eatip_ efectos psicologicos de la represion politica ii

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  • 8/16/2019 Eatip_ Efectos Psicologicos de La Represion Politica II

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    EATIP. Efectos psicologicos de la represion politica. EFECTOS PSICOLOGICOS DE LA REPRESION POLITICA IIEFECTOSPSICOLOGICOS DE LA REPRESION POLITICA. II Doctora Diana R KordonDoctora Lucila L Edelman 

    Continuamos en este artículo el análisis de los efectos, psicológicos de larepresión. Lo hacemos sobre la base de las experiencias que hemos desarrollado alo largo de estos años en la asistencia a familiares de desaparecidos,experiencia que nos ha planteado diversos interrogantes y la necesidad dedesarrollar conceptualizaciones que den cuenta de esta situación.Uno de los problemas que deja en evidencia esta necesidad de conceptualizaciónes el insatisfactorio desarrollo, desde nuestro campo, de los temas que hacen ala compleja articulación entre los fenómenos psíquicos y los fenómenos sociales.Después de ocho años de dictadura, años que conmocionaron profundamente todoslos estamentos de nuestra sociedad, estamos aún inmersos en un período que nopodemos dar por concluido, ya que los efectos psicosociales de la etapa anterior siguen presentes y probablemente perduren largo tiempo.Por haber sido implementada desde el poder del Estado la represión dictatorialoperó produciendo efectos profundos en las personas y en el cuerpo social,efectos persistentes y duraderos y, cuya naturaleza y consecuencias hoy podemos

    empezar a analizar. La dictadura intentó asegurar su poder a través de larepresión directa, y de la intimidación colectiva permanente y también por mediode una intensa actividad propagandística destinada a producir profundasmodificaciones en los sistemas de ideas y valores dominantes en la sociedadArgentina.La situación de terror nos afectó a todos y condicionó nuestra vida concreta,independientemente de la conciencia que de ello pudiéramos haber tenido.Nadie pudo excluirse, todos fuimos afectados; no hubo sector social o individuoque quedara ileso, en un país donde 30.000 personas fueron borradas de su vidacotidiana, donde el registro de sus destinos se interrumpía a partir delsecuestro sin consideración de ley alguna que diera cuenta de lo ocurrido; en unpaís donde miles de personas permanecieron por muchos años detenidas encondiciones inhumanas y torturadas sistemáticamente; en un país donde miles de

    familiares y amigos de las víctimas directas vivieron en angustiosa espera einterrogación constante día a día.El problema no afectó solamente a aquellos niños o adultos que fueron víctimasdirectas de la represión, o a sus familiares o amigos. Lo que a cada uno deellos le ocurrió nos involucro a todos.A cada desaparecido corresponden, muchas otras desapariciones, desapariciones de distinta naturaleza, desaparición de, la libertad de pensar, de actuar, deproducir, de crear, de gozar; en todos y en cada uno de los que vivimos esostiempos.El cuerpo social fue herido en sus entrañas, simbólica y concretamente.Será necesario analizar las derivaciones a largo plazo de ello; analizar, porejemplo, qué efectos tendrá en nuestra sociedad el hecho de que una generación

    se haya formado en los años de la dictadura, qué efectos tendrá el silenciosocial impuesto e internalizado, los malentendidos sociales, las culpas por elsometimiento, etcétera.En el aspecto individual, la situación traumática a lo largo del tiempo produjoperturbaciones en el plano de la identidad personal, de los vínculos familiares,de las relaciones laborales e interpersonales, de los sentimientos depertenencia y ajuste social; en el plano de la. identidad personal lasmodificaciones producidas abarcan un amplio espectro, desde fenómenos quepodemos caracterizar como nuevas identificaciones disociaciones, hasta severasrestricción el en el campo del pensamiento y el aprendizaje.

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    Estas modificaciones se han producido, en diversa medida, de acuerdo con elnivel de implicación personal en la situación y según la modalidad de respuestaque se asumía frente a la misma, en el eje:sometimiento-discriminación-resistencia, a los modelos inducidos por ladictadura.Los, efectos fueron también acumulativos en tanto cada nueva situación producíamodificaciones en el campo de la realidad concreta del grupo o individuo, queluego incidía en la producción dé nuevos efectos.Nuestra experiencia nos pone en evidencia cada vez más que estos efectos no sonmeros factores contextuales, sino que operan como factores internos en eldesarrollo del conflicto psíquico.Queremos transmitir algunas ideas vinculadas a la prolongación de los efectospsicológicos de la represión del periodo dictatorial y a la incidencia que enéstos tiene el modo particular con que éste tema está siendo encarado en elperíodo constitucional.Las inducciones psicológicas de la dictaduraEl escritor Jorge Luis Borges asistió el 22 de julio de 1985 a una sesión de laCámara Federal en la que se juzgaba a los comandantes de las tres primerasJuntas militares del Proceso.Posteriormente envió una nota publicada en el diario Clarín el miércoles 31 dejulio. Profundamente conmovido por lo que había escuchado Borges hace en esamisma nota un conjunto, de consideraciones sobre su particular visión de lacondición humana; al mismo tiempo afirma que no juzgar y no condenar el crimensería fomentar la impunidad y convertirse de algún modo en su cómplice. Sin

    embargo, al comienzo de esta misma nota Borges tiene un fallido notable, que esel que precisamente interesa señalar Dice: He asistido por primera y última veza un juicio oral a un hombre que había sufrido cuatro años de prisión, deazotes, de vejámenes y de cotidiana tortura. Es decir que en esta frase seconfunde el estatus de testigo, víctima a su vez de la represión, con el deacusado.Durante todo el juicio, Orgeira, defensor del general Viola, intencionalmentellamaba acusados a los testigos, volviendo a reiterar de esta manera lainducción de la dictadura, por la cual la sola desaparición de una persona laconvertía en culpable; Borges, en cambio, a lo largo de todos estos años tuvoreiteradas expresiones en defensa de la Justicia. En consecuencia descartamosque hubiera intencionalidad consciente al cometer el error.¿Este fallido de Borges emerge solamente de su problemática e historia

    individual, o además hay otras voces que hablan por boca de Borges?Nos inclinamos a pensar en este último sentido. Por boca de Borges hablan lasprofundas alteraciones en los sistemas sociales de representación que seprodujeron por la intensa acción psicológica de masas de la dictadura y queoperan desde adentro de cada individuo como texto y no sólo como contexto.Durante el Proceso, afirmábamos que la situación de silencio social presente enesos años no correspondía a un vacío de ideas, sino a que la dictadura intentóasegurar su poder no solamente a través de la represión directa y de la,intimidación colectiva permanente, sino también implementando una intensaactividad propagandística, una actividad psicológica de masas, destinada aproducir profundas modificaciones en los sistemas de ideas y valores dominantesen la sociedad argentina. Cuando se daba información, se omitía lo esencias yse combinaba con, desinformación. Se intentó producir en el cuerpo social un

    efecto combinado de terror, parálisis y consenso que garantizara el dominio,apoyándose en lossentimientos de pertenencia social, de los individuos y en elrequerimiento de desarrollar actitudes apropiadas con relación a los valoressociales hegemónicos.Se efectuaba una propuesta de salud y enfermedad.Se proponía como condición denormalidad el sometimiento pasivo a la autoridad arbitraria y omnímoda.Fuimos sometidos a una cantidad de inducciones psicológicas de las cuales la másimportante fue la inducción al silencio. Entendemos por induccion laenunciación de modelos operacionales e identificatorios sugeridos desde ladictadura e implementados a través de su control casi absoluto de los medios de

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    comunicación de masas. Así se indujo a la culpa, a dar por muertos a losdesaparecidos cuando había aún miles de desaparecidos con vida, a la dilución deresponsabilidades, al olvido, a considerar la disidencia política como falta deadaptación social y campo de la enfermedad mental.Las inducciones operan sobre el sujeto a partir de la articulación entre susrepresentaciones psíquicas conscientes e inconscientes y los sistemas socialesde representación. Las inducciones psicológicas de la dictadura, que actúan asu vez sobre los sistemas sociales de representación, se ofrecen al individuocomo verdaderas matrices identificatorias. Estas operan sobre la subjetividad ala manera de los enunciados identificatorios.Los enunciados identificatorios juegan un papel fundamental en la constitucióndel sujeto y que provienen originanamente de las figuras parentales, portadorasdel discurso social. Son juicios que a través de determinados códigosvalorativos atribuyen identidad señalando permanentemente desde un otro quién esel sujeto y cuáles son, los valores sociales y culturales que éste debe asumir.La atribución de identidad puede ser directa cuando el enunciado habla sobrequién es el sujeto, o indirecta, por implicación. La atribución indirecta, alafirmar algo sobre un tercero que tiene relación con el sujeto, ubica a éste endetertninado lugar. A veces lo no dicho sobre un sujeto, o lo dicho sobreterceros, es más importante que, lo dicho, en la constitución de la identidad.Los enunciados identificatorios, además de su contenido temático, trasmitenimplícitamente un conjunto de reglas que en su, combinatoria posibilitan que elsujeto pueda construir diferentes representaciones del Yo.Nuestra hipótesis es que las inducciones producidas por la,dictadura operan en

    la subjetividad a la manera de los enunciados identificatorios. Actúan a lolargo del tiempo produciendo nuevas identificaciones secundarias, e ideas yconductas que son vividas como necesarias y naturales, no sólo por el propiosujeto sino por la comunidad o grupo social al que éste pertenece. Así,retomando el ejemplo de Borges, los enunciados producidos desde la dictaduraotorgaban en este caso una determinada identidad, utilizando una lógicatotalizante adscripta a los valores que intentaban imponer; esa atribución apriori era en éste caso la de valorar como culpable a quien fuera víctima de larepresión. Más aun, se extendía incluso a aquel que simplemente testimoniarasobre aquello que se trataba de hacer renegar desde el poder.Al tratar de promover una atribución directa de identidad de culpable seintentaba generar un sentimiento ilusorio de tranquilidad en aquellos que nohacían ni testimoniaban nada, pues de hecho serían inocentes. En este caso

    había una atribución de identidad por implicación.El poder dictatorial no sólo buscaba la creación de mecanismos de consenso, sinoque tenía la posibilidad de decidir sobre la vida y la muerte de las personas,aplicando el terror. En este caso la fuerza de los enunciados identificatoriosprovenía de que dichos enunciados se imponían al sujeto porque el controlabsoluto de los medios de comunicación de masas impedía la emergencia deenunciados diferentes, y porque dichos enunciados identificatorios ibanasociados a otro enunciado amenazador que formulaba que el cumplimiento deaquellos era condición necesaria para seguir viviendo. Esto daba un carácterparticular de violencia, amplitud y persuasión al enunciado.El hecho de que este efecto sea desconocido por las propias víctimas, permitecomprender que éstas experimenten sus nuevas ideas y actitudescomo necesarias ynaturales.

    Decíamos que los modelos inducidos por la dictadura tienden a operar en lasubjetividad a la manera de enunciados identifícatorios y modelos operacionales;que en el, primer caso tienden a producir nuevas identificaciones secundarias,es decir actúan sobre el ser, y que en el segundo caso operan sobre el hacer. Lainducción a guardar silencio es un modelo conductual. La práctica reiterada deésta inducción a la que el sujeto se somete inconscientemente, puede llegar aproducir, también en vinculación con la implementación de mecanismos de defensamuy primitivos, nuevas identifícaciones secundarias. Es decir, que enunciadosdirigidos a la, acción concreta pueden derivar en enunciados con implicanciasidentifícatorias

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    Aquellas personas, que, en mayor o menor grado, no quedaban capturadas por eldiscurso del poder, presentaban a veces sentimientos de extranjería, y exclusióncon relación a lus grupos de pertenencia. Efectivamente, la identificacióncolectiva con las inducciones hacía que, los propios miembros del grupo depertenencia se transformaran en portavoces de los modelos inducidos, haciendoobjeto de sanción social al, miembro del grupo que era vivido como transgresor. La alienaciónDurante el período del Proceso se produjeron modificaciones en las ideas, enalgunos, casos modificaciones sustanciales y antagónicas con su práctica socialprevia en personas y grupos sociales. Estos cambios no alcanzan a ser explicados por el miedo, ni fueron acompañados por un proceso consciente de modificación deideas. No se llegó a ellos por vía del pensamiento abstracto.Desde afuera del sujeto se observa la existencia de una ruptura, brusca en lacoherencia interna. del sistema de conceptos, ideas y actitudes sostenidas hasta entonces por esa persona, quien deviene irreconocible en ciertos aspectos.La búsqueda de una explicación de este fenómeno nos ha llevado a retomar elconcepto de alienación, formulado por Piera Aúlagnier. En la alienación existeun discurso que es impuesto al sujeto desde el exterior. El sujeto, asume comopropio ese discurso y se convierten su vez en su portavoz. Es un accidente desconocido por el sujeto compartido con otro y sólo reconocible por unobservador, externo, proceso por, el cual un sujeto atribuye un valor certeza

    al discurso de la fuerza alienante. La realidad sería entonces tal como, eseotro la define; y el sujeto es conforme a la definición que ese otro despóticoda.La dictadura se proponía, utilizando la, manipulación de los medios deinformación y a través de enunciados auto justificatorios y de un conjunto deinducciones, hacer que se considerara la violencia real que ejercía comonecesaria y natural, y que se incorporar como propio el discurso dominante. Seproponía impedir que las personas pudieran pensar críticamente acerca delsistema social en que se intentaba apresarlas, pensar su relación y ubicaciónfrente a dicho sistema y descubrir los referentes identificatorios y,valorativos a los cuales se intentaba subordinarlas.Se proponía que se asumiera aquello que provenía de los enunciadosidentificatorios del Poder como si dichos enunciados fueran propios

    ¿Cuáles eran las condiciones para que eete accidente se produjera? En primerlugar, la amenaza directa a la integridad corporal y a la vida; en segundolugar, la ruptura o la desintegración de aquellos grupos a los que se pertenecíao a los que se hubiera podido recurrir en otrascondiciones.Esta amenaza de desaparición, tortura y mutilación corporal, entendida comocorporeidad concreta y social, de amputación del grupo familiar, dedesintegración de los grupos sociales de pertenencia, sustrae al psiquismo desus apoyaturas necesarias. Estas apoyaturas intervienen no sólo en laconstitución del sujeto sino también en el mantenimiento de sus identificacionesy su coherencia interna a lo largo del tiempo.Esta amenaza, además, reforzaba en grado máximo la sensación de inermidad eindefensión social.El fenómeno de la alienación opera también sobre la base de apoyarse ,en algunos

    procesos psíquicos presentes en todo individuo y que facilitan relativamente laintrusión y operatividad de la fuerza alienante. Nos referimos concretamente,al deseo, en general inconsciente, de disminuir la distancia entre el Yo y elIdeal del Yo. Apoyado en la expectativa narcisista de fusionarse con losideales grupales, el sujeto tiende a adaptarse a los temas de idealeshegemónicos. Es por esto que la posibilidad de alienación no es un fenómenoexclusivo de una situación de terror, aunque en ésta se favorece un efecto detranquilización con respecto a la amenaza a la supervivencia.La puesta en marcha de la negación y la renegación como mecanismos de defensaprimitivos refuerzan este proceso. Se intenta no pensar. Se intenta no

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    representar.Hubo diferentes grados de alienación. Fueron pocos los casos en que se produjouna identificación masiva con los enunciados dictatoriales. En generalpredominaron identificaciones parciales y contradictorias. La resistencia a lasinducciones tenía reservada desde el Poder otro lugar claro y definido: el de lalocura.Sistemas sociales de representaciónLas combinaciones del conjunto de enunciados producidos por el Estado, al actuar sobre la malla social tienden a producir nuevos sistemas sociales derepresentación o a modificar los preexistentes. Resulta pertinente señalar queel contenido de las producciones ideológicas de las clases dominantes tienesiempre un carácter encubridor que tiende a ocultar la opresión y laexplotación. Sus teorizaciones se apoyan en las percepciones inmediatas que lossujetos tienen de la estructura social en que viven. Así, el sistema social sepresenta fenoménicamente a través de formas que ocultan las leyes internas de sufuncionamiento. Analicemos por ejemplo cómo la dictadura intentaba crear laidea de que su poder era omnímodo: una de sus autodefmiciones era: El Procesotiene objetivos pero no tiene plazos. No hay temporalidad, el tiempo esinfinito. Al eliminar el factor tiempo este enunciado intenta crear unadeterminada representación social, representación ilusoria de que el poder de ladictadura era efectivamente omnímodo. En esta representación ilusoria puedequedar capturada una parte de la sociedad, incluida aquella que haya vivido lacaída de su propio proyecto idealizado. Este enunciado forma parte de una serie

    de enunciados producidos por la dictadura, como parte de un conjunto ideológicoen el cual trataba de dar un fundamento sobre su origen y demostrar a la vez laexistencia de un proyecto futuro al cual proponía adherir. Productos yenunciados éstos que aparecieron ya en el período previo al golpe para tratar decrear la representación social de su necesariedad e inevitabilidad.Este conjunto ideológico estaba acompañado y sostenido por transformaciones enla estructura económica y en el aparato del Estado. Así, se modificaron laestructura productiva, el sistema jurídico legal, las áreas sanitaria yeducacional, etcétera. Por ejemplo, al día siguiente del golpe de Estado, elEstatuto del Proceso de Reorganización Nacional se colocó por encima de laConstitución Nacional y se dictó un paquete de normas legales represivas, aunquedespués se actuó desconociendo. dichas normas, es decir en forma ilegal conrespecto a su propia pseudolegalidad.

    Los sistemas sociales de representación resultan de la elaboración colectiva delas diferentes prácticas sociales. Incluyen diversas modalidades expresivas dela cultura, como las ideologías de clase en pugna en cada sociedad, losconocimientos científicos, las manifestaciones artísticas, los mitos, etcétera.René Kaes y otros han estudiado el papel específico de estas representacionessociales como un proceso de organización de las relaciones psicosociales,cumpliendo funciones psíquicas y sociales en particular nos interesa señalarcómo se constituyen en hitos identificatorios para los miembros de un grupo, deuna categoría o de una clase social.Estos sistemas de representación social tienen articuladores específicos en elpsiquismo individual en relación con las llamadas formaciones grupales delpsiquismo, tales como el concepto del grupo interno de Enrique Pichon Riviére,el concepto de familia como sistema de relaciones internalizadas de Laing o los

    desarrollos de René Kaes en el estudio de las formaciones endopsíquicasgrupales.Inducciones e impunidadLa impunidad necesita de estás inducciones psicológicas de la dictadura y a suvez las refuerza. Al cesar la exigencia de silencio y producirse el alivioinicial, se creó la sensación ilusoria de que el cambio de situación socialbastaría para que cesaran los efectos de los modelos inducidos. Sin embargo, seha hecho evidente que sus efectos son persistentes a largo plazo.Volviendo al fallido de Borges, pensamos que por boca de Borges hablan lasprofundas alteraciones en los sistemas sociales de representación que se

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    produjeron por la intensa acción psicológica de masas de la dictadura y queoperan desde adentro de cada individuo como texto y no sólo como contexto.De lamisma manera el nombre mismo del juicio, como juicio para condenar los excesosde la lucha contra la subversión, replantea el problema de los niveles decontinuidad o de ruptura con relación a los modelos del Proceso.La inducción al silencio generaba el intento de que no hubiera inscripciónsocial de los hechos que estaban ocurriendo; este mecanismo renegatorio estabapuesto al servicio de la construcción de una realidad psicotizante. Al romperse,la norma de silencio social se evidenció la profundidad de cuanto se habíacallado. En muchos casos se produjo una suerte de estallido de lo que habíaestado guardado; se necesitaba hablar, compartir con otros lo que se habíasentido privadamente y lo que había sido negado y reprimido en el interior decada persona y grupo familiar.El mismo juicio a las Juntas forma parte de la posibilidad de este espacio en el que se abre un lugar para la palabra. Esta necesidad de palabra está presenteen toda la sociedad; la palabra es entonces una condición de posibilidad para elpasaje de la repetición al recuerdo; la palabra es también el vehículo derepudio ético al genocidio. El problema es si basta con la palabra.El fallo del juicio que incluye penas de diversa gravedad y absoluciones, lademostración en los hechos de que no son de esperar muchas nuevas condenas a lospartícipes en la represión y la recurrente argumentación alrededor de un puntofinal, son acciones concretas que contradicen el sentido dado a la palabra. Apartir de esto se estimula la producción de un tipo particular de representación

    social, la creencia colectiva de que se ha llegado a una resolución final,creencia que obtura la posibilidad de conocimiento de la realidad y ocupa ellugar de lo que está siendo negado.¿En qué se apoya la posibilidad de una creencia colectiva en una resoluciónfinal sin que todos los culpables sean castigados?En primer lugar, en la producción y circulación de mensajes encubridores, queintentan crearla representación social de que se han logrado objetivos anheladoscuando no se han cumplido las condiciones imprescindibles para ellos. Elmensqie encubridor consigue efectividad a partir de la potencia que le otorga su implementación desde el poder, su apariencia como parte del sentido común.En segundo, lugar en la sensación de alivio personal inmediato que esta creenciatiende producir, porque refuerza las negaciones y porque no exige del sujeto

    modificaciones importantes en su ubicación personal. Como sostiene Bettelheim,la negación es la más antigua, primitiva, inadecuada e ineficaz de todas lasdefensas psicológicas utilizadas por el hombre. Cuando el núcleo que se niegaes potenciabnente destructivo, la negación es la más, perniciosa de las defensaspsicológicas, ya que no permite tomar las medidas apropiadas para protegerse delos peligros verdaderos; la negación por lo tanto deja al individuo en unaposición sumamente vulnerable ante los peligros de los que ha tratado dedefenderse. Es por ello que desde la subjetividad el camino está más expeditopara el mensaje encubridor. El Nunca más es un ejemplo de este tipo de mensaje.La idea de lograr que esto nunca más vuelva a ocurrir estuvo siempre presente enla actividad de las Madres, y está presente como deseo y esperanza en todo elpueblo argentino. Quizá por eso este nunca más vaciado de contenido pasa a serafirmado como si ya se lo hubiere logrado.

    La internalización de la propuesta de olvido negando la vigencia actual de loocurrido y sus implicancias en relación al futuro, constituye una nueva forma dealienación. De la misma manera la inducción de la creencia de que el castigo esimposible, coloca también a los responsables en un lugar de omnipotencia, quetiende a producir efectos de impotentización colectiva.Emergencia de lo siniestroLa impunidad permite otra situación: la propuesta siniestra de convivenciapseudonormal entre víctimas y victimarios.Esto se pone particularmente enevidencia en el caso de los niños secuestrados, cuya restitución se haconvertido en un lento y penoso proceso plagado de alternativas. Por ejemplo,

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    un juez autorizó que Paula Logares, restituida a su abuela después de años depenosos trámites, fuera visitada por las personas que la tuvieron durante variosaños; este tuvieron, esconde la apropiación, consciente de una persona, elocultamiento intencional de su identidad, sobre la base del secuestro y elasesinato.La criatura misma formó parte del botín de guerra.Este ejemplo pone en evidencia la emergencia de lo siniestro, es decir, deaquella suerte de espanto que afecta a las cosas conocidas y familiares desdetiempo atrás. ¿Qué sustenta esta emergencia de lo siniestro? Es la posibilidadde convivencia, el intento de suponer un vínculo de amor, una génesis familiardel amor, sobre la base de la escotomización del asesinato; en este caso no delasesinato simbólico sino del asesinato real. Legitimación de la perversión.De la misma manera cuando un comisario escapó con, otra niña, María EugeniaGatica, reclamada por sus padres, repitiendo, un nuevo secuestro de la yasecuestmda niña; en algunos medios periodísticos se intentó explicar la actituddel comisario sobre la base del gran amor de este señor por la niña, de la quese apoderó para compensar su Frustración personal por la muerte de su propiohijo. Es decir, reaparecen las inducciones psicológicas de la dictadura.Lo que hicimos lo hicimos por amor, dijo Videla; Lo estamos protegiendo,decía una propaganda que mostraba a un soldado efectuando un control deautomóviles.¿Se trata de un caso aislado o es expresión de una propuesta? , ¿se tratasimplemente de la autorización de un régimende visitas, como si se tratara deuna mera disputa entre adultos a través de los niños, o es una convalidación de

    esta posibilidad de convivencia?La dolorosa experiencia por la que pasan cotidianamente los familiares dedesaparecidos que viven en ciudades del interior del país, donde no existe elanonimato de las grandes ciudades, y que pueden encontrarse en cualquiera de sus actividades con los electores concretos del secuestro que precedió a ladesaparición de sus hijos, es otra desgarrante expresión de esta propuesta.Esta irrupción de lo siniestro remite también a la exhumación de cadáveresenterrados en forma ilegal y con el rótulo de anónimos, que supuestamentecorresponderían a víctimas de la represión, y que eran entregados a losfamiliares con certificados de defunción que los declaraba muertos enenfrentamiento. La propuesta de entregar restos a los familiares,desarticulada de un proceso de resolución global del problema, produce también

    las vivencias de lo siniestroCon respecto a la situación de los niños secuestrados, el hecho de que hayansido entregados a sus captores y no restituido de inicio a sus familias tieneque ver con el intento, desde el Poder, de excluir a esas familias del cuerposocial. Este intento de exclusión está fundado en considerarlas incapaces deeducar a los niños en forma tal que en el futuro éstos pudieran ser portavocesde los valores dominantes, por el solo hecho de haber formado a los padres deestos niños, que sostenían valores diferentes a los del Poder.Continuidad de la tortura psicológicaDesde el punto de vista de los implicados más directamente en la situaciónrepresiva, por ejemplo, los familiares de desaparecidos, es necesario señalarla continuidad, hasta el momento actual, de la situación de incertidumbre sobreel destino de cada desaparecido. Esta situación de incertidumbre caracteriza el

    particular estatus de la desaparición en el psiquismo. Efectivamente, elestatus de desaparecido, es decir la situación de presencia-ausencia crea unazona de ambigüedad psicotizante.La persistencia de la incertidumbre a lo largo del tiempo va produciendo efectos acumulativos.¿Por qué decimos que la situación de ambigüedad es psicotizante?Cuando se produce una pérdida de cualquier tipo, el psiquismo realiza un trábajopenoso de elaboración. Lo hace a partir del reconocimiento del principio derealidad, que acaba por imponerse al sujeto.

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    En el caso de la desaparición, la ambigüedad es la primera condición para que elprincipio de realidad no indique al psiquismo una dirección precisa en la cualrealizar el trabajo elaborativo.La segunda condición está dada por el silencio, silencio social acerca de laexistencia misma de los desaparecidos, que se trató de mantener durante muchosaños y conformó una situación por la cual desde el consenso social se trataba dedesmentir o renegar de aquello que había ocurrido.Esta renegación impedía que fuera el consenso social el que confirmara o no lapérdida. La renegación, tiende hasta tal punto a impedir dicho consenso, quepersonas que conocían y padecían desde hacía mucho tiempo lo que estabaocurriendo, al observar pancartas con fotos en las manifestaciones, o cartelesqué reclamaban por los desaparecidos, decían o se decían: Es cierto, existenlos desaparecidos. Se producía así una confirmación desde afuera, desde elconsenso social.De la misma manera, en familiares que habían pasado años recogiendo indicios yefectuando denuncias sobre lo ocurrido en los centros clandestinos de detención,cuando los medios de información comenzaron a dar alguna muestra de esto, laconfirmación desde el afuera de los inhumanos padecimientos sufridos por losdetenidos reactivó sus sentimientos dolorosos.El hecho, de que no se encuentre a los culpables directos de cada uno de losparticulares hechos represivos, opera también al modo de una renegación, ya quesería como afirmar si no hay culpable, tampoco hay víctima.En muchos familiares de desaparecidos, en el momento de transición al períodoconstitucional, se produjo un incremento notable de angustia; en muchos casos se

     repetían vivencias de la misma intensidad y carácter de 1os momentosinmediatamente posteriores al hecho represivo: desesperación, sensación de quealgo terrible estaba ocurriendo, rabia e inpotencia insomnio necesidad de quealguien estuviera en la casa por si había alguna noticia; este incremento, de laangustia y repetición de vivencias aparecían, con mayor nitidez en las personascuyas expectativas, con algún tipo de resolución inmediata del problema eranmayores. Aquí fue notable volver a verificar el particular estatus psicológicoque implica en el familiar la situación de desaparición ya que, notoriamente, enpersonas que en el plano de la concientia habían dado por muerto a sudesaparecido irrumpía la expectativa de aparición, de reencuentro con vida, enmuchos casos asociada a un intenso temor sobre los cambios que prolongadosperíodos de tortura, sufrimiento , y condiciones inhumanas podrían haber

    producido; es decir, si alguien volviera, qué quedaría de aquel que, fue.En este período también se observó un incremento de las vivencias de culpa, aveces desbordante, en aquellos familiares cuya actividad social en la busquedadel desaparecido había sido menor.Como decíamos al principio, la continuidad de la incertidumbre es una de lascaracterísticas del período actual; esto constituye una verdadera torturapsicológica para los familiares. Efectivamente el hecho de que en la actualetapa, se continue reteniendo intencionalmente esta información implica lacontinuidad de un daño de una situación traumática. Una de las condicionesimprescindibles para la elaboración de la situación traumática es contar, conuna información completa y pormenorizada de lo ocurrido con cada desaparecido.Aunque luego desarrollaremos con mayor amplitud ésta cuestión vale la penaseñalar ya que es precisamente, la respuesta social a esta situación la que

    reinstala el principio de realidad como base para la elaboración personal de lapérdida.Sobre la violencia socialSi bien el sentimiento de inseguridad inmediata con relación al períododictatorial ha cesado, la situación de impunidad inscripta a su vez en unproceso de profundización de la crisis global mantiene la situación dedesprotección social generadora de ansiedades, temor y escepticismo con relaciónal futuro, que incide sobre los proyectos personales y la acción inmediata. Almismo tiempo, la aparición de modalidades delictivas caracterizadas por un altogrado de violencia, y agresividad irracional, es decir aquellas en que la

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    violencia se convierte en un fin en sí, el empleo de la tortura, la violación,las patotas que agreden por motivos nimios amparándose en la superioridadnumérica y la indefensión de la víctima, ¿son solamente producto de la crisiseconómica y la desocupación? Creemos que la emergencia de estas modalidades,inéditas en la vida argentina en este grado y extensión, está directamentevinculada a los modelos represivos del período, dictatorial y particularmente ala situación de impunidad y arbitrariedad absoluta con que la represión, seejerció. La relación con los modelos queda sugerida en el empleo de la palabrapatota que designa populannente a los grupos operativos de la represión y a losgrupos adolescentes de características psicopáticas.No sos nadie; Nadie sabe nada de vos, así que podemos hacer con vos lo quequerremos Tenemos todo el tiempo; estas frases recogidas de testimonios depersonas secuestradas y torturadas, sin analizar otros aspectos de suintencionalidad, como el intento de afectar la identidad personal, presentes entodos los interrogatorios, recalcan precisamente la seguridad en la impunidad,al actuar como, si no hubiera ninguna norma social ante la cual rendir cuentas.Los efectos psicosociales profundos de esta situación de estos modelos ofrecidospor el terror dictatorial, se refuerzan también por la impunidad actual. Losconocidos secuestros extorsivos realizados por grupos pertenecientes al aparatodel Estado ponen en evidencia que la persistencia de la impunidad produceefectos en el plano de la realidad concreta y a su vez refuerza larepresentación social de factibilidad de los modelos dictatoriales.Desde ya que no pretendemos señalar acá todos los complejos mecanismos presentesen este fenómeno identificación con el agresor, ilusión de actividad en

    contraste con la pasividad y el sometimiento, etcétera; nuestro interés esdestacar como la impunidad se ofrece facilmente, sobre todoen adolescentes, como modelo idealizado, ya que opera sobre las fantazías más arcaicas deomnipotencia.Estos rasgos de omnipotencia también están vinculados a la necesidad, de buscaruna salida a la impotentización que producen ciertos estasdos de crisiseconómica y social. Es importante destacar dentro de este mecanisino general elgrado de violencia transmitido desde los modelos de la dictadura.Práctica social y proceso elaborativo.Deciamos en trabajos anteriores que la desaparición colocó a las familias en unasituación traumática, una situación límite, no sólo por la separación súbita de,un ser querido, sino sobre todo por la incertidumbre sobre el destino del

    desaparecido y la impunidad de quienes ordenaban y ejecutaban el procedimiento.

    La resolución de las crisis, familiares producidas como consecuencia de lasdesapariciones y la elaboración personal, de las pérdidas no se produjeron enuna situación neutral. Como ya hemos señalado, el terror represivo, combinadocon las inducciones dictatoriales propiciadoras de la renegación y laculpabilidad social, tendía a producir un efecto psicotizante en los familiaresde las víctimas directas. Estos produjeron variadas respuestas en el ejeacatamiento sometimiento o discriminación-resistencia. Si bien a lo largo deltiempo hubo quienes se colocaron coherenteinente con una actitud u otrá, en lamayoría del los casos las respuestas fueron altamente contradictorias. Nosinteresa en este momento anauzar la particular modalidad de respuesta a lasituación traumática producida por, las Madres de Plaza de Mayo; respuesta que

    devino en consecuencias en el ámbito social y en transformaciones profundas ensí mismas. Las Madres han desarrollado una respuesta colectiva, grupal, en elplano de la práctica social, práctica de discriminación y resistencia conrelación a los enunciados y modelos inducidos y de denuncia de aquello queseintentaba renegar. La actitud transformadora de la realidad por parte de lasMadres tuvo un efecto, instituyente sobre el conjunto de la sociedad. Fuecreando el reconocmuento de los modelos inducidos y del consenso socialpropuesto y permitió no sólo rechazarlo, sino también formular otros enunciadosfacilitar la emergencia de otras, representaciones sociales.Así, fue la práctica social la que permitió sustraerse al discurso alienante de

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    la dictadura. Esta respuesta coincide con lo sostenido por Freud cuando afirma: Llamamos normal o sana una conducta que no niega la realidad pero se esfuerzaen transformarla. Esta conducta normal y adecuada conduce naturalmente a unalabor manifiesta sobre el mundo exterior.En este proceso de transformación activa de la realidad, las Madres setransformaron a sí mismas; George Mead afirma: Los cambios que introducimos enel orden social en el que nos encontramos involucrados necesariamente, tambiénimplican que introduzcamos cambios en nosotros mismos. Los conflictos socialesentre, los miembros individuales de una determinada sociedad humana organizada,que para su eliminación requieren reconstrucciones y modificaciones conscienteso inteligentes de esa sociedad por dichos individuos, requieren tambiénigualmente tales reconstrucciones o modificaciones por dichos individuos de suspropias personas o personalidades; así las relaciones entre la reconstrucciónsocial y la reconstrucción de la persona o personalidad son recíprocas einternas u orgánicas.La ocupación de la plaza pública, las acciones colectivas, la presencia de fotosy siluetas en la calle, rompieron el silencio y su efecto renegatorio e hicieron presentes a los ausentes, posibilitando así la inscripción política y social delos desaparecidos.Para las Madres es entonces esta respuesta social la que reinstala el principiode realidad como base para la elaboración de la situación traumática. Es decir,el consenso social, contrahegemónico sostiene la representación. Esto determina

    que dicha elaboración no sea privada, sino que sea grupal y social.Al mismo tiempo fue el ámbito grupal que se constituyó entre las Madres a partirde su práctica común otra condición imprescindible para el trabajo elaborativode esta situación límite.Habíamos señalado anteriormente la amenaza por el terror al cuerpo, a la,familia y a los grupos de pertenencia, apoyaturas normales del psiquismo.Ante la ambigüedad, la indefensión, la incertidumbre el grupo se prestó como unespacio que proporcionó el apoyo y modelo necesario para la reconstrucción osostén del aparato psíquico.Vale la, pena señalar que los adolescentes y los jóvenes eligieron también unámbito grupal, el de los recitales, para poder expresar, aunque fueramínimamente su disenso.Al asumir una posición activa de búsqueda del hijo desaparecido y al organizarse

    grupalmente en función de dicho objetivo, las Madres fueron transformándose a símismas y pudieron también preservar su autoestima producto de una adecuadarelación entre el Yo y el Ideal del Yo. En este sentido recordemos queBettelheim sostenia que el respeto hacia sí mismo resultó lo más valioso, comodefensa, al analizar su propia situación de prisionero en un campo deconcentración. El pasaje del ámbito casi exclusivamente íntimo y doméstico haciael campo político, jurídico y social, posibilitó la realización de procesos deaprendizaje que ampliaron sus capacidades yoicas. Capacidades tales como la dediscriminación, de síntesis y anticipación, todas ellas vinculadas al universosimbólico.La comprensión intelectual de lo que estaba ocurriendo, producto de estapráctica social, actuó como defensa en sentido amplio, como acción protectoraadecuada del Yo y no como mero mecanismo de defensa. La defensa intelectual

    mediante la comprensión era la seguridad más eficaz de que no se estabaindefenso del todo y hasta se podía salvaguardar la personalidad ante unaamenaza críticaEl reconocimiento de los modelos propuestos tuvo en algunos casos una especialfunción de protección personal. Sólo a través de la denuncia se podía, porejemplo, salir de la propuesta psicotizante de que fuera el propio familiar elque diera por muerto a su desaparecido. Esta comprensión permitió dirigir laagresión, elaborada, hacia el objeto adecuado, evitando que ésta se volcarasobre el sujeto, o se desplazara hacia el interior de la familia o grupo depertenencia.

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    Pasé de preocuparme solamente por mi hijo a preocuparme por los hijos detodas; Quiero -que lo que hago sirva también para que esto nunca más vuelva aocurrir; Para nosotras no es mi hijo, sino nuestros hijos. Estasexpresiones, frecuentes en las Madres, que incluyen el interés por el hijo enuna perspectiva de preocupación por todos los hijos y por la justicia en tantoideal, evidencia el desarrollo en el psiquismo de procesos de caráctersimbólico, y plantea también la posibilidad de suponer una modificación o cambiode objeto.El accionar grupal permitió también a las Madres recuperar para sí su fuerzaconcreta, operando en el piano social, en contraste con los sentimientos deinermidad, de que serían sólo otros y nada más que otros los que decidirían losacontecimientos históricos. Este sentimiento de inermidad era llevado a límitesextremos por el Estado dictatorial. Sobre el ámbito psicoterapéuticoSilenciada durante mucho tiempo en nuestro campo profesional toda posibilidad de discutir la incidencia de la situación represiva, en el último tiempo hancomenzado a debatirse no solament sus implicancias sobre la población, sinotambién sobre el ámbito terapéutico mismo.Las inducciones producidas por el discurso dictatorial y condicionadas por lasituación de terror, hicieron que nuestro campo se viera afectado yempobrecido en su desarrollo conceptual y en su capacidad operativo.La inducción al silenciamiento social, la sanción sobre el pensar y el reconocer

    como ciertos los hechos de la realidad, la peligrosidad de reunirse, ladelimitación de la legitimidad o ilegitimidad del debate de ciertos temas, lainducción de definiciones de salud mental en las que se ubicaba como patológicotodo aquello que tuviera que ver con la disidencia política, etcétera,incidieron desde distintos ángulos.Las instituciones asistenciales oficiales fueron en muchos casos cerradas; enotros, fueron desmantelados los equipos profesionales. En algunos servicios, que siguieron funcionando, se prohibieron actividades tales de contenido como grupos terapéuticos, supervisiones dinámico, etcétera, que eran consideradassospechosasPero además, para los intentos de lograr consenso social, se trató de utilizar a

    la intelectualidad a los diferentes sectores de la cultura y de la ciencia, para reforzar los mecanismos de control social.Por las condiciones concretas en que se desarrolló la práctica psicoterapéutica,y no por voluntad subjetiva en la mayoría de los casos, nuestro campo no escapóa este intento de instrumentación.Al producirse el desmantelamiento de las instituciones asistenciales, de losequipos docentes de la Universidad, y de los ámbitos de discusión colectivos, seprodujo una atomización de los profesionales en decenas de pequeñasinstituciones de formación.Estas mostraban la necesidad por un lado, depreservar pequeños espacios de reflexión, simultáneamente, contribuían a unafragmentación y, aislamiento de los diferentes grupos profesionales y escuelasteóricas.

    En esta situación, muchos creyeron que era posible preservarse en el ámbitoprivado. Sin embargo, es imprescindible un análisis minucioso de las múltiplesaplicaciones de los terapeutas. Aunque sea redundante decirlo, los terapeutasformamos parte de la socieda en, la cual estos hechos estaban ocurriendo,estábamos afectados por los mismos modelos inducidos por la dictadura. La normade silencio, en el caso concreto de aquellas personas que realizamos unaactividad científica impedía la discusión y el intercambio en los ámbitosadecuados, alrededor de todos estos problemas nuevos que iban apareciendo, enparticular alrededor del impacto psíquico de la situación de desaparecido; porotro lado estábamos inscriptos en los mismos fenómenos, en cuanto a la

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    posibilidad de una alternancia entre los polos de discriminación y resistenciacon relación a las modalidades de la campaña de acción psicológica..Algunos terapeutas llegan a cuestionar la posibilidad misma de un vínculoanalítico en las condiciones de catástrofe social.Cuando en los primeros años del Proceso, habiendo aún centenares dedesaparecidos con vida un terapeuta infantil aconsejaba informar a los pequeñosque su padre -desaparecido - estaba muerto, ¿lo hacía solamente movido por unanecesidad omnipotente, de poner orden y romper la ambigüedad de la situación depresencia-ausencia y su efecto desestructurante, o lo hacía además porque estabaél mismo influido por la identificación con el modelo de dar por muerto?.Cuando hoy un terapeuta aconseja no dar información a un chico sobre susituación de adoptado, transgrediendo todos los criterios consensualmenteaceptados, por el peligro de que sospeche, que es hijo de un desaparecido, ¿noestá acaso sometido a las mismas inducciones?Así como para los familiares de desaparecidos, también para el trabajopsicoterapéutico estaba distorsionado, el principio de realidad. Resultabasumamente difícil poder diferenciar, a veces, aquello que indicara elreconocimiento del peligro real y por lo tanto el desarrollo de una conductaadecuada con relación a él, de temores delirantes de carácter paranoide.En aquellas modalidades de reacción por parte de los terapeutas en las cualesestaba implicado el reconocimiento de la angustia señal es decir elreconocimiento de los peligros de la realidad a través de la angustia señal, sibien éstos afectaban la práctica psicoterapéutica, no, implicaban procesosimportantes de distorsión o negación. Pensamos que los problemas mayores se han

    dado en los casos en que se operó sin demasiada conciencia de ello, sometiéndosede alguna manera a los modelos inducidos por la dictadura. Una de las formas másimportantes fue la omisión por parte de parientes y terapeutas de todo tema quetuviera que ver con la situación que se estaba viviendo. Algunos colegas handefinido esto como la existencia de un verdadero pacto perverso entre terapeutas y pacientes. Nosotros preferimos conceptualizarlo como identificación, tanto departe del terapeuta como de los pacientes, con la norma de silencio. Pero porla diferencia de roles en la situación terapéutica, no es lo mismo que unpaciente omita un contenido o ciertas representaciones a que lo haga elterapeuta, cuya función es develar aquello que es omitido.La norma de silencio se articulaba fácilmente con ciertas concepciones queotorgan extraterritorialidad al psicoanálisis.

    La exclusión en el tratamiento de todo tema vinculado a la represión políticaproducía una distorsión del proceso terapéutico, ya que si hay una zona de laque no se puede hablar, ella tiende a convertirse en baluarte de, todos losconflictos del paciente. Se sostenía así una ilusión mágica de preservación,magia tal que hacía suponer que aquello de lo que no se hablaba no existía;paradoja en relación al psicoanálisis, ya que éste se propone investigarjustamente aquello que es ocultado consciente o inconscientemente.Hubo diferentes modalidades de acatamiento de los modelos operacionales y de los enunciados identificatorios producidos por la dictadura. Por ejemplo, el buscar refugio, en un teoricismo hermético, que descalficaba toda aproximación a larealidad, incluida de hecho la clínica. Hubo también una implementación

    autoritaria de ciertas teorías que descalificaban cualquier forma deinvestigación de las respuestas sociales a la situación y, sus implicanciaspsíquicas. También, repitiendo el modelo autoritario y represor de ladictadura, descalificaban a las otras tendencias dentro del ámbitopsicoanalítico.La aceptación o rechazo por parte de los terapeutas de pacientes que tuvieranalgún tipo de actividad política, o que tuvieran familiares desaparecidos,estuvo condicionada desde la ideología del terapeuta. En los primeros años dela dictadura fue corriente la interrupción de tratamientos por este motivo. Elgrado de alienación se evidenciaba en la forma en que esto se consideraba

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    necesario y natural, incuestionable, y no generaba iriquietud y displacer en elque lo hacía. En algunos casos se consideraba que el paciente era peligrosopara el terapeuta, pero en, otros se interpretaba que cierto tipo de decisiones, decisiones conscientes y correspondientes a elecciones de un sujeto, tales como la decisión de tener algún tipo de actividad política, eran simplemente actingssucidas y se sugería el abandono de dicha actividad.El campo de la psicoterapia y psicoanálisis de grupo se vio particulannenteafectado. En el ámbito institucional quedó marcado como sospechoso y fueautocensurado. En el ámbito privado algunos terapeutas decidieron cancelar lisay llanamente sus grupos, por temor a las sospechas que podría despertar lasimple reunión de un grupo de personas. Otros terapeutas mantuvieron susactividades de grupos terapéuticos pero modificando el encuadre a través deindicaciones que se daban a los pacientes o a través del encuadre físico, porejemplo ventanas cerradas, etcétera. Era una forma de intentar protegerse, yproteger al mismo grupo de la situación represiva real, pero evidentemente laexistencia de este temor tenía, que influir de alguna manera en el grupo,particularmente cuando, el hablar quedaba omitido.Otro problema fue, a veces, como hacer que el grupo pudiera tolerar, lainundación de angustia que producía la situación real persecutoria vivida poralgún compañero. Dentro de las situaciones de temor es importante por ejemplo lasensación paranoide de poder ser espiados o escuchados por otros ajenos algrupo, situación implícita en algunas de las medidas de protección que se

    tomaban a través de modificaciones en el encuadre.Acá también operó la identificación con la norma de silencio. Muchos pacientes,por ejemplo, sólo en el período constitucional pudieron hablar de sussentimientos de temor en el momento de entrar en el consultorio, experimentadosen el período de la dictadura porque fantaseaban por ejemplo con la posibilidadde algún procedimiento represivo en el consultorio durante la reunión del grupo.Desde ya que este tipo de fantasías pueden estar vinculadas, en la historia decada paciente, a sus temores a ser abandonado, al castigo suberyoico, alcontacto con sus impulsos, pero queremos destacar, por una parte, que existíadesde la realidad, al menos cierto consenso de que una reunión grupal podría noser bien vista y, por otra parte, cómo influía la norma de silencio para que secallara tanto tiempo una fantasía de este tipo, produciendo a su vez unreforzamiento de aspectos resistenciales.

    Pensamos que en el campo de lo grupal se dio también otro fenómeno, basado en ladescalificación del grupo terapéutico como instrumento de abordaje adecuado.Desde ya que esta descalificación se apoya en la antigua posición excéntrica dela terapia de grupo con respecto a la teoría psico analítica (diríamosexcéntrica o transgresora), pero pensamos que la descaliricación fue en estecaso una, de las formas de buscar una apoyatura ideológica adecuada, para unaautojustificación personal ante las situaciones de prohibición de lo grupal quevenían del campo, de la dictadura.No se trata de problemas del pasado, se trata también acá de una situaciónpresente, en la que la continuidad del acatamiento a las inducciones de ladictadura se sigue expresando en los intentos de margínación de estos temas, yparticularmente de su vigencia actual.Todas estas cuestiones, que apenas hemos enunciado acá, interrogan muchos

    aspectos de la teoría y de la clínica, aspectos de algún modo siempre presentes,pero que la situación de terror destaca como con una lente de aumento. Afrontareste cuestionamiento es una difícil y dolorosa tarea, pero imprescindible parano producir nuevos ocultamientos.Mayo de 1986