“Yo creo que todavía no es demasiado tarde para construir
una utopía que nos permita compartir la tierra”.
La mala hora
“Le rogó a Dios que le concediera al menos un instante
para que él no se fuera sin saber cuánto lo había querido
por encima de las dudas de ambos, y sintió un apremio
irresistible de empezar la vida con él otra vez desde el
principio para decirse todo lo que se les quedó sin decir, y
volver a hacer bien cualquier cosa que hubieran hecho mal
en el pasado”.
El amor en los tiempos del cólera.
“Pues bien: todo eso es cierto, pero circunstancial”, dijo,
“porque todo lo he hecho con la sola mira de que este
continente sea un país independiente y único, y en eso no
he tenido ni una contradicción ni una sola duda”. Y
concluyó en caribe puro: “¡Lo demás son pingadas!”.
El General en su laberinto.
“La vida no es la que uno vivió sino la que uno recuerda y
cómo la recuerda para contarla”.
Vivir para contarla.
“El oficio de escritor es tal vez el único que se hace más
difícil a medida que más se practica. La facilidad con que
yo me senté a escribir aquel cuento una tarde no puede
compararse con el trabajo que me cuesta ahora escribir una
página”.
Cómo comencé a escribir, en Yo no vine a decir un discurso, recopilación de discursos del Nobel, 2010.
“El día en que la mierda tenga algún valor los pobres
nacerán sin culo”.
El otoño del patriarca.
“Desde antes de que empezara la matanza política ella
pasaba las lúgubres mañanas de octubre frente a la
ventana de su cuarto, compadeciendo a los muertos y
pensando que si Dios no hubiera descansado el domingo
habría tenido tiempo de terminar el mundo”.
La soledad de América Latina. Discurso de aceptación del Nobel.
“... Se tendieron en la cama, uno al lado del otro, y
compartieron sus rencores, mientras el mundo se apagaba
y solo iba quedando el cositeo del comején en el
artesonado”.
Del amor y otros demonios.
“Pero nunca se sintió bien entre los ricos. Solía pensar en
ellos, en sus mujeres feas y conflictivas, en sus tremendas
operaciones quirúrgicas, y experimentaba siempre un
sentimiento de piedad”. La prodigiosa tarde de Baltazar.
Los Funerales de Mama Grande.
“De pronto notó que se le había derrumbado su belleza, que
llegó a dolerle físicamente como un tumor o como un
cáncer. Todavía recordaba el peso de ese privilegio que llevó
sobre su cuerpo durante la adolescencia y que ahora había
dejado caer (...)”.
Cuento Eva está dentro de su gato.
“La novela es como el matrimonio: se lo puede ir
arreglando todos los días, y el cuento es como el amor: si
no sirvió, no sirvió”.
Gabriel García Márquez, una vida, de Gerald Martin.
“El periodismo es una pasión insaciable que solo puede
digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada
con la realidad”.
El mejor oficio del mundo, discurso ante la asamblea número 52 de la SIP.
“El coronel necesitó setenta y cinco años -los setenta y
cinco años de su vida, minuto a minuto- para llegar a ese
instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el
momento de responder: -Mierda”.
Final de El coronel no tiene quien le escriba.
“Uno no es de ninguna parte mientras no tenga un
muerto bajo la tierra”.
Cien años de soledad.
“Era lo último que iba quedando de un pasado cuyo
aniquilamiento no se consumaba, porque seguía
aniquilándose indefinidamente, consumiéndose dentro de
sí mismo, acabándose a cada minuto, pero sin acabar de
acabarse jamás”.
Cien años de soledad.
“Amaranta (...) creyó que la había picado un alacrán.
-¡Dónde está! -preguntó alarmada.
-¿Qué?.
-¡El animal! -aclaró Amaranta.
Úrsula se puso un dedo en el corazón
-Aquí-dijo”.
Cien años de soledad
El amor es eterno mientras dura.
Sólo vine a hablar por teléfono
Poco a poco fue idealizándola, atribuyéndole virtudes
improbables, sentimientos imaginarios, y al cabo de dos
semanas ya no pensaba más en ella. Así que decidió
mandarle una esquela simple escrita por ambos lados con
su letra de escribano.
El amor en los tiempos del cólera
Se hundió en una amable geografía, en un mundo fácil,
ideal; un mundo como diseñado por un niño, sin
ecuaciones algebraicas, sin despedidas amorosas y sin
fuerzas de gravedad.
La otra costilla del hombre
El primer síntoma de la vejez es que uno empieza a
parecerse a su padre.
Memoria de mis putas tristes
Locamente enamorados al cabo de tantos años de
complicidad estéril, gozaban con el milagro de quererse
tanto en la mesa como en la cama, y llegaron a ser tan
felices, que todavía cuando eran dos ancianos agotados
seguían retozando como conejitos peleándose como perros.
Cien años de soledad
El cuerpo humano no está hecho para los años que uno
podría vivir. Del amor y otros demonios
Volverán –dijo-. La vergüenza tiene mala memoria.
La mala hora
Yo sí creo que Dios existe —dijo el presidente—, pero que no
tiene nada que ver con los seres humanos. Anda en cosas
mucho más grandes.
La mala hora
La palabra mestizaje significa mezclar las lágrimas con
la sangre que corre. ¿Qué se puede esperar de semejante
brebaje?
Buen viaje, señor presidente
En alguna ciudad del mundo, en todas las paredes, tienen
que estar escritas esas palabras: ‘Ojos de perro azul´ -dije-.
Si mañana las recordara, iría a buscarte.
Ojos de perro azul
Las cosas tienen vida propia, todo es cuestión de
despertarle el ánima.
Cien años de soledad
… recordó un viejo adagio español: “que no nos dé Dios lo
que somos capaces de soportar”.
Noticia de un secuestro
Recuerda siempre que lo más importante de un
matrimonio no es la felicidad sino la estabilidad.
El amor en los tiempos del cólera
Un buen escritor puede ganar buen dinero. Sobre todo si
trabaja con el gobierno.
Vivir para contarla
…si yo hubiera sabido que mi hijo iba a ser presidente de
la república lo hubiera mandado a la escuela…
El otoño del patriarca
Me alquilo para soñar. En realidad, era su único oficio.
Me alquilo para soñar
¿Por qué tendría que estar en el limbo? ¿Acaso había
muerto? No. Simplemente fue un cambio de estado, un
tránsito normal de un mundo físico a un mundo más
fácil, descomplicado, en el que habían sido eliminadas
todas las dimensiones.
Eva está dentro de su gato
Preescribir es adquirir una propiedad por el transcurso del
tiempo. Vivir para contarla
El cambio de personalidad es una lucha cotidiana en la
que uno se rebela contra su propia determinación de
cambiar, y quiero seguir siendo uno mismo.
La aventura de Miguel Littin clandestino en Chile
Es inútil que siga rezando. Hasta Dios se va de
vacaciones en agosto.
Diecisiete ingleses envenenados
No hay anuncios de cometas ni eclipses, que yo sepa, ni
tenemos culpas tan grandes como para que Dios se ocupe
de nosotros.
Del amor y otros demonios
Dice que se está muriendo por mí, como si yo fuera un
cólico miserere.
Cien años de soledad
Siempre he dicho que uno envejece más rápido en los
retratos que en la vida real.
Buen viaje, señor presidente
El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto
honrado con la soledad.
Cien años de soledad
Lo único que me duele de morir, es que no sea de amor.
El amor en los tiempos del cólera.
Granada, 18 de abril de 2.014