“CASA PARA TODOS”: NUEVAS FACILIDADES PARA PRÉSTAMOS
HIPOTECARIOS DEL BIESS
Quito, agosto 20/2019
Queridas amigas y amigos, estimadas autoridades, muchas
gracias.
Después de una fiesta, el sabor que queda puede ser amargo o
puede ser dulce. O un poco las dos cosas. A veces, cuando en la
fiesta abundan estímulos como el licor, se desnudan cierto tipo
de personalidades y comportamientos que llamamos: borracho
bueno o borracho malo.
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Algo así pasó en Ecuador. Hicimos fiesta, hubo dinero y de todo:
vacas locas, toros de pueblo, ollas encantadas, palos encebados,
buscapiés, etc. Pero después de la fiesta nos percatamos de que
no solo hubo dinero, sino que además se gastó mucho más de lo
que había, en aproximadamente 70 mil millones de dólares
adicionales.
Y nos enteramos de que mientras sucedía la fiesta, las ollas
encantadas empezaban a romperse, los buscapiés se reventaban
en el bolsillo, etc., producto de una mala planificación, de una
mala ejecución. Y, por último, no solo eso, sino que además se
llevaron las cosas de la casa. Se las guardaron en el bolsillo y se
largaron.
Esa es la sensación que tenemos después de lo que llamaron “la
revolución ciudadana”. Porque ahora llaman revolución a
cualquier pendejada. Después de esa farra, solo nos quedó poner
la casa en orden, responsablemente.
Ahora he preferido no dar un discurso académico, porque quiero
conversar con ustedes.
Imagínense que cada semana el marido llega a la casa con que
debe dos mil millones de dólares más. Que se han encontrado
otra deuda. Que a los proveedores les decían que no hagan
facturas mientras no haya el dinero. Entonces esa deuda no
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constaba. Le debíamos al IESS, al Banco Central, a Petroecuador,
a las petroleras. Le debíamos a todo el mundo. Imagínense
encontrar una situación así. Por eso, a partir de ese momento,
dije a los compañeros: “no quiero seguir más en la política”.
O cambiamos este país y lo dejamos mejor de lo que
encontramos, o no tenemos razón para estar aquí y mejor nos
vamos a la casa. Porque el momento en que se encuentra una
cosa así, dan ganas de salir corriendo. Esa es la sensación que
tenía yo.
Días de insomnio de no saber qué íbamos a hacer para pagar
sueldos, porque nos habían dejado la caja vacía. Pero ellos lo
llamaron, por contraste, la mesa servida. ¡Mentira! ¡Mentirosos!
Además de ladrones, mentirosos. Además de ineficientes,
mentirosos. Además de violar los derechos humanos y la libertad
de expresión de la gente, mentirosos. ¡Nos mintieron! ¡Nos
mintieron!
Desde el primer día de gobierno, cuando conversábamos con mi
esposa, yo dije: ¿qué es lo que más aspira una persona? Me dijo:
lo que más aspira un matrimonio, es terminar la vida con una
casita. Y los que se casan a edad temprana, saben que lo primero
que se le ocurre a la esposa, y a uno mismo, es: cuándo
compramos una casita.
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La situación no está como para poder comprar fácilmente una
casa. Por eso el gobierno debe comportase responsablemente, y
acompañar a una sociedad responsable y corresponsable.
Porque los recursos del Biess no son del gobierno ni la sociedad.
Son recursos de los afiliados, que están a la expectativa de que el
Biess les dé soluciones contundentes, que les ayuden a concretar
sus sueños, sus anhelos, sus esperanzas, sus deseos más sinceros
e íntimos. Y uno de esos es el tener casa. ¿Quién no quiere tener
casa?
Aquí estamos en una urbanización con departamentos de 67 mil
dólares. Y como estos puede haber muchísimos a nivel nacional.
Ya se ha comunicado a los constructores que empiecen los
programas. La verdad es que esa ley mal llamada, malhadada, de
plusvalía, tiró en picada la construcción. Parecería que los sabios
economistas no se daban cuenta de que la construcción —igual
que el turismo en menor dimensión— multiplica la economía.
Cuando hay construcción hay trabajo para muchísima gente,
principalmente no muy calificada: maestros de obra, albañiles,
carpinteros, cerrajeros, ceramistas, vidrieros, madereros.
Además de ingenieros y arquitectos, o empresas constructoras.
Todo se dinamiza. Y ese dinero, por supuesto, se queda en el
país.
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Y cuando ese dinero entra a la economía, multiplica -en un
círculo virtuoso- la totalidad de la economía. Por eso hemos
conversado con el presidente del BIESS, que el dinero que tiene
ahorrado el BIESS lo coloque en manos de los afiliados. No como
dinero, sino convirtiendo en realidad el sueño que muchos
tuvimos desde temprana edad: tener una casita.
Nosotros tenemos un programa que lo llamamos Casa para
Todos. No está dedicado a todos ustedes, porque entiendo que
la mayoría es afiliada al IESS y tiene trabajo. Está dedicado a
aquellos que no tienen trabajo, a aquellos que se encuentran en
total estado de indefensión. Les hemos hecho casas bonitas,
como éstas.
Porque las casas para pobres no tienen que ser feas. Por eso en
Pedernales, en Tonsupa, la gente las compara con el gobierno
pasado: las construcciones anteriores parecían guetos. Con calles
de tierra. No tienen cancha. No tienen parque. Los techos son
muy bajos. Realmente ghettos.
La pregunta es: ¿por qué? ¿Por qué habríamos de dar a las
pobres cosas tan feas, desagradables? Y la gente, cuando voy,
me dice: “por favor, hágannos algo en nuestra urbanización”. Y
por supuesto, estamos ayudándoles a que hagan canchas, a que
pavimenten las calles, y hasta con servicios básicos como agua y
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luz. Porque ni de eso se preocuparon quienes construyeron esas
urbanizaciones.
Urbanizaciones bonitas como esta. Pero habrá casas más
económicas. Por eso hemos establecido un rango de 0 a 130 mil
dólares totalmente financiadas. Es decir, si un departamento
cuesta 67 mil dólares y eres afiliado, rápida, fácilmente, sin
mucho trámite, te damos los 67 mil dólares, a 25 años de plazo y
con una tasa ínfima con relación a las que se cobra en el
mercado: ¡menos del 6%!
Y sobre los 130 mil, te damos también el crédito, ¡no faltaba
más! Todos tienen derecho, pero ahí sí hay que dar una entrada.
Y si solo alcanza para las de 60, 50 ó 40 mil, por ahí se comienza.
Yo recuerdo que el primer departamento que compré tenía 35
metros, y llegué a tener una casa bastante grande en mi período
de empresario. Así se avanza en la vida. Esa es la vida.
En campaña dije que es obligación de los gobiernos no solo
entregar salud, protección, seguridad, educación, sino facilitar a
la gente para que tenga su casa propia.
Ya no hay pretextos para no comprar tu casita. A veces es difícil,
se enferma el guagua, hay que pagar la pensión, hay una
necesidad urgente, es difícil ahorrar la entrada. Y, en más de una
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ocasión, hemos presionado a la gente para que saque ese dinero
en intereses de agiotismo, de chulco. Ya no. Ahora la casa está
financiada con un pago fácil. Y quizá el próximo mes compras el
mobiliario, un nuevo televisor. Y movemos la economía.
De eso se trata el círculo virtuoso que queremos lograr, ahora en
que estamos con problemas de empleo, porque cada año hay
centenares de miles de estudiantes que quieren trabajar. Y el
Estado ya no da más. El gobierno ya no da más. El gobierno
anterior metió en el penúltimo y último año, entre 150 mil y 160
mil personas. En más de una ocasión, tres personas ocupan el
mismo escritorio. Y además, cuando están en el cargo, quieren
hacerse necesarios. Cada uno quiere poner su sello y tener poder
en el trámite que tú necesitas.
Entonces, la alternativa no puede ser otra que el sector privado,
que tú, tú, tengas una idea y saques adelante un
emprendimiento. También estamos dando créditos fáciles, sin
mucha pregunta, para que realices tu sueño. Esa es la forma de
multiplicar los empleos, frenar el desempleo y proyectarnos
definitivamente hacia un futuro mejor.
Tenemos -más o menos- ya las cuentas en orden. Todo está
transparentado.
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Hay que cerrar o vender las empresas ineficientes que solo
producen pérdidas. Hay empresas que tienen 250 millones
acumulados en 4 ó 5 años. ¡250 millones de dólares! Todo hecho
manipuladamente, para conservarse en el cargo y que las cosas
no se cierren. Para que el gobierno tenga que mantener a esa
burocracia ineficiente. Me refiero a quienes trabajan en
empresas improductivas, como Fabrec, por ejemplo, que tiene
40 ó 50 millones en pérdidas.
Ya la Contraloría no se alcanza. Yo le dije al contralor: ni en 30,
40 ó 50 años vas a poder revisar los atracos que hicieron en el
gobierno anterior, como nunca ocurrió. Esa realidad hay que
cambiar. Por eso mi propósito es entregar un gobierno, una
situación económica mejor de la que encontré.
No me importa si me quieren o no. La gente me aprecia, lo siento
en la calle. La gente, pese a estar un poco molesta por
situaciones que le afectan, sabe que no teníamos otra alternativa
sino actuar con responsabilidad, pensando en el futuro de este
país, pensando en nuestros hijos, en nuestros nietos.
Y con los programas Casa Para Todos, Mis mejores años, saben
que estamos dando una pensión mensual de entre 50 y 150
dólares, a todos los viejecitos que no tienen seguro social ¡A
todos! El próximo año vamos a lograr la cobertura del 100% de
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todos esos viejecitos. Y, al mismo tiempo, tenemos que crear
sitios donde se sientan más cómodos, respiren tranquilidad,
puedan conversar con personas de su misma edad y recibir
visitas de sus familiares.
Porque, verdaderamente, las casas ya no dan mucho para recibir
a los viejecitos. Antes era la costumbre tener un cuarto adicional
en los cuales se recibía a las visitas, y estaban destinados a los
viejecitos precisamente, a los últimos años de su vida. Ese
sentimiento de solidaridad, lastimosamente por el agitamiento,
por el azoramiento de la vida moderna, ya casi no lo podemos
hacer. Y los viejecitos ese momento se sienten abandonados.
Cuando recorro a las cinco de la mañana los barrios del centro de
Quito, me encuentro con quienes viven bajo los zaguanes, y lo
único que tienen es una cobija y unos cartones que algo les
abrigan. No puede ser posible que seamos tan ingratos, tan poco
solidarios con personas que nos sirvieron toda la vida. Inclusive,
muchos viejecitos dicen… - ¿Y tus hijos? – “No sé, dijeron que ya
no vaya a la casa, que no quieren que yo esté ahí”.
Ahí tiene que acudir la ciudadanía y el gobierno responsable,
para decir aquí estoy presente, para darte un poco de calidad de
vida. A lo mejor no la que desearías o aspirabas cuando eras un
joven, pero sí algo de dignidad en los últimos años de tu vida,
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que deberían ser los mejores. Por eso lo hemos llamado “Mis
Mejores Años”, porque deberían serlo, y nosotros somos
responsables de que eso se convierta en una feliz realidad.
¡Imagínense qué sueño tan lindo tener una casita! Solo aquellos
que están todos los meses expuestos a las agresiones, a las
groserías inclusive, de los dueños de casa, sabe lo que es tener
una casita propia.
En una urbanización que hicimos en Portoviejo, una niña
contaba: mamá y mis tres hermanos vivíamos en un cuarto
pequeño, porque papá nos abandonó. No teníamos baño”. El
baño estaba a 40 metros, y era para todos los cuartos de esa
casa. Había que bajar un piso para bañarse o para hacer las
necesidades.
Además, había goteras. En más de una ocasión, los profesores
me sancionaron porque empezaba a llover y caía agua encima de
los cuadernos. Teníamos un solo cuarto, que no tenía ventana.
Solo una puerta, que además daba al corredor, o sea que la poca
luz de afuera venía del corredor”.
Esos jóvenes no recibían sol. Y, de repente, se encuentran con
una casa de 55 ó 65 metros, de tres dormitorios, donde los dos
varones duermen en un dormitorio, la mujercita en otro y la
mamá en otro. Y tienen sala, comedor y cocina. Y un baño al cual
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puede acceder fácilmente un viejecito o una persona con
discapacidad.
Y además, todos los servicios, calles adoquinadas o
pavimentadas, canchas iluminadas, parque. Y un huerto donde
cultivan, y el fin de semana hacen la pamba mesa. O, como
sucede en Huarcay, ya venden alimentos orgánicos en los
pequeños emprendimientos que han hecho en los huertos. Y en
algunas urbanizaciones, hasta les hemos hecho piscina cubierta.
En una de esas urbanizaciones iba a vivir esa niña, que decía:
tengo mi propio cuarto, y mi mamá -con discapacidad- tiene
accesibilidad y nos va a ver jugar básquet o fútbol. O va a tomar
sol en el parque. Y no solo eso. Tenemos piscina. ¡Ya soy rica, ya
soy rica!
Eso es lo que queremos: que se sientan todos satisfechos, todos
ricos. No de su capital, sino de sus emociones, de sus
sentimientos; de los sentimientos hacía los que más quieren. El
hecho de poder decir: tenemos una casita propia.
Ese es el propósito de este programa, que vamos a ampliar
mucho más, para darles créditos de hasta 130 mil dólares, sin
entrada para comprar la casa. ¡Qué bonito!
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Entonces, por favor, a llenar esos edificios. Porque el momento
en que llenen los edificios, incentivan a que más constructores
hagan más casas y departamentos. ¡Y ojalá todos los
ecuatorianos, algún momento, tengamos una casa!
Hay dos objetivos fundamentales: en primer lugar, tener casa; y,
en segundo lugar, tener comunidad. Por favor, quienes habitan
acá trabajen en comunidad, reúnanse con los vecinos. Por eso
nuestras urbanizaciones siempre tienen una linda casa comunal.
En la tarde hay cursos de manualidades, de dibujo para los niños,
etcétera. Hagan comunidad, volvamos a ser amigos entre
vecinos.
Antes el vecino era importantísimo. Se le encargaban los
guaguas, la casa y te ibas tranquilo de vacaciones. Y estabas
seguro de que tus hijos y tu casa estaban bien cuidados.
¡Hagamos comunidad! Porque la comunidad significa solidaridad,
significa seguridad. Yo recuerdo que antes, cuando había un
ladrón, todo el barrio le perseguía y todo el barrio se protegía.
El ladrón encuentra fácil atacarte o asesinarte, porque te siente
solo. No lo hace si sabe que estás respaldado, en primer lugar
por la comunidad, y en segundo lugar por Policía y Fuerzas
Armadas responsables. Ese momento, la gente se siente segura.
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Entonces, hagan comunidad, colabórense, sean solidarios, visiten
al vecino, a la vecina que está enferma. Llévenle un regalito, una
fruta. Y a aquel que necesita, a aquel que perdió el trabajo,
ayúdenle entre todos. De eso se trata: volvamos a ser buenos
vecinos, volvamos a poner en la palestra que le corresponde a la
buena vecindad.
¿Por qué no tener casa? Si un lobo tiene una guarida. Si un
conejo tiene una madriguera. Si un gusano tiene una piedra o un
hueco. Si un pez tiene un sitio donde refugiarse... ¡cómo puede
ser posible que un ser humano no tenga casa!
El otro día un empresario me dijo: “¡ustedes están dando todo
gratis!”.
¿Sabes a quién le estoy dando la casa? A ti, empresario, a ti te
estoy dando la casa. Porque, como no estás en capacidad de
pagar un sueldo suficiente para que la gente tenga casa,
principalmente los más pobres, nosotros se la damos. Nosotros
le damos la facilidad para que la adquiera.
¿Para qué? Para que el empleado tenga un sitio digno donde
vivir, se sienta cómodo, más feliz, lo limpie con facilidad y con
gusto. Es más feliz. La felicidad de un hombre o de una mujer
está compuesta por dos elementos básicos: la parte objetiva y la
parte subjetiva.
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La parte objetiva, por supuesto es la casa, son los muebles, es un
televisor para ver el fútbol el domingo, y ver cómo el Aucas le
gana al Deportivo Cuenca, por ejemplo, 2-1 (díganme que no les
dio una satisfacción enorme. Menos al presidente del IESS que es
cuencano).
Sí, de eso se trata. Tener un comedor, un refrigerador. Algún
momento un carrito, a lo mejor con el mismo Biess. De eso se
trata: más dignidad, en la parte objetiva.
Y hay la parte subjetiva, que depende de cada uno. De que cada
uno vaya modulando su temperamento, vaya modulando su
carácter. Vaya embebiéndose del amor que merece tenerse por
sí mismo y por su familia. Porque nadie puede amar a los demás
si no ama primero a uno mismo, si no reconoce como un milagro
el hecho de estar presente aquí en la Tierra.
Amar a la familia, considerarla, cuidarla. A los amigos
respetarlos, ser leal con ellos. Ser cariñoso, ser solidario. ¡No ser
caritativo! Por favor, no ser caritativo, sino solidario. Porque la
caridad es vertical, la solidaridad es horizontal.
Generalmente, la caridad da aquel que le sobra algo a aquel que
le falta. La solidaridad es dar lo que tú necesitas, lo que te falta
entregar a los demás. De eso estamos hablando: de ser solidarios
entre nosotros.
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Entonces, no solamente compren casas, no solamente compren
departamentos; compren humanismo, compren solidaridad,
compren buena vecindad.
¡Qué disfruten muchísimo de sus departamentos y casas nuevas!
Muchas gracias.
LENÍN MORENO GARCÉS
Presidente Constitucional de la República del Ecuador
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