Análisis de las relaciones entre
Teotihuacán y el occidente de México
Sergio Gómez Chávez y Julie Gazzola
p. 113-135
Texto Bibliografía Notas AutoresIlustraciones
Texto completo
1 Zona Arqueológica de Teotihuacán, INAH.
1Note portant sur l’auteur1
2 Dirección de Estudios Arqueológicos, INAH.
2Note portant sur l’auteur2
3Hasta hace relativamente poco tiempo la interacción cultural entre Teotihuacán y el
occidente de México había pasado prácticamente inadvertida. Algunas ideas fueron
esbozadas por el arqueólogo Eduardo Noguera en la década de 1930, cuando reconoció la
similitud entre algunos de los materiales cerámicos de los niveles más tempranos
recuperados en el túnel que excavó en la pirámide del Sol y otros procedentes de
Michoacán, específicamente de Zacapu y Chupícuaro. Aunque Noguera (1935) manifestó
dudas sobre su origen, cuestionándose si procedía de Michoacán o era propia de
Teotihuacán, no se volvió a dar importancia al hecho de que esta cerámica, que
ocasionalmente era recuperada en las excavaciones realizadas en diversas partes de la
ciudad, podría evidenciar relaciones con el occidente de México.
4Durante varias décadas se continuaron descubriendo objetos, como recipientes y figurillas,
que ahora podemos identificar propiamente como del occidente de México; sin embargo, el
conocimiento de la cerámica que se tuvo durante mucho tiempo llevó a cometer el error de
considerarla como teotihuacana. L. Séjourné (1959, 1966), por ejemplo, encontró en sus
excavaciones en los patios de Zacuala, algunos cajetes que confundió con la cerámica con
estuco pintado de Teotihuacán, aun cuando ambas técnicas decorativas son totalmente
distintas.
5En La Ventilla B, varios entierros fueron ofrendados con esta cerámica, sin que los
análisis de Vidarte (1964) y posteriormente de Rattray y Ruiz (1980) hicieran alguna
distinción con la propiamente teotihuacana. Incluso tiempo después Rattray (1981 y 2001)
la denominó copoide, una loza que según esta investigadora era producida en los talleres de
la ciudad, considerándola como parte de la cerámica local. Nuestras investigaciones han
confirmado que dicha cerámica tiene, sin lugar a dudas, un origen foráneo que puede
ubicarse en la región del occidente de México; incluso proponemos que dada la
homogeneidad de manufactura y área de distribución, su producción podría rastrearse en
sitios arqueológicos de las cercanías del actual municipio de Queréndaro.
3 La cerámica a la que hacemos referencia se caracteriza por estar manufacturada
con una pasta de ce (...)
6Partiendo del hecho de que esta cerámica tuvo su origen en el occidente de México y de
que ha sido hallada en Teotihuacán en excavaciones en varias partes de la ciudad -ya sea
como piezas completas o sencillamente como fragmentos-, podemos de inicio plantear que
las relaciones con aquella área debieron ser mucho más intensas e importantes de lo que
hasta hace poco se habían considerado. Se le ha encontrado, como ya señalamos, en los
niveles más antiguos de la pirámide del Sol, en la pirámide de la Luna, y asociada a
espacios que fueron cubiertos por la construcción de La Ciudadela, fechados entre 0 y 100
d.C., lo que nos permite deducir que dichas relaciones fueron establecidas desde tiempos
muy tempranos y que de ninguna manera podrían ser considerados contactos ocasionales o
indirectos.3
Aumentar Original (jpeg, 67k)
Foto 1. Vasija del occidente de México recuperada en las exploraciones en los patios de
Zacuala por L. Séjourné (1966), erróneamente considerada como del grupo Estucado y
Pintado de Teotihuacán.
7Sin limitar nuestras expectativas únicamente a la cerámica, es factible inferir que otros
recursos pudieran considerarse para dilucidar algunas ideas sobre la existencia de procesos
complejos de interacción entre sitios o regiones. Nuestra propuesta de analizar las
relaciones entre Teotihuacán y el occidente de México se fundamenta en la posibilidad de
identificar los recursos que pudieron haber sido canalizados desde el área que actualmente
ocupa el estado de Michoacán, para satisfacer la enorme demanda de la gran metrópoli.
EVIDENCIAS DEL OCCIDENTE DE
MÉXICO EN TEOTIHUACÁN
4 Véase Rattray, 2001 para conocer detalles de los lugares donde ha sido recuperada
cerámica que ell (...)
8Luego de varios años de investigación logramos identificar varias estructuras dentro de los
límites de la ciudad (figura 1), donde han sido recuperados objetos completos importados
del occidente de México. Estos lugares incluyen los patios de Zacuala (Entierro 2, véase
lámina 40 y figura 41, Séjourné 1959), y Tetitla donde se encontraron algunos cajetes
(véase figuras 119 y 120 en Séjourné, 1966); en la Ventilla B, varios entierros tuvieron
entre sus ofrendas objetos importados (p.e. véase el Entierro 100 entre otros; Vidarte, 1964)
y en las excavaciones del Teotihuacán Mapping Project (dirigido por René Millon) se
encontraron materiales similares en varias partes de la ciudad.4
Aumentar Original (jpeg, 331k)
Figura 1. Plano de la ciudad de Teotihuacán. Ubicación de la Estructura 19 y otros lugares
donde se han recuperado materiales del occidente de México (tomado de Millon, 1973).
5 En la ofrenda de los entierros 139, 143, 147, 148 y 150 del Proyecto Arqueológico
Teotihuacán, ide (...)
9Entierros con ofrendas que incluyen un número mayor de objetos importados del
occidente fueron encontrados en la Estructura 4 localizada al NE de La Ciudadela en el
sector N2E2. En el momento de su descubrimiento nadie se percató -o no se les dio la
importancia debida- de que dichos objetos no eran teotihuacanos.5 En el barrio de los
Comerciantes al este de la ciudad, también se recuperó cerámica del occidente
entremezclada con otras del Golfo de México y la zona Maya, en un depósito parecido a
una tumba de tiro (Evelyn Rattray, comunicación personal, 2000).
6 En la colección que se resguarda en las bodegas de la Zona Arqueológica existen
otros objetos y fi (...)
10Entre 1991 y 1992 excavamos casi completamente un conjunto en el extremo oeste de la
ciudad -denominado como Estructura 19 del sector N1W5-, donde recuperamos materiales
cerámicos importados del occidente de México, y obsidiana de Zinapécuaro. Dentro de los
límites del conjunto localizamos y exploramos también varias tumbas que difieren
totalmente de los depósitos funerarios comunes de Teotihuacán. Los esqueletos
encontrados dentro de las tumbas presentaron características antropofísicas singulares que
confirmaron la presencia de otro grupo étnico en la ciudad, además de los ya conocidos
zapotecos (Spence, 1988), de la costa del Golfo y mayas (Rattray, 1989), identificados en
años anteriores.6
11Podemos citar la presencia de navajillas de obsidiana procedentes de Ucareo,
descubiertas durante las excavaciones conducidas en el núcleo del Templo de la Serpiente
Emplumada (Alejandro Sarabia, comunicación personal 1999). También durante las
exploraciones en el barrio de La Ventilla que realizamos entre 1992 y 1994, se recuperaron
varios recipientes de cerámica y figurillas asociados a entierros de individuos de alto
estatus (Gómez, 1999).
12Tomando en consideración esta nueva información, la recuperada por distintos
investigadores en el occidente de México (específicamente en el estado de Michoacán),
hemos planteado algunas hipótesis sobre las características de la interacción establecida
entre Teotihuacán y esta importante área cultural (Gómez, 2002; Gómez y Gazzola, 2001a
y 2001b), así como para explicar la presencia de dichos materiales y de distintos grupos
étnicos en Teotihuacán. Pensamos que el Estado pudo permitir el establecimiento de
extranjeros de aquella región en contraparte de tener facilidades de acceso a recursos como
el cinabrio y otros minerales por citar sólo algunos, existentes en yacimientos de
Michoacán. También hemos apuntado que el Estado teotihuacano pudo estar interesado en
controlar los yacimientos de obsidiana en Zinapécuaro, Ucareo y Zináparo; mediante la
introducción de la obsidiana verde quizás trató de inhibir la producción de estos
yacimientos, reduciendo su demanda y consumo a una esfera local (Gómez, 2002).
13En este artículo hacemos un breve recuento de los datos que nos permiten dilucidar sobre
la interacción cultural establecida con Teotihuacán. Partimos del supuesto de que el Estado
teotihuacano estuviese más interesado en el occidente de lo que hasta ahora habíamos
considerado. La riqueza y la diversidad de recursos naturales pudieron haber sido el motivo
principal de los pobladores Teotihuacán para establecer relaciones con sitios de esa región.
LA ESTRUCTURA 19 DEL SECTOR
NIW5
14Durante cerca de dos años (entre 1991 y 1992) se trabajó de manera ininterrumpida en la
exploración de un conjunto arquitectónico localizado en los límites de los sectores n1w5 y
n1w6 (figura 1), identificado como Estructura 19 (E 19). La exploración de este conjunto
(foto 2) se realizó como parte de un proyecto de salvamento arqueológico en el que se
llevaron a cabo excavaciones en doce conjuntos arquitectónicos ubicados en el límite oeste
de la ciudad, en las inmediaciones del barrio Zapoteco. En términos generales, los objetivos
de esta investigación fueron: definir la extensión de dicho barrio, conocer el proceso y las
características de la ocupación, así como determinar las actividades específicas de los
habitantes de los diferentes conjuntos en el área y, por último, definir las formas y los
mecanismos de integración económica y social de esta parte del asentamiento con el resto
de la ciudad.
Aumentar Original (jpeg, 256k)
Foto 2. Detalle de la exploración de la Estructura 19 (agosto de 1991). Se muestra parte del
sistema constructivo formado por cajones de adobes, así como los pisos de concreto con
estuco o lajas y muros de piedra o adobe con aplanado.
Resultados y características generales de la Estructura 19
7 También puede consultarse el informe técnico (Gómez, 1995) para tener más
detalles sobre los objet (...)
8 Sobre las ruinas del conjunto teotihuacano se identificó una ocupación posclásica
(Azteca II-III) (...)
15Algunos resultados y materiales obtenidos de la exploración de la E 19 han sido
publicados (Gómez, 1998 y 2002), por lo que en este artículo nos limitaremos a exponer
ideas concretas sobre los procesos y características de la interacción cultural.7 Solamente
destacaremos algunos elementos presentes en dicha estructura (foto 3 y figura 4), que
incluyen la arquitectura, la cerámica, los depósitos funerarios y los esqueletos, que por su
singularidad fueron considerados para definir aspectos particulares y del modo de vida de
los grupos que ocuparon el conjunto entre 250 y 650 después de Cristo.8
16En la sección norte del conjunto descubrimos y exploramos tres tumbas, una de las
cuales (la del Entierro 5) se caracteriza por tener un tiro vertical formado en la parte
superior por un pretil de piedra careada, alcanzando 1.40 m de profundidad; el tiro se ubica
al oeste y desde él se accede mediante un ligero escalonamiento a una cámara de 90
centímetros de diámetro, excavada en el tepetate (figura 2).
17Otra de las tumbas pertenece al Entierro 30, es un tiro de 3.70 m de profundidad de
planta cuadrangular excavado en el tepetate; el tiro de aproximadamente.90 cm por lado en
su parte superior, se amplía ligeramente en el fondo (figura 3). Cuando fue descubierta se
encontró parcialmente tapada con una pesada piedra cuadrangular y dentro del tiro, en
diferentes niveles otra tapa fragmentada. Los restos óseos de al menos dos individuos
adultos presentaban huellas de exposición al fuego y, al igual que los objetos de cerámica
que incluyen, entre otros, un cajete (foto 8) y una figurilla importada, se encontraron
dispersos y a diferentes profundidades. La existencia de dos tapas y la disposición
particular de los diferentes elementos confirmaron que la tumba fue usada al menos en dos
ocasiones.
Foto 3. Vista general de la Estructura 19 al concluir los trabajos de exploración,
restauración y acondicionamiento (octubre de 1992).
Aumentar Original (jpeg, 98k)
Figura 2. Corte de la tumba del Entierro 5.
Aumentar Original (jpeg, 199k)
Figura 3. Planta y corte de los depósitos de los entierros 5,28 y 30.
18La tumba del Entierro 27 (foto 4) fue localizada en el núcleo de un templo (figura 5);
está formada por un pretil de piedras que delimita una fosa cavada en el tepetate de poco
más de un metro de profundidad. Dentro del depósito se recuperó uno de los entierros más
interesantes de todo el conjunto, pues contenía los restos de al menos diez individuos
adultos y un infante.
19Todos los cráneos de los individuos de este entierro, incluyendo al infante, tienen
deformación mimética tabular erecta, con fuertes asimetrías, depresión sagital y lámbdica y
variedades bilobadas y, en un caso, aplanamiento occipital pronunciado de variedad
bilobada y acentuada asimetría, un tipo de deformación muy similar a la reportada en sitios
como Loma Alta, Potrero de Guadalupe y Tingambato (cf. Pereira, 1999).
Aumentar Original (jpeg, 36k)
Foto 4. Entierro 27, registrado dentro de una tumba que contiene restos de al menos diez
individuos adultos.
Aumentar Original (jpeg, 111k)
Foto 5. Ofrenda del Entierro 27, uno de los más ricos en cuanto al número y variedad de
objetos, varios de ellos foráneos.
9 La obsidiana fue identificada por la técnica PIXE en el Instituto Nacional de
Investigaciones Nucl (...)
20La ofrenda localizada en el fondo de la fosa (foto 5) se compone de cerca de un centenar
de objetos completos que incluyen típicas formas teotihuacanas, cajetes (foto 7) y figurillas
del occidente (foto 9), incrustaciones dentales impregnadas de cinabrio, cuentas y figuras
de concha, una navajilla de obsidiana procedente de los yacimientos de Zinapécuaro, una
orejera y un disco de mineral metálico entre otros materiales.9
10 Todo el depósito de encontró cubierto por el núcleo del templo formado por un
relleno homogéneo qu (...)
21Los restos del Entierro 27 se hallaron dispersos, aunque por la disposición de algunos
miembros y segmentos articulados de vértebras o cráneos con vértebras o mandíbulas en
relación anatómica, concluimos que probablemente los individuos fueron desmembrados y
decapitados para luego ser colocados en la tumba. Aunque por el momento no hemos
podido concluir el estudio del material óseo para tratar de identificar huellas de corte, por la
disposición en que fueron registrados los huesos en diferentes niveles, con la ofrenda
permaneciendo intacta en el fondo de la tumba, estamos completamente seguros de que se
trató de un solo evento que interpretamos como una ofrenda fundacional colocada en el
núcleo de un templo y no de la reapertura sucesiva de la tumba para depositar los restos
óseos de varios individuos (alterando el depósito) o de un entierro secundario.10 Depósitos
similares, aunque de mayores dimensiones y complejidad, se han encontrado en sitios de
Michoacán, reportándose entierros colectivos y el reutilizamiento de las tumbas (como en
el caso del Entierro 30 descrito antes), una tradición cultural reconocida desde el formativo
para esta región.
Aumentar Original (jpeg, 166k)
Foto 6. Elemento para cocinar formado por una olla colocada de manera lateral; en la parte
superior se observan otros fragmentos de recipientes
22Otro de los elementos significativos localizados durante el proceso de exploración para
definir la función habitacional del conjunto, es una pequeña estructura para cocinar
alimentos cuyos forma y funcionamiento son diferentes a los reportados en otros conjuntos
de Teotihuacán. Se trata de una olla colocada de manera lateral, parcialmente empotrada en
el piso, sirviendo la boca del recipiente para alimentar el fuego (foto 6). Dentro de la olla,
ocupando casi todo el fondo, se localizó gran cantidad de ceniza, lo que sin duda revela su
función como hogar, ya sea disponiendo los recipientes encima o incluso algunos alimentos
dentro del mismo a manera de horno. Este tipo de cocinas no ha sido reportado para el
occidente de México sino más bien en el valle poblano, específicamente en el sitio de
Tetimpa con fechas de entre 50 a.C. y 100 d.C. (Uruñuela y Plunket, 1998). El hallazgo de
este elemento nos confiere mayor certidumbre de que el conjunto fue ocupado por grupos
domésticos con patrones de comportamiento cultural distinto a otros residentes de la
ciudad. Probablemente debido a la actividad desarrollada, los ocupantes de la E 19
(¿comercio a larga distancia?) mantuvieron contacto e interactuaron con diversos grupos y
regiones, adoptando diversos elementos y costumbres para conformar un modo de vida
particular.
23Al respecto podemos señalar que también se descubrieron varios elementos que
evidenciaron la presencia zapoteca dentro del mismo conjunto ocupado por los
michoacanos; además de elementos arquitectónicos y algunas cerámicas, es relevante el
descubrimiento de una tumba similar a otras localizadas en el barrio Zapoteca, lo que sin
lugar a dudas es indicativo de la convivencia y las relaciones establecidas entre dos grupos
étnicos diferentes (figura 5).
24Hemos concluido que la E 19 fue ocupada por varios grupos domésticos, además de que
probablemente los primeros ocupantes fueron emigrantes que procedían de algún lugar de
lo que actualmente es el estado de Michoacán, llegando a Teotihuacán entre 150 y 350 d.C.
A partir del hallazgo de materiales y una tumba zapoteca dentro de los límites del mismo
conjunto, hemos determinado que los ocupantes de este conjunto establecieron relaciones
de parentesco con los zapotecos mediante alianzas matrimoniales entre etnias, como una
forma de mantener la identidad y la cohesión de ambos grupos, así como el control de uno
o varios recursos. A pesar de que no tenemos datos precisos de las actividades económicas
desarrolladas por estos grupos, nuestra hipótesis es que se dedicaban al comercio a larga
distancia, participando en el intercambio de bienes y recursos con sus lugares de origen.
Aumentar Original (jpeg, 426k)
Figura 4. Plano general de excavación de la Estructura 19, N1W5 (levantó y dibujó Sergio
Gómez).
25La mayor cantidad de la cerámica registrada corresponde a los tipos y formas
teotihuacanos; sin embargo, también se recuperaron materiales importados del occidente de
México, principalmente como parte de la ofrenda en algunos de los contextos funerarios.
Son precisamente los entierros en tumbas los que tienen figurillas y recipientes (fotos 7 y 8)
que encuentran su mayor distribución en sitios del occidente y en la región del Bajío.
Aumentar Original (jpeg, 55k)
Foto 7. Cajete con decoración incisa rellena con pigmento verde y excisa, aplicando y
levantando arcilla pigmentada roja; ofrenda del Entierro 27.
26Destacan en estos contextos las figurillas de sexo femenino (foto 9) idénticas a las
reportadas por Noguera (1944) en el Otero, Michoacán; este tipo de figurillas ha sido
localizado en sitios como Loma Alta (Arnauld et al., 1993, Carot 2001) y Loma de Santa
María (Manzanilla 1984), en el mismo estado.
Aumentar Original (jpeg, 85k)
Foto 8. Cajete con decoración excisa; arcilla pigmentada roja y amarilla sobre un fondo de
color rosa salmonado; ofrenda del Entierro 30.
27El análisis de la planta arquitectónica y del sistema de circulación en el conjunto (figura
5), nos permitió identificar el modelo de distribución espacial que encontramos en otros
conjuntos teotihuacanos. En cuanto a los sistemas y materiales de construcción observamos
que se emplearon materiales similares, empero, fue posible determinar que con el tiempo se
fueron agregando elementos cuyas particularidades permiten reconocer rasgos foráneos en
la arquitectura. Esto es notable en el cambio en los pisos de concreto por otros, hechos de
pequeñas lajas, el uso de tubos de cerámica en los drenajes y tableros en forma de “U”
invertida que denotan cierto parecido con los que se reportan en sitios de Oaxaca.
28La presencia de estos materiales es considerada como indicador del establecimiento de
grupos alóctonos (específicamente michoacanos) en las inmediaciones del barrio Zapoteco.
Hemos planteado que probablemente podría tratarse de un grupo relativamente pequeño
que ocupó la Estructura 19 desde la fase Tlamimilolpa, continuando durante la fase
Xolalpan, periodo en el que se agregandiversos elementos foráneos a la arquitectura.
Sabemos que el conjunto es abandonado hacia 650 d.C., situación coincidente con lo
ocurrido en otros conjuntos de la ciudad.
29En cuanto al número de personas que habitaron en la E 19, consideramos que éste fue
inferior al de la ocupación de extranjeros en el barrio Zapoteca, integrado por varios
conjuntos que albergaron a muchas más familias. Pensamos que originalmente pudo
tratarse de un grupo de no más de 50 personas, o incluso menos, que se trasladaron a
Teotihuacán llevando consigo las costumbres de su lugar de origen. Los descendientes de
los primeros emigrantes fueron integrando paulatinamente algunas tradiciones locales -
propiamente teotihuacanas-, mientras que las relaciones específicas con los zapotecos
lograron penetrar y sincretizarse con las tradiciones del grupo, conformando un modo de
vida particular en un proceso que podríamos denominar etnogénesis (Gómez, 2000 y
Gómez y Gazzola 2001a y 2001b).
Aumentar Original (jpeg, 402k)
Figura 5. Plano general de la Estructura 19; fases Tlamimilolpa-Xolalpan (levantó y dibujo
Sergio Gómez).
30Para el Estado teotihuacano la presencia de grupos extranjeros fue seguramente
aprovechada para consolidar las relaciones económicas y políticas con los sitios de su
región de origen. Seguramente algún tipo de relación debió existir antes de que dichas
relaciones se institucionalizasen entre el Estado teotihuacano con las elites de aquellos
sitios, quienes también aprovecharon y explotaron el prestigio que les daba mantener
relaciones con la gran urbe. Finalmente, debemos señalar que la residencia de grupos
domésticos del occidente de México en la ciudad no se limita a la E 19, pues como hemos
apuntado al principio, otros conjuntos presentan materiales que podrían revelar una
presencia mayor, pero es necesario conducir más excavaciones.
Aumentar Original (jpeg, 113k)
Foto 9. Figurillas del occidente de México asociadas al Entierro 27.
ELEMENTOS TEOTIHUACANOS EN
MICHOACÁN
31Diferentes autores han señalado la presencia de materiales teotihuacanos o imitaciones
de éstos en diferentes sitios del occidente de México. Particularmente en el norte del estado
de Michoacán, un número importante de sitios con presencia de elementos teotihuacanos se
concentra en la zona templada, en la porción septentrional y central del estado, un área
ocupada por extensos bosques de coniferas, encinos y pinos (figura 6). La zona se distingue
por la presencia de numerosos ríos, lagos como Cuitzeo, Pátzcuaro y Chapala, así como
importantes depósitos de minerales no metálicos.
11 En el Estado de México (cerro La Campana, en Temazcalzingo) y los límites con
Michoacán, se locali (...)
12 Algunos sitios se señalan en el mapa de la figura 6 y se mencionan a lo largo del
texto. Incluyen (...)
32Algunos sitios incluyen arquitectura con talud y tablero, cerámica, obsidiana verde,
elementos iconográficos e incluso se ha reportado un círculo punteado o marcador
astronómico en Quirigüicharo.11 Sin embargo, la investigación es limitada y la
información es aún dispersa y aunque en años recientes se han desarrollado trabajos de
salvamento arqueológico, poco se ha publicado sobre estos sitios y muchos no han sido
explorados de manera extensiva y sistemática.12 Además de los abundantes recursos
madereros, de caza y pesca -de los cuales pudieron haberse conservado pocas evidencias-,
Michoacán cuenta con gran cantidad de nichos ecológicos y extensas áreas con excelentes
suelos y condiciones para el desarrollo de agricultura intensiva.
Aumentar Original (jpeg, 126k)
Figura 6. Mapa de vegetación del estado de Michoacán (tomado de Consejo de Recursos
Minerales 1995).
13 Todos los minerales mencionados han sido plenamente identificados mediante
distintos análisis en T (...)
14 En la zona minera de Tlalpujahua y en Los Pozos en el suroeste del estado,
existen evidencias de l (...)
33El estado de Michoacán cuenta con variados recursos minerales que pudieron haber sido
importados por Teotihuacán. Algunos de éstos incluyen diatomitas, cuarzo, pizarra, pirita,
calcitas y cinabrio; otros posiblemente usados en la pintura mural como la malaquita, la
azurita, la limonita, la hematita y la pirolusita, podrían provenir de Michoacán.13 En las
diversas regiones donde se localizan estos recursos se han encontrado socavones, túneles,
tiros y pozos realizados de manera muy rudimentaria -según los estudios geológicos
recientes-, por lo que posiblemente fueron explotados en tiempos prehispánicos, aunque se
desconoce realmente desde cuándo se han trabajado.14
Aumentar Original (jpeg, 224k)
Figura 7. Mapa de recursos minerales no metálicos en el estado de Michoacán (tomado de
Consejo de Recursos Minerales 1995).
34Otros recursos no metálicos se encuentran aflorando, por lo que su explotación pudo
realizarse a tajo abierto, aunque hasta el momento no se tiene ninguna evidencia
prehispánica, más allá de los importantes yacimientos de Zinapécuaro y Ucareo, donde
sabemos que se explotó la obsidiana (figura 7).
35Los sitios explorados hasta el momento con arquitectura de talud tablero son: Loma de
Santa María, en las inmediaciones de la ciudad de Morelia; Tres Cerritos en Cuitzeo y
Tingambato. En Tres Cerritos se identificó talud y tablero teotihuacano en sus edificios
principales, así como cerámica de estilo teotihuacano rojo sobre café, cerámica Anaranjado
Delgado, vasos trípodes, figurillas tipo teotihuacano, discos de pizarra con pigmentos rojo y
amarillo, cuentas y navajas prismáticas de obsidiana verde de Pachuca. También se
localizaron esculturas de basalto representando una serpiente y un Huehuetéotl, así como
una máscara de alabastro verde de estilo teotihuacano en una tumba (Macías, 1997).
36En Loma de Santa María, el talud y tablero teotihuacano se encuentran en los edificios
principales alrededor de un patio hundido. Otros materiales incluyen cerámica Anaranjado
Delgado de tipo local, escudillas trípodes, braseros, platos, tapaplatos, tapas de vasos
trípodes, fragmentos de cerámica rojo/blanco (granular), figurillas planas con elaborados
tocados, una figura de tiza y navajillas de obsidiana verde (Manzanilla, 1984). En Las
Camelinas, otro sector del mismo sitio, se localizaron entierros en posición extendida
cubiertos con una gruesa capa de cinabrio y diversos materiales teotihuacanos (Cabrera,
1978).
37Frecuentemente referido en la bibliografía, Tingambato es un sitio que posee
particularidades ciertamente especiales. Sus edificios tienen una orientación de 17° al Este
y algunas fachadas talud tablero, aunque aparentemente no hay cerámica ni ningún otro
material teotihuacano. De acuerdo con diversos fechamientos, los edificios con talud
tablero podrían haberse construido entre 600 y 900 d.C. (Piña y Oi, 1982), fechas que
resultan ser bastante tardías, más aún si consideramos que los fechamientos más recientes
ubican el fin de Teotihuacán hacia el 650 d.C. En otra parte (Gómez, 2002), hemos
planteado la hipótesis de que los edificios con talud y tablero pudieron haber sido
construidos luego del colapso de Teotihuacán por grupos de michoacanos que emigraron de
la gran ciudad hacia los lugares de origen de sus antepasados, llevando con ellos el
prestigio y elementos de la religión de Teotihuacán, seguramente imponiéndose en estos
sitios como la nueva elite en el poder.
15 En el caso de la máscara del sitio de Guadalupe (Mich.215) no se tiene contexto
preciso pues es pa (...)
38Otros sitios donde se han localizado materiales que han sido relacionados con
Teotihuacán, son La Terla y Tres Cerritos, donde hay cerámica Anaranjado Delgado;
Álvaro Obregón donde se ha localizado cerámica imitando formas teotihuacanas, además
de Anaranjado Delgado de manufactura local y figurillas. En Jiquilpan, Noguera (1944)
reporta cerámica con decoración incisa y una vasija con iconografía de estilo teotihuacano.
En Araró hay cerámica roja sobre café con motivos incisos. En Pátzcuaro, Zinapécuaro y
La Palma fueron encontradas figurillas de tipo teotihuacano. En Potrero de Guadalupe se
localizó una máscara de piedra de estilo teotihuacano, de rasgos parecidos a la encontrada
por A. Macías en Tres Cerritos.15
39Discos de pirita o pizarra (tezcacuicapillis) con pigmento amarillo y rojo, similares a los
descubiertos en el Templo de la Serpiente Emplumada en Teotihuacán, se encontraron en
Alvaro Obregón y Huandacareo. Una cruz punteada o un marcador astronómico, como los
encontrados en Teotihuacán, fue reportado en el cerro Quirigüicharo. Finalmente, debemos
mencionar que en la mayoría de los sitios señalados y en otros más se han localizado
navajillas de obsidiana verde (Agapi Filini, comunicación personal 2001 y Filini, Agapi y
Efraín Cárdenas, 2001).
DISCUSIÓN
16 Estamos plenamente convencidos de que una de las mejores herramientas para
medir formas y grados d (...)
40La información con que contamos en la actualidad dificulta avanzar en la formulación de
modelos explicativos sobre las formas y los mecanismos de interacción. Los materiales
identificados como teotihuacanos o imitaciones locales, presentes en distintos sitios,
reflejan ciertamente formas y grados de interacción cultural; sin embargo, los arqueólogos
meso-americanistas no hemos logrado desarrollar la metodología apropiada para medir y
explicar dicha presencia.16 En ocasiones se mencionan objetos teotihuacanos mientras que
otras veces objetos con “rasgos” o imitaciones locales y escasamente hay análisis
cuantitativos. Muchas veces los materiales carecen de contextos precisos o proceden de
reconocimientos de superficie en sitios que no han sido excavados sistemáticamente. Por lo
anterior pensamos que en ciertos casos se ha exagerado la presencia de Teotihuacán a partir
del hallazgo de algunos materiales, pues de ninguna manera éstos representan (ya sea en
términos estadísticos o de los atributos seleccionados) evidencias concretas de relaciones
culturales y mucho menos son elementos que sustenten explicaciones de las formas de
interacción.
41Con respecto a la cerámica Anaranjado Delgado, de la cual se hace referencia
frecuentemente y que se ha localizado tanto en sitios de Michoacán como en otros en el
occidente de México, debemos señalar que mientras algunos objetos fueron importados e
incluidos en los entierros de los individuos de mayor estatus, en otros casos se trata de
manufacturas locales, es decir, imitaciones de aquélla (Agapi Filini, comunicación personal
2001, Agapi y Cárdenas 2001), lo que sin duda atribuye significados distintos. En otra parte
(Gómez, 2000) hemos señalado que si bien Teotihuacán fue el principal centro de
distribución de esta cerámica, quizás no fue el único, razón por la cual debemos evaluar que
la presencia del Anaranjado Delgado no es suficiente para establecer relaciones directas
como comúnmente se ha hecho.
42En el caso de la obsidiana verde, en la mayoría de los sitios se reporta principalmente
como lascas y fragmentos de navajas prismáticas. Se ha localizado como ofrenda en
entierros de individuos de alto estatus en los sitios de Loma Alta (200-600 d.C.) y
Guadalupe (fase Jarácuaro 500-600) y en otros sitios, aunque siempre en pequeñas
cantidades. Gómez y Gazzola (2001a), así como Fillini y Cárdenas (2001), consideran que
los sitios con talud tablero y objetos teotihuacanos posiblemente mantuvieron contacto
directo con la gran urbe, mientras que aquellos donde solamente hay cerámica
(teotihuacana o imitaciones producidas localmente) y obsidiana verde, pudieron haber
mantenido una relación indirecta o mediada por aquellos sitios mayores. Los mismos
autores coinciden al señalar que las comunidades menores mantuvieron formas de
organización interna, sus tradiciones y costumbres regionales, a pesar del control y la
dependencia económica y política que en términos regionales impusieron los sitios
mayores, que pudieron haber funcionado como centros regionales de la gran urbe y habrían
sido los más beneficiados en términos económicos y políticos.
17 Se ha calculado una población de 150000 y hasta 200000 personas habitando el
centro urbano; los es (...)
43La presencia en Teotihuacán de grupos étnicos procedentes de Michoacán nos permite
plantear por el momento algunas ideas sobre la relación establecida entre ambas regiones.
Las múltiples necesidades de una población tan numerosa y en constante aumento,
necesitada de los más diversos recursos, produjeron una ampliación de la esfera de
interacción de Teotihuacán, extendiéndose hacia aquellas regiones con abundantes y
variados recursos.17 Antes hemos enunciado sólo algunos productos que pudieron ser
llevados a Teotihuacán, provenientes de los yacimientos de Michoacán, y que han podido
ser identificados, pero incluso debió haber habido otros de los que no se conservan
evidencias, como la sal, la madera o ciertos alimentos. El Estado teotihuacano seguramente
no desaprovechó la oportunidad de hacerse de recursos de aquella región y asegurar el
abastecimiento para satisfacer la enorme demanda de la ciudad.
18 En la región minera de la Huanaca, que incluye el distrito minero de Inguarán,
existen testimonios (...)
44Además de una extensa gama de recursos perecederos (vegetales, madereros, de caza y
pesca), pudieron haberse exportado a Teotihuacán minerales como la malaquita, el cinabrio,
e incluso la sal, un mineral que difícilmente puede conservarse. Por lo general se han
señalado los yacimientos de la Sierra Gorda en Querétaro, como la fuente principal del
cinabrio, empero, hemos identificado yacimientos en Tlalpujahua, Contepec (en los límites
con el Estado de México), Inguarán, Indaparapeo, Chirangangueo, Pungarabato y
Tlapannuala, cuyo acceso sería aparentemente más fácil y cercano que los de Querétaro,
aunque no se ha demostrado su explotación prehispánica (Gazzola, 2000).18 Circunstancias
similares podrían considerarse para los yacimientos de Chalchihuites en Alta Vista,
Zacatecas, desde donde Kelley y Kelley (1987) han supuesto que se explotaban diversos
minerales para llevarlos a Teotihuacán; sin embargo, la casi nula presencia de materiales de
ambos sitios o la falta de correspondencia cronológica nos impiden ver con claridad la
supuesta interacción cultural entre ambos, pues hasta el momento la única evidencia -
además desconcertante- es un marcador astronómico en el cerro del Chapín. Por otro lado,
si consideramos la relativa cercanía de los yacimientos de los mismos minerales en
Michoacán y el mayor número de evidencias arqueológicas en este estado, sencillamente
tendremos mayor correspondencia que con aquellos sitios del noroeste, como el caso de
Altavista.
19 Uno de los ejemplos mejor documentados para visualizar el caso de obsidiana es
Xochicalco (véase H (...)
45Para evaluar el impacto de Teotihuacán en el sistema de producción local, podemos
considerar el ejemplo de la obsidiana, pues pensamos que Teotihuacán afectó notablemente
la explotación de los yacimientos localizados en Michoacán, limitando su producción al
consumo local (Gómez, 2002). La introducción de obsidiana verde pudo haber desalentado
la producción en gran escala de yacimientos importantes como los de Zinapécuaro y
Ucareo, que sólo después de la caída de Teotihuacán pudieron restablecerse y ser
explotados de manera mucho más intensa, alcanzando la distribución sitios en las tierras
bajas mayas y la región del Soconusco.19 Si bien la obsidiana verde que procede de
contextos de excavación ha sido recuperada en asociación con entierros de individuos de
alto estatus (p.e. en Loma de Santa María, Huandacareo, Loma Alta y Tres Cerritos), y que,
por tanto, pudo haber sido objeto de prestigio y lujo entre las elites de estos sitios, también
es cierto que ocurre en sitios menores, lo que, sin duda, confiere un fuerte significado en
términos económicos. No podemos desconocer la importancia de la explotación de los
yacimientos locales, ni tampoco el impacto que representa la introducción de obsidiana de
otros sitios, pues de cualquier manera se verían afectadas de una u otra forma las relaciones
de intercambio entre sitios de la misma región.
46La forma de organización de las comunidades autosuficientes de Michoacán permitió
que éstas mantuvieran su identidad cultural por largo tiempo, empero, esta forma de
organización pudo, por otro lado, favorecer que se incorporaran rápidamente a la dinámica
impuesta por el sistema económico teotihuacano e instrumentada por aquellos sitios que
funcionaron como centros regionales. La política del Estado teotihuacano pudo favorecer el
fortalecimiento de las elites locales, estableciendo una relación dependiente con dichos
centros.
47Pensamos que el papel más significativo del Estado teotihuacano fue formalizar y
fortalecer las relaciones económicas y políticas con las elites de los sitios mayores, o con
aquellos que funcionaron como centros regionales; incluso, es posible que hubiese podido
imponer sus propios representantes, pues de cualquier manera las elites locales se hubiesen
visto favorecidas al obtener prestigio y el marco jurídico (legitimidad) para sustentar la
explotación de sus propias comunidades. Quizás podamos entender qué sucedía en los
sitios de Michoacán si tomamos como referencia una situación que pudo haber ocurrido en
un sitio tan importante como fue Monte Albán, donde los teotihuacanos o quienes ocuparon
la Plataforma Norte, probablemente además de formar parte del cuerpo administrativo que
controlaba el sitio, pudieron estar involucrados en la producción de mica que era llevada a
Teotihuacán (cf. Winter, 1998).
48Las elites de los sitios mayores o de aquellos que funcionaban como centros regionales
posiblemente reprodujeron este modelo, estableciendo relaciones con las de sitios menores
con la finalidad de obtener (vía tributo o ventajas en el intercambio), los productos
requeridos, canalizándolos hacia la gran metrópoli, lo que indiscutiblemente afectó la forma
de organización original de estas comunidades. Al respecto, Pollard (1996) ha señalado la
transformación de las elites locales de Michoacán en clases de elite estratificadas durante el
Clásico, un cambio evidentemente asociado con el desarrollo de relaciones con
Teotihuacán.
49Tanto la obsidiana verde como la cerámica Anaranjado Delgado pudieron ser objetos de
lujo y prestigio y, por tanto, podrían ser considerados (junto con elementos de la ideología
como el talud tablero) como evidencias de la injerencia política (intercambio de
información e ideas) entre las elites locales. La presencia de los mismos materiales en
contextos más amplios puede ser visualizada en el ámbito económico como evidencia del
intercambio comercial. Como posiblemente ocurrió también con muchos sitios en Oaxaca y
Puebla, sólo después de que Teotihuacán dejó de mantener relaciones con los sitios
mayores como Monte Albán o cuando definitivamente perdió el control de los sitios
principales, otros menores pudieron adquirir cierta importancia.
50En Teotihuacán los residentes michoacanos aparentemente tuvieron un alto nivel de vida
que se refleja en la calidad constructiva del conjunto que ocuparon, en la cerámica usada,
así como en algunos materiales depositados en las ofrendas. Al menos por cierto tiempo
luego de su llegada a Teotihuacán, mantuvieron y reprodujeron algunas de las costumbres
de su lugar de origen, seguramente como una forma de mantener la identidad del grupo y el
control de algún recurso, como probablemente también lo hicieron los zapotecos, con
quienes establecieron relaciones y alianzas estratégicas.
51Si el Estado teotihuacano toleraba que dentro de sus fronteras subsistieran grupos con
prácticas culturales diferentes, era seguramente porque ello correspondía y beneficiaba a
sus propios intereses. Al igual que los michoacanos, otros grupos de extranjeros residentes
en Teotihuacán hubiesen cumplido una función como intermediarios del Estado
teotihuacano y los sitios de su región de origen. Las étnias extranjeras tenían seguramente
un conocimiento geográfico de la región, así como de la lengua, factores que hubiesen
aprovechado y de los cuales sacaran alguna ventaja.
52Finalmente, debemos señalar que si bien cada vez hay más evidencias que nos indican la
existencia de una interacción cultural entre Teotihuacán y el occidente de México,
específicamente con sitios de Michoacán, existen problemas que debemos intentar resolver
o, en todo caso, proponer explicaciones alternativas. La correspondencia cronológica no
está claramente establecida para todos los sitios que hemos señalado; e incluso hay algunos,
como es el caso de Tingambato, que se les ubica mucho tiempo después de la caída de
Teotihuacán.
53Spence (2000) y Pollard (2000) sugieren que la presencia de Teotihuacán en el occidente
durante el Epiclásico fue determinada por la emigración y el establecimiento de
teotihuacanos en Michoacán, luego del éxodo de la gran ciudad. Otra posibilidad
igualmente plausible sería considerar el retorno de los michoacanos a los sitios de sus
antepasados, con los que nunca habrían perdido los vínculos. Convertidos nuevamente en
emigrantes, estos grupos llevaron consigo el mito teotihuacano, imponiéndose como las
nuevas elites de aquellos lejanos sitios desde los que siglos antes salieron sus antepasados.
Quizás el regreso a los lugares de origen fue realizado con las reliquias de sus ancestros,
razón por la cual hemos encontrado alteradas muchas de las antiguas sepulturas.
Bibliografía
BIBLIOGRAFÍA
ARNAULD, Charlotte, Patricia CAROT y Marie France FAUVET-BERTHELOT
1993 Arqueología de Las Lomas en la Cuenca Lacustre de Zacapu, Michoacán, México,
Cuadernos de
Estudios Michoacanos, 5, CEMCA, México.
CABRERA CASTRO, Rubén
1978 “Recientes investigaciones arqueológicas en Michoacán” en Jornadas de historia de
occidente, Centro de Estudios de la Revolución Mexicana Lázaro Cárdenas, AC, Jiquilpan
de Juárez, Michoacán, México: 11-21.
CAROT, Patricia
2001 Le site de Loma Alta, Lac de Zacapu, Michoacán, Mexique, BAR Internacional Series
920 Paris Monographs in American Archaeology, 9, Eric Taladoire (ed.), Oxford.
CONSEJO DE RECURSOS MINERALES
1998 Monografía geológico-mineras del Estado de Michoacán, Secretaría de Energía,
Minas e Industrias Paraestatales, Subsecretaría de Minas, México.
FILINI, Agapi y Efraín CÁRDENAS
2001 “El Bajío, la cuenca de Cuitzeo y el Estado teotihuacano. Un estudio de relaciones y
antagonismos”, ponencia presentada en el Taller de Arqueología: Dinámicas culturales
entre el occidente, el Centro-Norte y la Cuenca de México, del Preclásico al Epiclásico:
trabajos recientes, Organizado por el CEMCA, 29 y 30 de marzo de 2001.
FOLAN, J. William, Linda FLOREY FOLAN y Antonio RUIZ PÉREZ
1987 “La iconografía de Huamango, Municipio de Acambay, Estado de México: Un centro
regional Otomí de los siglos IX al XIII” en Homenaje a Román Piña Chán, Instituto de
Investigaciones Antropológicas, Serie Antropológica, 79, Universidad Nacional Autónoma
de México, México: 411-453.
GAZZOLA, Julie
2000 “Les utilisations du cinabre á Teotihuacan”, tesis de doctorado, Universidad de París
1- Panthéon/Sorbonne, Francia.
GÓMEZ CHÁVEZ, Sergio
1995 Informe general de los trabajos de salvamento y rescate arqueológicos realizados en
las instalaciones de la zona militar, Archivo Técnico de la Dirección de Arqueología,
INAH, México (meca-noescrito).
1998 “Nuevos datos sobre la relación de Teotihuacán y el occidente de México” en
Antropología e Historia del occidente de México, XXIV Mesa Redonda de la Sociedad
Mexicana de Antropología, Tomo III, Universidad Nacional Autónoma de México,
México: 1461-1494.
2000 “La Ventilla: Un barrio de la antigua ciudad de Teotihuacán. Exploraciones y
resultados”, tesis de licenciatura, Escuela Nacional de Antropología e Historia, México.
2002 “Presencia del occidente de México en Teotihuacán. Aproximaciones a la política
exterior del Estado teotihuacano” en M. E. Ruiz (ed.), Ideología y política a través de
materiales, imágenes y símbolos. Memoria de la Primera Mesa Redonda de Teotihuacán,
Teotihuacan, UNAM/IIA/IIE/ INAH, México: 563-625.
y Jaime NÚÑEZ
1999 “Análisis preliminar del patrón y la distribución espacial de entierros en el Barrio de
La Ventilla” en Linda Manzanilla y Carlos Serrano (eds.), Prácticas funerarias en la
ciudad de los dioses. Los enterramientos humanos de la antigua Teotihuacán, Universidad
Nacional Autónoma de México/Instituto de Investigaciones Antropológicas, DGPA,
México: 81-147.
y Julie GAZZOLA
2001a “Grupos étnicos del occidente de México en Teotihuacán”, ponencia presentada en
la 66th Annual Meteting de la Society for American Archaeology, Nueva Orleans,
Louisiana, 18 al 22 de abril de 2001.
2001b “Interacción cultural entre Teotihuacán y el occidente de México”, ponencia
presentada en el Taller de Arqueología: Dinámicas culturales entre el occidente, el centro-
norte y la cuenca de México, del Preclásico al Epiclásico: trabajos recientes, CEMCA, 29 y
30 de marzo de 2001.
HIRTH, Kenneth
1998 “La identificación de mercados en contextos arqueológicos: una perspectiva sobre el
consumo doméstico” en Evelyn Ch. Rattray (ed.), Rutas de intercambio en Mesoamérica
III Coloquio Pedro Bosch Gimpera, IIA/UNAM, México: 41-54.
KELLEY, J. Charles y Ellen ABBOT KELLEY
1987 “Florecimiento y decadencia del Clásico desde la perspectiva de la frontera
noroccidental de Mesoamérica” en Joseph B. Mountjoy y Donald. Brockington (eds.), El
auge y la caída del Clásico en el México Central, Serie antropológica, 89, Universidad
Nacional Autónoma de México, México: 145-197.
MACÍAS GOYTIA, Angelina
1979 “Fraccionamiento La Terla, Morelia Michoacán” en Román Piña Chán (coord.),
Bitácora 1977, Centro Regional de México-Michoacán, Instituto Nacional de Antropología
e Historia, México: 28-30.
1997 “Tres Cerritos en el desarrollo social prehispánico de Cuitzeo”, tesis doctoral,
Universidad Nacional Autónoma de México.
MANZANILLA, Rubén
1984 “Loma de Santa María I, Morelia, Michoacán. Un sitio del periodo Clásico
mesoamericano”, tesis de licenciatura, ENAH, México.
MILLON, René
1973 The Urbanization at Teotihuacan, The Teotihuacan Map, vol. 1. University of Texas
Press.
MOLINA MONTES, Augusto y Luis TORRES MONTES
1974 “La cerámica policroma de Queréndaro. Estudio preliminar” en Anales del INAH,
Época 7a, t. IV, 1972-1973, 52 de la Colección, Secretaría de Educación Pública, México:
31-36.
NOGUERA, Eduardo
1935 “Antecedentes y relaciones de la cultura teotihuacana” en El México Antiguo, t. III, 5-
8, México: 3-89.
1944 “Exploraciones en Jiquilpan” en Anales del Museo Michoacano, número 3, segunda
época, México: 37-52.
PEREIRA, Grégory
1999 Potrero de Guadalupe: anthropologie funéraire d’une communauté pré-tarasque du
Nord du Michoacán, Mexique, Eric Taladoire (ed.), BAR Internacional Series 816, Paris
Monographs in American Archaeology, Oxford.
PIÑA CHÁN, Román y Kuniaki OLI
1982 Exploraciones arqueológicas en Tingambato, Michoacán, INAH, México.
POLLARD, Helen P.
1994 “La transformación de las élites regionales en Michoacán central” en Las cuencas del
occidente de México, El Colegio de Michoacán, México: 131-155.
1996 “La transformación de elites regionales en Michoacán central” en E. Williams y P.C.
Weigand (ed.), Las cuencas del occidente de México: Época prehispánica, ORSTOM, El
Colegio de Michoacán, CEMCA, México: 131-156.
RATTRAY, Evelyn
1988 “El barrio de los Comerciantes y el conjunto Tlamimilolpa: un estudio comparativo”
en Arqueología, 5, INAH, México: 105-129.
2001 Cerámica, cronología y tendencias culturales, serie Arqueología de México, Instituto
nacional de Antropología e Historia/University of Pittsburg, México.
y María Elena RUIZ
1980 “Interpretaciones culturales de La Ventilla, Teotihuacán” en Anales de Antropología
XVII, Universidad Nacional Autónoma de México/Instituto de Investigaciones
Antropológicas, México: 105-114.
SÉJOURNÉ, Laurette
1959 Un palacio en la Ciudad de los Dioses; exploraciones en Teotihuacán 1955-1958,
Instituto Nacional de Antropología e Historia, México.
1966 Arqueología de Teotihuacán. La Cerámica, Fondo de Cultura Económica, México.
SPENCE, Michael
1988 “Tlailotlacan, a Zapotec enclave in Teotihuacan” en Janet Berlo (ed.), Art, polity and
the city of Teotihuacan, Trustees for Harvard University, Dumbarton Oaks, Washington:
59-88.
2000 “From Tzintzuntzan to Paquime: Peers or Peripheries in Greater Mesoamérica?” en
M.S. Foster y S. Gorenstein (ed.), Greater Mesoamerica, The Archaeology of West and
Northwest Mexico, University of Utah Press, Salt Lake City: 255-261.
TREJO DE LA ROSA, Lilia
1979 “Loma de Santa María, Morelia, Mich.” en Román Piña Chán (coord.), Bitácora
1977, Centro Regional de México-Michoacán, Instituto Nacional de Antropología e
Historia, México: 22-27.
URUÑUELA Y LADRÓN DE GUEVARA, Gabriela y Patricia PLUNKET NAGODA
1998 “Áreas de actividad en unidades domésticas del formativo terminal en Tetimpa,
Puebla”, en
Arqueología, 20, Segunda época, julio-diciembre de 1998, México, INAH: 3-19.
VIDARTE, Juan
1964 “Los entierros de La Ventilla”, informe mecanoescrito, Archivo Técnico del INAH.
WINTER, Marcus
1998 “Monte Albán and Teotihuacan” en Evelyn Ch. Rattray (ed.), Rutas de intercambio en
Mesoamérica, III Coloquio Pedro Bosch Gimpera, IIA/UNAM, México: 153-184.
Notas
1 Zona Arqueológica de Teotihuacán, INAH.
2 Dirección de Estudios Arqueológicos, INAH.
3 La cerámica a la que hacemos referencia se caracteriza por estar manufacturada con una
pasta de ceniza volcánica con engobe negro perfectamente pulido; son frecuentes los
cajetes de paredes ligeramente recto divergentes o curvo convergentes; la base es recta y en
ocasiones presentan una ligera protuberancia en el fondo. La técnica decorativa fue
analizada por Molina y Torres (1974), quienes la denominaron estilo Queréndaro y es,
como señalamos, distinta e inconfundible con la decoración de la cerámica del grupo
Estucado y Pintado de Teotihuacán (cf. Rattray, 2001). Pueden identificarse dos variantes:
una en la que los diseños son excavados o incisos en el engobe y posteriormente rellenados
con pigmento verde. Otras veces se aplica una pasta de arcilla pigmentada directamente
sobre el engobe, recortando o levantando partes para formar los diseños. Ambas técnicas
pueden encontrarse combinadas en el mismo objeto o solamente la segunda. Su mayor
distribución ocurre en el occidente de México y el Bajío (Filini, Agapi y Efraín Cárdenas,
2001), pero se le encuentra en el noroeste de México en algunos sitios de Jalisco y
Zacatecas.
4 Véase Rattray, 2001 para conocer detalles de los lugares donde ha sido recuperada
cerámica que ella denomina copoide; aunque se trata de fragmentos obtenidos de pozos
estratigráficos, de cierta manera muestra una distribución más amplia de la sugerida en este
artículo e incluye conjuntos como Tepantitla, Teopancaxco, Yayahuala, la Estructura 27 del
sector N1W2, la 30 de N4W1 (Plaza de las Columnas), la 3 en N7W3 (cerca de
Oztoyahualco), la 39 en N3W1, La Ciudadela y la 1 en S2E2.
5 En la ofrenda de los entierros 139, 143, 147, 148 y 150 del Proyecto Arqueológico
Teotihuacán, identificamos varios objetos del occidente de México. No descartamos que
otros entierros localizados en la Estructura 4 pudieran tener objetos similares, e incluso que
ésta haya funcionado como residencia de un grupo procedente de aquella región.
6 En la colección que se resguarda en las bodegas de la Zona Arqueológica existen otros
objetos y figurillas, si bien se desconoce su procedencia en la mayoría de los casos.
7 También puede consultarse el informe técnico (Gómez, 1995) para tener más detalles
sobre los objetivos del proyecto, la metodología, la arquitectura y los entierros.
8 Sobre las ruinas del conjunto teotihuacano se identificó una ocupación posclásica (Azteca
II-III) dedicada, entre otras cosas, a la producción de cerámica doméstica.
9 La obsidiana fue identificada por la técnica PIXE en el Instituto Nacional de
Investigaciones Nucleares, México.
10 Todo el depósito de encontró cubierto por el núcleo del templo formado por un relleno
homogéneo que nunca fue perturbado después de la inhumación del Entierro 27. Otros
indicios sugieren que el depósito fue realizado de manera previa a la construcción del
edificio o durante el proceso.
11 En el Estado de México (cerro La Campana, en Temazcalzingo) y los límites con
Michoacán, se localizó un marcador astronómico (Folan, Froley y Ruiz, 1987); este
elemento se encuentra en la misma ruta hacia la zona referida.
12 Algunos sitios se señalan en el mapa de la figura 6 y se mencionan a lo largo del texto.
Incluyen sitios como La Terla, Loma de Santa María y las Camelinas, Cuitzeo,
Quirigüicharo, Tres Cerritos, Tingambato, Jiquilpan, Pátzcuaro, Zinapecuaro, La Palma,
Álvaro Obregón y Huandacareo, Araró y Lomas de Zacapu, todos con presencia diversa de
materiales teotihuacanos (Agapi Filini, comunicación personal 2001).
13 Todos los minerales mencionados han sido plenamente identificados mediante distintos
análisis en Teotihuacán; aunque por el momento nadie puede asegurar de donde
provinieron, es posible contemplar a Michoacán como un buen candidato. Mucho se ha
discutido sobre si la procedencia del cinabrio fue la Sierra Gorda de Querétaro, empero, la
posibilidad de otras fuentes queda abierta hasta que no se realicen los estudios para
determinarlo.
14 En la zona minera de Tlalpujahua y en Los Pozos en el suroeste del estado, existen
evidencias de la extracción prehispánica Posclásica; en Los Pozos se extraía “oro libre de la
parte superficial de los crestones cuarcíferos, mediante comidos y catas pequeñas” (Consejo
de Recursos Minerales, Michoacán, p. 124).
15 En el caso de la máscara del sitio de Guadalupe (Mich.215) no se tiene contexto preciso
pues es parte de una colección privada (Arnauld et al., 1993); la mención de objetos en
otros sitios es igualmente indirecta, pues en algunos casos se trata de materiales en posesión
de particulares.
16 Estamos plenamente convencidos de que una de las mejores herramientas para medir
formas y grados de interacción son los análisis cuantitativos. La sola mención de ciertos
elementos o rasgos es importante pero no suficiente si queremos sobrepasar el nivel
descriptivo.
17 Se ha calculado una población de 150000 y hasta 200000 personas habitando el centro
urbano; los estudios ecológicos han demostrado la insuficiencia del valle para sustentar una
población tan numerosa; además de la Cuenca de México, Teotihuacán debió abastecerse
de una amplia gama de recursos de otras regiones.
18 En la región minera de la Huanaca, que incluye el distrito minero de Inguarán, existen
testimonios de actividad minera prehispánica de cobre y oro durante el Posclásico. La
región incluye importantes yacimientos de carbonatos de cobre (malaquita y azurita, por
ejemplo), pero no se ha realizado ningún estudio para determinar si éstos fueron explotados
durante el Clásico.
19 Uno de los ejemplos mejor documentados para visualizar el caso de obsidiana es
Xochicalco (véase Hirth, 1998).
Índice de ilustraciones
Leyenda
Foto 1. Vasija del occidente de México recuperada en las
exploraciones en los patios de Zacuala por L. Séjourné (1966),
erróneamente considerada como del grupo Estucado y Pintado de
Teotihuacán.
URL http://books.openedition.org/cemca/docannexe/image/1053/img-1.jpg
Archivo image/jpeg, 67k
Leyenda
Figura 1. Plano de la ciudad de Teotihuacán. Ubicación de la
Estructura 19 y otros lugares donde se han recuperado materiales del
occidente de México (tomado de Millon, 1973).
URL http://books.openedition.org/cemca/docannexe/image/1053/img-2.jpg
Archivo image/jpeg, 331k
Leyenda
Foto 2. Detalle de la exploración de la Estructura 19 (agosto de 1991).
Se muestra parte del sistema constructivo formado por cajones de
adobes, así como los pisos de concreto con estuco o lajas y muros de
piedra o adobe con aplanado.
URL http://books.openedition.org/cemca/docannexe/image/1053/img-3.jpg
Archivo image/jpeg, 256k
Título Foto 3. Vista general de la Estructura 19 al concluir los trabajos de
exploración, restauración y acondicionamiento (octubre de 1992).
Leyenda Figura 2. Corte de la tumba del Entierro 5.
URL http://books.openedition.org/cemca/docannexe/image/1053/img-4.jpg
Archivo image/jpeg, 98k
Leyenda Figura 3. Planta y corte de los depósitos de los entierros 5,28 y 30.
URL http://books.openedition.org/cemca/docannexe/image/1053/img-5.jpg
Archivo image/jpeg, 199k
Leyenda Foto 4. Entierro 27, registrado dentro de una tumba que contiene restos
de al menos diez individuos adultos.
URL http://books.openedition.org/cemca/docannexe/image/1053/img-6.jpg
Archivo image/jpeg, 36k
Leyenda Foto 5. Ofrenda del Entierro 27, uno de los más ricos en cuanto al
número y variedad de objetos, varios de ellos foráneos.
URL http://books.openedition.org/cemca/docannexe/image/1053/img-7.jpg
Archivo image/jpeg, 111k
Leyenda
Foto 6. Elemento para cocinar formado por una olla colocada de
manera lateral; en la parte superior se observan otros fragmentos de
recipientes
URL http://books.openedition.org/cemca/docannexe/image/1053/img-8.jpg
Archivo image/jpeg, 166k
Leyenda Figura 4. Plano general de excavación de la Estructura 19, N1W5
(levantó y dibujó Sergio Gómez).
URL http://books.openedition.org/cemca/docannexe/image/1053/img-9.jpg
Archivo image/jpeg, 426k
Leyenda
Foto 7. Cajete con decoración incisa rellena con pigmento verde y
excisa, aplicando y levantando arcilla pigmentada roja; ofrenda del
Entierro 27.
URL http://books.openedition.org/cemca/docannexe/image/1053/img-10.jpg
Archivo image/jpeg, 55k
Leyenda
Foto 8. Cajete con decoración excisa; arcilla pigmentada roja y
amarilla sobre un fondo de color rosa salmonado; ofrenda del Entierro
30.
URL http://books.openedition.org/cemca/docannexe/image/1053/img-11.jpg
Archivo image/jpeg, 85k
Leyenda Figura 5. Plano general de la Estructura 19; fases Tlamimilolpa-
Xolalpan (levantó y dibujo Sergio Gómez).
URL http://books.openedition.org/cemca/docannexe/image/1053/img-12.jpg
Archivo image/jpeg, 402k
Leyenda Foto 9. Figurillas del occidente de México asociadas al Entierro 27.
URL http://books.openedition.org/cemca/docannexe/image/1053/img-13.jpg
Archivo image/jpeg, 113k
Leyenda Figura 6. Mapa de vegetación del estado de Michoacán (tomado de
Consejo de Recursos Minerales 1995).
URL http://books.openedition.org/cemca/docannexe/image/1053/img-14.jpg
Archivo image/jpeg, 126k
Leyenda Figura 7. Mapa de recursos minerales no metálicos en el estado de
Michoacán (tomado de Consejo de Recursos Minerales 1995).
URL http://books.openedition.org/cemca/docannexe/image/1053/img-15.jpg
Archivo image/jpeg, 224k
Autores Sergio Gómez Chávez
Julie Gazzola