ecosistemas saludables para reducir los efectos de los desastres naturales

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¿Por qué debemos mantener a los ecosistemas saludables? Un ecosistema es un sistema natural en el que organismos (plantas, animales, bacterias, entre otros) dentro de un espacio geográfico y temporal particular se relacionan entre sí y con los factores físicos (luz, humedad, temperatura, entre otros) del ambiente. Los organismos son capaces de sobrevivir y desarrollarse dadas las relaciones que sostienen dentro del ecosistema y es así que la funcionalidad del mismo depende de ellas. La salud ecosistémica es una medida que hace referencia a la capacidad que un ecosistema dado tiene para mantener su organización y autonomía a lo largo del tiempo, ya que factores naturales (huracanes, terremotos, derrumbes, entre otros) y antropológicos (contaminación, guerras, sobrepesca, entre otros) pueden distorsionar las relaciones existentes y alterar el equilibrio interno del sistema. Cuando las actividades humanas, o los desastres naturales, afectan la capacidad que los ecosistemas tienen para retornar al estado de equilibrio (capacidad de resiliencia), hay pérdida de biodiversidad, se ve afectada la integridad ecológica y los ecosistemas se vuelven incapaces de brindar los servicios ecosistémicos de los cuales dependemos. Es importante recalcar que los ecosistemas tienen una gran capacidad para resistir el estrés, que la susceptibilidad al desequilibrio varía ente ellos y que cualquier exceso de estrés puede desencadenar una catástrofe ecológica. A continuación presentamos una lista con los servicios ecosistémicos más importantes: 1. Regulación de la composición química de los gases atmosféricos. 2. Regulación del clima 3. Capacidad para absorber perturbaciones y fluctuaciones ambientales. Por ejemplo. Control del flujo de agua en lluvias torrenciales, evitando inundaciones, mantenimiento de la humedad y reservas de agua en temporadas de sequía. 4. Regulación de los flujos hídricos. Útil para la provisión de agua para la agricultura, procesos industriales. 5. Almacenamiento y reserva de aguas en napas freáticas y cuencas. 6. Control de erosión y retención de sedimentos. 7. Formación de suelos. 8. Reciclaje de nutrientes. Almacenamiento, procesamiento y adquisición de nutrientes como mediante la fijación de Nitrógeno. 9. Descomposición de basura y detoxificación. 10. Polinización y dispersión de semillas. 11. Control biológico de plagas. 12. Refugio o provisión del hábitat para poblaciones residentes y migratorias. 13. Producción de alimentos. 14. Materias primas renovables. Por ejemplo: Madera, forraje, entre otros. 15. Recursos genéticos. Variabilidad intrínseca de los recursos naturales. 16. Recreación. Por ejemplo: Ecoturismo. 17. Fuente de inspiración cultural. Apreciación estética, desarrollo espiritual. Estos servicios ecosistémicos pueden ser de uso directo, como la producción de alimento (peces en el mar), o indirectos, como la regulación del clima (regulación del dióxido de carbono por el fitoplancton), y no sólo tienen un valor de uso, sino que reflejan el valor de existencia intrínseco de los ecosistemas.

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Page 1: Ecosistemas Saludables Para Reducir Los Efectos de Los Desastres Naturales

¿Por qué debemos mantener a los ecosistemas saludables?

Un ecosistema es un sistema natural en el que organismos (plantas, animales, bacterias, entre otros) dentro de un espacio geográfico y temporal particular se relacionan entre sí y con los factores físicos (luz, humedad, temperatura, entre otros) del ambiente.

Los organismos son capaces de sobrevivir y desarrollarse dadas las relaciones que sostienen dentro del ecosistema y es así que la funcionalidad del mismo depende de ellas.

La salud ecosistémica es una medida que hace referencia a la capacidad que un ecosistema dado tiene para mantener su organización y autonomía a lo largo del tiempo, ya que factores naturales (huracanes, terremotos, derrumbes, entre otros) y antropológicos (contaminación, guerras, sobrepesca, entre otros) pueden distorsionar las relaciones existentes y alterar el equilibrio interno del sistema.

Cuando las actividades humanas, o los desastres naturales, afectan la capacidad que los ecosistemas tienen para retornar al estado de equilibrio (capacidad de resiliencia), hay pérdida de biodiversidad, se ve afectada la integridad ecológica y los ecosistemas se vuelven incapaces de brindar los servicios ecosistémicos de los cuales dependemos. Es importante recalcar que los ecosistemas tienen una gran capacidad para resistir el estrés, que la susceptibilidad al desequilibrio varía ente ellos y que cualquier exceso de estrés puede desencadenar una catástrofe ecológica.

A continuación presentamos una lista con los servicios ecosistémicos más importantes:1. Regulación de la composición química de los gases atmosféricos.2. Regulación del clima3. Capacidad para absorber perturbaciones y fluctuaciones ambientales.

Por ejemplo. Control del flujo de agua en lluvias torrenciales, evitando inundaciones, mantenimiento de la humedad y reservas de agua en temporadas de sequía.

4. Regulación de los flujos hídricos. Útil para la provisión de agua para la agricultura, procesos industriales.

5. Almacenamiento y reserva de aguas en napas freáticas y cuencas.6. Control de erosión y retención de sedimentos.7. Formación de suelos.8. Reciclaje de nutrientes.

Almacenamiento, procesamiento y adquisición de nutrientes como mediante la fijación de Nitrógeno.9. Descomposición de basura y detoxificación.10. Polinización y dispersión de semillas.11. Control biológico de plagas.12. Refugio o provisión del hábitat para poblaciones residentes y migratorias.13. Producción de alimentos.14. Materias primas renovables.

Por ejemplo: Madera, forraje, entre otros.15. Recursos genéticos.

Variabilidad intrínseca de los recursos naturales.16. Recreación.

Por ejemplo: Ecoturismo.17. Fuente de inspiración cultural.

Apreciación estética, desarrollo espiritual.Estos servicios ecosistémicos pueden ser de uso directo, como la producción de alimento (peces en el mar), o indirectos, como la regulación del clima (regulación del dióxido de carbono por el fitoplancton), y no sólo tienen un valor de uso, sino que reflejan el valor de existencia intrínseco de los ecosistemas.

Mantener la salud ecosistémica nos favorece directamente y a nuestras actividades diarias y productivas. Por ejemplo, la sobrepesca de anchoveta de los años setenta redujo la capacidad del ecosistema marino de la corriente de Humboldt para producir alimento y guano. Alterando negativamente los ingresos de las industrias pesqueras, harineras, turísticas y guaneras, tanto en ese momento como en la actualidad, y favoreció sobre todo a la desnutrición en el Perú por la reducción de la disponibilidad de pescado en los mercados locales.

Es así que debemos afrontar los problemas que enfrentan los ecosistemas de manera integral, considerando los aspectos biológicos, económicos, políticos y sociales, ya que las comunidades humanas forman parte de los ecosistemas. Este tipo de

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estrategia se denomina Manejo Ecosistémico y tiene el objetivo de aproximarse a la sostenibilidad en el aprovechamiento de los recursos naturales y en el acceso a los servicios ecosistémicos, garantizando los beneficios de la naturaleza a través del tiempo.

Para reducir la pobreza, la distribución de epidemias y enfermedades y la inestabilidad política, así como para mejorar la nutrición y el desarrollo social y económico, debemos empezar por aprender a aprovechar al medio ambiente y cuidar de su salud.

Todas las criaturas viven en redes interconectadas de ecosistemas y hábitats. Forman la diversidad biológica de nuestro planeta, lo que hoy llamamos biodiversidad.

Los ecosistemas, impulsados por la biodiversidad y la diversidad de vida dentro de ellos, proporcionan a las personas un flujo de bienes y servicios valiosos y de importancia económica de los que las sociedades humanas y las economías dependen de manera fundamental. Algunos de éstos son: el agua potable, a través de su purificación; la comida saludable, a través de la fertilización del suelo; o el aire respirable, a través de la función de almacenamiento de carbono de los bosques.

Los ecosistemas saludables también desempeñan un papel central en la adaptación al cambio climático mediante la protección de las zonas habitadas contra las inundaciones y otros efectos negativos de los cambios en los patrones del clima. Unas llanuras pluviales intactas, por ejemplo, desempeñan un papel importante en la mitigación de las inundaciones por la retención del agua y su lenta liberación hacia los arroyos y ríos. Los bosques actúan como sumideros de carbono y previenen la erosión del suelo. Los humedales absorben contaminantes y mejoran la calidad del suministro de agua dulce, al tiempo que contribuyen a la adaptación y mitigación del cambio climático, etc.

Los ecosistemas sanos presentan una mejor disposición a adaptarse a las alteraciones del régimen hídrico y al cambio climático que actualmente se da en el planeta, evitando que multitud de especies se movilicen en busca de lugares con mejores condiciones. Ahí radica uno de los principales motivos que reivindican la importancia de mantener saludables los ecosistemas, pues una buena salud facilita su adaptación a estos cambios y su capacidad de absorber las perturbaciones (resiliencia), sin olvidar que la vida humana depende, en última instancia, de los servicios de los ecosistemas, siendo esenciales para nuestra existencia.

El concepto de infraestructura verdeUna condición esencial para la salud de los ecosistemas y la prestación de sus servicios es el mantenimiento de su coherencia ecológica. Es decir, si un ecosistema es un sistema vivo en el que todos sus elementos, biológicos e inertes, están vinculados e interrelacionados, la coherencia se entiende como la inexistencia de barreras que impidan esa conexión y que permita el flujo de energía que debe desarrollarse de forma natural.Pero, esta coherencia se está perdiendo cada vez más como consecuencia de la expansión masiva de las zonas urbanas y del desarrollo de infraestructuras, provocando la fragmentación de los paisajes.Las prácticas tradicionales en el uso del suelo han sido sustituidas por otras actividades más intensivas, mecanizadas y con escala industrial, especialmente en la agricultura. La infraestructura verde describe todos los elementos de una red interconectada de espacios verdes que conservan funciones y ecosistemas naturales valiosos y proporciona beneficios asociados a las poblaciones humanas.Se trata de elementos naturales y artificiales tales como zonas de reforestación, puentes verdes, zonas verdes urbanas, techos y paredes verdes, tierras de cultivo de alto valor natural o zonas forestales. Se garantiza un uso eficiente y sostenible de la tierra mediante la integración de funciones o actividades que interactúan en un mismo territorio.Al devolver espacio a los ecosistemas, la infraestructura verde puede mantener y crear las características del paisaje que garanticen que los ecosistemas puedan seguir ofreciendo servicios tales como agua potable, suelos productivos y atractivos lugares de esparcimiento.

Ecosistemas saludables para reducir los efectos de los desastres naturales

El cambio climático incrementará desastres naturales como huracanes, inundaciones y deslizamientos de tierra, que serán más numerosos y menos predecibles en todo el mundo. Algunas de las áreas más vulnerables a sufrir estos eventos están densamente pobladas y deben llevar a cabo iniciativas de protección que busquen un desarrollo sostenible y eviten la degradación del medio ambiente.

El manejo y restauración de ecosistemas como humedales, bosques o cuencas hidrográficas puede ayudar a proteger a las personas y a sus medios de subsistencia ante los terribles efectos de los desastres naturales que se avecinan en las próximas décadas.

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Los ecosistemas saludables pueden reducir los impactos de los desastres naturales, ya que proporcionan protección física cuando ocurren, así como alternativas de subsistencia una vez pasado el desastre. Por ejemplo, los bosques costeros pueden ayudar a reducir el impacto de las marejadas y de las tormentas de arena, regulan las inundaciones y estabilizan las pendientes de tierra, evitando desprendimientos.

La reforestación puede disminuir el riesgo de desastres al tiempo que proporciona otros beneficios para la gente como vivienda y alimentación.

En América Latina, genera preocupación especial la degradación de los bosques secos tropicales, del bioma amazónico, de los bosques y pampas en latitudes templadas y de los ecosistemas marino-costeros (de manera particular manglares y arrecifes de coral).La expansión desordenada de la frontera agrícola asociada a inequidades en la tenencia de la tierra, frágiles esquemas de ordenación del territorio, distorsiones del mercado internacional y desarrollo mal planificado de obras de infraestructura, es un fenómeno que amenaza el patrimonio natural de la región. La seguridad alimentaria y la protección del capital natural pesan mucho menos en la toma de decisiones de política agrícola que los intereses comerciales de corto plazo que benefician a pocos.Además, presiones como la sobreexplotación de recursos pesqueros, la introducción de especies invasoras y el cambio climático afectan la estructura y funcionamiento de los ecosistemas y deterioran sustancialmente la oferta de bienes y servicios ambientales.

Lo importante es tener claro que las diferentes metas están estrechamente relacionadas. El alivio a la pobreza depende, entre otras variables, de que el capital natural y en particular, la diversidad biológica se conserven. La diversidad biológica, a su vez, es la base para que los ecosistemas funcionen y provean servicios básicos para el bienestar humano. La simplificación de la estructura de los ecosistemas reduce la capacidad que estos tienen de ofrecer bienes y servicios. Por ejemplo, la meta de llevar agua y saneamiento a la población no puede ser alcanzada de manera sostenible solamente con base en desarrollo de infraestructura de acueductos y plantas de tratamiento de aguas residuales. Es critico hacer un manejo integrado de cuencas hidrográficas con enfoque ecosistémico para garantizar que los ecosistemas que proveen y regulan el agua sean conservados. En esta perspectiva, los ecosistemas deben ser considerados como parte de la infraestructura natural.El reto es enorme para América Latina, lo cual es paradójico pues en términos generales no es una región pobre en recursos naturales. El problema es que la falta de coordinación sectorial y las presiones por crecer a como de lugar, están poniendo en peligro la oferta en el largo plazo de servicios ecosistémicos estratégicos como la provisión de agua. Esto a su vez complica la posibilidad de alcanzar los Objetivos del Milenio. Lo urgente no deja paso a lo importante.Es evidente que necesitamos una visión de desarrollo de país y de región que favorezca simultáneamente el crecimiento económico, el desarrollo del tejido social y un manejo responsable de los servicios ecosistémicos, sin los cuales el desarrollo en el largo plazo se vería comprometido.

ConclusionesLa gestión integral de ecosistemas en un marco de equidad social y con visión estratégica en términos de competitividad, puede contribuir de manera sustancial a aliviar las contradicciones sociales en América Latina y a dinamizar su economía de una forma sostenible.El gasto en desarrollo social, en investigación y en gestión ambiental debería representar una inversión fundamental para romper el círculo vicioso de la dependencia y convertir a esta región del mundo en un jugador global importante.Es un error promover crecimiento económico a expensas de una degradación profunda de los bienes y servicios ecosistémicos. La inversión nacional y extranjera debe ser estimulada con reglas del juego claras y equitativas que resulten atractivas y que beneficien a las partes. Y, sin embargo, no tiene por que ponerse en riesgo el capital natural ni afectarse derechos sociales fundamentales. El sector privado responsable usualmente no exige condiciones que vayan contra los valores y los derechos de una sociedad.En el largo plazo, será una población bien educada y políticamente madura la que garantizará el crecimiento, la estabilidad política y el bienestar social. Y, al mismo tiempo, serán unos ecosistemas funcionales los que mantendrán la oferta de servicios estratégicos (agua, suelo cultivable, aire limpio) que dinamizarán la competitividad económica y el desarrollo humano.