el abuelo

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EL ABUELO, EL NIETO Y EL BURRO Francisco J. Briz Hidalgo Un abuelo y su nieto salieron de viaje con un burro. El nieto había pasado las vacaciones con su abuelo y ahora volvía a casa de sus padres para empezar nuevamente el colegio. A ratos, el abuelo o el nieto se subían al burro y así iban haciendo el viaje más cómodo. El primer día de viaje llegaron a un pueblo. En ese momento el abuelo iba sentado sobre el burro y el nieto iba caminando al lado. Al pasar por la calle principal del pueblo algunas personas se enfadaron cuando vieron al viejo sobre el burro y al niño caminando. Decían: - ¡Parece mentira! ¡Qué viejo tan egoísta! Va montado en el burro y el pobre niño a pie. Al salir del pueblo, el abuelo se bajó del burro. Llegaron a otro pueblo. Como iban caminando los dos junto al burro, un grupo de muchachos se rió de ellos, diciendo: - ¡Qué par de tontos! Tienen un burro y, en lugar de montarse, van los dos andando. Salieron del pueblo, el abuelo subió al niño al burro y continuaron el viaje. Al llegar a otra aldea, la gente exclamó escandalizada: - ¡Qué niño más maleducado! ¡Qué poco respeto! Va montado en el burro y el pobre viejo caminando a su lado. En las afueras de la aldea, el abuelo y el nieto se subieron los dos al burro. Pasaron junto a un grupo de campesinos y éstos les gritaron: - ¡Sinvergüenzas! ¿Es que no tenéis corazón? ¡Vais a reventar al pobre animal! El anciano y el niño se cargaron al burro sobre sus hombros. De este modo llegaron al siguiente pueblo. La gente acudió de todas partes. Con grandes risotadas los pueblerinos se burlaban diciendo: - ¡Qué par de tontos! Nunca hemos visto gente tan tonta. Tienen un burro y, en lugar de montarse, lo llevan a cuestas. Al salir del pueblo, el abuelo después de pensar un buen rato le dijo a su nieto:

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Page 1: EL ABUELO

EL ABUELO, EL NIETO Y EL BURRO

Francisco J. Briz Hidalgo

Un abuelo y su nieto salieron de viaje con un burro. El nieto había pasado las vacaciones con su abuelo y ahora volvía a casa de sus padres para empezar nuevamente el colegio. A ratos, el abuelo o el nieto se subían al burro y así iban haciendo el viaje más cómodo.

El primer día de viaje llegaron a un pueblo. En ese momento el abuelo iba sentado sobre el burro y el nieto iba caminando al lado.Al pasar por la calle principal del pueblo algunas personas se enfadaron cuando vieron al viejo sobre el burro y al niño caminando. Decían:- ¡Parece mentira! ¡Qué viejo tan egoísta! Va montado en el burro y el pobre niño a pie.

Al salir del pueblo, el abuelo se bajó del burro. Llegaron a otro pueblo. Como iban caminando los dos junto al burro, un grupo de muchachos se rió de ellos, diciendo:- ¡Qué par de tontos! Tienen un burro y, en lugar de montarse, van los dos andando.Salieron del pueblo, el abuelo subió al niño al burro y continuaron el viaje.

Al llegar a otra aldea, la gente exclamó escandalizada:- ¡Qué niño más maleducado! ¡Qué poco respeto! Va montado en el burro y el pobre viejo caminando a su lado.

En las afueras de la aldea, el abuelo y el nieto se subieron los dos al burro. Pasaron junto a un grupo de campesinos y éstos les gritaron:- ¡Sinvergüenzas! ¿Es que no tenéis corazón? ¡Vais a reventar al pobre animal!

El anciano y el niño se cargaron al burro sobre sus hombros. De este modo llegaron al siguiente pueblo. La gente acudió de todas partes. Con grandes risotadas los pueblerinos se burlaban diciendo:- ¡Qué par de tontos! Nunca hemos visto gente tan tonta. Tienen un burro y, en lugar de montarse, lo llevan a cuestas.

Al salir del pueblo, el abuelo después de pensar un buen rato le dijo a su nieto:- Ya ves que hay que tener opinión propia y no hacer mucho caso de lo que diga la gente.

Page 2: EL ABUELO

Francisco José Briz Hidalgo

Mi nombre es Francisco José Briz Hidalgo, pero en Snark se me conoce como "El huevo de chocolate", aunque sigo sin comprender la causa.

Nací en 1957, soy médico estomatólogo. Me gustan los temas relacionados con el lenguaje y las palabras y, en general, cualquier tema de ingenio que consiga sorprender y maravillar la inteligencia e imaginación o arrancarnos una sonrisa de admiración. Por eso estoy suscrito a Snark y si piensa igual que yo le sugiero que haga lo mismo.

Otras de mis aficiones son el ajedrez, la poesía, la cocina, los cuentos y los viajes.

Desde el siglo pasado (1999) mantengo una «página web» para niños, de uno a cien años de edad, denominada "El huevo de chocolate", en la que colaboran con entusiasmo mis dos hijos Francisco y Teresa y los muchos amigos que hemos encontrado en Internet.

Page 3: EL ABUELO

CUENTO TONTO DE LA BRUJITA QUE NO PUDO SACAR EL CARNET

Ángela Figuera Aymerich

Era una brujita tan boba, tan boba, que no conseguía manejar la escoba.Todos le decían:-Tienes que aprender o no podrás nunca

sacar el carnet.

Ahora, bien lo sabes, ya no hay quien circule, por tierra o por aire, sin un requisito tan indispensable.

Si tú no lo tienes, no podrás volar! pues ¡menudas multasibas a pagar! ¡Ea! no es difícil. 

Todo es practicar: 

- Bueno... dijo ella con resignación.Agarró la escoba  se salió al balcón, miró a todos lados y arrancó el

motor...

Pero era tan boba, que, sin ton ni son, de puro asustada, dio un acelerón y salió lanzada contra un paredón.

Como no quería darse un coscorrón, frenó de repente... y cayó en picado dentro de una fuente: se dio un remojón, se hirió una rodilla, sus largas narices se hicieron papilla y, como la escoba salió hecha puré, pues, la

pobrecilla, además de chata se quedó de a pie.

Ya no intentó nunca  sacar el carnet. Se quitó de bruja y se puso a hacer labores de aguja.

Page 4: EL ABUELO

Ángela Figuera Aymerich

Poetisa española (Bilbao 1902, Madrid 1984). Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid (1932). En 1932 se casó con Julio Figuera. En 1935 dio a luz a un niño que muere al poco tiempo de nacer. En 1936 cuando comienza la guerra civil española su esposo se alista en las milicias republicanas y Ángela, embarazada nuevamente, permanece en Madrid, donde nace su hijo Juan Ramón. Fue Catedrática de Lengua y Literatura en los Institutos de Huelva, Alcoy y Murcia. Posteriormente trabajó en la Biblioteca Nacional de Madrid. Junto con Blas de Otero y Gabriel Celaya, formó parte del importante Triunvirato Vasco de la poesía de post-guerra. 

Se inició en la poesía dentro de una línea que puede considerarse heredera de Antonio Machado por su apego a lo cotidiano y paisajístico. En esta primera etapa su poesía tiene un claro enfoque por el mundo femenino, con una temática basada en su condición de mujer, como esposa y madre, aunque alejándose de tópicos e idealizaciones. Sus dos primeros libros se incluyen en esta etapa y son Mujer de barro (1948) y Soria pura (1949).

Posteriormente, la influencia de Gabriel Celaya llevó a Ángela Figuera a la poesía social, en la que se inscribirá el resto de su obra: Las cosas como son (1950), Vencida por el ángel(1951), El grito inútil (1952), Los días duros (1953), Belleza cruel (1958) y Toco la tierra. Letanías (1962).

El nacimiento de sus nietos, Ana y Gabriel, le impulsó en los últimos años de su vida a escribir poesía infantil, género al que pertenecen sus dos últimos libros: Cuentos tontos para niños listos y Canciones para todo el año.