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VOCERRANTE (14)
Inmortalia
Apertura (Sobre “White Man Sleeps II”, por Kronos Quartet):
(Andante tranquilo)
“Las palabras vagan, yerran, buscan. Van y vienen por ahí hasta que encuentran
un refugio. En las manos, en los ojos, en cualquier cosa que las rescate del
olvido.”
(Raúl)
Este es el decimocuarto programa de
VOCERRANTE.
Bienoídos y bienoídas.
Raúl
¿Cómo habrían sido los dioses
de niños?
¿Ha habido relatos de dioses niños?
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Daniel
Cuando las palabras no están ligadas por la secuencia lógica, física o
temporal.
Cuando aún no hay naturaleza anterior a esas palabras.
¿Cuál es el modo de disponerlas, de arrojarlas, de sucederlas?
Raúl
Y si los dioses formaban parte de la eternidad… ¿Cómo formulaban sus
declaraciones? ¿Cómo desempeñaban sus oraciones, en las que necesariamente
deben llevarse a cabo sonido por sonido, palabra por palabra, para hacerse
inteligibles?
Daniel
La infancia de los dioses, o el verbo sin gramática.
El verbo suelto, ingrávido, sensible.
Baltazar
Jugábamos los eternos durante todas las infancias.
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Con tanto tiempo por delante, no importando las distancias,
A escondernos en el horizonte.
O a citarnos debajo del puente
que aún se está por construir,
por donde el río aún no pasa.
Jugábamos a esconder un anillo de oro entre otros tantos anillos
iguales, pero en el dedo de alguien que no hubiera nacido todavía.
Jugábamos a encontrar, por ejemplo, una moneda romana del siglo
cuarto antes de Cristo, entre los trastos del sótano de una peluquería del
novecientos.
Jugábamos a acertarle a una palabra en cualquier momento
determinado de la historia.
Jugábamos a embocar, por ejemplo, un grano de arena del Tibet, en
el 1347, en un reloj de arena exhibido en una vidriera de Villa Crespo, en el
2015.
Jugábamos con papeles, que eran barcos, que eran sombreros, que
eran aviones, que eran grullas.
Jugábamos a contar todas las estrellas.
Jugábamos a ser gladiadores, patriotas, vikingos, astronautas o
dinosaurios.
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Jugábamos a cuarenta y ocho destinos previsibles y contradictorios.
Juegos de gente eterna.
Juego de los inmortales.
Raúl
Inmortal es el que puede
Multiplicar sus futuros.
Inmortal es el que aún puede
Multplicar sus futuros.
Daniel
Había un joven y habían dos manzanas.
Había un joven y habían doce puertas.
Había un joven y habían veinte llaves.
Había un joven y habían
cien mitades de la misma boca
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mil sonidos de la misma nota
millones de sentidos en la misma mirada.
Trillones de puertos en la misma costa.
Y sólo dos ojos en los que visitarlos a todos.
Raúl
Muchos relatos nos narran la historia del héroe o la heroína en una extensa
habitación con infinita cantidad de puertas para escudriñar.
Y siempre hay una que resulta la vedada.
Así que el personaje pasará días, veladas, noches enteras yendo y viniendo
de una puerta a otra, fingiendo no interesarse por la que le está prohibida.
Pero todo eso no más que un ensayo, ya que esa puerta prohibida es
nuestra conciencia de límite: Hay una puerta que no atravesaremos.
Cada vez que una puerta se cierra, un futuro posible se muere allí dentro.
Baltazar
Sólo el juego.
Sólo el juego resguarda
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La inmortalidad.
Raúl
Me ocurrió viajando. Al atravesar cierta estación, cierta esquina, cierta
sección del viaje, prisionero del viaje, y por lo tanto, sin ocasión de volver atrás, de
cerciorarme, escuché una voz, una voz cantando un determinado pasaje de una
melodía.
Días, meses, años después, volví a atravesar esa estación, esa esquina,
esa sección del viaje, prisionero del viaje, y por lo tanto, sin ocasión de volver
atrás, de cerciorarme, y volví a escuchar la misma voz, la misma voz cantando el
mismo determinado pasaje de la misma melodía.
He ahí una eternidad.
Daniel
Desde el principio los juegos han intentado suspender el tiempo.
Suspender el tiempo de forma tal que pueda deshacerse el movimiento.
Retomarse, comenzar otra vez. Avanzar en la precisa vastedad de sus
dimensiones.
Vastedad en el lugar del infinito.
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Primer Tema: “Blues” Improvisación de Keith Jarret, en su Concierto de
París, 1989. (05:20)
Acabamos de escuchar “Blues” Improvisación de Keith Jarret, en su Concierto de
París, 1989. (05:20)
Raúl
Izar las velas o tender los párpados.
Dejar la mirada que navegue por el viento.
¿Tiene superficie el mar o es todo hondura?
Porque no hay comienzo ni final para lo inmenso.
En cada sitio es todo el sitio. Las aguas de abajo son las aguas de arriba.
En el extremo extendido de la ola más pequeña se mueve el océano entero.
Es finito el mar, pero inabarcable.
Es finito el mar, pero incontable.
Imposible de mirarlo de una sola vez. O en un solo momento.
Vastedad en lugar del infinito.
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Daniel
Los juegos de azar son inocentes....como por ejemplo aquella vez que se
decidió la ejecución de un reo de acuerdo con el designio de una moneda. La
misma que se decía había sido robada por él. ...o la vez que se eligió sucesor para
el reino entre los trillizos candidatos al trono. ...o la vez que no se avanzó contra
las tropas enemigas, a pesar de encontrarse en su momento de mayor debilidad,
obedeciendo a un designio no favorable. ...o la vez que por una mera cuestión
estadística por dos votos de diferencia, no se habilitó la compra de esa vacuna
que te salvaría.
Las determinaciones del azar son imparciales e impersonales. Exactamente
igual que las del juez. Que lo decida un dado, un formulario, una norma, nos libera
de la carga de tomar en serio decisiones.
Hasta que se caiga en la cuenta de que el verdadero azar es el de las
necesidades. Y que voluntad sólo hay en el capricho contingente de encontrarnos.
Raúl
Toda unanimidad es sospechosa, afirmaba Julio Palacio. En cambio, no hay
humanidad sin contradicción.
El secreto de los poderosos consiste en tejer una red, erigir un muro, tender
un manto sobre sus propias contradicciones, y hasta hacerlas parecer coherentes
y sistemáticas, consecuentes con un plan, una dirección, un horizonte. Este
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proceder le permite a la élite que corresponda hacer ver las inconexidades,
indeterminaciones y pugnas subyacentes a los grupos que la desafían. El poder
unifica, ya que se ejerce sobre otros. Singular sobre plural. Firme contra fluido.
Permanente contra constante. Repetición contra diferencia.
El poder es entrópico, ya que todo lo hace decaer sobre sí, en la ceguera
de su propio torbellino. El poder, luego, como monopolio de la contradicción, como
única contradicción legítima posible, es, entonces, el caos. Y toda la diversidad de
gritos, lágrimas y risas, como puentes extendidos sobre la angustiante mismidad,
organizan el paisaje. Ya que somos otros. Nosotros los otros. Los que venimos a
sernos. Desde cada rincón de nuestra absurdidad.
Incompletitudes sin andamiajes. Equilibrio vertiginoso. Hallazgo sorpresivo.
Pura tensión. Puro imposible en acto. De abrazo en abrazo tiene lugar el mapa
donde asentar las referencias. De abrazo en abrazo sabemos dónde continuamos.
El desierto está poblado de miradas. Y de una mirada a otra podemos
encontrarnos.
Vastedad en lugar del infinito.
Daniel
Fíjese allá, ¿lo ve?. Ahí donde crecen esos espinos, que se enriedan en la
falda de Laruschka, venga dos cuadras más para este lado. Ahí, ahí, no, más para
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acá. Adonde está mirando ese perro. Extiéndale el brazo al perro. Vea. Así. Así.
No se me pierda. Es en línea recta cruzando esos carteles de obra. Después me
dobla por la izquierda del sauce viejo y se me viene como quedando alrededor de
la lomita, por lo menos 20 metros más.
Cuéntelos despacio que si no se pierde. Ahí está. ¿Llegó? ¿Llegó?.
Bueno, cuando llegue se dará inmediata cuenta porque yo le estaré
hablando esto a los oídos.
En ese lugar está usted ahora.
Raúl
Joaquín se sentó, agotado y descompuesto.
Sabía que había tomado la decisión correcta. Pero también sabía que lo
vendrían a buscar. Traicionar a una organización como la suya iba a costarle muy
caro. Pero tenía que salvarla a ella.
Se levantó brevemente para abrir un poco la ventana. Dejando entrar el
aire, volar la cortina y salir la noche.
La noche siempre es un salir. Es un afuera. Es un constante.
Mirando hacia la noche, el tiempo se distendía. Se ahuecaba y fluía,
haciéndose más denso y habitable.
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Tenía el resto de la noche hasta que lo vinieran a buscar. Quizás ella lo
llamara. No pensaba contestarle.
El resto de la noche es toda la noche.
La noche es vastedad.
Vastedad en lugar del infinito.
Daniel
Imagine que en un futuro más o menos lejano, las condenas por crímenes
graves sustituyan la pena de muerte por la anulación de la memoria, familia,
personalidad y caracteres del hallado culpable. Y que por razones de estricta
necesidad política frente a los que aún insistían en las viejas prácticas patibularias,
sólo pueda hacerse uso de esta sustitución hasta tres veces. Imagine entonces
ser ese hombre, que sospecha que está utilizando su tercera personalidad, y debe
averiguar quién fue en las otras dos, para llegar a esa certeza, y hacerlo antes,
mucho antes de que puedan condenarlo una última vez, definitivamente.
La memoria es otra vastedad.
Vastedad en lugar del linfinito.
Daniel
Ambos se sentaron enfrente del tablero.
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Las piezas conformadas o por conformarse.
Abiertas para el orden de todos los comienzos.
En donde alguien pueda perderse, existe
la pequeña posibilidad de un infinito.
Raúl
Recordamos aquí el viejo cuento del grano de arroz. Del joven que pide ser
recompensado por una generosa acción, con una petición humilde:
Sólo pide a su rey que le otorgue un grano de arroz, un grano de arroz
duplicado una vez por cada una de las casillas de un tablero de ajedrez. Uno por
la primera casilla, dos por la segunda, cuatro por la tercera, ocho por la cuarta, y
así, sólo hasta llegar a la casilla sexagésimo cuarta.
En realidad, el resultado de esa pequeña petición es el equivalente a
dieciocho trillones cuatrocientos cuarenta y seis mil setecientos cuarenta y cuatro
billones setenta y tres mil setecientos nueve millones quinientos cincuenta y un mil
seiscientos quince granos.
Considerando que un kilo de arroz no posee más de treinta mil granos, el
equivalente en kilos de la cantidad de granos apuntada sería nada menos que
sesenta y un billones ochocientos noventa y un mil cuatrocientos sesenta y nueve
millones ciento veintitrés mil seiscientos cincuenta y un kilos, casi cincuenta y dos.
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Así también, respecto del ajedrez, el matemático estadounidense Claude
Elwood Shannon, calculó en 10 elevado a la potencia de ciento veintitrés (un diez
seguido de ciento veintitrés ceros) la cantidad de partidas posibles de ajedrez,
tomando en cuenta todas sus variantes.
El número, de por sí impactante, asume su verdadera dimensión cuando se
lo compara con la cantidad de átomos que se calcula posee el Universo,
equivalente a la cifra 10 elevada a la potencia de entre setenta y dos y ochenta y
siete, según los cálculos.
Esto es, existen más variantes en el juego del ajedrez que cantidad de
átomos posee el Universo.
De allí la vastedad.
Daniel
Mar, futuro, desierto, noche, azar, memoria.
Tablero de juego.
Dimensiones de la inmortalidad.
Raúl
Un inmortal le pide a otro un poco de tiempo.
Pero de un tiempo concreto, pasado o futuro.
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Un poco de tiempo puede durar toda la vida.
Un inmortal le pide a otro un trozo de la Luna. Sólo será cuestión de
esperar.
Un inmortal le pide a otro un reloj cuyas agujas se muevan de acuerdo al
movimiento del lecho de rocas. Sólo será cuestión de irlo ensamblando.
Un inmortal le pide a otro cualquier cosa.
Y la metáfora es la cosa misma.
Daniel
¿Cómo es el lenguaje de los inmortales?
¿Cómo la estructura de sus oraciones, de sus verbos?
¿Cómo la proyección de sus acciones?
Acaso sea una lengua del continuo.
En la que haya que indicar sólo los principios.
Raúl
Los inmortales cantan. Quedan suspendidos en el canto mientras reverbera
la música.
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La música se extiende por el espacio. Va haciendo vibrar por simpatía un
átomo tras otro, y puede volver a obtenerse, siglos después, kilómetros después, y
con la suficiente paciencia… Añoz luz después.
En el planeta Svast, los inmortales perdieron una estrofa. Cuando la
canción volvió, redirigida por uno de sus posibles caminos variables, esa estrofa
faltaba.
Sólo uno de los inmortales podía darse cuenta, ya que podía recordarla
exactamente igual de como había sido cantada. Así que hubieron de construir una
máquina reconstructora de notas.
Siguiendo el camino inverso.
Y escuchando lo que cada átomo cantaba.
Daniel
Es relativamente fácil hacer melodías con objetos no destinados a tal fin.
Basta también para eso tener memoria y paciencia.
Retener ese sonido de la quebradura de una rama.
Enlazarlo con la caída de una hoja.
Continuarlo con el chirrido de un insecto
En acorde con el fluido de un cántaro.
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Así, nos vamos nutriendo de melodías desencontradas, ajenas,
distanciadas. Y que atravesadas en nuestro paseo se vuelvan inteligibles.
Raúl
Lo difícil, lo tremendamente difícil, es lograr que los objetos hablen.
Esa es la utilidad de la gramática. A fin de poder ir recogiendo mensajes
con fonemas separados a kilómetros de distancia.
Los inmortales pueden comenzar a armar una frase el 9 de mayo de 1440 y
terminar de llevarla a cabo el 8 de abril de 2109.
Así también pueden escucharse, a lo largo de tantas y todas las palabras.
Buscando aquellas dos en las que, después de tanto tiempo, descalzarse.
Segundo Tema: Cantinela, de las Bachianas Brasileiras N° 5 de Heitor Villa-
Lobos, por Paula Almerares, soprano y el Cuarteto Almerares. (05:39)
Acabamos de escuchar la Cantinela, de las Bachianas Brasileiras N° 5 de Heitor
Villa-Lobos, por Paula Almerares, soprano, y el Cuarteto de Cuerdas Almerares.
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Daniel
Le haré un acertijo. Es un conocido acertijo de factura matemática,
denominado de “Monty Hall”, en homenaje a un presentador de juegos de
televisión que lo incluían.
¿Está usted dispuesto?
Raúl
Excelentemente.
Daniel
Bien. El juego consiste en que frente a usted se presentan tres puertas.
Detrás de una de ellas hay un premio, y detrás de las otras dos, cualquier otra
cosa, o pura, simple y tercamente, nada.
Usted debe elegir una de las tres puertas. Podemos llamar a las puertas por
sus colores, si quiere. Serán la puerta roja, la puerta azul y la puerta amarilla, en
homenaje a los colores primarios.
Raúl
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Ok. Pero observo que el juego supone que debo desear el premio. De otro
modo no tendrá sentido lo que usted diga después. Suponga que yo desee algo
irrelevante. Como por ejemplo, la sombra de la puerta azul. En tal caso, yo habré
ganado de todas formas eligiendo la puerta azul, a pesar que detrás de ella no se
encuentre el premio. De todas formas, le seguiré la corriente, para que funcione el
acertijo.
Daniel
En efecto, el juego supone que usted desea hallar el premio. De otra forma,
no habría empatía con el público que también se supone que lo desea. Así que
elija una, nomás.
Raúl
La puerta azul. Elijo la puerta azul. Sostengo que en cuanto se abra la
puerta azul, allí detrás se encontrará el premio.
Daniel
Perfecto. La puerta azul. Pero fíjese bien lo que viene ahora.
No voy a abrir la puerta azul. En su lugar, de las dos puertas restantes
abriré una que sé positivamente que no oculta el premio. Digamos… la amarilla.
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Abro la puerta amarilla y se ve que detrás de ella sólo hay, póngale, una
página arrugada del diario de ayer.
Raúl
Bien. Hay tres puertas, la azul, la amarilla y la roja. Detrás de una de ellas
está el premio. Elijo la azul, y usted me muestra que el premio no está detrás de la
amarilla. ¿Qué gano con eso?. El premio puede estar en cualquiera de las otras
dos, como al principio.
Daniel
No exactamente. Ahora mismo le permitiré optar entre continuar aferrado a
su primera elección, esto es, la puerta azul, o modificarla y probar con la roja.
¿Usted que hará?.
Raúl
Pues, como le digo. No ha cambiado nada. Era una de tres. Ahora es una
de dos. Cualquiera que elija tiene las mismas probabilidades. De hecho, cada una
tenía el 33,33 por ciento de probabilidades al comenzar el juego. Ahora que una
se ha revelado, hay un 50 por ciento para las dos restantes.
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Daniel
Se equivoca grandemente. Y es así que el programa de televisión se
ahorraba cantidades ingentes de dinero.
Nuestra visión educada en la ambición posesiva, tiende a formarnos la
intuición de que el premio está tras la puerta originalmente elegida, porque nos
aferramos a ella, como si fuera algo nuestro, de nuestra propiedad y no
meramente una ocurrencia de momento. Es más. La propuesta efectuada por el
anfitrión del programa nos suena como una suerte de tentación o de engaño, ya
que suponemos que de ninguna forma nos facilitará poder dar con el premio, sino
todo lo contrario, que hará lo posible para confundirnos y desviarnos.
Sin embargo de ello, las probabilidades de que el premio se encuentre tras
la tercera puerta, en nuestro caso, tras la puerta roja, son mayores a que se
encuentre en la puerta originalmente seleccionada, la puerta que ya habíamos
hecho propia.
Piénselo así: En verdad, al principio cada puerta tenía el 33,33 por ciento de
probabilidades de ser la que accedía al premio. Esto es, las probabilidades de
acertar la puerta del premio eran de una entre tres. Usted al optar por una de ellas,
está apostando a esa franja del 33,33 por ciento que se denomina “puerta azul”.
Pero luego de que el anfitrión del programa le muestra una de las puertas
que no acceden al premio, las probabilidades ascienden a un 66 por ciento. Esto
es, usted ahora puede elegir entre dos de tres. Matemáticamente, por ende, serán
más las veces que descubra el premio en la puerta que originalmente no había
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elegido, ya que insistir en ella, sería negarse a ampliar sus probabilidades,
quedándose con la reducida probabilidad del 33 por ciento, de una puerta entre
tres.
Piénselo con cien puertas. Si fueran cien puertas y le diera a elegir una,
tiene un centésimo de probabilidades de acertar. Si luego de elegida esa, el
anfitrión del programa le abriera todas las demás que no contienen el premio
menos una, ¿usted cree que estará en mejor posición aferrándose a la elegida en
primer término que si optara por aquella que no se abrió?.
Las puertas que aún no abrimos multiplican las posibilidades.
Raúl
Así, vida y libertad van de la mano.
Casi conforman el mismo camino.
Cada posibilidad que se cierra, es una vida a la que se renuncia.
Cada posibilidad que se cierra, es una vida que se termina.
Nuestro gran enemigo al acecho en todo momento es la entropía. Opuesta
a la complejidad. Ofreciéndose siempre sencilla y evidente.
Si el homo sapiens, nuestra especie animal, es la única que debe hacer
alguna cosa para acreditarse como miembro de ella, nuestro ser es el hacer.
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Luego, si nuestro hacer está socialmente indicado como trabajo, entonces
el trabajo debe ser multiplicador de la libertad.
Pero el trabajo que meramente está encallado en la mercancía, nos
estrecha, acorta y reduce la experiencia (y el deseo) de vivir.
Tercer Tema: Primer Movimiento de la Sonata en Si Bemol Deutsche 960 de
Franz Schubert, interpretada al piano por Alfred Brendel. (14:30)
Acabamos de escuchar el Primer Movimiento de la Sonata en Si Bemol Deutsche
960 de Franz Schubert, interpretada al piano por Alfred Brendel.
Cierre
(Sobre “L´inverno” Segundo Movimiento – Antonio Vivaldi, por Il Giardino
Armonico):
(Lento - Grave)
“Siguen vagando las palabras, criaturas del aire, harinas de tiempo, hurgando por
las cuerdas, y los labios y la boca, para vibrar de nuevo.”