dura experiencia es la de aceptar resignarse a estar en falta y al mismo tiempo abrirse a la...

248
Dura experiencia es la de aceptar resignarse a estar en falta y al mismo tiempo abrirse a la ineluctable certeza de que en éstos mismos momentos me encuentro al igual que tú, muriendo conforme transita el implacable corte silencioso del irremediable paso del tiempo. Es fuerte aceptar abrirse con humildad a la anulación e invalidación de nuestros mitos personales que como entramados, nos han servido de estandartes frente a la voraz apetencia de una demanda y un deseo por incorporar un supuesto “todo”. Contundente golpe de dados que sorprende al mítico yo, heroico ficcionador y soñador de hazañas que constantemente fabula sobre el escenario de las ilusiones y espejismos de naturaleza evanescente, cuando éste se sorprende con que no hay respuestas absolutas ni representantes que sostengan verdades eternas. Dolorosa y ominosa es la experiencia de asumir por entero que toda creencia, todo cuerpo, toda supuesta esencia se disuelve en el amplio, pero cotidiano espacio de lo que hemos llamao familiar, para terminar una vez más abriéndonos aquí y ahora a los designios de lo intangible, a las puertas de lo insondable, a los infinitos espacios de toda alteridad

Upload: vicko185868

Post on 28-Jul-2015

367 views

Category:

Documents


2 download

TRANSCRIPT

Dura experiencia es la de aceptar resignarse a estar en falta y al mismo tiempo abrirse a la ineluctable certeza de que en stos mismos momentos me encuentro al igual que t, muriendo conforme transita el implacable corte silencioso del irremediable paso del tiempo. Es fuerte aceptar abrirse con humildad a la anulacin e invalidacin de nuestros mitos personales que como entramados, nos han servido de estandartes frente a la voraz apetencia de una demanda y un deseo por incorporar un supuesto todo. Contundente golpe de dados que sorprende al mtico yo, heroico ficcionador y soador de hazaas que constantemente fabula sobre el escenario de las ilusiones y espejismos de naturaleza evanescente, cuando ste se sorprende con que no hay respuestas absolutas ni representantes que sostengan verdades eternas. Dolorosa y ominosa es la experiencia de asumir por entero que toda creencia, todo cuerpo, toda supuesta esencia se disuelve en el amplio, pero cotidiano espacio de lo que hemos llamao familiar, para terminar una vez ms abrindonos aqu y ahora a los designios de lo intangible, a las puertas de lo insondable, a los infinitos espacios de toda alteridad extrema, al eco de un silencio infinito y a una aorada paz eterna de un no ser, que apunta siempre en un oscuro y luminoso por-venir que como promesa se anuncia siempre en el dintel de un inefable y epifnico ms all, por fortuna, siempre desconocido...

Tanto desde la filosofa, como desde el psicoanlisis, el tema de la muerte como el de las posibles formas de tratar de representrsela, han devenido escrituraciones

significantes entre los diversos paradigmas que como conjunto de interpretaciones, el sujeto-sujetado, llamado humano, ha tratado de construir y re-construir, como medio de

expresin para sus inquietudes, y en particular como formas de intentar dar cuenta de su realidad interna.

Es principalmente y, desde una visin psicoanaltica, que se ha tratado de dar cuenta de cmo surgen y organizan series de entramados psquicos en el sujeto humano. La realidad psquica, aparece en psicoanlisis, entre una de sus posibles interpretaciones, como un supuesto espacio de escrituracin, habitado (inscrito) por series de entramados representacionales, energticamente investidos. Series, que constituyen la repeticin de libretos, y cuyos argumentos estaran estructurando mitos (fbulas: cuentos) existenciales a lo largo de nuestras vidas.

Qu da lugar a esta supuesta realidad psquica que nos constituye en una serie de historias de vida? Cmo se estructuran en su denominado origen estas series de experiencias mentales gravadas en nuestra mente? Y, qu lugar ocupa la fuerza de la energa denominada inercia neuronal (como fundamento terico que aparece en 1895 y que sustenta la interpretacin del concepto de pulsin de muerte de 1920) en estos entramados que organizan ficciones pictogrficas en los espacios de la mente del sujeto?

En el psicoanlisis la actividad simblica es un fenmeno limtrofe entre el deseo y la cultura, que es en s mismo una frontera entre las pulsiones y sus representantes delegados o afectivos. Este es el lmite entre la represin primaria que afecta a los primeros testigos de nuestras pulsiones y la represin secundaria, que es propiamente hablando aquella que ocurre despus del hecho y que solamente permite ramificaciones derivativas, seales

sustitutivas indefinidas o seales de signos por aparecer. Esta posicin del signo psicoanaltico en los lmites entre un conflicto de pulsiones y una interaccin de significantes indica que el psicoanlisis debe desarrollar un lenguaje mezclado, el cual conecta al vocabulario de la dinmica o la energtica incluso incluso podramos hablar de una hidrulica de las pulsiones con aqul de una exgesis intertextual. Y muchos trminos psicoanalticos llevan la marca de este doble origen. La interpretacin de los sueos, por ejemplo, introduce el concepto de censura, que expresa la accin represiva de una fuerza en el nivel de la produccin de un texto, si bien un texto que primero se revela como borrado o desfigurado. En forma similar, podramos sealar esos procedimientos diversos que Freud coloc bajo el ttulo genrico del trabajo de sueo. Como trabajo, estos procedimientos operan mecnicamente en forma de desplazamientos, condensacin, descomposicin, etc., procedimientos que Freud resume con el encabezado general de Enstellung, que ha sido traducido como distorsin o deformacin. Sin embargo, al mismo tiempo, esta interaccin de fuerzas puede ser leda en el texto de la narracin del sueo entendida como una especie de palimpsesto, adivinanza o jeroglfico. El psicoanlisis debe, por lo tanto asumir el estatus epistemolgico mezclado que estos conceptos hbridos le imponen, en la medida en que estos profundos conflictos se resisten a cualquier reduccin a procesos lingsticos y, sin embargo, no pueden ser interpretados en ningn otro lugar fuera del sueo o del texto simblico. Tal conceptualizacin mezclada no revela una falla en la conceptualizacin del psicoanlisis, sino que, por el contrario, revela el conocimiento exacto del lugar donde ocurre su discurso: en el entretejido de fuerza y sentido, pulsin y discurso, energtica y semntica.1

Estas y muchas cuestiones ms se irn entretejiendo a lo largo de los entramados que constiutuyan y articulen sta investigacin.1 P.Ricoeur (1995), Teora de la interpretacin. p 71.

La historia que hemos escrito a lo largo de nuestras vidas, y cuyo origen por fortuna est perdido, aparece en una de mis lecturas, como narrativa de una serie de encadenamientos inconscientes que estn por descifrarse y resignificarse en un intento constante de refiguracin simbolizante. Se trata de encadenamientos que no terminan de conformar series inimaginables de enjambres de smbolos. Tarea que se prosigue mientras se tenga que vivir en paradjica sujecin y bsqueda de aseguracin. La existencia humana, parece organizarse en forma de tejidos y espacios, o mejor dicho en forma de nudos sobre un vaco ignoto. El ejercicio imaginario y simblico del ser humano, nos evoca la tarea del arcnido, que teje su telaraa, con la gran diferencia de que el humano, a diferencia de la araa, suele terminar enredado en su propio entramado, quiz en parte por por la tendencia a absolutizarlo a hacerlo real y definitivo.

En este escrito, tratar de aproximarme a femenino concepto de muerte, (la Parca), a travs de una serie de elementos tericos que considero guardan una profunda relacin significante con la constitucin psquica, que organiza al sujeto. Segn Spengler: es el terror a la muerte el origen de las lucubraciones metafsicas, pues estas surgen, antes que nada, porque el hombre es consciente de su ser mortal. 2

Considero que: el asunto de la muerte, de la angustia de muerte, de la pulsin de muerte, y de la temporalidad, son algunos de los conceptos que guardan una estrecha relacin con otro con otros como: el desvalimiento originario o indefensin originaria, denominado apremio de la vida, representado desde la mitologa Griega2

(La decadencia de Occidente, tomo I, p 220)

como

Anank,

necesidad

imperiosa,

motivo

de

todos

nuestros

avatares

y

condicionamientos morales, segn S. Freud. (Proyecto para Neurlogos 1895).

El tema de la muerte, del sentido de la vida, de la angustia ante la soledad, del paso del tiempo, de lo efmero y contingente del existir, de la felicidad transitoria; del destino... problemas filosficos [y pscoanalticos, aadira yo], unidos al hombre concreto, a ese hombre que habita en la realidad y en la ficcin, son algunos de los elementos de anlisis a escudriar, desde el intento de un anlisis, cada vez ms escrutador y profundo.3

Frente a la muerte, la libido cambia de sentido y recibe el nombre mtico de Eros; y el principio de realidad, diametralmente opuesto al principio del placer, despliega frente a la muerte a la pareja Eros-Tnatos toda una jerarqua de sentido que nosotros abarcamos con el nombre igualmente mtico de Anank. La realidad se llama entonces Anank. Despus de la pulsin de muerte, la nocin de realidad se carga con un sentido que la sita al nivel de las grandes fuerzas cuasi mticas que se reparten el imperio del mundo. Esta transfiguracin estar simbolizada en el trmino de Anank, que recuerda a la vez el destino de la tragedia griega, la naturaleza de la filosofa del Renacimiento y de Spinoza, y el eterno retorno de Nietzsche. Dicho con brevedad: lo que al principio no era sino un principio de regulacin psquica se convertir en cifra de una sabidura posible. 4

3

J.A.Rosado ( (2000) En busca de lo absoluto, p 50), P.Ricoeur (1970), Una interpretacin de la cultura.p225.

4

EL PRINCIPIO DE INERCIA Y SU RELACIN CON LA PULSION DE MUERTE

Desde el proyecto Freud, elabora un profundo y minucioso anlisis sobre el problema del dolor originario, como de los esfuerzos que tiene que realizar es aparato psquico para tratar de organizar por la va de la investidura, una determinada homeostasis relativa, un cierto nivel de equilibrio entre fuerzas que operan a nivel intercelular. Diferenciales energticos con los que se las ve el sujeto en busca de un principio de constancia, cuando lo que opera como dolor original, es la ausencia de representaciones originales como asideros seguros frente a una apetencia de satisfaccin total que termina en impotencia, frustracin y utopa.

Tambin aparece el problema de lo traumtico, y su relacin con el apremio de vida o desamparo originario como aspecto constitutivo de todo sujeto. Se trata de una angustia originaria en el individuo, frente a la necesidad (Anank) imperiosa de una ligadura (apetecida como total), frente a la fuerza de un principio de inercia. Aparece tambin ah, una necesidad de algo que regule los distintos gradientes de desequilibrio energtico. Es en ste punto en donde considero subyace la posibilidad de una profunda comprensin clnica del ejercicio psicoanaltico.

La angustia de castracin, como angustia ante una falta constante, como angustia frente a la imposibilidad de llenar de forma absoluta los huecos existenciales, hace patente y presente una angustia de muerte latente y constante, que necesariamente se encuentra en relacin con una ausencia de un referente que nunca ha colmado y auxiliado de forma

absoluta al sujeto necesitado y apetente de un estado de supuesta plenitud, ya que sta se encuentra para siempre perdida. Piedra de toque de toda extranjera. Es en relacin a esto en donde considero que surge, todo anhelo cuyo reverso suele aparecer como sentimiento de nostalgia.

Oscuro es saber adnde se encamina Tukh (el azar) y no es posible ni ensearlo ni aprenderlo por la prctica....Anank... la nica diosa que no tiene altares ni imgenes a que acudir, y es sorda a los sacrificios.

Freud (1895), nos ilustra desde el proyecto, desde un fundamneto neurolgico con el concepto de Anank apremio de la vida como las condiciones por medio de las cuales el sistema neuronal se ve forzado a resignar una originaria tendencia del aparato psquico a retornar a un nivel de cero tensin. Esto, admitiendo un acopio de Qn, para solventar las demandas de la accin especfica. Motivo para el cul requiere mantener lo ms bajo posible dicha tensin. (Ms tarde Freud, se referir a ste anlisis, cuando menciona las relaciones entre principios. Ej Principio de Inercia, Principio de constancia, principio del placer, principio de Nirvana). Dado que todos estos principios como sus funciones primarias se vern impuestos bajo el apremio de la vida.

Tan pronto como la necesidad se mantiene de nuevo, la imagen mnmica de la satisfaccin, desencadenamiento de un movimiento psquico que investir de nuevo la imagen mnmica de esta percepcin, es decir, reconstruir el estado de la primera

satisfaccin; este es el movimiento que llamamos deseo (Wunsch); la reaparicin perceptiva es la realizacin del deseo (Wunscherfullung), y la completa investicin de la percepcin mediante la exitacin de la necesidad es el camino ms corto haca la realizacin del deseo. Nada nos impide suponer un estado primitivo del aparato psquico en el que esta trayectoria se se recorre de modo efectivo, y en el que el deseo se despliega, consecuentemente, en forma alucinatoria.esta primera actividad psquica tiende, pues a una identidad de percepcin, es decir, a repetir lapercepcin ligada con la satisfaccin de la necesidad.ese camino ms corto de la realizacin no est, sin duda, cerrado; pero es el que seguimos en forma figurada, sustitutiva, en todos los registros de la fantasa; sntomas neurticos, sueos nocturnos y diurnos son los testigos de esa supremaca del principio del placer yla prueba de su poderio.el principio de placer representa una funcin efectiva, el principio de realidad expresa la direccin de una tarea ms bien que la descripcin de un funcionamiento habitual. Tarea cuya dificultad no dejar de acentuar el psicoanlisis; el principio del placer es el menos costoso; el principio de realidad exige renunciar al cortocircuito del deseo y la alucinacin. 5

Existe una tendencia general de nuestro aparato psquico que podemos atribuir al principio econmico del ahorro de energas, y parece expresarse en nuestra tenaz adherencia a las fuentes de placer disponibles y en la dificultad de renunciar a ellas. Con la instauracin del principio de realidad queda disociada una modalidad de actividad mental (wurde eine Art Denkbartkeit abgespalten) que permaneca libre de toda confrontacin con la realidad y slo estaba sometida al principio del placer. Tal actividad consiste en producir

5

Freud (1895).

fantasas (Phantasieren), comienza ya en los juego infantiles y, subsecuentemente se prosigue en forma de sueo despierto, ya sin dependencia alguna de los objetos reales.6

El aparato mental funciona de acuerdo a principios energticos que se convierten en escrituracin. Existe una relacin entre energa y la construccin de sta en signos y smbolos, por el paso obligatorio de una necesidad que hace que surgan esta posibilidad. El estado de necesidad, como demanda energtica de aminorar ciertas cargas tensionales de origen endgeno, obligan imperiosamente al aparato, al reclamo de auxilio ajeno, para una cierta nivelacin de ese estado de necesidad denominado Anank. Ah, se construirn y articularan series de entramados complejos de imgenes mnmicas, en donde: tensin, necesidad, apego, deseo, huellas mnmicas, signos, smbolos mnmicos, representaciones de cosa y representaciones de palabra, objetos internos, partes del self, etc, conforman en la obra freudiana un largo recorrido de constitucin.

Lo ms difcil, pero al mismo tiempo fascinante, de todo ste recorrido, es la concepcin de cmo: una energa se transforma en significacin.Cmo la flexin del deseo y el lenguaje se ponen en juego combinatorio. Un paso de la naturaleza instintiva, y su fuerza, devienen en el terreno del sujeto humano, series de significantes inscritos en una pizarra mental, como lugar de archivo. Cmo la fuerza que empuja y pugna, quedar representada, mediante el afecto y la idea. Y ms an, cules sern las ecuaciones y

6

Freud, citado por P.Ricoeur (1970), Una interpretacin de la cultura.pp230.

posibles combinaciones entre la pulsin de muerte, y la pulsin de vida, que darn lugar, a diversas figuraciones y entramados que constituyen las mascaras del sujeto?.

Freud, en Mas all del Principio del Placer (1920), nos dice que: el principio del placer, se deriva del principio de constancia, y el principio del placer, nos hace referencia al trabajo de las pulsiones sexuales, mismas que desde el interior del mismo yo, prevalecen sobre el principio de realidad.

El relevo del principio del placer por el principio de realidad, puede ser rersponsable de una pequea parte y no la ms intensa de las experiencias del displacer; otra fuente de desprendimiento y de displacer, no menos sujeta a la ley, surge de los conflictos y escisiones, producidos en el aparato anmico, mientras el yo recorre su desarrollo haca organizaciones de superior complejidad Freud, (1920).pp10. Sin embargo, cabe recordar, que el principio de constancia (como mantenimiento de cierto nivel energtico), parte en su origen, y segn el proyecto, de un primer Principio de Inercia Neuronal en el que las neuronas buscan vaciarse de la cantidad de excitacin, tendiendo a una ecuacin completa. Este vaciamiento apunta al destino de toda vida de retronar en dicho vaciamiento a un estado anterior y antiguo, inicial, y que lo vivo abandon una vez y al que aspira a regresar por todos los rodeos de la evolucin. Si nos es lcito admitir como experiencia sin excepciones que todo lo vivo muere, regresa a lo inorgnico por razones internas, no podemos decir otra cosa que esto: La meta de toda vida es la muerte; y, retrospectivamente: Lo inanimado estuvo ah antes que lo vivo.. 7

7

Freud (1920). Ms all del principio del placer.pp38.

Freud, supone ciertamente, una tendencia del aparato a una cierta constancia, pero en ella a una , una modificacin del principio de inercia: .

El principio que regula las descargas: la Inercia, la vuelta a un estado anterior, a un cero con respecto a un nivel determinado, es decir, la imposicin de regresiones, de degradaciones. Por lo tanto su eficacia nicamente puede advertirse cuando existe alguna organizacin que deconstituir. Como postula Freud (1923), slo se le advierte en el fragor de Eros; de lo contrario, si falta alguna ensambladura a la cual desarticular, su eficacia no se pone de manifiesto. Como las ensamblauras psquicas son diversas, es posible inferir que la pulsin de muerte se evidencia afectando a cualquiera de ellas. El supery puede covertirse entonces en cultivo puro de la pulsin de muerte, como ocurre en la melancola (Freud, 1923). En cuanto al yo-placer como efecto de la pulsin de muerte puede generar un doble que luego se vuelve ominoso, siniestro (Freud, 1919). El yo-real definitivo puede sufrir un proceso deconstituyente derivado de la desestimacin, y el yo real-primitivo puede perder (o no generar) la discriminacin entre estmulos endgenos y exgenos.8

D.Maldavski (1986). Estructuras Narcisistas. 9 Laplanche y Pontalis (1968). 10 Freud (1900) La interpretacin de los sueos.p 557. 11 R. Castro.(1999). Freud, mentor, trgico y extranjero.

8

El sujeto, para sobrevivir psquicamente, tiene que renunciar a una apetencia, que en cierto origen es tendencia a una liberacin total. Tener que asumir una negatividad, ante una inercia, que se convierte en apetencia, de un retorno a un estado supuesto de plenitud.

El principio de Inercia regula, segn Freud, el tipo de funcionamiento primario del aparato, la circulacin de la energa libre. La tendencia a cero designada con el nombre de , se considera fundamental, siendo los dems principios, nicamente modificaciones de aquella.9

El aparato busca descargar las exitaciones

endgenamente generadas, y es de ste compromiso por el apremio de vida, que resulta la compulsin para el desarrollo biolgico ulterior. El aparato busca de forma natural y biolgicamente detrminada, , mantenerse en lo posible exento de estmulos, y por eso en su primera construccin adopt el esquema del aparato reflejo que le permita descargar enseguida, por vas motrices, una exitacin sensible que le llegaba desde afuera. Pero el apremio de la vida (necesidad, indefensin, desvalimiento), perturba esta simple funcin; a l debe el aparato tambin el envin para su constitucin ultrior. El apremio de vida lo asedia primero en forma de las grandes necesidades corporales. La exitacin impuesta (setzen) por la necesidad ulterior buscar un drenaje en la motilidad que puede designarse como o . El nio hambriento llorar o

patalear inerme. Pero la situacin se mantendr inmutable, pues la exitacin que parte de la necesidad interna no corresponde a una fuerza que golpea de manera momentnea, sino a una que acta continuamente. Slo puede sobrevenir un cambio cuando por algn camino

(en el caso del nio, por cuidado ajeno), se hace la experiencia de la viviencia de satisfaccin que cancela el estmulo interno. 10

Entre el auxilio, la promesa, el adeudo y la cupla, lo que surge como necesario es la medida de lo humano sin paradigma alguno. En la comunidad humana no existe una medida de lo humano. En realidad comunidad es un enigma. Por eso aparece como necesario un tercero, y frente a ste, establecer un criterio de medida, en el lugar del extrao que auxilia. 11

Culpa y adeudo quedaran siempre en referencia irreductible a la alteridad, de ah la escena necesaria con sus espectadores divinos. Toda proposicin, formulacin de teora alguna puede surgir como efecto de la culpa, como intento de pago de un adeudo. 12

Huir del dolor que causa el acicate de la necesidad impuesta al organismo desde lo pusional, implicar un cierto cobro e impuesto y exigido a la vida del ser humano , asunto que implica una serie de transaciones sustitutivas, con las cuales poder sobrevivir adecundose psquicamente. El dolor consiste en la irrupcin de grandes cantidades de energa (provenientes del exterior) haca el sistema de neuronas impasaderas13

El dolor

deja como secuela en el sistema de neuronas impasaderas unas facilitaciones duraderas, como traspasadas por un rayo14. La energa interna tiene que abrirse paso sin ningn

1213 14

R. Castro (1999). Freud, mentor, trgico y extranjero.

Freud El Proyecto(El dolor) (1895) pp351. Freud (1895) El Proyecto(El dolor) pp352.

impedimento en su conduccin, resulta ser el ms imperioso y necesario de todos los procesos. Se trata de un acrecentamiento cuantitativo registrado por el sujeto como ruptura de una cierta homeostasis. El dolor es la sensacin corporal en el registro de lo real de esas magnitudes de energa que marcan sus diferencias a su paso. Sacan al supuesto in-dividuo de su estado de acomodo placentero. Lo arrancan de un cierto equilibrio mantenido como constante. El dolor aparece como la forma en que se expresa la inercia de la fuerza y la direccin de esa Q n endgena que busca abrirse paso desde un principio de desalojo imperioso que apunta al retorno. Arrastra al sujeto como conducido por un caudal que le sobrepasa, ah surge la amenaza de volverse a sentir desvalido, algarete, a merced de una fuerza que no puede contener y lo lleva sin control alguno a los desfiladeros de lo radicalmente Otro, en donde en trminos de Lacan, el orden de la existencia se abre precisamente, en ese lmite en que el ser no tiene posibilidad de moverse. En Trminos de Freud, de sus-traerse. De ah, que el dolor, petri-fique al sujeto. Tal vez podramos incluso decir: (petri-fije), si se me permite la condensacin.

Freud, considera a lo largo de todas sus obras el lugar fundamental que ocupa el dolor fsico y su relacin con el sufrimiento mental.

El dolor fsico en Freud, es el efecto de esa irrupcin violenta de exceso energtico que sobrepasa al yo, lugar que se sita justo en las neuronas de recuerdo que precisamente constituyen al mismo yo, en su constitucin ms inconsciente. El dolor en el cuerpo se inscribe en el sustrato profundo de lo inconsciente y da lugar a series de huellas que cargan los conjuntos de representaciones y que a su vez dan lugar a la organizacin de objetos internos. Lo traumtico, precisa en la incapacidad de control del yo pra desalojar, tramitar

y diferir tanto desbordamiento que produce la desligadura de la pulsin de muerte. (Ms adelante profundizaremos en ste tema).

Las concesiones que articula constantemente el aparato mental que organiza con esas series de representaciones y objetos internos entramados, repetidas veces, aparece como el esfuerzo de ligadura de Eros sobre el desintrncamiento pulsional de Tnatos. Es ah en donde se organizan transacciones sintomticas entre fuerzas pulsionales y escenarios representacionales. Fuerza pulsional que da lugar a series de escrituraciones y rescrituraciones que removern esas fuerzas. Combinaciones entre batallas pulsionales y universos representacionales. Y cmo el movimiento del deseo, articula estas distintas series combinatorias, en la mente inconciente. Tema de constante escudriamiento, que necesariamente implica, ahondar en las relaciones entre el asunto de la muerte y el pensamiento.

La inmortalidad es una concesin de eternidad que la muerte hace a la vida. Pero nosotros sabemos muy bien que no la hace...Porque tanta generosidad le costara la vida. Cioran. . (1940). El ocaso del pensamiento.

Transitar de una apetencia por intentar permanecer en un estado de placer (Nirvana) para moverse a los espacios de la realidad exige al sujeto un cobro de restriccin a su hedonista narcisismo. Dejar las ganancias que implicaba pretender seguir siendo el nio y madurar exige pasar por el cobro doloroso de la frustracin y la angustia de castracin (como falta en el ser). Es en ste sentido, que aceptar en la medida de lo posible la

castracin, implica poder metaforizar el sufrimiento de la falta, simbolizarla, resignificarla y resignar una apetencia de un objeto total para siempre perdido, y ms an, que nunca existi. (Este sera el fondo de todo proceso de integracin e individuacin, que conlleva un proceso simultneo de duelo: como proceso de asimilacin de que todo es transitorio y relativo). Todo asunto real de vida parece esconder en lo interno un asunto simblico de muerte. Confrontar el dolor de la existencia de vida, implica mirar de frente el rostro oculto de la inevitable inercia que nos arrastra haca lo inevitable. La desaparicin de nuestro ser, nuestro amado yo, nuestro con-sentido cuerpo, nuestros recuerdos, nuestro pensamiento, nuestros afectos, nuestros logros, todo aquello que a los sujetos nos ata y nos hace considerarlos nuestros tesoros ms preciados. Considero que enfrentar el dolor de la

desaparicin de la vida, en la vida misma, es prepararse para enfrentar el dolor de una desaparicin final. Enfrentar el dolor y el sufrimiento, libera. Negarlo lo vuelve ms grande, y por si fuera poco, estanca al sujeto y lo mata en vida. (sino, es que lo convierte en una especie de zombie). Ah se expresa tambin la pulsin de muerte, (lugar de la negacin en relacin a la pulsin de muerte).

Des-sujetarse de las ataduras que el Otro, ms mi deseo inconsciente han inscrito en m, implica un proceso de desprendimiento y reconocimiento gradual. El proceso de desujetacin psicoanaltico es un proceso en cierta medida doloroso. Implica el atravesamiento de y (por) una falta constituyente, una y otra vez, creando nuevos y diferentes sentidos, que aunque siempre ficcionantes, permite el movimiento de la cadena significante, y posibilidades nuevas de trasvaloracin.(asunto que considero a la vez conlleva la reintegracin de viejos esquemas como de objetos internos que los constituyen).

La relacin del sujeto y el Otro se escritura sin que l lo sepa desde los significantes mas recnditos y que al mismo tiempo lo signan desde lo mas inconsciente de su propio averno yoico constituido por series de representaciones bien investidas y de forma duradera. Desujetarse en la medida de lo posible, de las representaciones del Otro que conforman al yo, es un proceso doloroso de duelo, de desprendimiento, de desligadura, a favor de la vida, en pro de Eros.

Slo dentro de los lmites muy estrechos, muy estrictos, puede decirse que el tema romntico de Eros transform, de rebote, el principio de realidad.Pero este desfase entre la relativa mistificacin de Eros y la fra consideracin de la realidad merece atencin y reflexin: esta fina discordancia acaso revele la esencia del talante filosfico del freudismo. En efecto, a la vez que Freud acentuaba la lucha contra la ilusin, ltimo reducto del principio del placer, reforzaba as lo que podramos denominar su concepcin cientfica del mundo, cuyo lema podra decir; ms all de la ilusin y el consuelo. 15

Los sujetos humanos, nos pasamos la vida resguardndonos detrs de espejismos e ilusiones imaginarias, que como conjunto de entramados y ficciones figurativas, nos brinden cierta calma, consuelo y esperanza, frente a la dolorosa y contundente realidad de que en cada instante somos sujetos arrojados a la vida, y siempre en direccin a una inesperada muerte. El principio de realidad freudiano, considero, apunta a la aceptacin de nuestra mortalidad, y a salir del apetecido y viscoso anhelo de plenitud, que supone el

15

P.Ricoeur (1970). Freud: Una interpretacin de la cultura pp282.

estacionamiento hedonista narcisista de imaginarse siempre en el placer.Sin embargo, las formas en que estructuramos determinados entramados existenciales, parece permitirnos de alguna o mltiples maneras, trabar ciertos nudos, enlaces, (falsos enlaces) para tratar de mantenernos en cierto equilibrio u homeostasis. Asunto que da lugar al principio de constancia freudiano.

El principio de realidad sobre el del placer, apunta al asunto de la castracin y la ineluctable fuerza del principio de inercia, lugar de anclaje, para el concepto posterior de pulsin de muerte

Los designios del yo se funda-mentan en los signos ocultos gravados en archivos inconscientes. El yo se organiza como conjunto de imgenes de recuerdo (representacionesescrituras), frente a una huida de un estado de propio de toda necesidad imperiosa. Lo pulsional como energa endgena es tensin constante, (fuerza de trabajo), que im-pulsa y exige al sujeto una satisfaccin, (desalojo tensional), como meta, ante indmita demanda energtica. Se trata de un sujeto que se las tiene que ver con constantes procesos dualistas de ligadura y desligadura, (mezcla-desmezcla

/intrincamiento-desintrincamiento), ante una demanda organsmica de regulacin tensional, propia de toda necesidad y todo deseo En ste dualismo se juega la vida-muerte, (y las diversas series de entramados existenciales) durante el espacio- tiempo incierto, que nos quede por vivir...

Goethe, Fausto.

La realidad contiene la muerte. Pero la muerte que la realidad nos reserva no es ya la pulsin de muerte, sino mi morir, la muerte como destino; y es la que da a la realidad su aspecto su aspecto ineluctable, inexorable.A causa de esa muerte-destino, la realidad se llama necesidad y lleva el nombre trgico de Anank 16

En la medida en que el sujeto se va volviendo menos inconsciente de su mortalidad, en esa medida, tambin va cambiando su relacin con el tiempo..Es necesario que el yo se percate de su finitud. Cuando medimos el tiempo de vida y el posible tiempo que nos quede por seguir viviendo, estamos inconscientemente tambin, proyectando nuestra subjetiva relacin inconsciente con el tiempo vivido.. Confrontar nuestra relacin con el paso del tiempo y la forma en que lo concebimos, implica percatarse de nuestra condicin de mortalidad (del trabajo constante de lo transitorio). La mente percibe el desgaste, la inercia, el paso del tiempo. Esto sin lugar a dudas, va resignificando viejas huellas en los espacios de la psque. Ms an, la psique se organiza en funcin de las formas en que han quedado gravadas estas huellas, estos restos mnmicos, vestigios de imgenes que me componen y me hacen relacionarme con otras representaciones que voy adquiriendo al paso del tiempo. Cuando medimos el tiempo, en realidad estamos midiendo la memoria.17 Las formas inconscientes de inscripcin en los espacios de la mente, son inscripciones en funcin de1617

P.Ricoeur (1970). Freud: Una interpretacin de la cultura pp281. O.Chamizo (2004).

una temporalidad subjetivante. Inscripcin por (y/en) el tiempo.(con sus signos y smbolos como funcin testa-mentaria frente a un simultneo trabajo por sepultar criptogramas fantasmticos ficcionantes). (Ms adelante analizaremos con mayor detenimiento, cmo se construye la realidad psquica a partir de una relacin inconsciente y subjetiva con las diversas nociones de temporalidad).

Le hemos dado un gran lugar a la vida, pero no nos hemos percatado del gran lugar que guarda su contraparte, (la muerte), dentro de la vida misma. La falta, en s es una forma mudada y representativa de la muerte en la vida. La vida misma implica experiencias de muerte. (simblicamente, experiencias de muerte-renacimiento). Nuestra relacin con la muerte dentro de la vida parece organizarse desde la subjetividad de cmo hemos percibido la vida misma. Ser para la vida, tambin es ser para la muerte en cada instante. Es la muerte lo que le da lugar a la vida, y es la vida lo que da lugar a la muerte. La muerte en vida , es no darle lugar a la muerte, dentro de sta vida.

Sabe la muerte a tierra,/ la angustia a hiel./ Este morir a gotas me sabe a miel. J.Gorostiza. Muerte sin fin.

Nosotros disociamos inconscientemente todo aquello que tenga que ver con la muerte, con aquello que tenga que ver con el paso del tiempo, con lo que represente dolor, perdida, duelo, resignacin a la desaparicin, etc. Resulta de gran dificultad tratar de escribir, hablar, o inclusive mencionar, a la tn temida muerte.Tema tab por excelencia. Inquieta desde que se nombra, espanta cuando se le encuantra. Porqu no nombrarla sin ms?.

No ser que cuando tratamos de nombrarla, sta fmina escurridiza siempre se nos esconde detrs de su propio misterio ya que ella misma resulta mientras se viva, el mayor de nuestros enigmas. La muerte, aparece sin estar, como esa cosa que nos habita en principio y fn, sin mostrarse ms que como el rostro de un espectro presente en ausencia. Es ese algo que siempre nos anda rondando, cuya presencia invisible, se siente como la vibracin de la angustia, como una certeza de algo inefable, que algn da, o noche, nos desvanecer. El significante: la muerte, encuentra subterfugios para el sujeto, por la va de eso que no se manifiesta ms que como presencia invisible. Porque cuando creemos estar nombrndola, no hacemos sino construir una mejor coartada que an ms nos la oculte. Slo atravesando sus huellas desplazadas__ en metforas, en mitologas y

smbolos__ nos es posible apreciar la feroz herida con que ese muro infranqueable nos marca 18

La de-nominada muerte aparece como un muro que nos signa y designa sin que sepamos hasta donde se levantan sus ladrillos. Ladrillos, que hemos construido y seguimos construyendo, quizs para tratar de poner cierta distancia, que nos haga sentirnos resguardados, ms all de ese oscuro y velado lmite. Ah, en donde uno pretende acercarse a ella para tratar de figurrsela, aparece el lmite del mismo aparato psquico resistindose a aprehenderla y a aprender de ella. Cuando tratamos de denominar algo, estamos tratando simultneamente de conformarmarnos una imagen completa del fenmeno que se nos aparece ante nosotros, y en ste sentido, tambin tratando de dominar ese objeto; sin embargo, es precisamente en ste ejercicio, en donde el intento de apresar algo (voluntad de apoderamiento) con la percepcin, hace que se nos cierre simultneamente el objeto a18

G. Albiac (1996). la muerte (Metforas, mitologas, smbolos) Espaa. Dirigida por: M.Cruz

percibido, dado que el aparato no alcanza ms que a generarse impresiones, (impresiones, con las que se traduce el mundo). Ah en donde el sujeto plantea cierta disertacin a x, problema, ah mismo algo simultanea y paradjicamente se cierra. La mente se reconstruye por la va de ese inverso y paradjico esfuerzo frente a lo radicalmente ajeno y absolutamente insondeable, (lugar que representa infinita alteridad). El sujeto (exsiste), se constituye en funcin de su temor a la des-aparicin. Tal vez en ese lmite mismo es en donde podamos apreciar como se sanja, como se abre el espacio de toda desliga-dura y todo intento de re-signarla. El lugar que nos ocupa el tema de la muerte, tambin incluye el trabajo de lo ominoso, y lo negativo, generado por el efecto de las des-uniones en el ser.

El significante, o la palabra, ser tambin resulta un producto de un esfuerzo del aparato mental-escriturante, por archivar representaciones, (almacenar huellas-residuos) frente a ese lmite insustraible, que se intenta de-nominar una y otra vez, desde que uno accesa al mundo de lo simblico.

. El sentimiento ocenico ilimitado e infinito conferido por la relacin amorosa parece poder conducir al deseo de la muerte. As expresa Fausto:

Goethe .

Tal vez aqu se trate del deseo de preservar hasta los ltimos instantes la imagen de la mujer como amante para evitar encontrarse con la madre arcaica terrorfica a la que la muerte puede despertar: > (1923, pgs 274-5) Esta lucha librada cotidianamente por extender la supremaca del yo sobre el ello, y de eros sobre Tnatos, es la que Freud prosigue incanzablemente en un plano individual y tambin aquella cuyo acceso quera abrir al mayor nmero de hombres posible a travs del psicoanlisis. En la tierra prometida en que Freud intent guiar a sus discpulos y pacientes, el amor debera triunfar sobre la destructividad; el ideal de Freud parece coincidir con el del gran pacifista francs R.Rolland, a quin escribe el 8 de Abril de 1923: y >. Un posterior atemperamiento a limitado la malignidad de los muertos a aquellas categoras a las que no poda menos que atribuirse un particular derecho al rencor----como los asesinados que persiguen a su asesino en forma de espritus malignos----y los que fallecieron en estado de no saciada aoranza---como las novias----: Pero originalmente opina Kleinpaul, todos los muertos eran vampiros, todos tenan rencor a los vivos y procuraban hacerles dao, arrebatarles la vida. Fue el cadver el que por primera vez proporcion el concepto de espritu maligno .Los difuntos amadsimos se mudan en demonios.

Qu movi a los primitivos a atribuir a sus muerto queridos semejante cambio de intenciones?. Porqu los convertan en demonios?. Westermarck,(1906-8), cree poder responder fcilmente a estapregunta. .

Freud nos ilustra cmo de acuerdo a una indagacin psicoanaltica en el caso de los reproches obsesivos que realizan los psiconeurticos: los secretos resortes pulsionales implican un deseo inconsciente, al que no le descontentaba la muerte y la habra producido de haber estado en su poder el hacerlo. Ahora bien tras la muerte de la persona amada el reproche reacciona contra ese deseo inconsciente. Y esa hostilidad escondida en lo inconsciente tras un tierno amor existe en casi todos los casos de ligazn intensa del sentimiento a determinada persona, es el ejemplo clsico, el arquetipo de la ambivalencia de las mociones de sentimiento de los seres humanos. Los individuos llevan en menos o mayor grado esa ambivalencia en su disposicin (constitucional). Esa hostilidad penosamente restringida en lo inconciente como satisfaccin por el caso de muerte tiene entre los primitivos un destino diferente; se defienden de ella desplazndola sobre el objeto de la hostilidad, sobre el muerto. En la vida anmica normal, llamamos proyeccin a este frecuente proceso de defensa. A pesar de esa exitosa defensa de proyeccin el carcter punitorio y arrepentido de esa reaccin de sentimientos se exteriorizar en el hecho de que uno tiene miedo, se impone renuncias y se somete a restricciones, que en parte uno disfraza de medidas protectoras contra el demonio hostil.Por una parte dan expresin al duelo, pero por la otra, dejan traslucir claramente lo que pretenden ocultar: la hostilidad haca el muerto, ahora motivada como una obligada defensa.Ya hemos aprendido a comprender una parte de las prohibiciones del tab como angustia de tentacin. El muerto est inerme, y ello, no puede menos que estimular a satisfacer en l las apetencias hostiles, tentacin

esta que es preciso contrariar mediante la prohibicin. Para el pensar inconciente, tambin el que muri de muerte natural fue asesinado; los deseos malignos lo mataron.Los sentimientos bi-escindidos---segn nuestra hiptesis bien fundada: tiernos y hostiles, haca el ahora difunto quieren imponerse, ambos en la poca de la prdida, como duelo y como satisfaccin. Entre esos dos opuestos no puede menos que estallar el conflicto, y como uno de los miembros de la oposicin, la hostilidad, es---en todo o en su mayor parte----inconsciente, el desenlace del conflicto n o puede consistir en un dbito recproco de ambas intensidades, con asiento conciente del saldo, tal como perdonamos a una persona amada la afrenta que nos infiri. El proceso se tramita ms bien a travs de un particular mecanismo psquico que en psicoanlisis se suele designar proyeccin. La hostilidad de la que uno nada sabe ni quiere saber, es arrojada (werfen) desde la percepcin interna haca el mundo exterior; as se la desase de la persona propia y se la emplaza (zuschieben) en la otra persona. No podemos prescindir de la hostilidad

inconsciente como el motivo de general eficacia y el genuinamente pulsionante. Esa corriente hostil haca los deudos ms prximos y ms queridos, pudo permanecer latente en vida de ellos, o sea, no denunciarse a la conciencia ni de manera directa ni por medio de alguna formacin sistitutiva. La proyeccin de la hostilidad inconciente sobre los demonios, en el tab de los muertos, no es ms que un ejemplo de una serie de procesos a los que debemos atribuir el mximo influjo en la plasmacin de la vida anmica primitiva. La proyeccin de percepciones internas haca afuera es un mecanismo primitivo al que estn sometidas asimismo, por ejemplo, nuestras percepciones sensoriales, y por tanto normalmente han desempeado el papel principal en la configuracin de nuestro mundo exterior. Donde antes se combatan en odio satisfecho y la ternura dolida, hoy queda como

una cicatriz la piedad, que exige (< del muerto no se diga ms que lo bueno>).

Metafricamente, y de acuerdo con P.Auglanier y W.Bion,43 la mente humana, trabaja como un aparato de destruccin y procesamiento, una especie de estmago metabolizador de contenidos, y/o, elementos, partculas a procesar. El trabajo de pensar, compuesto en gran medida por el proceso de elaboracin, implica un ejercicio de transformacin y resignificacin. Un ejercicio de deconstruccin y reconstruccin. De asimilacin y acomodamiento. Procesamiento y almacenamiento de informacin. Procesamiento de representaciones. Deglusin de restos mnmicos. La memoria se constituye por vestigios sedimentados. Impresiones cuya magnitud, ha dejado huella permanante en series de neuronas bien facilitadas, en trminos de Freud. La cuestin en gran medida, radica en analizar, porqu ciertas representaciones (imgenesrecuerdo) , elementos, partes, objetos, significantes, quedan como residuos, restos o vestigios hiperintensos, y otros en cambio pasan como si nada hubiese dejado rastro alguno?. Y de ser as, que conjuntos de transcripciones darn lugar a ciertos entramados existenciales de deseo, apego y amor?. Qu restos mnmicos y que emociones, han quedado como desechos que no se han terminado de procesar, y que emociones no se han terminado de descargar? A lo largo de sta obra a elaborar, trataremos de dar mayor cuestionamiento a estas interrogantes.

43

* Ver la obra de P.Auglanier (La violencia de la interpretacin), Ed. Porrua; y el libro de W.Bion Transformaciones.

Cabe sealar apoyndonos en M.Klein, cmo desde la temprana infancia se organizan ominosos escenarios fantasmticos en los cuales se representan dichas batallas pulsionales. Batallas que denotan el lenguaje inconsciente de esas dos fundamentales fuerzas que pugnan desde lo inconsciente. Fuerzas que devendrn representaciones de pulsiones tiernas y agresivas, y que en la interpretacin de la escuela de las relaciones objetales tempranas pasarn a denominarse objetos internos buenos y malos, mismos que actan de formas concretas dentro de los planos y espacios de la mente. Las batallas que estn detrs de los equilibrios y desequilibrios entre distintos objetos que representan fuerzas pulsionales entre el amor y el odio dentro de la mente del sujeto, sern teln de fondo central de los argumentos que sostienen libretos de angustia existencial y del drama o la tragedia propias de todo conflicto humano. A pesar de su demonologa imaginaria, el mundo Kleiniano es, en el fondo, optimista. Las relaciones objetales son parciales o totales, buenas y/o malas. En lugar de encontrarse slo, tembloroso en el vaco que produce la ausencia del objeto, uno se encuentra lleno de objetos malos, parciales y persecutorios. Me parece que la concepcin kleiniana propone una simbolizacin completa de la pulsin de muerte.No deja lugar a lo no simbolizable, al vaco, a la nada, a la esencia misma de la pulsin de muerte. De esto se percataron sus discpulos prominentes: Bion y Winnicott, al proponer el terror sin nombre y la agona o angustia impensable. Guntrip es, quiz el terico de las relaciones objetales que mejor recoge esta dimensin. Tustin (1981) Green (1986) y Anzieu (1987) estudian ste problema. Lo que ms me llama la atencin es que la mayora de los autores que abordan esta problemtica hayan decidido prescindir del concepto freudiano de pulsin de muerte. Hay, desde luego excepciones, como Green, sin

embargo, salvo algunos franceses, nadie parece recoger el concepto de pulsin de muerte tal como Freud lo plante..44

Klein (haca (1932) comprendi que ste concepto sera un poderoso instrumento para ella. Le resolva su mayor problema. Durante mucho tiempo haba venido presentando pruebas clnicas de que el supery se formaba antes de lo que se pensaba, y era ms severo de lo que se crea; y mientras ms temprano, ms severo. Esto la haba puesto en confrontacin directa con los analistas vieneses, incluida Ana Freud, y el propio Freud se haba inclinado a apoyar a su hija. Esto la colocaba en una posicin difcil: dispona de pruebas clnicas de algo que iba directamente en contra de Freud.Lo que hizo fue recoger el concepto de Freud del instinto de muerte silencioso, y afirmar que no era silencioso. Tena manifestaciones clnicas profundas y muy visibles: las del supery severo como tal. En consecuencia, el supery era manifestacin, en el momento de nacer, de un instinto de muerte que operaba una accin destructiva contra el individuo, como lo haba sostenido el propio Freud (Klein 1933). As descubra una manera de abordar al mismo tiempo dos notables problemas: resolver el enigma del origen temprano del supery, e infundir vida clnica a la esquemtica teora de Freud del instinto de muerte.

Crticas del uso de Klein del concepto de instinto de muerte: Se han hecho enconadas crticas a la aceptacin kleiniana de la manifestacin clnica del instinto de muerte. La franca pero sumaria desautorizacin de la teora kleiniana sobre este punto hecha por Kernberg (1969), con el argumento de que el instinto de muerte era44 M. Kolteniuk (1996).* Ver: Cuadernos de Psicoanlisis Vol XXVI, Coloquio realizado por A.P.M.

clnicamente silencioso, fue refutada por rosenfeld (1971), quin expuso con ilustracin clnica, la manifestacin de una agresividad dirigida haca adentro que despus el denomin narcisismo negativo. No obstante Kernberg repiti su acerba en 1980.