Download - Vocación del cristiano
En la Solemnidad de Todos los Santos, nuestro corazón, superando los confines del tiempo y del espacio, se ensancha con las dimensiones del Cielo.
Por ejemplo, San Pablo, en la primera carta a los Corintios, se dirige "a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con cuantos en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor nuestro"
(1 Co 1, 2).
En los inicios del cristianismo, a los miembros de la Iglesia también se les solía llamar "los santos".
En efecto, el cristiano ya es santo, pues el bautismo lo une a Jesús y a su misterio pascual, pero al mismo tiempo debe llegar a serlo, conformándose a él cada vez más íntimamente.
A veces se piensa que la santidad es un privilegio reservado a unos pocos elegidos.En realidad, llegar a ser santo es la tarea de todo cristiano, más aún, podríamos decir, de todo hombre.
Por tanto, todos los seres humanos están llamados a la santidad que, en última instancia, consiste en vivir como hijos de Dios, en la "semejanza" a él según la cual han sido creados.
El apóstol San Pablo escribe que Dios desde siempre nos ha bendecido y nos ha elegido en Cristo "para ser santos e inmaculados en su presencia, en el Amor" (Ef 1, 4).
El "camino" es Cristo, el Hijo, el Santo de Dios: nadie puede llegar al Padre sino por él ( Jn 14, 6)”. (Benedicto XVI . Ángelus . 1 de noviembre de 2007)
“Todos los seres humanos son hijos de Dios, y todos deben llegar a ser lo que son, a través del camino exigente de la libertad. Dios invita a todos a formar parte de su pueblo santo.
En la Plaza de San Pedro y ante miles de fieles y peregrinos el Papa Francisco, antes de rezar el ángelus en la fiesta de Todos los Santos, afirmó
que “la meta de nuestra existencia no es la muerte, sino el Paraíso".
Y recordó que los Santos son los amigos de Dios, que han transcurrido su existencia terrena en comunión profunda con Dios, hasta el punto de llegar a ser semejantes a Él,
porque han visto en el rostro de los hermanos más pequeños y despreciados el rostro de Dios, y ahora lo contemplan cara a cara en su belleza gloriosa.
Sino que son personas que antes de alcanzar la gloria del cielo han vivido una vida normal, con alegrías y dolores, fatigas y esperanzas.
Son hombres y mujeres que tienen la alegría en el corazón y la transmiten a los demás.
El Santo Padre también afirmó que los Santos “no son superhombres, ni han nacido perfectos”.
De modo que todos estamos llamados a caminar por la vía de la santidad, que tiene un nombre y un Rostro: Jesucristo.
Francisco no olvidó destacar que ser santos “no es un privilegio de pocos, sino que es una vocación para todos”.
A la vez que con su testimonio nos animan a “no tener miedo de ir contracorriente o de ser incomprendidos y escarnecidos cuando hablamos de Él y del Evangelio”.
Los Santos de hoy nos dicen que debemos confiar en el Señor, ¡porque Él no decepciona!
Nuestra oración de alabanza a Dios y de veneración de los espíritus bienaventurados se une a la oración de sufragio por cuantos nos han precedido en el pasaje de este mundo a la vida eterna.
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