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1 EFECTOS DE LA DESPENALIZACIÓN DE LA COCAÍNA EN LA DEMANDA ESTADOUNIDENSE III Congreso Internacional en gobierno, administración y políticas públicas. Más allá de la crisis: nuevos desafíos, nuevas capacidades Iván Castaño René Sandoval Lucas Urdaneta Madrid, septiembre 2012

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EFECTOS DE LA DESPENALIZACIÓN DE LA COCAÍNA EN LA DEMANDA ESTADOUNIDENSE

III Congreso Internacional en gobierno, administración y políticas públicas. Más allá de la crisis: nuevos desafíos, nuevas capacidades

Iván Castaño René Sandoval Lucas Urdaneta

Madrid, septiembre

2012

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Abstract

En las últimas dos décadas, la “Guerra Contra las Drogas” ha generado un importante incremento de externalidades negativas tanto para las naciones productoras como para las naciones consumidoras. El incremento en la demanda, así como los problemas en salud pública, son evidentes en los países del primer mundo, mientras que en los países productores la guerra contra el narcotráfico y los carteles se ha cobrado la vida de miles de personas, así como de una importante parte de los presupuestos nacionales. Dicha situación ha generado un debate mundial en torno a una propuesta de despenalización y legalización de la droga, y los posibles efectos que una política pública en éste sentido tendría tanto en la producción como en el consumo.

El presente estudio pretende encontrar una relación entre el consumo cocaína, su precio en el mercado, e indicadores de tipo socio-económico para poder establecer las posibles repercusiones que tendría una despenalización en el consumo de la cocaína. Así mismo, el modelo utilizado en este estudio busca entender el impacto que tendría otras variables, como el desempleo, sobre su consumo de droga, con el fin de obtener información relevante para el planteamiento de políticas públicas enfocadas en la reducción del impacto generado por el consumo de droga en todos los segmentos de la población.

Palabras Clave

Elasticidad precio de la demanda, drogas ilícitas, despenalización, legalización, teoría del consumidor, salud pública, capital social.

Introducción

Partiendo del hecho de que la lucha contra las drogas y, en general, el narcotráfico, es uno de los debates más controversiales en la actualidad en materia de política internacional, se hace necesario hacer un análisis del comportamiento de este mercado para entender realmente cómo se mueve y bajo qué móviles.

Hasta la fecha se han realizado numerosas investigaciones que buscan dar luces acerca de este mercado ilegal desde todos sus eslabones. Es así, como se encuentra abundante literatura concerniente a todas las etapas de la producción de estas drogas y cómo estas afectan directamente el comportamiento del mercado en términos de disponibilidad y asignación de los precios al consumidor.

Otro tanto se ha escrito acerca de la forma como se ha venido moviendo el mercado en los últimos años, y de qué formas ha mutado para adaptarse a los nuevos retos que le imponen las políticas adoptadas por los diferentes países, en la mayoría de los casos, bajo la batuta del gobierno estadounidense.

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Esto nos da como resultado, una extensa literatura acerca de las particularidades de la oferta y la forma como esta ha venido operando en determinados contextos. Se han discutido las razones, los contextos en los cuales florece el negocio, las relaciones de los diferentes actores involucrados en él y las diferentes políticas adoptadas por los gobiernos quienes buscan prevenir, de esta forma, que el producto final llegue a las calles de las ciudades.

Desafortunadamente, no se puede decir lo mismo de la otra parte de la ecuación: la demanda de drogas ilícitas. Diferentes motivos pueden explicar las razones detrás de ello, aunque, a nuestro parecer hay una que viene siendo la más determinante de todas: la ausencia de información fiable que sirva de sustento para cualquier estudio de tipo académico. A los pocos datos que realmente se pueden conseguir en las calles–en relación al perfil de los consumidores y las razones detrás de sus actitudes–, se le suma el hecho de que estos no son del todo confiables ya que muy pocas personas son proclives a proveer información honesta con respecto a un tema tan censurable socialmente como es el consumo de drogas ilegales.

E investigaciones de este tipo es lo que precisamente falta para llegar a entender cómo se comportan los ciudadanos ante diferentes escenarios. Más todavía si actualmente en foros internacionales se discuten medidas como la despenalización del consumo e incluso la misma legalización, ante la evidencia que nos muestra que los largos años vividos bajo el amparo de la guerra contra las drogas, no han arrojado los resultados esperados.

Por todas las razones anteriormente expuestas, se hace necesario llevar a cabo un ejercicio analítico que muestre cómo se comporta esa otra parte de la ecuación en determinados escenarios. Esto, para responder a la pregunta de qué tanto el precio de la droga sumado a otras variables socioeconómicas del país en estudio –en este caso los Estados Unidos– inciden en el comportamiento del consumidor.

Así, con el uso de modelos estadísticos y los datos oficiales que hay disponibles hasta la fecha sobre precios de la cocaína y consumo de esta en los últimos años –de 1996 a 2010–, sumado a los datos socioeconómicos del país en esos mismos años, el objetivo del presente estudio es buscar una relación entre estas variables para entender mejor qué repercusiones tendría una hipotética despenalización e incluso legalización en el consumo de estas drogas. Esto último, partiendo del hecho de que ante este escenario, los precios se alterarían considerablemente, hacia una tendencia a la baja. Esto también nos serviría para poner a prueba diversas teorías que nos hablan acerca de las características de la elasticidad de la demanda hacia estas drogas. En este sentido, nos llevaría a resolver la duda sobre qué tan elástica o inelástica es realmente la demanda hacia este producto.

El presente documento se divide en cuatro partes. En la primera –a modo de Estado del arte–se hace un recuento de las principales teorías que se han expuesto hasta la fecha en relación a los diferentes componentes que abarcan este universo de las drogas ilegales. Se trata de un recuento que resalta las diferentes posturas que se han manejado en torno a los temas más polémicos de este mercado ilegal.

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La segunda parte es un marco teórico, en el cual se explica la teoría detrás de los conceptos que se van a trabajar en el documento. Se definen estos, para la mejor comprensión del lector, al tiempo que se da una explicación acerca de por qué se escogen y la forma como se van a usar para llegar a las conclusiones esperadas.

Posteriormente, se hará una breve explicación acerca de la metodología que se empleará para poner a prueba los datos encontrados, al igual que las razones por las cuales consideramos que el modelo metodológico escogido es el más adecuado para los fines del presente trabajo.

Finalmente, se presentan los resultados obtenidos lo que nos llevará a una serie de conclusiones con respecto al comportamiento de la demanda en el mercado estadounidense y cómo esta se comportaría ante los diferentes escenarios a la que la expondríamos utilizando los modelos metodológicos anteriormente señalados. Esto último, con la finalidad de concluir si realmente un cambio drástico en materia de política pública en relación al mercado de la cocaína, tendría un impacto notorio en el comportamiento de los consumidores de este producto.

I. ESTADO DEL ARTE

A través de las décadas libradas de esta mundialmente conocida “guerra contra las drogas” mucho se ha escrito al respecto y, en general, sobre el fenómeno de las drogas ilícitas, el comercio de estas y su repercusión mundial. A continuación, algunos de los apartes más significativos con respecto a sus múltiples componentes y las opiniones de los expertos y estudiosos del tema sobre las consecuencias que ha arrojado una guerra que se ha librado en todos los continentes.

i. Particularidades de la oferta

A pesar de que la finalidad del presente documento no es examinar la oferta de las drogas ilegales en sus diferentes componentes, sí se hace necesario hacer una breve mención de los principales aportes de diferentes académicos al respecto, ya que no se puede obviar esta parte de la ecuación para entender la real dimensión del problema al cual nos enfrentamos.

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Con respecto a los elementos necesarios para llevar a cabo tanto la producción y la comercialización de las drogas, el profesor y experto en economía política de las drogas,FranciscoThoumi, hace un recuento de lo que él considera como tareas imprescindibles en las industrias ilegales. Estas son: “(…) comerciar insumos ilegales; sembrar, cuidar y cosechar plantíos ilegales; desarrollar sistemas clandestinos de manufactura de drogas; vender productos ilegalmente en los mercados internos de los países en donde hay producción ilegal de drogas; contrabandear el producto final para sacarlo del país; desarrollar redes de mercadeo ilegal en el extranjero; transportar el dinero obtenido ilegalmente cruzando fronteras internacionales; lavar e invertir las ganancias obtenidas ilegalmente”. Sostiene también, y no menos importante, que se requiere que las personas involucradas en el negocio estén dispuestos a violar constantemente las leyes y hacer uso de la violencia, si se hace necesario1.

Además, según el autor, para que se puedan llevar a la práctica estas destrezas ilegales, se tienen que presentar una serie de características. Primero, se llevan a cabo en entornos donde el Estado no puede hacer cumplir el marco legal y donde otras instituciones perdonan ciertos comportamientos ilegales. Segundo, en estos lugares estas destrezas contribuyen a aumentar la violencia, la corrupción y otras actividades ilegales. Tercero, anota el autor, que estos comportamientos y destrezas pueden ser creadas, aumentadas, así como disminuidas o destruidas por los mismos cambios legales2.

Pero uno de los valiosos aportes de Thoumi ha sido sacar a la luz pública una serie de revelaciones hechas por economistas a la hora de tratar de explicar este fenómeno. Al respecto, nos habla sobre un nuevo componente explicativo que es necesario añadir a la hora de entender loque hay detrás de estas actividades ilegales. Tales son los “valores morales” que radican en que los individuos ejecutan estas acciones ilegales porque sus beneficios netos sean positivos, pero también porque en casos particulares estas acciones exceden un nivel mínimo de cada individuo antes de decidirse a violar el marco legal para realizar sus actividades. Este nivel está determinado, precisamente por los “valores morales” de cada quien3.

Con respecto a las particularidades actuales de la oferta, los autores reconocen que ha habido cambios en esta a partir de los golpes propinados a los carteles en medio de la guerra contra las drogas impulsada por el gobierno estadounidense. Al respecto, los investigadores Luis Eduardo Sandoval, Ángela López y Camilo Cárdenas hablan de una contracción de la oferta, lo que ha llevado a un aumento de los precios en vista de la disminución de las cantidades ofrecidas. Pero asimismo, anotan que uno de los efectos inmediatos de esta caída de los grandes carteles ha sido la disminución de los precios de la cocaína atribuido, posiblemente a una producción más diferenciada y una heterogenización de las empresas detrás del negocio4.

1Fransisco E. Thoumi, El imperio de la droga. Narcotráfico, economía y sociedad en Los Andes, IEPRI,

Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2002. P. 79. 2Ibíd. P. 80.

3Ibíd. P. 83.

4Luis Eduardo Sandoval, Ángela López y Camilo Cárdenas, Determinantes y características de la oferta de

cocaína en Colombia (1989 – 2006), VI Foro de Estudiantes de Economía, Finanzas y Comercio Internacional de la Universidad del Rosario, Bogotá, 2009. Págs. 202-205.

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Otros hablan de un cambio de un mercado monopolístico –cuando los carteles eran los protagonistas del mercado–, a un sistema oligopólico –tras su disolución– manteniéndose Colombia, no obstante, como el principal productor de drogas latinoamericano hacia los Estados Unidos5.

En lo que sí hay un consenso generalizado es en que se trata de una industria que se ha demostrado flexible ante los cambios en las políticas y las coyunturas mundiales en torno a esta guerra librada en los países productores.

ii. Particularidades de la demanda

Sobre esta materia, la literatura, aunque ha avanzado y se ha especializado en los últimos años, no ha sido tan extensa en comparación con la oferta, y el denominador común, una vez revisados diferentes documentos al respecto, es que aún hay vacíos interpretativos resultado, en gran parte, de la ausencia de información fiable sobre las características del consumidor.

Según un reciente estudio de la UNODC, en términos de consumo global, la proporción de usuarios de drogas en la población entre 15 y 64 años se ha mantenido estable en aproximadamente 5% (rango: 3,4%-6,2%) en 2009/2010. En relación a los usuarios frecuentes de drogas, los cálculos varían entre 15 y 39 millones de personas, lo que equivale al 0,3%-0,9% de la población entre los 15 y 64 años. Ahora, sobre el uso de cocaína, en particular, concluye este estudio que, después del cannabis, las drogas sintéticas y los derivados del opio, esta es la sustancia más usada con cálculos que varían entre 14 y 21 millones de usuarios, lo que equivale a una prevalencia anual en los rangos 0,3%-0,5% en las edades 15-64. En materia de la distribución de este consumo, resalta el estudio que casi el 37% de los usuarios mundiales de cocaína provienen de Norteamérica, a pesar de las reducciones registradas en los últimos años. Estas reducciones, según el organismo,tendieron a registrarse significativamente a partir de 2006, con una prevalencia anual de uso de cocaína bajando de 3% de la población entre los 15 y 64 años, a un 2.4% en 20096.

El hecho es que, como bien lo afirma Thoumi, “(…) Las drogas psicoactivas se han usado en todas las sociedades y su producción, tráfico y consumo han sido siempre difíciles de manejar debido a los problemas que genera la adicción”7.

Sobre las razones explicativas detrás del consumo se ha discernido bastante en los últimos años. Hay quienes hablan de determinantes farmacológicos, genéticos, cognitivos, actitudinales, sociales, de personalidad, y de desarrollo8. A esto se le debe agregar la disponibilidad y el precio de estos bienes, aunque al respecto, no hay un

5R. Craig, Colombian Narcotics and United States – Colombian Relations. En: Journal of Interamerican

Studies and World Affairs, 23. 6UNODC, Overview of global and regional drug trends and patterns, en: World drug report, UNODC, New

York, 2011. 7Thoumi, 2002, Óp., Cit. P. 86.

8G.J. Botvin y K.W. Griffin, Drug abuse prevention in high school currícula, en Z. Sloboda y W.J. Bukoski

eds., Handbook of drug abuse prevention: theory, science and practice, Kluwer/Plenum New York. P. 45-76.

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acuerdo generalizado en torno a si esta demanda depende o no directamente de estos factores.

Para ArleneTickner y Carolina Cepeda estos factores no necesariamente están directamente relacionados con el consumo. Afirman que a pesar de una mayor disponibilidad de cocaína a precios menores en el mercado estadounidense, no ha habido mayor consumo en los últimos años. Sobre el tema, sostienen que “(…) los informes del 2008 y el 2009 del NationalDrugIntelligence Center sugieren que el consumo de la cocaína se ha mantenido estable durante los últimos seis años a pesar de la disminución de precios y el aumento de la pureza”9.

Para William Rhodes y Patrick Johnston las cosas no son tan sencillas. Los investigadores afirman que sería un error concluir que los precios de la cocaína no importan, ya que la información que pudieron revisar –que afirman es la conseguida hasta la fecha–, no es suficiente para llegar a esa conclusión. No obstante, hacen la salvedad de que, según los resultados de su estudio, los miembros de un hogar promedio no son sensibles a los precios de este producto10.

Cosa distinta suponen Gary S. Becker, Kevin M. Murphy, Michael Grossman para quienes la demanda de drogas, se asume, depende del precio de mercado de las drogas, el cual es afectado por los costos impuestos a los traficantes por medio de las medidas de choque y las penalidades, tales como la confiscación de las drogas y los arrestos. De igual forma, según ellos, esta demanda también depende de los costos que el gobierno le impone a los consumidores, por lo que entre sus hallazgos llegaron a la conclusión de que las medidas asumidas por los gobiernos sí tienen un impacto directo en el comportamiento de la demanda11.

Algo similar opinan Peter Reuter, Mark A.R. Kleiman, quienes sostienen que los posibles consumidores, al igual que los consumidores reconocidos, son sensibles al precio de las drogas. De tal forma, afirman que si la nación puede incrementar la efectividad de las políticas locales, los programas, la interdicción y el endurecimiento de las leyes domésticas, se puede reducir considerablemente el abuso de estas sustancias. No obstante esto último, con algo de pesimismo, pero también algo de realismo, concluyen que la nación no podrá tener una influencia significativa en términos de la reducción de la oferta y el incremento de los precios de estas drogas ilícitas12.

Y en este debate es donde juega un papel fundamental la elasticidad de la demanda en relación al bien. Esto es, qué tanto esta es influida por una subida o caída en los precios, es decir, qué tan estrecha es esta relación. Según Becker Murphy y Grossman,la elasticidad de la demanda para un bien ilegal es crucial para entender los 9ArleneBethTickner y Carolina Cepeda, Las drogas ilícitas en la relación Colombia-Estados Unidos:

balance y perspectivas. En: Alejandro Gaviria Uribe, Daniel Mejía Londoño (compiladores) Políticas antidroga en Colombia: éxitos, fracasos y extravíos, Ed. Universidad de los Andes, Bogotá 2011. P. 221. 10

William Rhodes, Patrick Johnston, Song Han, Quentin Mc Mullen, Lynne Hozik, Illicit drugs: price

elasticity of demand and supply, Abt associates Inc., Washinton, February 2000. P. 91 11

Gary S. Becker, Kevin M. Murphy, Michael Grossman, The economic theory of illegal goods: the case of

drugs, National Bureau of economic research, Massachusetts, December 2004. P. 4 12

Peter Reuter, Mark A.R. Kleiman, Risks and Prices: an economic analysis of drug enforcement, En: Crime and Justice, Vol. 7, University of Chicago Press, Chicago, 2006. P. 91

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efectos de las medidas punitivas a los productores en el costo total relacionado con el suministro y el consumo del bien. En particular, cuando la demanda es inelástica, no es efectivo endurecer las reglas de prohibición a menos de que el valor social sea más negativo que el valor privado13.

A pesar de que hay matices en torno a las características de la demanda de la cocaína, la totalidad de los autores consultados sostienen que esta tiende a ser más inelástica –en otras palabras, independiente de los precios del bien– por lo que las políticas encaminadas a lograr una subida de precios no necesariamente son tan eficaces para lograr su cometido final que es reducir sustancialmente el consumo. Al respecto, los autores Peter Reuter y Mark A.R. Kleiman afirman que, debido a la inelasticidad de la demanda, estas políticas represivas han logrado dos efectos no deseados: uno en el presupuesto de los consumidores y otro en las ganancias totales. Aseguran que al tiempo de que los consumidores pagan más, volviéndose más pobres, lo empresarios de estas drogas ganan más, volviéndose más ricos y poderosos14.

Por último, Becker, MurphyyGrossman le añaden al problema del consumo un nuevo ingrediente a la ecuación: las medidas represivas adoptadas por los gobiernos para desestimularlo. Según ellos, en un contexto de demanda inelástica, se produciría un doble efecto. Esto sería, según ellos, a que en este escenario, los recursos finalmente terminan en el mercado de las drogas, por una subida de los precios debido a las políticas adoptadas en torno a la oferta, al tiempo que las medidas dirigidas hacia el consumo terminarían, al mismo tiempo, reduciéndolo15.

iii. Políticas de prevención al consumo

La correcta formulación de políticas públicas destinadas a prevenir el consumo, es también materia de debate en los círculos políticos y académicos y, hacer mención a este, se hace necesario si se quiere revisar el desarrollo del comportamiento de los consumidores en estos últimos años. Al respecto, los autores Jorge Larreamendy-Joerns y María Fernanda Vence hacen un recuento bastante completo y preciso sobre la materia. Para ellos, estas acciones, de tipo preventivo, debe enfocarse en “(…) disminuir la probabilidad de que ocurra el consumo, y que, en caso de ocurrir, no se den transiciones hacia patrones de consumo consolidados o crecientes en intensidad”. Explican que el propósito de estos programas, “(…) no es disuadir a los ya consumidores o dependientes, sino evitar que consumidores potenciales consuman ocasionalmente o desarrollen dependencias”16.

Sostienen que para una correcta prevención, se deben modificar las variables que la predicen (i.e., factores de riesgo) y las variables que la moderan (i.e., factores protectores). Por ello, explican que las variables predictoras y moderadoras son de diverso nivel: individual, familiar, escolar, de pares y de la comunidad. Al respecto, traen a colación la teoría de Albert Bandura que se basa en el montaje de escenarios

13

Becker Murphy y Grossman, Óp., Cit, 2004.P. 2. 14

Reuter y Kleiman, Óp. Cit., 2006. P. 337. 15

Becker Murphy y Grossman, Óp., Cit, 2004.P. 8. 16

Jorge Larreamendy-Joerns y María Fernanda Vence, La demanda como drama: la prevención y el

tratamiento del uso de drogas en Colombia. En: Gaviria y Londoño, Óp., Cit., 2011. P. 128.

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que les permitan a las personas desarrollar habilidades de automanejo, sociales generales, al igual que habilidades de resistencia17.

Sobre el tema en mención, concluyen, con base en la experiencia internacional: “(…) la prevención completa es un logro de difícil y rara ocurrencia. De allí que los programas de prevención deban suplementarse con programas de reducción del daño, los cuales asumen que la abstinencia puede no ser una meta razonable o alcanzable para los ya consumidores, aunque sí la reducción del daño, o el uso de las drogas dentro de ciertos parámetros”18.

Un tanto más crítico ha sido FransicoThoumi quien asegura que una de las razones por las cuales estas políticas no han tenido los efectos esperados a nivel general de la población, estriba en que, desde su formulación, no se le ha puesto suficiente énfasis a las razones reales detrás de la oferta y la demanda. Esto es, según su entender, que las políticas no se han diseñado con base en un entendimiento real de las razones por las cuales las sociedades consumen y producen drogas, sino sencillamente con base en un autoconvencimiento de que es bueno eliminar o, al menos, reducir el consumo19.

iv. La “guerra contra las drogas”

El gobierno estadounidense declaró esta guerra frontal durante la administración de Richard Nixon en 1971 en un ejemplo más de la forma en que este gobierno ha tratado de imponer su visión del mundo hacia el resto de los países que comparten sus problemas. Años después de implementada, con las consecuencias sociales y económicas por todos conocidas, múltiples autores han escrito sobre sus componentes y consecuencias inmediatas y mediatas. A continuación, las principales características de esta política, según las voces académicas más reconocidas.

Según ArleneTickner y Carolina Cepeda,desde principios del siglo pasado la política estadounidense hacia las drogas ilícitas se ha fundamentado en dos supuestos. Primero, que estas constituyen un mal moral; y, segundo, que representan una amenaza a la seguridad nacional. Con esto último, según ellas, se faculta al Estado para que monopolice su manejo, apartándolo de la esfera de lo público y, por ende, el debate democrático y la búsqueda de otras alternativas20.

Para Thoumi, los métodos implementados en los últimos 25 años por los EEUU, los países andinos y algunas naciones europeas son, entre otros:

- Erradicación de las plantaciones de coca y amapola. - Programas de sustitución de cultivos. - Esfuerzos de prohibición y controles a los insumos o precursores químicos

usados en la elaboración de cocaína y heroína. - Decomiso y destrucción de laboratorios e incautación y prohibición nacional de

productos derivados de la coca y la amapola. - Extradición de los principales traficantes andinos hacia los Estados Unidos.

17

Ibíd. P. 130. 18

Ibíd. P. 131. 19

Thoumi, 2002, Óp., Cit. P. 359 20

Tickner y Cepeda, Óp., Cit., Pp. 208 y 209.

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- Fortalecimiento de la justicia andina para mejorar la eficiencia y evitar la corrupción de funcionarios de la justicia.

- Entrenamiento de la policía y las fuerzas armadas. - El establecimiento en 1986, por parte de los Estados Unidos, del proceso anual

de “certificación” mediante el cual se ejerce presión y se imponen sanciones a los países que no cooperen totalmente con sus políticas contra las drogas.

Según el propio Thoumi: “Las políticas incorporan elementos de “zanahoria y garrote”, pero tienen un notable sesgo hacia el lado del garrote. (…) Las políticas de desarrollo alternativo constituyen la parte correspondiente a la zanahoria, pero también contienen elementos represivos, en cuanto obligan a la erradicación”21.

Se tratan estas, según el investigador, de políticas cuyas metas han sido: 1)bajar la producción de drogas. 2) Reducir al mínimo las ganancias ilegales de los traficantes. 3) Castigar a los traficantes, preferiblemente a los grandes. 4) Aumentar al máximo los precios minoristas de la marihuana, la cocaína y la heroína22.

Por su parte, Manuel Iturralde y Libardo José Ariza, afirman que tras la Convención contra el Tráfico Ilícito de Drogas Narcóticas y Sustancias Psicotrópicas de 1988, los países firmantes se comprometieron a endurecer las penas contra el narcotráfico y delitos conexos; establecer mecanismos para el intercambio de información entre los países así como, en adelante, tipificar y perseguir nuevas conductas relacionadas con este tráfico ilegal23.

Lo curioso del caso, es que, a pesar del rechazo generalizado con respecto a los métodos y resultados de esta política –incluso en los mismos estadounidenses–Moisés Naim resalta que solo un porcentaje pequeño de sus ciudadanos considera que estos métodos punitivos deben acabarse, haciendo la salvedad de que, en el caso de la marihuana, no piensan de la misma manera24.

v. Resultados de la “guerra contra las drogas”

En su mayoría, los autores consultados han sido bastante críticos con respecto a los resultados tangibles que ha arrojado esta política que han adoptado, prácticamente, todos los países involucrados en la producción y consumo de drogas ilícitas. Esto, en parte, explica por qué los hacedores de política y los mismos políticos ya están debatiendo acerca de novedosas formas de hacerle frente al consumo, producción y tráfico de estas drogas. Haciendo un barrido por los principales autores que han investigado y escrito acerca de la materia, pareciese, literalmente, que se trata de una cruzada en contra de una serie de medidas que consideran más perjudiciales que benéficas: sobre todo, para los países productores.

Tickner y Cepedaconsideran que esta guerra no ha tenido los resultados esperados ni en disminución de la oferta ni en aumento considerable de los precios. Así, resaltan

21

Thoumi, 2002, Óp., Cit.P. 350. 22

Ibíd. P. 361. 23

Manuel Iturralde y Libardo José Ariza, El tratamiento penal del narcotráfico y delitos conexos. En: Gaviria y Londoño, Óp., Cit., 2011. P. 272. 24

Moisés Naim, Wasted, ForeignPolicy, 15 de abril. Tomado de pagina web: http://www.foreignpolicy.com/articles/2009/04/15/wasted_0

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que entre 2002 y 2006 se ha observado una clara tendencia hacia la disminución o mantenimiento del precio y el aumento de la pureza de la cocaína. También, que esta tendencia se invirtió ligeramente, ya que, con base en datos del NationalDrugIntelligence Center, la pureza disminuyó de un 63% en 2007 a un 56%, mientras que, en ese periodo el precio solo subió USD 121 a 12425.

Y está también el tema de la política criminal local en los Estados Unidos. Las investigadoras señalan que, a raíz de las políticas punitivas la población carcelaria estadounidense ha crecido un 400% desde 1980 y sus cortes han estado “(…) atoradas con casos menores de posesión”26.

Tal vez ha sido Francisco Thoumi, una de las voces más críticas con respecto al balance de estas políticas. Aunque reconoce que los países andinos han tenido algún éxito, su balance en general es negativo. A manera de ejemplos destaca que se han desarrollado nuevos productos a base de la cocaína; se ha aumentado su producción y pureza; se han desarrollado nuevas tecnologías al tiempo que se han abierto otros mercados en Europa, la ex Unión Soviética, Sudáfrica y el Cono Sur, entre otros. Destaca además que, desde 1983, los precios de la cocaína han decaído un 75% en los Estados Unidos, al tiempo que su pureza ha aumentado27.

Y, con respecto a sus efectos colaterales, es contundente: “(…) Los éxitos en aumentar los precios callejeros de las drogas aumentan los incentivos de producción, y los éxitos en reducir los precios de las materias primas en las zonas de cultivo crean incentivos para producirlos en otros sitios”28.

Por otra parte, Manuel Iturralde afirma que la justicia penal no ha sido eficaz en la reducción significativa de la delincuencia asociada al narcotráfico29. Ahora, sobre sus efectos en la reducción del consumo,ReuteryKleiman aseguran que el endurecimiento de las medidas, en particular del gobierno federal, no ha podido reducirlo. Sobre el tema, en general, sostienen:“(…) Limitar la producción de coca en Perú, capturar a los traficantes de marihuana de Colombia, o encarcelar a los importadores de heroína iraní, producen estadísticas satisfactorias pero no tienen un peso significativo en el sistema de distribución de las drogas”30.

Ahora viene el fenómeno de la relocalización de cultivos como consecuencia de los diferentes métodos de erradicación impulsados, sobre todo, por el gobierno colombiano, denominado en círculos académicos como el “efecto globo”. Así lo describe el investigador Daniel Mejía: “La lucha antidroga ha repercutido negativamente en los cultivos de coca y la producción de cocaína de los otros dos países productores, Perú y Bolivia, los cuales han evidenciado incrementos durante los últimos años como resultado de lo que se conoce como el “efecto globo””31.

25

Tickner y Cepeda, Óp., Cit., P. 205. 26

Ibíd. P. 206. 27

Thoumi, 2002, Óp., Cit.P. 351. 28

Ibíd. P. 361. 29

Iturralde, Ariza, 2011, Óp., Cit. P. 271. 30

Reuter y Kleiman, Óp. Cit., 2006. P. 336. 31

Daniel Mejía, Políticas antidroga en el Plan Colombia: costos, efectividad y eficiencia. En: Gaviria y Londoño, Óp., Cit., 2011.

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Pero no todas los resultados han sido negativos o insuficientes. Según Rhodes, Johnston Han, Mc Mullen y Hozik,la combinación de programas en áreas determinadas, la interdicción y las leyes domésticas han incrementado exitosamente el precio de las drogas ilícitas a niveles que son mucho más altos de lo que serían en otras circunstancias. Si no fuera por esto, afirman, sus precios serían comparables a los de la aspirina. No obstante esto último, estos autores matizan también los resultados –que, a primera vista podrían ser positivos– al afirmar que desde 1988 los precios de la cocaína, la heroína y las metanfetaminas han bajado o han permanecido similares, a pesar de la puesta en marcha de esta guerra. A manera explicativa, concluyen que mientras el endurecimiento de las leyes ha mantenido los precios domésticos altos para las sustancias ilícitas, una expansión de esta legislación y los recursos asociados a esta en la década de los 90, no ha tenido efectos conmensurables en los precios de las drogas32.

Las Naciones Unidas sí han sabido sacarle el “lado bueno” a estos esfuerzos, sobre todo en términos de reducción de cultivos y disminución de la producción en general. En su World Drug Report de 2011, hablan sobre aumentos en las incautaciones de cocaína durante el periodo 2000-2005. En este punto hacen la salvedad, no obstante, de que aunque estas han fluctuado, no han cambiado dramáticamente entre 2000 y 2009. Sin embargo, esto último es visto con buenos ojos por parte de esta agencia en el entendido de que, según sostienen, indica mejoras sostenibles en los rangos de interceptaciones de cocaína, dada la disminución de la producción de cocaína a nivel global33.

A manera de conclusión, cabe destacar la siguiente reflexión hecha por los investigadores Sandoval, López y Cárdenas:

“(…) las medidas que el gobierno ha implementado para generar un impacto negativo en la contracción de la oferta de la cocaína no han sido lo suficientemente eficaces con respecto a la disminución en su precio y la consecuente desestabilización del mercado. Sin embargo, el fortalecimiento estatal y las acciones en contra de los grupos ilegales que manejan el tráfico de droga han sido efectivos en cuanto al control del cultivo de droga. En este sentido, el mercado de la cocaína ha evolucionado y sigue evolucionando con el fin de contrarrestar las acciones gubernamentales, lo que al mismo tiempo puede incrementar el precio por las dificultades que se presentan al hacer llegar el producto al consumidor final”34.

vi. Fiabilidad de la información analizada

Si algo caracteriza la mayoría de artículos y publicaciones que se han escrito en torno a las drogas y el narcotráfico en general, es la ausencia de datos realmente confiables. SegúnThoumi, todos los cálculos que engloban esta actividad, así como los indicadores económicos que arroja la industria son inciertos y difíciles de averiguar debido

32

Rhodes, Johnston Han, Mc Mullen y Hozik, 2000, Óp., Cit, P. 89. 33

UNODC, 2011, Óp., Cit. 34

Sandoval, López y Cárdenas, 2009, Óp., Cit.

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precisamente al carácter ilegal de la industria, lo que plantea, según sus palabras, “(…) desafíos a la exploración académica”35.

Y los problemas que acarrea esto, según el economista, no sólo son de tipo analítico sino que tienen implicaciones en la formulación de políticas y normas. A manera de ejemplo, el académico lo plantea de la siguiente manera: “Durante los últimos 15 años, por ejemplo, los países productores de coca han recibido apoyo extranjero para ayudar a erradicar las plantaciones. Por lo tanto, muchos políticos locales creen que una petición exitosa de ayuda extranjera se relaciona directamente con el tamaño de la industria ilegal”36.

Para Daniel Mejía, y Daniel M. Rico, la escasez de información se hace mucho más dramática en relación a la microeconomía de la producción de cocaína. Ellos lo explican por el riesgo implícito que rodea cualquier trabajo de campo, ya que reconocen que en esta etapa del negocio están involucrados actores armados ilegales37. Asimismo, aunque no lo reconocen estos autores de manera explícita, se podrían extrapolar estos mismos riesgos a la investigación en torno a la venta y el consumo en las calles de las principales ciudades.

El mismo informe de la ONU reconoce estas asimetrías en la obtención de la información, al afirmar que si ha habido una tendencia generalizada ha sido –para la mayoría de las drogas–, hacia una amplitud de los rangos en términos de los supuestos consumidores, lo que refleja una mayor incertidumbre en relación al verdadero número de usuarios38.

vii. Alternativas exploradas

Por último, se hace necesario para los fines del presente documento hacer un breve recuento sobre los principales planteamientos en torno a las opciones que, desde la academia, se han explorado en relación al cultivo y comercialización de las drogas, hasta ahora, ilegales.

A nivel de la región latinoamericana, ha tenido bastante repercusión el documento redactado con la ayuda de los ex presidentes César Gaviria, de Colombia, Ernesto Zedillo, de México y Fernando E. Cardoso de Brasil, titulado Drogas y democracia: Hacia un cambio de paradigma. Tras este, en la Región se empieza a hablar de otras opciones en materia de lucha contra las drogas como puede ser la despenalización del consumo, la descriminalización de este y el tratar al mismo consumidor como un paciente, mediante una nueva política que empiece a entender el fenómeno como un problema de salud pública. Este enfoque plantea políticas públicas priorizadas hacia la lucha contra los efectos más nocivos para la sociedad como la violencia y el crimen organizado, el lavado de dinero, la corrupción de las instituciones, el tráfico de armas y

35

Thoumi, 2002, Óp., Cit.P. 177. 36

Ibíd, P. 182. 37

Mejía y Rico, 2011, Óp., Cit. 38

UNODC, 2011, Óp., Cit.

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el control de territorios, entre otros efectos que sí tienen una incidencia negativa en la sociedad como un conjunto39.

Sin embargo, los investigadores Iturralde y Ariza matizan un poco el debate al afirmar que una eventual política dirigida hacia esta dirección es poco viable en el mediano plazo y, haciendo alusión al caso colombiano, no depende exclusivamente de ese país40. Mención similar se podría hacer en relación a cualquier otro país andino o, en general, productor.

Becker,Murphy, Grossman han sido arriesgados al respecto al proponer una legalización de estos bienes y una debida imposición de impuestos a estos, como una fórmula más efectiva que la misma persecución y criminalización. Según los descubrimientos arrojados por su estudio, un impuesto monetario a un bien legal puede generar una mayor reducción en las ganancias finales del bien e incrementar, en mayor medida, el precio, que una medida punitiva. Sostienen que el gobierno puede establecer un impuesto que suba el precio del bien incluso por encima del precio que se cobra actualmente al ser este ilegal. Esto, aunque podría hacer que los productores se irían a la ilegalidad debido a los altos precios, podría ser contrarrestado según los autores, con medidas más represivas y penas más altas contra los contrabandistas41.

Pero el mismo impacto de estas políticas públicas es mitigado por el autor Peter Reuter quien sostiene que sólo al aceptar que la política tiene una importancia moderada en el uso de las drogas, podrán los gobiernos mitigar la rudeza de las políticas sin riesgos de que estas nuevas políticas sean vistas como una promoción al uso de drogas42.

Para finalizar, Thoumireflexiona sobre lo que, considera, un problema generalizado de las ciencias sociales con respecto a la formulación de políticas públicas contra las drogas ilegales. Según él, ha habido una pobre contribución de estas ciencias no solo en los Estados Unidos sino en todas las agencias multilaterales43.

39

Ver: Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, Drogas y democracia: hacia un cambio de

paradigma. Declaración de la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, Brasil, 2009. 40

Iturralde, Ariza, 2011, Óp., Cit.P. 272. 41

Becker Murphy y Grossman, Óp., Cit, Pp. 20-22. 42

Peter Reuter, Why can´t we make prohibition work better? Some consequences of ignoring the

unattractive. En: Proceedings of the American philosophical society, vol. 141, no. 3, septiembre, 1997. 43

Thoumi, 2002, Óp., Cit. P. 360.

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II. MARCO TEÓRICO

Elasticidad Precio de la Demanda

El concepto de elasticidad, en matemáticas, se define como el radio de cambio incremental del logaritmo de una función con respecto al cambio incremental del logaritmo de un argumento. Esta definición de elasticidad es conocida como elasticidad de punto.

En términos económicos, la elasticidad es una medida de la respuesta de una variable a cambios generados en otra variable. Los economistas han identificado cuatro tipos básicos:

Elasticidad del Precio mide cuanta cantidad de la oferta de un bien, o de su demanda, cambia si se afecta el precio. Si el porcentaje de cambio de una cantidad es mayor al porcentaje de cambio en el precio, el bien en precio-elástico, si es menor, el bien es inelástico.

Elasticidad del Ingreso de la Demanda mide como la cantidad demandada cambia cuando se aumenta el ingreso.

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La elasticidad cruzada muestra como la demanda por un bien cambia cuando el precio de otro bien cambia. Si los bienes son sustitutos, la elasticidad cruzada será positiva: un incremento en el precio de un bien aumentará la demanda del precio de otro bien sustituto. Si los bienes son complementarios, la elasticidad cruzada será negativa. Si los bienes no tienen relación alguna, la elasticidad cruzada será igual a cero.

Elasticidad de Substitución describe cuan fácil una entrada en el proceso de producción, como el trabajo, puede ser sustituida por otra, como la maquinaria.

Entre más alta sea la Elasticidad Precio de la Demanda, más sensibles son los consumidores a cambios en el precio. Una muy alta elasticidad de la demanda sugiere que cuando el precio de un bien sube, los consumidores comprarán menos de dicho bien, y cuando el precio baja, los consumidores comprarán una mayor cantidad de dicho bien. Una elasticidad del Precio muy baja implica lo contrario, pues cambios en el precio tienen muy pequeña influencia en la demanda.

La elasticidad precio de la demanda nos indica en qué proporción varía la cantidad demandada ante una variación proporcional en el precio, es decir:

Elasticidad precio de la demanda = variación proporcional en la cantidad / variación

proporcional en el precio.

Epd = (Variación de Qd/Qd) / (Variación de P/P)

Entonces, el valor que asume la elasticidad precio de la demanda indica el porcentaje

en que varía la cantidad demandada ante una variación de un 1% en el precio.

Algunos análisis teóricos y empíricos de la demanda por substancias que afectan o alteran la salud mental y física tales como el cigarrillo, el alcohol, la cocaína, la heroína y el opio emplean un marco convencional que ignora las propiedades adictivas de dichas substancias (Hampson 2002). Otros incorporan explícitamente la adicción, comportamientos futuros y vínculos entre el consumo pasado o futuro. Para nuestro propósito, todas estas perspectivas predicen que la drogas ilegales deberían exhibir una función de demanda con pendiente decreciente.

A nivel individual, la elasticidad de la participación con respecto al precio puede ser interpretada como el porcentaje de incremento en la probabilidad de uso causada por una reducción de un 1% en el precio.

Con respecto a la cocaína, muchos estudios estiman que la elasticidad precio de la demanda para el uso de la cocaína oscila entre -0.41 y -1.00 (Hampson 2002). Estos estimados implican que una reducción de un 10% en el precio podría ocasionar que el número de personas que consumen dicha droga se eleve entre un 4% y un 10%. Siguiendo a Hampson (2002), la elasticidad del precio de la frecuencia de uso anual condicionado a uno uso positivo cae entre -0.35 y -0.44. Esto es, una reducción de un

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10% en el precio ocasionaría que el número de ocasiones en las que un sujeto consume cocaína se incrementaran en 4% aproximadamente.

Las elasticidades del precio más grandes emergen de estudios que han limitado la muestra a adolescentes y adultos jóvenes (Hampson 2002), lo que implica que este grupo es más sensible al precio que otras poblaciones. Este hallazgo tiene implicaciones de política importantes porque la prevalencia de las drogas ilegales es mayor entre personas entre los 17 y los 29 años. Teniendo en cuenta que muy pocas personas se inician en el consumo de drogas después de los 29 años de edad. La manera más efectiva de minimizar el consumo en todos los segmentos de la población es la de prevenir la iniciación y el consumo entre los adolescentes y lo adultos jóvenes.

Los estudios anteriormente citados no consideran el consumo por personas desahuciadas y la población encarcelada, quienes se pueden comportar de una manera muy diferente al resto de la población (Hampson 2002), sin embargo, reporta una elasticidad precio e la demanda aun mayor (-2.50) utilizando información sobre el porcentaje de personas arrestadas y encarceladas en varias ciudades norteamericanas que dieron positivo en la prueba del uso de drogas basada en la recolección de orina. Igualmente, se encontró que la elasticidad del número de casos reportados de uso de cocaína en las unidades de atención de urgencias en los hospitales, con respecto a su precio, fue de -1.30 en una serie de tiempo estadounidense entre 1978 y 199644.

La teoría de la demanda del consumidor provee entonces un marco económico para el modelo. El modelo desarrollado utiliza un cierto número de variables independientes para estimar la demanda de cocaína en el mercado norteamericano.

A. Variables de Precio

La teoría de la demanda nos provee de los antecedentes para el estudio de cómo el uso de drogas se relaciona con los cambios en el precio, cambio en los niveles de ingreso, inversión estatal en educación y salud y el índice de precios al consumidor. Cada individuo reacciona a cambios en el precio de manera diferente. En general, la cantidad de droga demandada debería decrecer a medida que el precio se incrementa (Pinydyck and Rubinfeld, 2001). Esto es, un incremento en el precio debería tener un efecto negativo sobre el uso, independientemente de la droga estudiada. El grado en el cual el uso de una droga, con respecto a el incremento de si precio, se mide a través de la elasticidad precio de la demanda. Si la demanda por droga es inelástica, el uso no va a decrecer drásticamente con un incremento en el precio. Por otro lado, si la demanda por la droga es elástica, un incremento en el precio ocasionaría un decrecimiento pronunciado del uso de dicha droga.

Típicamente, la demanda por un bien es inelástica si existen pocos substitutos disponibles (Pinydyck and Rubinfeld, 2001). Teniendo en cuenta que no existen buenos substitutos para la cocaína, se esperaría que la demanda para dicha droga fuera

44Hampson Katherine, TheDemandforMarijuana, Cocaine, and Heroin, HonorsProjects. Paper 28, 2002.

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relativamente inelástica. Igualmente, se espera que la demanda sea inelástica debido a la naturaleza altamente adictiva de la cocaína.

Los individuos que son adictos a la cocaína no cambiaría su patrón de demanda mucho con respecto a cambios en el precio debido a la necesidad física generada por la droga. En algunos estudios previos se ha estimado el efecto del precio sobre el uso de la cocaína. En uno, Saffer and Chaloupka45 encontraron que el precio afecta negativamente el consumo de la cocaína. En otro estudio realizado por los mismos autores, calcularon que la elasticidad del precio de la cocaína se encontraba entre -1.10 y -.73 (Saffer and Chaloupka, 1995). En su estudio Michael Grossman, Frank Chaloupka, y John A. Tauras (1998) descubrieron que el precio real de la cocaína tiene un efecto negativo y significativo sobre el su uso. Observando la demanda por la población juvenil, encontraron que la elasticidad precio de la demanda es de -1.28, mientras que el de la marihuana fue de -0.008. Stephen Higginsaplicó economía del comportamiento al estudio del uso de la cocaína con el fin de evaluar el efecto sobre su precio. En su estudio de laboratorio se determinó que existe una relación negativa entre el precio y el uso de la cocaína46.

B. Variables Económicas

La cantidad de un bien demandado depende del ingreso del individuo. El efecto ingreso sobre la demanda puede ser positivo o negativo. Si la cocaína es un bien normal, la cantidad demandada incrementaría mientras los ingresos también se incrementen. Por otro lado, si la cocaína es un bien inferior, la cantidad demandada decrecerá a medida que decrece el ingreso47.

Es posible que la demanda por drogas incremente a medida que el ingreso aumenta porque los individuos contaran con más ingreso para gastar en todos los bienes de consumo, incluyendo la cocaína. Igualmente, las drogas pueden ser un bien inferior, pues mientras que el ingreso se incrementa, el costo de oportunidad de consumir cocaína también se incrementa, debido a que el individuo evalúa la posibilidad de una captura y por ende la perdida de futuros ingresos. Es difícil predecir si la demanda por la cocaína reaccionará de igual manera a un incremento en el ingreso. Teniendo en cuenta que la cocaína es una droga considera de “clase alta”, probablemente sea un bien normal. Mientras el ingreso se incremente, la cantidad demandada de cocaína también lo hará. Así mismo, basado en la premisa que la cocaína es una droga de elección para personas con cierto nivel socioeconómico, individuos con mayores ingresos demandaran mayores cantidades de la droga.

Igualmente, en el modelo se incluyen otras variables independientes que pueden tener un efecto sobre el consumo, tales como inversión en salud e inversión en educación. En ese sentido, lo que se busca es determinar con exactitud la capacidad de explicar un

45

Chaloupka, Frank J., Michael Grossman, and John A. Tauras, TheDemandforCocaine And

MarijuanabyYouth, WorkingPaper No. 6411, National Bureau of EconomicResearch, 1998. 46

Higgins, Stephen T. "ApplyingBehavioralEconomicstotheChallenge of ReducingCocaine Abuse", WorkingPaperNo. 6487, National Bureau of EconomicResearch, 1998. 47

Pindyck, Robert S. and Daniel L. Rubinfeld. Microeconomics, FifthEdition. UpperaddleRiver, New Jersey: Prentice Hall, 2001.

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aumento o un decrecimiento en el consumo, por parte de una variación en el precio, controlando por las variables independientes antes mencionadas.

III. METODOLOGÍA

Para el presente ejercicio escogimos como método realizar una regresión con variables instrumentales. Esto, debido a que entre las variables independientes escogidas existe una causalidad, por lo que no se puede hacer una regresión normal. Este método nos permite incluir una variable que aísla los efectos causales entre las variables independientes. La variable escogida en este caso fue “índice de precios al consumo”ya que aunque se relaciona directamente con la variable ingreso per cápita, no así con la variable consumo. Por esta razón, también, escogimos igualar estas dos variables en el momento de definir las variables intrumentales.

Las otras variables independientes escogidas fueron: precio de la cocaína, gasto en salud, gasto en educación y desempleo.Gasto en salud, ateniéndonos al debate reciente en la materia en el cual se viene considerando la drogadicción como un problema de salud pública, por lo que un fortalecimiento de los servicios de salud podrían servir para paliar sus efectos, el más dramático de estos, el abuso de este tipo de sustancias.

Otra variable, gasto en educación, basándonos en la teoría de capital humano según la cual es generalmente aceptado que una mayor inversión en educación genera un decrecimiento de comportamientos considerados riesgosos para la salud. Esto se resumiría a que, un mayor gasto en salud redundaría en mayor cobertura,

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posiblemente mayor calidad y, en definitiva un mayor conocimiento de quienes acceden a esta de los efectos perversos del consumo de la cocaína.

Por último, decidimos incluir la variable desempleo porque estese relaciona directamente con el poder adquisitivo de los ciudadanos. Al ser la cocaína un producto de un precio relativamente alto, su consumo está relacionado con este poder adquisitivo.

Año

Ingpeso per cápita

($US miles)*

Gasto en salud (%

del PIB)**

Gasto en educación (% del PIB)***

Desempleo (%) ****

Preciococaina ($US

porgramo)*****

Consumococaina (% de la

población)******

IPC *******

1996 25095.7 13.8 5.4 188 2.1 156.9

1997 26061.6 13.7 4.9 169 160.5

1998 26877 13.7 5.03 4.5 155 3 163

1999 27792.1 13.8 5.08 4.2 162 166.6

2000 28292.6 13.8 4 195 2.6 172.2

2001 28141.9 14.5 5.67 4.7 204 177.1

2002 27625.4 15.4 5.61 5.8 143 2.5 179.9

2003 27593.4 15.9 5.77 6 155 3 184

2004 27537.9 16 5.51 5.5 141 2.8 188.9

2005 27961.4 16.1 5.27 5.1 138 2.8 195.3

2006 28496.8 16.2 5.61 4.6 136 3 201.6

2007 28186 16.4 5.41 4.6 129 2.8 207.342

2008 27305.1 16.8 5.46 5.8 169 2.6 215.303

2009 26968 17.9 9.3 189 2.4 214.537

2010 26487 17.9 9.6 169 2.2 218.055

* Tomado de http://www.census.gov/hhes/www/income/data/historical/people/

** Tomado de http://www.cms.gov/Research-Statistics-Data-and-Systems/Statistics-Trends-and Reports/NationalHealthExpendData/NationalHealthAccountsHistorical.html

*** Tomado de http://www.tradingeconomics.com/united-states/public-spending-on-education-total-percent-of-gdp-wb-data.html

**** http://data.bls.gov/pdq/SurveyOutputServlet

***** Tomado de World Drug Report de 2012 de la ONODC

******Tomado de World Drug Report de 1999 a 2011 de la ONODC

******* Tomado de http://www.rateinflation.com/consumer-price-index/usa-historical-cpi.php?form=usacpi

IV. RESULTADOS OBTENIDOS

Una vez puesta en marcha la regresión con variables instrumentales –usando el consumo como variable dependiente; y precio de la cocaína,gasto en salud, gasto en educación, desempleo e índice de precios al consumo–, los resultados muestran una incidencia directa del desempleo en el consumo de cocaína. No tanto así con el resto de variables, incluso con el mismo precio de este producto, lo que nos lleva a concluir, como uno de los principales hallazgos de este experimento, que,de hecho, estamos ante un caso de inelasticidad precio de la demanda en este caso en particular.Esto último implica que no hay una relación inversamente proporcional entre un aumento del precio de la cocaína y un menor consumo, entonces políticas encaminadas a que

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este aumente no necesariamente llevaran a los resultados esperados en términos de una reducción al consumo.

Sorprende, volviendo al primer punto que, una vez realizada la regresión, sea el desempleo la única variable que alcanza a influenciar directamente el consumo de una forma estadísticamente significativa. En este caso en particular, estamos hablando que 1 punto porcentual de desempleo incide en una disminución de 0.28 puntos porcentuales el consumo. Y esto guarda sentido directo con el anterior hallazgo en el entendido de que mientras la población mantenga una tasa de desempleo constante, el consumo se mantendrá similar, a pesar de un aumento del precio en la cocaína, ya que hay una inelasticidad en la demanda y, por ende, no obstante el precio del producto en las calles, si las personas tienen un ingreso estable que les permita consumir el bien, lo seguirán haciendo. No tanto así, en el caso de un aumento de desempleo, caso en el cual, al no tener trabajo estable, las personas deben prescindir del consumo de un bien que, normalmente, mantiene precios altos.

El resto de los resultados muestran que variaciones en el gasto en salud, en educación y en el índice de precios al consumono afectan significativamente el consumo de cocaína. Esto nos llevaría a una última observación en el sentido de que, aunque un aumento en el gasto gubernamental en salud puede ser efectivo en términos de tratamiento de la adicción y las secuelas que el consumo de esta sustancia generan, no tanto así en una reducción en el consumo. Ahora, en el tema de la educación, los resultados no son esperanzadores para quienes defienden la tesis según la cual un aumento en los recursos invertidos en este rubro puede tener un impacto en la disminución del consumo. No obstante, bien es cierto que estos números, de ninguna forma, sirven para analizar la calidad de la educación en relación con la prevención del consumo, entonces un cambio de enfoque podría cambiar la tendencia aunque los recursos invertidos en este rubro se mantengan constantes.

CONCLUSIONES

El consumo de la cocaína en los Estados Unidos se ha convertido en uno de los principales problemas de salud pública y criminalidad, desde comienzos de la década de los 80. Son innumerables los esfuerzos que, desde el nivel central como estatal, se han llevado a cabo para disminuir su consumo, con la meta final de erradicarlo totalmente.

Lo que nos ha revelado este ejercicio es que el problema se encuentra ligado a un componente socio-económico cuya paulatina solución –desempleo– iría, paradójicamente, en contravía de una disminución del consumo. De esta forma, los datos arrojado refrendan las teorías que sostienen que existe una inelasticidad precio de la demanda con respecto a la cocaína, o que estamos incluso ante un bien Giffen, esto es, aquel cuya cantidad demandada aumenta cuando sube su precio.

Entonces, según los resultados del presente documento, ante un desempleo a la baja –esto es, un mayor número de ciudadanos estadounidenses con empleo formal estable– habría un aumento en el consumo no obstante el comportamiento de las demás variables socio-económicas analizadas. Esto nos lleva a un escenario incierto, por decir lo menos, con respecto a las políticas públicas destinadas a combatir el

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consumo de la cocaína en los Estados Unidos. Reforzaría estos hallazgos las tendencias hacia la descriminalización, e incluso posible legalización, ante el comportamiento evidenciado de la demanda. De tratarse como un problema de salud pública, los millonarios recursos destinados a combatir la oferta de la cocaína podrían verse mejor compensados en campañas de rehabilitación y resocialización si se hace un balance de los enormes costos sociales que esta guerra ha tenido para la sociedad estadounidense, e incluso regional.

Aunque bien es cierto que aún no hay evidencia sobre cómo se comportaría el mercado ante un cambio en las políticas hacia las tendencias anteriormente señaladas, sí la hay –hasta la fecha– con respecto a los resultados que las actuales medidas han venido arrojando.

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