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Tus pies hacen discursos de emociónTodo tu cuerpo, roza la discusiónEl tiempo rompe en olas veniderasy nos baila de música.

Advertimos que el poeta, al otorgarlecarácter razonador a la materia precaria-manos, caderas y pies opinan, cambian yhacen discursos- contradice la concepciónde que los sentidos y las potencias del almaconstituyen la forma sustancial del serhumano. Pero siempre queda la interrogan­te: ¿Dónde está el alma?

Todas las composiciones convergen enun enfrentamiento existencial. Y aun lospoemas de evidente escepticismo amorosocomo "Sombra" y "Canción", no se alejande este fm:

Las alas para qué,si son errantesLos· ojos para quési son esquivosPara qué me acompafiassi para envenenarteme envenenas

Pero es en "Ráfagas" donde con huidizoregodeo apuntan los temas metafísicos y,sobre todo, la imagen mítica del tiempo:

La muerte lleva el mundo a su molinoAspas de sol entre los nubarroneshacían el campo insólito,presagiaban el fm del mundo.

Giró la falda pesadísimacomo una fronda que exprimiste,como un árbol pesado de memoriadespués de la lluvia.Olía a cabello tu cabello

Estabas empapada. Te reías,mientras yo deseaba tus huesosblancos como una carcajadasobre el incierto fm del mundo.

La conciencia fllosófica, inherente atoda auténtica poesía, que en Muerte sinfin y Piedra de sol. en Los elementos de lanoche y El tigre en su casa. hallamos juntocon una entonación convincente y con unacadencia de imágenes diestramente evoca­das, también brillan de continuo en Lejosdel ardimiento de Antonio Castañeda y enCampo nudista de Gabriel laido

Pero las composiciones de estos jóvenespoetas no sólo obligan a un ditirambo sinreservas. Muy al contrario. nos invade unaverdadera desconfianza por su obra veni­dera. Ambos deberán renovar su temática ysu estilo mismo, si no quieren repetir unafórmula como reiterado espejo de su propiaproducción. El fantasmal encuentro con lasorpresa, que en Castafieda y laid nos hacepensar en un haikú magnificado, y cadaendemoniado y pletóriCO hallazgo, han desometerse a nuevos estímulos y a una inte­gración más plena. Estos lineamientos sonesenciales en la estética de un Vallejo o unHuidobro, y en la de otros poetas europeosantiguos y modernos: tienen patética validezen Villón, en Saínt John Perse y enDylan Thomas.

Ahora que lamentablemente adquiereactualidad la frase de Gide: "Con los bue­nos sentimientos se hace mala literatura"(no viene al caso citar ejemplos de aquellacalculada "poesía" prosaica), la obra deestos autores nos reconcilia con la más no­ble actividad humana. La única que en laineluctable y hostil contingencia del mun·do. aunque quizá engafiosarnen te, parecesustraerse al inexorable fluir del tiempo.

Teatro

Crisis, inquietudes,experimentaciones

Malkah RabeU

Temporada extraí'la, insatisfactoria en cuan­to a su totalidad, y no obstante con rasgosde inquietud. de sacudimientos, de estaLli·dos y ebuIJiciones que de ningún modo sepueden considerar insignificantes. Un ex­traflo desasosiego parece embargar de devarios meses nuestra vida teatral, y empu­jarla en las má di tintas y c ntradi triasdirecciones: experimenta ione vanguardis­tas c n audacia cada vez más d lor sam n­te cuestionable: naturali mo llevad n uconsecuencia extremas: ópera c n cantan·tes en huelga: mcl dr.lmas n tenden iJssociale . c n la gran 'uiflole a violen in d'una época alienada. y d um nt ialecon tendencias mclodrámatl ¡ : rev lucio·nes polfticus y n:voluci !les sexual s: vi ItllSextranjeras con m. s pretensioll s que aut n-ticos aportes. ReOejo de la cri is d- 1-bú quedas del teatro universal. el m rocos­mos teatral de México S( an¡:ustl::t, lttu a.inicia a tividades que: unos conSideran des·cabelladas y tro admir:lblcs. que n r (l-

lidad prcsen tan las virt ude lo d 'fe tde los productos inacabildos. d' lab ra·tori , en proceso de elabortlciÓn. Y sucedeque ya nadie sabe mu bien d nde ini ialo valio y dónde • desvía haci3 la puracharlatanería. La fr ntera de I val ril.a­ciones se b rran. se diluyen en un3 n bu­losa vaguedad.

En un trabajo anterior hemo men i ­nado tres experimentos debido a j veneque apenas se inician en el campo de la di­rección: Ramos, Carbajal y Weisz, quiene ,ya con mayor, ya con menor capacidad, deun modo aún tímido y modesto, adaptabanlas nuevas tendencias a sus respectivostemperamentos art ísticos. Los siguier n demuy cerca otras tres experimentaciones, deartistas relativamente veteranos, como JulioCastillo, ya muy popular entre la "onda";el argentino de visita en México, Juan Car­los Uviedo, que llegó con un currículumexcesivamente abultado, y la juvenil pareja,igualmente argentina, Joel Novok y MartaEsviza, miembros en su país, del conjuntoAcción.

Como en el terceto anterior, también enestos tres experimentos encontramos losmismos rasgos primordiales: teatro quetiende a la supresión de la mayor cantidadposible de elementos dramáticos para Uegaral estado puro, hasta conseguir la asepsia,que a su vez puede fácilmente desembocaren la muerte por inanición. En un mundoque condena a la civilización occidental. 4!

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Mucho más ambicioso, el espectáculo deJuan Carlos Uviedo, Tu propiedad privadano es la mla -basado según pretende, entextos de Engels- ya pone en juego unconjunto numeroso. Tampoco Uviedo em·plea la palabra en forma directa, y ésta nosllega a través de un micrófono, con la únicavoz del director como guía. Espectáculo sinpalabras, sin unidad, sin coherencia, sinacción ni significado, sin espacios escénicosdelimitados, que se dispersa por toda laCasa del Lago donde fue estrenado, serátodo, menos lo que durante siglos solía lla·marse arte teatral, arte dramático. Tampocopretende serlo, y tal como lo denominaUviedo, es una "provocación". Ya no setrata de llegar al público por el valor, sinopor el escándalo, por la notoriedad a comodé lugar: la mentira, los excesos, la mito­manía o la erotomanía, en una palabra, porla "provocación". Tampoco el público va alteatro para ver algo "bueno", sino para pre­senciar algo "nuevo", y Uviedo es lo nove­doso. No son los suyos descubrimientosrevolucionarios que vayan contra todas lascorrientes establecidas, sino muy al contra­rio, reúne y sabe llevar a sus consecuenciasextremas, todas las innovaciones que yafueron ensayadas un poco por todas partes,que los teatros Open y Living han dado ae nacer en numerosas oportunidades, peroque en tre nosotros aún despiertan las curio­sidades no saciadas. Sin duda Uviedo esin teligente, tiene talento, está al tanto dela últimas innovaciones, sabe romper losm Ide conocidos y sabe romper lose pacios escénicos, sabe aprovechar conhabilidad las extensiones naturales que ene ta oportunidad le ofrecía la Casa delLag , Y sabría por igual en otra oportuni­dad aprovechar los espacios de un castillo,de un despoblado o de un metro. Con suacción múltiple, sin duración definida, quepudo haberse prolongado por espacio decuatro o de quince horas, en tanto el pú­blico segu ía de pie y a pie la ruta trashu·man te de los actores, guiado por los alto­parlantes que transmitían la voz del direc­tor, en tanto los actores sólo se expresabanpor los movimientos del cuerpo, por aulli·dos y convulsiones de trance, el espectáculocreaba una atmósfera de contraversia, don­de el entusiasmo de unos chocaba contra laabsoluta indignación de otros. Y en estaduración indefinida, Uviedo reunía tal can­tidad de elementos que había para todoslos gustos, desde escenas auténticamentebellas hasta imperdonables idioteces' desdeel ~pact? dramático hasta la de~agogiapolItlca, facilmente impresionable y simplis.ta; desde el aburrimiento -como en aque­llas improvisaciones escolares- hasta hallaz.gas de un sentido del humor despampa­nante,. ~o~? la escena con este "objetoprofllachco de hule, que tenía metros ymetros de largo y tenía que simbolizar elteatro de Jodorovsky; un espectáculo queprovocaba desde la ascéptica y burlonaindiferencia del público, hasta la colabora.ción de éste con el espectáculo, cuandopúblico-espectáculo formaban una sola uni·dad, un espectáculo que en lugar de encon­trarse en el centro rodeaba a los especta­dores.

Y Uviedo conseguía sus mejores efectos

cuando pretendía burlarse del teatro verda­dero. Cuando pretendía parodiar a Brecht ysus "muchachos" desfUaban con el puñolevantado, mudos, concentrados, es cuandolograba lanzar un puñetazo en pleno estó­mago; al imitar el teatro "profesional" consus ''vedettes'' y sus bailables a la Jose·phina Baker, es cuando el público más sedivertía. Porque Brecht vencía a Uviedo, yel teatro con su vieja magia vencía todoslos intentos destructivos.

El tercer experimento era el de mayorespectativa, aquel que más se esperaba; per­teneCÍa a Julio Castillo, quien, desde hacedieciocho meses, como algún Copeau van­guardista rodeado de sus "copiaux", sehabía retirado a la Unidad del Bosque paraexperimentar, ensayar, crear y recrear unapeculiar interpretación de los Evangelios.

Y los que amamos a Julio Castillo, losque hemos depositado en él nuestras má·ximas esperanzas y le exigimos realizaciónimportante, quedamos defraudados. Tal vezirrazonablemente. Como ya no existen va­lores definidos, tampoco podemos exigircreaciones definidas y la única regla deljuego es nuestra propia sensibilidad. Tam­bién en esta oportunidad se alzó una ar­diente controversia. En tanto unos aplau·dían y lanzaban porras al director, otros seindignaban. Me encontraba del otro lado dela barricada, más que nada indignada por lafalta de rigor en todo el planteamiento, nosólo de la puesta en escena sino del texto,basado en ideas vagas, mal digeridas, sobrey del Evangelio. ¿Qué quiso Julio? ¿Bur·larse de Cristo? ¿Dignificar la figura deJesús y estigmatizar el ambiente dondevivía, de donde surgía, el de esos hombresque aún se rascaban como monos y apenaslograban mantener erecta la columna ver·tebral? ¿Qué quiso? ¿Demostrar que Jesússólo era un mistificador, un mago comocualquier otrQ que hoy se puede encontraren Peralvillo, que transforma el vino enagua y el agua en vino? No llegaba a lasátira ni tampoco a la mística y constante·mente quedaba a medio camino, entreburla y fe, entre sentimentalismo y grotes­co. De pronto no podía con su íntima bon­dad, con su propio mundo interior queanhela a un Cristo, y éste surgía comoun santón de oriente, como una figuradolorosa; o de repente, una carcajada lodevolvía a su mundo de juego y diver­siones.

Julio pretendía desmistificar la figura deCristo. Creo que para desmistificar una per­sonalidad de magnitud semejante, que através de 2 000 años han mistificado ydesmistificado los espíritus más preclaros,desde San Pablo de Tarso hasta Renan,desde Bemard Shaw hasta Pasollini, senecesita tener una preparación intelectualpor lo menos semejante a la de algunos deesos colosos. Es exigirle demasiado a esejoven director maravillosamente dotadopara la puesta escénica. La caótica yuxtapo­sición de elementos, sin unidad de estilo niunidad de ideas, llevaba a un callejón sinsalida, debilitaba las chispas de belleza escé­nica, esos bruscos saltos del salvaje talentode Julio que brota como un manantial quedesborda todos los diques.Esperamos mucho más de Julio todavía.


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