Download - ¿Quien ha vuelto del otro mundo?
A L F A B E T O
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Nombras, oficios, 7 dignidades del d i v i n o
PROPUESTOS PARA TODOS LOS DIAS SEL «ES
P R E S B Ì T E R O ,
J'.XICO •
IMPRENTA CATÓLICA DE FRANCISCO LUGO
Ex-convento de Sauta Brígida.
1884
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PROPUESTOS PARA TODOS LOS DIAS
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MÉXICO
I W P R E N T A C A T Ó L I C A D E F R A N C I S C O L U C O
Ex-convento de Santa Brigida.
1884
ALFABETO MISTICO.
N O M B R E S , OFICIOS, Y DIGNIDADES D E L
DIVINO CORAZON DE JESUCRISTO
PEOPOESTOS
VARA TODOS LOS D I A S D E L MÉS
i. E l Corazon de Jesús Abogada fiel,Arca inagotable, Arbol de vida.
Perdido estaría yo sin remedio si no abogaseis por mí ante vuestro Padre, dulcísimo Redentor mió: vuestro Co-razon me ama, me compadece, ruega por mí y me alcanza el perdón. ¡Abo-g a d o fidelísimo, á vos me acojo!
¿Qué seria de mí tan pobre, tan des-nudo de méritos, si no hubiera en él Corazon de mi Jesús una arca riquísi-ma, colmada de tesoros, y abierta á mis necesidades? Vestidme, Corazon divinísimo,con vuestras virtudes, ador-
nadme con vuestros merecimientos, hermoseadme con vuestra sangre!
Cansado en el camino de la vida, abrumado con las fatigas del destierro, ávuestra sómbrame siento ádescan-sar, árbol querido; vuestro fruto es dul-ceámi garganta, vuestrafrescurareani-ma. ¡Ojalá y todos vinieran á posarse bajo este árbol de vida! ¡Felices, feli-ces mil veces los que os concen, amor mió; desgraciados los que no os aman! O s ruego por estos pobres, Corazon misericordiosísimo.—Práctica. Orad por los pecadores.
2. El Corazon de Jesús, Blanco de amor y de contradicción.
Simeón el anciano profeta anunció que seriáis blanco de contradicción. Y tal fué esa contradicción, que to-mando un soldado su lanza, acertó en medio de ese blanco, y abrió en él, amor mió! una puerta para mi reme-dio. Sois aún el blanco de los impíos que os aborrecen, de los herejes que escriben horrendas cosas contra vos>
de los malos católicos que os alan-cean; el blanco del amor de las vírge-nes, el blanco de la adoracion de los fieles. Sed, Corazon herido, el blanco de todas mis intenciones, el blanco de mis ardorosos afectos, el blanco de to-da mis acciones y trabajos. Y os pido por todos los que os aborrecen, amor mió; piedad de esos ciegos, lást imade esos desgraciados, Señor\\—Práctica. Orad en particular por la conversión de los protestantes.
3. E l Corazon de Jesús, Camino
seguro, Custodio nuestro. V o s dijisteis, Señor, que erais cami-
no, verdad y vida. E l demonio nos extravía, el mundo nos extravía, la carne nos extravía; pero vos nos vol-véis al buen sendero, y por eso tam-bién sois llamado en las Escrituras ca-mino de vuelta ó de llegada. También sois nuestro Custodio, y por eso cuan-do os llamaron samaritano, que eso significa, no lo rechazásteis. Corazon rectísimo, enderezad nuestros pasos,
destorced nuestras intenciones, recti-ficad nuestras inclinaciones, llevadnos derechamente al Padre á quien nadie v a sino por vos. Custodiad nuestra mente que no divage en la oracion; custodiad nuestra lengua que no arti-cule frases indignas; custodiad nuestro corazon para que no entre en él otro dueño que vos. Custodiadnos al fin del camino; ayudadnos en el conflicto de la muerte!—Práctica. Orad por los Misioneros y caminantes; en los cami-nos llevad la medalla del Corazon de Jesús é invocadlo.
4, E l Corazon de Jesús, Domina-dor y Dueño de los corazones.
V o s sois el R e y de reyes y el D o -minador de los que dominan. Domi-nad mi alma, Corazon dulcísimo, do-minad mi cuerpo, dominad mi sér to-do entero con el más dulce de los do-minios, que es el dominio de ta santa dilección. Af lojad un poco el yugo de estos dominadores tiránicos que tan horriblemente persiguen á la Iglesia y
al Pontífice romano. Pues sois dueño de los corazones, y el de los reyes y gobernantes está en vuestra mano co-mo dicen las Escrituras, y podéis in-clinarlo á donde os plazca, amansad á esos leones que devoran vuestro reba-ño. Sed vos mi dueño; no quiero ja-más otro. Vuestro, soy, salvadme, por-que he buscado vuestras justificacio-nes .—Práctica. Orad por el Señor
León X I I I . 5. E l Corazon de Jesús es el de
nuestro Esposo, Escogido entre milla-
res. Muchas veces en el santo Evange-
lio os llamasteis Esposo, y no sé si ja-más habéis tomado título más tierno. ¡Oh Corazon Sacratísimo! ¡Esposo vos de tan sucia y hedionda criatura! ¡¡Ben-dito seáis!! Mi corazon quiere estallar al amor y al agradecimiento que esa palabra le inspirad Pues sí, mi Dios, yo os escojo entre millares para ser el dul-ce Esposo de mi alma. Hacedla man-sa, humilde, obediente, perfecta imt-
tadora vuestra\—Práctica. Orad por los casados, que tengan paz, amor mu-tuo y felicidad conyugal.
6. E l Corazon de Jesús, Flor del campo y Fruto sublime de la tierra.
Yo, flor del campo y lirio de los va-lles, dice el Señor en 'su Escritura; y san Ambrosio dice que, así como la flor del campo, pisoteada y estrujada der-rama más aroma, así Jesús sobre la cruz hecho el oprobio de los hombres y la abyección del pueblo, dió más ejemplos de virtudes. Y así, Señor, vuestro costado herido es una rosa ru-bicunda, y vuestro herido Corazon, una flor patente á todos, que á todos se ofrece, á todos deleita y á todos em-balsama. Sois el fruto sublime de la tierra, que nada ha producido más gran-de, más bello, más elevado y más pre-cioso que ese Corazon divinísimo, de-licia de los ángeles y consuelo del mun-do. ¡Que te ame yo, flor de mi vida! que te guste yo, fruto dulcísimo, para que cada dia sea más tuyo y algún día
tegoce eternamente!—Práctica. Pedir por los gobiernos eclesiásticos y civi-les.
7. E l Corazon de Jesús es nuestro Guía.
Corazon fulgentísimo, que á ma-nera de faro en mares tenebrosos nos guiáis en las tempestades de esta vida: vos sois quien nos enseñáis los esco-llos que debemos huir, y el sendero que debemos recorrer; vos nos dirigís y nos lleváis hasta el puerto de la bie-naventuranza. Haced, Señor, que no me guíe yo por las falsas luces del si-glo, ni por las luces dudosas de mis propias ideas; sino por la cierta luz de lafé, y por la estrella de la obedien-cia. Dad luz á mi director para que sepa por donde debe guiarme; dad luz á todos los confesores, dadles (como habeisprometido), á losque os sean de-votos, una unción santa, unas palabras eficaces para conmover á los pecado-res y encender á los justos. Sed guía -de vuestra Iglesia, que en vos pone
los ojos angustiada!-—Práctica. Pedir por los confesores y directores.
8. E l Corazon de Jesús Huerto de delicias.
Vos sois el huerto cerrado de las delicias eternas; en vos los santos se han encerrado para embalsamarse con vuestras preciosas flores; es decir, para estudiar vuestrasdivinas virtudes éins-pirarseen vuestros nobles sentimientos-dejadme encerrar en vos, y admirar vuestras bellezas, adorar vuestras per-fecciones, y estudiar vuestras virtudes. Feliz el que se encierra en este huerto de delicias! N i los huracanes de las pasiones, ni el polvo de los negocios mundanos le tocarán! ¡Amor mió! en-cerrado en vos quiero vivir y morir. E n vos quiero entregar mi último sus-piro!—Práctica. Rogad por los agoin-zantes.
9. E l Corazon de Jesús, Imán de los corazones.
Nada pudisteis hacer mejor para atraer nuestros corazones, que ense-
fiarnos el vuestro, divino Salvador mió, y convidarnos á morar en su herida, y presentárnoslo coronado de espinas y cargado con la cruz de nuestras ingra-titudes. Vos mismo dijisteis á vuestra sierva, que al darnos ese Corazon san-tísimo, hacíais como el último esfuer-zo de amor y de misericordia para la salvación del mundo. Atraedrne pues á vos, imán divinísimo; arrancadme de los lazos de las criaturas; haced que no me sustraiga á vuestra poderosa, atracción; sino antes como el acero á quien el imán comunica sus cualidades, atraído yo por vos, sepa atraer millares de almas á vuestro servicio!—Práctica* Procurad atraer una alma siquiera á la devocion del Corazon de Jesucristo.
10. E l Corazon de Jesús, nuestro-Justo, y nuestro Juez.
Vos sois el justo por excelencia, Sal-vador mío, y vuestro justísimo Cora-zon compensa con sus virtudes nues-trasiniquidades, aplaca la justicia di-vina, y detiene los castigos merecidos.
Sois nuestro Juez justísimo, sí; pero ahora misericordiosísimo, que oye nuestros ruegos, y está pronto á per-donarnos en la Penitencia, para no te-ner que juzgarnos despues. ¡Bendito sea tanto amor!—Práctica. Haced una buena confesion, por lo menos la ge-neral, con compunción, ante la imágen del Sagrado Corazon de Jesús.
i i . E l Corazon de Jesús, Luz de las almas.
Vos sois, Señor, en el adorable Sa-cramento, la luz que ilumina á todos los hombres; el Demonio nos llena de las tinieblas del error, de la soberbia y de la desesperación, y vos, con vues-tras claras llamas nos enseñáis á des-baratarlas con la fé, la humildad y la confianza; el mundo nos engaña con máximas tenebrosas y falsas, y vos nos alumbrais para que huyamos sus em-boscadas; la carne nos precipita en las tinieblas de la impureza, que tanto cie-ga, y vos nos enseñáis la blanca pure-za, la resplandeciente castidad que
alumbra al alma santificando el cuerpo» Bendito seáis, Corazon lucidísimo; alumbrad mi camino, descubridme las sendas de mis enemigos, guiadme fe-lizmente al puerto de la felicidad eter-na!—Práctica. Pedid por los pecadores impuros que llenan la faz de latierra r
y la llenan de hedor é inmundicia.
12. E l Corazon de Jesús, Médico saludable.
Siendo tan llagados y heridos por el pecado y sus efectos, vos habéis que-rido amorosamente curarnos, oh Mé-dico divino! y de vuestro dulcísimo Corazon habéis sacado los remedios para todas nuestras dolencias; la pre-ciosa sangre que en él se elabora, es la que nos cura en la Penitencia, y nos alimenta en la Eucaristía, y nos d á l a fé en el Bautismo, y el valor en la Con-firmación, y en la Ultima Unción la-fortaleza. Curad mi soberbia, oh Mé-dico divino! refrigerad la fiebre de mis pasiones, reanimad mis fuerzas tan pos-tradas; dadme salud, vigor, alegría y
contentamiento perdurable. Amen. Práctica. Roga d po r 1 os e n fe r m os, es-pecialmente por los de males dilatados.
13. E l Corazon de Jesús, Mina ri-quísima.
Si el oro es la caridad para con Dios, y la plata la caridad para con el pró-jimo, vos sois, divino Corazon, la mi-na rica é inagotable de donde pode-mos tomar cuanto necesitamos; pero es menester entrar dentro de vos, y vivir en vuestro seno, como el obrero de las minas; es preciso poco á poco y con trabajo irnos haciendo dueños de vuestros tesoros. Abrios, oh Cora-zon generosísimo! proveednos de ese amor que tanto nos falta, para que ri-cos con vuestra riqueza, aparezcamos hermosos delante de vuestro Padre ce-lestial con las inestimables joyas de la santa dilección.—Prática. Repitamos muchos y ardientes actos de amor al Señor.
14. E l corazon de Jesús, Modelo ldenuestro.
"Mira, y haz conforme al modelo que en el monte se te ha mostrado," dice la divina Escritura; y ese monte es el Calvario, y ese modelo sois Vos, Salvador mió; es vuestro benignísimo Corazon, gimiendo de angustia, per-donando al ladrón, rogando por vues-tros enemigos, y dejándonos, en vues-tra Madre, el legado más rico y pre-cioso. Haced que os imitemos, rogan-do por nuestros enemigos, llorando nuestros pecados, y amando cada dia más á María nuestra Prácti-
ca. Pensad si tenemos enemigos, cómo está nuestro corazon para con ellos, y con todo él, perdonarlos.
15. E l Corazon de Jesús, Nido de amor.
Mi corazon halló un nido donde po-ner sus polluelos, dice un salmo, y ese nido dulce, abrigado, seguro, caliente, firme y resguardado, es, Señor, vuestro amorosísimo Corazon. Al l í ponemos nuestros deseos para que salgan á luz y secón viertan en obras de vuestro seF-
vicio; allí nos escondemos de los buitres del infierno; allí nos guarecemos de las tempestades del alma; allí nos liberta-mos de los tiros del mundo; allí nos calentamos al calor de vuestras llamas. Y ese nido está en vuestros altares joh Dios de las virtudes! como añade el Salmista; ese nido sois vos, R e y mió y Dios mió! Que yo os ame; que os bus-que; que en vos me esconda; que en vos viva y que en vos muera dulce-mente!— Práctica. Gemir como tórto-la en su nido, delante del Santísimo Sa-cramento, por sus propios pecados.
16. E l Corazon de Jesús, Orna-mento de la Iglesia.
Si el amor es el que todo lo domi-na, y el más noble de los sentimientos, y lo que Dios más nos pide: ¡cuan no-blej cuán precioso, cuan estimable se-reis vos, Corazon ardientísimo, fuente del amor más puro, del más generoso y desinteresado! Por eso sois el en-canto de los cielos, el tesoro del mun-do, el más brillante ornamento de la
Iglesia. Adornadme, Corazon Sagra-do; quiero traer vuestra imágen sobre mi pecho, y vuestro amor en lo más hondo de mi alma, para que vos en-cubráis su fealdad, y el Padre me mi-re aun con delicia, viéndoos á Vos que sois todas las suyas, en medio de mi pobre corazon.—Práctica. Llevar consigo al Sagrado Corazon de Jesús, sea en escapulario, en medalla, ó en ambas cosas.
* 17. El Corazon de Jesús Paraíso de delicias.
Plantó Dios el paraíso-en medio de la tierra, para habitación de nuestros primeros padres, y plantó el Corazon de su Unigénito hijo en medio de la Iglesia para morada de los fieles. ¡Oh Corazon divinísimo! E n vos se en-cuentran las flores de las virtudes, los árboles y frutos de las gracias mas ex-quisitas. E n vos vendí é á reposar como ave fatigada en jardin delicio-so: aquí viviré, aquí descansaré, aquí me esconderé del mundo que me
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persigue, y bajo de esta fresca sombra mitigaré los fuegos de la concupiscen-ciaquemeabochornan. Corazon de mi Jesús, vos sois mi paraíso en el tiem-po y en la eternidad!—Práctica. E n los huertos, jardines y arboledas, elevar su mente á contemplar al dulcísimo
Corazon de Jesús. 18. E l Corazon de Jesús, Pelícano
en la soledad. Dal Pelícano se cuenta que rompe
su pecho para alimentar á sus pollue-los con la sangre de sus venas. ¿ Y no sois vos, Corazon bondadosísimo, el que os habéis dejado romper en la cruz con la lanza del soldado, para de-jar salir aquella sangre y agua miste-riosa, baño á la vez y bebida, refrige-rio y medicina, remedio y convite rega-lado? ¡Que entre yo en vos, oh Cora-zon amante, que en v o s me lave, que viva con vuestra vida, que respire vuestros perfumes, que me alimente cada dia con vuestra carne y sangre adorable!—Práctica. H acer alguna li-
mosna en honor del Corazon de Jesús.
19. E l Corazon de Jesús, Prime-
ro y último, Principio y fin. Vos mismo dijisteis al discípulo ama-
do- " Y o soy el primero y el ultimo, el principio y el fin." Y esto corresponde admirablemente á vuestro divino Co-razon. É l es el principio de todo el amor, el principio de toda vida; el prin-cipio de toda gracia y bendición y también el fin de toda criatura, el fin de todo el culto* el blanco de todo nuestro amor. E s el primero en todas las humillaciones, en las penas, en el celo de nuestro bien; pero le hacemos el último con nuestros desprecios, agra-vios é ingratitudes. ¡Oh divinísimo Corazon, sé tú, tú solo el primero en mis afectos, el principio de mi vida; el ú'timo en mis recuerdos cuando mue-ra y mi fin con Dios por toda al eter-nidad.— Práctica Ejercitarse en algu-nas humillaciones interiores y exteno-
res * 20. El Corazon de Jesús, Propv
xicdcrio, y Prcpiciacicn por nuestros pecados.
A n t e el propiciatorio, brillante lámi-na de ero purísimo, se prosternában-los israelitas, y alcanzaban de Dios cuanto pedían. Vos sois, oh riquísimo Corazon, el propiciatorio de la ley nue-va, brillando con la luz de la verdad, y Ja fineza de vuestra caridad; pidien-do por vuestro medio alcanzamos de D i o s tedas las cosas. Vos sois también propiciación por nuestros pecados, y por Jos de todo el ¿miedo, porque vién-doos el.Padre tedo rasgado y herido por r.ue stro amor, se aplaca y nos per-dona. .A placadle, oh Corazon miseri-coidjc.sísiníG, para que limpios más y más de.nuestras culpas, pedamos ala-t a i es en la gloria eternamente. Prác-i u c y — 1 idi l io q t e mas nos fcgga falta
vahcr.ccr.cs del Corazon divino para alcanzarlo.
21. E l Corazon de Jesús, Querido del alma.
Muchas veces la esposa deles Cánti-
eos os dá est'e tiernísimo título, de que-rido del alma, y vos sois, Corazon dul-císimo, aquel á quien nuestra alma bus-ca, aquel á quien quiere coa tod a la intensidad de su voluntad. H iced que os demos con toda verdad ese título tan dulce; que nada amemos, n i d i queramos ni estimemos sino á Vos que. sois el objeto da las delicias cía vues-tro Padre celestial.—Práctica. E j erci-tarnos en actos de amor ferviente, re-citando con espacio y devocion. aljama, de las coronas de amor que para ésto se encuentran en los.libros de pie 1 id.
22. E l Corazon de Jesús, 'Ricimo de cipro.
Racimo de cipro os llama la Espo-sa sarita en los Cantares; y así éo:no en la vid, lo más dulce, apetecible y preciado es el racimo, así en vos, divi-no Salvador mío, lo mis dulce y rega-lado es vuestro generoso Corazon: su sangre nos alimenta, su herid i no; sa-na, su abertura nos convida. ¡O be-ba yo siembre de ese fruto de la vid:
que me embriague en ese'licor de los cielos; que viva en esa bodega de los sagrados vinos. A s í os lo pido, Cora-zon de mi Salvador.—Práctica. Co-mulgar á lo menos espiritualmente con mucho fervor.
23. E l Corazon de Jesús, Raíz de
David.
L a Iglesia en tiempo de Adviento os llama Raíz de David, y así como este Santo Profeta decia al Señor: "acuérdate, Señor, de David y de to-da su mansedumbre," así vos, oh Co-razon mansísimo, podéis presentaros sin cesar al Eterno Padre, y decirle: acuérdate del Hi jo de Dios, y de su portentosa mansedumbre. Portentosa fué vuestra mansedumbre en los tribu-nales, admirable en el Pretorio, espan-table en el Calvario, inefable en el Sa-cramento de vuestro amor. Hacedme manso, Jesús mió; dadme amor á mis enemigos, sufrimiento en las injurias y humildad en las afrentas.—Práctica.
Actos de mansedumbre con las perso-nas que repugnen ó molesten.
24. E l Corazon de Jesús, Rey de
los corazones. , V o s sois el rey de los ángeles y
los hombres; todas las Escrituras pre-gonan á cada paso vuestro reinado, y en el símbolo de la Misa confesamos que vuestro reino no tiene fin. Y vues-tro Corazon es el rey de los corazones, los supera en amor; los gobierna con equidad; los soporta con indecible pa-ciencia, los inflama en dichosísimas lla-mas; los hace, de duros, tiernos; de su-cios, purísimos; de terrenos celestia-les. Reinad, reinad sobre el mío; pu-rificadlo, atraedlo, regidlo y glonficad-lo, Bien mió .-Práctica. Consagrarse cómo esclavo al Sagrado Corazon de
^ 2 5 ? E l Corazon de Jesús, Roca de
f ° S a n Pablo dice que al Pueblo de Israel le seguia una piedra, y que la piedra era Cristo. Vos sois, be-
ñor, la^roca que herida con la vara de la oración, brota para nosotros las aguas saludables de k gracia. Vos sois la ro-ca en que anidan las .águilas reales, las
- almas fervorosas que os aman á vos solo, y que se apartan de las cosas te-rrenas para tener, como San Pablo, su conversación en los cielos. ¡Cuándo seré yo una de estas almas, Amor mió y dueño mió! ¡Cuándo viviré en vues-tro Corazón adorable, como en una ro-ca firmísima, sin ciárseme nada de las tristes escenas del mundo, ni de los necios amóres* de las criaturas! Pla-cedlo, Iiacedlo vos, Dueño mió, queri-do mió, esperanza mía. Placedlo vos, dulce amor de mi alma. Hacedlo, Se-ñor!— Práctica. Dar ó destruir algún objeto querido como sacrificio al dul-císimo Corazon de Jesús.
26. E l Corazon de Jesús, Salud del mundo.
Decid, Señor, á mi alma: yo soy tu salud. Sí divino Salvador mió: Vos sois la salud de mi cuerpo debilitado;
vos me dais fuerzas para el trabajo en medio de .mis achaques; pero princi-palmente sois la salui de mi alma; en vuestro Corazon la ponéis á descansar; con vuestras Mamas la calentáis; con vuestra agua la lavais y con vuestra sanare la curáis de todas sus heridas, o '
sangre y agua que la lanza hizo brotar da vuestro Costado para el remedio del mundo. Sanadme pues, médico di-vino; curadme pues, enfermero celes-tial; restañad mis heridas, confortad mí flaqueza, sed mi salud en la vida y mi salud eterna después de mi muerte. —Práctica. Llevar con resignación sus achaques y enfermedades.
27. E l Corazon de Jesús, Santua-rio de la divinidad.
Vos sois, oh divino Corazon, el San-tuario de la Divinidad; porque estáis personalmente unido con el Verbo, j por esto, no hay nad 1 más santo, mas venerable y digno de respeto que vos . Y o quiero habitar en ese Santuario, quiero morar en ese templo de honor
26 y santidad: quiero en él llorar mis pa-sados extravíos, en él unirme con mí Amado, en él morar todos los dias de mi vida, y en él exhalar en la muerte mi último suspiro. Admitidme, Señor, en el precioso Santuario de vuestro Sagrado Corazon.—Práctica. Portar-se en el templo con respeto y recogi-miento.
28. E l Corazon de Jesús, Tesoro
inestimable. E l hombre que halló un tesoro, y
dió cuanto tenia por comprarlo, es el cristiano que encuentra con el riquísi-mo Corazon de Jesucristo, en el cam-po de su sagrada Humanidad, y deja tedas las cosas de la tierra, y mortifi-ca sus pasiones, y se aparta de las de-licias del mundo por poseerle. Pero su felicidad es grande, porque allí encuen-tra cuanto inútilmente habia buscado en el seno de las criaturas. Sed, pues, oh divino Corazon, mi riqueza y mi te-soro; todo lo quiero dejar .por unirme á vos, todo quiero perder por teneros
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á vos, y quiero estar en la cruz por al-canzaron— Práctica. A lgunos aotos de penitencia exterior. .
29. E l Corazon de Jesús, Unico bien del alma.
V o s sois el único que de veras nos amais; el único que habéis dado vues-tra Sangre por nosotros; el único ami-go verdadero que nos compadece; el único padre que no nos abandona; el único esposo que no nos desecha; el único médico que nos cura y el único bien que nos hace bienaventurados. Sed, pues, dulce Corazon, nú U n i c o dueño, mi único Amante, mi único Bien y mi Unico tesoro en el tiempo y en la eternidad.—Práctica. Renun-ciar algo que se ame, por Jesucristo.
30. El Corazon de Jesús, Vtaaáél
alma. . . V o s solo sois, Señor, mi vida; con
vos vivo, y sin vos muero; vivid en mi memoria por el continuo recuerdo de vuestros beneficios; vivid en mi pen-samiento por la meditación de vues-
28 tras grandezas; vivid en mi voluntad por el amor más ardiente y más puro; vivid en todo mi sér, para que ya que-vos sois un Dios, vivo y verdadero, en-cuentre yo en vuestro vivífico Corazon la vida de mi alma, la vida de la gra-cia, y despues la vida inmortal ele la gloria.—Práctica. Recobrad ó aumen-tad la vida por la confesion.
31. El Corazon de Jesús, Zelote de las almas.
Escrito está en las Santas Escritu-ras que vos sois un Dios zeloso. Vues-tro amante Corazon nos hace el honor de estar zeloso de este nuestro, tan pobre, tan ruin y miserable; no que-reis que le entreguemos á las viles criaturas, y áun os quejáis justamente de que os hemos faltado con muchos amadores, prometiendo recibirnos^no obstante, en vuestros brazos, si arre-pentidos acudimos á vuestro llama-miento. ¡Bendito sea mil veces tanto amor! ¡Bendita tanta bondad y mise-
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ricordia! ¡Bendito tan ardiente y com-pasivo zelo!
Haced, Corazon sacratísimo, que os ame á vos solo; que á vuestra-imi-tación sea zeloso del bien de mis her-manos; que mi zelo me haga enfla-quecer como al Profeta; que mi zelo me devore y me consuma, para que dándoos muchas almas, merezca la mia ir á veros y gozaros eternamente. •—Práctica. U n a ferviente comunion en honor del Sagrado Corazon de Jesús.
FIN.