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Retrica latina. Lenguaje y persuasin.
Nora Mgica y Liliana Prez
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ndice
Introduccin...3
Captulo primero: La teora retrica de la antigedad clsica latina5
Captulo segundo: Numerus, concinnitas y compositio. El lxico como expresin de las ideas
lingsticas latinas19
Captulo tercero: La constitucin de la tpica de la correccin en la Antigedad latina28
Captulo cuarto: La construccin esttica de la palabra elocuente en la Retrica
ciceroniana39
Captulo sexto: La palabra inusitada. Acerca de la metfora persuasiva en Cicern62
Captulo sptimo: Notas acerca de la concepcin de lenguaje en Quintiliano: el "orden" en
la compositio70
Captulo octavo: La fuerza argumentativa en el Pro Marcello de Cicern78
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Introduccin
Un libro sobre Retrica Latina representa en s mismo un propsito irrealizable si no se
lleva a cabo, en una primera instancia, un conjunto de precisiones y especificaciones
preliminares. En principio, porque el trmino Retrica asume que es posible reconocer un
entramado de categoras y relaciones que en la diacrona de las sucesivas lecturas
realizadas por la crtica ha centrado su eje en torno de las reflexiones del mundo griego
antiguo, transfiriendo el espacio productivo, prctico del arte, a la tradicin latina, a la que
insistentemente se la reconoce como Oratoria. Si bien las argumentaciones giran en torno
de considerar el trmino de la disciplina como una traduccin analgica del nombre griego,
que recoge las condiciones de Rhetor en un caso y Orator en el otro, sin dudas Retrica ha
reunido una multiplicidad de sentidos mucho ms ligados al espacio terico que su anlogo
Oratoria. Queda claro que nuestra decisin tiende, entonces, a poner en relacin la
herencia griega con aquello que los rtores latinos elaboraron como categoras tericas
especficas y algunas de ellas decididamente originales de la Retrica latina. Constituye
sta una razn por la cual nos proponemos resignificar, en el espacio genrico de la
Retrica, las distintas aproximaciones que la produccin de los autores latinos ha realizado
en torno de problemas relativos al lenguaje, su naturaleza y sus posibilidades, su uso, las
relaciones que entraan las oposiciones establecidas entre forma y sentido, entre norma
gramatical y creacin esttica y persuasiva.
El primer captulo del libro, Las teora retrica de la Antigedad clsica latina, recorre los
aspectos constitutivos de la Retrica antigua y se propone presentar la disposicin de las
categoras en el modelo retrico estabilizado de la Antigedad greco-latina, reconociendo
los prstamos vinculados tanto con la tradicin reconocida por sus autores como con las
disciplinas conexas. Oficia, creemos, como tejido conceptual al mismo tiempo genrico y
especfico, que facilita el recorrido del lector por los puntos de vista particulares adoptados
en los captulos siguientes.
Por su parte, el segundo captulo, Numerus, concinnitas y compositio. El lxico como
expresin de las ideas lingsticas latinas, se inscribe en el campo de los estudios relativos a
las ideas lingsticas de la Antigedad grecolatina a fin de relevar aquellos conceptos claves
de la teora retrica que en su vinculacin e interrelaciones conjugan los dominios
gramatical y retrico. Se trata de un abordaje de la gramtica latina en tanto espacio de
reflexin relativa al sistema de la lengua, reflexin que, por otra parte, sustenta e incide
ella misma en la constitucin de la retrica latina como una teora acerca del lenguaje y de
la funcin que los aspectos sistemticos de una lengua pueden ejercer en la puesta en
escena de la palabra. Consideramos que el estudio del lxico desde esta perspectiva, por
tanto, se orienta a investigar la densidad formal de las ideas lingsticas que encuentran su
gnesis en el horizonte del pensamiento lingstico de la Antigedad y la densidad
histrico-cultural de esos conceptos a la luz de las prcticas culturales reconocidas como
Retrica y Gramtica.
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Bajo el mismo marco de problematizaciones, el tercer captulo, Retrica y Gramtica: La
constitucin de la tpica de la correccin en la Antigedad latina, indaga el proceso de
constitucin de la tpica de la correccin en la tradicin gramatical y en la tradicin
retrica griega y latina, recorre histrica y sistemticamente el proceso de su doble
inscripcin en los estudios gramaticales y retricos y, al mismo tiempo, establece lmites y
diferencias en la funcionalidad asignada a la categora en el tratamiento que sobre ella han
llevado a cabo ambas tradiciones.
El cuarto captulo, La construccin esttica de la palabra elocuente en la Retrica
ciceroniana, por su parte, se ocupa de las relaciones dialgicas que la Retrica ciceroniana
entabla, tal como se seala en el captulo primero, con las disciplinas conexas: la filosofa
estoica y el incipiente pragmatismo lingstico sobre el que se asienta la retrica latina, por
un lado, y la Gramtica y la Retrica en tanto instancias sobre las que debe transitar lar
reflexin literaria en la Antigedad, por el otro. Se propone llegar, a partir de este recorrido,
al establecimiento de la concepcin ciceroniana de palabra persuasiva, ncleo de inters
ineludible de la perspectiva retrica.
Instalada la problemtica central de la Retrica ciceroniana, el captulo quinto, La palabra
persuasiva: Retrica y poder en la oratoria ciceroniana, contina el camino trazado en el
anterior, remite a los antecedentes tericos, a las contribuciones originales del
pensamiento ciceroniano, a la estructura especfica de la disciplina y a las vinculaciones con
el concepto de auctoritas en la tradicin latina. En una segunda instancia, propone una
relacin entre lo intelectivo-racional y lo emotivo-pasional, en la que encuentra sus
fundamentos la teora retrica latina de la persuasin.
El sexto captulo, La palabra inusitada. Acerca de la metfora persuasiva en Cicern,
reconoce que generalmente los estudios que recuperan el tratamiento de esta tpica en la
Antigedad identifican la herencia latina con el pensamiento griego y, en este sentido,
establecen como campo privilegiado de accin de la metfora -con ms frecuencia que la
que los propios escritos conservados sugieren- el territorio de cuestiones relativas al
lenguaje literario. La contracara de la operacin consiste en omitir el tratamiento de una
especie de metfora que por sus fines y su propia constitucin lingstica excede los modos
de anlisis habituales de la metfora potica. Es por ello que este trabajo se organiza en
torno del desarrollo conceptual y de las especificidades retricas de la metfora persuasiva
en la Retrica Latina.
En el captulo siguiente se abre la problemtica acerca del orden de las palabras, siguiendo
para ello las reflexiones formuladas por Quintiliano en los libros VIII y IX. La cuestin del
orden y de los efectos esperados a partir del ordenamiento de las palabras es un aspecto
no menor cuando se disea, en la retrica latina, la construccin artstica de la prosa, la
compositio. La pregunta acerca de cmo se analiza el orden desde la perspectiva esttica,
habida cuenta de que la disposicin de las palabras en la lengua latina no se ajusta a
cnones establecidos, es la que nos ha conducido a llevar adelante esta reflexin en el
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marco de la investigacin acerca de las ideas lingsticas. El recorrido de la misma se
estructura en el anlisis del orden en una doble entrada: la que considera el rectus ordo y,
la que, a partir de ste, se desarrolla en torno al hyperbaton, en trabazn directa con los
efectos rtmicos y meldicos.
Incluimos por ltimo, en el captulo octavo, un aspecto fuertemente presente en la
Retrica latina, la argumentacin. En este caso, sin entrar en las disquisiciones tericas
pero teniendo a stas como marco de referencia obligado, analizamos el devenir de la
argumentacin en un discurso de Cicern, el Pro Marcello, que por su organizacin interna,
por la disposicin de las partes del discurso, por la elaboracin general del mismo es un
paradigma de la prctica retrica latina. Nos referimos al devenir de la argumentacin
pues, en efecto, los argumentos se suceden, se concatenan, se seleccionan a medida que el
discurso avanza, crece, se agranda siguiendo el ritmo de un pensamiento agudo, de la
habilidad para llegar al otro, envolverlo y persuadirlo. Hemos titulado este captulo La
fuerza argumentativa en el Pro Marcello de Cicern, porque de eso se trata, de la fuerza
generada, en escala ascendente, por la palabra, el pensamiento y la disposicin.
Finalmente, el espacio retrico que hemos abierto a la discusin con este libro encierra, a
su vez, un campo de intereses tericos sobre el lenguaje que durante mucho tiempo nos ha
convocado a la reflexin y a la investigacin individual y conjunta. En todos los casos hemos
comprobado una y otra vez que la Retrica Latina es no solo mucho ms compleja sino
tambin conceptual y metodolgicamente ms productiva que lo que muchos especialistas
han podido comprender hasta el momento. Constituye ella misma esa certeza casi
originaria de que la palabra que se dijo alguna una vez vuelve a ser dicha, por sincdoque
metafrica o metonmica, en cada reflexin que hacemos o leemos sobre el lenguaje.
Captulo primero: La teora retrica de la antigedad clsica latina.
0. Introduccin
El sistema general de la Retrica se construy progresivamente a lo largo de los cinco siglos
que separan a Corax y Tisias de Quintiliano, quien trabaja con un corpus establecido, con
un canon consolidado de autores y obras ya clsicas entonces, desarrolladas
particularmente durante el perodo republicano. En S. I d.C. la Retrica se ha asegurado
una funcin poltica til para el Estado: educar a los hombres pblicos, funcionarios de un
Imperio consolidado, pero que no son ya los oradores polticos del ideario ciceroniano sino
los abogados y funcionarios administrativos.
Los antiguos llamaron tchne retorik o ars dicendi a un sistema de conocimientos,
extrados de la experiencia o verificados en ella, relativos a la naturaleza, las propiedades y
disposiciones de un discurso (oral o escrito y en prosa) elaborado sobre la base de la
reflexin y orientado a una finalidad: peith (la persuasin). Ella consista no solo en la
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inclinacin sino particularmente en la determinacin a adoptar una decisin, provocada
por el discurso y pretendida por el orador como finalidad prctica. Esta finalidad
mencionada diferenciaba al discurso retrico del discurso de la lgica y la dialctica,
empleadas por la ciencia(1), cuya finalidad no es persuadir sino demostrar la verdad o la
probabilidad de una afirmacin, respectivamente.
Si bien las motivaciones que conducen al auditorio en la toma de decisiones pueden ser
conscientes o inconscientes, estticas o psicolgicas, surgen por la accin del orador y su
discurso retrico (lgos, para los griegos; oratio, para los latinos). De la observacin
reflexiva de los discursos persuasivos y de su estructura argumentativa surge un arte
productiva: el arte de construir un discurso persuasivo sobre cualquier tema en cualquier
circunstancia, siempre que se deba tomar posicin respecto de dos conductas contrarias.
El primer campo de observacin y prctica seala Ramn Alcalde(2)- fueron los tribunales
de justicia (colegiados y con escasos registros escritos en Grecia), luego los cuerpos
deliberativos polticos (Consejo y Asamblea), en los que las decisiones surgan del ejercicio
del voto. Finalmente, los homenajes pblicos o privados a personas ilustres. Al primer
gnero de discurso persuasivo, cuyo objetivo era pronunciar una sentencia judicial, se lo
denomin gnero judicial, al segundo, cuya motivacin estaba en producir una toma de
decisin poltica se le asign el nombre de deliberativo y al tercero, cuyo propsito
consista en celebrar un evento o un sujeto, epidctico.
Como sealamos, la doctrina de la retrica toma de la dialctica la teora de los
razonamientos vlidos. El paradigma es el silogismo completo, que la retrica adapta a su
finalidad desarrollando el entimema, silogismo completo o incompleto- fundado en la
probabilidad de las premisas y el epiquerema o silogismo desarrollado mediante la
intercalacin de las pruebas correspondientes a cada premisa. Tambin desarrolla la
amplificatio (amplificacin), que consiste en reforzar, tanto mediante recursos lgicos
como tambin emocionales o estticos, los enunciados contenidos en las premisas o en la
conclusin. Toma de ellos la fuerza que engendran en tanto procedimientos apropiados
para la conviccin racional, pero que encubren su estructura abstracta y relacional
Asimismo, la Retrica tom de la lgica los tipos de razonamiento: deduccin (silogismo,
polisilogismo, sorites, entimema, epiquerema); la induccin completa e incompleta (el
ejemplo), el razonamiento hipottico (abduccin) y el disyuntivo (especialmente el dilema).
Se vali tambin de la tpica y la clasificacin de los sofismas y elabor su tipificacin de
los argumentos o pruebas a partir de los cuales elaborar las premisas de los razonamientos.
Sin embargo, es la contribucin ms original de Aristteles en el dominio retrico la
elaboracin del concepto de eiks (lo verosmil) que desplaza al concepto de verdad, pues
ella no es necesariamente persuasiva, motivadora de decisiones prcticas. Para que la
verdad motive una decisin, una accin debe coincidir con la endoxa, la communis opinio,
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esos enunciados ideolgicos admitidos por todos en una cultura, una clase, un sector social,
esas relaciones con las que se argumenta pero sobre las que no es necesario argumentar.
Finalmente, las categoras, bajo el nombre de circunstancias o adjuntos, es otro prstamo
derivado de la lgica, que Aristteles hace funcionar para la eleccin de contenidos de un
discurso.
Asimismo, se desarrollan dos conceptos especficos de elaboracin retrica: kairs
(opportunitas - la oportunidad) y prpon (aptum lo conveniente). El discurso persuasivo
pone en consideracin el momento nico e irrepetible en que se encuentran el orador y el
oyente, por ello el kairs debe ser discriminado por el orador en funcin de la situacin
nica en la que pronuncia un discurso y es este concepto el que gobierna el de prpon,
pues en el proceso de seleccin y combinacin de los argumentos deber tener en cuenta
tanto la utilizacin de los recursos que provoquen reacciones emocionales favorables,
como la eleccin de un estilo y un modo de puesta en escena en funcin del kairs en que
se halla el auditorio. Constituyen estos los dos momentos ms creativos de la actividad
retrica.
Del mbito de las afecciones del alma la Retrica toma, por un lado, el estudio de la
facultad pasiva -vida afectiva (pathmata)- y de la facultad activa que permite la
elaboracin de los juicios -pensamientos (nomata)-, y por el otro, el estudio de la
personalidad o carcter (thos). Este conocimiento le permitir al orador elaborar una
imagen de s mismo y de su cliente que se adecue a cada auditorio, tambin orientar las
clases de motivaciones ms apropiadas para cada auditor. La configuracin de esta imagen
de credibilidad se logra con un lenguaje adecuado en todos sus niveles, y las decisiones
sobre estas cuestiones constituyen uno de los principales contenidos del prpon.
1. Demostracin, conviccin, persuasin: tres dimensiones del lenguaje
El contenido prctico de la retrica permite oponer persuasin a los conceptos afines de
demostracin y conviccin. Para la antigedad griega y latina la demostracin es el acto de
la ciencia, de la epistme; por su parte, la conviccin es el acto de la dialctica y la
persuasin, el de la retrica. Los dos primeros estados de la conciencia no llevan a la
accin o a una disposicin para la accin. La dialctica no puede demostrar porque no
puede apoyarse como principio de sus razonamientos en lo universal, necesario y evidente.
S puede convencer, lograr una victoria sobre el adversario fundada en razones. Esto
significa dejarlo sin mejores argumentos frente a una tesis. Tanto la demostracin de la
ciencia como la conviccin de la dialctica se dirigen a procesos intelectuales: un pasaje de
la ignorancia o la duda, un camino por todas las alternativas, desde las menos fundadas a la
que mantendr su validez racional mientras no se crucen otras mejores. En este desarrollo
de la dialctica en lo referente al razonamiento persuasivo, es decir, del razonamiento por
signos desde el tekmrion o signo necesario a las dos dimensiones del semeon, el signo
fundado en la probabilidad y el signo fundado en lo verosmil- el producto ms depurado
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del proceso dialctico vlido exclusivamente en el terreno retrico es el representado por
la hiptesis abductiva, frente al silogismo demostrativo de la epistme.
Como hemos sealado, la persuasin consiste en provocar la determinacin del oyente en
un momento concreto, a fin de que se lleve a trmino una accin o el oyente se proponga
ejecutarla en el futuro. La demostracin y la conviccin, respecto de la racionalidad de la
accin, constituyen tambin modos para determinar al auditor, pero no son ellos ni
necesarios ni suficientes.
Es por todo lo expresado que el instrumento de la demostracin es el razonamiento, que
sigue las leyes del pensamiento descubiertas por la lgica y la dialctica, a partir de
premisas evidentes y necesarias o que se admiten como tales, para no incurrir en regresin
al infinito. El instrumento de la conviccin es el razonamiento, pero a partir de premisas
probables. En este sentido, una fase de la conviccin es la refutacin de la enunciacin del
adversario, pero ella no prueba la validez de la argumentacin asumida sino que la hace
aparecer como ms valiosa mientras no se le oponga otra nueva que se ofrezca como su
contrario.
Por su parte, el instrumento de la retrica es el discurso (lgos, oratio), que se presenta
como un proponer algo atractivo para el oyente: lo que en tales circunstancias es lo justo,
lo conveniente o lo debido, lo admirable. El orador muestra, se expone y desencadena un
deseo de producir una accin en funcin de lo mostrado. Demuestra, refuta, convence
para llegar a una subjetividad que, no obstante el trabajo realizado por l, preserva su
libertad de accin. El presupuesto de esta libertad constituye el punto de partida de la
Retrica, seala Alcalde, ya que el orador cuenta con ella para influirla y determinarla, pero
no puede pasar por alto que esa libertad no se puede concebir en abstracto: es una
libertad situada espacio-temporalmente y en relacin a un orador y un auditorio
particulares. El trabajo del retrico deber operar en diversas instancias: desplazar al
oyente de la situacin inicial a una de mayor espontaneidad, liberarlo de sus intereses
previos, de su opinin previa respecto del tema de debate, de sus inclinaciones personales,
ideolgicas, culturales. Por ello deber formarse una esquematizacin del auditor que
tienda a intervenir sobre su conocimiento, sobre su juicio y su voluntad.
2. Las partes de la Retrica
2.1. Teora de la Inventio
Al hipotetizar sobre cul es la opinin, la inclinacin del auditor, el orador deber producir
un anlisis y elegir las estrategias argumentativas eficaces para reforzarla o modificarla,
previendo las estrategias a emplear por el orador contrario, o por el auditorio en particular.
A este proceso temporalmente previo a la realizacin efectiva del discurso, constituido por
dos operaciones, anlisis y seleccin, se lo denomin inventio. Este momento previo tiene
como funcin estructural regular las instancias posteriores y encontrar qu decir y cmo
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para lograr la persuasin. En esta instancia, el orador debe, pues, decidir la hiptesis, la
tesis y la causa, tres aspectos fundamentales para abordar el tema del discurso, sobre el
cual no tiene poder de decisin. Hiptesis, tesis y causa representan tres operaciones
fundamentales para establecer un recorte sobre lo real y considerar los pasos a seguir,
luego de la determinacin de ese objeto de debate, para operar sobre l con fines
persuasivos. Es necesario tener en cuenta que, en sentido retrico, la tesis es una pregunta
abstracta que surge de una oportunidad particular y se formula como una pregunta
concreta. Se diferencia de la hiptesis, entonces, en el marco de la oposicin hecho
abstracto/situacin concreta, en tanto esta ltima surge cuando en el horizonte histrico
un problema aparece como nuevo.
Seguan a esta primera instancia dispositio, elocutio, y actio. Asimismo, se mencionaba una
instancia previa a la pronuntiatio conocida como memoria (mnemotecnia) que, si bien era
ajena a la elaboracin y puesta en escena del discurso, conformaba un espacio importante
y reglado, si se considera que los discursos deban ser retenidos en la memoria para
garantizar la pronuntiatio y si se considera igualmente que el trabajo discursivo del orador
se ha formulado slo a partir de la intervencin de todo un conjunto perfectamente
elaborado de recursos retricos que es necesario recordar.
2.2. Teora de la Dispositio.
La dispositio se ocupaba de escoger los argumentos, tomndolos de sectores o universos
ideolgicos a los que adhiere el auditorio, y relacionar tales argumentos con una opinin o
tesis mediante leyes que el auditorio comparta. El arreglo de las partes del discurso era la
materia de la dispositio.
En el desarrollo histrico de esta parte de la Retrica, Hermgoras en el siglo II a.C. divide a
la taxis o dispositio en cinco partes:
1.- Proemium (exordium)
2.- Digesis (narratio)
3.- Agn (argumentatio).
4.- Parekbasis (digressio)
5.- Epilogos (conclusio)
La cuarta parte de la dispositio (la parekbasis o digressio) es facultativa, su ubicacin
resulta fija para los rhetores griegos (a excepcin de Aristteles que no la considera, pues
representa un salirse de tema, la opcin de no hallarse in medias res del asunto a debatir) y
adopta un lugar mvil, regido por el aptum, en la Retrica latina. Es precisamente en el
espacio de la Retrica latina donde se encuentra la elaboracin ms fecunda de la digresin:
ella ofrece elegancia, amplitud, brillo. Cicern y Quintiliano se lanzan contra los tericos
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griegos que proclaman una armadura discursiva fija en la que la digresin aparece
obligadamente ubicada antes de la conclusio o bien entre la narratio y la probatio -en el
centro mismo de la argumentatio-, pues este plan no tiene en cuenta la diversidad de
pblicos y fracasa en un didactismo fro. (3) La digresin no constituye en la Retrica latina
ni una parte cannica ni una facultativa, ni un momento obligado de libre ejercicio, ni una
figura -prueba de ello es que se estudia en el cuadro de la dispositio, no de la elocutio-,
deviene un procedimiento, una potencialidad de amplificacin que puede aadirse sobre
todo elemento y este sobreaadido hace tambin a la articulacin natural del discurso.
Slo sern necesarias tres condiciones para justificar este sobreaadido en la superficie
discursiva:
a. La pertinencia (aptum): slo un punto til a la causa autoriza la digresin.
b. El brillo: debe aportar cierto lustre al discurso, cierta lubricacin de las articulaciones,
debe obrar a fin de producir cierto efecto de coherencia y encadenamiento temtico y
argumentativo.
c. Debe tender a transformarse en progressio: debe favorecer la prolongacin exaltada de
una parte, el refuerzo o la prosecucin de una idea en progreso o bien su utilizacin para
una transicin.
La retrica latina libera tambin los temas de la digresin. Pueden ser narrativos (un
ejemplo, una leyenda, una parbola, el recuerdo de una causa similar a la debatida),
descriptivos (descripcin de una regin, retrato elogioso de una persona), ideolgicos
(consideraciones generales sobre el lujo, la avaricia, la religin, los deberes). El mismo
Cicern considera a las digresiones como trampas que entierran las pruebas ms peligrosas.
(4) Tiene para l una funcin estructural: permite ir de los casos particulares, la causa
debatida, a las cuestiones generales, por el hecho de que los casos concretos son infinitos y
la tarea del orador consiste en atraer al auditor a un pequeo nmero de lugares ms
dominables.
Tambin el exordio y la conclusin resultan espacios discursivos ambiguos por su posicin
extrema. El exordio est fuera del discurso y, al mismo tiempo, lo prepara desde dentro,
mientras dispone al auditor. Obligado a empezar a partir de nada, el exordio comienza por
algn lado, constreido por la obligacin de introducir el tema. Como debe alargarse un
poco ms, en la espera de la captacin del auditorio, se encuentra con la digresin en tanto
sta representa el sueo de un nuevo comienzo, el olvido del propsito inicial por un
nuevo punto de partida. El exordio y la conclusin o eplogo participan de los lugares de
borde del discurso, lugares propicios para el desarrollo de las pasiones y emociones, que
permiten rodear al auditor y conmoverlo. Comparten con la digresin una afinidad culpable
entre placer, diversin y pthos. En la parte final del discurso, en la conclusin o eplogo, se
recuerda lo ms importante y se insiste en la posicin argumentativa adoptada. Se
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resumen ordenadamente los argumentos utilizados y generalmente se retoma la tesis que
se ha planteado en el exordio.
La digesis o narratio, por su parte, es el relato de los hechos intervinientes en la causa
(cuando la quaestio -tema abstracto- se sita en una contingencia particular se denomina
causa), pero este relato se orienta exclusivamente a la prueba, es la exposicin persuasiva
de algo que se ha hecho o se pretende que se ha hecho. En trminos retricos, la narratio
no remite a un relato en el sentido literario sino a una prtasis argumentativa. Por ello
presenta ciertas propiedades especficas: 1) debe ser desnuda porque, si bien requiere
claridad, al mismo tiempo su sentido debe permanecer oculto. Su funcin estructural
consiste en diseminar las pruebas en estado de simientes escondidas (semina
probationum), 2) debe ser verosmil, 3) debe ser breve y 4) no debe contener argumentos,
pues es una preparacin para la argumentacin. Temticamente, la narratio incluye dos
clases de elementos: los hechos y las descripciones.
La tercera parte del discurso, Agn, argumentatio o confirmatio se ocupa de la exposicin
de los argumentos. En ella se enuncian las pruebas elaboradas en el curso de la inventio.
Puede incluir tres trminos;
1. La propositio (prothesis): consiste en una definicin concentrada de la causa, del punto a
discutir; puede ser simple o mltiple y esto depende, en el discurso jurdico, de los cargos
del imputado.
2. Argumentatio o comprobatio: remite a la exposicin de las razones probatorias; en ella
no se recomienda ninguna estructuracin particular excepto comenzar por las razones
fuertes, continuar con la reunin de las pruebas dbiles la cantidad suple la calidad- y
terminar con algunas pruebas muy fuertes.
3. A veces al final de la confirmatio, la confirmacin de las pruebas, el discurso es
interrumpido por un dilogo muy vivo con el abogado de la otra parte o con un testigo: el
otro irrumpe pero en un monlogo: se trata de la altercatio. Este episodio oratorio tambin
era desconocido entre los griegos.
2.3. Teora de la Elocutio
Un prrafo aparte merece el tratamiento de la elocutio. Ella designa tanto la expresin
hablada como la escrita, por ello pas a designar a la teora sobre la expresin artstica.
Esta teora cubra inicialmente slo la expresin retrica, luego se extendi a la poesa,
despus a los restantes gneros de la prosa (historia, narrativa, ensayo). Se trata de un
poderoso instrumental descriptivo que la Retrica se encarga de compilar y sistematizar.
Aristteles defini a la lexis (elocutio) como extraa (xene), extranjera, distinta de la
oikeia, la palabra familiar, es decir, aquella forma del lenguaje cuyo sentido se capta sin
reflexin, se entiende por s sola y provoca o bien ninguna o bien muy pocas asociaciones
de significado. Por el contrario, cuando se ofrece retorizada, la lexis provoca un
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distanciamiento, una especie de extraamiento, en tanto produce una convergencia
deliberadamente buscada entre un significado literal y otro asociado a l que se impone
por sugestin. En esta parte de la retrica se llev a cabo el anlisis de las figuras y tropos
capaces de producir un efecto esttico, una emocin en el auditor y de aquellas que, como
la metfora, podan producir un efecto persuasivo.
La elocutio se produce por dos operaciones: electio (eleccin) y compositio (reunin).
Como el lenguaje ostenta una materialidad, es necesario conocerla para poder aprovechar
mejor su eficacia. Esta parte de la Retrica parte del presupuesto de que existe en el
lenguaje una base desnuda, un nivel puro a partir del cual se puede elaborar una expresin
ms complicada, adornada, dotada de una distancia mayor o menor respecto de la palabra
familiar, de acuerdo con el punto de partida inicial del proceso elocutivo. Es esta parte de
la elocutio la conocida como teora del ornatus, que se complementa con otra, la
denominada color, que tiene una funcin de avivar el ornatus, darle vigor, fuerza,
imponerle pasin, volver deseable a la palabra, cubrir el lenguaje de la desnudez de la
palabra pura, como una especie de maquillaje que cubre el rostro. La teora del adorno dio
como resultado la teora de los tropos y las figuras. La Retrica trat de constreir la
palabra, de definir cada vez mejor las maneras de decir. Todos los adornos fueron
ordenados y reconocidos: metfora, metonimia, sincdoque, aliteracin, hiprbole,
pretericin, irona, entre otros.
Podemos afirmar, entonces, que el corpus doctrinal altamente complejo de la Retrica
clsica occidental qued constituido en la antigedad grecolatina y se transmiti a travs
de los siglos. En el siglo XVI, los clsicos conceptos de tropo y figura acabarn
constituyndose en el fundamental y nico objeto de la doctrina retrica(5).
En la sistematizacin realizada por Quintiliano en el siglo I d.C., este corpus doctrinal se
expone en dos apartados: en primer lugar, el ms extenso dedicado a las grandes virtutes
de la elocucin y los correspondientes vicios asociados a la falta de ajuste a ellas y, en
segundo lugar, el muy breve dedicado a los gneros elocutivos o teora de los estilos.
El ideal de perfeccin tanto en el conocimiento (dominio de la Gramtica) como en el
empleo (dominio de la Retrica) del lenguaje para los escritores, fueran estos oradores o
poetas, y para los hablantes cultos estaba constituido por el ajuste a las llamadas virtutes
del discurso. Como sabemos, se trata de un sistema integrado por una virtud gramatical -
Pureza o Correccin idiomtica- y tres virtudes retricas: Claridad, Ornato y Decoro. A ellas
y a sus correspondientes vicios se referirn continuamente gramticos, tratadistas de
Retrica y de Potica de todas las pocas. La base de la perfeccin en el estilo se establece
con el desarrollo de la primera de las virtutes, la correccin idiomtica o latinitas. A ella nos
referiremos particularmente en el captulo 3 de este libro. El aprendizaje y su dominio
estaban destinados a la Gramtica, Ars recte dicendi o, en trminos de Quintiliano, Recte
loquiendi scientia, en las que el adverbio recte correctamente- concentra todo el sentido
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de la orientacin normativa que caracterizar a la tradicin gramatical hasta fechas
bastante cercanas.
El mbito en el cual esta virtud resulta operativa es el de la palabra y la oracin, tal como la
tradicin posterior lo atestigua. Las normas de la Gramtica sern las encargadas de
controlar la correccin lingstica en la prctica discursiva de los hablantes. En el mbito de
la unidad palabra (in verbis singulis), la correccin se manifestar tanto en su componente
fnico como en su componente semntico; en el mbito de la unidad oracin (in verbis
coniunctis), la correccin se har evidente en el nivel propiamente gramatical, en sus
niveles morfolgico y sintctico.
Fijadas las bases de la correccin idiomtica, resulta obligado hacer referencia a los vicios
que, a juicio de gramticos y rtores, atentan contra el ideal de perfeccin elocutiva
asignado a esa virtud. Los vicios vinculados a la correccin se hallan en estricta
correspondencia con las unidades bsicas sealadas la palabra y la oracin- y se tipifican
desde la Antigedad bajo los trminos clsicos de Barbarismo y Solecismo,
respectivamente(6). En este contexto, el trmino Barbarismo designa toda forma de
incorreccin que afecte a la palabra en tanto unidad aislada y el trmino Solicismo, toda
forma de incorreccin que afecte a la combinacin de las palabras, a su juntura en la
unidad oracin.
Los vicios son identificados como tales y censurados por gramticos y rtores si se
consideran producto de un dficit de conocimiento de la gramtica de la lengua. No
obstante, solo aquel que domina un espacio de conocimiento puede violentar sus fronteras
para producir un efecto reactivo. Es por ello que, a juicio de los mismos tratadistas, pueden
existir situaciones discursivas especiales en las que las manifestaciones de tales vicios
pueden llegar a ser toleradas, por obra de una particular Licencia. Producida esta particular
constatacin, los vitia perdern su condicin de tal, no sern ya censurables sino que, por
el contrario, quedarn tipificados como Metaplasmo y Figura, respectivamente.
Podemos considerar, entonces, que existen razones de estilo, es decir, reglas de estilo
(paralelas a las reglas que dominan cada lengua particular en tanto sistema), que se fundan
en razones artsticas en general -dominio del Ornato-, razones mtricas en particular, o
razones no especificadas del arte verbal que se ligan al gusto de los letrados y que
sustentan el cambio de valoracin. La palabra extranjera es recibida con hospitalidad
ciudadana en el arte y as lo haba expresado el propio Aristteles al considerar la elocucin
potica como aquella que incluye la palabra extraa, la metfora y muchas alteraciones
del lenguaje: stas, en efecto, se las permitimos a los poetas. La infraccin a la correccin,
a las reglas fnicas y gramaticales, nos permite en la Retrica antigua comprender el
alcance de trminos tales como metaplasmo y figura, en tanto licencias vlidas en
determinadas situaciones discursivas.
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Por su parte, la funcionalidad que se le asigna a la virtud de la Claridad, Perspicuitas, se
vincula a la necesidad de conseguir una fcil inteligibilidad del discurso, por ello y en
relacin con las unidades bsicas de descripcin gramatical, palabra y oracin, las
prescripciones destinadas a alcanzar los objetivos de esta virtud deben orientar la seleccin
de vocablos propios, es decir, vocablos pertenecientes al lxico en tanto herencia cultural y
consolidados por el buen uso, en el primer caso. Asimismo, debe orientar la formacin de
construcciones sintcticas cuyos constituyentes aparezcan siempre bien delimitados y
ordenados, para su fcil comprensin, en el segundo.
El vicio contra esta virtud se designa con el trmino Oscuridad (Obscuritas), y est
representado fundamentalmente por los fenmenos de Anfibologa o Ambigedad, tanto
lxica como sintctica (el empleo de unidades lxicas o estructuras sintcticas susceptibles
de una doble interpretacin). En el mbito especfico de la palabra, la Oscuridad puede
originarse tambin por el empleo en el discurso de vocablos impropios, cuya categora
integran los sinnimos inexactos, arcasmos, neologismos, dialectalismos, tecnicismos y los
tropos. (7) Paralelamente a los casos de ambigedad vinculados a la sintaxis, se suelen
enumerar otros casos de complicaciones sintcticas, como los fenmenos de elipsis o de
hiprbaton, entre otros. Ellos pueden alterar de forma imprevisible la combinacin de los
constituyentes implicados, o sus mismas relaciones, a un punto tal que pudiera
comprometer la inteligibilidad del discurso. Estos vicios se incluyen en la categora genrica
de Mixtura verborum, es decir, una especie de confusin sintctica.
En este, como en los dems casos, los fenmenos de oscuridad elocutiva, a pesar de las
observaciones hechas en el prrafo precedente, una licencia particular permite tolerar
ciertas violaciones y devolverles una valoracin positiva en ciertas clases o modalidades
discursivas. Se trata de varias figuras, como Zeugma e Hiprbaton, y de ciertos artificios de
gran tradicin en el discurso potico que pertenecen a esta categora de fenmenos.
Por su parte, la segunda de las virtudes retricas, la designada con el trmino de Ornato -
Ornatus-, centra su inters en el adecuado adorno del discurso, segn variados criterios
fijados por la virtud del Decoro y en correspondencia estricta con una teora de los
gneros discursivos y las modalidades de estilo asociadas a ellos. Como el sistema se
concibe en forma de crculos concntricos, el cumplimiento de esta virtus requiere, quizs
ms que en ninguna otra, no slo el ms alto grado de dominio gramatical, sino tambin el
un profundo conocimiento de los recursos expresivos que es posible obtener de sus
diferentes niveles. Sobre el concepto de Ornato se sostiene, desde los Sofistas y Aristteles
y a lo largo de toda la tradicin clasicista, el orden del discurso literario en general, incluido
el discurso potico, como aquel cuyos rasgos y propiedades se sintetizan en la expresin
ciceroniana de sermo ornatus.
Tambin en este caso las referencias a la conjuncin de ambos hechos en el lenguaje
artstico, adorno y desviacin, son frecuentes en la mayora de los tratadistas. Los vicios
contra la virtud del Ornato siguen el vaivn de la oposicin de los conceptos de defecto y
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exceso, conceptos que remiten ambos a un uso inadecuado de los recursos del adorno,
segn lo que resulta apropiado aptum- en cada caso particular. Los criterios de
adecuacin entre contenido y expresin lingstica con los que cuenta la teora retrica
desde la Antigedad se renen en la virtud del Decoro, cuya ms clara expresin se ofrece
en las correspondencias entre los distintos gneros discursivos y las particularidades
lingsticas que pueden exhibir. Esta ltima virtud retrica -Aptum, como dijimos-,
presenta diversos tratamientos a travs del tiempo y los tratadistas de Retrica y Potica.
Rene, en principio, una serie de propiedades relativas a la constitucin del discurso, por
un lado, y sus las relaciones con los mltiples factores o circunstancias presentes en el acto
enunciativo o en la posterior recepcin del discurso escrito, por otro. En el primer caso
suele hablarse de decoro interno, cuyo principal objetivo es lograr una perfecta
integracin y adecuacin entre las partes constitutivas del discurso. En el segundo caso,
llamado decoro externo, se busca determinar una adecuada correspondencia entre el
discurso en s, considerado en la perfecta confluencia de forma y contenido, y los factores
que intervienen en su situacin enunciativa o, como sealamos, en su posterior recepcin.
La primera adecuacin (decoro interno) remite a un proceso por el cual es necesario
delimitar y no perder de vista qu se trata, a fin de no salirse de la materia del discurso, y la
segunda atae a cmo se ordena, quin es el que trata ese qu, ante quin, y en qu
situacin espacio-temporal (decoro externo). Esta larga enumeracin de objetos de
adecuacin se repite en la Rhetorica ad Herennium, en los tratados de Cicern y
Quintiliano, entre los ms sobresalientes de la tradicin latina.
Entre los fenmenos de inadecuacin entre res y verba, es decir, vicios en contra del
decoro interno, se destaca, en primera instancia, el uso de elementos lingsticos de
condicin baja o humilde para referir contenidos altos y nobles o a la inversa. Este
fenmeno de rebajamiento lingstico se designa con el trmino Meiosis. Asimismo, el uso
de un lxico valorado como perteneciente a una condicin alta o noble para referirse a
contenidos bajos o humildes produce un efecto considerado como Auxesis.
Entre los vicios sealados en relacin con el decoro externo, podemos hacer una referencia
especial para la insercin discursiva de temas o expresiones de naturaleza o sentido
srdido, objeto todos ellos de severas reprobaciones en todos los casos. Los vicios contra el
decoro son susceptibles de ser tolerados, tambin en este caso, mediante una licencia
particular cuando medien razones superiores propias del arte.
Esta presentacin sumaria de la teora de las cualidades generales de la elocutio, en base a
la oposicin planteada entre virtudes y vicios, ofrece la ventaja de facilitar la delimitacin
del alcance del concepto de figura, y sobre todo de determinar el espacio ocupado por l
en el canon retrico elaborado en torno del Ornato.
Como hemos sealado, en la tradicin retrica antigua, la figura es un concepto cuyo
alcance puede ser delimitado en relacin con los de metaplasmo y tropo, por un lado, y con
el de composicin, por otro. En segundo trmino, el lugar exacto de estos conceptos en la
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teora retrica general se inscribe en el tpico relativo a los objetivos asignados a la virtud
del Ornato, cuya operatividad y finalidad resulta indisociable de las correlativas asignadas a
las dems virtudes, tanto en el caso de adscribirse a ellas como en el de contravenirlas. En
primer lugar, su ubicacin remite a la relacin que la figura establece con los conceptos de
metaplasmo y tropo, bajo los que se agrupan fenmenos limitados a la unidad palabra -en
sus niveles de significante y significado, respectivamente-, y en relacin con el concepto de
composicin combinacin-, bajo el que se renen fenmenos que afectan al dominio de
las reglas de la gramtica y, especficamente, a su unidad bsica tradicional: la oracin.
En segundo lugar, los conceptos de metaplasmo, figura y tropo, considerados en su
conjunto, remiten a un sistema bsico de niveles lingsticos fnico-grfico, por un lado,
morfosintctico, por el otro y lxico-semntico, por el tercero. En este sistema se definen,
sistematizan y ordenan clases ms o menos extensas y complejas de fenmenos retricos,
en distribucin anloga con los niveles que definen, sistematizan y ordenan clases de
fenmenos comparables en el dominio de las gramticas de las lenguas naturales, que se
constituyen tradicionalmente en el constante punto de referencia. Conviene recordar, en
este sentido, que la diferencia especfica entre Gramtica y Retrica est expresada por los
adverbios recte y bene, que responden, en cada caso, a los ideales de perfeccin
representados por las virtudes elocutivas: correccin de la elocucin (recte); Claridad,
Ornato y Decoro (bene), tal como insistentemente repite la tradicin gramatical y retrica.
En tercer lugar, metaplasmo, figura y tropo renen una serie de hechos definidos, desde las
formulaciones ms tempranas, como fenmenos que en los respectivos niveles (fnico,
morfosintctico o lxico) representan grados ms o menos intensos de modificacin,
desvo o infraccin de las consideradas reglas de buena formacin de las unidades,
unidades estas que se vinculan a las correspondientes de los mismos niveles en el dominio
de la Gramtica. El razonamiento, que no pretende ser circular sino insistir en la coherencia
del sistema, resulta de este modo: si tales fenmenos se producen de manera espontnea,
como resultado de un conocimiento deficiente de las reglas de la Gramtica o de un uso
descuidado de la palabra por parte de los usuarios de la lengua, sern objeto siempre de
recriminaciones de gramticos y rtores, por atentar contra la ms elemental y primaria de
las virtudes elocutivas: la correccin. Pero, por el contrario, si los mismos fenmenos se
producen consciente y deliberadamente, justificados por determinadas situaciones
discursivas, se despojan momentneamente de su condicin de vicios y se toleran debido a
una particular licencia que los torna aptos para convertirse en objeto de una valoracin
contraria. En este contexto es posible comprender la estimacin de Quintiliano vinculada al
hecho de que toda figura sera vicio si fuese casual y no buscada con estudio y que por lo
comn se defiende como figura por la autoridad, antigedad, costumbre y muchas veces
tambin por cierta razn.
En sntesis, el sentido restringido del concepto de figura que se ha mantenido en estas
pginas, tal como se ha venido formulando a lo largo de toda la tradicin grecolatina, con
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pocas diferencias entre los autores, rene la propiedad de referir a una clase de fenmenos
de naturaleza gramatical, que remiten a cierto grado de modificacin, desvo o infraccin
respecto de la norma gramatical. A estos fenmenos la norma retrico-potica les ha
asignado una clara funcin de adorno del discurso y son vlidos si no son producidos de
forma espontnea, sino consciente, deliberada e intencional, encaminada siempre a la
consecucin de determinados efectos en el destinatario del discurso.
2.4. Teora de la Actio
La estacin final de este breve recorrido por las tpicas retricas que abordaremos en este
volumen est representada por la teora de Actio, la actuacin retrica. Esta parte de la
Retrica antigua tena una funcin muy importante, derivada de la importancia del color y
las modalidades de la voz que enuncia el discurso (pronuntiatio) y del movimiento del
cuerpo y la gestualidad del rostro que pone en escena a la palabra elocuente (actio
propiamente dicha). Si bien el autor annimo de la Rhetorica ad Herennium prefiere el
trmino pronuntiatio para designar al conjunto de actividades sealadas, el resto de los
autores clsicos suele emplear casi indistintamente las categoras de pronuntiatio y actio(8).
Finalmente, los comentaristas y copistas posteriores al perodo clsico parecen preferir el
trmino pronuntiatio para referirse conjuntamente al tratamiento de la voz, el movimiento
y el gesto, tendencia que se mantiene durante la Edad Media. Se trata, en todos los casos,
de una parte de la Retrica no constitutiva del discurso en s, en tanto producto lingstico,
sino referida a la representacin, a la puesta en escena de la palabra persuasiva. En los
tratados retricos antiguos se suele pasar revista a las cualidades fsicas y a las
caractersticas de la voz (figura vocis), vinculadas a la particular entonacin que se desee
imprimirle al discurso. Entre esas propiedades, la mollitudo, solo por citar un caso, est
vinculada al contenido del discurso, de modo que la voz que se adecua a esta propiedad
ofrece la posibilidad, a partir de la pronunciacin, de modelar una representacin verosmil
en relacin al tono pretendido por el orador para su discurso. Si se trata del sermo, el tono
deber resultar cercano, familiar; si se refiere a la amplificatio, por el contrario, se
requerir un tono exhortativo y pattico. Es decir, debe adecuarse el tono de la voz a la
dignidad de la palabra persuasiva puesta en escena. Las mismas observaciones pueden
realizarse respecto del movimiento del cuerpo y de la gestualidad del rostro.
Con respecto a la teora general de la Actio, que atae genricamente a vox et motus, en
De Oratore, solo tambin por caso, Cicern introduce cuatro aspectos fundamentales para
la consecucin de la Actio perfecta: ars, natura, imitatio, exercitatio(9). Asimismo, delimita
las fronteras entre la actuacin teatral y la retrica y establece las oposiciones que
articulan la pertinencia del uso de la voz en relacin a los tonos enunciativos adoptados:
acuta/gravis, cita/tarda, magna/parva(10). Tambin articula los tonos con los sentimientos:
un tono de miseratio exige una voz flexibile, plenum, interruptum(11).
3. Conclusiones
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Como sealramos, la Retrica antigua atraviesa cinco siglos de acopios, articulaciones,
sistematizaciones y desplazamientos que acompaan los procesos de constitucin,
estabilizacin y transmisin de la teora. Asimismo, debemos recordar que recorre los
vastos territorios que conformaban los imperios antiguos, desde Grecia a Asia Menor y
desde ambos a Roma. Las categoras retricas se invisten de este mestizaje cronotpico y
exhiben las apropiaciones diferidas de las que fueron objeto, los deslizamientos semnticos
que sufrieron en sus migraciones y los distintos sustratos cientficos y culturales que las
albergaron en las estaciones del trnsito. Ninguna de estas particularidades resiste una
omisin en la instancia de indagacin terica y, si bien la densidad conceptual de las
categoras constituye un reto, otro mayor an lo representa la riqueza de puntos de vista
que ellas mismas ostentan sobre el lenguaje.
Por todo lo expresado, la Retrica latina se nos presenta como un cuerpo doctrinal que
rene reflexiones heterogneas de la Antigedad relativas al lenguaje, vinculadas todas
ellas no solo a los aspectos sistemticos -organizados en torno de la oposicin
forma/contenido-, sino tambin a un trazado arquitectnico diseado sobre el cuerpo de la
palabra viva, esa palabra que se entrega a la Retrica en la materialidad de su realizacin
enunciativa. En la Retrica latina nos hallamos, en principio, ante una palabra de autor, una
palabra que informa, deleita y conmueve, y por ello ensea, seduce y persuade, una
palabra que -orientada a un interlocutor- se constituye en instancia de mediacin entre el
hombre y el mundo, que exhibe su contexto y se ofrece a la vista y al odo, en tanto el
cuerpo del orador se constituye en su espacio de representacin, de puesta en escena.
Lejos ha quedado la palabra de verdad de la tradicin filosfica griega, esa palabra que
poda representar simblicamente las afecciones del alma del mismo modo en que estas
ltimas lo hacan con relacin al mundo, entablando un vnculo copia/original. Y si lejos ha
quedado ya la pretendida transparencia representacional de la palabra de verdad de la
filosofa griega es, precisamente, porque en la Retrica latina el orador no le teme al canto
de las sirenas.
Notas
(1)Asumimos la argumentacin de Racionero en la nota 32 de su traduccin de la Retrica
de Aristteles. En ella seala que la dialctica no se opone a la ciencia, sino que resulta la
matriz de donde la ciencia se desgaja por un proceso de especializacin. La dialctica
provee una trama de estructuras epistmicas que vuelven o bien probable y persuasiva la
causa, o bien cierta y demostrativa. En el caso en que la prueba sea irrefutable se
desemboca en la ciencia y en los casos en los que la contradiccin es posible, aunque no
sea probable, se contina en el dominio de la dialctica y la persuasin. (Cf. Aristles,
Retrica, Gredos, Madrid, 1995. Traduccin, Introduccin y notas de Quintn Racionero).
(2)Alcalde, R., Estudios Crticos de potica y poltica, Ediciones Sitio, Buenos Aires, 1996.
(3)Cf. Quintiliano, Institutiones Oratoriae, Liber IV.
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(4)Cf. Cicero, Partitiones Oratoriae, 14, 15.
(5)Cf. Snchez de las Brozas, F. (1579), Organum dialecticum et rhetoricum
(6)Nebrija dedicar dos captulos, uno para Barbarismo y otro para Solecismo, en su
Gramtica. En ellos contina las distinciones establecidas por la latinidad tarda, en especial
por Donato.
(7)Los autores suelen referirse de forma especfica a estos fenmenos de impropiedad
lxica con el trmino de Acirologa.
(8)Cf. Dez Coronado, M.A., Retrica y Representacin: Historia y Teora de la Actio,
Ediciones del Instituto de Estudios Riojanos, Logroo, 2003.
(9)Cicero, M.T., De Oratore, 3, 215; 3, 224.
(10)Op. cit., 3, 16.
(11)Op. cit., 3, 217-220.
Captulo segundo: Numerus, concinnitas y compositio. El lxico como expresin de las ideas
lingsticas latinas.
0. Introduccin
En el marco de los estudios relativos a las ideas lingsticas de la Antigedad grecolatina,
son escasos los trabajos que relevan los conceptos claves de la teora retrica, y mucho
ms an aquellos que proponen una vinculacin entre ellos y el entramado en el que se
conjugan retrica y gramtica. Nuestra concepcin es que un abordaje de la gramtica
latina desde las ideas lingsticas se incluye en la constitucin de la retrica latina como
una teora acerca del lenguaje y toma como objeto de investigacin, desde nuestra
perspectiva, la interfaz entre la retrica y la gramtica. La gramtica, entonces, se
desarrolla como campo autnomo de estudio de los aspectos sistemticos del lenguaje y
como espacio de reflexin de los efectos que estos aspectos sistemticos pueden ejercer
en la puesta en escena de la palabra.
El estudio del lxico desde esta perspectiva, por tanto, se orienta a investigar la densidad
formal de las ideas lingsticas que encuentran su gnesis en el horizonte del pensamiento
lingstico de la Antigedad, por un lado, y la densidad histrico-cultural de esos conceptos
a la luz de las prcticas culturales reconocidas como retrica y gramtica.
En trminos metodolgicos, hemos tenido en cuenta dos dimensiones particulares: el
trabajo sobre el lxico tanto cuando ste busca traducir un trmino acuado en la retrica
griega como cuando se trata de un trmino nuevo. De hecho, el primer aspecto de la
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cuestin est generalmente facilitado en tanto es frecuente que el propio autor al hacer
una acotacin metalingstica haga tambin referencia a la palabra de origen. Asimismo,
hemos considerado la recurrencia en los textos latinos a un mismo trmino para designar
un mismo referente, aunque en este proceso se produzcan ciertos deslizamientos
conceptuales, ampliaciones, modificaciones ms o menos explcitas, siguiendo un
procedimiento de construccin sucesiva, en etapas, de los ejes conceptuales.
En este sentido, en el anlisis de la produccin retrica de Cicern nos hemos encontrado
con ciertas fluctuaciones, vaivenes y circularidades cuando se trata de trazar las relaciones
entre significantes, como es el caso, segn veremos ms adelante, cuando se disea la
relacin entre concinnitas y compositio.
Hemos optado, para la delimitacin del corpus, por el tratamiento en la obra retrica de
Cicern de las categoras que forman la serie numerus, concinnitas, compositio. Esta
seleccin se funda en el hecho de que constituyen categoras centrales de la retrica de
corte latino, especficamente en el marco del abordaje de la elocutio, en cuanto a que
especifican los ejes sobre los cuales se elabora la teora de la palabra, al mismo tiempo que
puntualizan los principios estticos de la concepcin ciceroniana de la prosa oratoria.
En funcin de su relevancia terica, las obras centrales de Cicern que analizaremos sern
Orator, De Oratore, Brutus. No obstante, si bien focalizamos las obras mencionadas, toda
vez que lo consideremos oportuno, contrastaremos el tratamiento especfico de Cicern
con el de Quintiliano.
Sin duda una pregunta metodolgica bsica para el tratamiento de las categoras citadas es,
en trminos descriptivos y en torno de una concepcin sistemtica de la teora retrica
latina, la que surge de cuestionarse acerca de cul es la propiedad que define a cada una
de ellas, qu incluye y qu se infiere de cada uno de estos conceptos en funcin de la
pregunta subsiguiente: cmo estn ligados y cmo se articulan los tres trminos, en
estrecha vinculacin al circuitus o comprehensio, como cuarto trmino que remite a
nociones estilsticas y que obligan a derivar y confluir en la bsqueda de respuesta acerca
de cul es la concepcin de prosa en Cicern y en qu medida estos elementos se
constituyen en las nociones y en los recursos puntuales para constituir la prosa oratoria.
Hay ciertamente dos condiciones que contextualizan todas las reflexiones y el desarrollo
terico, una es el requisito de que los recursos parezcan que no lo son, es decir, la
pretensin de que parezcan no haber sido buscados, sino que sucedan espontneamente.
Atestigua lo explicitado el Orator de Cicern, cuando al referirse al ritmo seala:
(...) compositione potest intellegi cum ita structa verba sunt, ut numerus nos quasitus
sed ipse secutus esse videatur(1)
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Se trata, sin dudas, entonces, de una idea directriz en la concepcin general de la retrica,
en la tensin reiteradas veces mencionada y explicitada, entre lo artificialis y lo naturalis. La
otra condicin es que las palabras deben impactar auditivamente en el oyente(2).
Antes de iniciar el estudio de los temes seleccionados, queremos destacar que, a
diferencia del trmino perodo -que el propio Cicern traduce perihodon(3) y del que
ofrece las palabras latinas que ofician de traslacin: ambitus, circuitus, comprehensio,
continuatio, circumscriptio- y de igual modo respecto de numerus -que traduce a rythmos-,
no hemos hallado al presente un procedimiento semejante para el trmino concinnitas,
que parece una derivacin interna del latn que traducimos por simetra. Destacamos que
aparentemente symmetria se registra en el vocabulario latino pero no en el mbito de la
retrica(4).
Hechas estas consideraciones generales, nos referiremos al estudio particularizados de los
temes lxicos en cuestin para lo cual, reiteramos, tendremos en cuenta el concepto de
referencia y la interrelacin entre los tres trminos.
1. Numerus
La teora artstica latina sostiene que una serie sucesiva de slabas breves y largas,
dispuestas de alguna manera, es ineludible en cualquier manifestacin elocutiva. Este
numerus potestativo constituye un fenmeno natural (natura), pero antes de la
intervencin del artifex todava no conforma un arte (ars). La sucesin de largas y breves se
deja al azar (casus) y el arte aprovecha este estado como materia prima de modo tal de
introducir, mediante las reglas de la ars correspondiente, el orden en la sucesin de largas
y breves. As, del lado del numerus potestativo y arbitrario est el numerus sometido a las
normas del arte. Mediante el numerus artstico, en consecuencia, el arte pone un lmite al
discurrir irregular y catico de las slabas largas y breves.
Correspondera considerar que, tanto para la teora artstica latina como para la griega, hay
dos artes que se proponen como fin someter a freno y medida el discurrir natural y
desenfrenado de las slabas largas y breves: la ars poetica y la ars rhetorica. En ambas la
unidad ms pequea de la sucesin regular de slabas largas y breves se llama pes(5).
Conforme con los variados tipos de regularidad de sucesin de slabas largas y breves, es
posible determinar varias clases de pedes: iambus, trochaeus, dactylus, anapaestus,
spondeus, por ejemplo(6), y ello en ambas artes. Conviene destacar, adems, que en
ambas artes rige la convencin, que paradjicamente se considera natural, de que una
larga vale dos breves(7).
Pero esta condicin de intercambiabilidad no se practica con igual libertad en ambas artes.
Es por ello que a partir de aqu los caminos que siguen ambas se distancian: mientras la ars
poetica distribuye los pedes en una sucesin regular que abarca y comprende el desarrollo
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completo del discurso(8), la ars rhetorica deja subsistir una mayor libertad y no somete el
curso entero del discurso al esquema de sucesin rgida de los pedes.
El canon potico se instaura, entonces, sobre el siguiente presupuesto: la poesa debe
sujetarse a la continuidad del discurso por medio de una sucesin regular e inflexible de los
pedes, a la que se designa metrum. Asimismo, al discurso seguido, formado por esta
regulacin mtrica, se lo denomina poetica structura(9). Por su parte, y de modo anlogo al
de la poesa, el canon retrico se inscribe a partir del mismo supuesto, pero restringido en
su especificidad al campo del discurso. ste (el discurso de la prosa retrica) sigue el
principio de la regulacin de la sucesin de los pedes, pero es especfico de la ars y se
denomina oratorius numerus(10) o, sencillamente y ms breve, numerus(11). Tambin
anlogamente a la poetica structura, el modo de hablar que observa el numerus, recibe
el nombre de sermo numerosus(12).
En cuanto al numerus conforme con las reglas del arte, el oratorius numerus comparte con
la poesa el nombre genrico de . (Ar. Rhet. 3, 8, 2; Quint. 9, 4, 55 numerus , accipi volo; 9,
4 54 nam sun numeri rhythmi) pero en relacin a la sujecin a reglas, el oratorius numerus
se encuentra a mitad de camino entre el numerus natural, potestativo, no sometido a
reglas y el metrum potico.
Finalmente, dos son los principios reguladores del numerus: uno positivo, la variatio, y otro
negativo, evitar la poesa. La lnea divisoria de ambos est trazada por el aptum, el centro
que domina la retrica en ambas tradiciones, griega y latina. ste demarca tanto la
organizacin interna de las categoras artsticas como la externa, responsable de
determinar el tipo de vinculaciones que el lenguaje es susceptible de realizar entre el
sujeto y el mundo.
En este contexto, la variatio se orienta sobre todo a evitar la sucesin continua de varias
slabas largas o breves, a menos que una sucesin tal pretenda constituirse en el vehculo
de particulares fines expresivos, pero, fundamentalmente, tiende a evitar la poesa(13).
El segundo principio, tal como intentamos sealar, nace de la variatio y forma parte del
aptum(14). Por ltimo, para diferenciar el oratorius numerus de la mtrica rigurosa de la
poesa al discurso regulado por el oratorius numerus se lo denomina oratio soluta(15).
Separada de la poesa, la oratio soluta se distingue, adems, de la irregularidad carente de
arte(16).
2. Concinnitas
La concinnitas forma parte de las cualidades del ornato, cualidades que permiten
determinar las variantes de los genera elocutionis. Son ellas el adorno lleno de fuerza,
conocido como rubor, sermo robustus, ornatus virilis, ligado a las variantes del genus
sublime y la elegantia sencilla. La fuerza constituye el empleo de medios de ornatus de
efecto enrgico y, como sabemos, disea una compositio solida. La elegantia sencilla se
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expresa en dos virtudes: puritas y perspicuitas. La primera representa la correccin
idiomtica del discurso en los verba singula y en los verba coniuncta y es su norma principal
el uso actualizado del lenguaje a travs de la consuetudo. Legitima el usus la mayora
numrica de hablantes, el consensus eruditiorum y el nivel social localizado. Slo es posible
apartarse de la puritas en casos regulados por la norma:
a) El uso del lenguaje de autores reconocidos (auctoritas) se considera norma, fija el canon
en la medida en que orienta histricamente la tradicin literaria de la consuetudo.
Orientado histricamente, implica el enjuiciamiento del uso actual y emprico del lenguaje.
b) El uso de formas arcaicas del lenguaje (vetustas), cuya funcin discursiva consiste en
conseguir maiestas potica. Se puede adherir a modelos en desuso de la tradicin. Si por
un lado la auctoritas pretende una distincin social como efecto, la vetustas persigue el
inters de un distanciamiento retrico, una alineacin potica ms intensa.
Por su parte, la perspicuitas consiste en la comprensin intelectual del discurso, subsume
el presupuesto de la verosimilitud que conduce al xito del discurso. Sus esferas de
realizacin son los pensamientos y su formulacin lingstica.
La claridad de los pensamientos se expresa en la diferenciacin y en la concatenacin
suficiente de aquellos que, en tanto res, deben desplegar la materia y producir el xito del
discurso. Esta claridad pertenece al orden de la inventio y al de la dispositio relativa a los
pensamientos. A menudo se la trata especialmente en la narratio, conjuntamente con su
finalidad, la verosimilitud.
En cuanto a la formulacin lingstica, es necesario considerar la perspicuitas como la
prosecucin de la claridad conceptual en la esfera de la elocutio, que se obtiene cuando lo
que el orador quiere decir (voluntas) en el plano de las res desarrolladas en materia es
comprendido plenamente por el oyente en cada frase aislada y en su estructura.
En oposicin, un ornatus suave produce lo bello como resultado, mientras oculta el
esfuerzo de su produccin. Corresponde a una variante del genus medium en el que esta
cualidad se designa como suavitas, dulcitudo, dulcedo o, ms precisamente, gratia.
Encierra a esta ltima en el propio genus medium la elegantia y en especial consideracin a
una compositio armoniosa, la elegantia ligada a la esfera fontica: la concinnitas.
En estrecha vinculacin con lo expresado, son caractersticas de una variante del genus
medium, el hilare dicendi genus -combinable con el genus acutum- la urbanitas y la
festivitas. En el acutum dicendi genus se trata de medios intelectuales alienantes,
paradjicos, en el pensamiento y en el lenguaje, cuya finalidad consiste en que el oyente
pase precisamente de la paradoja a la significacin indicada, que se convierta en cmplice
del pensamiento del orador. Otra cualidad prxima a la gratia y a la elegantia es el nitor,
propio del nitidus genus, considerado como distincin elegante que evita lo vulgar sin ser
preciosista.
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Finalmente, el copiosum dicendi genus, a medio camino entre el genus medium y el
sublime, prefiere los medios de expresin alargadores: figuras tales como la adiectio, el
isocolon o la construccin de perodos.
3. Compositio
La palabra compositio da nombre a una de las preocupaciones centrales de la prosa
retrica, esencial a la vez si se piensa que necesariamente hay que lograr una estructura
con las palabras. La cuestin central radica, justamente, en definir cul es esta estructura y
cmo se logra. La mirada de Cicern sobre la compositio se orienta a precisar una
arquitectura de la estructura discursiva - que ser luego especificada en funcin del
perodo- para lo cual se detiene en conjugar palabra con palabra, finales con principios en
la linealidad de las palabras sucesivas. Se detiene, adems, en la sonoridad y en que, por s
mismas, la forma y la simetra del conjunto de palabras delimiten un crculo, y , por ltimo,
la frase o perodo (comprehensio ) concluya, se cierre, siguiendo el comps de un ritmo
apropiado.
Este marco que encierra compositio est presentado por Cicern en Orator:
Collocabuntur igitur verba, aut inter se quam aptissime cohaereant extrema cum primis
eaque sint quam suavissimis vocibus, aut ut forma ipsa concinnitasque verborum conficiat
orbem suum, aut ut comprehensio numerose et apte cadat(17).
Tres consideraciones nos surgen a partir de esta definicin. Una est vinculada a la
magnitud de la empresa que est planteando Cicern, en tanto la operacin retrica
consistir en lograr la conjuncin de factores sonoros, con el ms prolijo cierre de los
prrafos. La minuciosa disposicin de las palabras en la bsqueda de un romance entre
finales y comienzos constituye de por s una tarea tan ardua como de difcil logro, si no
mediara , como suspicazmente enfatiza, la capacidad ejercitada del escritor, quien hallar
fcilmente las reglas de la composicin, la formula componendi.
La segunda consideracin es que los predicados que utiliza -apte, aptissime, suavissimus-
dejan planteada de manera subjetiva la condicin de esa unin de palabras, del sonido
buscado, del redondeo del perodo, sin precisar a continuacin cul es la dimensin de lo
apto o de lo suave. No obstante, en el recorrido detenido de sus trabajos sin duda se van
perfilando estas concepciones que hablan ya de la materialidad misma del significante.
En tercer lugar, es relevante a nuestro criterio sealar que la concinnitas se destaca como
un recurso y una condicin para el logro de una buena composicin. Es decir, consideramos
las sucesivas referencias como no excluyentes sino como la serie que en su conjunto
producirn el efecto deseado. Lo que se destaca, evidentemente, es el valor funcional del
sonido, del ritmo final, de la simetra de las palabras. El odo del oyente , seala Cicern, es
la medida evaluativa del xito y de la aceptacin del discurso, ya que las palabras
desaliadas ofenden los odos, el encuentro del fin de las palabras con el comienzo de las
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que siguen no debe producir sonidos en hiato o speros y , por ltimo, la lengua latina
respeta los odos, cuyo juicio es muy exigente .
La concinnitas favorece el hallazgo de la simetra , esto es, indica el resultado o bien de la
semejanza en la terminacin de las palabras o de la correspondencia entre miembros
iguales o contrarios. Finalmente, la concinnitas obtenida en base al trabajo minucioso
sobre las palabras conduce al efecto buscado, el ritmo. La meta artstica del orador,como
dijimos en la introduccin, consiste en que este ritmo pretendido se ofrezca natural y
espontneo, que llegue al odo del oyente sin que ste tenga conciencia del artificio, a la
manera de un ritmo que sobreviene. En el mismo Orator, seala Cicern:
Sed *verba+ finientur aut compositione ipsa et quasi sua sponte, aut quodam genere
verborum, in quibus ipsis concinnitas inest; quae sive casus habent in exitus similes sive
paribus paria redduntur sive opponuntur contraria, suaepte natura numerosa sunt, etiam si
nihil est factum de industria(18)
Artilugio del estilo que tiene como antecedente a Gorgias, en cuya prosa es frecuente que
la concinnitas produzca el efecto rtmico esperado:
Hoc genere antiqui iam ante Isocratem delectabantur et maxime Gorgias, cuius in oratione
plerumque efficit numerum ipsa concinnitas(19)
Efecto sobre el odo del hombre culto como del no cultivado, pues ni uno ni otro saben ni
de pies ni de ritmos, ni de cantidades y tonos, pero que , sin embargo, por naturaleza
perciben lo que agrada o lo que choca:
(...) in versu quidem theatra tota exclamant , si fuit una syllaba aut brevior aut longior ;
nec vero multitudo pedes novit nec ullos numerosos tenet nec illud quod offendit aut cur
aut in quo offendat intellegit et tamen omnium logitudinum et brevitatum in sonis sicut
acutarum graviumque vocum iudicium ipsa natura in auribus nostris collocavit. (20)
Como sealamos, se va armando, paso a paso, entonces, la teorizacin sobre la conjuncin
de compositio, concinnitas y numerus. Podemos observar tambin, como expresamos al
iniciar este captulo, que los referentes descriptos por numerus, concinnitas y compositio
parten de la gramtica de la lengua para ser replanteados con una definicin nueva en la
retrica. De ello resulta que la cuestin planteada inicialmente se resignifica en la medida
en que desentraamos el juego que se entabla entre gramtica y retrica. O ms an, la
creacin de una gramtica de la retrica encuentra en este concepto un interesante caso a
considerar. De igual modo, como dijimos al comienzo, la teora que se va desarrollando en
torno a estos tres elementos va a confluir en el lugar axial que resulta la concepcin de la
prosa oratoria. Ella misma, aunque pariente del verso, toma su identidad. Y en torno de
esta identidad se gira para poner todos los acentos e iluminar la concinnitas y la constructio
verborum:
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Ita fit ut non item in oratione ut in versu numerus exstet idque quod numerosum in
oratione dicitur non semper numero fiat, sed non numquam aut concinnitate aut
constructione verborum. (21)
Por ltimo, la definicin de la prosa rtmica deja en claro el lugar del ritmo y el de los otros
dos componentes. Es as que la prosa rtmica es similis numerorum pero no compuesta
enteramente de ritmos:
Multum interest utrum numerosa sit, id est similis numerorum, an plane e numeris
constet oratio. (22)
Por sobre el ritmo propio del verso, las dos operaciones de la prosa para producir este
efecto se proyectan en la compositio y en la concinnitas. Compositio, en cuanto a que las
palabras estn ordenadas de tal modo que el ritmo, como adelantamos, parezca no haber
sido buscado sino haber resultado espontneamente; concinnitas, en cuanto a que la
simetra obtenida por paralelismos, por anttesis, por la colocacin una a una de palabras
con terminaciones iguales, produzca por s mismo un ritmo natural:
Et quia non numero solum numerosa oratio sed et compositione fit et genere, quod ante
dictum est, concinnitatis compositione potest intellegi cum ita structa verba sunt, ut
numerus non quaesitus sed ipse secutus esse videatur [...]; ordo enim verborum efficit
numerum sine ulla aperta oratoris industria... (23)
Formae vero quaedam sunt orationis, in quibus ea concinnitas est ut sequatur numerus
necessario. Nam cum aut par pari refertur aut contrarium contrario opponitur aut quae
similiter cadunt verba verbis comparantur, quidquid ita concluditur, plerumque fit ut
numerose cadat, quo de genere cum exemplis supra diximus, ut haec quoque copia
facultatem afferat non semper eodem modo desinendi(24)
En sntesis, en el proceso de construccin de una teora de la produccin retrica, el diseo
se estructura en funcin de lograr dar forma a lo que se concibe como prosa rtmica, a
clarificar qu es rtmico en una prosa cuyo destino es la elocucin, la puesta en escena en
el ejercicio de la prctica retrica del orador. Como sealamos, el horizonte rtmico de la
prosa lo instituye su oposicin al ritmo del verso. Para trazar el horizonte emergen dos
formas de expresin que se conjugan en una configuracin que slo las palabras describen,
configuracin que si bien Cicern plantea en dos rdenes, compositio y concinnitas,
quedan entrelazadas entre s. La concinnitas resulta, en definitiva, la categora que resume
las formas menos vagas, mejor trazadas y delimitadas, de lograr el efecto rtmico.
En fin, resignificando ahora las palabras de Cicern, no hay pensamiento alguno que
reporte su fruto al orador si no est expuesto de modo adecuado y completo, ni surge el
esplendor de las palabras, si no estn cuidadosamente dispuestas.(25)
Notas
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(1)Por disposicin puede entenderse cuando las palabras estn ordenadas de tal modo
que el ritmo parezca no haber sido buscado, sino haber resultado espontneamente (Cic.,
Or., 65, 219).
(2)Sirva de ilustracin la siguiente cita de Cicern: Quamvis enim suaves gravesque
sententias tamen,si inconditis verbis efferuntur, offendent aures, quarum est iudicium
superbissimum.
Por ms que los pensamientos sean agradables y elevados, si son expresados con palabras
desaliadas, ofenden los odos, cuyo juicio es muy exigente ( Cic., Or. 44, 149).
(3)Cf. Or. 61.
(4)Cf. Lausberg, H., Manual de Retrica Literaria, Gredos, Madrid, 1967.
--------------------, Elementos de Retrica Literaria, Gredos, Madrid, 1983.
(5)Cf. Cicero., De Or. 3, 47, 182.
(6)Cf. Cicero, Op. cit., 3, 47, 182 y ss.
(7)Cf. Quintiliano, Inst. Or., 9, 4, 47.
(8)Cf. Quintiliano, Op. cit., 9, 4, 50.
(9)Cf. Quintiliano, Op. cit., 9, 4, 45.
(10)Cf. Quintiliano, Op. cit., 9, 45, 57.
(11)Ibidem.
(12)Cf. Quintiliano, Op. cit., 8, 6, 64.
(13)Cf. Quintiliano, Op. cit., 9, 4, 60.
(14)Cf. Quintiliano, Op. cit., 9, 4, 72.
(15)Cf. Cicero, Op. cit., 3, 48, 184
(16)Ibidem.
(17)Las palabras se colocarn , pues, o bien de modo que se enlacen lo ms
adecuadamente posible los finales con los comienzos, y que ellas tengan los sonidos ms
agradable , o bien de modo que por s mismas la forma y la simetra de las palabras
redondeen su propio perodo o bien de modo que el perodo remate con ritmo apropiado
( Cicero, Orator, 44, 149).
(18)Pero las palabras tendrn su conclusin ya sea por la propia disposicin y por as decir,
casi espontnea, ya sea mediante cierta clase de palabras en las que en si mismas se da la
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simetra; stas o bien tienen formas semejantes en la terminacin (homoioptton) o bien
se corresponden como miembros a otros iguales , o bien se oponen como contrarios
( antteton ), por su propia naturaleza son rtmicas , aun cuando nada es buscado de
propsito (Cicero, Or., 49, 164). (Se aclara que homoioptton y antteton no figuran en el
texto latino, es de nuestra responsabilidad la inclusin de los mismos en la versin
espaola).
(19)En este gnero se deleitaban los antiguos aun antes de Iscrates, y sobre todo Gorgias,
en cuyo discurso a menudo la misma simetra produce el ritmo (Cicero, Or., 167).
(20)En el verso, el teatro entero prorrumpe en gritero si ha sido demasiado breve o
demasiado largo en una slaba ; y por cierto la multitud no sabe de pies ni domina los
ritmos de ninguna clase ni sabe aquello que choca ni por qu ni en qu le choca y sin
embargo, de todas las cantidades largas y breves en los sonidos as como de los tonos
agudos y graves la misma naturaleza ha dotado de juicio a nuestros odos (Cicero, Or.51,
173).
(21)As sucede que el ritmo en la prosa no se presenta de la misma manera que en el
verso, que lo que se llama rtmico en la prosa no siempre resulta del ritmo, sino a veces o
de la simetra o de la colocacin de las palabras (Cicero, Or., 60, 202).
(22)Hay mucha diferencia entre que la prosa sea rtmica, esto es, semejante a los ritmos, o
que por completo est compuesta de ritmos (Cicero, Or., 65,220).
(23)Y porque no slo se consigue una frase rtmica por el ritmo, sino por la disposicin de
las palabras, y por la clase, que antes hemos mencionado, de simetra por disposicin
puede entenderse cuando las palabras estn ordenadas de tal modo que el ritmo parece
no buscado, sino logrado espontneamente [...]; el orden de las palabras produce el ritmo
sin ningn empeo manifiesto del orador (Cicero, Or. 65, 219-220).
(24)Hay ciertas formas de expresin en las que la simetra es tal que el ritmo se sigue
necesariamente. En efecto, cuando se hacen paralelismos o anttesis se ponen juntas
palabras que terminan de igual manera, todo lo que as concluye, ocurre, la mayora de las
veces, que termina con ritmo, clase de disposicin de la que hemos tratado ms arriba con
ejemplos, de tal modo que esta abundancia proporciona el medio de terminar no siempre
del mismo modo (Cicero, ibidem).
(25)Et nec sententia nulla est, quae fructum oratori ferat, nisi apte exposita atque
absolute, nec verborum lumen apparet, nisi diligenter collocatorum [...] (Cicero, Or., 68,
227).
Captulo tercero: La constitucin de la tpica de la correccin en la Antigedad latina. (1)
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Grammatica docet, Rhetorica movet
En el marco del desarrollo de las ideas lingsticas, la produccin latina presenta una doble
perspectiva de anlisis de las concepciones de lenguaje que orientan el desenvolvimiento
de las prcticas disciplinarias cuyo objeto de estudio es el lenguaje. Estas prcticas implican
el desenvolvimiento futuro de los campos especficos de la Gramtica y la Retrica. El
punto esencial est dado por el hecho de que, como sabemos, la gramtica sistemtica
resulta un desenvolvimiento del estudio de la primera de las cualidades evocadas
originariamente en el cuadro retrico: la correccin. Es por ello que la retrica, a partir de
los siglos II y I A.C. mencionar a la correccin pero, a la vez, reenviar a la gramtica para
ms detalles. Quintiliano, por ejemplo, incluye en una misma obra -Institutiones Oratoriae-
tanto aspectos relativos a la gramtica como a la retrica y aborda la cuestin de la
correccin en su exposicin de la gramtica(2), pero tambin en el cuadro de la elocutio
retrica. En este tratado observamos tanto la migracin de categoras propias del dominio
de la gramtica al territorio de la retrica, como la prdida de ciertos aspectos funcionales
que haban garantizado la consolidacin de la retrica como prctica discursiva ligada al
ejercicio del poder. En el caso especfico de la gramtica, es necesario delimitar, en una
primera instancia, el sentido en que se emplean las palabras grammaticus y grammatica. En
su De Grammaticis et Rhetoribus, Suetonio registra la historia de los profesores de
gramtica, es decir, maestros cuya principal especialidad era la explicacin de textos e
indaga en los orgenes y el desarrollo de esta institucin, por otra parte muy floreciente en
su poca. En este contexto, lo que hoy llamamos gramtica no es, claro est, lo que
entiende Suetonio, para quien, por ejemplo, Varrn no podra ser nunca un grammaticus.
(3) Lo que en realidad manifiesta Suetonio en los primeros captulos de su obra De
Grammaticis et Rhetoribus y lo que expresan tambin las fuentes y testimonios de que
disponemos es que los romanos eran ms sensibles a lo que constitua un bien comn de
las escuelas helensticas, tanto la de Alejandra como la de Prgamo. Segn sus mtodos,
seala Desbordes(4), se discute la letra de los textos, se trata de establecer los textos en
funcin de diversos criterios que pueden conducir, por lo dems, a resultados divergentes
(el uso de un determinado autor, la analoga, la etimologa, las necesidades del sentido o
de la mtrica), se completa la escritura agregando signos destinados a tornar ms fcil la
lectura u orientar la interpretacin, se interroga sobre la autenticidad de un texto entero o
de alguna de sus partes, se indaga el sentido de las palabras raras u olvidadas, se explicitan
las alusiones histricas, se desbrozan las genealogas mticas, entre otras actividades. De
este modo -seala Desbordes- se infiere la creencia de que los textos pueden someterse a
un tratamiento destinado a hacerlos hablar mejor. Al mismo tiempo, se trata de un
tratamiento necesario, pues se puede y hasta se debe sospechar de la fidelidad de la
transmisin manuscrita; y aunque ella fuera fiel, habra todava que suplir las deficiencias
de una escritura que slo registra de manera parcial la palabra viva, una palabra que se
instaura en el presente nico del acto enunciativo y que no dura en la escritura
ntegramente. Es necesario tener en cuenta, adems, que en Roma la nueva disciplina no
se inscriba en un desierto completo, pues haba ya literatura, libros y lectores. Y haba,
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sobre todo, escuelas en las que se enseaba a leer y escribir. La ciencia de los textos se
insertara, pues, en ese sustrato comparable en ms de un aspecto al que tambin exista
en Grecia. En cuanto a la terminologa, sabemos que la grammatik tchne, implica en
Grecia, al menos para los contemporneos de Platn, el aprendizaje de la lectura y la
escritura; el maestro que imparte esta enseanza lleva, entre otros nombres, el de
grammatists; el adjetivo grammatiks puede entonces calificar al que conoce las letras, al
que sabe leer y escribir. En la poca helenstica, la ciencia de los textos (grmmata,
syngrmmata, conjunto de letras) al expandirse recibe diversas designaciones, como
philologa (amor a los discursos), kritik, (juicio), pero tambin grammatik: el
especialista, un sabio de alto nivel, es un fillogo, un crtico o un gramtico, entendido
esta vez en el sentido de erudito, letrado. En definitiva, es este ltimo trmino el que
prevalece. Frente a la situacin griega, la latina: del nombre de la letra, littera (de
etimologa an desconocida), haban derivado, a partir de trminos relativos al aprendizaje
escolar; litterator, que designaba al maestro que imparta la instruccin, litteratura, que
indicaba la grafa, la disciplina enseada. Con la importacin de la ciencia griega de los
textos, los romanos admitieron los trminos grammaticus y grammatica, sin embargo al
principio los emplearon por medio de perfrasis y con precauciones: aquellos a los que
llaman grammatici, dice por ejemplo Cicern en De Oratore, 1,3,10, en el ao 55 a. de C.
Asimismo, Suetonio nos informa que Cornelio Nepote haba querido hacer del adjetivo
litteratus un equivalente de grammaticus, aunque el trmino grammaticus sigui teniendo
mayor aceptacin tal vez debido a que, a pesar del nacionalismo romano, la gramtica era
algo griego y, por lo dems, durante la repblica muchos de los que la practicaban y sobre
todo la enseaban eran esclavos o libertos de origen griego.
El estudio de los textos clsicos -por ejemplo, de Ennio en la Repblica o de Virgilio a
comienzos del Imperio- era la base misma de la enseanza que podramos llamar de
segundo grado, que comprenda cierto nmero de operaciones. El canon alejandrino,
conocido por los romanos y traducido por Varrn, est