el animita de la caleta3.modif.291007 - hugo eduardo diaz animita de la caleta3.modif.291007.… ·...
TRANSCRIPT
“EL ANIMITA DE LA CALETA” Página 1 de 23 UN CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ.
“ EL ANIMITA DE LA CALETA” CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ Página 1 de 23
ESTE CENTENARIO RELOJ, MUDO TESTIGO DE LAS MASACRES OCURRIDAS EN SUS ALREDEDORES, ESTÁ UBICADO EN LAS FALDAS DEL ANTIGUO Y ABANDONADO PUERTO DE PISAGUA, HOY UNA CALETA DE 150 HABITANTES Y LUGAR UTILIZADO POR DIFERENTES GOBIERNOS DE CHILE COMO LUGAR DE RELEGACIÓN Y CONCENTRACIÓN DE PRESOS Y PRISIONEROS POLITICOS.
“EL ANIMITA DE LA CALETA” Página 2 de 23 UN CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ.
“ EL ANIMITA DE LA CALETA” CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ Página 2 de 23
FOSA DE PISAGUA, CHILE. LUGAR DONDE FUERON ENCONTRADOS LOS CUERPOS DE VEINTE PRISIONEROS DEL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE PISAGUA (1973-1990).
EN ESTA FOSA FUERON HALLADOS, EN JUNIO DE 1995 , LOS CUERPOS DE VEINTE PERSONAS TORTURADAS, ASESINADAS Y CONSIDERADAS DESAPARECIDAS HASTA ESA FECHA, EN EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE PRISIONEROS DE PISAGUA, CHILE, RECINTO MILITAR QUE FUNCIONÓ DESDE EL ONCE DE SEPTIEMBRE DE 1973, DIA DEL GOLPE MILITAR AL MANDO DEL GENERAL DE EJERCITO AUSGUSTO PINOCHET UGARTE. PISAGUA ES UNA ANTIGUA CALETA DE PESCADORES UBICADA A DOSCIENTOS KILOMETROS POR VÍA TERRESTRE AL NORTE DEL PUERTO DE IQUIQUE, CHILE, Y A CIEN KILÓMETROS POR VÍA MARÍTIMA.
“EL ANIMITA DE LA CALETA” Página 3 de 23 UN CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ.
“ EL ANIMITA DE LA CALETA” CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ Página 3 de 23
Imagen del Reloj que se divisa a lo lejos. ANTIGUO CEMENTERIO DE PISAGUA.CHILE.
Este antiguo cementerio de Pisagua, Chile, data del siglo XIX. Al fondo la Caleta de Pisagua, lugar donde funcionó el Campo de Concentración de Prisioneros Políticos durante la dictadura militar del General Augusto Pinochet Ugarte ( 1973-1990) . Se divisa a lo lejos , en la falda del cerro , la imagen del fatídico Reloj lanzando aún sus lúgubres campanadas.
“EL ANIMITA DE LA CALETA” Página 4 de 23 UN CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ.
“ EL ANIMITA DE LA CALETA” CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ Página 4 de 23
EL ANIMITA DE LA CALETA ES UNO DE LOS CUENTOS INCLUIDOS EN LA SELECCIÓN DE NARRACIONES Y CUENTOS DEL LIBRO “ MANIFIESTO IRREVERENTE Y OTROS RELATOS” DEL ESCRITOR CHILENO HUGO EDUARDO DIAZ , EDITADO EN SANTIAGO DE CHILE EN ENERO DE 2005, REGISTRO DE PROPIEDAD INTELECTUAL Nº 144.191 Y I. S.B.N. Nº 956-299-497-X.
EL ANIMITA DE LA CALETA
Habían transcurrido más de ciento veinte años
desde que el principal puerto nortino, de apenas
4000 habitantes originarios, se había
convertido, con el paso del tiempo, en un gran
conglomerado de pobladores venidos del sur del
país. Sus calles, ahora pavimentadas, no
obstante, eran todavía testigos de sus vetustas
casas construidas durante el avance lento y
sacrificado del progreso popular en el último
siglo.
Rodeado el territorio de la urbe por el mar,
elevados cordones de cerros y de cientos de
kilómetros de desierto, lamentándose siempre de
su enclaustramiento, con el sol siempre ardiente
posado sobre todos los rincones, aislada
geográficamente y culturalmente, sus vecinos a
pesar del desarrollo tecnológico en todo orden
de cosas, aún no se desprendían de sus creencias
y mitos incrustados en sus mentes desde los
tiempos coloniales.
En plena época del avance asombroso y
vertiginoso de las ciencias y de las
tecnologías, era de viajes espaciales,
“EL ANIMITA DE LA CALETA” Página 5 de 23 UN CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ.
“ EL ANIMITA DE LA CALETA” CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ Página 5 de 23
transmisión de imágenes a todo color, de datos y
voz, todo en tiempo real; clonación de seres
vivientes, descubrimiento del mapa genético de
los seres humanos y en general de los más
increíbles progresos científicos, todavía los
pueblerinos de este puerto tan típico adoran a
sus animitas consideradas todas milagrosas,
otorgadoras de favores y protección celestial.
La población desde hacía algunos años que
festejaba y peregrinaba con mayor fervor a una
animita que estaba ubicada al costado de un
viejo y antiquísimo muelle de pescadores de un
también antiguo y famoso puerto, el que ahora
lucía el menospreciado calificativo de caleta,
distante este a casi doscientos kilómetros de la
ciudad,es decir,del puerto principal,por la ruta
terrestre y a no más de 90 kilómetros por vía
marítima.
Las otroras más concurridas celebraciones
religiosas llamada una “La Tirana” y la otra ,
“San Lorenzo” habían sido sobrepasadas en cuanto
a pasión, devoción y exaltación por la “ Animita
de la Caleta”, que se festejaba los días 21 de
Enero de cada año.
El hombre, de presencia tosca, humilde, con la
usual vestimenta de persona ruda y obreril, pero
de mirada vivaz y limpia, de unos cuarenta años
de edad, avanzaba por la berma del camino,
flagelado por el sol del desierto, sudoroso,
acompañado por los cientos de fieles que en
“EL ANIMITA DE LA CALETA” Página 6 de 23 UN CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ.
“ EL ANIMITA DE LA CALETA” CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ Página 6 de 23
hilera caminaban calcinándose los pies, mientras
avanzaban lentamente hacia la caleta de la
animita, distante aún varios kilómetros.
Mientras la muchedumbre creyente ansiaba en su
dolorosa caminata ser pronto refrescada por la
brisa del lejano mar que se avizoraba en
lontananza tragándose el astro rey, por la
carretera, otros fieles, más cómodos en sus
vehículos de todo tipo, marcas y modelos,
cargados con su vituallas y enseres, pasaban
raudos hacia la caleta de los milagros.
El caminante y penitente, hombre mariscador de
una de las islas de Chiloé, recientemente
arribado al puerto principal de la zona, al ser
aguijoneado por la mala suerte y fiel a sus
mitólógicos ancestros chilotes, sumido en sus
pensamientos evocaba los padecimientos causados
por el frío, el viento, la lluvia, las
tempestades, el oleaje furibundo, cuando
persignándose bajaba con su traje viejo y
parchado hacia el fondo marino en busca de los
locos, los erizos y las jaibas. Mientras sus
pies adoloridos clamaban por descanso, él seguía
implorando, en sordina, a la animita del muelle,
que lo ayudara en la pronta obtención de un
empleo con el único oficio que él sabía ganarse
la vida: mariscar en este mar del norte tan
quieto, tan tibio y tan generoso. Obedeciendo
las señas de su adolorido cuerpo, el hombre de
mar, detuvo su marcha, deja sobre la arena
caliente su bolso y se apresta a descansar
“EL ANIMITA DE LA CALETA” Página 7 de 23 UN CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ.
“ EL ANIMITA DE LA CALETA” CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ Página 7 de 23
algunos minutos sentado sobre un peñasco
irradiante de una calorcilla que hizo
sobresaltar a su ya doliente trasero.
Estaba observando el maravilloso, para él,
panorama del desierto, lanzando su primera
bocanada de humo del cigarrillo recién encendido
cuando escucha una voz: -¿Cansado, amigo?... Con
este calor quién no se va a cansar….Menos mal
que ya queda poco… -Sí…pero vale la pena el
sacrificio…Yo no estoy acostumbrado a este
tremendo calor…. Yo soy del Sur…Soy de
Chiloe…Por allá hace remucho frío… Dicen que la
animita es remilagrosa… - Bueno… la gente dice
que es el que más ayuda… Por eso es que ahora
viene mucha más gente a la Caleta que a “La
Tirana” o que a “San Lorenzo”. -¿Usted es de por
aquí?... Preguntó el chilote al pampino. -Sí… yo
soy de la Pampa, de aquí, de este terruño de sol
y arena…Mis padres y mis abuelos, también,… pero
mi bisabuelo, según contaba mi abuelo, era del
sur, de Cauquenes… Lo trajeron p’acá como
soldado, enganchao pa pelear contra los peruanos
y bolivianos en la guerra del 79… Terminá la
guerra se quedó aquí, se casó y aquí estoy yo
ahora…vivito y coleando…Porque…usted …No sé si
por allá, de tan relejos de donde viene usted…
sabe que por aquí se peleó fuerte en esa maldita
guerra… -Sí, algo yo me acuerdo… en el colegio
el profesor nos hablaba de Arturo Prat…Lo
interrumpió el chilote… - ¡Shi!... es no es ná…
es pelo de la cola, mi amigo…Mire hacia esos
cerros…esas planicies… todo esta sembrao de
“EL ANIMITA DE LA CALETA” Página 8 de 23 UN CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ.
“ EL ANIMITA DE LA CALETA” CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ Página 8 de 23
esqueletos de chilenos, peruanos y bolivianos.
Son los héroes sin nombres, mi amigo…ellos no
figuran en ningún texto de historia. Pasó lo
mismo con mi bisabuelo… Esta pampa está
maldita…creo yo….Después de esa tremenda peleada
con los peruanos y bolivianos…los mismos
chilenos , los mandamases , muchos de ellos
dueños o interesados en las riquezas de estos
territorios y que ahora son los héroes que
figuran en los textos de historia… aquí en la
ciudad organizaron un ejército apoyando a los
propietarios y patrones de las oficinas
salitreras, casi todos aprovechadores y
aventureros extranjeros para derrocar el
presidente Balmaceda…porque quería que esta
tierras llena de salitre ganadas con sangre del
pueblo chileno fuera de propiedad del estado de
Chile y no de los arribistas de toda calaña … la
tropa, la carne de cañón, como siempre fueron
los trabajadores pampinos obligados o engañados
casi todos., muchos de ellos habían participado
en la guerra… Y esto, mi amigo, sucedió apenas
siete años después de terminada esa guerra y se
trabaron estos héroes, los que mandaban, en
sangrientas batallas entre ellos…Por aquí
cerquita… en Dolores…por allá …en el mismo lugar
donde murieron más de mil peruanos, chilenos y
bolivianos en la guerra… Creo que le pusieron
Batalla de Dolores … ahí mismo se agarraron
después…como le digo… estos caballeros héroes de
Chile entre ellos… fue esta batalla más
sangrienta que la otra … entre chilenos…pero el
pato lo pagaron …¿ Quién cree usted?…¡Los
“EL ANIMITA DE LA CALETA” Página 9 de 23 UN CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ.
“ EL ANIMITA DE LA CALETA” CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ Página 9 de 23
trabajadores, los pampinos, pus mi amigo!…
Fueron ellos los que murieron por miles… viudas
, huérfanos, mutilados por miles, mi amigo… Creo
que le pusieron a ésta batalla de chilenos, al
mando de los héroes de la guerra , Batalla de
San Francisco… más de mil muertos, mi amigo… y
todos chilenos…Como le digo, mi buen
amigo…muchos de los soldados de tropa, casi la
mayoría habían peleado siete años antes contra
los peruanos y bolivianos… y esto no es ná, mi
amigo… en la Caleta… famosa también en la guerra
…también es famosa por la pelea entre estos
chilenos..entre ellos…. También cientos de
muertos… y créame el salvajismo y las crueldades
cometidas por los vencedores fue espantosa…
dicen que las peleas entre hermanos es más
cruenta y dañina… Eso debe haber sido…Creo yo…
Por eso yo creo que esta Pampa está maldita… su
historia esta llena de sufrimiento… Miles de
chilenos han muertos en ella…Después,
trabajadores del salitre asesinados por los
patrones extranjeros que se adueñaron después de
todos estos territorios…Disculpe mi amigo… pero
me da mucha rabia cuando me acuerdo lo que mi
abuelo me contaba…. - Es terrible lo que usted
me está contando… Allá en Chiloé no había guerra
entre nosotros, los que estaban casi en guerra
eran los indios… porque eran perseguidos… les
arrebataban sus tierras… los tomaban presos y
los condenaban por cualquier cosa…el abuso era
visible…pero nosotros nada podíamos hacer…Los
que mandaban eran generalmente extranjeros y
también a nosotros que éramos chilenos nos
“EL ANIMITA DE LA CALETA” Página 10 de 23 UN CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ.
“ EL ANIMITA DE LA CALETA” CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ Página 10 de 23
tenían a raya…Había que soportar nomás… Nada se
podía hacer…Se cuenta en la isla que muchas
personas fueron ajusticiadas por la inquisición,
por los curas, que también eran extranjeros… a
un indio que se rebeló de tanta injusticia
reinició la lucha junto con otros … hasta que lo
apresaron y lo fusilaron en el centro de la
Plaza …creo que se llamaba Ñancupel ..y esto no
hace mucho tiempo.Este indio asaltaba a los
españoles y huincas, les robaba y ayudaba a su
gente con el producto de sus robos… El sol había
sido engullido ya por el mar y el desierto ahora
se vestía poco a poco de tinieblas como si una
inmensa capa negra quisiera cubrir esa tierra
cubierta de tanta sangre vertida, mientras el
frío comenzaba a incrustarse en la tibieza de
esas arenas y en las rocas, las que de vez en
cuando lanzaban quejidos de dolor, causando
esto, con el silencio fantasmal de esas
soledades, justificado pavor al ser escuchados
como si fueran verdaderos lamentos de las almas
ignorada, durmientes eternos de esos terrenales
parajes. Estos creyentes de acciones solidarias
de los muertos milagrosos, habían caminado cerca
de cuarenta kilómetros en casi dos días. Habían
decidido castigarse de esa forma, como una
penitencia, cuando el bus se detuvo en la
carretera para que descendieran todos los
pasajeros que no continuarían hacia la ciudad de
destino del transporte, distante ésta a ciento
ochenta kilómetros hacia el norte del país, todo
por la gran demanda y escasez de pasajes
directos hacia la Caleta Santa, ocasionada por
“EL ANIMITA DE LA CALETA” Página 11 de 23 UN CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ.
“ EL ANIMITA DE LA CALETA” CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ Página 11 de 23
la gran afluencia de peregrinos. La hilera de
fieles, algunos con velas encendidas, seguían su
calvario hacia su destino santo, soportando
ahora el frío y la camanchaca de la noche
desértica del norte del país. Otros, agotados,
se tendían en la arena, en la berma del camino,
haciendo caso omiso del ruido de los buses,
autos, camiones que rugían avanzando hacia la
caleta del santo popular. La Caleta mostrando a
los feligreses visitantes su histórico reloj
construido sobre la cima de una pequeña pero
poderosa roca, convertido en su símbolo
distintivo, lucía ahora su vejez centenaria,
cubriendo disimuladamente su vergüenza de cuna
de masacres y traiciones, tapizando sus
destartaladas viviendas de maderas apolilladas,
sus callejuelas pedregosas, su aspecto de pueblo
estigmatizado, con bandadas de banderillas
chilenas, como si con este gesto pudiera borrar
su trágico pasado. La Caleta, que nunca
sobrepasó los dos mil quinientos habitantes, ni
en sus mejores momentos de euforia explotadora,
cuando por su calle principal, casi golpeada por
la furia de las olas y de no más de ocho cuadras
de largo, gozaba con el caminar de cientos y
cientos de esforzados de trabajadores, y sufría
con el peso de truhanes, facinerosos,
aventureros de todas las calañas y
nacionalidades dispuestos a hacerse rico en el
menor tiempo posible y valiéndose de todos los
medios. Y éstos lo lograron… Se transformaron en
grandes señores… algunos en honorables
“EL ANIMITA DE LA CALETA” Página 12 de 23 UN CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ.
“ EL ANIMITA DE LA CALETA” CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ Página 12 de 23
parlamentarios, en autoridades enquistadas en
todo el quehacer nacional y hasta el día de hoy.
La patética visión de este pueblito abandonado
como si soportara una gran maldición, aislado
del mundo, paga sus pecados vistiéndose como
penitencia cada 21 de enero de cada año con
galas religiosas multicolores, con miles de
cirios y velas encendidas al viento, mientras
las quenas y los charangos, las trompetas,
bombos y tambores, con sus sonidos despiertan
sentimientos amargos ya idos y hacen evocar los
lamentos lejanos de las almas de los torturados,
muertos en combates o asesinados en sus playas,
calles, casas y en la tenebrosa Cárcel que
asombra hasta el día de hoy por su hipócrita y
hermosa fachada de “ Casa de la Cultura”.
La Caleta está de fiesta. Está celebrando la
memoria de solamente de uno de sus miles de
víctimas, el que, según la tradición popular, se
ha tornado en un ser milagroso y donador de
favores a sus seguidores. Frente a los restos
del otrora bullente muelle del puerto, hoy
moribundo, bizarros bailarines disfrazados como
comparsas folclóricas aymara, con sus vistosas
indumentarias, con sus plumas exóticas,
espejuelos, máscaras monstruosas, saltos y
movimientos al compás de los instrumentos
musicales de uso casi milenario, ocupan la gran
explanada situada a orilla del mar y a escasos
metros de la tétrica figura de la Cárcel,
habitual centro de torturas y martirios
“EL ANIMITA DE LA CALETA” Página 13 de 23 UN CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ.
“ EL ANIMITA DE LA CALETA” CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ Página 13 de 23
utilizado por decenas de años por los gobiernos
de turno del país.
Miles de creyentes, venidos de toda la región,
especialmente del puerto principal, asustan a
los silenciosos cerros circundantes, como si
temieran el surgimiento de miles de espectros
yacentes en las entrañas de sus arenas teñidas
de sangre, clamando por justicia y también por
honor y reconocimiento.
Los comerciantes ambulantes, cocinerías,
restaurantes, hospederías, todo improvisado y
transitorio, no dan abasto para atender a los
miles de fieles de la animita de la caleta, todo
con gran regocijo de los ciento cincuenta
habitantes permanentes y la radiante sonrisa
maquiavélica del panzudo y casi vitalicio señor
alcalde del maléfico pueblucho.
La Caleta en estos días es el centro de la
noticia, está convertida en la reina del
desierto y en el puerto más habitado de la
región, luciendo para esta ocasión numerosas
ofrendas religiosas y hasta una ornamentada
capilla, con candelabros, imágenes santas, copas
doradas y decenas de sacerdotes con sus típicas
vestimentas, también multicolores, para hacer
juego con el ambiente de festín y alegría.
Como si toda esta muestra de arrepentimiento y
fervor santo fuera poco, las gallardas fuerzas
armadas de la poderosa guarnición militar de la
“EL ANIMITA DE LA CALETA” Página 14 de 23 UN CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ.
“ EL ANIMITA DE LA CALETA” CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ Página 14 de 23
región, representadas por lo más selecto de sus
miembros, vistiendo sus atuendos y equipos
mortales, altaneros y arrogantes lucen su
temerosa presencia, con sus presillas cuajadas
de estrellas de mando a la vista de los pobres y
aún medrosos peregrinos.
Retumban en las laderas de los cerros sagrados
circundantes los acordes marciales de guerra,
como si quisieran despertar a aquellos soldados
ignorados cuyos esqueléticos restos diseminados
presencian también el apoteósico acto.
En este entorno, los visitantes en hilera
esperan el turno para colocar en la casita de la
animita festejada pequeñas placas confeccionadas
en mármol, en bronce, en aluminio, o en pino
oregón, dejando constancia, de esta forma, de
los agradecimientos por las peticiones otorgadas
y cumplidas.
Por todo, La Caleta ha rejuvenecido, por algunos
días ha vuelto a ser una gran factoría como en
sus años dorados, más de un siglo ya pasado,
cuando el sudor de los trabajadores expoliados,
patriotas desconocidos chilenos, bolivianos y
peruanos, jubilados de las lides guerreras, eran
presa de la avaricia de los causantes de esa
mortandad de los más pobres de la región. Ahora,
nuevamente está siendo víctima de la llegada de
una variada gama de maleantes, desde los señores
camuflados como respetables comerciantes hasta
“EL ANIMITA DE LA CALETA” Página 15 de 23 UN CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ.
“ EL ANIMITA DE LA CALETA” CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ Página 15 de 23
los habituales rateros de otras ciudades del
país.
El pampino y el chilote, después de esta larga
caminata y de horas y horas de conversación y de
opiniones casi coincidentes contemplaban desde
la altura de los cerros el panorama en todo su
esplendor. A lo lejos, la inmensa meseta
marítima, azulada y tranquila. Hacia abajo, al
pie del cordón de cerros, como lamiendo las
olas, vetustas casas de madera, añosas, viejas,
ruinosas, desvencijadas, mostrando sus
techumbres de conchuelas y oxidadas calaminas.
Para el chilote lo visto no era más que un
pequeño y viejo barrio de cualquier caletilla
del sur del país, de donde él era oriundo.
Flotando sobre el agua, meciéndose, se avistaban
algunos débiles botes y lanchas, sobre esa rada
donde hacía un poco más de un siglo anclaban
decenas de veleros y barcos de todas
nacionalidades, trayendo mercaderías,
aventureros, plagas y malas costumbres y
llevando la riqueza blanca, objeto de codicia y
causante de muertes y genocidios. Cojeando,
demacrados, sucios y transpirados, con su bolsos
al hombro, estos dos siervos de la fe religiosa,
bajaban el verdadero precipicio desde la cima de
los cerros hasta la escuálida planicie
portuaria, lugar de jolgorio, ruegos, rezos,
plegarias, llantos, todo aderezado con la alegre
risa etílica de los que tomaban estos días como
una placentera oportunidad de distracción.
“EL ANIMITA DE LA CALETA” Página 16 de 23 UN CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ.
“ EL ANIMITA DE LA CALETA” CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ Página 16 de 23
Luciendo un nuevo semblante, reconfortados con
un buen almuerzo en una cocinería y un
refrescante baño en la playa, los dos ahora
amigos, apretujados por la multitud, buscaban un
lugar donde beber algún refresco. - Oye,
Pampino…¿Te puedo hacer una pregunta?..Porque
hasta ahora nada me has dicho sobre el santo?
..¿ Quién era… ¿ Cómo se llamaba?... ¿ Cómo
murió?.. Porque tú eres de esa zona y debes
saber toda esta cuestión…¿ No es cierto?...
Terminó preguntando el Chilote, mientras se
acomodaba en su silla y miraba el cadencioso
caminar de la garzona que traía en sus manos dos
botellas de agua mineral “ Chuzmisa”. - Mira,
Chilote, en este asunto hay mucha confusión…La
gente habla muchas cosas y no todas son
ciertas…Debes saber que yo apenas tengo treinta
años y esto sucedió el año 1973…es decir hace
exactamente cuarenta años…si no me
equivoco…Haber saquemos la cuenta… Hoy estamos
en el año 2013…Yo nací en 1983… -Termina con
este asunto de los años…Cuéntame algo…lo que tú
sepas del santo… Interrumpió abruptamente el
Chilote. El Pampino estaba en pleno proceso de
hilvanación de la exposición del asunto, de lo
que sabía y se acordaba, cuando de improviso fue
remecido por un fuerte golpecillo en la espalda
y un vozarrón reconocido al instante: -¡Hola, pu
Pampino!…¡Cuánto tiempo sin verte!...¿ Que te
habiay hecho?.. -¡Aquí estamos!..¡Pagando una
mandita a mi amigo Nelson!... ¿Y tú?... ¿ Qué
anday haciendo por estos lados sagrados?...No
creo que vengai a pagar alguna manda…Porque, tú,
“EL ANIMITA DE LA CALETA” Página 17 de 23 UN CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ.
“ EL ANIMITA DE LA CALETA” CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ Página 17 de 23
Ike, soy harto jodío..¿ O me lo vay a
negar?...contestó sonriendo el Pampino,
acercando una silla para que el Ike se sentara y
los acompañara. -Oye, Ike, tú que soy harto
versado en este asunto del santito
Nelson…explícale algo aquí a mi amigo
Chilote…Porque yo la verdad que sé algunas cosas
que la gente cuenta, pero a lo mejor tú que hay
estudiado sabí más… --Sí…Bueno, sé también lo
que la gente más vieja cuenta…interpeló el Ike.
Ni los pocos viejos que andan por la calle como
sonámbulos y que conocieron al santo y vivieron
y sufrieron las torturas como él saben…Queda uno
que otro sobreviviente de ese tiempo…Casi todos
han muertos…Olvidados y en la más triste
miseria…¡ Pobres viejos!..Y pensar que por
ellos, por sus luchas, hoy nosotros gozamos de
más libertad y más justicia…La gente es muy mal
agradecida…Menos más que Nelsito, el animita
milagrosa, los hace recordar de lo que pasó
aquí… Mire, taita Chilote...Allá… Vé el letrero,
donde dice “ Casa de la Cultura”, ahí torturaron
y asesinaron al Nelsito… y a casi todos los
prisioneros…Más allá, donde se divisa ese
especie de panteón y esculturas que no sé qué
diablos representa, esta tapiada la fosa donde
enterraron a más de veinte compañeros torturados
y fusilados…Bueno mi amigo…La historia de esta
Caleta es larga y siniestra…y tenga la seguridad
que muy pronto volverá a hacer noticias…Por algo
construyeron una nueva cárcel moderna, segura y
para ser habitada por una gran población.¡ Los
bribones de siempre, pu, mi amigo, están muy
“EL ANIMITA DE LA CALETA” Página 18 de 23 UN CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ.
“ EL ANIMITA DE LA CALETA” CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ Página 18 de 23
preparados para los tiempos que se
avecinan…Vendrán otros Nelsitos milagrosos…se lo
aseguro….y muy pronto, mi amigo Chilote…Terminó
sentenciando emocionado el Ike, casi
atragantándose con el sorbo de agua mineral
“Chuzmisa”.
Encaramados sobre la roca que soportaba la base
del centenario Reloj de la Caleta, lo que por su
elevación sobre el plano era un estupendo
mirador de la bahía y de la Caleta, gozan del
frescor de la brisa marina y del sol de mediodía
tres ancianos, o como se dice ahora, tres
personas de la tercera edad y uno en la
periferia de la cuarta edad, con aires festivos
y la jocosidad que produce el vino, comentando
risueños los que sus ojos avizoran desde esa
altura. Al verlos nadie podría suponer que estos
cuatro hombres, en las postrimerías de sus vidas
y con las penosas experiencias vividas, puedan
liberar risas y alegrías en esa tarde de
recuerdo multitudinario de una tragedia ocurrida
hacía cuarenta años.
Rememorado por la multitud como un inolvidable
periodo de torturas y asesinatos de muchos
chilenos, en ese lugar, ahora casi sagrado,
estos sobrevivientes de uno de los sangrientos
Consejos de Guerra realizado en el edificio de
la ahora mostrada como Casa de la Cultura ,
estaban ahí, observando como si fuesen fantasma
del pasado, los actos de casi constricción de la
gente acompañando al santo de la Caleta, víctima
“EL ANIMITA DE LA CALETA” Página 19 de 23 UN CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ.
“ EL ANIMITA DE LA CALETA” CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ Página 19 de 23
también martirizada y muerta en ese antiguo
edificio, construido inicialmente como cárcel
para delincuentes y posteriormente destinado
durante decenas de años como Campo de
Concentración de Prisioneros Políticos. Pero,
como se dice popularmente, las apariencias
engañan. Los cuatro simulaban y disimulaban sus
verdaderos pensamientos y sentimientos, quizás
por ese falso orgullo varonil, por dignidad o
talvez para evitar caer en esos persistentes
momentos de tristeza y melancolía que ni el vino
era capaz de espantar. Era casi tradicional que
en sus casi cincuenta ñaos años de amistad, cada
vez que se juntaban iniciaban sus charlas sobre
las noticias contingentes y copuchas de
actualidad, pero sin saber cómo lentamente sus
mentes automatizadas y traumatizadas los guiaban
hacia el pasado, hacia esos momentos de dolor y
tormentos. Acudían a sus mentes ya envejecidas y
desmemoriadas, casi como una capacidad
desconocida de las células cerebrales para
rejuvenecer y volver ese cerebro ya gastado y
sin potencia en un órgano pleno de recuerdos,
evocaciones, detalles, nombres, dichos,
expresiones, miradas, gritos y quejidos vistos,
escuchados, sentidos y pensados. Cuantas veces
no han podido evitar llorar en secreto,
acurrucados en sus camas, a escondidas de sus
padres primero; de su mujer, de sus hijos,
después y ahora de sus nietos. Y ellos sabían
esto, pero no lo decían, a pesar del largo
tiempo que duraba esa amistad unida por ese
sentimiento común y recóndito. Uno de ellos, con
“EL ANIMITA DE LA CALETA” Página 20 de 23 UN CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ.
“ EL ANIMITA DE LA CALETA” CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ Página 20 de 23
aspecto de un anciano de unos ochenta años, de
pronto dejó de reír. Sus amigos, comprensivos,
esperaban, como siempre sucedía, que en
cualquier momento algunos de ellos sería cogido
por esos malditos recuerdos tornando la sonrisa
y la risa en un incontenible y mudo llanto de
hombre, lágrimas vertidas en memoria de los
compañeros flagelados y asesinados y por la
cruenta persecución soportada durante tantos
años. Era el inicio del recorrido de esas mentes
hacia tiempos ya idos, pero presente como un
video, de la mirada inquisidora de los
torturadores, de las humillaciones, de los
golpes, de los padecimientos. Volvían a esas
mentes los rostros ausentes de los que sin poder
soportar los dolores chillaban y saltaban como
animalillos indefensos hasta sucumbir entre
espantosos alaridos. Afortunadamente eran
momentos pasajeros, luego todo volvía a la
realidad y también a la resignación y a la
esperanza de que todos los que luchan logren que
el futuro depare una humanidad poblada por seres
más humanos. Estos hombres, con su dolor a
cuesta, como un reto a sus enemigos, casi
siempre terminaban sus encuentros con un alegre:
“ Derrotados, pero jamás vencidos”. Más
repuestos de esta explosión de emociones, uno de
los viejecitos lanzó una carcajada al aire
agregando: -- Te acuerdas, Victor, cuando
trajimos el cemento, la madera y las velas y
construimos en media hora la casita para el
Nelson. __Casi nos pillan los
pacos…acuérdate…Total la sacaron , pero volvimos
“EL ANIMITA DE LA CALETA” Página 21 de 23 UN CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ.
“ EL ANIMITA DE LA CALETA” CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ Página 21 de 23
y la volvimos a colocar… y con velas y todo…
Contestó el Victor. __Menos mal que los
pescadores amigos, empezaron a colocar plaquitas
de favores concedidos y todos empezaron a
persignarse antes de salir a la mar…a la larga
ellos fueron los guardianes del Nelson… Aclaró
otro. __ Acuérdense.… Acuérdense… El cura hablo
con el Alcalde , con el Intendente… hasta
dictaron un decreto de prohibición…pero la gente
empezó a creer en el Nelson, porque parece que
es cierto que este guebón es milagroso…Ojalá que
nos ayude a nosotros que siempre fuimos sus
amigos…La caridad empieza por casa…¿ Oh no,
dicen ustedes… Jadeando y suspirando por el
cansancio de la larga caminata los cuatro
ancianos arribaron por fin al lugar donde
ondeaban las numerosas banderas distintivas de
cada grupo político adherentes al acto
rememorativo de los hechos acaecidos en esa
Caleta los años 1974 y 1975.
Los residentes perpetuos del Cementerio de la
Caleta, difuntos olvidados, distante de la
animita algunos kilómetros, con sus sepulturas
abandonadas, con sus adornos sagrados carcomidos
por el sol, el viento y algunos con más de una
centena de años, con sus cruces luchando por
mantenerse erguidas, cada año en esta fecha eran
despertados por los sones de quenas, charangos,
bombos y cornetas. Eran las ofrendas musicales
que montadas en la brisa les enviaban las
multitudes religiosas de la animita. Al lado
Norte de esa antigua villa mortal, habían yacido
“EL ANIMITA DE LA CALETA” Página 22 de 23 UN CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ.
“ EL ANIMITA DE LA CALETA” CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ Página 22 de 23
y cohabitado, como si estuviesen en un
colectivo, veinte almas apretujadas, amarradas
con alambres de púas, en una fosa común
descubierta ésta en Julio de 1995. Eran los
compañeros de la animita. Como lo hacían todos
los años, estos cuatros ahora ignorados
viejecitos, miraban y observaban la gran fiesta
casi rutinaria, de a veces interesados discursos
políticos, con vino, empanadas y mucha coca-
cola, en lo se había transformado la pena, la
indignación, el llanto reprimido de los
sobrevientes de esa tragedia que había vivido el
país.
Con el transcurrir del tiempo siempre sabio,
todo ahora era un risueño recuerdo y no de
protesta por más justicia y por castigo. Era
casi una fiesta. Pero cuando los muertos de
todas las banderías, amigos o enemigos, los
hospedados en el Cementerio o los que asoleaban
sus restos bajo las arenas calientes de las
laderas de los cerros vistiendo uniformes
militares, ya sean éstos peruanos, bolivianos o
chilenos o aquellos hombres martirizados y
escondidos y cuyos cuerpos figuran como
desaparecidos políticos de Chile, eran
despertados de su eterno letargo sucedía cuando
aquí, en la Caleta y en todo el país los
patrióticos himnos militares invadían la
privacidad de todos los laberintos de los
hogares durante los días uno y dos de Noviembre
de cada año, fecha de la toma de la caleta por
las tropas chilenas, defendida ésta por
“EL ANIMITA DE LA CALETA” Página 23 de 23 UN CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ.
“ EL ANIMITA DE LA CALETA” CUENTO DE HUGO EDUARDO DIAZ Página 23 de 23
peruanos, su dueña en ese entonces. En esos días
se enfrentaban las miradas hoscas de los señores
de lustrosas botas y elegantes tenidas con los
miles de rostros de mujeres, niños y hombres,
con sus pancartas, gritos de consignas y cantos
alusivos, que como batallones presto para entrar
en combates, avanzaban los unos hacia el sitio
donde se había construido una especie de
planicie patriótica con un monolito en el que
ondeaba una gran bandera chilena y los otros
recorrían la polvorienta ruta hacía la Fosa de
los mártires de la Caleta donde también se había
levantado un enseña que lucía con grandes letras
en bronce: “ Para que nunca más”.
Con el transcurso de algunos pocos años, los
cuatro ancianos uno a uno fueron dejando este
mundo. Los cuatros inseparables y leales
compañeros y creadores del poder milagroso del
inmortal Nelson, el animita de la Caleta, fueron
sepultados en lo alto de un montículo cercano y
con vista hacia la Fosa de la Caleta, conforme a
sus deseos, como si hubiesen querido dejar en
ese trozo de la Caleta su convicción de que
algún día los seres humanos sabrán organizar la
sociedad en que viven para hacer realidad la
consigna “ Para que Nunca Más”. ---------------
Iquique, Chile, 01 de enero de 2005.