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Introducción En el año 1999, el Ministerio de Educa- ción y Cultura aprobó un proyecto de res- tauración del convento de Santa Fe de Toledo, propiedad del Estado desde los años setenta, como ampliación del Museo de Santa Cruz, redactado por el arquitecto A. Ballarín. Las obras se iniciaron en el año 2000 al igual que los trabajos arqueológicos contemplados en dicho proyecto, estima- dos en función de los resultados obtenidos en otras actuaciones precedentes, las cuales, si bien fueron muy puntuales y de resulta- dos muy genéricos, desvelaron el potencial arqueológico de dicho recinto como refe- rente no sólo arquitectónico y artístico, si- no también urbanístico de la ciudad. Debi- do al interés de los hallazgos, el Instituto de Patrimonio Histórico Español financió una ampliación del presupuesto arqueológico posibilitando continuar los trabajos de ex- cavación hasta julio de 2003. Con el fin de descubrir la génesis y el desarrollo constructivo del inmueble, se programaron actuaciones de diversa índole adecuadas a unos objetivos concretos, aun- que, en gran medida, supeditadas a las ne- cesidades del proyecto arquitectónico. Así, gracias al análisis de los paramentos, exca- vaciones en área, sondeos y un seguimiento arqueológico de la obra, fue posible, en cierto modo, clarificar los distintos estadios constructivos a partir del estudio de la se- cuencia estratigráfica, obtenida tanto en el subsuelo, como en los muros, cotejado con la documentación histórica existente al res- pecto y con otros prototipos coetáneos. En este artículo, queremos dar a conocer las distintas fases de ocupación reconocidas en este conjunto arquitectónico, incidien- do en aquellos aspectos más significativos y relevantes cuyo interés ha motivado, inclu- so, que algunas de las estructuras descu- biertas sean integradas como parte del pro- yecto museístico. 53 El antiguo convento de Santa Fe de Toledo FABIOLA MONZÓN MOYA CONCEPCIÓN MARTÍN MORALES Instituto del Patrimonio Histórico Español Figura 1. Croquis de la ciudad de Toledo en época musulmana. Julio Po- rres Martín-Cleto: Toledo a través de sus planos. Toledo, 1989. TOLEDO MUSULMANA 1085

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Page 1: El antiguo convento de Santa Fe de Toledo - mecd.gob.es · de Santa Cruz, redactado por el arquitecto A. Ballarín. Las obras se iniciaron en el año 2000 al igual que los trabajos

Introducción

En el año 1999, el Ministerio de Educa-ción y Cultura aprobó un proyecto de res-tauración del convento de Santa Fe deToledo, propiedad del Estado desde losaños setenta, como ampliación del Museode Santa Cruz, redactado por el arquitectoA. Ballarín. Las obras se iniciaron en el año2000 al igual que los trabajos arqueológicoscontemplados en dicho proyecto, estima-dos en función de los resultados obtenidosen otras actuaciones precedentes, las cuales,si bien fueron muy puntuales y de resulta-dos muy genéricos, desvelaron el potencialarqueológico de dicho recinto como refe-rente no sólo arquitectónico y artístico, si-no también urbanístico de la ciudad. Debi-do al interés de los hallazgos, el Instituto dePatrimonio Histórico Español financió unaampliación del presupuesto arqueológicoposibilitando continuar los trabajos de ex-cavación hasta julio de 2003.

Con el fin de descubrir la génesis y eldesarrollo constructivo del inmueble, seprogramaron actuaciones de diversa índoleadecuadas a unos objetivos concretos, aun-que, en gran medida, supeditadas a las ne-cesidades del proyecto arquitectónico. Así,gracias al análisis de los paramentos, exca-vaciones en área, sondeos y un seguimientoarqueológico de la obra, fue posible, encierto modo, clarificar los distintos estadiosconstructivos a partir del estudio de la se-

cuencia estratigráfica, obtenida tanto en elsubsuelo, como en los muros, cotejado conla documentación histórica existente al res-pecto y con otros prototipos coetáneos.

En este artículo, queremos dar a conocerlas distintas fases de ocupación reconocidasen este conjunto arquitectónico, incidien-do en aquellos aspectos más significativos yrelevantes cuyo interés ha motivado, inclu-so, que algunas de las estructuras descu-biertas sean integradas como parte del pro-yecto museístico.

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El antiguo convento de Santa Fe de Toledo

FABIOLA MONZÓN MOYA

CONCEPCIÓN MARTÍN MORALES

Instituto del Patrimonio Histórico Español

Figura 1. Croquis de la ciudad deToledo en época musulmana. Julio Po-rres Martín-Cleto: Toledo a través desus planos. Toledo, 1989.

TOLEDOMUSULMANA

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El estado de la cuestión a partirde la documentación arqueológica

La ciudad de Toledo se levanta sobre un es-carpado promontorio originado por unmeandro del río Tajo. El antiguo conventode Santa Fe está situado en el sector nor-deste de la ciudad, desde donde se divisa laextensa llanura de la vega. Con una ubica-

ción estratégica, teniendo en cuenta lamorfología del territorio, su actual fisono-mía deriva de la superposición y agrega-ción de diferentes estructuras que, erigidasdesde el período hispanomusulmán hastanuestros días, han generado un peculiar ycomplejo conjunto arquitectónico en elque aún pueden vislumbrarse las huellas desu pasado.

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Figura 2. Plano de la zona del Alfi-cén de Toledo.

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Fase hispanomusulmana

La primera construcción quedó integradadentro del recinto de la alcazaba de la ciu-dad de Tulaytula, como así se denominaba aToledo durante la ocupación musulmana.Este recinto, uno de los ingredientes básicosde la estructura urbana islámica, ocupabael ángulo nordeste de la ciudad y estabarodeado por una muralla conocida comoal-Hizán, y posteriormente Alficén, que, enalgunas ocasiones, fue aprovechada comocimiento de edificaciones posteriores. Éstefue el caso de Santa Fe, en donde dicho mu-ro se utilizó como cierre exterior, quedandoclaramente visible en el sector occidentaldel edificio1. Se define como una estructuraciclópea asentada en la roca y levantada conun aparejo asimétrico integrado por grandesbloques rectangulares e irregulares de piedragranítica colocados en la base verticalmentey en el alzado de forma horizontal, gene-rando hiladas de 0,50 y 0,80 m de altura.La amplia junta existente entre ellos quedadisimulada con un enripiado de teja y pe-queños cantos de granito. Por las caracterís-ticas referidas, nos encontramos ante unmodelo de factura islámica generalizado enel área peninsular hacia mediados del si-glo VIII, o entre los siglos VIII y IX2, una cro-nología que determina que ya en épocaemiral la alcazaba gozaba de una sólida es-tructura e identidad, aunque deba a ‘Abd al-Rahmán III su consolidación y ampliacióntras la toma de Toledo en el año 9323.

La ciudadela integraba construcciones decarácter político y militar, y a su vez defen-día el área palatina a la que se alude en di-versas crónicas históricas. El primer palaciomusulmán que consta en esta ciudad es eldel muladí Amrus, construido en época deal-Hakám I en torno a finales del siglo VIII,posiblemente con tapial. La siguiente men-

ción insinúa su reconstrucción en el año 837tras el asedio de Mohamed I, hermano de‘Abd al Rahmán II, y lo ubica cerca de lapuerta del Fuerte, puerta de los Caballeros opuerta del Puente, según fuentes bibliográ-ficas islámicas. De nuevo será ‘Abd al Rah-mán III el que emprenda una construcciónmás estable unida al puente de Alcántara4.

Sin lugar a duda, el palacio más conocidoes el al-Ma’mun ibn Di-l-Num, rey de la taifatoledana entre 1043 y 1075, gracias a un tex-to que rememora las suntuosas fiestas cele-bradas con motivo de la circuncisión –i i’-dar– de su nieto, el futuro al Qadir5. En él,además de describirse el dispendio con elque fueron agasajados los invitados, se hacereferencia a las estancias palaciegas por lasque transitaron. Gracias a la crónica se sabeque este monarca edificó un conjunto palati-no, o al menos varias salas: Sala al-Mukarram(venerada o reverenciada) y Sala de la Intimi-dad, reseñadas junto a otros magníficos salo-nes y jardines que debieron integrarlo6.

La ubicación de cualquiera de estos pala-cios suscitó cierta polémica entre aquellosautores que defendían su localización bajo elactual alcázar, fundado por Alfonso VI, y losque proponían el espacio comprendido porel convento de Santa Fe, el convento de laConcepción Francisca y el Hospital de Santa

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Figura 3. Detalle de la muralla delAlficén localizada en la Sala del Alfarje.

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Cruz7, en este último caso avalado por dosfactores: la aparición de diversos objetos co-mo capiteles, gorroneras, placas de már-mol..., datados en los siglos X y XI, y la per-manencia de dos edificios dentro delconvento de Santa Fe, considerados reduc-tos del área palaciega: la capilla de Belén yuna sala anexa con arcos polilobulados8, es-tancias para las que tampoco hubo una opi-nión unánime sobre su filiación islámica omudéjar, cuestión que trataremos con pos-terioridad.

Actualmente, gracias al descubrimientode una serie de estancias ubicadas en el sec-tor occidental del inmueble, concretamenteen la denominada Sala del Alfarje, podemosconfirmar que este ámbito perteneció al au-la régula islámica, un recinto que se adosó ala muralla del al-Hizán, siendo remodeladocon posterioridad como lo verifican las dosfases constructivas constatadas dentro delpropio período islámico.

De la primera se ha registrado un ampliopatio o sahn9, con paredes decoradas con un

zócalo en almagre, al que se accedía por unvano de 3 m ubicado en el cuadrante sudes-te del claustro. Su cierre meridional coinci-de con el perímetro del claustro renacentis-ta, mientras que el occidental sobrepasa ellímite oeste del mismo. Alrededor de estepatio deprimido eran distribuidas las habi-taciones, de las cuales tan sólo se ha podidodocumentar una parte de las que se proyec-taron en el ala oeste, concretamente en elinterior de la denominada Sala del Alfarje,relacionadas de norte a sur con un salón,una alcoba, un cuarto de aseo y el habitácu-lo de la letrina, todas ellas adosadas al murodel Alficén.

Desde el patio se pasa directamente al in-terior del salón por medio de una entradacentral configurada al menos por dos vanosde 1,82 m de anchura, separados por unplinto de 0,50 m y cerrados con puertas, taly como evidencia la quicialera conservadaen las losas calizas que remarcan el umbral.Aunque únicamente ha sido posible la do-cumentación de una parte del mismo, se

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Figura 4. Plano general del convento de Santa Fe, con las construcciones de época islámica localiza-das en la excavación arqueológica.

Figura 5. Vista general del salón islámico localizadoen la Sala del Alfarje.

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puede señalar que presenta una forma rec-tangular definida con 4,16 m de anchura, y10,40 m de longitud, este último dato hi-potético y extrapolado en función de otrosmuros identificados en sondeos practicadosal norte.

Por el sur, a través de un vano central de1,25 m también resaltado en la base con lo-sas calizas, el salón queda comunicado conotro cuarto más pequeño identificadocon una alcoba, de anchura similar y con unalongitud de 2,55 m. Ambas habitaciones es-tán separadas por un muro de tapial de 0,75-0,80 m y decoradas con un zócalo de pintu-ra mural en rojo almagra, posiblemente de0,50 m de altura si se tiene en cuenta el con-servado sobre la muralla. Así mismo ofrecenun pavimento de baldosa de barro de varie-dad cromática: blanco, naranja y rojo, dis-puesta sin un planteamiento rítmico en sudistribución y con un tamaño variable, sien-do las dimensiones más frecuentes: 27,5 × 18× 3 cm y 24,5 × 19 × 3 cm, sin desestimar lareducción cuando el hueco así lo exige.

Adosado a esta sala está el cuarto de aseo,definido de forma cuadrada con muros demampostería encintada siguiendo el eje delas anteriores y con acceso por el patio desdedonde se alcanza un pasillo de 0,90-1,10 mde anchura, revestido con un pavimento se-mejante al de las habitaciones. Esta estancia,también recubierta con pintura almagra se-gún los restos hallados, se caracteriza por lapresencia de una pila de ladrillo de 1 m2 desuperficie, 0,63 m de profundidad y revocointerior, situada en la esquina sudeste juntoal corredor, bajo el cual se han descubiertouna serie de estructuras que permitían la ca-nalización, hacia el patio, de los desechosprocedentes de la letrina, situada en la salacontigua.

El mencionado pasillo a su vez conducea la letrina, privatizada por medio de mu-

ros de mampostería encintada que confor-man una habitación de 2,85 m de longitudy 3,25 m de anchura, con un suelo cubier-to de argamasa. En la pared de la entrada sehan localizado dos hornacinas, una de me-nor tamaño, situada junto a la puerta, po-siblemente para albergar una fuente de luz,y otra, de mayores dimensiones, en la quese colocaría un recipiente de agua para losdistintos usos. El retrete, adosado al muronorte, se define como una plataforma rec-tangular de 2,80 m de longitud, 1 m de an-chura y unos 0,15 m de altura, asentada enel sustrato natural, y construida medianteun perímetro de ladrillo relleno de piedra yargamasa. En el centro queda la correspon-diente hendidura, diseñada con una pen-diente norte para acentuar su desemboca-dura en un pequeño pozo excavado en elsubsuelo, bajo el propio muro, a partir delcual se desviarían los residuos al exterior.Quizás lo más singular de este elementosea su integración en el muro señalado,ya que el pozo de decantación queda cu-bierto por una falsa bóveda de ladrillo, ge-nerada por aproximación de hiladas.

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Figura 6. Letrina musulmana loca-lizada en la Sala del Alfarje.

Figura 7. Pileta de ladrillo adosadaal muro de la letrina y orificio que per-mitía el acceso al pozo de decantaciónde la letrina, excavado en el interiordel muro, para la evacuación de los re-siduos.

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Dentro del contexto cultural islámico sereconoce una nueva fase constructiva deter-minada principalmente por la remodela-ción del patio debido al levantamiento deun muro de 1,05-1,10 m de anchura, ado-sado al perímetro interior del patio a modode andén, lo que implicó principalmenteuna reestructuración de las entradas.

Esta plataforma fue construida de tapial ymampuestos, coronada por varias hiladas debaldosa de ladrillo, la última de las cualesocupaba toda la superficie permitiendodeambular por ésta. Así, se concibe un nue-vo patio del que, como en el caso anterior,desconocemos sus proporciones exactas,salvo que el cierre meridional cuenta conuna longitud de 10,90 m, llegando a inte-grar un aljibe situado en la esquina sudestedel claustro, posiblemente de este período.De este modo, se hace necesario dotar deuna nueva entrada al patio, la cual se sitúaen el mismo lugar que la anterior, pero conuna anchura inferior –1,50 m–, y se pro-yecta otra nueva para el pasillo que condu-ce a las salas de aseo: se ciega el paso ante-rior y se abre un hueco más hacia el sur, de1,25 m de anchura, posiblemente debido a

que en este momento se define un pasillomás alargado y en codo. En esta fase se leañade un nuevo pavimento de baldosa de25,5-28 × 17,5-18 × 3 cm, y se embellececon un estrecho zócalo de pintura roja alque alegraron con dos granadas situadas enlas jambas de la nueva puerta.

Indudablemente, el alzado del andéntambién supuso el enmascaramiento de lapintura que recubría los muros del patio. Lanueva pared frontal del andén también fueenlucida y pintada en almagra, en este casocon un motivo central basado en la defini-ción de paneles rectangulares separados pordos nudos entrelazados y rematados poruna lacería alargada, conservada sólo enparte. Este esquema ornamental se ha gene-rado mediante trazos incisos que remarcanel motivo dejando visible la capa base demortero blanco, provocando un efecto cro-mático bicolor.

Las estructuras exhumadas presentan unadistribución espacial que claramente se rigepor el esquema que define la vivienda islá-mica: salas o pabellones articulados en tor-no a un patio dotado de aljibe. Por las ca-racterísticas y dimensiones de dicho

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Figura 8. Detalle del andén adosado a la pared exterior del salón. Figura 9. Detalle decorativo de la jamba de la puerta.

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ámbito, podrían ser calificadas de tipo pala-ciego, concepto que vendría a confirmarque en el área que hoy ocupa el convento deSanta Fe se estableció, al menos, un núcleode habitación del recinto palatino árabe.Por medio del estudio estratigráfico se hanpodido discernir dos momentos constructi-vos dentro del contexto cultural hispano-musulmán, si bien su datación no resultafácil por las alteraciones posteriores provo-cadas por la adecuación de este ámbito co-mo morada conventual.

Para definir el encuadre cronológico, elprimer aspecto analizado ha sido el materialarqueológico recuperado, siendo en este ca-so el cerámico el más numeroso. Destaca-mos, por su singularidad, un cantarillo deparedes muy finas, cuello estrecho y cuerpoglobular delicadamente decorado a moldereproduciendo motivos geométricos y vege-tales, y una estrella de David aplicada en lacara exterior de la base10; una pequeña bo-tella que podría tratarse de un juguete, y unfragmento que registra un término onomás-tico coloreado en rojo11.

Las excavaciones, además, han proporcio-nado otros objetos realizados en metal, gene-

ralmente clavos, algunos fragmentos de vi-drio, y yeserías con decoración de lacería y ve-getal, principalmente palmetas. En piedra,únicamente se ha encontrado un pequeño ca-pitel de alabastro relacionado con los mode-los denominados de estilo «corintio clasicista»que los alarifes musulmanes crearon, a seme-janza de los ejemplos romanos, a partir del si-glo IX, siendo más profusos en el siglo X12.

Grosso modo, una primera aproximacióndel estudio del conjunto desvela la presenciade objetos fechados en el siglo X, si bien algu-nos modelos perduran hasta el siglo XI, unmargen demasiado amplio que hemos inten-tado matizar a partir de otros factores.

El sistema constructivo se rige mediantela colocación de muros de mampostería enlos ejes principales, a los que se suman tabi-ques de tapial para configurar las habitacio-nes. Las paredes de mampuesto incorporanladrillo y teja, más bien como eje de alinea-ción que con el efecto decorativo que pos-teriormente asume y personaliza la arqui-tectura toledana. Este aparejo se asemeja altipo A de la clasificación de Rojas y Villa13,que tiene su máxima expresión en la épocacalifal y taifa. Además, en los paramentos

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Figura 10. Detalle decorativo del zó-calo pintado del andén musulmán lo-calizado en la panda sur del claustro.

Figura 11. Dibujo del zócalo pintado del andén musulmán localizadoen la panda sur del claustro.

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pintados, el grosor de la capa de morterobase es considerable, un rasgo distintivo deépoca califal que tiende a disminuir en lossiglos posteriores14. Los motivos ornamen-tales, únicamente representados en la se-gunda fase constructiva, se caracterizan porla sencillez al igual que las construccionesde al-Hakán II en Córdoba y sus alrededo-res, en donde los zócalos ofrecen esquemas

compositivos sencillos basados principal-mente en cuadrados, hexágonos y rectángu-los, a los que se suman adornos vegetales einscripciones. En las siguientes centurias,los motivos se barroquizan dando lugar aabigarrados lazos entrecruzados que derivanen polígonos estrellados, mezclados conotras iconografías, tanto vegetales comohumanas15. Las actuaciones arqueológicas,que en estos últimos años se vienen reali-zando en el casco histórico de Toledo, estándocumentando la existencia de casas musul-manas con pinturas murales que se puedenfechar en los siglos X y XI, como las situadasen la calle de la Soledad, n.º 216, en la callede Locum17, en las excavaciones realizadasen la zona norte del Alcázar de Toledo conmotivo de la construcción del Nuevo Mu-seo del Ejército18.

A partir de estas premisas, la primera hi-pótesis planteada19 fue que la segunda faseconstructiva pudo haber sido realizada enépoca califal. Una prueba de termoluminis-

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Figura 12. Dibujo de un cantarillo procedente de la zona de la letrina

Figura 13. Capitel.

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cencia realizada en una baldosa de ladrillodel suelo del salón, perteneciente a la pri-mera fase constructiva, permite fechar di-chas estancias a mediados del siglo X

(TL 952 d. C. ± 82)20. A tenor de esta in-formación, que en cierto modo confirma laconjetura primeramente esbozada, segui-mos sugiriendo que estas dependencias po-drían asociarse con el recinto palaciego delperíodo de ‘Abd al-Rahmán III que pervivecomo palacio musulmán hasta el siglo XI,integrado dentro del alcázar taifa, acrecen-tado con otras salas, de mayor suntuosidad,de acuerdo con los prototipos arquitectóni-cos y decorativos de esta época, y fieles a ladescripción realizada por Ibn Basam, casicon toda seguridad construidas en las inme-diaciones. Así, los Palacios de Galiana, co-mo denominan las fuentes cristianas a lamansión real, estarían situados en la partebaja de la alcazaba, reservando la cota máselevada para el castillo militar, que corres-ponde con el actual alcázar. Entre ambos sedisponía una amalgama de construccionessorteadas entre espacios vacíos identificadoscon: plateam, solare, hortum...21, cada cualcon su función correspondiente.

Indudablemente nuestra investigación si-gue abierta, a la espera de todos los resul-tados analíticos que en estos momentos seestán llevando a cabo, lo que permitirá con-trastar esta opinión.

Dentro de este apartado incluimos la ca-pilla de Belén, a pesar de que la fecha de suconstrucción ha mantenido un debate abier-to acerca de su filiación islámica o mudéjar,enraizado en las fuentes históricas y las ca-racterísticas arquitectónicas de este pequeñoedificio22. Debido a que existe una abun-dante bibliografía que de forma taxativaanaliza esta construcción, en este caso nos li-mitaremos a una presentación de los datosobtenidos en las excavaciones arqueológicas,

ya que desvelan nuevos aspectos a tener encuenta para su encuadre cronológico.

La capilla de Belén es un pequeño recin-to realizado completamente en ladrillo conuna planta octogonal al interior y cuadradaal exterior, situado al sudoeste del actualclaustro23. Destaca su sistema de cubiertaproyectada mediante una cúpula de nerviosparalelos cruzados siguiendo los cánones deun diseño califal, estilo al que también res-ponde la estructura y esquema de sus pare-des este, oeste y sur, conformadas cada unade ellas por tres arcos de herradura redondaenjarjados, de los cuales el central quedaríaabierto y los laterales cegados. Los restos demolduras de yeso conservados en las facha-das parecen formar parte de un reves-timiento original, quizá de un alfiz queremarcaba los tres arcos, un arquetipo pre-sente en la arquitectura andalusí al menosdesde mediados del siglo X24. En el lado es-te, a la altura del trasdós de la bóveda apa-recen unos canecillos de ladrillo que evi-dencian que en su origen se concibió unalero, posiblemente a cuatro aguas. Actual-mente a este recinto se accede por el huecocentral de la pared oeste, ampliado y resal-tado con una fachada en yeso y un arco co-nopial mixtilíneo que podría fecharse entreel gótico final y el renacimiento. Hoy su in-terior está exornado con temas marianos,estilizados ángeles, y una profusa y colo-reada vegetación encuadrada en torno al si-glo XVI. En el testero sur se construyó unsepulcro para albergar al infante Fernán Pé-rez, hijo de Fernando III y Beatriz de Sua-bia, fallecido en el año 1212, considerándo-se como el sepulcro mudéjar más antiguo25.De nuevo en el siglo XVII se utilizó el frentenorte para acoger el sepulcro de la infantadoña Sancha Alonso, hija de don Alfonsode León y doña Teresa, hermana de Fernan-do III, que murió en el año 1270, siendo

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trasladada con posterioridad. Hoy no seconserva nada de lo que fue su traza.

La condición funeraria de esta capilla, di-señada a modo de qubba, resulta clara desdeprincipios del siglo XIII, no así su funciónoriginal ni el promotor de su construcción.Este tipo de elementos arquitectónicos gozóde un uso ambivalente: oratorio, templete orecinto funerario, y hay numerosos ejemplosen la geografía musulmana. La excavaciónarqueológica programada en su interiorofreció una compleja estratigrafía en la quedestaca la presencia de diversas inhumacio-nes que evidencian que el subsuelo tambiénfue utilizado como campo funerario26.

En el centro se exhumó un sarcófago deladrillo con forma trapezoidal y cabeceramonolítica antropomorfa, construido hora-dando una espesa estructura de argamasaque ocupaba una gran parte de la superficie.Su interior alojaba a un individuo joven en-terrado con una pulsera de pasta vítrea decordones blanco y azabache entrelazados,en el antebrazo derecho. Hacia el sur, apro-vechando el hueco existente entre el sepul-cro y la argamasa, apareció otro sujeto de si-

milar edad, probablemente coetáneo. Alnorte, adosado a la pared del sarcófago ypor debajo del mazacote constructivo seña-lado, se descubrió un muro de mamposteríaenfrentado a otro de similares característicassituado junto a la pared interior de la capi-lla. En el espacio creado entre ambos se des-cubrió una nueva inhumación consideradaanterior a las ya señaladas. En todas ellas, elritual funerario responde al canon de la tra-dición cristiana, el material cerámico a pro-ducciones de la Plena y Baja Edad Media27,y el brazalete vítreo tiene su máximo apogeoentre los siglos XIV y XV28. Por otra parte, lascaracterísticas de la estructura funeraria nosadentran en un amplio lapso cultural atesti-guado ya desde el siglo VIII con perduraciónhasta la Baja Edad Media29, mientras que laproporción de 2/3 en las dimensiones de losladrillos de su fábrica apunta una construc-ción anterior a 135030.

En definitiva, los diversos enterramientosdocumentados avalan el uso de este edificiocomo mausoleo a lo largo de la Plena y Ba-ja Edad Media, pero también es posible quecon anterioridad, si partimos de la presenciade restos osteológicos en diferentes horizon-tes, procedentes de otras inhumaciones. Es-te hecho, por tanto, no permite descartarradicalmente que fuera concebida con estefin: una rawda o turbah situada en las pro-ximidades de un jardín dentro del alcázar.No obstante, la acepción más admitida es lade oratorio, un edificio de carácter religiosoatribuido al rey taifa al-Ma’mún. Este plan-teamiento fue defendido por C. Delgado ensus numerosos artículos, si bien la infruc-tuosa búsqueda del minhrab fue debilitandoesta idea que aun así será retomada porotros muchos autores, destacando a SusanaCalvo, quien, desgranando cada una de suscaracterísticas, halla ineludibles paralelis-mos con otros edificios islámicos31.

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Figura 14. Plano de la excavacióndel interior de la capilla de Belén.

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Esta investigadora señala que el ejemplomás próximo se encuentra en la propia ciu-dad de Toledo, en la mezquita de Bad al-Mardum, hoy conocida como iglesia delCristo de la Luz, construida en el año 999-1000 por una notable familia de alfaquíes.El que esta mezquita no conserve el minh-rab dificulta establecer prototipos en estaciudad, si bien hay ejemplos de minhrabmonolítico en la primera mezquita de Cór-doba, fechada en la primera mitad delsiglo VIII, en donde se traduce en una deco-ración de nicho avenerado y algo cóncavoque guarda similitudes con otros edificiosde Bagdad.

Hasta el momento, una de las alegacionescruciales para contextualizar esta estructuraha sido la carencia de otros elementos ale-daños coetáneos. A partir de ahora, graciasa los hallazgos islámicos registrados, obtene-mos una nueva visión de esta capilla al que-dar ceñida al que originariamente fuera pa-tio musulmán. Su actual pared norte es unaobra del siglo XVI relacionada con la cons-trucción del claustro monacal que implicóla destrucción de la que podría haber sido lafachada principal, posiblemente de trazaconcordante con las restantes. Si cotejamoslas cotas de los distintos ámbitos islámicosregistrados en Santa Fe, observamos que lacapilla de Belén podría estar relacionadacon el primer muro del patio. Partiendo deesta base y de las similitudes que existen conrespecto a la mezquita de Bad al-Mardúm,nos atrevemos a plantear una nueva cues-tión: ¿es posible que esta capilla sea unaobra califal vinculada a esas primeras cons-trucciones regias y, por lo tanto, el prece-dente de la mezquita toledana? Somos cons-cientes de que, de ser cierta esta premisa,estaríamos ante uno de los ejemplos másantiguos de la península, construido a la parque los ejemplares cordobeses. Aun así,

queremos ser cautos a la hora de abordar es-te asunto, ya que resulta necesario seguir in-dagando en el tema antes de confirmar di-cha hipótesis, aunque, obra taifa o califal,constituye uno de los ejemplares más expre-sivos del arte hispanomusulmán.

Edad Media

Con la capitulación de la ciudad de Toledoante el rey Alfonso VI en el año 1085, elconjunto palacial y el al-Hizám pasan a ma-nos de la corona de Castilla y León por de-recho, lo que provoca la disgregación de lospalacios de Galiana al ser concedidos a di-versas órdenes religiosas y militares que su-fragarán nuevas construcciones que, en granmedida, enmascararon las primitivas fábri-cas. A mediados del siglo XII se documentanlas primeras donaciones reales de estos te-rrenos, un hecho que progresivamente suce-derá hasta el siglo XVI.

Hacia 1210, Alfonso VIII cede la parteoccidental de dichos palacios a la Orden deCalatrava o Salvatierra, incluyendo unaiglesia con advocación a Santa Fe32. En1253, estos caballeros inician la construc-ción de una iglesia33, posiblemente sobreotra anterior, contando para ello con unabula papal por la que se concedían indul-gencias a quienes contribuyeran al coste deésta. Algunos nobles apoyaron económica-mente la obra a cambio de ser enterrados enel lugar, un privilegio reseñado en abundan-tes documentos de dicha orden. Tambiénconsta que los calatravos instalaron unahospedería para los hermanos transeúntes yque quienes morían durante la estancia eranenterrados en la capilla, o más bien en losalrededores según los vestigios hallados34.Al final, parece que sólo llegó a construirseel ábside gótico-mudéjar que hoy conoce-mos, que si bien fue finalizado hacia 1266,

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los arcos, huecos y restos de pintura consti-tuyen un testimonio de las sucesivas remo-delaciones35.

Además, estos frailes solicitaron ayuda alpapa para la construcción de un claustro36,en la lógica de adaptar el espacio a sus nece-sidades de vida monacal. Teniendo en cuen-ta que este recinto ya contaba con un patioislámico, las obras probablemente se reduje-ron a la adecuación de éste, tal y como evi-dencian los resultados obtenidos en la exca-vación de la panda sur del claustro.

Frente al andén hispanomusulmán, y pa-ralelo al mismo, a una escasa distancia de0,70 m se atestiguó una pared de 10,40 mde longitud, con esquinas achaflanadas y ra-nura vertical en los vértices. Su fábrica esta-ba realizada con una base de piedras de gra-nito irregulares de 0,62 m de espesorcoronada por una hilada de baldosa y tejasobre la que se colocaron alargados bloquesde tapial de 0,30 m de anchura. Debido aque las caras interiores presentaban un en-foscado, su función se relacionó con una al-berca, máxime cuando el hueco del codooriental quedaba a la altura de un rebosade-ro construido junto al aljibe.

Aunque existen dudas acerca del mo-mento en el que fue creada esta estructura,únicamente el hecho de que redujera la vi-sibilidad del esquema decorativo del men-cionado andén motivó que entendiéramosque se trata de una construcción posterioral mismo, probablemente relacionada conel solado que cubría los dos muros de épo-ca musulmana que generaba, de ese modo,un amplio pasillo que permitía rondar al-rededor del patio. La datación de este pavi-mento se ha realizado mediante el materialarqueológico recuperado, datado entre lossiglos XII y XIII, confirmado por el hallazgode una moneda de vellón de Alfonso I deAragón (1104-1134). Desafortunadamen-

te, la excavación interior del posible estan-que no se pudo realizar debido a que aunos escasos 0,30-0,40 m aparecía un mu-ro de mampostería encintada, con fajas dealturas variables, y machón de ladrillo late-ral, sobre el que habían quedado embuti-das las zapatas de los pilares del claustro re-nacentista.

Al mismo tiempo, el resto de las depen-dencias islámicas debieron ser utilizadas pa-ra los distintos menesteres de los monjes,observando que únicamente dotaron de unnuevo pavimento al pasillo que conduce a laletrina. La mayor actividad constructiva seatestigua en las inmediaciones de la iglesia oábside de Santa Fe, en donde se concibióuna nueva sala que quedó adosada a la capi-lla de Belén. Durante estos últimos años, lasala denominada en el proyecto de A. Balla-rín como «al-Ma’mun 2», destacada por lasingular arquería de vanos pentalobulados,fue considerada por algunos investigadorescomo coetánea a dicha capilla, y por otroscomo posterior, pero anterior a la construc-ción del ábside de Santa Fe37.

Desde un punto de vista arquitectónico,presenta unas características constructivasdiferenciadas que denotan las sucesivas re-modelaciones de este ámbito. Destacaremosque los paramentos oeste y sur muestran fá-brica de ladrillo, frente a las paredes este ynorte, que en planta baja son de mamposte-ría encintada con verdugada de ladrillo ge-neralmente doble. El conjunto se aligera conuna franja superior de arcos polilobulados.

Gracias al estudio de paramentos, realiza-do en esta intervención, podemos señalarque este ámbito actualmente en forma de«L» originariamente no fue concebido almismo tiempo, siendo posible individuali-zar dos espacios. En primer lugar, entre fi-nales del siglo XIII y principios del XIV38, seconstruyó un cuerpo rectangular adosado al

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este de la capilla de Belén, mientras que enel siglo XVI, la prolongación del muro surhacia el oeste generó el corredor que hoyexiste entre el ábside de Santa Fe y la capillade Belén. Se trata, por tanto, de una cons-trucción posterior a la edificación del ábsi-de, al contrario de lo que otros autores hanplanteado, y son varios los argumentos quepermiten ofrecer tal conclusión. Por un la-do, el aparejo de su cimentación y de algu-nos lienzos de la sala; por otro, el resultadode la columna estratigráfica registrada enuna cata abierta en la esquina sudeste de lahabitación, así como el material arqueológi-co en ella recuperado. Finalmente, y quizásla prueba más decisiva que permite refutarla anterior premisa, es la secuencia cons-tructiva que rige estos espacios. Hasta aho-ra, se entendía que la disposición del ábsidederivaba de su adaptación a esta sala ya exis-tente. Por el contrario, esta sala es la que seadecua a aquél, como lo demuestra la visi-bilidad de un contrafuerte de Santa Fe a tra-vés de uno de los arcos polilobulados, y lacompleta construcción exenta del ábside,aún al descubierto tras la pared erigida en elsiglo XVI39.

Pocos más datos podemos ofrecer acercade este período en el que la documentaciónhistórica también es parca al respecto, salvoque se levantaron otras construcciones conun material más efímero, un hecho patentegracias al cúmulo de materiales constructi-vos, principalmente teja, adobe y estucocon capa pictórica monocroma, detectadoen un potente depósito de tierra identifica-do en la parte meridional del inmueble so-bre un nivel de incendio datado en el si-glo XV. Desconocemos cómo fueron éstas,aunque sí que fue un recinto intensamenteutilizado ante el cuantioso número de obje-tos del quehacer doméstico, fechado princi-palmente entre los siglos XIV y XV.

Siglos XV y XVI

En el año 1494 se concede el convento a laOrden de la Concepción Francisca y entraen él, como fundadora, doña Beatriz de Sil-va acompañada de otras 12 religiosas. Su es-tancia fue efímera y poco se sabe bibliográ-ficamente de las obras que proyectaron en elconvento, a excepción de la creación de unasala occidental dotada de un bello alfarje detipo mudéjar, con decoración policromadaen la que resaltan los escudos del linaje delos Silva, y la posibilidad de que se ideara elfuturo claustro40.

Se ha comprobado, que con anterioridada la fundación de la Sala del Alfarje se pro-yectó una habitación, tal vez provisional,que únicamente acondicionaba las habita-ciones islámicas de este sector, aún al descu-bierto, conformando así un espacio unitario.Los cuartos preexistentes quedaron amorti-zados con un espeso sedimento de tierra quellegó a alcanzar la cota superior de la pila is-lámica, y el ámbito integrado por la alcoba yel salón fue cubierto con una capa de cal a laque se superpuso un suelo de plaquetas dearcilla –de 26 × 16,5/17 × 3,5 cm–, conorientación norte-sur41, y dotado de una es-tructura de madera, cuyas características yfunción no han podido ser definidas, cons-tatada gracias a los machones conservadosen unas cajas de ladrillo recubierto de arga-masa, traducidas en diez agujeros definidosen el mencionado pavimento42. Esta nuevacámara que tenía como límite oriental elmismo muro que cerraba las habitaciones is-lámicas, adoptando incluso la misma entra-da, aunque con unas dimensiones menores,con toda seguridad fue destruida por un in-cendio cuyos restos se rastrean en diversossectores del convento.

Posteriormente las Concepcionistas lleva-ron a cabo la actual Sala del Alfarje con unas

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proporciones mayores. Para ello, definieronla cimentación por delante del andén hispa-nomusulmán e incluyeron también el ám-bito de la letrina. De nuevo elevaron la co-ta del terreno y dispusieron un pavimentodel que sólo se conservan algunos indicios.

Años más tarde, en 1503, llegan al lugarlas Comendadoras de Santiago. Su perma-nencia en él durante cuatro siglos motivóque a esta comunidad se deban las obras demayor envergadura, incluyendo, al menos,la finalización del claustro43. El inicio de laconstrucción del Hospital de Santa Cruz unaño más tarde, diseñado con una planta decruz griega al igual que los modelos italia-nos de esta época, repercutió en el diseñodel nuevo cenobio. La traza del hospital fuerealizada por Enrique y Antón Egas, siendoeste último quien, en 1528, planifique lanueva iglesia en honor de Santiago, adosadaal sur de la Sala del Alfarje y finalizada en1537. Quedó conformada por un ábside se-micircular, una nave de planta única, y elcoro –organizado en varias alturas– impli-cando una nueva elevación del suelo de laSala del Alfarje. El sotacoro quedó privatiza-do para la clausura de las monjas por mediode un grueso muro, y el suelo fue revestidocon baldosa de ladrillo y olambrillas propiasde la época, convirtiéndose en mausoleo delas prioras, mientras que el resto de la co-munidad era enterrada en las pandas delclaustro.

Fases moderna y contemporánea

En el Barroco se remodela la iglesia de San-tiago y se la dota de las fachadas que hoy secontemplan, si bien en el siglo XX será denuevo redecorada por las monjas Ursulinas.También se construye una amplia escaleraen el cuadrante noroeste, y se crea un nue-vo claustro al norte, desaparecido en el año

1887 con motivo de la construcción del pa-seo del Miradero.

Aunque en el año 1873 una parte del con-vento fue ocupado por las religiosas de la Sa-grada Familia de Loreto, más conocidas enesta ciudad como Ursulinas, será en 1943cuando lo adquieran finalmente para instau-rar su labor docente, viéndose el edificioacomodado para tal fin. En 1973 fue aban-donado, y finalmente el Estado se convierteen su propietario, proponiendo la rea-lización de obras menores destinadas princi-palmente a paliar las deficiencias que lo lle-vaban inmediatamente a un estado ruinoso.

Un hallazgo sin precedentes:la suntuosa arquería recuperadaen la panda norte del claustro

Hemos dejado para el final de este artículola exposición de los restos de una arquería,ya que, aunque nuestra investigación no haconcluido, consideramos que se trata deuna pieza excepcional, tanto por su facturacomo por su iconografía.

La apertura de un sondeo en la pandanorte del claustro dejó al descubierto partede un elemento arquitectónico que motivóla realización de una excavación en esta zo-na. Así, a escasos centímetros de la cota ac-tual del suelo y envueltos en un espeso ho-rizonte de tierra arenosa, fue posible larecuperación de cuatro estructuras de ladri-llo pertenecientes a una arquería, y sin du-da a un programa arquitectónico de mayorenvergadura. Además de los restos de los ar-cos, se recuperaron numerosos fragmentosde yeserías, algunos de los cuales formabanparte de la decoración del alfiz y albanegas.

Desgraciadamente, pocos datos se hanpodido obtener de la secuencia estratigráfi-ca que respondan a la pregunta de cuándo

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fue realizada esta obra, ya que, si bien escierto que el material cerámico encontradoen el mismo horizonte se encuadra a finesde la Edad Media, éste es un hecho que úni-camente puede aportar cierta luz al mo-mento en el que quedó relegado y, aun así,existen otros factores que cuestionan estacircunstancia. Por el momento, también ig-noramos su relación espacial, aunque la po-sición de los trozos revela que son productode un desprendimiento ocurrido en un lu-gar cercano al que fueron localizados.

Una primera reconstrucción apunta que setrata de al menos tres arcos posiblemente deherradura, con un espesor de 0,70 m y unaaltura de 0,75 m. La estructura está formadapor un aparejo de ladrillo –cada uno conunas dimensiones de 18 × 27,5 × 3,5 cm–separados por una capa de mortero de 3,5cm, con el que se genera una superficie ru-gosa matizada con distintas capas de yeso

hasta obtener una base lisa sobre la que el ar-tista realizó los motivos decorativos. A pesarde que éstos son repetitivos, las diferenciasentre ellos apuntan a que posiblemente seutilizaran plantillas para delimitar las super-ficies que posteriormente serían perfiladasmediante distintos tipos de espátulas, para fi-nalmente dar paso a la decoración pictórica,en este caso de base azul, conservada en granparte de la superficie, acompañada de negro,rojo, naranja, verde y oro para resaltar losmás mínimos detalles de cada imagen. Unaparticularidad de esta obra es el empleo devidrios planos coloreados incrustados en lacomposición, fundamentalmente en el intra-dós, para dar un efecto de luz y embelleceraún más el conjunto, que de este modo que-da profusamente decorado.

Las arcadas aparecen rematadas por unamoldura de sección semicircular que defineel perímetro del panel decorativo, acompa-

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Figura 15. Arco de ladrillo decoradocon yeserías. Detalle de la cara norte.

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ñada de una estrecha banda exterior de per-las pintadas. En la parte superior, a ésta sesuman varias molduras planas, también concírculos iráneos y separadas por una finafranja azul, que se funden en la zona deunión de los arcos generando un espacio re-

saltado con vidrio coloreado al que se su-perpone una hoja trilobulada invertida rea-lizada en yeso.

Desde el punto de vista iconográfico, enprimer lugar, llama la atención el compen-dio figurativo, así como la organización delmismo, plasmada al más puro estilo orientaly sin que hayamos localizado parangón en elarte hispanomusulmán. Dentro de esta obrase pueden distinguir dos ámbitos: las carasexteriores y el intradós. En las primeras, lacomposición se articula a partir de un ejecentral donde las figuras se repiten a uno yotro lado, aunque en posición inversa, sien-do las mismas en las diferentes arcadas, pe-ro no así en cada panel. En ambas superfi-cies, el axis se define con una flor de lotoinvertida que se une a otras cuatro lateralesverticales por medio de roleos pintados que

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Figura 16. Dibujo de la decoraciónde yesería de la cara norte del arco.

Figura 17. Dibujo de la decoraciónde yesería de la cara sur del arco.

Figura 18. Arco de ladrillo decorado con yeserías. Detalle de la cara sur.

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se entrelazan delicadamente generando unatrama que invade toda la superficie a travésde volutas que se enrollan sobre sí mismascircunvalando a su vez otras flores de loto,más o menos estilizadas dependiendo del es-pacio sobre el que han sido diseñadas.

En la cara identificada al norte, el orna-mento figurativo está integrado por esfin-ges, cabras aladas, arpías, leones y águilas,un repertorio en el que se fusionan las re-presentaciones de animales reales con losfantásticos, estos últimos generalmente re-saltados con un nimbo.

En la cara sur se repiten los leones, si bienel tema principal son escenas de caza que re-presentan el ataque de un águila a una ga-cela, y un jinete con halcón seguido de unandante que en su mano porta una vara le-vantada. Por otra parte, el intradós, aunquebastante perdido, muestra motivos zoomor-fos, con estilismo semejante a los del exte-rior, encajados en unos espacios hexagona-les derivados de la superposición de cintasromboidales y horizontales cuya concatena-ción simula estrellas de cinco puntas. Losespacios intermedios quedan totalmentecubiertos de vidrios tornasoles, tal y comose señaló con anterioridad.

En definitiva, nos enfrentamos a una obrasin ejemplos análogos, aunque con unoscomponentes pródigamente reiterados den-tro del arte islámico. Por un lado, las repre-sentaciones, ya sean figurativas o vegetales,cubren toda la superficie recordando el ho-rror vacui que caracteriza el estilismo orien-tal; por otro, el repertorio iconográfico se re-gistra ampliamente tanto en obras creadasen períodos de regencia musulmana, comoen las de factura mudéjar influenciada por elarte de siglos anteriores. La combinación defiguras de animales y vegetales ya es habitualen el arte hispanomusulmán de los siglos X yXI, como también lo son las estampas cine-

géticas, utilizadas con distintos valores a lolargo de las posteriores centurias. Dichosmodelos se repiten incansablemente en lasartes suntuarias musulmanas, sobre todo entejidos y cajas de marfil fechados en los si-glos X, XI y XII, cuyo origen está en las in-fluencias clásicas, bizantinas y orientales, aligual que los perfiles de criaturas fantásticas.

Atendiendo a las siluetas plasmadas en laque denominamos cara norte, frente a re-presentaciones de animales como el león oel águila, son más relevantes los seres fantás-ticos. En primer lugar, destacan dos cua-drúpedos rampantes de aspecto felino pro-vistos de alas lobuladas, con cabeza humanarodeada de aureola. Parece tratarse de dosesfinges que flanquean el motivo vegetalcentral. A sus lados se perfilan dos cabrasaladas en movimiento, y en la parte supe-rior y extremos del arco quedan representa-das unas figuras con cuerpo de ave, cabezahumana con halo y cola elevada que se bi-furca en tres ramas, en este caso asociadascon arpías teniendo en cuenta el nimbo. To-dos estos animales fabulosos tienen antece-dentes en períodos anteriores al arte islámi-co, habiendo sido generados con un valorsimbólico-religioso que se adapta e insertaen los propios esquemas tradicionales de ca-da cultura. Así, estos seres híbridos ya estánpresentes en el Antiguo Egipto, pero tam-bién se reiteran en época posterior. En algu-nos paneles excavados en el Alto Egipto, fe-

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Figuras 19 y 20. Arco de ladrillo decorado con yeserías y detalle del intradós.

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chados en el siglo VIII, ya se constatan pája-ros con cabeza humana, y en textiles coptosatribuidos a los siglos VIII y IX se enseñancuadrúpedos con cabeza humana. En estospaños, aunque de forma tosca, ya se diseñanestas criaturas con unas características: fron-talidad de la cabeza, esfinges que flanqueanun árbol, o combinación de esfinges y pája-ros, que se anticipan al desarrollo que ten-drá en el contexto artístico del arte islámi-co, dentro del cual, será en el período fatimíy concretamente a finales del siglo XI cuan-do éstos sean frecuentes tanto en textiles, ce-rámicas y tallas de madera44. Por otra parte,el tema de los machos cabríos alados ya seatestigua en el arte aqueménida persa siendoconocido en Occidente probablemente porintermedio sasánida45. A tal respecto, es in-dudable la importancia del papel jugado porel imperio bizantino en la transmisión aOccidente de estos temas decorativos, sobretodo a través de sus tejidos.

En la cara sur del arco, las figuras se rela-cionan entre sí con el que perece ser el temacentral: la caza. Al igual que en la cara ante-rior el eje central corresponde a un motivo

vegetal basado en flores de loto, custodiadoen este caso por dos jinetes que en su manoportan un águila o halcón. Tras éstos se repi-te el motivo del león sobre el que aparecenáguilas explayadas con una gacela en las ga-rras. Finalmente en los extremos del panel seobservan dos sujetos andantes que alzan unaespecie de cayado.

Los musulmanes fueron afanados en la ca-za con halcones y perros, de ahí las numero-sas alusiones que de ella hacen los poetas dela época. El empleo de buitres, águilas y, so-bre todo, halcones como aves de presa esmuy habitual entre la nobleza, aficionada alarte de la cetrería, nacido en Oriente Medio,posiblemente en Persia, y extendido a Occi-dente por los musulmanes, como señalaHenri Pérès46. No hay que olvidar tampoco,que, además de las relaciones con el mundooriental y bizantino, ya señaladas, hay quetener presente el influjo del mundo copto endonde el caballero con halcón ya aparece entejidos de los siglos IV y V 47.

En la península Ibérica también la cetre-ría gozó de numerosos adeptos, convirtién-dose en un deporte aristocrático, a su veztransformado en un emblema de poder. Dehecho, en la yûba de Oña, una pieza datadaen la primera mitad del siglo X, bajo el man-dato de Àbd al Rahmán III, se contemplaun repertorio iconográfico muy similar alde esta arquería en el que algunos autoresven en él una representación semiótica quepretende reivindicar la instauración del cali-fato cordobés48, en este caso incluso se plas-ma el águila cazando, un tema de origenoriental que aparece con mucha frecuencia,tanto en tejidos como en marfiles, ya desdela primera mitad del siglo X49. También enun fragmento del tejido español conocidocomo Sudario de Sant Lazare50, ya que en elsiglo XII sirvió como sudario a las reliquiasde este santo, aparecen el caballero con azor

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Figura 21. Representación copta deun halconero, según E. M. Kühnel.

Figura 22. Detalle de la cara sur delarco de Santa Fe.

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y esfinges, además de una inscripción «al-Muzaffar» (el Victorioso), título dado al go-bernador Abd-al-Malik después de la victo-ria sobre los cristianos en 1007, lo quepermite fechar la pieza entre los años 1007ó 100851. En otros casos, la figura del caba-llero se transforma en azor, con ejemplos encerámicas, como la zafa de Medina Elvira(Granada), fechada a mediados del siglo X,o en la citada yûba de Oña.

En cuanto a los marfiles52, resaltaremosúnicamente las arquetas de Leire y de Pa-lencia53. La primera, tallada en época cali-fal, porque, además del jinete cetrero, plas-ma la figura del ojeador, un personaje queacudía a las monterías de caza mayor paraencaminar a las presas fuera del bosquedonde eran matadas a cuchillo siguiendo elrito de su religión54. En nuestro caso, sibien puede identificarse como tal, llama laatención el atuendo del sujeto, un faldellíncon reminiscencias puramente orientales.La arqueta de Palencia, fechada entre 1049y 1050, es un producto de los talleres demarfiles de Cuenca dedicado a Ismà’il, hijodel rey taifa de Toledo al-Ma’mùn, en cuyospaneles laterales se representan escenas decaza con grifos y leones.

Por último, aludiremos brevemente a ladecoración del intradós de la arquería, ya queel mal estado de conservación por el mo-mento no permite desarrollar un minuciosoestudio iconográfico. Como ya se hiciera re-ferencia con anterioridad, todo el espacioqueda fraccionado en hexágonos incorpo-rando figuras zoomorfas, similares a las exte-riores, en las que se incrustan vidrios de co-lores. Este motivo romboide ya se reconoceen la decoración del palacio omeya de Qusay‘Amra55, o en el palacio Occidental de los Fa-timíes cuyos espacios muestran las variadasimágenes ya descritas56. Por otra parte, resul-ta sorprendente el uso de vidrios planos co-

loreados encajados en las yeserías, ya que nocontamos con modelos similares. Los ejem-plares más cercanos se encuentran en las ce-losías y ventanas para tamizar la luz que pe-netra en el edificio adoptando el color de lostrozos de vidrio que tienen de fondo. El pro-totipo de estas vidrieras policromas encuen-tra su referente en Palestina, concretamenteen la Cúpula de la Roca y la mezquita de al-Aqsa, en donde las ventanas decorativas deestuco, siguiendo el estilo abbasí llamado «deSamarra», debieron hacer su aparición en laépoca omeya57. También en el arte hispano-musulmán estas vidrieras se desarrollan des-de los omeyas, aunque su uso se hará más fre-cuente a partir de los siglos XII y XIII58.

En definitiva, los elementos decorativosque integran este conjunto arquitectónicogozan de claros exponentes dentro del arteislámico, a la vez que muestra similitudescon la factura y técnica empleada en la de-coración de los edificios de Castell de For-mós en Balaguer59 o los conservados en elpalacio de la Aljafería en Zaragoza60, ambasobras fechadas en el siglo XI.

La primera impresión que este elementoarquitectónico suscita es que estuviera rela-cionado con el palacio de al-Ma´mún, perte-neciendo por tanto a un período en el que, te-niendo en cuenta el afán de lujo, no seescatima el encargo de obras a alarifes extran-jeros para que reproduzcan obras del lejano

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Figura 23. Detalle del halconero dela arqueta de marfil de Leire.

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oriente. Sin embargo, los resultados obteni-dos en unas pruebas de termoluminiscenciaaplicadas a un ladrillo del arco aportan unasfechas de fabricación en torno a finales del si-glo XV o principios del siglo XVI, momento enel que se proyectan la mayor parte de las obrasdel convento. No obstante, a la espera de losresultados de nuevas pruebas analíticas y losestudios de carácter técnico que se puedan re-alizar con motivo de su restauración, no que-remos ser concluyentes en cuanto a su crono-logía, pretendiendo por el momento dejarabierto el debate sobre su filiación.61.

Conclusión

Debido a la brevedad de estas páginas, he-mos puesto mayor énfasis en la descripciónde los aspectos más novedosos descubiertostras la documentación arqueológica em-prendida en el ex convento de Santa Fe, ex-poniendo sucintamente aquellas construc-ciones y etapas culturales que apenas hanplanteado interrogantes.

Indudablemente destacamos la exhuma-ción de un sector de la residencia palaciegaislámica toledana, con una primera fase deocupación establecida a mediados del siglo X,adosada al cierre occidental de la alcazaba yalevantada entre los siglos VIII y IX, reutilizadaposteriormente e integrada dentro de los pa-lacios de Galiana, si bien consideramos queestas estancias no corresponden a las queconstruyera el rey al-Ma’mún, ubicadas contoda probabilidad en las inmediaciones. Así,el único elemento arquitectónico que encierto modo recuerda la fastuosidad del artetaifa descrito en versos de la época con moti-vo de la fiesta de circuncisión es la arqueríapolicromada de la panda norte:

«[...] había auténticos ríos uniformes de cris-tal coloreado y revestido de oro acendrado, enel que se habían grabado figuras de animalesy aves, ganado y árboles, que asombraban loscorazones y encadenaban la vista a ellas. Elfondo de estos ríos estaba lleno de láminas deoro fino, coloreadas con representaciones deaquellos otros animales y árboles, de la mejormaestría y más maravillosa factura [...]»62.

Por otra parte, la presencia de este núcleopalacial permite contextualizar la denomi-nada capilla de Belén cuya filiación y fun-ción ha sido debatida en los últimos años.Esta pequeña qubba de diseño califal fueconcebida durante el período hispanomu-sulmán como recinto religioso con acceso aun jardín, siendo utilizado como mausoleoa partir del siglo XIII y probablemente conanterioridad, teniendo en cuenta los restoshallados en el subsuelo.

Finalmente, hay que señalar cómo estasdependencias fueron suplantadas por otrashasta transformarse en el convento cristianoconservado, cuya distribución espacial engran parte fue adecuada a las estructuraspreexistentes.

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FICHA TÉCNICA DE LA INTERVENCIÓN

Organismo promotor

Instituto Patrimonio Histórico Español de la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Cul-turales.

Gerencia de Infraestructuras y Equipamientos. Ministerio de Cultura.

Período de realización

Julio de 2000 a julio de 2003.

Dirección facultativa: Alberto Ballarín.Tramitación y supervisión: Gerencia de Infraestructuras y Equipamientos.Supervisión de la Subdirección General de Museos Estatales: Ángel Luis Sousa, arquitec-

to, y Carmen Rallo, restauradora.Dirección de la investigación arqueológica: Fabiola Monzón Moya.Control y supervisión arqueológica del IPHE: Concepción Martín Morales.Arqueólogos colaboradores, en algunas de las fases de intervención: Itziar González y San-

tiago Rodríguez.

Empresa adjudicataria

Constructora Hispánica, S. A.

Page 21: El antiguo convento de Santa Fe de Toledo - mecd.gob.es · de Santa Cruz, redactado por el arquitecto A. Ballarín. Las obras se iniciaron en el año 2000 al igual que los trabajos

NOTAS

1 Tras los destrozos acaecidos en la ciudad du-

rante la Guerra Civil española, quedó al descu-

bierto un muro de 2,60 m de espesor que discu-

rría por debajo del Arco la Sangre, el cual fue

adscrito a época islámica por Torres Balbás. En

el año 1944, Román Martínez localizó un nue-

vo tramo en el refectorio del convento de Santa

Fe, lo que dio pie a pensar que éste correspondía

al cierre de la muralla de al-Hizán: DELGADO

VALERO, C. (1999): «La estructura urbana de

Toledo en época islámica», Regreso a Tulaytula.

Guía del Toledo Islámico (siglos VIII-XI), Toledo,

pp. 15-157. Por otra parte, durante las obras del

paseo del Miradero, ésta también fue registrada,

así como en un sondeo practicado en Santa Fe,

en la denominada Sala del Alfarje, si bien su au-

tor no aporta datos al respecto: IZQUIERDO BE-

NITO, R. (informe inédito, 1982). En esta inter-

vención hemos documentado un tramo de esta

muralla en la mencionada sala y, además, en la

iglesia de Santiago.2 ZOZAYA, J. (2001): «Mil anos de Fortificaçoes

na Península Ibérica e no Magreb (500-1500)»,

Actas do Simposio Internacional sobre Castelos,

Lisboa, Ediçoes Colibrí/Câmara Municipal de

Palmela, pp. 45-58. Este autor defiende una da-

tación muy precisa para este tipo de aparejo, si

bien, VILLA, J. R. y ROJAS, J. M., a quienes agra-

decemos la información facilitada, amplían el

encuadre cronológico a los siglos VIII y IX para

los restos de fortificación registrados en la exca-

vación arqueológica realizada en la explanada

norte del alcázar de Toledo.3 DELGADO VALERO, C. (1999): op. cit.4 DELGADO VALERO, C. (1999): op. cit.5 Los palacios de al Ma’mun fueron descritos

por Ibn Hayan, a partir de un relato literario del

toledano Ibn Yabir que asistió a dicha fiesta, y

transmitidos por Ibn Bassàm en su Dajira, El

Cairo, 1979, t. IV.6 DELGADO VALERO, C. (1987): Toledo islámi-

co: ciudad, arte e historia, Toledo, nota 271,

pp. 247-251.7 PAVÓN MALDONADO, B. (1988): Arte toledano

islámico y mudéjar, Instituto Hispano Árabe de

Cultura, Madrid, pp. 44.8 DELGADO VALERO, C. (1999): op. cit.

9 Desgraciadamente no se han podido registrar

las proporciones totales de este recinto a pesar de

que se realizaron sondeos en cada una de las

pandas del claustro. En la zona oriental, tenien-

do en cuenta el desarrollo del andén en este sec-

tor, hace pensar que el muro se encuentre muy

próximo a los pilares del patio. En la panda nor-

te, aunque se descubrió un muro de filiación is-

lámica, resulta dudosa la fase constructiva con la

que está vinculado.

10 A esta pieza le falta el cuello y el borde. Su

cuerpo mide 12,4 cm de diámetro y el fondo, re-

marcado, 5 cm. Los motivos se saltean entre una

línea de ondas y quedan agrupados en dos cene-

fas. La primera se sitúa en el tramo superior de

la panza enmarcada por un cordoncillo o «Cor-

dón de la Eternidad», CASAMAR, M., y ZO-

ZAYA, J. (1991): «Apuntes sobre la yuba funera-

ria de la Colegiata de Oña (Burgos)», Boletín

Arqueológico Medieval, n.º 5, pp. 39-60. La se-

gunda aparece en la parte inferior delimitada

por pequeños puntos, o collares iraneos que re-

cuerdan las bandas de perlas de influencia sasá-

nida, EWERT, C. (1979): «Hallazgos islámicos en

Balaguer y la Aljafería de Zaragoza», Excavacio-

nes Arqueológicas en España, 97, Ministerio de

Educación y Ciencia, pp. 177. La estrella de la

base está formada por tres triángulos que defi-

nen seis picos, entre los cuales se inscribe un bo-

tón y cinco en el centro. Un ornato similar se re-

produce en una tinaja del yacimiento de Vascos

(sin publicar). Por su forma y decoración es po-

sible emparentarlo con un cántaro procedente

de Siria fechado entre los siglos IX y X. VV. AA.

(2001): El Esplendor de los omeyas cordobeses. La

civilización musulmana de la Europa Occidental,

exposición de Madinat al-Zahara, 3 de mayo a 3

de septiembre de 2001, catálogo de piezas, Jun-

ta de Andalucía, Fundación El Legado Andalu-

sí, p. 30.

11 La inscripción hace referencia a un nombre

personal: Qasim ibn Ali, posiblemente el sujeto

que elaboró tal pieza o su destinatario. En rela-

ción con este aspecto hemos de indicar, que la

presencia de algunos artefactos de alfarero hacen

pensar en la cercanía de un alfar, si bien es difí-

cil concretar si de esta época o posterior.

12 Se trata de una excepcional pieza de 12 cm de

base, cuyas características de su composición, ta-

llado y proporciones –el fino trepanado de las

hojas de acanto y su disposición; la posición de

los caulículos, el conjunto axial y el desarrollo de

los elementos del cáliz; la talla de las volutas y la

fisonomía del florón central–, nos remiten a un

contexto islámico en el que los artistas musul-

manes reproducen las fórmulas hispanorroma-

nas. Estos ejemplares son escasos en la penínsu-

la, ya que en la mayor parte de los casos se trata

de capiteles romanos reaprovechados en las

construcciones árabes. DOMÍNGUEZ PERELA, E.

(1990): «Los capiteles en Al-Andalus durante los

siglos VIII-IX», Coloquio internacional de capiteles

corintios prerrománicos e islámicos (siglos VI-XII

d.C.), Madrid, pp. 103-116.13 ROJAS RODRÍGUEZ-MALO, J. M., y VILLA GON-

ZÁLEZ, J. R. (1999); «Origen y evolución del apa-

rejo toledano entre los siglos X y XVI», II Congreso

de Arqueología Peninsular (Zamora, 1996), t. IV,

Arqueología Romana y Medieval, pp. 583-588.14 GARCÍA BUENO, A., y MEDINA FLÓREZ, V. J.

(2002): «Algunos datos sobre el origen de la téc-

nica de la pintura mural hispanomusulmana»,

Al-Qántara XXIII, 1, pp. 213-222.15 TORRES BALBÁS, L. (1942): «Los zócalos pin-

tados en la arquitectura hispanomusulmana»,

Crónica Arqueológica de la España Musulmana.

Al-Andalus, vol. VII, pp. 395-417. GARCÍA BUE-

NO, A., y MEDINA FLORES, V. J.: op. cit.; VELAS-

CO, A., y otros (1997): Conservación y restaura-

ción del zócalo islámico de la «Costa del Castell»

de Xátiva, Valencia, pp. 7-23.16 ROJAS RODRÍGUEZ-MALO, J. M., y VILLA

GONZÁLEZ, J. R. (2000): «Casas islámicas de To-

ledo», Entre el Califato y la Taifa: Mil años del

Cristo de la Luz, actas del Congreso Internacio-

nal, Toledo, 1999, p. 205, foto 7.17 Queremos agradecer a Jacobo Fernández

del Cerro el habernos enseñado las actuaciones

que se están realizando en la rehabilitación de

esta casa.18 CABALLERO GARCÍA, R.: Memoria final (no-

viembre de 2004) de la excavación arqueológica

realizada con motivo de las obras de la nueva se-

de del Museo del Ejército en el alcázar de Toledo.

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Page 22: El antiguo convento de Santa Fe de Toledo - mecd.gob.es · de Santa Cruz, redactado por el arquitecto A. Ballarín. Las obras se iniciaron en el año 2000 al igual que los trabajos

19 MONZÓN MOYA, F. (en prensa): «Las estan-

cias palaciegas de época islámica registradas en el

ex convento de Santa Fe de Toledo», comunica-

ción presentada en el XXVII Congreso Nacional

de Arqueología celebrado en la ciudad de Huesca

en mayo de 2003.20 Queremos dar las gracias a la doctora María

Asunción Millán y al doctor Pedro Benítez, del

Laboratorio de Datación y Radioquímica de la

Facultad de Ciencias de la Universidad Autóno-

ma de Madrid, por la colaboración recibida.21 Véanse los numerosos textos existentes al res-

pecto, algunos de ellos referenciados reciente-

mente en la publicación. CALVO CAPILLA, S.

(2002): «La Capilla de Belén del Convento de

Santa Fe de Toledo: ¿un oratorio musulmán?»,

Madrider Mitteilungen, 43, Deutches Archäolo-

gisches Institut Abteilung, Madrid, pp. 353-

375.22 La adscripción islámica de esta capilla defen-

dida en todas las publicaciones por C. Delgado,

entre otros autores, se contrapone a la tesis de

Gómez Moreno, para quien dicha construcción

es posterior al año 1085 y, por lo tanto, una obra

mudéjar. Para ello, alega que en algunos textos

se menciona como primitiva iglesia de Santa Fe

(GÓMEZ MORENO, M. [1951]: «El arte árabe es-

pañol hasta los almohades. Arte mozárabe», Ars

Hispaniae III, Madrid, pp. 207-209).23 Los lados de este edificio no son exactamen-

te iguales, éstos miden al sur 4,49 m, al este

4,55 m, al norte 4,55 m y al oeste 4,68 m. Los

ladrillos miden: 28 × 18,5-19 × 3,5-4 cm que-

dando separados con un tendel de 2,5 cm. La

mayoría de ellos son de tonalidad rojiza, aunque

hay ejemplares de color amarillento. La altura

oscila entre los 5 m de altura.24 CALVO CAPILLA, S.: op. cit.25 La composición de este sepulcro es rectangu-

lar, sin que existan otros ejemplos en el mudéjar

toledano. En los ángulos del friso de mocárabes

se representan ángeles al estilo gótico, quedando

todo el conjunto rematado por un alfiz decora-

do con una cenefa de escudos atravesados por

una banda de oro. En la parte baja se registra

una estructura de fábrica apoyada sobre tres pe-

queños fustes de mármol en la que estaba el re-

lieve en yeso del yacente sobre el muro, único

ejemplar toledano en el que se represente al in-

humado. En la parte alta, la lápida funeraria en

mármol blanco cuenta con una inscripción con

caracteres góticos (MARCOS FERNÁNDEZ, A.:

«Sepulcros cristianos de filiación mudéjar», His-

toria 16, año XXV, n.º 301, pp. 100-110).

26 La complejidad de dicha excavación estuvo

motivada por el hecho de que había elementos

de fábrica, como el altar y el banco corrido, que

no podían ser desmontados para documentar

toda el área, visualizar la cimentación de la capi-

lla y establecer una relación estratigráfica con los

hallazgos revelados. Por otra parte, la presencia

de una espesa estructura maciza, un sarcófago de

fábrica y varios muros, impidieron, a su vez,

continuar el registro hasta el sustrato geológico.

27 Exceptuamos algunos fragmentos de Terra

Sigillata Hispánica recuperados junto al material

medieval, así como una moneda romana –dine-

ro de Constantino (323-334 d. C.)– descubier-

ta próxima al tercer sujeto señalado. El hecho de

que apareciera en el relleno nos lleva a tener cier-

ta cautela a la hora de datar este enterramiento,

máxime cuando en el resto de la excavación

también se han registrado esporádicos vestigios

de esta época. Lo que parece indicar, no obstan-

te, es que esta zona también formó parte de la

ciudad romana de Toletum.

28 Los brazaletes de vidrio se diversifican enor-

memente durante la Edad Media, con una va-

riada tipología y colorido, dependiendo de la

época o el lugar de fabricación. En Europa, es-

tán documentados desde el período Omeya has-

ta el final de la Edad Media, siendo su época de

máximo apogeo entre los siglos XIV y XV. BALA-

DO PACHÓN, A., y ESCRIBANO VELASCO, C.

(2001): «Brazaletes de vidrio de influencia anda-

lusí procedentes del Castillo de Portillo (Valla-

dolid)», Actas V Congreso de Arqueología Medie-

val Española. Valladolid 22 a 27 de marzo de

2001, vol. 2, Junta de Castilla y León, Vallado-

lid, pp. 923-930. En Toledo, este tipo de pulse-

ras se registró entre los ajuares de los enterra-

mientos islámicos del circo romano. JUAN

GARCÍA, J. DE, A. (1987): «Los enterramientos

musulmanes del circo romano de Toledo. Museo

de Santa Cruz» Estudios y Monografías; 2, To-

ledo, y en un contexto cristiano, también aso-

ciados a enterramientos, en el claustro de la igle-

sia de San Andrés. DELGADO VALERO, C., y

MASA, F. (1987): «El claustro de la Iglesia de San

Andrés de Toledo: análisis de estructura mudé-

jar», Carpetania, I: pp. 103-143, y en el contex-

to doméstico, en el Corralillo de San Miguel. BA-

RRIO ALDEA, C., y MAQUEDANO CARRASCO, B.

(1996): «El Corralillo de San Miguel», Arqueolo-

gía en la ciudad, Toledo, Toledo, pp. 207-224.29 Al norte de Burgos, este tipo de enterramien-

tos se asocia con sepulturas cristianas denomi-

nadas de «tipo Olerdolano», fechadas en el si-

glo VIII y vinculadas a la etapa de reconquista y

repoblación. ANDRIO GONZALO, J. (1989): «Ex-

cavaciones arqueológicas en el despoblado me-

dieval de Revenga (Burgos)», Acta Medievalia,

10, Barcelona. En el propio Toledo hay numero-

sos ejemplos similares, siendo fechados a partir

del siglo XI, como el caso de la necrópolis halla-

da en el paseo de la Basílica. GARCÍA SÁNCHEZ

DE PEDRO, J. (1996): «Paseo De la Basílica, 92»,

Toledo: Arqueología en la ciudad, Junta de Casti-

lla-La Mancha, Toledo, pp. 143-158. En la igle-

sia de San Lorenzo se documentaron dos sepul-

turas similares ubicadas en el área del minhrab,

generando una pequeña capilla funeraria, aun-

que su datación no pudo ser precisada. DELGA-

DO VALERO, C. (1996): «La Iglesia de San Lo-

renzo», Toledo: Arqueología en la ciudad, Junta de

Castilla-La Mancha, Toledo, pp. 29-34. En el si-

glo XII se fecharon varios enterramientos aloja-

dos en el claustro de la iglesia de San Andrés.

GARCÍA SÁNCHEZ DE PEDRO, J.: op. cit., mientras

que entre los siglos XIII y XIV, los enterramientos

de similar factura en la necrópolis islámica del

circo romano. JUAN GARCÍA, J. DE: op. cit.30 LÓPEZ GUZMÁN, R. (2000): Arquitectura

mudéjar. Del sincretismo medieval a las alternati-

vas hispanoamericanas, Cátedra, Valladolid,

pp. 95-103.31 CALVO CAPILLA, S.: op. cit.32 Esta alusión a la iglesia de Santa Fe ha susci-

tado numerosas teorías a la hora de ubicar esta

iglesia. Algunos la asimilaron con la hoy llama-

da capilla de Belén, de ahí que se planteara que

es una obra mandada construir por Alfonso VI a

petición de su esposa Constanza en honor de la

santa de origen francés al igual que la reina. Ha-

cia 1224 se instaló, en una parte de los palacios,

Alfonso X, y en un documento se refiere a esta

iglesia situándola rodeada de un camino o calle

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Page 23: El antiguo convento de Santa Fe de Toledo - mecd.gob.es · de Santa Cruz, redactado por el arquitecto A. Ballarín. Las obras se iniciaron en el año 2000 al igual que los trabajos

que baja hasta el Tajo y vuelve hasta la iglesia de

Santa María hasta el muro o baño. GÓMEZ SI-

MANCAS, M. (1929): Toledo. Sus monumentos y el

arte ornamental, Toledo.33 La existencia de otra iglesia anterior en honor

de Santa Fe aclararía la polémica suscitada y re-

ferida con anterioridad. Dos argumentos avalan

esta cuestión: la presencia de restos de muro y

un arco embutido en la pared del cierre del áb-

side descentrado con respecto al eje de la cabe-

cera; y la frase que recoge un texto que indica

que se comenzó a «edificar de nuevo suntuosa-

mente». Ambos hechos fueron también destaca-

dos por CAPILLA CALVO, S.: op. cit.34 Una excavación arqueológica realizada en

1996, en la zona existente entre el ábside de San-

ta Fe y la capilla de Belén, puso de manifiesto un

abundante número de enterramientos (ÁREA

Sociedad Cooperativa [1996]. Informe arqueoló-

gico sobre la campaña de excavaciones realizada

en el convento de Santa Fe de Toledo). También

durante nuestra fase de seguimiento arqueológi-

co se visualizaron restos de la necrópolis en el pa-

tio delantero, aunque no así en el interior del áb-

side. Este hecho lleva a pensar que la mayor parte

del cementerio circundó la iglesia, reservando el

interior para los más privilegiados.35 Se trata de un ábside poligonal con marcados

contrafuertes, propio de la estética gótica, que se

comienza a implantar en Toledo a partir del si-

glo XIII generalizándose a partir del siglo XV (LÓ-

PEZ GUZMÁN, R.: op. cit.).36 Nota recogida de CALVO CAPILLA, S.: op. cit.37 Las características formales de estos vanos

llevaron a C. DELGADO (1999, op. cit.) a plan-

tear que se trata de una construcción taifa, coe-

tánea a la capilla de Belén y relacionada con los

palacios de al-Ma’mún. Esta teoría ya fue con-

trarrestada por el equipo ÁREA (op. cit.) en su

memoria de intervención, ya que consideraron

que este edificio se construye con posterioridad

a la capilla, tal y como se deduce del adosa-

miento que muestra la pared oeste de la sala con

respecto a aquélla. Alegan, por otra parte, que la

tipología de estos arcos no constituye un ele-

mento fiable de datación, ya que, si bien son si-

milares a los de la mezquita de Bab al-Mar’dum,

otros ejemplos se reproducen en numerosos áb-

sides y torres mudéjares de Toledo en los

siglos XIII al XIV. La datación de esta habitación

la argumentan basándose en el hecho de que es-

tos arcos parecen haber quedado cegados por la

construcción del ábside de Santa Fe, una obra

con una cronología cierta de mediados del si-

glo XIII. Esta misma cronología la recoge Susa-

na CALVO CAPILLA en op. cit.38 Según el criterio seguido para la clasificación

del aparejo toledano realizado por VILLA y RO-

JAS: op. cit.39 Si hubiera existido con anterioridad esta sala,

¿cómo hubiera sido posible construir los contra-

fuertes septentrionales del ábside de Santa Fe?

¿Para qué se hubiera enfoscado su pared exterior

septentrional si no fuera porque estaba exenta y

visible con anterioridad al siglo XVI? ¿Por qué las

paredes sur y oeste son de ladrillo, frente al

mampuesto de las otras caras, más que porque se

apoyan en otras construcciones más sólidas?40 Por las características tipológicas y decorativas

debió ser construido a finales del siglo XV o prin-

cipios del siglo XVI. El tipo de pilar ochavado se

registra en obras toledanas de finales del siglo XV

como los palacios de don Gutierre de Cárdenas

en Ocaña, y el de Torrijos –hoy desaparecido–.

PAVÓN MALDONADO, B. (1988): Arte toledano

islámico y mudéjar, Instituto Hispano Árabe de

Cultura, Madrid. Por lo tanto, es posible que a

la vez que la orden francisca proyecta la Sala del

Alfarje, hubiera ya diseñado el claustro, aunque

no se llegara a ejecutar en su totalidad.41 Para la datación de este suelo se ha tenido en

cuenta el elenco de piezas recuperado en el inte-

rior de la pila hispanomusulmana. Se trata, sobre

todo, de recipientes relacionados con el agua

–cántaros, principalmente– y con la ilumina-

ción: candiles y linternas. Sus características for-

males y morfológicas pueden encuadrarse genéri-

camente en un contexto medieval, no así algunos

cuencos y platos de loza con esquemas decorati-

vos en azul o dorado, similares a las producciones

valencianas claramente fechadas en el siglo XV.42 Los huecos son rectangulares y cuentan con

unas dimensiones que oscilan entre 0,17 y 0,27 m

de longitud, y 0,12 y 0,15 m de anchura, y una

profundidad de 0,35 m. Su distribución se orga-

niza formando dos líneas separadas entre sí 0,50-

0,60 m, quedando los agujeros dispuestos de dos

en dos, distanciados entre sí 1,14-1,28 m. En su

interior aún se conservaban restos de machones

de madera.

43 En su construcción se aprovecharon algunos

muros ya existentes, siendo un ejemplo la pared

norte de la sala de los arcos polilobulados, como

ya se dijo con anterioridad, la cual se alarga ha-

cia el oeste con una nueva fábrica. La cimenta-

ción de esta nueva pared, en la esquina sudoeste

se asienta sobre un relleno en el que se descu-

brieron restos de construcción similares a los ha-

llados en el claustro, y pertenecientes a la época

medieval. Este hecho es de crucial importancia,

ya que demuestra que el paramento norte de la

capilla de Belén es de este momento como ya se

hizo referencia en otro apartado.44 BAER, E. (1965): «Sphinxes and Harpies in

Medieval Islamic Art. An Iconographical study»,

Oriental Notes and Studies, n.º 9, The Israel

Oriental Society, Jesuralén.45 KÜHNEL, E. M. (1964-1965): «Lo antiguo y

lo oriental como fuente del arte hispano-islámi-

co», Al Mulk. Boletín de la Real Academia de

Córdoba, n.º 4, pp 5-21.46 PÉRÈS, H (1990): Esplendor de al-Andalus. La

poesía andaluza en árabe clásico en el siglo XI. Sus

aspectos generales, sus principales temas y su valor

documental, Ed. Hiperión, pp. 348-352.47 KÜHNEL, E. M.: op. cit., p. 20, lám. 57b.48 CASAMAR, M., y ZOZAYA, J. (1991): «Apuntes

sobre la yûba funeraria de la Colegiata de Oña

(Burgos)», Boletín Arqueológico Medieval, n.º 5,

pp. 39-60. Ana Cabrera discrepa de la cronología

del siglo X dada a este tejido, ya que la técnica

utilizada en su confección tiene paralelos en

otros tejidos orientales fatimíes, fechados en los

siglos XI y XII. CABRERA LAFUENTE, A. (1995):

«Telas hispanomusulmanas: siglos X-XIII», V Se-

mana de Estudios Medievales, Nájera, 1 al 5 de

agosto de 1994, pp. 199-207. La decoración de

uno de los modillones hallados en el revuelto de

yeserías de Santa Fe se asemeja a los capullos de

flor de loto utilizados en la tela de Oña.49 La insignia del águila aparece en las banderas

de Abderramán III, en el año 934, con motivo de

la campaña de Osma, según cuenta Ibn Hayyán

en su crónica (al-Muqtabis V). PÉREZ HIGUERA,

T. (1994): Objetos e Imágenes de al-Andalus, Ma-

drid; GARCÍA HERNÁNDEZ, L. (1987): «Repre-

sentaciones de águilas en los marfiles hispano-

musulmanes de los siglos X y XI», Arqueología

Medieval Española, II Congreso, Madrid, pp.

669-676; MILLÁN CRESPO, J. A. (1987): «Estan-

75

Page 24: El antiguo convento de Santa Fe de Toledo - mecd.gob.es · de Santa Cruz, redactado por el arquitecto A. Ballarín. Las obras se iniciaron en el año 2000 al igual que los trabajos

dartes medievales hispanos a través de las fuentes

iconográficas y escritas», Arqueología Medieval

Española, II Congreso, Madrid, pp. 13-21.50 BERNUS-TAYLOR, M. (2002): «Suaire de Sant

Lazare d’Autun», Les Andalouisies de Damas à

Cordue, París, pp. 137.51 La representación del caballero con el azor,

animales fantásticos y decoraciones vegetales, es

un tema frecuente en los tejidos de época mu-

sulmana: en la Casulla de Santo Tomás Becket, te-

jido procedente de España, fechado en 1116,

que se conserva en la catedral de Fermo (Italia),

aparecen representaciones en medallones de so-

berano a caballo con azor, esfinges, grifos...

SCHUETTE, M., y MÜLLER-CHRISTENSEN, S.

(1963): La Broderie, París, fig. 59, y MENÉNDEZ

PIDAL, R. (1961): «La capa de Fermo: un borda-

do almeriense de 1117», Boletín de la Real Aca-

demia de la Historia, Madrid, CXL VIII: 169.52 BECKWITH, J. (1960): Caskets from Cordoba,

Londres; FERRANDIS, J. (1935-1940): Los marfi-

les árabes de Occidente, 2 vols., Madrid; GÓMEZ-

MORENO, M. (1927): «Los marfiles cordobeses

y sus derivaciones», Archivo español de Arte y Ar-

queología, IX, pp. 233-243; LILLO ALEMANY, M.

(1991): «Las representaciones figuradas huma-

nas en el bote de Zyàd», Cuadernos de Arte e ico-

nografía, IV, pp. 103-109.53 VV. AA. (1992): Al-Andalus. Las Artes Islámi-

cas en España, Madrid, catálogo, ficha 4,

pp. 198-201, y ficha 7, pp. 204-206.54 MENÉNDEZ PIDAL, R. (1990): «España mu-

sulmana (711-1030). Instituciones, sociedad,

cultura», Historia de España, t. V, Madrid, pp.

287, fig. 122. Aunque en algunos casos el indi-

viduo aparece vestido, es significativo el modelo

de cinturón, contando también con un frag-

mento en el que el sujeto muestra el torso des-

cubierto y en la parte baja un faldellín.55 ALMAGRO, et al. (1975): Qusayr ‘Amra. Resi-

dencia y baños omeyas en el desierto jordano, Ins-

tituto Hispanoárabe de Cultura, Madrid.56 BAER, E.: op. cit.57 AL-NATSHEH, Y. (2004): «Arquitectura y ar-

tes decorativas de la Palestina islámica. Peregri-

nación, ciencias y sufismo. El arte islámico en

Cisjordania y Gaza», Arte islámico en el Medite-

rraneo, Museo sin Fronteras, pp. 52-65.58 TORRES BALBÁS, L. (1981): «Ventanas con vi-

drios de colores en los edificios hispanomusul-

manes», Crónica de la España Musulmana, n.º 4,

pp. 197-198. JIMÉNEZ CASTILLO, P. (2000): «El

vidrio andalusí en Murcia», El vidrio en al-An-

dalus, actas reunidas por P. Cresier. Madrid, pp.

118-148.59 VV. AA. (1994): «Balaguer», Catalunya Ro-

mánica, t. XVII, La Noguera, pp. 219-256.60 EWERT, C., et. al. (1979): «Hallazgos islámi-

cos en Balaguer y la Aljafería de Zaragoza», Ex-

cavaciones arqueológicas en España, n.º 97, Di-

rección General de Patrimonio Artístico y

Cultural, Madrid, pp. 161-236.61 Los restos de estos arcos decorados fueron ex-

traídos y embalados para su posterior restaura-

ción. En el momento de escribir estas líneas to-

davía seguían guardados en sus cajones.