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DE LA FUERZA DE LOS ARGUMENTOS
Hubert Marraud (UAM)1
RESUMEN. Este ensayo trata de la suficiencia de los argumentos.
Un argumento es suficiente si tiene la fuerza requerida para
sustentar su conclusión. Mantengo que la fuerza argumentativa es
un concepto comparativo y contextual: la fuerza de un argumento se
determina sobre el trasfondo de un conjunto de argumentos
concurrentes (antiorientados, coorientados y análogos). En el curso
de la argumentación se aduce que la estructura argumentativa es
más compleja que la estructura del texto argumentativo. La
estructura del texto argumentativo está integrada por enunciados
relacionados entre sí, mientras que la estructura de la
argumentación está formada por enunciados y argumentos
relacionados entre sí. Los conectores argumentativos desempeñan
un papel clave en la descripción y análisis de la estructura de la
argumentación, fundándolos en las intuiciones de los hablantes. La
semejanza de los conectores argumentativos con los conectores
sentenciales me lleva a proponer la hipótesis de que unos y otros
configuran estructuras análogas: conjunción de enunciados-
conjunción de argumentos, negación sentencial-negación
argumentativa, garante-analogía, etc.
ABSTRACT. This paper deals with argument sufficiency. An
argument is sufficient if it has the required strenght to support its
conclusion. I argue that argument strenght is a comparative and
contextual concept: the strenght of an argument is mesured against
a background of concurrent arguments (cooriented, antioriented and
analogous). It is argued that argument structure is more complex
than text structure; while text structure is made of interrelated
statements, argument structure is made of interrelated statements
1 Esta trabajo fue presentado en el I Simposio Internacional de Lógica, celebrado en la UCAB y la UCV, del 1 al 4 de junio de 2010 en Carcas. El ensayo surge de la discusión que tuvo lugar con motivo de la defensa de la tesis de fin de máster de Corina Yoris (2009).
1
and arguments. Argumentative connectors play a prominent role in
describing and analysing the structure of arguments, grounding
them in empirical insights. Likeness of argumentative connectors
and setential connectives suggests that both give rise to similar
structures: conjunction of setences-conunction of arguments,
negation of sentences-negation of arguments, warrant-analogy, etc.
INTRODUCCIÓN
La noción de fuerza de un argumento es probablemente la noción
más característica del estudio normativo de la argumentación, en
oposición a otros enfoques de la argumentación, como la retórica y la
dialéctica, y a la lógica formal deductiva. La noción de fuerza
aparece tan pronto como se trasciende el ámbito de la
argumentación deductiva y con él el de un concepto cualitativo de
corrección argumental. Los argumentos deductivos son correctos e
incorrectos, pero los argumentos inductivos, abductivos y
presuntivos son más o menos correctos, más o menos fuertes o
débiles. Para evaluar argumentos de esos tipos se precisa un
concepto comparativo de corrección, y el concepto de fuerza de un
argumento viene a responder a esta demanda.
Antes de abordar el estudio de la noción de fuerza
argumentativa, repasemos las características de la corrección de los
argumentos deductivos. Podemos aproximarnos a la corrección
deductiva partiendo de la teoría abstracta de la consecuencia de
Tarski (1930, 1930a). Una relación entre conjuntos de enunciados
X,Y, Z,… y enunciados A,B,C,… es una relación de consecuencia si y
sólo si satisface las siguientes condiciones2:
Reflexividad. X⊢C si C pertenece al conjunto X.
Monotonía. Si X⊢C y X ⊆ Y, entonces Y⊢C.
Transitividad. Si X⊢A1, …, X⊢An y A1, …, An⊢C entonces X⊢C.
Una relación de consecuencia es finitaria si cumple además la
condición:
Si X⊢C entonces hay un subconjunto finito Y de X tal que Y⊢C.2 Léase “X⊢C” como “C es deduce de X” o “C es una consecuencia deductiva de X”.
2
Finalmente, una relación de consecuencia es estructural o lógica si
cumple la condición adicional (enunciada aquí de forma
deliberadamente vaga):
Todo argumento que tenga la misma forma o estructura lógica
que un argumento correcto es correcto.
Una relación de consecuencia que cumple todas estas condiciones es
una relación de consecuencia estándar.
Muchas de las caracterizaciones contemporáneas del
“razonamiento de sentido común” hacen referencia a alguna de estas
características. Así, las lógicas no-monótonas o del razonamiento
revisable (cfr. Alchourrón et al., 2005) delimitan su campo frente a
la lógica deductiva apelando al fallo de la segunda de las condiciones
de Tarski. Otra condición a la que se suele apelar con el mismo
propósito es la quinta, que establece que la corrección lógica es
formal. Toulmin, por ejemplo, aboga en Los usos de la
argumentación por una noción de validez procedimental y no formal.
… todos los cánones o estándares empleados para criticar y
evaluar argumentos dependen en la práctica del campo,
mientras que todos los términos de evaluación son invariables
respecto al campo en lo que se refiere a su fuerza (60-61).
Si la corrección de un argumento depende de su forma (lógica) y esta
puede reconocerse sin necesidad de compararlo con otros
argumentos, cada argumento puede evaluarse de forma autónoma, y
es, por así decir, correcto o incorrecto por sí mismo. Por el contrario,
en el contexto de una lógica no monótona, la corrección de un
argumento no puede establecerse sin tener en cuenta otros
argumentos concurrentes. Si C se sigue de X pero no de X y A, el
primer argumento autoriza a extraer la conclusión C, dado X y en
ausencia de A. No se trata tanto de que el argumento de X a C sea
incorrecto, como de que el argumento es débil si hay alguna razón
para considerar A o para considerarlo siquiera posible.3 3 Una lógica no monótona puede ser formal en un sentido riguroso y distinto del expresado por el postulado de estructuralidad: para cualesquiera argumentos α, β, α‘ y β’, si β ≤ α, α tiene la misma forma que α’, y β tiene la misma forma que β’, entonces β ≤ α’ .
3
CONCEPTOS DE FUERZA ARGUMENTATIVA
Una primera división entre los distintos conceptos de fuerza
argumentativa opone aquellos que la hacen depender, inter alia, de
la aceptabilidad de las premisas a aquellos que no lo hacen.
Perelman y Olbrechts-Tyteca en su Tratado de la argumentación,
§.97, incluyen entre los factores que determinan la fuerza de un
argumento la adhesión que el auditorio presta a sus premisas, y
Pollock (‘Defeasible reasoning with variable degrees of justification
II”) incluye el grado de justificación de las premisas entre los
factores determinantes de la fuerza de una argumento. Anscombre y
Ducrot, por su parte, en La argumentación en la lengua, pág. 51,
ofrecen la siguiente definición de la fuerza argumentativa:
Un argumento A es más fuerte que un argumento B si y sólo si
(1) en cualquier circunstancia y sea cual sea la conclusión C, si
se usa B en favor de C, se debe considerar utilizable A para esa
misma conclusión; (2) hay circunstancias en las que puede
usarse A para una determinada conclusión C, sin considerar
por ello que B es utilizable para C.
Esta definición excluye el grado de justificación de las premisas,
porque si fuera un factor pertinente, dos argumentos con premisas
distintas serían incomparables, puesto que esa diferencia
determinaría distintas circunstancias de usabilidad. En una situación
en la que se tuviera por falsa una las premisas propias de A, sin que
sucediera lo mismo con las premisas de B, se podría usar B pero no
A. Finalmente, Toulmin parece situarse en esta misma línea, puesto
que los cualificadores son palabras o frases que “indican la fuerza
conferida por la garantía en el paso adoptado” (Op.cit., pág. 137); o
“Las garantías son de diferentes clases, por lo que confieren diversos
grados de fuerza a las conclusiones que justifican” (Ibid., 136-137).
Es conveniente reservar el nombre “fuerza argumentativa”
para referirse exclusivamente al vínculo entre las premisas y la
conclusión (o entre las razones y las tesis, empleando una
4
terminología quizá más afortunada). Hacerlo así aproxima la noción
de argumento fuerte a la de argumento correcto o deductivamente
válido, y facilita la comparación de una y otra.4 En lógica formal se
distingue entre los argumentos correctos y los sólidos o
concluyentes, entendiendo por argumento sólido o concluyente aquél
que es correcto y tiene premisas verdaderas. Del mismo modo,
podría distinguirse entre la fuerza de un argumento y la fuerza
conclusiva de un argumento5, entendiendo que en la fuerza
conclusiva de un argumento intervienen tanto su fuerza como el
grado de justificación de sus premisas.
Creo además que la distinción anterior es necesaria para dar
cuenta del comportamiento de los hablantes. En La argumentación
en la lengua Anscombre y Ducrot analizan la locución “A pero B”
como sigue6:
(1) A está orientado a una conclusión C,
(2) B está orientado a la conclusión opuesta no C, y
(3) B se considera más fuerte que A con respecto a la tesis C.
Un presupuesto del uso de esa locución en el que no siempre se
repara es que A y B son aceptables, o por lo menos compatibles.
Parece que quien afirma “A pero B” acepta o considera plausibles
tanto A como B. “Llueve” puede ser una razón para no salir de casa y
“No llueve” una razón para salir; sin embargo no diríamos “llueve
pero no llueve”. Parece entonces que la aceptabilidad de las
premisas es evaluada de forma previa a la fuerza de los argumentos.
Otro modo de clasificar los distintos conceptos de fuerza
argumentativa atiende a los términos empleados en su definición.
Desde este punto de vista pueden distinguirse los enfoques retóricos
(adhesión de la audiencia), de los pragmáticos (usabilidad de un 4 La corrección deductiva aparece entonces, bajo ciertos supuestos adicionales, como un caso límite de la fuerza argumentativa.5 Tomo la expresión “fuerza conclusiva” de Vreeswijk, ‘Abstract argumentation systems”, Artificial Intelligence 90, 1997. 6 Hablar así del análisis de “pero” E de Anscombre y Ducrot es una simplificación justificada solo a efectos expositivos; Ducrot distingue entre un “pero” anti-implicativo y un “pero” compensatorio; Adam entre un “pero” de refutación y un “pero” de argumentación, etc.
5
argumento), epistémicos (grado de justificación) normativos
(racionalidad), etc. También puede tomarse la fuerza argumentativa
como una noción primitiva, como hace entre otros Dung (1995).
LA FUERZA Y LA ESTRUCTURA DE LOS ARGUMENTOS.
Para intentar precisar y sistematizar la noción de fuerza
argumentativa me guiaré por la estructura de los argumentos,
adoptando por tanto un enfoque lógico, y no retórico o dialéctico. El
resultado de ese proceder vendría a ser algo similar al “cálculo
fundamentado principalmente en operadores y reglas distintos de los
de la lógica” por cuya posibilidad abogaban Anscombre y Ducrot.
Aclaro a este respecto que una argumentación no solo puede tener la
forma “A luego B”, sino también otras menos obvias para alguien
formado en la tradición lógica contemporánea, como “A pero B”, “A
y además B” o “A y del mismo modo B”, donde A y B pueden ser, no
solo enunciados o conjuntos de enunciados, sino también
argumentos. El análisis de los argumentos suposicionales
proporciona una razón adicional para permitir que los argumentos
desempeñen papeles tradicionalmente reservados a los enunciados,
como señala, por ejemplo, David Hitchcock (2005, p.10): “El modo
más fácil de acomodar esos argumentos es expandir el concepto de
premisa para que incluya no solo asertivos sino también
argumentos”.
COMPARANDO LA FUERZA DE LOS ARGUMENTOS OPUESTOS
La noción de fuerza argumentativa parece especialmente
aplicable a pares de argumentos que sustentan conclusiones
contrarias o contradictorias. Recuérdese a este respecto el análisis
de “pero” de Anscombre y Ducrot antes citado. Asumiendo pues que
sus premisas son simultáneamente aceptables, parece que un
argumento A es más fuerte que un argumento opuesto B si cuando se
consideran conjuntamente, el segundo impone su conclusión al
primero. Si se escribe “A⊕B” para indicar que A y B sustentan una
6
misma conclusión, “A⊖B” para indicar que sustentan conclusiones
opuestas, y (A,B) para la combinación de A y B, se puede formular la
observación anterior como un principio:
- Si A⊖B y (A,B)⊕A entonces B<A, o
- Si A⊖B y (A,B)⊖B entonces B<A.
Obsérvese que si A y B fueran inconsistentes, considerados
conjuntamente sustentarían sus conclusiones en la misma medida (ex
contradictione quodlibet) y por tanto ninguno de ellos sería más
fuerte que el otro.
La comparación de argumentos que sustentan conclusiones
contrarias o contradictorias no es el único caso de oposición entre
argumentos. Si un argumento A sustenta una conclusión no-B y B es
una razón para C, puede decirse que A y B son, de algún modo,
opuestos. Sin embargo en un caso como el descrito no se
compararían las fuerzas de A y de B para ver si se puede extraer
alguna conclusión, siquiera provisional, de su consideración
conjunta. En ausencia de una razón más fuerte que A para B, el
segundo argumento parece fuera de lugar. Esto reafirma la tesis de
que allí donde se discute de la verdad de las premisas de un
argumento, no procede la comparación de su fuerza.
Se puede traer a colación aquí la distinción de Pollock entre
recusación (undercuting defeater) y refutación (rebutting defeater).7
Una refutación da una razón para negar una tesis, mientras que una
recusación ataca la conexión entre las razones y la tesis. El ejemplo
típico de recusación es: ese objeto me parece rojo, pero está
iluminado por una luz roja. Esquemáticamente, se trata de una
oposición entre los argumentos “ese objeto me parece rojo, luego es
rojo” y “ese objeto está iluminado por una luz roja, luego puede ser
rojo sin serlo”. La novedad con respecto a los casos anteriores
consiste en que el segundo argumento lleva a concluir que el primer
argumento es insuficiente. Para dar cuenta de la recusación pueden
adoptarse dos estrategias distintas. Puede, en primer lugar,
7 La distinción de Pollock recuerda y complementa a la que establece Aristóteles en los Primeros Analíticos entre la objeción (enstasis) y la contra-argumentación
7
introducirse un operador “?” para la suspensión del juicio, de manera
que en el ejemplo descrito se estararían oponiendo dos argumentos
con conclusiones opuestas:
A<
A,B
C C?
En segundo lugar, puede usarse una negación argumentativa para
representar la recusación como una argumentación que desemboca
en el rechazo de un argumento:
.
A,B
noA
C
Finalmente, si siguiendo la tradición de la lógica formal, la
aserción de un enunciado es una especie de argumento8, aún habría
que considerar otra forma de oposición entre argumentos, ilustrada
por el conector “sin embargo”.
A y sin embargo B: (1) A y B son (tenidos por) verdaderos,
(2) A sustenta la conclusión no B.
En general, “A y sin embargo B” puede parafrasearse como “A y sin
embargo sabemos que B”; dicho de otro modo, en esa frase A tiene el
status de una razón y B el de un hecho.
Más adelante se describe una quinta variedad de oposición
entre argumentos que involucra dos argumentos abductivos.
¿Qué sucede cuando se comparan dos argumentos A⊖B sin que
ninguno de ellos sea más fuerte que el otro? Cuando ninguno de los
dos argumentos es más fuerte que el otro, puede deberse bien a que
tengan la misma fuerza, bien a que sus fuerzas sean incomparables.
Adaptando una distinción al uso en el campo de las lógicas no
monótonas, se pueden distinguir dos actitudes:
8 Verheij (1994) explica la naturaleza de tales argumentos diciendo que representan los casos en los que “se propone un enunciado sin ninguna razón que los sustente”.
8
a) razonamiento crédulo: en la situación descrita puede
mantenerse tanto la conclusión de A como la de B;
b) razonamiento escéptico: en la situación descrita hay que
suspender el juicio.
Podrían recomendarse actitudes diferentes según se trate de
argumentos incomparables o con la misma fuerza, recomendando la
credulidad en uno de ellos y el escepticismo en el otro. Por otra
parte, resulta plausible recomendar la credulidad en los
razonamientos prácticos y el escepticismo en los teóricos. En todo
caso, hay una cuestión previa: ¿Hay alguna diferencia práctica
apreciable entre tener la misma fuerza y tener fuerzas
incomparables?
COMPARANDO LA FUERZA DE LOS ARGUMENTOS COORIENTADOS
Se dice que dos argumentos están coorientados cuando sustentan la
misma conclusión; es decir, si A⊕B. Si el conector argumentativo
‘pero’ estructura la comparación de la fuerza de los argumentos
opuestos, ‘además’ e ‘incluso’ hacen lo propio con la fuerza de los
argumentos coorientados. La frase ‘A y además B’ presenta a B como
un argumento más fuerte que A para una conclusión común C, como
también hace ‘incluso’. No obstante, en ocasiones el alcance de
‘además’ es la totalidad de los contenidos semánticos de A y de B;
cuando así sucede ‘además’ es reemplazable por ‘y’ pero no por
‘incluso’. Se pueden ilustrar esos usos con dos ejemplos de
Anscombre y Ducrot.
María sabe alemán e incluso sánscrito.
Ese hombre es afortunado: es rico y además tiene muchos
amigos.
En el primer caso saber sánscrito se presenta como una razón más
fuerte que saber alemán para concluir que María es sabia, mientras
que en el segundo tener muchos amigos se presenta como una razón
que refuerza a la riqueza para concluir que ese hombre es
9
afortunado. El análisis correspondiente al primer caso es el
siguiente.
A e incluso B: (1) A y B son (tenidos por) verdaderos,
(2) A sustenta una conclusión C,
(3) B sustenta una conclusión C,
(4) A es suficiente, en el contexto, para concluir C,
(5) B es más fuerte que A con respecto a la
conclusión C.
Mientras que el análisis del segundo caso sería como sigue.
A y además B: (1) A y B son (tenidos por) verdaderos,
(2) A sustenta una conclusión C,
(3) B sustenta una conclusión C,
(4) A es insuficiente, en el contexto, para concluir C,
(5) A y B son, en el contexto y tomados
conjuntamente, suficientes para concluir C.
Estos análisis remiten a dos variedades de la argumentación
coorientada. Aunque no faltan quienes encuentran la distinción
impracticable9, suele distinguirse entre argumentación coordinada y
argumentación convergente. La distinción se debe a Stephen
Thomas, quien escribe:
“Si cada razón fuera por sí misma suficiente, en caso de ser
verdadera, para sustentar la conclusión, y si la falsedad de una
de las razones no debilitara el paso de otra de las razones a la
conclusión, el razonamiento podría representarse como
convergente. Pero si la falsedad de una razón debilitara el paso
de otra(s) a la conclusión, entonces agrupa esa razón con las
otras en el diagrama” (1988, p. 62).
Alec Fisher da una segunda caracterización:
“Si se ofrecen varias razones a favor de una conclusión, hay
dos posibilidades: esas razones pueden presentarse como un
apoyo conjunto a la conclusión (tomadas conjuntamente
sustentan la conclusión pero cada una de ellas por separado no
9 Por ejemplo D.A. Conway, 1991.
10
lo hace) o pueden presentarse como justificaciones
independientes de ella (de modo que si se acepta una de esas
razones el autor espera que se acepte la conclusión)”. (1988, p.
19).
En todo caso, tanto si se trata de una argumentación coordinada
como de una argumentación convergente, es una argumentación A
integrada por varios argumentos Ai, 1≤ i ≤ n, que comparten una
misma conclusión C, que es también la conclusión de la
argumentación A. Por tanto la argumentación coordinada ha de
distinguirse de la inferencia a partir de múltiples premisas. En una
inferencia semejante las premisas proporcionan de forma conjunta
una razón para la conclusión C, y la eliminación de una de las
premisas da como resultado, no un argumento más débil, sino un no-
argumento. A partir de los enunciados “Si Abel hubiera venido, le
habría visto” y “No he visto a Abel” puede inferirse “Abel no ha
venido”; pero si omitimos alguno de los dos primeros enunciados, no
hay argumento alguno.
La posibilidad de insertar ciertos conectores argumentativos
(además, por otra parte, etc.) suministra un criterio para distinguir
entre una argumentación coorientada y una inferencia con múltiples
premisas. Un conector argumentativo une, no dos enunciados, sino
dos razones. Por eso una frase como “Si Abel no hubiera venido, le
habría visto, y además no le he visto” es extraña, evidenciando que
se trata de una inferencia y no de una argumentación coorientada.
No sucede lo mismo con “Abel no ha venido: no le he visto y además
creo que tenía cita con el médico”, puesto que aquí “no le he visto” y
“creo que tenía cita con el médico” proporcionan dos argumentos
para la conclusión “Abel no ha venido”.
La comparación de la fuerza de argumentos coorientados
puede definirse en términos de la comparación de argumentos
antiorientados:
11
Si A⊕B, A<B syss (1) para todo argumento C, si A⊖C y B<C
entonces A<C, y (2) existe un argumento C, A⊖C, A<C y B<[C.10
Se dice con frecuencia que una argumentación coordinada A es una
razón más fuerte para C que cualquiera de los Ai que la integran,
mientras que una argumentación convergente A es tan fuerte con
respecto a C como el más fuerte de los argumentos que la integran.
¿Cuál puede ser la justificación para ofrecer varios
argumentos distintos para una misma conclusión? En primer lugar la
justificación puede tener que ver con las premisas de los argumentos
considerados, y por tanto con la fuerza conclusiva más que con la
fuerza argumentativa.11 Un argumento A será concluyente, entre
otras cosas, si sus premisas son aceptadas. Sea A una argumentación
integrada por una colección de argumentos coorientados A1,…, An
con premisas mutuamente independientes. Si se mostrara que
alguna de las premisas de Ai es falsa o dudosa, ese argumento
dejaría de ser utilizable, pero no la argumentación A, puesto que esa
recusación no afectaría a los demás argumentos que la integran. El
caso descrito parece pues una argumentación convergente. Sin
embargo sería abusivo concluir que A es tan fuerte como el más
fuerte de los argumentos que la integran. Para poder afirmarlo sería
preciso que las fuerzas de los Ai fueran comparables dos a dos, algo
que puede no suceder. Lo que sí se sigue es que la argumentación A
es al menos tan fuerte como cualquiera de los argumentos Ai que la
integran. En efecto, A puede ser vista como una disyunción de
argumentos, de modo que para refutar A es preciso refutar cada uno
de los argumentos que la integran. En tal caso, para todo argumento
C, si A⊖C y A<C entonces Ai <C.
En segundo lugar, el análisis del caso precedente muestra que
las razones para ofrecer varios argumentos para apoyar la misma
10 La cláusula (2) podría reformularse, de forma más exigente, así: existe un argumento C, A⊖C, A<C y B≤C.11 Eso es lo que parece que quiere decir Tutescu (2002) cuando refiriéndose a la frase “A d’ailleurs B” señala que A ha de ser argumentativamente independiente de B, o que A ha de ser semántica y lógicamente independiente de B.
12
conclusión pueden tener que ver con la suficiencia de la
argumentación desplegada. Supóngase ahora que existieran dos
argumentos B1 y B2 antiorientados con respecto a A, de los que B1 es
más fuerte que cada uno de los A1,…,An-1, pero no que An , y B2 es
más fuerte que este último pero no que los anteriores. Si A parece
una disyunción de argumentos, la contra-argumentación B = (B1, B2)
parece una conjunción de argumentos. En efecto, B1 y B2 por
separado son insuficientes para refutar la argumentación A, y han de
tomarse conjuntamente para lograrlo.
Adviértase que aquí la disyunción y la conjunción no funcionan
como conectivas sentenciales, sino como conectivas argumentativas;
su función no es integrar dos enunciados en un único enunciado, sino
integrar dos argumentos en una argumentación única. Ese uso de la
conunción está avalado por los análisis del discurso: “Como conector
argumentativo, y introduce argumentos coorientados” (Bermejo
2004). En suma, una argumentación coordinada aparece como una
conjunción de argumentos y una argumentación convergente como
una disyunción de argumentos.
UN CASO DE ARGUMENTACIÓN COORIENTADA
Tutescu (2002, cap.VII) propone el siguiente ejemplo de
argumentación coorientada:
Pablo lee libros de historia, artículos de ecología, literatura
francesa, obras de filosofía, ciencia ficción, e incluso novelas
policíacas.
Según Tutescu los enunciados (e1) Pablo lee libros de historia, (e2)
Pablo lee artículos de ecología, (e3) Pablo lee literatura francesa,
(e4) Pablo lee obras de filosofía, (e5) Pablo lee ciencia ficción, y (e6)
Pablo lee novelas policíacas, comparten una misma orientación
argumentativa; apuntan, por ejemplo, a la conclusión “Pablo es un
lector voraz”. La última de las razones enumeradas está marcada con
“e incluso”, indicando que esa razón es más fuerte que las
13
precedentes y suficiente por sí misma, en el contexto de la
argumentación, para establecer la conclusión propuesta.
Sin embargo es dudoso que (e6) sea por sí misma más fuerte
que los demás enunciados con respecto a la conclusión “Pablo es un
lector voraz”. Desde luego el hecho de que alguien lea novelas
policíacas es insuficiente para atribuirle la condición de lector voraz.
Una explicación alternativa es que los cuatro primeros
enunciados pueden interpretarse como razones a favor de una
conclusión ligeramente distinta: Pablo es un intelectual. El
enunciado (e5) encaja peor con esa conclusión, aunque es
compatible con ella. Es la adición del último enunciado la que inclina
definitivamente la balanza a favor de la conclusión “Pablo es un
lector voraz”. De esta manera (e6) da su orientación definitiva al
conjunto de argumentos ofrecido.
Habría por tanto un primer argumento abductivo, que pretende
que Pablo es un intelectual es la mejor explicación disponible de los
hechos expresados por (e1)-(e4), y por tanto infiere de esos
enunciados la conclusión Pablo es un intelectual. Aunque (e6) es
insuficiente por separado para concluir que Pablo es un lector voraz,
cuando se añade a los enunciados (e1)-(e4), modifica la orientación
argumentativa, que pasa a ser “Pablo es un lector voraz”. De nuevo
se trata de un argumento abductivo: la voracidad lectora de Pablo
sería la mejor explicación disponible de (e1)-(e6) (mejor que su
condición de intelectual).
Podría decirse entonces que (e6) es una razón dominante en el
conjunto {(e1),…,(e6)}, puesto que le impone su orientación
argumentativa. Sin embargo, estrictamente hablando, (e6) no es más
fuerte que los enunciados que le preceden, puesto que por sí mismo
es insuficiente para establecer su conclusión.
Obsérvese que las dos conclusiones consideradas no son
incompatibles: Pablo podría ser al mismo tiempo un intelectual y un
lector voraz. La oposición entre ambas proviene de ser un intelectual
y ser un lector voraz son explicaciones distintas de la conducta de
14
Pablo. Podría decirse que Pablo es, no un intelectual, sino un lector
voraz. Aquí la incompatibilidad se da entre argumentos antes que
entre enunciados: o “Pablo es un intelectual” es la mejor explicación
disponible de los hechos o lo es “Pablo es un lector voraz”, y por
tanto la oposición depende de que no puedan aceptarse
simultáneamente las dos abducciones.
EL PRINCIPIO DEL ESLABÓN MÁS DÉBIL
En una argumentación concatenada hay enunciados que funcionan
como conclusión de un argumento y como premisa de otro. El
principio del eslabón más débil se aplica a argumentaciones
concatenadas y en alguna de sus formulaciones implica que la fuerza
de los argumentos define un orden total sobre estos. Por ejemplo. “la
fuerza de una argumentación concatenadas es igual a la del más
débil de los argumentos concatenados”. La objeción puede evitarse
diciendo que una argumentación concatenada es más débil que cada
una de las argumentaciones que la componen:
Sea A = A1+ …+ An una argumentación concatenada. Para todo
i, 1≤ i≤ n, y todo argumento B, si Ai<B entonces A<B.
Incluso con una formulación más cuidadosa, el principio del eslabón
más débil presupone la comparación de argumentos con
conclusiones dispares, ni opuestas ni coincidentes. Sea A un
argumento cuya conclusión c es una de las premisas de un segundo
argumento B que lleva a la conclusión c’. Las premisas de la
argumentación concatenada A+B son las premisas de A y las
premisas de B distintas de c, y su conclusión es c’. Considérese un
argumento C, antiorientado con A, A<C. C no invalida ni las
premisas de A+B ni su conclusión, pero si éste es más débil que
aquel, se sigue que A+B<C. La conexión entre estos dos argumentos
consiste en que las premisas del primero, A, son un subconjunto de
las premisas del segundo, A+B.
Una argumentación concatenada puede ser más débil que los
argumentos que la integran. A partir de las premisas “a es un P1” y
15
“el 90% de los Pn son Pn+1” se puede formar un encadenamiento de
silogismos estadísticos que arroja progresivamente conclusiones
menos probables. Lo mismo sucede si se reemplaza el porcentaje por
adverbios como “muchos”, “la mayoría”, “casi todos”, etc.
ARGUMENTACIÓN POR ANALOGÍA
Debe distinguirse entre los argumentos que establecen una analogía
y los argumentos que usan una analogía. Aquí trataré de los
últimos.El análisis de las argumentaciones por analogía sugiere que
la pretensión subyacente es que los argumentos análogos tienen una
fuerza similar. Recuérdese que, según Toulmin, la fuerza de una
inferencia es conferida por su garantía, por lo que cabría pensar que
las analogías funcionan argumentativamente como garantes. Eso
requiere que las garantías usadas en los argumentos análogos son
del mismo tipo.
Los argumentos análogos no tienen la misma forma lógica,
hablando con propiedad, aunque puede decirse que están
estructurados del mismo modo. En una argumentación por analogía
intervienen dos argumentos, la fuente y el término. Cuando se trata
de una analogía directa, se pretende que si el argumento fuente es
suficiente, también lo es el argumento término. Cuando se trata de
una contra-analogía, se pretende que puesto que el argumento
fuente no es suficiente, tampoco lo es el argumento término. La
pretensión es que el argumento término da razón de su conclusión
del mismo modo que lo hace el argumento fuente. El énfasis está por
tanto en el nexo entre las premisas y la conclusión, que sería
semejante en los dos casos. Esto se expresa en Marraud (2007)
diciendo que en una (buena) argumentación por analogía se opera
una transferencia proporcional de la fuerza de los argumentos. Este
análisis da un cierto carácter metaargumentativo a la analogía, como
reconocen Woods y Hudak (1989):
Los argumentos por analogía son argumentos por paridad
de razonamiento, por así decir. Son argumentos acerca de
16
argumentos, meta-argumentos. Alegan que dos o más
argumentos objeto valen o no conjuntamente y que es así
porque están a la par en un respecto relevante, porque
poseen estructuras profundas semejantes por las que
coinciden en forma lógica (127).
El mecanismo que interviene en una argumentación por analogía
puede describirse empleando el concepto, un tanto vago, de campo
argumentativo.12 Es frecuente comenzar el análisis de una
argumentación de este tipo listando en una tabla los componentes de
la fuente y el término, situando en la misma fila aquellos que se
corresponden en virtud de la analogía. Las entradas de la tabla
proporcionan el vocabulario de la fuente y del término. Shelley
(2004, págs. 225-227) analiza la analogía del libro VI, 488b, de La
República de Platón. Platón propone una analogía entre una nave y
el estado que, con las debidas simplificaciones, puede enunciarse así:
del mismo modo que una nave necesita de un capitán que fije su
rumbo, un estado necesita de un líder que fije su política. Para
analizar esta analogía se enumeran los componentes de la fuente y el
término estableciendo una correspondencia uno a uno entre ellos. La
analogía establece una correspondencia entre los componentes de la
misma fila.
Fuente: Nave Término: Estado
nave estado
capitán líder
rumbo política
tripulación ciudadanía
bienestar
disfruta
bienestar
disfruta
12 El concepto de campo argumentativo fue introducido por Toulmin en Los usos de la argumentación: “se dice que dos argumentos pertenecen al mismo campo cuando los datos y conclusiones de cada uno de ellos son, respectivamente, del mismo tipo lógico” (pág.26). Toulmin argumenta que los criterios para la evaluación de argumentos dependen del campo al que pertenezcan.
17
necesita(nave,
capitán)
necesita(estado, líder)
fija(capitán, rumbo) fija(líder, política)
disfruta(tripulación,
bienestar)
disfrutan(ciudadanos,
bienestar)
porque(necesita, fijar) porque(necesita, fijar)
así que(fijar,
bienestar)
así que(fijar, bienestar)
Los componentes se agrupan en tres categorías: objetos (en la fuente
son nave, capitán, rumbo, tripulación y bienestar, y en el término
estado, líder, política, ciudadanía y bienestar), relaciones entre esos
objetos (necesitar, fijar y disfrutar) y relaciones entre relaciones, de
orden superior (porque, así que). La analogía se centra en las dos
últimas categorías y no requiere que los objetos emparejados tengan
una descripción común (una nave no se parece a un estado): “las
analogías exigen relaciones comunes pero no descripciones de
objetos comunes” (Gentner y Markman 1997, pág. 47).
Usando el vocabulario recogido en la tabla pueden construirse
diversos argumentos; por ejemplo: del mismo modo que la
tripulación ha de obedecer al capitán, los ciudadanos han de
obedecer al líder, etc. El conjunto de esos argumentos forma el
campo del argumento desplegado. La pretensión de quien usa un
argumento por analogía es que los campos de los argumentos
emparejados están estructurados del mismo modo, de manera que si
existe una objeción o un contraargumento al argumento fuente,
también existe, mutatis mutandis, una objeción o un
contraargumento al argumento término.
Se acepta comúnmente que una analogía más completa es
preferible a una analogía menos completa o más parcial, pero
naturalmente hay que precisar qué se entiende aquí por “completa”.
18
Un barco –o por lo menos un barco de madera- tiene que ser
calafateado regularmente, tiene un armador, etc. ¿Cuál es el
calafateado del estado? ¿Quién es su armador? La ausencia de
análogos del calafateado o del armador no es, en principio, una
debilidad del argumento platónico del barco y el estado. Lo será
únicamente si la necesidad de un calafateado regular o la existencia
de un armador son argumentativamente pertinentes para la
autoridad del capitán. Una buena analogía debe tener en cuenta las
semejanzas y las diferencias argumentativamente pertinentes para la
cuestión tratada.
CONCLUSIÓN
Existe un amplio consenso en que un buen argumento, desde un
punto de vista lógico-informal, es aquél que es aceptable, suficiente y
pertinente. El primer requisito se refiere a las premisas, el segundo a
la fuerza del argumento y el tercero al modo en que el argumento
encaja en la argumentación en la que se inscribe. La práctica
argumentativa muestra que esos tres requisitos se evalúan por
separado y de forma secuencial: aceptabilidad-pertinencia-
suficiencia.
En esta charla he tratado pues de la suficiencia de los
argumentos. Un argumento es suficiente si tiene la fuerza requerida
para sustentar su conclusión. He dado razones para entender la
fuerza como un concepto comparativo y contextual: la fuerza de un
argumento se determina sobre el trasfondo de un conjunto de
argumentos concurrentes (antiorientados, coorientados y análogos).
El curso de la exposición ha dejado claro, espero, que la
estructura argumentativa es más compleja que la estructura del
texto argumentativo. La estructura del texto argumentativo está
integrada por enunciados relacionados entre sí, mientras que la
estructura de la argumentación está formada por enunciados y
argumentos relacionados entre sí.
19
Los conectores argumentativos desempeñan un papel clave en
la descripción y análisis de la estructura de la argumentación. La
semejanza, pese a todo, de los conectores argumentativos con los
conectores sentenciales me lleva a proponer la hipótesis de que unos
y otros configuran estructuras análogas: conjunción de enunciados-
conjunción de argumentos, disyunción de enunciados-disyunción de
argumentos, negación sentencial-negación argumentativa, garante-
analogía, etc.
Ese paralelismo exige permitir que los argumentos
desempeñen roles como razón, conclusión o garantía,
tradicionalmente reservados a los enunciados.13 Hay varias razones
para liberalizar el papel de los argumentos; entre otras: permite una
mejor comprensión del funcionamiento del razonamiento analógico,
los distintos tipos de contraagumentación y de argumentación
coordinada, y la naturaleza del razonamiento hipotético o
suposicional.
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13 Para una argumentación más detallada véase mi “Reasons, Premises and the Structure of Arguments”, en proceso de evaluación en Informal Logic.
20
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21
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Trabajo de fin de máster, máster en Lógica y Filosofía de la Ciencia,
Universidad de Salamanca.
Huberto Marraud
Facultad de filosofía y Letras
Universidad Autónoma de Madrid
c/ Francisco Tomás y Valiente 1
28049 Madrid (Spain)
e-mail: [email protected]
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