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E L A O
T E R R I B L E
El estado de sitio, que todava rema , forma parte del ASo TERRIBLE. Esta es la
causa por que aparecen en la presente obra algunas linea s de puntos, lo cual in
dicar para el porvenir la fecha de su publicacin.
Por igual motivo varias de las com posiciones que la constituyen, pertene cientes
sobre iodo las seccionos
ABRIL, ATO, JUNIO
y juno, han tenido que ser aplaza
das.
Aparecern ms tarde.
L a poca que corre pasar. Estamos en posesin de R epblica, y obtendremos
la libertad.
Paris,
Abril de 187*.
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VCTOR HUGO
Naci en Besangon el 26 Febrero 1802.
Muri en Pars el22Mayo i88y
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VCTOR HUGO
TRADUCCIN DE
M AR I AN O B L A N C H
EL AO
TERRIBLE
SEDN Y LA COMM UNE DE PARS
Traducido de la vigsima sptima edicin francesa.
TERCERA EDICIN ESPAOLA
"3P
BARCELONA
S a u r y Sa .Toa . t e r, e d i t o r e s
P L A Z A N U E V A , HC MC B O 5
1896
http://sa.toa.ter/http://sa.toa.ter/ -
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E S P R O P I E DA D DE L O S E DI T O R E S
Queda hecho el depsito que marca la ley.
Imprenta de Jaime Jeps, Notariado, 9, Telefono 151.BARCELONA
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P A R S ,
capital
de las naciones.
V. H.
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3CXC0OCCXO^CXCXXDXXCCCCCCCCCXC0C0CCO0C9
J u n i o
I.
Un da vi
cor rer
la
s a n a r e
po r
todos lados
1 i "
II. Como M ant ene rse fraternal
e s s e r
q u i m r i c o .
. . . 148
III f e s t e ja se m ic l emenc ia c o n u n aserenata 1W
IV. N opo.soo e n lac i u d a d u np a l ac io ep i s co p a l . . . . 1W
V. Al nbnndonac B ruselas 130
VI. A la seora de Pablo Meurlce 132
VII No mo siento enco lerizado y esto os sor pre nd e. . . 153
VIH. Q uin Vene t a culpa? 153
IX. Pasa
la
herida pr is ionera
En su
frente
13a
X. U na mujer d i jomo
lo
s iguiente :
H u . 138
XI . Sobre
una
bar r icada ,
en
medio
do los
ad o q u i n es .
. . 157
XII
Fusilamientos 138
XIII 4
lo* que secen pisoteados . 161
XIV
A Viatiden 166
XV. Cons tan temente s er ep i t e e l mis mo hocho .E s prec iso . . 168
XVI ;O h sombr a h is tor ia : n o qu ie ro condenar a nad io . . . 168
XVII. Participio pasado d e l verbo Tropchoir 172
XVill. i o s inocentes 173
Ju l io
I Loado coces 173
II . Flujo / reflujo 181
III F.Ipo-ceir 183
IV . Los crur.1Jlc.ad0s 183
V.
Fallcenfels
183
VI.
Los que insultan 188
VII
Proceso contra la Rezolucin 188
VIII
A Enrique V 189
IX. Los libelistas de iglesia I811
X. Oh Cario
te
-lento
m i b d o . . . . . . . 1 9 4
XI.
Do
todo es to , do ' - O obsc uro an t ro
195
XII. Tierra yc ie lo sir e i n a b a el m al 201
E p i l o g o
E N T R E SOMDIWS 207
Liberac in de l Terr i tor io
209
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P y
M
cj^_ ii.g jg . g jg . < f *j>_ ( ^ .gte..< g> * t e j *t e .tte f ig t ? fr g t e ^ ^
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-
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V I I I
E L A O T E R R I B L E
conceptos y el t rad uc tor quiere conserv ar , hasta
do nd e sea dab le , el p ens am iento del or iginal , p or
fuerza ado lecer la trad uc ci n de igual defecto.
As pues, no debe extraar el lector lo inintel igi
ble de algun os perod os de nu estro traba jo;en todo
l h em os t ra tad o de pe ne trar la idea expresada po r
el autor, atenindonos con preferencia esto an
tes que la galanura de la frase.
Lo repetimos: slo instancias de un amigo d
bese el que vea la luz pblica la presente traduc
cin, pues ni nos creemos con suficientes mri tos
l i terar ios para traslad ar nu est r o id iom a la sub l im e
creacin del primer poeta francs contemporneo,
ni nuest ros estudios nos guan por tan escabrosa
senda.
Hecha esta salvedad en descargo nuest ro y que
deb am os cu an tos nos lea n, vam os dar una l i
gera idea de la obra qu e ofrecemos al p blic o, va
lindonos para el caso de la florida pluma de un
escri tor que la ha anal izado m inu cios am en te , e l
cual , mejor que nosotros, sabe apreciar todas sus
bellezas, bellezas que justifican las veintisiete edi
ciones q u e de ella se han hech o en F ra nc ia en el
corto espacio de tres aos.
Acabamos de leer y releer esta epopeya (dice)
q u e V c t o r Hu g o l l a ma d / Ao T errible, y aun se
hal la nuest ro espr i tu absorto de asombro por tan
magnfica poesa. La impresin es profunda, y
ser universal , cuando el mundo conozca los l t i
mos cantos del Tirteo francs.
Se abre el l ibro con alguna desconfianza, pues
tmese que, causa de tantas fat igas y dolores,
no tenga el genio el vigor de sus bri l lan tes p r i -
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DVERTENCI DEL TR DUCTOR IX
m eros da s , de aquel la poca m em orable en qu e
produjo
Las Orientales, Nuestra Seora de Pars
y
M arin Delorme.
Se ve la primera pgina y lese
un t tu lo fulgurante:
Sedn.
Algo grande y terrible se siente al leer la sen
tencia qu e el au tor fulmina contra Nap olen I I I .
Se devoran los versos, las pginas, se llega al fin
del canto, igual por lo menos la La Expiacin
en
Los Castigos
del mismo poeta, y cae el l ibro
de las manos, pues crese que la historia est juz
gando un emperador y marcndolo para todos
los siglos con el estigma de la cobarda y de la in
famia.
El genio del poeta resplan dece hoy con m s
bri llo qu e nu nc a, y tal vez no hay actu alm en te
quien escriba con la energa pindarica de Vctor
H ug o. En los versos dedicad os Sed n hay u n
car cte r, un alm a. A centos de esta fuerza, que se
repercuten en el mundo, salen de un gran cora
zn y van herir, con el poder del rayo, los otros
corazones . Cuando un pueblo encuent ra in t rpre
tes de semejante tal la para expresar sus torturas,
desgracias y esperanzas, es porque t iene an vita
l idad suficiente para corregirse y regenerarse.
Esta opinin es tan justa, y
El Ao Terrible
ha prod ucido una adm iracin tan un n im e, q ue
los enemigos ms encarnizados del poeta cal lan
ape nas se atreven pub licar sob re la ob ra algu no s
equvocos y gracejos des prec iables . L os cr t icos,
los talentos eminentes encargados de estudiar el
movimiento l i t e ra r io de Franc ia , han pronun
ciado su fallo, cualquiera que sea el partido que
pertenezca n y au nq ue no tengan las opinio nes re-
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X EL AO T E R R I B L E
publ icanas de Vc tor Hugo.
El Ao Terrible,
di
cen, es una de las ms grandes composiciones de
la m us a francesa y da su au tor el pue sto priv i
legiado entre los poetas del siglo.
Un anciano refiere las desgracias de su patria
en versos que tendrn eco en todos los corazones
franceses. No aparecan los genios juveniles, los
representantes de la nueva generacin. El jefe l i
terar io de la ant igua reu ni entonces todas sus
fuerzas par a hac er la his tor ia de ese ao terrible
de 1870 187 1, en un poe m a m ere ced or de la
inmortal idad. Ha real izado su objeto? Sus con
temporneos lo af i rman y la h is toria lo di r tam
bin .
E1 poema, como hemos dicho, pr incipia des
cribiendo la batal la de
Sedn
y luego hay cu atro
composic iones t i tu ladas :
A Alemania, A prncipe
prncipe y medio, Tal para cual y Pars bloqueado .
En medio de esos cantos de guerra , y como una
flor agitada por el
simoun
africano, se encuentra
una perla , una lgrima desprendida del a lma del
poeta, dulce como las ms dulces melodas de las
Contemplaciones,
y es la q u e l leva po r epgrafe:
A
Juanita.
Empieza e l s i t io de Pars . Vctor Hugo des
cribe con elevado acento las torturas de la ciudad
heroica , de una poblacin compuesta de dos mi
l lones de habi tantes , que dio e jemplo dt grandes
virtudes. Llega el mes de Diciembre, mes de com
bates in tile s y de sacrificios. A trav s de las l
nea s francesas se con oce en P ar s el m ensaje del
pres idente Grant a l Congreso d los Es tados Uni
dos .
Francia es abandonada por stos , como lo ha
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A DV ER T E N C I A D EL T R A DU C T O R X I
sido por las naciones del viejo m u n d o . Fr anc ia
sufrir sola su m art irio . E l poe ta alza enton ces
hasta el cielo un grito, un rugido de clera y de
desesperacin.
Llega el mes de Enero, el mes de la capitula
cin de Pars . Vctor Hugo cont ina describin
dolo todo en versos enrgicos: nunca decae el
t ono ; la fuerza del estilo iguala la fuerza del pen
samiento. La poesa
La paloma mensajera
es de
un a tern ur a del ic iosa; y cua ndo viene el m om ento
supremo de la capi tulacin, e l poeta , comoun len
her ido y m orib un do , exhala te r r ib les gem idos .
Para expresar sus angust ias encuent ra su musa
trgicos y conm oved ores ace nto s. La sor da clera
del vencido, las pasiones de un pueblo, todos los
sen tim ien tos de la nacin se tras luce n en esos
cantos , que mantendrn v ivo ,e te rno , e l od io con
tra la inflexible A lem an ia.
N os apro xim am os otra poca funesta de la
historia de Francia, laguerra civil de 1871 . Co
m ienza esa lucha qu e V ctor H ug o describe con
todos sus deta l les. Su voz su en a conjura nd o
sus compatr iotas que depongan las armas y no se
deshonren en presencia de Prusia que los mira
so nrie nd o desde el cast i l lo de V ince nn es. No es es
cuchado . Un grito de angustia, Nada de represa
lias
y
Los dos trofeos
son cantos patrit icos y su
b l imes .
P ars es ince ndia do Ta l vez no hay en la poe
sa moderna una cosa igual las estrofas en que
describe Vctor Hugo este desastre. Y con cunta
filosofa indaga indica el poeta las causas de la
catstrofe
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X II E L AO T E R R I B L E
Luego viene la descripcin de las jornadas de
M ayo. El ejrcito y el pueblo luchan la luz del
incendio de Pars Es la parte ms vigorosa del
poema. Vctor Hugo toma colores sombros para
describir esas escenas de matanza, en que se re
pitieron los horrores solamente soados por los
profetas y los poetas. Un crtico dice que esta
parte del
Ao Terrible
contiene bellezas que pue
den llamarse funestas. El poeta, pesar de todo,
no aconseja la venganza; al contrario, predica la
clemencia, la unin, la fraternidad.
E1 poema concluye tambin con palabras de
amor y de esperanza.
E1 poeta cree, ama y espera. Tiene fe en la re
generacin de Francia, en ej triunfo de la rep
blica, en los futuros y felices destinos de la hu
manidad.
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A . A A . A A A . A A A A A A A A A A A A A A A A A A A A A . A A A A A A A A A A .
P R O L O G O
L O S 7 . 5 0 0 , 0 0 0 S I
(Publicados en Mayo 1870.)
Queris qu e halague la m uched um bre? Eso jam s
Oh el pueblo est arriba, pero la multitud mantinese
aba jo. La mu ltitud e s el bosquejo al lado de la broza; es
el guarismo , gran o de polvo del n m ero ; es el vago pe r
fil de las sombras dibujadas en medio de la noche. La
mult i tud pasa, gri ta, l lama, l lora, huye; vertamos sobre
sus dolores fraternal compasin. M as cuando se levanta
teniend o la fuerza de su lad o, db ese su gran dez a, al
peligro, al santo triunfo, al derecho, un lenguaje viril: ya
qu e es duea , conviene reco rda rle las leyes de lo alto
qu e dele trea el alm a en los rec ndito s cielos, los prin ci
pios sag rad os, abso lutos, rad ian tes . Slo se besan sus
pies desnudos, fros y ensangrentados. No se suea en
la soledad para arrastrarse por los suelos; la multitud y
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XIV
E L A O T E R R I B L E
el soador tienen rudos encuentros. Con la frente encen
dida por la clera Ezequiel gritaba las osamentas: Le
vantao s M oiss m ostrbase severo al exponer sus tabla s;
Dante reg a ab a. El espritu de los temidos pe nsa do res,
grave, tempestuoso, semejante al misterioso viento que
sopla del hon do cielo en el mo vedizo des ierto do Te ba s
se engu lle, cual nu frago bajel, ese indm ito esp ritu,
carg ado de ba rred ura s de som bra, por cierto que t iene
otra cosa en qu ocuparse que ir acariciar, en medio de
la noche, tard a en estre llarse , ese gran de y enco gido
monstruo que medita, ya que lleva en su seno el adorable
maldito en igm a. El huracn no se m ues tra t ierno pa ra
con los conm ovidos colosos; no son los incensario s qu e
dejan burlado el esfinge. La verdad, he aqu el grande y
austero incienso debido esa masa do palpita un misterio,
y que lleva en su pesado seno el justo derecho confundido
con el apetito injusto.
Oh gne ro hu m an o luz y noche, caos de las alm as
Puede la multitud arrojar l lamas augustas, pero si so
pla una rfaga de viento, de improviso vese descender de
lo alto del virgen hon or lo m s hondo d e las cloacas, la
m uched um bre, hurfana gra nd e y fatal , y esta Juan a de
Arco se transfo rm a en M esalina. Ah cuando G raco se
yergue en la flamgera tribuna; cuando muerde Cinegires
las fugitivas naves; cuando en compaa de los Trescien
tos,
hombres probados^ Lenidas cae sobre Termopilas;
cu and o s ur g e Bo tzaris; cuand o el confederado Schwitz
destroz a al A ustria con su fuerte y ferrado bas tn ; cu an
do el altivo W inkelried, abriendo sus picos brazos, mu e
re ahogado por las picas; cuando combate Washington;
cuando se aparec e Bolvar; cuand o Pelag io ru ge en el
fondo de su selva; cuando M ann despertand o lo s m uer
tos , galvaniza al viejo dormiln de bronce, el len de Ve-
necia; cuando el gran campesino expulsa patadas
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P R L O G O X V
Lautrec de Lombarda y de Francia Talbot; cuando
Garibaldi, rudo pa ra el vil hipcrita sacerd ote, prta se
cual uno de los hroes de Homero en los montes de Te-
crito,
y sbitam ente hace brillar oh san ta Lib ertad tu
crter al lado del Etna; cuando la Convencin impasible
hace frente treinta reyes env ueltos en un a m isma tem
pestad; cuando , coaligada y terr ible y volviendo trae r
las som bras de la noche, tod a la Eu rop a co rre pres uro sa,
m ug e y desapa rece como la espu m osa ola al pie del di
que, presencia de los pensativos granaderos de Sambre
y M euse, es el pueblo que ob ra. Salve, oh pueblo sob e
rano
M ascuando el lazzarone el t ransteve rino d e algn
Sixto V besa de hinojos el bculo; cuando la inepta, in
sensa ta y feroz ba rah un da aho ga bajo sus olas, conmovi
das po r salvaje aqu iln, la ho nra de Coligny y la razn
de Ram us; cuando aparece de entre horroro sa som bra
monstruosa mano, sosteniendo por.los cabellos la cabeza
de Carlota, plida del hachazo y roja del bofetn que re
cibiera, es la muchedumbre que as se porta. Y esto me
dasagraday molesta en gran manera; es el ciego y con
fuso eleme nto, el n m ero , la n eg ra de bilida d y la fuerza
som bra. Y si m aana se nos m and a recibir de m anos de
esa turb a un am o, que ap ag ue m os el fuego de nu estra
alma y nos cub ram os de ve rg en za, (creis por ve ntu ra
que nos preoc up arem os lo m s mnimo po r ello? Es indu
dable qu e veneram os E sparta, A tenas, Pa rs , y todos
los grandes foros de do salen las grandes exclamaciones;
empero colocamos mayor altura la augusta conciencia.
Un mundo culpado no pesa tanto como un justo; todo un
ocano loco hostiga intilmente un gran corazn. Oh
m ultitud, ob scura y fcil para el vencedo r Harto me n :
do te encenagas en el instinto bestial, y por nuestra parte
te resistimos. Nosotros, hijos de Danton y nietos de
Hampden, ni queremos el t i rano nombrado Todos, ni el
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XVI L A O T E R R I B L E
dspota Uno So lo. Ved al pueblo: m uere, com batiente
magnfico, por el progreso. Ved la muchedumbre: trafi
ca con l, de vo ran do su derecho de prim oge nitura en el
vil plato qu e Rom a en jug a y lava con Asi sea Ved al
pueblo: se apodera de la Bastilla, descompone la sombra
m ientras va and and o. Ved al populacho: aguard a al paso
Arstides, Jess, Zenn, Bruno, Colon, Juana,
escupindoles el rostro. Ved al pueblo con su esposa, la
ide a; ved al pop ulach o con su novia, la gu illotina . Pe r
fectamente, elijo el ideal. Ved al pueblo: trueca abril en
floreal, convirtese en Repblica, reina y delibera. Ved
al pop ulacho : acepta Tib erio. Quiero la Repblica y ex
pulso Csar: los arreo s no pu eden am nistiar la ca
rroza.
El derecho est por encima de Todo s; no hay viento con
trario capaz de de rriba rle, y Tod os no pued en dU traer ni
enajenar nada del comn porvenir. El pueblo es soberano
de derecho, y cada cual es su propio rey: esto es el dere
cho . Na da e s capaz de decentarlo^ Cmo el hom bre que
veo pasar poseera mi alma? Vergenza M aana serle
dado ,
por imbcil voto, apoderarse, prostituir, vender mi
libertad. Jamsl Puede un da la muchedumbre invadir
el principio, pe ro la olead a vue lve bajar, se desv anece la
espuma, y al partir la onda deja descubierto el derecho.
Quin se ha figurado, pu es , qu e el p rimer advenedizo,
tenia derecho mi derecho? que yo deba tomar su baje
za por yugo, por regla su capricho? que yo penetrara en
el calabozo si l se m eta en la chozuela? que m e viese
obligado convertirme en eslabn porque todos agrada
trocarse en ca dena? que el pliegue de la caaheja se con
vierta en ley del roble?
Ah primer advenedizo, de la clase media campesino,
el uno egosta y,ciego el otro, entend m on os. Las revo
luciones duraderas, hgase lo que se quiera, muestran
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P R L O G O X V I I
hacia ese desconocido que arroja su superficie, ya la in
famia, ya la honra, ya el desdn que la pared muestra al
estucador. Ved*al pasante de Cartago, de Atenas de
Roma, semejante al agua que de la fuente cae al suelo,
encam inarse al arroyo fatal, t ro c nd os e en fango des
pus de haber sido cristal . Semejante hombre sorprende,
al cabo de tan bellas y ruda s jo rna da s, por su indiferencia
en medio de la concupiscencia, los mismos que en un
principio deslu m hr con sus virtud es: es FalstaT desp us
de haber sido Bruto; englfase en la orga despus de cu
brirse de gloria. Preguntadle si sabe su propia historia,
lo que fu Washington lo que hizo Barra: su muerto co
razn ya no late al sonido de los nombres que adora.
Anteriormente restauraba los viejos cultos, los bustos de
sus derribados hroes, de sus robustos antepasados,
Focin cadver, Licurgo amortajado, Riego muerto, y
ahora contemplad qu olvidolFu puro,yactualmen te se
lava las m an os ; fu, san to, y lo ign ora ; ni siqu iera n ota que
con la obra presente deshonra su obra pasada; vulvese
cobarde y vil, l en otro tiempo tan altivo; y sin que se su
bleve ni pro teste su fuero intern o, em bad urn a inm und a
taberna con el resto de la cal que sirviera para blanquear
un sepulcro. Su manchado pedestal se trueca en escabel;
el honor parcele carga pesada, cubierto de orn, gtico;
brlase de tan severa armadura, diciendo: [Hierro viejo
Antes empese en f ieros combates; engao. Fu grande
y poco le im po rta. Hase convertido en su prop io insulto y
en su propia irona; tan esclavo es ahora que reniega, in
dignado de su pasado, evaporado ya; y tocante su anti
guo valor, infndele miedo.
Pero por ventura se reprocha al mar que la onda se
de rru m be ,y la m ultitud sus millones de cabezas? D eque
sirve sutilizar sus errores, el camino emprendido, los ro
deos hacia atrs esa humana nube, ese gran torbellino
a
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X VI I I EL AO T E R R I B L E
de vivos, incapaz ay de ser inocente y de ser culpable?
Para qu? aunq ue vago , obscuro, sin pu nto de apoyo, es
til; y aunque flotando ante l, su misirf, lo mismo en
Pars que en Londres, consiste en procurar el progreso,
del que otros respondern. La Repblica inglesa espira,
se disuelve, cae, dejand o M ilton en pie de tr s de ella;
ha desaparecido la muchedumbre, pero queda el pensa
dor: esto basta para que todo germine y na da m uera . No
hay desesperacin posible en las cadas del derecho. Qu
importa el malo feliz, altanero, venerado? Cometes cobar
da s oh profund o cielo t suc um be s, Rom a; la liberta d
busca un refugio en las catacumbas, los dioses son del
vencedor, y Catn pertenece los vencidos. Kosciusko
surg e de los huesos de Galgacus. Se interrum pe Ju an
Huss, sea; Lutero contina. La luz encuentra siempre un
brazo que la sostenga; se ir la muerte, si es preciso,
para probar que no se ha perdido la fe, y voluntaria, sen
cillamente, sin espanto, saldr una cohorte de justos de
la avasal lada m uched um bre, encaminndose en derechu ra
al sepulcro y aband onan do la vida, pues ab orrecern m s
los ho m bre s qu e los gu san os de la tie rra. Oh esos
gran des Rg ulos, cubiertos de eterno olvido, Arria, P or
cia, esos hroes-mujeres, todos esos nimos puros, esas
firmes almas, Curtius, Adam Lux, el tranquilo y fuerte
T hr as ea s, el po deroso Co ndorcet, el estoico Chamfort,
con qu castidad a ba nd on ro nla indigna t ierra As huye
la palo m a, as se cierne el cisne, as deja el g uila el pan
tano de las serpientes. Legando el ejemplo todos, los
males, cuantos se arrastran por el suelo, al egosmo, al
crimen, los sombrosy cobardes corazones, quedronse
dorm idos con neg ro sue o; cerraron los prp ado s para no
ver nada m s. Esos m rt ires generoso s consag raron el
deber, y luego se tendieron sobre el fnebre lecho; su
muerte da indmito beso la virtud.
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P R L O G O X I X
Oh caricia sublime y santa del sepulcro lo grande, lo
puro , lo bueno, lo ideal, lo bello. En presencia de los que
dicen: no hay nada justo an te todo lo que tu rb a y pe rju
dica, ante Lo custo, ante Pa llas, ante Oa rrier, ante S n
chez, ante los apetitos inclinados sobre la nada, negando
los sofistas, falsos los coraz one s, vacas las fren tes, ;qu
afirmacin esos graneles suicidios Ah cua nd o todo pa
rece muerto en el mundo de los vivos, cuando no se sabe
si dar un paso m s, cuando no sale ni un a exclamacin d e
entre las masas, cuando el universo slo duda y silencio
ofrece, aquel que vaya buscar alguno de esos puros di
funtos en el recinto de los negros fosos y que pegue el
odo al suelo, preguntando: Hay que creer, austera som
bra? hro e envelto en ceniza, hay que marcha r? oir un
acento que sale de la tum ba y dice estrepito sam ente : S
Oh qu es lo que cae en derre do r n ues tro envuelto en
som bras? Cuntos copos de nieve Habeislos contado?
M illones y m s millones Negra noche Los leones se en
caminan sus madrigueras; dir ase que la vida eterna
retroced e; la nieve, rep ug na nte nivel del crepscu lo, reba
ja siniestram ente los montes; sin os que dam osdo rm idos,
sentimo s que la. m ue rte se apo dera de nu estro se r. La
nieve cubre el campo y las ciudades; blanquea la cloaca,
tapando sus viles bocas; la lgubre avalancha vela el em
pa a do cielo. Oh sombra capa de hielo Po r ve ntu ra
hem os terminado? Ya no se ve el sen dero ; todo es lazo.
Sea.
Qu quedar maana de toda esa nieve, fro velo de la
tierra semejante al sudario, una hora despus de aparecer
el sol?
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2 2
E L A O T E R R I B L E
empuj al tirano, hoy larva y espectro, hacia no s
qu som bra do nde se estremece la historia, m ansin
qu e todav a nad ie haba visitado ; y all, cual en el
fondo de siniestro pozo, le perdi. Sobrepuj el juez
cuanto se predijera.
Aconteci que cierto da soara aquel hombre: Yo
reino. S, pero se me desprecia, preciso es que se me
tem a. Quiero m i vez ser dueo del m un do . Tierra
valgo tan to com o m i to, y asstem e el derecho de
aterrorizar. Verdad que no cuento en mi historia con
una jornada como la de Austerlitz, pero s con un
brum ario . Aqul est posedo del espritu de M aquia-
velo al pa r que del de Hom ero, y ambos dos p re s
tan atencin cuanto hace, mi m e . basta con M a-
quiavelo. Gallifet me pertenece : antes tuve M oray;
ahora cuento con Rouher y Devienne.
Todava no he tom ado M adrid ni Lisboa ni
Viena ni aples ni Dantzig ni M unich ni
Dresde, pero no se me escapa rn. En los m ares hum i
llar la cruz de San Andrs y tendr por tributaria la
vieja Albin. Ei ladrn que no es rey de reyes vegeta;
por mi parte prometo engrandecerme. Yo, forbante,
tend r por lacayos M astii con su m itra, A bdul
con su tu rb an te , al Czar cub ierto con su piel de oso y
su gorro de marta. He herido con mis rayos el boule-
vard M ontm artre, de consiguiente, pued o vencer
Prusia: tanto vale sitiar Torloni como Berln:
cuando uno se ha apoderado del Banco tambin pue
de tom arse M aguncia. San Petersburgo y Stam bul
son dos perros de porcelana; Po y Galantuomo estn
en guerra abierta; Inglaterra Irlanda se pelean rui
dosa m ente cul dos m acho s cabrios en la pra de ra;
Espaa lanza una granizada de balas sobre Cuba;
agrranse por los cabellos Jos, pseudo-Csar y Wl-
he lm , dechado de A tila: pond relos en paz, convirtin
dom e en arbitro de todos, yo, el hom bre descalado
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AGO STO DE 1S7O 23
de antes, el antiguo plebeyo: cabindome la glora,
casi sin discusin, de ser el Omnipotente y el Altsi
mo de aqu abajo. De falso Napolen transformarse en
verd adero Carlo-M agoo cuan bello es Qu se r e
quiere para esto? Su plicar M agne que adelante un os
cuartos
Lebceuf,
y elegir, como Haroun escoltado de
noche po r su visir, la ho ra en que todos du erm en ,
cuando estn desiertas las calles, intentan do br us ca
m ente la av en tura . No cabe dud a que puede pasarse
el Rhin despus de haber pasado el Rubicn. Pietri
me cubrir de flores desde los balcones de su casa.
M agnan ya no existe, pero Frossa rd vale tanto com o
l;
no pued o disponer de Saint-A rnaud, en cambio
tengo Bazaine.
Bismarck me hace el efecto de un saltimbanqui;
creo que soy tan buen cmico como l. Hasta ahora
he dom ado al deslum hrado acaso, constituyndolo
en cmplice mo, y estoy enlazado con el fraude.
Aunque cobarde, he vencido; brillo pesar de mi in
famia. Adelante acaso no cuento con Pars? Pu es
soy dueo del gnero humano. Todo me sonre por
qu de tenerm e en el camino? Slo m e falta ga na r el
quinterno; prosigamos, ya que la suerte es una bri-
bona. Pertenceme el universo, as lo quiero, me
agrada; este negro globo estrellado cabe bajo mi cu
bilete. He escamoteado la Francia; escamoteemos,
pues , la Europa. Diciembre es mi manto; la sombra
me envuelve; han volado las guilas y slo me que
dan los halcones, pero no importal Es de noche y
aprovecho su obscuridad
:
ataquem os.
Y sin embargo era da claro, tanto en Londres, co
mo en Roma, como en Viena, y todo el mundo abra
los ojos, excepto ese hombre: Berln sonrea y ace
chaba silencioso. Como estaba ciego, supuso que era
de noche: todos vean la luz; nicamente l divisaba
sombras.
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2 4 EL A SO T E R R I B L E
Ah sin calcular el tiempo, el sitio, el nmero,
tientas, fiando en el vaco, sin apoyo, sin ms seguri
dad que sus propias tinieblas, ese suicida psose al
frente de nuestros altivos soldados, del ejrcito de
Francia quien preceda el ren om bre , y sin cao nes,
sin pan, sin jefes, sin generales, condujo los hroes al
fondo de la sima. Completamente tranquilo, guiles
por s mismo hasta el lazo do quedaron envueltos.
-r-Dnde vas? dice la tumba. Y l responde: Aca
so lo s?
II
Plinio explora el Vesubio y Empedocles el Etna;
motivo asiste para obrar as esos grandes curiosos,
pue s en su crter irradia un crep sculo: un bram n
va Benares y deja que se lo cmala miseria, lo cual
se comprende, ya que de tal suerte gana el paraso;
travs de las purpurinas lavas de Lipari boga un pes
cador en su coralina, dbil tabla que lame y m ue rde
el prfido mar desde los cabos de Crcega las tem
pestuosas rocas de Corf; Scrates se le apellida
discreto y loco Jesucristo, siendo asi quee primero
es razonable y sublime el seg un do : el profeta negro
grita alrededor de Solima hasta que cae muerto los
golpes de las jaba linas; Green se confa al aire y L a-
peyrouse las olas; Alejandro invade la Persia y Tra-
jano la Dacia: todos esos ho m bres saben lo qu e hacen ,
lo que qu iere n. Su audacia lleva un fin; em pero ja
m s ios siglos, el pasa do, la histo ria haban presen
ciado el insensato espectculo, el vrtigo, el ensueo
de un hom bre que, descendiendo por s mismo de
triunfal y suprema cspide, tirando el obscuro hilo
po r do baja la m ue rte , se tom a el trabajo de ab rir su
fosa, y colocando su cabeza bajo la horrorosa cuchilla
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A GO ST O D E 1 87 O 2 )
rodeada de m isterio, se la corta para afirmar en sus
sienes la corona.
III
Al caer el cometa en el no ctur no pozo, los soles pre
sencian su enfriamiento; Satn cado de lo alto con
serva su grandeza, pues su anonadamiento tiene cier
to aire de apoteosis; tratndose de un destino altivo,
visin ind m ita, toda ruido sa catstrofe equivale
un ltimo rayo. Antes cayera Bonaparte, y su in
menso crimen no deshonr al abismo; Dios le recha
z, pero pesar de todo sob ren ada ba en l algo de
vasto y altivo; la claridad ocultaba la sombra, de
suerte que la gloria estimaba aquel hombre sombro
y la humana conciencia dudaba en cierto modo to
cante al dao que hacen los colosos.
M alo es divinizar el crim en ; Dios vio que era p rec i
so renovar el ejemplo.
Cua ndo un titn ladrn ha trepa do la csp ide,
todos los ladrones quieren seguirle; por tanto, nece
stase que en lo sucesivo Sb rigan i no pueda imitar
Prometeo. Hora es de que el universo sepa horroriza
do hasta qu punto el pequeo puede sobrepujar al
grande, cmo un vil arroyuelo es peor que un torren
te ,
y cunto estupor encierra el destino, aun despus
de Waterloo y de Santa Elena. Dios quiere impedir
que se levanten negros a stro s. Siendo til y justo ter
minar brumario y ese Diciembre velado todava por
una salpicadura que llega al firmamento y envuelto
adem as en los enorme s recuerd os de antes, necesi
tndose arrojar el ltimo peso la balanza, Aquel
que todo lo mide quiso ensear al mundo el execra
ble derrumbamiento despus del gran final, para que
el gnero humano recibiese una leccin y menospre
ciara al causante de todo, ante el que tembl; para
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2 6 EL AO T ER R I B L E
que despus de la epopeya se ofreciera la parod ia, y
para que viramos lo horrorosa, devastadora in
fructfera que puede ser una tragedia cuando es un
enano el que imita l cada del gigante.
Como ese hombre personificaba el crimen, preciso
era que todo el baldn recayese sobre l, quedndole
perennemente el luto por pedestal; preciso era que el
fin de ese intrigante fatal, quien tal punto llev la
insidia que hasta avergonz las cosas ms destitui
das de vergenza (y que, Csar, olfatebanle con re
pugnancia los perros), preciso era, digo, que al caer
en la cloaca la produjese nuseas.
IV
Risueo es Azincourt. De hoy en adelante Rami-
llies, Trafalgar, halagan casi nuestras melancolas;
Po itiers ya no con stituye u na pgina de luto, ni Blen-
heim figura en el nmero de las afrentas; Crecy ha
dejado de ser el campo donde inclinamos la frente, y
el neg ro Rosbach hceno s el efecto de un a vic toria .
Oh Francia La pgina repu gn ante de tu historia es
Sed an. Escupe este fnebre nom bre, ante el que tod o
se eclipsa, para no pronunciarlo nunca ms.
V
Llano Horroroso pu nto de cita Ellos han llegado
y nosotros tambin. Dos bosques vivos, formados de
humanas cabezas, brazos, pies, voces, sables y furo
res, ma rch an uno al en cu en tro del otro y se confun
de n. Qu espec tculo Oigo gr ito s. Acaso es la voz
del can? son las catapultas? A veces el sepulcro
mustrase tumultuoso, lo cual l lamamos altos he
chos,
hazaas; todo huye, todo se derrumba, y al es
trpito levanta la cabeza el gusano. Los reyes lanzan
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AGOSTO DE 1 8 7 0 27
senten cias, y el hom bre h ejectalas en el ho m bre,
obtenindose cual laurel de la victoria la. m ue rte de
un her m ano . Despus de Farsalia, despus de H as-
t ings , despus de Jena, el uno se proclama vencedor
y el otro llora sobre sus ruin as . Oh gu err a La ca
sualidad pasa mo ntada en carro de som bras tirado
por espantosos invisibles caballos.
Indmita era la lucha. Fuego lanzaban las pupilas
de los combatientes en el fragor de desenfrenada car
nice ra; el fusil Chassepot desafiaba al Dreyse; en el
horizonte aullaban medusas, rechinando en obscura
nube salpicada de sangre, culebrinas de acero, bom
ba rda s, am etralladoras. En lontananza los cuervos se
fijaban en esas obreras, pues no hay festn sin carne,
ni carnicera sin banquete. La rabia envolva las som
bras , y se comunicaba, cual si tomara cartas la natu
raleza en la batalla, del hombre tembloroso al rbol
que se estremece. El mismo campo fatal pareca fue
ra de si.
ste vease rechaza do, aqul im pelid o: all estaban
Alemania y Fran cia. Tod os a briga ban la trgica es
peranza de mo rir la repu gn ante dicha de m ata r,
no encontrndose uno solo entre tanto s hom bres
quien no embriagara la sangre con su acre perfume,
ni que cejar, pues supremos eran los momentos. La
semilla sembrada por horroroso brazo, Ja metralla,
llova sobre el campo tenebroso; y respiraban peno
samente los heridos, quienes se pisoteaba, y bra
maban los caones lanzando sobre las masas formi
dable humareda que se perda en el espacio. En me
dio del spero encarnizamiento todos recordaban sus
debe res, el ho no r qu e les ligaba su s ba nd eras , la
abnegacin, y la patria. De improviso, entre aquella
bruma, al estrpito producido por el trueno, en la
eno rm e som bra do re la visionaria m ue rte , en el caos
de los picos choques, en medio del infierno de cobre
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*8 E L A O T E R R I B L E
y de bronce que dan contra el hierro, y de lo que
derriba aplastando cuanto cae, entre el ruido de la
salvaje hec atom be, al toq ue de los rudo s clarines que
entonan su sombra cantinela, mientras luchaban
nuestros soldados, altivos y tratando de igualar
sus antep asad os, veneracin de los pueblos, de re
pente (lo cual estremeciera las feroces banderas), y
mientras que, plegndose los decretos del destino
todo se desan graba , com bata, resista m ora, de
repente, repito, yese este grito monstruoso: Quiero
vivir
Calla el can estupefacto, interrmpese la ebria
pelea... Acabbanse de pronunciar las dos palabras
fatales.
La negra guila abre sus garras y aguarda.
VI
Entonces la Galia, entonces Francia, la gloria, y
B renn us, la auda cia, y Clodoveo.la victoria, entonces
el viejo titn cltico de larga m elena , y el altivo gr u
po de las batallas, Chlons, Tolbiac la indomable, la
crue l Arezzo, Bovines, M arignn, Beaug, M ons-en -
Puelle, Tours, Rvena, Agnadel sobre su elevado
palafrn, Fornoue, Ivry, Coutras, Cerisolles, Rocroi,
Denain y Fontenoy, mezclando esas inmortales el re
lmpago de la frente al brillo de las alas, Jemmape,
Hohnlinden, Lodi, Wagram, Eylau, los hombres
del ltimo cuadro de Waterloo, y esos guerreros
tales como Heristal, Carlo-M agno, Carlos M artel,
Turena, espanto de la Alemania,- Conde, Viars,
famoso por su buena estrella, K'eber, nuevo Aquiles,
y Desaix, otro Escipin, y Napolen, ms grande que
Csar y Pompeyo, por manos de un bandido entre
garon sus espadas.
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SEPTIEMB R E DE 187O
20
SEPTIEMBRE
1
Eleccin entre las dos naciones
ALEM ANIA
No hay nacin ms grande que t: en otro tiempo
todo el orbe era espantosa mansin, y fuiste el pue
blo justo entre los pueblos fuertes. Sombra tiara cie
tu augusta frente; sin embargo, brillas lo mismo oue
la Ind ia, de fabuloso aspecto. Oh pas de los ho m bres
de ojos azules altiva clarid ad en el tenebroso fondo
de Europa spera, informe inmensa gloria te en
vuelve; tu faro resplandece en el monte de los Gigan
tes, y cual el guila m arin a q ue cam bia de ocano,
pasaste sucesivamente de una otra grandeza. AI
discreto Huss sigui Crescentius el apstol; en tu
patria Ba rbarroja no es bice pa ra, qu e nazca u n
Schiller; el emperador, pesar de hallarse tal altu
ra, teme al genio, es decir, al relmpago. No, nada
en la tierra puede eclipsarte, Alemania. Tu Vitikind
hace frente nuestro Carlo-M agno, y aun ste te per
tenece un tanto como soldado. Por momentos pareca
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} 0 E L AO T E R R I B L E
que un astro te guiara, vindote los pueblos oh fe
cundo gue rrero rebelde al doble yug o que pesa so
bre el universo, resistir, empuando la aurora en tus
frreas manos, Csar Hermann y Pedro Lutero.
D ura nte m uc ho tiempo fuiste la solitaria del aejo
derecho de los ven cidos , asi com o el roble ofrece su s
brazos la yedra. As como se mezclan la plata y el
plomo en el bronc e, sup iste fundir en un pueblo nico
y soberano veinte tribus: el huno, el d'acio, el sicam-
bro .
El Rhin te prodig el oro y el Bltico el m
bar; la msica constituye tu aliento; alma, armona,
incienso, hace alternar en tus poderosos himnos el
graznido del guila con el canto de la alondra; sobre
tus desmoronados burgos crese ver la sombra de la
hidra y del guerrero vagamente vislumbrados en el
m on te, cernindose por encima del true no . Nada m s
bello y risueo que tus verdes llanuras; los rayos pe
netran por los portillos de la niebla, y duerme el ca
sero, agrupado bajo las alas de la morada seorial.
Apoyada al anochecer la rubia doncella en el brocal
de las ciste rna s, asemjase los ngeles del cie lo.
Cual templo sostenido por extraos pilares, la Ale
m ania m antinese en .pie trav s de veinte rep ug
nantes siglos, derivando de ellos su esplendor que se
destaca de entre sombras. Cuenta con ms hroes
que cimas tiene el m on te A thos. Aparece la Teu tonia
en el dintel de las sublimes nubes donde la estrella
anda mezclada con el rayo; de noche sus picas ase-
mjanse un bosque, por encima de su cabeza victo
rioso clarn prolonga sus sonidos, igualando su le
yenda su historia. En la Turingia, donde Thor
m antiene su lanza en ristre , andaba erran te Gan na,
la desmelenada druidisa. Bajo los ros, cuyas aguas
acarreaba n vagas llam as, cantaban las sirenas, m ons
truos con senos femeninos, y el Harz, frecuentado por
Velleda, el Taunus, donde Spillyre secaba en la hier-
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SEPT IEMBR E DE 18 70 3 I
ba sus desnudos pies, todava no han perdido laagrestre y divina tristeza que en las profundas arbo
ledas deja la profetisa. De noche la Selva Negra es un
siniestro Edn; orillas del Neckar la claridad de la
luna vuelve sonoros y aviva repentinamente los rbo
les poblados de hada s. Oh teutones vuestros se pu l
cros parecen trofeos; vuestros antepasados slo gran
des osamentas sembraron, vuestros laureles vense
esparcidos por do qu iera M ostraos altaneros, alemanes Vuestras sandalias abarcan pies ti tnicos. Des
lumbrante dibujo, la gloria feudal dora vuestros mo
rriones, blasona vuestros escudos, y as como Roma
puede presentar Cocles, vosotros tenis un Galga-
cus y un Beethoven que oponer al Homero de la Gre
cia, Alemania es poderosa y magnfica.
FRANCIA
Oh madre ma
II
A principe principe y medio
#
El emperador hace la guerra al rey.
Y decamos en nuestros adentros: Las gu erra s son
el preludio de las revoluciones.Al par que pensba
mos:
Esto es la guerra, pero una guerra grandiosa.
El infierno quiere un laurel, la muerte una ofrenda;
estos dos reyes han jurado apagar la luz del sol; va
derramarse mares la roja sangre del globo, siendo
segad os los ho m bre s lo mismo que la hierba. Infames
sern los vencedores, si bien magnficos.Y nosotros
que queram os que el hom bre viviera en paz, noso tros
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3 2 EL AO T E R R I B L E
qu e dam os la tierra al arad o y no los caones , tris tes ,
au nq ue altivos, decamos; Francia y Pru sia Qu
im po rta qu e ese btavo ataqu e ese borusq Dejemos
ob rar los reyes; luego se aparecer el A ltsimo.Yso
bam os el choqu e de Vichnu contra Indra, un avatar
empollado por un apocalipsis, el resplandor pasando
trav s del eclipse; so ba m os los enorm es com bates
nocturnos; sobamos ese caos de clera y de estr
pito en qu e el hu ra c n se ensaa con el ocano , en
que el ngel, sujeto por los brazos del gigante, lucha
y mezcla su sangre celestial con la negra sangre del
titn; sobamos Apolo contra Leviatn: nos ima
ginbam os la som bra en plena dem encia; hacamos
chocar, en el horro r de inm ensa querella, Rosbach
contra Jena, Roma contra Alarico, el gran Napolen
y el gran Federico; creamos ver hacia nosotros, pre
surosa s y volando con la m ay or rapidez posible cual
golon drinas, las victorias, y as como el pjaro co rre
en busca de su nido, ir en derechura la Francia, al
progreso, la justicia, al derecho; creamos asistir
un choque latal de los tronos, al siniestro fin de las
vetustas Babilonias, al espectculo del continente tri
turado, muerto, resucitado en un desarrollo de alba
y de libertad, y ver tal vez, despus de monstruosos
desastres, nacer un mundo travs de un cataclismo
de astros.
De suerte q ue estbam os soand o. Bien, decamos:
ser como Arbelle, A ctium , Tra sim ne y Zara, horr o
roso,p ero g ran de . Una sima con su pendiente y todo
el universo junto la orilla, lo mismo que en Lepan-
to , que en Tolbiac, que en Tiro, que en Poitiers.
Nuestros porteros la Clera, la Fuerza y la Noche van
abrir ante nosotros la ancha tumba: fuerza ser que
desciendan ella el Su r el N orte; fuerza ser qu e
una otra raza caiga al fondo del abismo donde que
dan reducidos la na da reyes y dioses. Y pensativos,
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SEPT IEMBR E DE 187O 33
creyendo ver venir hacia nosotros la gloria, choques
como los que presenciaron el Loire, Wagram tonan-
te ,
Leipzig magnfica y repugnante, Cyrus, Senna-
cherib, Csar, Federico segundo, Nemrod, temblba
mos al acercarse esos sombros momentos...De re
repente sentimos una mano que se introduce en
nuestros bolsillos.
He aqu de lo que se trata : A poderarse de nue stro
dinero.
Con harta exactitud se deca: Bonaparte indigente
fu un estafador, y debe esta r esperanzado de robar
la Alemania as como rob la Francia. Escamote
el trono, es hombre vil, trapacero indecente, nadie
lo niega; em pero nos formbam os la ilusin de que
topara con un viejo rey, muy pagado de su alcurnia,teniendo Dios por corona y el hon or por coraza. Y
en co ntra r ante l, como en tiem po de los Dunois, un o
de esos paladines de los antigu os torne os cuya arm a
dura modlase vagamente en las matutinas y bulli
ciosas nu be s, ;oh cada |oh ilusin qu cam bio de
decoracin Esto es un a silba y no el toq ue de la
guerrera t rompa.
Es de noche. Presntase nuestros atnitos ojos
salvaje jaral donde hormiguean los sables, brillando
los caones de los fusiles entre las ramas; resuenan
gritos en la sombra. Sorpresa, emboscada. Deteneos
Todo se ilum ina, ofreciendo el bosque po r do quiera
su claraboya donde brilla roja luz. Sus se aplastar
la cabeza todos si alguno se mueve. Boca abajo y
que nadie que de en pie Y ahora ven ga vuestro dine
ro ,
sin que falte ni un bolo. Qu importa que os
agrade no manteneros de rodillas sobre el fango Y
se os registra con una bayoneta asestada al pecho.
Somos diez contra uno, armados hasta los dientes;
3
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34 EL AO TERR IBLE
resistir seria un a im pru de nc ia. Obedeced Es tos
acentos parecen salir de un antro. Qu hacer? Todos
alargan la bolsa y besan la tierra; y en semejante
postura se piensa en aquellos pases que antes se
nombraban Polonia. Francfort, Hesse, Hnnover.
Ya est levantaos Nos en con tram os pobres en me
dio de la Selva Negra, y nosotros, que no estamos
iniciados en las traiciones salvajes, nosotros, ignoran
tes del arte de reinar, nosotros, profanos, reconoce
m os que C artouche haca la gu erra Sc hind erha nne s.
III
Tal para cual
M irad, p ues : aqu el bragazas del crim en; all, ton
tamente servido por cuantos oprime, el ogro del de
recho divino, devoto, exacto, moral, nacido para ser
em per ado r sin h abe r pasad o de cabo.' Aqu el gitan o,
all el sicambro; el degollador lucha con el dos-
diciembre. A un lado la liebre, en el otro el chacal;
la caada de Ollioule y la casa Bancal parecen haber
suministrado ciertos reyes; los calabreses no cuentan
entre ellos nada de ms horroso que esos tunos. Pi
llaje, extorsin, he aqu su sistem a de gu erra , arte q ue
haria las delicias de Poulailler, pero abrumara Fo-
lard. Es la nocturna detencin de un coche que viaja.
S,
vil es Bonaparte, pero Guillermo es atroz; nada
ms imbcil ah que el guante que ese candido pillo
arroja al rostro de aquel negro bandido. El uno ataca
con nad a; el otro acepta el reto y saca bru sca m en te el
rayo de su bolsillo; suave y tra ido r era el tru en o, y se
ocultaba. Su em perad or tena al nuestro por un jugu e
te.
Rese: Ven ac, chiquillo
Y
el chicuelo se acerca
tropezando. Carnicera, muertos montones, luto,
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SEPTIEMBRE DE 187O 3)
horror, traicin, tumulto infame alrededor del sinies
tro horizonte. Ante esos innum erab les atentados apo
drase del pensador cierto deslum bram iento somb ro.
Cuntos crm enes , justo cielo Ah qu horroroso
desenlacel Oh Fra ncia un a rfaga de viento disipa en
el acto esa sombra de Csar y esa sombra de ejrcito.
Guerra en que el un o es llama y el otro h u m o .
IV
Paris bloqueado
Oh ciudad la historia se postrar tu s pies. E n
desangrarte est tu belleza; en la muerte estriba tu
victoria. Pero no, t no mueres. Corre tu sangre, y
cuantos contemplaban Csar sonriente en tus pere
zosos brazos se sorprenden: salvas la llama expiato
ria, y la admiracin de los pueblos, y la gloria oh
Par s dante m s de lo que pierde s. Ciudad enlutada,
conquistas a tus sitiadores. La baja y falsa prosperi
dad es la muerte lenta; caas loca y alegre, y te en
grandeces sangrienta. T, quien adormeciera el
imperio envenenador, te libraste de la humillacin de
tan repugnante felicidad. Despiertas diosa, y expul
sas al stiro; te conviertes en guerrera al convertirte
en m rtir; y en el ho no r, en lo bello, en lo verd ade ro,
en las grandes costumbres, renaces de un lado cuan
do mueres del otro.
V
A Juanita
Ayer cumpliste un ao, querida ma; contenta ests
garlando, como bajo la enramada, en el fondo del ms
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3 6 EL AO T ER R I B L E
tierno nido, abrien do con vagu edad los ojos; los re
cin nacidos pajarillos gorjean alegres al ver que em
pieza salirles la pluma. Rosada es tu boca, Juanita,
y en los gruesos tomos cuyas lminas te encantan, y
que para complacerte he de permitir que los ajen tus
lindas manos, hay preciosos versos, pero ni uno solo
que valga lo que t cuando al verme tiembla todo tu
cuerpecito. Los autores ms famosos no han escrito
nada mejor que el pensamiento semidescogido en tus
ojos, y que tu obscuro, desparram ado y extrao e n
sueo, contemplando al hombre con la ignorancia
del ngel. Dios no se encuentra muy lejos, Juanita,
puesto que te esto)
7
viendo. Ah tienes un a o , bella
edad Hay m om entos en que te encu entro grave, aun
qu e ar ro ba da ; ests en el celestial ins tan te de la vida
en que no hay sombras para el hombre, en que cuan
do el nio estrecha sus padres entre sus bracitos,
abraza el universo; tu joven alma vive, suea, rie,
llora, espera de tu madre Alice tu padre Carlos:
todo el horizonte que tu espritu es capaz de conte
ner se cie de ella que te mece l que te acoge son
riente ; en esa hora prim era estos dos seres co ns titu
yen pa ra t toda caricia y toda luz; ellos do s, slo
ellos, oh Jua na y nada m s justo Y soy , y existo,
humilde abuelo, porque te sigo; y tu llegas y yo me
voy; y adoro, yo que slo puedo aspirar las som
bras noc turn as, el derecho q ue t tienes la auro ra.
T y tu rubio hermano Jorge llenis mi alma; con
templo vuestros infantiles juegos,, y esto me basta.
Slo ansio, despus de las innum erables prueb as que
he tenido que soportar, una tumba sobre la cual se
dibuje la sombra de vuestras cunas doradas por el
sol levante.
Ah inocente, y soadora recin venida: para nacer
escogiste ho ra bien singu lar.'E sts oh Jua nita fami
liarizada con el terror; sonres ante un mundo que
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S EP T I E M B R E D E 1 87 O 3 7
da las ltimas boqueadas; zumbas cual la abeja en la
floresta, y mezclas tu encantador murmurio al gran
dioso Pars que hace resonar su formidable armadu
ra. Ah Juan ita Cuando te oigo can tar y que m e
diriges la palabra con tu suave vocecita: cuando con
templo tu s m anos extendidas sobre nues tras cabezas,
parceme que la sombra do mugen las tempestades
tiembla y se aleja lanzando sordos rugidos, y que
Dios hace bendecir por una nia la ciudad de los cien
campanarios, desamparada cual bajel que va estre
llarse en un escollo, y los enormes caones que guar
dan la sombra muralla, y el ansioso universo que
Pars defiende.
Pars,
jo de Septiembre de 1870.
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3 8 EL AO T ER R I B L E
OCTUBRE
i
Yo era el viejo y salvaje vag ab und o de los m ares ,
una especie de espectro al borde de la amarga sima;
en medio del spero invierno, azotado por el viento,
po r la escarch a, por el hu rac n , por la esp um a y en
vuelto en sombras, escrib un libro, cuyas hojas, una
vez terminadas, doblaba la tempestad, negro soplo
las rdenes del expulsado; slo me quedaba el honor
imperecedero; vine y vi la formidable ciudad: estaba
hambrienta y puse mi libro al alcance de sus dientes,
diciendo este pueblo altivo, indmito, ardiente,
este pueblo indignado, que desconoce el miedo y no
soporta el yugo ni sigue regla alguna, diciendo este
Pars , como el klephte al guila: Cmete mi corazn,
tus alas crecern un palmo. Cuando Jesucristo espi
r ,
al morir el gran Pan, Juan y Lucas en Judea y en
la India Epicuro oyeron un grito de obscura inquie
tud ; tembl la tierra al d er ru m ba rse el Olimpo; de
Ofir Canaan y de Asur Saba, as como al doblarse
el zcalo se dobla la columna, todo el Oriente se in
clin la cada de Babilonia; hoy el hombre est po
sedo del mismo horror sagrado, y el edificio siente
faltarle su pu nto de apoy o: todos tiemblan po r P ars
quien sujeta vil mano; fenecera el universo si lene-
ciera esta ciud ad. No slo es un pueb lo sino el m un do
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O CTU BR E DE 187O 3o
entero que los reyes tratan de clavar, taciturno y
sangriento, en la cruz.-Empieza el horroroso suplicio
del gnero humano.
As, pues, lucha r. M s que Tro ya y que Tiro, m s
que Numancia, Pars sitiado debe dar ejemplo. Sea
mos grandes; desafiemos los bandidos guiados por
los tiranos. Vuelven los hunos como en tiempo de
Fredegario; dejemos que rueden hacia nosotros las
mquinas de guerra; mostremos la cara, no cejemos;
aceptemos solos, vendidos, ensangrentados, la ruda
tarea de salvar este pas. Caer sin haber temblado
vale tanto como vencer. Ser el sueo inmenso de la
historia, hacer que todo buscador de lo verdadero,
de lo gran de , de lo bello, imp on ga silencio con el dedo
al ver una tumba, honra tanto un pueblo como
un solo hombre, Catones demasiado grande si sobre
puja Roma, Roma debe igularse con l, debe imi
tarle;por tanto, Rom a ha de com batir y Pars luc har .
La labor que nos corresponde acaba por trocarse en
gavilla nu estra . Co m bate oh Pa rs de m i alma ten,
pueblo magnfico, acribillado de flechas, pero sin
mancha en tu escudo, el ilustre encarnizamiento de
no ser vencido.
II
iHe aqu qu e han vuelto los das trgicosl Al ver
tantos signos desconocidos dirase que ha comenzado
otra egira para las naciones.
Plido Alighieri, y t, hijo de Cinegira, oh severos
testigo s, oh justicieros iguales inclinados, el un o so
bre Florencia y el otro sobre el A rgos, voso tros, es
pr itu s que el guila cobija bajo s us alas y quien se
deben los formidables libros que respiran algo de lo
que m uge y luce de trs del horizonte; vo sotros,
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4 0 EL AO TERR IBLE
quienes lee estremecido el gnero humano, soado
res que podis decir desde el fondo de vuestras tum
bas:
som os dioses m erced al m isterioso tem blor de
los hombres, Dante, Esquilo, od y ved.
A esos rey es les viene m uy holgada la corona so
bre sus estrechas sienes. Vosotros les desdearais,
pues carecen de la estatura de aquellos que atormen
tis con vuestros formidables versos, es decir, del jefe
argivo, y del valor pisano; em pero son m on struo sos,
no lo neg uis. Slo con serv an de los prim ero s reyes
el aspecto vulg ar, si bien se presentan acom paa dos
de guerreras legiones. Empujan sobre Pars los siete
pueblos sajones, cada uno de los cuales ha de saciar
su sed de san gre , ofrecindose rep ug na ntes , cub ier
tos de cascos y de bordad os y blasones: cada uno de
dichos reyes toma por emblema una especie de ani
mal salvaje y en su morrin reluce la quimera de un
rudo y ttrico aguilucho, algn dragn impuro
agitando su melena; y el gran jee enarbola en lo alto
de su es tan da rte, teida sucesivamente con los dos
reflejos de la tu m ba , un a gu ila, blanca d e noche y
negra de da. En pos de ellos, con gran estruendo y
bajo todas las formas, krupps, bombardas, caones,
enorm es am etralladoras , ar ras tran do hasta los pies
del muro que nombran enemigo el bronce, mudo y
adormecido esclavo que, cuando se le desbozala,
apodrase de l frvido celo y empieza destruir una
ciud ad , sin freno, sin tre gu a, con la ter rib le alegra
del fuerte metal, cual si se vengara sobre aquellas
semi-cadas torres d que el hombre le emplee en la
fabricacin de estatuas cubiertas de baldn, y cual si
dijera: Pueblo contem pla en m el m on stru o con
que despus entronizas los reyes. Todo tiembla, y
los siete jefes forman estrecho pacto de odio.
All estn, amenazando Pars. Castganlo. De
qu? De constituir por si solo la Francia y el universo
-
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O C T U B R E DE 187O 4
entero, de brillar por encima de las entreabiertas
simas,
de ser un gigantesco brazo apoderado de un
puado de rayos que no iluminan ningn otro punto
de Europa; castigan Pars porque es la libertad;
castigan Pars por ser la ciudad do ruge Danton,
luce M oliere y re Voltaire; castigan Pars po rque es
el alma de la tier ra , porq ue cada da rebosa m s vida,
siendo la grande y profunda antorcha que ningn
viento apaga, la ardiente idea que se abre paso tra
vs de las nubes, el nmero, la faz creciente del claro
progreso en el fondo de som-bro cielo; castigan Pa
rs porque denuncia el error, porque advierte y tru-
case en exp lorad or, p orq ue bajo su espantosa gloria
mustrales un cementerio; porque borra el cadalso,
el trono, la frontera, el lmite, el combate, el obst
culo, el foso, y es el porvenir cuando ellos represen
tan el pasado.
Ellos no tienen la culpa , pues son las neg ras fue r
zas que van persiguiendo de noche todas las glorias
som bras: Can, N em rod, Rh am ses, Cyr us, Gengis,
Timour. Combaten el derecho, la luz, el amor; qui
sieran ser gra nd es y slo apare cen disformes Oh
tierra no quieren que, afortuna da, te duerm as en
brazos de la sagrada paz y en el himeneo de la divina
luz con el hu m ano esp ritu. Cond enan devorarse
los her m ano s, al pueblo ensaarse contraelpueblo,
y su desgracia consiste en ser omnipotentes y en que
todos sus instintos excitados p or el avern o, vense
desvanecidos por la luz del firmamento. Repugnan
tes reye s No cabe du da que es m s fcil qu e el pjaro
olvide el camino de su nido, que el tigre se ena m ore
del cisne , que la d istrad a abeja deje abando nada su
salvaje colm ena fabricada en el huec o de un a c arra s
ca, antes de que su alma renuncie las matanzas,
la ley del sab le, al infame a ses ina to, los clarin es y
al relinchador caballo de batalla.
-
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4*
E L A O T E R R I B L E
III
Siete; la cifra del mal. El nmero de que el Altsi
mo hace dimanar todas las humanas faltas, Siete
prncipes: W urtem berg y M ecklemburgo, Nassau,
Sajonia, Badn, Baviera y Prusia; red fatal. En la
obscuridad de la noche levantan sus tiendas sepul
crales. All apa recen los crculos del infierno, e m p a
adas espirales: odio, invierno, guerra, luto, peste,
ha m bre, fastidio. P ars tiene sobre s los siete nu do s
de las tinieblas, Pa rs cue nta delante de sus m ur os
siete jefes, al igual de Tebas. Inaudito espectculo
el astro sitiado por el Erebo. La noche asalta la luz;
el abandonado astro lanza un grito, y la nada prolon
gada risotada. La ceguera combate la luz; la tacitur
na envidia ataca al crter augusto de la vida, al gran
foco ce ntra l, al astro com pa ero de los as tro s. S o r-
prndense todos los ojos desconocidos abiertos en el
infinito. Qu pasa, pues? Cm o se em paa la clari
dad Dilatado estrem ecim iento de ho rror va de estre
lla estrella. Salva tu obra oh Dios t qu e d e un
soplo conmueves la sombra de Leviatn retuerce sus
venenosos brazos. Ya no hay re m edio. Ha com enza
do la infame batalla.
As como antes un faro gua rda ba la pu ert a Scea,
viva luz se desprende del astro, advirtiendo al cielo
que el infierno su be y desciende la noche. El an tro es
como enorm e m uralla de hum o donde horm iguea no
s qu indmito ejrcito; monstruosa nube donde
luce el bronce,.confundindo se los ru ido s infernales
y los ruidos sub terrn eos ; y aullando los tru en os en
el fondo de la geh enn a, p arecen enca den adas fieras.
Llega informe marea do m ug en los tifones, crecien
do, rodando y lanzando ahogados gritos, y tal caos
encarnzase en dar muerte esta esfera. l hiere con
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OCTUB RE DE 187O 43
la llama, ella con la luz, y el abismo est en posesin
del relm pago , y de la luz el a str o. La obsc uridad ,
ola, brum a, hu rac n , torbellino, cae sobre ste, un a
y otra vez, trata nd o de verterse po r com pleto en ese
pozo de la aurora. Quin vencer quin? Temor,
esperanza Calofros Po r m om en tos b rrase bajo
horrorosas hinchazones de tinieblas la esplndida re
dondez del astro, y, como vagamente tiembla y flota
un rostro cada vez m s siniestro y plido , desapare
ce.Por ven tura es dado pron un cia r la sentencia de
una estrella? Quin puede tanto? A quin asiste de
recho para arrancar del mundo luz tan sagrada y
alma ta n profunda? El infierno asem jase ho rrib le
bocaza que m ue rde . Y desaparece el astro. Acaso ha
muerto?
De repente brota un rayo de luz por un claro; fla
mgera melena sacudida por el viento aparece...
Hele aqu
Es l. Vivo, enamorado, condena la Noche ver
se deslum brada, y recobrada de improviso su prim i
tiva belleza, cubre aqulla con inmensa espuma
de luz.
Ha sido vencido el caos? No. Redobla la obscuri
dad, y vuelve el reflujo del antro invasor: dirase que
Dios se desalienta.
Nuevam ente se busca el astro e ntre ho rro res , en
medio de la obscuridad de la noche, de la tempestad.
Dnde est? Qu asechanza Ytodo queda suspe n
so;
presiente la creacin que es testigo de un crimen,
y el universo contem pla estupefacto el a bism o qu e,
sin desca nso, en el fondo del rojo firmam ento, arro ja
bocanadas de sombra sobre el sol.
~2*Sr-
-
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44
E L A O T E R R I B L E
N O V I E M B R E
i
Desde los murosde Pars al anochecer
Blanqueaba el Occidente y por el Oriente asomaba
ttrica obscuridad, como si algn bra20 salido del
fondo de los osarios erigiese un catafalco las noctur
nas columnas y desplegara dos sudarios sobre el fir
mamento .
Y cerraba la noche lo mismo que un calabozo. El
ave confunda s us quejas con el estreme cimiento de
la s plan tas, y yo iba and an do . Al fijar m is ojos en el
ho riz on te, el sol ponien te slo formaba san grien ta
oleada.
Esto traa la memoria algn duelo inmenso de un
m on stru o contra un dios, am bos de la m isma talla;
dijrase la formidable espada del cielo enrojecida y
ro dando por los suelos despus de un combate.
II
Paris difamado en Berln
Para la siniestra noche la aurora constituye un es
cndalo, y el ateniense parece una afrenta al vndalo.
Oh Pars al pa r que eres atacad o quisiera da rse la
asechanza unfalsoaire de sentencia;elpedante ayud a
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NO VIEMBRE DE 187 O 45
al zorro , y apu estan desho nra r la ciudad heroica, y
llueven las injurias m ezcladas con los obuses en el
bombardeo, aqu mata elsoldadn, y ms alia miente
el retrico; eres denun ciada en nom bre de las co s
tum bre s, en nom bre del culto; te insultan para p o
derte pasa r cuchillo, pu es la calumn ia no tiene otro
objeto que el asesinato. Oh ciudad, cuyos habitantes
ofrecen la grandez a de un Sen ado Lu cha , desenv ai
na el acero , ciudad de luz que fundas el taller y d e fiendes la cabana, deja aullar tu derredor la espan
tosa cohorte de los gazm oos, n e g ro s salvadores del
altar y del tron o, hipc ritas para qu iene s en todo
tiem po est prohibida la luz, que pon en una valla
entre los dioses y los espritus, y cuyos gritos lleva
hasta noso tros la historia travs de los tiem pos , gri
tos parecidos los lejanos ladridos de obscena jaura.
Dganlo sino R om a, Te bas , Delfos, M enis y M icenas.
III
todos esos prin cipe s
#
Reyes teutones, malamente imitasteis vuestros
pad res. Esto s se precipitaban fuera de su s gra nd es
madrigueras, empuando el acero, y tratando de ser
los m s va'ientes y no los m s nu m ero sos . Vosotros
guerreis de otro modo.
Os deslizis silenciosamente, envueltos en las som
bras ,
trayendo por cmplice la casualidad, hasta el
pas inmediato, con cautela, en cierto modo como los
ladrones y casi como un enamorado. Bajando la voz,
encorvando la frente, ocultando la luz que os sirve de
gu a, sois invisibles en el fondo de las selvas y segu s
trepa ndo ; luego, bruscam ente, gritand o viva hurra
-
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46 EL AO TERR IBL E
justicia desen vainis un m illn de sab les, y confun
dindonos con el sorprendido vecino, hers derecha
izquierda, siendo as que el atacado carece de ejr
cito y tiene un cero po r general. Vu estros an tep asa
dos,
quienes meciera Lutero con su cralo, no hu
biesen querido la victoria asi alcanzada, pues en ellos
poda ms el pudor guerrero que la sed de conquis
tas , y todo s alberga ban en su pecho el deseo de ser
grandes ms bien que de salir vencedores. Vosotros,
prn cipe s, desde Sedn ha sta Versalles, en vu estra
obscura marcha entre malezas, sembris todo gnero
de hazaas obscuras y singulares, de que se indigna
ra en la poca caballeresca a ind m ita m agn anim i
dad de la espada.
Reyes la gu err a no es digna de
la
epopeya cu ando
se vale del espionaje y de la traici n, y si encubre el
robo con una escarapela y el fraude con un plumero.
Guillermo es em perado r, Bismarck trabu caire; Carlo-
M agno sienta su derecha Roberto M acaire; m er
ced de los mamelucos, de los panduros, de los stre-
litz, de los raitres, de los huanos, entrgase la Fran
cia de A usterlitz, la cual constitu ye su botn, su p resa,
su prebenda. El grande ejrcito hase trocado en
enorme cuadrilla.
#
Ebrios, se encaminan al obscuro antro que les es
pe ra. As el oso siguien do la co rriente del agu a sob re
el flotante ventisquero, no siente como se derrite y
hunde bajo sus pies el banco de hielo.
Sea, prncipes. Revolcaos sobre la conquistada
Francia. De la espirante Alsacia, de la ensangrentada
Lo rena , de M ez qu e os fu ven dida , de la temblorosa
Strasbrgo cuya trgica aureola no conseguiris bo
rrar, slo obtendris lo que se alcanza de las mujeres
violadas, la desnudez, el lecho y odio eterno.
-
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NO VIEMBRE DE 187O 4 7
S,
el m anchado cuerp o, en lo sucesivo fro y siniestro, cuando se ven forzadas en vil abrazo, he
aqu lo que se obtiene de las vrgenes y de las ciu
dades.
Segad los vivos cual campo de maduro trigo,
cercad Pars, incendiad esta gran muralla, esparcid
la muerte en Chteaundun, en Gravelotte, oh reyes
llenad d e desesperacin el alma de la sollozante m a
dre ; lanzad el ho rroro so grito de las som bra s: Exter
m inemo s Sacudid vuestros estand artes y haced rod ar
vuestros caones; falta algo esa triunfal algaraba.
Cerrada se mantiene la luminosa puerta del cielo, y
en la enlutada tierra ningn laurel obtiene su savia
de tantas y tantas oleadas sangrientas.
Arriba, en lontananza, el altivo grupo de la Fama,
inmvil, indignado, plegadas las alas, da la espalda,
calla, no quiere ver nada, y en el fondo de ese negro
firmamento se divisa el tacitu rno rebajam iento d e s s
sombras trompetas.
Y decir que ni un solo nombre brota de tanta rui
na Oh gloria cmo se llaman estos hroes? Cmo
esos triunfadores altaneros, sa ngrie ntos, perspica
ces,
esos invasores animados tal punto por la rabia,
no pued en despre nderse del annimo? T anta afrenta
sobre nosotros pesa. Cuan grande es la victoria y
cuan pequeo el vencedor
IV
Bancroft
Qu im po rta todo esto Francia la grande? Su
trgico desdn llega hasta la ignorancia. Existe, sin
saber de lo que ella dicen desconocidas gentes en las
m orad as regias y en los zaquizams; pordiosero m i-
-
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48 EL AO TERR IBLE
nis tro , no tenis la majestad siniestra del m a l; envano zumbis sobre su eternidad. La insultis. Y
quin se dirigen vue stros insultos? En medio de su
luto de su regocijo no para mientes en vos, obscu
-
ra y vaga sombra; tratad de pareceros alguien
Tiberio Gengiskan, sed el hombre azote, el hombre
volcn, y verse si vale la pena de despreciaros; con
tad con algn titulo para que se os odie, y se resol
ver lo que ha lugar. De lo contrario, idos. Un enano la pequenez puede aadir su ponzoa sin dejar por
eso de ser enano; y qu importa el tomo, qu im
porta la vil afrenta que deriva de ese hombre? qu
importan las bagatelas que pasan y desaparecen? Sin
sacudir la enorme cabeza, en el fondo del desierto
donde se ve rodar al lince feroz, el estercorario puede
familiarizarse con el coloso, eternamente inmvil ba
jo la estrellada bveda.
V
Al ver flotar en el Sena algunos cadveres
de Prusianos
S, llegasteis, y aho ra os veo acostados , acaric iados ,
tran spo rtad os, besados, inclinados sobre la blanda
almo hada del agua m uelle y profunda; os veo envuel
tos en las fras y h m ed as sbanas de la on da. Sois
vosotros, s, los hijos del Norte, que yacis tendidos
y desnudos sobre la adormecida ola, cerrados vues
tro s ojos azules al arrullo de ese suave vaivn. Dijis
teis:M archemos en busca de la pro stitu ta. All est
Babilonia, acostumbrada las mundanas caricias; en
su seno prodiganse las risotadas, los alegres cantos;
en ella nos ag ua rd a el plac er. Sajones germ anos
Fijemos nue stro s oblicuos ojos hacia el S u r. Presto
-
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N O VIEMBR E DE 187O 4 9
Francia Pa rs, la pblica ciudad, qu e en obsequio
de los extranjeros se llena de afeites y se embellece,
abrirnos los brazos...Y el Sena su lecho.
VI
Predicar la gu erra despus de hab er litigado la paz
Sabidura, dice el sabio, es cierto que m e engaabas?
jOh discrecin qu se hicieron las pa lab ras de cle
mencia? ;Es posible que hayas sido cegada que te
retractes de lo dicho? Y la fraternidad, qu haces de
ella? hete aqu e xte rm inan do Can, h iriend o con tus
rayos Atila.
Hom bre, no te he eng aa do, dice la sabidura.
Todo empieza por una negativa y acaba por una pro
digalidad
;
el invierno co nduce la prim avera y el
odio l am or: crese trabajar en co ntra de una cosa y
se trabaja en su favor. Sob repon indose sin m edida
y sin cuento las verdades, amontonan veces tanta
sombra, que el hombre se inquieta ante su profundi
dad: la Providencia es negra fuerza de grandeza; c'e
esta suerte la siniestra y santa noche fabrica con ca
pas de estrellas sus velos de tinieblas.
VII
Igno ro si voy parecer ex tra o aquellos q ue ante
la em paa da y poco feliz sue rte , ante S edan , an te el
brillo de la espada, piensan que hay que encender un
cirio Santa Genoveva; ques
-
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E L A O
T E R R I B L E
cuantos murmuran en algn rincn algunas Ave
M aras, m ientras corre torrente s la sangre de nues
tras venas, y que contra un can asestan una nove
na; empero afirmo que ha llegado la hora de obrar y
de p en sa re n a leva gen eral, en el abism o, en el peli
gro que, estrechando cada vez ms su crculo de hie
rro,
aunque' repugnante, siquier t iene el mrito de
ser sincero, francamente agreste y sombro, ofrecin
dote oh Francia sublim e ocasin para m orir. Afirmo
que se acercan el monstruoso campamento de los
brbaros y los osos que han roto los barrotes de las
jaulas do estaban encerrados; afirmo que los pueblos
estn conmovidos de horror, que no es tiempo de
pensar enoremiis; que ah estn las hordas, teniendo
Pars por blanco de sus tiros, y que todos debemos
lanzar terrible grito. Ciudadanos, las
armas
cam
pesino s, em pu a d las ho rca s Arroja lejos de t tu sal
terio para los agonizantes, general,yhaga m os esca
pe un boq ue te. La M arselle*sa todava no ha enron
quecido; aun no est cansado el caballo que montaba
Kleber, ni se ha bebido todo el vino de la audacia,
habindonos dejado el suficiente Danton en el fondo
de la copa para dar severa carga la Prusia, y para
atemorizar al espirante mundo antiguo cuando vea
cmo recibim os los reye s. Ad ems, aunq ue nu estra
suerte fuera perecer, la muerte es grande. Al ver la
ciudad en manos de un muy buen cristiano, al creer
que se tiene miedo, al notar que se pierde el tiempo,
qu quer is que os dig a, no estoy satisfecho. Ese jefe
fija demasiado sus hmedos ojos en su padre espiri
tual;contem pllo soldado valiente y gene ral ha rto
tmido; al igual del viejo Entelle y del veterano d'Au-
bign, me dan calofros, tiemblo indignado. Hay en
Pars , volcn, hornaza de almas, cerca de dos millo
nes de ho m bre s, n ios y m ujeres, y ni un o slo pien
sa en cejar, ni un o
slo;
y qu erem os m s rapidez en la
-
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N O V IEM B R E D E 1 8 7 O 5 I
clera y m s concisin en los disc urso s. M aana m is
mo as me expresara en las casas consistoriales si no
me espantara oh abrumadora patria ma el fantasma
de la gu err a civil, y si no tem iera a ad ir tan espa n
tosa cuerda tus ligadu ras, y verte arra stra da alre
de do r del abrasad o m ur o po r en tre el fango y los
charcos de sangre, detrs de infame carro, primero
por tus vencedores, y luego por tus hijos.
Estos altivos parisienses desafan todas las calami
dades; aceptan el fro, el hambre, nada les doma; lo
que se les hace im posible es el cu brirse de vergen za:
falta de pan moreno se come pan negro. Perfecta
m en te M as dejarse coger como ovejas, no est en sus
hbitos, y todos ansian salir al campo, y hasta nos
otros mismos nos dan ganas de derribar la puerta de
nu es tra casa, lanzarno s la calle, y, si prec iso fuere,
levantada la frente hacia el oriente, alcanzar la liber
tad en la tum ba , grita nd o: Concordia atestigu and o
el p orve nir, la esp eranza, la auror a. Asi es com o ago
niza la Francia
Po r lo m ism o, en semejante extrem o declaro que
para obrar bien el corazn del hombre no conoce
lm ites, que hay que cop iar Es parta y Roma nue s
tra antepasada, y que su propia cobarda es lo que
limita un pueb lo: hago caso om iso del mal ejemplo,
indigno leproso. Actualme nte necesitam os algo mejor
qu e los antigu os caballeros de p ro , que m enu do
pierden su tiempo orando en las capillas; afirmo que
nos llam as en soco rro tu yo , oh Fran cia y qu e es
bastardo el valor que canta en el facistol; de lo que se
trata es de a rriesg ar el todo por el tod o, y ya es tar de .
Opino que presencia de las indm itas trom peta s, de
los huracanes que hinchan sus negras bocas, pre
sencia del feroz Norte atacan do al M edioda, op ino ,
digo,
que necesitam os un ho m bre atrevido; y que ,
cuando se trata de expulsar los vndalos, de recha-
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52 EL AO TERR IBLE
zar la oleada de las ledales cuadrillas, de libertar Europa libertando a Pars, y de dar buena cuenta de
aquellos que nos han sorprendido, en medio de tantos
horrores y miserias, necesitamos una espada y no un
rosario.
VIII
No conviene engaarse: nunca he ocultado que me
hallaba inclinado sobre el enigma eterno; s que
nuestra alma es mas libri cuando estamos medio en
golfados en el equilibrio de la tierra \ el cielo; s que
cuando uno se apoya en lo desconocido se siente des
cender algo de inmenso y de bueno, y se ve la in?ig-
nificmcia de los reyes, y se resiste, y se lucha, y el
corazn no est tan triste; s que hay profetas alta
neros quienes halaga ei peligro, y que la au gu sta
costumbre de soar, de meditar, de amar, de cieer y
de prosternarse ante Dios todos los das, realza al
hombre los ojos de los dems; no cabe duda, incli
no mi frente ante el profundo infinito. Empero el
cielo no desempea el trabajo de los hombres; cada
uno tiene sus deberes que cumplir y debe llenar su
misin: tampoco ignoro esto. Si el deslino se muestra
cobarde, nosotros toca hostilizarlo con crudeza., sin
importunar al relmpago celeste, y para vencerlo
cuento m as con el rayo hum ano que con un gra n
fenmeno del divino trueno.
IX
Al obispo que me llama ateo
Ateo? entendmonos, ministro del Seor, una vez
por todas. Espiarm e, acechar mi alma, es ta r la hus-
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NO VIEMBRE DE I S7 0 53
ma, mirar por el'ojo de la llave en el fondo de mi es
pritu, indagar hasta donde alcanzan misincertidum-
bres,
cues tionar e infierno, co nsu ltar su reg istro de
polica, travs d- su siniestro respiradero, para ver
lo que niego o lo que creo, no te des ese trabajo, pues
sera intil. Mi 'e es sencilla, y lo proclamo en voz
alta Agrdame la franca claridad.
Si se trata d e un hom bre bondadoso de poblada
barba blanca, de una especie de Papa de empera
do r, sentado sobre un tron o qu e en lenguaje teatr al
llamase bastidor, rodeado de nub es y con un pjaro
sobre su cabeza, y su dere*cha un arcngel, y su
izquierda un profeta, sosteniendo en brazos su pli
do Mijo desgarrado por los clavos, uno y trino, escu
chando los armoniosos sonidos del arpa, Dios celoso,
Dios vengad or, que inscribe en un registro Garasse,
que anota el abate Pluche en a Sorbona y aprueba
Nonotte ; si se trata de ese Dios que valida Trublet,
Dios que pisotea cua ntos derriba M oiss, co ns a
grando todos los regios bandidos en sus madrigue
ra -, cas tigan do los hijos po r las faltas de sus pa dres ,
deten iendo el fol si ano che cer, riesgo de oue se
rompa instantneamente el gran resorte, Dios mal
gegrafo y no mejor astrnomo, inmensa y pequea
falsificacin del hombre, encolerizado y haciendo mo
risquetas al gnero humano, empuando un sable,
semejanza del Padre Duchne, Dios que de buena
gana condena y raras veces perdona, que sobre una
injusticia consulta la imagen de la Virgen ; Dios que
en su azulado cielo cree deber imitar nuestros defec
tos y se complace en medio de las plag as, as com o
los mortales nos complacemos al vernos rodeados
por querida jaura; que turba el orden, lanza sobre
nosotros Nemrod y Cyrus, que hace que nos
muerda Cambises, y arrjanos entre piernas a Atila;
s,
min istro del Se or, si, soy ateo para ese buen Dios.
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54 EL AO TERR IBLE
Pero si se trata del ser absoluto que condensa el
ideal en tod a su evidencia, po r el cual m anifestando
la unid ad de la ley pu ed e el un ive rso , as como el
ho m bre, decir: yo; del ser cuya alma siento en el
fondo de la ma, del ser que me habla en voz baja,
incesantemente en favor de lo verdadero y ataca lo
falso, entre los instintos cuyo oleaje nos sumerge
m edia s; si se trata del testigo que ana s veces acaricia
m i obscuro pensa m iento y otras lo punza, segn que
en m, remontndome al bien cayendo en el mal,
siento eng rand ece rse el espritu crecer el instin to
animal; si se trata del prodigio inmanente que se
siente vivir ms de lo que nosotros vivimos, y con
que se embriaga nuestra alma cada vez que se mues
tra sublime, yendo, donde vol Scrates, donde Je
ss lleg, por lo justo, lo verdadero, lo bello, directa
mente al martirio, cada vez que un gran deber
atrela hacia el an tro , cada vez que se en cu en tra en
vuelto en gigantesca tempestad, cada vez que tiene
la augusta ambicin de ir, travs de la infame som
bra que abomina y del otro lado de la noche, en bus
ca de la auror a, oh m inistro del Seor si se tra ta de
ese alguien profundo que las religiones no hacen ni
deshacen, que adivinamos bueno y presentimos sa
bio,que carece de contornos asi como de rostro, pero
no de hijos, ya que su paternidad y su amor son ms
vastos que la luz estival; si se trata de ese vasto des
conocido qu e no se nom bra , n i explica com enta
ningn Deuteronomio; que los Calmets tampoco
pueden leer en ningn Esdras, que el nio en su cu
na y los muertos en su mortaja divisan vagamente
desde abajo como una cima, Altsimo no comible en
ning n pan zimo, que no se enfada po rque se p ro
fesen m ut uo am or d os corazones, y que ve la natu ra
leza donde t ves el pecado; si se trata de ese Todo
vertiginoso de los seres que habla por la voz de lo