el anarquismo roma y mosal prowema...

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PORTE PAGO. S.sa QoSmeema die Abril «le 1929 Correspondencia Administrativa: PASCUAL MiNOTTI Calle Yf, mi Montevideo PersoQalmeotc todas las rtocljcs eo et menciona- do iocai, de ios 21 a les 22. ^PROPOSITOS Las agrupaciones “ Px*ogreso” , “ Sem- braiulo Ideas", ‘‘Superación’" y “ Vo- 1-untad”, en una noble manéornunión de fuerzas han dado vida a esta pequeña hoja de propaganda libertaria. Los iniciadores saben por experien- cias ya hechas anteriormente, que si es relativamente fácil la creación de un órgano anarqui.sta, no resulta luego- tan fácil jpoderlo mantener. Desde los medios pecuniarios para su impresión, hasta su redacción, ad- ministración y circulación, todos son obstáculos que es necesario superar. Pero, a pesar de todo, han puesto manos a la obra, porque creen que en la forma actual no es posible conti- nuar, Guando a una colectividad cual- quiera, falta la influe^icia de la letra de imprenta, puede <iecirse con segu- ridad, qtie ha entrado en un perío-do de decadencia que es menester salvar, sí no quiere perecer. , , Comprendemos conio el que por sa formato y por su circu- lación, este no es seguramente el'pe- riódico soñado por muchos compañe- ros. Pero en sus mismas manos está el remedio: el formato se puede duplicar en cuanto las finanzas lo permitan; y, rei‘c:rente a la circulación, nuestro ad- - ministrador no pide otra cosa que di- recciones para hacerlo circular. En cuanto a la redacción, no tene- mos por qué decir que siendo este itn periódico anarquista, está abierto a to- das las ideas. El anarquismo es construye y se pu- rifica mediante la discusión y la crí- tica, y resultaría pueril que se cerra- ran la>- puertas a los que quisieran dis- cutir aÚK nuestras mismas ideas. Pero, exig-imos a los que quíer'an ejercer íitíe legítimo derecht^, que lo bagan con. cierta altura de crircrio y de lenguaje, y que (íviten loá perso- Qiie, por ser tales, resultan siemprí* odiosos. Nutisíro ambiento, dcsgraí‘iadaraen- te, está demasiado dividido, y no qui- siéramos que esta modesta hojita. sir- viera para ahondar divisiones, o que se prestara a cienos desahogos, persona- les que no í^;iempre son legítimos. Quisiéramos, en una palabra, que to- dos los compañeros se compenetraran del momento excepcional que atravesa- mos. depurjoT'an sus peíjutiños renco- res personales, y piYsiaran sn apoyo moral y material a esta hoja, que al nacer no trae otro propósito que el de contribuir en la medida de sus fuer- zas, a la mayor propaganda de nues- tras ideas. Estos .«íon, en síntesis, los propósitos de las agrupaciones editoras, y estos son también lo propósitos de la redac- Es nuestra esperanza cue hallen eco en el ánimo de los lectores y colabo- radores. El anarquismo proWema yitiil Son hoy, palpitantes y reales co- mo .ayer los problemas humanos por cuya solución surgió entre los hombres la idea anarquista. La libertad no es todavía, un hecho. El respeto a la per- sonalidad, no es tampoco una conquis- ta en el mundo. La explotación de los hombres por los hombres, subsiste con una cruel intensidad. Nada ha resuel- to de modo duradero? tanto esfuerzo heroico, tanta lucha admirable, tan- ta propaganda tenaz. El anarquismo es todavía solo una idea, y solo una necesidad. Ciertamente, si hay un pro- greso moral en los hombres, si hay un progreso general en las sociedades, al anarquismo se debe. Dicho sin jac- tancia y so'Io por servir a la verdad. Las ideas extremistas han obligado al carro social a moverse hacia adelante. Pero los problemas básicos de la hu- manida4‘. repetimos, están . ’sin, siolu- ción. Eí hombi'e no es libre, ni en mo- ral, ni en política, ni en economía. Lo ligencia por la educación, y por el tra- bajo de las inclinaciones más despre- ciables. Alienta sus pasiones más ne- cias, más irreflexivas, tales como el patriotismo, y ahora, en Oos últimos tiempos, el deporte físico,' cc^no es|- pecbáeulo circense, no comoi deporte precisamente. He aquí algo que da a los gobiernos más resultado que el terror. El anarquismo, para ser compren- dido debe horadar la mentalidad común de los hombres, trabajar como un mi- nero en las obscuras galerías subte- rráneas, en la maleada conciencia de ios humanos y en su í^rpe mentalidad. Y eso hacían ^ antes los anarquistas, y eso hacemos ahora. Pl-obl'ema siempre latente, po-rque el anarquismo es idea de libertad, y los hombres, y sus sociedades, son es- clavos de eclavos, impersonales, man- dones unos, serviles otros, chacales unos, víctimas obscuras otras. — ooooOoooo— Roma y Mosal Los esclavizan los gobiernos democrá- ticos que le imponen leyes que el no elabora, que no le interesan y que tie- ne que cumplir. Lo esclavizan las ti- ranías, de modo más brutal y violento que las democracias farsantes. Lo es» úlavizan los capitalistas, que le hacen trabajar y lo despojan del fruto de su trabajo- E1 anarquismo^ la idea que trabaja el sentido y la necesidad >de la, liber- tad integral, es pues., una njecesidad lattnie y vital. Caben las mismas pa- labras. los mismos coneeptó? para ex- plicarlo, qno cabrían en é]iooas pasa- da.s íip intonsa agitación libertaria. No hablamos de táctica.'! para encarar pro- blemas fircunstancialeñ. fíablamos de doctrina, hablamos de la ideas en sí, hablamos do la esclavitud, y de su otro polo, la libertaf!. El aníirquismo es la libertad, con- tra bl dogma relifíiüso que impone por la super’dción el re.spoto a cosas ab- surdas. Contra ol concepto moral co- rrienie que desan*olIa sentimientos mezquinos y canallescos, contra la au- t.-)ridad del estado, que sujeciona vio- lentamente a los hombres, anula sus personalidades y les impone obedien- cia para el servicio de coías que no permite analizar, contra ei sistema de explotación económica, que necesita hjOy como ayer del trabajo de las ma- yorías para provecho do las minorías. La bestia consen-adora se defiende del anarquismo, por el terror y por la ignorancia. A los propagandistas, a los hombres que han iluminado su men- talidad y .su conciencia, opone el te- rror. la eái’cel, la metralla, oí confiíia- miento, a -los otros, a los del pueblo, a los que un día podían oir la pala- bra clara y veraz del anarquismo, opo- ne la ignorancia. Estrangula su inte- OPTIMISMO La libertad es el anhelo constante die ios espíritías superiores. Los que V.í’.n H ila d o b. un gra-.k'- .i¡2 ci.--!iui.Lr que les ha permitido discernir clara- mente el camino hacia ese objetivo, so- breponiéndose al orden establecido por la fuerza, dedicarán sus mejores es- fuerzos 'a la consecución de ese anhe- lo que presupone para la vida huma- na, la más alta expresión del pensa- miento. E¡|te d,e»edL leí^ta nteceeaidad f\TÍtal/, mejor dicho, de liberación, que ha pro- vocado en todos los tiempos cruentas batallas para impedir la transforma- ción del actual estado de cosas, no es por supuesto una lucha que surge hoy. La historia nos enseña sus páginas empapadas de sangro, un iucalculab-le números de víctimas. También lo evi- denciamos nosotros, al detenernos mi- rando un inítante hacia atrás. Los fac- tores de tiranía persisten do pié. con más arraigo y fortificación que aj'er. El afán de predominio expande sus garra multiforme. D.-: nuestra obra per- f-evernnte, in'terrun'vpida, castigf^Ja y comen?;ada, nuevamente, y que para hoy presentíamos los frutos promiso- res, quedan pocos. Unos se pudrieron en la política y otros descendieron al fan- go de los renunciamientoé. No por eso hic.imos abandono de nue.'?t7*a piqueta. Giremos pues, sobre nuestros talones y pongámonos de frente al sol, en ia bre- ga contra las coyunda de todos los eon- venoionalismos. La fé, la convicción ín- tima de tin mejor pon'eíiir, es un rayo de lúa en la conciencia. se apaga, nos alienta hacia ese constante anhelo de libertad. Por inconvenien.tes de última hora hemos tenido que postergar la apari* cíóa del periódico, que habíamos anun- ciado para ei día del corriente- En lo sucesivo saldrá indefectiblemente, e! 1. y ei 15 de cada mes. El Duce queriendo, con aquella ge- nerosidad de ánimo que todos conoce- mos, dar un mazazó'en la cabeza del des- graciado general Nòbile, que había si- do enviado por él a plantar la bandera de la Italia Imperai al polo Nord, y que ha vuelto hecho un pingajo humano; ha llamado a declarar, ante la comi- Síóñ investigadora, a todos los que han participado de la expedición y del sal" vataje, y especialmente, a los compo- •nentes del equipaje del Kassin, la nave, rompe hielo del gobierno soviétieoj, que ha llevado la ayuda decisiva. Por esto el profesor Samoilovic, el doctor Sred- nevski y el aviador Chuknovski, debi- damente autorizados por el gobierno de Moscú fueron a Roma. Y la comisiÓR, que tenía sesión permanente, quiso sa- ber de ellos la verdad, y a la vez, darí- les la gracias por la hermosa prueba de salidariáad humana que habían dadd. Pero al mismo tiempo y en la misma Roma, éstaba de sesión permanente el Tribunal Espeífial, atareado más que nlinca para . nviar ?, la cárcel a los ciu- dadanos que en el comunismo, y, perir i>'-da-'’ í». .ti m.i?covii,a.-- Prccisamente en aquellos días ol men- cionado Tribuna: se había encautados de unos, veinticinco comunistas, entre hombres y mujeres, italianos y extran- jeros, y por comodidad los había divi- dido en tres grupos, a los cuales, en pocos horas, les endilgó varios cientos de aiiop de redusión, Má? determinada que otra veco.s hribía sido la imputa- ción: organización del socorro rojo pa- ra los encarcelados y deportados, con el agravante de que el dinero híibía ve- nido del oxterior... quizás de la mis- ma Rusia. Samoilovic, Sredn'v?ki e Chuknovki no prestaron atención a todo esto: es- taban demasiado entretenidos con la comisión in vestigadoì'a. y, a los dos díaí, el Embajador ru.so, señor Kulski y su priraer s-ecretario, señor Zelkind, organizaron un reeibi- miento a !a misión .swiética, cun am- plias iuviraciories para las autoridades gub-?rnativas itaüan.i-í. Y c-ntoncos las cosas adquirió carácieres verdaderamen- te épico.'!. Los diplomáticos rusos en Ita- lia tienen ia tradición de las invitacio- nes (no hay que olvidar aquella otra famo.'a. hecha un mes dí-?pués del ase- sinato de Matteotti), y los jefes del fas- cismo tienen la costumbre de aceptarlas. Intervino Su Excelencia Ealbo con un inmenso cortejo de glandes gerarcas y oficiales de todas las armas. Intervi- nieron también señoras con la insignias fascista en el pecho. Hubo naturalmente champagne y brindisís. Y los represen- tantes del Soviet, los compaiÍero.=i de los comunistas condenados dos días antes, ch->caron . ‘¡us copas con ‘'Pizzo di feirc” , que, de.«pués. de Mussolini, es sin duda alguna el delicuente más famoso de la Italia fascista. I-uego la misión .soviética del salva- taje abandonó Roma; mas, ante de ale-

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Page 1: El anarquismo Roma y Mosal proWema yitiilbibliotecadigital.bibna.gub.uy:8080/jspui/bitstream/...PORTE PAGO. S.sa QoSmeema die Abril «le 1929 Correspondencia Administrativa: PASCUAL

PORTE PAGO.

S .sa Q o S m e e m a d ie A b r i l « le 1 9 2 9

Correspondencia Administrativa: PASCUAL MiNOTTI

Calle Yf, m i MontevideoPersoQalmeotc todas las rtocljcs eo et menciona­

do iocai, de ios 21 a les 22.

^PROPOSITOSLas agrupaciones “ Px*ogreso” , “ Sem-

braiulo Ideas", ‘ ‘Superación’" y “ Vo- 1-untad” , en una noble manéornunión de fuerzas han dado vida a esta pequeña hoja de propaganda libertaria.

Los iniciadores saben por experien­cias ya hechas anteriormente, que si es relativamente fácil la creación de un órgano anarqui.sta, no resulta luego- tan fácil jpoderlo mantener.

Desde los medios pecuniarios para su impresión, hasta su redacción, ad­ministración y circulación, todos son obstáculos que es necesario superar.

Pero, a pesar de todo, han puesto manos a la obra, porque creen que en la form a actual no es posible conti­nuar, Guando a una colectividad cual­quiera, falta la influe^icia de la letra de imprenta, puede <iecirse con segu­ridad, qtie ha entrado en un perío-do de decadencia que es menester salvar, sí no quiere perecer.

, , Comprendemos conio el quepor sa formato y por su circu­

lación, este no es seguramente e l 'p e ­riódico soñado por muchos compañe­ros. Pero en sus mismas manos está el remedio: el formato se puede duplicar en cuanto las finanzas lo permitan; y, rei‘c:rente a la circulación, nuestro ad-

- ministrador no pide otra cosa que di­recciones para hacerlo circular.

En cuanto a la redacción, no tene­mos por qué decir que siendo este itn periódico anarquista, está abierto a to­das las ideas.

El anarquismo es construye y se pu­rifica mediante la discusión y la crí­tica, y resultaría pueril que se cerra­ran la>- puertas a los que quisieran dis­cutir aÚK nuestras mismas ideas.

Pero, exig-imos a los que quíer'an ejercer íitíe legítimo derecht^, que lo bagan con. cierta altura de crircrio y de lenguaje, y que (íviten loá perso-

Qiie, por ser tales, resultan siemprí* odiosos.

Nutisíro ambiento, dcsgraí‘ iadaraen- te, está demasiado dividido, y no qui­siéramos que esta modesta hojita. sir­viera para ahondar divisiones, o que se prestara a cienos desahogos, persona­les que no í ;iempre son legítimos.

Quisiéramos, en una palabra, que to­dos los compañeros se compenetraran del momento excepcional que atravesa­mos. depurjoT'an sus peíjutiños renco­res personales, y piYsiaran sn apoyo moral y material a esta hoja, que al nacer no trae otro propósito que el de contribuir en la medida de sus fuer­zas, a la mayor propaganda de nues­tras ideas.

Estos .«íon, en síntesis, los propósitos de las agrupaciones editoras, y estos son también lo propósitos de la redac-

Es nuestra esperanza cue hallen eco en el ánimo de los lectores y colabo­radores.

El anarquismo proWema yitiil

Son hoy, palpitantes y reales co­mo .ayer los problemas humanos por cuya solución surgió entre los hombres la idea anarquista. La libertad no es todavía, un hecho. El respeto a la per­sonalidad, no es tampoco una conquis­ta en el mundo. La explotación de los hombres por los hombres, subsiste con una cruel intensidad. Nada ha resuel­to de modo duradero? tanto esfuerzo heroico, tanta lucha admirable, tan­ta propaganda tenaz. El anarquismo es todavía solo una idea, y solo una necesidad. Ciertamente, si hay un pro­greso moral en los hombres, si hay un progreso general en las sociedades, al anarquismo se debe. Dicho sin jac­tancia y so'Io por servir a la verdad. Las ideas extremistas han obligado al carro social a moverse hacia adelante. Pero los problemas básicos de la hu- manida4‘. repetimos, están .’sin, siolu- ción.

Eí hombi'e no es libre, ni en mo­ral, ni en política, ni en economía. Lo

ligencia por la educación, y por el tra­bajo de las inclinaciones más despre­ciables. Alienta sus pasiones más ne­cias, más irreflexivas, tales como el patriotismo, y ahora, en Oos últimos tiempos, el deporte físico,' cc^no es|- pecbáeulo circense, no comoi deporte precisamente.

He aquí algo que da a los gobiernos más resultado que el terror.

El anarquismo, para ser compren­dido debe horadar la mentalidad común de los hombres, trabajar como un mi­nero en las obscuras galerías subte­rráneas, en la maleada conciencia de ios humanos y en su í^rpe mentalidad.

Y eso hacían antes los anarquistas, y eso hacemos ahora.

Pl-obl'ema siempre latente, po-rque el anarquismo es idea de libertad, y los hombres, y sus sociedades, son es­clavos de eclavos, impersonales, man­dones unos, serviles otros, chacales unos, víctimas obscuras otras.

— ooooOoooo—

Roma y Mosal

Los esclavizan los gobiernos democrá­ticos que le imponen leyes que el no elabora, que no le interesan y que tie­ne que cumplir. Lo esclavizan las ti­ranías, de modo más brutal y violento que las democracias farsantes. Lo es» úlavizan los capitalistas, que le hacen trabajar y lo despojan del fruto de su trabajo-

E1 anarquismo^ la idea que trabaja el sentido y la necesidad >de la, liber­tad integral, es pues., una njecesidad lattnie y vital. Caben las mismas pa­labras. los mismos coneeptó? para ex­plicarlo, qno cabrían en é]iooas pasa- da.s íip intonsa agitación libertaria. No hablamos de táctica.'! para encarar pro­blemas fircunstancialeñ. fíablamos de doctrina, hablamos de la ideas en sí, hablamos do la esclavitud, y de su otro polo, la libertaf!.

El aníirquismo es la libertad, con­tra bl dogma relifíiüso que impone por la super’dción el re.spoto a cosas ab­surdas. Contra ol concepto moral co- rrienie que desan*olIa sentimientos mezquinos y canallescos, contra la au- t.-)ridad del estado, que sujeciona vio­lentamente a los hombres, anula sus personalidades y les impone obedien­cia para el servicio de coías que no permite analizar, contra ei sistema de explotación económica, que necesita hjOy como ayer del trabajo de las ma­yorías para provecho do las minorías.

La bestia consen-adora se defiende del anarquismo, por el terror y por la ignorancia. A los propagandistas, a los hombres que han iluminado su men­talidad y .su conciencia, opone el te­rror. la eái’cel, la metralla, oí confiíia- miento, a -los otros, a los del pueblo, a los que un día podían oir la pala­bra clara y veraz del anarquismo, opo­ne la ignorancia. Estrangula su inte­

OPTIMISMOLa libertad es el anhelo constante

die ios espíritías superiores. Los que V.í’.n Hilado b. un gra-.k'- .i¡2 ci.--!iui.Lr que les ha permitido discernir clara­mente el camino hacia ese objetivo, so­breponiéndose al orden establecido por la fuerza, dedicarán sus mejores es­fuerzos 'a la consecución de ese anhe­lo que presupone para la vida huma­na, la más alta expresión del pensa­miento.

E¡|te d,e»edL leí ta nteceeaidad f\TÍtal/, mejor dicho, de liberación, que ha pro­vocado en todos los tiempos cruentas batallas para impedir la transforma­ción del actual estado de cosas, no es por supuesto una lucha que surge hoy. La historia nos enseña sus páginas empapadas de sangro, un iucalculab-le números de víctimas. También lo evi­denciamos nosotros, al detenernos mi­rando un inítante hacia atrás. Los fac­tores de tiranía persisten do pié. con más arraigo y fortificación que aj'er. El afán de predominio expande sus garra multiforme. D.-: nuestra obra per- f-evernnte, in'terrun'vpida, castigf^Ja y comen?;ada, nuevamente, y que para hoy presentíamos los frutos promiso- res, quedan pocos. Unos se pudrieron en la política y otros descendieron al fan­go de los renunciamientoé. No por eso hic.imos abandono de nue.'?t7*a piqueta. Giremos pues, sobre nuestros talones y pongámonos de frente al sol, en ia bre­ga contra las coyunda de todos los eon- venoionalismos. La fé, la convicción ín­tima de tin m ejor pon'eíiir, es un rayo de lúa en la conciencia. se apaga, nos alienta hacia ese constante anhelo de libertad.

Por inconvenien.tes de última hora hemos tenido que postergar la apari* cíóa del periódico, que habíamos anun­ciado para ei día del corriente- En lo sucesivo saldrá indefectiblemente, e! 1. y ei 15 de cada mes.

El Duce queriendo, con aquella ge­nerosidad de ánimo que todos conoce­mos, dar un mazazó'en la cabeza del des­graciado general Nòbile, que había si­do enviado por él a plantar la bandera de la Italia Imperai al polo Nord, y que ha vuelto hecho un pingajo humano; ha llamado a declarar, ante la comi- Síóñ investigadora, a todos los que han participado de la expedición y del sal" vataje, y especialmente, a los compo- •nentes del equipaje del Kassin, la nave, rompe hielo del gobierno soviétieoj, que ha llevado la ayuda decisiva. Por esto el profesor Samoilovic, el doctor Sred- nevski y el aviador Chuknovski, debi­damente autorizados por el gobierno de Moscú fueron a Roma. Y la comisiÓR, que tenía sesión permanente, quiso sa­ber de ellos la verdad, y a la vez, darí- les la gracias por la hermosa prueba de salidariáad humana que habían dadd.

Pero al mismo tiempo y en la misma Roma, éstaba de sesión permanente el Tribunal Espeífial, atareado más que nlinca para . nviar ?, la cárcel a los ciu­dadanos que en el comunismo, y,perir i>'-da-'’ í». .ti m.i?covii,a.--

Prccisamente en aquellos días ol men­cionado Tribuna: se había encautados de unos, veinticinco comunistas, entre hombres y mujeres, italianos y extran­jeros, y por comodidad los había divi­dido en tres grupos, a los cuales, en pocos horas, les endilgó varios cientos de aiiop de redusión, Má? determinada que otra veco.s hribía sido la imputa­ción: organización del socorro rojo pa­ra los encarcelados y deportados, con el agravante de que el dinero híibía ve­nido del oxterior... quizás de la mis­ma Rusia.

Samoilovic, Sredn'v?ki e Chuknovki no prestaron atención a todo esto: es­taban demasiado entretenidos con la comisión in vestigadoì'a.

y , a los dos díaí, el Embajador ru.so, señor Kulski y su priraer s-ecretario, señor Zelkind, organizaron un reeibi- miento a !a misión .swiética, cun am­plias iuviraciories para las autoridades gub-?rnativas itaüan.i-í. Y c-ntoncos las cosas adquirió carácieres verdaderamen­te épico.'!. Los diplomáticos rusos en Ita­lia tienen ia tradición de las invitacio­nes (no hay que olvidar aquella otra famo.'a. hecha un mes dí-?pués del ase­sinato de Matteotti), y los jefes del fas­cismo tienen la costumbre de aceptarlas. Intervino Su Excelencia Ealbo con un inmenso cortejo de glandes gerarcas y oficiales de todas las armas. Intervi­nieron también señoras con la insignias fascista en el pecho. Hubo naturalmente champagne y brindisís. Y los represen­tantes del Soviet, los compaiÍero.=i de los comunistas condenados dos días antes, ch->caron .‘¡us copas con ‘ 'Pizzo di fe ir c ” , que, de.«pués. de Mussolini, es sin duda alguna el delicuente más famoso de la Italia fascista.

I-uego la misión .soviética del salva- taje abandonó Roma; mas, ante de ale-

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Reflexiones.LOS RENEGADOS

Coafesamoa sinceraniente gae ios qae xenieg^tt de sus ideas, nos causan siem­pre un sentimiento de repulsión.

Ciai'o está que no nos i*eferimod a los que por un cúmulo de circanstan- cias lo hacen después de sufrir una Iiob-. da crisis moral. Estos, vayan hacia ade­lante o hacia atrás, son siempre dig­nos de respeto. C-omo no los guiaba antes, no ios guía ahora, niiigira interés subalterno. Van hacia donde creen ha­llar SE verdad y la proclaman altamente.

Nos queremos referir pues, a esos cain,bios bruscos, que no tienen ningu­na explicación.

Y más toáavíaj cuando ese cambio en las ideas, coincide precisamente con

cambio de 1&. posición económicas o con el del piiésto «que ise ocupa.

¿Cómo es posible admitir ciisis de c0Bciencía, ó siiiceridad, en el obrero albañií que fué anarquista o sitiálet* list-a mientras permaneció proletario, y i-epentinaiaentf» carabis su manera de opinar cuando por un azar de la suer- te, se ha convertido en capataz o em­presario?

Guando todavía, éramos casi adoí^s* -eeirtes, se produjo en Buenos Aires, un caso c|ue llamó mucho la atención. Un .-■ofieial de policía — Ricardo Gutiérrez, fué en aquel entonces exonerado de su puesto, porque se había comprobado que profesarla ideas anarquitf-t^ s.

R&eordamos que ese hecho nos pro­dujo emoción y admiración. Emoción, porque comprobábamos que las ideas anarquistas — Que í-oinenzaban a ser nuestras — tenían ur. puder tan gran­de de. convicción que liasta lograban

OB oficial de policía. Y , admiración, hacia el hom­bre que había sabido sacrificar su ca­rrera, en pos de un .ideal que lógica­mente nOs podía brindarle ninguna po­sición.

Más tarde, ese sentimiento de admi­ración se trocó en repugnancia, cuan­do r-se mii?inf) homhry fuó rudaoclo por el ParE^iiny al tervi^-ío de iin dó^poia, o íuó llenau'io lo? huecuíi («u in? rt'dac- ciorici-; ík' lus riiar!';s buri^ueíC. ,

Para o y p] iranios esas cosa.«, una i-'s?r- iir-na an!Ís;a nos dijü, una vez. que la ju- vfmtací pasa. ii]l físico, mismo no ag-uan- ta — nos agregó — los ayunos Cor-

j'ariif de Italia qui.so pa.’.ar por aiilán, y ahí otro diplomáticíi ru.' u, el cónfsul general, señ-or Aas-sons, coadyuvado por ei ag-reg-ado cornerci:¡.i Ivodorovski, Oi'- ganiííú otro rocibimienio en ol cual in- iorvino, nada meno.- que *'‘naesíro her­mano'’ Arnaldo cu persona, y sy repi­tieron las niisiYias s'cenaá de expan. íiijn y ele cordialidad.

Sviniano para los C',ue e^írihirún la

— Conáütu"!ón en Rusia del fíobi&r- 130 de los obroro.'! y de lo. "ampes-ino.'A. Iniciación de una nueví. era. Produc­

ción intojiáiva de los prineipiot- dei co- aiuniámo. Italianos que connulgan con tale.« ideas. Propaganda, proselilisrao, esperanzas...

— Cou5dtucirtr. en Italia del gobier­no de lo? parásitos y de los aventure­ros. Iniciaiiión de uiia nueva oíy.. Gue- n 'a a innorfce a los comunistas, «opor- taeiones. onearcelaniientoy...

— ^í^ntuentros r'epetidoa do los jefes rusos y de los jefes italianos. Cham- pagiie, brindisis, borracheras, “ liande- ra roja*' y “ gio^inc-í:aa'\ galopo final.

(De '-ll beeco giallo’ ’)

zados y los almuerzos de café con le­che, sin pan y sin manteca!...

El argumento posiblemente sea con­vincente, puesto que parece dirigirse más al estómago que ai cerebro.

Y es por esto que cuando leemos una serie de sofismas bien aderezados, en defensa de Primo de Rivera, o esicucha- moE lo.s ditirambos grotescos en fa ­vor de la dictadura musoliniana; re­pasamos mentalmente ios artículos anarquista* salidos de la misma pluma— que noH sirvieron de propaganda en nuestra edad moza — y una gran amar­gura no« invade el alma.

El sentimiento de repulsión de que hablábamos antes, se convierte enton­ces en hondo sentimiento de compasión. Pensamos que si ese escritor, que no carece de talento, por cierto, conser\-a todavía su antigua sensibilidad anar­quista, cada palabra que escribe o que pronuncia en contra de sus propias ideas, ha de ser un estiletazo que recibe en pleno pecho; y si, como es más pro­bable, ía ha perdido, es todavía más digno de lástima, porque el oficio ha llegado a obscurecer hasta su propia conciencia!...

Pop.

EL ANARQUISMO Y ELATENTADO PERSONAL

Xac'lle tiene derecho a elig irse en juez y a ejecutar senteBcias fle muerte. — Clemeueia Jae^niiiet,

Todo uiiarquisila, pensador re- cliaza en absoluto los alentados P'»i' víU’dio de la dijìaiiiìta,. .— tir> Lilis Marco.

Cuando un anarquista realiza un aten­tado contra las personas, bien sea por medio de la dinamita, ya sea por el pu­ñal ó el revólver, no lo efectúa, segu­ramente, por ser anarquista, sino a pe­sar de seiio. Las idea.s anarquistas no pueden inspirar a nadie pensamientos de venganza. Sin embargo, nuestros ad­versarios, con manifiesta mala fé o cul­pable ignoraiieia, propalan a los cua­tros vientos, cada vez que a un titulado anarquista se le ocurre en mala hora eje­cutar un .atentado, que los ideales anár­quicos son los que engendran tales la­mentables hechos. Pero la prueba 'de que eso no es cierto, está, en piñmer término, en que, como nadie ignora, no son solamente anarquistas los regicidas o magnicidas, pues entre ellos figuran de todas las ideas políticas, reíligiosas y sociales.

Y pue.“to que. como la historia de­muestra. JL(j el .'■’.te.'itado ]jí‘r.'=-;ín«it ca­so privati'.’•’i de un tic termíjiadj ¡¡nriioo social, políuco ó religio~n, í ino (jue en tiiflo-. olios se ha dado el protoílpo del avton^adl'r, reir ulla por demás cvjdeT'te oue éste; es producto del medio s '‘CÍal y no hijo del ideal qu? susienta; y, por tanto, hí/y una causa ci-mún. única, que engendra todos los atentados pei’sona- les. ¿Cuál es est.a causa? Ko es otra que la iniquidad social. T.a iniquidad social •2s la que en lodos los tiempos armó el brazD de cua.níos atentadores ha existido, poriruelan eoníljciones cín que está Ha so­

ciedad conflituída, manteniendo a la ma- y<iría de los hombres en la or>claviíud y la igntirancia, en e! fanatismo y la mi- .soiria, y a unos pocos en la opulencia, el mando, la holganza y el viein, se pro­duce. como no puede menos de suce­der aure contraste tan horrible, ei odio y la venganza. Cnr.siguieniemente, la responsabilidad de tales hechos corres­ponde íntegra a t.odos lo.« que cuníribu- yen a cr-ns-ex t'ar la organización actual de ía sociedad.

Pe.moR pronunciado la palabra ven­ganza. Puo.=; bien, aunque otra co-' a se preLe.'ida, el atentado pei-sonal no es na­da más que un simple acto vengativo. Pero no.'^otros no queremos vengarnos,

•'üno.s de nuestros niá? caros princi­pio.« — dice la compañera Jaequinot — es el abandono de cualquier idea do ven­ganza.” “ Condenemos— añade— el cio, el crimen, la mentira; arranquemos todas sus raíces c-n nosotro.s mismos j- GTs la .sociedad, pero detengámonos ante

el vieiosor el criminal, el embustero, contra ios cuales tenemos, es verdad, el derecho y ei deber de defendernos, más no de vengarnos.*' “'Es necesario — di~- ce asi mismo la citada compañera— co- veneer, ilustrar y amar; con ayuda de estos medios es como se operan cam­bios duraderos en la sociedad, nada du­radero se habrá heclio mientras no se haya conseguido evidenciar y hacer acej)- téU' una verdad, un principio, mientras no se hayan extirpado del corazón hu­mano los gérmenes de mentira y egoísmo.”

Cierto, muy cierto es todo eso, y así lo reconocen la mayoi'ía de los anar­quistas. El compañero Anselmo Loren­zo dice también en uno de sus hermo­sos artículos lo siguiente respecto a tal asunto: que, a la vista de la in-jüsíicia. pierde la serenidad del juicio y nri.=e-di' de ¡•ahia medita y ejecuta un acto de aquellos que repni-eban, no só­lo las leyes escritas, sino la conciencia humana de todos los tiempos, únicamen­te puede contar con la aquiescencia de los pocos que por iguales motivos es- tuAdesen rabiosos como él; los otro, es decir, todo el mundo, por no hallarse en concordancia de sentimientos con el irri­tado ejecutante, tendrán por él, por su obi'a y por las ideas con que pretende justificarse, indiferencia, ó repugnan­cia. E=o !sin contar que una venganza, (lue tal es gent-ralmente el móvil de esos actos, requiere como consecuencia na­tural otra venganza, y que la ley de k.s represalias es una cadena sin fin, y en ese infinito no queda nunca lugar para comprender ni meno. í implantar un ideal de amor y de bondad. El que predica una verdad, por pequeña y dé­bil que ‘•ta. ap.íjreeerá siempre grande y fuerte y será al fin respetado, si no en su generación en las siguiente?, y aque­lla verdad, desprediándose pura de los labios ó de la pluma quo la pronuncien 6 que la escriban, se elevará majestuo- .'=a, iluminando inteligencias, alumbran­do los más recónditos pliegues de las contlentdas torpes» y envilecidas, bri­llando al fin para todo el mundo como esplendente .sol del mediodía; en tanto que el que profiere amenazas, .si no las ejecuta queda en ridiculo, y si las eje­cuta, aumenta c-1 catálogo de los san­grientos apasionamiento,? de dudo.sa ó negativa utilidad para la ide.a. y digo dudosa y no negativa en ab.soluto, por­

que pueden darle directa utilidad la torne2a y la crueldad de nuestros ene­migos con esas represiones absurdas y ridiculas que suelen piíuer en práctica.”

Así es, en efecto; pues ni el atentado individual es acto propagativo, ni hecho revolucionario. “ Los atentados no son favorables para propar la evolución y son inútiles para producir la revolución'’

— dice el camarada Luis Marco. — Y Juan Grave se expresa de este m odo: “ Debemos confesar que ciertos actos torpes y ciertas violencias descabelladas contribuyen a que arraigue en cierta parte de la opinión la calumniosa espe­cie de que los anarquistas somos un hato de locos furiosos que no sabemos lo que deseamos.”

En suma, que el anarquismo nada tiene que ver eon los atentados perso­nales que realicen individuos que se intitulen anarquistas. Y si hay entre nosotiroji algunos “ jaleadores” de lo® atentados, poco importa, pues los tales;

no son, en realidad, anarquistas d© acción, sino únicamente teóricos de la

-acción, de los que no merece la pena ocuparse.

Terminaré, para no extender mucho más este artículo, con las siguientes con­clusiones.

1. — Las ideas anarqui,stas no son causa de atentados personales; el ideal libertario dulcifica las pasiones de los hom.bres; el anarquista que ejecuta un atentado es un ser anormal — son anor­males todos los que realizan actos de tal naturaleza, sustenten cualesquiera ideas.

2. — La causa de que se efectúen atentados personales radica en las in­justicias originadas por la actual orga­nización de la sociedad, pues esas in­justicias exasperan a ciertos carácteres apasionados, individuos amargados por la condición social, dotados, por otra parte, de una sensibilidad exquisita, y a los que un hecho sobresaliente sobre

la común injusticia — Alcalá del Valle, Montjuieh, etc. — determina a la acción que ’ellos consideran suprema j usticia.

3., — tios atentados no pueden ser con.^iderados hechos revolucionariosj porger actos individuales aislados; por producirse con bien escasa frectiencia; por realizarse en un ambiente hostil, irrevolucionario, y porque son, como di­ce el compañero Luis Marco, inútiles pa­ra producir la revolución. Sólo en pleí- no período revolucionario es lógico ad­mitir como medio justificado el atenta­do individual,, porque en esas circuns­tancias puede ser bueno, útil, legítimo y hasta decisivo para la causa de la re­volución.

4. — Respecto a la propaganda, los atentados son perjudiciales o nulos por lo menos, pues no 3e infiltra en el ce­rebro la idea ni se conquistan nuevos prosélitos por medio del atentado ])cr- sona;l, porque aun coucediendi* que ta­les hechos dieran algún re.sultado pro- ])agiitivo. e£te .sería harto insignifican­te para ser tenido en cuenta, y siempre hará un buen opúsculo máii propaganda que una docena de atentado'^, ya que no basta tener razón, ni cíta se impo­ne por medio dt; la violencia, sino que es nece.sario demostrar que se está en po&e.sión de ella.

José Chueca

T e a t r o E D l l N(Viiia de! Cerro)

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Martes 30 de AbrilEl ccoijunto artístico “ Taiía” pondrá en escena la comedia dramática de te­

sis social de Armando Dicépolo “ EL VER TIGO ” , €n dos acto?:

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IOS GRANDES PROBLEMAS HUMANOS

LA EDUCACION DEL NIÑO

Hay un medio infaiiibk cíe hacer de cada niño un idiota, un espíritu sin -curiosidad, un cerebro sin ideas, un alma sin luz ni inquietudes. Este me­dio es, enviarlo a la escuela. Natural­mente, nos referimos a la escuela ofi­cial, ya sea laica o religiosa, en el Uru- ■guay o en España, en Italia o en el .país donde se asesinó a Sacco y Van- zetti

Ningún pedagogo inteligente, ningún intelectual bien intencionado, ningún padre curioso del desenvolvimiento cuUtural y vital de su hijo, ha dejado ■de observarlo.

El problema es ciertamente grave. Tiene su origen en la impenitente irresponsabilidad del hombre. El gé­nero humano, por la ligereza irrespon­sable de sus actos, es todavía una bes­tia cavernaria. Su progreso en cien­cias llamadas prácticas, no lo redimen •de su pequeñez moral. El problema, decimos, es grave. Todo hombre y mu­jer dispuesto a hacer un hijo, deberían primero aprender a educarlo. Natural­mente esto implicaría en primer lu­gar, educarse a sí mismo, darse a un examen de las cosas del mundo, pa-

•sai-lo todo por eí control de la razón.De este modo, el niño no llegaría a

■ser infaliblemente un imbécil como es fatal que lo sea hoy, que la irrespon­sabilidad paternal lo pone en la es­cuela apenas ha llegado a tener 5 o 6 años.

El m.aestro, estrujará, con sus po­cas iiices y con ol impt-raiivo dt'l pro- graniíi de ‘ ‘ en¿eñanza", ol c-rirebro (5el niño. Por lo pronto, no más libertad. Ni ¿o movimiento, ni de Cü.ncopción. La cruurcsiñi’ cíe la libc'rliid — que es la única bí-.,-o do Lodo progreso, feli­cidad — t-s primc'rdiiil on i‘iialf]uior acto de 'los hombro-i ropre‘'i;n:.;irivo.s o dependiontcí! d<.'I régimen e?uiLai o ca­pitalista.

El maestro, apcsar de lo que pu- dioro sugerir su ni.-mbro. oí nna sim- pl;-! persona vulgiir. L'e e; jínn, de nu- la cnlrui'a gen-c;níV‘i<-''fil'-, ad't'c-je en primer lugar do falla pcn:: jnuonro. Tienen las icíeíi.s qulolisLi'.'; de ir-do el mundo, y naturalraenio, en íaie.* con­diciones no «e lo podrá nu’.K-a ot-urrir enseñai'le nlgo útil al niño.

Yo recuerdo mis años do e.^colar, como lop más inútilos de mi vida. Me veo quieto on un banco. Ui e.=piiida pe- gadu al respaldo, y la manos exten­dida': sobre la mesa. Escuchaba. ¿Re­cuerdo lo quo es:’uchaba? No. Poro ma han quedado de.=pués un montón de creencias abs,urdas. (jue me costaron mucho trabajo abandonar.

La idea estrecha de la patria por ejemplo, el absui'do de “ amar” a es­te país y odiar a lo? utros como si to­dos no formaran la misma masa del planeui tierra. Por otra parte nunca se me dijo on la esL'uela nada sensato .respec;to a la formación del mundo, y naturalmente, yo seguí, mientras no acerté a darme una cultura de valor, creyendo, como cuentan los curas y los padres simples, que ol mundn lo hizo “ Dios” . Y, sabido es que Dios es una hipótesis, según Laplace, y sabi­do es hoy que la de Dios es la más ri­dicula concepción del hombr?, pero en la escuela no me lo dijeron Giunca. Ni lo -dicen ahora.

Saben las clases opresoras ((ue es do tanto valor como elemenLo regre­

sivo, llenar de tinieblas el espíritu y el cerebro del niño, que en países como España e Italia se ha resuelto que la enseñanza religiosa sea obligatoi*ia. En la Argentina, un pai. de oficialismo ultra jesuíta, se va introduciendo tam­bién en las escuelas el veneno reli­gioso, y en los otros, de todas partes del mundo, se exalta cada vez más, el culto u otra de las grandes llagas del hombre, el culto a la pati'Ia.

Si el sentido de i-esponsabilidad fue­ra una característica humana, no pa­sarían realmente estas co.sa. Lo.s pa­dres no mandarían sus hijos a la es­cuela. Serían ellos sus maestros, o los busoar^nn en homl«!res que p^idieran decir como Rousseau: de mis mimos no saldrá un niño para sa’jerdotüj ni para funcionario, ni para militar.

-----------oooOooo-----------

Los valores negativos de

humanidad,a

cumentos a los aplipolíticos. Creada a raiz de la revolución la oportunidad para algunos hombres del partido bol­chevista de erigirse en mandatarios, de gozar de una posición de excepción en la cual ni habían ¿;oñado, los diques mo­rales de la ambición, no pudieron con­tener la correntada, y es que dice una formula en ciencias ’sociales, que los niií--mos fenómenos, provo&an en dis­tintas ])ersjnas i guÜes j^eacciones. La sugestión del mando, muerto Le- nin, el papa rojo, pu.so en conflicto ai 1‘osto de ios jefe;;;illo3. Pudo ser Trots- ky, ei verdugo de Cronstandt, el su­cesor, i5lro ante él se interpuso la am­bición de Stalin. La masa, está siem­pre con el que triunfa, y para ella, y para lo? grupitos comunistas de todo

el mundo, Trotsky, ya no es nadie.El ejemplo alemán, y el ejemplo ru­

so, son una reafirmacíón del funda­mental objetivo anarquista: no gobier­no, no amos, no jefes, y los pueblos, y los hombres, no obtendrán jamíás la libertad, si ceden a los políticos la me­nor confianza. Los hombres, como los pueblos deben de confiar en ellos, so­lo en ellos. Gobierno no debe existir más que el del individuo sobre si mis­mo, no sobre otros, y acuerdos, solo sobre la base del acuerdo debe asegu­rarse la armonía de los pueblos. Acuerdo de todos pai*a las cosas de in­terés de todos. Tal como hacen los sindicatos obrejjos bien oi^ganizadofe, que no tienen caudillos, ni jefes, ni directiva.

POR LA HUMANIDAD FUTURA

En política, ya no quedan ¿etfetos pai’a el c/bservador avinado. ¿Como ceer que hayan hombres quo ye sa­crifiquen en la conquista dei puder para hacer bien al puebio‘1' Lo dicen solamente. Pero lo que anhelan, es colmar voraces anil)iciones. Una peleaOntl-L- p.'ilitil'ii?, fS UíiM ¡lí-lfíl (.•!■! ■.’í- ,!'i-í-c-ador'-íT por o! reparto 'iei bolín.

;Fué el patriotismr- i-' que impul­só a 'i:\Ius.sulini a ni'gnni;;ar las hordas fascila."'? í ’uó la ambición i'iniiiada dèi pud^r.

el fervi-i' c-.'pañn'üs.ta !i: quo ins­piró a Primo de Rivna .-'•u gn’.pe de lfi23? Eso, ni los máf. imbéciles lo creeii.

La ambición, sol-j la groíora amlii- bición e.-i oí dinamismo de Loda acción ]>olítica y lie indo h.on'i))re político.

Y los mismos vicios de los puliticos burgueses, so hari rsproduf.ido entre los políticos llamados revolucionario?.

Cuando un jt-ifezuchi de segunda mont:i encuontra un obstáculo a su vo­racidad, ha lia siempre el medio do provocar una excisión, y queda jefe del nuevo grupo, siempre encontrará al­mas Inocente?, ganzos lo suiicieinte- niente idiotas que lí hagan coro, nú­mero y respaldar.

La historia de iodi)? los partidos po­líticos, eALH liona do medios tales.

l)e un hombre dedicado a 1a polí­tica, no se puede esperar nada. Y me­nos el trabajador. El político lo en­gaña en los días de paz, y los vende en lo.s días de revolu-ión. En Alema­nia. i)or ejemplo, el pueblo hizo su revolución. Corrió al Kaiser, corrió a los parlamentaristas, corrió a los mi- ’ ‘istrns burgueses. Pero, gr&vo, imper­donable error; no corrió a los políti- sos socialisia.s¡

Y éstos fueron la ruina de la revo­lución. Engañaron, al pueblo. Traje­ron tropas, asesinaron a los hombros desiacados del movimiento revoliTcio- nario, y Noske, un socialista, conver­tido en jefe de policía, se mostró más cruel que Treppof, el rusa zarista, ca­nalla, sanguinario, bestial.

Las alternativas por que ])asa la pojítica-comunista rusa, da nuevo? do­

La üV3l en que ia humanidad rendía culto a la barbarie gloriosa de los héroes tl-j la sangre, los Alejandro, los Césarj io3 Napoleón, está agonizante; pronto {u;.iu c;ia se tañirá lúgubremente a muer­to en ei campanario de la Historia, iliauras el siglo XIX va a descansar tí:- t;u labor honrosa, ocupando un tro­no de luz entre los siglos idos, salude- míis el alba de este siglo XX, que llega a ia líamanidad preñado do aspiracio­nes y esperanzas, recordando que en nuestra era no cabe otro culto que el

ios héroes de ia Ciencia, los Laplace, los Darván, los Lyell, los Marx, los Spencer*

En el corazón de la Humanidad, los grandes verdugos están''a punto de ser .suplantado« p^r los grandes maestros. T,ci ■.‘.‘•cneia c.-ílá liamuda n ¿u.-lituir al oampanií nío. Unicos condíatea i-iviliza- d<¡f- L-c v:\'.\ los del libr.) y de ia inLOÜgi-n- íia. En íodos In.-í ;-oraznnes un noble hfirror se incubará contra lus ?a!igric'n- to?. caiii'■■(■>? fie ijavali.n tiU'j la barbarie tv'icará :-í! cem£-r.i.í.riiv- improvi.^ndos:

hi'inbrc;.- dcl purvonlr luciiarán en las nobles [id<J dol Trabajo y de la rioncia, en campos do balall:; ffcundos do bienestar y de verdad-

Ei -moldado ha cnn.'tit uído la fui;rza y ia superioridad do lo.' puelflos en la burbarie; el ni.aosi.ro conslituirá .'lu fuer­za y su superioridad on la civilización.

llae.'stros: toca a vosoíroív ser la avan­zada on e.' tt; gencro.st) advenimiento do la civilización futura: vusotrn.'i, los maes­tros. haréis que ella scíí de paz, de amor, do solidaridad.

Recoi-dad que. en gran i)arl.e, está on vosotros hacer del pueblo una tur­ba do esclavos o una asociación de Isom- brc.' libre. .

La.s sociedades civi!i:c&das confian al maestro cuanto poseen de más .«agrado: su propio porvenir. El pueblo os abre el surco de la infancia y os llama para sembrar en él las simienies de su vida fufura. En vuestras maous está el arro­jar la buena o la mala .semilla: ol sur­co no será culpable si en vez de sucu­lentos frutos llegaran a cosechar hier­bas envenenadas..

Maestros: aprended a elejir la si­miente que vais a sembrax'., Los niños son la sociedad del venir; fuera delito sembrar en sus cerebros simientes del pasado.

No les enseñeis prejuicios que v o ­sotros mismos habéis dejado de creer. El fanatismo y la intolerancia son los viejos odres de la era que agoniza: no coloquéis en ellos el vino nuevo.

No les cnseñéiifl que lo? hombre.=? han disimulado su ignorancia inventando ex-

plicaciones sobrenaturales que nada ex­plicaban de los fenómenos que no sa­bían comprender. No les enseñéis que la inmensa muchedumbre de los que trabajáis con el brazo y la inteligencia debéis vivir condenados a una vida de necesidades y miserias, mientras una minoría ociosa derrocha lo superfluo. No les enseñéis que los pueblos se han despedazado en guerras inhumanas, co­mo si el atavismo hiciera renacer en el hombre las predilecciones de la fiera. No les enseñéis a practicar la obedien­cia pasiva de los serviles, en homenaje a una disciplina que descoyunta el ca­rácter, ahoga la ínicitiva individual y prepara para soportar reslgnadamente todas las esclavitudes. Este es el cre- pú'ífuln del pasado.

'le-:,ñutad crepúsculo, jìero prepa­rali la aurora-

A los niños que la .sociedad os confía onsonadli'H que on mil laboratorios vi- \en muchos hérues que han consagrado su vida ai de.=;(.-ubrimiento de la verdad í)'!)jvtiva dp lo.; fenÓ£nrr;Os_ que percibl- inos medianío nu:‘siro? .«f-ntidoii, en el mundo que uo.= rodea; ellos . on los sa­cerdotes del íilolo futuro: la Ciencia. Ensoñad],\= que el trabajo del brazo o dol cerebro, es la ley .-íuncrior de la vi­da, pue.- nadie debe- ient-r el privilegio dt- vivir i.'iara.'-'itaríamente í-ii’. ser coope­rador en la producción del grupo social a que píirtrneeo : ol único bieneítar hon- r.'ido es ol quo el hombre conquls'a me­diante el irabajo socialmente útil.

En.'señadles quo todos los pueblo? ¡se­rán hormaros en el porvenir, pue? ia 7íi.<Loiia enseña qno el sentimiento de solidíiridad social se ha extendido pro- írrcsivamente de la familia a la tribu, a la n'ición: de la na'-ión se extenderá a !n Humanidad.

Knseñadic.-- que entro los deberes del hornnre, el prin'oro es la iniensifica- ción do la nropia ner.-íonalidad, mediante ■¡a culairo de la inreligonca, la socia­lización de los sentimif-ntos, la educa­ción de la voluntad: así so forma ol honibríí libre, el ciudadano líiborioso, consciente, alfivo en sn dignidad y res- pectuoso de la dignidad de sus seme­jantes. ICsa la aurora del porvenir.

lUaesn'r'.'; c-=cogeíl la simiente quo \-iio.'trflvS manos csparc'rán en el surco.

La infancia, recordíidlo, no es ol pa- .'adí); 3S más que el iiresonte: ella es el porvenir. Soria crimen fecundarla con siniionies del pasado; preparad, pues, los hombros nuevo.s para los tiempos nuevos.

Asi .solamente así, pi-epararéi.s ia fu ­tura grandeza del pais: más aún: la futura grandeza d? la Humanidad.

José IngrenieroS.

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PROBLEMAS FUNDAMENTALES

Negar que nuestro movimiento, en especial manera entre nosotros, atra­

viesa por un momento bastante crítico, sería negar ia evidencia. Por diversas causas que largo sería explicar, todos

los hilos que sostenían nuestra propa­ganda, se han roto uno tras otro.

Las masas tornadizas van hacia lo? partidos que están de moda, o hacia los que pueden ofrecerles una pitanza cual­quiera. Con nosotros que no podemos ofrecerles las jubilaciones generales y ni siquiera un miserable salario mini- mo de setenta pesos, se van quedando muy pocos*

La situación, es evidentemente gra­ve. Rodeados de elementos hostiles, que, aunque peleados entre sí, no tie­nen ningún reparo en ponerse de acuer­do, para combatirnos, nuestra labor de

propaganda se hace sumamente dif- -CiL'

Pero, no hay que desanimarse. Mo­mentos mucho más graves hemos tenido y sin embargo hemos salido siempre airosos.

Hasta creemos que a veces estos pe­ríodos de estasis, a la postre resultan beneficiosos, sabiendo sacar enseñanza de ellos.

Lo malo está en que a nuestro mo­vimiento le falta -una cierta continui" dad. El elemento que actúa, se renue­va tanto que a veces de los viejos que­dan muy poeoé, y los nuevos, sin que­rerlo, repiten los miamos errores que han cometido sus antecesores.

La falla de publicaciones estables que ilustren, con criteado anarquista !<>S" p'roblemas que diariamente' se nos preselitan y 1¡ |precaria preparadlo» áoctrinaría de los nuevos militantes, ha­cen posible toda clase de erroi'es.

Por ejemplo, salta a la \nsta que e] movimiento anarquista en este país si­gue el ílu jo y el reflujo del movimien.' ,to obrero influenciado por nosotros, Y

- lo- que a, primera vista parece una con­currencia lógica, es sím,piemente una aberí'aeión.

El njovimiento .-¡brero, puede- y de­be ser, la nianilVsíacif'-n de una de iari actividades anarquistas, pero no debe ser la única actividad anarquista.

Ei mo\jmieiitü obrero es un movi- micntu de ma^a., y a í-us coínponcutes puede exigirsfeUs-i una orientación, en U7J fiete/Tninado sentido; pero no pue­de exigirse- a cada un-', de ellos una Verdadera preparación anarquista.

Lógico, pues, sería que el movimien­to obrero, de ori^mación libertaria, si­guiera el impuÍFü del movimiento anar. quilla y no viceversa.

Para los compañeros de una cif-rra esij&riencia y de una cierta preparación es evidente que ía Jabor más 7.'roficua, más duradera, es Ja que se desfaiTolla en el seno do las agrupaciones.

Sinceramente creemos: que la fuer­za anárquica reside en ellas.

Es en las agrupaciones en donde ro moldea la mente de los neófitos; es esa ambienté de |ranca t-amarad&ría, do espür.tánea bondad, en donde nos sen­timos verdaderamente onirc vompañe- ros, entre hc'm-.anüá; es ahí, donde ca­da uno se con\nfcrle en distipuio y ftiaesíro a la vez; donde no v'amo?, poi- qu<? obligados por el ejercicio de la misma profcsiOn, sino que no.--- reuíii- moB impulsados por 3a identidad de los ideales, y por ei común deseo de supe- raL’ióíi moral c inteJectaal.

Piensen los compañeros que nos leen, en la gran fuerza que tendría hoy el iinarquismo, si cada uno de nosotros,

sin descuidar naturalmente las activi­dades gi-emiales, hubiesen dedicado pre­ferente atención, a la creación de agru­paciones libertarias.

La misma publicación de esta hoja— como lo hemos explicado en nues­tro manifiesto — se debe al esfuerzo reunido de cuatro agrupaciones. Si és­tas no hubiesen existido la aparición de esta hoja no hubiera sido 'posible.

Esta bien pensar en la revolución social, que, a pesar de toda la reac­ción que parece imperar en todas par­tes, está mucho más cerca de lo que algunos creen; pero, es necesario, pen­sar también que la revolución, se ma­logrará- como en Rusia, si primero no hemos sabido crear una conciencia anar­quista entre el pueblo.

Y esa conciencia no se puede crear, sino creando una vida anarquista, aun dentro de la misma sociedad capitalis­ta.

Cuando tengamos nuestras agrupa­ciones pferfectafcente organiizada^ en todos los rincones; cuando teüigamos nuestras publicaciones con su vida per- ;iectamente asegurada; cuando tenga­mos nuestros salones para conferen­cias; nuestros teatros; nuestras escue­las y nuestros ateneos, no seremos sola­mente una fuerza numerica, sino tam­bién una fuerza de inteligencia y de organización; y, además, habremos de- mostra-do con la virtud del ejemplo, que la Anarquía será el resultado de u'nai sociedad humar^izada y no juna noble quimera.

-ofjoOooo-

La libertad y la candidez humana

La libertad, es sin duda el estado donde se puede levantar con dignidad la vida humana; vida de hombre'í. o vidfi dt puooliib.

Tai-to lo Oí, quo aqu-Jlos (lUi- i-eal- mentfi no poseen ia libftríud, quo no han sabido conq’-.istarla en sus valo­res rtales, se dan la ilusión de Ja li- benad. Cu-l-jctivamonto, véase a ir>s pueníus como .=e creen Hbre-s, ¿Librf? de qué son ios pueblos? El que. pon­gamos por caso, en España no gobiornsn los ingl.íses, k-jos está de “¡rínificar que los españole? sean librt-s. Su gií- bierno e'-pañol, conio en Italia el ita- iiauo, 6/5 ei Uíuguay el urug:uty0, prc,. pon prL:ebas sobradas que la liborrad no exist?. Donde h?t.y quien pübierne, ía libeitad, es solu una ilu.-ión.

Los puoblo.s y loss hombres, se han significado siempre por su íixtrema candidez. Conoeleiido e?to. siempre hay pillos aprovechados que se tirven de ello pai?. su gozo-

Observóse una de las “ razimes "dia­léctica.« ele la=: dictaduras actuales en Europa. Dic-en que han 'librado a la« naciones de la calamidad democráti­ca y parlamentaria, y la v'andide.? po­pular lo cree y agradece-. Por lo cun­tí ario, los gobiernos democráticos, di­cen que los pueblo.«* son libres de elejir gobcrr.snies. Pero, el str libre de ele­girlo, no significa que so posea real­mente libertad. En el terreno de las verdadhs demostradas, igual’ es escla­vo aquel que le imponen un amo y él Ko protesta, eomo aquel que va por Sí mismo a darse uno.

y es que, ni hombres ni pueblos, tienen 'un sentido responsable de las cosas. Ni las naciones modifican sus ar­bitrarias y mezquinas bases naciona­listas, ni, ei hombre, trabajando por si mismo el crecimiento de una perso­nalidad consciente, pone sus activida­des con rumbos distintos a los segui­dos hasta hoy, que en materia general no ha logrado más que repetir la his­toria, este es, el hombre enemigo del hombre; el hombre explotador del hom­bre; las naciones, enemigas feroces de la naciones, como si los habitantes- de imas, no fuesen seres humanos cual los de las otras.

-oooO ooo-

Pedradas...

y , he aquí, como el tremendo Gó"-- mez y el reformista Frugoni, se han-, se necesita una mentalidad especial¡,, rezca, para derribar la burguesía... ha«- ciándole cosauiHas...

CABEZAS CORTADAS

A raíz de la llegada en estas tierras del general español Millán Astray, fun­dador del Tercio Extranjero, se entabló una curiosa polémica entre “ E1 Ideal” y ‘ 'El Diario Español” .

Sostenía el uno que los componentes del famoso Tercio Extranjero, traían de Melilla y de Cetita, a guisa de glo­riosos trofeos, cabezas, manos y ore­jas de moros; refutaba el otro que eso no era verdad, y que tales historias, eran calumnias propaladas para enlodar al heroico general y para combatir a España.

Nada de extraño) háy en que ‘El Diario Españor’ defienda al “ heroico general” para eso está. Pero lo que nos extraña es que lo defienda precisamen­te su director desde sus “ Notas” .

Oh, tiempos!.,..

POLITICA B A T L L IST A

Para entender la política y los polí-^ ticos — hemos de convenir en ello — se necesita una m'enta3jidí|d especil^ls semejante a la que tienen los que aco&» • tumbran entender ciertas cintas cine-- matográficas. Y, francamente, nosotrosj. no hemos podido entender nunca, n i una cosa ni la otra. Cuestión de men». talidad seguramente.

Ahora, por ejemplo, no podemos en­tender el cambio que se ha verificada, en el campo batllista con respecto a Ca­nàglia. Recordamos que en un suelto de “ El Ideal", se le trataba, nada menos,, que de “ gi'an canalla” y que el doctor Ghigliani, que según dicen, es hombre de armas llevar, lo consideraba indig- - no de cruzar el hierro con el suyo (¡Qué' horror!. . . )

Pero, actualmente, el tono ha cam-- biado. No es más el “ gran canalla” de­antes. Y lo del hierro, . . está pasado, de moda. Están, como suele decirse, a., partir un confite.

Para este caso el confite es alga gordo, consiste en ujjos cuantos minis­terios! . . . ¿Pero, a los políticos, quièti, los entiende?

Don Bartola.

oooooooO— Oooooooo

Administrativas

SO CIALISTAS Y COMUNISTAS DE

ACUERDO

Nuestros primitos, ‘los socialistas y los comunistas, son impagables.

Los primeros nos han repetido has” ta el cansancio, que por conquistas graduales, rcíformarían la soei'.'idad y d».yriOai-ííin e¡'¡ régimen burguéí.-.. Por esto s-:- llamav.jn refurmistas y gradun- iií=íi.u= y f^ero'-.i ai parlamcnio desde hace rnáb do cincuenta años.

Los ¿'■-gundoA .«or. “ soi dicent" revolu­cionario.';. Nada de reform as, nada d-3 periíKÍos evolutivos, nana de educación de ]a=í masas, nada dy ideales. Revolu­ción ]>rinierü, y dictadura, férrea dic- ladura, dt’ .^put'S. Eri.a es .=u única receta.

Y , al parlamento, -v- an úfiicamente' para... minar un sus mi.smas posicio­nes la cindadela enemiga.

Lüs diputados bur;:ueses están asus­tadísimos... Tomen que de un m.omento a (rtr,-!, presenciando una de esas grez- oa.í de (Jómez y Frufc-oni, pueden re- ventar... de las r ib a ? ! . . .

Careciendo de direcciones exacta.^- hemos remitido este númex*o a todos los, que hemos podido.

Pero, es misión de los comprnieros^ hacerlo circular mayojrmente, envián-«- donos nuevas direcciones o rectifican­do las actuales.

Precio del periódico' ' á ■ ' i :

Número su e lto ................... $ 0 .03 -Por frim írSire............................. ” O . S(ü

Camaratla:J-a vida ds?l periódico depende del

número de subscriptores que tengamos, Si quieres que viva, consíganos subs­

criptores.

El odio no produce ei amor; por me­dio del odio no se renueva el mundo.Y la revolución del odio fracasaría por completo o produciría una nueva opre- .sióü, que tal vez podrá llamarse anar- niíista, como se llaman liberales los gobiernos acbuaits, pero no dejaría de ser opresión, y no dejaría de producir los efectos que toda opresión produce.

E. Malatesta.

GRAN FUNCION Y CONFERENCIA A TOTAL | BENEFICIO DEL

U M iií “Pi@-r8ES0r áe la F. 0. 8. 31A Que se realizará el M A R TE 30 DE ABRIL A LA S 21 H ORAS en el

O IJM E (Agraciada y Asunción) $F » E S O C 5 - i 2 A M A

1. Himnos revolucionarios por !a Orqa'^sta.

JíJ 2 ." Los Cosacos de la Muerte. 3.'“' Conferescík.:por.'uñí .compañero. ^