la transición de un estado a otro, obteniendo unenoque dinámico. En este contexto, con el objeto de comprender mejor lasdinámicas de cambio de las condiciones de vida de los hogares y en particularlos problemas de vulnerabilidad y pobreza que éstos enrentan, se construyóen 2001, a partir de una muestra de 5.209 hogares de la Encuesta CASEN1996, la Encuesta Panel CASEN. Actualmente, ésta cuenta con inormaciónpara 1996, 2001 y 2006, y es representativa de las regiones III, VII, VIII y Metropolitana. En 1996 se encuestaron 20.942 personas repartidas en 5.209hogares, en 2001 se encuestaron 18.587 personas equivalentes a 4.648 hoga-res y en 2006 los encuestados ueron 14.568 repartidos en 3.769 hogares.

Uno de los principales problemas de las encuestas de panel tiene que vercon el seguimiento de las personas, pues a través de los años hay algunos ho-gares que desaparecen, otros se crean y otros se modican (hijos que nacen,hijos que abandonan el hogar, allecimientos, etc.), lo que hace más comple-

 jo rastrear a las personas y, por lo tanto, es común que de un período a otrose pierda inormación.2 Entonces, para asegurar que la encuesta sea repre-sentativa de la población y capture de la mejor manera posible la evoluciónexperimentada por ésta, el panel intenta seguir en cada ola a los miembrosoriginales de la muestra, sin importar si éstos pasaron a otro hogar.3

Dado que es más ácil seguir a un individuo que a un hogar, la unidad deanálisis más indicada para capturar los cambios en la población a través deltiempo usando datos de panel es el individuo en vez del hogar.

De esta orma, en 2001, del total de encuestados el 80,9% (15.038) co-rresponde a miembros de la muestra original. En 2006 este valor alcanza al70,6% (10.287). En consecuencia, la disminución en el tamaño de la mues-tra original a través del tiempo se traduce en una pérdida de inormación de28,2% entre 1996 y 2001, y de 50,9% entre 1996 y 2006 (gráco 1). Luego,los miembros temporales (miembros del nuevo hogar al que se trasladó elmiembro original) aumentaron desde 3.819 en 2001 a 4.281 en 2006.

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III. EVIDENCIA EMpíRICA

La incorporación de una visión dinámica al estudio de la pobreza es muy importante, pues permite centrarse en el principal objetivo de las políticas

sociales: lograr que más personas superen la pobreza y evitar que otros caiganen esa situación. Sin embargo, por la naturaleza de los datos que se requieren

para realizar este tipo de estudios, existen muy pocos trabajos en esta línea,sobre todo para los países en desarrollo.

Una de las principales características de los estudios disponibles tiene quever con las deniciones que éstos realizan de los conceptos de pobreza cróni-ca y transitoria. Según Herrera y Roubaud (2002), un punto particularmentecrucial tiene que ver con la manera en que se ha denido la pobreza crónicay transitoria, donde coexisten dos tipos de enoques. En el primero, y el másutilizado, es el hecho de cruzar la línea de pobreza, en un sentido u otro, loque permite denir los estados de pobreza. En el segundo enoque, en lugarde distinguir a los individuos o los hogares en situación de pobreza crónicay transitoria, se busca aislar un componente permanente y otro transitoriode los ingresos de cada individuo u hogar. Como ha señalado Yaqub (2000),ambas maneras de denir la pobreza permanente y transitoria no son equi-valentes. Así, en el caso de los hogares hindúes, estudiado por Gaiha y Deo-

gráico 1

EVOLUCIóN DEL TAMAñO DE LA MUESTRA

miEmbros originalEs miEmbros tEmPoralEs

20.942

3.819

15.038 4.281

10.287

ee: oev s uah, vee e 2007.

25.000

20.000

1996 2001 2006

15.000

10.000

5.000

0

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lalikar (1993), sólo un tercio de aquellos con ingreso permanente por debajode la línea de pobreza tenían ingresos corrientes que aparecían en cada unode los nueve períodos cubiertos por la encuesta por debajo de la línea de po-

breza. Al nal, la heterogeneidad en los datos recogidos y en las metodologíashace muy diícil la comparación de los resultados y ha hecho diícil tambiéninvestigar la existencia de regularidades y saber si las políticas de lucha contrala pobreza debían o no ser dierentes de acuerdo al carácter permanente otransitorio de la pobreza.

Herrera y Roubaud (2002) utilizan el primer enoque y estudian la po-breza urbana en Perú y Madagascar durante el período 1997-1999. Conclu-yen que los actores de riesgo de pobreza permanente son comunes a ambos

países y abarcan las variables “tradicionales” de pobreza estática, es decir:tamaño del hogar, capital humano y ísico, empleo y acceso a inraestructura.En el caso de la pobreza transitoria (entrada y salida de la pobreza debido a 

shocks ) resultaron ser más importantes que los actores estructurales.Usando el segundo enoque, Jalan y Ravallion (1998 y 2000), quienes

estudiaron la transición de pobreza en el sur de China, encuentran que lapobreza crónica está asociada a problemas estructurales en la dotación derecursos de los hogares (educación, patrimonio, etc.); en cambio, la pobrezatransitoria se asocia a shocks aleatorios (pérdida de empleo).

Baulch y Hoddinott (2000) muestran que, en general, la pobreza transi-toria es habitualmente mayor que la crónica. Por ejemplo, en India, para elperíodo 1975-1984, cuando la pobreza alcanzaba al 80% de la población, el75% de las personas en esta situación era pobre transitorio y el 25%, pobrecrónico. Grant et al. (2005) encuentran que para América Latina la pobrezacrónica se sitúa entre el 30% y el 40%.

En nuestro país, los primeros estudios acerca de la dinámica de la pobrezaueron desarrollados por Scott y Litcheld (1994) y Scott (2000). Ambosusaron un panel de datos de 200 hogares rurales para el período 1968-1986.La principal conclusión a la que llegan es que la reducción de la pobreza seexplica en mayor parte por pensiones y otras transerencias.

En 2004, Castro y Kast, usando la primera versión del panel CASEN1996-2001, encuentran que si bien las tasas de pobreza e indigencia no ex-perimentan cambios sustantivos a lo largo del tiempo, existe una importante

movilidad entre los distintos estados, que está determinada por la calidad y la cantidad de empleo. Usando la misma inormación, Castro (2008) analizala movilidad de ingresos y concluye que cambiar de un estado de desempleoa empleo aumenta signicativamente la probabilidad de mejorar la posiciónrelativa en la distribución del ingreso.

Finalmente, Contreras et al. (2007), también usando el panel CASEN1996-2001, calculan que un 9% es pobre crónico y un 20% pobre transito-

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rio. Además, encuentran que el actor más relevante en determinar el cambiode estado está asociado al empleo de los integrantes del hogar. Y verican larobustez de sus resultados usando dierentes líneas de pobreza.

IV. ANáLISIS DE RESULTADOS

1. Dinmica de la oreza

Un instrumento comúnmente usado para estudiar la movilidad de la po-breza a través del tiempo es la “matriz de transición”, que compara la situa-ción de pobreza de los individuos de un año a otro. El cuadro 1 muestra lamatriz de transición en la evolución de la pobreza e indigencia para nuestropaís entre los años 1996-2001 y 2001-2006.

De acuerdo a ella, entre 1996 y 2001 el 1,6% de la población total per-manece en estado de indigencia, el 5,5% se mantiene pobre no indigente y el68% nunca cae bajo la línea de la pobreza ni de la indigencia.

Para el período 2001-2006 la proporción de individuos que se mantieneen indigencia o pobreza durante los cinco años cae a 0,8% y 3,2%, respec-tivamente, mientras que la proporción que se mantiene no pobre aumentaa 75%.

Estos resultados hablan de la alta movilidad que existe en nuestro país. Si

los casilleros de la diagonal de la matriz contuvieran al 100% de los indivi-duos, la sociedad no habría experimentado cambio alguno en su composi-ción en cuanto a la condición de pobreza/indigencia y los mismos individuosque ueron pobres en 1996 lo serían en 2001 y 2006. Sin embargo, paraambas matrices cerca de 25% de la población se encuentra uera de la diago-nal, es decir, una de cada cuatro personas se ha desplazado entre los distintosestados.Sin embargo, a partir de estas matrices no podemos determinar qué propor-ción de los que eran pobres (o indigentes) el año 1996 continuaron siéndo-lo en 2006. Para eso se utiliza la siguiente matriz de transición “acumulada”para los años 1996, 2001 y 2006 (cuadro 2). De acuerdo a ella, en cada

cuadro 1

MATRIZ DE TRANSICIóN INDIGENCIA/pObREZA

2001

I pNI Np TOTAL

1996

I 1,6% 2,3% 2,3% 6,1%

pNI 1,1% 5,5% 10,2% 16,8%

Np 1,9% 7,2% 68,0% 77,0%

TOTAL 4,6% 15,0% 80,5% 100,0%

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una de las olas de la encuesta, el 4,2% de los individuos se mantuvo pobre(pobre + indigente) y el 64,5% se mantuvo no pobre. Además, el 7,1% dela población ue pobre entre 1996 y 2001, pero salió de la pobreza en 2006. Y el 3,1% de los individuos no ue pobre entre 1996 y 2001; sin embargo,cayó bajo la línea de la pobreza en 2006. El restante 21,1% se movió entrelos dos estados durante los diez años. Por ejemplo, el 7,4% ue pobre en1996, no pobre en 2001 y volvió a ser pobre en 2006. En otras palabras,esta matriz nos muestra que el 68,7% de la población se mantuvo duran-te todo el período en la misma condición, mientras el 31,3% restante semovió entre los dos estados. La buena noticia es que la proporción que salióde la pobreza después de ser pobre por dos períodos consecutivos (7,1%)es mayor que la que cayó en condición de pobreza después de ser no pobredurante dos períodos consecutivos.

Tomando los resultados anteriores (cuadros 1 y 2), se puede resumir laevolución que ha tenido el comportamiento de la población en torno a línea

de la pobreza a través del cuadro 3.

2006

I pNI Np TOTAL

2001

I0,8% 1,1% 2,8% 4,7%

pNI 0,6% 3,2% 11,7% 15,5%

Np 0,7% 4,1% 75,0% 79,8%

TOTAL 2,2% 8,4% 89,5% 100,0%

p: PobrE; N: no PobrE; T: total.

ee: E pp e e e Pe casEn.

cuadro 2

MATRIZ DE TRANSICIóN “ACUMULADA” 1996, 2001 Y 2006

%2006

p N T

1996–2001

pp 4,2% 7,1% 11,3%

pN 1,7% 10,5% 12,2%

NN 3,1% 64,5% 67,6%

Np 1,5% 7,4% 8,9%

T 10,5% 89,5% 100%

p: PobrE; N: no PobrE, T: total.

ee: E pp e e e Pe casEn.

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 Ahora bien, otra orma de estudiar la dinámica que ha existido en la po-blación es a través de las tasas de entrada y de salida de la pobreza. La deentrada se dene como el cuociente entre los “nuevos pobres” y los pobrestotales. Los “nuevos pobres” están denidos como aquellos que en el períodoanterior eran no pobres y en el período actual cayeron bajo la línea de lapobreza.

cuadro 3

EVOLUCIóN DE LA SITUACIóN DE pObREZA ENTRE 1996 Y 2006

ee: E pp e Pe casEn.

1996 2001 2006

Pe

22,9%

Pe

4,2%

Pe

10,5%

n pe

7,1%

n Pe

12,5%

n Pe

10,5%

n Pe

77,1%

n Pe68,0%

n Pe

64,5%

n Pe

7,4%

Pe

1,7%

Pe

9,1%

Pe3,1%

Pe

1,5%

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Como se observa en el gráco 2, el 45,3% de los que son pobres en 2006son “nuevos pobres”. Vale decir, cerca de la mitad de los pobres registrados

en 2006 no eran pobres en 2001. Para las mujeres, la tasa de entrada a lapobreza es un punto porcentual menor que el promedio y para los hombresun punto superior.

La tasa de salida, en tanto, muestra la proporción de individuos que ueronpobres en el período anterior sobre el total de pobres en ese mismo período;vale decir, aquellos que abandonaron la pobreza respecto de los pobres en eseperíodo. De acuerdo al panel, la tasa de salida de la pobreza de la poblacióna 2006 es de 71,5%, siendo más baja para las mujeres (68%) y más alta para

los hombres (75%). Esto quiere decir que para las mujeres es más diícil salirde estados de pobreza a través del tiempo que para los hombres.

2. Dinmica de los ingresos

Los cuadros 4 y 5 muestran las matrices de transición para los deciles deingreso entre ambos períodos (1996-2001 y 2001-2006). Estos cuadros in-dican una alta movilidad en toda la distribución del ingreso. En eecto, entre

gráico 2

TASAS DE ENTRADA Y SALIDA DE LA pObREZA (2006-1996)

total mujErEs hombrEs

ee: E pp e e e Pe casEn.

80%

70%

TASAS DE ENTRADA TASAS DE SALIDA

60%

50%

40%

30%

20%

10%

0

45,3%

71,5%

44,5%

68,1%

46,4%

75,1%

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1996 y 2001, sólo el 21,9% de los individuos se mantuvo en sus deciles deingreso originales después de cinco años.

En la matriz del cuadro 4 se muestra que la distribución de ingresos en

el corto plazo es muy movible. Los más pobres (primer decil) se enrentana mayores probabilidades de salir de su condición económica, pero un rico(décimo decil) tiene mayores probabilidades de permanecer en su misma si-tuación económica (56,9%).4 Sólo el 35,2% de quienes estuvieron en el pri-mer decil en 1996 estuvieron en el mismo decil en 2001. Esto signica queel resto mejoró su posición socioeconómica en 2001. De hecho, el 13,4% deellos se trasladó hacia la mitad superior de la distribución (desde deciles seis adiez). Los más ricos (decil más alto) tenían una mayor probabilidad de man-

tenerse en ese decil (56,9%). Sin embargo, un 8,6% de ellos bajó a la mitadinerior de la distribución (deciles uno al cinco). Esto demuestra que unindividuo del 10% más rico podría convertirse en pobre en cinco años. De lamisma manera, entre 2001 y 2006 (cuadro 5) sólo el 19,7% de las personasse mantuvo en sus deciles de ingreso originales después de cinco años.

En eecto, únicamente el 33,8% de quienes estuvieron en el primer decilen 2001 se mantuvieron en el mismo decil en 2006. Esto signica que elresto mejoró su posición socioeconómica en 2006. De hecho, el 13,3% deellos se trasladaron hacia la mitad superior de la distribución (desde decilesseis a diez). Los más ricos (decil más alto) tenían una mayor probabilidad de

cuadro 4

MATRIZ DE TRANSICIóN pOR DECILES (1996-2001, %)

2001

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

1996

1 35,2 20,1 18,3 6,8 6,1 3,7 4,3 2,6 1,6 1,3

2 16,8 16,0 18,3 17,2 13,0 6,9 5,0 3,2 2,1 1,5

3 10,0 23,2 15,8 10,7 13,1 10,2 4,9 5,4 4,8 1,9

4 6,1 7,8 9,2 17,2 17,7 10,0 15,6 7,7 7,2 1,7

5 5,9 7,6 8,6 8,0 13,1 14,1 11,2 20,0 9,0 2,6

6 6,5 9,6 6,9 9,2 12,0 16,4 14,7 15,3 7,4 2,1

7 3,0 4,8 10,0 8,9 4,8 17,6 14,7 14,3 15,4 6,4

8 2,4 2,5 4,9 6,1 7,1 14,7 12,7 13,9 24,6 11,0

9 2,1 1,7 2,6 2,6 8,9 6,5 6,6 16,2 19,6 33,2

10 1,0 3,0 0,4 3,4 0,8 2,4 6,5 4,7 20,8 56,9

ee: E pp e e e Pe casEn.

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cuadro 5

MATRIZ DE TRANSICIóN pOR DECILES (2001-2006, %)

2006

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

2001

1 33,8 21,5 13,0 10,4 8,1 3,9 1,9 2,7 2,9 1,9

2 16,8 17,8 21,3 16,0 8,8 9,5 4,7 2,4 1,1 1,6

3 12,8 13,2 21,1 16,7 7,7 11,9 8,2 5,2 1,5 1,5

4 8,2 15,1 17,2 9,9 9,4 12,2 7,3 13,8 1,4 5,5

5 14,4 11,6 11,6 8,5 13,8 9,7 10,6 9,0 8,7 2,3

6 5,1 5,7 5,6 10,3 25,1 9,5 14,3 10,3 11,1 3,0

7 4,6 5,9 5,0 8,1 14,9 14,0 14,8 12,1 15,5 5,0

8 2,2 4,2 3,0 5,5 4,9 13,8 16,2 16,1 10,7 23,3

9 2,2 2,3 2,6 3,2 3,5 8,2 14,2 16,7 18,2 28,9

10 1,8 0,6 1,1 2,7 2,2 3,2 5,9 13,1 27,5 41,9

ee: E pp e e e Pe casEn.

cuadro 6

MATRIZ DE TRANSICIóN pOR DECILES (1996-2006, %)

2006

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

1996

1 28,1 21,1 14,4 11,9 5,1 8,3 4,0 3,7 1,5 1,9

2 15,3 15,8 15,7 10,1 8,3 12,3 7,6 10,8 1,9 2,2

3 13,1 16,8 16,5 13,9 13,5 6,8 8,5 5,2 4,3 1,3

4 4,3 9,5 11,6 11,0 12,5 6,8 6,8 9,1 16,0 12,3

5 5,8 5,8 10,4 12,5 11,2 11,2 16,6 9,6 4,3 12,5

6 5,1 7,2 7,5 9,3 15,2 15,0 10,2 9,3 11,5 9,8

7 4,0 6,5 11,2 6,3 12,0 13,4 10,8 15,1 10,2 10,4

8 4,6 3,9 4,1 5,1 9,7 9,6 15,9 17,9 12,1 17,1

9 12,1 3,7 2,7 2,8 3,7 5,4 12,7 14,4 16,9 25,6

10 2,9 0,2 0,9 3,1 1,4 2,1 8,2 6,2 29,7 45,4

ee: E pp e e e Pe casEn.

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mantenerse en ese decil (41,9%), aunque se reduce respecto al período ante-rior. Sin embargo, 8,4% de ellos bajaron a la mitad inerior de la distribución(deciles uno al cinco).

Por último, entre 1996 y 2006, el 18,9% se mantuvo en sus deciles deingreso originales después de diez años.De acuerdo a estos resultados se puede apreciar que existe una importante

movilidad de la población en torno a la línea de pobreza, y respecto a susingresos. Es precisamente el objetivo de este capítulo evaluar qué actoresdeterminan estos desplazamientos.

 A continuación se describe la metodología que se emplea para determinartales actores y de esta manera modelar las probabilidades asociadas a los

diversos estados de pobreza/no pobreza.

V. METODOLOGíA DE TRAbAjO

A. Determinantes de la oreza crnica y transitoria

De acuerdo a la matriz de transición sobre la situación de pobreza durantelos tres años se establecen tres grupos de clasicación:

1. Pobreza crónica.2. Pobreza transitoria.

3. Nunca pobres.Estos grupos se construyeron siguiendo la clasicación que muestra el

cuadro 7. Los individuos que pertenecen al grupo de pobres crónicos perma-necieron pobres durante las tres olas del panel (1996, 2001 y 2006). Aquellosque nunca ueron pobres estuvieron sobre la línea de la pobreza en las tresoportunidades, y nalmente, los que se ubican en el grupo de pobreza transi-

toria son aquellos que se movieron entre los tres estados durante los diez añosdel panel. Los que salieron de la pobreza están denidos como aquellos quepartieron siendo pobres en 1996; sin embargo, salieron de esa condición en2001 o en 2006. Los que entraron en condición de pobreza son aquellos quepartieron en situación de no pobreza en 1996 y entraron en ella en 2001 ó2006. Finalmente, los que se mueven son aquellos que partieron en una de lasdos condiciones (pobreza o no pobreza) en 1996, al año siguiente (2001) lacambiaron y el último año (2006) volvieron a recuperarla.

En el cuadro 8 se muestra el número y participación de cada uno de los

grupos. Como es de esperar, la mayor parte está conormada por los quenunca han sido pobres (64,5%) y la menor proporción por los pobres cró-nicos (4,2%).

Los individuos que salieron de la pobreza corresponden al 17,6% de lapoblación; los que entraron, al 4,6%; y los que se mueven, al 9,1%.1. ¿Pobreza crónica, transitoria o nunca pobre? 

En esta sección se estima la probabilidad6 que se asocia a cada una de lastres alternativas principales: pobreza crónica, pobreza transitoria (moverse

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en torno a la línea de pobreza) y nunca haber sido pobre. Esto signica queexisten tres estados en los cuales puede situarse una persona respecto de su

relación con la línea de pobreza y que determinará la probabilidad asociadaa cada uno de esos estados.Este modelo considera los individuos que estuvieron presentes en las tres

olas de la encuesta y usa el año 2006 como reerencia para algunas variables

cuadro 7 CLASIFICACIóN DE INDIVIDUOS SEGúN SITUACIóN DE pObREZA, 1996-2001-2006

1996 2001 2006

pC P P P

Np nP nP nP

pT

SALEP P nP

P nP nP

ENTRAnP P P

nP nP P

SE MUEVEnP P nP

P nP P

p: PobrE; Np: no PobrE; pC: PobrEZa crónica; pT: PobrEZa transitoria.

cuadro 8

CONDICIóN DE pObREZA DE LA pObLACIóN 1996 A 20065

N %

pC ppp 346.705 4,2

Np NNN 5.278.276 64,5

pT

SALEppN 580.212 7,1

pNN 862.623 10,5

ENTRA NNp 252.490 3,1

Npp 125.023 1,5

SE MUEVENpN 603.872 7,4

pNp 138.191 1,7

Total 8.187.392 100,0

p: PobrE, N: no PobrE. 

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explicativas. Por ejemplo, cómo cambió la educación (en años de escolari-dad) del individuo durante los diez años.

De acuerdo al gráco 3, la probabilidad de ser pobre crónico crece a me-

dida que aumenta la cantidad de períodos en que el individuo estuvo des-ocupado, y alcanza un máximo de 10,4% para los individuos que estuvierondos períodos desocupados (consecutivos o no). Justamente lo contrario seobserva para los que nunca han sido pobres: la probabilidad de ubicarse eneste grupo es mayor a medida que hay más períodos de ocupación y es me-nor cuando la persona estuvo la mayor parte del tiempo desempleada. Parael grupo de individuos que se mueven entre los dos estados, se observa unpatrón similar que para los pobres crónicos. Sin embargo, dentro de la po-

blación total –y como era esperar dado el mayor número de personas quese ubica en este grupo– la probabilidad de transitar es mayor que la de serpobre crónico.

 2. Tres modelos independientes 

En esta sección se estiman por separado las probabilidades asociadas acada uno de los tres estados. Primero, se estima la probabilidad de ser pobrecrónico, luego la probabilidad de nunca haber sido pobre y, nalmente, laprobabilidad de ser pobre transitorio.

gráico 3

pRObAbILIDAD DE pERTENECER A CADA GRUpO SEGúN CONDICIóN DE OCUpACIóN

ee: E pp Pe casEn.

TRANSITA

NUNCA

pObRE

pObRE

CRóNICO

28,3%

39,1%

51%

68,5%

55,6%

38,6%

3,2%

5,4%

10,4%

0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80%

trEs PEríodos ocuPado

dos PEríodos ocuPado

dos PEríodos dEsocuPado

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Para presentar los resultados, se construye un escenario base que caracteri-za a un hombre de 40 años, que tiene pareja, doce años de escolaridad, viveen la zona urbana, en un hogar conormado por cinco personas, de las cuales

tres son niños, y en el hogar trabaja una sola persona. A partir de esta situación base el resto de las variables se modicaron paradeterminar cómo cambia la probabilidad de estar en cada uno de los gruposantes mencionados. Como se puede ver en el gráco 4, un individuo conlas características del escenario base tiene un 0,3% de probabilidad de serpobre crónico. Sin embargo, esta probabilidad aumenta a 1,4% cuando ésteha estado desocupado durante dos períodos. Por otra parte, que el individuohaya estado ocupado durante dos períodos tiene una probabilidad asociada

de 0,5%. La probabilidad de pertenecer a este grupo cae si éste estuvo los tresaños ocupado. Cuando un segundo integrante del hogar entra al mercadolaboral, la probabilidad de que el individuo pertenezca al grupo de pobrescrónicos baja a 0,2% y, nalmente, la probabilidad asociada a que el jee dehogar sea mujer es de 0,5%.

Por otro lado, la probabilidad de nunca ser pobre durante los diez años(gráco 5), disminuye mientras mayor es el período en que se está desocu-pado, mientras que la probabilidad aumenta para aquellos que estuvieronocupados durante las tres olas del panel.

Para el grupo de pobres transitorios (gráco 6), respecto del escenariobase, la probabilidad de moverse en torno a la línea de pobreza durante losaños de estudio se incrementa cuando el individuo estuvo desocupado por

jEFE DE HOGAR ES MUjER

OCUpADOS: 0,4

INACTIVO

TRES pERíODOS OCUpADO

DOS pERíODOS OCUpADO

DOS pERíODOS DESOCUpADO

ESTADO bASE*

0,55%

0,16%

0,33%

0,21%

0,51%

1,36%

0,32%

0,0% 1,0%

gráico 4

pRObAbILIDAD DE ESTAR EN pObREZA CRóNICA

*he, 40 , pe, e vve e z , ee e e e, vve e pe, e e e ee e 15 y .

ee: E pp e Pe casEn.

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dos períodos y disminuye cuando se encontraba ocupado. Si estuvo ocupa-do los tres años, la probabilidad cae a 9,7%. Un aumento en el número deocupados en el hogar disminuye la probabilidad de transitar entre los estados

de pobreza y no pobreza (pobre transitorio). Asimismo, si el jee de hogar esmujer aumenta la probabilidad de ser pobre transitorio.

 3. Condición de pobreza: ¿entrar, salir o moverse? 

En esta sección se estima la probabilidad de pertenecer a cada uno de lossubgrupos que componen el grupo “pobreza transitoria”. Esto es, aquellosque entraron a la pobreza (los que partieron sobre la línea de pobreza en1996 y cayeron bajo ella en 2001 ó 2006), los que salieron (partieron en con-

dición de pobreza en 1996 y se convirtieron en no pobres en 2001 ó 2006) y los que se mueven en torno a ella (aquellos que partieron el año inicial en unacondición, al año siguiente la cambiaron y en 2006 volvieron a ella).

En esta oportunidad se construye una variable que toma el valor 1 si lapersona sale de la pobreza, igual a 2 si entró y 3 si se mueve. Como lo mues-tra el gráco 7, aquellos individuos que han estado la mayor parte del tiempoocupados tienen mayor probabilidad de salir de la pobreza, menor probabili-dad de entrar y aún menor probabilidad de moverse de un estado a otro.

Para los individuos que han estado la mayor parte del tiempo desocupa-dos, en cambio, es más probable que entren a la pobreza a que salgan de talcondición. El eecto sobre los que se mueven es similar al que se observa paralos que han estado la mayor parte del tiempo desocupados.

gráico 5

pRObAbILIDAD DE NUNCA SER pObRE

*he, 40 , pe, e vve e z , ee e e e, vve e pe, e e e ee e 15 y .

ee: E pp e e e Pe casEn.

jEFE DE HOGAR ES MUjER

OCUpADOS: 0,4

INACTIVO

TRES pERíODOS OCUpADO

DOS pERíODOS OCUpADO

DOS pERíODOS DESOCUpADO

ESTADO bASE*

61,9%

75,2%

67,1%

86,9%

65,4%

22,9%

66,7%

0,0% 20,0% 40,0% 60,0% 80,0% 100,0%

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4. Tres modelos independientes para determinar la probabilidad de entrar o salir 

de la pobreza

Finalmente, se estima por separado (para cada grupo) la probabilidad aso-ciada a entrar en condición de pobreza, salir de esa condición o moverse entorno a ella. En esta oportunidad también se utilizó un caso base que consi-dera a un hombre de 40 años, con pareja, que vive en la zona urbana, tienedoce años de escolaridad, vive en un hogar con cinco personas de las cualestres son menores de 15 años y una sola trabaja.

Como se puede ver en el gráco 8, las personas que estuvieron dos perío-dos desocupados presentan la más alta probabilidad de entrar en una situa-ción de pobreza. Por el contrario, la probabilidad es de 0,3% si el individuoestuvo ocupado los tres períodos.

En el caso de aquellos que salieron de la pobreza (gráco 9), la mayordierencia se da cuando el individuo estuvo empleado durante las tres olas oal menos en dos de ellas, en cuyo caso la probabilidad de salir de la pobrezacae respecto de la situación base en vez de aumentar. Sin embargo, ¿no de-biéramos esperar que estas variables tengan un eecto positivo en la salida dela pobreza? La explicación podría estar en el tipo de trabajo que desempeñanestos individuos. Vale decir, si bien estas personas estuvieron ocupadas la

*he, 40 , pe, e vve e z , ee e e e, vve e pe, e e e ee e 15 y .

ee: E pp e Pe casEn.

jEFE DE HOGAR ES MUjER

OCUpADOS: 0,4

INACTIVO

TRES pERíODOS OCUpADO

DOS pERíODOS OCUpADO

DOS pERíODOS DESOCUpADO

ESTADO bASE*

26,1%

19,5%

25%

9,7%

25,1%

56,5%

25,2%

0,0% 10,0% 20,0% 30,0% 40,0% 50,0% 60,0%

gráico 6

pRObAbILIDAD DE ALGUNA VEZ SER pObRE (pObREZA TRANSITORIA)

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ee: E pp e Pe casEn.

gráico 7

pRObAbILIDAD DE pERTENECER A CADA GRUpO SEGúN CONDICIóN DE OCUpACIóN

SE MUEVE

ENTRA

SALE

26,1%

30,9%

10,8%

9,6%

20,3%

46,3%

66,3%

48,8%

43%

0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70%

trEs PEríodos ocuPadodos PEríodos ocuPado

dos PEríodos dEsocuPado

*he, 40 , pe, e vve e z , ee e e e, vve e pe, e e e ee e 15 y .

ee: E pp e Pe casEn.

jEFE DE HOGAR ES MUjER

OCUpADOS: 0,4

INACTIVO

TRES pERíODOS OCUpADO

DOS pERíODOS OCUpADO

DOS pERíODOS DESOCUpADO

ESTADO bASE*

0,7%

0,5%

0,5%

0,3%

1,4%

6,8%

0,6%

0,0% 2,0% 4,0% 6,0% 8,0%

gráico 8

DETERMINANTES DE LA ENTRADA A LA pObREZA

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mayor parte del tiempo, por sus trabajos reciben una remuneración relativa-mente baja.

Para comprobar esta armación veamos la relación que existe entre el in-greso promedio de la ocupación principal de un individuo que salió de lapobreza y que estuvo ocupado las tres olas o al menos dos de ellas, respectode un individuo promedio que estuvo en las tres olas de la encuesta (cuadro9). Si bien la dierencia entre el ingreso promedio de este tipo de individuos

y el nivel de salario mínimo de cada año aumenta, tal dierencia no supera el30% e incluso alcanza a un 2,6% en 1996.

*he, 40 , pe, e vve e z , ee e e e, vve e pe, e e e ee e 15 y .

ee: E pp e Pe casEn.

jEFE DE HOGAR ES MUjER

OCUpADOS: 0,4

INACTIVO

TRES pERíODOS OCUpADO

DOS pERíODOS OCUpADO

DOS pERíODOS DESOCUpADO

ESTADO bASE*

0,7%

0,5%

0,5%

0,3%

1,4%

6,8%

0,6%

0,0% 1,0% 4,0%3,0%2,0% 5,0% 6,0%

gráico 9

DETERMINANTES DE LA SALIDA DE LA pObREZA

cuadro 9

SALARIO DE LOS qUE SALEN DE LA pObREZA VERSUS SALARIO pROMEDIO (EN $ DE

2006)

Ao

Salario de los ue

salen de laoreza* Salario mnimo Dierencia (%)

1996 67.235 65.500 2,6%

2001 118.914 105.500 12,7%

2006 170.670 135.000 26,4%

*ae e e e pez y eve p e e e e.ee: E pp e Pe casEn.

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En conclusión, de las variables consideradas, el mayor eecto lo tendría lacondición de ocupación/desocupación del individuo y el grado de estabili-dad asociado a esta condición.

VI. CONCLUSIONES

 A partir de la inormación que reporta el Panel CASEN 1996-2001-2006,se puede ver que en nuestro país existe una importante movilidad de la po-blación en torno a la línea de la pobreza. De los individuos que partieron encondición de pobreza una racción se mantuvo en ese estado y otra mejoró susituación. Sin embargo, al período siguiente nuevamente nos enrentamos acambios en la posición relativa respecto de la línea de pobreza. Por ejemplo,

durante el transcurso de los diez años de seguimiento y las tres etapas deencuesta, del total de individuos en condición de pobreza en 1996 (22,9%),el 45% se mantuvo en esa condición en 2001, y de esa racción un 40%continuó siendo pobre en 2006.

Luego, se estima la probabilidad que tiene un individuo de pertenecer acierta categoría de pobreza (no pobreza) según las características individualesy del hogar en el que habita, además de la situación laboral que enrentódurante el período considerado.

La pobreza crónica se asocia a estados de desocupación prolongada. Aque-llos individuos que estuvieron desocupados en dos de las tres olas de la en-cuesta tienen una mayor probabilidad de ser pobres crónicos.

 Aquellas personas que estuvieron ocupadas durante las tres etapas de laencuesta tienen más posibilidades de no caer en ninguna de las tres etapasde la encuesta bajo la línea de la pobreza. Otro actor que incide en ormaimportante en la probabilidad de pertenecer al grupo “nunca pobres” tieneque ver con una mayor cantidad de ocupados en el hogar.

Para el grupo de pobreza transitoria, es decir aquellos que se mueven entrelos estados de pobreza y no pobreza indistintamente a través del tiempo, elactor que presenta mayor incidencia es el desempleo. Los individuos queestuvieron al menos dos períodos desocupados (sean consecutivos o no) tie-nen mayores posibilidades de pertenecer al grupo de pobres transitorios. Enresumen, la salida de la pobreza se asocia con la ocupación y la entrada en lapobreza con la desocupación.

AnexoP ee pe e e p

e e e e v y e e e e e ee e ve expv e e e ee.

he: e ex e v; e e e 1, e ee 0.

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u: z e e e v; e e 1, e e 0.

Pe: e v e vve e 1, e e 0.

E: e e e v.

E: e e v.Pp e p e e : e pp ee e -

e e p e y e e e v y e e e pe- e y e e p e e e ee.

Pp e ee e 15: pp e /vee 15 e e e e e pe e y e e .

ne e pe e pe e e v.jee e e: e ee e e e ex ee ve e

1, e e 0.iv: e 1 e v e v, e e 0.d pe ep: e 1 e v ev ep-

p pe, ev , y p e ee; e e:ep-ep-p, p-ep-ep ep-p-ep); e e 0.

d pe p: e 1 e v ev p p pe, ev , y ep e ee; e e: p-p-ep, ep-p-p p-e-p-p; e e 0.

te pe p: e 1 e v v e e pe; e e 0.

c e ee e y e e p (p ep), e pe ; e, ee

e “ep e e ” (ddd), e e e e e eee p ev e e.

u ve expv eé e y ez e ve epeee, e pee e eee e - e pez ev vé e v e :

1. E e pe e v ve e e e “-v”. É e 1 pe pe e e ,e 2 e pe y e v 3 e eve ee e y e e e pez e e e ee.a, p e e ve e e p e ee ve ee e e e p e.

2. E e , e e e e p e ve pve e pe. l pe e v e pe , e e pe y ee e ee e e pez y pez.

3. E ee , ve e pee e pe v-e, e ye e e pe ee pe ee v e ee e e e e pe pez ; e e, ve e 1 e v ee e pez, 2 e e y e 3 e ve e e pez.

4. ee, e e epeee e e p- e e, vee e e e pez.

Notas1 l ee é e z p , vee, e e e y ee, e e ve.2 E pé e vé e ep e e .3 ce e e ev e e e e (e epe).

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4 beke (1980) e e ez e peee, e e e pe e.5 E e aex e exp ve expv e e ye e ee.6 mee e .

Reerenciasb, b, y j h (2000). ecmc Mby a Pvy dy-

amcs dvp Cus. k c Pe.beez, l; ae, de; sez, ce lz; ue, Pe, y Z-

ze, jé r. (2007). “l Ee Pe casEn: ey e , ve 1.0”. oev s uve a-e h.

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c, r, y sez, re. (2005). “u ev - e e e ce”. S im Sca, 91, i ley de.

ce, de; cpe, ry; he, je, y ne, cpe.(2007). “te dy Pvey ce”,   Jua la Amca

Sus, ce uvey Pe, 2008.g, u.; d. he; K. me y a. sepe (2005). “c Pvey re-

p 2004-2005”, te rep, c Pvey ree cee.hee, jve, y r, çe. (2002). “d e pez -

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s ewee 1991 1995”, ids Wk Ppe, 151, ie.

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CApíTULO 4

LA MOVILIDAD INTERGENERACIONALDEL INGRESO Y LA EDUCACIóN EN CHILE

jaViEr núñEZ / lEsliE miranda

I. INTRODUCCIóN

Un aspecto importante pero menos comprendido de la desigualdad socialen Chile es su dimensión dinámica; en particular, el grado en que la condi-ción social de las personas se transmite de una generación a la siguiente, o,si se preere, de la importancia que la “cuna” (o el origen social) ejerce en laposición que las personas alcanzan en la escala social en su vida adulta. Unconcepto que permite estudiar estos aspectos es el de movilidad social inter-generacional. Este trabajo busca, primero, presentar y analizar el conceptode movilidad intergeneracional (del ingreso y de la educación en particular)

y luego dar cuenta y refexionar en torno al nivel, algunos patrones y la ten-dencia de la movilidad intergeneracional en Chile en las últimas décadas a laluz de algunos hallazgos recientes.

El estudio de la movilidad intergeneracional es importante por diversasrazones, pero hay una que es central en este trabajo. Se ha argumentadoque la desigualdad social posee una connotación dierente dependiendo delgrado de movilidad social que acompaña a dicha desigualdad. Así, bajo estaargumentación, la desigualdad sería un problema social si es que la condición

social de las personas estuviera determinada por uerzas ajenas a su voluntad(el origen social en particular), pero no sería un problema mayor si es que laspersonas pudieran alterar su condición social sobre la base de sus preeren-cias, su voluntad y su agencia individual. El ideal de “igualdad de oportu-nidades”, que para muchos autores debiera orientar el esuerzo del Estado y las políticas en materia social, se sustenta precisamente en esta refexión. Eneste trabajo argumentamos que el concepto de movilidad intergeneracionalestá estrechamente vinculado a la idea de “igualdad de oportunidades”, pro-porcionando así una orma de establecer y medir la importancia relativa queposee el origen social respecto de la agencia individual de las personas.

El trabajo consta de cuatro partes. La primera busca dotar al concepto demovilidad intergeneracional de una interpretación normativa. La segundapresenta en mayor detalle el concepto de movilidad intergeneracional, algu-nos de los mecanismos de transmisión que según la literatura intervienen enla transmisión de la condición social de padres a hijos, y la orma de cuanti-

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car la movilidad intergeneracional empíricamente. La tercera parte presentaevidencia sobre el nivel de la movilidad intergeneracional del ingreso en Chi-le en perspectiva comparada, y presenta además algunos patrones notorios

del proceso de movilidad intergeneracional del ingreso en el país. Por último,el trabajo aborda la pregunta de qué ha ocurrido en Chile en materia demovilidad intergeneracional en las últimas décadas, y reporta evidencia alrespecto. En particular, abordamos la pregunta de si el signicativo aumen-to de la escolaridad en Chile en las últimas décadas se habría traducido enmayores niveles de movilidad intergeneracional de la educación, y si ésta, asu vez, habría generado mayor movilidad intergeneracional del ingreso. Laúltima sección presenta algunas conclusiones y recomendaciones.

II. LA MOVILIDAD INTERGENERACIONAL

La idea de “movilidad” es amplia, de modo que comenzamos por denir y acotar el concepto de movilidad intergeneracional empleado en este estudio,y sus dierencias con otras nociones de movilidad en la literatura. En primerlugar, este estudio examina la movilidad intergeneracional relativa entre lospadres y sus hijos, y no la movilidad absoluta entre ellos. Así, buscamosestablecer el grado de vinculación existente entre la posición relativa que un

padre tuvo en relación a su generación, con la posición relativa que poseesu hijo respecto a su propia generación.1 Esto diere del concepto de movi-lidad absoluta, es decir, cómo se compara el estatus socioeconómico de unhijo respecto al de sus padres en términos absolutos. Así, es posible que unpaís tenga un elevado nivel de movilidad absoluta entre padres e hijos, porejemplo, en un contexto de crecimiento sostenido, pero una escasa o nulamovilidad intergeneracional relativa, en la cual los padres e hijos adoptaríanen su vida adulta una posición relativa similar en la escala social de sus res-pectivas generaciones.

En segundo lugar, el concepto de movilidad intergeneracional diere tam-bién de la movilidad que existe en los ingresos de un mismo individuo uhogar a través del tiempo. La distinción entre ambos conceptos de movilidades importante desde el punto de vista normativo: mientras la interpretaciónnormativa de una mayor movilidad de ingresos de un hogar en el tiemporesulta ambigua (pues puede ser interpretada positivamente como mayores

“oportunidades” o “rotación” de las posiciones sociales, o negativamentecomo mayor “vulnerabilidad” social), una mayor movilidad intergeneracio-nal del ingreso establece el grado de infuencia del origen social sobre loslogros económicos, refejando así el grado de “igualdad de oportunidades”subyacente, como argumentamos en la próxima sección.

Por último, este estudio sólo examina la movilidad intergeneracional delingreso y de la educación, y no aborda otras nociones de movilidad interge-neracional, por ejemplo, movilidad del “estatus social” o del tipo de empleo

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o situación laboral de padres e hijos. Sin embargo, realizamos una compara-ción con evidencia sobre movilidad ocupacional en Chile, en particular deltrabajo de Torche (2005).

III. INTERpRETACIONES NORMATIVAS DE LA MOVILIDADINTERGENERACIONAL

En esta sección proporcionamos tres argumentos para sustentar la ideade que un mayor grado de movilidad intergeneracional es deseable desde elpunto de vista social.

 A. Movilidad intergeneracional como medida de igualdad de oportunidades 

Existe un antiguo debate sobre si las políticas sociales deberían enocarseen la desigualdad de resultados  o en la desigualdad de oportunidades . Losdeensores del último enoque argumentan que la desigualdad de resultados(típicamente de ingresos) depende simultáneamente de circunstancias queestán uera del control de los individuos, tal como la amilia de procedencia,y de aspectos que sí están bajo su control, como el esuerzo personal y laselecciones voluntarias que las personas realizan a lo largo de su vida. Así, seha sugerido que las políticas públicas debieran promover la igualación de las

“oportunidades”, abordando aquellas desigualdades adquiridas involuntaria-mente por las personas, en lugar de los resultados o ingresos de ellas. En lasúltimas décadas esta idea de igualdad ha concitado un grado importante derespaldo y consenso en la literatura especializada.2 

Con el propósito de ilustrar estas ideas, la tabla 1 presenta los resultadosobtenidos por Núñez y Tartakowsky (2007, 2009) al aplicar la metodologíade Bourguignon et al. (2003), para establecer en qué medida la distribucióndel ingreso en Chile está vinculada a desigualdades de “circunstancias obser-

tabla 1

EFECTOS DE IGUALAR CIRCUNSTANCIAS ObSERVADAS SObRE EL COEFICIENTE DE

GINI, HOMbRES DE 23 A 65 AñOS

ENCUESTA DE EMpLEO

GRAN SANTIAGO, 2004

CASEN 2006

COEFICIENTE DE GINI 0.503 0.535

GINI DESpUéS DE IGUALAR CIRCUNSTANCIAS ObSERVADAS

EFECTO pARCIAL 0.433 0.491

EFECTO TOTAL 0.420 0.455

ee: nez y tkwky (2007, 2009).

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vables” de origen. La metodología considera tanto el eecto directo que lascircunstancias observadas tienen sobre los ingresos en la edad adulta, comoel eecto indirecto de las mismas sobre la acumulación de escolaridad. La

tabla 1 muestra el eecto sobre el coeciente Gini de igualar un conjunto decircunstancias observadas, en particular la escolaridad de los padres, la edaddel jee de hogar, el tamaño del hogar, la composición del hogar (uniparentalversus biparental) y características laborales de los padres. Incluso, aunquemuchas circunstancias relevantes podrían no ser observadas, esos resulta-dos sugieren que las importantes circunstancias mencionadas arriba jueganun rol acotado en la determinación de la distribución de los ingresos. Estoindicaría que las medidas de distribución del ingreso podrían refejar sólo

parcialmente el grado de “igualdad de oportunidades” de un país, y quizásuna orma más adecuada para estudiarla es examinar el nivel de movilidadintergeneracional: si la amilia de procedencia ejerce una infuencia impor-tante en el estatus económico de las personas en su vida adulta, entonces lasoportunidades estarían severamente condicionadas por circunstancias no es-cogidas por ellas (los padres y la amilia de origen), mientras que lo contrarioocurre si la amilia de origen posee una infuencia pequeña sobre los ingresosy el bienestar económico de los individuos.

B. Movilidad intergeneracional y efciencia económica

La movilidad intergeneracional hace posible que el origen social tengauna infuencia pequeña en determinar las oportunidades de las personas paradesarrollar sus planes de vida. De este modo, y asumiendo que los talentospotenciales están dispersos en todos los segmentos de la población, una ma-yor movilidad intergeneracional promueve una asignación más eciente de

los talentos y los recursos humanos de una economía, y permite que dichostalentos puedan asignarse en conormidad con sus ventajas comparativas.Por otra parte, la posibilidad y expectativas de mayor movilidad social generaincentivos para que los individuos realicen un mayor esuerzo para apro-vechar sus ventajas comparativas, acumular capital humano y ejercer másesuerzo en el ámbito laboral, todos eectos que contribuyen a aumentar laproductividad global de la economía.

C. Movilidad intergeneracional, diversidad de las elites y economía políticaFinalmente, puede argumentarse también que la movilidad intergenera-

cional permite que las elites sean, por una parte, más heterogéneas y pluralesy, por otra, cambiantes y permeables. Esto permite, a su vez, que la infuenciaque ellas ejercen en los procesos sociales, económicos y políticos sea másheterogénea, y responda de mejor manera a la diversidad de intereses, pree-rencias y sensibilidades de la sociedad en su conjunto.

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IV. MECANISMOS DE TRANSMISIóN INTERGENERACIONAL DE LACONDICIóN SOCIAL

La movilidad intergeneracional puede estar aecta a dierentes mecanismosde transmisión entre generaciones, los cuales pueden ser ilustrados utilizandouna versión simplicada del modelo de Becker y Tomes (1979). Este modeloconsidera una versión simplicada de la amilia, en el cual cada generación estáormada por un solo individuo. Consideremos, entonces, dos generaciones,padre (P) e hijo (H), al interior de una misma amilia. El ingreso individualpermanente “Y” se asume como derivado de dos componentes: la inversiónindividual en capital humano y la habilidad individual denotada por “a”. Elmodelo asume que la inversión en capital humano del hijo corresponde a una

variable de decisión de su padre,3

el que toma la decisión como resultado deconsiderar su propio ingreso permanente. La utilidad del padre depende de supropio consumo y del ingreso permanente que alcanza su hijo, esto es lo que justica que el padre invierta en ormación de capital humano del hijo. Así, seobtiene la siguiente relación entre los ingresos permanentes de padres e hijos:

 Y H=φ*Y 

P+θa

H(1)

donde Y H corresponde al ingreso permanente percibido por el hijo e Y P alpercibido por el padre, entonces θ corresponde a la elasticidad de ingreso delhijo  Y 

Hcon respecto al ingreso del padre Y 

P. Por otra parte, a

Hcorresponde a

la habilidad del niño y el parámetro θ mide la elasticidad de Y H

con respectoa a

H. Esta ecuación resume la principal relación que plantean Becker et al.

Ella es suciente para ilustrar las distintas uentes de correlaciones de ingre-sos intergeneracionales.

La ecuación (1) implica que el ingreso permanente de los padres tiene un

eecto o infuencia positiva en los ingresos de sus hijos, capturado en el pará-metro θ. El parámetro  θ puede ser interpretado como el eecto causal de lasgeneraciones previas en las próximas generaciones. Lo anterior ocurre porquela habilidad es una variable que es en parte heredada de las generaciones pre-vias. Este parámetro puede incluir todo lo que el dinero no puede comprary que puede ser transmitido de una generación a otra, como por ejemplo,habilidades cognitivas, preerencias, hábitos y ormas de conducta.

Desde una perspectiva empírica, es importante notar que la simple re-gresión del ingreso de los hijos en el ingreso de sus padres captura ambosmecanismos de transmisión. Así, si la habilidad está correlacionada con elingreso, el estimador estándar de regresiones de ingresos intergeneracionalespuede proveer sobreestimaciones del eecto directo del ingreso de padres en elingreso de sus hijos. En este trabajo no se distingue entre ambos eectos.4 

Existe un tercer mecanismo de transmisión de la condición económicarelativa entre padres e hijos que, a dierencia de los anteriores, no está vincu-

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lado a dierencias en dotaciones (o capital humano), sino al retorno de dichasdotaciones en el mercado laboral (salario). En particular, si en el mercadolaboral existe discriminación salarial por origen socioeconómico, entonces el

origen socioeconómico de los padres aectaría el ingreso esperado de sus hijosen su vida adulta de un modo adicional a los mecanismos de transmisiónasociados a la inversión en dotaciones.5

Por último, hay otros mecanismos de transmisión intergeneracional de lacondición social en la literatura. Por ejemplo, algunos autores han enatizadola importancia de los aspectos culturales cuando los individuos de menoresniveles socioeconómicos son sancionados socialmente por sus pares al tratarde imitar la conducta de individuos de mayor nivel socioeconómico (Fryer y 

Torelli, 2005). Por otro lado, otro conjunto de estudios ha enatizado cómola segregación socioeconómica residencial puede limitar el acceso a redes so-ciales y de contacto que posibiliten las conductas necesarias para una movili-dad social ascendente, generando una mayor concentración y reproducciónde la pobreza (Massey y Denton, 1993). En la misma línea, un alto grado desegregación socioeconómica en el sistema escolar podría potenciar el eectoadverso de los pares sobre el aprendizaje de los estudiantes más vulnerables(Echenique y Fryer, 2007). La evidencia sobre movilidad intergeneracionalque presentamos a continuación no permite establecer la importancia decada uno de estos mecanismos de transmisión, temas que constituyen unaimportante agenda para la investigación utura.

V. MOVILIDAD INTERGENERACIONAL DEL INGRESO EN CHILE ENpERSpECTIVA COMpARADA

En base al marco anterior, la movilidad intergeneracional del ingreso pue-de estimarse empíricamente por OLS por medio de la siguiente relación log-

lineal entre el ingreso permanente del padre y el del hijo:

 Y ihijo = β

0+ β

1Y 

i padre + ε

i(2)

donde  Y ihijo denota el logaritmo del ingreso permanente del hijo en la amilia

i e Y i padre  el logaritmo del ingreso permanente del padre, ε

ies un término de

error independiente de Y i padre que se asume está distribuido como N(0,o2),

como es usual. Nuestro parámetro de interés β1 representa la elasticidad dellargo plazo del ingreso del hijo con respecto al ingreso del padre. Existen doscasos extremos. Primero, β

1=0 describiría una situación de completa movili-

dad intergeneracional, donde el ingreso permanente del hijo en la adultez nomuestra una asociación estadística con el ingreso permanente del padre. Enel otro extremo, si β

1=1 existiría una situación de completa inmovilidad in-

tergeneracional, de tal modo que un hijo nacido de un padre con un ingreso

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situado en un x por ciento por encima de la media de su generación, tendráun ingreso exactamente de x por ciento por arriba de la media de su propiacohorte. Esta metodología requiere disponer de los ingresos de los padres y 

los hijos. En casos donde los ingresos de los padres no están directamentedisponibles, es habitual estimarlos a partir de un conjunto de determinantesde ingreso disponibles para el padre, tales como escolaridad y ocupación.

La tabla 2 reporta los coecientes de regresión intergeneracional para losingresos laborales en el Gran Santiago, según Núñez y Miranda (2006),6 obtenidos por medio de utilizar la educación de los padres, la experienciapotencial y la ocupación como predictores del ingreso de los padres.

La tabla 2 indica que el ingreso predicho de los padres tiene un eectopositivo y signicativo sobre los ingresos de los hijos, con una elasticidadintergeneracional del orden de 0.52-0.54.7 A su vez, la tabla 3 reporta elasti-cidades intergeneracionales del ingreso para Chile usando datos de la Casen2006. Los valores son más elevados que los obtenidos para el Gran Santiago,lo que es consistente con la idea de que las zonas rurales y urbanas pequeñasalbergarían una mayor persistencia socioeconómica entre padres e hijos encomparación con el Gran Santiago.

La evidencia reportada indica que Chile posee una limitada movilidad in-tergeneracional en relación a la evidencia internacional reportada en la tabla4. Algunos autores han sugerido y proporcionado evidencia de una relaciónpositiva entre desigualdad de ingresos y la persistencia intergeneracional de ladesigualdad.8 Desde esta perspectiva, la evidencia para Chile sería consisten-te con esta hipótesis, considerando que el país tiene una distribución del in-greso relativamente desigual en comparación con la evidencia internacional.

tabla 2

ESTIMACIONES DE LA ELASTICIDAD INTERGENERACIONAL DEL INGRESO LAbORAL

pOR TSIV (GRAN SANTIAGO)

INGRESO pREDICHO DEL pADRE A pARTIR DE:

COHORTE ESCOLARIDAD Y EXpERIENCIAESCOLARIDAD, EXpERIENCIA

Y OCUpACIóN

24-65 0.54 0.52

ee: nez y m (2006).

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Patrones de la movilidad intergeneracional del ingreso en Chile 

Es interesante examinar si la movilidad intergeneracional varía a travésde dierentes segmentos poblacionales de la distribución de ingresos en Chi-le. La tabla 5 reporta estimaciones de la matriz de transición para quintilesde ingresos laborales utilizando la educación de los padres y la experienciapotencial como predictores del ingreso de los padres. Puede observarse quela probabilidad de transición en las situaciones inerior-inerior y superior-superior son más elevadas, patrón que también es observado en general enotros países. Además, las probabilidades de transitar de los quintiles másbajos a los más altos y viceversa son bajas, lo que también es coherente conla evidencia internacional.

La tabla 5 indica una importante disparidad en los mecanismos de trans-misión intergeneracional en distintos segmentos de la distribución de in-

gresos, existiendo en particular una mayor persistencia intergeneracional(menor movilidad) en ambos extremos de la distribución de ingresos de lospadres, y un mayor grado de movilidad intergeneracional en los segmentosintermedios de la distribución. Sin embargo, la evidencia sugiere una asime-tría en el grado de persistencia en los extremos de la distribución del ingresode los padres, siendo en particular mayor el grado de persistencia socioeco-nómica en el quintil superior en comparación con el quintil inerior. Paraproundizar esta hipótesis, Núñez y Miranda (2007) reportan estimaciones

de ecuaciones de regresión de los centiles de los padres versus los centiles delos hijos. Encuentran, primero, que existe más movilidad intergeneracionalen los sectores medios que en los extremos de la distribución del ingreso y,segundo, que hay más persistencia intergeneracional en los sectores de altosingresos de la distribución. Este patrón se ve refejado en el graco 1, quemuestra el perl de la estimación MCO cúbica y la regresión por cuantiles delos centiles de ingreso de los padres versus los centiles de ingreso de los hijos.

tabla 3

ESTIMACIONES DE LA ELASTICIDAD INTERGENERACIONAL DEL INGRESO LAbORAL

pOR TSIV (CHILE, A pARTIR DE CASEN 2006)

INGRESO pREDICHO DEL pADRE A pARTIR DE:

COHORTEEDUCACIóN Y

EXpERIENCIAObS

ESCOLARIDAD,

EXpERIENCIA Y

OCUpACIóN

ObS

23-40 0.71 12396 0.56 118919

(0.017*) (0.016*)

*sv 5%.

ee: nez y m (2007).

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tabla 4

EVIDENCIA INTERNACIOINAL SObRE MOVILIDAD INTERGENERACIONAL DEL INGRESO

ELASTICIDAD

ESTUDIO pAíS COHORTEDE HIjOS

MCO VARIAbLEINSTRUMENTAL

oek (2001) 25-45 0.13

ck y hez (1999) c 29-32 0.23

l y K (1995) m >18 0.26

gwe (2001) m n ep 0.54

bök y jä (1997) se 29-38 0.28

We (1997) ae 27-33 0.34

lee y ty (2004) 30-40 0.36-0.43

s (1992) EEuu 25-33 0.29-0.39

s (1992) EEuu 25-33 0.45-0.53

dee, m

y ree (1997)

re u 33 0.39-0.59

gwe (2001) nep 0.44

gwe (2001) P 0.46

d (2004) b 25-34 0.53 0.69

ee y Ve (2004) b 25-64 0.58

ee y Ve (2004)b

(see)25-64 0.54

ee y Ve (2004)b

(nee)25-64 0.73

ee y Ve (2004) b (s) 25-64 0.62

ee y Ve (2004)b

(oee)25-64 0.55

*sv 5%.ee: nez y m (2007).

El gráco 1 también ilustra que mientras en la mayor parte de la distribuciónde ingresos de los padres, los hijos pueden terminar con alta probabilidadcon centiles de ingreso muy dierentes a los de sus padres, en la parte superiorde la distribución del ingreso es más probable que los hijos ocupen posicio-nes de ingreso relativamente similares a los de sus padres.

Es interesante notar que este resultado es consistente con la evidencia re-ciente sobre movilidad intergeneracional ocupacional para Chile. Torche(2005) encuentra que Chile presenta un mayor nivel de persistencia ocupa-cional en los estratos alto en comparación con la evidencia internacional, y 

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tabla 5

MATRIZ DE TRANSICIóN pOR qUINTILES (qUINTIL DE LOS pADRES ObTENIDO DE

DISTRIbUCIONES DEL INGRESO pREDICHO)

HIjO

pADRE INFERIOR 2DO 3RO 4TO TOp

INFERIOR 0.30 0.34 0.10 0.22 0.04

2DO 0.17 0.29 0.22 0.22 0.10

3RO 0.21 0.33 0.10 0.24 0.12

4TO 0.12 0.18 0.11 0.26 0.33

SUpERIOR 0.06 0.13 0.04 0.20 0.57

íNDICE DE

INMOVILIDAD0.30

ee: nez y m (2007)

gráico 1

REGRESIONES CúbICAS DE LOS CUANTILES DE INGRESOS

100

90

80

70

60

50

40

30

20

10

0

1 5 9 14 18 23 27 31 35 39 44 48 52 57 61 66 70 74 78 83 87 92 96

90 75 me me 25 10

un grado importante de movilidad en el resto de ocupaciones. Es sugerenteque investigaciones basadas en dierentes metodologías y dierentes marcosconceptuales lleguen a conclusiones convergentes. Como hipótesis, esta

evidencia puede estar asociada con la particular distribución de ingresos deChile, caracterizada por la gran proporción del ingreso nacional concentra-da en el segmento de mayores ingresos de la población, siendo el resto dela población particularmente igualitaria. Este patrón es tal vez, en algunamedida, responsable también de los patrones de movilidad intergeneracionalen Chile.

ce e pe

   c  e  n      i   l  e  s  p

  e  r  a   d  o   d  e   l   h   i   j  o

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tabla 6

ESTIMACIONES DEL COEFICIENTE DE MOVILIDAD INTERGENERACIONAL DEL

INGRESO (GRAN SANTIAGO)

COHORTE INGRESO pERSONAL INGRESO LAbORAL

23-34 0.46 0.46

35-44 0.54 0.52

45-54 0.63 0.65

55-65 0.59 0.58

TODA LA MUESTRA 0.54 0.54

ee: nez y m (2007)

VI. ¿HA AUMENTADO LA MOVILIDAD INTERGENERACIONAL EN CHILE?

En las últimas décadas Chile ha experimentado un crecimiento económicoimportante, acompañado de una reducción signicativa en la pobreza, y una

expansión sin precedentes de la educación y la escolaridad, pero modestoscambios en materia de desigualdad de ingresos. En esta sección examinamossi habrían tomado lugar cambios en materia de movilidad intergeneracionaldel ingreso y la educación que, en virtud de lo señalado al inicio, podríamosinterpretar como cambios en materia de desigualdad de oportunidades.

 Al respecto, un primer indicio puede obtenerse de la comparación delcoeciente de movilidad intergeneracional por cohortes, las que son presen-tados en las tablas 6 y 7.

La evidencia indica que las cohortes más jóvenes en general poseen valoresde persistencia intergeneracional más bajos. Una posible explicación de este e-nómeno es que la movilidad intergeneracional pudo haberse incrementado enlas últimas décadas. Sin embargo, este patrón también puede estar asociado aeectos de ciclo de vida en los ingresos, lo cual hace inapropiado concluir cam-bios en materia de movilidad de los ingresos sobre la base de la movilidad porcohortes. No obstante, considerando que los eectos de ciclo de vida son pocoimportantes en la acumulación de escolaridad después de cierta edad (aproxi-

madamente 23 a 25 años), es posible examinar la elasticidad intergeneracionalde la educación por cohortes, con el objeto de estudiar si se habría producidoun incremento en la movilidad intergeneracional de la educación.9 La tabla 8presenta la elasticidad intergeneracional de la escolaridad por cohortes. La evi-dencia indica valores sustancialmente más bajos para las cohortes más jóvenes,aunque cierta estabilidad para las dos últimas cohortes, eectos que no estaríanvinculados a cambios en la escolaridad a lo largo del ciclo de vida. Utilizando el

argumento anterior, esto proporcionaría un primer indicio de un incrementoglobal en la movilidad intergeneracional educacional en las últimas décadas.

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tabla 7

ESTIMACIONES DEL COEFICIENTE DE MOVILIDAD INTERGENERACIONAL DEL INGRE-

SO (CHILE, SEGúN CASEN 2006)

INGRESO pREDICHO DEL pADRE A pARTIR DE:

COHORTEEDUCACIóN Y

EXpERIENCIAObS

ESCOLARIDAD,

EXpERIENCIA Y

OCUpACIóN

ObS

23-29 0.55 3068 0.41 2938

30-35 0.78 4489 0.62 4274

36-40 0.74 4839 0.61 4607

23-40 0.71 12396 0.56 11819

ee: nez y m (2007).

tabla 8

ELASTICIDAD DE LA ESCOLARIDAD pOR COHORTE

COHORTE HIjOS E HIjAS HIjOS HIjAS

23-34

0.15

(7.48)**

0.15

(7.70)**

0.14

(4.14)**

35-44

0.15

(6.48)**

0.15

(4.12)**

0.15

(5.55)**

45-54

0.29

(9.75)**

0.24

(6.59)**

0.37

(7.57)**

55-65

0.37

(7.97)**

0.41

(5.34)**

0.32

(6.82)**

TODA LAMUESTRA 0.21 0.21 0.23

te ee pée.*sv 5%; **v 1%.

Conrmando lo anterior, las tablas 9 y 10 proporcionan especicacionesque muestran evidencia de una menor asociación entre la escolaridad de padrese hijos para las cohortes más jóvenes, como indican los coecientes del términointeractivo escolaridad-cohorte de los padres en ambas especicaciones.

 ¿Se traduce una mayor movilidad intergeneracional educacional en mayor movi-lidad intergeneracional del ingreso? 

En teoría, una mayor movilidad intergeneracional de la educación no debenecesariamente generar una mayor movilidad intergeneracional del ingreso,debido a que pueden existir otros actores que inhiban dicho proceso. Porejemplo, las dierencias en la calidad de la educación primaria y secundaria

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tabla 9

EFECTO COHORTE EN AñOS DE ESCOLARIDAD (VARIAbLE DEpENDIENTE:

ESCOLARIDAD DEL HIjO)

VARIAbLES TODOS HIjOS HIjAS

ESCOLARIDAD DEL

pADRE

17.183

(5.21)**

14.440

(3.06)**

19.945

(4.29)**

ESCOLARIDAD DEL

pADRE*COHORTE

-0.009

(5.09)**

-0.007

(2.98)**

-0.010

(4.21)**

COHORTE

0.119

(7.10)**

0.022

(7.00)**

0.089

(3.55)**

CONSTANTE

-223.716

(6.83)**

-40.527

(6.65)**

-165.007

(3.36)**

ObSERVACIONES

R2 AjUSTADO

1197

0.33

649

0.29

548

0.38

n: ce e e e e e e .te ee pée.*sv 5%; **v 1%.

que enrentan los dierentes sectores socioeconómicos, así como dierenciasen la calidad de la educación terciaria también correlacionadas con el estatussocial de las amilias y colegios de origen, pueden limitar el grado en que

una mayor escolaridad se traduce en mayores ingresos. Algunos estudios hanencontrado, por ejemplo, que la calidad de la educación –más que la esco-laridad o años de educación– ejerce una uerte infuencia sobre los ingresosindividuales y, en un contexto agregado, sobre el crecimiento económico delos países (Pritchett, 1996; Hanushek y Woessman, 2007).

Por otro lado, las redes sociales que acilitan la inserción laboral entre lossectores de mayores ingresos y la discriminación laboral por origen social tam-bién son actores que podrían limitar que una mayor cantidad de años de es-

colaridad se traduzca en mayores ingresos. Por ejemplo, para el caso de Chile,

Núñez y Gutiérrez (2004) reportan una dierencia de 50 por ciento en losingresos de los proesionales de dierentes estratos sociales, después de contro-lar por rendimiento académico, experiencia, calidad de la educación escolar,

estudios de postgrados, el dominio de un segundo lenguaje, entre otros.En línea con lo anterior, la segregación socioeconómica del sistema escolar

también podría ser un actor limitante para el grado de movilidad social. Unalto grado de segregación socioeconómica entre los estudiantes podría tenerun impacto sobre el logro educativo de éstos al limitar el eecto de los paresy el acceso a redes de contacto que posibiliten las conductas necesarias parauna movilidad ascendente (Echenique y Fryer, 2007). Recientes estudios en

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tabla 10

EFECTO COHORTE EN LA ELASTICIDAD INTERGENERACIONAL DE LA ESCOLARIDAD

(VARIAbLE DEpENDIENTE: LOGARITMO DE LA ESCOLARIDAD DEL HIjO)

VARIAbLES TODOS HIjOS HIjAS

ESCOLARIDAD DEL

pADRE

15.156

(5.67)**

16.548

(3.65)**

13.554

(4.66)**

ESCOLARIDAD DEL

pADRE*COHORTE

-0.008

(5.60)**

-0.008

(3.62)**

-0.007

(4.59)**

COHORTE

0.022

(4.11)**

0.153

(7.11)**

0.022

(6.68)**

CONSTANTE

-40.567

(3.90)**

-292.412

(6.91)**

-41.082

(6.35)**

ObSERVACIONES

R2 AjUSTADO

1197

0.32

649

0.29

548

0.35

n: ce e e e e e e .te ee pée.*sv 5%; **v 1%.

Chile muestran que la segregación socioeconómica sería mucho mayor en losestablecimientos particulares subvencionados que entre los municipalizados(Valenzuela et al., 2006).

Con el objeto de dar una primera mirada comparada a la movilidad edu-cacional y del ingreso en Chile en las últimas décadas, Núñez y Miranda(2008) estudian la evolución de ambas ormas de movilidad intergenera-cional por medio de examinar la movilidad entre padres e hijos que residen

 juntos, según las encuestas Casen desde 1987 en adelante. El año de naci-miento de los hijos permite estudiar el cambio de la movilidad educacionaly del ingreso. Dado que los hijos que residen junto a sus padres son gene-ralmente jóvenes, el análisis se acota al grupo entre 23 y 30 años, grupo quecontiene una signicativa proporción de hijos que viven con sus padres, queparticipan en el mercado laboral, y que mayoritariamente han nalizado suacumulación de escolaridad10.

Los resultados del estudio se presentan en el gráco 2, que describe la

evolución de la movilidad intergeneracional educacional y del ingreso enChile, según año de nacimiento, y normalizando el inicio de ambas series alvalor 100 para el cohorte nacido en 1960. La evidencia muestra que desdelos inicios de la serie, la movilidad intergeneracional de la escolaridad habríaaumentado, lo que es consistente con lo señalado anteriormente. Sin embar-go, la movilidad intergeneracional del ingreso se habría mantenido estableen gran parte del período, mostrando una caída sólo en los últimos años de

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la serie. El gráco 2 señala, además, que la serie de elasticidades intergenera-cionales de educación son menores que las correspondientes al ingreso paratodo el período. En Núñez y Miranda (2008) se muestra, también, que el

aumento en la movilidad intergeneracional de la escolaridad en este períodoes estadísticamente signicativa, mientras que no lo es para el cambio enla movilidad intergeneracional del ingreso. Esta evidencia indicaría que lamayor movilidad intergeneracional de la educación no se estaría traduciendoen una equivalente mayor movilidad intergeneracional del ingreso en las últi-mas décadas, lo que sugiere la existencia de actores que inhiben o limitan latransormación de mayor escolaridad en mejores perspectivas de generaciónde ingresos.

Elasticidad intErgEnEracional dE ingrEsos gini dE ingrEsos

Elasticidad intErgEnEracional dE la Educación

gráico 2

EVOLUCIóN DE LOS COEFICIENTES DE ELASTICIDAD INTERGENERACIONAL Y GINI DE

INGRESOS pARA LA COHORTE 23-30

120.00

110.00

100.00

90.00

80.00

70.00

60.00

50.00

40.00

1960 1962 1964 1966 1968 1970 1972 1974 1976 1978 1980 1982

30.00

a e e

VII. DISCUSIóN Y CONCLUSIONES

Este trabajo ha argumentado que el concepto de movilidad intergenera-

cional es importante por razones normativas, de eciencia económica y deeconomía política, y puede ser considerado un buen indicador del conceptode “igualdad de oportunidades” que prevalece en un país.

Este trabajo ha investigado el nivel y algunos patrones característicos dela movilidad intergeneracional del ingreso y la educación en Chile. Al res-pecto, la evidencia disponible sugiere que: i) Chile posee un nivel modestode movilidad intergeneracional del ingreso en comparación con la evidencia

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internacional disponible, ii) la movilidad intergeneracional se distribuye he-terogéneamente en la población, siendo más limitada en ambos extremos dela distribución de ingresos y más móvil en los sectores medios de la distri-

bución, iii) el segmento de mayores ingresos exhibe una movilidad interge-neracional signicativamente más baja que el resto de la población, inclusoque los segmentos de menores ingresos. Se propone a modo de hipótesis queeste hecho se vincula con la particular distribución de ingresos de Chile, enla cual los segmentos de altos ingresos poseen una desproporcionada raccióndel ingreso nacional, e ingresos sustantivamente mayores que el resto de lapoblación, en comparación con la evidencia internacional.

Por último, el trabajo proporciona evidencia de un aumento de la movi-

lidad intergeneracional de la educación (años de escolaridad) en las ultimasdécadas. Sin embargo, no se encuentra evidencia signicativa de aumentosde la movilidad intergeneracional de los ingresos . Este resultado indicaría quelos aumentos en movilidad educacional que habrían existido en Chile no seestarían traduciendo con la misma intensidad en mayor movilidad intergene-racional del ingreso, al menos para gran parte del período examinado (cohor-tes nacidos entre 1960 y 1983). Al respecto pueden plantearse dierentes hi-pótesis para conciliar estos hallazgos. Primero, es posible que existan actoresque estén limitando la transormación de mayor movilidad de escolaridad enmayor movilidad de ingresos. Por ejemplo, las dierencias entre estratos socia-les en la calidad del entorno en edad temprana, las dierencias de calidad de laeducación básica, media y terciaria a las que acceden los dierentes segmentossocioeconómicos de la población, el rol de las redes sociales y la existencia dediscriminación laboral por origen social, serían todos actores que podríanlimitar la movilidad intergeneracional de los ingresos, a pesar de la expansión

signicativa que ha experimentado el acceso a la educación de la poblaciónen las ultimas décadas. Adicionalmente, es posible plantear incluso como hi-pótesis que, a pesar del incremento generalizado de la escolaridad en Chile enlas últimas décadas, la segregación socioeconómica de nuestro sistema educa-cional, lo transorme en un vehículo de reproducción de la estructura social enChile, hipótesis que debe ser explorada con atención a uturo.

Por último, nos permitimos especular brevemente sobre las perspectivasuturas de la movilidad intergeneracional en Chile que podrían eventual-

mente modicar el panorama antes descrito. Al respecto, surgen elementosauspiciosos y adversos. Entre los auspiciosos, está la implementación, en losúltimos años, de las políticas públicas en materia de inancia y edad tem-prana, las cuales debieran contribuir a igualar las habilidades cognitivas y no cognitivas de las nuevas generaciones de niños, aunque sus eectos en losingresos y en inserción laboral sólo serán visibles en dos o tres décadas más.Por otra parte, el aumento de las condiciones de vida en general, y la mayor

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escolaridad y capital cultural de la población en su conjunto, podrían tam-bién generar condiciones materiales de vida más igualitarias para los niñosen Chile. Sin embargo, la marcada segregación socioeconómica de nuestro

sistema escolar, acompañado de las importantes dierencias en desempeñoescolar que exhiben los colegios que sirven a los dierentes sectores sociales,son actores que podrían continuar limitando la movilidad intergeneracionala uturo. Lo mismo podría ocurrir con la educación terciaria que, a pesar dela notable expansión que ha experimentado en las últimas décadas, la calidadde las universidades y centros de ormación técnica es heterogénea, y está engeneral positivamente correlacionada con el origen social de los estudiantes.Muchas de las preguntas e hipótesis señaladas anteriormente están abiertas

para investigación a uturo.

Notas1 E e e v , p ev e e p e ev e e e pe e e e v.2 P eep, e ep e e pe e ee ep e eee pe e p ay se. Ve, p eep, se (2000). Ve é e e exp e e e e de y E e b m (2005).3 l y e ep e v eee e e e v

eee ee pe e , e ppee e pp e e ee eev e pp e ee, e e pe pe eeev e eve p e e ve (pe e ).4 ce, ez y nez (2006) e e p ep ee pce. ae ee y ee ee e eee e e pxy p e y e e .5 P e e ce, nez y géez (2004) ee e exe e e e ee 30 40 p e ee ve pveee e e ve e pveeee e e y e , vez ee e ve eee epv .6 l ee p e pe e .7 Ee e e pe pe e ee p p e.8 Ve d (2004).9 u e ce, nez y m (2007) e e v e e-

ee 1996 y 2001 e e epé e 25 . E p e ee e e v e e e pe p p ee ee 23 y 65 .E ee, exe e ee eee e v eee e ep e vee e e e vee e v e e eep.10 E ee e e y pe pe e eev eee pe e p e. Vée nez y m (2008).

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CApíTULO 5

¿DE qUé HAbLAMOS CUANDO DECIMOS “CLASEMEDIA”? pERSpECTIVAS SObRE EL CASO CHILENO

VicEntE EsPinoZa / EmmanuEllE baroZEt

INTRODUCCIóN

En Chile, la desigualdad en los ingresos se encuentra entre las más altasdel mundo, con un índice de Gini de 0,55, que marca una considerable dis-tancia entre ricos y pobres. Sin embargo, de manera paradójica, entre el 60%y el 80% de la población considera que pertenece a la clase media (Wormaldy Torche, 2004). Quizás esta combinación de alta desigualdad junto a unamasiva autoidenticación con la clase media sea uno de los hechos más in-teresantes en la sociedad chilena actual. En este contexto, ¿de qué hablamoshoy cuando decimos “clase media”?

Los nuevos grupos sociales “medios” suelen reerirse a una antigua clasemedia para denir lo que ya no son, pero diícilmente logran articular lo queson de manera positiva o sustancial en el nuevo panorama social chileno.1 Elrecuerdo de esta antigua clase media, muchas veces transmitido de padresa hijos, sigue rondando en el discurso de muchos, aunque sientan que yano corresponde con el ideal de justicia que existió alguna vez. Ciertamente,esta clase media a la cual dice pertenecer hoy la gran mayoría de los chilenosy chilenas no corresponde a la clase media del siglo XX, constituida comoun sector social dueño de una identidad presente aún hoy en el imaginariosocial, como portador de un proyecto de país ancado en la democratizacióny el progreso social. Este grupo, que se constituyó en uno de los pilares deldesarrollo nacional entre los años 1920 y 1970, foreció en el marco de lasalarización de la uerza de trabajo y el uerte crecimiento de la tasa de ur-banización, unidos al aumento de la cobertura y duración de la escolaridadormal. Desde hace tres décadas, sin embargo, cualquier intento de deni-

ción precisa de este grupo –y, por lo tanto, su medición– plantea diversasdicultades. Las drásticas transormaciones de la estructura de produccióny de la organización social del país en los 30 últimos años parecieran haberbarrido no sólo con la antigua clase media, sino también con los criteriosque denían esos sectores. Las categorías sociales que hoy, sin ser ni ricas nipobres, apelan a su esuerzo y capital educacional para construir en el mediode la jerarquía social un espacio propio, se mantienen uera de las dicultadescotidianas que caracterizan a los sectores populares, pero no parecen alcan-

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zar un horizonte de seguridad en su posición. Sometidos a altos niveles deprecariedad, con una protección social limitada, se insertan de manera die-rencial en el conjunto del edicio social chileno, pero sin una identidad clara

y sin saber a ciencia cierta por qué se parecen o se dierencian de los demásgrupos sociales. Tampoco sienten que la actual clase media siga siendo unanorma o un ideal para el conjunto de la sociedad chilena: no cuentan conla estabilidad que dan ingresos por sobre la media o benecios del capital,pero tampoco son el objeto de la política pública, primordialmente dirigidaa los pobres.

Con el n de ordenar rigurosamente el debate y los criterios de catego-rización de la clase media chilena hoy, resumiremos brevemente las gran-

des tradiciones sociológicas que se han dado en torno a su naturaleza. A continuación, revisaremos las principales deniciones que se le han aplicadotanto en Chile como en otros países. Luego, y más allá de los problemas quelevanta cualquier intento de dilucidar lo que es la clase media, indagaremosen los criterios de medición de las mismas, primero a partir de los ingresos,luego a partir del consumo y la ocupación, para nalmente caracterizarlas,en especial a través de su nivel educacional, a base de las uentes disponiblesa la echa. Cada intento de denición pareciera poner el oco en un aspectodistinto de ese segmento social, permitiendo, sin embargo, dierenciar dosprincipales grupos dentro de las clases medias.

1. El inters de la refexin sore clase media en el deate soreestraticacin social: ¿or u y cmo se refexiona sore mesocracia?

Como se ha repetido incontables veces, la pregunta acerca de la naturale-za, la composición y el estatus de la clase media en las distintas ases del ca-pitalismo ha dado lugar a uno de los debates más candentes del campo de la

estraticación social. Desde Marx, quien abre muchas pistas sobre este gruposocial, hasta los contemporáneos, se ha intentado por varias vías desentrañarlo que distingue la clase media en la estructura social y el papel que juegaen las sociedades, desde un punto de vista teórico, ideológico, histórico oempírico. Como lo señala Wacquant, a partir de los trabajos de Marx, eldebate se ha articulado sobre todo en torno a las siguientes preguntas: “¿Sonlas clases medias categorías transitorias o están aquí para quedarse? ¿Se están

proletarizando o no? ¿Constituyen una clase genérica o comprenden variasclases, o bien de alguna manera se encuentran uera de la estructura de clases?¿Y cómo, exactamente, se dierencian de la clase trabajadora?” (Wacquant,1991: 41).

  A comienzos del siglo XX, las transormaciones del sistema capitalistamundial y las nuevas ormas que adquieren las estructuras sociales del viejocontinente llevaron a Weber a plantear una refexión más amplia acerca dela clase media. Su razonamiento se desplaza desde su lugar en la posesión

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de los medios de producción hacia elementos de denición tales como lasrelaciones de mercado, la cultura o el estatus de estos sectores. Explora conmayor detalle las dierencias entre los diversos grupos que conorman las

clases medias europeas, así como las ronteras entre esos grupos y los grupospopulares por un lado, y los grupos acomodados por el otro. Permite de estamanera un acercamiento multidimensional a la noción de clase. En eecto,con el aumento de la escolaridad y la mayor diversidad y complejidad de lastareas burocráticas, la clase media parece haber demostrado que no era unaclase transitoria, al aumentar la distancia entre ella y los grupos populares,pero también al aumentar el prestigio social asociado a esta capa.

 A lo largo del siglo XX, las interpretaciones y descripciones de la cam-

biante clase media sumarán muchos trabajos heurísticos sobre este segmentosocial y sus transormaciones, tanto desde la tradición marxista (Poulantzas,1977; Goldthorpe, 1982; Wright, 1985) como desde la weberiana (Lockwo-od, 1958; Dahrendor, 1972). A partir de los años 70, ambas tradicionesconfuyen para dar lugar a trabajos que, según sea la escuela de pensamiento,ponen más o menos énasis en deniciones de corte teórico/ideológico oen los datos de distribuciones empíricas de ingreso o prestigio. Para la clasemedia, más que para cualquier otro grupo social, se establece muy tempranoque el criterio económico puro no es suciente para denirla en su diversidady en oposición con los demás grupos sociales: el estatus o el lugar ocupadoen el mercado son cruciales para dar cuenta de ello. Como consecuencia, seasume con más claridad a partir de los años 70 que la clase media es un grupocon “geometría variable”, no solamente según los países, sino también conrelación a los procesos históricos en los cuales se encuentra inmersa. Pareceasumirse más ácilmente que se requiere de cierta fexibilidad en el análisis

de la clase media, corriendo de esta manera el peligro de perder de vista unadenición rigurosa y única para este grupo.En este panorama diuso, Bourdieu pondrá los estudios sobre clase, y en

especial los trabajos sobre clase media, en una nueva perspectiva, que acen-túa el aporte weberiano acerca de la multidimensionalidad de las clases y sucarácter subjetivo, al poner de relieve la autoproducción de las clases (Bour-dieu, 1979, 1984) y la plasticidad de los espacios sociales, moldeados porvariados tipos de capitales. Parte del debate se desplaza al nivel simbólico

en el cual se denen también las clases. En este recorrido, se pone especialénasis en el lugar que ocupa el Estado y sus agencias en el reconocimiento dediversos grupos de clase media (Boltanski, 1982; Kocka, 1989).

Una vez abierta la puerta hacia lo simbólico y la autoproducción de lasclases sociales, los estudios culturales instalarán a partir de los años 70, enespecial en los países anglosajones, un nuevo campo de estudio centrado enlas deniciones discursivas, las percepciones de los grupos en cuestión y una

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nueva crítica al concepto de clase, que en una así llamada época posmodernaya no permitiría dar cuenta de los agregados sociales, tanto en términos ob- jetivos como subjetivos (Beck, 1992). Hoy en día, con el vigoroso retorno de

los estudios de estraticación social, el debate se vuelve a centrar en las iden-tidades de clase en un contexto de mayor individualización, con una miradamucho más atenta a los elementos subjetivos y culturales que son parte dela denición de clase, en especial para los sectores medios, pero sin dejar delado la insaciable búsqueda de una denición objetiva en base a las variablesmás tradicionales que se manejan en las ciencias sociales: la ocupación, elingreso y la educación.

2. ¿qu son realmente las clases medias? Acercamientos tericos,emricos e histricos contemorneos

Si nos centramos ahora más en la búsqueda de deniciones que en el con-texto general en el cual se ha refexionado sobre clase media, cabe destacarque en la literatura internacional existe un claro esuerzo por denir la clasemedia como una categoría que tiene valor por sí misma; es decir, como ungrupo social que posee recursos asociados a un determinado capital cultural,mientras la elite controla el capital nanciero y los trabajadores venden su

uerza de trabajo (Giddens, 1982). Este tipo de denición sustantiva, aunquepermite establecer una visión nítida de la naturaleza de la clase media, no estáexenta de dicultades al momento de dar cuenta de la estructura social comoun todo, dada la dicultad para articular los tres principios en una mismalógica. Otras elaboraciones asentadas en el marxismo han intentado denira las clases medias como posiciones contradictorias de clase, vale decir, queson a la vez explotadas y explotadoras, aunque tampoco en este esquema halogrado mostrarse cómo la autoridad o calicación asociada con las capas

medias se convierte en una relación de explotación (Wright, 1985).En Chile, en cambio, las deniciones en uso de la clase media son de tipo

residual y los cortes entre grupos sociales más bien arbitrarios. Muchas de-niciones de clase media parten por identicar un continuo que ordena unapoblación de menor a mayor en unción de algún criterio, generalmente elingreso monetario (Revista 110, 2008). En un esquema de este tipo, la clasemedia corresponde a aquella parte de la población que se ubica entre los ex-

tremos de esa distribución. En otras palabras, la clase media es por deniciónlo que los extremos no son: ni ricos ni pobres, ni populares ni dominantes,ni explotadores ni explotados, y así sucesivamente, lo que termina por com-prender casi el 70% de la población, sin que ese segmento medio alcance unadenición propia. Lamentablemente, un enoque residual de la clase mediaes inadecuado para propósitos de investigación o de diseño de política públi-ca, porque resulta verdadero por denición: siempre se encontrará algo quese puede llamar “clase media”. Más aun, la denición de clase media como

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residuo entre niveles altos y bajos no sólo es una mala denición, sino quela denición de algo totalmente distinto, porque constituye en primer lugarla denición del continuo y no de su centro. Por ejemplo, al denir la clase

media como el centro en una distribución de ingresos, lo que se ha denidoen primer lugar es la distribución del ingreso, con lo cual la “clase media”deviene un corte arbitrario y poco operacional.2 Incluso, la dicultad paraconstituir conceptualmente el objeto ha llevado a algunos a declarar imposi-ble o impropio denir una clase media, porque el centro, en último término,podría asimilarse con uno u otro extremo (Wright, 1985). En ciencias socia-les, reconocer la clase media como objeto de estudio requiere identicar unprincipio constitutivo que sea propio del grupo. Para ello, un camino hacia

la denición puede partir desde un enoque teórico que permite identicarlas unidades sociales correspondientes a la denición a través de un procesode operacionalización. Alternativamente, puede optarse por un camino em-pírico que construye su denición identicando las características comunesque tienen las unidades reconocidas como clase media.

Luego de esta breve advertencia sobre las dicultades epistemológicas quelevanta cualquier intento de denición de la clase media, recorreremos uncamino más bien histórico, con un breve paso por las deniciones que se hanaplicado en Chile y América Latina a este sector de manera empírica, perocon el aán de relacionar esta refexión a las condiciones históricas y regiona-les que han dado su morología a este grupo. En América Latina y en Chileen especial, la denición históricamente especíca de la clase media constitu-ye el punto de partida obligado para cualquier presentación y caracterizaciónconsistente de estos sectores (Filgueira, Geneletti, 1981; Sémbler, 2006). Deacuerdo con este enoque, la clase media está conormada por grupos urba-

nos ubicados en ocupaciones de servicio, generalmente vinculadas con elEstado. En el caso de Chile, desde mediados del siglo XIX, esta clase aparececomo un sector dierente de los grupos populares o más pobres, conormadopor los criollos y mestizos descendientes de los colonizadores españoles. Cul-turalmente, se trataría de grupos sociales “blanqueados”, que se constituyenen un juego de simulación destinado a ocultar su origen espurio (Monteci-no, 1991). Durante la segunda mitad del siglo XIX, la clase media se abultacon artesanos, antes de ceder su espacio a las cohortes de burócratas que

forecen a la sombra de la expansión del aparato público a partir de 1920 y posteriormente con la industrialización (Barozet, 2006; Barozet y Espinoza,2008). Mientras que ser uncionario público es prácticamente idéntico quepertenecer a la clase media, en el sector privado existe, entre 1924 y 1979,una estrecha asociación entre “ser de clase media” y “ser empleado”, debido aque el Código del Trabajo dierenciaba los estatus de obrero y empleado, quetenían acceso a benecios sociales distintos.

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Respecto del espacio geográco que enmarca el crecimiento de la clasemedia, cabe subrayar que la distribución de la población chilena entre zonasurbanas y rurales desde los inicios del siglo XX muestra una clara tendencia

a la urbanización, enómeno estrechamente relacionado a la consolidaciónde los sectores mesocráticos. Ya a comienzos del siglo XX, se apreciaba unapequeña brecha entre zonas urbanas y rurales, aunque con predominio de laúltima. En la década de 1930, la población en ciudades supera a la poblacióndel campo por un pequeño margen, el que se acrecienta ya desde la décadasiguiente hasta alcanzar un predominio completo de las ciudades, que en2002 concentraban sobre el 86% de la población.3

Mirado retrospectivamente, el carácter urbano de la clase media modera

su peso para el conjunto del país. En eecto, como anota Salazar (2008), noexistió en Chile una clase media rural comparable a la de los países europeos.El incremento de la migración del campo a la ciudad en la segunda mitad delsiglo XX no sólo redujo el peso de la clase media en las ciudades, sino quepuso en cuestión su modelo de inclusión social basado en la cercanía a losrecursos públicos y los privilegios legales, que no pudo expandirse hacia losnuevos habitantes de las ciudades (Espinoza, 1988).

urbana rural

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gráico 1

EVOLUCIóN DE LOS pORCENTAjES DE pObLACIóN URbANA Y RURAL. CHILE 1907-2002

ee: inE. ce e p 1907-2002.

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En todo caso, más allá de su denición más bien residual, la refexiónsobre clase media en Chile quedará envuelta durante gran parte del siglo XX en las teorías de la modernización, así como en la refexión acerca del tipo

de desarrollo que permite hacer pasar las sociedades latinoamericanas desdemodelos tradicionales de organización a modelos industriales (Atria, 2004;Méndez, 2007). En gran parte de ellas, la clase media es analizada desde surelación con los demás grupos sociales, en especial en términos de alianzasideológicas y políticas, sea con los sectores populares o con la elite, según losmomentos históricos. Se subraya recuentemente en esa época, aunque noaparezca claramente ormulado, que el papel de la clase media es crucial en elproceso de modernización de la sociedad chilena. De hecho, a mediados del

siglo XX, la clase media se erige como expresión del interés nacional con unproyecto de progreso cuyo eje son políticas públicas integradoras, elementobien retratado por sociólogos e historiadores (Pinto, 1971).

Cabe además advertir que en el plano discursivo, sobre la base del creci-miento de la clase media a lo largo del siglo XX, que llega a representar el30% de la población en los años 60, se constituyó un uerte discurso sobreel bien común. A pesar de no llegar a ser nunca mayoritarios, estos sectoresaparecen como expresión de un ideal de justicia, y sus integrantes son descri-tos como los guardianes del progreso social y la igualdad de oportunidades.En gran medida, este discurso es una orma de legitimación de las proun-das desigualdades que existen en el país y que no retroceden a lo largo delsiglo XX, a pesar del crecimiento de la clase media. Contrariamente a supar europea, la clase media chilena crece de manera precaria, con ingresoslimitados, y su integración depende más bien de su capacidad para obtenerventajas sociales suministradas por el Estado que de la consolidación de sus

ingresos. En esta construcción, el Estado actúa como un centro legítimo deredistribución de las riquezas, pero no logra constituir una base social sólidapara el desarrollo del país.

Los trabajos realizados en el marco de la CEPAL después de la segundaguerra mundial abrirán otro espacio de refexión, también inspirado por lateoría de la dependencia, que estudian con especial atención las relacionesentre clase media y elite. Sin embargo, la esperanza de que las sociedades la-tinoamericanas, y en especial la chilena, se transormarían en algún punto de

su historia en sociedades de clase media (Méndez, 2007) quedó deraudadaen la segunda mitad del siglo XX, debido al estancamiento del modelo dedesarrollo, así como al aumento de las desigualdades y, luego, a las impo-nentes transormaciones que resultarán de la dictadura. En eecto, en el casode Chile, particularmente, no se puede dejar de mencionar la ruptura másimportante que registra la historia de la clase media, y que moldea su actualsionomía: la ola neoliberal de los años 70 y 80, que expulsa este sector del

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alero del Estado, notablemente proesores y trabajadores de la salud, redu-ciendo la calidad y la cobertura del empleo público. Para el sector privado,la dictadura termina con la dierencia establecida en el Código Laboral entre

empleados y obreros a través del Plan Laboral, lo que signica el n simbóli-co de la clase media tradicional. Los trabajos de servicio pasan a ejercerse deorma dependiente en el sector privado, con contratos y sistemas de protec-ción social más precarios, que redundan en una mayor inestabilidad laboral.Los mecanismos estructurales de movilidad social son proundamente alte-rados, introduciendo una mayor individualización en los movimientos en lapirámide social (Espinoza, 2002). La ocupación, en este momento, deja deorecer un anclaje uerte para una denición sustantiva de clase media, de

orma que algunos autores pasan a hablar de “clases medias” resaltando sudispersión o desarticulación (Martínez y León, 1985, 1987).

Más recientemente, y siguiendo a Bourdieu o inspirándose en los estu-dios culturales, una nueva generación de cientistas sociales abre un debatedistinto sobre clase media a partir de mediados de los años 2000, y trasladala refexión desde las deniciones objetivas hacia el campo de lo subjetivo,de lo simbólico y de las identidades, recurriendo a un trabajo mucho máscualitativo. Ya en parte abordado por Lomnitz en los años 60 y 80 (Lomnitz,1991, 1994), este tema gana en amplitud y precisión con los trabajos sobreidentidad de clase media de Méndez (20074, 2008), que buscan mostrar–más allá de las inevitables ambigüedades que levanta el concepto de clasemedia cuando casi el 80% de la población chilena se declara como tal– cómooperan las identidades como actores de dierenciación social, tanto verti-cal como horizontalmente, y cuáles son las líneas de tensión –en términosidentitarios– que aparecen cuando los chilenos y chilenas describen su per-

tenencia a dierentes grupos de clase media. Este abordaje permite hilar muy no respecto de la movediza adhesión a identidades de clase en el marco deun modelo neoliberal; obliga a contextualizar los debates sobre clase mediaen un país en el cual, durante los años 70 y 80, los colectivos sociales ueronreprimidos y la resolución de los problemas sociales puesta en el mercado y en el plano individual. Lo interesante en este enoque es que presenta unaorma alternativa de refexionar sobre clases respecto de las líneas más bienestructurales y objetivantes presentadas anteriormente: agrega un grado más

de complejidad en el entendimiento de lo que son las clases y los mecanis-mos de producción y reproducción de las mismas, y termina de establecer elmarco en el cual nos movemos hoy día cuando pretendemos dilucidar lo queson las clases medias en Chile.

Chauvel (2000: 2), a propósito de la ocalización en las políticas públicas,realiza una refexión relativa a la identicación de poblaciones especiales, queresulta muy pertinente en nuestra línea de trabajo: “La población objetivo

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[de una política pública] es un grupo más borroso, con ronteras más porosasque lo que se creía. Peor, el blanco es móvil”. En eecto, los criterios necesa-rios para ubicar los individuos en un espacio social trascienden las demandas

de ecacia en la política pública, por cuanto, agrega Chauvel, la posiciónsocial no se dene a base de un solo criterio, sino que mediante el cruce deuna multitud de recursos y pasivos acumulados. Vale decir, el problema de laestraticación, y de las clases medias en especial, debe plantearse en términostopológicos antes que tipológicos, por medio de la construcción de espaciosde representación multidimensional. En ellos, la posición de los individuosno se corresponde necesariamente con una escala única, sino que gravita enun espacio de múltiples dimensiones (Dubet y Martucelli, 2000).5 En base a

esta armación, mostraremos en las próximas páginas las diversas dimensio-nes que constituyen las clases medias en el Chile de hoy.

3. La denicin desde los ingresos: ¿es la clase media el centro degravedad de la sociedad chilena?

 A primera vista, denir a la clase media puede parecer una trivialidad,pues cualquier distribución continua (siendo para las “clases” generalmentelos ingresos monetarios) posee un centro alrededor del cual se constituye la

clase media de esa distribución. Algunos economistas más advertidos de losproblemas lógicos que conlleva este tipo de denición se cuidan de llamarlo“estrato” antes que clase (Birdsall et al., 2000). Sea cual sea el nombre quese le dé, el problema de ondo consiste en identicar el “centro” de la distri-bución. En una distribución simétrica, ello no reviste mayor complicación,pues las tres medidas habituales de tendencia central –media, mediana y moda– coinciden en un mismo valor. No obstante, en distribuciones sesga-das, como las de ingreso, y en especial en países de alta desigualdad como

Chile, la ubicación del centro plantea un problema serio, pues las tres medi-das se ubican en puntos dierentes. En particular, la media es más sensible aunos pocos ingresos altos que la desvían considerablemente de la mediana.

 Al utilizar la variable ingreso6 con el n de identicar a quiénes compo-nen las clases medias hoy en Chile, no denimos estrictamente un grupo,sino una categoría de hogares o personas con ingresos similares. No obstanteesta limitación, constituye un punto de partida necesario. Si partimos de la

armación de que la clase media chilena comprende las personas u hogaresque tienen ingresos alrededor del centro de la distribución nacional, nos en-rentamos a un primer problema: ¿dónde está ese centro? En Chile, segúnciras de la Encuesta CASEN7 2006, el ingreso del grupo amiliar que seubica en la mediana de la distribución de ingreso equivale a $ 450 mil pesos(US$ 900); a cambio, el ingreso promedio del grupo amiliar típico asciendea $ 569 mil pesos (US$ 1.150).8 La distancia entre la mediana y el promedioen Chile, para el año 2006, alcanza dos deciles y medio; esto es, el ingreso

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promedio se encuentra en el percentil 75%. El resultado anterior no debesorprender, pues corresponde a una distribución desigual y sesgada hacia losingresos más altos.

En este contexto, ¿cuál es el peso relativo del centro en comparación conel resto de la sociedad? El estándar internacional consiste en utilizar un tra-mo de más 25% y menos 25% del ingreso correspondiente a la mediana,para jar los límites del estrato medio. De acuerdo con esto, desde 1990, laclase media comprende entre el 22% y el 24% de los hogares chilenos, cirasemejante a la de otros países de América Latina. Las autoridades chilenasgustan comparar el país con España e Irlanda, donde, según la misma me-dida, la clase media alcanza 36% de la población; la comparación con los

países escandinavos resulta menos conveniente, pues la clase media denidade esta orma para esos países alcanza prácticamente 50% de la población(Birdsall et al., 2000). El bajo peso de la clase media en Chile es el refejode una distribución altamente desigual del ingreso. Desde el punto de vistade los modelos de desarrollo, los niveles de desigualdad que exhiben paísescomo Chile, México o Brasil plantean dudas con respecto a la viabilidad desu desarrollo, por cuanto ninguna economía desarrollada posee tales nivelesde desigualdad.

tabla 1

LA CLASE MEDIA CHILENA EN COMpARACIóN INTERNACIONAL (CIRCA 1996)

pROpORCIóN

DE CLASE

MEDIA

RESpECTO DEL

TOTAL DE LA

pObLACIóN

(EN %)

pROpORCIóN

DE LOS

INGRESOS DE

CLASE MEDIA

RESpECTO DE

LOS INGRE-

SOS TOTALES

(EN %)

pNb pER

CápITA

(EN US$)

INGRESO

pROME-

DIO pER

CápITA

(EN US$)

UMbRALES DE

INGRESO DE LA

CLASE MEDIA

(EN US$)

MíNIMO MáXIMO

pROMEDIO DE

pAíSES DE ALTOS

INGRESOS9

37,2 31,8 18.775 10.909 6.935 11.558

ESpAñA 36 30 12.220 5.707 3.548 5.913

IRLANDA 36,1 28,1 8.850 3.332 2.939 4.899

FINLANDIA 49,1 39,4 18.510 10.129 6.760 11.267

EX pAíSES DE

EUROpA ORIEN-

TAL (pAíSES EN

TRANSICIóN)10

41,7 34,5 5.555 3.632 2.732 4.552

AMéRICA

LATINA11 21,7 13,2 7.200 4.697 1.649 2.748

bRASIL 20,7 9,6 6.250 4.563 1.326 2.211

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Si se hace el mismo cálculo considerando ahora el promedio de ingresos,el tamaño de este estrato alcanza de 15% a 17% entre 1990 y 2006. En2006, el tamaño combinado desde el límite inerior del estrato mediano al

límite superior del estrato medio comprende el 45% de los hogares. Losestratos denidos alrededor de la mediana y la media de la distribución delingreso, sin embargo, comprenden dos poblaciones distintas; de hecho, ellímite superior, tomando como reerencia la mediana, no se traslapa con ellímite inerior, que toma como reerencia el promedio. Para nes compara-tivos, podemos segmentar la distribución del ingreso medio deniendo unestrato alrededor de la mediana y otro alrededor de la media, 12 los cualesserán denominados medio bajo y medio alto, respectivamente. La tabla si-guiente muestra algunos descriptores de los estratos obtenidos con este tipode segmentación, en base a los datos de la CASEN 2006.

CHILE 21,5 14,2 11.620 8.803 3.016 5.027

COSTA RICA 24,5 17,6 6.510 4.326 1.926 3.210

MéXICO 22,4 13,5 7.660 2.883 1.000 1.666

pANAMá 19,4 13,5 6.580 5.373 1.718 2.864

pERú 21,4 13,1 4.580 2.232 908 1.513

ee: E e e e b e . (2000).

tabla 2

DESCRIpTORES SEGúN ESTRATOS DE INGRESO pER CápITA DEL HOGAR

(EN % DEL TOTAL DE LA pObLACIóN)

ESTRATO

% HOGARES

pOR ESTRATO

jEFE DE HOGAR

MAYOR DE 60AñOS

pROMEDIO

EDAD jEFEHOGAR

HOGARES qUE

pERCIbEN

INGRESOS DEL

TRAbAjO

% MUjERES

jEFAS DEHOGAR

bAjO 36,0 24,8 49,7 84,2 31,5

MEDIO- bAjO 24,4 32,8 53,3 87,6 30,4

MEDIO- ALTO 20,2 28,7 52,1 92,2 28,5

ALTO 19,4 23,4 50,1 93,9 26,7

TOTAL 100 27,3 51,2 88,5 29,7

ee: d e e e casEn 2006.

El tamaño de los estratos revela que los sectores medios se encuentran le- jos de la línea de pobreza y de su zona de vulnerabilidad; se encuentran tam-bién lejos de los estratos de mayor ingreso, pues el límite superior del estratomedio-alto solamente alcanza el decil 8. Existen luego algunas asociaciones

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directas, características de los hogares, como es la asociación con los ingresosdel trabajo, que se incrementan según sube el nivel de ingreso general. Des-de el punto de vista demográco, se observa un menor peso de las mujeres

 jeas de hogar, al paso que se incrementa el nivel de ingresos. Finalmente,los hogares más jóvenes se encuentran en ambos extremos de la distribucióndel ingreso, lo cual parece indicar dicultades de inserción entre los estratosbajos y ventajas entre los altos. En ausencia de mayor inormación, es diícilinterpretar la mayor edad de los jees de hogar en los estratos medios.

En conclusión, la clase media vista desde el ingreso no establece un centrode gravedad claro para la sociedad chilena, dado el sesgo de la distribucióna partir de la cual se construyen los estratos. En realidad, dependiendo del

punto de vista, existen dos estratos medios, uno ubicado alrededor de la me-diana y otro alrededor de la media, que no se traslapan en ningún momento.La asociación con algunos determinantes del ingreso hace más dicultosoidenticar el sector medio, pues indica solamente una asociación lineal, sincortes obvios.

4. La clase media segn la caacidad de consumo de los gruossocioeconmicos: ¿una medicin ms recisa?

Otra denición en términos económicos de la clase media, esta vez desdeel marketing, descansa en la capacidad de consumo de los grupos sociales. Al igual que los estudios basados en el ingreso, suelen representar la socie-dad como un continuo, sin rupturas claras entre clases, dando la imagen deuna sociedad relativamente abierta. Los acercamientos desde el marketingno permiten llegar rápidamente a un consenso respecto de qué tramos deconsumo constituyen la clase media o los distintos estratos que componenla clase media chilena. Además, este tipo de análisis establece cortes rígidos e

iguales para todos los países. A modo de ejemplo, los economistas Barnejeey Dufo (2008) determinan que, para eectos de comparación internacional,y con el n de caracterizar la “clase media global”, se puede dejar este sectoren el mundo en desarrollo como quienes gastan entre US$ 2 y US$ 10 percápita al día, siendo considerados como pobres quienes gastan menos deUS$ 2 per cápita13 al día. La distancia entre US$ 2 y US$ 10 en términos degastos diarios per cápita permite, a su vez, establecer estratos dentro de lo que

se considera en ese estudio como clase media. Por su lado, Easterly (2001)señala que la clase media corresponde a los sectores que se encuentran entrelos percentiles 20 y 80 de la distribución del consumo, lo que nuevamentedeja un sector muy amplio en el centro de la distribución, que resulta una vezmás muy diícil de especicar.

Otros estudios de marketing para el caso chileno establecen grupos deconsumo en unción del nivel educacional del jee del hogar y de un  proxy 

del ingreso, que agrupa una batería de diez bienes del hogar,14 según el sis-

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AbC1 Ee y e e-

C2 ce e-e

C3 ce e-

D see ppe

E see pe

tema Esomar.15 En este caso, se suele usar la siguiente categorización, quedetermina cinco grupos:

tabla 3

pORCENTAjE DE pObLACIóN E INGRESO DE LOS ESTRATOS

SOCIOECONóMICOS (ESOMAR)

ESTRATO

SOCIOECONóMICO

(ESOMAR)

% DE LA pObLACIóN

EN CADA ESTRATO

% DEL INGRESO DE CADA ESTRATO EN

RELACIóN CON INGRESO TOTAL NACIONAL*

AbC1 7,2 30,7

C2 15,4 25,9

C3 22,4 19,6

D 34,8 18,6

E 20,3 5,3

*ie e e, e e e casEn 2006.ee: ak, 2004.

Esta clasicación, ampliamente usada a nivel internacional, no establece, sinembargo, grupos consistentes en términos de identidad, pues sólo reparte las

personas en distintos sectores en unción de umbrales predenidos de consumo.En este caso, la clase media quedaría integrada por los sectores C2 y C3.Respecto de las variables usadas, el grupo C3 representa a los grupos quese ubican entre los dos extremos siguientes: no tener ninguno de los bienesdescritos, pero sí contar con estudios de nivel técnico incompletos o más,hasta no tener estudios de ningún nivel, pero sí contar con nueve de losbienes listados. El nivel socioeconómico C2, a su vez, agrupa a los sectoresque poseen entre cinco y diez de los bienes, pero cuyo nivel educacional varíaentre media incompleta y universitaria completa. Ambos grupos, como sepodrá vislumbrar, representan una heterogeneidad tan uerte, que no permi-ten de ninguna manera realizar agrupaciones en términos de identidad socialo conjeturar que más allá de un determinado nivel de consumo, esos sectorestengan algo en común, y menos una identidad que compartir.

Según datos del último censo (2002) y de la encuesta CASEN (2006), lasdistintas categorías Esomar abarcan las siguientes proporciones de la pobla-

ción chilena, con sus respectivos porcentajes de ingreso, en relación con losingresos totales del país:

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Sumando las distintas categorías, que según este esquema corresponden ala clase media, obtenemos casi el 38% de la población chilena. Si incluimosuna parte del nivel socioeconómico C1 (clase media acomodada), alcanza-

mos el 40% de la población. Los sectores medio-medio y medio-bajo alcan-zan el 46% del ingreso total, aunque con gran heterogeneidad interna, comoveremos a continuación, lo cual les dierencia del estrato ABC1.

La clasicación utilizada en los estudios de marketing, por lo demás, nopropone un modelo nuevo de estraticación, ya que es una mirada ajustadadel nivel socioeconómico, centrado en la capacidad de consumo. Aclaremosque la representación que los estudios de marketing hacen de la sociedadse reduce a quienes tienen capacidad de consumo o, más precisamente, ca-

pacidad de endeudamiento. En la actualidad, la rontera de los estudios demarketing se encuentra en el llamado “estrato D”, lo que tiene como conse-cuencia que la validez de sus distinciones ha alcanzado por décadas menos dela mitad de la población. La segmentación interna de los estratos, que a vecesse presenta como “estilos de vida”, más que integrar la noción de subjetividada su análisis, establecen tipologías en unción de la sensibilidad de determi-nados grupos a la oerta de nuevos productos.

La pregunta de ondo es si a partir de esta categorización se puede des-prender algún tipo de comportamiento colectivo o de acción colectiva, y larespuesta es negativa. El eslabón perdido en este tipo de estudio es lo que seaborda como subjetividad, que, como vimos al inicio de este documento,llegó con uerza a los estudios de estraticación social a partir de los años 70en Europa sobre todo. Desde el punto de vista del comportamiento social,los agregados construidos en base a rasgos compartidos, como la capacidadde consumo, no necesariamente corresponden a un sujeto colectivo o “clase”.

La introducción sistemática de la subjetividad en los estudios de estratica-ción social y la denición de la clase media en particular supone incorporarhistoricidad –la capacidad de los individuos para actuar sobre sus condicio-nes de vida–, incluyendo así el juicio que realizan los individuos sobre susrestricciones y oportunidades, así como también la relación con otros indivi-duos y otros grupos sociales.

En una perspectiva más ligada a los estudios culturales, se puede relacio-nar la inormación arrojada por los estudios de marketing con estilos de vida

asociados a determinados niveles socioeconómicos, bajo el lema “el estilo devida de una persona retrata la orma en que ésta concibe e interactúa con suentorno” (Chilescopio, 200616). Tomando en cuenta que la sociedad chilenaha surido importantes transormaciones en los últimos años, en especialun aumento general de su nivel de vida, que posee una mayor diversidadcultural y valórica, se busca denir las actividades realizadas en el tiempolibre, los valores e intereses, las prioridades y satisacciones, las opiniones, y 

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la manera de verse a sí mismo y a su amilia. En el ondo, se considera que elnivel socioeconómico explica cada vez menos las decisiones de consumo delas personas. Este modelo busca, además, estraticar en unción del género

y del tramo etario, lo que introduce por lo menos distinciones novedosas,que los estudios mencionados anteriormente no recogen. Se llega de estamanera a establecer grupos que representarían los estilos de vida de los chile-nos y de las chilenas: materialistas comprometidos, trascendentes idealistas,activos desinhibidos, excluidos desencantados, realizados expansivos, reali-zados amiliares, retraídos autoexcluidos, integrales, individualistas y activos(Chilescopio, 2005), casi todos con amplios trazos de clase media. 17 En estesentido, los estudios de “estilos de vida” representan un avance en cuanto a

identicar ormas de dierenciación social, pues éstas dejan de organizarsesólo en torno a un eje de dierenciación vertical: de manera más compleja,puede hipotetizarse que en la sociedad chilena aparece un eje de dierencia-ción horizontal, lo cual hace pertinente una línea de análisis como la em-prendida por Bourdieu (1979).

En resumen, la denición en base a la capacidad de consumo, si bien daluces sobre lo que es este grupo o los distintos segmentos que la componen,no pareciera establecer una imagen muy nítida. ¿Orecerá entonces la ocupa-ción una descripción menos diusa?

5. ¿Es la clase media un enmeno ocuacional?

Otra variable clave para los estudios de estraticación social a nivel in-ternacional ha sido la ocupación, considerada como una variable muy rica,pues además de lo que la persona “hace”, también permite aproximar su niveleducacional y sus ingresos. Para eectos de la denición de la clase media, in-

dudablemente, una dierencia clave entre sectores populares y clase media espara quién se trabaja y en qué condiciones. Si ambos grupos sociales son asala-riados, los sectores populares tienden a trabajar más bien día a día o de maneraesporádica y sin contratos o con contratos cortos que pocas veces brindan pro-tección social o seguridad del empleo; mientras que los sectores medios, quetambién dependen de un sueldo para vivir, suelen tener algún tipo de contratoque les asegura la permanencia del ingreso en el tiempo. El trabajo de Barnejeey Dufo (2008) trae evidencias muy claras al respecto, demostrando que los

sectores sociales que gastan entre US$ 2 y US$ 10 reciben ingresos semanaleso mensuales, mientras que quienes gastan menos de 2 US$ al día reciben pa-gos por días o por horas en su gran mayoría. En este contexto, contar con untrabajo regular asalariado es, sin lugar a dudas, uno de los elementos centralesque dierencia a los sectores medios de los populares.

Esta primera medición gruesa puede ser completada desde un análisis so-ciológico, que más allá de la estabilidad del pago del sueldo, busca describir

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la ocupación en unción de las tareas que desempeña la persona, lo que per-mite ubicar a los individuos no solamente en unción de si poseen o no me-dios de producción, al más clásico estilo marxista, sino que también renar

el análisis en términos de ubicación en el mercado laboral y de estatus social,según la visión weberiana. La mayor parte de los estudios desarrollados enChile o sobre Chile recurren a la variable ocupación en este sentido, dandouna base clasista a los análisis de estraticación social.

Para obtener una visión panorámica y comparada de Chile en el contextoregional, el estudio de Portes y Homan (2003) aporta elementos generalesde análisis. Los autores parten de un esquema que contempla siete clases(capitalistas, ejecutivos, proesionales, pequeña burguesía, proletariado or-

mal no manual, proletariado ormal manual y proletariado inormal). Comoconsideran que los proesionales son parte de las clases dominantes, sólo que-da para la clase media la categoría “pequeña burguesía”, reducida al 9,4% dela población. Dicha categoría está compuesta por “propietarios de empresas,que ocupan hasta cinco trabajadores, más los proesionales y técnicos quetrabajan por cuenta propia” (Portes y Homan, 2003: 18). A pesar de sureducido tamaño, esta categoría resulta demasiado heterogénea, pues incluyedesde proesionales liberales que emplean asistentes hasta talleres de repara-ción con amiliares no remunerados. Aun cuando se podría aumentar estegrupo hacia la clase media-alta incluyendo parte de los proesionales, quecorresponden a un 6,9% de la población trabajadora de 15 años y más, ellono resuelve de manera satisactoria la denición de la clase media.

bRASIL CHILE COLOMbIA COSTARICA

ELSALVADOR

MéXICO pANAMá VENE-ZUELA

I. CApITALISTAS 2,0 1,5 2,2 1,7 1,2 1,6 0,8 1,4

II. EjECUTIVOS 1,8 1,1 0,8 2,4 1,5 1,3 5,2 2,5

III.

pROFESIONALES

CLASE

DOMINANTE

1,4

5,2

 

6,9

9,5

7,7

10,7

3,2

7,3

2,3

5,0

2,8

5,7

5,2

11,2

10,0

13,9

IV.pEqUEñA

bURGUESíA7,4 9,4 9,3 10,8 11,8 9,4 8,3 11,2

Va.

pROLETARIADO

FORMAL NO

MANUAL

12,7 16,2 7,9 14,1 10,5 13,7 16,3 9,2

V.

pROLETARIADO

FORMAL (I)

MANUAL (II)

25,3

20,7

33,7

29,0

31,9

27,1

32,8

20,2

27,5

22,5

30,9

25,4

23,8

20,9

33,6

27,2

tabla 4

ESTRUCTURA DE CLASES DE pAíSES LATINOAMERICANOS SELECCIONADOS, 2000

(EN % DE LA pObLACIóN TRAbAjADORA DE 15 Y MáS AñOS)

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La tipología de Portes y Homan está más orientada a describir con pre-cisión los sectores populares (“clases subordinadas” en los términos de losautores), los que, según esta clasicación, representan el 80% de la uerza detrabajo en América Latina y comprenden cinco tipos de posiciones proleta-rias. Con respecto a los sectores medios, esta tipología no permite una buena

caracterización en términos generales y menos aun en el caso de los sectoresmedios chilenos.

 A su vez, los estudios de Martínez, León y Tironi (Martínez y Tironi,1985; Martínez y León, 1987; León y Martínez, 2001) consideran que laclase media en Chile en los años 80 y 90 estaba constituida por personasasalariadas, que trabajan para las burocracias públicas o privadas, o indepen-dientes, con poco prestigio asociado a su nivel de desempeño ocupacional,

como resultado de la ola neoliberal. Para las clases medias –en plural desdela ola neoliberal, con el n de dar cuenta de su ragmentación– los autoresenumeran las siguientes categorías ocupacionales:

tabla 5

LAS OCUpACIONES DE CLASE MEDIA EN CHILE SEGúN MARTíNEZ Y LEóN

CLASES MEDIAS

ASALARIADAS

Epe e e, e , e e, e , e e , e e e,

e e , e ev pv , e ev pv e, eev pv .

CLASES MEDIAS

INDEpENDIENTES

cee e, pee ee , peey é ee, e “e”, pee ep.

ee: le y mez, 2001: 11-12 ( e ee e epe y eepe e e e 1995,

i n e E18).

VI.

pROLETARIADO

INFORMAL

(I)

(II)

SIN

CLASIFICACIóN

43,5

48,1

5,9

30,2

34,9

1,0

40,1

44,9

0,1

34,3

38,9

0,7

45,0

50,0

0,2

40,2

45,7

0,1

40,1

43,0

0,3

31,6

38,0

0,5

TOTALES 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

ee: c E p aé l y e ce (cEPal): "ae : e - y ve", P s e aé l, 1993, pp. 205-240, s e ce, cEPal,

o ie e t (oit)/l: "P : e e epe ee pe 1990-1998". ie e o re e oit, 8-a; www...pe/p-/1999.ee: Pe y hf, 2003: 18.

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Según esta opción, la clase media chilena, sumando los sectores mediosasalariados (28,1%) e independientes (13,5%), representaba en 1995 el41,6% de la uerza laboral nacional. La serie añadida por Wormald y Torche

para el año 2000 a la misma clasicación establece que el primer grupo pasa aun 29%, mientras que el segundo pasa a un 13,7%, lo que mantiene la clasemedia para ese año en un 42,7% de la uerza laboral chilena.

Para volver al sustento teórico de este tipo de clasicaciones, cabe recordarque uno de los esquemas de clase basados en ocupaciones con mayor diusiónen el mundo europeo es el elaborado por Goldthorpe. Desde su ormulacióninicial, esta escala tiene variantes que han ido superando objeciones plantea-das a las primeras versiones. Ella distingue entre trabajadores independientes,

empleadores y asalariados. Dentro de la categoría asalariados, se estableceuna separación en unción del tipo de contrato de trabajo, dejando, por unlado, a quienes reciben un salario (obreros) sobre la base de un horario y unatarea determinada y, por otro, a la clase de servicio, que por la naturaleza desu actividad recibe, además de su salario, promesas de aumento y de nuevasoportunidades. La clase de servicio correspondería bastante bien con la ideade clase media chilena, refejando la mayor heterogeneidad de la nueva cla-se media, que Goldthorpe dene no por su posición intermedia, sino porun tipo de contrato. El esquema de Goldthorpe ue aplicado a Chile por Wormald y Torche (2004) con datos de una encuesta nacional de movilidadsocial realizada en 2001. Hasta el momento, no se ha hecho un análisis ge-neral utilizando datos de la encuesta CASEN. Para tal n, hemos recurrido

I: GESTIóN ALTO

II: GESTIóN bAjO

IIIa: RUTINA NO-MANUAL ALTO

III: RUTINA NO-MANUAL bAjO(VENTAS Y SERVICIOS)

IVa: pEqUEñO pROpIETARIO

CON EMpLEADOS

IV: TRAbAjADOR INDEpENDIENTE

VI: OpERARIO CALIFICADO

VIIa: OpERARIO NO CALIFICADO

VII: TRAbAjADOR AGRíCOLA

IV: AGRICULTOR

0,0 5,0 10,0 15,0 20,0 25,0

4,1%

12,3%

7,6%

12,4%

6,3%

13,1%

13,3%

22,0%

8,8%

0,2%

gráico 2

DISTRIbUCIóN DE CLASES EN CHILE SEGúN ESqUEMA DE GOLDTHORpE

ee: E e e e e casEn 2006.

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a la clasicación de ocupaciones a cuatro dígitos (CIUO8819), que permiteuna recodicación, basada en el trabajo de Ganzeboom (2001), para obtenerel modelo de clases de Goldthorpe.20 El gráco 2 muestra la distribución de

clases de acuerdo con la clasicación en cuestión.La distribución entre categorías destaca como grupo principal a los ope-rarios no calicados que comprenden el 22% de los trabajadores. Con laexcepción de los propietarios agrícolas, las restantes categorías se distribuyenentre 4,1% y 13, 3%. Para identicar a las clases medias, se puede recurrir alclásico criterio de ocupaciones no manuales, excluyendo empleadores (queasimila también los puestos de gestión alta), con lo cual las clases mediascomprenden posiciones bajas de gestión (12,3%), así como ocupaciones al-

tas y bajas de rutina no manual (7,6% y 12,4%, respectivamente). La clasemedia asalariada en ocupaciones no manuales alcanza entonces el 32,3%.Si agregamos a lo anterior pequeños empleadores (6,3%) y trabajadores in-dependientes (13,3%), el conjunto de sectores medios alcanzaría según esteesquema al 51,9% de los trabajadores. Lo que se puede mostrar por ahora esque esta clasicación no se corresponde con una clasicación estricta por in-gresos. El gráco 3 muestra los niveles de ingreso según los estratos utilizadospara cada una de las clases en este esquema.

I: GESTIóN ALTO

II: GESTIóN bAjO

IIIa: RUTINA NO-MANUAL ALTO

III: RUTINA NO-MANUAL bAjO(VENTAS Y SERVICIOS)

IVa: pEqUEñO pROpIETARIO

CON EMpLEADOS

IV: TRAbAjADOR INDEpENDIENTE

VI: OpERARIO CALIFICADO

VIIa: OpERARIO NO CALIFICADO

VII: TRAbAjADOR AGRíCOLA

0% 20% 40% 60% 80% 100%

gráico 3

DISTRIbUCIóN DE ESTRATOS DE INGRESO SEGúN CLASES SOCIALES

CHILE. ELAbORACIóN A pARTIR DE ENCUESTA CASEN 2006

E b E me aE me E a

Este gráco permite advertir que los ingresos supuestamente correspon-dientes al estrato medio están presentes en proporción similar en todas lasclases identicadas de esta orma. Lo que dierencia a una clase de otra noes el peso de los ingresos medios, sino el peso de los ingresos bajos o altos.

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En otras palabras, el estrato medio es denitivamente multiclasista, mientrasque los estratos extremos resultan ser más homogéneos desde este punto devista.

Otra orma de describir a la clase media desde la variable ocupacional,pero de manera más exploratoria debido a la ausencia de datos actualizados,es en base al prestigio asociado a determinadas ocupaciones, según el mo-delo desarrollado por Treiman. Este tipo de estudio descansa en la premisade que el prestigio ocupacional es una, sino “la” dimensión undamentalde la interacción social (Ganzeboom y Treiman, 1996) y que la valoraciónque se adjudica en los países industrializados a determinadas ocupacioneses muy parecida. Esta medida sintética, separando las ocupaciones de clase

media, permitiría dar una visión más precisa del estatus de las distintas cla-ses sociales. Así lo han demostrado los autores en 42 países, en las últimasdécadas, para varios centenares de ocupaciones. Lamentablemente, el únicopaís latinoamericano incluido en estas series es Brasil. Respecto de Chile, serealizó un estudio de este estilo en los años 60 (Carter y Sepúlveda, 1964),que demuestra, para un grupo de 16 ocupaciones,21 que el nivel de prestigioasociado a ellas es parecido al que se les otorga en Estados Unidos. Este acer-camiento a la estraticación social tiene la ventaja de permitir comparacionesinternacionales, pero como unciona sobre la base de escalas de continuo,no es el más apropiado para discernir determinados grupos sociales o clases,en especial en sociedades uertemente segmentadas como es la chilena. Auna título exploratorio, es posible realizar una aproximación a los niveles deprestigio de las clases utilizando un algoritmo de Ganzeboom (2001) quepermite convertir una clasicación de ocupaciones (CIUO88) en scores deprestigio.

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El gráco 4, de cajas con patillas,22 muestra tres niveles de prestigio aso-ciados con las clases. En primer lugar, se pueden visualizar clases de alto

prestigio, que corresponden a las de gestión en cualquiera de sus niveles,aunque con un sesgo hacia un menor prestigio entre las de gestión baja. Ensegundo lugar, se observa un grupo de clases en niveles intermedios de pres-tigio, que comprenden las no manuales de rutina, el pequeño empleador, eltrabajador independiente y los operarios calicados, que corresponden ennuestro caso a las clases medias. Cabe notar que en las clases de trabajadoresindependientes y pequeños empleadores, se aprecia una alta dispersión en losscores de prestigio. Finalmente, las clases menos prestigiosas corresponden a

los operarios no calicados y a los trabajadores agrícolas (con mayor disper-sión entre los propietarios agrícolas), relacionados más bien con los sectorespopulares.23

En este punto, si bien la ocupación permite obtener inormación valiosasobre grupos sociales, vemos nuevamente que existe dentro de la clase mediachilena una gran heterogeneidad ocupacional y altas dierencias de prestigioasociado a cada uno de los grandes grupos así denidos.

ee: E e e e e casEn 2006.

Ee e e Ek-gpe

40

60

80

100

20

0

N= 262675 795883 490288 801776 409052 847106 862265 1424701 568262 10838

i   :   g  e  s       ó  n     l       

i   i   :   g  e  s       ó  n   b     j     

i   i   i     :   r  u       n     n    - m    n  u  . 

i   i   i   b  :     u       n     n    - m    n  u  . 

i   V     :   P   e  q  u  e  ñ       p       p     e    .  

i   V   b  :   t       b     j     d           n  d   e   p  . 

V   i   :   o  

 p  e              c    l      f   c  . 

V   i   i     :   o  

 p  e              n     c    l         . 

V   i   i   b  :   t       b     j     d               . 

i   V   :   a          c  u  l         

gráico 4

pRESTIGIO ASOCIADO A LAS OCUpACIONES DEL ESqUEMA DE CLASES DE ERICkSON

Y GOLTHORpE SEGúN ESCALA DE pRESTIGIO DE TREIMAN

   E  s    a   l  a   t  r  e   i  m  a  n   d  e  p  r  e  s      i  g   i  o  o    u  p  a     i  o  n  a   l

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6. ¿qu ermite decir el nivel educacional sore las clases medias enChile?

Un último intento por precisar lo que dierencia y dene la clase media deotros sectores sociales obliga a una revisión de sus niveles educacionales, reto-mando una discusión ya clásica a nivel internacional, que opone adscripcióny logro, y que permite enocarnos en el gran capital del cual ha dispuesto laclase media chilena en el siglo XX: la educación. En eecto, existe en todas lassociedades algún tipo de vínculo entre logro educacional y estatus ocupacio-nal: se supone que en sociedades más modernizadas, la educación debilita elpeso de los actores adscriptivos. En el caso de Chile, sabemos que existe unamplio debate sobre si la educación cumple o no con este punto, remitiendo

en realidad a la segmentación del “mercado” educacional chileno. Cabríadeterminar si existe un rango educacional relacionado a la clase media. Losdatos de la encuesta CASEN permiten contestar esta pregunta sobre la basede los criterios denidos en la tabla 6.

tabla 6

NIVEL EDUCACIONAL SEGúN ESTRATOS DE INGRESO pER CápITA DEL HOGAR (EN %

DEL TOTAL DE LA pObLACIóN)

ESTRATOESCOLARIDAD pROMEDIO

jEFE DE HOGAR

bAjO 7,8

MEDIO- bAjO 8,5

MEDIO-ALTO 10,1

ALTO 13,2

TOTAL 9,5

ee: d e e e casEn 2006.

En los sectores medios, la escolaridad se mueve desde la básica completahasta la media incompleta. Si bien no existe una dierencia importante entrelos sectores medios bajos y los sectores populares en términos de escolaridad,se da un salto claro respecto de los sectores altos del país. Un análisis de ladistribución de la escolaridad dentro de cada uno de estos grupos es aun másclaro.

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Existe una clara dierencia entre los sectores altos y el resto, entre los cuales

el 75% se ubica por sobre los doce años de escolaridad, muy por encima delos demás estratos. Existen dierencias entre los dos grupos medios, pues elmedio-alto posee mayores niveles de escolaridad que el medio-bajo. En elprimero, el 50% posee escolaridad sobre los doce años, mientras que en elsegundo solamente el 25%. El grupo medio-bajo se acerca más a los nivelesde escolaridad del grupo bajo, al que supera levemente. En términos educa-cionales, nuevamente, no es posible encontrar criterios de homogeneidad enlos sectores de clase media, pero, por lo menos, se desdibujan claramente dos

grupos, desigualmente armados en términos de credenciales.

CONCLUSIóN

Respecto del análisis empírico realizado en este documento, podemosconcluir lo siguiente: primero, las medidas basadas en rasgos continuos (in-greso y prestigio, undamentalmente) no permiten identicar un corte o unaagrupación alrededor del centro de la distribución social que se pueda cla-sicar de buenas a primeras como “clase media”. Como se mostró respecto

de los estudios de marketing, los cortes que se pueden establecer en nivelessocioeconómicos son perectamente arbitrarios, pues no representan gruposde personas identicadas entre sí. Igualmente, las tipologías de clase estable-cidas a partir de las ocupaciones no agrupan personas homogéneas en tér-minos de prestigio, escolaridad o ingresos. Al revisar las ocupaciones que seencuentran en el medio de la clasicación propuesta, podemos concluir queestos grupos poseen muy diversos niveles de ingreso, prestigio y escolaridad.

ee: E e e e e casEn 2006.

E e e pe p e casEn 2006

10

20

30

0

-10

N=

   E  s    o   l  a  r   i   d  a   d

1555087 1057207 874558 837675

b me me a a

gráico 5

MEDIANA Y DISpERSIóN DE LOS NIVELES EDUCACIONALES DE CUATRO GRUpOS

SOCIOECONóMICOS

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El corolario de estas conclusiones, desde el punto de vista de la medición dela clase media, es que si intentamos denir grupos en unción de variablescomo ingreso, educación u ocupación, nos encontramos con conjuntos mul-

ticlasistas. La principal consecuencia es que no existe una medida sintéticade estatus socioeconómico.Una vez revisados estos antecedentes, llegamos a la conclusión de que pa-

recieran existir más dierencias en el seno de la clase media que entre variossectores que la componen y los sectores más bien populares, lo que dicultala búsqueda de una única y rigurosa denición de la clase media o su carac-terización para el caso de Chile. Las dierencias con los sectores más altosparecieran resultar más claras, por lo menos en términos de ingresos y esco-

laridad, aunque en el caso de Chile el ingreso no se correlaciona tanto conel prestigio o la escolaridad, lo que muestra que el ingreso no es una medidasintética de estraticación. En resumen, cuando se busca caracterizar a laclase media o sus distintos estratos en términos de ingreso, ocupación o esco-laridad, nos encontramos con que ellos no son convergentes. Una soluciónpara salir de este problema respecto de la denición de la clase media chilena,más que tratar esta conclusión como una incongruencia, sería asumir que es-tas variables son actores complementarios, vale decir, que distintas dotacio-nes de esos recursos denen una determinada posición social. De hecho, éstees el origen de diversas medidas de estatus socioeconómico que predicen elprestigio a partir de las variables (no correlacionadas) escolaridad e ingreso.

Pero antes de recurrir a medidas compuestas, cabría proundizar más en lacrítica de los actores que denirían la posición social. En eecto, a pesar delas dicultades a las cuales se enrenta cualquier búsqueda de denición de laclase media, cabe recordar que en el caso de Chile, esta pregunta no es para

nada inocua, pues no responde a la acumulación, en el medio de la estructurasocial de abultados y estables sectores sociales. El problema en el caso chile-no, es que el “medio”, en especial en términos de ingresos, no está tan lejosde los sectores populares, siendo la distancia con los sectores acomodados lareal barrera inranqueable en la estructura social chilena. En este contexto,la refexión acerca de las “desigualdades persistentes” (Tilly, 1998; Contar-do, 2008) trajo de regreso los actores adscritos, vale decir, aquellos que losindividuos no pueden cambiar por pura voluntad (sexo, etnia, edad, etc.),

y que establecen restricciones muy uertes, en especial en sociedades comolas latinoamericanas. En un continente en el cual el sexo, la edad, la regiónde origen, la etnia o el capital social estratican uertemente, ¿no sería mejormatizar las variables de logro con variables cuyo peso pareciera ser indiscuti-ble en la operación de los mecanismos de dierenciación social?

Puede hipotetizarse que la segmentación de los continuos jerárquicos poractores adscritos debería establecer un desplazamiento signicativo en las

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posiciones verticales. Más especícamente, es probable que en los hogaresde clase media haya menos jeas de hogar que en el resto de la población.También es posible que haya posiciones en el ciclo vital que se asocien condeterminados estatus. En resumen, cabría examinar la conveniencia de inte-grar actores adscriptivos a los actores de logro y, sobre todo, de ensayar unaescala muldimensional de la estraticación social, tanto para la investigacióncomo para la política pública, con el n de captar dierenciaciones menosvisibles pero no por ello menos importantes, en especial para visualizar mejorel blanco móvil que es la clase media.

Desde el punto de vista analítico, nalmente, queda abierta la pregunta

con respecto a la asociación que se puede establecer entre dimensión subjeti-va y dimensión estructural de la estraticación social. De acuerdo a lo vistoanteriormente, lo más probable es que la clase media corresponda a subjetivi-dades que provienen de distintas posiciones estructurales, y no solamente deuna. El desaío para la teoría y el análisis empírico consiste en establecer lashomologías entre ambas dimensiones a n de poder hablar consistentementede clases.

Notas1 a e e p ez e 2006 e e e pye ey 1060225.2 a ee e e e e e pez, e e e e –e e e e e ee p evve e e–, e e- pp exe e pe ee exe.3 l e e e e e p eee e e, exp eev e y ee, pve, e p p e pe -ee e. n e, p e e e e ee, vez e e peee p e e eepe e , z v e y e p e e e ee.4 E e , méez (2007: 36) e e ppe p e e e: ee-, epee e ee e gpe; e e-e, e ye pee eee, é y peve; y e e ev, eee pee e ve, ev y e.5 l expe pev e e e e pee e ee e e -e, z p be e la scó (1979). téee, e peeepee e ez p pe ee e ep p, pé e v (Ee y Pè, 1990). E ee ez- e e e e.6 n e e ee pe e e p e ee pe, pe e e-e epe –e e Ee casEn 2006 pee 15 pe–, e peepe p e e pe e pe, ee e ee v.7 l Ee e cez s E (casEn) e p peee ee 1988p e me e P. se e ee e e e e e pev e p e. s e e e pez e e p.8 t ez z e e pe p e ; pe e “ p” e z e pe.9 a, a, bé, c, d, , , ae, i, ie, i,lxe, Pe b, Ep, se, sz, tw, re u, E u. l ee e p b e . e 1987 y eee e 1999.10 rep ce, h, P, ee r y rep Ev. l ee e p b e . e 1992 y eee e 1997.11 P aé l, ee e p b e . e 1995 y eee e 1997.12 P e e e e e e e 125% y e e e (epe e e e-).13 l e ee ee e pepe e e e. c e y e e, exe e epe. P aé l, ez e p méx, g-e, P, n y Pe.

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ee e; e e e e e . de e , pee e 50% e e , e e p e e peee e e e e. E e p epe 1,5 vee e. l ve e p e e vee p us y exe.23 l vee e pe pee e (=.61) e e e (=.35), e e v. E , e ee e veppee e pe e e ve, pe e vee e e-, e pe e p . de , e y pe e e peee p e e e e.

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CApíTULO 6

pRINCIpIOS DE DIFERENCIACIóN MATERIALY SIMbóLICA EN LA ESTRATIFICACIóN SOCIAL

omar aguilar

1. CLASES, ESTAMENTOS Y ESTRATOS: CRITERIOS MATERIALESY SIMbóLICOS

Los esuerzos que la sociología hiciera desde sus inicios por establecer cri-terios que permitieran clasicar adecuadamente a individuos y grupos desdeel punto de vista de la desigualdad y la dierenciación social, llevaron a labúsqueda de las medidas empíricas más adecuadas para tales eectos. Para lasteorías que se inspiraban en las ideas planteadas por Marx, los indicadores dela posición de clase correspondían a aquellos que permitieran determinar eltipo de relación que los individuos o agentes establecían con los medios deproducción. No obstante, el desaío que representaba poder llegar a determi-nar dicha relación a partir de los datos disponibles mediante el uso de censoso encuestas era bastante grande. De hecho, de este tipo de problema teórico-metodológico en torno a la identicación empírica de las clases en un sentidomarxista surgieron innovaciones como la de Wright, en torno a las posicionescontradictorias de clase (Wright, 1983), y la idea de las explotaciones múlti-ples (Wright, 1994). Para las teorías inspiradas en las ideas desarrolladas por

Max Weber sobre las clases sociales, los indicadores apropiados para la me-dición empírica de las clases correspondían a la situación de los agentes en elmercado, especialmente en el mercado laboral, pues es el espacio económicomás determinante del destino de vida personal en las sociedades modernas.En este último caso, se consideraba como un buen indicador la ocupación delos individuos, porque se entendía que ella determinaba las oportunidadesque tendrían éstos en términos de destino personal y acceso a bienes y servi-cios. Para las teorías que vieron en Weber una alternativa rente al marxismo,

y en especial la lectura que de él hicieron algunos sociólogos norteamerica-nos, lo undamental era contar con indicadores de posición de clase en lostres ámbitos o dimensiones que Weber había visto en el enómeno de lasclases: la dimensión económica, la política y la social. Convencionalmente,se entendió que el ingreso, la autoridad y el prestigio constituían indicadoresapropiados. Sin embargo, la teoría de Weber era bastante más compleja queeso y requería manejar varias distinciones simultáneamente para dar cuenta

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de la orma en que se organiza la desigualdad en las sociedades modernas, sintener que suponer que una adición simple de esas u otras variables bastaríapara determinar la clase social.

Por su parte, para la teoría uncionalista también su posición ocupacionalconstituía el mejor indicador de su posición en el sistema de estraticacióny de ella derivaban las dierencias en términos de recompensas, toda vez queestas últimas son sólo la expresión de las dierencias en términos de la im-portancia uncional de aquellas posiciones que es posible identicar en laestructura ocupacional (Davis y Moore, 1945)

Se podría decir que, en general, estos distintos criterios para la determi-nación de la posición de clase correspondían principalmente a criterios de

orden objetivo y material. Pero también ueron considerados otro tipo decriterios en la determinación de la posición de los individuos en el sistemade estraticación que surgió a partir de los análisis de Max Weber (2002)sobre una orma de dierenciación social distinta a las clases: los grupos es-tamentales.

En eecto, cabe recordar que para Weber el enómeno de la desigualdado la dierenciación social estaba undamentalmente ligado al enómeno dela distribución del poder en la sociedad. Por poder, Weber entiende la pro-babilidad de que en una relación social alguien pueda imponer su voluntadsobre el otro, pese a que éste último no quiera. Por cierto, sabemos que esaprobabilidad puede descansar en algún principio de legitimidad que le otor-ga al poder el carácter de autoridad o de dominación legítima. Pues bien, lasclases sociales son una maniestación de la desigual distribución del poder dedisposición sobre bienes y servicios que deriva de la situación que se ocupeen el mercado. Pero junto con ellas existe una distribución desigual de una

orma de poder social que Weber identicó con el prestigio y el honor social.Esta última uente del poder no opera en el espacio económico por cuantouna característica de éste, particularmente del mercado, es que es reractarioa toda consideración subjetiva. Como bien dice Weber, “cuando el merca-do se abandona a su propia legalidad, no repara más que en la cosa, no enla persona [...] es, en sus raíces, extraño a toda conraternización” (Weber,2002:494). Por el contrario, el poder social que se expresa en prestigio y honor social opera no en el espacio económico, sino en el espacio social.

Para el sociólogo de Heidelberg, en las sociedades modernas existiría unasuerte de reminiscencia del honor estamental de la sociedad tradicional, estavez expresado en el prestigio asociado a determinadas ormas de consumoque conguran un estilo de vida característico de algunas comunidades queél denomina como grupos estamentales y que la sociología norteamericanatradujo como grupos de estatus. Lo que describe Weber aquí es el enómenode transormación de los objetos de consumo en símbolos asociados a una

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posición social que connota un determinado grado de prestigio social. Se tra-ta de una orma de dierenciación distinta a las clases, pues para Weber estasúltimas constituyen una orma de acción típicamente social, vale decir, un-

dada en una constelación de intereses y orientada conorme a principios deracionalidad ormal. En cambio, los grupos de estatus o grupos estamentalesconstituyen una orma de acción comunitaria, esto es, undada no en unaconstelación de intereses, sino más bien en determinados principios valorati-vos y un sentido de pertenencia por parte de sus miembros, lo que le otorgaun carácter menos impersonal que las clases. En términos de la sociologíacontemporánea, diríamos que las clases constituyen más bien categorías y losgrupos estamentales son precisamente eso, grupos. Lo undamental para una

discusión sobre la manera de entender y aproximarse empíricamente a losenómenos de la dierenciación social es que el análisis weberiano sobre losgrupos estamentales o grupos de estatus plantea la importancia que adquierela dimensión simbólica en esta clase de enómenos. Como dije, los gruposestamentales se denen por un estilo de vida común a partir del consumo.En este caso, Weber no está pensando en el acto de consumir como parte delcircuito económico general, sino más bien se trata de una orma de consumoque transorma en cierto modo los objetos (bienes o servicios) en un sím-bolo de prestigio o de honor. De este modo, no por el hecho de consumirlos individuos necesariamente constituyen grupos estamentales, sino que esoocurre cuando ese consumo adquiere una dimensión distinta a la económica;cuando en cierto modo el consumo se disocia de la satisacción de necesida-des propiamente tal y se asocia al deseo (Campbell, 1998).

2. EL VALOR SIGNO Y LA LóGICA DE LA DIFERENCIACIóN

Esta idea ue retomada por el sociólogo rancés Jean Baudrillard, quiendesde una perspectiva que combinaba el estructuralismo con una radicaliza-ción de la crítica marxista a la economía política, sostuvo que así como en lassociedades arcaicas existían objetos que, bajo la orma de dones, circulabanen el seno de las sociedades desprovistos de su utilidad económica o técnica;también en las sociedades contemporáneas existen prácticas sociales relativasa objetos que son desprovistos de su condición de objetos útiles o de objetoseconómicos y que determinan un tipo de relación del sujeto con ellos, que

identicó con el consumo (Baudrillard, 2004). En otros términos, para elsociólogo rancés la crítica a la economía política mostró bien cómo los ob- jetos poseían una dimensión cualitativa y cuantitativa que se expresaba, entérminos de valor, en el valor de uso y el valor de cambio. Esto es, objetosque satisacen necesidades, y de ahí su utilidad; y objetos que pueden serintercambiados por otros en términos de mercancías, en tanto encierran unvalor económico. Inspirado en los principios del análisis estructural, creía veren ambas ormas del valor la relación entre signicado y signicante carac-

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terística de los signos lingüísticos. El valor de uso era al signicado lo que elvalor de cambio era al signicante (Baudrillard, 1999)

No obstante, Baudrillard sostenía que la crítica a la economía política no

había sido lo sucientemente radical, por cuanto mantuvo a nivel metateó-rico las mismas convicciones que las de la economía política; esto es, quenuestra relación con los objetos está mediada por el trabajo y determinadapor las necesidades. En términos más simples, que nuestra condición de suje-tos está constituida por nuestra capacidad de trabajar y que esto signica quenos dene nuestra condición de productores. Para Baudrillard (1975), estaidea de Marx de que el sujeto está constituido en el plano de la producciónno resulta convincente. Inspirado en el estructuralismo de Lévi-Strauss, para

Baudrillard el hombre es un animal simbólico. Su relación con los objetos esmás compleja que lo que podría suponer la economía política en su varianteclásica y marxista. En eecto, él sostiene que existen dos dimensiones delvalor que no ueron observadas por la economía política y que identica conel valor símbolo y el valor signo. Esto quiere decir que los objetos con los quenos relacionamos no necesariamente adquieren para nosotros el carácter deherramientas o mercancías, sino que se convierten en símbolos y signos. Enlugar de la lógica económica y utilitaria que opera en el sistema de los objetosen su condición de herramientas o mercancías, en los objetos simbólicos y sig-nos prevalece una lógica del don y del estatus, una lógica simbólica y una lógicade la dierencia. Un objeto adquiere valor simbólico independientemente de surelación técnica con la satisacción de necesidades y, a la vez, en su condiciónde objeto signo, entra en un juego de dierencias y distinciones sociales queexpresa socialmente el valor atribuido intersubjetivamente a dichos objetos porquienes se relacionan con ellos mediante el consumo. De este modo, para

Baudrillard el consumo es una práctica que consistiría en esta relación delos objetos en tanto objetos signo y, por tanto, el consumo estaría disociadode la satisacción de necesidades, en los términos que lo había entendidola economía política. Esto no quiere decir que los individuos no satisagannecesidades mediante valores de uso, sino que el concepto de consumo y desociedad de consumo queda reerido a esta particular orma de relación entreel sujeto y los objetos, por cuanto constituye un rasgo característico de lassociedades contemporáneas que no puede ser explicado mediante las catego-

rías de la economía política clásica y marxista (Baudrillard, 1976). Solamenteuna economía política del signo permite observar la importancia que adquie-re esta dimensión de los objetos y su relevancia para una teoría de las clasesy la dierenciación social, en tanto los objetos en su calidad de signos desem-peñan un papel de discriminantes sociales, son portadores de signicacionessociales, de una jerarquía social y cultural que constituye una dimensión dela estraticación y las clases en las sociedades contemporáneas.

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Es aquí, entonces, donde el análisis de Baudrillard resulta relevante, puestoque permite incorporar a una teoría de la estraticación social esta dimensiónsimbólica que se expresa en el consumo, como, asimismo, permite orientar

la búsqueda de indicadores de posición de clase mediante esta consideracióndel valor discriminante de determinados objetos signos. Evidentemente queeste enómeno del consumo de objetos signos, si bien presenta un correlatocon la variación en la posición socioeconómica de los individuos, maniestaalgunas dierencias signicativas entre las diversas categorías de clase en lasociedad moderna. Por un lado, no obstante la disociación entre utilizaciónde valores de uso y consumo de valores signo, es evidente que los sectorespopulares, especialmente en países de menor grado de desarrollo económico,

están undamentalmente orientados a los objetos en términos de satisacciónde necesidades. Parece poco probable esperar que un individuo o una amiliaque vive con un salario mínimo al mes pueda darse el lujo de consumir nopor necesidad, sino por un deseo de distinción. En este sentido, el enómenoque hay tras el consumo de objetos signo cobra especial relevancia en los sec-tores medios y en los sectores altos del sistema de estraticación. En amboscasos es la expansión de las oportunidades de consumo, posibilitada por unmayor nivel de ingreso, lo que les permite poder recurrir a los objetos comoorma de comunicar la posición desde la cual se sitúan o buscan situarse en laestructura social. En el caso de los sectores medios, Baudrillard mismo se dacuenta que constituyen una clase especialmente sensible a las posibilidadesde signicación derivadas del uso de objetos de consumo, debido undamen-talmente a que los sectores medios poseen una orientación “aspiracional” enmateria de movilidad social, aunque sus posibilidades reales de movilidadson bastante más restringidas de lo que ellos esperarían. De allí que el con-

sumo de objetos signo actúe como una orma de compensación simbólicade las limitaciones a la movilidad social (Baudrillard, 1999). Por su parte,para los sectores altos del sistema de estraticación el consumo representala posibilidad de establecer aquellos límites que un sistema de clases en lassociedades modernas no asegura. Tal como Max Weber lo había hecho notar,mediante la monopolización del consumo de determinados bienes o servi-cios se produce un cierre social que limita el acceso de los individuos a estosgrupos estamentales. En tanto tales, presentan un nivel de clausura social

mayor al de las clases y sus límites no son jurídicos, sino simbólicos.No obstante, es conocido el enómeno mediante el cual en las sociedades

que han experimentado procesos de crecimiento económico se produce ala vez una ampliación de los sectores medios de la estraticación social. Deeste modo, el desarrollo va acompañado de esta verdadera “moyennisation”,como se le denominó en Francia al enómeno de ampliación de los sectoresmedios.1 Lo interesante de consignar aquí es que dicha “moyennisation” no

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sólo implica un crecimiento absoluto y relativo de los sectores medios, sinoque una ampliación de las pautas de consumo de estos sectores hacia lossectores populares, en la medida en que estos últimos cuentan con el acceso

al crédito para poder nanciarlas. Desde este punto de vista, la sociedadmoderna tiende a este crecimiento de la clase media y su expresión simbólicaen el consumo de objetos signo, por lo que un análisis de los principios dedierenciación social no podría prescindir de esta dimensión simbólica de laestraticación social.

3. CLASE, CONSUMO Y ENCLASAMIENTO

Esto ha llevado a la sociología contemporánea a estudiar el enómeno de

la relación entre clase y consumo a partir de las ideas de Weber y Baudrillard.Uno de los más conocidos sociólogos que ha contribuido a estas investiga-ciones es Pierre Bourdieu (1998), para quien el consumo constituye la ormamediante la cual los individuos y grupos de individuos buscan distinguirsede los demás en el espacio social, mediante el uso estratégico de las prácticasde consumo en prácticas distintivas de la posición social que se ocupa o quese pretende ocupar en el mundo social. Ahora bien, la dierencia con losenoques de Weber y Baudrillard radica en que Bourdieu sostiene su teoría

sobre la distinción social en una teoría del habitus. En eecto, si para Max Weber los enómenos de la dierenciación social a partir del consumo des-cansan en una teoría de la acción, y si para Baudrillard lo hacen en una teoríade la estructura –en tanto el sistema de los objetos actúa mediante una me-cánica social a nivel inconsciente cuyos eectos estructurales se ejercen sobrelos sujetos–, el análisis de Bourdieu se sostendrá sobre una teoría del habitus,como orma de escapar así al dualismo entre acción y estructura (Bourdieu,2007). A este respecto, Bourdieu sostiene que el consumo como prácticaviene determinado por un conjunto de disposiciones de acción, percepcióny apreciación, que son el resultado de los procesos de incorporación en losindividuos de las condiciones objetivas bajo las cuales éstos se encuentran enel mundo social, y que da lugar a condicionamientos sociales que producendichas disposiciones organizadas en términos de habitus. De este modo, loque habría tras las dierencias observables en el espacio de los estilos de vidaen una sociedad, serían las dierencias existentes en los habitus de los que los

individuos son portadores y que determinan, a través del gusto socialmenteadquirido, el tipo de consumo que dene el estilo de vida de clases y gru-pos.

Las investigaciones de Bourdieu le llevaron a reconocer el papel de la edu-cación y la cultura en la estructuración de los patrones de consumo de losindividuos bajo la orma de capital cultural. El concepto de capital lo utilizaBourdieu en el sentido que lo usa la economía neoclásica, vale decir, comorecursos disponibles por los individuos y que permiten la obtención de deter-

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minados benecios materiales o simbólicos. Así, para el sociólogo del Collègede France las pautas de consumo, especialmente el consumo de bienes cultu-rales, están determinadas por el capital educacional y cultural adquirido por

los individuos. En sociedades en las que el acceso a la educación y la culturaestá desigualmente distribuido, la variable nivel educacional, por ejemplo,constituye un buen indicador de posición de clase en términos materiales y simbólicos, por cuanto determina la posición en el mercado, a la vez que ladisposición a consumir aquellos objetos que conguran el sistema de distin-ciones signicativas en una sociedad. Desde este punto de vista, la dierenciacon los análisis anteriores es que en este caso Bourdieu intenta explicar elmecanismo que está operando en la orma en que el consumo se organiza o

se distribuye socialmente en su dimensión simbólica. En este sentido, parauna medición empírica de los sistemas de dierenciación social, los criteriosconvencionales, como el ingreso o la ocupación, no serían sucientes, porcuanto, por un lado, expresan sólo aquella dimensión de la desigualdad queMax Weber identicaba con la situación en el mercado; y, por otro, resultaninsucientes en tanto la posición ocupacional y el ingreso no son variablesindependientes que determinen una posición en el espacio social, sino elresultado del conjunto de mecanismos adquiridos mediante la experienciasocial, y que se expresan en el concepto de habitus. Esto no signica quehaya que desechar las variables de ocupación e ingresos para los estudios deestraticación social, sino que lo que hay que hacer es entender que ellasson la consecuencia de aquellos mecanismos que operan bajo la orma dedisposiciones y que, por su parte, los agentes en el mundo social no sólo sesitúan con respecto a la dimensión del capital económico, sino que lo hacentambién con respecto al capital cultural, puesto que éste es también deter-

minado por las disposiciones incorporadas en ellos, y que el habitus comosistema de disposiciones estructuradas y estructurantes genera prácticas queson las que nalmente pueden ser observadas empíricamente y que no sereducen a las prácticas económicas. De este modo, tenemos tres dimensionesque participan de la organización del espacio social en términos de sistemade desigualdades o sistema de dierenciaciones. En primer lugar, las posicio-nes de los individuos en el espacio social, que dependen objetivamente deciertos recursos o capitales disponibles; en segundo lugar, las disposiciones

que, bajo la orma de habitus, se encuentran internalizadas en los agentes, y,en tercer lugar, lo que Bourdieu denomina tomas de posición de los agentesen el mundo social, y que corresponde a las prácticas generadas a partir de lasposiciones y disposiciones de los agentes.

Metodológicamente, cabe preguntarse entonces si un estudio sobre elsistema de estraticación debería considerar en orma simultánea estas tresdimensiones del mundo social o bastaría con una de ellas, en la medida en

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que esas tres dimensiones covariaran o estuvieran en una relación clara decorrespondencia. Al respecto, pareciera que el propio Bourdieu privilegióla primera de esas dimensiones, en tanto utilizó variables objetivas para la

reconstrucción del espacio de posiciones sociales en la sociedad rancesa.Como se recordará, dicho espacio estaba estructurado, a su vez, en tresdimensiones principales: conorme a la distribución del capital económico,conorme a la distribución del capital cultural y conorme a la trayectoriaseguida a lo largo del tiempo por los agentes en términos de esas dos primerasdimensiones. No obstante, al mismo tiempo que Bourdieu consideróvariables objetivas para determinar la posición de los agentes, también utilizóvariables que expresaban aquella dimensión simbólica que está implicada en

la relación práctica de los agentes con el mundo social. De este modo, hizouso de indicadores del sistema de disposiciones tomando como indicador lasprácticas de consumo cultural de los agentes. Ello permite determinar tantolas disposiciones a través de las estrategias de los agentes, que mediante suselecciones en materia de consumo evidencian las disposiciones incorporadasen ellos, como asimismo observar las variaciones que en el espacio socialexperimentan las tomas de posición de los agentes a partir de las posibilidadesobjetivas que se maniestan como estructura de posiciones y estructura dedisposiciones.

Lo anterior es muy relevante para los estudios de estraticación, por cuan-to esta dimensión simbólica del espacio socialmente dierenciado de posicio-nes da lugar a una representación de dicho espacio, que no es simplemente elrefejo o la expresión maniesta de disposiciones latentes en los agentes, sinoque constituye una dimensión de la dierenciación social, cuyos eectos sontan reales como aquellos que se originan en el sistema de posiciones objeti-

vas. Justamente, el interés de Baudrillard en la capacidad que los individuostienen de poder transormar los bienes y servicios en objetos signo, radica enque en ello hay implícita una operación de enclasamiento en la que los pro-pios agentes participan activamente. Así, lo que Baudrillard veía como unatendencia de los grupos medios de asegurar una movilidad a través del con-sumo, aunque éste uera simplemente una operación de simulacro rente a lainevitable reproducción del sistema de estraticación, que limita las posibili-dades reales de variación de las posiciones que ocupan en la estructura social,

Bourdieu lo verá como expresión de la propia dinámica del espacio social,toda vez que los agentes no solamente son clasicados por los sociólogos apartir de variables objetivas, sino que los propios agentes producen prácticasenclasantes y prácticas de enclasamiento, mediante las cuales el espacio de di-erencias entre los agentes se amplica o se simplica simbólicamente a travésde la transormación de prácticas distintivas en prácticas de distinción. Esteenómeno muestra mayor incidencia en sociedades en las que el acceso al

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consumo está relativamente asegurado y donde, tal como lo sostuvo Weber,las bases del acceso a bienes y servicios son relativamente estables, de maneraque en ellas cobra mayor importancia la dierenciación estamental que la

dierenciación clasista.En otros términos, mediante el uso de objetos signo, como diría Bau-drillard, lo que ocurre es que los propios agentes generan con sus prácticasun espacio de dierenciación que está no sólo sometido a continuas ope-raciones de distinción que les permite signicar el lugar que ocupan en elmundo, sino que, a la vez, en el espacio social se produce una lucha por lasclasicaciones sociales conorme a las cuales el lugar que cada cual ocupa enel mundo social queda denido, también, por la imposición de principios

de visión y de división del mundo que operan a través de estas prácticas deenclasamiento. Así entonces, la dinámica del espacio social muestra que losprincipios de división y de visión del mundo social son parte de lo que estáen juego en él. Dicho en términos simples, los agentes no sólo se disputan elacceso a tales o cuales recursos que tienen un determinado valor simbólico oun determinado valor signo, como preeriría llamarlo Baudrillard, sino que,además, se disputan los criterios de dierenciación mismos. Todo ello, sin quenecesariamente pongan en riesgo el poder que el Estado detenta en la im-posición de principios de división que vienen asegurados a través del podermaterial que éste ejerce en materia de clasicaciones sociales.

Me parece que las teorías de la estraticación que explícitamente se ins-piraban en la idea weberiana de los componentes simbólicos de los sistemasde dierencias y clasicaciones sociales no prestaron mayor atención a lo queBourdieu describe como luchas por las clasicaciones sociales. Vale decir, laimportancia que la sociología norteamericana ha otorgado al análisis de los

símbolos de estatus es sólo parte de la complejidad del problema. Así, porejemplo, el clásico análisis de Goman (1951) sobre los símbolos de estatussugiere esta idea de que en la dinámica del mundo social las operaciones quelos agentes hacen de los sistemas de objetos signos no solamente llevan a queéstos sean clasicados de tal o cual orma, sino que en la manipulación mis-ma de los objetos hay implícito un acto de enclasamiento.

4. INCONSISTENCIA DE ESTATUS E ITERAbILIDAD DEL SIGNO

Por otro lado, los estudios convencionales sobre estraticación social acu-ñaron un término para describir la utilización que los individuos hacen delos símbolos de estatus, contraviniendo la correspondencia existente objeti-vamente entre su posición en el espacio social y aquella que buscan signi-car a través de la manipulación de objetos signo: inconsistencia de estatus.(Meyer y Hammond, 1971; Nelson, 1973; Hartman, 1974). Este enómenose reere al hecho de que determinados individuos presentan una disparidadentre su posición objetiva en el sistema de estraticación social y las prácticas

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de consumo que realizan. Cuando se produce esta discrepancia, se habla deinconsistencia de estatus y, por lo general, corresponde a una asimetría en laque la posición objetiva es menor a lo que connotan los símbolos de estatus

que se utilizan o consumen. El caso de las clases medias “aspiracionales”, alas que hace reerencia Baudrillard (1999), corresponderían a un típico casode inconsistencia de estatus cuando se intenta ascender simbólicamente en laescala social mediante el consumo de objetos asociados al modo de vida delos sectores altos.

 Ahora bien, me parece que el enómeno de la inconsistencia de estatus,si bien tiene un undamento real, puede estar ocultando un enómeno so-ciológicamente más relevante,y que es justamente aquel al que Bourdieu se

reere con su idea de las luchas por la imposición de principios de divisióndel espacio social. En este sentido, pareciera que la inconsistencia de estatusconnotara una suerte de relación patológica entre el individuo y los obje-tos, conorme a la cual éste se vería llevado a consumir objetos que no lecorresponderían por su posición objetiva en la jerarquía social. A su vez,esta misma manera de analizar los enómenos de la inconsistencia de estatuspuede ser observada como expresión de una suerte de imposición norma-lizadora acerca de lo que cada cual puede o no puede hacer en materia deconsumo de bienes y servicios. Para una sociología que parte de la base deque toda práctica enclasable conlleva también una práctica de enclasamiento,hablar de inconsistencia de estatus es de algún modo querer imponer tantoun criterio de normalidad como una norma igual de arbitraria respecto a larelación entre el sujeto y los objetos con los que se vincula prácticamente. Encierto modo, pareciera que la posibilidad de elegir objetos (bienes o servicios)no necesariamente identicados con la posición de clase que se posee uese

una posibilidad admitida socialmente para las clases altas, pero no para lasclases populares. La reacción que suele provocar en algunos jóvenes de clasemedia y clase alta, que trabajan como voluntarios en barrios populares, elencontrarse en hogares pobres con electrodomésticos u otro tipo de bienesconsiderados de consumo conspicuo (televisores de plasma, antenas parabó-licas, etc.), es parte de una cierta reacción de clase rente a lo que probable-mente sea considerado casi una suerte de sacrilegio en lo que a consumo sereere. De hecho, normalmente estos temas se abordan desde una teoría de

las necesidades y una teoría de la alineación, sin que se pueda reconocer elhecho de que ahí el consumo de ese tipo de objetos en hogares o individuoscuya posición de clase es distinta a lo que representan simbólicamente talesbienes, responde justamente a una lógica simbólica que busca, mediante esosobjetos, operar una dierencia, o bien acortar una distancia, que socialmenteconstituye en sí una práctica de enclasamiento. Desde ese punto de vista,habría que tomar en serio la idea de Bourdieu en el sentido de que los agen-

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tes sociales, más que obedecer ciegamente reglas, lo que hacen es utilizarlasestratégicamente, y pareciera ser que eso es lo que puede haber tras la prácticade la inconsistencia de estatus.

Por su parte, pareciera que los individuos de clases superiores no encuen-tran grandes inconvenientes en poder consumir objetos cuyo valor simbólicono se condice necesariamente con la posición objetiva que ocupan. Es loque algunos estudios sobre consumo cultural han identicado como el con-sumidor omnívoro, que corresponde a aquel que en el campo de los bienesculturales suele consumir tanto alta cultura como cultura popular, sea éstamúsica, arte, literatura, etc. (Peterson y Kern, 1996; Bellavance, 2008). Losmismos estudios muestran que en los estratos ineriores no se produce esa

tendencia a una heterogeneidad en las pautas de consumo de bienes cultu-rales. Por cierto, esa homogeneidad en los estratos bajos y la heterogeneidaden los estratos altos no tienen que ver únicamente con la mayor disponibili-dad de recursos económicos que permitan nanciar una mayor diversidad debienes culturales, sino que, creo, tienen que ver también con la imposiciónde lo permisible y lo no permisible en materia de consumo, que se relacionacon la práctica de la condescendencia que Bourdieu (2007) observa en lasrelaciones de dominación simbólica.

 A este respecto, quisiera proponer aquí una interpretación del enómenoque la sociología de las clases ha identicado con la noción de inconsistenciade estatus, que es algo dierente pero que está en sintonía con la idea de lalucha por las clasicaciones sociales. Me reero al concepto de iterabilidad,que ha sido utilizado por Derrida (1998) para reerirse a la capacidad de lossignos para producir alteraciones o dierencias a partir de la repetición delos mismos en contextos que les resultan cada vez más ajenos. En este caso,

la utilización del símbolo de estatus como signicante en contextos que sonaparentemente muy dierentes de aquellos en los que tal objeto adquiere susignicado constituiría una característica del sistema de los objetos en lassociedades contemporáneas, que son aquellas en las que se orecen mayoresposibilidades de consumo a los individuos y donde el aumento de la com-plejidad en los sistemas de dierenciación social encuentra en el uso de lossímbolos un equivalente del enómeno al que hace reerencia Derrida en elanálisis de la iterabilidad de los signos lingüísticos. Desde ese punto de vista,

más que la maniestación de una patología social o de una inconsistenciade estatus, creo que el enómeno expresa una suerte de interpenetración deelementos simbólicos en el espacio social por parte de los distintos grupos y categorías de individuos, los que, a través de los objetos signo, participan deun juego que constantemente crea y recrea el espacio de dierencias mediantela repetición del valor signo en diversos contextos sociales, disociado de sudimensión de signicado. Por cierto, ésta es sólo una propuesta de interpre-

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tación que requeriría de soporte empírico como apoyo, pero me atrevo aarmar que lo que se puede observar en una sociedad de consumo, ya sea elde una sociedad propiamente moderna o el de una sociedad de modernidad

periérica como la nuestra, es que la prolieración de objetos signos que cir-culan en una aparente disonancia o inconsistencia con la posición objetiva dequienes los utilizan, participan de una constante resignicación en el marcode las disputas por la imposición de los principios de visión y de división delmundo social. Tales objetos, en su calidad de símbolos de prestigio o reco-nocimiento social, son apropiados por los agentes como parte de sus propiasestrategias de enclasamiento.

5. DEMOCRATIZACIóN DEL CONSUMO Y DEVALUACIóN DEL VALORSIGNO

Evidentemente, el valor simbólico o el valor signo de tales objetos, a di-erencia del valor de uso y el valor de cambio, no constituye una dimensióncuya cuanticación pueda ser determinada en orma más o menos precisa. Justamente, por depender undamentalmente del reconocimiento intersub- jetivo, esta dimensión del valor de los objetos está sujeta a importantes fuc-tuaciones en términos de su mayor o menor valor en la sociedad. Los eectos

de infación y defación de los objetos signos o de los objetos simbólicos, asícomo las transormaciones de unas ormas de valor en otras, son parte delas propias prácticas de enclasamiento y de la lucha por asegurar el valor dedistinción que otorgan tales objetos. Esos enómenos de variación del valorrespectivo pueden ser vistos en relación con la valoración social atribuida adeterminados objetos o bienes como lo ha sido el uso de bienes, hasta no hacemuchos años considerados elitistas, como teléonos celulares o automóviles.En el primer caso, la penetración de ese tipo de aparatos de comunicación se

estima que llegará al ciento por ciento a nes de esta década, lo que quieredecir que habrá tanto celulares como habitantes en el país y con presenciaen los distintos grupos socioeconómicos. Por su parte, el parque vehicularen el país superaría ya los tres millones de unidades. Este enómeno de ladevaluación de bienes considerados hasta algunas décadas como signos dedistinción, también puede verse en el uso de los nombres propios con los queson bautizados los niños ( Bernard y Desplanques, 2001) o los diplomas edu-cacionales (Passeron, 1982; Collins, 1989, 2000; Brunner, 2007). Un buenejemplo de este enómeno de devaluación de los diplomas, los bienes de cua-licación (Wright, 1994) o simplemente el capital educacional se puede ob-servar en los cambios experimentados en Chile en los diplomas escolares co-rrespondientes a los colegios en que antiguamente eran ormados los hijos dela elite intelectual, económica y política. Tanto la devaluación de los antiguosliceos públicos como de los emblemáticos colegios religiosos de los jesuitas,por ejemplo, han hecho aparecer colegios que hoy compiten por los mejores

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estudiantes de la elite, y que responden a orientaciones religiosas y valóricasmás conservadoras. Es el caso de los colegios de la prelatura del Opus Deio los de los Legionarios de Cristo. Igual enómeno se puede observar en la

educación superior, donde se ha producido una evidente segmentación entrelas universidades tradicionales de mayor prestigio y las universidades priva-das que hoy atraen también a parte importante de esa elite. Ello ha traídoconsigo una devaluación de los diplomas de muchas de las universidadestradicionales y una valorización de los diplomas de algunas universidades delsistema privado, que en sus inicios gozaban de menor prestigio.

En cualquier caso, lo importante de consignar es que el poder discrimina-torio de los símbolos de estatus o de los valores signos varía conorme varía

el acceso de los individuos a ellos. Tal como Weber lo señalaba al analizar losgrupos estamentales, el valor distintivo del consumo depende de la monopo-lización del acceso a aquellos bienes o servicios que lo otorgan. A medida queel acceso a ellos se va ampliando a más individuos, es esperable que su valorsimbólico o su signicación como signo de distinción disminuya.

 A este respecto, lo que los datos disponibles muestran para Chile es queel crecimiento económico ha permitido que algunos bienes consideradoshasta hace algunas décadas como símbolos de estatus, hoy hayan perdidoen cierta medida ese carácter en virtud de que el acceso a los mismos se hademocratizado, por decirlo así. Es el caso de los teléonos celulares, que yahe comentado más arriba. Los datos de la encuesta CASEN muestran justa-mente una mayor incidencia de este tipo de bien en los hogares del país, loque con seguridad ha producido un cambio en el valor simbólico asociado

gráico 1

pORCENTAjE DE HOGARES qUE pOSEN TELéFONO MóVIL, SEGúN DECILES

(2000-2006)

D10,0

10,0

20,0

30,0

40,0

50,0

60,0

70,0

80,0

90,0

100,0

D4 D7D2 D5 D8 D10D3 D6 D9 TOTAL

2000

2003

2006

ee: E pp e e e casEn.

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al mismo. Probablemente ya no sea necesario que alguien recurra a celularesde madera para aparentar lo que hace diez años se buscaba aparentar a travésde ese simulacro.

Como se puede apreciar en el gráco 1, en seis años la penetración delcelular en los diversos segmentos socioeconómicos constituye un hecho bas-tante evidente. Por su parte, hay otros bienes que, aunque no hayan tenidoel valor simbólico que tuvieron los celulares en algún momento, sí ue untipo de bien que actuaba como dato duro de la posición socioeconómica. Mereero a la disponibilidad de caleont en los hogares chilenos. Los mismosdatos de la encuesta CASEN muestran que este bien ha experimentado uncambio semejante al de los celulares, perdiendo con ello su valor discrimina-

torio en materia de dierenciación simbólica.Los datos que entrega la CASEN del año 2006 sobre la disponibilidad de

D10,0

10,020,0

30,0

40,0

50,0

60,0

70,0

80,0

90,0

100,0

D4 D7D2 D5 D8 D10D3 D6 D9 TOTAL

1987

2006

gráico 2

pORCENTAjE DE HOGARES qUE pOSEEN REFRIGERADOR, SEGúN DECILES

(1987-2006)

ee: E pp e e e casEn.

bienes en los hogares de los distintos deciles de ingreso, permite apreciar estatendencia general a una nivelación en el acceso a bienes que hasta hace algu-nas décadas sólo se los podían permitir los hogares de mayores ingresos. Estapérdida del poder discriminatorio en el caso de varios de ellos, para eectos dela valoración simbólica que adquieren, constituye la evidencia de cómo lospropios agentes probablemente se ven en la necesidad de asegurarse un valordierencial mediante nuevas ormas de distinción, sea mediante otra clase deobjetos o mediante otras ormas de uso de los mismos.

Lo mismo vale probablemente para la devaluación de la educación como

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tabla 1

DISpONIbILIDAD DE bIENES DE LOS HOGARES SEGúN DECILES DE INGRESO

AUTóNOMO (% DE HOGARES qUE pOSEEN CADA bIEN)

D1 D2 D3 D4 D5 D6 D7 D8 D9 D10 TOTAL

AUTOMóVIL 15,3 15,3 17,3 17,7 25,0 33,6 38,7 39,6 70,1 86,0 48,4

LAVADORA 52,4 50,6 58,2 74,5 80,8 90,1 98,0 96,5 98,6 96,7 80,6

REFRIGERADOR 85,7 89,7 91,7 96,2 95,4 97,8 96,0 98,8 99,4 99,9 95,4

CALEFONT 59,2 57,9 62,8 75,8 81,5 90,4 91,2 93,7 97,4 98,5 81,7

TELéFONO FIjO 29,8 27,5 31,4 26,8 55,1 67,2 70,4 71,0 82,4 90,1 56,9

TELéFONO MóVIL 61,2 66,5 61,2 83,2 71,6 77,7 81,8 88,8 92,4 97,0 79,0

COMpUTADOR 26,9 23,8 28,9 37,8 45,5 55,8 68,2 69,1 80,9 93,3 54,9

TV CAbLE 17,0 9,4 8,5 8,8 17,2 31,2 33,6 38,9 60,1 78,5 32,3

INTERNET 50,6 25,1 27,1 32,3 50,4 37,2 55,6 55,3 81,8 88,3 40,4

ee: E pp e e casEn 2006

tabla 2

pROMEDIO DE AñOS DE ESCOLARIDAD DEL jEFE DE HOGAR,

SEGúN DECIL AUTóNOMO

1987 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006

D1 5,4 6,4 6,9 6,2 6,3 6,3 6,5 6,8 10,4

D2 5,6 6,9 7,1 6,9 6,9 7,0 7,4 7,6 10,0

D3 5,9 6,9 7,3 6,8 7,1 7,5 7,7 8,1 10,9

D4 6,2 7,1 7,2 7,3 7,7 7,8 7,9 8,4 10,7

D5 6,8 7,4 7,5 7,7 8,1 8,1 8,7 8,7 11,5

D6 6,5 7,6 7,6 7,8 8,3 8,5 8,7 8,9 12,1

D7 7,5 8,0 8,4 8,6 8,9 9,5 9,4 10,0 12,9

D8 8,8 9,3 9,2 9,8 10,2 10,4 10,5 10,9 13,2

D9 10,3 10,9 10,4 11,2 11,4 12,1 12,0 12,2 14,6

D10 12,9 13,2 12,9 13,4 13,9 14,4 14,6 14,8 16,5

TOTAL 7,6 8,4 8,5 8,6 8,9 9,2 9,3 9,6 12,5

ee: E pp p e casEn 1987-2006

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valor signo, al menos en aquellos niveles que también hasta hace algunasdécadas constituían un capital que aseguraba oportunidades para quieneslograban completar su educación secundaria. Al respecto, la misma encuesta

CASEN permite ver cómo la escolaridad ha venido creciendo en todos losestratos de ingreso y, especialmente, cómo ha ido nivelándose, y con elloperdido también parte de ese poder discriminatorio que había tenido.

Evidentemente que en el caso de determinada clase de bienes, el eectoinfación se produce de manera inevitable debido a que el límite superioren el acceso a ellos no puede seguir elevándose, con lo que en la práctica seproduce un eecto nivelador a medida que transcurre el tiempo.

Por esta razón es que la dinámica de los sistemas de estraticación, en lo

que se reere a esta dimensión subjetiva que se expresa en las pautas de con-sumo, muestra una suerte de permanente renovación de aquellos objetos queoperan como objetos signos. Ello porque el valor signo o el valor simbólicode dichos objetos se ve aectado por el grado de acceso que a ellos tienen losindividuos de categorías o clases situadas en los niveles más bajos del sistemade estraticación social.

La importancia que tiene el carácter de objetos signo de buena parte delos bienes y servicios que adquirimos se expresa en el uso de las marcas. Eneecto, los objetos bajo su condición de valores de uso o de valores de cam-bio son nombrados mediante la utilización de sustantivos comunes, palabrascorrientes que designan la dimensión utilitaria o uncional que ellos poseen.En cambio, los valores símbolos y los valores signos poseen nombres propios,que en el caso particular de los valores signos corresponden a las marcas. Deese modo se entiende una antigua publicidad de pantalones que señalaba“Estos no son pantalones, son Dockers”. El valor asignado a la marca es

más relevante que cualquier consideración sobre su uncionalidad o utilidad.Más aun, el valor asociado a la marca basta para que se espere de ellos el be-necio simbólico que conlleva su posesión o su uso, inclusive en el caso delsimulacro que resulta del uso de objetos alsicados a los que la sola marcareconocida les otorga un valor.

No obstante, como he dicho, esta valoración de los objetos como signosde distinción, como discriminantes de la posición que se nos reconoce o quequeremos que se nos reconozca en el espacio social, está enrentada a proce-

sos de valorización y desvalorización que llevan a la búsqueda permanentede nuevos medios de asegurar el benecio de la distinción que proveen talesobjetos. El caso más emblemático de este enómeno lo constituye la moda.

 Ya la sociología clásica a través de Simmel (1957) había reparado en elenómeno de la moda en las sociedades de clases y el papel que cumplía comomecanismo de dierenciación social, al permitir a las clases y grupos superio-res poder asegurar el valor distintivo y producir un cierre social que unica a

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quienes acceden a ella y segrega a quienes no lo hacen. En este mismo sentidolo entiende Baudrillard (1999) cuando señala que la moda no refeja unanecesidad natural de cambio, sino que responde a una coacción social que

lleva a los individuos a una permanente búsqueda de la dierenciación socialy del prestigio en las sociedades de consumo. A este respecto, es interesanteobservar que a la base del enómeno de la moda se encuentra un enómenomimético, tal como el propio Simmel lo había señalado. En su opinión, esdebido a la imitación que experimentan los individuos de clases superiorespor parte de los de clases ineriores en cuanto a los objetos de consumo, quelos primeros se ven en la necesidad de recurrir a esta constante renovación delos objetos que otorgan un valor distintivo. Es interesante constatar que el e-

nómeno de la mimesis puede dar origen a aquellos enómenos de iterabilidadque hacía notar a propósito de la interpenetración entre pautas de consumoaparentemente inconsistentes.

En otros términos, la imitación y prolieración de los patrones de consu-mo considerados conspicuos, en el sentido de Veblen (1963), resultado de laimitación que de ellos hacen las clases ineriores, lleva a que los objetos pier-dan su poder discriminatorio y deban, por tanto, buscarse permanentementenuevos valores signos. Por cierto, esta permanente lucha por la distinción,por el valor dierencial a través de los objetos, puede tener en su origen y ensu undamento actores de diversa índole, pero lo central es que los sujetospersiguen el establecimiento de un sistema de dierencias materiales y simbó-licas a través del consumo.

6. A MODO DE CONCLUSIóN Y SUGERENCIAS METODOLóGICAS

Lo que cabe preguntarse ahora es en qué medida estos enoques y susrespectivas aproximaciones empíricas al enómeno de la dierenciación so-cial en Chile pueden orecer mejores posibilidades que aquellos enoques y metodologías actualmente en uso en el país. A primera vista, pareciera quela consideración de aquellos enómenos de orden más simbólico que gu-ran en los trabajos de Weber, Baudrillard, Bourdieu y otros constituye unavance en el sentido de no sólo integrar una dimensión que suele tratarse entérminos más bien de variable dependiente que de variable independiente,sino, además, porque su consideración en los análisis permitiría una suerte

de sociologización (si se me permite el neologismo) de los enómenos de ladesigualdad y la dierenciación social que han estado durante mucho tiempobajo la infuencia de la economía y el marketing. A este respecto, es sabidoque en materia de estraticación socioeconómica se utiliza desde hace casi 25años una metodología desarrollada por las empresas de investigación de mer-cado, que se conoce como metodología del grupo socioeconómico (GSE),y cuyos objetivos responden a las necesidades de segmentación del mercadopara nes comerciales. Técnicamente, esta metodología opera a partir de va-

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riables de fujo y de variables de stock de los hogares que dan cuenta de suposición dentro de un continuo de condiciones socioeconómicas. Las varia-bles undamentales que ueron consideradas originalmente para la medición

empírica de esa posición ueron los ingresos, la ocupación del jee de hogar,el equipamiento de bienes, el nivel educacional del jee de hogar y la comunade residencia del hogar. Con el tiempo, se ue deniendo un número máslimitado de variables que permitieran estimar la posición socioeconómica apartir de unos pocos datos, en especial aquellos que resultaran ácilmentemedibles por los encuestadores y que tuvieran un alto poder discriminatorio. Así, se llegó a denir un reducido número de variables relativas a la vivienda,el entorno y la comuna en que está ubicada. Ello permitía que sin necesidad

de entrevista alguna, los hogares ueran clasicados en algunos de los estratosque la metodología del GSE contemplaba, y cuya denición respondió a cri-terios de distribución estadística, más que a criterios sustantivos en términosde clases o estraticación social.

No obstante, desde hace algunos años se ha planteado la necesidad demodicar la metodología del GSE, básicamente debido a que los cambios ex-perimentados por el país en materia de crecimiento económico han llevado ala pérdida de poder discriminatorio de algunas de las variables originales delíndice, como asimismo por el hecho de que en la actualidad la modalidad enque muchas de las investigaciones de mercado operan hace inviable el poderacceder a la visualización del hogar por parte de los encuestadores, de maneraque se requiere de otras variables básicas a partir de las cuales estimar la con-dición socioeconómica de hogares y personas. En este caso, se ha sugerido lautilización de las variables de equipamiento del hogar y el nivel educacionaldel jee de hogar.

Por su parte, para satisacer las necesidades de estraticación de la pobla-ción que tienen los organismos públicos, éstos suelen recurrir a la variableingresos para estraticar a la población en quintiles o deciles, datos prove-nientes de algunas de las encuestas de hogares que se aplican en el país; comoes el caso de la CASEN o la encuesta suplementaria de ingresos. De cualquiermodo, también se trata en este caso de metodologías de segmentación quepoco y nada dejan para la inclusión de variables propiamente sociales entérminos de estraticación. Estas últimas, cuando son consideradas, lo son

a modo de variables dependientes a partir de una estraticación que, por logeneral, suele ser la metodología del GSE o la estraticación por ingresos.

Por su parte, los estudios sobre estraticación que se han venido realizan-do en Chile en los últimos años han propuesto algunas medidas empíricas dela dierenciación de la sociedad chilena en clases basadas en la metodologíadesarrollada por Goldthorpe a partir de categorías ocupacionales, y que per-mite poder contar con una medida empírica de la estructura de clases que

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hace posible la comparabilidad a nivel internacional (Torche, 2006). En lamisma línea, esta propuesta de medición empírica de las clases ha sido utili-zada para investigar los procesos de movilidad social en Chile con claro éxito

en cuanto a aportar evidencia empírica acerca de la magnitud de la movilidady sus principales patrones de comportamiento (Torche y Wormald, 2007).No obstante, estas propuestas metodológicas tampoco logran dar cuen-

ta adecuadamente de los aspectos de la estraticación social que han sidoplanteados a lo largo de este artículo. A este respecto, las dos experiencias demedición de aquellos aspectos más simbólicos de la estraticación han sidola encuesta de consumo cultural, por un lado, y el estudio realizado por elPNUD para medir el enómeno del consumo y sus eectos en términos de

estilos de vida, por otro. No obstante, la encuesta de consumo cultural querealizó el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes en el período 2004-2005, si bien entrega evidencia empírica de los enómenos de dierenciaciónen el espacio del consumo de bienes simbólicos, asociados a dierencias so-cioeconómicas de los individuos, sigue considerando el consumo como unaresultante de la posición socioeconómica o de clase, la que a su vez sigueestando medida en términos no muy distintos a los que utilizan las investiga-ciones de mercado. No hay, por ejemplo, un intento de determinar la posi-ción estamental (en el lenguaje de Weber) de los individuos a partir del tipode relación con los objetos o bienes culturales. En este sentido, no se trata deun estudio que indague en el valor simbólico o el valor signo que adquierendeterminados bienes culturales y sus eectos en la estraticación social.

De todas ormas, puede apreciarse cómo los patrones de consumo de bie-nes culturales se relacionan con variables como el nivel socioeconómico ola escolaridad. Al respecto, lo interesante de analizar es no sólo cómo los

patrones de consumo vendrían a ser una unción del capital económico y cultural que se posee, sino también en qué medida tales pautas de consumocultural actúan como variable independiente en los procesos de dierencia-ción y jerarquización social. Cuáles son los valores simbólicos y los valoressigno atribuidos a tales o cuales objetos o bienes culturales. Para decirlo mássimplemente, la dierenciación opera tanto en el acceso a determinados bie-nes como en las diversas variantes que admiten dichos bienes en términos dedistinción. Leer La Cuarta no es lo mismo que leer El Diario Financiero, ni

asistir a un espectáculo del Cirque du Soleil es igual a ir al Circo Timoteo. Aunque en el caso de una encuesta como la de consumo cultural no resulteposible hacer tales distinciones, la pregunta es si en el mundo social operantales distinciones y cuál sería el eecto sobre los sistemas de dierenciaciónsocial. No obstante, hay estudios que indican que en nuestro país la die-renciación es mayor en la dimensión de la clase que en la dimensión delestatus (Torche, 2007). Dicho en otros términos, los chilenos tendemos a

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gráico 3

ASISTENCIA A ESpECTáCULOS CULTURALES,

SEGúN NIVEL SOCIOECONóMICO

ee: Ee e - cnca.

e

ALTOMEDIObAjO0

10

20

30

40

50

60

70

80

e

expe

e

z

e

NINGUNA 1-3 AñOS 4-8 AñOS 9-12 AñOS 13-17 AñOS 18 Y MáS0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

gráico 4

ASISTENCIA A ESpECTáCULOS CULTURALES úLTIMOS DOCE MESES,

SEGúN AñOS DE ESCOLARIDAD

ee: Ee e - cnca.

e

e

expe

e

z

e

dierenciarnos más signicativamente en términos socioeconómicos que entérminos socioculturales, de manera que ello pudiera conspirar contra estapretensión de buscar en los elementos de orden simbólico los principios dedierenciación social que enriquezcan los enoques y el análisis sobre el enó-meno de la dierenciación y desigualdad social.

 Algo similar ocurre con el estudio del PNUD correspondiente al inorme

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sobre Chile del año 2002. Si bien constituye un esuerzo por avanzar en lainvestigación sobre el impacto del consumo en la conormación de estilos devida, no hay una determinación de la posición relativa de los individuos y 

clases en este espacio de los estilos de vida en términos de una jerarquizacióno una valoración desigual que pueda ser imputable al valor signo de deter-minados objetos.

Por otro lado, tampoco los estudios realizados en Chile han abordado elenómeno de las prácticas de enclasamiento como parte de la dinámica delpropio campo social y la lucha de los dierentes agentes sociales por asegurarsu distinción. Esto requeriría de un tipo de aproximación teórica y metodo-lógica distinta a las hasta aquí utilizadas, que no ha sido aún explorada pero

que podría dar interesantes rendimientos en materia de conocimiento sobrelas dinámicas de la dierenciación social en el espacio de los estilos de vida. Alrespecto, mi propuesta es que se indague en las ormas en que los individuosaplican sus propias categorías relativas a la dierenciación del espacio social.No para reemplazar las medidas objetivas de posición socioeconómica conmedidas subjetivas, las que serán siempre discutibles, sino más bien paraidenticar aquellos objetos y prácticas que adquieren la condición de objetosy prácticas de enclasamiento, y a partir de las cuales el espacio social experi-menta un tipo de dierenciación ciertamente más compleja que aquella quese deriva del uso de indicadores de posición socioeconómica convenciona-les.

Las actuales uentes de datos disponibles ciertamente no resultan su-cientes para un enoque como éste; no obstante, tampoco se trata de reem-plazar las mediciones de clase o de grupo socioeconómico, sino más biende explorar en el seno de estas gruesas categorías, la presencia de ormas de

estamentalización (en el sentido weberiano) que conguran así una jerar-quización del espacio social que es más compleja tanto porque deriva deluso que los agentes pudieran hacer de los objetos signos, como del hecho deque los principios de jerarquización mismos son objeto de luchas simbólicaspor la imposición en términos de principios válidos. La conocida discusiónacerca de lo que signica ser habitante de una villa o una población, cobrarelevancia en el mundo popular en el marco de esta lucha por la imposiciónde principios de clasicación y de jerarquización del espacio social que tiene

consecuencias para los propios agentes sociales. Ciertamente, no resulta muy relevante poder determinar mediante variables objetivas si existe realmenteuna dierencia signicativa entre vivir en una villa o vivir en una población,pues probablemente las dierencias objetivas entre esos dos tipos de vivien-da sean prácticamente imperceptibles para la mayoría de los intelectuales y sociólogos, pero el valor distintivo que adquiere no sólo el ser habitante deuna villa en el mundo popular es algo que parece importante poder detectar

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a partir de los sistemas o metodologías de medición de la estraticación;también es relevante porque esa denición viene dada por la imposición deun principio de jerarquización en el marco de luchas simbólicas por la pro-

ducción de dierencias signicativas para la vivencia que los propios agentes.Esto tiene particular importancia cuando se parte de la base de que la claseno constituye algo que venga denido mediante un esencialismo de cual-quier especie, como asimismo no constituye sino el resultado de un procesode construcción teórica y práctica. Teóricamente, la clase es el resultado delas distinciones operadas por los propios investigadores que, aunque bienundadas en la realidad, se mueven en el plano intelectual. Prácticamente,la clase es el resultado de los propios procesos de autoclasicación que los

agentes establecen en el marco de estas luchas simbólicas por la producciónde dierencias. Desde este punto de vista, de lo que se trata es de poder iden-ticar esos procesos de construcción de la clase y la importancia que tenganallí objetos y prácticas de enclasamiento como a las que he hecho reerencia.

Ciertamente, este tipo de investigación requeriría de metodologías cuali-tativas apropiadas para dar cuenta de estos sistemas de distinciones con losque operan los individuos en materia de dierenciación y jerarquización delespacio social. Me parece que el trabajo etnográco con grupos o categoríasde individuos permitiría poder llegar a identicar algunos de estos objetos y prácticas de enclasamiento, con las que luego pudiera procederse a una cuan-ticación de la utilización que de ellos hacen los propios individuos. Estosignica que, en lugar de suponer que el valor social de un objeto o de unapráctica viene determinado por la posición socioeconómica del individuo,habría que explorar más bien cómo esa posición relativa en el espacio socialviene denida simbólicamente (que no hay que olvidar que es una dimen-

sión también de lo real) a través del uso de tales o cuales objetos y prácticasde enclasamiento. En otros términos, de lo que se trata es de poder llegar adeterminar qué objetos o prácticas adquieren un valor signo con el que lospropios agentes buscan dierenciarse en el espacio social y dan así origen aormas de dierenciación más heterogéneas al interior de la homogeneidadque constituyen las gruesas categorías de clase. Ello constituiría ya un avanceen la investigación empírica sobre las ormas de desigualdad en el Chile delsiglo XXI.

Nota1 n e, e exe p e ee e “ye-”. Ee e ep e e e ee cve y lke,e , y g y nzz, e i.

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