Download - ¿Quién ocupa qué?
¿QUIÉN ESTÁ OCUPANDO QUÉ?
Algunas reflexiones sobre el espacio público como bien común: La Puerta del Sol
de Madrid entre ‘Los Indignados’ y Vodafone1
Diego A. Barrado Timón
Presentación
El presente texto realiza una reflexión sobre la compleja relación establecida entre el
espacio público y las imágenes y significados que en él se crean y que de él se derivan,
y las relaciones conflictivas que por la apropiación de dicho significado se producen
entre el poder, político y económico, y las resistencias a dicho poder. Para ello se utiliza
como hilo argumental los recientes procesos ocurridos en la céntrica plaza madrileña de
la Puerta del Sol, que desde el 2011 viene siendo disputada como lugar para la
contestación y la resistencia política o como ámbito preferente para el ensayo de nuevas
formas de comercialización del espacio público.
Después de una manifestación convocada en Madrid el 15 de mayo de 2011 por
Democracia Real Ya, un grupo de personas decidió permanecer en la Puerta del Sol, y
tras ser desalojadas por la policía volvieron a concentrarse de forma espontánea en lo
que se convirtió en una acampada permanente en este simbólico espacio madrileño que
duró casi un mes. Este proceso dio origen a un movimiento conocido, entre otros
nombres, como el 15M o ‘Los Indignados’, que rápidamente se extendió a otras
ciudades españolas con la ocupación de céntricos espacios urbanos, y que en el
momento actual sigue teniendo influencia en el panorama político español2.
Lo que en origen pudo no ser más que una movilización local y puntual con raíces en
los aspectos más específicos de la crisis económica que se vivía en España desde 2007, 1 Las ideas que siguen fueron presentadas por primera vez el 25 de junio de 2014 en la sesión The Urban Square: Aesthetics Meets Minds, como parte del Euroscience Open Forum ESOF celebrado en Copenague. Agradezco al organizador de la sesión, Henrik Reeh, tanto la invitación como el intercambio y discusión de ideas que han dado lugar a este artículo. También agradezco a Mercedes Barrado y a Luis Galiana sus correcciones y aportes a la primera versión del texto.2 La cronología de los hechos puede seguirse en multitud de publicaciones y documentos de diverso carácter. Existen varias entradas de la Wikipedia que ofrecen información básica, como Protestas en España de 2011-2014 http://es.wikipedia.org/wiki/Protestas_en_Espa%C3%B1a_de_2011-2014 y Movimiento 15 M http://es.wikipedia.org/wiki/Movimiento_15-M. El propio movimiento ha desarrollado la wiki 15Mpedia http://wiki.15m.cc/wiki/Portada o Acampadasol http://madrid.tomalaplaza.net/, como instrumentos de recopilación de información, documentación histórica, y sobre las nuevas actividades que van desarrollando las distintas asambleas temáticas y de barrio. El artículo de M. Martínez Tapia (2013) ofrece una buena aproximación a las características sociopolíticas del movimiento, a su desarrollo y a sus formas de organización.
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alcanzó de manera un tanto inopinada una importante presencia global, debido entre
otros aspectos a la portada que le dedicó el periódico Washington Post algunos días
después, y en cuyo titular se generalizó el término de “Spanish revolution”3. Los
sucesos de la Puerta del Sol se interpretaron como un nexo de unión entre las protestas
encuadradas en la denominada “primavera árabe”, con el poderoso precedente de la
plaza de Tahir de El Cairo, y las posteriormente desarrolladas en otras grandes ciudades
occidentales, caso del movimiento Occupy Wall Street instalado en Zuccotti Park de
Nueva York; de este modo, al conectarse con procesos de contestación más amplios en
lo geográfico y más complejos en lo ideológico, acabó trascendiendo el ámbito nacional
y manteniendo su presencia política y simbólica a lo largo del tiempo.
Dos años después, en junio de 2013, la estación de metro de la Puerta del Sol, cuyo
nombre era simplemente Sol, fue rebautizada como Vodafone Sol por un período de tres
años. El acuerdo entre Metro de Madrid y la compañía británica de telecomunicaciones,
cifrado en tres millones de euros por tres años de duración, conlleva incluir la marca y
el logotipo de esta empresa en toda la señalización interna de la red, en los arcos de
entrada de la estación y en los mensajes de megafonía, así como el cambio de nombre
de toda la Línea 2, que pasó a llamarse Línea Vodafone.
Figura 1: Plaza Sol-ución vs. Vodafone Sol. Fuente: Henrik Reeh
Como puede observarse en el anterior par de fotografías, tanto el movimiento 15M
como la campaña de marketing de Vodafone han tratado y tratan de intervenir
nominalmente sobre la plaza como una forma de influir sobre sus significados. Lo que
3 “Spanish ‘revolution’: Thousands gather in Madrid’s Puerta del Sol Square”, Washington Post, 19 may
2011 http://www.washingtonpost.com/blogs/blogpost/post/spanish-revolution-thousands-gather-in-madrids-puerta-del-sol-square/2011/05/18/AFLzpZ6G_blog.html
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las páginas que siguen pretenden es avanzar en la reflexión sobre quiénes serían los
agentes sociales creadores de esos significados; no se discute sobre las formas de
gestión del espacio urbano como propiedad pública, algo en lo que podría haber un
relativo consenso, sino sobre la producción de bienes comunes en el espacio público, y
por tanto, sobre la mayor o menor legitimidad de cada actor para intervenir, disponer o,
caso de la estrategia de publicidad que nos ocupa, comercializar dicho valor.
¿Quién está ocupando qué? De una cuestión semántica al derecho a la ciudad
De acuerdo con varios análisis publicados, una significativa parte de la sociedad
española apoyó el movimiento 15M4, y participando o no en él de forma directa,
entendía su derecho a permanecer en la plaza como forma legítima de expresar una
posición ideológica; lo que no obsta para que se pudiese asumir al mismo tiempo, como
contradicción, que otros posibles usos de ese espacio se veían comprometidos. Es decir,
se aceptaba que la acampada y permanencia en Sol como forma de protesta suponía el
uso justificado de un espacio público, aunque se podía percibir que ese uso establecía
una relación conflictiva con otras funciones igualmente legítimas que en él se han
desarrollado a la largo de su historia.
Por el contrario, no parece percibirse de igual modo que al renombrar comercialmente la
estación de Sol se esté, de forma paralela al caso anterior, haciendo uso de un valor
simbólico que establece una relación conflictiva con otros contenidos que a la Puerta del
Sol se le ha ido otorgando, y que en el momento actual están claramente conectados con
la evolución reciente de las calificadas como teorías críticas o de la emancipación
(Keucheyan, 2013). Y que ese uso comercial actual, al igual que sucedía con la
acampada de 2011, es contradictorio y conflictivo; es decir, se trata de un proceso de
suma cero, en el que lo que uno gana se produce en detrimento de lo que el otro pierde.
En efecto, tal y como señalaba el periodista británico Andy Robinson en un blog de La
Vanguardia, una de las características del movimiento 15M había sido la crítica a las
grandes corporaciones multinacionales y sus estrategias económicas, pero también, y de
un modo particularmente mordaz, a sus campañas publicitarias. Por lo tanto, seguía
apuntando, “no deja de ser triste contemplar la pasividad con la que se ha aceptado 4 En el estudio realizado por la Fundación Alternativas se señala que en alguna medida, y con obvias diferencias en función de la adscripción ideológica previa, era valorado positivamente por más de un 70% de los ciudadanos, mientras que el 80% consideraba que tenían razón en sus reclamaciones http://www.falternativas.org/laboratorio/libros-e-informes/zoom-politico/especial-15-m.
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resignadamente la decisión del ayuntamiento de Madrid de vender los derechos de
marketing de la parada de metro de la Puerta del Sol, que de ahora en adelante se
llamará “Vodafone Sol” 5.
En puridad, no puede decirse que no exista contestación a dicha compaña. Así, merece
destacarse la iniciativa Tapa La Marca, que invitaba a participar en una acción de
desobediencia civil colectiva dirigida a cubrir el logotipo de dicha empresa por diversos
medios, apuntando como primera razón no motivaciones circunstanciales de orden
práctico o económico, sino una de importante calado conceptual e ideológico:
“Tapamos la marca porque es un símbolo: del expolio de lo común, de la
mercantilización de todo lo que nos pertenece”6.
Sin embargo, la realidad es que la valoración del periodista Andy Robinson es acertada
en un doble sentido. En primer lugar, porque el nuevo nombre ha sido asumido, que no
utilizado, sin una real oposición generalizada; pero sobre todo, porque la crítica se
centra mucho más en razones prácticas que en cuestiones profundas de raíz teórica y
política como las apuntadas por Tapa La Marca. De hecho, para la discusión que aquí
se plantea lo importante no serían tanto los aspectos cuantitativos, cuánta gente se
opone, sino los cualitativos, esto es, el porqué de la oposición; y en este sentido habría
que admitir que la escasa crítica se ha centrado en cuestiones circunstanciales como la
confusión que crean el nuevo nombre y el logotipo en la señalización, el bajo precio que
se considera que ha pagado la compañía por hacerse con un espacio tan emblemático, o
que no haya repercutido en una bajada de las tarifas7.
Puede tener un cierto interés para la argumentación que sigue señalar algunas causas
que permitan explicar por qué determinados usos del espacio público se consideran
conflictivos, y en consecuencia problemáticos, mientras que otros se aceptan como si
fuesen pacíficos y no excluyentes. Podría apuntarse una explicación de carácter
cognitivo de acuerdo a las teorías desarrolladas por G. Lakoff en su análisis sobre los
marcos de referencia, activados en el cerebro a partir de las palabras y los conceptos que
utilizamos. Como señala el lingüista estadounidense, enmarcar tiene que ver con las
5 “Próxima parada Vodafone - Puerta del Sol”, La Vanguardia.com/blogs, 27/06/2103 http://blogs.lavanguardia.com/diario-itinerante/ . 6 Tapa La Marca, http://wiki.15m.cc/wiki/Tapa_La_Marca.7 En el momento de redactar estas líneas el conocido escritor Antonio Muñoz Molina publicó un artículo en un suplemento cultural en el que señala expresamente que “privatizar el nombre de una línea de metro llamándole Vodafone es una usurpación de algo tan colectivo y público por naturaleza como el aire de la calle, como las palabras del idioma”, “La ciudad tomada”, Babelia, El País, 18/07/2014.
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ideas que encajan en una visión del mundo y con el lenguaje que se utiliza para
transmitir esas ideas (Lakoff, 2007), y como este autor señala, parece bastante claro que
las ideologías más conservadores están haciendo en las últimas décadas un uso mucho
más eficaz de estos procesos cognitivos.
En este sentido, resulta destacable cómo en la relación del movimiento 15M con la
ciudad, y de forma muy directa con la acampada en la Puerta del Sol, se han utilizado
mayoritariamente conceptos que evocan el conflicto, y lo que es más negativo para la
percepción de dicho movimiento, lo que sería un uso potencialmente ilegítimo del
espacio urbano. Dos son los verbos más veces repetidos: ocupar y tomar, que si bien
pueden remitir a imágenes positivas en relación con la acción en favor de derechos,
incluyen igualmente su sentido negativo, como es el de la posesión por la fuerza y de
forma potencialmente ilícita. De hecho, si bien la connotación positiva parece referirse a
los procesos ligados con la acción social y política, la negativa se centra esencialmente
en los aspectos geográficos de la relación con la ciudad como realidad construida. Así
queda de manifiesto en las entradas del Diccionario de la Lengua Española, que define
ocupar en su primera acepción como “tomar posesión o apoderarse de un territorio, de
un lugar, de un edificio, etc., invadiéndolo o instalándose en él”8; y tomar, en su quinta
acepción, como “ocupar o adquirir por expugnación, trato o asalto una fortaleza o
ciudad”9.
Algo similar sucedió con la extensión internacional del movimiento del cual Sol fue uno
de sus orígenes. Así, la obra dirigida por Janet Byrne en 2012, en la que se plantea tanto
la cronología de las acampadas que se sucedieron en numerosas ciudades como las
causas inmediatas y los planteamientos ideológicos subyacentes, fue titulada The
Occupy Handbook, incidiendo de nuevo en un concepto que también en inglés tiene esa
connotación negativa relacionada con la fuerza y la ilegitimidad10.
Por el contrario, el cambio de nombre de la estación de la Puerta del Sol suele ser
descrito a partir de neologismos técnicos, generalmente en inglés (renaming o
rebranding), que plantean el proceso como aséptico, al margen de cualquier
cuestionamiento de orden ideológico. Muy raramente se ha suscitado en el debate
público, al margen de los grupos más directamente involucrados en el 15M, que esta 8 http://lema.rae.es/drae/?val=ocupar. 9 http://lema.rae.es/drae/?val=tomar. 10 English Oxford Dictionary, “Enter and stay in (a building) without authority and often forcibly, especially as a form of protest”, http://www.oxforddictionaries.com/definition/english/occupy?q=occupy.
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operación aparentemente desideologizada y pacífica pueda tener otras connotaciones,
que sin embargo se ponen inmediatamente de manifiesto cuando se sustituyen los
conceptos arriba señalados por otros de contenido conflictivo que traen a nuestra mente
otros marcos cognitivos, tal y como muestra el último párrafo de una noticia al respecto
publicada en el período británico The Telegraph: “la medida va probablemente a
generar controversia en algunos lugares. Sol fue el punto focal de las protestas contra el
modo en que el gobierno español manejo la crisis, y la toma de la estación por parte de
Vodafone puede echar sal en la herida”11.
En realidad, se trata de una discusión en torno a cuestiones con un aparente alto grado
de abstracción. Pero lo cierto es que es a partir de estos significados, símbolos y
metáforas como se acaba estableciendo la percepción social sobre qué es el espacio
público y para qué sirve, y directamente derivado de ello, sobre quién tiene derecho a
utilizarlo para qué tipo de usos; por más que estos actores y funciones no hayan de ser
en ningún caso de carácter excluyente. Precisamente el conflicto por el uso, no
necesariamente violento, es una de las características de estos espacios que se pretenden
soslayar con la visión idealizada de los mismos.
Asumiendo definitivamente la connotación negativa de ocupación a la que se ha hecho
referencia, la pregunta incluida en el título de este epígrafe cobra mayor significación:
¿quién está ocupando la Puerta del Sol? Avanzar en esta respuesta implica intentar
responder a una pregunta intermedia: ¿qué es la Puerta del Sol?
La Puerta del Sol: algunas ideas sobre el espacio público como lugar y como valor
La Puerta del Sol es, si no el que más, uno de los espacios más céntricos, accesibles y
simbólicos de la ciudad de Madrid. Lugar de cita, encuentro y estancia; kilómetro cero
como punto de origen de las carreras radiales del país; y plaza que el 31 de diciembre
marca con las campadas de la torre de la Casa de Correos el fin de un año y el comienzo
11 Katherine Rusthon, “Madrid rebrands metro in Vodafone deal”, The Telegraph, 24/04/2013, http://www.telegraph.co.uk/finance/10016166/Madrid-rebrands-metro-in-Vodafone-deal.html. Para la descripción del cambio de nombre se utiliza en inglés el término takeover, que de acuerdo con el Oxford Dictionary se podría traducir por toma del poder, en algunos casos de forma ilegítima o violenta; o referido a los negocios, como absorción. Es decir, conceptos ambos que invocan conflicto.
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del siguiente12 es, sin duda, uno de los ámbitos urbanos que concita más miradas no solo
de la ciudad, sino posiblemente del conjunto del país.
Además, y sin ser el lugar de la ciudad que más claramente simboliza el poder, se
convirtió en una especie de caja de resonancia y altavoz de una parte importante de las
reivindicaciones políticas de los últimos siglos, en lugar para la contestación de ese
poder no directamente presente pero sí cercano. Como señala A. Arnalte, seguramente
muchos de los manifestantes del 15M utilizaban por primera vez la Puerta del Sol como
lugar de reivindicación, pero ha sido “la cámara de los ecos de la historia de España, el
teatro en que se representan, de forma pacífica o violenta, los conflictos que han
jalonado la era contemporánea del país” (Arnalte, 2011, 34); lo que supuso que su
configuración actual, definida a mediados del siglo XIX, tuviesen gran importancia los
aspectos defensivos y de orden público (Quirós, 1983).
De acuerdo con la mayoría de los autores, el espacio público conlleva la doble
dimensión que en los párrafos anteriores se ha puesto de manifiesto para la Puerta del
Sol. Por un lado implica una realidad física, son los lugares de libre acceso destinados a
las relaciones sociales y al estar juntos, cuya aparición y formalización está vinculada a
la emergencia de la sociedad y la ciudad industrial (Borja, 2013). Pero el concepto de
espacio público ha sido también definido por parte de la filosofía política como algo
independiente de cualquier materialidad física, lo que lo iguala en gran medida al de
esfera pública, entendida como ámbito en el que se desarrolla un determinado vínculo
social y de relación con el poder (Delgado, 2011).
Sin embargo, al margen del ágora de la Atenas clásica, que reunía en una misma
realidad espacio temporal tanto el lugar como la función, en la medida en que es “la
evolución de la democracia ateniense [la que] configuró las superficies y el volumen del
ágora, porque el movimiento posible en un espacio simultáneo era adecuado para la
democracia participativa” (Sennet, 1997, 59), lo cierto es que no es sencilla la
interpretación del espacio público entendido al mismo tiempo como un ámbito
construido y como un lugar de socialización y participación en los asuntos colectivos
(Borja, 2013). De entre los problemas existentes para reflexionar conjuntamente sobre
12 El día de fin de año tiene lugar una celebración seguida por prácticamente todos los españoles. Se trata de comer una uva con cada una de las doce campadas de la medianoche, una especie de ‘rito de paso’ que cierra un año y abre el siguiente. Esta ceremonia tiene su centro más claro en la Puerta del Sol, lugar en el que se concentran miles de personas y desde el que retrasmiten gran parte de las televisiones y medios de comunicación.
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el espacio público como hecho físico y como proceso político interesa destacar aquí dos
imprescindibles para el debate que se está planteando.
En primer lugar, la crítica a la idealización construida en torno a la vinculación entre el
espacio público físico y el político, que M. Delgado califica de “ideología
ciudadanista”. Este planteamiento conllevaría que a la democracia como ámbito teórico
le habría de corresponder un espacio sensible expresamente configurado para confirmar
su naturaleza igualitaria, “aunque sea a costa de evitar o suprimir cualquier emergencia
que pueda poner en cuestión que ha logrado ser efectivamente lo que se esperaba que
fuera” (Delgado, 2011, 28) y en el que “el conflicto antagonista no puede percibirse sino
como una estridencia, o peor, como una patología” (Delgado, 2011, 30).
Junto con esta, la segunda cuestión a debatir sería la aparente desvinculación que se está
dando en las últimas décadas entre el espacio del debate político y el espacio físico. Las
tecnologías de la información y la comunicación permitirían crear nuevas comunidades
a partir de individuos que ya no responden a claros parámetros de identidad, y que en
consecuencia, tampoco comparten ni una espacialidad ni una temporalidad a partir de la
cual se movilizarían.
Conviene poner de manifiesto está doble discusión en relación con las protestas
desarrolladas en mayo de 2011 en la Puerta del Sol, en la medida en que en ella se hace
visible, en primer lugar, esa idealización de una determinada concepción del espacio
público del cual el conflicto se pretende ausente; y en segundo, la vinculación inherente
que aquí se defiende entre lo geográfico y lo sociopolítico como ámbitos de la
movilización. En efecto, las manifestaciones del 15M desmintieron claramente la
imagen del espacio público como lugar de una supuesta armonía social que la crisis
económica desenmascaraba de manera definitiva. Sin ser necesariamente concebido
como violencia, la realidad es que el conflicto existe, y la Puerta del Sol, entendida
como una realidad compleja, era una clara muestra de ello; conflicto que se manifiesta
no solo entre grupos sociales que lo pretenden utilizar y significar para un mismo
propósito, como por ejemplo el político, sino también entre estos, las instituciones y las
diferentes funciones que puede acoger, como lo prueban los intentos de reapropiación
recientemente puestos en marcha en 2013 por el entonces gobierno local que serán
analizados más adelante.
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Pero además, la realidad de la Puerta del Sol parece desmentir la tantas veces planteada
desconexión entre las vertientes física y sociopolítica con que se concibe el espacio
público, en donde la segunda habría migrado definitivamente a un espacio virtual que
permite la conexión sin límites, y que estaría dejando las plazas y calles de la ciudad
vacías de un propósito ideológico.
Lo cierto es que las manifestaciones del 15M, además del uso del ciberespacio y las
nuevas tecnologías, tuvieron un claro contenido espacial entendido desde la perspectiva
más clásica, tal y como ha sido recientemente puesto de manifiesto en algunos
interesantes trabajos (Díaz Parra y Candón, 2014; Sevilla, 2014). Pero en este texto se
quiere ir un poco más allá de resaltar la importancia del espacio urbano como lugar de
contestación. La idea que aquí se defiende es que, la Puerta del Sol en el caso que nos
ocupa, actuó a modo de molde que ahormó una determinada forma de protesta y unos
contenidos específicos para la misma.
Esta idea es defendida de forma rotunda por D. Harvey, cuando señala que experiencias
como las de Tahir muestran una verdad obvia: “que son los cuerpos en las calles y en
las plazas, y no la jerigonza de sentimientos en Twitter o en Facebook lo que realmente
importa” (Harvey, 2012, 232). En este línea se manifiesta A. Sevilla (2014) para el caso
expreso de la Puerta del Sol, al resaltar como rasgo esencial del movimiento 15M su
capacidad para ocupar durante un prolongado período de tiempo un espacio central de la
ciudad, reasignando sus funciones, formas de uso y de tránsito; creando una ciudad
dentro de la ciudad con sus propias formas de organización territorial en el ámbito
simbólico de la Puerta del Sol, con sus propias conexiones escalares hacia arriba, a otras
ciudades con movimientos similares, y hacia abajo, los barrios y las asambleas
temáticas. Esto fue lo que permitió construir un programa y una unidad de acción en
función de una prácticas espaciales que operaron como una política prefigurativa,
“anticipando en la ordenación de las acampadas y la interacción de sus redes las formas
de organización social a que el movimiento aspiraba” (Sevilla, 2014, 208).
Frente a la aespacialidad que se le parecía suponer a los nuevos movimiento sociales, la
realidad es que el espacio dotado de un contenido distintivo, pero sobre todo, el
verdaderamente disputado, no fue el de las nuevas tecnologías de la comunicación sino
el topográfico, en la medida en que como ya se ha puesto de manifiesto tanto su
ocupación como los símbolos que en él se crean y que desde él se transmiten acaban
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siendo un juego de suma cero. Fue sobre la espacialidad de la Puerta del Sol donde un
grupo heterogéneo de personas que carecía de unidad y de un programa propio
devinieron un sujeto político, una Multitud, de acuerdo con la definición de M. Hardt y
A. Negri que más tarde se analizará.
Lugar de relación con los otros y de la sociedad con el poder, y en consecuencia lugar
de conflicto, entre otros aspectos sobre la propia función del espacio urbano y sobre
cómo usarlo, la Puerta del Sol es no solo un ámbito disputado, sino que está en el centro
de la propia discusión teórica sobre el concepto de espacio público como bien público y
sobre la producción de valor común en las grandes ciudades.
De la espacialidad de las movilizaciones sociales a la producción de valor común
Son muchos los autores que, sin caer en planteamientos deterministas, señalan cómo la
vida política sigue unida a las formas de la espacialidad, ya que si “las palabras y la
acciones generan un espacio público, también el espacio genera determinadas formas de
la política” (Innerarity, 2006, 96). Esta comunidad entre las formas de la política y la
espacialidad ha sido igualmente defendida en el caso expreso de los movimientos
sociales, para los que “la morfología urbana no es un factor determinante, pero sí
condicionante [en la medida en que] los grupos humanos que mantienen determinados
intereses en común deciden salir a la palestra para visibilizarlos tiene en cuenta el
espacio sobre el que despliegan sus deseos o sus impugnaciones” (Delgado, 2011, 75).
De todos modos, hubo un momento en que pareció soslayarse la importancia de lo
geográfico en las formas de la movilización social; olvido en el que sin duda influyó el
hecho de que algunos de los movimientos más visibles y novedosos de finales del XX,
caso de los ligados a la alterglobalización, eran esencialmente nómadas, migrando en
función de las cumbres de organizaciones como las del OMC, G8 o FMI. En
consonancia, en ese mismo momento M. Maffesoli planteaba que el nomadismo era el
“elemento central para comprender la vida social” (Maffesoli, 2004, 158), lo que tras
multitud de metáforas ligadas al desarraigo le llevaba a afirmar que “el territorio no
tiene valor más que relacionándolo, comparándolo, con otra cosa o con otros lugares y
con los valores ligados a ellos (…); lo que a su vez lo vuelve flotante, nebuloso, casi
inmaterial” (Maffesoli, 2004, 92). En el mismo sentido, H. Rheingold (2004) hacía
hincapié en la facilidad de convocatoria que habían alcanzado a finales del siglo pasado
algunos movimientos sociales, utilizando la metáfora del enjambre para señalar la
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rapidez de concentración pero, en contrapartida, también de dispersión, de desarraigo.
La nomadización, en suma, convertida en estrategia para enfrentarse a un poder que
también habría de dejado de estar concentrado y se diseminaba en múltiples
micropoderes por el cuerpo social e institucional.
Por el contrario, el nuevo ciclo de movilizaciones iniciado en el 2011 es no solo
sedentario, como han señalado M. Hardt y A. Negri (2012), sino que parece hacer de
esa sedentarización una de sus señas de identidad, y lucha por mantenerla en la medida
en que “sin el tipo de comunidades generadas en torno al espacio geográfico, el
desarrollo de estructuras organizativas masivas y estables o proyectos políticos
asumidos masivamente es por el momento incierto” (Díaz Parra y Candón, 2014, 2).
Este nuevo arraigamiento espacial de la movilización social no solo es constatable desde
el punto de vista factual, sino que ha sido defendido desde una perspectiva teórica en
oposición a los planteamientos sostenidos hace algunas décadas, tal y como se deriva de
la lectura de las últimas obras publicadas por parte de algunos de los autores críticos
actuales más importantes, caso de los citados D. Harvey13 y M. Hardt y A. Negri. Estos
últimos concluyen que la continuidad de acción por parte de las personas participantes
en los movimientos como los de 2011 no se derivaría tanto de la posibilidad de
mantenerse en contacto virtualmente, como a menudo se arguye, sino de la
“construcción de [los] afectos políticos” (Hardt y Negri, 2012, 25) que derivados de la
proximidad física experimentaron durante los largos períodos de acampada en lugares
como la Puerta del Sol, las plazas de Tahir en El Cairo, Syntagma en Atenas y Cataluña
en Barcelona, o Zuccotti Park en Nueva York.
El sujeto político protagonista de este tipo de movilizaciones no es homogéneo, tal y
como sucedía con otras categorías más tradicionales ligadas a comunidades de clase,
etnia o género (Keuchevan, 2013). En consecuencia, no existen unas bases previas para
su acción política que se puedan mantener simplemente mediante la circulación de
información y de ideas, aspecto para el que sí resultan fundamentales las nuevas
tecnologías de la comunicación, sino que se configura expresamente gracias a un “estar
juntos de los cuerpos y a la comunicación corpórea que es la base de la inteligencia y la
acción política colectivas” (Hardt y Negri, 2012, 25). Requiere, en consecuencia, de una
13 En Ciudades rebeldes D. Harvey (2012) defiende la centralidad que la ciudad siempre ha tenido en los movimientos revolucionarios desde el siglo XIX, por lo que para él la espacialidad de la movilización social no sería, en puridad, una nueva realidad.
11
coincidencia espacio temporal que solo puede darse en un espacio público entendido a
la vez como concepto político y como hecho físico.
R. Keucheyan destaca, en su análisis de la obra que D. Harvey dedica al París de
Haussmann14, los conceptos de “comunidad de clase y clase de la comunidad”. Esto
supondría que ser miembro de una clase implica la creación de comunidad, es decir, una
cierta identidad colectiva; pero al mismo tiempo, que las comunidades puede desbordar
su propias fronteras y extender su influencia a diversas clases sociales (Keucheyan,
2010). Estas comunidades generan espacialidad, pero a su vez el espacio, tanto el real
como el imaginario, influye en la creación de esas comunidades en virtud de los
comportamientos que induce.
La estancia y residencia en la Puerta del Sol habría supuesto, en consecuencia, la
creación de una nueva comunidad constituida en torno a la realidad e imaginario de una
plaza, que entendida como un hecho histórico con una determinada localización en el
espacio y en el tiempo, era a su vez el centro geométrico y simbólico de una ciudad que
era capital política de un país sumido en una profunda crisis. En este sentido tuvo
mucho de espontáneo y circunstancial, pues si bien la manifestación fue objeto de una
convocatoria previa, la comunidad fue creada por la decisión de permanecer juntos en
un determinado lugar, junto con las relaciones que de ese hecho espacial se derivaron. Y
son estas relaciones espaciales las que en gran medida definieron dicha comunidad y
determinaron su continuidad temporal.
De acuerdo con D. Harvey, estas comunidades deben ser entendidas en función de lo
que denomina un “momento de ‘irrupción”, que en el caso que nos ocupa vendría
definido, entre otros aspectos, por la crisis económica, sus valoraciones públicas y las
medidas tomadas para su supuesta superación. Es en función de esa espoleta, ese
momento de irrupción, cuando “diversos grupos heterotrópicos ven, de repente, aunque
solo sea por un momento efímero, las posibilidades de la acción colectiva para crear
algo radicalmente diferente” (Harvey, 2012, 15).
Expresamente referido a un análisis sobre lo sucedido en la Puerta del Sol, R. Magallón
(2011) recuerda muy oportunamente la frase con la que el director teatral Peter Brook
abre su libro El espacio vacío (1996): “Puedo tomar cualquier espacio vacío y llamarlo
un escenario desnudo. Un hombre camina por un espacio vacío mientras otro le observa,
14 París, capital de la modernidad (2008).
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y esto es todo lo que se necesita para realizar un acto teatral”. La Puerta del Sol no era
un espacio vacío desde el punto de vista simbólico, aunque en gran medida sí desde el
físico, concebida para “acoger a los ciudadanos en momentos sociológicamente intensos
y tensos, sea la fiesta, la celebración o la protesta” (Mangada, 2014, 2). Pero en el 2011
se produjo un “acontecimiento” creador de una nueva comunidad que la reinterpretó
como escenario vacío para la representación de una nueva forma de acción política.
En este contexto, escenario debe ser entendido en un doble sentido: teatralmente, como
lugar para la representación de esa nueva forma de movilización social; pero también, y
derivado de lo anterior, temporalmente, como un nuevo período. Actuar junto con otros
en un escenario urbano compartido que tiene la doble dimensión espacial y temporal
estaría implicando, a su vez, un doble propósito: supone hacer algo, intervenir, poner en
acción una nueva forma de la política; pero también interpretar un papel, ser otro en
relación con los otros para generar esa Multitud a que se refieren M. Hardt y A. Negri.
No es novedoso en los estudios culturales urbanos establecer una relación entre la vida
urbana y la experiencia teatral, y en consecuencia, sobre los propósitos del teatro y la
performance para intervenir explícitamente en los procesos urbanos convencionales
(Harvie, 2009). Este análisis permitiría poner de manifiesto la importante complejidad
de la conexión entre el espacio, la Puerta del Sol, un escenario entendido desde el punto
de vista teatral y del temporal, junto con lo que en él se desarrolla, una movilización a
medio camino entre la política y la representación. Los acampados del 15M, los
participantes temporales y los manifestantes concentrados en los principales momentos
de convocatoria como la noche electoral del 22 de mayo, junto con la multitud de
curiosos interesados en menor medida pero que participaban también en la performance,
formaron una gigantesca coreografía, una acción performativa destinada a ser sentida,
vista, oída y leída15, y cuyo fin era producir efectos en la realidad.
En este sentido, una de las acciones de mayor contenido alegórico realizadas durante la
acampada, y que define simbólicamente esa decisión de intervenir sobre la realidad, fue
precisamente la actuación sobre los elementos publicitarios en ese momento instalados
en la Puerta del Sol, y concretamente la progresiva transformación que experimentó el
gigantesco cartel de la empresa L’Oreal. Entre otros muchos cambios se produjo una 15 Una de las características de la movilización fue la multitud de mensajes escritos adosados a las paredes, estaciones de metro, farolas y cualquier superficie útil; así como las pequeñas pancartas con mensajes cortos. La internacionalización del movimiento hizo que muchos de ellos fuesen redactados en inglés.
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sutil alteración del nombre de la compañía, que de representar una marca de cosméticos,
sector que podría ligarse con la simulación, pasó a designar la realidad, Lo Real, es
decir, a desenmascarar la simulación previa16.
Entre otras creaciones, el movimiento 15M modificó de manera radical el discurso que
hasta ese momento se había construido en torno a la crisis económica y, sobre todo,
sobre la gestión política de la misma. Pero, de una manera más profunda, y sin rechazar
necesariamente la democracia representativa desde un punto de vista individual,
también alteró la percepción de las formas de relación entre la política y la ciudadanía,
abriendo nuevas formas de participación.
Como una nueva forma, práctica y lenguaje de la acción colectiva sobre un espacio
concreto de la ciudad, como una nueva forma de construcción de la realidad y como un
nuevo discurso político, la significación que alcanza la Puerta del Sol en conexión con
el movimiento 15M puede ser concebida como una creación de valor común.
Tradicionalmente la idea de los bienes comunes ha sido estática y ligada a algunos
recursos naturales. Sin embargo, ahora existe una concepción dinámica de los mismos
entendidos como parte del proceso social, serían “los lenguajes que creamos, las
prácticas sociales que fundamos, los modos de socialidad que definen nuestra relación”
(Hardt y Negri, 2009, 153). Además, estos bienes comunes se crean sobre todo en las
grandes ciudades, en la medida en que en ellas se concentra “la producción biopolítica
porque es el espacio del común, de las personas que viven juntas, compartiendo
recursos, comunicando, intercambiando bienes e ideas” (Hardt y Negri, 2009, 256).
Espacios públicos como la Puerta del Sol “se convirtieron en un bien común urbano
cuando la gente se reunió allí para expresar sus opiniones políticas y proclamar sus
reivindicaciones” (Harvey, 2013, 115). Las movilizaciones de 2011 destinaron estos
espacios a la creación y al intercambio de ideas, devinieron lugares para una producción
de una subjetividad (ideas, significados, códigos, símbolos, etc.) que solo tiene sentido
entendida como un bien común producido por una red de actores cooperativos.
En consecuencia, el término ocupación referido a la acampada de Sol no debería
conllevar la acepción negativa a que se hizo mención en páginas precedentes. Tal y
como se ha visto, la Puerta del Sol es un espacio público, físico y político, compartido y 16 El escritor Juan José Millás apuntaba esta conexión entre maquillaje, simulación y realidad a propósito del nombre de dicha marca y su cercanía al sintagma ‘lo real’ en un artículo publicado en El País Semanal el 17 de marzo de 2013.
14
disputado; pero sobre ese espacio el 15M construyó, a partir de la movilización, un
valor común que no existía previamente, sino que se creaba al mismo tiempo que se
experimentaba y usaba. Así pues, como productores de ese valor común, los
movimientos sociales que los generan son los que tienen derechos sobre esa producción
de subjetividad, sobre los contenidos simbólicos y sobre el imaginario generado.
Antes al contrario, la ocupación en el sentido negativo se estaría produciendo con los
recientes intentos de reapropiación, que en el caso del común artificial concentrado en
las metrópolis se realiza generalmente de dos formas. Por un lado, capturándolo en
forma de renta inmobiliaria, convertido en externalidades positivas como el ambiente de
calidad, la atmósfera cultural o la cercanía a servicios que el mercado internaliza en
forma de diferencias en los precios del suelo que no vienen marcadas por cuestiones
como el tamaño o la calidad de la construcción. En cuanto a las producciones más
subjetivas del común, que en el caso urbano se pueden concretar en el atractivo,
imaginario y simbolismo de una ciudad o área urbana, no son directamente apropiables
como mercancía, pero pueden ser transformados en renta simbólica que se captura
posteriormente mediante diversas actividades económicas.
Ya sea entendida como renta de suelo o como renta simbólica, la reapropiación de la
Puerta del Sol se ve notablemente dificultada en función de los valores y significados
derivados del 15M. Se hacía preciso, en consecuencia, poner en marcha un complejo
proceso de resignificación para intervenir sobre su valor como suelo, con el fin de
incrementar las rentas inmobiliarias, y sobre su valor como imagen, con el fin de
incrementar la renta simbólica. El proceso de reforma Piensa en Sol iniciado en 2013
por el Colegio de Arquitectos, y el ya comentado cambio de nombre de la estación de
metro, intentaría actuar respectivamente en dichas direcciones.
De la apropiación de la Puerta del Sol como bien común
Durante las concentraciones del 2011 los opositores a las mismas hicieron
sistemáticamente hincapié en las pérdidas económicas y de empleo derivadas del
descenso de las actividades comerciales y turísticas (Díaz Parra y Candón, 2013). No es
extraño, por tanto, que, una vez finalizadas, los principales esfuerzos desde el punto de
vista político se hayan dirigido a intentar restringir el derecho de manifestación en dicho
espacio. En este sentido debe leerse la polémica que en los dos años posteriores se
15
produjo entre la entonces Delegada del Gobierno en Madrid17 y diversos responsables
políticos de ámbito local y regional, todos ellos pertenecientes al Partido Popular, con el
fin de que la primera prohibiese o al menos restringiese las manifestaciones en la Puerta
del Sol18, para que dejase de ser el manifestódromo19 de la capital.
Al margen de esta intervención, que se situó en el plano político y legal, para la
perspectiva que aquí se maneja son más significativos los intentos de refuncionalizar la
plaza, dificultando en ella las manifestaciones desde un punto de vista físico e incluso
borrando las huellas físicas de las mismas mediante la transformación urbanística del
espacio topográfico. La primera iniciativa surgió del Ayuntamiento, que preveía la
instalación de un quiosco cafetería de cien metros cuadrados y una terraza de
trescientos, similar a las que existen en otras plazas madrileñas. Este proceso suponía,
por un lado, una privatización temporal de gigantescas superficies de espacio público en
ámbitos particularmente sensibles del centro urbano (Ardura, 2014), pero además
permitiría justificar la prohibición de manifestaciones en aras de la incompatibilidad de
usos o de los problemas de seguridad que se pudiesen producir.
Anunciado como una supuesta reacción a este proyecto, , el Colegio de Arquitectos
lanzó, con el apoyo de los gobiernos local y regional, la iniciativa Piensa en Sol, una
exposición, concurso de ideas y foro de reflexión y debate “cuyo objetivo es recabar
propuestas mediante un concurso internacional de ideas de arquitectura para orientar el
rumbo de su evolución”20.
No se van a analizar aquí las propuestas que han surgido de dicha iniciativa. Tampoco
merece la pena discutir sobre la calidad urbanística de la Puerta del Sol como espacio
público, una plaza en la que, como la gran mayoría del centro de Madrid, se ha
privilegiado un modelo de espacio vacío y duro destinado exclusivamente al tránsito, el
consumo y la privatización temporal, que suele recibir, como poco, el calificativo de
inhóspito, pero que curiosamente se adaptó perfectamente a la movilización política
sedentaria que desarrolló el 15M. Es precisamente esa adaptabilidad para la
movilización la que parece justificar que se abriese un debate para su reforma tan solo
17 Actualmente presidenta de la Comunidad de Madrid.18 Puede verse la información de F. Javier Barroso en El País Madrid titulada “Cifuentes recuerda que no puede cambiar el recorrido de las manifestaciones”, del 19 de febrero de 2014, http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/02/19/madrid/1392812916_821008.html 19 Información del 13 de febrero de 2014 de José Marcos en El País Madrid, http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/02/13/madrid/1392292519_439062.html. 20 Piensa en Sol, http://www.piensasol.com/index.php#reflexion.
16
cuatro años después de la última, en un contexto de crisis económica que difícilmente la
hubiese posible salvo que se contase, tal y como se señalaba, con una financiación
privada que en ningún caso sería desinteresada ni abierta a potenciar el valor común de
este espacio, sino más bien a apropiárselo. Se trata, tal y como se ha comentado más
arriba, de privilegiar la función comercial frente a la social y política, lo que a su vez
permita convertir las externalidades positivas en rentas financieras derivadas del
incremento de los precios del suelo para la actividad económica.
Muy significativo resulta, además, el modelo de supuesta participación abierto, que,
esencialmente formalizado a partir de tandas de encuestas, dirigía claramente la
reflexión, dado que lo más importante no es quién y qué se responde, sino las preguntas
que se hacen. Colectivos de urbanistas expertos en participación ya han realizado una
crítica acertada a dicho formato incluida en una interesante valoración general del
proceso21, por lo que no se va a insistir en ello.
Sí se quiere resaltar expresamente la reflexión realizada por el colectivo n’UNDO
(2014), en la medida en que se centra expresamente en el modelo de producción
cooperativa de subjetividad que está en la base de la generación de bienes comunes.
Frente a la exhortación a pensar individualmente sobre este espacio, que transmite el
lema Piensa en Sol, se señala que “Sol [ya] es una plaza que piensa (…) a través de
todos los ciudadanos que vierten en ellas sus reflexiones y preocupaciones diarias (…).
Por ello no es pertinente pensar en Sol como un simple lugar físico, sino que es
necesario tener en cuenta la madurez social que ha sufrido en los últimos años”
(n’UNDO, 2014, 5). En resumen, Sol no es una plaza sobre la que habría que pensar,
sino que es en sí misma un organismo de reflexión colectiva que produce su propio
corpus de pensamiento, un espacio de representación, de acuerdo con la terminología de
H. Lefebvre (2013), que crea su propia inteligencia y simbolismo.
José Antonio Granero, el decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid,
manifestaba al hilo de la presentación del proyecto Piensa en Sol que “madrileños y
turistas sienten desapego por Sol, y de la falta de cariño viene su banalización. No es
una plaza estancial, es un cruce de caminos. No está bien diseñado, tiene demasiados
elementos. Hay que ponerle racionalidad”22. Como se señaló más arriba, la crítica a Sol
21 Paisaje Transversal (2013).22 Información de Bruno García del día 18 de mayo de 2013 en El País Madrid, “Sol vuelve a mudar de piel”, http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/05/18/madrid/1368902988_013052.html.
17
como espacio construido está perfectamente justificada. Sin embargo, posiblemente
fuese aquel uno de los momentos de los últimos tiempos en los que, a pesar de las
deficiencias de su diseño, hubiese más madrileños y visitantes que tenían un especial
apego y cariño por la Puerta del Sol, lo que sin duda derivaba del papel simbólico que
representó en las movilizaciones del 2011 y su posterior presencia en el imaginario
colectivo.
Quizá, lo que suceda, es que tanto los opuestos de cariño y desapego derivados del
imaginario ligado a las movilizaciones de 2011 por los grupos que estuvieron a favor y
en contra de las mismas dificultan la apropiación de la imagen de la plaza en forma de
renta simbólica, como lo probaría la expresa referencia que en la cita del presidente del
Colegio de Arquitectos se hace a los turistas.
La realidad es que el importante carácter simbólico que tanto a escala nacional como
internacional alcanzó el movimiento 15M se trasladó en gran medida al espacio urbano
en el que se desarrolló. Sol, como abreviadamente suelen referirse a esta plaza los
madrileños, devino metonímicamente en el movimiento social y político que allí se
había desarrollado, reforzando la fuerte presencia que siempre ha tenido en el
imaginario de la cuidad como espacio para la contestación del poder.
En consecuencia, la esponsorización por parte de Vodafone va mucho más allá de un
simple acuerdo comercial por el que Metro de Madrid trata de obtener nuevos recursos
financieros. Se pretendería intervenir de forma expresa sobre ese valor simbólico a que
se ha hecho referencia, y que conecta el que posiblemente es el principal referente
urbano de Madrid con un discurso político que se encuadra en la línea de los nuevos
movimientos sociales de izquierda23.
Renombrar implica actuar sobre la realidad, en la medida en que se accede a esta por
medio de palabras y conceptos; así, anteponiendo un nombre comercial al tradicional se
trataría de desligar Sol de su contenido político, conectándolo directamente con otro
asociado al imaginario de una economía avanzada, supuestamente aséptica en lo
ideológico, de la que una compañía de telecomunicaciones sería claro exponente.
Cambiar el nombre a la estación de Sol, y por ende el espacio al que por ella se accede y 23 Como acertadamente señala Álvaro Ardura (2014), la multitud de manifestaciones convocadas por la derecha política y religiosa en España durante el último período de gobierno del partido socialista tenían siempre como escenario final la plaza de Colón, en la conexión entre el paseo de Recoletos y la Castellana. Sería interesante un análisis urbano e iconográfico sobre el porqué de estas diferentes elecciones.
18
cuyo nombre comparte, sería mucho más que intentar reforzar el carácter económico y
comercial de la Puerta del Sol, función que con mayor o menor centralidad siempre ha
desempeñado y que sin duda caracteriza a este espacio urbano tanto como la social y la
política. Lo que en realidad se estaría intentando es resignificar y reimaginar la plaza
separándola del conjunto de imágenes y símbolos ligados a los movimientos sociales
que en ella se desarrollaron.
Derivado de esa desinfección, el conflicto en esta plaza ya no sería nunca más visto
como un reflejo legítimo del juego político, potencialmente subversivo pero lícito en
democracia, sino simplemente como muestra de un incivismo (Delgado, 2011, 29) que
utiliza de modo inadecuado un lugar que ahora sería escenario preferente para otras
representaciones. De este modo, una vez limpia de connotaciones indeseables, estaría
disponible para convertirse en el escenario en el que se manifestase un concepto ideal
del espacio público del que quede al margen cualquier posibilidad de conflicto.
Entonces es el momento de apropiarse de la renta simbólica que en ella se produce.
A modo de conclusión. Del espacio público como lugar, símbolo, memoria y bien
común
Cuando en abril del 2014 el gigantesco luminoso de la marca de vinos Tío Pepe, que
había sido retirado tan solo un mes antes del inicio de las movilizaciones del 2011, fue
recolocado de nuevo en la Puerta del Sol, no lo hizo sobre su localización original en el
número 1 del antiguo Hotel París, sino en una nueva a cien metro de la original. En
efecto, tras la negativa por parte de Apple, ahora propietaria del edificio del antiguo
hotel, a situar dicho anuncio sobre su nuevo Apple Store, se inició una campaña a favor
de recuperar un elemento que muchos consideran una parte fundamental del paisaje
tradicional de una plaza en la que llevaba desde los años cincuenta del pasado siglo,
alcanzándose finalmente un acuerdo para su nueva ubicación sobre la terraza del
número 11.
No se trata de valorar aquí la idoneidad de recuperar el luminoso, algo que en su
momento fue discutido por algunos colectivos, mucho más teniendo en cuenta que
finalmente no se instaló en su antigua ubicación. Lo que interesa plantear, al hilo de la
reflexión que se ha realizado, son las diferencias entre un anuncio que se puede
considerar tradicional en cuanto a su relación con la ciudad como creación colectiva,
19
como es el de Tío Pepe, y una campaña que como la de Vodafone implica renombrar un
espacio público devenido en lugar esencial para la producción de valor común.
Figura 2: Diferentes tipos de publicidad: entre el paisaje físico y el paisaje simbólico. Fuente: Diego
Barrado
El luminoso de Tío Pepe intenta captar la mirada del observador, llamar su atención,
trata de ser visto y recordado cuando se está en ese lugar o cuando se piensa en él.
Como tal, se inserta y modifica el espacio público entendido desde el punto de vista
paisajístico y topográfico, como ámbito físico de la socialización.
Por el contrario, la estrategia Vodafone Sol trata de penetrar en el campo de los códigos
y de los símbolos. En la medida en que se instala más en el espacio moral que en el
construido no pretende ser percibido ni recordado, sino sentido. Lo ideal sería que los
madrileños y visitantes no lean ni oigan el nombre de la marca, sino que lo asuman,
borrando de su memoria otras significaciones preexistentes que pudiesen asociarse a ese
lugar.
20
Maurice Halbwachs escribía en los años cuarenta, en su obra La memoria colectiva,
sobre la relación entre memoria y espacio, señalando que no hay memoria colectiva que
no se desarrolle en un marco espacial. Y seguía argumentando que, a diferencia de las
impresiones, que se expulsan unas a otras de nuestra mente, el espacio es una realidad
dura; es a ese espacio, a nuestro espacio, al que debemos volver y fijar nuestro
pensamiento para conseguir que reaparezcan determinados categorías de recuerdos
(Halbwachs, 2004).
En la medida en que no es una pizarra sobre la que escribir y borrar de manera sucesiva,
continuaba el sociólogo francés, este espacio recibe y mantiene las huellas del grupo a
lo largo del tiempo, del mismo modo en que el grupo recibe las del espacio; es una
creación colectiva de símbolos, lenguajes y afectos compartidos. En consecuencia, la
gestión del espacio público convertido en valor común es mucho más que permitir que
se siga compartiendo desde el punto de vista físico, sino que implica que siga siendo
compartido también en un sentido histórico, como respuesta a la acumulación de capas
de significado que en él han ido dejando los diversos grupos y funciones sociales que lo
han construido colectivamente.
Ese espacio con densidad temporal, las memorias y los significados que en él han ido
dejando los diversos grupos que lo han usado como lugar de representación, es una
construcción colectiva, y como tal, un bien público. Borrar sus significados y símbolos
compartidos, provocar una ruptura entre pasado y presente con el fin de permitir su
reapropiación simbólica, tal y como pretende la estrategia política y publicitaria de
Vodafone, supone la ocupación, en este caso en sentido negativo, de un bien público
sobre el cual nadie, de forma individual, debería estar capacitado para decidir.
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