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El o El no evangelio según Lipovetsky Nicolás Alvarado Sobre el culto a lo violento Daniel Hernández Rosete La tercera ética Luis Guerrero Martínez Gilles Lipovetsky y el narcisismo / con temp O raneo Francisco TOledo Sweet and Lowdown Roberto Romo Las Palabras La República explicada a mi hija Jesús Villalobos El caminante Federico Segre La golosina visual Alfonso Cachú 4 6 12 14 17 18 19 20

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Page 1: El - luisguerreromartinez.com · adorar al becerro de oro del consumo, ni al Dios ... proporciones fuera de la lógica de progreso. ... exigió el sacrificio de mi llones de individuos

El

oEl no evangelio según LipovetskyNicolás Alvarado

Sobre el culto a lo violentoDaniel Hernández Rosete

La tercera éticaLuis Guerrero Martínez

Gilles Lipovetsky y el narcisismo/con temp OraneoFrancisco TOledo

Sweet and LowdownRoberto Romo

Las PalabrasLa República explicada a mi hija

Jesús Villalobos

El caminanteFederico Segre

La golosina visualAlfonso Cachú

4

6

12

14

17

181920

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La tercera éticaEn torno a la moral indolora de Gilles LipovetskyDr. Luis Guerrero MartÍnez

Coordinador de posgrados del deparramento de filosofía de la UIA

Surge así el perfil del hombre

posmoderno, que no quiereadorar al becerro de oro del

consumo, ni al Dios trascen­

dente de la religión; el indivi­duo enfrenta entonces el vacío

ante su horizonte existencial,sin referentes culturales ni in­

telectuales que le marquen un

rumbo definido. La generación

"X", producto de este sinsenti­

do, se siente sin un lugar

específico en el mundo. Surge

entonces el problema moral: si

Dios no existe o no puede

establecerse un sentido, ¿todo

está permitido? ¿puede estable­

cerse una moral que oriente el

comportamiento?

Howard KanovitzThe People,1968Pintura acrílica sobre lienzo montada sobre un panel de plástico172 x 175 xl O cm

Duisburg, Wilhelm-lehmbruck-Museum

Uno de los escenarios del movimiento cultural posmoderno lo constituyeel debate sobre el diagnóstico de nuestra época; escenario que, con muchasafinidades, ha estado presente desde el Romanticismo, a finales del sigloXVIII. A partir de entonces la reflexión ha girado sobre el malestar que aque­ja a la cultura occidental.

Entre los síntomas destacan principalmente tres. El primero de elloshace referencia a la obsesión burguesa de vender su alma al demonio de lavida corriente; anclada en las seguridades que la masa ofrece. La existenciahumana es reducida a rutinas sociales, a una engañosa ética del trabajo y a losdeseos infinitos de consumo. No complicarse la existencia es un lema fre­cuente para el espíritu burgués. Así lo expresó Goethe por medio del jovenWerther: "La especie humana es lo más unifórme. La mayoría de los hombres

trabajan constantemente para vivir, y la poca libertad que les queda es una cargatan penosa que hacen todo lo posible por perderla. ¡Oh, destino de los hombres!".

El segundo síntoma es la incapacidad del espíritu moderno paraerradicar los graves males sociales: pobreza, guerras, totalitarismos, grandesdesigualdades entre las naciones, racismo, faltas contra los derechos humanos

más elementales, etc. Estos problemas contrastan con el optimismo de lamodernidad ilustrada. Progreso y miseria han acompañado los avatareshumanos desde la Revolución Industrial; sin embargo, las consecuencias ne­gativas han cobrado unas proporciones fuera de la lógica de progreso. El últi­mo síntoma se refiere al entredicho en el que ha quedado la filosofía, y, engeneral, la razón humana, para dar cuenta del sentido de la realidad y de lasalternativas para lograr un mundo mejor. El trauma cultural que encierra laactual semántica de palabras como "dogmatismo", "verdad", "totalitarismo"e "ideología", son ejemplos de una nueva posición epistemológica: la prefe­rencia por el pensamiento débil y fragmentario, que raya muchas veces en elescepticismo, a los sistemas filosóficos que pretenden dar soluciones objetivasa cualquier problema planteado.

Todos estos síntomas se ha interpretado, frecuentemente, comoseñales del nihilismo que abate a Occidente. Así lo predicó Nietzsche en sussentencias, las cuales han sido repetidas día a día en los últimos cien años.Una amplia gama de intelectuales que hoy en día hablan sobre posmoder­nidad hacen referencia a este problema. Surge así el perfil del hombre pos­moderno, que no quiere adorar al becerro de oro del consumo, ni al Diostrascendente de la religión; el individuo enfrenta entonces el vacío ante su

horizonte existencial, sin referentes culturales ni intelectuales que le marquenun rumbo definido. La generación "X", producto de este sinsentido, se sientesin un lugar específico en el mundo. Surge entonces el problema moral: siDios no existe o no puede establecerse un sentido, ¿todo está permitido?¿puede establecerse una moral que oriente el comportamiento?

Lo dicho hasta ahora sirve de marco necesario para entender la postu­ra posmoderna de Lipovetsky. Su análisis sociológico coincide con los aspec­tos centrales de la sintomatología presentada; sin embargo, sus conclusionesse separan del planteamiento nihilista, si bien admite que esta última es muy

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Red GroomsHollywood (Jean Harlow)1965Pintura acrílica sobre tabla 78,4 x 30,5cmWashington (DC), HirshhornMuseum and Sculpture Garden, SmithsonianInstitution, donación de Joseph H. Hirshhorn.

común. A partir de un análisis detallado de los diversos ele­mentos que reflejan los tiempos actuales, su visión o propuestapretende ser más optimista. Su actitud intelectual es una reac­ción a la condena nihilista sin salirse del contexto posmo­

derno. La confusión, según él, está en no entender la lógica dela nueva moral, todavía nos escandalizamos del mundo que

hemos creado, sin percibir su avance fundamental. Por lo queno debe interpretarse la realidad actual como una máquina dia­bólica cuya misión sea la destrucción total; también puedenencontrarse elementos que nos hagan sentirnos orgullosos denuestra época y de sus aspiraciones legítimas.

Hay dos puntos claves para entender su análisis. El

primero de ellos se refiere a la libertad, el segundo a la nociónde individuo. El valor que la época ha conquistado y que se alza

por encima del nihilismo es la libertad. Para desarrollar estepunto hace un análisis de la ética social de Occidente, distin­guiendo tres fases de su evolución. La primera está íntimamenteligada al cristianismo -la fase teológica-. En ella se proporcionaa los individuos criterios que facilitan la unificación social. Losmandamientos, los dogmas, los sacramentos, la autoridad

jerárquica, la naturaleza universal interpretada por la filosofía­teológica, etc., ayudan de forma heterónoma a que el indivi­duo sepa lo que la vida y la sociedad reclaman de él; el ámbitode la libertad está en la aceptación interior de los criterios,

asumiéndolos como propios, de no ser así el individuo tieneque enfrentar el rigor social y religioso que se alza sobre surebeldía. La segunda fase corresponde al periodo moderno ubi­cado en los siglos XVII y XVIII. Las exigencias de esa épocahacen que la fe deje de ser condición de posibilidad de la moral.El nuevo reto consiste en construir una moral natural basada en

la razón, incorporando en muchos casos una crítica a la

religión. Sin embargo, para Lipovetsky esta moral sigue siendouniversal y monolítica, continúa con la creencia en "lasabiduría de la moral antigua". La novedad en esta fase sereduce al intento de mantener la moral sin la necesidad de unfundamento divino.

Las exigencias morales en ambas fases se mantenían

prácticamente iguales; ambas coincidían en un punto clave: lamoral del sacrificio, por la cual el individuo debía negarse fre­

cuentemente para llevar una vida recta. Por ejemplo, enmuchos casos la fidelidad al matrimonio podía exigir un sacri­

ficio para toda la vida, ante una relación conyugal de la cual nopodía esperarse nada bueno. La separación o el divorcio teníanuna carga moral e implicaciones sociales que difícilmentepodían superarse. Los totalitarismos comunista o nazi sontambién reflejo de esta moral que exigió el sacrificio de mi­llones de individuos por "una causa superior".

La época actual constituye la tercera fase de la moral. Lasociedad ha ido minando la noción de una moral universal y,

especialmente, la moral sacrificial. El deseo de ser feliz se con­vierte en un parámetro ordinariamente más fuerte que el sacri­

ficio impuesto por el deber. El estado liberal tiene sentido en lamedida que me proporcione la infraestructura para conseguirmis objetivos individuales, muy emparentados con el consumoy la sociedad de bienestar. Democracia es un sinónimo de plu­ralidad, de intereses diversos, de fuerzas sociales encontradas, de

El garabato

una tolerancia que elimine cualquier posibilidad de escándalomoral. Es el triunfo del individuo y de su libertad y, por con­

traposición, con el crepúsculo del deber, la moral se convierte enuna moral a la carta, sin un perfil determinado, en una éticaindolora.

Esta moral individualista, que difícilmente puede encon-trar consensos generales, ¿puede considerarse como una moralconstructiva? La respuesta de Lipovetsky es afirmativa. La li­bertad individual es la conquista humana gestada en los dosúltimos siglos, finalmente el individuo debe decidir por símismo, debe buscar el diálogo y la racionalidad para conseguiracuerdos y pactos sociales; ni la religión ni la filosofía ni las ide­ologías políticas pueden ya ejercer un poder de control radicalde la conducta. La cuestión ética se centra entonces en la dis­tinción entre las dos formas básicas de individualismo. El indi­

vidualismo egoísta en el cual "todo está permitido" y el indi­vidualismo responsable que logra abrir oportunidades de pro­greso individual y colectivo en medio de la diversidad de crite­rios morales. Lipovetsky ve en algunas tendencias de la nuevasensibilidad cultural manifestaciones de esta nueva moral de la

responsabilidad: la ecología, la defensa de los derechos de losniños y desprotegidos, las agrupaciones de beneficencia y el vo­luntariado, la creciente ética de los negocios y de los medios decomunicación, el respeto a los valores democráticos, etc. Labúsqueda de una sociedad mejor es posible desde esta perspec­tiva; la suma de esfuerzos encaminados en este sentido deben

mostrar, en la práctica, que es posible la superación del nihilis­mo.

El planteamiento de Lipovetsky sobre la moral indivi­dualista conduce a muchas interrogantes tanto en el ordensocial como en el filosófico. Si en el nihilismo la noción de bien

objetivo queda en entredicho desde una perspectiva racional, enla propuesta de Lipovetsky queda pulverizada por la libertadindividual, pues nadie tiene derecho a defender una verdad oun bien que pretenda ser objetivo y universal, aunque paradóji­camente las verdades sociales se impongan en las cámaras le­gislativas y su efecto sea general. Que los experimentos degenética humana sean aceptados o rechazados no depende de loque ese hecho pueda tener de objetivo -bueno o malo-, sino delos consensos, las fuerzas políticas, o las tendencias de losmedios que influyen al tomar la decisión. La nueva libertadinvita al ciudadano común a opinar sobre cualquier asuntoaunque sus conocimientos sobre la materia estén muy pordebajo de lo requerido; igual que en el consumo, la opiniónpública se consigue más por la seducción que por la pretendidaracionalidad dialógica. Es muy ilusorio pensar que en la prácti­ca social lo que domina es el diálogo, la racionalidad y laresponsabilidad; como también puede resultar ingenuo que lalibertad que nos ofrece lasociedad de consumo y comuni­cación, para elegir el canal o elperiódico de nuestra preferen­cia, sea más significativa que lamanipulación que de conjuntoejercen sobre la sociedad. Lasobras de Lipovetsky pueden darla impresión de una teoría pos­moderna hecha ad' hoc para laburguesía.

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