Universidad de Colima FACULTAD DE PSICOLOGÍA MAESTRÍA EN PSICOLOGÍA APLICADA
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“Comunicación y conflictos más comunes entre padres e hijos/as adolescentes de
15 a 18 años del CBTIS # 19 desde la perspectiva del adolescente”
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Tesis que para obtener el grado de
MAESTRÍA EN
PSICOLOGÍA APLICADA
Presenta la
LICDA. EN PSIC. VALENTINA SANTA ANA LOERA
Asesora: M en C. MARTHA LETICIA ALDRETE GONZÁLEZ
Co-asesor: M en C. POMPILIO TORRES ORNELAS
Colima, Col. Septiembre de 2008
ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS IV RESUMEN V Abstract VI INTRODUCCIÓN 7 CAPÍTULO I. MARCO TEÓRICO 9 I.1 ADOLESCENCIA I.2 TEORÍA ECOLÓGICA DEL DESARROLLO HUMANO 15
I.2.1 Las estructuras interpersonales como contextos de desarrollo humano
21
I.2.2 Los roles como contexto del desarrollo humano 23 I.3 FAMILIA DESDE LA PERSPECTIVA SISTÉMICA 24 I.4 ESTILOS PARENTALES EN LA ADOLESCENCIA 26
I.5 COMUNICACIÓN DENTRO DE LA FAMILIA 29 I.6 COMUNICACIÓN ENTRE PADRES E HIJOS ADOLESCENTES 31 I.7 CONFLICTOS 33 CAPÍTULO II. MÉTODO 41 II.1 Planteamiento del problema II.2 Pregunta de Investigación 42
II.3 Objetivo General II.3.1 Objetivos Particulares II.3.2 Hipótesis de investigación II.3.3 Hipótesis nulas
II.4 Definición operacional de las variables 43 II.5 Diseño 44 II.6 Participantes 45 II.7 Escenario II.8 Muestreo II.9 Materiales 46 II.10 Procedimiento 47 II.11 Instrumentos 48 II.12 Análisis de los datos 49 II.13 Consideraciones éticas
CAPÍTULO III. RESULTADOS 50 CAPÍTULO IV. DISCUSIÓN DE RESULTADOS 55 CAPÍTULO V. CONCLUSIONES 59 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
62
ANEXOS 67 Escala de conflictos Escala de comunicación
ÍNDICE DE TABLAS Y GRÁFICOS
Gráfica No.1 Constitución de la familia con la que viven los participantes. 50 Tabla No. 1 Características de la población por sexo. 51 Tabla No. 2 Correlación entre las variables conflicto y comunicación. 52 Tabla No. 3 Diferencias en la frecuencia de la intensidad de la escala de conflictos.
Tabla No. 4 Diferencias en la puntuación de la escala de comunicación ente papá y mamá.
53
Tabla No. 5 Diferencias en la puntuación de conflictos con papá por tema y sexo.
Tabla No. 6 Diferencias en la puntuación de conflictos con mamá por tema y sexo.
54
Tabla No. 7 Diferencias en la puntuación de comunicación con papá por tema y sexo.
Tabla No. 8 Diferencias en la puntuación de comunicación con mamá por tema y sexo.
5
RESUMEN
Se ha hablado sobre la influencia de la comunicación en numerosas
circunstancias en las que las personas interactúan entre sí. Existen autores que
importancia a la comunicación por ser ésta facilitadora o generadora de obstáculos
en las relaciones personales. Fácilmente nos encontramos con diversa literatura
que nos reitera que la adolescencia es un proceso de desarrollo complicado, tanto
para los jóvenes como para sus familias y en ciertas ocasiones para algunas
sociedades. El presente estudio tuvo como propósito determinar la relación entre
la comunicación y los conflictos entre padres e hijos/as adolescentes. Una muestra
de 300 jóvenes, 149 mujeres y 151 hombres con edades comprendidas entre 15 y
18 años, contestaron dos instrumentos que incluían la facilidad de la comunicación
con sus padres, la frecuencia de la comunicación, la presencia de conflictos, así
como la intensidad percibida por éstos. Los resultados permiten identificar una
correlación baja entre las variables comunicación y conflictos. De acuerdo a los
resultados, se puede concluir que si bien, la comunicación es un factor importante
para la aparición y resolución de conflictos en la familia, también se tendrán que
considerar en futuras investigaciones, otros factores que están fuertemente
ligados a los conflictos entre padres e hijos/as, como pueden ser: los estilos
parentales, las habilidades sociales, la personalidad tanto del adolescente como
de los padres, así como las características de la relación entre éstos.
Palabras clave: comunicación, conflicto, adolescencia, familia.
6
ABSTRACT
Has been said on the influence of the communication in numerous
circumstances in wich the persons interact. Many authors give importance to
communication because it facilitates personal relationships or creates obstacles in
them. We easily meet diverse literature that repeats us that adolescence is a
complicated process of development, both for young people and for their families
and, sometimes, for some societies. This study was aimed to determine the
relationship between conflicts and communication between parents and
adolescents. A sample of 300 youths, 149 women and 151 men aged between 15
and 18 years, answered two instruments that included the ease of communication
with their parents, the frequency of communication, the presence of conflicts as well
as the perceived intensity by them. The results allow us to identify a low correlation
between variables communication and conflict.
According to the results, it can be concluded that although the communication
is an important factor in the emergence and resolution of conflicts within the family,
in a future research, other factors that are strongly linked to conflicts between
parents and children should be considered, by example: parenting styles, social
skills, personality both of adolescent and of parents, as well as the characteristics of
the relationship between them.
Key words: communication, conflict, adolescence, family.
7
INTRODUCCIÓN
La adolescencia es una etapa de transición en la cual, generalmente, se
producen importantes cambios físicos, cognitivos y emocionales que afectan a las
relaciones de los adolescentes con sus padres y con los iguales. Sin embargo,
estos cambios no se originan de forma brusca y rápida, sino de manera progresiva
y continua, lo que permite que tanto padres como adolescentes se vayan
adaptando a la nueva situación. En este sentido, parece más adecuado hablar de
transformaciones que pueden dar lugar a conflictos en las relaciones familiares
(Palacios, Hidalgo y Moreno, 1998; citado en Motrico, 2001).
Es en este marco, entre conflictos en adolescentes y familia donde
comienza este trabajo, habla de la comunicación entre los y las adolescentes y
sus padres, el principal propósito de la investigación es encontrar una correlación
entre estas dos variables que puedan apoyar diferentes intervenciones así como
retomar la comunicación y los conflictos en diferentes líneas de investigación
generando más conocimiento. De la misma manera se busca que la modificación
del instrumento utilizado en este trabajo pueda seguir siendo aplicado en otras
investigaciones que incluyan a la comunicación y los conflictos.
En lo que respecta a la organización de la información, en el primer capítulo
se encuentra una revisión que incluye de manera muy general las características
biopsicosociales de la adolescencia. En este mismo capítulo se incluye el marco
teórico con la revisión de la teoría de Urie Bronfenbrenner, la descripción de la
familia desde una perspectiva sistémica que trata de comprender la interacción de
ésta y los y las adolescentes, así como los estilos de crianza que enmarcan las
dinámicas familiares, y no menos importantes se revisan algunos fundamentos
empíricos de la comunicación entre padres e hijos/as en la adolescencia, así como
los principales conflictos que de ésta derivan, todo ello sustentan el planteamiento
del problema y los objetivos del trabajo.
8
En el segundo capítulo se describe lo concerniente al método empleado, el
diseño del estudio, las variables, los participantes, los materiales, el escenario y
los procedimientos para la recolección y procesamiento de los datos, así como las
consideraciones éticas que dispone El Reglamento de la Ley General de Salud en
materia de investigación para la salud, mismas que se tomaron en cuenta para la
investigación.
En el tercer capítulo se muestran los resultados de las correlaciones de las
variables consideradas. En el capítulo cuarto se presenta la discusión del presente
estudio y se comparan con los reportados por los autores revisados. En el capítulo
quinto se encuentran las conclusiones. En el último capítulo se enlistan las
referencias bibliográficas utilizadas para la investigación. Finalmente se presentan
los anexos que incluyen los cuestionarios utilizados como instrumentos para
recabar información desde la perspectiva del adolescente, así como el análisis
factorial de las dos escalas utilizadas en la investigación.
9
CAPITULO I. MARCO TEÓRICO
I.1 ADOLESCENCIA
Para describir la etapa de la adolescencia de manera más amplia, se
consultaron algunos autores de diferentes enfoques teóricos (Erikson, Piaget,
Satir), aunque se retomó el enfoque sistémico al final en el cual se basa este
estudio.
La adolescencia es exclusiva del ser humano, y ocurren en ella cambios
significativos, cuantitativos (como peso y talla) y cualitativos (como el desarrollo de
habilidades sociales) en el marco de lo biológico, pero lo trascienden, interesando
también las esferas psicológica y social (Santiago, Esquirol y Fernández, 2006). El
término denota el periodo desde el inicio de la pubertad hasta la madurez y suele
empezar en torno a la edad de catorce años en los varones y doce años en las
mujeres. Domínguez (2008) enfatiza que, la adolescencia y la juventud constituyen
ante todo “edades psicológicas”, ya que parte de considerar el desarrollo como un
proceso que no ocurre de manera automática ni determinado fatalmente por la
maduración del organismo, sino que tiene ante todo una determinación histórico
social, al decir de L.S. Vigotsky (1934) creador del enfoque histórico-cultural sobre
el desarrollo de las funciones psíquicas superiores. Aunque esta etapa de
transición varía entre las diferentes culturas, en general se define como el periodo
de tiempo que los individuos necesitan para considerarse autónomos e
independientes socialmente (Horrocks, 1999). La Organización Mundial de la
Salud (OMS), define la adolescencia como la etapa que transcurre entre los 10 y
19 años, considerándose dos fases ,la adolescencia temprana 10 a 14 años y la
adolescencia tardía 15 a 19 años (Ayllón, 2003).
Motivado por la necesidad psicológica de independencia y las expectativas
de alcanzar el éxito, el adolescente se encuentra sometido a una enorme presión
social mientras se abre paso en el nuevo mundo (Satir, 2004). Es probable que las
personas tengan ideas sobre las características comportamentales y de
10
personalidad propias de los adolescentes, que estarán influidas tanto por
estereotipos sociales dominantes como por su propia experiencia personal
(Casco y Delgado, 2004). En esta etapa, el grupo es de gran relevancia para el
adolescente, puesto que sus normas influyen en los comportamientos individuales,
lo que funciona como factor de riesgo o protector, por la potencialidad de estimular
conductas positivas o negativas, en correspondencia con sus cánones (Santiago,
Esquirol y Fernández, 2006).
Para Erikson, una de las tareas importantes a realizar durante esta etapa
es, lograr la identidad del Yo, evitando así, la confusión de roles. Esto significa que
los adolescentes se tendrán que responder a las preguntas ¿quién soy yo? ¿y
cómo encajo en la sociedad?. Responder estas preguntas exige que los
adolescentes tomen todo lo que han aprendido acerca de la vida y de ellos
mismos y conformen una autoimagen unificada, una que la misma comunidad
estime como significativa (Erikson, 1968; citado en Papalia, Dukin y Wendkos,
2001)
Hay cosas que facilitan este proceso de búsqueda de identidad o esta
imagen unificada mencionada anteriormente. Primero, conviene tener un modelo
estándar de adulto que sea aceptable para el adolescente, con modelos de roles
adultos adecuados y líneas abiertas de comunicación. Por otra parte, la sociedad
puede facilitar ciertas tareas rituales que ayuden a distinguir la transición de niñez
a adultez. Los rituales que marcan la entrada del niño “en la mayoría de edad” son
comunes en muchas sociedades. En nuestra cultura, los ritos de paso pueden
incluir bendiciones religiosas como en el caso de los “quince años”, en otras se
puede presentar: la separación de la familia, pruebas de fortaleza y resistencia,
marcas corporales o actos de magia. El ritual puede llevarse a cabo a cierta edad;
por ejemplo, las ceremonias bar mitzvah y bat mitzvah (edad de responsabilidad
de acuerdo a la normativa judía) que marca la asignación de responsabilidades a
niños y niñas judíos de 13 años para cumplir los preceptos religiosos tradicionales
(Rice, 2000).
11
Horrocks (1999), señala que en las sociedades industriales modernas, el
paso a la edad adulta es, generalmente menos abrupto y está marcado con menos
claridad. En épocas anteriores al siglo XX, en las culturas occidentales, los niños
entraban en el mundo adulto cuando alcanzaban la madurez física o cuando
comenzaban un aprendizaje profesional. En la actualidad la entrada en la edad
adulta toma más tiempo y es menos precisa. La pubertad comienza más temprano
de lo acostumbrado, mientras que el inicio de una carrera tiende a ocurrir más
tarde puesto que las sociedades complejas requieren periodos mayores de
educación o entrenamiento profesional antes que una persona joven pueda asumir
responsabilidades de adulto (Papalia, 2001). Así, los mismos adultos proporcionan
al adolescente un margen de tiempo para su desarrollo. Este tiempo de espera es
conceptualizado por algunos autores como moratoria psicosocial:
“La moratoria psicosocial, es ante todo, un período de
espera a los adolescentes desde el mundo de los adultos. A través
de la construcción de espacios y tiempos propios se les permite ser
adolescentes. Los adultos, lejos de adoptar formas de estimulación
o imposición de pasaje a la adultez, les garantizan su estado
adolescente” (Rascovan, 2004, citado en Bolis y Giacobbe, 2007).
A pesar de la poca claridad en esta transición, la mayoría de los jóvenes
salen de ese periodo con madurez, cuerpos saludables y bríos para la vida. Así
mismo su desarrollo cognitivo ha sido constante. Los adolescentes no sólo
parecen diferentes de los niños más jóvenes, sino que piensan de manera
diferente. Aunque su pensamiento denote cierta inmadurez, son capaces de
desarrollar pensamientos abstractos, emiten juicios morales más sofisticados y
pueden incluso planear su futuro de manera más real (Horrocks, 1999).
Según Piaget (1896, citado en Horrocks, 1999), los adolescentes logran el
más alto nivel del desarrollo cognitivo cuando alcanzan la capacidad de producir
pensamiento abstracto. Este desarrollo les proporciona nuevas y más flexibles
maneras de manejar la información. Ya no se limitan al aquí y al ahora, sino que
12
comprenden el tiempo histórico y el espacio exterior, formulan hipótesis y diseñan
experimentos para probarlas. El adolescente considera todas las relaciones que
puede imaginar y avanza en ellas sistemáticamente, una por una, eliminando las
falsas para llegar a la comprobación. El razonamiento hipotético deductivo le
proporciona al adolescente una herramienta para resolver problemas, desde la
reparación de electrodomésticos hasta elaborar teorías, este desarrollo permite a
los jóvenes desarrollar su propio juicio, tomar sus decisiones sobre las cosas que
le rodean y a cuestionar opiniones de otras personas cercanas al adolescente,
tanto amigos como padres, lo que podría generar confrontaciones entre ellos.
Una de las instituciones sociales que ayudan al completo desarrollo,
preparándolo para la vida social, es la familia. La socialización ha sido, sin lugar a
dudas, una de las funciones más ampliamente reconocidas de la misma. Como
primer ambiente social, modela sentimientos y ofrece patrones de conducta,
dándose o no en su seno, las condiciones para alcanzar el crecimiento normal y
desarrollo del ser humano. En ella, las contradicciones generadas al arribar a la
adolescencia alguno de sus miembros, pueden originar una crisis evolutiva, un
momento de cambios, en el que se necesita variar el desempeño de roles y asumir
nuevos modos de funcionamiento. La crisis, marcada por pautas y normas de
convivencia precedentes, debe ser aprovechada para su fortalecimiento. Si la
familia no está preparada, podría ocurrir una ruptura generacional; en cambio, si
sucede lo contrario, los conflictos serán resueltos armónicamente (Santiago,
Esquirol y Fernández 2006). De acuerdo con Musitu, Buelga, Lila y Cava (2001),
los padres son las personas que se encuentran, potencialmente, en la mejor
disposición para proporcionar una socialización adecuada y prosocial a sus hijos.
Existen razones culturales; a pesar de los serios competidores que tienen los
padres en su rol de agentes socializadores, ya que todavía en la sociedad se les
otorga la principal autoridad en el cuidado de los hijos.
Los padres tienen una serie de derechos y responsabilidades legales en el
ámbito del cuidado de los hijos que les otorga autoridad sobre ellos. Además, se
debe recordar que éstos son las personas que mayores posibilidades tienen de
13
establecer relaciones significativas con sus hijos. Desde el momento del
nacimiento, hasta tiempo después, los padres alimentan, protegen, cuidan y
juegan con sus hijos, actividades que sientan bases importantes para una fuerte
unión entre padres e hijos (Motrico, Fuentes y Bersabé, 2001).
Durante la socialización, Shaffer (2007) señala que la influencia del grupo
de iguales parece decisiva en la adolescencia, en cuanto al sentimiento de
pertenencia a un grupo y a la identificación con las actividades propias de ese
grupo, como son diversiones, gustos, forma de vestir, música, etc. Estas
influencias se complementan con las ejercidas por los padres en temas
relacionados con valores, estudios y futuro.
Por tanto en el periodo adolescente el grupo de iguales cumple un
importante papel porque proporciona un entorno en el que los adolescentes ven
reforzada su autoestima, en el que pueden experimentar y practicar su nuevo rol,
compartir sus nuevos intereses, así como también aprender nuevas habilidades
para relacionarse. Este contexto (grupo de iguales) representa además un
microsistema relacional estable en un periodo de cambio, que les sirve de
referencia en su búsqueda de autonomía e identidad (Shaffer, 2007).
De acuerdo con Bronfenbrenner (1998, citado en Shaffer, 2007), los dos
cambios más importantes que se producen en la adolescencia son: El cambio de
rol, pasar de niño a adolescente, y el cambio de entorno, pasar del colegio a la
universidad.
El cambio de rol, viene marcado por la pubertad (momento en el que se
deja de ser niño para ser adolescente). Este paso exige nuevas adaptaciones y
aprendizajes, adquirir nuevos conocimientos y conductas, establecer nuevas
relaciones y afectos con el otro sexo, con los compañeros/as y con los amigos/as.
Por tanto la llegada de la pubertad requiere la elaboración de una nueva identidad,
obliga a los adolescentes a redefinir sus afectos, sus ideas, sus conductas y sus
relaciones sociales. Es en definitiva la elaboración y adquisición de un nuevo rol.
14
Los cambios de roles son momentos bastante difíciles para la mayoría de
las personas debido a la extinción de ventajas que poseía el rol que se abandona,
así como también por las exigencias del nuevo rol; pero en la adolescencia a estas
dificultades por el cambio de rol se suman las motivadas por el cambio de entorno
(Shaffer, 2007).
Este cambio de entorno que incluye la entrada de las personas en nuevos
ambientes, suele producir conflictos intra e interpersonales, ya que normalmente el
nuevo contexto exige también cambios en todos los procesos de socialización
(afectivos, cognitivos y conductuales), que se reflejan en la necesidad de
establecer nuevos vínculos y relaciones personales, en la necesidad de conocer el
funcionamiento del nuevo entorno, así como cambios en la conducta para
adaptarse al nuevo sistema social.
Los cambios de entornos propios de la adolescencia en nuestra sociedad,
están asociados al paso de la escuela a la Universidad. Esta transición no solo es
espacial (cambio de centro) sino que influye y afecta en muchos aspectos de la
vida de la persona (tiene que conocer la organización y funcionamiento del centro,
nuevos profesores y nuevas relaciones con compañeros). El tránsito es más fácil
cuando se ingresa en el nuevo entorno acompañado por personas con las que se
ha compartido y participado en entornos anteriores (Shaffer, 2007).
Por tanto la adolescencia desde la perspectiva sistémica, es una etapa que
supone ciertos riesgos adaptativos para el adolescente, por tener que afrontar
ciertas exigencias evolutivas debidas tanto al cambio de rol, como de entorno.
15
I.2 TEORÍA ECOLÓGICA DEL DESARROLLO HUMANO
La actualmente influyente teoría bioecológica del biólogo Urie
Bronfenbrenner describe el alcance de influencias interactuantes que afectan a
una persona en desarrollo. Cada organismo biológico se desarrolla dentro del
contexto de sistemas ecológicos que promueven o dificultan el crecimiento
(Bronfenbrenner y Morris, 1998; citado en Papalia, 2001). Dicha teoría subraya la
importancia de conocer la lógica de toda la ecología del entorno humano si se
quiere comprender cómo se desarrollan las personas. Así el mismo
Bronfenbrenner (2002), sostiene que es muy impreciso entender el
comportamiento de las personas, si no se ha analizado el contexto donde viven,
las personas con las que interactúan y las relaciones que se establecen.
Las formulaciones de Bronfenbrenner, se apoyan en el trabajo de diferentes
teóricos de diferentes disciplinas, éste recoge la fenomenología, la filosofía y la
psicología; lo influye la teoría de los roles desde el campo de la sociología; desde
la psiquiatría, rescata el estudio de las relaciones interpersonales de los
individuos, y de la antropología incluye el análisis de sistemas sociales más
grandes, entre los que se destacan los trabajos de Linton (1936, citado en Pérez
de Guzmán, 2007).
Sin embargo, la concepción fenomenológica del ambiente que sustenta la
base de la teoría de Bronfenbrenner, deriva su estructura y su racionalización de
las ideas de Kurt Lewin (1935, citado en Pérez de Guzmán, 2007), especialmente
de su constructo de “espacio vital” o “campo psicológico”, en el que Lewin sostiene
que el ambiente tiene más importancia para la comprensión científica de la
conducta y el desarrollo es la realidad, no tal como existe en el llamado mundo
objetivo, sino como aparece en la mente de la persona; concentrándose en el
modo en el que el ambiente es percibido por los seres humanos que interactúan
dentro de él y con él.
16
Según Bronfenbrenner, el desarrollo ocurre a través de procesos cada vez
más complejos de interacción regular, activa y bidireccional entre una persona en
desarrollo y el entorno cotidiano inmediato; procesos que son afectados por
contextos más remotos de los cuales la persona puede incluso no haberse
percatado. Para el entendimiento de dichos procesos, se deben estudiar los
múltiples contextos en los que ellos ocurren. Estos comienzan en el hogar, salón
de clase, sitio de trabajo y vecindario; se conectan exteriormente con las
instituciones sociales como sistemas educativos y de transporte y finalmente
abarcan los patrones culturales e históricos que afectan a la familia, el colegio y
prácticamente todo lo demás en la vida de una persona. De acuerdo con Pérez de
Guzmán (2007) el enfoque ecológico, recoge lo mejor de los enfoques
sociológicos contemporáneos ya que es un enfoque donde toman interés los
riesgos, las necesidades y los problemas familiares y en los que la familia
constituye uno de los campos de interacción continua entre sus elementos.
Bronfenbrenner identifica cinco sistemas contextuales interrelacionados,
desde el más íntimo hasta el más amplio, los cuales a continuación se describen y
que tienen una similitud con la fundamentación de la teoría general de los
sistemas y con el modelo ecológico: microsistema, mesosistema, exosistema,
macrosistema y cronosistema.
Un microsistema es un patrón de actividades, roles y relaciones
interpersonales que la persona en desarrollo experimenta en un entorno
determinado, es decir, un lugar en el que las personas pueden interactuar, con
características físicas y materiales particulares como creencias y valores. Un
término importante para la definición del microsistema es experimentan, ésta
palabra se utiliza para indicar que las características de un ambiente que tienen
importancia científica no son sólo sus propiedades objetivas, sino también el modo
en que las personas perciben sus propiedades; esto quiere decir que los aspectos
del ambiente que modelan con más fuerza el curso del desarrollo psicológico son,
sin duda, aquellos que tienen significado para la persona en una situación
determinada (Bronfenbrenner, 2002).
17
Para Bronfenbrenner, el mesosistema comprende las interrelaciones de dos
o más entornos en los que la persona en desarrollo participa activamente. La
atención a los mesosistemas nos puede informar respecto a las diferentes formas
de actuar de una misma persona en diferentes escenarios, por ejemplo, para un
adolescente, las relaciones entre el hogar, la escuela y el grupo de amigos fuera
de la escuela; para un adulto entre la familia, el trabajo y la vida social.
Un mesosistema es, por lo tanto, un sistema de microsistemas. Se forma o
se amplía cuando la persona en desarrollo entra en un nuevo entorno. Además de
este vínculo primario, las interconexiones pueden adoptar varias formas
adicionales: de acuerdo a la influencia de otras personas que participan
activamente en ambos entornos, vínculos intermedios en una red social,
comunicaciones formales e informales entre entornos, y respecto al campo de lo
fenomenológico, el grado y la naturaleza del conocimiento y las actitudes que
existen en un entorno con respecto al otro.
El exosistema, al igual que un mesosistema, consiste en los enlaces entre
dos o más escenarios; pero en un exosistema, a diferencia del mesosistema, por
lo menos uno de tales escenarios no contiene a la persona en desarrollo como
participante activo, pero en los cuales se producen hechos que afectan a lo que
ocurre en el entorno que comprende a la persona en desarrollo, o que se ven
afectados por lo que ocurre en ese entorno. Algunos ejemplos de un exosistema,
en el caso de un adolescente, podrían ser el lugar de trabajo de sus padres, la
clase a la que asiste un hermano mayor, el círculo de amigos de sus padres, las
actividades del consejo escolar, del barrio, etc.
Un macrosistema consiste en patrones culturales globales, como valores,
creencias, costumbres y sistemas económicos y sociales dominantes de una
cultura o subcultura que permean en un sin número de formas de la vida diaria de
los individuos (Bronfenbrenner, 2002). Por ejemplo, en una sociedad determinada,
un jardín de infancia, una clase en la escuela, un campo de juegos en el parque,
un café, o una oficina de correos, tiene un aspecto y unas funciones bastante
18
parecidas, pero que claramente se diferencian de sus equivalentes en otra cultura
o país. Como si en cada país, los distintos entornos se hubieran construido a partir
del mismo conjunto de esquemas. Sin embargo aunque existan contrastes entre
hogares, guarderías, barrios, entornos de trabajo para familias acomodadas que
para familias pobres, también representan fenómenos del macrosistema. Como ya
se había mencionado anteriormente, dichos sistemas varían para los distintos
grupos socioeconómicos, étnicos, religiosos y de otras subculturas, que reflejan
sistemas de creencias y estilos de vida contrastantes, que a su vez, ayudan a
perpetuar los ambientes ecológicos específicos de cada grupo (Bronfenbrenner,
2002).
El cronosistema añade la dimensión del tiempo: el grado de estabilidad o
cambio en el mundo de una persona. Esto puede incluir modificaciones en la
composición familiar, lugar de residencia o empleo, como también eventos
mayores como guerras, ciclos económicos, etc.
De acuerdo a Bronfenbrenner, hasta aquí se ha presentado la estructura del
ambiente ecológico, ahora se está en condiciones para identificar un fenómeno
general de movimiento a través del espacio ecológico, éste suceso que es
producto y a la vez productor de cambios de desarrollo. Esta situación de
movimiento es la transición ecológica que se produce cuando la posición de una
persona en el ambiente ecológico se modifica como consecuencia de un cambio
de rol, de entorno o de ambos a la vez.
Según Bronfenbrenner, una persona no es simplemente un resultado del
desarrollo, sino forjadora de éste. Las transiciones dependen conjuntamente de
los cambios biológicos y psicológicos, talentos y habilidades, y de la modificación
de circunstancias ambientales; por lo tanto, representan ejemplos por excelencia
del proceso de acomodación mutua entre el organismo y su entorno, que
constituye el principal centro de lo que Bronfenbrenner ha llamado la ecología del
desarrollo humano.
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Este desarrollo tiene tres características importantes que cabe mencionar;
la primera, es que implica una reorganización que tiene una cierta continuidad
tanto en el tiempo como en el espacio, la segunda característica explica que el
cambio de desarrollo tiene lugar, a la vez, en dos campos: el de la percepción y el
de la acción. La tercera menciona que, cada uno de estos campos tiene una
estructura que es homogénea con los otros cuatro niveles del ambiente ecológico
(Bronfenbrenner, 2002).
En la esfera de la percepción, la cuestión pasa a ser en qué medida el
punto de vista que tiene del mundo la persona en desarrollo se extiende más allá
de la situación inmediata, para incluir una imagen de otros entornos en los que ha
participado activamente, las relaciones entre éstos, la naturaleza y la influencia de
los contextos externos con los que no ha tenido un contacto cara a cara, y por
último, los patrones coherentes de organización social, sistemas de creencias y
estilos de vida, que son específicos de su propia cultura y subcultura y de otras.
La esfera de acción, se refiere a la capacidad de la persona para usar estrategias
que resulten eficaces, para proporcionar una retroalimentación o feedback exacto
sobre la naturaleza de los sistemas que existen en niveles cada vez más remotos;
para permitir que estos sistemas continúen funcionando, y para reorganizar los
sistemas existentes, o para crear sistemas nuevos, de un orden comparable o
superior, que estén más de acuerdo con sus deseos (Bronfenbrenner, 2002).
Los sistemas antes mencionados, no tratan solo de entender situaciones,
procesos o estructuras sociales sino que, en lo fundamental, procura conocer
cómo se producen nuevas situaciones que pueden incidir en el cambio de ciertas
estructuras familiares que favorecen o dificultan la aparición de conflictos entre
padres e hijos.
Para comprender cómo se presentan los conflictos, hay que recordar los
cambios en la estructura familia, entre estos, los que genera la etapa de vida en
familia con personas adolescentes, así como los ajustes homeostáticos en busca
de la funcionalidad. La familia como un sistema de relaciones constituido por más
20
unidades vinculadas entre sí, de modo que el cambio de estado de una unidad va
seguido por el cambio de otras unidades; y éste a su vez va modificando estas
sistemas modificando el primero, y así sucesivamente dando pie a la aparición de
conflictos entre la familia, mismos que se consideran importantes por ser procesos
de cambio, que le demandan adaptarse, a través del tiempo, lugares y miembros
de la familia.
Minuchin y Nichols (1993), señalan que de la funcionalidad de la familia
depende su capacidad flexible y cohesiva además que de la modificación de la
dinámica familiar ofrece a sus miembros nuevas circunstancias y perspectivas
para realizar los ajustes individuales y necesarios y responder a ellos a la
transformación del crecimiento individual, manteniendo la continuidad del sistema
familiar.
A partir de lo anterior se puede concluir que aunque los conflictos dentro de
la familia favorecen el equilibrio para seguir manteniéndola, la comunicación es
importante dentro de las relaciones personales ya que es a través de ésta que se
establece la calidad de las relaciones (Orozco, 1995).
21
I.2.1 Las estructuras interpersonales como contextos del desarrollo
humano.
Para esta investigación es importante comprender más acerca de las
relaciones interpersonales dentro del núcleo familiar, así como fuera de éste
sistema además de entender la visión que Bronfenbrenner nos propone, las
propiedades que tienen éstas y relacionarlas al sistema familiar.
De acuerdo con Bronfenbrenner (2002), se establece una relación cuando
una persona en un entorno presta atención a las actividades de otra, o participa en
ellas. La presencia de una relación bidireccional cumple con la condición mínima
para la existencia de la díada. La díada es importante para el desarrollo en dos
aspectos: en primer lugar, constituye en contexto crítico para el desarrollo por sí
misma. En segundo lugar, es el componente básico del microsistema, que hace
posible la formación de estructuras interpersonales más grandes: tríadas, tétradas
y demás. De acuerdo al potencial que se tenga para aumentar el desarrollo
psicológico, se pueden adoptar de tres formas funcionales diferentes: la primera,
una díada de observación que se produce cuando uno de los miembros presta
atención, de una manera estrecha y duradera a la actividad del otro, el cual, a su
vez, se percata el interés que se demuestra. La segunda forma de díada se refiere
a una actividad en conjunto , en la cual los dos participantes se perciben a sí
mismos haciendo algo juntos, aunque no necesariamente haciendo lo mismo, pero
complementaria; es decir, partes de un patrón integrado, como puede ser el caso
de la estructura familiar. La tercera forma es la díada primaria , que es aquella que
continúa existiendo fenomenológicamente para ambos participantes, incluso
cuando no están juntos. Cada uno de los miembros aparece en los pensamientos
del otro, es objeto de fuertes sentimientos emotivos, y sigue influyendo en la
conducta del otro, aunque estén alejados, un claro ejemplo es la familia que ejerce
entre sus integrantes una fuerza poderosa en el desarrollo, tanto en presencia
como en ausencia de los otros integrantes. Aunque cada una de las tres formas de
22
díadas tiene características distintas, no se excluyen mutuamente, ya que pueden
ocurrir simultáneamente o por separado.
De acuerdo con Bronfenbrenner, existen propiedades que están presentes
en todas las díadas como son, la reciprocidad, la retroalimentación, el equilibrio y
la afectividad que se explicarán a continuación: la reprocidad se observa
claramente en la actividad conjunta, lo que hace A influye en B y viceversa, como
consecuencia, uno de los miembros tiene que coordinar sus actividades con las
del otro. Además por su propiedad retroalimentadora, genera un momento propio
que motiva a los participantes no sólo a perseverar sino a intervenir en patrones
de interacción cada vez más complejos. Este momento que se desarrollo en la
interacción recíproca, también tiende a afectar a otros tiempos y lugares; en otras
palabras, es probable que la persona retome su “parte”, o la de la otra persona, de
la actividad conjunta, en otros entornos, en el futuro, tanto con otros como solo.
Otra propiedad es el equilibrio de poderes, en el que destaca una mayor
influencia de un participante sobre el otro y en la medida en la que, en una
relación diádica, A domina a B se denomina equilibrio de poderes. Este equilibrio
es significativo ya que brinda a la persona en desarrollo la oportunidad de
aprender y a enfrentarse a diferentes relaciones de poder.
Finalmente Bronfenbrenner expone la propiedad de relación afectiva, en la
que a partir de las interacciones diádicas, se desarrollan sentimientos más fuertes,
el uno hacia el otro, éstos pueden ser mutuamente positivos, negativos,
ambivalentes o asimétricos. Si la relación se caracteriza por ser positiva y
recíproca desde el comienzo, aumentando estas características a medida que
prosigue la interacción, pueden incrementar el ritmo y la probabilidad de que se
produzcan los procesos de desarrollo, además facilitarían la formación del tercer
tipo de sistemas de dos personas, la díada primaria.
23
I.2.2 Los roles como contexto del desarrollo humano.
Para Bronfenbrenner, un rol es un conjunto de actividades y relaciones que
se esperan de una persona que ocupa una posición determinada en la sociedad, y
las que se esperan de los demás, en relación con aquella. Los roles se suelen
identificar con las etiquetas que se utilizan para designar diferentes posiciones
sociales en una determinada cultura, siendo algunas, profesor, médico, madre,
padre, entre otros. Estas diferencias generalmente se establecen según edad,
sexo, relación de parentesco, ocupación o estatus social, entre otros. En este
sentido, las expectativas que la sociedad tiene, van encaminadas no sólo a las
conductas sino también a las relaciones entre las dos partes, en función a las
díadas anteriormente mencionadas.
Un ejemplo que Bronfenbrenner nos menciona, son en los roles
contrastantes entre padre y profesor, en la que ambos dan orientación que se
caracterizan por un nivel elevado de reciprocidad, afecto mutuo, y el equilibrio de
poderes a favor del adulto. Pero con los padres, se espera que el grado de
reciprocidad y afecto mutuo sea mayor, y se considera que la autoridad paterna
abarca una parte más grande de la vida de un hijo, que la del profesor.
Esta concepción de rol, implica una integración de elementos como las
conductas y la relación, en función a lo que la sociedad espera de los padres.
Como estas expectativas se definen al nivel de la subcultura o de la cultura en su
totalidad, el rol que funciona como un elemento del microsistema, en realidad tiene
sus raíces en el macrosistema de un orden superior, que se forma a partir de
ideologías y las estructuras institucionales asociadas.
El poder que les proporcionan los contextos más grandes, define la
conducta en situaciones determinadas, participaciones en actividades
establecidas, así como las relaciones que a partir se constituyen entre un individuo
y las demás personas que se encuentran dentro del entorno (Bronfenbrenner,
2002).
24
Hasta aquí se han analizado los sistemas que Bronfenbrenner propone, así
como la importancia de las estructuras interpersonales que modifican todos sus
sistemas, de esta manera, es importante considerar la familia desde la perspectiva
sistémica que siendo el primer entorno donde se desarrolla una persona, ésta
adquiere un papel fundamental para desarrollarse en sistemas más complejos.
I.3 FAMILIA DESDE UNA PERSPECTIVA SISTÉMICA.
De acuerdo con Suzanna Smith (1995, citado en Gracia y Musitu, 2000),
una familia puede conceptualizarse como un sistema porque posee las siguientes
características: a) los miembros de una familia se consideran partes
independientes de una totalidad más amplia; la conducta de los miembros afecta a
todos los otros miembros de la familia; b) para adaptarse, los sistemas humanos
incorporan información, toman decisiones acerca de las distintas alternativas,
tratan de responder, obtener retroalimentación de sus éxitos y modificar las
conductas si es necesario; c) las familias tienen límites permeables que las
distinguen de otros grupos sociales, entendiéndose éstos como el grado en que
permita o impida el flujo de materia, energía o información entre el sistema y su
ambiente; y d) al igual que otras organizaciones sociales, las familias deben
cumplir ciertas tareas para sobrevivir, tales como el mantenimiento físico y
económico, la reproducción de miembros de la familia, socialización de los roles
familiares y laborales, y el cuidado emocional (Gracia y Musitu, 2000).
Para la teoría sistémica toda familia es un sistema, con esto indica que se
trata de un conjunto de individuos que conforman un grupo familiar en donde hay
objetivos en común que todos comparten y existe una jerarquización de sus
miembros. Dicho sistema es abierto, es decir que sus miembros intercambian
información con el contexto en donde habitan y al mismo tiempo intercambian
información entre los mismos miembros del sistema, para mantener un orden
interno, dicha información se realiza de acuerdo con Watzlawick (1991), a través
de dos procesos comunicativos: digitales y analógicos. Para Broderick (1993,
citado en Gracia y Musitu, 2000) cada sistema individual familiar está configurado
25
por sus propias facetas estructurales particulares (tamaño, complejidad,
composición, estadio vital), las características psicobiológicas de sus miembros
individuales (edad, género, fertilidad, salud, temperamento, etc.), y su posición
sociocultural e histórica en su entorno más amplio.
Hasta aquí se da una aproximación en la descripción de una familia con una
funcionalidad normal, pero la situación es distinta cuando en las familias hay
problemas. Porque no siempre el sistema es lo suficientemente abierto para que
todos los miembros puedan intercambiar la información con el contexto, lo cual
podría originar conflictos. El orden interno del sistema se mantiene a través de un
proceso que se denomina homeostasis, pero también se puede alterar mediante
procesos de crecimiento y de diferenciación denominados morfogenésis.
El nivel de disputa familiar parece depender en primer lugar de la
personalidad de los adolescentes y del tratamiento o estilo de crianza que los
padres les dan. Estos factores pueden explicar por qué algunas familias tienden a
olvidar los desacuerdos mientras que en otras desembocan en confrontaciones
más graves (B.K. Barber 1994; citado en Papalia, 2001).
En el sistema ecológico, como ya se había mencionado anteriormente, la
familia es el primer contexto de desarrollo, en donde tienen lugar las relaciones
entre las personas y que son la base del desarrollo y la socialización (Utting & Puh
2004; citado en Castillo, 2007). Al realizar sus funciones como padres, en las
interacciones se va creando un clima familiar que, de acuerdo con las actitudes y
las prácticas de crianza, van a influir en la configuración de la conducta de los
hijos. Es por ello que en el microsistema familiar existen factores positivos, que
van a contribuir al buen desarrollo de los hijos, y factores no tan positivos que
pueden incidir de manera negativa, que incluso pueden dañarlos.
Según investigaciones recientes como la de Castillo (2007), factores
negativos, como los conflictos maritales y las prácticas de crianza inadecuadas
producen efectos nocivos en el desarrollo de los hijos, dando lugar a problemas de
26
índole conductual, tanto internos o dentro del microsistema, así como externos,
que involucran a los demás sistemas de interacción.
A partir de lo anterior y recordando que aunque las familias como sistemas
comparten características similares, los estilos parentales son fundamentales para
producir efectos tanto positivos o negativos en el adolescente.
I.4 ESTILOS PARENTALES EN LA ADOLESCENCIA.
Para autores como Darling y Stenberg (1993; citado en Musitu et. al. 2001),
el estilo parental puede definirse como una constelación de actitudes hacia el
adolescente que, consideradas conjuntamente, crean un “clima emocional” en el
que se expresan las conductas de los padres. Estas conductas incluyen aquellas
dirigidas a alcanzar un objetivo de socialización, así como conductas que no se
encuentran dirigidas a conseguir dicho objetivo, tales como gestos, cambios en el
tono de voz y el lenguaje corporal o la expresión espontánea de las emociones. El
estilo parental es importante ya que a través de éste, se adquieren valores,
habilidades de socialización y se desarrollan cualidades más globales como la
curiosidad, independencia y pensamiento crítico.
Los procesos que ligan las conductas de los padres y las de los hijos no son
universales, esto quiere decir que no se mantienen iguales con independencia de
las características de los participantes o de los contextos en el seno de los cuales
ocurren dichos procesos. Los valores y normas culturales determinan la conducta
real de los padres y el modo en que los hijos interpretan los objetivos y la conducta
de sus padres, así como la forma en que los adolescentes organizan su propia
conducta (Musitu et. al. 2001).
La actualidad está caracterizada por una desorientación e inestabilidad que
viene marcada por cambios sociales en todos los sentidos, escasa clarificación de
los valores en la sociedad que deben ser considerados básicos (Pérez, 2007)
para el buen desarrollo de la vida familiar. Aunque cada familia es diferente, los
estilos parentales influyen de manera importante, para Herrera (1999) en su
27
artículo Principales factores de riesgos psicológicos y sociales en el adolescente,
los patrones inadecuados más importantes de educación y crianza pueden ser:
a) Sobreprotección: Se puede manifestar de una manera ansiosa (al crear
sentimientos de culpa en el adolescente) o de una manera autoritaria (al provocar
rebeldía y desobediencia).
b) Autoritarismo: Limita la necesidad de independencia del adolescente y mutila el
libre desarrollo de su personalidad, para provocar como respuesta en la mayoría
de los casos, rebeldía y enfrentamientos con la figura autoritaria y pérdida de la
comunicación con sus padres.
c) Agresión: Tanto física como verbal, menoscaba la integridad del adolescente,
su autoimagen y dificulta en gran medida la comunicación familiar.
d) Permisividad: Esta tendencia educativa propicia la adopción de conductas
inadecuadas en los adolescentes por carencia de límites claros.
e) Autoridad dividida: Este tipo de educación no permite claridad en las normas y
reglas de comportamiento, y provoca la desmoralización de las figuras familiares
responsables de su educación.
Parra y Oliva (2006), señalan que durante la adolescencia, existen cambios
en las prácticas parentales en el entorno familiar, en relación con las dos
dimensiones principales de la socialización familiar. En este periodo, los padres
han de ser, por una parte, responsivos con las necesidades del adolescente para
incrementar su responsabilidad y toma de decisiones en la familia mientras que, al
mismo tiempo, han de mantener un alto nivel de cohesión y afecto en el entorno
familiar.
La principal meta de la socialización familiar durante el período de
adolescencia es estimular a los hijos/as a que sean personas independientes y
autónomas, en un contexto de cuidado, afecto y relaciones familiares íntimas y
cohesivas. De esta manera, los padres se ven en la necesidad de modificar las
28
relaciones con sus hijos, a ser más flexibles y tener responsabilidad. Algunos de
los retos más difíciles para los padres en este período son la renegociación de la
forma de relación con un hijo/a sexualmente maduro; revisar y modificar
discusiones familiares, normas y reglas; renegociar el nivel de supervisión y
control al mismo tiempo que facilita la socialización del adolescente con su grupo
de iguales (Musitu et. al. 2001).
De acuerdo con Granic, Dishion y Hollenstein (2003; citado en Parra y Oliva,
2006), durante la infancia, las interacciones sostenidas entre padres e hijos
alrededor de las tareas de socialización habrían servido para construir un estilo
interactivo en cada díada (padre-hijo/a, madre-hijo/a). Pero, a partir de la pubertad,
los cambios intrapersonales en padres e hijos van a representar una perturbación
del sistema familiar, que se tornará más inestable y propiciará un aumento de la
variedad de patrones de interacción diádicos posibles, de forma que las
discusiones y enfrentamientos convivirán con momentos de armonía y expresión
de afectos positivos.
Así, incluso en las familias en las que las relaciones se caracterizan por la
comunicación, el apoyo y el afecto mutuo, comenzarán a aparecer situaciones de
hostilidad o conflicto (Holmbeck y Hill, 1991; Paikoff y Brooks-Gunn, 1991, citado
en Oliva, 2006). Tras esos momentos de desequilibrio inicial el sistema se irá
estabilizando progresivamente, dando lugar a un nuevo patrón relacional que
gozará de cierta estabilidad, y que en gran parte estará condicionado por el clima
existente antes del comienzo de las perturbaciones.
Desde este marco, a continuación se ampliará el papel que la comunicación
tiene dentro de la familia facilitando las relaciones entre los miembros, así como
algunos impedimentos dentro de la comunicación que favorecen a la aparición del
conflicto.
29
I.5 COMUNICACIÓN DENTRO DE LA FAMILIA.
De acuerdo con Satir (2004), si es importante el diálogo en las relaciones
interpersonales, lo es aún más la comunicación dentro de la familia por ser ésta el
núcleo más importante de la sociedad y en la vida de las personas. La
comunicación está guiada por los sentimientos y por la información que
transmitimos y comprendemos. La comunicación nos sirve para establecer
contacto con las personas, para dar o recibir información, para expresar o
comprender lo que pensamos, para transmitir nuestros sentimientos, comunicar
algún pensamiento, idea, experiencia, o información con el otro, y nos unimos o
vinculamos por el afecto. Cuando existe la comunicación en una familia, se puede
esperar que exista un compañerismo, una complicidad, y un ambiente de unión y
afecto en la casa. Habrá sobre todo un respeto mutuo y unos valores más
asentados que ayudarán a estabilizar las situaciones de hostilidad y conflictos
dentro de la familia.
Sin embargo, crear este clima de comunicación en la familia, no es una
tarea tan fácil. Hay que ayudar a los hijos favoreciendo el desarrollo de habilidades
de comunicación, es decir, que los padres introduzcan mecanismos que faciliten la
comunicación.
Satir (2002), señala que cuando un miembro de una familia llega a su casa
puede percibir un mensaje de bienestar o tensión sin la necesidad de mirar a la
cara al resto de la familia. Esto suele suceder en razón de que cuanto más
estrecha sea la relación con las personas, más importancia tendrá y más evidente
será la comunicación no verbal. En ocasiones, la falta de diálogo indica una grave
limitación a la comunicación. Algunas veces la prisa de los padres por recibir
alguna información les obstaculiza conocer la opinión de sus hijos y, de igual
forma, impide que sus hijos se den cuenta de la actitud abierta y de la
predisposición a escuchar de los padres.
30
La situación anterior es especialmente importante en la adolescencia. Son
múltiples las situaciones en que los padres sienten curiosidad por lo que hacen los
hijos y éstos, ante una situación de exigencia responden con evasivas. Ligado a
esto, se encuentran los estilos parentales que de alguna manera influyen de
manera negativa en la comunicación dentro del sistema familiar (Herrera, 1999).
Otro impedimento para la comunicación es la impaciencia de algunos
padres para poder incidir educativamente en la conducta de sus hijos. Todo el
proceso educativo pasa por la relación que establecen padres e hijos, y ésta se
apoya en la comunicación; por eso es tan importante preservarla y mantener la
alegría de disfrutarla. Para ello es suficiente que los padres no quieran llevar
siempre la razón y convencerse que comunicarse no es enfrentarse. La vida
familiar cuenta también con unos enemigos claros para establecer conversaciones
y la relación interpersonal: la televisión en la comida, los horarios que dificultan el
encuentro relajado, los desplazamientos de fin de semana, etc. (Satir, 2002).
Además Musitu (2007), resalta la importancia de las características
positivas de la comunicación para el funcionamiento familiar, siendo estas el grado
de vinculación entre sus miembros, adaptabilidad a los cambios, expresividad y
resolución de conflictos; en las relaciones familiares, ya que estas fungen como
importantes predictores del consumo de sustancias ilícitas de los y las
adolescentes. Castellano (2005), recalca la importancia de llegar a acuerdos y
abordar soluciones de forma conjunta por padres y adolescentes mediante el
respeto y el establecimiento de buenas redes de comunicación.
“La investigación ha demostrado que a través de la adecuada relación y
comunicación entre padres e hijos, se pueden prevenir problemas como el
embarazo en la adolescencia, el uso de alcohol, tabaco y drogas, así como el
abandono escolar” (Pick, Givaudan y Martínez, 1995).
En este sentido, Emler, Ohana y Dickinson (1990; citado en Estévez,
Murgui, Moreno y Musitu, 2007), señalan que es posible que los problemas de
comunicación con el padre y con la madre como principales figuras de autoridad
31
informal, influyan en el desarrollo de una actitud negativa hacia otras figuras de
autoridad formal como la policía y los profesores, que esta actitud incida a su vez
en la conducta violenta de los adolescentes.
Soltys & Littlefield (2008), diseñaron un programa llamado “Comunicación
entre padres y adolescentes” (PACT), basado en el desarrollo de habilidades de
comunicación y resolución de conflictos en el que participaban tanto las madres
como sus hijos (as) adolescentes. Los resultados señalaron que el programa tuvo
éxito, aumentando las habilidades de las madres y los adolescentes para resolver
conflictos, teniendo como principal meta encontrar soluciones beneficiosas para
ambas partes.
Granados (2006), señala que la autoridad basada en una relación de
confianza hacia los hijos e hijas, así como una distribución clara de papeles, según
la posición de cada miembro dentro del sistema familiar, permiten el crecimiento
sano que requieren los adolescentes para alcanzar su autonomía
responsablemente y con conocimiento de si mismos. Estos hallazgos los
respaldan Estévez et. al. (2007), que concuerdan en la existencia importante de un
vínculo entre la comunicación funcional familiar y el autoconcepto positivo de los y
las adolescentes, constituyendo en este caso a la comunicación como un factor
relevante a considerar en intervenciones dirigidas a la familia.
El reconocimiento de la familia como un sistema pone en evidencia que la
conducta de cada miembro influye en los otros mediante el carácter de mensaje
que tiene el comportamiento. Con este mensaje se pretende persuadir y
manipular, se intenta imponer un saber, se trata de convencer o intimidar, para
que este saber sea practicado (Giuseppe, 1993).
Sin dejar de obviar la importancia que la comunicación tiene dentro de la
familia por ser ésta facilitadora de relaciones personales, existen factores externos
e internos a las personas que la dificultan, por ello es importante para este estudio
comprender la comunicación que se da entre padres y adolescentes que a
continuación se presenta.
32
I.6 COMUNICACIÓN ENTRE PADRES E HIJOS ADOLESCENTES.
De acuerdo con Musitu et. al. (2001), la familia del adolescente se enfrenta
a la adaptación de dos movimientos que son antagónicos entre sí, uno de ellos, es
que la familia busca la unidad, tratando de mantener lazos afectivos entre los
integrantes, además de satisfacer el sentimiento de pertenencia de cada uno de
ellos y por otro lado, la familia busca la diferenciación y autonomía de los
miembros. En este sentido, la adolescencia de un miembro de la familia, exige a
ésta la adaptación de la organización familiar, cambiando muy rápidamente las
relaciones entre todos los miembros.
A la vez que los adolescentes buscan pasar más tiempo fuera del hogar,
buscando fortalecer sus relaciones sociales con sus pares, comienza un proceso
de separación que involucra también a los padres, ya que éstos deben separarse
de los hijos al aceptar que se están convirtiendo en adultos simultáneamente
debiendo brindar apoyo para su independencia.
En este sentido, la comunicación entre padres e hijos comienza a cambiar,
derivada de las conductas y relaciones que se dan a partir de la adaptación antes
mencionada. Algunos autores como Castillo (2007), apuntan la importancia de la
comunicación como factor positivo para la resolución de conflictos y el
establecimiento de relaciones afectivas entre padres e hijos, que pudieran
favorecer no sólo a la socialización positiva entre los miembros del sistema
familiar, sino también la adaptación de los hijos a sistemas más complejos dentro
de la estructura social, sirviendo la comunicación como factor protector del
adolescente y la familia.
En este cambio de comunicación, también está implícita, la aparición de
conflictos entre los padres y sus hijos, que de acuerdo con Oliva (2007), cumplen
una parte del rol adaptativo de la familia, que busca la estructuración de nuevos
acuerdos dentro del núcleo familiar en el que las dos partes buscan una
convivencia funcional.
33
I.7 CONFLICTOS.
Desde el punto de vista de la psicología un conflicto es una
confrontación entre individuos o grupos sobre recursos escasos, medios
controvertidos, metas incompatibles o una combinación de éstos, que de acuerdo
con Klein y White (1996, citado en Gracia y Musitu, 2000) subraya su naturaleza
dialéctica y la importancia de la comunicación entre éstas dos partes.
A partir de que Farrington y Chertok (1993, citado en Gracia y Musitu, 2000)
estudiosos de la familia en psicología social, aceptaron la posibilidad de que esta
tiene características estructurales únicas para propiciar la frecuencia, la
normalidad y la intensidad del conflicto como una parte de la realidad familiar
como grupo social e institución social. Se han analizado las fuentes de conflicto
desde diversos puntos de vista, otorgándoles la importancia de la negociación y el
compromiso en la redistribución del poder en la familia como mecanismo de
manejo o regulación del conflicto.
Existe un numeroso grupo de estudios como los de Soltys & Littlefield
(2008) y bradfors, Vaughn & Barber (2008), que aluden y hacen énfasis en el
conflicto como una experiencia negativa que requiere su extinción, por los
sentimientos desagradables y malestar que provocan en quienes experimentan tal
conflicto, esta perspectiva señala la necesidad de identificar las causas que
contribuyen a la aparición de éstos con fines de intervención, y de este modo
exterminarlos (Núñez, 2006). Coincidiendo con el autor anterior, Bradford, Vaughn
& Barber (2008) señalan la importancia de analizar el tipo de conflicto
interparental, así como las relaciones con los problemas de comportamiento que
dichas relaciones acarrean como resultado. Algunos problemas de
comportamiento en los jóvenes son comportamientos antisociales y depresión,
siendo éste último consecuencia de conflictos interparentales cubiertos.
Farrington y Chertok consideran al conflicto familiar completamente
consistente con la naturaleza del individuo, de la naturaleza de la familia y más
34
general, de la naturaleza de la vida social. Reconociendo al conflicto intrafamiliar
manifestado frecuentemente en una variedad de estados emocionales
intrapsíquicos y en conductas conflictivas específicas. Además este enfoque social
se centra en las formas en las que el conflicto se crea y se mantiene a través de la
fuerza, coerción y obligación, negociaciones, pactos y los compromisos.
Su visión se sustenta en la inevitabilidad de los conflictos, por el hecho de
constituirnos seres sociales, la aparición de malentendidos y diferencias están
presentes en la vida; más aún si se toman en cuenta la personalidad, intereses,
necesidades y valores, requiriendo construir espacios para buscar acuerdos u
opciones frente a dichas diferencias.
El proceso de adaptación del adolescente no es lineal, y como ya se
mencionaba anteriormente, es contradictorio, e implica grandes conflictos y
fluctuaciones de sentimientos. De acuerdo con Grosser (2003), el adolescente se
muestra muy cambiante, hay momentos en que se retrae y vuelca al seno familiar
con la actitud infantil y dependiente, en busca de contención y la seguridad
perdida, en cambio, hay momentos en que con fuerza manifiesta su oposición a
ésta y su deseo de estar fuera del área de influencia de sus padres a quienes
percibe como amenazantes en tanto siente que la familia lo devuelve al mundo
infantil y le impide crecer, preparando el plano para la aparición de conflictos.
El aumento de la dificultad de la comunicación familiar en este momento se
encuentra en los estudios que comparan las interacciones comunicativas que se
producen durante la infancia y la adolescencia. Estos trabajos señalan que
durante la adolescencia las interrupciones son mucho más frecuentes, sobre todo
en las conversaciones que los y las adolescentes tienen con sus madres
(Steinberg, 1981; Steinberg y Hill, 1978, citado en Parra y Oliva, 2002). Otros
autores, opinan que probablemente las interrupciones no sean algo casual, sino
que reflejen un cambio en las estructuras de poder, un reajuste en las relaciones a
través del cual el chico o la chica gana estatus en la familia (Steinberg, 1981;
citado en Parra y Oliva, 2002).
35
El género de los hijos parece influir sobre los patrones de comunicación de
progenitores y adolescentes. Los estudios indican que las chicas suelen hablar
con sus progenitores más que los chicos. Además, tanto unos como otros en
general se comunican con mayor frecuencia con sus madres, con la excepción de
algunos temas como la política que aparecen con más frecuencia en la
comunicación con el padre (Noller y Bagi, 1985; citado en Oliva, 2002). Al mismo
tiempo, las madres son percibidas como más abiertas, comprensivas e
interesadas en los asuntos del adolescente, y suelen iniciar con más frecuencia
intercambios comunicativos con sus hijos e hijas (Lanz, Lafrate, Rosnati, y Scabini,
1999; Marta, 1997; Noller y Callan, 1990, citado en Parra y Oliva, 2002).
Parece claro que la imagen social de las relaciones familiares durante la
adolescencia está protagonizada por conflictos entre los progenitores y sus hijos e
hijas. Conflictos que tienden a disminuir cuando estos últimos crecen y la dinámica
familiar se normaliza. De acuerdo con Parra y Oliva (2007), esta disminución es
ligera, y no es generalizada en todos los adolescentes, sino que ocurre sólo para
las adolescentes entre la adolescencia media y tardía. De acuerdo con estos
autores, el grupo de jóvenes varones disminuyen los conflictos que presentaban
un mayor nivel de conflictos en la adolescencia inicial sin embargo, en esta
investigación longitudinal y transgeneracional sobre los confliictos, contempla
solamente la relación entre madres y adolescentes y en temas muy concretos, por
ejemplo: la hora de volver a casa, mientras que en los jóvenes se presentan más
conflictos sobre temas académicos, incluyendo la carrera o profesión que quieren
elegir, el uso del tiempo libre, el tabaco, el alcohol y otras drogas.
Así mismo, la literatura científica aún no aporta datos concluyentes en
cuanto a la dirección de los conflictos más comunes, puesto que los adolescentes
al cumplir con la mayoría de edad, salen de casa, ya sea a formar nuevos
hogares, estudiar y/o trabajar, lo que dificulta las investigaciones, puesto que los
jóvenes no pasan el mismo tiempo que antes con sus padres.
36
Diferentes investigaciones apuntan a que, coincidiendo con la adolescencia,
aumentan los conflictos familiares y se produce un distanciamiento entre los y las
adolescentes con sus progenitores (Holmbeck y Hill, 1991; Steinberg, 1988, citado
en Parra y Oliva, 2002). Otras investigaciones matizan estas afirmaciones y
señalan que el conflicto familiar más que estar asociado con la edad o con la
llegada de la pubertad lo está con el momento en el que se alcanza dicha
pubertad. Para estos trabajos el conflicto no es más frecuente en familias con hijos
e hijas púberes, sino sólo en aquellas familias donde los y las adolescentes
experimentan los cambios puberales en un momento no esperado, por ser
demasiado pronto o demasiado tarde (Laursen y Collins, 1994; Laursen, Coy y
Collins, 1998; citado en Jiménez y Oliva, 2002).
Otro punto en el que no hay acuerdo es en la trayectoria que siguen los
conflictos a lo largo de los años adolescentes. A menudo estos cambios han sido
descritos en términos de una figura de U invertida, con un aumento de la
conflictividad entre la adolescencia inicial y media y una posterior disminución una
vez llegada la adolescencia tardía (Montemayor, 1983; Paikoff y Brooks-Gunn,
1991; citado en Parra y Oliva, 2002)). Sin embargo, Laursen, Coy y Collins en su
meta-análisis publicado en 1998, en el que incluyó los resultados de 53
investigaciones, no encuentran apoyo al modelo de la U invertida. Sus datos más
bien apuntan a que con la edad se observa un decremento lineal en la frecuencia
de los conflictos familiares.
Los hallazgos encontrados probablemente se pueden explicar, por las
diferentes medidas que se utilizan para operativizar el concepto de conflicto
familiar (Holmbeck, Paikoff y Brooks-Gunn, 1995, citado en Parraz y Oliva, 2002)).
Algunos estudios se basan en el análisis secuencial de las interacciones, mientras
que otros parten de entrevistas o analizan las formas de actuación de progenitores
y adolescentes ante situaciones hipotéticas que causan conflictos. Otra posible
explicación a los datos contradictorios la encontramos en la fuente de información
de donde parten las conclusiones, mientras que algunos estudios obtienen
información únicamente de los padres o de los adolescentes, otras investigaciones
37
incluyen las opiniones de ambas partes. En este caso, y aunque parece que la
información obtenida de los adolescentes normalmente coincide en mayor medida
con las observaciones de terceras personas (González, Cauce y Mason, 1996;
citado en Jiménez y Oliva, 2002)), los y las adolescentes perciben mayor número
de conflictos que sus progenitores (Laursen et al. 1998; Noller y Callan, 1986;
1988; Smetana, 1989; citado en Parra y Oliva, 2002)).
Independientemente de la evolución que sigan los conflictos familiares, la
mayoría de los estudios coincide en afirmar que al inicio de la adolescencia se
produce un incremento significativo en el número de discusiones entre
progenitores y adolescentes. Diferentes explicaciones han sido propuestas para
entender este fenómeno. Mientras que para algunos autores el origen de los
problemas se encuentra en las discrepancias entre lo que los progenitores
esperan de sus hijos e hijas y su comportamiento real (Collins, 1992; Collins,
Laursen, Mortensen, Luebker y Ferreira, 1997), para otros, los procesos cognitivos
son los responsables del aumento de la conflictividad ya que el desarrollo del
pensamiento formal llevaría al adolescente a mostrarse más crítico con las normas
y regulaciones familiares, a utilizar argumentos más sólidos en sus discusiones y a
percibir a sus progenitores de forma menos idealizada (Smetana, 2005).
De acuerdo a Parra y Oliva (2002), la literatura parece coincidir en que tanto
las y los adolescentes, a pesar de que dicen tener relaciones caracterizadas por
mayor intimidad y expresión de afecto con sus madres que con sus padres
(Laursen et al., 1998; Eberly y Montemayor, 1999; Motrico, Fuentes y Bersabé,
2001; citado en Smetana, 2005), tienen más discusiones y riñas con las primeras.
Probablemente, esto sea debido a que en la mayoría de los casos los y las
adolescentes pasan más tiempo con sus madres, y los conflictos más frecuentes
versan sobre aspectos de la vida diaria donde ellas suelen estar más presentes
(Montemayor, 1983; 1986; Steinberg 1990; citado en Parra y Oliva, 2002).
De acuerdo con Ocampo (2002), el conflicto es un hecho básico de la vida,
y una oportunidad permanente para crecer y aprender. Sin embargo, en muchas
38
relaciones se trata de evitar todo tipo de conflicto porque nuestra cultura tiende a
desvalorizar y crear cierto temor frente a las discrepancias de opinión o a
situaciones que nos llevan a tener que plantearnos de manera diferente de otros.
Sucede que tendemos a relacionar conflicto con una resolución violenta, ya sea de
tipo física o psicológica. Partiendo de la base de que la vida está llena de
conflictos que resolver, es muy importante establecer ciertos acuerdos en relación
con lo que se entiende por conflicto.
En las familias se identifica el conflicto con pensar u opinar diferente y se
asocia a sentimientos muy íntimos: a tensiones, acusaciones, falta de disposición
a escuchar, comprometerse y falta de acuerdo, estas discrepancias influyen en las
conductas de los padres hacia sus hijos y viceversa, lo que podría afectar sus
relaciones afectivas y hacer más probable la aparición de conflictos (Dowdy y
Kliewer, 1998, citado en Casco y Oliva, 2005). De acuerdo con Caughlin, y Malis
(2003) esta falta de disposición a escuchar, tanto en los padres como en sus hijos
(as) adolescentes está fuertemente asociada con baja satisfacción relacional entre
éstos, baja autoestima, lo que genera conflictos destructivos que tienen
implicaciones de salud (Herrera (1999), señala que la baja autoestima se relaciona
directamente con comportamientos de riesgo para la salud).
En este sentido, para lograr una convivencia sana dentro del hogar es de
vital importancia conocer estrategias creativas de resolución de conflicto y, antes
que todo, saber identificar cuáles son las situaciones conflictivas. Una de las
sugerencias que hacen Caughlin y Malis (2003), es que tanto los padres como los
adolescentes estén abiertos a la discusión de algún asunto, aunque éste haya sido
particularmente originado sólo por alguno de ellos.
Los conflictos surgen comúnmente de asuntos como las diferencias en
cuanto a intereses, necesidades, deseos de cada uno, de opiniones de un proceso
a seguir o cómo hacer las cosas, de criterios para tomar decisiones como la
repartición de algo o quién se lleva a qué parte y diferencias de valores.
39
Motrico, et. al (2001) menciona que a partir de la transformación que se da
dentro de la familia con hijos/as adolescentes no se debe problematizar las
relaciones familiares en esta etapa, sino más bien a entender la existencia de
conflictos como algo natural en cualquier tipo de relación íntima.
“A pesar de que hace años la existencia de conflictos entre
padres e hijos/as era considerada como índice de disfunción
familiar, en la actualidad se ha comprobado que cumple un rol
adaptativo en el desarrollo adolescente y en el funcionamiento
familiar general, ya que contribuye a que los miembros de la familia
toleren mejor las diferencias de opinión y a que aprendan
habilidades para resolver los conflictos manteniendo la relación”.
Explica Motrico, que en esta etapa el adolescente sufre cambios físicos,
sociales, cognitivos, emocionales, etc, lo que lleva a influenciar a la familia y ésta a
su vez al adolescente con el fin último de un reajuste al nuevo rol que llevará el
adolescente en su familia.
El significado funcional de los conflictos durante la adolescencia depende,
en parte, de la calidad de las relaciones entre padres e hijos/as; por ello hay que
analizarlos teniendo en cuenta el grado de intimidad, afecto y comunicación en
dicha relación. De acuerdo con Collins (1997), los conflictos entre padres e
hijos/as son propios del proceso evolutivo de transformación de las relaciones que
surge en la adolescencia, en el cual los adolescentes, a la vez que negocian con
sus padres la transición hacia nuevos niveles de autonomía e interdependencia
acordes con su edad, mantienen los vínculos afectivos existentes con ellos. Por
tanto, un nivel de conflicto normativo en las familias no tiene por qué socavar la
calidad de las relaciones de apego entre padres y adolescentes cuando ocurren
en un contexto de continuidad relacional (Collins, 1990; Steinberg, 1990; citado en
Motrico, 2001).
Las investigaciones indican que el 60% de los adolescentes tienen
relaciones armoniosas con sus padres, el 20% experimenta problemas de forma
40
intermitente a lo largo de la adolescencia y sólo el otro 20% presenta problemas
graves y persistentes en las relaciones familiares (Montemayor, 1984). Además,
cuando se estudia a las familias que manifiestan dificultades con la llegada de los
hijos/as a la adolescencia, en muchos casos los problemas no son nuevos sino
que se arrastran desde la infancia (Collins, 1997).
Los principales focos de conflicto entre padres y adolescentes, según
recogen numerosos estudios (Bosma et al.,1996; Collins y Laursen,1992; Laursen,
Coy y Collins, 1998; Noller,1994), se refieren a las siguientes áreas: opciones y
costumbres sociales como elección de amigos y pareja, pasar la noche fuera de
casa, frecuencia de las citas con la pareja, tipo de actividades de ocio, hora de
volver a casa, edad de tener relaciones de pareja estables, elección de ropa y
peinado; la responsabilidad como la realización de tareas familiares, consumo y
uso del dinero, cuidado de las cosas personales y de la propia habitación, uso de
vehículos, uso del teléfono, trabajos fuera de casa; los estudios como
calificaciones y nivel de rendimiento, hábitos de estudio, asistencia a clase, actitud
respecto a los estudios y los profesores, conducta en el instituto; las relaciones
familiares como respeto a los padres, riñas con los hermanos, relaciones con los
abuelos, autonomía respecto a la familia; y los valores morales como conductas
perjudiciales como beber, fumar y consumir drogas, el tipo de lenguaje, la
honestidad, la conducta sexual, cumplimiento de las leyes, acudir a actos
religiosos (Bosma et al.,1996; Collins y Laursen,1992; Laursen, Coy y Collins,
1998; Noller,1994; citado en Motrico,2001).
Todas estas áreas servirán en el objeto de estudio para incluirlas en el
instrumento al evaluar los conflictos más comunes que al estar previamente
investigados le da más fundamento a la investigación.
41
CAPÍTULO II. MÉTODO
II.1 Planteamiento del problema.
Diversas investigaciones han hablado sobre la relevancia que la
comunicación tiene en las interacciones de las personas. Muchos autores (Collins,
1997; Parra y Oliva, 2002; Granados, 2006; Oliva, 2007; Soltys y Littlefield, 2008)
dan importancia a la comunicación por facilitar dichas interacciones o crear
dificultades entre los individuos. Existe diversa literatura que nos indica la dificultad
de la etapa de la adolescencia, tanto para la familia como para el mismo
adolescente, así como para algunas sociedades, en la que la comunicación juega
un papel fundamental (Oliva, 2007).
En este proceso, en el cual, el joven va alcanzando el estatus de adulto,
surgen cambios a nivel cognitivo, físico y emocional que pueden repercutir en sus
relaciones, causando conflictos en su entorno social y sobre todo en el ambiente
familiar que es su ambiente más inmediato. En este marco, muchos programas de
comunicación para padres e hijos buscan que a través del desarrollo de
habilidades de comunicación, se pueda mejorar las relaciones y facilitar la
resolución de conflictos dándole a la comunicación un papel protagonista.
Aunque existen diversas formas de explicar la aparición de conflictos desde
diferentes marcos empíricos, estas diferencias se pueden explicar a través de la
manera de operativizar el conflicto familiar. Algunas investigaciones hacen análisis
secuenciales en el proceso de interacción entre padres e hijos, otros utilizan
situaciones hipotéticas de conflictos entre éstos y recogen información a través de
entrevistas. Algunas más incluyen información tanto de padres como la de los
adolescentes o solamente las opiniones de alguna de las dos partes.
El propósito de esta investigación es encontrar la relación entre
comunicación y conflictos más comunes entre adolescentes y sus padres, desde
la perspectiva del adolescente. Comprender la relación que existe entre la
comunicación sobre los conflictos es un elemento clave para generar líneas de
42
investigación al tratar de relacionar estas dos variables (Soltys y Littlefield, 2008).
En este sentido, el presente estudio pretende contribuir a una mejor comprensión
entre estos dos aspectos y aportará elementos para apoyar la teoría sistémica así
como sentar bases para el diseño de intervenciónes e investigaciones que
incluyan estas dos variables.
Finalmente, esta investigación sienta las bases de un estudio correlacional
mediante dos instrumentos validados con una alfa de Cronbach de 0.88 en la
escala de conflictos y 0.94 en la escala de comunicación, que pueden utilizarse
para otras investigaciones relacionadas y como punto de partida para el diseño de
diferentes instrumentos que vayan dirigidos no solamente al adolescente, tomando
en cuenta la participación del padre y la madre.
II.2 Pregunta de Investigación
¿Existe relación entre la comunicación de los adolescentes de 15 a 18 años del
Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios (CBTIS) # 19, con sus
padres y los conflictos más comunes que tienen con ellos, desde la perspectiva de
los adolescentes?
II.3 Objetivo General
Determinar la relación entre la comunicación de los y las adolescentes y sus
padres, y los conflictos más comunes entre éstos.
II.3.1 Objetivos Particulares
• Identificar la comunicación entre los/as adolescentes con padre y madre.
• Determinar diferencias o similitudes entre la comunicación con el padre y la
madre desde la perspectiva del adolescente.
• Determinar relación entre la comunicación y los conflictos más comunes.
II.3.2 Hipótesis de investigación (Hi)
Existe una correlación negativa entre comunicación y conflicto.
43
II.3.3 Hipótesis nulas (Ho)
Existe una correlación positiva entre comunicación y conflicto
No existe una correlación entre comunicación y conflicto
II.4. Definición operacional de las variables
Comunicación: A través del Instrumento para la evaluación de la comunicación
con padre y madre, llamada escala de comunicación, los aspectos que se tomarán
en cuenta para esta investigación, su medición y en concordancia con el marco
teórico son los siguientes: acerca de los amigos, de lo que hacen cuando están
fuera de casa, de los gustos e intereses, de las normas en familia, de los planes a
futuro, de sexualidad en general, de su conducta sexual, de sus novios/as o
chicos/as que le gustan, del alcohol o tabaco y drogas. Se medirán dichos temas
desde la perspectiva de los participantes hacia su padre y madre por separado y
se tomarán en cuenta para los resultados aquellas áreas que muestren más
significancia estadística. La limitación más importante es que es solamente desde
la perspectiva de los adolescentes.
Conflicto: Para la medición de los conflictos se utilizará Instrumento para la
evaluación de los conflictos que los adolescentes perciben con sus padres,
llamada escala de conflictos, los aspectos a tomar en cuenta para su medición
son: la hora de volver a casa, a qué dedica el tiempo libre, el tiempo que dedica a
estudiar y las notas que saca, los amigos con quien sale, su conducta sexual,
como se viste o se arregla, las tareas de casa, fumar y beber alcohol, tomar
drogas, los sitios a donde va cuando sale, en qué gasta el dinero, política o
religión y la profesión o carrera que prefiere seguir. Además de la intensidad de los
conflictos, siendo éstas de menos a mayor intensidad: “broncas leves, broncas
medias, muchas broncas y broncas gordas”. Se tomarán en cuenta aquellas áreas
que representen significancia estadística. La limitación más importante es que
solamente desde la perspectiva de los adolescentes.
44
II.4.1 Variable Independiente
Comunicación.- Uribe (2007), considera comunicación como un proceso de
expresión e intercambio de ideas y comentarios a través de las cuales se dan a
conocer aspectos determinados; éste proceso se puede dar en ambos sentidos,
ya sea de los padres hacia los hijos o de los hijos hacia los padres.
II.4.2 Variable Dependiente
Conflicto.- Desde el punto de vista de la psicología, un conflicto es una
confrontación entre individuos o grupos sobre recursos escasos, que de acuerdo
con Klein y White (1996, citado en Gracia y Musitu, 2000), subraya su naturaleza
dialéctica y la importancia de la comunicación entre éstas dos partes.
II.4.3 Control
Edad.- Años cumplidos que tiene el adolescente. Nivel de medición de razón: 15 a
18 años cumplidos.
Género.- Condición biológica que distingue a las personas en hombres o mujeres.
Nivel de medición nominal: (1) Masculino (2) Femenino.
Familia.- La familia es considerada como un grupo natural que se estructura
mediante una historia. Se forma en el tiempo, según experiencias particulares, por
las cuales los miembros ensayan, experimentan y consolidan una serie de
interacciones, hasta que se establece una convivencia, que es un sistema
particular que se mantiene organizado (Giuseppe, 1993).
Ocupación.- Estudiantes del Centro Bachillerato Tecnológico Industrial y de
Servicios # 19.
II.5 Diseño:
Estudio de tipo correlacional, no experimental. Se consideró conveniente
en razón de los siguientes factores: el estudio intentó establecer la posible
relación que existe entre la comunicación y los conflictos. En este tipo de estudios
45
el propósito es medir el grado de relación entre dos o más variables, con una
escala de 0, que corresponde a ausencia de correlación a 1, que indica una total
correlación. La correlación puede ser positiva o negativa. Si es positiva, quiere
decir que altos valores en una variable tenderán a mostrar altos valores en la otra,
si es negativa, la correlación será de más a menos. El diseño es de tipo
transversal, ya que se aplicaron una sola vez los instrumentos para recoger la
información.
II.6 Participantes:
300 estudiantes del CBTIS # 19 en el año escolar comprendido entre Agosto 2007
y Enero de 2008, 149 estudiantes fueron mujeres y 151 hombres, se buscó que la
muestra fuera equitativa entre sexos. Se eligió este escenario por las facilidades
proporcionadas por los directivos, así como el apoyo por la misma institución.
II.7 Escenario:
Centro Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios # 19 en la Ciudad de
Colima, Col. Los instrumentos de evaluación fueron aplicados en el mes de
noviembre de 2007 en aulas con características estándar: bien iluminadas con luz
natural y artificial, adecuadamente ventiladas y en horario matutino y vespertino.
II.8 Tipo de muestreo
Muestreo intencional con características que se tomen en cuenta entre los criterios
de inclusión a los que se medirán las variables de comunicación y conflictos.
II.8.1 Criterios de inclusión:
• Adolescentes con edades entre 15 y 18 años cumplidos.
• Estudiantes del CBTIS # 19 de Colima, Col.
• Adolescentes pertenecientes a una familia nuclear.
• Lo que dispone el Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de
Investigación para la Salud, en los artículos: 13 de respetar la dignidad del
46
participante, además de proteger sus derechos, así como procurar su
bienestar; el artículo 14 que dispone contar con el consentimiento
informado por escrito de su representante legal, realizar la investigación por
profesionales de la salud, con conocimiento y experiencia mismo que
deberá estar bajo la responsabilidad de una institución de atención a la
salud, del artículo 16 de proteger la privacidad del individuo sujeto de
investigación; tener consentimiento informando el acuerdo por escrito,
mediante el cual, el representante legal autorice la participación en la
investigación, como lo dispone el artículo 20; y por último del artículo 21 de
la libertad de recibir respuesta a cualquier pregunta y aclaración a cualquier
duda acerca de los procedimientos, riesgos y/o beneficios relacionados con
la investigación, de la libertad de retirar su consentimiento en cualquier
momento y dejar de participar en el estudio.
II.8.2 Criterios de exclusión:
• Adolescentes con edades menores de 15 o mayores de 18 años cumplidos.
• No estudiar en el CBTIS # 19 de Colima, Col.
• Haber asistido a un taller de apoyo psicológico o programa de desarrollo de
habilidades de comunicación.
II.9. Materiales
Escalas de comunicación y conflictos con padre y madre (Anexos 1y 2).
Listados oficiales de alumnos por turno, semestre y horario.
Software: Windows XP, Office 2007, SPSS para Windows 16.0.
47
II.10 Procedimiento
Una vez seleccionado el escenario, los participantes, siendo 300, entre
éstos 151 hombres y 149 mujeres y el material necesario, se procedió de la
siguiente manera:
a) De acuerdo con el Reglamento de la Ley General de Salud en Materia
de Investigación para la Salud (2008), se solicitó la aceptación por
escrito a la institución para realizar la investigación.
b) Se recibió la carta de aceptación por parte del director y se entregó por
escrito el protocolo de investigación, así como los instrumentos que se
utilizaron.
c) Se solicitó por escrito y obtuvo la autorización del CBTIS # 19 para
aplicar a todos los estudiantes del plantel los instrumentos de
evaluación: Escala de comunicación con padres y Escala de conflictos
con padres.
d) Se solicitó el listado oficial de los alumnos por turno, semestre y horario.
e) Se hizo aplicación grupal de los instrumentos. Un grupo a la vez, una
sesión por grupo con una duración aproximada de una hora.
f) Se recogió la información discriminando las escalas que no cumplieron
con criterios de inclusión para el estudio.
g) Se procedió a la captura de los datos en una base de datos electrónica y
apropiada para la validación y el procesamiento estadístico como lo es
el SPSS para Windows 16.0.
48
h) Se realizó el análisis estadístico de acuerdo a lo señalado en el apartado
de análisis de datos.
i) Se procedió a interpretar los resultados y a hacer las consideraciones e
inferencias pertinentes.
II.11 Instrumentos:
Para medir los conflictos se utilizó Instrumento para la evaluación de los
conflictos con los progenitores, cuestionario diseñado por Parra y Oliva (2002),
mismo que fue adaptada para evaluar por separado los conflictos relacionados con
el padre y madre. Este instrumento fue aplicado en España con población similar a
la aplicada por esta investigación. La escala está compuesta por 14 ítems de los
cuales 7 están referidos a los conflictos con el padre y 7 a los conflictos con la
madre. Está diseñada de manera ordinal y dividida en dos dimensiones, la primera
mide el nivel de acuerdo o desacuerdo en conflictos y la segunda, compuesta por
21 ítems mide la intensidad de los conflictos en diferentes temas. Validada con un
alfa de Cronbach de 0.88.
Para medir la comunicación se utilizó el instrumento para la evaluación de
la comunicación con padre y madre, cuestionario diseñado por Parra y Oliva
(2002), mismo que fue adaptada separando las dimensiones de facilidad o
dificultad de la comunicación y la frecuencia de la comunicación con padre y
madre. Este instrumento fue aplicado en España con población similar a la aplicada
por esta investigación. Está diseñado de manera ordinal y dividida en dos
dimensiones, la primera mide el nivel de acuerdo o desacuerdo, compuesta por 55
ítems de los cuales 27 están referidos a los conflictos con el padre y 28 a los
conflictos con la madre y la segunda compuesta por 55 ítems, mide la frecuencia
de la comunicación con los padres en tres diferentes temas. Validada con un alfa de
Cronbach de 0.94.
49
II.12 Análisis de los datos
Para el análisis estadístico de los datos se empleó el programa
computacional SPSS (Statistical Package for Social Sciences) para windows,
versión 16.0. Se utilizó estadística descriptiva para conocer las características de
la población estudiada. Para validar los instrumentos utilizados en este estudio, se
utilizó el alfa de cronbach. Se utilizó estadística no paramétrica para la
identificación de diferencias significativas entre grupos: para dos muestras
independientes, U de Mann Whitney y Kruskal-Wallis y la prueba de correlación de
Spearman que mide la asociación entre las dos variables del estudio.
II.13 Consideraciones éticas
En el desarrollo del trabajo fueron observados los principios éticos de la
investigación psicológica recomendados por Pérez, Muñoz y Ausín (2003) y la
Asociación Americana de Psicología (2002). Los participantes fueron informados
de los objetivos del estudio; su participación fue voluntaria y respetando su
dignidad, autonomía y libertad en todas las sesiones en las que se aplicaron los
instrumentos. Se respetó su anonimato y confidencialidad de los datos; en todos
los casos en donde puedan ser presentados los resultados del presente estudio,
se reportarán datos generales, y por ninguna circunstancia resultados personales,
de igual manera se les ofreció libre acceso a los resultados de la investigación.
50
CAPÍTULO III. RESULTADOS
En esta investigación participaron adolescentes del estado de Colima. Se
tomó una muestra de adolescentes estudiantes del CBTIS # 19 con edades entre
15 y 18 años. La información recabada, así como los resultados obtenidos se
describen a continuación.
Para responder el instrumento, se contó con la participación de 300 jóvenes
de dicha institución educativa, que cumplieron los requisitos establecidos por esta
investigación. Los resultados obtenidos de la evaluación y procesamiento de los
datos muestran lo siguiente, con respecto al sexo de los participantes, el 49.6 %
pertenecen al sexo femenino (n= 149) y 50.3 % al masculino (n= 151).
Respecto a la edad de los participantes se obtuvieron los siguientes datos:
46 (equivalente al 15.3% del total de participantes) tienen 15 años, 121 (40.3%)
tienen 16, 130 (43.3%) tienen 17 y sólo 3 (1%) tienen 18. El promedio de edad es
de 16.3 años con una desviación estándar de 0.73, la moda es de 17 años.
Según el semestre que los evaluados cursaban al momento de la encuesta,
se encontró que el 41.7% de los participantes estudiaba el 2do semestre, el 45%
cursaba el 4to semestre y 13.3% el 6to semestre de bachillerato. Datos que se
obtuvieron del instrumento de evaluación en el apartado inicial. Otro de los
factores que se tomaron en cuenta, tiene que ver con la constitución de la familia
con la que viven. La encuesta mostró que la mayoría de los estudiantes evaluados
vive dentro de una familia nuclear (Ver gráfica No. 1).
Gráfica No.1. Constitución de la familia con la que viven los participantes.
73%
14%
11% 2%Padres y hermanos
Padre o madre y
hermanos
Sólo con papás
51
Una de las características que se obtuvieron de la muestra fue que el 35%
de los encuestados se encuentran actualmente en alguna relación afectiva,
mientras que el 65% no tiene pareja. El instrumento permitió conocer que el
62.4% de la muestra total ha consumido alguna vez algún tipo de bebida
alcohólica, contra un 36.7 que a la fecha no lo han hecho. En cuanto al consumo
de drogas se obtuvo que un 7% de los estudiantes que participaron en el estudio
las ha consumido alguna vez, mientras que el 93% reporta lo contrario. La tabla
No. 1 muestra las características globales de la población.
Tabla No. 1. Características de la población por sexo.
Hombres Mujeres
Media de edad (DE) 16.41 (0.8)
16.18 (0.7)
Semestre:
Segundo
Cuarto
Sexto
68 (45%)
66 (43.7%)
17 (11.3%)
57 (38.3%)
69 (46.7%)
23 (11.3%)
Constitución de la
familia:
Papás
Papás y hermanos
Papá o mamá y
hermanos
Otro
18
107
22
4
15
113
20
1
Relación de pareja:
Si
No
58
93
47
102
Consumo de alcohol:
Si
No
97 (64.2%)
54 (35.8 %)
93 (62.4%)
56 (37.6%)
Consumo de droga:
Si
No
8
142
12
137
52
La Tabla No. 2 muestra la correlación entre las variables de comunicación y
conflicto a partir de la aplicación de la prueba de Spearman. De acuerdo a los
datos que arroja, se encontró que la correlación es baja.
Tabla. No. 2. Correlación entre las variables conflicto y comunicación.
Comunicación Conflicto
Comunicación 1.000 -.261 **
Conflicto -.261 ** 1.000
** La correlación es significativa al 0,001 (bilateral) N= 286 Muestra= 575
Al aplicar la prueba de Kruskal Wallis, no se encontraron diferencias
significativas en las puntaciones de la escala de conflictos cuando se evaluaron
los resultados según la edad (15, 16, 17, 18 años). Al aplicar la prueba U de Mann
Whitney para dos muestras independientes, no se encontraron diferencias en los
resultados de las escalas de comunicación y conflictos entre hombres y mujeres
(U=0.92; p=0.266).El mismo procedimiento se empleó para analizar los resultados
de la escala de comunicación y tampoco se encontraron diferencias significativas.
A continuación se muestran los resultados de la dimensión de la intensidad
en la escala de conflictos, en la que no hay diferencias significativas reportadas
por los jóvenes entre padre y madre. Se utilizó la prueba de chi cuadrado para
determinar diferencias en la frecuencia de las respuestas (Ver tabla No.3).
Tabla No. 3. Diferencias en la frecuencia de la intensidad de la escala de conflictos.
Conflictos Papá Mamá
Tema Ninguna
Bronca –
Broncas Leves
Muchas
Broncas –
Broncas
Gordas
Ninguna
Bronca –
Broncas Leves
Muchas
Broncas –
Broncas
Gordas
Χ2 p
Hora de volver a casa 230 34 227 48 2.18 0.13
Consumo de
alcohol/tabaco
238 31 241 42 1.32 0.25
Amigos con quien salgo 233 31 253 31 0.09 0.76
53
En la tabla No. 4 se presentan los resultados de la dimensión de la
frecuencia en la escala de comunicación, en la que se observan diferencias
significativas en temas como la hora de volver a casa y los amigos con quien el
adolescente sale. Es conveniente aclarar que de las tablas 4 a la 8 no contienen
las puntuaciones de la opción “no estoy seguro/a” de las cinco respuestas
posibles, por considerar que no reportan datos importantes para la investigación.
Tabla No. 4. Diferencias en la puntuación de la escala de comunicación entre papá
y mamá.
Comunicación Papá Mamá
Tema Nunca –
Rara Vez
Algunas Veces
– Muchas
Veces
Nunca –
Rara Vez Algunas Veces
– Muchas
Veces
Χ2 p
Hora de volver a casa 103 173 74 204 7.28 0.006
Consumo de
alcohol/tabaco
111 135 96 172 4.60 0.031
Amigos con quien salgo 145 114 93 173 23.36 0.000
En la tabla No.5, se separan las puntuaciones por sexo, en la que no se
alcanzan a observar diferencias significativas en la intensidad de la escala de
conflictos con el padre en tres temas (hora de volver a casa, consumo de alcohol y
tabaco y amigos con quien salgo).
Tabla No. 5. Diferencias en la puntuación de conflictos con papá por tema y sexo.
Conflictos con papá Mujeres Hombres
Tema Ninguna
Bronca –
Broncas
Leves
Muchas
Broncas –
Broncas
Gordas
Ninguna
Bronca –
Broncas Leves
Muchas
Broncas –
Broncas
Gordas
Χ2 p
Hora de volver a casa 114 16 116 18 0.70 0.785
Consumo de
alcohol/tabaco
117 16 121 15 0.07 0.797
Amigos con quien salgo 114 15 19 16 0.00 0.955
En la tabla No. 6, se alcanzan a observar diferencias significativas entre
sexos, en la escala de intensidad en conflictos con la madre sólo en la hora de
volver a casa.
54
Tabla No. 6. Diferencias en la puntuación de conflictos con mamá por tema y sexo.
Conflictos con mamá Mujeres Hombres
Tema Ninguna
Bronca –
Broncas
Leves
Muchas
Broncas –
Broncas
Gordas
Ninguna
Bronca –
Broncas
Leves
Muchas
Broncas –
Broncas
Gordas
Χ2 p
Hora de volver a casa 110 22 117 48 6.26 0.012
Consumo de alcohol/tabaco 116 22 125 20 0.26 0.611
Amigos con quien salgo 126 14 127 17 0.24 0.626
De acuerdo a los resultados, en la escala de frecuencia de la comunicación
con el padre, existen diferencias significativas entre hombres y mujeres por el
consumo de alcohol y/o tabaco que se presenta a continuación.
Tabla No. 7. Diferencias en la puntuación de comunicación con papá por tema y
sexo.
Comunicación con papá Mujeres Hombres
Tema Nunca –
Rara Vez
Algunas
Veces –
Muchas
Veces
Nunca –
Rara Vez Algunas Veces
– Muchas
Veces
Χ2 p
Hora de volver a casa 55 81 48 92 1.11 0.291
Consumo de alcohol/tabaco 46 69 65 66 2.28 0.031
Amigos con quien salgo 65 60 80 54 1.55 0.213
En la siguiente tabla, se muestran diferencias significativas por sexo, en la
frecuencia de comunicación con la madre por temas específicos en la que, hay
diferencias significativas entre hombres y mujeres por el tema de la hora de volver
a casa, siendo los primeros en reportar mayor comunicación con la mamá.
Tabla No. 8. Diferencias en la puntuación de comunicación con mamá por tema y sexo.
Comunicación con mamá Mujeres Hombres
Tema Nunca –
Rara Vez
Algunas Veces –
Muchas Veces
Nunca –
Rara Vez Algunas Veces –
Muchas Veces Χ
2 p
Hora de volver a casa 44 92 30 112 4.47 0.034
Consumo de
alcohol/tabaco
50 82 46 90 0.48 0.489
Amigos con quien salgo 53 81 40 92 2.49 0.114
55
CAPÍTULO IV. DISCUSIÓN DE RESULTADOS
El objetivo general de esta investigación fue determinar si existe una
correlación entre las variables comunicación y conflicto, el cual como se esperaba
se cumplió que aunque no en su fuerza (por no ser tan fuerte la fuerza
correlacional entre las dos variables), sí en su sentido (lo que quiere decir que a
mayor comunicación, menor aparición de conflictos y viceversa). De alguna
manera es lógico que la correlación entre las dos variables estudiadas no sea muy
intensa, como se encontró en el presente estudio, porque el modelo de correlación
empleado es bivariante, por lo tanto ignora la influencia de otras variables. La
alternativa para una mejor explicación es la de emplear un método de correlación
múltiple, es decir, multivariante, para incorporar esas otras variables que también
influyen. De cualquier forma, es importante rescatar que, aunque con una débil
correlación, el sentido de la misma apoya al hecho de que a mayor comunicación
hay menor nivel de conflictos entre adolescentes y sus padres.
En este sentido, de acuerdo con Oliva (2006), en el núcleo familiar existen
diferentes factores que influyen en la aparición de los conflictos, como los cambios
interpersonales en las relaciones diádicas entre padres e hijos que claramente se
presentará en esta etapa, en la cual la familia propiciará un aumento en la
variedad de patrones diádicos hasta que se alcance una estabilidad de relación
entre los integrantes. De acuerdo con Bronfenbrenner (2002), la calidad de la
relación establecida en las díadas va a influir en la calidad relacional de
estructuras interpersonales más grandes, esto puede llevar al adolescente a tener
dificultades al enfrentarse a diferentes relaciones de poder en sistemas más
complejos que el familiar.
Por otro lado, de acuerdo con Pérez (2007), la aparición de conflictos en el
núcleo familiar no sólo depende de la calidad o la cantidad de la comunicación que
se tenga en éste, sino también intervienen factores como la personalidad del
adolescente y los estilos parentales con que los padres educan a sus hijos. En
este sentido Herrera (1999) menciona que, existen algunos estilos parentales que
56
pudieran limitar el desarrollo de la personalidad del adolescente, causándole
conflictos con los roles de autoridad, en este caso con los padres y por ende
comprometer la naturaleza comunicacional dentro de la familia.
Aunque existen muchos factores para la aparición de conflictos en la familia
durante la etapa de la adolescencia, Soltys y Littlefielf (2008), sostienen que,
desarrollando habilidades de comunicación y la resolución de conflictos se puede
influir en la disminución de los conflictos más comunes siempre y cuando se
busquen soluciones satisfactorias para ambas partes. Autores como Bradford,
Vaughn y barber (2008) señalan la importancia de analizar los tipos de conflictos y
causas entre adolescentes y sus padres, así como de correlacionarlas con las
conductas de riesgo.
Otro objetivo importante dentro de la investigación, fue determinar la
existencia de similitudes o diferencias por grupos de edad y sexo en cuanto a los
conflictos, en la cual no se encontraron diferencias significativas a comparación de
Parra y Oliva (2002), en cuyo estudio se encontró que los varones percibían más
conflictos al inicio de la adolescencia que las mujeres, esto puede explicarse
parcialmente ya que al no haber considerado una muestra lo suficientemente
representativa en éste estudio, por no haber considerado a otros CBTIS, es muy
difícil encontrar diferencias significativas en la investigación. En cuanto a las
diferencias en la comunicación por grupos de edad y sexo los resultados
coincidieron con los de de Parra y Oliva (2002), en el que el género no influyó
sobre los patrones de comunicación con padre y madre, estos hallazgos los
explican Musitu et. al. (2001), éstos autores mencionan que durante la
adolescencia, la familia se encuentra con el deber de sincronizar dos fuerzas
antagónicas, por una lado, la tendencia de mantener la unidad en el sistema
familiar y la segunda lograr la autonomía de sus miembros, esto desde un marco
en el que el padre y la madre cumplen un rol bien determinado de autoridad, en el
que el patrón de comunicación de los hijos hacia los padres no hace diferencia
alguna, no siendo así en temas concretos.
57
En la dimensión de intensidad de la escala de conflictos con padre y madre,
en la cual se incluyeron para este estudio temas concretos como la hora de volver
a casa, el consumo de alcohol/tabaco y los amigos con quien sale el adolescente,
la mayoría de los jóvenes perciben una intensidad leve y no existen diferencias
significativas en cuanto al padre o la madre. Estos resultados concuerdan con los
hallazgos de Oliva (2002), en los cuales tampoco encontró diferencias en la
intensidad reportada por los jóvenes a excepción del consumo de alcohol/ tabaco.
Algunos autores como Steinberg (2001, citado en Oliva, 2006) destacan la
importancia de que los conflictos sean percibidos con moderada intensidad, ya
que al cumplir esto, a pesar del malestar inmediato que crean, tiene un efecto
positivo a mediano plazo sobre las relaciones y sobre el propio adolescente, ya
que el propio sistema familiar podría favorecer una reestructuración del sistema
familiar y una renegociación de roles y expectativas, a largo plazo, Silva (2003)
señala que esta funcionalidad en la familia puede proteger al adolescente de
conductas antisociales. De esta manera se alcanzarán equilibrios necesarios en la
familia que tome en cuenta las necesidades del adolescente y que facilitará su
desarrollo individual y la construcción de su identidad personal.
De acuerdo a la frecuencia de la comunicación, se encontró una similitud
con Oliva (2002), en que la frecuencia de la comunicación de las adolescentes es
mayor con la madre que con el padre, esto se explica en parte en investigaciones
como las de (Noller y Bagi, 1985, citado en Oliva, 2002), en las que se demuestra
que las madres se perciben como más abiertas, comprensivas e interesadas en
los asuntos de sus hijos/as. Aunque Eberly y Montemayor (1999, citado en
Smetana, 2005) afirman que a pesar de tener relaciones con características de
mayor intimidad y expresión de afecto a diferencia de las relaciones con los
padres, los y las adolescentes tienen más riñas con éstas, Steinberg (1990, citado
en Jiménez y Oliva, 2002), resaltan la probabilidad de presentarse estos conflictos
sobre situaciones cotidianas, ya que los adolescentes tienen más interacción con
las madres.
58
De acuerdo con los resultados, los conflictos con el papá sobre la hora de
volver a casa, el consumo de alcohol/tabaco y los amigos con quien sale, no arrojó
diferencias significativas entre hombres y mujeres, lo que nos dice que hay cierta
homogeneidad entre adolescentes, en cuestión de conflictos con el padre sobre
estos temas.
En cuanto a la percepción de la intensidad de los conflictos con la mamá,
existen sólo diferencias significativas en el tema de la hora de volver a casa, lo
que nos indica una congruencia entre resultados de otras investigaciones (Parra y
Oliva, 2002, citado en Parra y Oliva, 2006) en temas que involucran conflictos
entre madres y adolescentes que implican normas dentro del sistema familiar. A
pesar de que son los hombres los que reportan percibir mayor intensidad en los
conflictos con la mamá por la hora de volver a casa, son éstos quien se comunican
más con la madre, esto concuerda con otras investigaciones en las que Barnes y
Olson (1985, citado en Parra y Oliva, 2006), sostienen que los adolescentes y
adultos tienen visiones distintas en cuanto a la realidad familiar. Especialmente
las madres perciben las interacciones con sus hijos de manera más positiva y
optimista, tienden a infravalorar los conflictos, su intensidad y señalan más calidez
de lo que indican sus hijos e hijas. A pesar de lo reportado por los adolescentes,
en general tanto hombres como mujeres reportan un nivel bajo en la intensidad de
conflictos con la madre.
59
CAPÍTULO V. CONCLUSIONES
Expresando en términos ecológicos, los conflictos surgen en función de la
interacción e influencia recíproca que se da entre persona y el ambiente,
entendido éste no sólo como la influencia de las relaciones interpersonales, sino
como la interacción con otros entornos no tan próximos.
Cada familia experimenta su propio “ciclo vital”, entendido éste como la
sucesión de reestructuraciones de las relaciones interpersonales fruto de las
necesidades de adaptación a condiciones cambiantes. Pero estos cambios no se
hacen sin pasar por algunas crisis, en tanto que introducen incertidumbres,
modifican “lo que antes funcionaba”, y obligan a cambios en el comportamiento de
cada miembro del sistema.
La adolescencia es uno de esos cambios que afectan al sistema familiar.
Desde una perspectiva sistémica, no es tan sólo un fenómeno de alcance
individual que afecte a los que están alrededor. Por el contrario, la adolescencia
de un miembro de la familia, es un proceso en el que participan todos, ya que se
transforma el conjunto de interacciones del grupo. La adolescencia de uno
modifica la relación con sus padres y los demás miembros de la familia, pero
también, en gran medida, las relaciones que mantienen entre sí los adolescentes.
En este sentido, los conflictos surgen como un proceso que ayuda al
desarrollo del adolescente, este proceso, aunque normativo en todos los humanos
tiene implicaciones que pueden ser de riesgo en dicho desarrollo, entre ellas: la
poca o nula existencia de homeostasis en las relaciones familiares, la poca
capacidad de retroalimentación entre los integrantes del sistema familiar, el
desequilibrio entre poderes de los miembros de la familia así como dificultades
para el establecimiento de relaciones afectivas.
Con respecto a lo anterior, se puede decir que la comunicación abierta
entre padres, madres y adolescentes puede contrarrestar toda influencia negativa
del ambiente social. De esta manera, es importante que los padres y madres de
60
los adolescentes actúen como orientadores de la vida de sus hijos e hijas al ser
congruentes con las actitudes y exigencias; así mismo, evitando imposiciones
como instrumento para ejercer la autoridad y establecer, en el hogar, límites
claros, firmes y negociables como medio disciplinario.
De acuerdo a los resultados, se respondió la pregunta de investigación,
aceptando la hipótesis de trabajo al haber comprobado una correlación entre
comunicación y conflictos, de igual manera se puede observar que si bien, la
comunicación es un factor importante para la aparición y resolución de conflictos
en la familia, también se tendrán que considerar otros factores que están
fuertemente ligados a los conflictos entre padres e hijos/as, como pueden ser, de
acuerdo con Herrera (1999), los estilos parentales, las habilidades sociales, la
personalidad tanto del adolescente como de los padres, así como las
características de la relación entre éstos.
Se recomienda que para futuras investigaciones, la utilización de modelos
multivariantes ya que ofrecerá sin duda, mejores aproximaciones al estudio de la
interrelación. En este sentido, se podrían tomar en cuenta algunos aspectos de la
comunicación y conflictos entre adolescentes hombres y mujeres, y también en
relación con la figura de que se trate: padre o madre, que como se pudo observar
en el apartado de resultados, existen diferencias.
El campo de la investigación en cuanto a conflictos entre padres e hijos/as
adolescentes, además de ser un objeto de estudio interesante para los psicólogos,
está abierto a la posibilidad de comprender la multicausalidad de los conflictos, lo
que expandiría diferentes líneas de investigación incluyendo no sólo la perspectiva
de los adolescentes e incluyendo temas como los estilos parentales.
A pesar de que la comunicación y conflicto familiar es un objeto de estudio
de gran interés, y a pesar de la importante cantidad de literatura especializada en
el tema en otros países, es un fenómeno muy complejo que requiere más
investigaciones en México que contextualicen el objeto de estudio con la cultura.
61
La psicología, como disciplina, ciencia y profesión, además de formar parte
de un equipo multidisciplinario, debe hacer su contribución no sólo en
investigaciones, también en intervenciones, en las cuales sean prioritarios los
grupos vulnerables, y de esta manera propiciar climas familiares más estables que
la protejan a ésta y a los adolescentes.
62
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