el agotamiento de la democracia participativa y el argumento de la complejidad

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El agotamiento de la democracia participativa, la complejidad, y elementos para una refundamentación Martín Tanaka 1 Instituto de Estudios Peruanos Pontificia Universidad Católica del Perú Enero de 1999 En este texto analizo la pertinencia de las propuestas de democracia participativa en la actualidad. En la primera parte, discuto muy suscintamente los aportes de lo que caracterizo como una "primera generación" de demócratas participacionistas, los que recuperan la tradición democrática "clásica", en polémica con los planteamientos elitistas de los teóricos de la democracia liberal. Esta primera generación tiene como planteamiento central la necesidad y bondad de la participación (en el seno de las sociedades industriales) en condiciones de igualdad por parte de todos los miembros de la comunidad política, de manera responsable y eficaz para la toma de decisiones públicas. Ello resultaba posible gracias a los efectos "socializadores" de la misma participación, que daba lugar a ciudadanos responsables. Sostengo que si bien en esta “primera generación” se dieron aportes importantes, muchos de los cuales siguen en alguna medida siendo válidos, la vigencia de la democracia participativa requiere de una nueva argumentación, en tanto ésta no es capaz de responder satisfactoriamente a las objeciones planteadas por autores que señalan que estamos ante un nuevo tipo de sociedad, "post-industrial", caracterizada por una complejidad creciente. Reseño brevemente en el texto por qué la temática de la complejidad constituye un nuevo desafío para las propuestas participacionistas, y las respuestas que se han dado desde una "segunda generación", que asume la idea de la complejidad en nombre del rescate de las diferencias y de la especificación de las arenas concretas al interior de las cuales la propuesta participativa seguiría vigente. Finalmente, lanzo algunas ideas tentativas sobre de qué manera esta discusión resulta vigente para nuestros países en la actualidad, pese a que no vivimos precisamente dentro de sociedades "post-industriales". El adversario: la democracia liberal y su variante elitista Las propuestas y autores que podríamos agrupar dentro de la categoría de democracia participativa son muy variadas. Conviene por ello empezar estableciendo algunas distinciones. Lo primero es señalar que según sus preocupaciones, distingo dos "generaciones" de participacionistas. La primera 1 Martín Tanaka es sociólogo de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Maestro en Ciencias Sociales y Doctor en Ciencias Sociales con especialización en Ciencias Políticas de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), sede académica de México. Actualmente es investigador del Instituto de Estudios Peruanos y profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Católica. E-mail: [email protected] 1

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Análisis sobre la pertinencia de las propuestas de democraciaparticipativa en la actualidad.

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  • El agotamiento de la democracia participativa, la complejidad, y elementos para una refundamentacin

    Martn Tanaka1 Instituto de Estudios PeruanosPontificia Universidad Catlica del Per Enero de 1999

    En este texto analizo la pertinencia de las propuestas de democracia participativa en la actualidad. En la primera parte, discuto muy suscintamente los aportes de lo que caracterizo como una "primera generacin" de demcratas participacionistas, los que recuperan la tradicin democrtica "clsica", en polmica con los planteamientos elitistas de los tericos de la democracia liberal. Esta primera generacin tiene como planteamiento central la necesidad y bondad de la participacin (en el seno de las sociedades industriales) en condiciones de igualdad por parte de todos los miembros de la comunidad poltica, de manera responsable y eficaz para la toma de decisiones pblicas. Ello resultaba posible gracias a los efectos "socializadores" de la misma participacin, que daba lugar a ciudadanos responsables. Sostengo que si bien en esta primera generacin se dieron aportes importantes, muchos de los cuales siguen en alguna medida siendo vlidos, la vigencia de la democracia participativa requiere de una nueva argumentacin, en tanto sta no es capaz de responder satisfactoriamente a las objeciones planteadas por autores que sealan que estamos ante un nuevo tipo de sociedad, "post-industrial", caracterizada por una complejidad creciente. Reseo brevemente en el texto por qu la temtica de la complejidad constituye un nuevo desafo para las propuestas participacionistas, y las respuestas que se han dado desde una "segunda generacin", que asume la idea de la complejidad en nombre del rescate de las diferencias y de la especificacin de las arenas concretas al interior de las cuales la propuesta participativa seguira vigente. Finalmente, lanzo algunas ideas tentativas sobre de qu manera esta discusin resulta vigente para nuestros pases en la actualidad, pese a que no vivimos precisamente dentro de sociedades "post-industriales".

    El adversario: la democracia liberal y su variante elitista

    Las propuestas y autores que podramos agrupar dentro de la categora de democracia participativa son muy variadas. Conviene por ello empezar estableciendo algunas distinciones. Lo primero es sealar que segn sus preocupaciones, distingo dos "generaciones" de participacionistas. La primera

    1 Martn Tanaka es socilogo de la Pontificia Universidad Catlica del Per, Maestro en Ciencias Sociales y Doctor en Ciencias Sociales con especializacin en Ciencias Polticas de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), sede acadmica de Mxico. Actualmente es investigador del Instituto de Estudios Peruanos y profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Catlica. E-mail: [email protected]

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  • debate contra lo que podramos considerar diversas formas de democracia elitista, en nombre de frmulas ms "radicales" de democracia, que recuperan su tradicin "clsica". La segunda debate contra el argumento del anacronismo de la idea de participacin dada la complejidad de las sociedades en las democracias post-industriales, en nombre de la recuperacin de esferas concretas de participacin y autonoma. En todo caso, lo central de la propuesta democrtica participativa reside en su concepcin del involucramiento pblico de los ciudadanos como central para el logro de metas sustantivas dentro del ordenamiento democrtico, tales como mayores niveles de desarrollo individual y colectivo, y niveles de justicia2.

    La primera cuestin a dilucidar es de qu manera se llega al debate entre la propuesta democrtica participacionista de la "primera generacin" (que retoma el espritu de la tradicin democrtica "clsica") y la democracia liberal elitista. Esto nos lleva a una cuestin previa: cmo se llega y qu tipo de convergencia se produce histricamente entre democracia y liberalismo? Como sabemos, se trata de tradiciones polticas bastante diferentes, y su sntesis es un asunto problemtico.

    Histricamente, la democracia, caracterizada por su nfasis en la igualdad y en la participacin, fue considerada una de las peores formas de gobierno, desde la antiguedad clsica hasta prcticamente el siglo pasado. En el siglo XIX la democracia volvi al primer plano en tanto la activacin poltica de las masas populares puso sobre el tapete el asunto de su integracin a la comunidad poltica, cuestionando los restrictivos esquemas polticos vigentes. El modelo liberal, resguardando bsicamente la libertad "negativa", o "libertad de los modernos"3, tendi a privilegiar formas de gobierno que aseguraran la libertad y la propiedad de las clases poseedoras (frente a la eventual "tirana de las masas"), dentro de diversos formatos que Dahl4 caracterizara como de hegemonas cerradas o competencia oligrquica. El principio democrtico resultaba pues cuestionando al principio liberal: igualdad vs. libertad5.

    Entender cmo el liberalismo logr ser conciliado con el principio democrtico requiere dejar el plano filosfico, y estudiar la historia. Se trata de analizar cmo se resolvi el problema de la integracin poltica de las masas populares emergentes de trabajadores con el mantenimiento del 2 En este texto trato sobre la democracia participativa distinguindola de otras propuestas crticas de la democracia liberal que tambin reivindican contenidos democrticos: la democracia social, econmica, popular, socialista, etc. Estas formas de democracia no enfatizan como la participativa la centralidad del involucramiento pblico para alcanzar metas sustantivas: stas ltimas aparecen como lo central, apareciendo secundarias las formas de llegar a ellas.

    3 Segn la conocida frmula de Constant, libertad de no sufrir interferencias por parte de la intervencin del Estado, en contraste con la "libertad de los antiguos", una libertad positiva, con nfasis en la participacin y el involucramiento pblico.

    4 Dahl, Robert: Polyarchy. Participation and opposition (1971). New Haven, Yale University Press, second printing, 1972.

    5 Una exploracin de estas tensiones puede verse tambin en Fernndez Santilln, Jos: Filosofa poltica de la democracia. Mxico, Fontamara, 1994, captulo 5.

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  • sistema capitalista. Esta "conciliacin" se produjo en el largo y conflictivo perodo que va de mediados del siglo pasado hasta la segunda guerra mundial. Como seala Offe6, la lgica de la competencia electoral, que estimul el desarrollo de programas de centro que buscaban el apoyo del votante medio, el rol mediador de los partidos polticos y posteriormente las polticas del Estado de bienestar lograron que la progresiva universalizacin del sufragio no significara el fin de la democracia representativa ni el cuestionamiento del desarrollo capitalista7. De este modo se lleg a la democracia liberal representativa articulada en torno a partidos polticos.

    De este modo, la democracia asumi ropajes ms propiamente liberales. Pero dado que democracia y liberalismo provienen de tradiciones polticas diferentes, nos encontramos ante una democracia liberal que difcilmente acepta sus componentes ms propiamente democrticos; finalmente, la democracia liberal representativa, en la mayor parte de sus diversas formulaciones, tiende a soslayar los aspectos igualitarios y participativos de la tradicin democrtica8. As encontramos, como seala Pateman9, que autores como Dahl, Sartori o Schumpeter requieren criticar lo que stos caracterizaran como "democracia clsica" para as fundamentar sus propuestas de filiacin liberal.

    En qu consisten estas crticas liberales a la democracia? En general, se seala que la democracia "clsica" se mueve dentro de una concepcin "antigua" de la poltica, impracticable en el mundo moderno (en las sociedades industriales). La "libertad de los antiguos" no es ms posible; es decir, el constante involucramiento pblico en la toma de decisiones no es posible dados los problemas de organizacin y de tiempo implicados. De otro lado, la participacin no tiene por qu asegurar buenos resultados en trminos de decisiones y polticas, en la medida en que la toma de decisiones requiere crecientemente el rol de expertos, o de una especializacin en el conocimiento

    6 Offe, Claus: "Competitive Party Democracy and the Keynesian Welfare State". En: Contradictions of the Welfare State. MIT Press, 1984.

    7 Por supuesto que estas notas tan generales requieren de muchas especificaciones, que consideren por ejemplo las particularidades y variantes nacionales, y sus respectivos derroteros polticos. Un trabajo particularmente interesante que muestra los caminos que desembocaron en frmulas liberales, socialdemcratas o fascistas en funcin de las diversas configuraciones de clase existentes puede verse en Luebbert, Gregory: Liberalism, Fascism, or Social Democracy. Social Cclasses and the Political Origins of Regimes in Interwar Europe. New York, Oxford University Press, 1991. Sobre el asunto de por qu la extensin del sufragio no desemboc en una revolucin socialista puede verse de Przeworski, Adam: Capitalismo y socialdemocracia (1985). Mxico, Alianza Editorial Mexicana, 1990; y Przeworski, Adam, y John Sprague: Paper Stones. A History of Electoral Socialism (1986). University of Chicago Press, Paperback edition, 1988.

    8 Sobre las relaciones entre liberalismo y democracia, y los distintos modelos de la democracia liberal, ver MacPherson, C.B.: La democracia liberal y su poca (1976). Madrid, Alianza ed., 1982.

    9 Pateman, Carole: Participation and Democratic Theory. Cambridge University Press, 1970, captulo 1.

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  • difcilmente encontrable en las masas. Finalmente, y relacionado con lo anterior, la participacin puede desembocar en una "tirana de la mayora", que lleve a un exceso de demandas o a la imposicin de decisiones demaggicas o irresponsables, que bloqueen la gobernabilidad del sistema. Como puede verse, se trata de crticas tambin clsicas a la democracia como forma de gobierno10, centradas todas en la cuestin de la competencia poltica de los sectores populares. Cmo puede ser la democracia, el gobierno del pueblo, una buena forma de gobierno cuando el pueblo es ignorante e irresponsable?11

    As, la democracia liberal consolidada de la post-guerra tiende a asumir claramente la forma de una democracia de lites, de un rgimen de "oligarquas competitivas" en trminos de Schumpeter12. Es en este contexto que surge lo que he llamado la primera generacin de demcratas participacionistas. En general, todos estos autores critican la democracia liberal desde el rescate de lo que podramos considerar una "tradicin democrtica clsica".

    La primera generacin de la democracia participativa y el rescate de la tradicin democrtica clsica

    Cul es la esencia de la democracia clsica? Esta se mueve dentro de lo que podramos llamar un paradigma del agora13, cuyos perfiles bsicos surgen obviamente de la Grecia clsica. La caracterizaramos como una forma de gobierno que enfatiza la participacin en condiciones de igualdad por parte de todos los miembros de la comunidad poltica, de manera responsable y eficaz para la toma de decisiones. Como grandes supuestos de base encontramos de un lado una confianza en los ciudadanos y, de otro, que las diferencias entre los individuos y los grupos no son irresolubles, que son negociables, de modo que puede llegarse a la expresin de, si no un inters general, cuando menos una salida aceptable para la mayora. Es decir, se trata de un orden en el que todos los intereses logran ser expresados y

    10 Ver al respecto Fernndez Santilln, op. cit. Sobre las crticas democrtico-liberales a la tradicin democrtica clsica ver Sartori, Giovanni: Teora de la democracia. 1: El debate contemporneo. 2: Los problemas clsicos (1987). Mxico, Ed. Patria, segunda reimpresin, 1991.

    11 Herdoto pone en boca del prncipe persa Megabyzo el siguiente argumento en contra de la democracia: "nada hay ms necio e insolente que una multitud intil. Es inaceptable que los hombres, huyendo de la insolencia del tirano, caigan en la insolencia de un populacho irresponsable. Las cosas que aquel realiza las efecta concientemente; pero las cosas que ste lleva a cabo las hace sin darse cuenta. Cmo podra darse cuenta quien no ha sido instrudo, ni ha visto algn bien domstico, y se lanza sin inteligencia sobre los acontecimientos al igual que un ro turbulento? As pues, vlgase del pueblo quien quiera hacerle dao a los persas" (tomado de Fernndez Santilln, op. cit., p.21).

    12 Schumpeter, Joseph: Capitalismo, socialismo y democracia. Barcelona, Orbis, 1983.

    13 Segn una afortunada expresin de Antonio Camou (comunicacin personal). 4

  • representados, conformando una comunidad poltica capaz de funcionar de manera armnica14. Esta visin de las cosas la podemos encontrar en mayor o menor medida en clsicos como Rousseau, John Stuart Mill, Thomas Jefferson, ms adelante en H.D. Cole y otros.

    Pienso que la primera generacin de la democracia participativa comparte gruesamente esta visin clsica de la democracia, ciertamente enmarcada dentro de una perspectiva moderna, al interior de la sociedad industrial, pero dentro de sus parmetros y supuestos. El contexto ms especfico en el que surge esta "primera genereacin" est dado por la crisis de los modelos democrtico liberales, en la dcada de los aos 60. En trminos de MacPherson (op. cit.), la democracia participativa

    "Se inici como consigna de los movimientos estudiantiles de Nueva Izquierda en el decenio de 1960. Se difundi entre la clase obrera en los decenios de 1960 y 1970, sin duda como resultado del creciente descontento en el trabajo entre los obreros y los empleados, y de la sensacin ms generalizada de alienacin, que se convirtieron en aquellos aos en temas tan de moda para los socilogos, los expertos en gestin, las comisiones oficiales de investigacin y los periodistas populares" (p. 113).

    Qu respuestas se dieron a las crticas liberales a la democracia clsica y a sus formas modernas? En primer lugar, se cuestion la viabilidad del modelo liberal, cuyo carcter elitista minaba su legitimidad ante la mayora y lo haca insostenible. De all que se justificara la bsqueda de alternativas. Pero ms importante, las propuestas participativas rebatieron las objeciones liberales mediante el desarrollo del argumento de la auto-transformacin (Warren15). Este argumento refuta la objecin de la incompetencia de las masas, agravada en el mundo moderno, con base en la idea de que la democracia participativa educa, socializa a los individuos de manera que finalmente estos actan responsablemente. Se aprende a participar participando, por as decirlo. Este razonamiento refuta el ncleo central de la crtica liberal a la democracia clsica. En trminos de Warren, la tesis de la auto-transformacin podra sintetizarse as:

    "... quienes proponen expandir la democracia descansan en tres supuestos que cuestionan la democracia liberal convencional. El primero es que ms democracia transforma intereses individualistas y conflictivos en intereses comunes y no conflictivos, desarrollando en el camino capacidades de ejercicio

    14 Desde la perspectiva marxista, se ha criticado esta idea de intereses homogneos o cuando menos armonizables. Las contradicciones de clase son estructurales, no son un problema de socializacin o negociacin. Las propuestas participativas no han logrado responder del todo a este cuestionamiento, pero no nos ocupamos de este asunto por no ser central en este trabajo. Sin embargo, dejamos sealado el punto, que sin duda es fundamental.

    15 Ver Warren, Marc: "Democratic Theory and Self-Transformation". En: American Political Science Review, vol. 86, n 1, marzo 1992.

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  • de la ciudadana que reducen las amenazas de fracciones en contra de los derechos y el pluralismo. Segundo, en tanto estas transformaciones reducen el conflicto, ellas permiten la reduccin del uso del poder como un medio de interaccin poltica. Esto puede aumentar el consenso y la gobernabilidad, adems de ser algo deseable de por s. Tercero, lejos de ser una amenaza contra las dimensiones de la persona protegidas por los derechos y las libertades, la democracia es necesaria para la promocin de valores como el auto-desarrollo, la autonoma y el auto-gobierno, es decir, los valores que supuestamente los derechos y las libertades deben proteger. Juntos, estos supuestos constituyen lo que llamar la tesis de la auto-transformacin (traduccin ma; p. 8).

    Algunos de los autores que podran ser agrupados dentro de esta primera generacin de demcratas participacionistas seran Peter Bachrach, C.B. MacPherson, Carole Pateman, Benjamin Barber y Chantal Mouffe, entre muchos otros. A continuacin examinamos algunas de las ideas de estos autores.

    Una de las primeras formulaciones crticas a la dinmica elitista de la democracia representativa la podemos encontrar en Peter Bachrach, en un texto cuya principal virtud es su claridad16. Este autor analiza las concepciones liberales elitistas, mayormente dentro de un mbito de filosofa y ciencia poltica, y critica sus contradicciones y lmites. Finalmente llega a la siguiente sntesis de las posturas liberales:

    "En suma: el aspecto explicativo de la teora del elitismo democrtico, en su conceptualizacin del 'mtodo', del 'inters', de 'lo poltico', y de la 'igualdad' conduce inequvocamente a una doble conclusin: a) los sistemas democrticos vigentes, caracterizados por el gobierno de la lite y la pasividad de la masa satisfacen ampliamente los requisitos de la teora democrtica, y b) toda sugerencia que represente un apartamiento del sistema, en el sentido de lograr una relacin ms igualitaria entre las lites y las no lites, carece objetivamente de realismo" (p. 152-153).

    Bachrach sealar que la reduccin de la democracia a un formato elitista est a la base de la creciente insatisfaccin poltica que se encuentra en la sociedad; por lo que se hace necesario abrirse hacia una dinmica ms participativa, retomando la tradicin democrtica, en contraposicin a la liberal:

    "(la teora elitista convencional de la democracia) Al par que abraza el liberalismo, rechaza de hecho el principio fundamental de la teora democrtica clsica: la confianza y la fe en el pueblo" (p. 147).

    16 Bachrach, Peter: Crtica de la teora elitista de la democracia (1967). Buenos Aires, Amorrortu, 1973.

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  • As, con base en la tradicin democrtica clsica, Bachrach esboza algunas ideas sobre la materializacin de una propuesta participativa para las sociedades industriales, enfatizando la importancia de la democratizacin de mbitos "privados" como el laboral. Aun en la actualidad seguiran vigentes los pilares de la democracia, en la medida en que se entienda que la participacin tiene efectos educativos positivos sobre los ciudadanos:

    "La teora [democrtica] clsica [...] se basa en la suposicin de que la dignidad del hombre, y en verdad su crecimiento y desarrollo como ente actuante y responsivo en una sociedad libre, depende de su posibilidad de participar en forma activa en las decisiones que gravitan significativamente sobre l" (p. 153).

    C.B. MacPherson (op.cit.), se mueve en un terreno similar al de Bachrach, combinando la crtica al modelo liberal y esbozando una propuesta participativa para las sociedades industriales con base en la tradicin democrtica. MacPherson hace un anlisis ms fino de las relaciones entre liberalismo y democracia, distinguiendo tres modelos de democracia: el de proteccin (que enfatiza la libertad negativa, con base en las ideas utilitaristas), el de desarrollo (que enfatiza ms la igualdad y la participacin, cuyas bases se ubicaran en el pensamiento de J.S. Mill), y el de equilibrio (que se ajusta a lo que Bachrach llama democracia elitista). Finalmente, plantea la democracia participativa, un cuarto modelo de democracia liberal (captulo 5). Al plantear este modelo, no discute su deseabilidad, sino su posibilidad en las sociedades industriales. El principal problema sera no el cmo funcionara, sino el cmo llegar a ella, entendiendo el camino mismo como una suerte de aprendizaje, consonante con la tesis de la auto-transformacin.

    MacPherson establece la posibilidad de su cuarto modelo de democracia basndose en las contradicciones o tensiones de las sociedades occidentales, lo que dejara espacio para la bsqueda de alternativas que busquen construir legitimidad con mayor participacin y mayores niveles de igualdad, requisitos previos de una democracia participativa, caracterizada por la "desalienacin" del hombre (el no ser concebido como slo un consumidor de mercancas), y la reduccin de las desigualdades. En trminos polticos, la democracia participativa combinara los sistemas de partidos competitivos con una estructura piramidal de consejos, aunque ciertamente su propuesta no avanza mucho ms en concresin que la de Bachrach.

    La combinacin explcita de mecanismos de participacin con el mantenimiento de las instituciones de la democracia representativa es un aspecto que merece resaltarse dentro de la propuesta que discutimos, porque as se responde a la objecin liberal clsica de la democracia como "tirana de la mayora". Es importante mantener y defender las instituciones liberales, en tanto cautelan los derechos individuales y los de las minoras. Este sealamiento es clave en relacin al fracaso de las experiencias de los socialismos reales, que enfatizaron el ideal igualitario en desmedro de los principios liberales. Por esto resultan pertinentes las ideas de Chantal

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  • Mouffe17, quien propone una democracia radical, que no niega las instancias representativas, pero trata de ir ms all de ellas:

    "En otras palabras, el objetivo de la izquierda debe ser la extensin y la profundizacin de la revolucin democrtica iniciada hace doscientos aos. Una perspectiva como esta no implica el rechazo a la democracia liberal y su reemplazo por una nueva forma poltica de sociedad, como propona la idea tradicional de revolucin, sino una radicalizacin de la tradicin democrtica moderna. Ello puede ser logrado por medio de una crtica inmanente empleando los recursos simblicos de esa misma tradicin. Ciertamente, una vez que reconocemos que lo que constituye la democracia moderna es la afirmacin de que todos los seres humanos somos libres e iguales, se hace claro que no es posible encontrar principios ms radicales para organizar la sociedad (traduccin ma; p. 1).

    Mouffe advierte contra el peligro de visiones "rousseaunianas" de la sociedad comunes a las propuestas participativas, que niegan la diversidad y los conflictos, y plantea una democracia abierta y contingente (que no llega nunca a ser plena), rescatando el pluralismo. Sin embargo, no queda claro cmo se llega a esta democracia, y cmo funcionara.

    Hay un par de autores que quiero mencionar porque, entre otros mritos, avanzan en mayores niveles de precisin respecto a sus propuestas. Uno de ellos es Carole Pateman (op. cit.)18. Ella parte de la crtica a los tericos de la democracia liberal, y rescata el argumento de la "auto-transformacin", presente en en autores como Rousseau, J.S. Mill y H.D. Cole, para as fundamentar la propuesta participativa.

    "Hemos visto que la evidencia sostiene los argumentos de Rousseau, Mill y Cole que ciertamente aprendemos a participar participando, y los que sentimientos de eficacia poltica son ms proclives a desarrollarse en un entorno participativo (traduccin ma; p. 105).

    Pateman le da mayor concresin a su propuesta al analizar un caso histrico del mundo moderno que encarnara gruesamente su propuesta: la democracia en las fbricas, para lo cual analiza el caso de los trabajadores

    17 Mouffe, Chantal: "Preface: Democratic Politics Today"; y "Democratic Citizenship and the Political Community", ambos en Mouffe, Chantal, ed.: Dimensions of Radical Democracy. Pluralism, Citizenship, Community. London, VERSO, 1992.

    18 En una lnea ms estrictamente filosfica, ver de la misma Pateman: The Problem of Political Obligation. A Critique of Liberal Theory (1979). Cambridge, Polity Press, 1985, donde establece la diferencia entre las nociones de obediencia y obligacin poltica, sealando que la lgica liberal no puede fundamentar adecuadamente sta sino slo aquella; slo enfoques democrticos participativos podran resolver la cuestin de la obligacin del ciudadano ante el Estado.

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  • yugoslavos, y los efectos de la participacin en ste mbito sobre otras esferas de la vida social. En conclusin, seala que:

    "El argumento de la teora participativa de la democracia es que la participacin en las reas alternativas permitira al individuo apreciar mejor la conexin entre las esferas pblica y privada. El hombre ordinario podra estar todava ms interesado en las cosas relativas a su hogar, pero la existencia de una sociedad participativa hara que estuviera ms capacitado para evaluar el desempeo de los representantes a nivel local, mejor dotado para tomar decisiones de ndole nacional cuando fuera el caso, y ms capacitado para medir el impacto de las decisiones tomadas por representantes nacionales en su propia vida y su entorno inmediato (traduccin ma; p. 110).

    En general, encontramos que las propuestas de democracia participativa, elegantes y seductoras en el plano de la filosofa poltica, dejan serias interrogantes en el plano prctico, concreto. Primero, las ventajas de la participacin en la esfera de la produccin no estn del todo probadas en cuanto a la mejora de la productividad, eficiencia y otros criterios econmicos de evaluacin. En segundo lugar, tampoco queda claro el impacto de la participacin en la esfera de la produccin sobre otras esferas. Cada esfera posee una lgica de funcionamiento propio, y las destrezas adquiridas en un espacio no son sin ms transferibles o aplicables a otras, como veremos ms adelante.

    Considero que uno de lo autores que ms concresin ha dado a las propuestas participativas ha sido Benjamin Barber, quien llega a delinear incluso un programa concreto de lo que ste define como "democracia fuerte" (strong democracy)19.

    "[...] la democracia fuerte puede ser formalmente definida como la poltica de un modo participativo, donde el conflicto es resuelto en la ausencia de un terreno independiente por medio de un proceso participativo aproximativo, auto-legislacin comunal y la creacin de una comunidad poltica capaz de transformar individuos privados dependientes en ciudadanos libres, e intereses parciales y privados en bienes pblicos (traduccin ma; p. 132).

    Para fundamentar su propuesta Barber no slo cuestiona las bases

    filosficas y epistemolgicas del modelo liberal, sino que tambin intenta plantear las instituciones y los mecanismos de la democracia que propone, pensando en su eventual aplicacin en espacios de poder local; tambin en la perspectiva de que la micro-participacin puede tener prospectivamente efectos sobre la participacin a nivel macro. Es interesante resaltar que Barber no parte del supuesto ingenuo de la fe en la bondad del individuo y la homogeneidad de sus intereses, sino que ubica los modos participativos dentro de marcos institucionales que los estimulan: 19 Barber, Benjamin: Strong Democracy. Participatory Politics for a New Age. Berkeley, University of California Press, 1984.

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  • "La democracia fuerte es una distintiva forma moderna de democracia participativa. Descansa sobre la idea de una comunidad auto-gobernada de ciudadanos, quienes estn unidos menos por intereses homogneos que por una educacin cvica, y que se han hecho capaces de tener propsitos comunes y desarrollar acciones mutuas por efecto de sus actitudes cvicas e instituciones participativas, antes que por su altrusmo o su naturaleza bondadosa (traduccin ma; p. 117).

    Finalmente, Barber presenta el programa de la democracia fuerte para revitalizar la ciudadana. Cito de manera extensa, pero me parece necesario:

    "Un programa de democracia fuerte para la revitalizacin de la ciudadana:1. Un sistema nacional de asambleas vecinales de uno a quinientos ciudadanos; ellas tendran inicialmente funciones slo deliberativas, pero podran eventualmente tener tambin competencia legislativa a nivel local.2. Una cooperativa nacional de comunicaciones cvicas para regular y supervisar el uso cvico de la nueva tecnologa de telecomunicaciones, y para supervisar el debate y la discusin sobre temas de referndum.3. Un servicio de video cvico y una ley postal de educacin cvica para igualar el acceso a la informacin y promover la educacin cvica plena de todos los ciudadanos. 4. Experimentos en despenalizacin y justicia informal comn a cargo de una ciudadana local comprometida.5. Una iniciativa nacional y un proceso de referndum que permita iniciativas populares y referendos sobre legislacin del congreso, con un formato de opcin mltiple y un esquema de votacin de dos etapas. 6. Votacin electrnica experimental, inicialmente con propsitos educativos y para realizar sondeos de opinin, bajo la supervisin de la cooperativa de comunicaciones cvica. 7. Elecciones locales selectivas para autoridades locales por medio de sorteos, con incentivos monetarios. 8. Experimentos con un sistema de voucher interno para escuelas seleccionadas, proyectos de vivienda pblica y sistemas de transporte. 9. Un programa de servicio ciudadano universal, incluyendo una opcin al servicio militar para todos los ciudadanos. 10. Financiamiento pblico para programas de voluntariado local en trabajos comunales y acciones comunales. 11. Apoyo pblico para experimentos democrticos en lugares de trabajo, con instituciones pblicas como modelos para alternativas econmicas. 12. Una nueva arquitectura para el espacio cvico y pblico (traduccin ma; p. 307).

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  • A lo largo del texto, hemos visto como una de las grandes deudas pendientes de los planteamientos participativos el lograr mayores niveles de concresin de sus contornos institucionales concretos. Barber, en gran medida, salda esa deuda. Pero al final, queda una sensacin de insatisfaccin. Como el examen de su programa revela, muchas de sus propuestas aparecen inviables, idealistas, o ineficientes. La elegante crtica desde la tradicin democrtica participativa a la democracia liberal en el terreno filosoffico no muestra un desempeo igualmente bueno en el plano de las propuestas institucionales y de las polticas concretas. Podramos decir en su favor que se trata de una propuesta en construccin. Sin embargo, el tiempo ha corrido en contra de propuestas ms acabadas. Y no slo me refiero a la hegemona de las ideas liberales y neoliberales de los ltimos aos. Me refiero ante todo al hecho de que a lo largo de los ltimos aos han aparecido otro tipo de objeciones a los planteamientos democrtico-representativos, distintos a los liberales clsicos, que pienso no pueden ser respondidos desde la tradicin democrtica clsica y el argumento de la auto-transformacin. La vigencia de la participacin requiere de una nueva fundamentacin.

    Los lmites de la primera generacin y la necesidad de una nueva fundamentacin de la democracia participativa

    Las posiciones brevemente reseadas de esta "primera generacin" han sealado argumentos que de una manera o de otra significaron aportes importantes a la teora democrtica. Cmo podemos evaluarlos?

    Se podra criticar a este primera generacin sealando que no logr concretar con claridad su propuesta, es decir, resolver el problema de su posibilidad. Sin embargo, a su favor podramos decir que con el tiempo ese problema podra haberse salvado. Pero aparece entonces otro nivel de crtica: esa propuesta fall en tanto fracasaron los actores polticos y sociales que enarbolaban esa propuesta. Pero a su favor podramos an considerar el eventual resurgimiento de esas fuerzas. Creo que la primera generacin perdi definitivamente vigencia porque han surgido nuevas objeciones a los planteamientos participativos, desde lo que podramos llamar el argumento de la complejidad en las sociedades post-industriales, que son a mi juicio imposibles de responder desde la tradicin democrtica clsica. Responder a este argumento requiere trascender esa tradicin.

    La temtica de la complejidad seala que las sociedades post-industriales han llegado a niveles de especializacin sustantivamente altos, de manera que la sociedad difcilmente puede considerarse como un todo continuo. Las diversas dimensiones sociales han adquirido autonoma, cada una de ellas se rige por reglas, cdigos especficos, cada una de ellas moviliza recursos y tiene lgicas particulares. Siendo las cosas as, la propuesta convencional de la participacin resulta sin sentido, en la medida en que sta asume implcitamente la indistincin de las esferas social, econmica, poltica (y todas las dems), ya que plantea mecanismos indistintos para cada una de ellas. La participacin sera pertinente en todas las esferas, de la misma manera, con similares mecanismos. En sociedades complejas, esto carece de sentido.

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  • As, los planteamientos de la primera generacin asumen equivocadamente que la participacin tiene "efectos multiplicadores", que se trasladan de una esfera a otra ("se aprende a participar participando). No se toma en cuenta la creciente autonoma y especificidad de las distintas dimensiones sociales, las que no se pueden traspasar as no ms; De otro lado, se comete el error de plantear la extensin de mecanismos participativos propios de la dimensin poltica local a otros espacios sociales, econmicos y polticos a nivel macro, que se tienen otras dinmicas, con lo que se llega a una suerte de sobrepolitizacin, a una suerte de "sobreciudadanizacin" que puede tener consecuencias autoritarias y constituye una violacin al principio de libertad individual. Qu se responde a eso desde propuestas las participativas? Qu relevancia tiene esta discusin para nuestros pases? Sobre esos asuntos tratar la segunda parte de este trabajo.

    El argumento de la complejidad

    Desde los aos 70, pero especialmente a partir de la difusin de la obra de Niklas Luhmann en las dcadas siguientes20, el argumento de la complejidad ha constitudo un significativo desafo tanto para la sociologa como para el pensamiento poltico. Este constituye una ruptura profunda con las principales tradiciones vigentes del pensamiento social y poltico, que intenta construir sobre la base de la teora de sistemas una nueva imagen del hombre y de la sociedad.

    La idea de la complejidad llama la atencin sobre un proceso que caracterizara a las sociedades contemporneas, por el cual aumentan geomtricamente las posibilidades y opciones disponibles para los actores, as como la contingencia y la consecuente imprevisibilidad de las acciones. Esta complejidad establece la necesidad de "reducir" o cuando menos "manejar" la complejidad para que toma de decisiones y por consiguiente la vida social pueda ser posible. Como una estrategia de reduccin de complejidad, tenemos la creciente autonomizacin de las diversas esferas sociales, generndose subsistemas que se clausuran, cierran, respecto de los otros y a la vez establecen relaciones inter-sistmicas (relacin sistema-entorno). Surgen de este modo los (sub)sistemas social, poltico, econmico, jurdico, cientfico, etc., cada uno con reglas propias de funcionamiento, medios de comunicacin y cdigos no extendibles a los otros, con fuertes discontinuidad entre cada uno de ellos21.

    20 De Luhmann, Niklas, ver: Sistemas sociales. Lineamientos para una teora general. Mxico, Alianza, 1991. Una muy til introduccin a esta obra puede verse en: Izuzquiza, Ignacio: La sociedad sin hombres. Niklas Luhmann o la teora como escndalo. Barcelona, Anthropos, 1990; como introduccin a Luhmann ver la til compilacin de Camou, Antonio, y Esteban Castro, coords.: La sociedad compleja. Ensayos en torno a la obra de Niklas Luhmann. Mxico D.F:, FLACSO Triana eds., 1997. Sobre el tema de la complejidad y sus implicancias para las identidades individuales ver Gleizer, Marcela: Identidad, subjetividad y sentido en las sociedades complejas. Mxico D.F., FLACSO Juan Pablos ed., 1997, entre otros.

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  • No estoy en condiciones de desarrollar aqu propiamente estos argumentos; paso directamente a un esbozo de sus implicancias para el tema que nos preocupa. El planteo de la complejidad descrito tiene importantes consecuencias sobre las pretensiones de fundar una democracia participativa, tal como fue entendida por los autores agrupados dentro de su "primera generacin":

    - en primer lugar, la complejidad, dada por la multiplicacin de opciones y la contingencia en cuanto a los resultados de la accin, as como la creciente especializacin funcional de los distintos subsistemas sociales, pone otra vez sobre el tapete, aunque en trminos enteramente nuevos, una de las crticas clsicas a la democracia: la competencia de los ciudadanos. Pueden los ciudadanos constituir la base de las decisiones a tomar en la comunidad poltica? Ya hemos visto que la respuesta desde las propuestas participativas ha ido por reivindicar la capacidad de accin y decisin de los ciudadanos, con base en el argumento de la "auto-transformacin": se aprende a participar participando. Sin embargo, el argumento de la complejidad cuestiona la participacin y la competencia de los ciudadanos desde un nuevo ngulo: ya no se cuestiona la competencia de los sectores populares, de la mayora de ciudadanos (la "tirana de la mayora") en nombre de una suerte de aristocracia, en nombre de las oligarquas competitivas de las que hablaba Schumpeter; ahora se cuestiona la participacin de los sujetos en general ms all de determinados mbitos especficos.

    Si aceptamos que la sociedad crecientemente se complejiza, diferencia y especializa, entonces la participacin de los sujetos ms all de mbitos especificos de especializacin y competencia queda cuestionada. De la participacin social no se deduce la participacin en la poltica, y viceversa. Dentro de este esquema, incluso queda fuera de la discusin relevante la dicotoma clsica entre mayora (sectores populares) y minora (clases propietarias). El cuestionamiento a la participacin comprende a todo sujeto ms all de mbitos especficos de especializacin.

    - en segundo lugar, si estamos ante la creciente especializacin y autonomizacin de los diversos subsistemas sociales, entonces estos se vuelven refractarios entre s; a pesar de sus interrelaciones, cada uno de ellos establece una frontera con respecto a los otros. La consecuencia de esto es que no es posible aplicar mecanismos de un subsistema a otros, que no es posible, en suma, la idea de "profundizar", "radicalizar" o "extender" la democracia y la participacin desde el mbito poltico hacia los mbitos social o econmico. Las particularidades de cada subsistema haran imprctico, ineficaz o simplemente imposible la extensin de la participacin. Lo que resulta vlido o deseable en una esfera puede resultar negativo en otra22.

    21 Ver al respecto Zolo, Danilo: Democracy and Complexity. A Realist Approach. Pennsylvania, The Pennsylvania State University Press, 1992.

    22 Este planteo cuestiona una idea actualmente en boga, que enfatiza la importancia de una sociedad civil fuerte y determinados rasgos en las interacciones sociales (capital social), para fortalecer la democracia y el desarrollo econmico. Segn este planteo, lo que es vlido en una esfera no tiene por qu serlo en otras, por lo tanto el capital acumulado en una esfera no puede ser invertido en otras.

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  • - finalmente, y relacionado con los puntos anteriores, tenemos que la especializacin de los diversos subsistemas lleva a una creciente diferenciacin entre el sistema social y el sistema de interacciones sociales; es decir, implica la diferenciacin entre el sistema social como un todo, y las interacciones concretas establecidas entre los sujetos concretos: las interacciones resultan la periferia de un sistema social crecientemente complejo y especializado. Esta separacin se produce porque el sistema social posee un mucho mayor grado de complejidad que las interacciones particulares, siendo mucho ms que la simple suma de stas. Si las cosas son as, entonces la sociedad aparece sin un centro o eje de gravedad, desde el cual podra ser transformado. Esto acaba con la idea, central en la sociologa clsica desde sus orgenes en el XIX, de la sociedad como un artefacto posible de transformar.

    Una consecuencia fundamental de esto es que la capacidad de accin e incidencia de los sujetos y sus interacciones sobre el orden social y poltico aparece sustancialmente restringida. As la participacin, que busca justamente alterar los rdenes social y poltico, aparece como impotente o inicua23.

    "(...) La marcada distancia con la sociedad y falta de acoplamiento entre los sistemas de interaccin, reducen extremadamente la posibilidad de que funcionen como fuente de solidaridad. La integracin de los compromisos de los participantes en las interacciones, 'se lleva a cabo formalmente mediante disposiciones de tiempo y ya no se asegura a travs de una tica unificante'. Cada vez es menos posible resolver los problemas del orden social con los instrumentos de la interaccin. En consecuencia, 'se abre un abismo antre las secuencias de interaccin que viven los individuos y que les son accesibles y comprensibles, y la complejidad del sistema social que no puede ser aprehendida ni influenciada, mucho menos controlada, desde la interaccin'" (Milln, op. cit., p. 20-21).

    Con base en estos planteamientos, la democracia queda reducida no slo a las oligarquas competitivas de las que hablaba Schumpeter, sino ms an, a "sistemas autocrticos diferenciados y limitados", en trminos de Zolo (op. cit.), donde al interior de cada sistema se ejerce un determinado tipo de autoridad y rige un determinado tipo de orden (autocrtico), y donde el componente democrtico queda reducido a la autonoma de cada sistema, que no debe ser interferido por los otros. De este modo, no slo entra en cuestin la democracia participativa, sino tambin la misma democracia liberal "clsica". As, segn Zolo (ibid.):

    "... la proteccin de la complejidad social contra el predominio funcional de cualquier subsistema particular p.e., el productivo, el cientfico-tcnico, el religioso, el sindical o, sobre todo, el

    23 Ver al respecto Milln, Ren: "Luhmann: de la sociedad, los hombres y las interacciones". Mimeo, s/f.

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  • subsistema poltico mismo el la crucial promesa que la democracia debe mantener si pretende distinguirse no slo en trminos formales de regmenes despticos o totalitarios. En el funcionamiento efectivo de aquellos sistemas que llamamos democrticos, sin embargo, no hay prcticamente nada que pueda corresponder con lo que tericos polticos y el lenguaje de polticos, periodistas y de los medios en general- pretenden denominar con trminos como soberana popular, participacin, representacin, opinin pblica, consenso, o igualdad. Este ltimo en particular la idea de igualdad entendida de manera distinta a una idea solamente formal- parece no poseer ningn vnculo significativo con las instituciones polticas modernas, ya sean democrtico-liberales, social-demcratas, o socialistas. Esta es una de las promesas incumplidas de la democracia que ningn sistema poltico moderno est en posicin de mantener (p. 182) (traduccin ma).

    Ahora bien, pienso que estos cuestionamientos resultan demoledores para las propuestas participativas, pero solamente para aquellas de la "primera generacin". Es decir, acaban con aquella idea en que la participacin aparece remitida a una comunidad poltica homognea, donde los diversos sujetos e intereses emergen, se negocian y resuelven en una sola arena de interaccin, en un espacio pblico continuo y accesible para todos.

    Sin embargo, el desafo del argumento de la complejidad de las sociedades ha sido tomado por algunos autores que buscan fundar sobre nuevas bases las propuestas democrticas y participativas. En general, antes que refutar, se ha aceptado el argumento de la complejidad, pero se han rechazado algunas de sus conclusiones polticas. Se postula que una sociedad compleja y diferenciada puede funcionar mejor con espacios y mecanismos participativos, pero eso s, acotados a mbitos especficos, diferenciados, con mecanismos propios para cada caso: considero a estos autores como constitutivos de una "segunda generacin" de demcratas participativos.

    La "segunda generacin" de la democracia participativa24

    Algunos autores han insistido en las propuestas participativas asumiendo las crticas desde la complejidad a la "primera generacin" de participacionistas. Es decir, asumen la caducidad de la idea de una "comunidad poltica" y de un espacio pblico homogneos, continuos, al interior de los cuales pueden expresarse, negociarse y solucionarse los diversos intereses sociales. De este modo, las crticas desde la complejidad

    24 Esto que llamo aqu segunda generacin de la democracia participativa es un campo temtico en pleno desarrollo. Un muy til estado de la cuestin respecto a las discusiones en filosofa poltica sobre el tema de la participacin y los sentidos de la ciudadana puede verse en Bardlez, Elsa: La ciudadana: libertad, igualdad, diversidad? Ponencia presentada en el seminario La democracia, la ciudadana y la autonoma de lo poltico. Tres entradas para repensar lo poltico en el Per. Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales, abril-mayo 1998.

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  • afectan a una manera de entender la participacin, pero no a la participacin en s. Segn Warren,

    "Estas crticas [desde el argumento de la complejidad] no afectan, sin embargo, una cada vez mayor literatura que defiende los ideales participativos como medios para mantener esferas diferenciadas de decisiones y de bienes. La democracia participativa no descansa necesariamente en concepciones premodernas de la sociedad; tampoco depende de metas igualitarias (aunque est frecuente identificada con ellas); tampoco requiere de aquella visin segn la cual la poltica debe comprender todas las relaciones sociales25 (p. 12) (traduccin ma).

    Esta idea de la mantencin de esferas diferenciadas de decisiones y bienes, que considero central en los planteamientos de esta "segunda generacin", tiene sin duda como uno de sus puntos de partida el muy influyente trabajo de Michael Walzer26. Walzer distingue las diversas esferas de la vida social, y reivindica al interior de este marco diferenciado las nociones de justicia e igualdad, estableciendo estas nociones en las relaciones entre las diversas esferas, en la delimitacin de sus fronteras; de esta manera, el criterio de justicia que enunciado como

    "Ningn bien social X ha de ser distribudo entre hombres y mujeres que posean algn otro bien Y simplemente porque poseen Y sin tomar en cuenta el significado de X" (p. 33).

    Es decir, el dinero no debe poder comprar lealtad (o amor), el poder poltico no debe implicar poder econmico, el poder econmico no tiene por qu implicar predominio social o poltico, etc. La justicia radica en el reconocimiento de la autonoma de las esferas sociales. Walzer propone as un criterio de "igualdad compleja", ms all de una "igualdad simple" que no distingue o no toma en cuenta la diferenciacin social.

    Sin embargo, pienso que los planteamientos de Walzer, si bien muy sugerentes, no avanzan demasiado frente a lo que podran decirnos Luhmann o Zolo desde la lgica de los sistemas en lo que respecta a los criterios de la igualdad y justicia; para ambos se trata de respetar la autonoma de las distintas esferas sociales. Estos problemas se hacen especialmente claros al revisar los captulos en los cuales Walzer se ocupa de las esferas econmica y poltica (captulos sobre el dinero y el poder poltico), centrales como sabemos en la determinacin de la dinmica social, especialmente en la de pases como los nuestros de grandes desigualdades y problemas en esos campos. Pienso que Walzer no avanza suficientemente en especificar criterios de igualdad y justicia para esos mbitos. En todo caso Walzer, con base en su postulado de

    25 Warren, Marc: "New Patterns of Politization: Implications for Participatory Democratic Theory". Prepared for Delivery at the 1993 Annual Meeting of the American Political Science Association, 1993.

    26 Walzer, Michael: Las esferas de la justicia. Una defensa del pluralismo y la igualdad (1983). Mxico, FCE, 1993.

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  • diferenciar esferas sociales, s logra abrir una lnea de reflexin muy fructfera y pertinente para nuestra discusin sobre la participacin poltica.

    Uno de los autores que ms ha avanzado en tomar el tema de la participacin con base en la idea de la complejidad y la diferencia es Marc Warren. En uno de sus trabajos27, Warren parte distinguiendo los distintos tipos de bienes a los que las personas pueden aspirar (clasificndolos segn si son escasos o no, materiales o simblicos, colectivos o privados, o de naturaleza individual o social), luego especificando los distintos tipos de intereses resultantes para cada uno de los bienes, y finalmente las consecuencias de todo ello sobre la participacin. As, sta aparece como relevante slo para algunos mbitos: para aquellos donde la naturaleza colectiva y social es lo ms importante. Para los otros, la participacin deja de tener sentido, e incluso resulta contraproducente.

    Con base en estas mismas ideas, en otro trabajo28 Warren discute el tema de las desigualdades o diferencias sociales, nuevamente estableciendo distinciones entre tipos de diferencias y sealando qu consecuencias tiene cada uno de ellos para la teora democrtrica. Algunas diferencias deben ser eliminadas, otras protegidas:

    "De un lado, sostengo que en muchas teoras democrticas confluyen distintos tipos de identidad: lgica-filosfica, poltica, y la auto-identidad [self-identity]. Esta confluencia genera muy fuertes presiones sobre la identidad poltica, y esto tiende a transformar todas las diferencias en problemas. De otro lado, las teoras democrticas a menudo no logran distinguir ni relacionar las diferencias opresivas, las diferencias totalizadoras y las diferencias necesarias para la auto-identidad. Haciendo esas distinciones, las teoras democrticas pueden recomendar estrategias diferentes para tipos diferentes de diferencias: las diferencias opresivas deben ser eliminadas, las diferencias totalizadoras deben ser transformadas, y las diferencias esenciales para la auto-identidad deben ser protegidas y respaldadas (p. 4) (nfasis y traduccin mos).

    Finalmente, en otro trabajo Warren (op.cit.: ver nota 24) discute explcitamente la vigencia de las propuestas participativas en relacin a la crtica "realista" desde el argumento de la complejidad (Luhmann, Zolo). Warren llega a formular 5 tesis respecto a cmo debera entenderse la participacin respondiendo al argumento de la diferenciacin y la complejidad:

    Tesis 1: Los ideales participativos deben comprender la defensa de la diferencia tanto de los bienes como de las instituciones, dejando as atrs concepciones premodernas de participacin.

    27 Warren, Marc: "Democratic Theory and Self-Transformation". En: American Political Science Review, vol. 86, n 1, marzo 1992.

    28 Warren, Marc: "Democracy and Difference". Prepared for Delivery at the 1991 Annual Meeting of the Southern Political Science Association. Revised: april 1993.

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  • Tesis 2: La diferenciacin describe una situacin en la cual la poltica abarca cada vez ms [becomes pervasive], pero no por ello es inclusiva. Por tanto, tiene sentido la lucha poltica por la integracin. Tesis 3: La diferenciacin describe una situacin en la cual la pertinencia y las oportunidades de discutir cuestiones normativas aumentan, tanto para los individuos como para las instituciones. Por lo tanto, la participacin y la deliberacin tienen sentido. Tesis 4: La diferenciacin produce tendencias contrarias a la autoridad jerrquica. Las capacidades organizacionales para la toma de decisiones pueden aumentar en la medida en que aumente la democracia. Tesis 5: La democracia discursiva se ubica en aquellas esferas que pueden ser organizadas por medio de la comunicacin, y es un medio para negociar imperativos conflictivos entre esferas.

    En una muy apretada sntesis, podramos decir que Warren seala que la participacin debe partir de la idea de diferencia ya reseada; que abarca una nocin de la poltica que no resulta "omniabarcadora" pero que s aparece estrechamente relacionada con otras dimensiones; y que en ambientes complejos, no slo no es cierto que la demanda por participacin y por algunas formas de involucramiento pblico dejen de existir, sino que por el contrario se potencian en varios sentidos, y que deben ser atendidas por medios democrticos, con base en lo que Habermas llamara una "racionalidad comunicativa". Todo esto lleva a Warren a entender la democracia en ambientes complejos de una manera radicalmente distinta a la propuesta por Zolo, reseada ms arriba:

    "Podemos entonces concebir y ubicar a la democracia en trminos generales como una distribucin de las capacidades [empowerments] y las protecciones que permiten y protegen negociaciones discursivas de los conflictos dentro y entre instituciones, sirviendo como un medio para proteger, restaurar y desarrollar la solidaridad (p. 30) (traduccin ma).

    Otros autores que de alguna forma se sitan en la lnea de reflexin abierta por Walzer para fundamentar propuestas participativas y solidarias son Cohen y Arato29. Ellos proponen la defensa de la autonoma de la sociedad civil respecto de las dimensiones econmica y poltica, ubicando al interior de ella las posibilidades de la participacin, la solidaridad y la justicia, al menos, nuevamente, para determinados mbitos; especialmente aquellos en los cuales se han ubicado los llamados "nuevos movimientos sociales".

    "(...) nos basamos en la tesis de uno de los ms importantes predecesores del enfoque pluralista, Alexis de Tocqueville, quien sostuvo que sin una participacin activa de los ciudadanos en instituciones igualitarias y asociaciones civiles, no habr forma de mantener el carcter democrtico de la cultura poltica o de las instituciones polticas o sociales. Justamente porque la sociedad civil moderna est basada en principios igualitarios y una inclusin universal, la experiencia en la articulacin de la

    29 Cohen, Jean, y Andrew Arato: Civil Society and Political Theory. Cambridge, Massachusetts, MIT Press, 1992.

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  • voluntad poltica en la toma de decisiones colectivas es crucial para la reproduccin de la democracia. Esto, por supuesto, es el punto siempre enfatizado por los tericos participacionistas. Nuestro enfoque difiere en cuanto proponemos ms, no menos diferenciacin estructural. Tomamos en serio los principios normativos de los demcratas radicales, pero ubicamos la gnesis de la legitimidad democrtica y las posibilidades de la participacin directa no en una idealizada y no-diferenciada comunidad poltica, sino dentro de un modelo altamente diferenciado de la sociedad civil (p. 19) (traduccin ma).

    Finalmente, dentro de esta segunda generacin de participacionistas quiero llamar la atencin sobre el trabajo de John Dryzek30. Si bien Dryzek se sita un poco en medio entre las dos generaciones (consideremos por ejemplo su entusiasmo por el libro de Benjamin Barber discutido en la primera parte de este trabajo), plantea un punto muy interesante al sustentar de qu manera su "democracia discursiva" (concepto emparentado al de Habermas, de "accin comunicativa"), est mejor preparada que la democracia liberal clsica para tratar la problemtica de la complejidad: la contingencia e imprevisibilidad propias de sta se pueden enfrentar ms eficazmente no desde una ptica teleolgica o instrumental (que enfrentar siempre, en trminos de Boudon, consecuencias no intencionales de la accin), sino desde la negociacin y la interaccin entre los sujetos involucrados.

    A manera de conclusin: las propuestas participativas en Amrica Latina en la actualidad

    En este trabajo, he buscado principalmente establecer criterios que ordenen diversos aportes relativos a las propuestas de democracia participativa estableciendo una distincin entre generaciones, en relacin a sus preocupaciones centrales. Pienso que este es un primer paso necesario para poder pensar seriamente en alternativas pertinentes de rgimen poltico para el momento actual. Quiero en esta parte final presentar algunas ideas defendiendo la pertinencia de esta discusin para nuestros pases.

    Aparentemente, la temtica de la complejidad y la diferencia en relacin a la participacin tienen poco que ver con nosotros, ya que en nuestras sociedades el combate a la pobreza, niveles mnimos de justicia distributiva y la necesidad de incidir sobre las polticas pblicas desde la accin poltica resultan lo prioritario; es decir, tenemos una agenda pre-moderna o simplemente moderna, de primera generacin, lejana a las preocupaciones de las sociedades post-industriales, que poseen niveles de vida sustancialmente mayores y se ubican en entornos ms complejos que los nuestros.

    Sin embargo, pienso que tanto para entender la dinmica de la participacin, de la democracia, y para disear estrategias participativas en nuestros pases, muchas de las ideas reseadas resultan sumamente tiles. 30 Dryzek, John: Discursive Democracy. Politics, Policy, and Political Science. Cambridge University Press, 1990.

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  • Ello porque pese a nuestros niveles de subdesarrollo, nuestras sociedades se han complejizado y diversificado; incluso podramos decir que en un nivel si bien no similiar, s equiparable al de las sociedades post-indistriales. Precisamente, nuestra particularidad es la paradjica coexistencia de "estadios" de civilizacin: en nuestras sociedades coexisten y se relacionan tradiciones atvicas y la ms vanguardista modernidad; enormes niveles de atraso y tecnologas de punta, configurando una realidad plstica y sin duda compleja en el sentido ms luhmanniano del trmino.

    A esto habra que sumar elementos de la coyuntura que vivimos en todos nuestros pases, que aumentan la complejidad y la incertidumbre, asociados al paso de modelos de relacin entre sociedad, economa, poltica y Estado articulados en torno a ste ltimo, hacia otros articulados en torno al mercado. Este cambio ha generado profundos cambios estructurales que han fragmentado y complejizado los intereses sociales, haciendo ms difcil su agregacin, el paso de los mbitos sociales a los polticos, limitando las formas de accin colectiva y la participacin poltica en trminos generales.

    En medio de este cuadro, pienso que uno de los elementos que pueden ayudarnos a entender la dinmica de la participacin es la distincin entre diversas esferas sociales, dadas por distintos bienes que se persiguen, intereses que se forman y cursos de accin que se siguen. En la actualidad la participacin cae no slo por la crisis y la merma en las capacidades distributivas del Estado, por el retraimiento de los partidos y otras instituciones como grupos de apoyo, y por los consiguientes problemas para las diversas formas de accin colectiva. Tambin se presentan, de alguna manera, problemas asociados a la complejidad y la diferencia, y ello afecta necesariamente a la participacin. La complejidad social ha llevado al desarrollo de muy diversos intereses en relacin a diversos bienes; donde la demanda por bienes privados ahora parece desplazar a la demanda de bienes pblicos, antes provistos por el Estado. Ciertamente, detrs de este cambio se ubica tambin la mutacin del rol del Estado, que pasa de ser promotor y distribuidor a ser slo regulador de las variables macroeconmicas. Es as como parecemos estar, en trminos de Hirschman, ante un ciclo de involucramiento privado frente a uno pblico.

    Algunas consecuencias que tiene esto es que tanto la accin colectiva (en pos de bienes pblicos) como el involucramiento pblico (en la arena poltica) pierden la centralidad que tuvieron en muchos de nuestros pases. Se abre espacio para el desarrollo de espacios individuales y pequeos espacios comunitarios que se buscan preservar, frente a los cuales los llamados a la participacin aparecen como amenazantes. Estos espacios cubren desde la dimensin afectiva hasta la econmica, en el seno de una ideologa individualista que se explica por la percepcin de la escasa relevancia del mbito poltico para la reproduccin social de los sujetos concretos (dados los actuales roles del Estado)31.

    31 Un mayor desarrollado de estas ideas puede verse en Tanaka, Martn: From Movimientismo to Media Politics: the Changing Boundaries Between Society and Politics in Fujimoris Peru. En: Fujimoris Peru: The Political Economy, John Crabtree y Jim Thomas, eds. London, Institute of Latin American Studies, University of London, 1998.

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  • En este escenario, los llamados a la participacin poltica "tradicionales" aparecen desfasados y generalmente caen en saco roto. Y ello no slo por crisis y desarticulacin social, sino tambin por la defensa de una esfera privada o local en la que aparecen identidades que han de defenderse de la intromisin de lo colectivo, pblico y poltico. El asunto ahora es disear estrategias participativas que delimiten cuidadosamente en qu reas o esferas y de qu maneras la participacin tiene sentido. Es claro que no puede tener ni el alcance ni las caractersticas que mostr en dcadas pasadas. Esto nos lleva a la discusin de hasta qu punto las estrategias habituales de intervencin social y de promocin del desarrollo son sensibles a estas cuestiones.

    Es en este sentido que encuentro especialmente interesante la contrastacin entre la literatura reseada y la problemtica de nuestros pases. La accin colectiva, referida a bienes pblicos y la apelacin al Estado tanto para la provisin de estos bienes como para incidir sobre fallas del mercado o problemas de externalidades resultan claves. Sin embargo, organizaciones basadas en criterios clasistas o territoriales, que asumen identidades totalizadoras, de funcionamiento jerrquico y centralizado, aparecen como menos pertinentes para la situacin actual. El papel de los partidos polticos queda tambin reformulado: para las personas deja de funcionar el esquema de grupos de vanguardia, creadores de sentidos universalistas, cuando lo que se requiere son grupos de apoyo para la consecusin de los bienes colectivos considerados deseables o necesarios.

    En esta lnea, si bien la participacin poltica aparece con un carcter sustancialmente distinto al que vivimos en muchos de nuestros pases al interior de esquemas movimientistas y populistas, ciertamente quedan espacios muy grandes de accin y ella reviste todava una gran importancia para enfrentar la crisis de legitimidad de nuestros Estados, y para evitar que los altos niveles de insatisfaccin ciudadanos sean capitalizados por liderazgos demaggicos autoritarios que unifiquen autoritariamente y acaben de esta manera con las tensiones que genera la diversidad.

    Avanzar en estas ideas requerira el examen de casos y situaciones ms concretas, cosa que no puedo hacer aqu. Estos slo son unos apuntes que se ubican dentro de una discusin que espero poder seguir desarrollando, y que buscan alentar una renovacin en las maneras en las que solemos pensar temas como la participacin poltica, el involucramiento pblico, la accin colectiva, y sus relaciones con la dinmica de la democracia como rgimen poltico. Mantener la idea de la importancia de la participacin en sociedades complejas y diversas requiere abandonar las maneras convencionales de pensar la participacin, la igualdad, la justicia, la soberana, la representacin, entre otras nociones bsicas de la reflexin poltica y social tal como la conocemos. Este texto pretende haber minado algunas certezas y sembrado algunas incertidumbres, que alienten la bsqueda de renovacin.

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    El adversario: la democracia liberal y su variante elitistaEl argumento de la complejidad