duhalde, santiago - la respuesta de los sindicatos estatales al neoliberalismo

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  • 7/28/2019 DUHALDE, Santiago - La Respuesta de Los Sindicatos Estatales Al Neoliberalismo

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    Trabajo y SociedadIndagaciones sobre el trabajo, la cultura y las prcticas polticas en sociedades segmentadas

    N 13, vol. XII, Primavera 2009, Santiago del Estero, ArgentinaISSN 1514-6871 (Caicyt-Conicet) - www.unse.edu.ar/trabajoysociedad

    La respuesta de los sindicatos estatales al neoliberalismoen Argentina (1989-1995)

    Santiago Duhalde *

    1. IntroduccinEl movimiento obrero argentino logr definitivamente reforzarse durante el gobierno de RalAlfonsn, luego de sufrir intervenciones, persecuciones y desapariciones de miles de trabajadores enlos aos de la ltima dictadura (1976-1983). Por entonces, la mayora del sindicalismo se alineaba enuna tendencia confrontacionista que tuvo como consecuencia la realizacin de trece paros generales

    encabezados por la Confederacin General del Trabajo (CGT), adems de la intransigencia ennegociaciones clave para el sostenimiento de polticas gubernamentales de mediano plazo.

    Pero todo comenz a cambiar cuando a fines de 1989, y a meses de haber asumido el gobiernoCarlos Menem, esta tendencia sindical, liderada por el cervecero Sal Ubaldini, qued relegada comoposicionamiento hegemnico al interior del movimiento obrero. Esto sucedi al fracturarse la CGT yal volcarse una gran parte de los gremios a una tendencia participacionista, afn al nuevo gobiernojusticialista. Pero ste ltimo, lejos de profundizar el modelo impulsado por Pern desde la dcada delcuarenta, produjo un giro de cientochenta grados al levantar la bandera del neoliberalismo, luego depactar con los sectores dominantes de la Argentina y acordar con los principales ejes del Consenso deWashington.

    Esta radical decisin desconcert, sin dudas, por lo menos durante los primeros meses, a lamayora del sindicalismo argentino, y al poco tiempo se pudo divisar una profunda divisin en suinterior. Un grupo heterogneo de sindicatos grandes, junto con varios gremios de servicios, sesumaron al giro neoliberal del menemismo, priorizando el resguardo de sus propios intereses yasumiendo muchas veces como propia la idea de la inevitabilidad del nuevo rumbo econmicodespus de la cada del bloque sovitico y el fin de las ideologas. Otros sindicatos, en cambio, detendencia confrontacionista y combativa, histricamente asociados a prcticas sindicales crticas,optaron por la resistencia. Estos fueron los ms afectados en ese momento, especialmente por la puestaen prctica del conjunto de polticas de corte liberal que, entre otras consecuencias, transformaronintensamente la fisonoma del Estado argentino y reformaron profundamente el sistema de relacioneslaborales. Estos eran, principalmente, los sindicatos que nucleaban a trabajadores estatales (de laadministracin pblica, de la educacin, del sistema judicial). Estas organizaciones, primeramentealineadas al ubaldinismo y luego unidas en un frente alternativo de lucha, fueron lideradas desde el

    comienzo por la Asociacin Trabajadores del Estado (ATE), cuya conduccin se haba hecho delsindicato en las elecciones internas de 1984. En ese momento, la lista verde, liderada por Vctor DeGennaro y Germn Abdala, logr derrotar a la lista encabezada por Juan Horvath aquella que habacolaborado con el gobierno militar e imponer una lnea de accin completamente diferente a lasostenida por la anterior conduccin. La democratizacin, la lucha, la transformacin social, entre

    * Licenciado en Ciencias de la Comunicacin (Universidad de Buenos Aires). Doctorando en Ciencias Sociales(UBA) y en Historia (Universit Paris 8, Francia), en rgimen de co-tutela. Becario doctoral del ConsejoNacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas (CONICET), con sede en el Instituto de Investigaciones GinoGermani (UBA). Docente de Grado (UBA). Sus principales reas de inters son la sociologa del trabajo y delsindicalismo, y la sociologa poltica. Entre sus publicaciones recientes se destacan los artculos de libroTeledisponibilidad: innovacin del control laboral (Editorial Poder y Trabajo, 2007) y Presupuestos y

    divergencias en el debate Miliband-Poulantzas (Editorial Teseo, 2008). Direccin electrnica:[email protected]

    mailto:[email protected]:[email protected]
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    otros principios, comenzaron a ubicarse en un lugar firme como elementos-gua de su accin, ademsde convertirse en preceptos de estas otras agrupaciones sindicales con las que ATE comenz a trabajara partir de 1989 (Martuccelli y Svampa, 1997; Fernndez, 2002; Senn Gonzlez y Bosoer, 1999). Deesta manera, durante la primera presidencia de Menem, y encabezado por ATE, comienza aconsolidarse un nuevo modelo sindical de resistencia; modelo que se presenta como el mejorcontraejemplo para poner en tela de juicio aquellas tesis generales que slo ven en los noventa laexistencia de un sindicalismo en crisis, dejando de lado las ricas expresiones de vigor y potencia deuna parte importante del movimiento obrero argentino.

    Para desarrollar ampliamente este esbozo y su contexto, primero partiremos de sealar lasprincipales caractersticas de lo que fue la reforma del Estado y la reforma laboral como parte delnuevo modelo de transformaciones estructurales llevado a cabo por el gobierno de Menem entre 1989y 1995. Luego sealaremos las principales consecuencias de estos cambios en los trabajadores,haciendo especial hincapi en los empleados estatales. Rpidamente presentaremos un mapa de lasgrandes tendencias del movimiento sindical argentino y el posicionamiento, en estas lneas de accin,de los principales nucleamientos gremiales de la primera mitad de la dcada del noventa, sealandoadems la ubicacin de los sindicatos estatales, y en particular de ATE. Luego pasaremos a detallar lascaractersticas del nuevo modelo sindical inaugurado por la Asociacin Trabajadores del Estado, y su

    diferencia con el modelo tradicional de sindicalismo. Por ltimo, cerraremos con un conjunto depreguntas que se interrogan sobre la prctica actual de este sindicalismo crtico en la etapa post-convertibilidad.

    2. Reformas estructuralesAl asumir el gobierno en 1989, Menem comenz la puesta en prctica de un conjunto de polticas quesignificaron un cambio enorme para la Argentina, tanto a nivel econmico, como poltico y social. Elmecanismo propicio para estos cambios fue la reforma legislativa, tanto a travs de leyes como dedecretos del Poder Ejecutivo. Sin duda, esta ofensiva fue la continuacin y la consolidacin depolticas de gobierno que en la Argentina comenzaron a implementarse a partir de la ltima dictaduramilitar. Estas reformas fueron de corte netamente liberal y tuvieron como objetivo general terminardefinitivamente con el modelo nacional-distribucionista instaurado en el pas desde la dcada del

    cuarenta (Matsushita, 1999).De todo este proceso de transformaciones estructurales, a los fines de este trabajo,enfocaremos exclusivamente las reformas legislativas que afectaron profundamente la estructura delEstado y el sistema de relaciones laborales, dejando de lado las modificaciones de ndole estrictamenteeconmicas.

    2.1- Reforma del EstadoPara la concepcin neoliberal que vena imponindose desde la ltima dictadura militar, y quecontinu durante el gobierno de Alfonsn, el Estado deba ser reducido a sus funciones esenciales(seguridad, justicia, defensa, relaciones exteriores y administracin). De esta manera, deba producirseen la Argentina una reforma del Estado que, por un lado, liberase sectores de la economa, hastaentonces en manos del Estado, para beneficio de los privados (salud, educacin, industria,

    telecomunicaciones), posibilitando de esa manera una mejor y ms justa distribucin de los recursos,de acuerdo con el esfuerzo y el riesgo individual. Y, por otro lado, deba producirse una reduccin delgasto pblico, teniendo en cuenta la enorme deuda externa del pas; ajuste demandado por acreedoresque presionaban fuertemente para el pago de la misma. El dficit fiscal del Estado argentino,acrecentado enormemente a partir de fines de la dcada del setenta, deba dar lugar a una reduccin delgasto pblico para, de esa manera, transferir al exterior en concepto de pago de la deuda externa eldinero acumulado. Para esto el Estado deba achicarse y racionalizarse. Con este propsito sellevaron a cabo dos grandes medidas, una fue la privatizacin de la gran mayora del activo pblico,consistente principalmente en empresas del Estado, y la otra fue el achicamiento de la administracinpblica nacional, hasta ese momento considerada elefantisica, deficitaria y corrupta (Campione,1995).

    Es as como a los pocos meses de haber asumido la Presidencia de la Nacin, Menem envi alCongreso Nacional dos proyectos de ley que, al ser aprobados entre agosto y septiembre de 1989,

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    abran indefectiblemente el camino a la reforma del Estado.1 El primero es el proyecto que luego seconocer como Ley de Reforma del Estado 23.696. Esta ley dispone todo lo necesario para comenzarel proceso de privatizacin de los activos pblicos, que implic, por parte del gobierno, una instanciaprevia de saneamiento de estas empresas estatales antes de su transferencia al sector privado,producindose como consecuencia una importante reduccin del personal estatal. As, entre los aos1991 y 1993 los programas de retiro voluntario suprimieron de las empresas de servicios pblicos86.274 puestos de trabajo. (Diana Menndez, 2007: 61). A esto hay que sumarle las medidas dereduccin de personal una vez transferidos los activos implementadas por parte de las empresasprivadas, de carcter aun ms radical, al basarse, ahora s, en exclusivos criterios de rentabilidadeconmica. Si consideramos el periodo que va entre 1985 y 1998, y observamos los volmenesabsolutos de empleo de las empresas de servicios pblicos, vemos que las prdidas son aun mayores.En efecto, en 1985 contaban con una planta de 243.354 trabajadores (2,33 puntos de la PEA), mientrasque para 1998, finalizado el proceso privatizador, las empresas prestatarias de estos serviciosocupaban 75.770 trabajadores (0,1 de la PEA). (Diana Menndez, 2007: 61).

    Esta norma, a su vez, tambin expresa la necesidad de racionalizar la gestin pblica. Peroser la Ley de Emergencia Econmica 23.697 la que servir de base para el inicio de lareestructuracin de los organismos de administracin pblica, en la bsqueda de la modernizacin del

    Estado. Para esto se estableci el congelamiento de las estructuras estatales existentes y la reubicacindel personal an empleado. Adems, y por razones de servicio, se dio de baja a los trabajadores delas dos mximas categoras del escalafn que no estuvieran concursados.

    Al ao siguiente, en 1990, se sancion el decreto 2.476 que profundiz esta reestructuracinde la administracin pblica, disponiendo la reduccin de un importante porcentaje de la planta depersonal del Estado nacional y promoviendo la implementacin de mecanismos de concurso ycapacitacin de los trabajadores que permanecan an en el Estado. Pero el decreto que ms incidenciatuvo en el empleo pblico fue el 435 de 1990, denominado Decreto de Reordenamiento del Estado.Por medio de esta norma se fijaron salarios mnimos y mximos para la administracin pblica; seprohibi el pago de horas extras; se jubil a todo empleado que, por los aos de aportes, estuviera encondiciones de hacerlo, y se dej en disponibilidad a aquellos a los que slo les faltara dos aos parallegar a esta condicin; tambin se estableci la imposibilidad de mantener ms de un cargo y se

    congelaron las vacantes de personal; se elimin una enorme cantidad de secretaras de distintosministerios; y, por ltimo, se promovi la capacitacin del personal que voluntariamente quisieraretirarse al sector privado (Diana Menndez, 2007; Recalde, 2003).

    Hasta aqu en lo que respecta al proceso de reforma del Estado en sus dos variantesprincipales: la privatizacin de una gran cantidad de empresas pblicas, y la reestructuracin y ajustede los organismos de administracin nacionales.

    2.2- Reforma laboralSi el objetivo de la reforma del Estado, como lo acabamos de mencionar, ha sido la reduccin deldficit fiscal bajo presin de los acreedores externos, el objetivo principal de la reforma laboral fuela reduccin de lo que se dio en llamar el costo argentino. Con esto nos referimos al costo fijo de lamano de obra en Argentina. El gobierno busc, por medio de la reforma legislativa en materia laboral,

    hacer de la fuerza de trabajo un capital realmente variable y adaptable a la demanda del empleador.De esta manera se razon la reduccin del gasto en mano de obra redundara en un incremento de lainversin y, consecuentemente, en un aumento de empleo. El resultado real fue completamente locontrario (Recalde, 2003).

    Si bien no fueron leyes estrictamente laborales, la Ley de Reforma del Estado y la Ley deEmergencia Econmica significaron cambios en la estabilidad y la remuneracin de los trabajadoresestatales. La primera norma introdujo el denominado Programa de Propiedad Participada que permitea los trabajadores estatales hacerse de hasta un 10% del paquete accionario de la empresa a privatizar, y adems autoriz al Poder Ejecutivo a establecer un Plan de Emergencia del Empleo. La otra ley

    1 No olvidemos que durante el gobierno de Alfonsn, a partir de 1986, se intent llevar a cabo un proceso de

    privatizacin de una parte del activo pblico, que fue resistido en el Congreso Nacional por legisladoresjusticialistas. Adems, ya en esos aos se produce una reduccin de personal estatal a travs de mecanismos deretiro voluntario.

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    estableci la prohibicin de contratacin de personal estatal por un tiempo determinado; facult alPEN a disponer medidas que promovieran la eficiencia y la productividad en el sector pblico; ymodific la poltica salarial e indemnizatoria (Senn Gonzlez y Bosoer, 1999).

    Para comenzar con la resea de las reformas de tipo estrictamente laboral, primeramentedebemos hacer mencin a la sancin de los decretos 1.477 y 1.478 de 1989, donde el PEN, con laexcusa de necesidad y urgencia, procedi a reformar el artculo 105 de la Ley de Contrato de Trabajo.Estos decretos habilitaban [] a todos los empleadores a abonar hasta un 20% de las remuneracionesen especie, sin que este porcentaje se considerase como remuneracin, o sea exento del pago deaportes y contribuciones al Fisco, a las obras sociales y a los sindicatos. (Recalde, 2003: 46). Al aosiguiente, y nada menos que el 17 de octubre, Menem sancion y difundi el decreto 2.184 quereglamenta el ejercicio del derecho a huelga para los empleados estatales. La norma tena comoobjetivo limitar las acciones de fuerza de los empleados pblicos, especialmente en aquellas empresasdel Estado prontas a privatizarse (Matsushita, 1999).

    En abril de 1991 se sancion la Ley de Convertibilidad que, al fijar la paridad entre el dlar yel peso y aplicar el principio de desindexacin, influa directamente en el salario de los trabajadores.Para esclarecer la implicancia que en el mundo laboral tena esta ley, el PEN sancion el decreto1.334, en julio de 1991, donde se estableca la imposibilidad de homologar convenios colectivos que

    resguardaran la clusula de indexacin, y donde se implementaba el mecanismo por el cual losincrementos salariales slo se haran efectivos a partir de un aumento real de la productividad. Otrodecreto, que minaba aun ms el derecho colectivo y la fuerza de los trabajadores, fue el 2.284 deoctubre de 1991. En l se permita y se estimulaba la firma de convenios colectivos por empresa,resquebrajando de esta manera el alcance de la Ley de Contrato de Trabajo. Este decreto sostena losiguiente: Las partes signatarias de los convenios colectivos de trabajo, en ejercicio de su autonomacolectiva, podrn elegir el nivel de negociacin que consideren conveniente. (Recalde, 2003: 55).

    Pero el principal suceso legislativo en materia laboral fue la sancin de la Ley Nacional deEmpleo 24.013 en noviembre de 1991. Con esta ley, por medio de la contratacin temporaria y lareduccin de las cargas sociales, el gobierno buscaba mayor inversin y empleo. Sin embargo, en loshechos, el resultado evidente fue la profundizacin de la inestabilidad laboral. La norma incorpornuevas modalidades de contratacin por tiempo determinado, luego denominados contratos basura;

    tambin introdujo el contrato laboral para menores de 24 aos. A los pocos das fue sancionada la Leyde Accidentes de Trabajo 24.028, aquella que fij un tope en el monto de indemnizaciones, reduciendoel mismo a la mitad de lo contemplado hasta entonces, facilitando de esta manera la rescisin decontratos y relaciones laborales (Matsushita, 1999; Recalde, 2003). Para completar la ofensivaflexibilizadora, al ao siguiente, en 1992, se sancion el decreto 340 sobre Sistema de Pasantas; steestableca que la relacin entre pasante y empleador no crea ningn vnculo jurdico (Senn Gonzlezy Bosoer, 1999).

    Mientras tanto sucedieron diversos intentos de sancin de proyectos de reforma del rgimenprevisional y del sistema de las obras sociales sindicales, adems del proyecto de Ley de FlexibilidadLaboral presentado por el PEN al Congreso Nacional en 1993. La reforma del rgimen previsional sellev a cabo definitivamente por medio de la sancin de la ley 24.241 aquella que estableci unsistema de capitalizacin individual gestionado por administradoras de fondos de jubilacin y pensin

    privadas (AFJP) mientras que la reforma de las obras sociales y el proyecto de flexibilizacin laboralfueron postergados (Senn Gonzlez y Bosoer, 1999).

    Por ltimo, en 1995 se sancion la Ley PyME 24.465. Esta norma procuraba flexibilizar lasrelaciones laborales y las condiciones de trabajo con el fin de fomentar el empleo por parte de laspequeas y medianas empresas, en el marco de la lucha contra el desempleo. Esta ley termin con elprincipio de ultraactividad de los convenios colectivos de trabajo en las empresas con menos de 40empleados, lo que implicaba la prdida, llegado el vencimiento del convenio, de todos los derechosadquiridos hasta entonces por los trabajadores, quienes, de esta manera, deban comenzar la futuranegociacin desde cero, prescindiendo de los derechos adquiridos a travs de los aos. Esta leytambin elimin el derecho a indemnizacin por despido; redujo el derecho al preaviso; y suprimi elderecho a la integracin del mes de despido (Recalde, 2003).

    3. Consecuencias en los trabajadores estatales

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    Este conjunto de transformaciones, tanto la reforma del Estado como el conjunto de reformas laboralesque acabamos de sealar, produjo un impacto muy grande en la totalidad de los trabajadores, peroespecialmente en los empleados estatales, doblemente afectados por su particular carcter detrabajadores cuyo empleador es, nada ms ni nada menos, que el Estado.

    La principal consecuencia fue la disminucin del empleo pblico. sta fue provocada,fundamentalmente, por despidos directos, jubilaciones anticipadas y retiros voluntarios. Sin embargo,y como lo muestra el Cuadro 1, esta disminucin del empleo en el sector pblico fue mucho mayor enel mbito de las empresas estatales donde de 242.094 trabajadores en 1991 se pas a 50.516 en 1995que en el terreno de la administracin nacional, donde en 1991 se empleaba a 534.238 personas y en1995 esta cantidad slo se haba reducido a 467.463. Por otro lado, parte del personal que se vioexcluido a nivel de la administracin nacional, pas a engrosar las administraciones provincialesdebido al traspaso de, entre otros, el sector salud y educacin del mbito nacional al mbito de lasprovincias. En estas administraciones se pas de 1.159.370 trabajadores en 1991 a 1.178.623 en 1995.

    Cuadro 1. Evolucin del empleo pblicoAo 1. Adm. Nacional 2. Adm. Provincial 3. Emp. Pblicas 1+21991 534.238 1.159.370 242.094 1.693.6081992 469.614 1.173.972 150.393 1.643.5861993 442.114 1.162.876 84.870 1.604.9901994 451.155 1.172.219 58.357 1.623.3741995 467.463 1.178.623 50.516 1.646.086Fuente: elaboracin del CLAD. Disponible en: . Extrado de Diana Menndez (2007:81).

    Por otro lado, un mecanismo que explica el fracaso de la poltica gubernamental de reducirconsiderablemente el personal de la administracin pblica nacional, pero que a su vez s sirvi parareducir los costos, fue aquel por el cual gran parte de las personas en relacin de dependencia con loscostos en seguridad social que ello implica que fueron expulsados de la administracin, volvieron alpoco tiempo a ser trabajadores estatales, pero esta vez en carcter de contratados, logrando as el

    Estado una importante reduccin de gastos correspondientes a las cargas sociales. De esta manera,aprovechando la clusula legal que congela las vacantes de planta permanente, se incorporarongrandes cantidades de trabajadores mediante contratos anuales y renovables, similares a los de losprofesionales autnomos privados. Estos trabajadores carecieron o carecen de vnculo laboral y, por lotanto, de beneficios sociales y estabilidad. Adems, en estas condiciones de trabajo, las personas nopueden acceder a su representacin formal por parte de los sindicatos. Todo esto produjo, comoconsecuencia, una precarizacin creciente de los empleados pblicos; el comienzo de un proceso dediferenciacin al interior de estos trabajadores; cierta prdida de solidaridad; y un incremento delindividualismo en los organismos estatales (Diana Menndez, 2007).

    Todo este proceso de precarizacin y de destruccin de fuentes de trabajo trajo comoconsecuencia un incremento formidable de los conflictos encabezados por los trabajadores estatales,tanto nacionales como provinciales y municipales. En estos dos ltimos casos los conflictos tuvieron

    que ver, principalmente, con reclamos por retraso en los pagos y demandas de aumento salarial (SennGonzlez y Bosoer, 1999). Como lo muestra el Cuadro 2, durante toda la primera presidencia deMenem los conflictos en el sector estatal fueron mayora, o sea, superaron el 50% del total de losconflictos laborales excepto en el ao 1992 donde alcanzaron un 49% y hasta llegaron a un 75% deltotal de los mismos en 1995.

    Cuadro 2. Evolucin anual de los conflictos laborales por sectorAo Estatales % Servicios % Industriales % CGT yRegionales % Total1989 440 59 195 26 116 15 0 0 7511990 464 54 221 26 172 20 7 1 8641991 316 53 157 26 116 20 4 1 5931992 139 49 81 29 60 21 1 0 2811993 160 68 54 23 20 9 0 0 234

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    http://www.clad.org.ve/siare/tamano/indice1.htmlhttp://www.clad.org.ve/siare/tamano/indice1.html
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    1994 152 61 41 16 51 20 6 2 2501995 333 75 51 11 54 12 8 2 446Total 2004 800 589 26 3419

    Fuente: Centro de Estudios Unin para la Nueva Mayora. Extrado de Senn Gonzlez y Bosoer (1999: 201).

    A pesar de semejante ofensiva llevada a cabo desde el gobierno contra los trabajadoresestatales, dentro de las organizaciones sindicales del sector pblico hubo reacciones diversas y hastaopuestas. Dos son los principales sindicatos del sector: la Asociacin Trabajadores del Estado (ATE) yla Unin del Personal Civil de la Nacin (UPCN). La respuesta de ambos fue completamentediferente. Mientras la UPCN expres su acuerdo con el gobierno justicialista, y en algunas ocasionesincluso ayud a la implementacin de varias de las medidas que implicaron la reestructuracin delEstado y la reforma del sistema de relaciones laborales, ATE se opuso radicalmente a ambos procesosde reforma, sosteniendo una actitud crtica durante toda la primera presidencia de Menem (DianaMenndez, 2005).

    Pero antes de profundizar en la respuesta de estos dos sindicatos al proceso de reformasneoliberales impulsado por el gobierno justicialista, pasaremos a presentar el mapa de las principalestendencias en el campo sindical de la poca, para luego, de esta manera, poder ubicar a ambas

    estrategias en el conjunto del movimiento sindical argentino y presentar sus particularescaractersticas.

    4. Grandes tendencias en el campo sindical argentinoSiguiendo la diferenciacin que Arturo Fernndez (1997 y 2002) ha realizado de las tendencias alinterior del movimiento obrero argentino, pretendemos aqu presentar el mapa de los cuatroprincipales posicionamientos al interior del campo sindical, y ubicar en esta tipologa a los grandesnucleamientos sindicales durante el primer gobierno de Menem.

    De esta manera, tendramos, por un lado, una tendencia participacionista dentro delsindicalismo argentino. sta est caracterizada por su subordinacin corporativa al Estado y su falta deiniciativa y de proyecto poltico propio. Se presenta como un representante del Estado frente a lostrabajadores, ms que como representante de estos ltimos frente al Estado. Adems, esta tendencia

    presenta aspectos de fuerte cooperacin y trabajo conjunto con el empresariado. Su principal objetivoes defender sus intereses sectoriales, y para esto mantiene relaciones cercanas con los gobiernos deturno, ms all de su color partidario.

    Por otro lado, encontramos la tendencia negociadora, hegemnica durante el periodo en quePern estuvo en el exilio. Liderada por los metalrgicos, tuvo como principal representante a AugustoTimoteo Vandor, lder de la UOM. Su principal estrategia a sido ampliamente conocida como la depegar para negociar. Requiere y busca un Estado fuerte capaz de otorgar beneficios demandados porlos trabajadores. A partir de la ltima dictadura ha corrido poca suerte, y expresa cierta nostalgia porese Estado que ya no est, principalmente debido a la enorme crisis que desde entonces comenz apadecer el modelo nacional-distribucionista. Esta tendencia se caracteriza por poseer proyectospolticos propios que negocia con el gobierno de turno.

    A esta le sigue la tendencia confrontacionista, que es precisamente la que se opuso y atac a la

    lnea del vandorismo negociador. Siempre cumpli un papel ofensivo, ejemplificada de la mejormanera por la experiencia de la CGT de los Argentinos. Ya ms adelante, y como respuesta a laspolticas de la ltima dictadura, esta posicin fue encarnada por la denominada Comisin de los 25 yla lnea ubaldinista.

    Por ltimo, la tendencia combativa y clasista. sta se define por situarse, en general, por fueradel peronismo encarnada por ex peronistas o por grupos de izquierda (maosmo, trotskismo) y por laarticulacin con trabajadores desocupados, del interior de las provincias, pequeos campesinos, ydems movimientos sociales y barriales. Son caractersticas propias de esta tendencia un profundoeticismo y antiimperialismo, un purismo de la accin sindical, y un trabajo directo con las bases.

    Estas cuatro tendencias del movimiento obrero argentino han sido las posiciones a las cualeshan adscrito la totalidad de las organizaciones gremiales a lo largo de las ltimas dcadas. Veamosahora la ubicacin, en esta tipologa, de estos principales nucleamientos sindicales entre 1989 y 1995.

    Al comienzo del primer gobierno de Menem, la gran mayora de los sindicatos se encontrabannucleados en la CGT liderada por el confrontacionista Sal Ubaldini. Esta central obrera unificaba, de

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    esta manera, las primeras tres tendencias que presentamos ms arriba: la participacionista, lanegociadora (liderada por el miguelismo) y la confrontacionista (ubaldinista, y hegemnica en esemomento). Pero esta disposicin de las orientaciones duro poco. En octubre de 1989, y luego de unacalorado Congreso Nacional, la CGT de dividi. Los sectores participacionistas, que apoyaban laspolticas de corte neoliberal que haba comenzado a implementar el gobierno justicialista,constituyeron la CGT-San Martn, liderada por el dirigente mercantil Guerino Andreoni. Por el ladoopositor al gobierno, quedaron nucleados en la CGT-Azopardo las corrientes negociadora yconfrontacionista. En esta ltima se encontraban, entre otros, el sindicato de la alimentacin, el decamioneros, CETERA, ATE, UOM, UTA, cerveceros, martimos, UTPBA, La Fraternidad, judiciales;y en la CGT-San Martn se reunan la FAECYS, gastronmicos, UPCN, el sindicato de la carne,UOCRA, plsticos, telefnicos, textiles, sanidad, ferroviarios, del caucho, y dems organizacionessindicales (Senn Gonzlez y Bosoer, 1999).

    En marzo de 1991 Vctor De Gennaro, secretario general de ATE, rompi con Ubaldini, y enabril, junto con CTERA, la UTA, obreros navales, entre otros, constituyeron una nueva fraccinsindical, que en diciembre de ese ao dar lugar al Congreso de los Trabajadores Argentinos (CTA),nucleamiento sindical crtico frente al entreguismo de los sectores participacionistas y negociadores.Esta fraccin que se separa de la CGT-Azopardo pareci ubicarse entre la tendencia confrontacionista

    y la combativa, ya que en muchos casos rompieron con el peronismo y, ms que realizar algunascrticas a ciertas medidas del gobierno, se opusieron totalmente al modelo econmico-social delmenemismo. As se conform un sindicalismo de corte eminentemente crtico, liderado por losgremios de trabajadores estatales de la administracin y de la educacin (ATE y CETERA) que, comovimos, haban sido y seguiran siendo los sectores ms afectados por el proceso de reformas (SennGonzlez y Bosoer, 1999).

    En septiembre de 1991, habiendo perdido el apoyo de este sector crtico y tambin delmiguelismo negociador, Ubaldini renunci a la CGT-Azopardo. En febrero de 1992 esta central obrerase unific nuevamente, cuyo liderazgo pas a manos de los sectores participacionistas. La nueva CGTser conducida por una Comisin Directiva integrada por Oscar Lescano (Luz y Fuerza), JosRodrguez (Mecnicos), Jos Pedraza (Unin Ferroviaria), Anbal Martnez (Metalrgicos) y RamnBaldassini (Correo). Finalmente Lescano ser el elegido como secretario general. Sin embargo, en

    marzo de 1993, la tendencia negociadora remontar posiciones al interior de la central obrera y NaldoBrunelli, un metalrgico miguelista, lograr ser nombrado nuevo secretario general de la CGT; elobjetivo fue tratar de imprimirle un matiz ms duro a las estrategias cegetistas. Pero la posicinlevemente crtica del lder metalrgico inquiet a los dems sindicatos, que, al presionar, terminaronobteniendo un nuevo recambio en la conduccin. Esta vez, con el propsito de reorientar la CGT yacercase un poco ms al gobierno, la Secretara General pas a manos del petrolero menemistaAntonio Cassia (Senn Gonzlez y Bosoer, 1999).

    Entretanto, y debido principalmente al nuevo giro menemista de la central obrera, un grupo desindicatos se separ de la conduccin cegetista y, sin conformar una central paralela, cre en febrerode 1994 el Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA). ste se encontraba conformadoprincipalmente por la UTA, Camioneros y por los cerveceros de Ubaldini. La tendenciaconfrontacionista logra, de esta manera, recuperar posiciones perdidas desde la entrada en crisis del

    ubaldinismo. Este nucleamiento se present como crtico frente a las polticas implementadas por elgobierno de Menem y contra la conduccin de la CGT. Sin embargo, la gran diferencia con respecto alCTA es que el MTA permaneci en el seno de la vieja central obrera con el propsito de hacerse de suconduccin; pretendi recuperar la CGT y no abandon la posibilidad de una relacin estrecha con unpartido justicialista probablemente renovado en el futuro (Fernndez, 2002; Martuccelli y Svampa,1997; Senn Gonzlez y Bosoer, 1999).

    Como se puede apreciar claramente, y volviendo a la pregunta por las reacciones de lossindicatos de trabajadores del Estado frente a las reformas estructurales encaradas por el gobierno deMenem, dos fueron las principales respuestas del gremio estatal a la ofensiva neoliberal contra elEstado y las relaciones laborales. La Unin del Personal Civil de la Nacin, como sindicatoparticipacionista, se mantuvo siempre ligado y detrs de los pasos que llev a cabo el gobiernojusticialista, y no slo apoyando las medidas, sino tambin ayudando en su implementacin. Aun ms,varias veces esta organizacin fue ms all del posicionamiento de la misma CGT en la que seencontraba nucleada. Por ejemplo, al llevarse a cabo el primer paro de la CGT al gobierno de Menem,

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    en noviembre de 1992, de alto acatamiento, la UPCN junto con la UOCRA realiz un acto paralelocon la presencia del presidente (Senn Gonzlez y Bosoer, 1999).

    Por otro lado encontramos la posicin de la Asociacin Trabajadores del Estado, que desde elcomienzo de la presidencia de Menem permaneci crtica respecto de las polticas que se comenzabana implementar, mantenindose al principio en la lnea confrontacionista ubaldinista y luego de lareunificacin de la CGT, y junto con otros sindicatos estatales, emprendiendo un viraje haciaposicionamientos ms bien combativos, alejndose aun ms del modelo propuesto por el gobierno yposicionndose como smbolo de la resistencia sindical al menemismo. ATE encarn, desde mediadosde los ochenta, un nuevo modelo sindical, con renovadas prcticas, que en muchos aspectos sepresent como opuesto al modelo sindical tradicional, comn a las tendencias participacionista ynegociadora.

    Seguidamente pasaremos a presentar las diversas caractersticas de este nuevo modelo sindicalencarnado por ATE y sus diferencias con respecto al viejo modelo, que hicieron de esta organizacinsindical el ejemplo de la resistencia tanto a las reformas neoliberales impulsadas por el gobierno deMenem como a las estrategias sumisas de la CGT oficialista.

    5. Un nuevo modelo sindical de resistencia

    La puesta en prctica de nuevas acciones sindicales por parte de ATE fue la ejecucin de maniobras deresistencia frente a la implementacin de polticas de gobierno que trajeron como consecuencia unacrecentamiento en la distribucin regresiva de la riqueza y un aumento, hasta entonces insospechado,de la desocupacin. Tambin fueron acciones de resistencia frente al avasallamiento de derechosconquistados por los trabajadores a travs de dcadas de lucha, y contra el desguace del Estado nicoactor capaz de equilibrar las desventajas que acarrea el libre mercado. Pero tambin fue unaresistencia a las polticas entreguistas de la dirigencia cegetista y a una forma de hacer sindicalismoligada a un patrn de acumulacin y a un modelo de relaciones sociales para entonces ya perimido.Frente a este modelo sindical tradicional ATE opuso prcticas diferentes. Veamos cules fueronalgunas de sus principales caractersticas.

    5.1- Democracia

    El viejo modelo sindical se ha caracterizado, en los hechos, por dividir a los sindicatos en dos partes, eimprimir un carcter particular a la relacin entre ambos segmentos. Estos son: una parte superior,correspondiente a la dirigencia gremial, y una parte inferior, correspondiente a los delegados ytrabajadores. La relacin que se establece entre ambos segmentos es una relacin verticalista dedireccin y ejecucin. Ms aun, muchas veces ni siquiera se hace uso de este tipo de relacin demandato, ya que todo lo referente al sindicato es debatido, decidido y ejecutado desde su conduccin,sin necesidad de movilizacin. A esta particular forma de funcionamiento de la mayora delsindicalismo argentino se la ha denominado comnmente como prctica burocrtica, aquella dondelas decisiones y la discusin no salen sino de los consejos directivos centrales y donde no se encuentraningn tipo de rgano colegiado a nivel ejecutivo; caractersticas ambas que empobrecen el debate alinterior de la organizacin; prctica que excluye de la vida sindical a la mayora de los afiliados o losincorpora solamente como carne de can. Frente a este estilo realmente extendido, ATE desarroll, a

    partir de fines de la dcada del ochenta precisamente a partir de la aprobacin de un nuevo estatutoen 1988 un conjunto de mecanismos que tendi a democratizar las relaciones al interior del sindicato:

    En primer lugar, ser el voto directo y secreto de los afiliados el que defina todos los niveles deconduccin. Cada trabajador votar entonces a su Junta de Delegados Interna, el Secretariado de suSeccional, de Provincia y a nivel Nacional. Tambin el voto directo define la nmina de congresalesnacionales y provinciales, e incluso, en caso de pertenecer a una Rama Nacional de Actividades, se votandirectamente las autoridades de dicha Rama. Esta ausencia absoluta de mediaciones entre dirigentes ytrabajadores, garantiza en principio la existencia de una implcita estructura de control de gestin; elconjunto de la dirigencia se articula en base a la organizacin y no, como frecuentemente ocurre en otrosmodelos sindicales, donde la dirigencia a travs de diferentes mediaciones se autocontrola o controlamutuamente.[] Un segundo elemento a tener en cuenta es la descentralizacin y democratizacin del gremio, es laprofunda transformacin de la estructura de nuestra organizacin que contempla el nuevo estatuto. ElSecretario General de cada nivel de conduccin, se integra ahora al nivel superior conformando rganos

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    colegiales. Este mecanismo de colegiatura reformula globalmente el perfil institucional de ATE en unmovimiento horizontal. De este modo los Secretarios Generales de las Juntas Internas formarn parte delConsejo de Seccional, los de las Seccionales de los Consejos Provinciales y estos del Consejo DirectivoNacional que reemplaza al viejo Consejo Directivo Central. La conduccin nacional del gremio quedarintegrada entonces por un Secretariado Ejecutivo de siete miembros ms los veintitrs SecretariosGenerales de cada provincia y el de Capital Federal (ATE, 1991: 5).

    De esta manera ATE busca reemplazar la verticalizacin propia del viejo modelo sindical poruna horizontalizacin del debate en el conjunto de la organizacin.

    5.2- AutonomaComo hemos venido sealando, el modelo sindical tradicional, que nace dependiente del Estado,encuentra en la gran transformacin del modelo de acumulacin que pretende prescindir de esteactor/rbitro una parlisis de su accin poltica. Este viejo modelo, encarnado en su gran mayorapor organizaciones peronistas, encuentra tambin en el giro neoliberal del Partido Justicialista unadesorientacin mayscula. Frente a estos grandes cambios surgidos a partir de mediados de la dcadadel setenta, y profundizados en los noventa, ATE apuesta a la autonoma de las asociacionessindicales:

    Es una evidencia incontrastable que un importante nmero de organizaciones sindicales se hantransformado en un despacho ms, ni siquiera correas de transmisin, de las polticas del Estado antelos trabajadores. [] Si la funcin poltica supone expresar/instalar las demandas sociales en el escenariode las decisiones (el Estado), hoy sta significa (de manera dominante) expresar/instalar las demandas delEstado ante la gente. Un Estado que, luego de 1976, reproduce y ampla los intereses de los sectoresdominantes. Por ende, quebrar la vinculacin estado/sindicato constituye el nico camino capaz derestituir a las organizaciones sindicales su negada capacidad de politizacin social para la construccin deun poder alternativo al de las fracciones dominantes en la Argentina (ATE, 1991: 3).

    Y ms adelante aclara:

    El modelo sindical desarrollado desde ATE no concibe tutoras de ningn tipo. Al igual que la mayoradel movimiento sindical internacional de los ochenta, nuestra propuesta organizativa slo se concibe conindependencia del Estado y de todas aquellas estructuras vinculadas al mismo. Esto supone tambin laindependencia de las prcticas sindicales respecto a los partidos tradicionales, en tanto estos sonapndices de las polticas estatales (ATE, 1991: 4).

    Si bien ATE formul estas expresiones en su estatuto de diciembre de 1988, la puesta enprctica definitiva de estos principios comenz a partir de la ruptura definitiva con el gobiernojusticialista, asegurada por el giro liberal de un gobierno que prometi revolucin productiva ysalariazo pero que, de hecho al pactar con el capital concentrado nacional, con los organismosmultilaterales de crdito y con los principales acreedores externos produjo aun ms pobreza ydesocupacin.

    5.3- Construccin de poderA partir de esta necesidad de desvincularse del Estado y de los partidos polticos, ATE apost a laconstruccin de un poder alternativo propio, por medio de la accin conjunta del total de lostrabajadores y no como concesin de un Estado todopoderoso. Esta ltima estrategia ha sido la delviejo modelo sindical, aquel que espera del Estado un posicionamiento de privilegio en una instanciade poder. En consonancia con esto el sindicato de trabajadores estatales seala lo siguiente:

    Desde ATE concebimos el poder como construccin cotidiana vinculada a las prcticas sociales de lostrabajadores y no como concesin de su graciosa majestad: El aparato estatal y su funcionariado deturno (ATE, 1991: 4).

    Y as tambin pensaba uno de sus mximos dirigentes, Germn Abdala, entonces secretariogeneral de ATE Capital, fallecido en 1993, frente al panorama poltico abierto a partir de 1989:

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    Y bueno, esa es la responsabilidad que tenemos hoy: o tenemos 20 o 30 aos de desierto con anchoas enel bolsillo o construimos en los prximos aos una alternativa para disputarle el poder a estebipartidismo, a este partido nico, del ajuste (Lpez, 1992: 12).

    Tambin deja claro este objetivo un documento de ATE que hace memoria de lo actuado en1993:

    Con esta certeza, en ATE no bajamos los brazos. Seguimos trabajando sobre la prioridad definida hacedos aos en Ro Hondo: construir fuerza propia desde los trabajadores para cambiar las relaciones depoder de la sociedad (ATE, 1994: s/p).

    5.4- PolticaContinuando con el planteo anterior, ATE se aleja de aquellos sindicatos que conciben a este tipo deasociaciones como entes recaudadores, y que ven a los afiliados como clientes. Para ATE, este tipo desindicalismo empresario, hegemnico en la Argentina de los noventa, no va ms all de laspreocupaciones econmicas de la organizacin, dejando de lado aquella parte del accionar sindical quetiene que ver con la puesta en prctica de polticas de transformacin social. Este sindicato insiste conla prioridad de lo poltico sobre lo econmico, y critica el modelo de sindicalismo empresarial por

    dejar de lado intentos de construccin poltica a cambio de beneficios econmicos:

    No tenemos vergenza en asumir al gremio como un todo y no como mero beneficio de inventario.Tampoco tenemos necesidad de ocultar siglas o dirigentes por temor a quedar mal con los funcionarios deturno; no nos preocupa que estos se irriten. Con orgullo es que a ellos les decimos que es cierto quesomos los forajidos que heredamos las banderas de lucha de nuestros mayores; que somos hijos ynietos de esa resistencia peronista que escribi pginas heroicas; que son nuestros los compaerosdesaparecidos; que es verdad que los planteos que hacemos son polticos (ATE-Agrupacin GermnAbdala, 1994: 9).

    En una entrevista a Vctor De Gennaro, y frente a una pregunta sobre la falta de actualizacinen los aos noventa del sindicalismo que l representa, el dirigente responde:

    Yo reivindico toda una historia del sindicalismo, es un principio: que los sindicatos son de lostrabajadores. El sindicato no es de una empresa que tiene que ser competitiva con el Estado para darservicios, como ocurre ahora. Los sindicatos son fundamentalmente los que representan las ansiasreivindicativas de los trabajadores y aportan a la transformacin social. En esto, ms que antiguos, somosfieles. Fieles al mandato de los compaeros (Bramanti, 1993: 2).

    5.5- ticaY frente a este sindicalismo empresarial, que toma al sindicato como un organismo que slo gestionalos ingresos y los beneficios de los trabajadores, un sindicato que ha dejado de plantearse principios yobjetivos fuertes que guen su accin, y contra el pragmatismo cada vez ms notorio por parte de susdirigentes sindicales, ATE se posiciona como un actor con coherencia y con una tica militanteintachable. Ya desde sus principales dirigentes, De Gennaro y Abdala, se pretenda transmitir ciertapureza del accionar poltico del sindicalismo, cierto deber ser desprovisto de vaivenes y negociados.As es recordado Abdala por sus compaeros:

    A cuatro aos de la desaparicin fsica de nuestro querido Turco, su fuerza moral, su visin estratgica ysus firmes convicciones y acciones militantes, mantienen su presencia viva y permanente entre nosotros.[] Con su prctica cotidiana del vivir como se habla, como deca y demostraba siempre, fue abriendocaminos que muchos compaeros fuimos ensanchando en muchos frentes y regiones de nuestra castigadapatria (CTA y ATE, 1997: s/p).

    Tambin, al momento de su muerte, un periodista escribi: Era uno de los ltimos militantesdel 70, en estado puro. (CTA y ATE, s/f: s/p).

    De Gennaro tambin utiliza la famosa frase de Abdala al referirse a las posibilidades de unsindicalismo trasformador: Los argentinos estn; necesitamos dirigentes que para volver a creerlessean capaces de vivir como hablan. (Bramanti, 1993: 3). Queda as expresada la oposicin a los

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    dirigentes sindicales que priorizan el pragmatismo y los intereses sectoriales, proponiendo retornar alas fuentes de una tica militante que, por momentos, hace rememorar la accin de cierto sindicalismoanarquista de comienzos del siglo XX en Argentina.

    5.6- HegemonaPrecisamente, frente a la reivindicacin sectorial propia del modelo sindical tradicional, ATEpretendi construir un frente que movilizara un conjunto de demandas sociales, presentes ms all delos reclamos de algunos trabajadores de ciertas ramas de actividad. Lo que ATE trat de edificar atravs de la construccin del Congreso de los Trabajadores Argentinos (CTA), conjuntamente conotros sindicatos aliados, fue, precisamente, un frente opositor al modelo econmico-social impuestodesde el gobierno; un frente que fuera ms all de oposiciones parciales a polticas sectoriales quepudieran afectar a grupos particulares. La CTA pretendi nuclear no slo a todos los trabajadores queestaban en desacuerdo con las polticas implementadas por el gobierno de Menem, sino tambin a lostrabajadores desocupados, a los jubilados, y a movimientos sociales y barriales descontentos con eldesarrollo del modelo neoliberal:

    Toda estrategia sindical que en su desarrollo reproduzca la fragmentacin presente al interior delmovimiento obrero y de los sectores populares (ocupados vs. desocupados; trabajadores estatales vs.privados; etc.) est condenada al fracaso. Todo planteo sindical que priorice el reivindicacionismo ycorporativice sus prcticas se transforma en funcional para la estrategia de los sectores dominantes. Todapoltica sindical que priorice la legalidad que emana del Poder Estatal terminar desvinculndose delconjunto de los trabajadores. Si en la dcada del 60 estas prcticas tuvieron sentido e incluso adquirieronpredominio al interior del sindicalismo, en la Argentina del 90 carecen de futuro. Centralizar y articularlos diferentes conflictos, cuestionando polticamente el tipo de Estado y el modelo de acumulacin quelos genera, y democratizar a fondo las estructuras sindicales para garantizar la capacidad de dar respuestaen los lugares concretos donde se produce el conflicto, constituyen el desafo de esta etapa (Feletti, 1990:8).

    Para Abdala, la apuesta por la articulacin lleg a ser pensada como la necesidad de construirun Partido de los Trabajadores:

    Hay que construir una nueva alternativa popular. Un nuevo partido o frente que rompa con elbipartidismo. Cmo hacerlo? Con diversos sectores polticos y organizaciones sociales (CTA y ATE,s/f: s/p).

    Para De Gennaro, en momentos en que an estaba dentro de la CGT-Azopardo liderada porUbaldini, el objetivo era construir una unidad de los afectados por el modelo neoliberal:

    La apuesta ms difcil es hacer una CGT que sea capaz, ya no slo de representar a los que trabajan, sinotambin a los subocupados, a los desocupados, a los marginados, a las mujeres, a los jvenes, a losjubilados, a los comerciantes. Es decir, integrarse en la reconstruccin de un movimiento nacional ypopular, que es el que han intentado quebrar una y otra vez desde el golpe de 1955 (Fernndez y Elem,1991: 8).

    Frente a una pregunta sobre las divergencias al interior de la CGT, antes de su divisin a finesde 1989, De Gennaro caracteriz de esta manera a dos lneas:

    Dos modelos sindicales distintos: un modelo que confundi justicia social con beneficencia, que lleghasta participar de la poltica econmica que actualmente est en vigencia, dentro del Ministerio deTrabajo, que es un modo de aceptar las pautas del sistema, las pautas del rgimen, para poner alMovimiento Obrero slo en la discusin de algunas ventajas de cmo mejoramos reivindicativamente, decmo resolvemos el problema de los compaeros que trabajan, convenios colectivos, etc. Y esto esaceptar el slvese quien pueda que plantea el sistema. La otra gran corriente que expresan los 25, elubaldinismo, sectores de la renovacin sindical, etc., es la que defiende que hay una nueva clase detrabajadores en nuestro pas, la clase trabajadora tiene un nuevo rostro, que es el rostro de los compaeros

    jubilados, de los marginados, de los trabajadores estatales cada vez ms deteriorados en su salario, desituaciones cada vez ms difciles econmicamente. Es la que planea una corriente del MovimientoObrero que sea capaz de tener una alternativa no slo reivindicativa, no slo de denuncia, sino de una

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    propuesta poltica de transformacin que va por encima de las diferencias partidarias para ser la expresinde una propuesta poltica nacional y popular, para desarrollar una poltica de salvacin del pas(Pascualino, 1989: 21-22).

    Esta manera de pensar la organizacin sindical fue la base para la construccin de la nuevacentral obrera, paralela a la CGT, en la que desde un comienzo se acept incorporar demandas sociales

    no exclusivamente laborales. La experiencia del CTA, y su liderazgo por parte de ATE, permiti, dehecho, nuclear a un buen nmero de sindicatos estatales y de otros sectores en particular, los msafectados por las polticas implementadas por el gobierno justicialista conjuntamente con losreclamos de los jubilados, de movimientos sociales y barriales, y de la, para entonces, enorme cantidadde desocupados. Una verdadera experiencia de movilizacin y unin para la resistencia.

    6. Algunas preguntas y respuestas pendientesComo en parte adelantramos en la introduccin, en los ltimos aos han comenzado a apareceralgunos trabajos acadmicos sobre sindicalismo donde suponiendo o afirmando una especie de crisiso desarticulacin del movimiento obrero durante el periodo de hegemona neoliberal en la dcada delnoventa se seala un particular resurgimiento o revitalizacin del movimiento sindical argentino apartir del 2001 o del 2003 (vase, entre otros, Etchemendy y Collier, 2007). Frente a esta tesis nospreguntamos por el rol que, dentro de este proceso histrico, cupo y cabe actualmente a la AsociacinTrabajadores del Estado. Como acabamos de ver, ms que una posicin pasiva y carente de vitalidad,ATE impuls en los noventa la conformacin y consolidacin de un nuevo sindicalismocomprometido con un cambio social de corte nacional y popular, llevando a cabo para esto numerosasacciones de todo tipo desde marchas y huelgas, hasta la construccin, junto con otros sindicatos, deuna nueva central obrera. Estas caractersticas de ATE parecen, a primera vista, no llevarse del todobien con aquellas tesis que plantean una situacin de crisis del sindicalismo en los noventa.

    Pero, aun ms, podramos decir que ATE continu, despus del 2001 y particularmente apartir del gobierno de Nstor Kirchner, con esa vitalidad que caracteriz su accionar durante la dcadamenemista? Qu consecuencias tuvo el renacer del ciclo econmico y poltico en la etapa post-convertibilidad para con las estrategias de este sindicato? Si efectivamente hubo cambios en la

    potencia de ATE a partir del 2001, qu incidencia pudieron haber tenido en esta evolucin lastransformaciones polticas encaradas por los nuevos gobiernos? Por otro lado, qu cambios ycontinuidades se pueden encontrar en la dinmica interna del sindicato antes y despus de esta fechaclave? Y qu consecuencias puede haber tenido este desarrollo endgeno en sus estrategias frente alos dems actores polticos y sociales?

    Estas son algunas de las preguntas que merecen cierta reflexin. Por otro lado, puede queayuden a problematizar ciertas tesis generales sobre el movimiento obrero argentino que involucranprcticas y discursos de las organizaciones sindicales de los ltimos 20 aos.

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