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La Asamblea General de las Naciones Unidas celebró por primera vez el 18 de diciembre del año 2000 el Día Internacional del Migrante, con la esperanza de que contribuiría a que se reconocieran los aportes de los migrantes a las economías de sus países natales y de acogida. © ERIC: Apartado Postal N° 10 Teléfonos: (504) 647 4227 Fax: (504) 647 0907 El Progreso, Yoro, Honduras E-mail: [email protected] www.eric-sj.net Año 7 • N° 23 • Honduras • Novoembre de 2009

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Esta edición de la RevistaEnvío-Honduras es unaproducción del Equipo deReflexión, Investigación yComunicación (eric).Su contenido puede ser reproducido total o parcialmente, citando la fuente.

© ERIC: Apartado Postal N° 10 Teléfonos: (504) 647 4227 Fax: (504) 647 0907 El Progreso, Yoro, Honduras E-mail: [email protected] www.eric-sj.net

Consejo de redacción:Ismael Moreno SJ, Thelma Mejía,Isolda Arita y Marvin Barahona.

Colaboran en este número:Ismael Moreno SJ, José Luis Rocha, Ricardo Falla SJ, Cándida Gómez, Karina Fonseca Vindas, Lucy Haley, Antonio Pedraz SJ y José Luis Hernández.

Editores: Marvin Barahona e Isolda Arita

Diagramación: Oscar Alejandro Mendoza G.

Esta revista se publica con el apoyo del Gobierno del País Vasco.

Impresión:Editorial Guaymuras,Tegucigalpa, Honduras.Tiraje: 1 000 ejemplares

envio Año 7 • N° 23 • Honduras • Novoembre de 2009

Día Internacional del Migrante

La migración no es de ninguna manera un fenómeno reciente nilocalizado. Mujeres y hombres han abandonado sus patrias en procura

de mejores empleos y de una nueva vida en otros países desde los comienzos del trabajo remunerado. Las guerras civiles, la inseguridad y las persecuciones obligan también a las personas a abandonar sus

países.

Sin embargo, el proceso de mundialización actual ha causado una movilidad sin precedentes, y la migración genera cada vez más

presiones. Gareth Howell, representante de la OIT ante las Naciones Unidas, ha señalado que “las restricciones cada vez más severas a la inmigración fomentan en grado creciente el tráfico de migrantes, lo

que con frecuencia se traduce en tragedias personales”. Las mujeres y los niños componen más de la mitad de los refugiados y desplazados internos... El 96% de los niños que trabajan y duermen en las calles son migrantes, y cerca de la mitad son niñas de 8 a 14 años de edad.

La Asamblea General de las Naciones Unidas celebró por primera vez el 18 de diciembre del año 2000 el Día Internacional del Migrante, con

la esperanza de que contribuiría a que se reconocieran los aportes de los migrantes a las economías de sus países natales y de acogida.

• Honduras:Escenarios movedizos y oportunidad histórica.........................1

• Migraciónydesarrollo:Temas e implicaciones desde una perspectivacentroamericana ........................................................................6

• EldeportadoquevuelvealosEstadosUnidos.Análisis de caso para la hipótesis sobre el regresode los deportados al Norte..............................................................12

• Lasdisyuntivastraselretorno:Migración internacional y los procesos de reinserciónsociocultural de la juventud migrante nicaragüense ...............21

• ¿Cómoquebrarlalógicadelmarcológico? Reflexionessobrelacooperacióninternacional

en Centroamérica desde el trabajocon poblaciones migrantes.............................................................28

• LosmigrantesylacrisispolíticaenHonduras .............................34• RefugiadoscolombianosenellimbolegalenPanamá ................39• “YoestoyasíporquemefuiparaEstadosUnidos” ................46

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1noviembre 2009

Honduras: Escenarios movedizos y oportunidad

históricaISMAEL MORENO (SJ)*

A partir del golpe de Estado, la realidad política de Honduras ha cobrado relevancia internacional y las noticias sobre la situación del país se

suceden de forma tan vertiginosa, que confunden incluso a quienes vivimos inmersos en ella. Por ello, en las próximas líneas, se analizan algunos de los aspectos clave que nos permiten situar de forma más precisa la situación que vivía el país a finales de octubre, cuando se

escribió este artículo.

Cuando el 28 de junio los militares secuestraron al

presidente Zelaya Rosales, lo trasladaron a una base aérea, lo subieron violentamente en un avión y lo expatriaron a Costa Rica, estaban cumpliendo con el primer paso de un golpe de Estado con-cebido en un proceso creciente de construcción. Las elecciones gene-rales se conciben como el segundo paso legitimador del acto violento del último domingo de junio, y que ha de avanzar hacia la toma de posesión de nuevas autoridades públicas, el 27 de enero de 2010, como el tercer paso en el marco de este plan político/militar orientado a consolidar la alianza de los gru-pos políticos y empresariales de la derecha más fundamentalista del país, los cuales buscan blindar sus intereses ante la eventual amenaza

del bloque latinoamericano que lidera el presidente venezolano, Hugo Chávez Frías.

El golpe de Estado es, entonces, el resultado de un minucioso plan, impulsado por la alianza de los acto-res políticos, económicos y militares más poderosos del país.

Esta alianza cuenta con el respaldo de una plataforma inter-nacional, integrada por sectores de extrema derecha y corporaciones multinacionales con fuertes inver-siones en Honduras, quienes entien-den este golpe como una trinchera de las democracias ante la amenaza del socialismo del siglo XXI, y como un laboratorio experimental de cara a las estrategias a impulsar en otros países que ya han caído o son suscep-tibles a caer bajo la influencia de la irrupción izquierdista que proviene del sur del continente.

EL DIÁLOGODos han sido los factores que

han obligado a los sectores golpistas a aceptar las rondas de diálogo con

* Director del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación de la Compañía de Jesús (ERIC-SJ) y de Radio Progreso.

el depuesto presidente Zelaya. Por un lado, los sectores impulsores del golpe de Estado no esperaban que la presión y la resistencia duraran más que unos pocos días o semanas. No esperaban tanta resistencia interna, ni mucho menos que la comunidad internacional estable-ciera un cerco diplomático. El plan de dilatar el tiempo con el fin de llegar a las elecciones no salió como esperaban, sobre todo porque la población se tomó en serio la lucha de resistencia y porque la comuni-dad internacional advirtió que, con un régimen de facto, difícilmente se reconocerían los resultados electorales. Washington añadió un pequeño pero decisivo ingrediente: quitó los visados a prácticamente todos los funcionarios y empresa-rios involucrados directamente en el golpe. Por eso, en las últimas semanas, los golpistas se han visto en la necesidad de facilitar espacios de diálogo, sentándose, en contra de sus deseos, con el sector zelayista. Su interés no es lograr acuerdos negociados, sino ganar tiempo para

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poder llegar a las elecciones bajo la apariencia de ser promotores del diálogo.

CRISIS DE AYER Y DE HOYPor otro lado, los empresarios

están atenazados y el Estado se en-cuentra sin posibilidades de sacar adelante ningún proyecto económi-co. La devaluación de la moneda y la agudización de la crisis no son sólo el resultado de lo que ha ocu-rrido tras el golpe de Estado, sino que son también consecuencia del mal manejo económico del gobierno de Zelaya, que no previó medidas que prepararan al país frente a la crisis internacional e hizo un uso populista de las reservas internas y las ayudas internacionales. Sin embargo, hoy, cuando la crisis in-ternacional está teniendo efectos devastadores en economías tan reducidas como la de Honduras, y cuando la comunidad interna-cional ha cercado al país, suspen-diendo la mayoría de las ayudas, los empresarios han puesto el grito en el cielo. Los mismos que promovie-ron el golpe y crearon la campaña mediática de odio contra Zelaya y su amo Hugo Chávez —como suelen proclamar—, son ahora los más fer-vientes patrocinadores del diálogo.

¿POR QUÉ HAFRACASADO EL DIÁLOGO?Porque los sectores que están

detrás del golpe de Estado están convencidos de llevar adelante su proyecto político y empresarial sin importar los costos que suponga para la democracia, el Estado hon-dureño y, sobre todo, para la vida de los sectores más deprimidos y excluidos de la sociedad.

Porque los sectores políticos, empresariales y militares de la

derecha política más conservadora, fundamentalista y fanática están convencidos de que no pueden echar marcha atrás, puesto que están protegiendo al país de la ame-naza de un fantasma que sobrevuela por el ambiente hondureño para hundir sus colmillos y que arrasará con las costumbres, la religión, la democracia, la paz y tranquilidad que se arropan con nuestros símbo-los patrios.

Porque esta derecha fanática está debidamente articulada con los sectores políticos, empresariales, militares y religiosos latinoamerica-nos, que entienden que el continen-te está bajo amenaza comunista, y que ante ese fantasma se han de flamear todas las banderas de la libertad y la democracia, y asumen que Honduras es la trinchera de contención de ese flujo izquierdista que arremete desde el sur.

Porque detrás de todos esos argumentos ideológicos y superfi-ciales, los sectores de las derechas de Honduras y del continente han puesto en marcha un proyecto de protección de los monopolios em-presariales y de control de los Es-tados ante la amenaza de competir con otros capitales que ponen en peligro sus monopolios que se basan en alcanzar las máximas ganancias al menor costo y en el menor tiempo posible.

Porque para la defensa y la puesta en marcha de este proyecto, no necesitan dialogar y menos nego-ciar con nadie que no sea entre ellos mismos, y menos con sectores que no existen sino para ser eliminados.

El acto violento del 28 de junio no tiene marcha atrás. Y en este proceso el diálogo es un estorbo, y sólo se puede utilizar para dis-traer a los incautos y para ganar todo el tiempo que necesitan para consolidar su golpe de Estado en construcción.

El diálogo fracasó porque nun-ca hubo en los sectores golpistas disposición para el mismo, en un país con una crisis que obliga a un pacto social con la participación de todos los sectores, en el marco de un diálogo nacional, permanente e incluyente, que haga frente a las causas que sustentan la crisis de ingobernabilidad e inviabilidad del modelo político y económico hondureño.

LOS PEORES ESCENARIOSLa firma de acuerdos entre los

protagonistas del conflicto podrá, a lo sumo, contener la crisis actual, pero no la resuelve a corto ni a mediano plazo. El peor de los esce-narios es aquel en que los acuerdos se quedan atrapados en el cortísimo plazo de las elecciones y que, con una lectura oportunista, diversos sectores lo aprovechen para alcan-zar mayores cuotas de poder. El escenario del desastre sería aquel que resulte de un fracaso total de las rondas de diálogo, que signifi-caría la continuidad del golpe de Estado, con o sin Micheletti.

En este escenario la violencia, la creciente inestabilidad y la ingo-bernabilidad definirían el derrotero del país, lo que propiciaría el surgi-miento, durante las próximas elec-ciones, de un régimen extremada-mente autoritario, con claros rasgos de dictadura. Y es el escenario que los sectores de la derecha política, empresarial, militar y religiosa fun-damentalista están empujando con auténtico cinismo, aunque nunca han dejado de expresar su especial devoción por el diálogo.

EL ESCENARIO DESEABLEEl escenario más deseable

sería aquel en el que las presiones

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de los diversos sectores nacionales e internacionales obliguen a que los grupos asuman los acuerdos que aseguren el retorno a la cons-titucionalidad. Y con un gobier-no de estricta transición, en los acuerdos se debiera privilegiar una comisión internacional de la verdad que lleve a cabo una pro-funda e imparcial investigación sobre abusos cometidos en estos meses. Una investigación que es-clarezca todos los delitos de lesa humanidad y todas las violaciones a los derechos humanos cometidos por las autoridades públicas, de manera que se conozca la verdad, se repare o resarza la dignidad perdida y los daños sufridos por las víctimas y se pueda avanzar hacia una reconciliación nacional. No deberían ser aceptados aquellos acuerdos que tengan como base la impunidad para los responsables de la feroz represión ejercida por los aparatos del poder durante todos estos meses.

En este escenario deseable, el gobierno de transición debiera impulsar —una vez celebradas las elecciones generales— la construc-ción de un Pacto Social que cuente con la participación de partidos po-líticos, empresarios, sectores de la resistencia nacional y sectores de la así llamada sociedad civil. Este Pac-to tendría que garantizar la puesta en marcha de un proyecto de país, que incluya aspectos agrarios, de medio ambiente, salud, educación, vivienda, cultura, redefinición de la institucionalidad del Estado de Derecho, etc. Este proyecto de país debería de comprometer al nuevo gobierno desde su propia toma de posesión, y en torno del mismo definir el buen o el mal gobierno.

NUEVO PACTO,NUEVAS COORDENADAS El Pacto Social debería definir

también los contenidos, la compo-sición y el proceso a seguir para la convocatoria de una Asamblea Na-cional Constituyente. La demanda de una nueva Asamblea Nacional Constituyente, que comenzó en el reducido círculo de la adminis-tración de Zelaya Rosales, ha sido recogida por los sectores populares de la izquierda hondureña y ha acabado por convertirse en una demanda a escala nacional. Un nuevo pacto social deberá acabar expresándose en una nueva Consti-tución o, al menos, en una reforma de los artículos llamados “pétreos” los cuales, desde cualquier punto que se expresen, niegan la esencia misma de la democracia. Artículos que sostienen que el solo hecho de hablar de una Constituyente o de una reelección presidencial es un delito, no pueden corresponderse con la diversidad de ideas, el debate y los disensos propios de una socie-dad democrática.

Y la ausencia de institucionali-dad o la subordinación de ésta a la existencia real de la ley de quienes tienen más poder y más dinero, demanda nuevas coordenadas políticas y jurídicas para que, a través de las mismas, se canali-cen las demandas y compromisos de este nuevo pacto social, tan im-perioso en la sociedad hondureña, como el gran desafío abierto para el presente siglo.

ESTADO DE DERECHOY DEMOCRACIAEN HARAPOSYa casi al final de la primera

década del siglo XXI, y a casi trein-ta años de haber pasado de los

regímenes militares a la llamada democracia representativa, el co-gobierno liberal/nacionalista nos deja la amarga lección de la cons-trucción de una democracia que no sólo fue un proceso inconcluso, sino agotado y en extinción. Con el golpe de Estado quedó en evidencia que la democracia fue, durante casi tres décadas, más un negocio que un ejercicio político.

Nuestro Estado de Derecho se apertrechó de leyes, pero su extre-ma debilidad institucional y su subordinación a las decisiones ar-bitrarias lo convirtieron en fuente de inestabilidad y de inseguridad para la sociedad. El Estado de De-recho y la Democracia, en lugar de dar estabilidad, se convirtieron en fuente para la ingobernabilidad. Se han convertido en las principales barreras para que la ciudadanía de a pie acceda a la justicia. Tras las instituciones se protegen los funcio-narios públicos para no rendir cuen-tas y para someter las leyes a las decisiones políticas y partidarias.

LA PRINCIPAL AMENAZALos políticos y funcionarios

públicos que promovieron, im-pulsaron y sostienen el golpe de Estado son la principal amenaza para el Estado de Derecho y para la democracia. La desestabilización democrática y la convulsión social no radican, en primer lugar, en el fantasma que viene de Suramérica; ni siquiera en la delincuencia, y me-nos en los sectores de la resistencia que se manifiestan en las calles de las ciudades hondureñas. El peligro desestabilizador no hay que buscar-lo fuera del Estado de Derecho o fuera de los partidos políticos. Está dentro. Los antidemocráticos son los grandes dirigentes de los parti-dos políticos, funcionarios públicos,

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empresarios y militares, los cuales utilizan el Estado de Derecho y la democracia como estricto instru-mento para sus ventajas. Ellos son quienes tienen la más alta cuota de responsabilidad ante la actual crisis de gobernabilidad y de convulsión social.

EL COLAPSO DE UNACONCEPCIÓN Y UNAPRÁCTICA POLÍTICAA lo largo de casi treinta años,

el Estado hondureño ha estado bajo estricto control del modelo polí-tico bipartidista, con una alianza estratégica de co-gobierno liberal-nacionalista, por la cual unas pocas familias han tenido el control del Estado y han utilizado sus bienes y posiciones para fortalecer sus negocios particulares.

Ese modelo ha colapsado. Ese hundimiento es lo que ha quedado en evidencia con el golpe de Estado del 28 de junio, así como lo que tra-tan de salvar las grandes y poquitas familias ricas del país, aun a costa de confrontación y represión contra los sectores populares opuestos al régimen de facto.

El modelo político bipartidista no se hundió a partir del golpe de Estado. Ya estaba hundido sólo que, con el golpe, esta realidad quedó plenamente al descubierto. Mucho antes del 28 de junio, diversos es-tudios establecían que los partidos políticos eran las instituciones más desacreditadas frente a la sociedad. Y la tendencia hacia el creciente abstencionismo electoral es un dato que nadie puede esconder.

HA COLAPSADO ALGO MÁSMás todavía: no sólo ha colap-

sado el modelo bipartidista, sino también la concepción que sobre

el Estado y la política tienen las poquísimas familias que se expre-san políticamente a través de las estructuras de dirección del par-tido liberal y del partido nacional. ¿Y cuál es esa concepción? Que el Estado y sus recursos son de su propiedad, y la política es la opor-tunidad, el quehacer y la práctica para ostentar los cargos públicos a los cuales han de llegar aquellas personas que ofrecen la seguridad de conducir el Estado conforme a esta concepción.

Lo que ha colapsado, a fin de cuentas, es esa cultura patrimonial que ha llevado a mucha gente sen-cilla a la costumbre de votar por tal o cual candidato porque prometió regalar el centro de salud o cons-truir la carretera o dar empleo a un familiar. Es decir, ha colapsado esa idea de que la propiedad del Estado se puede usar a gusto y antojo por los políticos para repartirla entre sus allegados y correligionarios como si fuese suya, a cambio de lealtades a un caudillo.

HONDURAS Y SUOPORTUNIDADHonduras necesita construir

una nueva oportunidad en su his-toria, y esa ocasión nunca se ten-drá con mayor claridad como en la crisis actual. Una crisis puede conducir a destruirnos o puede ser una oportunidad para rehacernos como personas y como sociedad. Hoy, cuando el modelo bipartidista con su concepción patrimonial del Estado ha colapsado, se abre la enorme oportunidad para definir la ruta hacia la construcción de un nuevo modelo político y una con-cepción de la política a partir de la ciudadanía que emerge desde abajo.

Nunca como hoy Honduras se encuentra ante la oportunidad de

reconstruir el espacio de lo público y la política como bienes que se ex-tiendan y beneficien a muchos más sectores, y no se queden como pro-piedad y patrimonio de muy redu-cidas familias; es una oportunidad para hacer frente a la verdadera polarización social y económica que impone desigualdades extre-madamente insultantes.

LA RESISTENCIAANTIGOLPISTAEl repudio y la oposición al

golpe de Estado ha sido universal y nunca, como en el caso hondureño, se ha logrado tanta unanimidad en la condena y el rechazo. Sin embar-go, no es lo mismo rechazar el golpe de Estado que apoyar y valorar positivamente la administración de Zelaya. Lo que une la rebeldía hondureña no es el apoyo a Zelaya sino el repudio al golpe de Estado.

En estos cuatro meses de lucha, las calles, carreteras, puentes, par-ques, montañas, veredas y plazas han estado llenas de pueblo en re-sistencia. Pero no toda la resistencia respira los mismos intereses. Los medios golpistas se afanan en de-nominar a toda la población que se opone al golpe como la “resistencia zelayista”, y los liberales zelayistas se afanan porque toda la resistencia se agrupe en torno a la única con-signa de “Urge Mel”. Sin embargo, nada más alejado de la realidad que una resistencia con el solo y único color zelayista.

La resistencia es un fenómeno nacional que ha sabido recoger y despertar la rebeldía contenida y reprimida por muchos años. Ade-más, ha permitido unir a amplios sectores populares que, previamen-te, no habían tenido experiencia organizativa con otros movimientos organizados tradicionalmente en

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gremios, sindicatos, asociaciones, frentes de lucha, movimientos so-ciales de base, o patronatos.

La resistencia es un fenómeno social que se ha conformado en torno a la demanda política por la restitución constitucional y que ha logrado articular a antiguos ac-tores con ese nuevo actor social, que es la gente que, espontáneamente,

sale a las calles a manifestarse y expresar su repudio a la violencia y a los manejos de los ricos.

Podríamos considerar a la resis-tencia nacional como el nuevo su-jeto político que ha brotado de esta tormentosa y prolongada coyun-tura, que está llamado a vertebrar una propuesta política que rompa finalmente con el modelo biparti-

dista y avance hacia la construcción de una nueva propuesta de país, la cual articule las demandas de los sectores comunitarios organizados en sus territorios con la lucha en torno a un modelo político de de-mocracia participativa, con control de los recursos naturales, y con nuevas y soberanas relaciones con la comunidad internacional.

Cápsula Informativa Nº 111, 18 de noviembre 2009, Comunicaciones-SJ

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¿DE QUÉ ESTAMOS HABLANDO?

Ante la presunción de un vínculo entre migracio-nes y desarrollo, la primera pregunta que surge es: ¿de qué tipo de desarrollo estamos hablando? En este sentido resulta útil la distinción entre desarrollo —con “d” minúscula— y Desarrollo —con “D” mayúscula— reelaborada por Mitlin, Hickey y Bebbington, que se apoya en dos significados del término desarrollo: un desarrollo —que alude a los procesos geográficamente desiguales y profundamente contradictorios que subya-cen al desarrollo del capitalismo— y un Desarrollo que se refiere a los proyectos de intervención en el Tercer Mundo que emergieron en un contexto de descoloni-zación y guerra fría.

Se trata de distinguir entre economía política e intervención y de pensar en cambios estructurales, sabiendo que existe una clara relación entre ambas caras del desarrollo. Las ONG, universidades e iglesias —sean implementadoras de proyectos, generadoras de conocimiento o activistas políticas— realizan inter-venciones de Desarrollo, pero también son parte de las

Migración y desarrollo:Temas e implicaciones desde una perspectiva

centroamericanaJOSÉ LUIS ROCHA*

Las migraciones juegan un papel múltiple para perpetuar el modelo vigente: disminuyen la demanda de servicios, la tasa de desempleo

y fomentan la inversión privada en salud y educación. Posibilitan un sistema que deifica al mercado como mecanismo regulador, y eximen

al Estado de sus responsabilidades.A partir de estos y otros argumentos, aquí se concluye en que las remesas

son el opio del pueblo.

sociedades y economías políticas en las cuales operan. Son parte del desarrollo, al tiempo que tratan, a través del Desarrollo, de intervenir y modificar la naturaleza y efectos del amplio desarrollo1 .

Esta distinción es útil cuando se quiere profundizar en un concepto de lo alternativo que sea realmente contestatario y que busque un cambio de sistema, y no sólo cambios en el sistema. La concepción reformista constriñe lo alternativo al terreno del Desarrollo: la sociedad civil provee servicios alternativos o de forma no convencional. Pero otras formas de concebir lo alter-nativo se refieren a formas alternativas de organizar la economía, la política y las relaciones sociales2. Si una ONG se dedica a la producción de conocimiento, un indicador del alcance alternativo de sus hallazgos es la producción de alternativas al desarrollo, y no sólo de alternativas de Desarrollo. Para legitimarse como alternativo en el amplio sentido del término, es preci-

* Sociólogo, coordinador de investigación del Servicio Jesuita para Migrantes (SJM).

1 Diana Mitlin, Sam Hickey y Anthony Bebbington, “Reclaiming development? NGOs and the challenge of alternatives”, 2006, (article for World Development, in press).

2 Mitlin, Hickey y Bebbington citan aquí la distinción entre “al-ternativas de desarrollo” y “alternativas al desarrollo”. Sólo las segundas pretenden transformar la sociedad.

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so no ser un repetidor de conceptos hegemónicos, un reforzador de los modelos dominantes.

En el terreno del desarrollo, ponemos atención a los macro procesos. Al vincular ese desarrollo con las migraciones, dirigimos nuestro interés hacia el rol sis-témico de las remesas, la globalización de los mercados laborales y los procesos socioeconómicos que moldean nuestros puntos de vista ideológicos, entre otros ám-bitos. Hay mucho que decir acerca de los nexos entre este desarrollo y las migraciones. En Centroamérica, la regionalización de los mercados laborales es una realidad y corre de la mano de una regionalización del gran capital, entre cuyas manifestaciones figuran las fusiones de empresas, la conversión de los empresarios en meros accionistas de las transnacionales —ya no tenemos grandes empresarios, sino sólo grandes capi-talistas— y los matrimonios de conveniencia entre los miembros de las elites3.

PROCESOS A DOS VELOCIDADESY DOS TIEMPOS

Las migraciones se insertan en estos procesos. Son uno más de los procesos de regionalización y transna-cionalización. El conflicto surge porque estos procesos avanzan a dos velocidades. También podríamos decir que ocurren en dos épocas distintas. En el ámbito ideológico, impera la velocidad o época nacionalista. En el ámbito económico, se impone la velocidad post-nacionalista.

Esta dualidad de tiempos y velocidades se puede percibir en el hecho de que los movimientos poblacio-nales, las fusiones regionales y los mercados laborales avancen y se transformen mucho más rápidamente que las legislaciones, las políticas estatales y todo el marco cultural. Los marcos jurídicos y las percepciones no están preparados para estas transformaciones y no cambian a la velocidad suficiente. Se ven desbordados, como odres viejos, por el ímpetu de los procesos de transnacionalización. De acuerdo a Gramsci, siempre ha ocurrido así: las ideas tardan en adecuarse a la práctica.

Las percepciones continúan ancladas en el para-digma nacionalista, un artefacto cultural que, con distintas intensidades, consiste en la veneración de las fronteras, el anhelo de pureza étnica y el temor al “otro”, como si se tratara de una amenaza. Este paradigma tiene fuerza de elemento religioso: genera convicciones muy firmes y arraigadas. Por eso las fronteras y las naciones que delimitan se perciben como algo natural y eterno, y no como construcciones sociales históricas y perecederas. Y por eso tenemos las reacciones xenofóbicas, las políticas restrictivas, las patrullas fronterizas, etc., instrumentos de la gran orquesta del pánico. Las víctimas de siempre, los más pobres, son los más afectados por la dualidad de tiempos de la transnacionalización.

LA TRANSNACIONALIZACIÓNNO SE DETIENE

Aun con todos estos conflictos, la transnaciona-lización avanza. Y tiene muchas manifestaciones y consecuencias. Una de ellas es la regionalización de los mercados laborales en Centroamérica. Hay más de medio millón de nicaragüenses residiendo de forma permanente o temporal en Costa Rica. Otros 50 mil nicaragüenses trabajan estacionalmente en El Salvador, y su número crece año con año.

Los países de destino son los principales beneficia-rios de las movilizaciones de obreros: las cosechas de café, fresa, banano y melón, y el sector de trabajadoras domésticas en Costa Rica, dependen de la mano de obra nicaragüense. La cosecha de caña en El Salvador sería impensable sin los inmigrantes nicaragüenses. Pero las dos velocidades de la regionalización imponen sus consecuencias: un próspero mercado de reclutamiento ilegal deja su estela de bajos salarios, los “coyotes” que venden los servicios de guía en la ruta hacia el extran-jero están sacando la tajada del león, los funcionarios estatales se benefician con los jugosos sobornos, y se han dado casos de abuso sexual en los centros de re-tención migratoria.

VÍNCULOS CON CONSECUENCIAS

Existen muchas otras consecuencias que expresan vínculos entre migración y desarrollo y que podríamos llamar sistémicas: el incremento de las exportaciones

3 Alexánder Segovia, “Quién tiene el poder en Centroamérica (1): Más desiguales y cada vez más integrados”, Envío, Revista de la Universidad Centroamericana (UCA), Managua, Nº 298, enero 2007.

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desde los países de origen por obra de los mercados de la nostalgia —los migrantes anhelan comprar comida y otros bienes típicos de sus países de origen—, un crecimiento aún mayor de las importaciones por obra de un creciente apetito por lo made in USA —ropa y electrodomésticos de marcas famosas que van redise-ñando el atuendo y la vivienda—, un modesto incre-mento de los salarios en algunas localidades donde la masa de emigrantes ha alcanzado un nivel crítico, y una transferencia tecnológica posibilitada por las remesas vivas, es decir, los migrantes que retornan pletóricos de nuevas habilidades y puntos de vista.

En muchos casos, donde los migrantes trabajaron en un fast food, apenas aprendieron cómo servir ham-burguesas y el esencial McEnglisch que se requiere para trabajar en un McDonald. Pero, especialmente en el caso de obreros de la construcción, aprenden nuevos diseños y técnicas de albañilería y carpintería. Des-pués de haber residido pocos meses en Costa Rica, los migrantes nicaragüenses aprenden que en ese país los árboles tienen mucho valor y que la legislación forestal se cumple. A su retorno, traen consigo ese nuevo punto de vista, algo que podemos llamar remesa cultural. En Estados Unidos, algunos migrantes se inician como miembros de sindicatos y asociaciones, y adquieren así una nueva cultura política, una experiencia que podemos llamar remesa social.

EL EFECTO SILENCIOSO

Las migraciones están teniendo un influjo sobre la estratificación social mediante las remesas. La re-cepción de éstas transforma o refuerza la estructura social, especialmente en zonas rurales. En Nicaragua, se encuentran los migrantes de primera clase: aquellos que tuvieron los fondos, las redes y medios para llegar y establecerse en Estados Unidos y, en menor medida, España. Sus familiares reciben un monto considerable de remesas y logran ascender en la escala social.

Los migrantes de clase económica se establecen o van temporalmente a Costa Rica. Las remesas desde ahí generadas son un tanto escuálidas, y rara vez permiten inversiones que trasciendan el nivel de mera subsisten-cia. Los familiares de estos migrantes, dependiendo del contexto, se mantienen en la misma situación o expe-rimentan un descenso relativo. Finalmente están las familias sin migrantes, que ahora deben trabajar para

las familias con migrantes. Su posición subordinada se cristaliza, a no ser que migren o envíen familiares al exterior.

En el macronivel del desarrollo, existe una conse-cuencia que destaca por su impacto y el efecto perverso desmovilizador y reproductor de un sistema que exime al Estado de sus obligaciones y posibilita la transferen-cia de costos de inversión social a las familias. Se trata de un efecto silencioso de las remesas, que hasta ahora han sido consideradas como el más visible vínculo entre migración y desarrollo.

LAS REMESAS CRECENA UN RITMO ASOMBROSO

El volumen de las remesas y su poder adquisitivo han crecido con una celeridad vertiginosa. Las remesas que los migrantes envían a países centroamericanos —predominantemente desde los Estados Unidos, y a me-nudo desde otros países del istmo— en 2007 sumaron 12,160 millones de dólares: 4,055 en Guatemala; 3,530 en El Salvador; 2,675 en Honduras; 990 en Nicaragua; 590 en Costa Rica, y 320 en Panamá4.

Sea porque aumenta la capacidad de registrarlas o porque su volumen es realmente mayor5, las reme-sas parecen crecer a un ritmo asombroso. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en los últimos 25 años, las remesas recibidas en Latinoamérica aumentaron de 1,120 millones de dólares en 1980 a más de 40,000 millones en 2004. Con pequeñas fluctuaciones, las remesas se han duplicado cada cinco años6. Los montos que reciben Guatemala, Honduras y El Salvador se multiplicaron más de diez

4 h t t p : / / w w w . i a d b . o r g / n e w s / a r t i c l e d e t a i l .cfm?language=English&artid=4125

5 Donald F. Terry, “Remittances as a Development Tool” en Beyond Small Change. Making Migrant Remittances Count,editado por Donald F. Terry y Steven R. Wilson, Inter-American Development Bank, 2005, p. 5.

6 CEPAL, “Migración internacional, derechos humanos y desarrollo en América Latina y el Caribe. Síntesis y conclusiones”, Trigésimo primer período de sesiones, Montevideo, del 20 al 24 de marzo de 2006, LC/G.2303(SES.31/11), 9 de marzo de 2006, p. 25.

7 En dólares constantes de 2001, de acuerdo al Banco Mundial, World Development Indicators, 2002, Washington, D. C., The World Bank, 2003.

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veces en 1980-1990, al pasar de 55 a 649 millones de dólares7, aun cuando el número de ciudadanos que migraron en ese período desde esos países a los Estados Unidos sólo se multiplicó por cuatro.

Por diversas razones, estos enormes flujos de dinero habían pasado desapercibidos: las remesas se mueven en pequeños montos —de 100 a 200 dólares mensua-les—, los envíos ocurren fuera de los canales del sistema financiero formal —en compañías de transferencias internacionales y en los bolsillos de los migrantes o de sus familiares y amigos— y sus generadores y recepto-res son pobres, poco visibles, gente que no cuenta como movilizadora de capital.

EL PODER ECONÓMICO DE LOS POBRES

El Fondo Monetario Internacional, el principal or-ganismo encargado de monitorear los flujos financieros, durante años lanzó miles de millones de dólares de remesas al cajón de “errores y omisiones” de sus cuen-tas8. La importancia macroeconómica de las remesas ha resultado ser tan contundente que su invisibilidad no podía prolongarse por mucho tiempo. El Banco Mundial calculó que en 2002 alcanzaron un valor equi-valente al 127%, 76%, 71% y 61% de las exportaciones en Nicaragua, Guatemala, El Salvador y Honduras, respectivamente9.

La CEPAL estimó que, en 2004, las remesas repre-sentaron el 14%, 11%, 10% y 6% del PIB en El Salvador, Nicaragua, Honduras y Guatemala, respectivamente. En Guatemala y El Salvador superan más de seis y siete veces, respectivamente, la entrada de inversión extran-jera directa. En Honduras y Nicaragua las remesas suman el triple y el doble del valor de dicha inversión10.

Este creciente peso relativo ha situado a los pobre-dólares —el poder económico de los pobres— en el campo de atención de periodistas, banqueros, científicos sociales y diseñadores de políticas públicas. Centro-américa no tiene petro-dólares, sino pobre-dólares. Los

nicaragüenses residentes en el exterior, que en los años 70 y 80 eran el 3% de la población, son actualmente el 13%11.

Esos migrantes incrementan el poder de compra de casi el 20% de las familias12, más de un millón de nicaragüenses, con un monto anual de remesas que en 2004 fue equivalente al 11% del PIB y, en 2002, al 127% de las exportaciones13. El problema es lo que el agre-gado de esos pobre-dólares posibilita. En toda América Latina se ha producido un giro hacia la reducción de la provisión de servicios sociales por parte del Estado.

En Nicaragua, en la década de los 80, el modelo so-cial aplicado apostaba por una alta intervención estatal en la oferta de empleo, la regulación salarial y la oferta de servicios de educación y salud. A partir de 1990, se ensaya la aplicación de un modelo social radicalmente distinto: el modelo del ciudadano-cliente; es decir, la compra privada de los servicios sociales.

De la gratuidad total de los 80, con un aporte del 24.4% de las familias al gasto en salud, el nuevo mo-delo nos transportó hacia un sistema que descansa crecientemente sobre la inversión privada. Ya en 1996, el gasto público representaba el 45% de la inversión total en salud. La inversión privada era del 40% y la cooperación externa ponía el restante 15%. En 2002, la inversión privada llegó al 61%, mientras el gasto público y la inversión externa descendieron al 31.5 y 7.5%, res-pectivamente. Las familias financiaron el 52%14. Ante el declive en disponibilidad de camas, personal médico y financiamiento de medicinas, la población acude a la oferta privada de servicios de salud. ¿Cómo es posible

8 Terry, 2005, p. 5.9 Banco Mundial, “Indicadores del desarrollo mundial 2004”,

citado por Manuel Orozco, “Remesas a América Latina y el Caribe: temas y perspectivas en materia de desarrollo”, Informe encargado por la oficina del proceso de cumbres, Organización de los Estados Americanos, Washington, D. C., septiembre 2004.

10 CEPAL, 2006, p. 25.

11 Mabel Gamboa, Almachiara D’Angelo y Sara Kries, Flexibili-zación del mercado laboral en Nicaragua. Una aproximación a su medición y un aporte al debate sobre sus implicaciones de género, Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), Managua, 2007, p. 44.

12 Eduardo Baumeister, “Migración internacional y desarrollo en Nicaragua”, Serie Población y Desarrollo, Nº 67, CEPAL, Santiago de Chile, enero de 2006, p. 18.

13 Orozco, 2004.14 Jaime Espinosa Ferrando, Nicaragua: el desarrollo del sistema

de salud desde mediados del siglo XX hasta nuestros días, Frie-drich Ebert Stiftung, Managua, 2003; Adolfo Rodríguez Herrera, “La reforma de salud en Nicaragua”, Serie Financiamiento del desarrollo, Nº175, CEPAL, GTZ, Santiago de Chile, 2006, p. 19.

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esto en un país donde la mayoría de la población vive con menos de dos dólares al día?

MIGRACIONES Y REMESAS AYUDANA PERPETUAR EL MODELO VIGENTE

Las migraciones juegan un papel múltiple para perpetuar el modelo: disminuyen la demanda de ser-vicios, disminuyen la tasa de desempleo, regulan los salarios —los empresarios ofrecen mejor paga a los cortadores de café para que no migren a los cortes en Costa Rica— y permiten la inversión privada en salud y educación. En el modelo del ciudadano-cliente, las remesas hacen las veces de seguro de paro, mitigador de riesgos, pensión de vejez, seguro de cosechas y fi-nanciamiento a la educación y la salud15. Incrementan el poder adquisitivo de la demanda, en un modelo que mide la demanda, no por sus necesidades, sino por su capacidad de compra.

Las remesas están actuando como un dispositivo de compensación social. De acuerdo a los cálculos del Banco Mundial, las remesas que llegaron a Nicaragua en 2005 alcanzaron los 600 millones de dólares16. El BID calcula que, ya en 2004, habían llegado a los 810 millones de dólares17. Tenemos así que los hogares receptores gastaron en un año entre 154 (BID) y 114 (Banco Mundial) millones de dólares en educación, se-gún una estimación de un 19% de las remesas invertido en educación18.

Un estudio de la Red Nicaragüense de la Sociedad Civil para las Migraciones calculó que el 13% de las remesas se destina a salud19. De acuerdo a los cálculos más modestos —remesas según el BM—, esto significa 78 millones, es decir, aproximadamente el 24% del gas-

to total en salud y el 51% del gasto de las familias en salud. Las remesas están evitando que la cobertura de los servicios de salud y educación caiga más. El modelo se sostiene a base de un mecanismo de expulsión-atrac-ción: expulsión de migrantes y atracción de remesas.

¿Y EN EL TERRENO DEL DESARROLLO?

Otro ámbito de temas e impactos se discuten en el terreno del Desarrollo. Es decir, en el área de los proyectos de Desarrollo local orientados a reducir la inequidad, promover los derechos humanos y cambiar algunos aspectos socioculturales, introduciendo patro-nes occidentales de calidad de vida y nuevos puntos de vista. Agencias internacionales, universidades y ONG tratan de influir en el desarrollo mediante proyectos de Desarrollo.

En este terreno, por lo que atañe al vínculo entre migración y desarrollo, las empresas privadas llevan la delantera con su variada oferta de servicios a los migrantes: sus múltiples proyectos con fines de lucro. La línea de aviación Taca tiene 21 vuelos diarios entre Centroamérica y los Estados Unidos. Las compañías de comunicación colocan tarjetas telefónicas a una velocidad de vértigo. Las empresas de transferencia de dinero –como Western Union— llegan al último rincón donde habitan familiares de migrantes y están bene-ficiándose con millardos de dólares anuales, basados en los elevados precios que cobran por sus servicios. El sector turístico de muchos países ha cobrado vida y vigor porque los migrantes documentados realizan varios viajes anuales a sus países de origen y compran sus servicios. Todas estas empresas están ofreciendo bienes y servicios que los migrantes necesitan. Sus proyectos de Desarrollo funcionan, aunque no en la dirección que otros desearíamos.

¿TODOS MICROEMPRESARIOS?

El sector “alternativo” no ha sido tan prolífico en ideas ni tan certero en su oferta. La mayor parte de sus estrategias para sacar el mejor provecho de las migraciones se concentran en las remesas. Y, en ese ámbito, sus propuestas se reducen a proponer que sean empleadas en crear microempresas.

Esta propuesta de “todos como microempresarios” ha sido una de las consignas de los financiadores del

15 Susan Pozo, “On Remittances and Risk”, en Beyond Small Change. Making Migrant Remittances Count.

16 Estimaciones del Banco Mundial usando presupuestos y argu-mentos expuesto en Ratha and Shaw, 2006.

17 Terry, 2005, p. 2.18 Manuel Orozco, “Migration, Money, and Markets: The New

Realities for Central America” en Beyond Small Change. Making Migrant Remittances Count, p. 200.

19 Red Nicaragüense de la Sociedad Civil para las Migraciones, “Emigraciones internacionales de nicaragüenses. ¿Opción u obligación? ¿Remesas para el desarrollo?”, Cuaderno migratorio Nº 8, Managua, 2006, p. 28.

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Desarrollo que más atronadoramente ha sido coreada, y que refleja una aplastante ignorancia histórica y un total desconocimiento de los supuestos aspirantes a microempresarios. Los países industrializados no alcan-zaron el desarrollo actual debido a que sus habitantes se convirtieron masivamente en microempresarios.

Cabe pensar, sin embargo, que existen otras vías y que las podemos ensayar: la estrategia de todos como microempresarios. Pero entonces tenemos que estudiar al sujeto de esta emergente cultura microempresarial posibilitada por las remesas. Y así encontramos que los receptores de remesas son hijos e hijas de su cultura. No están aislados. No son un sector especial. Igual que sus vecinos carentes de remesas, están muy lejos de escenificar al capitalista weberiano: acucioso en su búsqueda de información, preciso en sus cálculos presupuestarios, avaro de su tiempo, etc.

Los receptores de remesas no hacen un análisis costo/beneficio de la mayoría de sus inversiones. Mu-chas de las inversiones que realizan se enmarcan en estrategias nada rentables —en términos financieros inmediatos— de compra de estatus. Por eso, adquieren muchos bienes que tienen una utilidad simbólica, y no práctica o financiera. Muchos están inmersos en economías escasamente monetarizadas.

LAS REMESAS COMUNITARIAS

Existen otras iniciativas con resultados visibles. Entre ellas destacan las remesas comunitarias. Los fondos colectivos o remesas comunitarias son un ejemplo de los frutos que puede producir el cultivo de las organizaciones de migrantes y la orientación de las remesas. En México, “con el propósito de institu-cionalizar los apoyos de los clubes zacatecanos para la construcción de obras de infraestructura social en sus comunidades de origen, en 1992 surgió en Zacatecas el Programa 2x1, con la aportación de un dólar del gobierno estatal y otro del gobierno federal por cada dólar que los inmigrantes invirtieran. En 1993 se inició la ejecución de los primeros proyectos, con una inversión de 575 mil dólares. En 1999 el programa cambió a la modalidad de 3x1. Desde su inicio como Programa 2x1 a la transformación en 3x1, se han rea-lizado 310 proyectos de infraestructura social básica.

De 1993 a 2003 se realizaron 1.096 proyectos en más de 35 municipios del Estado”20.

Pero el Programa Iniciativa Ciudadana 3x1 supone un trabajo del sector público que abona el capital social de las asociaciones de migrantes y fortalece los vínculos entre éstas y sus Estados de origen. El aporte de las remesas hay que cultivarlo mediante un mejoramiento de las condiciones de su transferencia y aplicación, y esto incluye desde convenios con instituciones formales hasta la gestión de cierto tipo de capital social.

Los efectos benéficos del capital social sobre el envío y uso de las remesas pueden incrementarse moldeando dicho capital. Por ejemplo, mediante la pro-moción de asociaciones de migrantes, el establecimiento de conexiones entre dichas asociaciones y organismos involucrados en actividades de desarrollo, y el fortale-cimiento de las redes informales entre migrantes y sus comunidades de origen. Estas tareas también podrían formar parte de una gestión de las migraciones, como ya lo están siendo en El Salvador, un país que destaca en la región por su positiva valoración del aporte de los migrantes y su beligerante cabildeo para arrancarle al gobierno estadounidense políticas que los beneficien.

SIN EMBARGO...

Los proyectos de Desarrollo, por muy exitosos y bienintencionados que sean, no deben perder de vis-ta que las remesas constituyen un flujo financiero temporal que a largo plazo desaparece: a medida que los migrantes se establecen y toman distancia de sus orígenes o logran la reunificación familiar. Ningún desarrollo sostenible puede ser basado en las remesas. Por otra parte, tampoco se debe perder de vista el efecto perverso sobre el amplio desarrollo, posibilitando un sistema que deifica al mercado como mecanismo regulador por excelencia, exime al Estado de sus responsabilidades y transfiere costos a las fami-lias. En ese ámbito, las remesas son el opio del pueblo.

20 Rodolfo García Zamora, “Migración internacional y remesas colectivas en Zacatecas. Impactos y desafíos del Programa 3 x 1”, Foreing Affairs en español, vol. 5, Nº 3, Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), julio-septiembre 2005.

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No soy sicólogo social. Pido permiso a los muertos para

entrar aquí. Mi compañero jesuita, Ignacio Martín Baró, me ayudó, re-cuerdo, cuando trabajaba el libro de Masacres de la Selva. “Nacho, ¿qué hago con todo este material, todo este sufrimiento de las víctimas”, le dije. Nacho tenía muy buenos libros en San Salvador, estaba al día con las revistas internacionales. Me comenzó a sacar títulos sobre la sociología del desastre. Entonces comencé a entrar en lo que llaman el estrés postraumático. Y leí que alguna gente se supera, mientras otros quedan enfermos de por vida.

De allí volví a las Comunidades de Población en Resistencia (CPR)y estuve viviendo cinco años entre los sobrevivientes de grandes ma-

El deportado que vuelvea los Estados Unidos.

Análisis de caso para la hipótesis sobreel regreso de los deportados al Norte

RICARDO FALLA (SJ)

A partir del caso de “Danilo”, un guatemalteco de 27 años, originario de la aldea de Zacualpa, y deportado después de la redada de New Bedford, aquí se exploran los factores que impulsan a los deportados a regresar

a Estados Unidos, pese al fracaso que puede significar una deportación. ¿Qué otras circunstancias, además de la habilidad e iniciativa personal,

pueden abrir el camino a una resistencia pacífica exitosa para no abandonar, por la fuerza, el país donde han echado raíces?

sacres, Cuarto Pueblo, Xalbal, Pe-ñas Blancas. Y además, estábamos en estrés continuo por la persecu-ción de la infantería y bombardeos. Pero encontré que la gente que me rodeaba estaba fundamentalmente sana y tenía mucha energía para re-sistir en la montaña. Las masacres eran un antes y un después en sus vidas, y habían podido narrar sin miedo una y otra vez lo que habían pasado. ¡¡¡Estaban vivos!!! Mien-tras, otros habían muerto a su lado.

Marcelino, ejemplo de energía y mirada al futuro, en la masacre de Cuarto Pueblo había caído al suelo cuando al caballo en que iba lo alcanzó una bala en la cruz. Él siguió vivo, corriendo, y el caballo murió. A su lado, una mujer corría y las balas la alcanzaron, pero la

gallina corrió delante de Marcelino. ¡Estamos vivos, frente a otros que murieron!

LITERATURADE INSPIRACIÓNHe adoptado aquí este enfoque

positivo y, más aún, de resistencia. Me ha inspirado José Luis Rocha, sociólogo nicaragüense, quien a su vez cita a Touraine, contrapo-niéndolo a diversas visiones sobre los deportados1. Frente a la visión apocalíptica del sociólogo polaco

1 José Luis Rocha, “Deportados. Sin papeles, sin derechos y con fronteras”, en Centroamericanos redefiniendo las fronteras, Envío, Managua, 2009, pp. 135-173. (Allí mismo, la traducción al inglés).

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Zigmunt Bauman2, para quien «la más funesta consecuencia del triunfo global de la globalidad es la aguda crisis de la industria de la destrucción de “desperdicios humanos”» (desechos del mercado laboral, excedentes humanos, po-blación superflua, personas fuera de lugar, no aptas o indeseables), él se adhiere al sociólogo francés, Alain Touraine, quien insiste en “la capacidad de acción de los domina-dos” y considera desmovilizador e inoperante parapetarse en ese nivel de análisis, aunque sea profundo3.

DEPORTADO RETORNADOSe trata de un joven de 27 años,

deportado en la redada de New Bedford, Massachusetts quien, después de unos meses en su tie-rra de Zacualpa, Quiché, regresó a los Estados Unidos. Lo que menos tiene es una sicología de desecho humano y de inadaptado, aunque haya sido expulsado del Norte como excedente del mercado laboral.

Regresó a los EUA, no con una ideología de resistencia explícita, aunque de hecho resiste al flujo creciente de deportaciones de la política norteamericana. Decide cruzar de nuevo el desierto a fines de 20074. Ese año, el número de deportaciones por aire fue de 23,062

y por tierra 49,475, sin contar hondureños, salvadoreños y nicas5. Véanse los cuadros al final de este trabajo.

Desconocemos el número de de-portados, hombres y mujeres, que regresan. Se ha dicho que es alto, por estimaciones de intenciones de vuelta, según las encuestas hechas en el aeropuerto a los deportados. Sin embargo, han debido ir dismi-nuyendo desde mediados de 2008 por la crisis global. Una señal, tal vez no inequívoca, es el descenso de las deportaciones terrestres desde México6.

La pregunta que está detrás en el análisis de este caso es: ¿Por qué los deportados de Estados Unidos —ellas y ellos—, regresan a EUA? ¿Qué factores intervienen? Del caso sacamos una hipótesis, esperamos que bien planteada, aunque incom-pleta. La hipótesis es un avance del conocimiento y la base para prose-guir sobre el estudio de este tema, del que desconozco otros estudios, al menos en Guatemala. ¿Por qué unos deportados regresan y otros se quedan en Guatemala?

MÉTODOPartí de una entrevista en pro-

fundidad con este joven deportado, llamémoslo Danilo, de una aldea de Zacualpa, Quiché. Hombre, kiché, campesino y soltero. La entrevista se hizo en octubre de 2007 dentro de una investigación sobre migración en esa aldea, donde logramos datos de todos los hogares. Tuve suerte, porque el joven articulaba sus ideas con gran facilidad, era muy penetrante y tiene dotes narrativas fuera de lo normal. Otros, también deportados, en cambio, eran planos y desconfiados. También me ayudé de una sistematización hecha en Boston, entonces en borrador, del trabajo de los abogados7.

LA ALDEA DE MIGRANTESLa aldea a la que Danilo per-

tenece es una aldea de migrantes, muy afectada por el trasiego de gente que va al Norte y se queda allá; alguna vuelve y otra, sobre todo recientemente, ha sido de-portada. La aldea tiene 140 casas. Cuando recabamos los datos de toda la aldea en octubre de 2007, había 65 personas en EUA y 18 más eran retornadas voluntarias (no deportadas).

También contamos el número de personas afectadas por la políti-ca de deportaciones de los EUA, la mayoría deportadas, pero también algunas liberadas después de la redada y actualmente en los EUA. Contamos 17 casos: 12 varones y 5 mujeres, ordenados de la siguiente manera en seis tipos:

1. Los deportados que permane-cen en la aldea, es decir, que no

2 Zigmunt Bauman, Vidas desperdi-ciadas. La modernidad y sus parias, Paidós, Barcelona, 2007.

3 Alain Touraine, ¿Cómo salir del libera-lismo?, Paidós, Barcelona, 2000.

4 Este estudio fue originalmente publica-do en la revista Envío en junio de 2008: “Emigrante, obrero de maquila, captu-rado por ilegal, deportado y de regreso en USA”. Luego, fue ampliado en 2008 con datos de los abogados de Boston que intervinieron en el caso. Ahora (junio 2009), lo vuelvo a trabajar. No es un

estudio considerado como completo. Lo comencé pensando en ampliar el trabajo sobre las deportaciones, pero el mismo material me fue diciendo que había que dejar un par de años para ver qué pasaba con ellos. Por eso, los datos se quedan en 2007.

5 En 2008, deportados guatemaltecos vía aérea 28,051 y vía terrestre 36,565.

6 Es señal, en general, de la disminución de migrantes que pasan por México. En el primer semestre siempre hay más deportados terrestres. La comparación hay que hacerla entre el primer semes-tre de 2008 y el primer semestre de 2009. Ojo, para 2009 estamos contando de enero a mayo, sólo 5 meses.

7 Gregoire F. Sauter, Case Study: Aguilar v. Ice. Litigating Workplace Immigra-tion Raids in the Twenty First Century. 14-7 Bender’s Immigr. Bull. 1, 2009.

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han retornado a los EUA, son 8. De éstos, uno fue deportado hace algunos años y 7 son de-portados recientes de la redada de New Bedford.

2. Los deportados que decidieron retornar a los EUA son 2. De éstos, uno regresó hace algunos años, cuando era relativamente fácil atravesar la frontera, y uno recientemente, de la reda-da de New Bedford. Es nuestro caso.En estos 10 casos, todos son varones.

3. Las detenidas, todas ellas en la redada de New Bedford, que fueron liberadas en los EUA y decidieron quedarse allá, son 4 mujeres.

4. La que fue detenida en la redada de New Bedford, fue liberada y decidió retornar a Guatemala con su hija, son 2: madre e hija.

5. Un detenido en la redada de New Bedford, liberado en EUA, que decidió quedarse allá, es un varón. Fue una especie de excepción.

6. Un detenido en los EUA en espera de la decisión del juez.

LA REDADADE NEW BEDFORDCon la ayuda de algunos depor-

tados, pero especialmente de Dani-lo, vamos a reconstruir el proceso de la redada y deportación, tra-tando de fijarnos en el proceso de experiencia por el que van pasando, especialmente, Danilo.

En la fábrica trabajaban más de quinientos operarios. Michael Bianco, Inc. era una maquila de cuero para chalecos militares. El martes 6 de marzo de 2007, un día friísimo, unos 600 policías de la ICEacordonaron sorpresivamente el edificio y entraron para detener a cada uno de los operarios, hombres

y mujeres. La fábrica fue una rato-nera. Danilo sintió la impotencia: “No pudimos escapar”. Tuvo miedo de que los mataran. A saber qué puede pasar, pensó. Algunos quisie-ron huir, pero todo estaba sellado. Luego los amarraron con cintas de plástico, como si fueran criminales. Él insiste mucho en esto. Que no era un criminal. Que sólo está en Estados Unidos por la necesidad y por la pobreza. Está trabajando. No está vendiendo droga, como otros lo hacían en la fábrica, que no eran guatemaltecos.

Desde adentro, él no se da cuen-ta que inmediatamente llegaron a las afueras de la fábrica gente de iglesia, abogados, políticos, familia-res. La noticia corrió como un rayo. Eso le interesa a la ICE, que corra a toda América Latina, para que sirva como un disuasivo. Danilo sólo se dio cuenta de que había mucha gen-te de los medios de comunicación. Lo pudo ver desde la ventana.

Como soltero, él no tuvo el problema de las madres que tenían hijos en sus casas o en casas de otras personas con babysitters.

Ese fue el primer shock. Dete-nidos en una ratonera, sin poderse mover y sin saber qué vendría des-pués.

TRISTE Y FRÍO APRENDIZAJELuego, los trasladaron en bu-

ses, esposados, siempre como crimi-nales. Los llevaron a Fort Devens en Boston. Les quitaron los za-patos. Las cintas pueden ser un peligro para desesperados que podrían cometer suicidio. Siempre se preguntan, qué nos va a pasar. La deportación es un aprendizaje, porque poco a poco van descubrien-do la respuesta. Triste aprendizaje, pero que les abre la mente para el futuro, para arriesgarse o para temer y quedarse quietos. Hay un frío enorme. Un testimonio de un

abogado dice que estaba a cero Fahrenheit.

En Fort Devens sienten la humillación y algunos se “arrepien-ten”, es decir, piensan que para qué se fueron a los EUA. Danilo dice que eso sintió, pero que después reaccio-nó por dentro. Allí pasan esa noche, sobre el suelo. Y allí pasarían otra noche, ya sobre camas. La ICE es-taba apuradísima para sacarlos del área de Boston, lejos de sus familia-res y de los abogados que podrían luchar por ellos. En efecto, en la tarde del 8 de marzo, los metieron en un vuelo que va a Texas. Según testimonios recabados por abogados de otros deportados, en el avión los agentes de la ICE les tiraban las bolsas de comida y les decían your are shit, Uds. son pura mierda. En el avión seguían esposados.

VESTIDO DE AZULAlgunos fueron a Harlingen,

Tx., otros, como Danilo, fueron llevados a El Paso, Tx., donde es-tuvieron cuatro meses encerrados. Allí se fueron calmando poco a poco. Para Danilo es muy impor-tante el momento en que se definió su identidad en el centro de deten-ción. No lo vistieron ni de rojo, ni de anaranjado, sino de azul. Azul era para los que no tenían delito, ni pequeño, como cruzarse una luz de tránsito, ni mayor, como matar o violar. La tensión comenzó a ceder cuando se acomodaron en la cárcel, descansaron, comieron, se comunicaron por teléfono con sus familiares de EUA y de Guatemala, pagando siempre cada uno por la llamada. Él habló con su madre en Zacualpa y con sus parientes en New Bedford. También asistía a la biblioteca a escribir cartas, oía la misa que llegaba a decir un sacerdo-te colombiano, leía la Biblia que le regaló una religiosa y jugaba en un campo de deporte dentro del centro.

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A las mujeres las ubicaron en un lugar aparte de los hombres.

Con la llegada, un mes tarde, de los abogados de Boston, comen-zaron a sentirse activos y en Danilo renacieron las esperanzas de lograr suspender la orden de detención. Pero los abogados eran impotentes y sólo les comunicaban las noticias complicadas de los trámites frente a diversas cortes que en definitiva retardaban la salida del centro.

SIGUIÓ HASTA QUE PERDIÓLa dilación hizo a su vez que las

esperanzas se bajaran y comenzara a decaer el estado de ánimo de los detenidos. Entonces, en vez de que-rer seguir luchando para quedarse en los EUA, comenzaron a desear salir de allí cuanto antes y volver a sus países. En ese momento, dice Danilo que él no quiso claudicar. Él siguió luchando con los abogados. Los abogados los presionaban a tener paciencia, pero la mayoría no estaba dispuesta a resistir más la espera. Claro, ustedes no están detenidos, por eso quieren que sigamos peleando, decían. Algunos firmaron su regreso voluntario a Guatemala, con lo que borraban, a decir de Danilo, todo su expe-diente, como si no hubieran estado detenidos. Él, en cambio, no optó por ese camino. Quiso seguir, hasta que perdió.

Algunos de los que ya habían cerrado su caso, no fueron metidos en el avión hacia Guatemala, y otros, como él, que no lo habían cerrado, fueron por fin deportados. No entiende bien todo lo que pasó, pero en el proceso aprendió mu-chísimas cosas. No sólo en la lucha legal, sino también en las pláticas con los compañeros del centro, cada uno contando su caso, a veces los azules aconsejando a los rojos.

EL DESEADOY FORZADO RETORNOEl retorno de su grupo a Guate-

mala se dio el 25 de julio de 2007. El avión los llevó primero a Honduras, y luego aterrizó en la pista junto al aeropuerto de la Fuerza Aérea en Guatemala. Estaba ansioso por llegar a Zacualpa y ver a su mamá. Deseoso, paradójicamente, de salir de EUA donde había peleado por quedarse.

Cuando sale del aeropuerto, la primera impresión que tiene es de miedo. Hay mucha gente en las calles. Piensa en ladrones. Aun-que también en las calles de New Bedford los boricuas te meten un puyazo si sales tarde.

Luego, al montarse a la ca-mioneta que lo lleva a Zacualpa, también le acometió el miedo. Miedo por la forma temeraria en que manejaba el chofer. Él viene de un país civilizado… Luego, al llegar ya de noche a Zacualpa y ca-minar hacia su aldea, la oscuridad de la ruralidad. No hay luz en los caminos. ¡Qué cambio! Va cami-nando hacia su casa con el único hermano que no había viajado a los EUA. Él lo había estado esperando bajo las bugambilias del parque en la pequeña ciudad de Zacualpa. Al llegar, por fin, a la casa de la aldea: la mamá. La abraza y llora de ale-gría. Piensa cómo, cuando se fue y la despidió, también lloró. ¿Será el mismo llanto?

CON LAS ANSIASRECORTADASPero la situación de Guatemala

(Zacualpa) no le llena. Llega en tiempo de elecciones. Encuentra a su pueblo radicalmente dividido. Así Guatemala nunca va a progre-sar, piensa. Quiere votar, pero ha perdido su cédula y no aparece en las listas de empadronamiento (“no

viniste a recoger tu empadrona-miento”, le dijeron).

Las computadoras de Guate-mala no funcionan como las de la ICE, donde bien sabe que dejó sus huellas. Para bien o para mal, está en un país que siente atrasado. Incluso la bella sierra, que se en-cumbra junto al valle de la aldea, lo oprime, porque no puede ver más allá, y compara el paisaje de su terruño con las planicies del área de New Bedford, junto al mar, donde la vista se pierde en el horizonte. Como que en Guatemala todo le dice que sus ansias de más están recortadas.

Fue entonces cuando, el 4 de octubre de 2007, me contó su odi-sea y me comunicó que ya estaba pensando en volverse a los EUA. Cuando, un par de meses después me enteré que se había ido, para mí no fue una sorpresa. Reflexionando por qué él se regresó y la mayoría de los deportados de esa aldea no lo hizo, he resumido su decisión en los siguientes factores.

FACTORES DEL REGRESO Danilo es un joven de mucha

iniciativa. No un joven pasivo o desconfiado, como algunos de sus compañeros de aldea, con quienes quise hablar, pero sólo me contesta-ban con monosílabos. Su iniciativa es un factor personal. Es un joven que sabe arriesgar en la vida y con-fía en sí mismo que puede encontrar salidas.

• En Zacualpa no encontró un trabajo que le satisficiera. En el tiempo que estuvo dilucidando si volvía o se quedaba, canceló la idea de trabajar en su pueblo y menos en su aldea. Entonces, barajó la idea de migrar a la capital de Guatemala y estudiar: “Voy en la capital a buscar trabajo… allí mismo voy a estu-diar”, pero no la materializó. Si la

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hubiera intentado, probablemente algo hubiera encontrado, dado su nivel de iniciativas. Pero no se tiró por allí. Tenía su mente puesta en otro lugar.

• El nivel de estudios que te-nía no le ayudó, como a un primo suyo, que también fue deportado y luego encontró una sustitución como maestro. El primo se había graduado en la Normal, pero Danilo sólo había sacado el 3º. Básico en el Instituto de Zacualpa. Se había graduado en 2004, un año antes de viajar a EUA, y no había seguido el diversificado, porque no tenía papá y no había quien pagara por los gas-tos de los estudios (viajes a Quiché, libros, comidas). Estaba cansado de trabajar y estudiar y endeudarse por los libros, de modo que cuando su hermano le dijo desde los EUA que se fuera, esa primera vez, él no lo dudó: «Ya me cansé, no hay quién me mantiene… nada más prestando dinero estoy y ya está subiendo más mi deuda. ¿Y dónde gano, también? Así que cuando me dijo mi hermano, cuando él ya estaba allá, “¿querés venir?... ¡pues venite”». Se fue al Norte y dejó los estudios, pero esto no significaba que la motivación por el estudio no siguiera presente en sus planes de superación personal.

• Su mente no estaba en Zacual-pa. Estaba puesta en planificar su regreso más que en buscar un em-pleo. Desde su llegada a Zacualpa, algo le oprimía, de algo tenía miedo. Como que no era el lugar para su futuro inmediato.

• En cuanto a su entorno fami-liar, era soltero y no tenía compro-miso de esposa e hijos en Guate-mala, como sus hermanos, también deportados. Su madre viuda era la jefe de su hogar en Zacualpa, pero él no tenía que estar junto a ella para cuidarla. Había hermanos que

podían cuidarla, uno que nunca migró al Norte y otros deportados.

Además, desde los EUA le había estado mandando remesas y segui-ría mandándole. Su madre viuda, entonces, era un motivo para que al menos uno de los hijos estuviera en el Norte. Debió platicar con ellos y hacer un arreglo, yo me voy y uste-des la cuidan y yo le sigo mandando dinero. Si la abandonaba, era por el bien de ella.

• Para su viaje al Norte, ya no necesitaba coyote. Ya conocía el camino, los contactos. No iría ciego, como la primera vez. Es una ventaja que tiene todo deportado sobre el que migra por primera vez. Bastaba con buscar un compañero de viaje. No debía hacer ese gasto.

Su mente estaba puesta en los EUA. Cuando nos habló expresó eso: “estoy pensando, estoy pensando, para qué miento” en salir al Norte. No quiere decir que no balanceara pros y contras, pero la actitud de fondo era propicia al viaje. La es-tancia en el Norte, excepto por la desgracia de la deportación, había sido una experiencia positiva para él. Por ejemplo, el trabajo no sólo había sido rentable, pues cuando hacía dos turnos lograba 500 dó-lares a la semana, sino que todo el junto de trabajar, ganar, ahorrar, ser dueño de su propio dinero, sentirse hombre completo, le había dejado una sensación de realiza-ción personal, como nunca había tenido. “Eso para mí es una gran experiencia… Yo nunca, nunca he trabajado en una factoría grande. Y no he hecho nada así. Hasta allá fue donde aprendí algo, cómo ahorrar un poco, ganar un poco de dinero”.

• El trabajo en los EUA se en-marcaba dentro de un plan, cortado por la deportación. Era un plan que se había comenzado a poner en práctica con sus hermanos, de comprar tierra en Zacualpa, porque

apenas habían heredado, y cons-truir cada uno en su terreno. “A mí me faltó muchas cosas”, dice. Con un hermano suyo, compraron tres cuerdas a 75 mil quetzales en un lugar y tres por 60 mil en otro. Eso era el principio. Quedó pendiente. “Nada más eso hicimos”, dice, “no hice mi casa, no tengo terrenos grandes, no tengo ganado”. Y entonces, añade la palabra clave, “el sueño”. ¿Cuál es su sueño para el que él orientaba sus ganancias en EUA? No es sólo sostener a su mamá, sino “mi sueño es superar un poco en la vida para tener algo”. Y entra el tema afectivo, porque piensa en la mujer. “Si Dios me permite tener o buscar una mujer, tener algo propio para mantener-la…”. Porque dice “así como estoy, ahora no puedo”.

• En el Norte encontró un cír-culo de amistades (hermanos, pri-mos, amigos), con quienes convivía, y en los tres años que estuvo allá vivió ordenadamente, sin vicios. Él resume su estancia allá de la si-guiente forma: “mi experiencia es-tar en ese país [fue] bien linda” y se compara con “muchos de nosotros que cuando salimos de este país… se cambian de vestir, se ponen are-tes, hacen cosas que son mal… y así deja olvidado a Dios por un lado”. Eso a él no le pasó. Y ya de vuelta lo ha comentado con su madre en la aldea, “gracias, mamá, yo no hice tal eso”. Iba a misa los domingos a medio día, luego, siempre con compañeros de vida, iban a lavar la ropa sucia de la semana y después a comprar la comida de la semana. Todo ordenado con el grupo de pa-rientes y amigos. “Yo vivía allí con mis hermanos, primos y amigos y le agradezco muchísimo, muchísimo a Dios porque no caí en un vicio… de fumar o de beber, así, guaro, cerveza. Quizá tengo un vicio por el

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dinero, eso”. Dado su exitoso com-portamiento, hasta el momento, y el control social que ejercían los de su círculo íntimo para que el exceso de trabajo y las buenas ganancias no acabaran en borracheras, la madre no lo retendría.

• La dinámica de la estancia en el Norte lo llevaba a abrirse a otro tipo de amistades, las norteame-ricanas. Estudió inglés gratis en “una jayscol (high school) bien grande”, donde inicia amistad con la maestra que no hablaba español. “Mi maestra se llama Paula, pero no me acuerdo de su apellido. Es una buena persona. Quería comu-nicarme con ella [desde Zacualpa], pero no tengo el número y [yo] no podía hablar mucho en inglés”. Allí también recibía “clases de compiore (computer), pero todas las cosas son en inglés. Tenés que escuchar lo poco que te dice la maestra, lo que ella dice”.

• La deportación no fue tan masiva, en su caso, que rompiera la cadena de familiares cercanos que ejercían atracción sobre él para que volviera. Un sobrino, en una conversación telefónica, le toca el tema del regreso: “Me dijo: tío, ¿qué vas a hacer? ¿Ya no vas a venir?”. El tío, es decir Danilo, le contesta mostrándole un ánimo negativo para volver porque no tiene dine-ro para pagar el viaje: “lo siento mucho, sobrino”. Le recuerda que en Zacualpa “no es igual que allá”. El sobrino le contesta, “no te pre-ocupés, sí vas a regresar, te voy a hacer el favor, te puedo ayudar”. La cadena de familiares no se cortó.

También le dan los familiares la información, creíble para él, sobre la peligrosidad del ambiente (deportaciones) y la facilidad de encontrar trabajo. En los medios de comunicación oye que la situación es difícil: “eso es lo que estoy escu-

chando en la noticia…, pero hablé con mi cuñado y me dijo que ahora aquí ya casi como que lo cancelaron [las redadas], ya no hay mucha bu-lla aquí con la migración… ya un poco tranquilo”.

• Dada la experiencia de la deportación, tanto de parte de él como de sus familiares con quienes se comunica por teléfono, acepta que debe haber algún cambio, para evitar una próxima deportación o eventualmente la cárcel. El cambio se centra en el lugar de trabajo. Hay que evitar fábricas o lugares repletos de migrantes, e ir a lugares donde se pueda disimular su pre-sencia y, además, donde den trabajo sin exigir papeles en regla: “Si vas con un americano, digamos, no a trabajar en grande, sino en casa, y trabajas de jardinero, limpias algo en la casa, así quizás te dan trabajo. Pero si trabajas en grandes facto-rías de pescado, factoría de costura, como donde yo trabajé, factoría de frutas de muchas clases, allí ya piden papeles”. En su intención de regresar ya va implícito un plan de cambio de lugar de trabajo.

Más aún, si vuelve a la misma ciudad de donde fue expulsado, no quiere decir que vuelve al mismo lu-gar donde estaba antes. Aunque no se lo preguntamos explícitamente, él tendría una especie de repulsión instintiva a caer en esa ratonera, además de que allí la exigencia de papeles se había impuesto después de la redada en que habían sido detenidos también el dueño y altos supervisores.

• Entonces, él asume el riesgo a conciencia: “voy a pensar bien”, le dice por teléfono al sobrino, y éste le contesta también, “sí, pensalo bien”. Se atreve a seguir luchando, como luchó en el centro de deten-ción, donde se negó a firmar su deportación voluntaria. Los que no lucharon y la firmaron tendrían su

expediente limpio en caso de que otra vez cayeran en una redada, pero no tendrían el carácter para enfrentar el riesgo, como Danilo. Suponemos que los que fueron acti-vos y se defendieron en el centro de detención con la ayuda de los aboga-dos, aunque perdieron, más proba-blemente regresarían después de la deportación al Norte. El centro de detención los puso en contacto con el gobierno de los EUA y se dieron cuenta que ni la ICE, ni el mismo gobierno son todopoderosos. “La pasada es un poco [más] costosa” ahora, pero no es imposible. Se refiere al cruce del desierto.

Como prueba, muchos han re-gresado: “muchos de nosotros que nos agarraron, que nos deportaron, ahora ya están nuevamente allá”. Le pregunté si eran de Zacualpa. Me dijo que sí, aunque no de su aldea, de donde él sería el primero de la deportación de New Bedford. Estaba hablando de mediados de 2007. Dos cosas hay en esta afirma-ción. Una, que hay comprobación de que se puede pasar, que hay trabajo y que no han sido deportados. La otra es el ejemplo y el contagio de la motivación. Uno hala al otro. No pueden todos ser tan tontos para ir al fracaso. Pero esta razón no mue-ve a los que no se regresan, porque otros factores no están presentes. Este argumento lo pone Danilo en la boca de su sobrino que lo invita a ir.

• Por fin, la experiencia reli-giosa. Danilo es un joven religioso que a la fábrica “llevaba, dice, mi disman (discman) para escuchar alabanzas, músicas, porque, ¡ay!, uno se aburre también cuando está sentado”. En el centro de detención hacía oración para no ser deportado y en su oración incluía las esperan-zas de quedarse:

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Yo no cerré mi caso. Yo voy a luchar, ¡Dios mío! No voy a perder las esperanzas, no voy a perder, tengo que luchar. Estoy de acuerdo dónde me mandan. Si me mandan para atrás, está bien; y si me man-dan con mi familia, pues, está bien. Nosotros somos como quince perso-nas peleando el caso. Está abierto el caso. Ya los demás, ya, lo cerraron el caso…”.

Para él no sólo no es pecado haber migrado ilegalmente y haber quebrado las leyes de los EUA, sino que la protección de lo alto para volverlas a romper se le deja sentir en la oración y se le fortalece la con-fianza en sí mismo de tener éxito en su empresa. Y no está solo, es todo un grupo que sigue con esta resis-tencia en el centro de detención. La experiencia religiosa resulta serle un factor positivo para lanzarse al Norte.

RESUMIENDOSi queremos resumir la disper-

sión de los factores en un solo nú-cleo explicativo nos parece que en el centro encontramos el plan que él tiene y que se le cortó con la depor-tación. Ese plan exige continuarse. Tiene conexiones de parientes en el Norte que le invitan a seguirlo y sus hermanos en el pueblo, con quie-nes confirma la decisión, también lo apoyan, no económicamente, pero sí con un respaldo moral y el cuidado de la madre. Este plan su-pone la construcción inicial de una identidad fincada en el Norte con la experiencia de éxito y sensación de superación personal, como no la había encontrado en Guatemala, tanto en el trabajo, como en la vida diaria de amistades de gente del pueblo allá e, inicialmente, de gente norteamericana.

Su mente, desde que viene de regreso a su tierra, está puesta allá y la decisión es sólo la articulación

de un sentimiento vago que le hace sentirse mal al llegar y que oculta eso que está debajo del plan, el sen-tido de su vida. En este momento, el sentido de su vida está allá. Por eso, el retorno se convierte en una forma de reaccionar no sólo contra la vergüenza de haber sido depor-tado sino contra el sinsentido que supone el corte abrupto de lo que estaba emprendiendo en el Norte.

El retorno es una sanación del trauma de la redada y de la depor-tación, iniciada (la sanación) desde el centro de detención en que co-mienza a luchar con la ayuda de los abogados para revertir la decisión del gobierno norteamericano de expulsarlo del país. Esta sanación no es sólo un proceso individual. El hecho de que el retorno a los EUAsea una respuesta de muchos depor-tados, hombres y mujeres, no sólo comprueba que es probable un éxito contra la migración (ICE), sino que anima y contagia, como verdadera identidad, a los sujetos activos que se ponen en movimiento.

Teóricamente, este movimiento no debe verse sólo como el fruto de relaciones de poder (ICE que hace redadas), ni de relaciones económi-cas (hay trabajo), sino también de relaciones de experiencia, por las que se construye el sentido8.

RESISTENCIA E INVESTIGACIÓN¿Es todo esto resistencia? Da-

nilo no habla explícitamente de resistencia, pero sí menciona —y repetidas veces— la injusticia que supone la detención y el trato que la ICE les hace como si fueran crimina-les. Ellos no son vendedores de dro-ga, para merecer un castigo. Sólo

buscan un trabajo y una salida a la pobreza. A nadie estaban robando en la fábrica. El sentimiento de injusticia, desde una ética distinta de la que maneja la ley estadouni-dense, lo motiva para de nuevo intentar cruzar la frontera. Lo que piensa hacer es justo.

¿Cómo resistir a las redadas? Una manera es la presión que se da del movimiento Reform Migration para que el gobierno las suspenda o las disminuya. Pero otra es la que se plantea a partir de este testimonio: armar las redes para evitar caer en una redada. El joven menciona que la ICE metió una espía en la fábrica durante varios meses: undercover agent. ¿Y los migrantes y sus apo-yos no pueden meter uno en la ICEque dé la pitada? Las redadas son sorpresivas. ¿Las redes no pueden avisar de movimientos sospechosos a los vecinos? ¿No puede haber refugios secretos en los lugares de trabajo donde el migrante se pueda esconder? Y en términos de inves-tigación, ¿no hay un monitoreo geográfico de las redadas del que se pueda predecir dónde se va a dar la próxima?

Aquí hay todo un proyecto de investigación no sólo para compro-bar con números los factores del regreso de los deportados, situado en el tiempo, pues 2007 no era lo mismo que 2009, sino para com-parar a los que fracasan, es decir, los que son detenidos de nuevo y penados por delincuentes, con los que al momento han tenido éxito. ¿Qué otras circunstancias, además de su habilidad e iniciativa perso-nal, pueden abrir el camino a una resistencia pacífica exitosa para no abandonar por la fuerza el país donde han echado raíces?

8 Véase Manuel Castells, La era de la información, vol. 2, El poder de la identidad, Siglo XXI, 1999.

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Deportados guatemaltecos vía aéreadel 2 de enero al 5 de junio de 2009

MesMayores Menores

2009 2008Hombres Mujeres Hombres Mujeres

Enero 1,869 211 46 10 2,136 1,227

Febrero 1,828 221 39 13 2,101 2,118

Marzo 1,961 195 32 2 2,190 2,028

Abril 2,339 292 81 7 2,719 2,612

Mayo 1,798 264 40 7 2,109 2,479

Junio 474 56 9 0 539 2,097

Julio 2,712

Agosto 2,846

Septiembre 2,548

Octubre 3,180

Noviembre 1,936

Diciembre 2,268

Total 10,269 1,239 247 39 11,794 28,0 51

Centroamericanos deportados vía terrestre 2009Personas dePortadas de Mexico, fronteras Gracias a dios,

el carMen y la Mesilla del 2 de enero al 31 de Mayo de 2009

Mes Guatemaltecos Nicaragüenses Salvadoreños Hondureños 2009

Enero 2,316 97 759 1,744 4,916

Febrero 2,569 102 890 2,078 5,639

Marzo 2,467 97 959 2,544 6,067

Abril 2,639 101 930 2,588 6,258

Mayo 2,405 32 700 1,561 4,698

Junio

Julio

Agosto

Septiembre

Octubre

Noviembre

Diciembre

Total 12,396 429 4,238 10,515 27,578

ALGUNA LITERATURASOBRE EL TEMAPara terminar, queremos ofre-

cer alguna literatura sobre depor-tados. Agradezco a Brinton Lykes de Boston College por el rastreo. El resultado es que los estudios sobre deportados son todavía incipientes. Esto se debe en parte a la dificultad de encontrarlos, dado el estigma social que pesa sobre ellos en el país de origen y sobre la amenaza del gobierno en el Norte. Y más in-cipientes aún son los estudios sobre deportados retornados al Norte.

De los seis estudios que se reseñan a continuación, sólo tres tocan el tema de los deportados que han repetido su migración al Norte. Uno, el de Hagan, Eschbach y Rodríguez (2008) que toca el tema de la intención del retorno de depor-tados salvadoreños. El segundo, de José Luis Rocha (2008), que rebate el concepto de “desecho humano” con ejemplos de deportados que han retornado. Y el otro, de Brotherton y Barrios, sobre deportados domi-nicanos entrevistados en Santo Domingo y Nueva York (2009). Uno de los autores hizo veinte entrevis-tas en Nueva York a deportados retornados, pero no entra en su análisis. Nos deja expectantes. A la vez, la naturaleza transnacional del estudio nos muestra un camino a emular. Si la migración es trans-nacional, el estudio de la migración y sus diversos aspectos no puede menos que ser transnacional.

donna decesare, Deported “home” to Haiti. NACLA. Nov-Dec 1998: 6(5).Informe de 1998 sobre la situación de deportados haitianos hecho en Haití, la mayoría con algún delito.

david Brotherton, The Depor-tees. NACLA. September/October 2003.

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Artículo periodístico con mucho de-talle etnográfico sobre el problema de los deportados en Santo Domin-go, “muchos de los cuales nunca podrán contemplar la posibilidad de volver a sus seres queridos que siguen viviendo en los EE.UU”.

BarBara ynGvesson y susan

BiBler coutin: Backed by papers. Undoing persons, histories, and return. American Ethnologist, Vo-lume 33 Number 2 May 2006. Estudio del retorno al origen de dos poblaciones distintas, pero com-parables: deportados de muchos años en los EUA a El Salvador y adoptados en Suecia que vuelven a reconocer sus lugares de origen en la India, África y otros lados. El estudio pretende profundizar el influjo que el retorno tiene para la producción del conocimiento legal.

Jacqueline haGan, Karl es-chBach y néstor rodríGuez: U.S. Deportation Policy, Family Sepa-ration, and Circular Migration. International Migration Review. 2008. Vol. 42, Issue 1.El artículo estudia, en base de 300 entrevistas a salvadoreños depor-tados, escogidos al azar, cómo la deportación afecta las relaciones familiares, el comportamiento sobre el envío de remesas y las ex-periencias de asentamiento. Para nuestro tema es muy interesante, porque estudia cómo estas rela-

ciones golpeadas influyen en las intenciones de repetir la migración a los EUA El artículo tiene el gran mérito de ofrecer datos cuantitati-vos, cosa de la que adolecemos en muchos estudios exclusivamente cualitativos. El 38% de las personas encuestadas dijo que retornaría al Norte. Y el 23% de la muestra había sido deportada otra vez (25% no respondió a esta pregunta). Un factor que explica el retorno, es la relación del deportado o la depor-tada con esposos o esposas y niños que quedan en el Norte. Aunque el artículo es bastante reciente (2008), las entrevistas datan de 2002. No le quita su valía, pero sí le resta actua-lidad en un tema que ha cambiado mucho en los dos últimos años.

José luis rocha, “Centroame-ricanos redefiniendo las fronteras”, Envío, Managua, 2008.

Es una colección de ensayos pu-blicada en la revista Envío. El que ya citamos en el cuerpo del trabajo toca el tema de los deportados. “De-portados: sin papeles, sin derechos y con fronteras”, Nov. 2008. En él se reacciona a tres visiones sobre la migración y las deportaciones: la de las Naciones Unidas, la de Sasser y la de Zigmunt Bauman. Da ejem-plos de deportados nicaragüenses provenientes de México entrevis-tados en la frontera del Guasaule en 2009. José Luis coordina al SJM(Servicio Jesuita de Migrantes) en

Nicaragua y en el área de investiga-ción en toda Centroamérica. Las en-trevistas en el Guasaule, que hemos podido ver, incluyen la pregunta si fue deportado/a otra vez y si tiene intención de retornar. No han sido tabuladas. Es interesante el estudio, porque las deportaciones provienen de México, donde permanecen en el centro de detención menos tiempo.

david c. Brotherton y luis

Barrios: Displacement and stigma. The social-psychological crisis of the deportee. Crime Media Culture 2009, 5, 29Estudio etnográfico transnacio-nal de deportados de los EUA a la República Dominicana, basado en numerosas entrevistas a lo largo de 5 años (2002-07), tanto en Nueva York como en Santo Domingo. Se centra en la reacción del deportado o la deportada al volver a la socie-dad dominicana ante la estigmati-zación de ésta por ser criminales. Veinte de las entrevistas fueron hechas a deportados que han retor-nado ilegalmente a Nueva York por uno de los autores (Luis Barrios) con preguntas del mismo enfoque de nuestro estudio de caso. Sin embargo, el tema no se profundiza aquí. El artículo tiene un apartado que repasa la bibliografía. http://cmc.sagepub.com/cgi/content/abs-tract/5/1/29

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Las disyuntivas tras el retorno:Migración internacional y los procesos

de reinserción sociocultural de la juventudmigrante nicaragüense

CÁNDIDA GÓMEZ*

Aquí se comparten algunas reflexiones sobre el fenómeno migratorio nicaragüense, centradas en la experiencia vivida por las y los jóvenes

emigrantes retornados. A partir de información recogida mediante entrevistas a migrantes y familiares que han vivido múltiples y difíciles

experiencias, este trabajo explora los cambios percibidos en la comunidad de origen y en los significados que las personas retornadas atribuyen a sus

situaciones particulares.

Vinculadas al proceso de globalización econó-mica dominante, las actuales dinámicas y

patrones migratorios están influyendo en cambios socioculturales tanto en los contextos receptores como emisores. A criterio de algunos investigadores, la migración de retorno constituye uno de los as-pectos de mayor relevancia a la hora de explicar los efectos que tiene ésta en los países emisores. Es por ello que en el ámbito de la migración internacional se ha hecho patente la necesidad de desarrollar políticas migratorias que tengan como objetivo final facilitar la reintegración del retornado a la sociedad.

Sin embargo, la reincorporación conlleva a situa-ciones mucho más complejas, ya que el retorno no está solamente vinculado a una cuestión de sustentabilidad o de eficacia de políticas económicas, sino a factores sociales y culturales transnacionalizados. Es claro y hasta hoy el tema adquiere importancia dentro de

muchas organizaciones internacionales y gobiernos debido a su potencial impacto en el desarrollo local-nacional, pero esa creciente importancia contrasta con otras muchas realidades propias de las comunidades de donde proceden los y las emigrantes.

Aunque la migración suele impactar de igual forma a todas las personas, ésta cobra particularidades en los y las jóvenes nicaragüenses. La juventud es la etapa de mayor florecimiento de proyectos, pero es también cuando se carece de muchas experiencias, conocimien-tos y acceso a recursos y redes. Estas condiciones no cercenan los proyectos individuales, pero sí influyen en su alcance y en su significado. En una diversidad de testimonios obtenidos a través del monitoreo que reali-zamos, nos encontramos con situaciones muy hetero-géneas; así como existe una diversidad de experiencias de empoderamiento, se producen también fracasos o intentos fallidos, pero todas juntas retroalimentan el imaginario que se crea con la migración.

En adelante se presentan algunas reflexiones en torno al fenómeno migratorio nicaragüense y en par-* Integrante del Servicio Jesuita para Migrantes en Nicaragua.

REFLEXIÓN

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ticular cómo se expresa la experiencia vivida de los y las emigrantes retornados jóvenes. Se basan en infor-mación recogida a través de entrevistas a migrantes y sus familiares, que han vivido múltiples y difíciles ex-periencias migratorias. Nos centraremos especialmente en los cambios percibidos en la comunidad de origen y en los significados que los y las retornados atribuyen a sus situaciones particulares.

UNA MIRADA HACIA LOS TIPOSDE RETORNO Y LOS FACTORESQUE LO PRODUCEN

El retorno, como también lo han planteado otros autores, presupone un mito o un dilema del porqué de las motivaciones para regresar y del impacto que esto tiene en la vida individual y colectiva. Este fenómeno forma parte de todo un proceso de decisiones y de lo que rodea al migrante en el país donde se asienta y los cambios que se dan en el contexto internacional de los países de origen y destino. El retorno, como afirma Durand (2004), es una resolución semejante a la que se da en el momento de la partida. Es la experiencia migratoria en su primera etapa, pero en sentido inverso; por tanto, se ingresa nuevamente a una fase de toma de decisiones.

Un fenómeno emergente en el marco de las ten-dencias migratorias recientes es el caso de las diversas modalidades de migraciones de retorno. Un ejemplo son los refugiados que retornaron para reasentarse después de los procesos de pacificación que tuvie-ron los países de Centroamérica en las últimas tres décadas. Pero existen otros grupos de personas que han vuelto bajo otras modalidades. Se puede hablar también de procesos exitosos, como aquéllos que deciden volver después de una trayectoria laboral y probablemente disfrutando de un fondo de retiro. En otros, en forma más negativa, como resultado de procesos de deporta-ción, sobre todo producto de la aplicación de las refor-mas recientes o de la imposición de mayores controles, cuyos alcances, en algunos casos, son cuestionables desde el punto de vista humanitario. Muchas veces el retorno puede reflejar más que una reinserción digna, una forma de violación a los derechos humanos.

Se ha reconocido la existencia de diferentes cate-gorías de retornados al establecer una clara distinción entre aquellos que deciden independientemente regre-sar a su país de origen (cuando el mismo emigrante entiende que es el momento de retornar a su patria) por

las razones que fueren; y aquellos casos donde opera la coerción, y se ven obligados a hacerlo (Cassarino, 2008). Esta última situación es variable pues puede ocurrir con inmigrantes irregulares o con los diversos tipos de refugiados, o también lo que se conoce como migran-tes indocumentados. Los significados, sin embargo, no deben verse como idénticos en todos los contextos migratorios, porque depende a veces del perfil que adopten los migrantes.

Se ha planteado que el retorno voluntario puede producirse cuando el o la migrante enfrenta situacio-nes de fracaso. Aparentemente, este tipo de retorno es causado por una decisión individual, que a veces puede verse reforzada por cuestiones estructurales, como el desempleo en las sociedades de destino y también por la estacionalidad del trabajo. Otras veces puede estar vinculado al arraigo con la patria, al sufrimiento y al dolor, la separación y ausencia familiar. En otros casos el proceso migratorio suele posicionarse entre venir-se con los ahorros o irse de nuevo y llevarse a otro familiar, pero siempre habrá de ser un proceso que implique “ir para volver” y “volver para ir”. Este es el estatus que han adquirido las migraciones contempo-ráneas, al involucrar casi siempre procesos de retorno (Serrano en Massey et al., 1987).

Hay que mencionar que las motivaciones de retor-no ejercen una influencia importante para entender su impacto en las comunidades de origen, pero su espec-tro es mucho más complejo, pues entran en juego las razones individuales y aquellas condiciones sociales, económicas, institucionales y políticas que permean a las sociedades de origen.

EL MIGRANTE COMO IMAGINARIO SOCIAL

La comunidad como producto de los procesos mi-gratorios se construye más allá de sus límites territo-riales; de ahí nace la asimilación, la interculturalidad o lo que comúnmente se denomina transnacionalismo cultural. En los estudios de migración internacional, el espacio se aborda como lo transterritorial de las re-laciones sociales. De esta forma, cuando referimos la cultura del migrante, muestra las intercepciones que se producen en torno a las experiencias del proceso de socialización en el origen y destino, en otras palabras, es la manera en que se construye una cultura binacional (Serrano, 2008).

El migrante, antes de salir de su país, ya ha estable-cido relaciones con otros compatriotas (familiares u otro tipo de redes), de modo que podemos entender que aun

REFLEXIÓN

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las personas con acceso limitado a redes consideran que migrar es posible y que podrán beneficiarse, si lo intentan. Generalmente, esta información es transmi-tida o recibida a través de múltiples idas y venidas. Los espacios comunitarios son en gran manera el recep-táculo donde brotan las iniciativas y las posibilidades de empleo y de las opciones para el cruce fronterizo, así como el posible destino y las perspectivas del viaje. Esta imagen se fortalece culturalmente, mediante la construcción subjetiva de un migrante imaginario. Como ha planteado Sonia Amaya (2008), la migración está también anclada a una imaginación, que tiene su mayor expresión en el vínculo entre el país anfitrión y el de procedencia; es ante todo un punto de enlace entre la nostalgia y el estado “diaspórico”.

IDENTIDADES Y CONTRADICCIONES

Las experiencias cotidianas en torno de la migra-ción terminan generando múltiples identidades, pero también contradicciones. A veces es difícil adentrar-se en el mundo de los migrantes porque, como decía una joven que emigró a El Salvador, “después que migré todo cambió, nada volvió a ser igual”.

De Souza-Martins (1986) nos dice que “el migrante vive conflictivamente el desprendimiento de su tierra natal, vive pensando en el regreso y busca su identi-dad como pasado y como presente… Es ser y no ser al mismo tiempo; salir cuando se está llegando, volver cuando se está yendo” (Serrano, 2008:183). Michael Kearney habla del “políbio”, término que nos remite a la posibilidad de vivir en dos mundos, diseñando estrategias adaptativas y creativas para continuar siendo él mismo.

Pero también estos conflictos nos llevan a otras dimensiones de la vida familiar y comunitaria. Es destacable cómo la experiencia migratoria de padres, hermanos y parientes se traslada a otros ámbitos de la vida comunitaria. Los emigrantes reproducen esque-mas o modelos en torno del significado de la migración y es así como reproducen procesos de socialización en los niños y niñas.

En el contexto nicaragüense, y en especial en la emergente migración centroamericana, esta situación es particularmente importante debido a la fuerte emigración laboral de jóvenes de zonas rurales. El comentario de una profesora alude a cómo se vive este proceso en las comunidades, sobre todo donde migrar es ya una forma de vida. “Aquí el niño o niña se forma

la idea de que es un hijo de un migrante, él espera crecer, a él no le interesa estudiar, él consume mucho, no quiere profesión. El niño dice yo me voy a ir con mi papá cuando esté grande”. La formulación de sueños implica siempre anticipar un estado posmigratorio cualitativamente mejor al estado del que se parte, el cual se imagina en la comunidad de origen (Serrano, 2008; Amaya, 2008).

Existen otras experiencias donde se desarrolla una fuerte tradición migratoria, como la que anali-zó Espinosa (1998) en su investigación titulada Los dilemas del retorno en el contexto de la migración México-Estados Unidos. El autor encontró cómo, bajo arraigadas prácticas migratorias, las comunidades se habían reconfigurado, y tras esta figura se construye “el sueño del norte”. De niños, los emigrantes sueñan con el Norte, cuando ese día parece cercano, el retorno se convierte en un gran dilema porque se ha vivido entre dos mundos, y la vida transcurrió sin decidir dónde vivir porque se ha vivido migrando (Anguiana, 2000:167).

ENTRE LOS SUEÑOSY EL DILEMA DEL RETORNO

En el contexto nicaragüense, este ideal encarna el mismo patrón, pero con diferencias en su perfil mi-gratorio y en sus propias dinámicas. Una conversación con una joven ilustra mejor cómo se construyen estos discursos en el mundo juvenil costeño “…te comentaba anteriormente, de que los papás van, los chavalos que-dan… si usted se fija la mayoría de embarcados son ne-gros, entonces los chavalos ya vienen con esa idea. Los chavalos (dicen) yo me voy embarcado y las mujeres yo me busco un embarcado para que me mantenga y ya”.

Mientras el o la joven no logre acumular el capital financiero requerido o concretar su proyecto personal, cree que será el estilo de vida adoptado, y profesa no estar listo para sustituirlo. A veces esta situación pa-rece estar posicionando a la juventud en una faceta controvertida que la hace mecerse en varias aguas. Este comportamiento puede percibirse en ocasiones como una acción que desemboca en el vacío, en un proyecto que nunca se acaba, pero que tampoco tiene un usufruc-to. El comentario que emitió Matilde, de Chinandega, ilustra cómo se percibe al emigrante joven: “Si le diera el salario digo yo, trajera dinero, no trae nada, con la ropa que se va con esa ropa regresa. A veces hay unos que se compran sus cositas, se les mira que el trabajo les ha dado algo. Hay otros que así como van, así regresan, y hasta peor”.

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La incorporación al trabajo más allá de la frontera cobra otro sentido, y por muy hostil, pesado y degradan-te que sea para su salud y para su propia vida, adquiere un valor dentro del mundo del migrante. Este es el caso de Milú, quien emigró a Costa Rica por un año. En su breve estancia ella asegura que sufrió muchos problemas y que aparte del maltrato y discrimina-ción, tuvo la pérdida de su huella digital, las uñas de sus pies sufren de una enfermedad irreversible, dolores musculares y varias señas en su rostro, manos y cuerpo. A su regreso se reincorporó a la universidad, estudia lo que quiere, pero en sus adentros no está satisfecha, cree que se va a ir, sus expectativas labora-les y profesionales están puestas en Costa Rica. Milú, junto a miles de jóvenes nicaragüenses, experimenta lo que Espinosa (1998) llama “el dilema del retorno”. El dilema del retorno es también la historia de otros dilemas asociados a la emigración “migrar es moverse continuamente, vivir migrando” (Anguiano, 2000:166).

EL IMPACTO DEL RETORNO

Es valioso reconocer cómo impacta el retorno a los emigrantes desde un punto de vista psicosocial y emocional, un aspecto todavía olvidado por las inves-tigaciones sociales. Cuando se le preguntó a los y las jóvenes cómo estaban enfrentando su situación pos-migratoria, su respuesta fue enfática: “No me siento bien porque no estoy haciendo nada, solo espero para irme”. El término “nada” remite a un vacío que deviene no sólo por la limitación económica-laboral del medio donde el/la migrante se encuentra, sino por la forma en que se siente. Su vida social transcurre sin tantas novedades, sin participación y sin una interacción social satisfactoria. Sus referentes colectivos sufren drásticos cambios.

Resultó curioso que algunos jóvenes, después que fueron entrevistados, experimentaron sensa-ciones, como abrir un capítulo de la vida que por lo pronto ya se había cerrado. Para otros, en cambio, significó un espacio de reflexión que transformó su manera de pensar y de imaginar el proceso migratorio de otra manera.

El discurso y la interpretación en este sentido muestra las tramas densas de significados (Geertz, 1986), se cruza a cada paso con las emociones, los anhelos, las ilusiones, las fantasías, los deseos, los temores, las angustias, los aspectos normativos y va-lorales, tras un cúmulo de cuestiones observables que rodean las experiencias migratorias en una comunidad.

Pero el regreso puede adoptar las mismas impli-caciones, aun cuando el emigrante haya decidido o escogido su retorno (Serrano, 2008). A veces el proceso posmigratorio puede no haber tenido consecuencias económicas abruptas en la vida del migrante, pero no se habrán evitado las mismas dificultades de reintegración o readaptación, sobre todo porque no parece haber exis-tido una preparación previa para efectuar el retorno.

Como hemos dicho antes, el deseo de reemigrar es intrínseco para ambos tipos de migrantes, forzados o decididos. Observamos varios casos de emigrantes que a simple vista habían logrado aventajar a muchos de sus compatriotas, pero su reacción es casi idéntica. No encuentran su lugar, esa aridez es causa de desaliento, y que puede volverse más cruel mientras no haya con-diciones para trabajar ni vivir en el país.

Auxiliadora Flores regresó a su comunidad, en Chinandega, en buenas condiciones económicas; cons-truyó su propio espacio para vivir, compró un carro para taxear, y compró los enseres domésticos deseados. Se podría decir que económicamente está en buenas con-diciones, pero no encontró un lugar donde desarrollarse laboralmente. En su breve estancia por Chinandega, no sabe qué hacer; cree que ahí, su antiguo terru-ño no es su lugar, y que probablemente tendrá que reiniciar una nueva vida en Costa Rica. ¿Habrá sido el retorno una decisión apresurada? ¿Poseía informa-ción sobre las condiciones posteriores al retorno y su consiguiente reintegración en su país? De una u otra manera, estas reacciones son síntomas inequívocos de un complicado conflicto personal no resuelto, y de muchas otras controversias que están implícitas en la vida del emigrante.

¿FRACASADOS O ACTORES DE CAMBIOS?

Es muy frecuente que los estudios enfocados ha-cia la emigración del retorno realicen una pregunta clave: ¿fueron los retornados un factor de innovación y modernización, o por el contrario de reacción y estan-camientos, para sus países de origen? (Núñez, 2000). Algunas experiencias de países con fuerte tendencia migratoria han sugerido que la migración de retorno puede ser un poderoso factor de modernización en las comunidades expulsoras. En muchas otras experiencias se ha dicho que los migrantes han contribuido al desa-rrollo de las economías locales, la innovación y la pro-moción de otras actividades económicas, productivas y de infraestructura. ¿Cuál es el potencial transformador

REFLEXIÓN

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de los y las jóvenes en Nicaragua? ¿Cómo se perciben estos cambios?

Las movilidades ocupacionales, la cualificación laboral y el cambio del estatus económico que se adquie-ren fuera del país parecen ser los principales factores asociados que no facilitan una reintegración adecuada en Nicaragua, y que suelen interactuar con el ámbito sociocultural en que se mueven los emigrantes. La rela-ción entre emprendimiento y migración es en múltiples casos inverso y desproporcionado, porque lo aprendido afuera se vuelve infecundo en sus comunidades. La llegada, aunque está revestida de expectativas para los familiares y comunidades expulsoras, se aísla mucho de aquel ideal que profesaba éxito, de ahí que no sea tan visible que los/as jóvenes se hayan apropiado de su experiencia migratoria para aventajar a los que se quedan. Por lo general, en las comunidades se construye un prototipo de migrante que discrepa mucho de aquel afamado principio de distinción y de fama del “Hombre Colón” que regresa a su país natal con una ostentosa imagen de riqueza, modelo adecuado a imitar y soñar con poder viajar (Insanally, 2006:305).

Algunos autores, como Russel King, piensan que el éxito está vinculado a los años de permanencia. “Si la permanencia en el extranjero es muy breve, digamos menos de un año o dos, el emigrante habrá adquirido muy poca experiencia que pueda ser de alguna utilidad para promover la modernización una vez que regrese a su país. Si el período de ausencia es muy largo, los retornados pueden haberse distanciado tanto de su sociedad de origen, la influencia que pueden ejercer es también muy pequeña” (Cassarino, 2008:75).

DIVERGENCIAS DEL DESARROLLOY PROBLEMAS DE REINSERCIÓN

Por ahora sería importante dirigir la mirada ha-cia aquellos aspectos que afectan a los migrantes en su situación posmigratoria, hacia adónde dirigen su mirada y qué implicaciones tiene para ellos la rein-serción. Antes hemos dicho que el migrante joven nicaragüense en su mayor parte está vinculado con retornos forzosos, situación que seguramente influye con el deseo consiguiente de re-emigrar.

En esas circunstancias es más probable que las adversidades sean mayores, y que las posibilidades de readaptación se vuelvan menos eficaces. La intención de re-emigrar es pues consustancial al hecho de que los emigrantes encuentran mayores obstáculos a la

reintegración y que aquellos fenómenos asociados a la repatriación o retorno obligado provoquen mayor im-pacto en el deseo de regresar. Antes hemos enfatizado que gran parte de las motivaciones para re-emigrar devienen del hecho de conocer el país de destino o de haber vivido una experiencia, pero todo ello es también influenciado por la ausencia de un futuro en la tierra natal.

Pero, en otros casos, puede darse lo que Silié (2007) ha llamado las divergencias del desarrollo, pues cuan-do las estructuras industriales y la tecnología difieren demasiado entre los países emisores y los receptores, los migrantes aun cuando hayan mejorado sus habili-dades en el extranjero, pueden encontrar dificultades para usarlas de un modo efectivo cuando regresan a su país de origen; un corolario de esto es el poco apren-dizaje que se adquiere después de haber laborado en actividades agropecuarias. Pero fueron muy frecuentes los casos donde el conocimiento adquirido se vuelve árido, debido a que no existen condiciones para apli-carlo. Por ejemplo, es difícil encontrar compatibilidad en la construcción de casas de tejas entre Costa Rica y Nicaragua. Las casas de tejas en Costa Rica son cons-trucciones de lujo y están solamente al alcance de los ricos. Sobre esto Marlon, un joven ometepino nos dice: “Uno aprende oficios allá, que si aquí hubiera alguien que quiera hacer ese tipo de trabajo yo con gusto me fajo, pero desgraciadamente aquí no hay. No pasamos de sólo una tejita a lo sencillo aquí, a lo sencillo, teja plana”.

Otras veces quedan incumplidas las promesas de la migración de retorno. La cualificación obtenida por muchos trabajadores es por lo general desaprovechada. En aquellos casos donde se ha tenido la posibilidad de especializarse o aprender un oficio en los Estados Unidos por ejemplo, es más difícil que el emigrante retornado tenga posibilidades de aplicarlos localmente. Álvaro, un joven que vivió en Estados Unidos por más de 15 años, comenta: “Qué voy aplicar aquí en Blue-fields mis conocimientos de mecánica automotriz que tanto me costó aprender allá. Qué voy a hacer aquí si ni vehículos hay”. En este caso el protagonismo se vuelve mucho más débil, ya que la depresión económica-laboral disminuye las expectativas locales.

LAS REMESAS SOCIALES

Desde otras experiencias, la emigración ha posi-bilitado cierto tipo de emprendimiento juvenil. Las remesas de muchos y muchas jóvenes contribuyen a la

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sobrevivencia familiar, la educación de sus hermanos y la construcción de viviendas. Otras veces el uso se manifiesta en el pago de sus propios estudios. Pero también existe un sinnúmero de experiencias que no se fundamentan en beneficios económicos visibles, pero que se visibilizan a través de ideas, pensamientos y habilidades que contribuyen al desarrollo, conocidas como remesas sociales. Estas pueden de algún modo alterar las relaciones sociales y el comportamiento colectivo en las comunidades de origen. Las remesas sociales son “las ideas, comportamientos, identidades y capital social que fluyen de las comunidades del país de origen a las del país de destino” (en Castles, 2008:298).

Una joven comentó cómo percibe estos cambios intangibles en su vida. “El mundo y sus cambios fue-ron distintos para mí. Nunca había trabajado para mantenerme, a veces si me faltaba dinero no comía, o no compraba comida, eso de saber a quién pedirle, a quién solicitarle. Esa historia cuenta, pero no se dice siempre”. Esta metamorfosis refleja otros valores, otras transformaciones que parecen superar cualquier condición económica experimentada tras la emi-gración. Por ejemplo, el cambio de un punto de vista más optimista, el crecimiento, la madurez, perseve-rancia, la corresponsabilidad y el espíritu de supe-ración forman parte del capital social de muchos y muchas jóvenes que están involucrados en procesos migratorios, ya sea conformando las nuevas familias transnacionales o bien experimentando la migración.

Existen otros cambios relevantes como la adopción de otros estilos de vida, los roles de género, la sexuali-dad, el matrimonio y la amistad. Y sobretodo a perder el miedo, a tomar decisiones, independencia sobre las cosas, sobre la vida y sobre sí mismo. Es como decía el joven Marlon: “Cuando uno viene de allá ya viene con otra forma de vestirse, por ejemplo, si está joven y te gusta el reguetón, y eso está allá, ya vienes aquí impo-niendo moda, estás trasladándote a otras costumbres ajenas…”.

LOS GOLPES COMO FUERZADE ENAJENACIÓN Y DE APRENDIZAJE

A veces las experiencias migratorias pueden no mostrar la otra cara de la moneda, la parte negativa, el lado que a veces no se menciona porque duele o tam-bién porque no se desea revivir lo que daña al espíritu, el cuerpo y la armonía interna. A través de diversos testimonios de migrantes nicaragüenses se pueden

destacar ciertas analogías que parecieran ser la viva expresión de lo que significa la migración en sus vidas.

En los estudios que se han hecho sobre el impacto cultural de la migración a nivel local hablan de cómo este fenómeno puede adquirir un matiz diferenciado y contradictorio, porque por encima de su propia reali-dad la diáspora puede perfilarse como una moda y las personas no ven las cosas desfavorables, solamente contemplan las favorables porque la moda enajena y no nos permite ver las afectaciones directas o aquellas que trascienden (Quiros, 2008).

La expresión de la joven Bertha Aleyda Flores, aunque no es representativa del universo que apenas estamos conociendo, sí nos permite apuntar algunas dimensiones de la problemática en el contexto de la migración internacional. “Yo lo que quería mostrar era nada más lo positivo, demostrar que yo estaba bien. Yo no conté como sufría emocionalmente, eso una se lo deja por dentro. Las miles de humillaciones son las que quedan ahí, pero uno no las hace notar ante los demás… yo le cuento a la gente lo que me enorgullece, no lo que me avergüenza”.

Este pensamiento suele llevarnos a un terreno mucho más controvertido, es lo que ya hemos anotado anteriormente, de que las experiencias migratorias están cubiertas de situaciones paradójicas, pero que vistas desde el mundo de los emigrantes no son sólo más que la simple reticencia de los significados y las imágenes recreadas tras el tránsito y el retorno. El país de origen como de destino se conjugan en momen-tos episódicos; tras el nomadismo pasan a constituirse en puntos ambiguos, de eventos cobijados del ideal para migrar.

Visto así, la cultura migratoria avizora un “prin-cipio de esperanza”. En gran parte el comportamiento de los migrantes, como dice Serrano (2008), “es un factor activo fundamental que apunta a revertir las condiciones desfavorables del presente imaginando un futuro mejor, que se percibe como posible a partir de la migración. Estos sueños se enfocan en la comunidad de origen y tanto incitan a migrar como a retornar” (Serrano, 2008:16). En un primer momento, y casi simultáneamente, enfocan sus expectativas en el país de destino —Estados Unidos o Costa Rica—, pero su mirada está puesta sobre la comunidad de origen y en ella avizoran su futuro final. Todo ello sucede en el marco y a raíz de un proceso simbólico de base relacio-nal. En virtud de esto mismo, detrás de la migración no sólo está la economía sino, crucialmente, también la cultura (Serrano, 2008).

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A veces el retorno puede ser la viva expresión de una o varias deportaciones. En Nicaragua es muy fre-cuente que los y las jóvenes sufran estas situaciones, como producto de la vulnerabilidad que enfrentan por ser migrantes indocumentados en otros países. Muchos tramos de camino y de intentos frustrados alimentan otros retornos, y así la odisea puede no terminar por mucho tiempo. En medio de estas anfibologías, los emi-grantes no creen ni desean lo que en lenguaje blufileño de la costa caribe nicaragüense se conoce como “bajarse del barco”, una expresión que alude a la esperanza de volver o de quedarse en el nomadismo por otro rato más.

De hecho, como señala Quiros (2008), el fracaso —o una presumible tragedia— supone procesos de apren-dizaje. Es el caso de Estela, originaria de Masaya, que fue deportada de Costa Rica, pero tras múltiples caídas ha tenido que levantarse y probar muchas veces migrar para trabajar y poder pagar la deuda que la carcome cada día. Ella comenta: “Iba para Coronado. Llegando a un lugar que le dicen “Guatuzo”, pararon el taxi, me pidieron mis documentos y dije: —No ando —entonces me detuvieron con las manos hacia atrás, como una delincuente. Una señora me dijo: —Dame ese espejo que con ese ya me podés matar. Ya no puede pasar más para allá, así es que va de regreso. Y pasé tres o cuatro días encerrada hasta que se llenara un bus y nos mandaron para acá. Por segunda vez me deportaron. No trabajé para nada. Estando aquí me regalaron para el pasaje y de nuevo me fui a Costa Rica. Ahora espero recoger para mi pasaporte para ver si puedo pasar”.

A veces el principio de esta esperanza, como señala la autora, puede convertirse en un factor activo funda-mental que apunta a revertir las condiciones desfavo-rables del presente imaginando un futuro mejor, que se percibe como posible a partir de la migración. No es el fracaso ni los golpes los que ahogan otra aventura; cada estocada, cada revés pueden ser aprovechados para nuevas experiencias. Así es la historia de Estela, porque en medio de la frustración que le ha dejado su experiencia y la tristeza que la embarga por no haber cumplido a su mamá lo prometido, ella sigue luchando por obtener nuevamente “sus papeles” y regresar a trabajar a Costa Rica. Esta vez se apoyará en vínculos más efectivos y se asegurará de contar con un empleo —o al menos con la aprobación de su patrona— antes

de aventurarse nuevamente. Así que la imaginación se instiga con facilidad y, casi sin excepciones, los jóvenes nicaragüenses se alistan a conquistar su sueño, el an-helo por ver cumplido lo que se propusieron.

¿EXTRANJEROS EN SU PROPIA TIERRA?

El migrante es un artífice de cambios y transfor-maciones, un protagonista, pero también un excluido. Los “nuevos” códigos y símbolos culturales aprehen-didos son objeto de hostilidades, porque su lenguaje simbólico no tiene cabida en el entorno donde vive. Los “otros”, sus connacionales lo ven como un residuo cul-tural. La incorporación de nuevas costumbres, gestos y palabras traen consigo oposiciones y rechazos. Algunos los señalan como “la maléfica semilla” que abona al debilitamiento de la cultura y la propia identidad, al ser vistos por sus conciudadanos como los “golondrinos” de su cultura. Muchos de ellos son repatriados, regresan con sus alforjas vacías, pero repletas de nuevos alientos, ideas y de nuevos vuelos.

Pero, más allá de este discurso cultural, no debe exceptuarse la interacción que existe entre una situa-ción de retorno y las condiciones de vida individual-familiar del hábitat al que pertenecen los emigrantes. El emigrante en Nicaragua convive con una fuerte persistencia de extendidos niveles de pobreza y una generalizada falta de acceso a los más elementales sa-tisfactores sociales. Aunque las situaciones de pobreza y pobreza extrema son muy agudas en zonas urbanas, son mucho más penetrantes en las zonas rurales, espe-cialmente en los lugares donde las fuentes de empleo son cada vez más escasas y a veces hasta inexistentes.

En el mundo juvenil de Nicaragua y de su sociedad se desarrolla un imaginario que trastoca el enorme vacío que arrastran las estructuras sociales y la brecha que separa y cercena sus expectativas, también por-que sus derechos humanos son invisibilizados. La partida y el retorno, como hemos dicho, atestigua muchas contradicciones, pero son también la viva expresión de cómo se manifiesta la desesperanza y el sentimiento de desarraigo en su propia tierra.

REFLEXIÓN

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¿QUIÉN MARCALA PAUTA Y CÓMO?

Gerencia orientada a resulta-dos, método científico, enfoque de sistemas, acuerdos contractuales, gerencia participativa, planificación estratégica, indicadores, evalua-ción, producto esperado, relación costo-eficacia, proyecto, fuentes de verificación, son nociones que forman parte de las demandas del marco lógico que están empleando cada vez más las instancias de co-operación internacional, para “me-dir la efectividad” de la asignación de los recursos que se destinan a

¿Cómo quebrar la lógica del marco lógico?Reflexiones sobre la cooperacióninternacional en Centroamérica

desde el trabajo con poblaciones migrantesKARINA FONSECA VINDAS*

Me gustaría que el concepto de solidaridad no fuera el del patrón occidental, el del pensamiento único, el de la dádiva y la limosna. Se debe,

(con el consentimiento previo, libre e informado), trabajar con quien se consulta. Sólo así tiene validez alguna solidaridad...

Agreda, 20041

países y a grupos en situación de vulnerabilidad.

Suficientes nociones para in-hibir la participación de muchas organizaciones valiosas en el acceso de apoyo internacional y que po-tencia que los generosos pasteles de la cooperación internacional muchas veces sean degustados por instancias con capacidad para seguir el ritmo de “la lógica del mar-co lógico”, pero que suelen operar de forma distante de las realidades que aseguran apoyar.

Luego, muchas de las organi-zaciones que capturan los recursos suelen buscar a agrupaciones de base para llevar adelante la ejecu-ción, pero suele ser poco el aporte de las primeras hacia las segundas, quedando la sensación de un empleo utilitario de las estructuras locales

o de base. Afortunadamente, poco a poco se va dando una comprensión más crítica de estas prácticas:

…las agencias de cooperación privada, tenemos ya tipificado un nuevo tipo de ONG. Hasta le hemos dado un nombre: “mongo”, que en inglés significa “my own ong”, mi propia ONG. Abunda, desgraciadamente, el fenómeno de las ONG de maletín, las ONG fami-liares, ONG que son sólo un “mo-dus vivendi”, ONG de gente opor-tunista que, porque sabe hablar inglés –la nueva lengua franca de la cooperación–, y porque maneja mejor el “caliche” actual, los ocho o diez términos fundamentales de la nueva terminología que hay que meter en cualquier proyecto (marco lógico, sinergia, foda, etc., etc.), se han ido abriendo camino (O’Neill, 2004: 23).

* Coordinadora del Servicio Jesuita para Migrantes (SJM).

1 Mario Agreda, 2004, ¿Son las ONG’s la industria de la solidaridad? Recuperado en http://www.nodo50.org/ekintza/arti-cle.php3?id_article=106 el 18.11.2006.

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La misma autora agrega que la mayoría de la terminología emplea-da en la presentación y evaluación de los denominados proyectos so-ciales está copiada de las grandes empresas [capitalistas]. Muchos de los conceptos que se emplean en la planificación estratégica vienen de la empresa privada. El “marco lógico” viene de la NASA, la agencia espacial de Estados Unidos, que lo inventó hace cuarenta años.

Estos cambios en el lenguaje expresan también cambios en la concepción: en gran medida, la co-operación dejó de ser una actividad de solidaridad entre quienes tene-mos más hacia quienes no tienen, para convertirse en una forma de negocio (Ibíd.: 4).

Si bien, pocos dudarían de la necesidad de profesionalizar el mundo de la cooperación y la ejecución de iniciativas con las poblaciones definidas como priori-tarias, quedan pendientes cuestio-namientos como: ¿De qué manera evaluar el discurso tan difundido en la región centroamericana sobre los pasos a seguir y el eventual éxito de una estrategia de intervención para una población o zona vulnerable? ¿Por qué cada vez estamos más convencidos y convencidas sobre la necesidad de adoptar ciertas episte-mologías para “medir”, en buena tradición positivista, los logros y los fracasos de la solidaridad?

He conocido algunos casos de personas u organizaciones de base en el tema migratorio, cuyos integrantes poseen poca formación académica, la cual es hartamente compensada por trayectorias en-comiables de trabajo en comuni-dades, de vidas enteras dedicadas a buscar soluciones para miles de

problemas, pero que han tenido que abandonar espacios de mayor envergadura por su falta de prepa-ración formal para seguir el hilo de todas las exigencias del “marco lógico” o las estrictas indicaciones de los rubros presupuestarios de eventuales financiadores.

Tales agrupaciones suelen ser desplazadas por aquellas que con mucha frecuencia sólo conocen la pobreza desde el escritorio, pero que han tenido el tino de crear una carpeta en su memoria USB para el know how relativo a la problemática de turno que se discute internacio-nalmente. Y ahí los veremos, trasla-dando incasablemente los archivos electrónicos (especialmente su pre-sentación en power point) sobre el tema a cuanto seminario, congreso y conferencia sean invitados.

No es la intención de este ar-tículo provocar una odiosa genera-lización sobre el empleo del marco lógico, ni desestimar el trabajo de las y los profesionales en temas vin-culados con grupos en situación de vulnerabilidad. Tampoco se trata de insistir en que deba desapare-cer todo esfuerzo de profesionali-zación de la cooperación interna-cional, sino más bien reflexionar sobre cómo promover y mejorar con los financiadores un diálogo propositivo sobre la importancia de lograr puntos de encuentro entre la innegable necesidad de resguardar los recursos para un óptimo aprove-chamiento y la dinámica cotidiana de quienes tienen algo honesto que decir y hacer, pero que sus mane-ras de expresión y compromiso no pueden (ni quieren) adscribirse a las formas de conocimiento prove-nientes de esferas de saber ajenas y desconocedoras de las realidades en cuestión.

PARA REVALORARLA COOPERACIÓNINTERNACIONAL En los últimos 25 años la co-

operación multilateral y bilateral de los 26 países más ricos del mundo con los países del Sur ha sumado aproximadamente unos 60 mil millones de dólares al año. Sin embargo, para no interpretar dicha cantidad como “caridad” del Norte con el Sur, es útil considerar el contexto macroeconómico de la deuda externa. En el año 2003, los países pobres del Sur entregaron a los países del Norte 47 mil millones de dólares en pago de la deuda ex-terna (O’Neill, 2004:6)2.

Por otra parte, la cooperación privada de esos países del Norte su-pera en miles de millones de dólares anuales el aporte de los “Estados desarrollados”. No obstante, los es-cenarios de apoyo son tan variados y sugerentes, como preocupantes. En el caso de Centroamérica, des-pués del huracán Mitch (1998) apa-reció gran número de organizacio-nes de ayuda, muchas de ellas con genuinos deseos de contribuir a la reconstrucción de la región; otras, no tanto con el interés de apoyar al Sur desde el Norte, sino con el afán de venir desde el Norte al Sur a resolver ellos los problemas, des-plazando así las capacidades locales (O’Neill, 2004: 2).

En abril de 2005, fue publicado un proyecto de mapeo sobre la co-laboración Europa-América Latina, coordinado por el investigador Kees Biekart del Instituto de Estudios Sociales (ISS), La Haya, Países

2 Sally O’Neill, “En el mundo hay dos países mimados por la cooperación y uno es Nicaragua”, en revista Envío, Managua, No. 268, julio 2004.

REFLEXIÓN

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Bajos. El documento circuló bajo el nombre de Políticas de las ONGs europeas para América Latina: Tendencias y perspectivas recien-tes3. Lo que llama poderosamente la atención de este trabajo, es que constituye, sin lugar a dudas, un símbolo de la mirada externa que, sobre América Latina, invade el tra-bajo de las ONG en Centroamérica y el resto de regiones consideradas para tales apoyos.

Dicho mapeo se propuso como

un instrumento de análisis sobre el tipo de apoyo que priorizan las grandes agencias cooperadoras internacionales. Ofrece un balance de las tendencias y perspectivas de las prioridades geográficas, las prioridades temáticas, la asig-nación de fondos, la selección de contrapartes de dichas agencias, lo que en cierta medida puede ser leído como una sistematización de la imposición de las prácticas dominantes de apoyo de los países desarrollados hacia los países más desfavorecidos.

NO HAY UNA MIRADAQUE SUPERE LO LOCAL

Cuando se revisa la sección “Prioridades centrales de las agen-cias europeas para América Latina de la última década” se indican, grosso modo, los siguientes temas: participación política; derechos socioeconómicos y desarrollo eco-nómico; calidad de vida rural; servicios básicos sociales (espe-cialmente educación en salud, par-ticularmente HIV SIDA); desarrollo

de la contraparte (fortalecimiento de ONG en la región); conflicto y construcción de paz; género y ayuda humanitaria; entre los más citados.

Si se observa con detalle, parece no existir preocupación visible por los problemas externos al área de interés que se supone se está apo-yando. Es decir, no hay una mirada que supere lo local, “los problemas están en el Tercer Mundo, no fuera de él”, parece ser la consigna. No hay crítica a la transnacionaliza-ción del capital, a la política exterior de los países “cooperantes”, a la dinámica del mercado mundial.

Es allí donde radica uno de los elementos fundamentales para repensar cuáles son las narrativas sobre Centroamérica que dominan los esfuerzos de solidaridad que nos vienen de fuera. En tanto las espe-cificaciones sobre lo que es priori-tario, las necesidades que deben ser atendidas de manera urgente, con frecuencia, son impuestas por la cooperación internacional y las con-trapartes locales suelen ajustarse a tales prioridades con escaso o nulo cuestionamiento. ¿Qué es lo que financian? se preguntan muchos encomendados para el foundrai-sing, desvaneciendo así esfuerzos vehementes y firmes por defender iniciativas locales apremiantes y abocándose a la elaboración de pro-puestas demarcadas por los linea-mientos previamente “sugeridos” por la agencia de cooperación que se muestre más receptiva.

Aclaro, como señalé anterior-mente, que no es objetivo de este artículo desestimar las buenas prácticas puestas en marcha en la cooperación internacional y los alcances positivos de la misma. Me ocupo más bien de intentar

favorecer la producción de pensa-mientos alternativos acerca de las participaciones de ONG locales en la generosa tajada que representa el financiamiento internacional y lo que están dispuestas a hacer o dejar de hacer para no perderse el festejo, así como de la escasa presencia de colectivos de base, sus agendas y formas de trabajo en la lógica que da sentido a un número importante de entidades financiadoras.

¿Y LA VOZ DEL EXCLUIDO?

El último apartado del docu-mento sobre cooperación europea parece, a primera vista, tranqui-lizador: “Aprendiendo de América Latina” —‘yo aprendo’—, inadmisi-ble pensar ‘me enseñan’. La mayor parte del contenido de esta sección gira en torno a la importancia de establecer alianzas estratégicas y la relación en general con las agen-cias contrapartes en los países atendidos.

Lamentablemente, no se regis-tra lo que en buena teoría subalter-nista, sería la voz de la o el excluido; sólo las de aquellos y aquellas que dicen representarles. ¿Cómo, en-tonces, lograr una convergencia entre la representación y las pre-ocupaciones genuinas de la gente, cuando no es prioridad tangible de las ONG lo segundo?

En este sentido, la intelectual india Gayatri Spivak considera peligrosa la apropiación de la sub-alternidad como una forma de localización identitaria, pues preci-samente esta condición no permite formas de representación propia. Como apunta Silva, en su análisis sobre Spivak, esto se traduce en que, al ser la subalternidad la ne-

3 Kees Biekart, Políticas de las ONG’s europeas para América Latina: Ten-dencias y Perspectivas, Instituto de Estudios Sociales (ISS), La Haya, Países Bajos, 2005.

REFLEXIÓN

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gación de la voz y de toda forma de auto-representación, aquellos que planteen la subalternidad como forma identitaria entonces plan-tean la posibilidad de expresión del subalterno a través del otro. Concluye Silva con un ejemplo que merece nuestra atención particular por resultar en extremo familiar:

Cuando se dice que el testimonio de Rigoberta Menchú Yo soy Rigo-berta Menchú y así me nació la con-ciencia es la expresión de la voz del subalterno se estaría en equívoco, pues el trabajo de la propia Menchú en busca de una testimonialista ad hoc (en este caso Elizabeth Burgos-Debray) para que le registre su testimonio implica una agencia del sujeto que va más allá de su condición subalterna (2005:22)4.

De esta forma se evidencia que la noción de cultura subalterna es una manera muy conflictiva de autodefinición, ubicarse allí y pen-sarse desde allí -si es eso posible- es asumir que nuestra condición de seres humanos está planteada, como concluye Silva, en función de un otro hegemónico que sería el hombre occidental. De ahí la ne-cesidad de demoler el eje centro-pe-riferia como forma de localizarnos en el mundo globalizado y favore-cer prácticas autocríticas sobre la representación auto-endilgadas de muchos y muchas representantes de prominentes organizaciones (sin fines) de lucro en Centroamérica.

Habría que apuntar, además, que los escenarios políticos, econó-micos y sociales han variado de ma-

nera significativa y no precisamen-te para mermar la pobreza y la gran dependencia de ayudas puntuales y cortoplacistas de muchos sectores de las sociedades centroamericanas. El aumento de la desigualdad, la co-rriente privatizadora, los crecientes flujos migratorios, la mancillada producción agrícola, el declive en la generación de recursos locales, la injerencia del capital multinacional en las economías de los países cen-troamericanos y la imposición de tratados de libre comercio, entre otros, dan cuenta de que no se ha logrado descifrar las rutas para incidir en los factores claves de la creciente injusticia y desigualdad social en los países del área, muy a pesar de los miles de millones de dólares que han aparecido en escena para contribuir al mejora-miento en la calidad de vida de las personas.

COMENTARIOS SOBREFONDOS PARACENTROAMÉRICAY LA NOCIÓN DE DDHH

En la medida que el mundo, desde 1500, fue distribuido entre occidentales y orientales, entre cristianos y salvajes o caníbales, entre primitivos o bárbaros y ci-vilizados, entre habitantes del Pri-mer o del Tercer Mundo, el espacio geográfico fue marcado también por localizaciones epistemológicas, y los conocimientos comenzaron a circular y a exportarse o a impor-tarse, como el oro en el siglo XVI o la coca cola en el siglo XX (Mignolo, 1996:6). Un ejemplo muy indi-cativo de la proposición anterior se relaciona con el tratamiento occidentalizado que ha rodeado la noción de “derecho humanos”:

En los últimos meses los perió-dicos estuvieron comentando el

genocidio indirecto en África por falta de capacidad adquisitiva de medicinas para los pacientes de Sida. En este caso, el aumento de productos farmacéuticos no se ha logrado para salvar o prolongar vidas humanas, sino para producir riqueza. De tal modo que cuando la cuestión es elegir entre la vida humana y las ganancias, para la ética del capital, hoy, este no es un dilema: las ganancias vienen primero. Este es el momento en que es necesario estar atento a la política y la filosofía de los derechos humanos. Hoy la derecha defiende la universalidad de los derechos humanos conscientes de las críticas a tal universalidad. Estas críticas provienen, fundamentalmente, de la izquierda occidental, de los líderes políticos asiáticos y de los fundamentalistas islámicos. En este escenario, la derecha que así presenta el argumento, sale ga-nando. Pero hay una cuestión más básica: la desvalorización de la vida humana por el Mercado Total y es precisamente en este contexto de desvaloración de la vida humana que se defiende la importancia de los derechos humanos, desde la derecha, contra la izquierda que critica su universalismo y frente al Este Asiático y al mundo Islámico que critican su occidentalismo (Mignolo citado en Walsh, 2003: 17)5.

4 Rocío Silva, Estudio sobre las políticas culturales de las mujeres en América Latina, 2005.

5 Autores corporativos: Estudio para la Defensa de los Derechos de la Mujer, Instituto de Estudios Políticos para América Latina y África y WOMAN-KIND Worldwide. Recuperado en http://www.global.info/iepala/goobal/fichas/ficha.php?id=1447&entidad=Articulos&html=1 Catherine Walsh, “Las geopolíticas del conocimiento y colonialidad del poder. Entrevista a

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Es probable que la argumenta-ción anterior constituya una de las críticas más sugerentes en torno a las serias implicaciones que la exportación/importación de cono-cimientos pueden tener sobre el aspecto más importante en todas estas discusiones: la vida humana. Mignolo recuerda la necesidad de defender los derechos humanos

...pero no desde una posición que mantiene los derechos humanos suponiendo que el capitalismo, la democracia y la libertad son la mejor forma de asegurarlos. La defensa de los derechos humanos sin cuestionar el capitalismo está tan viciada como su condena por la izquierda occidental, por el “asia-nismo” y por el fundamentalismo “islámico” (Mignolo citado en Walsh, 2003: p. 12).

Tales puntos de partida, tanto para los discursos hegemónicos como para su respectiva crítica, se-ñala Ignatieff (2001), están viciados por la ceguera y la asunción de que en el Occidente no-marxista (si se puede decir) no se violan derechos humanos. Los violadores son siem-pre los otros, los diferentes, los que están del otro lado de la diferencia imperial o de la diferencia colonial, lo que nos obliga a comprender la doble cara de los derechos humanos defendidos por Occidente: son un instrumento para el control de la “barbarie” mediante la expansión del capitalismo, de la libertad y de la democracia (Walsh, 2003: 17).

Esto me lleva a replantear al-gunas consideraciones sobre un tópico de sumo interés entre las organizaciones dedicadas a proteger y reestablecer los derechos hu-manos, en este caso específico los derechos humanos de las personas

migrantes y sus familias. Uno de los objetivos de muchas, si no es que de todas, las organizaciones de ayuda a población migrante, tiene que ver con derechos humanos. Sin embar-go, resulta ínfima la discusión de argumentos como los expuestos por Mignolo y otros intelectuales de la teorización poscolonialista.

DDHH VERSUSÉTICA DEL CAPITAL

Por el contrario, parece más de lo mismo: intentar curar el mal, sin que, paralelamente, se gesten esfuer-zos preventivos; atender paliativa-mente las consecuencias, ignorando las causas; centrarse en lo local, pasando de lejos los factores ex-ternos que llevan a una violencia explícita y simbólica para los grupos humanos más vulnerables. Resul-tan entonces en extremo atinados los planteamientos de Mignolo. Me refiero a la paradoja de que si bien la derecha defiende la universalidad de los derechos humanos (con la respectiva crítica de la izquierda a la noción de universalidad) a la vez impera en las sociedades contempo-ráneas una ética del capital, en la que la vida humana es desvaloriza-da por el Mercado Total, siendo uno de los mejores ejemplos de esto las degradantes condiciones laborales de las y los migrantes trabajadores.

En otras palabras, en la defensa de los derechos humanos, queda ausente el nivel macro, la búsqueda hacia una discusión más amplia se ve anulada, en aras de no romper la lógica capitalista moderna del libre mercado. La forma en la que concebimos los derechos humanos, la estructura que se nos ha dado para pensarlos no atenta realmente contra la estructura que gobierna,

determina y acrecienta las brechas entre países ricos y pobres, entre regiones desarrolladas y subdesa-rrolladas.

Por el contrario, ya desde la misma base de la discusión e inter-vención en el tópico de los derechos humanos —uno de los frentes más importantes para las ONG en Cen-troamérica— parece no darse una propuesta reconfiguradora de los conocimientos, saberes o verdades producidos fuera de los parámetros geo-epistemológicos determinados por la intelectualidad y los grupos de poder eurocéntricos, lo que da constancia de que, como apunta Mignolo, “la teoría ha estado siem-pre del lado civilizador de los lega-dos coloniales, nunca del lado de la fuerza dividida entre la civilización y la barbarie” (1996: 2).

MÁS CRÍTICOSY MENOS SUMISOS

En estas circunstancias: ¿Cómo pensar los derechos humanos más allá de tales parámetros geo-epistemológicos, definiendo nuestra “propia” teoría para posibilitar de-fensas y protecciones ardorosas e incansables para los sectores más deprimidos de nuestras socieda-des? Un punto de partida podría ser alentar una actitud más crítica y menos sumisa ante algunas de las problemáticas que las agencias cooperadoras nos inducen a sus-cribir con escaso cuestionamiento. Sólo a través de la toma de concien-cia, de la confrontación entre lo impuesto y lo acatado, de la re-lación en dominancia del sujeto occidental, de la comprensión del juego de la “mismidad” y “la otre-dad”, es que º tipo de sujeto. Un sujeto que intente estar por encima

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del opuesto binario dominante/dominado.

Es necesario apostarle a pers-pectivas alternativas para propi-ciar una aproximación crítica a los mecanismos que hacen posible que las dificultades que atraviesa Centroamérica, mantengan un notorio anclaje con las narrativas que se emplean fuera de la región para construir discursivamente “La Centroamérica” con la que hay que solidarizarse, y que además son narrativas que se asimilan con escaso cuestionamiento por quie-nes poseen algún o mucho poder simbólico dentro de la región para hacer circular “las preocupaciones que deben preocupar a todos”.

ATENCIÓN A LASMÚLTIPLES VOCES

El propósito principal de este artículo consistió en propiciar un acercamiento (auto)crítico a la orga-

nización colectiva en Centroamérica, los intereses que se filtran en ésta y los discursos más recurrentemente empleados para dar legitimidad a las acciones que se ponen en mar-cha para “ayudar” a los sectores más vulnerables de la cada vez más desigual región centroame-ricana y el quehacer de la coope-ración internacional.

Pero lo cierto es que hasta que no empecemos a desenmarañar la pretendida “universalidad” del cono-cimiento occidental y demos paso —siguiendo a Bajtín (2002)6— al sujeto como un ente plural-polifó-nico, no podremos llegar al conven-cimiento de que quizás uno de los más honestos puntos de encuentro para imaginar a Centroamérica como región sea el de ofrecer múl-tiples voces en simultáneo, una identidad multitudinaria y en donde la solidaridad sea un puente y no una propuesta legitimadora de las dinámicas dominantes.

Si la cooperación internacio-nal, con la incuestionable necesi-dad que tenemos de ella, se aproxi-ma cada vez más con sencillez, con agenda en blanco y atenta a las múl-tiples voces que constituyen Cen-troamérica, tal vez será posible que los distintos grupos en situación de vulnerabilidad, migrantes y sus familiares, indígenas, mujeres jefas de hogar, jóvenes expulsados de la educación formal y muchos otros, puedan reconocer la solidaridad in-ternacional desde una perspectiva con menos intermediación, con un ritmo propio y en la que la habilidad para la rendición de cuentas en for-matos definidos no sea la prioridad para quienes generan los recursos.

Walter Mignolo”, en: Revista On-line de la Universidad Bolivariana de Chi-le, vol.1, No. 4, 2003. Recuperado en http:///www.revistapolis.cl/4/wal.pdf, el 11.08.06.

6 Mijaíl Bajtín, Yo también soy (Frag-mentos sobre el otro), Tatiana Bubnova (Ed.), México, Alfaguara, 2002.

REFLEXIÓN

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Los migrantes y la crisis políticaen Honduras

ANTONIO PEDRAZ (SJ)*

Las embajadas y consulados se han convertido en verdaderos campos de batalla pues, tanto el gobierno depuesto, como el “interino”, libran una

pelea a muerte por obtener el reconocimiento internacional.En este enfrentamiento, los que menos cuentan, pero las pagan todas,

son los migrantes que no tienen a dónde acudir para realizar sus trámites más elementales.

Distorsiona esta manera de ver las cosas el que no reconocen la amplia oposición en el país al “golpe de estado” y consideran, cómoda y maniqueamente, a todos como “zelayistas” o partidarios de la “cuarta urna”. Y, por supuesto, alineados en el “eje del mal” que representa el ALBA y el presidente Hugo Chávez. Hoy mismo, cuando la administración estadounidense está presionando para cancelar ayuda económica y retirando las visas de entrada a los EEUU, tanto de los implicados en el golpe de estado como de notorios empresarios, la “vicecanciller” del gobierno de facto, Martha Lorena Alvarado, repite machaconamente que detrás de todos estos hechos se encuentra el presidente Chávez.

Consecuentemente, piden y exigen a los entes inter-nacionales “que se respete nuestra autodeterminación”, “que se respete nuestra soberanía”, “que los organis-mos internacionales respeten la paz y el bienestar del pueblo de Honduras por encima de los intereses de un individuo (= el presidente Mel Zelaya) que atentó con-tra los principios democráticos” y “al Señor Mel Zelaya le instamos a deponer públicamente sus intenciones de ser restituido como presidente”. Hay que destacar que al presidente Manuel Zelaya Rosales el “grupo golpista” lo deslegitima, según ellos, por la conducta inadecuada que realizó, y pasó a ser simple ciudadano quitándole el apelativo de presidente.

UN GOLPE Y DOS DISCURSOS

Desde el 28 de junio hasta la fecha se ha ido produ-ciendo un doble discurso en el país: uno a nivel interno, el del “gobierno de facto”, y otro, externo, el “discurso internacional” conformado con instancias y organismos como la ONU, la OEA, la UE y la mayoría de los países latinoamericanos. Ambos discursos giran en torno a la interpretación de los hechos ocurridos el 28 de junio. Mientras que para los primeros se trata sencillamente de una “sucesión presidencial”, para los segundos, en cambio, es un “golpe de estado”.

Para los primeros los hechos que condujeron a enviar al exilio al presidente Manuel Zelaya Rosales fueron realizados conforme a la ley, la Constitución, el estado de derecho y democráticamente. Por eso rechazan y no aceptan la condena internacional, a la OEA y el Plan Arias para resolver la crisis. Se han hecho fuertes, dog-máticos, intransigentes, han cerrado filas y se han pro-puesto sobrevivir a como dé lugar hasta enero de 2010. En la misma dirección apunta el no admitir los actos de represión realizados bajo el “régimen de facto” y negar el informe sobre la violación a los derechos humanos reali-zado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

* Sociólogo, investigador del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación de la Compañía de Jesús (ERIC-SJ).

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EL SISTEMA INTERAMERICANOY EL DERECHO INTERNACIONAL

Y para justificar toda su argumentación, los medios de comunicación, uno de los grupos que han apoyado y siguen apoyando el “golpe de Estado”, se han dedicado a una “caza de brujas” respecto al presidente destituido y sus más allegados colaboradores. No hay día que en la prensa escrita del país no aparezca, a modo de teleno-vela, un capítulo inédito de la corrupción, malversación de fondos públicos, etc., etc., que realizó Manuel Zelaya Rosales en beneficio propio o de su proyecto personal de la “cuarta urna”. Ciertamente para nadie pasa des-apercibida la gran corrupción de los partidos políticos, pero hemos de agradecer a la prensa los pormenores de esta realidad, así como del nepotismo y clientelismo con que se acompaña.

Sin embargo, siempre dejan por fuera la única ra-zón y criterio por el cual el gobierno de facto de Roberto Micheletti es condenado y rechazado a nivel internacio-nal. Se trata de la Carta Democrática Interamericana, la cual es explícita y obligatoria para todos los países signatarios. Aludimos explícitamente a ella pues, tanto a nivel gubernamental como de los grupos de poder que han fraguado el “golpe de Estado”, lo ven todo con el prisma ideológico del “bolivarismo” (por decirlo suavemente ya que están reviviendo al comunismo y la guerra fría de los ochenta), de la ideología o los deseos de “perpetuarse en el poder” del presidente Zelaya.

No es malo recordar lo que la mencionada Carta dice en el apartado IV dedicado al “fortalecimiento y preservación de la institucionalidad democrática”:

Artículo 17: Cuando el gobierno de un Estado Miembro considere que está en riesgo su proceso políti-co institucional democrático o su legítimo ejercicio de poder, podrá recurrir al Secretario General o al Consejo Permanente…

Artículo 18: …el Secretario General o el Consejo Permanente podrá, con el consentimiento previo del gobierno afectado, disponer visitas y otras gestiones con la finalidad de hacer un análisis de la situación.

Artículo 19: …La ruptura del orden democrático o una alteración del orden constitucional que afecte gra-vemente el orden democrático en un Estado Miembro constituye, mientras persista, un obstáculo insuperable para la participación de su gobierno en las sesiones de la Asamblea General…

Artículo 20: En caso de que en un Estado Miembro se produzca una alteración del orden constitucional que afecte gravemente el orden democrático, cualquier Estado Miembro o el Secretario General podrá solicitar la convocatoria inmediata del Consejo Permanente…

El Consejo Permanente podrá disponer la rea-lización de gestiones diplomáticas necesarias para promover la normalización de la institucionalidad democrática.

Artículo 21: Cuando la Asamblea General constate que se ha producido la ruptura del orden democrático en un Estado Miembro y que las gestiones diplomáticas han sido infructuosas, conforme a la carta de la OEAtomará la decisión de suspender dicho Estado Miembro del ejercicio de su participación en la OEA.

El Estado Miembro que hubiera sido objeto de sus-pensión deberá continuar observando el cumplimiento de sus obligaciones como miembro de la Organización, en particular en materia de derechos humanos.

Adoptada la decisión de suspender a un gobierno, la Organización mantendrá sus gestiones diplomáticas para el restablecimiento de la democracia en el Estado Miembro afectado.

Se explican entonces todas las acciones emprendi-das por la OEA, reuniones, viajes, entrevistas, pronun-ciamientos, condenas y búsqueda de vías de solución. A fin de cuentas, la mención de estos artículos no hace más que poner en evidencia a modo de una “cortina de humo” toda la retórica esgrimida por el gobierno de facto. Y que a pesar del discurso reiterativo y machacón de estar basados en la más pura “legalidad” no consigue ninguna “legitimidad”. Y es eso lo que se condena a ni-vel internacional y de ahí el rechazo del nuevo gobierno y las nuevas autoridades. Todos los pasos dados por la OEA, el plan Arias, las comisiones, visitas, declaraciones del Departamento de Estado.

EL RECHAZO Y LA CONDENAINTERNACIONAL

Pero, como no es lo mismo jugar en la propia cancha que fuera de ella, vamos a ver cómo se presentan las cosas en el ámbito internacional. Porque una cosa es plantear las cosas a nivel interno, donde se encuentra con todo tipo de apoyos políticos, económicos, religio-sos y mediáticos; a este nivel todo está bajo control, inclusive, a una oposición que ha fortalecido, ha hecho

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crecer, madurar y hacerla consciente de sus muchas po-sibilidades. Y, otra muy distinta, el ámbito internacional donde rigen otras normas y se necesita una legitimidad basada en la ley y no en la fuerza.

El primer obstáculo con el que se encontró fue con la condena y rechazo internacional: de la ONU, de la OEA, del departamento de Estado, de la Unión Euro-pea, de los países latinoamericanos y, entre ellos, por supuesto, al grupo de la ALBA. A nivel interno, se realizó una ofensiva impresionante tratando de convencer al país de la legitimidad y justificación del golpe. El caso es que después de más de cien días puede decirse que es un fracaso pues ha fortalecido a la oposición la cual realizó una celebración de la independencia envidiable y masiva en numerosas ciudades del país. La organiza-ción de la resistencia no necesitó de los militares ni de compra de bandas para cubrir un espacio público del que ha desbancado a los partidos políticos.

En segundo lugar, para iniciar la ofensiva interna-cional necesitaba contar con el apoyo incondicional de la Cancillería, de las embajadas, consulados y cuerpo diplomático del exterior. Sin contar con ello no había manera de formular una estrategia que le diera legitimi-dad. Y unido a ello, asegurar el voto en el exterior para los hondureños no residentes y que llenaran el posible abstencionismo ante un desprestigio tan evidente. Es decir, se trataba de repetir el “golpe de estado” pero a nivel internacional. Aquí es cuando el gobierno de facto se dio cuenta de que es mucho más complicado pues, tanto la coyuntura como el momento geopolítico no le son favorables; es algo fuera de control y se rige por otra normativa que no se puede manipular.

La batalla la comenzó el ex presidente Manuel Ze-laya Rosales cuando comenzó a destituir a embajadores de EEUU y de la UE por deslealtad hacia su persona y apoyo a los golpistas. La respuesta no se hizo esperar, pues el Canciller Carlos López Contreras destituyó a 16 embajadores. Hondureños residentes en EEUU for-man comités de apoyo al presidente Zelaya. Exigen su retorno, el restablecimiento de la democracia y piden a la OEA que aplique sanciones severas.

LA SUSPENSIÓN DE VISAS

Por su parte, la embajada de los Estados Unidos en el país anuncia el retiro de las visas para José Alfredo

Saavedra (presidente del Congreso Nacional), José To-más Arita Valle (magistrado), Ramón Custodio López (Comisionado de los DDHH) y Adolfo Leonel Sevilla (ministro de Defensa). Aunque la cancillería de Tegu-cigalpa amenazó con cancelar visas a diplomáticos de EUA: “la República de Honduras se reserva el derecho de aplicar reciprocidad en la cancelación de visas de personal diplomático o consular de los EEUU destinado en Tegucigalpa, sin ninguna exclusión”. Se limitó a decir que “ninguna de las personas a quienes se les ha cancelado la visa ha incurrido en la comisión de delitos de corrupción, terrorismo, narcotráfico, malversación de fondos públicos y otros”.

LA LUCHA POR LOS CONSULADOSEN ESTADOS UNIDOS

El paso siguiente consiste en la lucha por el con-trol de los consulados en el país del Norte. En Miami, tanto Mel Zelaya como Roberto Micheletti destituyen autoridades de un lado y de otro. Ante el hecho que el departamento de Estado de EUA desconoce a las nuevas autoridades recién nombradas por el gobierno de facto, el cónsul Fernando Agurcia afirma que “no puede en-tregar el consulado a personas que no son reconocidas por el Departamento de Estado”. Miami es uno de los consulados claves debido a que allí se imprimen pasa-portes para los consulados de Nueva Orleans, Phoenix, Atlanta y Houston.

Como respuesta, el gobierno provisional bloquea el sistema electrónico en los centros de producción de pasaportes de los consulados en Estados Unidos, según anuncia la “cancillería de facto”. Y, aunque el gobierno provisional destituyó al personal de los consulados, dicha medida quedó neutralizada puesto que en EUAsolo reconocen a los funcionarios nombrados por el presidente Zelaya. Esta situación da como resultado que todos los inmigrantes nacionales quedan afectados pues no pueden solicitar pasaportes o hacer trámites consulares.

LA RUPTURA CON LOS GOBIERNOSLATINOAMERICANOS

Con los gobiernos latinoamericanos comienza una etapa de ruptura de relaciones debido a que numerosos gobiernos no reconocen al nuevo gobierno golpista. Tal

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es el caso de Argentina. La respuesta será en virtud del “principio de estricta reciprocidad”. Con Venezuela su-cederá lo mismo: sus diplomáticos perderán el “status” de diplomáticos por el de ciudadanos extranjeros. Espa-ña hará lo mismo al expulsar al embajador hondureño José Eduardo Martell Mejía una vez que fue destituido por Manuel Zelaya Rosales. Y sigue un rosario de países latinoamericanos que rompen relaciones.

DOS CANCILLERÍAS PARA UN SOLO PAÍS

Esta situación provoca un caos en los consulados debido a la existencia de dos cancillerías. En el exterior, sólo son reconocidos por los gobiernos los funcionarios de Manuel Zelaya Rosales mientras que son rechazados los del “gobierno de facto”. Una situación insólita, pues no pueden haber al mismo tiempo dos cancillerías, dos presidentes y dos gobiernos. No se necesita mucha imaginación para deducir que los grandes perjudicados son todos los hondureños viviendo en EUA o Europa.

Para Roberto Micheletti aparece un nuevo pro-blema pues, si contaba con el voto del electorado en Estados Unidos, no va a poder realizarse por medio de los consulados pues no darán su aprobación a nada pro-veniente del presidente provisional Roberto Micheletti.

Como la estrategia de destituir representantes di-plomáticos no da resultado, se trata en este momento de cancelar los salarios a los empleados que simpatizan con Zelaya Rosales. Y, por si fuera poco, la vicecanciller Martha Lorena Alvarado solicitó al Ministerio Público y al Tribunal Superior de Cuentas la investigación porque los, según ella, ex diplomáticos, han ordenado retener las “especies fiscales” y no los remiten a la Tesorería General. Pide que se investigue el delito de “usurpación de funciones”.

Por ambos lados se trata de asegurar fidelidades a como dé lugar. Si Patricia Rodas Baca amenaza a los cónsules, Manuel Zelaya Rosales presiona a los diplomáticos de los consulados para que expresen su posición por escrito respecto al golpe de Estado. En caso contrario, serán desacreditados ante el Departamento de Estado.

La parte golpista no se queda con los brazos cruza-dos y pide a los representantes consulares mantenerse en el puesto y asumir la responsabilidad en el manejo de las especies fiscales. Y en el caso de tener que re-

tornar al país o no existir personal que represente al nuevo gobierno rescindir el contrato de la sede consu-lar. Tratando de aumentar la presión, suspenden los gastos de representación a las embajadas debido a que son utilizados para pagar el alquiler de la oficina, de algunos empleados y de servicios públicos.

DIPLOMACIA Y CORRUPCIÓN

Y al igual que Roberto Micheletti emprendió una persecución política contra Mel Zelaya y sus colabo-radores dentro del país, hace otro tanto contra los embajadores. También en el exterior hay corrupción, nepotismo y clientelismo. El “familión diplomático” comprende a funcionarios allegados al ex presidente: colocó a parientes, amigos y políticos en puestos im-portantes del servicio exterior. Podemos mencionar a Arístides Mejía (ex ministro de Defensa), Enrique Flores Lanza (ex ministro de la Presidencia), Miriam Mejía (titular del COHCIT), Xiomara Castro (ex primera dama), Patricia Rodas (ex canciller), Ricardo Martínez (ex ministro de Turismo), Rodolfo Pastor Fasquelle (ex ministro de Cultura), Carlos Montoya (representante ante el BCIE), Roland Valenzuela (ex titular de Pro-naders), Gloria Valladares (ex asesora del presidente), Alejandro Sibrián (contratación del Estado), Milton Jiménez (ex canciller y ex asesor presidencial), Nadina Lefebvre (embajadora en Japón y amiga de Mel Zelaya).

Nos enteramos que hay salarios que van desde diez mil hasta veinticuatro mil dólares mensuales. Y como datos relevantes saber que la Cancillería tiene acredita-dos 219 diplomáticos en 33 embajadas y 40 consulados. Se erogan mensualmente $ 1,620,352 (30.8 millones de lempiras). Anualmente significan $ 22.7 millones o 430 millones de lempiras.

Aunque el gobierno de facto habla de sueldos estra-tosféricos y personal paracaidista, en realidad no hace más que mostrarnos una radiografía del funcionamien-to del servicio exterior y cómo está al servicio del partido en el poder. La vicecanciller Martha Lorena Alvarado expresó que los embajadores destituidos están siendo financiados por otros países, entre ellos Venezuela.

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AISLAMIENTO EN NOMBREDE LA INDEPENDENCIA

El punto final de este estado de cosas lo ha marca-do la celebración del aniversario de la Independencia donde, en el aislamiento más absoluto, se constató la ausencia del cuerpo diplomático y de los países centro-americanos. El presidente provisional afirmó que “a la comunidad internacional solo le falta invadir Honduras para presionar por la restitución del ex presidente Manuel Zelaya. Queremos que el mundo entero oiga que este pueblo es independiente, que este pueblo no se deja dominar por nadie, no se deja influir por nadie”. Lo mismo señalaba el canciller de facto, Carlos López Contreras: “Honduras vive una segunda independencia al no doblegarse a las presiones externas”.

EL LARGO CAMINO HACIA LA SOLUCIÓN

El último intento se ha dado con la visita de los candidatos presidenciales al mediador presidente Oscar Arias. Como decía un editorialista nacional, “firmaron un documento de apoyo al Acuerdo de San José, pero negándose a aceptar lo esencial, es decir, la restitución del presidente Mel Zelaya. Los candidatos involucra-dos en este golpe de Estado no podían condenar esta acción ni aceptar la restitución del hilo constitucional. Por lo tanto, actuaron en consecuencia, procediendo y hablando el mismo idioma del gobierno de facto. Todo ello dentro de la lógica del compromiso que desató la crisis política. Naturalmente era ilógico esperar de ellos una actitud distinta y favorable a la restauración del orden constitucional”. Estas palabras formulan a la

perfección la postura sin marcha atrás del gobierno de facto a pesar de las presiones realizadas por la comu-nidad internacional hasta la fecha.

Estas breves pinceladas nos permiten apreciar que, tanto a nivel interno como en el exterior, la vida nacional y la política exterior aparecen terriblemente polarizadas, enfrentadas e irreconciliables. En estos momentos en que ambos contendientes están en una pelea a muerte por obtener el reconocimiento nacional e internacional y por salir victoriosos en la definición legítima del orden social, no pueden hacerlo por sus propios medios. Necesitan para ello que la balanza se incline a su favor mediante el apoyo internacional. Y eso, a su vez, está mediatizado por la correlación de fuerzas y el juego del poder.

LOS INMIGRANTES NO CUENTAN

Es obvio que en esta coyuntura, el actor social y político que son los inmigrantes, se encuentra comple-tamente al margen de su preocupación fundamental. A lo más tratarían de capitalizar el voto de los que desde hace años viven de forma regular en el exterior. No existe horizonte alguno en el que pudieran dar un ser-vicio con dignidad a los miles de conciudadanos que han salido del país buscando lo que los sucesivos gobiernos son incapaces de proporcionar. Y, complementariamen-te, plantear seriamente y a largo plazo una “política migratoria” con la cual dialogar y regularizar el tema de la remesas tan crucial para poder salir de la crisis económica del país.

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Refugiados colombianosen el limbo legal en Panamá

LUCY HALEY*

Aquí se describe la situación en que se encuentran los refugiados o desplazados colombianos en la frontera de su país con Panamá, mostrando

el carácter discriminatorio de la legislación relacionada con este sujeto social y el sufrimiento que provoca en los afectados. En el trasfondo de esta

situación subyace un contexto de violencia, de desplazamiento forzado, de ingobernabilidad y temor que, en el pasado reciente, obligó a un grupo

creciente de colombianos a abandonar su tierra y sus familias para,al menos, salvar sus vidas.

PTH. La ley especifica que los desplazados acogidos bajo el estatus de PTH no gozarán de los mismos beneficios legales y sociales otorgados a los refugiados según la Convención de 1951. La ley también dice que las autori-dades panameñas “dispondrán de lugares de recepción, en razón de la necesidad de seguridad de quienes sean acogidos al Estatuto” (Artículo 84).

Según este Decreto, el estatus de PTH durará por dos meses, mientras las autoridades hicieren los arreglos para que los beneficiarios sean repatriados o reasentados en un tercer país, aunque la ley posibilita que dicho estatus pueda ser extendido de acuerdo con la magnitud de la situación. Actualmente hay 829 per-sonas con estatus de PTH en la provincia de Darién y 166 en Jaqué. La mayoría ha estado en Panamá por casi diez años, recluidos en los pequeños pueblos adonde llegaron y tienen prohibido movilizarse y, en la mayo-ría de los casos, aún viajar a otras partes. Además, no tienen derecho a solicitar un permiso de trabajo, lo que significa que están excluidos de la economía formal.

Esta población todavía recibe apoyo humanitario de las Naciones Unidas, a través del Vicariato de Da-rién. Sin embargo, según los funcionarios de éste, las Naciones Unidas están gradualmente reduciendo el nivel de fondos en función de su objetivo: después de

1. ATRAPADOS EN LA FRONTERA

Cincuenta años antes, las fronteras eran más fluidas. La gente se movilizaba libremente entre la provincia de Darién y el departamento de Chocó, sobre todo durante las fiestas patronales. Mayoritariamente pobladas por indígenas y afrodescendientes, estas dos regiones están muy ligadas por la cultura. Sin embar-go, todo cambió cuando el conflicto armado empezó a destruir el departamento de Chocó, a fines de la década de los noventa. La toma guerrillera de Juradó, ubicada cerca de la frontera con Panamá, en diciembre de 1999, causó un flujo masivo de refugiados hacia el pueblo costeño de Jaqué y otras localidades de Darién.

Diez años más tarde, los residentes anteriores de Juradó permanecen en un limbo legal. A la mayoría de la gente que huyó en 1999 el gobierno panameño le negó el estatus de refugio, en cambio se les otorgó el estatus de Protección Temporal Humanitaria (PTH). El Decreto Ejecutivo No. 28 de 1998 revisó las leyes panameñas en materia de refugio y creó la Oficina Nacional Para la Atención de Refugiados (ONPAR) y la categoría de

* Del Servicio Jesuita a Refugiados en Panamá. Esta contribución fue actualizada con la colaboración de Antonio Canto.

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diez años de estar en Panamá, los refugiados deben ser autosuficientes.

RESTRICCIONES A LA LIBRE CIRCULACIÓN

Tenemos derecho a movilizarnos, es como si uno estuviera en una prisión, eso es lo más difícil.

Refugiado indocumentado, Puerto Piña.

La movilización de la población desplazada en Ja-qué es vigilada por el Servicio Nacional de Migración y ONPAR, que tienen oficinas en el pueblo, además de la policía nacional, que tiene su cuartel regional en Jaqué. Por lo general, los individuos con el estatus de PTH solamente pueden salir de la comunidad para recibir asistencia médica o ir a la escuela. ONPAR ha otorgado permiso a individuos para visitar familiares o realizar alguna diligencia en otros lugares del país por periodos cortos, pero tales permisos son excepcionales u otorgados a la discreción de ONPAR. Muchas personas en la comunidad sienten que dicha institución emplea el favoritismo para aprobar o negar las solicitudes para salir a otras localidades.

La movilización en la comunidad también está limitada. En los primeros años del “flujo masivo,” los refugiados eran recluidos en sus casas. No podían ir al bosque a sembrar, ni a los ríos ni al mar a pescar, una situación que les excluía de cualquier tipo de trabajo. Según Avid Alvarado, residente de Jaqué, salir de la co-munidad estaba prohibido para la población desplazada.

La gente que salió a los ríos o al monte, a pesar de la prohibición, enfrentó las consecuencias ante la policía. Como comentó una mujer PTH: “Aquí sem-bramos arroz, sembramos maíz; al principio era duro, nos fuimos escondidos al monte para sembrar maíz. Mi hermano fue llevado al cuartel por eso, después de eso él tenía que presentarse al cuartel tres veces al día…. Yo no entiendo cómo ellos pueden detener a una persona por trabajar, por ir a sembrar plátanos para no tener que comprarlos”. Otra mujer anotó que “Cuando su esposo fue al monte para pescar fue detenido por la policía. Tenía que pagar una multa de $20-30 al corregi-dor”. Aparte de multas y de un aumento de la vigilancia, algunas personas que ignoraban la prohibición de ir a cultivar o pescar en los ríos eran deportadas.

REGRESOS FORZADOS Y A VECES MORTALESLa renuencia del gobierno panameño a dejar que

los desplazados trabajaran para mantenerse obligaba a muchos de ellos a regresar a Colombia, por pura nece-

sidad económica. Como dijo una joven, “Mucha gente se ha cansado de estar aquí porque no tienen permiso y no pueden mantenerse económicamente”. Desgra-ciadamente, algunas de las personas que decidieron regresar fueron asesinadas en el contexto de violencia que todavía existe en Juradó. El acoso de la policía, especialmente hacia los jóvenes, fue otra motivación en la decisión de muchos de regresar a Colombia.

Las organizaciones de derechos humanos per-cibieron las numerosas restricciones impuestas a la población desplazada como una estrategia del gobierno panameño para presionar a los refugiados a salir de ma-nera “voluntaria”. Entre 2004 y 2005, como resultado de la intervención de estas organizaciones, las autori-dades locales empezaron a levantar las restricciones sobre la movilización de la población desplazada, así podrían ir al monte o a los ríos a trabajar.

Sin embargo, por falta de información acerca de sus derechos, mucha gente con estatus de PTH todavía piensa que no puede ir al monte a trabajar, o que para hacerlo debe pedir un permiso. Aunque los refugiados ya pueden salir de sus casas por la noche, si no llevan sus documentos se exponen a amanecer en la cárcel. Según la policía, cada persona en Jaqué, nacional o extranjero, debe reportarse al cuartel antes de salir al mar a pescar y también al regresar, como medida de seguridad. Si omiten hacerlo, su posibilidad de ir al mar en el futuro será restringida1. Como dijo una mujer: “Adaptarme a la situación de aquí era duro y me pasaba llorando, acá es muy diferente que mi pueblo [en Juradó] uno anda a la hora que una quiere, allá anda pues anda libre, acá la policía anota cuando uno sale, allá no es así”.

DOCUMENTOS QUE NUNCA LLEGANIndividuos que están en el proceso de solicitar

el estatus de refugio viven una existencia aún más restringida. A pesar de que las autoridades insisten en que todos los colombianos en Darién ya tienen do-cumentos y algún tipo de estatus legal en Panamá, el Servicio Jesuita a Refugiados ha encontrado a varias personas que carecen de tal documentación. Además, nuevos refugiados siguen llegando, aunque no en las mismas cantidades que antes. En 2008, por lo menos cinco personas solicitaron el estatus de refugio, y eso solamente a través de la pequeña oficina de ONPAR en Jaqué2. En el pueblo vecino de Puerto Piñas, aproxima-

1 Entrevista con el jefe de la policía, Jaqué, 2 de julio, 2009.2 Entrevista con la funcionaria de ONPAR en Jaqué, 30 de junio,

2009.

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damente diez minutos en lancha de Jaqué, el Servicio Jesuita a Refugiados está trabajando con 19 familias que están en el proceso de solicitar refugio, pertenecien-tes al grupo indígena Embera. La mayoría ha estado allá en Darién durante 4 ó 7 años, sin ningún tipo de documentación legal.

El proceso de solicitar el estatus de refugio en Panamá puede durar hasta dos años. Las 19 familias en Puerto Piñas hicieron sus solicitudes en noviembre de 2008, y todavía no han recibido una decisión. Y lo que es más preocupante, ONPAR no proporciona a los solicitantes ningún tipo de documentación provisional que les permita identificarse ante las autoridades pa-nameñas como solicitantes de refugio con el derecho de no devolución. Por eso, muchos de los refugiados en Piñas tienen miedo de viajar a Jaqué —que está más desarrollado y tiene una población más grande—, por el hecho de que tiene el cuartel de la policía, además de las oficinas de Migración.

AQUÍ NO HAY TRABAJO Antes del flujo masivo de refugiados, Jaqué y Piñas

eran pueblos costeños en estado de deterioro, muy poco preparados a cumplir con las demandas del tremendo aumento de población. En 1999, muchos residentes de Jaqué han dejado sus casas en búsqueda de trabajo en la Ciudad de Panamá. Esta situación resultó algo fortuito para los refugiados, así que había bastantes casas de alquiler, aunque muchas estaban en deterioro. Según un hombre PTH: “Alquilamos una casa y tuvimos que reparar el techo varias veces porque estaba podri-do y cuando llovía nos mojábamos, pero teníamos que pagar el alquiler…”.

Antes de la llegada de la misión de ACNUR a Ja-qué, meses después de la llegada de los refugiados, la gente sobrevivía con el poco dinero que había traído de Colombia; se hospedaban en casas de familiares o amigos en la comunidad, o dependían de la bondad de desconocidos. Otros inicialmente recibieron asistencia de las Hermanas Misioneras de Santa Teresa, que trabajan en la comunidad. De 2000 a 2006, ACNUR le proporcionaba comida y otras necesidades básicas a la población refugiada en Jaqué a través del Vicariato de Darién, y también ayudaba a pagar el alquiler hasta que la gente tenía recursos para construir sus propias casas.

Para quienes se establecieron en Piñas la vida era aún más difícil, porque con alguna frecuencia tenían que viajar a Jaqué para recoger la comida que les pro-porcionaba ACNUR. Los colombianos que se establecie-ron en pueblos más pequeños en Darién, gozando de

un mayor grado de libertad, recibieron menos apoyo de ACNUR y de las organizaciones nacionales.

Diez años después de su llegada, la situación econó-mica de los PTH en Jaqué y Piñas sigue siendo grave, a causa de la pobreza y la imposibilidad de movilizarse fuera de la comunidad. Sin embargo, la mayoría está de acuerdo en que la mayor dificultad que se enfrenta aquí es la falta de trabajo. Como observó una mujer PTH, “La vida aquí es dura, el dinero es poco y se va en la comida. Acá la comida es muy cara”.

EL COSTO ELEVADO DEL AISLAMIENTOLa falta de acceso a los mercados es un problema

constante en Jaqué y Piñas, y solamente se puede llegar a ellos a través de avión o barco. Por eso, la comida y otras necesidades básicas tienen un costo elevado. Sin la posibilidad de viajar, es difícil para los refugiados en-contrar un mercado para vender su pescado, su cosecha o su artesanía. Muchos hombres en la comunidad trabajan como pescadores, pero dependen de los barcos que llegan de Panamá para vender su producto. Si los barcos no llegan, es difícil vender, debido a que la demanda en la comunidad es limitada. Como anotó la esposa de un pescador PTH, “Estamos pasando un tiempo muy duro, hace como un mes que no llegan los barcos desde Panamá para comprar el pescado”.

Establecer una pequeña tienda o un café está fue-ra de consideración para la gente con estatus de PTH, a causa de la imposibilidad de viajar a comprar bienes para vender. Por ejemplo, una mujer PTH trabajaba en un kiosco pero tenía que abandonar su trabajo a causa de la prohibición de viajar a Panamá para comprar bie-nes. Como lo explicó ella: “Ahora mismo la cuestión de los papeles es lo que más incomoda porque si queremos traer productos para vender hay que pedir permiso y estos no son accesibles para nosotros.” Aún encontrar tierra para la agricultura suele ser difícil; como señaló una mujer: “Toda esa tierra está titulada, tiene dueños; la gente dice: eso es mío, eso es de aquél…”.

¿Y LAS MUJERES?La situación es más difícil para las mujeres. Muchos

hombres con el estatus de PTH trabajan como jornaleros en la construcción o en ranchitos de otros hombres. Muchas mujeres en Jaqué comentaron que en Juradó trabajaban en restaurantes o como domésticas en las casas de familias adineradas, pero no hay demanda para este tipo de trabajo en Jaqué donde la mayoría de la población es pobre. Como dijo una madre joven “Aquí no hay trabajo para mujeres. Allá (en Juradó) una mujer

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no depende del hombre, lava la ropa de la gente, plan-cha, trabaja en restaurantes, se ayudan mutuamente, pero aquí no. Aquí la mujer depende del hombre.” En 2007, el Vicariato de Darién creó el Comité Contra la Violencia, que hace talleres con niños de la comunidad para enfrentar este problema. El Servicio Jesuita a Refugiados también está considerando un proyecto para enfrentar la violencia de género en Jaqué y Piñas.

Las madres solteras también se encuentran en una situación difícil, muchas de ellas vendiendo lotería clandestina para ganar dinero, una ocupación arries-gada por ser ilegal. Por eso, las mujeres sobre todo expresaban un deseo de partir de la comunidad hacia la Ciudad de Panamá a trabajar, donde es más fácil conseguir trabajo informal como niñera, empleada o vendedora de comida.

NOS TRATAN COMO ANIMALES…La situación económica de los colombianos no es

mejor. El pueblo, con su belleza natural, cuenta con un resort de lujo de cinco estrellas, el Tropic Star Lodge, que emplea un gran número de personas de la comu-nidad, además de algunos residentes de Jaqué. Muchos de los refugiados indocumentados trabajaban vendien-do artesanía indígena, principalmente esculturas de madera de aves y animales, a los turistas en el resort.

Sin embargo, según los miembros de la comuni-dad, a los dos años, el hotel prohibió a los extranjeros trabajar en el resort, incluso vender sus artesanías en el lugar. Sin poder movilizarse, los indocumentados de Piñas no tienen mercado para sus artesanías. Según el padre de cuatro hijos y solicitante de refugio, “Yo antes hacía artesanía, pero ellos ya no aceptan a los extran-jeros aquí en el Tropic. Es una tristeza, una amenaza, todos los seres humanos tienen necesidades (…) pero a nosotros los refugiados nos tratan como animales, como que no tenemos derechos”.

2. OBSTÁCULOS PARA RECIBIRATENCIÓN MÉDICA Y EDUCACIÓN

Poco a poco hemos perdidoel apoyo médico del hospital.

PTH, Jaqué.

En los pueblos remotos y rurales de Jaqué y Piñas, obtener atención médica es difícil para todos, por la falta de acceso. No hay hospital en Jaqué, solamente un pequeño centro de salud. En una urgencia médica,

las autoridades de migración ordenan que los PTHsalgan de la comunidad inmediatamente con la certifi-cación de un médico; sin embargo, para citas médicas ambulatorias, como para condiciones de salud que requieren la atención de un especialista, el proceso es más complicado.

Los PTH tienen que presentar la certificación médica a la funcionaria local de ONPAR, que envía las solicitudes de citas médicas en avión a la oficina de ONPAR en Panamá cada semana. Entonces, la oficina en Panamá coordina con el Hospital Santo Tomas para hacer una cita, y luego ellos llaman a su funcionaria en Jaqué cuando tienen fija la cita3. Según miembros de la comunidad, puede durar desde dos semanas hasta dos meses para obtener una cita. Esto puede ser frustrante, particularmente cuando se trata de una enfermedad grave que no califica como urgencia, lo que no le permite al paciente salir inmediatamente.

Otro gran problema para recibir atención médica en Darién es el costo. Viajes de ida y vuelta de Darién a Panamá se realizan a un costo de $159, y cuando no se tiene familiares donde hospedarse en Panamá hay que prever por lo menos $12 por noche para pagar una pensión. Anteriormente, el Vicariato de Darién pagaba el hospedaje y la alimentación, para todos los PTH que viajaban a Panamá por atención médica. Sin embargo, desde hace un año el Vicariato sólo cubre los gastos de los más necesitados, generalmente madres solteras o desempleados.

La situación de salud de los refugiados indocumen-tados en Piñas es aún más preocupante. No hay médico en Piñas, solamente un pequeño puesto de salud con un enfermero y un asistente médico. Los médicos de la clínica de Jaqué visitan Piñas una semana al mes, pero si alguien se enferma gravemente durante el resto del mes, su única opción es viajar a Jaqué. Muchos de los refugiados indocumentados en Piñas expresaron su temor a visitar el Centro de Salud en Jaqué, o afirmaron que el Centro no los atiende por ser indocumentados. Aunque el Centro de Salud está comprometido a servir a la población desplazada, los que llegan sin documen-tación son referidos a la oficina de migración4.

3 Entrevista con la funcionaria de ONPAR en Jaqué, 30 de junio, 2009.

4 Entrevista con el director del Centro de Salud de Jaqué, 1 de julio, 2009.

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ACCESO LIMITADO A LA EDUCACIÓN

Actualmente la situación en que nos encontramos es difícil, aunque la educación es un derecho,estoy preocupado por los muchachos grandes:

¿qué va a hacer el Ministerio de Educacióncon ellos…?

Refugiado indocumentado, Piñas.

Jóvenes PTH frecuentemente reciben permisos para salir de Jaqué o Piñas para recibir educación. La escuela secundaria en Panamá tiene dos ciclos, y hasta hace unos años estos dos pueblos solamente ofrecieron educación básica, o sea el primer ciclo de la secundaria, aproximadamente hasta los 15 años.

Actualmente, el Vicariato de Darién proporciona becas a estudiantes prometedores para estudiar en una escuela en Yaviza, otro pueblo en la provincia de Darién. Desde 2005 el pueblo cuenta con una escuela que tiene el segundo ciclo de secundaria, el Instituto Técnico Agroforestal de Jaqué5. Sin embargo, los re-sidentes generalmente piensan que la escuela no les proporciona a los estudiantes las mismas oportuni-dades que otras, limitándoles así la posibilidad de asistir a la universidad. Aunque los estudiantes con estatus de PTH tienen derecho a recibir educación, su futuro es incierto si no tienen permiso para ejercer un empleo formal.

Según una refugiada, que tenía 15 años cuando su familia ingresó al país, “En 1999 tenía una lucha muy grande para entrar en la escuela… No podía estudiar porque no tenía documentos. Necesitábamos el permiso del Ministerio de Educación y eso duraba como cuatro meses. En el año 2000, creo que nadie estudiaba”. Aun-que la mayoría de los colombianos en Jaqué ya tiene su documentación colombiana, muchos de los solicitantes de refugio en Piñas todavía carecen de ellos, una si-tuación que –además de su falta de estatus migratorio en Panamá– violará su derecho a recibir educación.

FAMILIAS SEPARADAS

A nosotros no nos permiten salir a Colombia,no nos dejan ir de visita porque si vamos nopodremos regresar. Yo tengo cuatro hijos en

Colombia, eran cinco pero matarona uno y nosotros no podemos ir.

PTH, Jaqué.

Aparte de las necesidades básicas de alimentación y atención médica, la separación de sus familia durante

mucho tiempo dificulta la vida de los refugiados y PTH en la provincia de Darién. Muchas personas amparadas por este estatus tienen parientes que viven en otras partes del país debido a que entraron antes, o regularizaron su status a través del matrimonio con un ciudadano panameño. ONPAR a veces otorga permiso para hacer visitas familiares en otras partes del país, pero se es-tudia caso por caso y el resultado no está garantizado. Muchos PTH han pasado años sin ver a sus familiares que viven en la ciudad de Panamá u otros lugares del país.

Visitar a familiares en Colombia es aún más difícil. La decisión de visitar su país, aun por un periodo bre-ve, es considerada por el gobierno panameño como un indicio de que ya no tienen miedo de volver a Colombia. Según una refugiada en Jaqué: “Ya casi son diez años y extraño a mi familia. Nosotros podemos salir sólo den-tro de Panamá, pero afuera no, por protección dicen… A veces paso por la playa y miro hasta el mar hacia el país de donde venía, hasta le da nostalgia a uno”.

También es difícil para los familiares en Colombia visitar a sus familiares desplazados en Jaqué. Las perso-nas de Juradó tienen derecho a visitar a sus familiares en Jaqué sin sacar una visa turística, según un acuerdo suscrito entre los dos países hace cuatro años. Anterior-mente, los familiares podían quedarse en la comunidad durante 15 días, pero desde el año pasado el Servicio Nacional de Migración ha disminuido el tiempo límite de las visitas a sólo tres días6. Además, familiares de refugiados que huyeron de Juradó hacia otras partes de Colombia no se benefician de este acuerdo, así que sólo se trata de personas que eran residentes de Juradó durante un censo llevado a cabo por las autoridades colombianas aproximadamente dos años atrás7.

LA CONDUCTA DE LA POLICÍA

Yo, siendo madre, me siento mal al ver que la policía agrede a las personas, y que le puedan hacer

lo mismo a los muchachos. Agrediéndolos,eso no resuelve nada.

PTH, Jaqué.

Aunque el comportamiento de la policía hacia la población desplazada ha mejorado mucho desde 2004, cuando organizaciones de derechos humanos como la

5 Entrevista con Avid Alvarado, 17 de julio, 2009.

6 Entrevista con la Inspectora de Migración de Jaqué, 2 de julio, 2009.

7 Entrevista con Avid Alvarado, 17 de julio, 2009.

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Comisión de Justicia y Paz empezaron a tener una presencia más notable en Jaqué. Existe el sentimiento de que la policía discrimina a los colombianos. Como ob-servó una mujer: “Si pelean colombianos y panameños, siempre les va peor a los colombianos”. Según varias personas, la policía suele usar mucho el garrote y el gas lacrimógeno cuando detiene a las personas. Otros reportaron que la policía utilizaba choques eléctricos en los detenidos, u otras prácticas abusivas como tirarles agua fría a los presidiarios en las celdas por la noche.

Hacer que las autoridades asuman su responsabi-lidad es difícil. Según una madre de hijos adolescentes: “Policías vinieron a las casas para preguntarle a la gente lo que piensan del trabajo de la policía. ¿Que cómo ellos están haciendo su trabajo? Cómo les podemos decir que estamos molestos con ellos. Qué más les podemos responder: ¡bien, bien y bien!”.

3. REFUGIADOS COLOMBIANOSAPRESURADOS A REPATRIARSE

Llegaron a las casas, sacaron fotos.Muchas personas se asustaron

y firmaron documentos de retorno. PTH, Piñas.

En 1996, el gobierno panameño, en colaboración con las autoridades colombianas, empezó a repatriar a los refugiados de la provincia de Darién, lo que resultó en una protesta de la comunidad internacional8. A pesar de esa crítica, las devoluciones continuaron, y Jaqué, como destino para muchos refugiados, vio va-rias devoluciones. En 2001, 48 personas de Jaqué eran retornados a Bahía Solano, Colombia9, y en diciembre de 2003, como resultado de un acuerdo entre los go-biernos de Panamá y Colombia, devolvieron a otros 85 colombianos a Juradó10.

Aunque ambos gobiernos afirmaron que las de-voluciones de 2003 eran voluntarias, entrevistas con residentes de Jaqué sugieren que las autoridades panameñas utilizaban una política de presión e intimidación para forzar a los colombianos des-plazados a firmar documentos de retorno. Como nos dijo un joven: “Llegaron a nuestras casas y nos sacaron fotos como si fuéramos delincuentes”. Para las personas que han experimentado la violencia de fuerzas paramilitares, una visita de la policía puede ser aterradora. Una mujer nos dijo que cuando las autoridades visitaron las casas: “Uno tenía que firmar un papel o uno tenía que irse. Eso hace como 3 años atrás [cuando sucedió]. Yo me fui porque yo no quería irme, llevé a mis hijos y me escondí en la playa hasta que anocheció, para que no me vieran”.

Algunas personas nos han dicho que las autoridades panameñas ofrecieron dinero a las personas que acce-dieron a ser retornadas. Como dijo una mujer, “Le daban plata a la gente y ellos se iban, como un negocio”. Según los residentes de Jaqué, entre los que eran retornados a Juradó en 2003, muy pocos podrían empezar de nuevo sus vidas con seguridad en el pueblo. “Algunas de las personas que retornaron se metieron con las guerri-llas, otras con los paras, algunos se mataron, algunos huyeron a otros pueblo, otros regresaron a Panamá…”.

SIEMPRE EN DUDA E INCERTIDUMBREDesde 2004 no se han dado otras devoluciones a

gran escala en la región fronteriza, aunque según el Vicariato de Darién, ONPAR sigue facilitando el retorno “voluntario” de grupos más pequeños de refugiados en la región fronteriza11. En 2005, Panamá empezó el proceso de dar carné de identificación a la población bajo Protección Temporal que permaneció en Jaqué12. Se esperaba que esos carné acreditaran a los PTH, por parte del gobierno panameño, como una residencia per-manente de refugiados. Sin embargo, el carné no da a los beneficiarios la posibilidad de movilizarse dentro del país, y muchas autoridades panameñas no lo reconocen.

Según los residentes de Jaqué, aún la policía les dice que los carné de PTH no son válidos. Un hombre mayor que vive con sus hijos y nietos en Jaqué informó

8 “Panamá/Colombia: Refugiados: El Derecho de Escapar de la Muerte.” Amnistía Internacional, 31 de mayo, 1997, http://www.amnesty.org/en/library/asset/AMR44/006/1997/en/4f1cb078-ea56-11dd-965c-b55c1122d73f/amr440061997en.html

9 “Inician repatriación voluntaria de desplazados colombianos”. La Prensa, 12 de septiembre, 2001, en: http://74.125.47.132/search?q=cache:1RtdjKYSsHoJ:mensual.prensa.com/mensual/contenido/2001/09/12/uhora_nacional.shtml+Panamá+colombianos+desplazados+2001&cd=7&hl=en&ct=clnk

10 “¿Devolución voluntaria? Gobierno de Panamá retorna a refu-giados colombianos”. Consejería en Proyectos, Consejo Noruego

para los Refugiados, 18 de diciembre, 2003. http://www.pcslatin.org/publicaciones2/14/Repatriation%20of%20refugees%20ENGLISH.pdf

11 “La Migración: Fenómeno Social en Aumento”, Vicariato de Darién, http://www.orientacioneducativa.org/vicariato/paginas/actualidad24.html

12 Entrevista con Avid Alvarado, 17 de julio, 2009.

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que: “Nosotros estamos muy mal sin documentos. Nos han dado un carné pero hay policías que no lo recono-cen… Aquí en Panamá, según las leyes, los extranjeros tienen derecho a documentos a los cinco años de vivir y nosotros ya tenemos nueve años. Se dice que las Nacio-nes Unidas han dado una plata (al gobierno panameño) para la cédula, pero nosotros no sabemos de eso”.

Las devoluciones, además del estatus precario otorgado a las personas bajo Protección Temporal, han hecho que la población desplazada viva en un estado permanente de duda e incertidumbre. Como dijo otro refugiado: “Yo a veces pienso que en cualquier momento nos pueden llevar de aquí”.

LA SOLIDARIDAD NO HA FALTADO

Aquí mi experiencia ha sido buena porque nos acogieron bien la gente, aquí todos cooperan.

Refugiada, Jaqué.

Por las relaciones existentes entre las comunidades de Chocó y Darién, para muchas personas el aspecto social de empezar una vida nueva en Darién no era tan difícil. Antes de que el ACNUR empezara a proveer apoyo humanitario, muchas personas sobrevivían por el apoyo que recibían de miembros de la comunidad. Como dijo una mujer PTH, cuando ella llegó a Jaqué “Conocí a muchos amigos que me brindaban, algunos arroz y otros plátanos; y así conseguí algo de comida”.

Sin embargo, no todos eran bien recibidos por sus nuevos vecinos panameños. La información de la prensa, la televisión y la radio caracterizando a todos los colombianos como guerrilleros y narcotraficantes, ha influido en la percepción de los panameños sobre los colombianos, un hecho triste para una comunidad donde la mayoría de la gente es de ascendencia colom-biana. Como dijo una mujer “Al principio no nos querían en su pueblo. Ellos pensaban que éramos guerrilleros o que las guerrillas iban a venir detrás de nosotros”.

Otras personas sienten que hay cierta discrimi-nación hacia la población desplazada: Un hombre con estatus de PTH fue denunciado ante las autoridades de migración por un vecino, con el que tenía un desacuer-do, y éste quería que migración lo deportara. Como no había ninguna base en la denuncia se desechó el caso, pero este tipo de acoso complica la vida de las personas con estatus de PTH.

UNA SOLUCIÓN POTENCIAL,PARA ALGUNOSEl gobierno panameño tiene conocimiento de la

necesidad de arreglar el estatus legal de la población re-fugiada. En septiembre de 2008, el delegado panameño

anunció a la Comisión de Vecindad Colombo-Panameña que la Asamblea Nacional de Panamá consideraría una propuesta de ley para otorgar la residencia permanente a la población bajo Protección Temporal Humanita-ria13. A inicios de 2009 circuló un borrador sobre esta iniciativa, pero la Asamblea Nacional todavía no ha considerado la propuesta de ley.

Esta iniciativa permitirá que sus beneficiarios so-liciten el cambio de su estatus migratorio, sin costos. En la primera etapa se beneficiará solamente a los individuos que hayan vivido en Panamá por diez años y hayan sido censados por ONPAR. Aunque la mayoría de los desplazados con estatus de PTH llegó a Panamá en 1999 o antes, un gran número llegó hasta en 2001, o más tarde.

Algunos refugiados, en particular los indígenas, viven fuera de los pueblos y en comunidades pequeñas, así que no supieron del censo porque los funcionarios no visitaban estas comunidades. Hemos conocido de varios casos de niños que no recibieron el estatus de PTH a causa de la confusión de sus padres. Además, la ley dice que los individuos “que hayan abandonado… las comunidades receptoras o lugares de alojamiento sin haber notificado y sin contar con el permiso de ONPAR” serán excluidos de la aplicación de la Ley. Eso significa que los individuos que salieron de la región fronteriza a Panamá, para trabajar, no tendrán la oportunidad de regularizar su estatus. Tambien, conocemos el caso de un padre que salió a la Ciudad de Panamá con sus tres hijas, de la comunidad receptora fronteriza para traba-jar. Entonces ellas tenían menos de ocho años, y ahora quedarían excluidas de los beneficios de la propuesta de ley a causa de una decisión que tomó su padre.

A pesar de sus deficiencias, la propuesta de ley mejoraría la vida de mucha gente desplazada en Da-rién. En reuniones con el presidente Uribe, a inicios de julio 2009, el nuevo presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, se comprometió a facilitar la regularización de los colombianos indocumentados en Panamá14; sin embargo, hace falta ver si el nuevo gobierno saca a los PTH del limbo legal en el que éstos se encuentran.

13 “Panamá y Colombia con Acuerdos”, José Edwin Sánchez M., La Crítica, 3 de septiembre, 2008, http://www.critica.com.pa/archivo/09032008/nacional.html

14 “Martinelli Anuncia Posible Regularización Para Colombianos, Colombia Y Panamá Crean ‘Gran Alianza’ Para Enfrentar El Narcotráfico”, El Tiempo, 2 de julio de 2009, http://www.eltiem-po.com/archivo/documento/MAM-3508872

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LA PRIMERA VEZ

Yo me fui la primera vez para Estados Unidos cuando tenía 16 años, y no tenía idea de lo que era el camino. Nada más me habían contado, pero yo quería experimentar si era verdad tanto que se decía. Y ya des-de que entré a la frontera de Honduras con Guatemala era ilegal, porque no dejan pasar ahí en Honduras, ver-dad. Entonces desde ahí empezó mi camino, allí tuvimos que rodear la frontera de Aguas Calientes porque no llevaba mi cédula de identidad. Y bueno, después pasé todo Guatemala, no hubo ningún problema. Después llegué a Tapachula (México), donde me asaltaron, me quitaron todo el dinero y desde allí me fui a puro tren hasta llegar a Estepec [Ixtepec], Guajaca [Oaxaca]. Ahí me agarraron otra vez y me enviaron para Honduras.

HAY QUE DEMOSTRAR QUE SÍ SE PUEDE

Yo miré muchas cosas tristes ahí, pero aún así me quise volver a ir. No sé los demás por qué lo hacen, sabiendo lo que pasa en el camino. En mi caso fue por-

“Yo estoy así porque me fuipara Estados Unidos”

Este lacerante testimonio del migrante hondureño José Luis Hernández, cuya vida fue trastocada abruptamente por un tren que lo amputó en

territorio mexicano, muestra el otro rostro de la migración irregular, de esa que es coronada por la tragedia, y que advierte que irse a los Estados Unidos no es la única solución ante la precariedad de estas tierras*.

que los amigos, cuando uno regresa al país, le dicen: “¿Y no que ibas a llegar a Estados Unidos?, ¿y no que te la sabías todas y que ibas a llegar, pero mirá dónde estás otra vez, sin ningún peso, sin nada?”. Entonces yo les decía: “Para que veás que sí me las sé todas, me voy a ir otra vez. Y hoy sí voy a pasar porque ahora ya conozco el camino”. Y eso fue lo que me motivó a irme otra vez, porque quería demostrar que sí podía pasar.

Como al año me volví a ir. Tenía 17 años cuando entré a la frontera de Aguas Calientes, igual que la primera vez tuve que rodear, porque no traía mi cédula de identidad. Llegué a la frontera de Guatemala con México, y ahí empezó mi calvario. No fue a mí al que asaltaron, sino a un amigo que llevaba todo el dinero. Igual, tuvimos que ir en puro tren desde Tapachula.

Para llegar a Tapachula habíamos aguantado mucha hambre. Me acuerdo que una vez estaban vio-lando a una muchacha, y era hondureña. La bulla era que estaban violando a una muchacha, y que ella era hondureña. Eso es horrible, porque uno quiere hacer algo. En ese momento uno quisiera ser como Superman, para tener superpoderes. Pero estos grupos andan bien armados y es de balde que uno intente hacer algo, por-que lo matan. No me acuerdo del lugar donde una mara había matado a un muchacho, y eso es duro.

Y tanta hambre que uno aguanta. A veces hay que pasar hasta dos días sin comer, porque los trayectos que hacen los trenes de una ciudad a otra llevan bastante tiempo. Por eso es que uno aguanta hambre y bastante

* Testimonio presentando por José Luis Hernández, migrante hondureño originario de El Progreso, el 8 de noviembre de 2008 en el marco del Congreso de Investigadores Flujo Norte organi-zado por el Servicio Jesuita para Migrantes (SJM) en Guatemala, del 6 al 8 de noviembre de 2008. La grabación magnetofónica fue realizada por el sacerdote Ricardo Falla (SJ) y esta versión fue elaborada por los editores de Envío-Honduras, utilizando la transcripción enviada desde Guatemala.

TESTIMONIO

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frío. Seguí mi camino aguantando frío y viendo cómo la gente se cae y que el tren le corta una pierna. Llegamos a Torreón, donde nos dieron comida, y allí pude dormir esa noche. Otro día salía un tren para Juárez, y en ese nos fuimos en la mañana.

EL QUE SE DUERME, SE CAE

Ya para llegar a Chihuahua me estaba quitando los zapatos, ahí donde van acoplados los vagones, porque no aguantaba mis pies de ir ahí y de caminar tanto. Porque a veces dicen que hay migración1 en tal parte, entonces uno se tira del tren y se va caminando, para rodear migración. Entonces uno camina hasta un día, o dos, por eso mis pies estaban enyugados. Por eso me estaba quitando un tenis y cuando me iba a quitar el otro… no fue que me dormí, sino que me desmayé. Porque uno se cuida para no dormirse o para no caerse, pero yo no me cuidé.

Nunca imaginé que me iba a desmayar, pero me desmayé porque había aguantado hambre y sed. Mi cuerpo iba todo débil. Recuerdo que, cuando me iba a quitar el segundo zapato, me quedé en oscuras y caí al suelo. Entonces el tren me jaló, así, para las llantas. Y me amputó esta pierna, mi pierna derecha. Ahora tengo una prótesis. Y después metí un brazo y también me agarró el otro brazo. Y esta mano nomás me la macha-có el tren. Quedé en medio de las dos líneas y después pasaron todos los vagones.

Y los muchachos que iban en el tren no se pudieron tirar, porque iba muy rápido. Entonces gritaron que se había caído un muchacho. Por suerte andaba por ahí un señor, llegó y no hallaba qué hacer, me preguntaba a mí qué hacer. Por los nervios, al ver una pierna por allá y un brazo por acá. Yo sólo decía “auxilio, auxilio”, porque ya no podía ni hablar. Entonces él reaccionó y llamó a la Cruz Roja; si no, me hubiera desangrado. Gracias a Dios que me caí entrando ya a Belice.

YA NO LE MIRABA SENTIDO A MI VIDA

Hay gente que se muere porque se desangra. A veces es sólo una mano, o una pierna, que el tren les amputa. Y se mueren porque no hay dónde los atien-

dan. Después me llevaron al hospital y me acuerdo que los médicos decían: “éste a saber qué tiene que hacer en esta tierra todavía, porque no lo mató ese tren…”. Y hasta yo me admiro de cómo no me mató ese tren, si quedé en medio de las dos líneas. Y todavía pasaron un montón de vagones y no me arrastraron, entonces de veras que es un milagro, verdad.

Esta mano la tenía completa, pero parece que no me la trataron a tiempo y se fue… Es un duro golpe también… Me acuerdo que un otro día desperté y se-gún yo sólo era una pierna la que me faltaba, porque la sensación del cuerpo es como que ando mi pierna, mis dos manos, todo normal. Y cuando me miré así… Sólo me acuerdo que pensaba en mis papás, en mi familia, porque uno se va por ayudarlos y ahora va a ser carga, y eso es bien duro.

Y yo nada más, pues, lo que hacía era llorar. Ya no le miraba sentido a mi vida. Ahí los médicos me ponían inyecciones para que yo pudiera seguir durmiendo. Bue-no, al tercer día no me podía mover, porque tenía golpes en todos lados. Cuando uno sale de su tierra sabe que corre ese tipo de riesgos, pero estando así uno piensa más en los papás, en la familia de uno, que púchica… mis papás siempre me cuidaban de pequeño... Ellos son los que lo aconsejan a uno, para que no se vaya, y uno no les hace caso. Todo eso piensa uno… el propósito mío era comprar mi casa, mi carro y… verdad, ayudarlos a ellos, más que todo. Y después pensar que uno ya no va a ser de bendición para la familia, sino que una carga, eso es horrible.

DOS AÑOS PARA AGARRAR FUERZAS

De Belice me llevaron a Juárez y de allí al Distrito Federal. Gracias a Dios ahí me regalaron una pró-tesis, que es la pierna con la que ahora camino. Yo me siento afortunado porque, por mi misma situación, nada más dan los primeros auxilios en México, y des-pués lo mandan a uno para su país de origen. En cam-bio, a mí me tuvieron ahí casi dos años; y ésta prótesis que ando en mi país no la hubiera podido comprar, pero en México me la regalaron, y vale como 50 mil pesos mexicanos.

Y después las consecuencias. Por ejemplo, no quería regresar a mi país porque no quería que me vieran cómo había quedado. Y regresé a mi país, porque la familia 1 Se refiere a la policía de migración.

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siempre está con uno, en las buenas y en las malas. Me atendieron, me mostraron su amor hacia mí y entonces como que agarré un poquito de fuerzas, y ya me sentí más a gusto en Honduras.

EN MI PAÍS LA GENTE ES MUY DURA

Pero en mi país la gente es muy, muy dura, porque parece que falta mucha cultura, tal vez. Ya estoy en mi país, pero ya no valgo nada. Y todo esto es muy duro… los amigos que… pues decían ser amigos míos… ya se han alejado. Y uno ya no puede darse el lujo, por ejem-plo, de ir a comer a un comedor, porque la gente lo ve a uno como diciendo “ya viene este, ya me va a correr la clientela”. Y aunque lo vean así, uno tiene que pagar un colectivo igual, un taxi. Y es muy duro.

MI GUITARRA YA NO CANTA

Desde que tenía seis años tocaba guitarra, y era la admiración de mis amiguitos y de la gente mayor. Les gustaba y me miraban tan chiquito… Pero cuando regresé a mi país, pensé que ya no iba a poder, eso es muy duro. Mirar mi guitarra en mi cuarto y pensar que ya no la iba a tocar otra vez. De hecho, mi familia decidió vender la guitarra para que yo no la viera, para que no me pusiera mal al verla. A la vez sueño que estoy tocando mi guitarra, porque cuando sueño, en el sueño tengo todo mi cuerpo, pero al despertar la realidad es otra.

Es increíble, pero en El Progreso, donde yo vivo, habemos 26 muchachos amputados… por el mismo tren. Entonces sí, la situación es muy difícil. Yo quisiera estar así, sólo yo, y no ver a otros en mis mismas condi-ciones, porque sé lo que se sufre. Y digo yo: “¿Qué va a ser de nosotros, tanta gente así, y sólo en El Progreso?”. Entonces valdría la pena hacer una concientización a la gente, para ver de qué forma podemos ayudar a los jóvenes y hacerles entender que no es la mejor idea irse para Estados Unidos.

MI HISTORIA ES UNA LECCIÓN TRISTE

Esta es mi historia; uno cree hasta que ya está así, en mis condiciones. Por ejemplo, son gente campesina, de los campos, la que se va para Estados Unidos. Esa gente cree que no puede salir adelante aquí. Si perdió la cosecha se echa, y ya sólo piensa en irse para Estados Unidos. Y la verdad es otra, pues todo es usar la cabeza.

Espero pues que capten el mensaje que les quiero transmitir a ustedes. Así es la mentalidad de nuestros países, de los centroamericanos, de que “no podemos seguir adelante, que no puedo construir mi casa aquí en mi país, que no puedo hacer plata aquí en mi país, que mejor me voy para Estados Unidos”. Y espero pues que les haya servido de algo mi historia y que esto nos sirva para reflexionar, y más que todo para concientizar a la gente. Y para pensar: ¿Por qué tanta gente se va para Estados Unidos? Y, ¿qué se puede hacer?

¿POR QUÉ NOS VAMOS?

La mayoría nos vamos porque no encontramos trabajo… Yo tengo muchos sueños y espero en Dios que se me hagan realidad. Y yo siquiera tengo el valor de hablar, siquiera tengo el valor de enfrentarme a la gente, pero la mayoría de los que están conmigo están así, con la mente agachada. Ni siquiera quieren salir de sus casas, porque tienen miedo de enfrentarse a la gente, que lo vean a uno así… Yo siquiera tengo el valor y quisiera como hacer algo.

En otro congreso que tuvimos, esta idea me surgió acá, a mí. Yo no sé mucho de migración, pero empa-parme bien del tema y qué mejor que yo para hablar de los riesgos que corren los que se van para Estados Unidos. Ir, con un permiso especial, a la universidad, a dar charlas. Y clases a los colegios. Y después, al final de la charla, decir: “Yo estoy así porque me fui para Estados Unidos”.

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