Antes de hablar del mejillón y su cris, sin duda alguna,
hemos de hacer referencia a las bateas gallegas, es
decir, el sistema de cultivo de estos en esta zona de la
Península Ibérica.
Estas son autóctonas de la zona, ya que son las que
mejor rendimiento otorga a este tipo de cultivo y que
ha logrado convertir a esta región el líder de
producción del mismo. Haciendo que sus productos
sean conocidos a nivel internacional y que todo aquel
que se acerque a la zona, no puede volverse sin, al
menos, probarlos.
Se trata pues, de viveros flotantes construidos a base
de madera de eucalipto con formas rectangulares
desde las cuales se atan cuerdas en las que le mejillón
se cría.
La flotabilidad de estos es debido a un sistema de
flotadores.
Pero este estilo cultivo no ha sido siempre así, la
fecha de inicio del cultivo del mismo en Galicia data
de 1946, momento en el cual se fondean las primeras
bateas en zonas gallegas, en concreto en las
inmediaciones de la escollera del puerto de
Villagarcía de Arosa.
En estas primeras bateas, de cada una, colgaban unas
cuatrocientas cuerdas de aproximadamente unos 5
metros de longitud .
Y no es hasta 1949 cuando se comienzan a iniciar los
fondeos en la ría de Vigo, pasando estas a fondear
aguas de las Rías de Cambados, Grove, Bueu,
Redondela y Puebla del Caramiñal en 1954 y en 1961,
nace la primera legislación que regula la explotación
de estos viveros.
En la actualidad existen más de tres mil en aguas
gallegas, que alcanzan producciones de entre 270 y
300 mil toneladas de este maravilloso manjar.
El proceso de cría se divide en varias fases que van
desde la obtención de las semillas hasta la retirada de
estos de las cuerdas en las que se crían:
• Obtención de las semillas
• Encordado
• Desdoble
• Cosecha y Selección
De forma natural, los mejillones, tanto machos como
hembras, depositan gametos en el mar, lugar en el
que se produce la fecundación, dando lugar a larvas
que se fijarán a las rocas, de este modo, se repoblarán
los bancos naturales de estos animales.
Entre los meses de diciembre a abril, los bateiros,
saltan de roca en roca con el propósito de recolectar
el mayor número de semillas haciendo uso de
rasquetas. Hay otros lugares en los que las
condiciones litorales facilitan la utilización de cuerdas
colectoras a las que se adhieren las larvas.
El siguiente paso en este proceso, es lo que se conoce
como encordado, en el cual, las semillas que cuentan
con un diámetro de entre uno y dos centímetros, se
transporta a la batea, en las cuales se procede al
proceso de la confección de las cuerdas semilladas.
Aquí, las semillas se envuelven en la cuerda con la
ayuda de una red biodegradable muy fina, que otorga
al mejillón el tiempo necesario para que este se
agarre a la cuerda, se embise.
Otro de los pasos que continúan es el desdoble, en el
cual una vez pasados entre 4 y 6 meses en el mar,
cuando el mejillón ya alcanza un diámetro de 5
centímetros aproximadamente, las cuerdas se izan y
se confeccionan nuevas cuerdas de menor densidad.
Esto se hace para facilitar el crecimiento del mismo,
ya que de cada primera cuerda semillada, se obtienen
dos o tres cuerdas de desdoble que son insertadas de
nuevo en el mar hasta el momento de la cosecha.
Una vez pasado el año, el mejillón ya ha
alcanzado la medida óptima para su
comercialización, y es el momento en el
que las cuerdas se sacan del mar y
trasportadas en barco.
Existen dos vías de comercialización, y
dependiendo de estas, la cosecha será
realizada en verano, para aquellos que
tienen como destino empresas
transformadoras, y en otoño o invierno
para los que se destinan a su consumo
fresco.
En la actualidad, para aquellos que quieran observar
como son estas bateas y que les expliquen cómo
funciona el proceso de cría de este molusco, existen
empresas que se dedican a hacer rutas por las
mismas y cuentan además con alguna degustación de
los mismos.
Sin duda, si buscas qué hacer en las Rías Baixas, esta
es una de las opciones más sorprendentes y
exquisitas, gastronómicamente hablando.