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53 Dra. Agustina Acchiardo M.V.: Una Mujer Pionera Por Pablo Poduje S. Actualmente, la Dra. Agustina Acchiardo tiene 97 años, pero sobre todo, una historia única qué contar: junto a su hermana Teresa, fueron las primeras mujeres en estudiar y titularse como médicos veterinarios en nuestro país, y debió enfrentar una serie de obstáculos y desafíos para desempeñarse profesionalmente en una carrera y en un ambiente donde el machismo era la norma. REVISTA LECTVS Entrevista

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Entrevista Revista Lectus, Volumen II-Nº3-03 Enero-Marzo 2012

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Dra. Agustina Acchiardo M.V.:

Una Mujer Pionera Por Pablo Poduje S.

Actualmente, la Dra. Agustina Acchiardo tiene 97 años, pero sobre todo, una historia única qué contar: junto a su hermana Teresa, fueron las primeras mujeres en estudiar y titularse como médicos veterinarios en nuestro país, y debió enfrentar una serie de obstáculos y desafíos para desempeñarse profesionalmente en una carrera y en un ambiente donde el machismo era la norma.

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Soy un convencido que las casualidades no existen. Cuando comenzamos a delinear la pauta de este tercer número de Revista Lectus, la Dra. Agustina Acchiardo apareció como uno de esos personajes que resultaba imprescindible entrevistar. Luego de varios intentos, logramos ponernos en contacto con sus familiares y, luego de algunos ajustes en las fechas, el encuentro se concretó para el jueves 8 de marzo, en que se conmemora el Día Internacional de la Mujer. Tengo la certeza que no hubo mejor fecha para realizar hacer esta entrevista a una mujer pionera, valiente, corajuda y que representa un verdadero ejemplo, en el más amplio sentido de la palabra, no sólo para las estudiantes y profesionales de la Medicina Veterinaria. También para todas las mujeres. Ha sido un privilegio y un honor compartir con la Dra. Agustina Acchiardo. A continuación, ponemos a disposición de nuestros lectores los frutos de dicha conversación.

Una Mujer Salvaje

La Dra. Agustina Acchiardo nació y se crió en el norte, en la Hacienda El Totoral, a 69 kms. al norte de Los Vilos, donde recuerda haber estado familiarizada desde muy temprana edad con los animales. “Éramos muchos hermanos. Yo soy la número 14 de 15 hermanos. Mi padre había estado 10 años en Europa y cuando regresó, decidió adquirir un terreno amplio en el norte. Así que vivimos ahí, entre los animalitos, rodeados de perros y caballos, a los que

montábamos sin riendas, pescados de la tusa, casi como si fuéramos salvajes”, recuerda. Una prolongada sequía de 9 años, en la que murieron miles de cabezas de ganado, llevaron a su padre, Don Godofredo Acchiardo Bertolotti, a perder su hacienda y a trasladarse a Santiago. “Nos sentíamos prácticamente en estado semisalvaje cuando llegamos a Santiago y comenzamos nuestra educación”, agrega.

Ya en la capital, ingresó a estudiar al Liceo Nº 3 que, de acuerdo a la Dra. Acchiardo, era el mejor internado de niñas de la época. Muchas de sus compañeras eran muy capaces. De ellas, dos se hicieron religiosas, muchas tenían talento para haberse dedicado a la pedagogía, pero en esa época no se contaba que una mujer encabezara, lo que define nuestra entrevistada, como una revolución para corregir la enseñanza en el país. No obstante, ella tenía la decisión y la convicción de ingresar a la educación superior para estudiar una carrera que, hasta ese entonces, ninguna mujer se había atrevido a cursar.

Haciendo Escuela

“¿Pero cómo una señorita como Usted va a estudiar Medicina Veterinaria? ¿No prefiere que la inscriba en Agronomía?”. Ese fue el recibimiento que, en la década de 1930, el encargado de admisión en la Universidad de Chile le dio a la Dra. Acchiardo, al momento de inscribirse y también el primero de los muchos obstáculos y

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prejuicios que nuestra entrevistada debió sortear para continuar con su carrera. A pesar de la reticencia del encargado, la Dra. Acchiardo continuó firme con la convicción de estudiar la carrera a la que se sentía llamada.

“En ese tiempo las mujeres no estudiaban en la Universidad. Y yo fui la primera mujer que ingresó a Medicina Veterinaria. Después lo hizo mi hermana gemela, Teresa. Y nos quisieron mucho nuestros compañeros, fueron casi como hermanos nuestros. Verdaderamente. En los 4 cursos que había cuando empecé a estudiar, en total, no habría más de 100 alumnos. Así que nos queríamos todos, como si fuéramos de la misma familia”, señala.

La Dra. Acchiardo hace memoria de sus tiempos de estudiante, de sus profesores, que los define como la flor y nata de la época, de sus compañeros, de las horas dedicadas al estudio en la Quinta Normal, que recuerda con nostalgia, casi como si fuera el jardín de su casa. Imposible no imaginar aquella época como un tiempo feliz para nuestra entrevistada que, de acuerdo a sus palabras, era además, una alumna aventajada, que la llevó a ser ayudante de la cátedra de Anatomía. Todo un honor.

Con la Puerta en las Narices

Si, de acuerdo a las palabras de la Dra. Acchiardo, su experiencia universitaria fue memorable y satisfactoria, su ingreso al mundo laboral fue más bien traumático. “Cuando comenzamos a buscar trabajo con mi hermana, nos daban con la puerta en las narices. Y eso que el profesor de farmacia médica veterinaria nos había dado un certificado a mi hermana y a mí para que ingresáramos a trabajar al Club Hípico, la una; y al Hipódromo, la otra. Pero los caballeros, todo ceremoniosos, nos decían ‘Cómo se les ocurre a unas señoritas venir a trabajar acá. Las señoritas están para casarse, para formar un hogar y tener hijos’. En ninguna de esas instituciones conseguimos trabajo. Y eso que el profesor nos consideraba como seguras para el cargo. Y así nos ocurrió en varias partes”, señala.

Sin duda, la dificultad para encontrar trabajo fue un tema. Pero, una vez que lo obtuvo, los problemas fueron otros y dicen relación con el hecho de que el trabajo de

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una mujer fuera reconocido de igual forma que el de un hombre. Incluso desde el punto de vista de las remuneraciones. Al respecto, la Dra. Acchiardo recuerda claramente: “Yo, siendo mujer, ganaba una miseria. Me da vergüenza decirlo, pero una empleada doméstica ganaba más que yo. Y eso que trabajaba para recibir las muestras de laboratorio, atendía los llamados de larga distancia y me desempeñaba a la par que mis compañeros varones”.

Mientras trabajaba en el laboratorio, se había desatado una epidemia que desencadenó una amplia mortandad de ganado porcino. “Los veterinarios del laboratorio diagnosticaban aftosa maligna. Estuvieron una semana entera diagnosticando lo mismo. Yo trabajaba media jornada. Y un día, cuando llegué,

revisé la muestra y les dije que esa enfermedad se denominaba Hot Cholera y se caracteriza por el hecho de ser similar al cólera, con un puntillado hemorrágico en el hígado. Y mientras el jefe del laboratorio se abotonaba el delantal, decía ‘la Dra. Acchiardo miente’. Así que les pase mi libro, al que yo denominaba ‘la Biblia’ y se dio cuenta que una mujer los había dejado en vergüenza. Al poco tiempo, como premio, me dieron el ‘sobre azul’ por el chasco que les había hecho pasar”, rememora.

Una Mujer, un Amante

Si bien, el mundo laboral había sido bastante hostil con la primera mujer médico veterinario, las cosas en su casa no eran muy diferentes. Claro, en esa época, una mujer debía dedicarse a atender las tareas del hogar y era definitivamente impensado que se dedicara a una carrera profesional. Por esa razón, la Dra. Acchiardo -que a esas alturas ya estaba casada- define su situación familiar y laboral de la siguiente manera: “Yo tuve un amante. Y ese amante fue mi profesión. Tenía que salir a escondidas a hacer consultas a domicilio y a trabajar en la clínica. Pero un día le dije a mi marido ‘Vamos a analizar la situación con inteligencia: tengo mi profesión y puedo dedicarme a ella, en vez de estar lavando ollas en la casa’. ¿Cuál habría sido el objeto de haber estudiado y respondido al esfuerzo de mi padre que se sacrificó para que estudiara, si me habría tenido que quedar trabajando

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de dueña de casa? Mi marido era bastante machista. Costó formarlo. Y eso que él era médico veterinario también”, indica.

De esta manera, la Dra. Acchiardo debió compatibilizar la crianza de sus 7 hijos y de su sobrina –la hija de su hermana Teresa, que falleció prematuramente- con sus responsabilidades profesionales que, por esos días, estaban relacionados con la atención en la Clínica Veterinaria Cruz Azul, que ella fundó y que fue la primera institución dirigida a atender animales menores en Chile. Y también allí debió luchar contra los prejucios. Esta vez, de sus congéneres. Sobre este tema, la Dra. Acchiardo nor relata: “Curiosamente, las mujeres fueron las primeras en reaccionar con prejuicios. Cuando abría las puertas, entraban con su mascota y veían que las iba a atender una mujer se preguntaban por qué no había un doctor. Y yo las enfrentaba y les decía ‘Estamos relacionándonos entre mujeres y usted llega hundiendo a una mujer. ¿Dónde se ha visto que los hombres hagan mejor las cosas que nosotras?’”.

Un Merecido Homenaje

En octubre de 2011 se realizó la celebración del 56º Aniversario del Colegio Médico Veterinario. Tradicionalmente, en dicha ceremonia, la institución realiza un reconocimiento a los profesionales colegiados que cumplen una cierta cantidad de años de servicio. Sin embargo, el año pasado ocurrió un acontecimiento especial: las autoridades del Colegio

realizaron un sentido homenaje a la Dra. Agustina Acchiardo quien, junto a su hermana Teresa, fueron las primeras mujeres que recibieron el título de Médico Veterinario en Chile. Además, nuestra entrevistada fue el segundo profesional en inscribirse en los registros de la institución. “Fue un momento muy emocionante. Se me caían las lágrimas y sentía que, verdaderamente, lloraba por dentro. Porque no tenía palabras para describir cómo me sentía frente a un homenaje tan sonado”, recuerda, con ojos brillosos por la emoción.

Esperamos que estas páginas también representen un homenaje para la Dra. Agustina Acchiardo Marín, esta mujer valiente y luchadora, que jamás permitió hipotecar sus sueños y su vocación frente a ningún obstáculo. Aprovechamos, también, de agradecer a la familia por compartir la historia de esta mujer ejemplar con nosotros y con nuestros lectores.