eder,. traducido por barnadas. 1985, pp. 104-105. eder ... · por aquel entonces los jesuitas...

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1 4. Terraplenes Josep Barba CEAM De todos los elementos de la geografía cultural aborigen de Moxos, los terraplenes son prácticamente la única obra en tierra que conocen las gentes del Beni. La presencia de un terraplén en medio de la pampa es bien visible y, en algunos casos, destaca por la vegetación que se desarrolla sobre él. El trazado de los terraplenes es siempre rectilíneo y, cuando cambian de dirección, lo hacen siempre formando un ángulo. Tienen suficiente altura para quedar por encima del nivel de inundación, por lo que el ganado bovino suele usarlos para dormir en la época de lluvias. Los terraplenes mayores tienen un canal lateral o cuneta que almacena agua más allá de la época de inundación y que permite navegar por él en canoa. La sección del terraplén es redondeada y sufre una constante erosión debido a las lluvias y al paso del ganado. HISTORIA Las noticias más antiguas que tenemos de los terraplenes provienen de las primeras expediciones de conquista a Moxos. Diego de Alcaya, en su Relación cierta, describe a los Baures como “gente limpia, que tiene sus ciudades cercadas de unos higuerones que dan higos blancos, y los caminos limpios de hasta quince pies de ancho” 1 . Por su parte, Soleto Pernia relata: “Y pasamos adelante, y dimos con otro pueblo que estaba a una legua, y entramos. Eran los caminos tan derechos, que casi era más ancha que una calle, por muy ancha que fuese. Y estaban estos caminos tan barridos y tan limpios, que de cierto tuvimos que ver, que fue cosa que jamás habíamos visto” 2 . Estas descripciones revelan que a la llegada de los españoles los terraplenes eran como calzadas con una superficie plana y bien cuidada. La opinión unánime de los españoles es que se trataba de caminos de tránsito por los que se accedía a los poblados. De esta opinión solamente discrepa 1 Cronistas cruceños del Alto Perú Virreinal, 1961, p. 57. 2 Cronistas cruceños del Alto Perú Virreinal, p. 134.

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4.

Terraplenes Josep Barba CEAM

De todos los elementos de la geografía cultural aborigen de Moxos, los terraplenes son

prácticamente la única obra en tierra que conocen las gentes del Beni. La presencia de un

terraplén en medio de la pampa es bien visible y, en algunos casos, destaca por la vegetación que

se desarrolla sobre él.

El trazado de los terraplenes es siempre rectilíneo y, cuando cambian de dirección, lo hacen

siempre formando un ángulo. Tienen suficiente altura para quedar por encima del nivel de

inundación, por lo que el ganado bovino suele usarlos para dormir en la época de lluvias.

Los terraplenes mayores tienen un canal lateral o cuneta que almacena agua más allá de la época

de inundación y que permite navegar por él en canoa. La sección del terraplén es redondeada y

sufre una constante erosión debido a las lluvias y al paso del ganado.

HISTORIA

Las noticias más antiguas que tenemos de los terraplenes provienen de las primeras expediciones

de conquista a Moxos. Diego de Alcaya, en su Relación cierta, describe a los Baures como “gente

limpia, que tiene sus ciudades cercadas de unos higuerones que dan higos blancos, y los caminos

limpios de hasta quince pies de ancho”1. Por su parte, Soleto Pernia relata: “Y pasamos adelante, y

dimos con otro pueblo que estaba a una legua, y entramos. Eran los caminos tan derechos, que

casi era más ancha que una calle, por muy ancha que fuese. Y estaban estos caminos tan barridos

y tan limpios, que de cierto tuvimos que ver, que fue cosa que jamás habíamos visto”2.

Estas descripciones revelan que a la llegada de los españoles los terraplenes eran como calzadas

con una superficie plana y bien cuidada. La opinión unánime de los españoles es que se trataba de

caminos de tránsito por los que se accedía a los poblados. De esta opinión solamente discrepa

1 Cronistas cruceños del Alto Perú Virreinal, 1961, p. 57. 2 Cronistas cruceños del Alto Perú Virreinal, p. 134.

2

Juan Limpias, que describe el terraplén como una “calle o calzada que ellos tenían para división de

las sementeras, que cabían tres hombres de a caballos por ellas”3.

El autor que se ocupa en más detalle de los terraplenes es Eder, que estuvo a cargo de la

reducción de San Martín, en el corazón del territorio Baure:

En ningún lugar se puede conocer mejor adonde llega la capacidad de discurrir de cada uno, que

donde se presenta intempestivamente un peligro o una necesidad; sólo ésta pudo persuadir a los

indios a recurrir alguna vez a su inteligencia, sacudiéndose aquella ingénita negligencia que llevan

pegada a la médula de sus huesos. Recuerde el lector el capítulo 3 donde he hablado de las

inundaciones: allí habrá visto que toda la sabana queda cubierta por las aguas la mayor parte del

año, por lo que sólo en canoas se puede transitar por ella de una a otra isla. No contando con ellas

la mayoría de las etnias, por su pereza o por su ignorancia en fabricarlas, pero necesitando o

gustándoles al mismo tiempo visitar sus amigos cercanos (principalmente para beber), levantaron

una especie de puente con tierra excavada por los lados, que quedaron por encima de toda

inundación; su anchura era suficiente para que circularan dos coches de los nuestros juntos. Con

estos puentes también lograron que las primeras lluvias anuales se almacenaran en el hueco

dejado por la tierra excavada y, cuando en verano las sabanas ya están secas y casi quemadas,

que quedara allí suficiente cantidad de agua para transportar por aquellos canales su maíz y

demás cosas necesarias. Los Baure hacían uso de estos puentes, encontrándose allí por doquier,

aunque en la actualidad casi no se utilizan, a causa de la abundancia de canoas como de que los

puentes se han inutilizado e interrumpido con el paso de tanto tiempo4.

En la edición de Eder traducida por Armentia el texto es distinto:

Éste es el lugar para tratar de los puentes y medios de movilidad, indispensables en un lugar tan

abundante en aguas. Los bárbaros construyeron en otro tiempo con gran trabajo, calzadas con

fosos a ambos lados, que podían admitir dos de nuestros carros, y que sobresalían del agua, aún

en las mayores crecientes. Con este tan penoso trabajo, no sólo conseguían un tránsito seguro en

medio de las aguas que todo lo inundaban, sino que conseguían además el que cuando secaban

los campos quedaban las aguas junto a las calzadas en los fosos, por cuyo medio llevaban con

facilidad a sus pueblos en canoas las cosechas y demás cosas necesarias a la vida. Esta especie

de puentes existía principalmente entre los Baures, y aún quedan restos de algunos; mas hoy día,

mejorada la construcción de embarcaciones, ya no están en uso.5

La descripción de Eder es de alrededor de 1772, es decir, unos 170 años posterior a la de Soleto

Pernia; los terraplenes que describe son obra del pasado y están prácticamente abandonados,

sin que tengan al parecer ninguna utilidad en el proceso productivo.

De las descripciones hechas por Eder podemos deducir que en esa época los indígenas habían

olvidado el manejo del aparato productivo y hacían un uso de la fertilidad residual de suelos y

lagunas. Por aquel entonces los jesuitas habían desarrollado ya la ganadería de bovinos, que

constituía la principal fuente de alimento de las reducciones.

3 Citado por Denevan, p. 132. 4 Eder,. Traducido por Barnadas. 1985, pp. 104-105. 5 Eder Traducido por Armentia. 1888, p. 36.

3

Los dos textos coinciden en lo principal: los terraplenes o “puentes”, con sus canales adyacentes,

tenían la doble función de facilitar la comunicación a pie entre pueblos durante la inundación y de

posibilitar la navegación a través de las sabanas hasta el verano.

Las construcciones hechas “en otros tiempos” por los “bárbaros” eran, según Eder, para suplir la

falta de canoas, que no construían por pereza o ignorancia; sin embargo, en la segunda versión del

texto afirma que aquéllas se construyeron “con gran trabajo”, que más adelante califica de

“penoso”.

No da el autor ninguna razón de por qué supone que los “bárbaros” de “otros tiempos”, habitantes

de una de las mayores zonas de inundación del planeta, no sabían construir canoas en el pasado.

Es curiosa esta hipótesis, ya que los mojeños eran conocidos por su habilidad para construir y

manejar canoas, y ya desde la infancia se entrenaban en el manejo del remo.

El propio Eder describe en otro lugar los inconvenientes que ocasionan las inundaciones y se

pregunta:

¿Qué provecho traen las inundaciones? La hay y de consideración: tanto los árboles destinados a

la construcción de edificios en la época veraniega, como la semilla y las embarcaciones fabricadas,

que de otro modo nunca o sólo después de muchas semanas y con gran esfuerzo y peligro podrían

ser transportadas a la reducción, gracias a estas inundaciones dos niños las pueden transportar en

pocas horas.6

La mera suposición de que existían etnias amazónicas que, por pereza o ignorancia, no construían

canoas lo único que evidencia es la ignorancia del autor.

La obra, como él mismo reconoce, es verdaderamente penosa: un terraplén común suele tener 4

m de ancho y en Baures, donde la inundación alcanza niveles mayores que en Moxos,

fácilmente tiene 1 m de altura. La construcción de un terraplén de 1 m de altura y 4 m de ancho

requiere la excavación, transporte y compactación de 6 m3 de tierra por cada metro lineal. La

construcción de 1 km de terraplén, trabajando hoy con herramientas de hierro, requiere una

inversión mínima de entre 6.000 y 12.000 jornales. Suponer que la construcción de una

infraestructura de transporte tan costosa para el paso de personas tenía como función evitar el

uso de la canoa para visitar a los vecinos resulta difícil de entender, sobre todo si la construcción

del terraplén se acompañaba de la de los canales contiguos, que se utilizarían para transportar

cargas en canoa.

La obra de Eder es la descripción más extensa existente sobre la vida en Moxos y constituye una

valiosa fuente de datos, pese a lo cual su autor no puede ser calificado de observador perspicaz. El

libro de este misionero rezuma resentimiento y desprecio por el modo de ser indígena, y

frecuentemente se complace en la descripción de las costumbres que pueden resultar más

chocantes para un europeo. La labor misionera en Baures no era ciertamente fácil: los Baure

fueron la cultura más desarrollada de Moxos y los últimos en aceptar la presencia de los jesuitas

como un mal menor; resistieron en lo posible la colonización cultural y religiosa que pretendían

imponer los misioneros.

6 Eder. Traducido por Barnadas, p. 64.

4

Hay dos zonas geográficas diferenciadas en Moxos: la de Baures y la de los Llanos. La función de

los terraplenes es la misma en ambas zonas, aunque se adapta a las condiciones geográficas de

cada una de ellas.

TERRAPLENES EN BAURES

La geografía de Baures difiere mucho de la de los Llanos. Baures es una estribación del Escudo

brasileño con relieves suaves que la erosión fluvial ha ido recortando, creando islas o mesetas

separadas por valles fluviales que desembocan en la pampa. Los pueblos y las reducciones de

Baures se construyeron sobre estas elevaciones naturales, lo que las mantenía a salvo de las

inundaciones (véase la figura 4.1).

Los terraplenes, todos construidos en los valles intermedios, a menudo unen las “islas de monte”,

por lo que son una vía idónea de tránsito a pie entre ellas, aunque también son numerosos los

terraplenes que no unen ninguna isla7.

En la figura 4.2, en falso color, se reproducen dos zonas en las que la imagen LANDSAT

permite una buena detección de los terraplenes. Las áreas en rojo corresponden al bosque tropical

que cubre las islas de monte; éstas son como pequeñas mesetas de contornos abruptos, de 4 a 20

m sobre el nivel de las pampas. Los trazos rectos en rojo corresponden a la vegetación que cubre

los terraplenes. El azul de las pampas es claro en las zonas más secas y más oscuro en las zonas

más húmedas.

Los terraplenes de la imagen superior suman más de 66 km de longitud y los de la inferior,

unos 30 km. Se trata, por tanto, de una obra de gran envergadura, que debía de responder a unas

necesidades o una utilidad que justificasen su construcción8. La comunicación a pie entre islas no

requiere la construcción de una carretera.

Es evidente que los terraplenes podían utilizarse como vías de comunicación entre las islas

de monte, pero el paso de personas no requería construirlos de varios metros de ancho.

En la figura 4.2 se pueden observar islas de monte unidas por terraplenes paralelos; en

caso de haberse construido como vías de comunicación, no tenía sentido duplicarlas. Las vistas

aéreas de estas obras (véase la figura 4.3) permiten hacerse una idea del esfuerzo que requirió su

construcción de aquellos a quienes Eder considera indios perezosos y borrachos, a pesar de que

resistieron como pudieron la colonización militar y religiosa impuesta por los invasores.

Las aguas de escorrentía de las serranías de Baures fluyen por las pampas hacia los

Llanos de Moxos entre las islas de monte. Para controlar estas aguas se cerraron los pasos entre

las islas con diques de tierra (terraplenes), que permitían desviarlas, almacenarlas o crear zonas

libres de inundación.

¿Estaban estas pampas dedicadas a la agricultura? Desconocemos si existieron en ellas

campos elevados, aunque hay indicios de que fueron deforestadas; en la actualidad el bosque

7 Así pues, denominamos “lomas” a las alturas artificiales de los Llanos levantadas para construir poblados no inundables, e “islas de monte” a las alturas naturales de la zona de Baures. En la actualidad unas y otras están cubiertas por vegetación arbórea, aunque esto no sucedía en el pasado: las lomas estaban pobladas en su totalidad y las islas de monte inadecuadas para la agricultura debían de estar cubiertas de bosque tropical. 8 Cien kilómetros de terraplenes representan, por lo bajo, un movimiento de tierras de 600.000 m3. Las áreas de la imagen representan una fracción menor del total de los existentes en Baures.

5

tropical vuelve a colonizarlas otra vez. Este proceso está bastante avanzado en las pampas

próximas a la frontera con Brasil. En la figura 4.2, se puede apreciar que el bosque ha cubierto en

parte la pampa entre las islas. Los terraplenes funcionan como avanzadillas de esta colonización

vegetal.

El antropólogo Clark Erickson, que lleva años investigando sobre la geografía cultural de

Moxos y actualmente trabaja en la zona de Baures, ha hecho aportaciones novedosas sobre la

función de la obras precolombinas de la zona9.

TERRAPLENES EN LOS LLANOS

Encontramos terraplenes en abundancia en toda la geografía de los Llanos (véase la figura 3.1).

Sus características son las mismas que las de los terraplenes de Baures, aunque, como se ha

dicho, no existen en los Llanos las islas naturales de monte.

En la foto aérea de la zona del nacimiento del Mátire (véase la figura 4.4) podemos ver, a

la izquierda, el curso del Apere, el río principal de la zona, que mantiene flujo casi todo el año. A la

derecha el curso del Mátire se aproxima al Apere en una zona de bosque contigua a un meandro

muy pronunciado.

Las pampas están cruzadas por numerosos terraplenes, que destacan por los árboles que

se desarrollan sobre ellos. Muchos de estos terraplenes bordean el Mátire por ambas orillas y

parecen tener la función de encauzarlo.

Del examen del conjunto se puede conjeturar que su función era la de llevar parte de las

aguas del Apere hacia el Mátire, evitando que volviesen al cauce del río principal.

El desvío de aguas hacia la pampa desde un río con una barranca de varios metros

plantea un problema difícil en una zona donde no se pueden construir presas y en un río que es

una vía de comunicación de caudal muy irregular y que transcurre por una geografía donde no

existe la piedra necesaria para crear barreras y canales sólidos. Por otra parte, para salvar una

altura de 8 m entre el río y la pampa se precisa la captación y conducción de las aguas por un

canal horizontal, que para ganar la altura suficiente debería tener una longitud de unos 60 km (el

gradiente general de las pampas es de sólo 9 cm/km). La solución más sencilla es la captación y

desvío de las aguas durante la época en que el río rebasa el nivel general del terreno para

verterlas en un nuevo curso.

El Mátire posteriormente fluye hacia el norte y se divide en una intricada red de arroyos que

se extiende por todo el territorio entre el Apare y el Tijamuchí y que permitía repartir las aguas a

voluntad por los lugares de producción, los campos elevados y las lagunas.

Durante el curso de los trabajos realizados por CEAM en 1999 se descubrió un canal doble

que, atravesando la pampa y una zona de monte, desembocaría en la laguna Mausa; esto

constataría que se podían hacer periódicamente aportes de aguas fértiles a la laguna10.

9 Véase página web de Clark Erickson. www.sas.upenn.edu/ 10 Este canal se resiguió en parte hasta la zona de monte. Véase, en este mismo libro, el artículo “Caracterización de la fauna ictica de la laguna Mausa y alrededores”, de M. Via.

6

El arqueólogo Marcos Michel ha cartografiado los terraplenes de extensas zonas al noreste

del Apere, aunque no ha podido efectuar un análisis de conjunto sobre su posible influencia en el

pasado en la gestión de las aguas11.

Es posible que algunos elementos del aparato hídrico hoy hayan desaparecido y obliguen a

conjeturas difíciles de probar.

La imposibilidad de cerrar un río con una presa se puede sortear creando barreras

parciales o islas-obstáculo que disminuyan el drenaje y eleven el nivel de su curso facilitando el

trasvase. Al respecto, es significativo un pasaje de una crónica de la conquista donde se dice que

en los ríos hay numerosas islas que dificultan la navegación; curiosamente, ninguna de ellas se ha

conservado12. Seguramente, estas islas-obstáculo eran las que permitían prolongar la época de

trasvase elevando el nivel de las aguas.

Toda la red hidrográfica del oeste del Mamoré presenta indicios de haber sido trabajada y

modificada en profundidad. Nos han llegado testimonios fiables de la existencia de terraplenes que

bordean el curso del Maniqui.

FUNCIONES DE LOS TERRAPLENES

Es obligado citar el trabajo de William Denevan y su teoría sobre la función de los terraplenes.

Habla de la existencia de terraplenes en los llanos del Orinoco, los Andes y las tierras mayas, y

sobre su razón de ser comenta:

Es bastante claro que los terraplenes aborígenes fueron construidos para conectar unas

poblaciones con otras, con zonas de cultivo, con centros ceremoniales o funerarios y con los

ríos. Los terraplenes aparecen relacionados con lugares habitacionales, lomas artificiales,

canales y campos drenados. El objetivo básico de los terraplenes no eran los viajes a través de

la región, sino el movimiento local entre distancias de terreno bajo sujeto a inundación.13

Ya hemos expuesto la teoría de que los terraplenes eran diques para el manejo de las aguas y

que el esfuerzo que requería su construcción no estaba justificado en un medio donde no

existían medios de transporte rodado y donde todo el tráfico de peso se hacía por agua. Hemos

visto que aunque en el caso de Baures los terraplenes podían unir núcleos de población

relativamente importantes, su construcción, sin embargo, era demasiado costosa como para ser

ésa su finalidad; aún menos se justificaría su construcción en los Llanos para facilitar el tráfico

de personas entre los poblados y los campos o canales.

Más adelante prosigue Denevan:

Sin embargo algunos terraplenes se prolongan a lo largo de terreno bajo y alto (por

ejemplo, en la zona de Caimanes); se trata especialmente de los más largos y, probablemente,

los más importantes. La construcción de caminos elevados en terreno alto, en los que no había

problemas de drenaje, probablemente indica la importancia que los terraplenes llegaron a tener

11 Desgraciadamente, Michel no ha recibido ayuda alguna para proseguir estos interesantes trabajos. 12 Chávez , José. 1986. 13 Denevan. Traducción de Barnadas, p. 235.

7

para algunas tribus de sabana; asimismo es uno de los muchos ejemplos de culturas que

conservan rasgos cuando éstos ya no son utilitarios.14

Resumiendo: la construcción de terraplenes en zonas no inundadas respondería, según

Denevan, a una rutina o afición de los nativos por tales obras, y no a un comportamiento racional.

Esos grandes terraplenes que cita, los más largos y anchos de Moxos, en su opinión, no cumplían

más función que la de perpetuar una costumbre prescindiendo de su utilidad práctica.

¿Cuál podía ser la función de esos terraplenes?

El aparato hídrico de Moxos requería una selección cuidadosa de las aguas: drenar las de

escorrentía (aguas de lluvia) y retener y conducir las aguas fértiles a campos y lagunas. Los

terraplenes al sur de Moxos, en la cuenca este del Mamoré, permitían desviar las aguas de la

sabana hacia los ríos, descartándolas, mientras que las aguas fértiles eran mantenidas en una cota

relativamente alta que permitía distribuirlas por una zona más amplia.

En la zona del Titicaca, el Dr. Alan Kolata de la Universidad de Chicago y sus

colaboradores han localizado terraplenes en las laderas de las montañas que desvían las aguas

hacia la cabecera.

La importancia de estos flujos de agua que desviaban los terraplenes obligaba a

construirlos de mayor anchura y altura que los de los Llanos15.

Quedaría por explicar cómo en un ambiente geográfico tan adverso y con una población

hasta ahora estimada en unos cientos de miles de habitantes una parte importante de la población

pudo invertir tal esfuerzo en una obra de ninguna utilidad práctica, con fines que se podrían

calificar de suntuarios.

14 Denevan, pp. 135 y 140. 15 En la zona de los montes de San Pablo hay terraplenes que aparentemente tienen decenas o hasta un centenar de kilómetros.

8

5.

Lomas de habitación en Moxos

Josep Barba CEAM

Las lomas se encuentran en una superficie de aproximadamente 60.000 km2 , situadas

principalmente en la zona oeste del río Mamoré (véase la figura 3.1) y en la zona de los montes de

San Pablo, casi hasta la altura de Santa Ana de Yacuma. Se pueden encontrar también en

abundancia en Baures y en la provincia de Moxos.

Las lomas de Moxos constituyen prácticamente los únicos relieves de las pampas; algunas

de ellas tienen una altura considerable, sobre todo si tenemos en cuenta que han sido construidas

por acarreo de tierras, para crear lugares a salvo de la inundación.

Para los benianos una loma es una elevación en medio de la pampa. Ellos distinguen entre

las lomas, hechas de tierra y que contienen abundantes restos de ocupación prehispánica

(precolombina), y las alturas naturales, a las que llaman “cerros”. Todas las construcciones de la

pampa beniana están emplazadas sobre una loma.

Las lomas de Moxos tienen un lugar en la historia oral del país: frecuentemente se asegura

haber encontrado en ellas huesos de "gentiles" o "antiguos cambas" de tamaño gigantesco. La

erosión pluvial de las laderas de las lomas desmontadas han puesto al descubierto restos

humanos y objetos de piedra o cerámica; algunos de ellos, como torteras o muñecos, los

recuperan los jóvenes para sus juegos.

Pese a que contienen abundantes restos humanos y de cerámica, las lomas han recibido

escasa atención por parte de los arqueólogos. Nordenskjöld prospectó las primeras lomas a

principios del siglo xx, y Dougherty y Calanda abrieron catas y dataron un material cerámico que

por desgracia se ha perdido16.

Como todas las demás obras de Moxos, el origen, la función y la importancia de las

lomas han sido objeto de controversia.

16 Véanse las dataciones reproducidas en Rodolfo Pinto, 1987. La desaparición de la cerámica excavada por Dougherty hay que agradecérsela a un rector de la Universidad de Trinidad que la convirtió en ripio para pavimentar un camino en el recinto universitario (comunicación verbal de Rodolfo Pinto).

9

Para Bernardo Dougherty, las lomas eran alturas naturales que habían ido

aumentando de volumen por deposición de restos de ocupación. Este arqueólogo realizó tres

campañas arqueológicas excavando catas de pocos metros en algunas lomas cercanas a Trinidad.

En 1981 decidió hacer una cata profunda en la llamada Loma Alta de Casarabe. La elección del

lugar de excavación fue objeto de una áspera discusión entre Dougherty y Kenneth Lee, el padre

de la arqueología beniana17. Si la loma era un relieve natural cuya altura había aumentado unos

pocos metros por detritus de ocupación, la cota elegida por Dougherty en la ladera de la loma era

suficiente para explorar todo el espesor aportado por la ocupación. Lee sostenía que no había en

Moxos fuerzas naturales a las que se pudiera atribuir la formación de elevaciones de varios metros;

todo el relieve, por tanto, era fruto de la actividad humana y la ubicación más conveniente para la

cata era la de la propia cima de la loma, a 15 metros de altura, lo que permitiría explorarla hasta su

base en el centro. La excavación, finalmente situada en la cota 11, dio material cerámico hasta la

base de la loma, tal como había sostenido Lee18.

Denevan, en su libro sobre los Llanos19, consideraba que solamente las lomas

menores podían ser naturales, ubicaba 55 de ellas y apuntaba la posibilidad de que fueran “por lo

menos 100 y aún varios cientos”.

Según datos proporcionados por algunos buenos conocedores de la geografía de

Moxos20, el número de lomas es de varios miles. Durante el transcurso de los trabajos de 1991 del

Proyecto Moxos, se planteó una campaña de localización de lomas a lo largo de los ejes viarios de

las proximidades de Trinidad, Sachojere, Casarabe y San Ignacio de Moxos21. Los trabajos

estuvieron a cargo del arqueólogo Ricardo Céspedes, del Museo Arqueológico de la Universidad

Mayor de San Simón de Cochabamba, y contaron con la ayuda decidida del Dr. Mario Bedoia,

director del Instituto Boliviano de Cultura; se desarrollaron en el marco de un convenio con el INAR

(Instituto Nacional de Arqueología).

La localización se hizo visualmente o a partir de informaciones de los vecinos del

lugar, y es, sin duda, incompleta. La superficie del área prospectada se puede evaluar en unos 170

km2 y las lomas localizadas fueron 35 (véase el listado en anexo 1). El hecho de que no haya

correlación entre la localización de las lomas y el trazado de las carreteras permite suponer que los

valores se pueden tomar como una primera aproximación sobre la densidad de lomas en la zona.

El valor aproximado es de 1 loma por cada 5 km2.

Todas las lomas localizadas mostraron abundantes restos de ocupación

precolombina; se recogieron muestras que fueron depositadas en la Casa de la Cultura del Beni.

La Loma Rica

La mayor de las lomas localizadas fue la Loma Rica. Destacaba por su considerable

extensión y por su relieve, pues presentaba dos alturas relativamente abruptas que hacían pensar

17 Véase un relato novelado en R. Pinto, “Pueblo de leyenda”, 1987, pp. 283 y ss. 18 Véanse dataciones del material excavado por Dougherty en Pinto, 1987, pp. 306-307. 19 Denevan, 1980, pp. 108-115. 20 Gran parte de los trabajos del Proyecto Moxos se basaron en datos suministrados por Kenneth Lee, Mario Villca, Rodolfo Pinto, Ricardo Bottega y Arnaldo Lijerón. 21 Los datos han sido extraídos de su Informe de Prospección. Proyecto Moxos, Beni, junio 1991, 27 pp. + mapas de localizaciones.

10

en un posible uso ceremonial; de ahí que se decidiera hacer un levantamiento topográfico. La loma

estaba cubierta de una vegetación espesa que la hacía casi impenetrable y empezaba a ser

chaqueada para el cultivo por los miembros de la comunidad vecina. Se abrieron 16 brechas

transversales para posibilitar los trabajos de topografía, de los que se encargó Mario Villca (véase

la figura 5.1).

La existencia de un antiguo núcleo urbano, que en su momento ocupaba una

extensión artificial de 35 ha de superficie, planteaba el interrogante de cuáles podrían ser los

factores o recursos que motivaron la formación de un pueblo de ese tamaño y al mismo tiempo

posibilitaron su subsistencia.

En el estudio del entorno a partir de imágenes de aerofotogrametría se detectaron

otras ocho lomas de tamaño similar al de la Loma Rica (véase la figura 5.2), pero no se encontró

ninguna razón satisfactoria para explicar esta agrupación humana.

A continuación transcribimos algunos párrafos pertenecientes al informe interno de

Mario Villca, inédito (noviembre de 1991)22.

Ubicación

La Loma Rica se encuentra situada en la provincia de Marbán, del Departamento del Beni,

el kilómetro 2 del camino vecinal que conduce a San Juan de Mocovi. Este camino, abierto hace

unos 10 años, atraviesa la comunidad indígena de Loma Rica y la loma del mismo nombre objeto

de este trabajo.

Su posición geográfica es de 64 grados 20 minutos de longitud oeste y 15 grados 5

minutos latitud sur. Está a 160 metros sobre el nivel del mar y forma parte de los bosques de San

Pablo.

Área de influencia

La zona es plana, cubierta de un bosque mediano, de transición de pampa a monte. Los

suelos son en su mayor parte arcillosos y a 3 km sobre el mismo camino se encuentra la

comunidad de San Juan de Mocovi, a orillas del río del mismo nombre que vierte sus aguas al río

Ibare. A dos kilómetros al norte se encuentra la laguna cuadrada de Palo Escrito, emplazada

dentro del mismo monte que la loma y parcialmente cubierta por vegetación acuática.

En un radio de 6 km se han localizado otras ocho lomas artificiales de diferentes formas y

dimensiones, habiéndose observado que la mayoría de ellas son de perfil relativamente plano, del

que sobresalen dos alturas contiguas, siendo siempre una mayor que la otra. Todas ellas están

rodeadas de un curichi conectado con arroyos, lagunas o cauces abandonados.

Actualmente las lomas han sido ocupadas por campesinos que las van desboscando para

dedicarlas a la agricultura, ya que sus terrenos son más fértiles que los de las pampas

circundantes y además no están sujetos a inundación.

En todas ellas se encuentran abundantes cantidades de cerámica, que aparece también,

aunque en cantidades mucho menores, en algunos terraplenes. Las lomas están recubiertas por

una capa de tierra vegetal de unos 50 cm de espesor, aunque en algunos casos los restos afloran

22 Informe sobre la Loma Rica, 1991.

11

a la superficie. El conjunto se encuentra bastante erosionado por la acción de las aguas y los

derrumbes de los árboles que crecen sobre ellas.

Lomas del entorno

La densidad aproximada de las lomas es de una por cada 10 kilómetros cuadrados. Las

lomas localizadas en los trabajos de reconocimiento son las siguientes (véase la figura 5.2):

Loma de San Juan. A orillas del río Mocoví, y 3,5 km al este de la Loma Rica. Tiene dos

alturas.

Loma del Urucú. A 3,5 kilómetros al sur, en la orilla del arroyo del mismo nombre. Tiene

dos alturas y varios terraplenes adyacentes.

Loma sin nombre, ubicada entre San Juan, el arroyo Urucú y el río Mocoví. Tiene una

cañada que la comunica con el arroyo Urucú.

Loma sin nombre, ubicada entre la laguna de Palo Escrito y el río Mocoví.

Loma Nueva Alianza. En la comunidad del mismo nombre.

Lomas de la Asunta. En el monte de la estancia ganadera del mismo nombre. Están

comunicadas por una cañada con el río Mocoví.

Loma sin nombre. En la comunidad Nuevo Horizonte. Tiene una cañada que la comunica

con la laguna Deisy en una pampa cercana.

Lomas de Jiménez. En la comunidad de Pieza Honda. Tiene dos alturas y una cañada que

la comunica con una pampa cercana.

La zona puede tener más lomas, canales y terraplenes, ocultos por la cobertura boscosa

de la zona. Hay numerosas cañadas y curichis no utilizados.

La Loma Rica

La apertura en su día del camino a San Juan de Mocoví se hizo atravesando la Loma Rica

en sentido longitudinal, siendo este camino el que se ha tomado como eje de apoyo. La apertura

ha supuesto un corte en la loma que ha dejado al descubierto numerosos restos cerámicos y, en la

base, una capa de dos metros de espesor que contiene abundantes conchas de caracoles (turos).

Tiene una extensión de algo más de 24 ha, aunque su superficie parece haberse reducido

por trabajos hechos en la misma posteriormente. Presenta cinco alturas de 5,65, 7,60, 10,13 y 13,5

metros de altura sobre el nivel general del terreno y está rodeada por un curichi que la comunica

con el río Mocoví (véase la figura 5.1).

Las dos alturas máximas tienen una pendiente demasiado abrupta como para haber sido

construidas para el asentamiento de viviendas, y están orientadas exactamente en una línea de

este a oeste. Desconocemos la orientación de las alturas de las lomas próximas; en caso de que

fuese la misma, se debería a un significado ignorado23.

La construcción de esta loma requirió un trabajo considerable: hubo que acarrear un

volumen de 575.000 m3 de tierra y construir los canales de acceso y foso alrededor para la

23 Según los primeros informes de jesuitas, todos los pueblos tenían un “bebedero” destinado a los rituales sociales y religiosos de la comunidad. Una loma de tal tamaño nos habla de una población numerosa, que debía disponer de un centro ceremonial importante.

12

habilitación de una zona urbana de 24 ha de superficie. La presencia de varias lomas de

dimensiones similares en un entorno próximo requiere una explicación, pues supone una

concentración notable de población que debía disponer de recursos abundantes para su sustento.

Loma en la zona de Arocagua

En la imagen aérea de la zona de la laguna Arocagua (véase la figura 5.3) se observa

nítidamente una loma artificial rodeada de un foso similar al de la Loma Rica. A unos dos

kilómetros al nordeste, hay otra loma menor de características similares.

La imagen permite que nos hagamos una idea de la red hídrica asociada a los lugares de

asentamiento de Moxos.

En la parte inferior izquierda aparece el río Derby, que, con su bosque de galería, es un

curso de agua permanente; de ahí que sus aguas aparezcan libres de vegetación.

En el centro de la imagen y fluyendo hacia el norte se ve el río Calixto, con un trazado más

rectilíneo. Cuando se tomó la fotografía, sus aguas estaban estancadas, como muestra la

vegetación flotante que las cubre.

De uno de los meandros del río Derby parte un canal que va hacia el río Calixto. Como se

puede ver en la figura 5.3, cuando dicho canal pasa cerca de la loma situada en la parte inferior de

la figura, se bifurca formando un foso a su alrededor, y continúa para desembocar finalmente en el

río Calixto.

Del meandro siguiente del río Derby parte otro canal que rodea otra loma similar.

La loma cubierta en parte de vegetación arbórea tiene un diámetro de unos 450 m y una

superficie de unas 15 ha. Ignoramos si existen cálculos sobre la densidad de población de las

aldeas de Moxos o lugares similares de la Amazonia, pero el enorme esfuerzo que representa la

construcción de una loma permite suponer que la población se apretaba todo lo posible para

ahorrar espacio. En cualquier caso, un poblado de 15 ha supone una agrupación urbana

importante en un contexto amazónico.

El Padre Eder supone que estos fosos se habían construido con fines similares a los fosos

de agua de las fortificaciones medievales:

Habiendo aterrorizado los guarayos toda la región, consiguieron que los Baure se

comprometieran a entregarles anualmente cierto número de muchachos y muchachas; pero ni

siquiera así estaban a salvo de sus frecuentes e inesperados asaltos. Así pues para solucionar sus

problemas de otra forma, decidieron rodear las islas con fosos (que subsisten hoy y demuestran la

gran población que por entonces debiera haber). Conocí islas cuya circunferencia llegaba a las tres

millas y que estaban rodeadas de dos o tres fosos, éstos eran tan anchos y profundos que se

pueden comparar con los de Europa. Iban amontonando tierra excavando en las espaldas del foso,

formando una pared de declive muy abrupto y de difícil subida para el hombre. De esta manera

hicieron al enemigo más difíciles sus asaltos.24

Esta supuesta acción defensiva, similar a la de los fosos construidos alrededor de las

ciudades amuralladas de la Edad Media en Europa, constituye una interpretación dudosa. Los

24 Eder, p. 106.

13

fosos de las lomas de Moxos están conectados invariablemente a una red de canales que

desembocan en los ríos. Los cursos de agua eran las vías de comunicación naturales de los

mojeños, conocidos por su destreza en el manejo de las canoas, para el que se entrenaban desde

edad temprana.

El foso facilitaba, pues, la comunicación por vía fluvial posibilitando el transporte de

personas y, sobre todo, de mercancías.

Hay testimonios de que existieron lomas rodeadas de Ficus sp.. El Ficus sp., un género de

árbol abundante en Moxos, echa numerosas raíces laterales que permiten enlazar los árboles

formando una barrera o muralla que protegía los bordes de la loma y podía funcionar como muralla

defensiva. Los frutos de los Ficus (los higos), principalmente los higos blancos, atraen a los peces

frugívoros, el más apreciado de los cuales es el pacú (Colossoma macropomum). Así, el canal o

foso era además un lugar propicio para la pesca.

El canal conectado a dos cursos de agua permitía crear una corriente que evacuaba los

detritus y excrementos que fertilizaban las aguas de ríos y lagunas, reciclando los nutrientes.

En la zona de los Montes de San Pablo, al sudeste de Moxos, existen numerosas lomas

parecidas a ésta y a la Loma Rica (véase la figura 5.4), todas ellas de gran tamaño y rodeadas de

un foso similar, siempre conectado a la red fluvial. Tenemos testimonios de lomas con dos fosos y

Eder habla de una con tres fosos concéntricos. ¿Cuál podía ser la utilidad de duplicar o triplicar

esta obra? Carecemos de una teoría plausible.

Saneamiento

Un curso de agua corriente circundando un poblado permitía la evacuación de residuos y

excrementos, los cuales, una vez transportados a las lagunas y campos elevados, se reciclaban en

la cadena de producción, basada principalmente en la fertilidad del medio acuático. La introducción

de excrementos en un medio dedicado a la piscicultura es la técnica más empleada por los pueblos

asiáticos para reponer la fertilidad de sus lagunas. Un pueblo de 24 ha producía sin duda una gran

cantidad de ellos.

Los primeros jesuitas señalan el gran cuidado por la higiene que tienen los indígenas. El

padre Aller escribe admirado: “Son las casas de vaharaques, limpísimas, las en que duermen están

siempre como una plata; porque solo hay hamacas en que duermen; y hasta a los enfermos los

obligan afuera a socorrer a la naturaleza en sus necesidades”25. Y Marbán dice, en su Relación:

“Después de comer les ponen a los huéspedes un plato con agua, para que se laven las manos y

si no se lo ponen están tan inquietos y con tantos escrúpulos que me río yo de los fariseos que

motejaban a los discípulos de Cristo Nuestro Señor, de que no se lavaban las manos antes de

comer.”26

25 Aller, 1668, p. 380. 26 Marbán, Relación, 1676, p. 158.

FIGURA 5.1 Planimetría de la Loma Rica

14

FIGURA 5.2 Entorno de la Loma Rica

15

FIGURA 5.3 Entorno de la laguna Arocagua

16

FIGURA 5.4 Laguna con Lomas

17

18

6.

Canales precolombinos en Moxos Josep Barba

CEAM

La red hídrica de Moxos reviste una gran complejidad. Los ríos mayores, de curso casi

permanente, están señalados en la figura 1.2; hay que tener en cuenta, sin embargo, que los

nombres de estos ríos a veces son dudosos, al igual que algunos cursos.

Además de la red principal, hay un auténtico laberinto de ríos menores o canales que,

partiendo de la red principal, recorren los Llanos en toda su extensión.

El análisis de las imágenes plantea interrogantes sobre su formación. La mayor parte de

estos cursos pequeños carecen de bosque de galería, por lo que no parecen ser el resultado de

una evolución libre que se haya ido adaptando a las características del terreno, sino que más

bien parecen seguir unos cursos antiguos que no han sufrido una variación notable.

LA RED DE COMUNICACIÓN

Las gentes de Moxos todavía hoy usan esa intrincada red de canales que permiten navegar de

este a oeste por todo el territorio, acortando notablemente las distancias que habría si utilizasen

la red principal que va de sur a norte.

Algunos de estos cursos corren paralelos a los terraplenes y almacenan tras la

inundación la cantidad suficiente de agua como para poder ser usados como vías de transporte

durante la época de aguas bajas. Estos cursos ya fueron señalados como artificiales por los

misioneros jesuitas27.

Canal de los Ignacianos

Hay otra clase de canales que no bordean terraplenes; algunos de ellos todavía se hallan en

buen uso.

27 Véanse las citas de Eder en el artículo sobre terraplenes.

19

El carácter artificial de estos canales no escapó a la observación de los misioneros:

“Encontré dos o tres sabanas más elevadas que las demás y que por serlo, algunos años no

quedaban anegadas ni, por tanto, se podían navegar libremente con canoas: las adaptaron a la

navegación excavando su tierra”28.

Un ejemplo de canal de navegación bien conocido y cartografiado por Rodolfo Pinto es el

llamado “Canal de los Ignacianos”, que une San Ignacio con el Mamoré y aún hoy sigue siendo

la vía de comunicación más fiable en la época de lluvias con la capital del Beni (véase la figura

6.1).

Este canal parte del centro del pueblo de San Ignacio y recibe el nombre de arroyo

Huirico29. Su curso ha quedado cortado por la carretera de circunvalación de San Ignacio.

Después un recorrido hacia el este de unos 12 km, vierte sus aguas en el río Sénero y

posteriormente comunica con el Mamoré a través de la laguna Topico, a la altura de Trinidad,

con otro curso de 12 km. Este canal permite, en la época de inundación alta, la navegación

desde el terraplén de circunvalación de Trinidad hasta las cercanías de San Ignacio.

En la imagen satélite (véase la figura 6.1) puede verse el curso del canal, que atraviesa

una antigua laguna, hoy vacía. El desnivel es escaso, por lo que el flujo no ha deformado el

trazado principal. Esta red de transporte no recibe ninguna atención y poco a poco va quedando

inutilizada.

Rodolfo Pinto ha documentado otro conjunto más al norte que, partiendo del Mamoré,

permite la navegación hasta Baures. Nordenskiöld observó a principios del siglo XX que los

indígenas de la zona dragaban cada año uno de los tramos que enlaza el Mamoré y el Ipurupuru.

Este canal acorta la navegación entre el Mamoré y Baures en varios cientos de kilómetros.

Desgraciadamente, la construcción de caminos, carreteras y puentes no suele tener en

cuenta la utilidad de estas vías, que actualmente están poco transitadas debido al escaso trajín

de mercancías y personas existente en el Moxos de hoy. En algunos casos más graves, la

construcción de puentes de baja altura imposibilita la navegación por los ríos en la época de

inundación; así sucede con el Apere.

Canales “rizados”

Cuando el canal une ríos con diferente cota, el flujo de agua erosiona las arcillas de las orillas y les confiere un trazado que, aunque conserva su dirección principal, ha tomado una forma rizada debido a la turbulencia de las aguas (véase, en este mismo libro, el artículo “El aparato hídrico de Moxos”). En algunos casos se ha conservado el trazado principal, lo cual ha permitido su reconocimiento como obra humana.

Un buen ejemplo de este tipo de canales es el del río Mocoví, que alimenta el conjunto

de lagunas Villca (véase la figura 3.4) y conserva tramos que permiten adivinar su origen

artificial. El codo que forma el río Mocoví cuando entra en la laguna Villca se prolonga en canales

que al parecer son de riego. El río o canal Mocoví permitía, según se deseara, alimentar la

laguna inferior o bien derivar las aguas directamente a la mayor, al norte.

Otro ejemplo de canales con poca evolución lo hallamos en una zona al norte de San

Ignacio en la que se observa un canal principal que, a pesar de las ondulaciones, ha conservado

28 Eder, p. 107. 29 “Huirico” significa “sin salida”.

20

tramos rectos sin modificar (véase la figura 6.2). Algo más al norte, otro canal menor de formas

curiosamente geométricas distribuía seguramente agua a los campos elevados.

En la figura 6.2 puede observarse un impresionante conjunto de canales de trazado

hexagonal con terraplenes asociados. Es interesante constatar que posiblemente estos trazados

en zigzag con los canales que parten de los ángulos sean los trazados más eficaces para la

distribución de aguas en una llanura abierta.

La figura 6.3 muestra una jarra extraída de una urna funeraria en la Loma Perro Muerto,

que reproduce un dibujo geométrico curiosamente similar a la estructura de estos canales (véase

la figura 6.6). ¿Se trataba de la reproducción de un patrón de construcción de canales de

regadío?

Red hídrica entre lagunas En las figuras 6.4 y 6.5 señalamos los cursos de agua permanente con bosque de galería y la

red de ríos de curso eventual que se ramifican por toda la pampa. En algunos lugares esta red

muestra claramente una estructura geométrica, que parece apuntar a una intensa acción

humana; es posible que su estructura corresponda a la necesidad de aportar aguas fértiles

durante el período de inundación a los campos elevados y las lagunas.

¿De cuándo datan los desvíos de los cursos de distribución de aguas a la salida de Eva

Eva? ¿De dónde procedían las aguas de alimentación de las lagunas cuando el aparato hídrico

estaba en uso? Los análisis mineralógicos de los metales pesados y de las arcillas de los

sedimentos permitirían identificar la procedencia de los sedimentos y conocer las modificaciones

de los cursos. Mediante la granolumetría de los sedimentos podríamos saber la distancia de su

procedencia y el porcentaje del arrastre hídrico y eólico.

Respecto a las lagunas, la reconstrucción de paleoambientes a partir del estudio de

microrrestos vegetales (fitolitos, polen, etc.) aportaría datos inestimables sobre la evolución de

estos elementos, y la identificación de diferentes tipos de diatomeas en las lagunas nos

proporcionaría conocimientos sobre cuál era el ambiente que hubo en la época precolombina.

Los Llanos de Moxos tienen una sedimentación que puede alcanzar los 3 km de grosor;

esto puede aportar un conocimiento directo sobre la evolución climática de la zona, un factor

decisivo en la evolución del ecosistema y su manejo por el hombre. Todos los estudios que

conocemos realizados hasta ahora se basan en datos indirectos, como por ejemplo los análisis

del polvo de los glaciares andinos y los sedimentos de los meandros de la parte central de la

cuenca amazónica. El estudio de los sedimentos de Moxos nos permitiría un estudio basado en

la observación directa de la sedimentación de las pampas.

La investigación del impacto humano en la red hídrica de Moxos es un trabajo de una

gran envergadura y complejidad, pero también de un interés enorme desde el punto de vista

arqueológico.

FIGURA 6.1 Canal Ignaciano

21

FIGURA 6.2 Canal Rizado

22

FIGURA 6.3 Vasija funeraria de ala Loma de perro Muerto

23

FIGURA 6.4 Red hídrica entre lagunas (1)

24

FIGURA 6.5 Red hídrica entre lagunas (2)

25

FIGURA 6.6 Canal hexagonal

26

27

7.

Campos elevados en las pampas de Moxos Josep Barba CEAM

Lee planteó el enigma de la existencia de campos en un medio edáfico muy pobre. Los

camellones evidencian un uso agrícola intensivo difícil de explicar en unos suelos que, una vez

cultivados, se agotan rápidamente. Los análisis efectuados en la zona de San Ignacio30 nos han

dado valores inferiores a 2ppm de fósforo31, cuando se precisa el doble para obtener pastos de

calidad media y hasta 7 veces más para un uso agrícola normal. Hemos tomado el fósforo como

valor de referencia, ya que es un factor limitante para el crecimiento de los cultivos.

Los suelos arcillosos compactos e impermeables son de muy difícil uso agrícola. Su

contenido de fósforo es muy bajo, aunque en algunos casos pueden presentar contenidos altos

en magnesio y hierro. La pobreza de los suelos condiciona la baja calidad de sus pastos y limita

su uso a una ganadería muy extensiva y de bajos rendimientos.

Lee teorizó sobre la posibilidad de que los campos elevados hubieran sido fertilizados

con la compostación de plantas acuáticas que se nutren de las aguas de inundación. Para

verificar esta hipótesis, CEAM y HOYAM han construido en la zona de San Ignacio de Moxos

unos campos elevados similares a los que todavía se encuentran en la zona. Durante varias

temporadas se ha experimentado su manejo a base de la fertilización con tarope (Eichhornia

30 En 1994 CEAM suscribió un convenio con el Laboratorio Agrario de Cabrils para analizar muestras de suelos en Moxos. 31 Ppm = partes por millón.

28

crassipes). Los trabajos han sido dirigidos por Jaume Boixadera (Sección de Evaluación de

Recursos y Nuevas Tecnologías del DARP).

EXPERIMENTACIÓN DE AGRICULTURA EN CAMPOS ELEVADOS

En 1995 iniciamos en la residencia Arajuruana una experiencia de cultivo de campos elevados

según el modelo que creíamos que se aplicaba en el antiguo Moxos. Se diseñaron unos campos

de 4 m de ancho separados por canales de la misma anchura; el desnivel entre el canal y el

camellón era de 1’30 m. La experiencia tenía como objetivo valorar la calidad del tarope (E.

crassipes) como aportador de nutrientes. Esta planta es bien conocida en la zona por su

capacidad invasora en las aguas fértiles; en mojeño recibe el nombre de “ichebeji”, que significa

“planta de la sal”.

El primer ensayo se realizó en 1994, alternando capas de tarope y de tierra para crear un suelo

fértil de base. Aunque los resultados fueron esperanzadores, no parecía verosímil que el tarope

se compostase a base de enterrarlo a una cierta profundidad. En los terrenos de la Estación

Experimental Mausa se construyeron, en 1997, unos campos elevados con la misma geometría.

Se escogió como cultivo experimental el maíz, por ser uno de los que presenta mayores

requerimientos de nutrientes. La fertilización se hizo con tarope fresco en superficie. Los

resultados fueron los siguientes:

Kg tarope/m2 0 15 30 60

Kg maíz/ha 1.300 3.000 4.400 5.700

El experimento es concluyente en lo que respecta a la posibilidad de crear un suelo fértil

transfiriendo la fertilidad del medio acuático mediante la compostación de vegetales. Una

productividad de 5’7 tn/ha equivale a la productividad de un suelo medio de secano con la

adición de fertilizantes químicos.

En trabajos posteriores estos ensayos se han ido ampliando a otros tipos de cultivos. Los

resultados, así pues, son concluyentes: demuestran la viabilidad de una tecnología para crear

suelo fértil destinado al uso agrícola intensivo basada en la transferencia de nutrientes del medio

acuático al terrestre. El antropólogo Clark Erickson ha realizado experimentos similares en varios

lugares de la provincia de Moxos y ha obtenido resultados alentadores.

En la figura 7.1 se ilustra la incorporación de la flora acuática desarrollada en los canales

intermedios a la preparación de los cultivos y en la figura 3.1 señalamos las zonas en las que se

ha documentado la existencia de campos elevados. En las figuras 7.2 y 7.3 se aprecian dos

vistas aéreas de campos elevados.

29

Hay que señalar que la adición de nutrientes solamente es posible con el aporte anual de

aguas blancas. En los trabajos de campo32 hemos tomado la conductividad eléctrica del agua

como referencia para valorar su fertilidad. Las aguas más fértiles son las del Mamoré y las de los

cursos de agua que provienen de la cabecera de Eva Eva y, sobre todo, las del Sécure y

Maniqui, que drenan la cordillera de Mosetenes.

La red de canales de las pampas en combinación con los terraplenes permitían llevar las

aguas de estos ríos a cualquier punto del norte y distribuirlas a voluntad entre los lugares de

producción en un territorio de más de 30.000 km2.

32 Trabajos realizados por Francisco Comín, profesor del Departamento de Ecología de la Facultad de Biología de la UB.

FIGURA 7.1 Esquema del funcionamiento de los campos elevados

FIGURA 7.2 Vistas aéreas de campos elevados. Fotografía de Andoni Canela

30

FIGURA 7.3 Vista aérea de campos elevados sobresaliendo por encima de las aguas de

inundación. Fotografía de Andoni Canela

31