el acuerdo de la vergüenza: traducción libre y comentada

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El acuerdo de la vergüenza: traducción libre y comentada del acuerdo entre Turquía y la Publicado en Periódico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net) ....... Marisa Pérez Colina @alfanhuisa Este acuerdo, que ya cuenta con las dos primeras muertes en el intento desesperado de alcanzar la costa europea antes de su entrada en vigor, no supone más de 10 minutos de lectura. Rogaría, a quienes os hayáis topado con estas líneas, una lectura atenta del mismo como acto microscópico de protesta contra su vergonzosa existencia y aplicación a partir de este domingo negro del 20 de marzo de 2016 a las 00:00. Podéis encontrarlo aquí , en su versión original inglesa, y traducirlo aquí. Dado que las nueve medidas decididas en el mismo han sido ya suficientemente explicadas y difundidas en decenas de artículos , este escrito se centrará exclusivamente en la introducción que las precede. Su impúdica claridad revela una Europa que ya no parece sentir ni la necesidad de esconder sus vergüenzas. Su cinismo e indiferencia criminal ante el sufrimiento humano resultan devastadoras. “Estrechar las relaciones entre Turquía y la UE, así como abordar la crisis migratoria” Página 1 de 4

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El acuerdo de la vergüenza: traducción libre y comentada del acuerdo entre Turquía y la UE, y llamamiento a las clases populares por la democratización de Europa Publicado en Periódico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net)

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Marisa Pérez Colina @alfanhuisa

Este acuerdo, que ya cuenta con las dos primeras muertes en el intento desesperado de alcanzar lacosta europea antes de su entrada en vigor, no supone más de 10 minutos de lectura. Rogaría, aquienes os hayáis topado con estas líneas, una lectura atenta del mismo como acto microscópico deprotesta contra su vergonzosa existencia y aplicación a partir de este domingo negro del 20 demarzo de 2016 a las 00:00. Podéis encontrarlo aquí, en su versión original inglesa, y traducirlo aquí.

Dado que las nueve medidas decididas en el mismo han sido ya suficientemente explicadas ydifundidas en decenas de artículos, este escrito se centrará exclusivamente en la introducción quelas precede.

Su impúdica claridad revela una Europa que ya no parece sentir ni la necesidad de esconder susvergüenzas. Su cinismo e indiferencia criminal ante el sufrimiento humano resultan devastadoras.“Estrechar las relaciones entre Turquía y la UE, así como abordar la crisis migratoria”

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En este primer objetivo explicitado por el acuerdo, lo determinante parece ser acelerar lasnegociaciones de adhesión de Turquía. Se trata de algo sorprendentemente urgente si tenemos encuenta la lentitud que había sido, hasta ahora, característica de dicho proceso. Turquía presentaformalmente su solicitud de integración en 1987, la UE no acepta su candidatura hasta 10 añosdespués y ambas partes siguen negociando en la actualidad las condiciones de posibilidad de lamisma: estamos hablando de casi 30 años. Cabría pensar que las reticencias que han ralentizado elproceso hasta ahora se relacionan con el autoritarismo del régimen de Erdogan y sus sistemáticaspatadas a los derechos humanos. Por desgracia, los tan cacareados valores europeos no destacantanto por fijarse en dichas cuestiones, sino, como es de sobra conocido, por hacer cálculos desdeperspectivas mucho más pragmáticas: el miedo de Alemania a un aumento de la inmigración turca,por ejemplo, o el ingreso de un país de mayoría musulmana en una Europa de tradiciónpreponderantemente cristiana.

Ahora bien, subordinado a este primer propósito principal, así como de pasada y tipo “ya que nospodemos a negociar y le dedicamos tiempo, recurso y energías a esto de Turquía... ¿por qué noabordar aquello de la “crisis migratoria”?, aparece en escena el verdadero problema: la denominadacrisis de los refugiados. Una crisis sobre la que es preciso recordar, de entrada, la responsabilidad enprimer grado de la UE. Por un lado, por la intervención directa de gran parte de los países de laUnión en los conflictos de los que huyen las personas hoy atrapadas entre la espada (la guerra) y lapared (el ISIS). Por otro lado, porque nunca hubiéramos estado hablando de “crisis” si los paíseseuropeos hubieran cumplido al menos con sus propios acuerdos: el principal, el reparto de los120.000 refugiados entre los diferentes países de la Unión, esto es, una cifra que tanto por elnúmero de personas, como por el presupuesto implicado siempre ha sido y continúa siendo de sobraasumible.

Por lo tanto, el fin explicitado del acuerdo “estrechar las relaciones entre Turquía y la UE, así comoabordar la crisis migratoria” podría traducirse así: aprovechar el interés de Turquía para entrar en laUE a fin de alejar de Europa el foco mediático capaz de dar testimonio de las consecuencias trágicasde la no aplicación de las leyes de protección internacional reconocidas en Europa desde laConvención de Ginebra de 1951. Se trata de alejar a los fotógrafos y a la prensa, pero también lasconsecuencias políticas de tales actuaciones tan ilegales como ilegítimas. Que el trabajo sucio lohagan otros. Esos otros que no tienen valores como los nuestros. Este tipo de relación de cortecolonial que externaliza la política de fronteras a terceros países no es uno es, ni mucho menos,nueva: el gobierno de México lleva décadas desempeñando el papel de centro de detención de losmigrantes centroamericanos hacia EEUU (con las correspondientes contrapartidas monetarias) y,mucho más cerca de aquí, la agencia europea Frontex hace todo lo posible para que los migrantesno lleguen a Europa, despreocupándose, sin embargo de que no salgan o, por mejor decir, de que notengan razones que los obliguen a salir. Que el Mediterráneo se esté convirtiendo en el cementeriode la letal política de fronteras de las instituciones europeas no parece ser asunto de Frontex.

“Los miembros del Consejo Europeo expresaron sus más profundas condolencias alpueblo de Turquía tras el ataque con bomba en Ankara del pasado domingo. Condenaronenérgicamente este acto atroz y reiteraron su apoyo permanente en la lucha contra elterrorismo en todas sus formas.”

Tras expresar su primer objetivo, el CE manifiesta así sus condolencias por el penúltimo atentadoterrorista en Ankara, el del domingo 13 de marzo de 2016.

Y cabe preguntarse, ¿a qué viene esta nota sobre terrorismo en un acuerdo sobre refugiados? ¿Quémensaje subliminal se pretende colar? ¿Qué relación existe entre la lucha contra el terrorismo y ladeportación pactada de miles de personas? La traducción podría ser, en consecuencia, la siguiente:los miembros del CE no van a perder una sola ocasión de vincular migración a terrorismo, a fin deseguir respaldando la islamofobia y la xenofobia que se están institucionalizando en la UE y que sonabsolutamente funcionales al recrudecimiento terrorista que dicen condenar. ¿O no es el odio a losOtros, expresado, por ejemplo, en las políticas brutales de bombardeos a las poblaciones civiles enSiria, lo más funcional al incremento del terror fundamentalista, lo más rentable en términos desumar adeptos a sus filas, lo más sencillo de instrumentalizar por parte del discurso del ojo por ojo?

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“Con el propósito de romper el modelo de negocio de los traficantes y de ofrecer a losmigrantes una alternativa que evite la puesta en riesgo de sus vidas, la UE y Turquía handecidido hoy poner fin a la migración irregular de Turquía a la UE.”

Previamente a la enumeración de las medidas concretas que el acuerdo pone en marcha, el escritoanuncia otro propósito en una frase susceptible de pasar a los anales de la historia por acumular lamayor densidad de cinismo, hipocresía y crueldad en el menor número de palabras posible.El oscuro objeto del deseo no sería ya, por tanto, acoger a los miles de refugiados como una muestrade solidaridad obligada (conforme a nuestras propias leyes europeas) y, sobre todo, mínima(respecto a las responsabilidades propias en los conflictos originarios de tales movimientos depoblación), sino evitar ser engañados por un atajo de despiadados traficantes que estánenriqueciéndose a costa de nuestra generosidad como países de acogida. Aquí la propuesta detraducción libre sería la siguiente: “con la intención de insistir en el discurso que distingueperversamente entre migrantes y refugiados como justificación de unas políticas de frontera cuyacapacidad mortífera es insignificante comparado con su papel de discriminar (fragmentando,criminalizando, jerarquizando) entre unas movilidades legítimas y otras ilegítimas. Mientras que huirde la guerra merecería la generosidad insólita de una deportación a un país tercero que ni siquieraofrece las debidas garantías de estancia temporal, huir del hambre se convertiría en un acto criminaly condenable. Esta distinción es vital para seguir gestionando el muy lucrativo estatuto de laspersonas migrantes, tanto más útiles en su contribución al aumento de la riqueza en los países delNorte global, cuanto más desprovistas de derechos.

Todo el mundo sabe que una no deja su tierra y sus lazos de afecto más esenciales para emigrar aun país lejano y desconocido. Sobre todo, cuando se juega la vida. Entonces, ¿qué quieren expresarlos iluminados negociadores de este acuerdo cuando hablan de “poner fin a la migración irregular”?¿A quiénes se dirige este mensaje? ¿Qué metas reales persigue?

Desde mi punto de vista, los actuales gobiernos de la UE pretenden difundir una imagen de eficaciay rotundidad, de tolerancia 0 con la migración, por los siguientes motivos principales: en primerlugar, para que parezca que hacen algo. En segundo lugar, para que ese espejismo del hacer logreevitar una sangría de votos hacia opciones aún más conservadoras y xenófobas que las suyas,además de antieuropeístas. Los partidos tradicionales siguen sirviendo de esta manera a susparticulares intereses cortoplacistas de siempre, esto es, mantenerse en el poder a toda costa.

Pero ¿no podrían hacer lo mismo reubicando a los refugiados? ¿Acaso esto no les procuraría, ademásde la medalla de la resolución de problemas, la del respeto de los derechos humanos, garantizandode este modo su posibilidad de invadir nuevos países en nombre de la defensa de la libertad yvalores de la democracia occidental? Pues no, porque que esta actuación aparentemente másinteligente y rentable desde todas las perspectivas es algo que no se pueden permitir por un motivofundamental. Porque reconocer abiertamente nuestra amplia capacidad de refugio equivaldría aadmitir que las políticas de austeridad no son fruto de una escasez de recursos real, sino generadaficticiamente. En otras palabras, sería reconocer que nuestra crisis actual es el resultado de unaspolíticas de concentración de la riqueza en muy poquitas manos, y no de falta de riqueza. La Europainstitucional actual está dispuesta a sacrificar el tradicional welfare europeo, en buena parteconstruido gracias al expolio de otros muchos países, para aplacar la voracidad insaciable de unpacto neoliberal que devora a sus propios hijos. Ante esta realidad inconfesable, la carta de laislamofobia o del miedo al Otro, así como el echar balones xenófobos fuera, permiten extender laidea de que la amenaza proviene del exterior, de todos esos salvajes, sucios y harapientosextranjeros que pretenden arrebatarnos nuestros recursos, nuestros derechos, nuestras propiedadessociales e, incluso, nuestras formas de vida y supremos valores de libertad, igualdad y fraternidad.

Ahora bien, el miedo, sobre todo si se cultiva desde un despliegue de recursos institucional, no esalgo que quepa minimizar. Menos aún en estos tiempos de incertidumbre, donde la desigualdad y elacceso cada vez más difícil a los recursos que hacen posible una vida digna se extienden, tambiénen Europa, a capas cada vez mayores de la población.

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Por eso, en estos momentos críticos para el pacto transnacional hoy llamado UE, esfundamental hacer un llamamiento a todas las clases populares de todos los paíseseuropeos.

Para que no nos confundamos de enemigo: lo que está empobreciendo nuestras vidas noson los inmigrantes, sino las políticas de austeridad aplicadas por la UE para satisfacerlos intereses de las oligarquías financieras. La movilidad no regulada que daña nuestrasposibilidades de vida, individuales y colectivas, no es la de las personas, sino la de los capitales.

Pero también, para que no nos equivoquemos de batalla: ¿la pelea sería salir de Europa,como reclaman tanto los partidos de extrema derecha que tiñen Europa de un horizontefascistizante (desde Amanecer Dorado, al UKIP, pasando por el Frente Nacional, el FPÖ o Alternativapara Alemania), como algunas fuerzas de izquierda (desde la Unidad Popular y el Partido Libertariogriegos, a las CUP catalanas o el PCPE)? ¿Cabría imaginar un afuera soberanista desde donde volvera empezar, promoviendo un pacto mediterráneo realmente democrático por fuera de lasinstituciones europeas actuales? En las suculentas jornadas del Plan B, el economista francés CédricDurand afirmaba : “la Unión Europea no es un campo de batalla, sino una cárcel: hay que escaparseu organizar un motín [...] Si la Unión Europea no es un campo de batalla y el motín es poco probable,nos caben dos opciones: o aceptar una derrota como la de Grecia o prepararnos para empezar elcambio desde lo más profundo. Sí hay alternativas, pero no son fáciles y se requiere de una valentíay fortaleza hasta ahora desconocidas, pues no se encuentran dentro del sistema actual, sino fuerade la cárcel del euro”.

A mi modo de ver, considerando, en primer lugar, la división del trabajo en la unión europea actual yel hecho, difícilmente retroactivo, de que nos hemos convertido en provincias de un sistemaeconómico común; en segundo lugar, la existencia de un conflicto de clases que no es más real en laeurozona que en cada uno de sus países-provincia tomado por separado; y en tercer lugar, que laforma estado como tal no es precisamente la estructura política más democrática a recuperar,habría que romper una lanza por Europa en tanto proyecto a rehacer desde dentro. Porque un pactotransnacional es más potente, en una economía global, como máquina de reparto de recursos y deriqueza, como máquina protectora y defensora de derechos, como vía de superación de las políticasde frontera. Porque un pacto transnacional es capaz de superar los egoísmos y particularismosnacionales, respetando al mismo tiempo la autonomía de decisión de cualquier entidad política(estatal o no) que quiera unirse a él.

El desafío residiría entonces en edificar una Europa democrática y plurinacional, perocuya plurinacionalidad no consistiría en una simple juxtaposición de naciones, sino enuna unión radical de entidades políticas plurales.

El debate está servido. La Europa actual del austericidio y la política de fronteras asesina tiene losdías contados. Los proyectos que lanzan alternativas de democratización, como el Plan B o el DIEM25 están impulsando la generación de discursos y redes capaces de tramar dichas propuestasen acciones políticas de transformación.

Pero la primera acción conjunta, masiva, inaplazable, habría de expresar un NO ROTUNDO alacuerdo entre la UE y Turquía. Por una política real de acogida. Por una Europa defensoradel derecho radical a la movilidad.

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