educación para el envejecimiento

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Educación para el envejecimiento Los adultos mayores que ingresan al siglo XXI Dra. Virginia Viguera "...los abuelos de hoy tienen para dar una enseñanza esencial a las generaciones que le siguen: cómo afrontar y vivir el envejecimiento." Maximilienne Levet-Gautrat La ciencia y la tecnología con sus avances han sido sin duda hacedoras de un largo y ansiado deseo de la humanidad desde hace siglos: el lograr vivir más años y esta mayor esperanza de vida se ha tornado realidad. Lo que antes era el final de la vida, ahora es poco más que la mitad de ella. Pero sin embargo, alargar la vida, sin duda promisorio no es suficiente. Falta darle a esos años, a esa vida, una mejor calidad, un mejor vivir. Ubicar el fenómeno del envejecer con todas las implicancias biológicas, psicológicas y socio-culturales, dentro de este polémico y vertiginoso siglo XXI que comienza, sólo puede hacerse tomando en consideración los múltiples factores que interactúan generando resultantes no siempre previsibles. Es que vivimos en un tiempo en el que necesariamente debemos incluir lo azaroso, lo contingente, lo incierto; si es que queremos estudiar y comprender los fenómenos humanos. Por otra parte y estrechamente ligado a esto, asistimos a aceleradísimos cambios tecnológicos, a un despliegue de cultura posmodernista con su lógica de consumo, su desprecio por la experiencia pasada, la urgencia de vivir rápido como si no hubiera futuro y exaltando los sentidos

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CONOCIMIENTO DE LA EDAD ADULTA

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Educación para el envejecimiento Los adultos mayores que ingresan al siglo XXI

Dra. Virginia Viguera

"...los abuelos de hoy tienen para dar una enseñanza esencial a las generaciones que le siguen: cómo

afrontar y vivir el envejecimiento."

Maximilienne Levet-Gautrat

La ciencia y la tecnología con sus avances han sido sin duda hacedoras de un largo y ansiado deseo de la humanidad desde hace siglos: el lograr vivir más años y esta mayor esperanza de vida se ha tornado realidad. Lo que antes era el final de la vida, ahora es poco más que la mitad de ella.

Pero sin embargo, alargar la vida, sin duda promisorio no es suficiente. Falta darle a esos años, a esa vida, una mejor calidad, un mejor vivir.

Ubicar el fenómeno del envejecer con todas las implicancias biológicas, psicológicas y socio-culturales, dentro de este polémico y vertiginoso siglo XXI que comienza, sólo puede hacerse tomando en consideración los múltiples factores que interactúan generando resultantes no siempre previsibles.

Es que vivimos en un tiempo en el que necesariamente debemos incluir lo azaroso, lo contingente, lo incierto; si es que queremos estudiar y comprender los fenómenos humanos.

Por otra parte y estrechamente ligado a esto, asistimos a aceleradísimos cambios tecnológicos, a un despliegue de cultura posmodernista con su lógica de consumo, su desprecio por la experiencia pasada, la urgencia de vivir rápido como si no hubiera futuro y exaltando los sentidos como única posibilidad de placer. Los medios de comunicación no son ajenos a esto y confunden muchas veces la realidad con sus cataratas de imágenes y escenas de violencia, promoviendo el individualismo con modelos de jóvenes siempre bellos y exitosos.

 

Cómo se insertan entonces los Adultos Mayores que ya no siguen este modelo, y ya no son ni tan rápidos, ni tan bellos, ni tan exitosos

 

Los Adultos Mayores de hoy nacieron y se educaron con otros valores y otras normas; ni mejores ni peores: diferentes, en donde los tiempos incluían proyectos y realizaciones para un futuro que creían previsible.

Es por eso que los modelos tradicionales para envejecer ya no se adecuan y si se los toma, los dejan totalmente marginados.

No olvidemos además que un fuerte imaginario social, con prejuicios, mitos e ideas erróneas acerca del envejecimiento y la vejez pesan sobre la sociedad en su conjunto y sobre los adultos mayores en particular que están así presionados y destinados a seguir los caminos que ellos indican. Este imaginario los califica o mejor dicho los descalifica nominándolos como pasivos, enfermos y fuera del circuito.

Estamos en camino de reemplazar estos modelos tradicionales y son precisamente estas generaciones de adultos mayores, los que tienen el desafío de delinearlos y forjarlos.

La mayor esperanza de vida que lleva consigo una mejor potencialidad de salud tanto física como psíquica hace que, esa cada vez más numerosa banda etaria, reclame espacios de creación, recreación, inserción y protagonismo social; se resisten a permanecer como pasivos observadores de la vida, es su tiempo y quieren vivirlo.

De ahí que surjan movimientos nuevos que tratan de incluirlos.

El de la Educación Permanente, tal vez el de mayor repercusión, les abre lugares y bajo el lema "se puede aprender a lo largo de toda la vida" lucha contra uno de los prejuicios arraigados en el imaginario colectivo y condicionante de los adultos mayores y es el que da como verdadero y universal el que a medida que se envejece se pierde la capacidad de aprender.

Se hace entonces necesario incorporar el concepto de lo diferente, para comprender que se puede aprender siempre, con otro ritmo, otras motivaciones, otros objetivos. El modo y el tiempo son diferentes.

Veamos cual es el tiempo de estos adultos Mayores: Todos nacieron en las primeras décadas del siglo XX (10, 20, 30 y comienzos del 40), sacudidos por los avatares de las dos guerras mundiales y la terrible crisis del año 30 y su impacto sobre la sociedad.

Crecieron y se educaron con todos los cambios que sacudieron las estructuras de la sociedad, el hombre a la luna, Freud y el psicoanálisis, el nazismo, Hiroshima y desde el año 30, en muchos países de Latinoamérica, la seguidilla de golpes de estado que aumentando en ferocidad y horror los acompañó en su vida adulta. Así criaron y algunos también perdieron a sus hijos.

Si a esto le agregamos todo lo que significó la revolución tecnológica y científica, comprenderemos a cuantos cambios debió adaptarse el Adulto Mayor que hoy ingresa a un nuevo milenio.

¿Y cuál el tiempo actual?

Un tiempo en que final de siglo, final de milenio fue equiparado a final de utopías, de ideologías, de valores, de paradigmas. Se empieza a dar significado distinto a la familia, a la pareja, a la sexualidad, al amor.

Un tiempo en donde la cultura llamada posmoderna, haciendo culto de lo efímero y de lo descartable se contrapone con lo que los Adultos Mayores creyeron: valores estables y proyectos posibles.

Un tiempo en el que al no importar el pasado se sacraliza el presente, los Adultos Mayores se sienten marginados dentro de ese pasado desechado.

Un tiempo en donde todo es acelerado y el desencanto y la desesperanza parecen querer desplazar a lo que eran certezas de otros momentos.

Un tiempo en donde hasta el ocio está organizado y los adultos Mayores, que disponen de tiempo libre, no están preparados para disfrutarlo, para vivirlo en plenitud.

Un tiempo en que los medios de comunicación, en especial la TV, se han adueñado de todos los hogares irrumpiendo en la vida cotidiana, trasmitiendo como válidos, productos, y modelos, derrochando imágenes que no pueden ser adecuadamente tomadas. Todos estos cambios se van también instalando en el imaginario colectivo, en la representación social y logra que los Mayores pasen del asombro y la perplejidad a la necesidad de vivir la experiencia del cambio.

Experiencia muy difícil, impensable años atrás pero para abordarla, necesariamente deben prepararse.

Los Adultos Mayores deben aportar a las generaciones que les siguen todo lo que les dio los años vividos, la experiencia única

de haber pertenecido al siglo XX , discepoliano * , como le decimos los argentinos, con idas y vueltas de las utopías y con

terribles despliegues de maldad humana junto a increíbles avances en las ciencias y la tecnología. Lograda la mayor

esperanza de vida, ese viejo deseo de la humanidad, alcanzado en las últimas décadas tomó especial relevancia el

concepto de calidad de vida, estudiada desde distintas disciplinas y sectores. Es evidente que un desafío imperioso de

los que trabajamos con el envejecimiento y sin duda también para los gobiernos, es lograr una mejor calidad de vida.

Buscamos incrementar la satisfacción personal, hablamos de los permisos que es necesario darse para disfrutar o acceder a cosas que tal vez quedaron relegadas en el pasado, asignaturas pendientes de distinto tipo. Para esto es necesario:

desprenderse de prejuicios acerca del envejecimiento,

posicionarse muy bien en este proceso y tender a desarrollar al máximo las potencialidades que todo ser

humano tiene y que no se pierden al envejecer.

* De Enrique Santos Discépolo. (1901-1951) autor, compositor y músico argentino, tiene varias letras de tango muy famosas, entre ellas Cambalache, donde pinta las características del siglo XX, con una increíble agudeza, usando un lenguaje del argot popular.

“Siglo XX, Cambalache, problemático y febril, el que no llora no mama y el que no afana es un gil...."