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PROBLEMAS ANGULARES Y FLEXURALES DEL POTRO EN CRECIMIENTO
1. Introducción
La producción de caballos de deporte supone una gran inversión de tiempo y de recursos
materiales para garantizar el máximo rendimiento atlético. Por ello, el cuidado del potro en
crecimiento es uno de los principales objetivos a considerar en todas las yeguadas.
Igualmente, la prevención de lesiones musculoesqueléticas es fundamental para evitar la
retirada temprana de la carrera deportiva de nuestros pacientes, minimizando el impacto
económico que conlleva.
La correcta conformación del caballo es fundamental para que pueda expresar su potencial a
lo largo de su carrera deportiva. La expresión de la misma en cada animal viene determinada
por varios componentes: el genotipo y los factores ambientales, que influyen ya a nivel
uterino, tales como la nutrición y el manejo en los primeros meses de vida.
Las deformidades ortopédicas durante el crecimiento pueden ser angulares o flexurales.
Dependiendo del tipo de alteración, del grado de severidad y del uso futuro del caballo, es
necesario intervenir precozmente para asegurar el correcto desarrollo. Existen diferentes
opciones terapéuticas para corregir estos defectos ortopédicos, tanto a nivel médico, como
técnicas quirúrgicas y de herraje correctivo.
2. Anatomía Y Función Del Aparato Musculoesquelético
Miembro Torácico
El miembro torácico está formado en su parte más proximal por la escápula, el húmero,
cúbito y radio. Craneolateralmente, en la cabeza del húmero se eleva el tubérculo mayor y,
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craneomedialmente el tubérculo menor. Tanto el tubérculo mayor como el menor son puntos
de origen de los músculos de la escápula, que rodean a la articulación del hombro y la
contienen. A este nivel se ubica el músculo braquial y el nervio radial. En la región
caudolateral se encuentra el epicóndilo lateral, para los músculos extensores del carpo y de
las articulaciones de los dedos; caudomedialmente sobresale el epicóndilo medial, de mayor
desarrollo, para los músculos flexores del carpo y las articulaciones de los dedos.
El flexor carporadial tiene origen en el epicóndilo medial del húmero y se inserta en el
extremo proximal del metacarpiano II. Este músculo flexiona la articulación carpal y extiende
el codo.
El flexor carpocubital tiene origen en el epicóndilo medio del húmero y borde caudal del
olécranon, y se inserta en el borde proximal del hueso accesorio del carpo, teniendo la
función de flexionar la articulación del carpo y extender la del codo así como el cubital lateral
o extensor carpo cubital.
El extensor digital común se origina en la parte craneal de la extremidad distal del húmero y
se inserta en el proceso extensor de la tercera falange. Su acción es la de extender las
articulaciones digital y carpiana y flexionar la articulación del codo. Está irrigada por las
arterias radial, interósea craneal y cubital transversa; está enervado por el nervio radial.
El esqueleto del antebrazo constituye la parte distal del miembro y está formado por dos
huesos, el radio y el cúbito que están soldados por osificación. El extensor digital lateral se
encuentra caudal al extensor digital común y es mucho más pequeño. Tiene origen en la
tuberosidad lateral del radio y se inserta en la porción dorsal de la extremidad superior de la
falange proximal. Tiene acción de extender el dedo y el carpo. Está irrigada por las arterias
interóseas craneal y transversal cubital. Está enervada por el nervio radial.
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El extensor carporadial es el más largo de los extensores y asienta sobre la superficie craneal
del radio; se origina en la cresta epicondiloidea lateral del húmero y se inserta en la
tuberosidad metacarpiana. Su acción es la de extender y fijar la articulación del carpo y
flexionar la articulación del codo. Está irrigada por la arteria cubital transversa e inervada por
el nervio radial.
La superficie articular distal del cúbito articula con la fila proximal de los huesos del carpo
(Sisson, 1985).
Los huesos del carpo se encuentran dispuestos en una fila proximal y en una distal o
metacarpiana. Cada una de ellas se compone de cuatro huesos. La fila proximal se articula
proximalmente con el radio y el cúbito; la fila metacarpiana se articula distalmente en la
articulación carpometacarpiana con los huesos metacarpianos. La fila proximal se compone
de los siguientes huesos de medial a lateral: hueso carporadial, hueso carpal intermedio,
hueso carpocubital, hueso accesorio del carpo y la fila metacarpiana se compone de medial
a lateral del hueso carpal I, hueso carpal II, hueso carpal III, hueso carpal IV, aunque con
frecuencia el hueso carpal I está ausente. Los huesos carpales II y IV (medial y lateral) se
articulan con las superficies articulares proximales de los metacarpianos II y IV (Konig, 2005).
La fascia carpal es una continuación directa de la fascia del antebrazo y forma dorsalmente el
retináculo extensor, llamado ligamento anular dorsal del carpo, y fija los tendones extensores
y sus vainas sinoviales. En la cara palmar forma el retináculo flexor o ligamento anular del
carpo. En la zona de flexión de la articulación del menudillo está más engrosada y forma el
ligamento metacarpiano transverso superficial o ligamento anular palmar del menudillo, que
fija los tendones flexores digitales. Más distalmente está el ligamento anular digital distal,
que cubre la expansión terminal del tendón flexor digital profundo.
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El hueso metacarpiano III es el único que soporta todo el peso del cuerpo. La extremidad
proximal presenta una superficie articular ondulada que se adapta a la fila distal de los
huesos del carpo. La extremidad distal presenta una superficie articular para la falange
proximal y los huesos sesamoideos proximales. El cierre epifisario se observa a los 6-18
meses (Sisson, 1985). En la articulación metacarpofalángica (menudillo) se encuentran dos
huesos sesamoideos proximales que están unidos entre sí y con la cuartilla por ligamentos.
La articulación del menudillo está formada por la tróclea del hueso metacarpiano III y la fosita
articular proximal de la primera falange junto con las superficies articulares de los huesos
sesamoideos articulares; por esto desde el punto de vista funcional se permiten sólo
movimientos de extensión y flexión quedando muy restringidos los movimientos laterales.
El aparato ligamentoso está formado por ligamentos colaterales, que nacen en la fosa de
inserción del ligamento del hueso metacarpiano III, se insertan en la tuberosidad
ligamentosa de la cuartilla y se adosan, medial y lateralmente, a la cápsula articular,
ligamentos fijadores proximales, medios y distales de los sesamoideos (Konig, 2005).
Los ligamentos metacarpointersesamoideos a parte que llenar el espacio que hay entre ellos,
entran en la formación de la articulación del menudillo.
El ligamento suspensor, proximalmente está unido a la superficie palmar del metacarpiano III
y a la fila distal de los huesos carpianos. En la porción más distal del metacarpiano III se
divide en dos ramas para luego pasar oblicuo, distal y dorsalmente a la superficie dorsal de
la falange proximal, uniéndose al tendón extensor digital común. Su función principal es la
de sostén del menudillo, impidiendo una excesiva flexión dorsal de la articulación, gracias
también a los ligamentos sesamoideos distales (recto, oblicuo y cruzados), proporcionando
sostén y disminuyendo los efectos de los choques (Sisson, 1985).
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La cuartilla o falange proximal tiene forma de cilindro comprimido en sentido dorsopalmar.
En la cara palmar hay crestas que demarcan el trígono de la falange proximal (Konig, 2005).
La línea epifisial proximal se cierra de los 6 a los 15 meses de edad (Sisson, 1985). La tróclea
distal se ajusta de forma cóncava a la superficie articular de la corona, con la cual forma la
articulación interfalángica proximal. Esta articulación funciona como una articulación
alternante incompleta simple, con escaso ángulo de extensión y flexión, y limitado
movimiento de torsión y lateralización.
La articulación se establece entre la tróclea de la cuartilla y la fosa articular de la segunda
falange. La cápsula articular se une con el tendón extensor, ambos ligamentos colaterales y el
ligamento sesamoideo recto. El aparato ligamentoso entre la cuartilla y la segunda falange
está integrado por ligamentos colaterales mediales y laterales. De especial importancia
funcional son los ligamentos palmares con sus dos ligamentos axiales y dos ligamentos
abaxiales. Los ligamentos palmares mediales (axiales) se originan en la tuberosidad flexora
de la segunda falange y se insertan en la cresta de la falange proximal. Los ligamentos
palmares laterales (abaxiales) nacen también en la tuberosidad flexora de la segunda
falange, pero se insertan proximalmente en la mitad del borde lateral de la cuartilla (Konig,
2005).
La corona o falange media presenta una fosita articular proximal que se adapta a la superficie
curva de la tróclea de la cuartilla y está dividida por una cresta sagital en dos depresiones. La
apófisis extensora de la corona (processus extensorius) es amplia y en la cara palmar la
tuberosidad flexora está reforzada (Konig, 2005).
El cierre de la porción proximal se observa de los 6 a los 8 meses y la osificación de la parte
distal se observa antes del nacimiento (Sisson, 1985).
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La segunda falange se articula con las cavidades articulares de la tercera falange y del
navicular. Esta articulación (interfalángica distal) puede flexionarse o extenderse y en
ocasiones pudiendo realizar pequeños movimientos de torsión y lateralización. Está formada
por el receso dorsal, que avanza hacia el borde coronario del casco, y el receso palmar,
debajo del tendón flexor profundo.
El aparato ligamentoso está formado por ligamentos colaterales medial y lateral entre la
segunda y la tercera falange, que están unidos con la cápsula articular y se difunden dentro
del fibrocartílago complementario (cartílago alar) y los ligamentos condrocoronales y
ligamentos sesamoideos. Los ligamentos sesamoideos colaterales medial y lateral, unen la
depresión ligamentosa distal de la primera falange con la tercera falange y el sesamoideo. La
cara palmar del sesamoideo forma, para el tendón flexor profundo, una superficie de
deslizamiento (König, 2005).
El flexor digital superficial está situado en la mitad del grupo flexor, se origina en el
epicóndilo medio del húmero y se inserta en la extremidad proximal de la segunda falange,
palmar a los ligamentos colaterales. Tiene la acción de flexionar el dedo, el carpo y extender
el dedo; está irrigada por la arteria interósea medial y caudal y ramas de la braquial e
inervada por el nervio cubital.
La tercera falange está enteramente incluida en el casco, se osifica antes del nacimiento y
tiene un sólo núcleo de osificación (Zietzschmann, 1943). Tiene a cada lado un cartílago alar,
un fibrocartílago complementario de la tercera falange y proximalmente está el hueso
sesamoideo distal o navicular, fusiforme y fuertemente unido a la tercera falange por un
ligamento (Sisson, 1985). Los cartílagos alares, medial y lateral, están cubiertos en su
superficie abaxial por el plexo venoso coronario (Adams, 1966).
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En la tercera falange se distinguen una cara parietal, una cara de la suela, y una articular;
además de un borde de la suela o Margo solearis y un borde coronario o Margo coronalis
donde se proyecta una apófisis extensora.
La cara parietal está surcada por numerosas rugosidades, perforadas por varios agujeros
vasculares. La cara de la suela está dividida por la línea semilunar en un plano cutáneo
anterior (suelo del casco) y una cara flexora palmar para la inserción del tendón flexor
profundo.
El flexor digital profundo es el músculo más largo del grupo flexor. Se origina en el
epicóndilo medio del húmero y se inserta en la superficie adyacente del cartílago de la
falange distal. Su acción es la de flexionar el dedo y el carpo y extiende el codo; está irrigado
por arterias mediana y colateral del cúbito y ramas de la braquial e inervada por el nervio
mediano y cubital (Sisson, 1985).
Figura 2.- Sección sagital de menudillo y falanges (Adams, 2011)
Figura 1.- Miembro torácico (Adams, 2011)
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Miembro Pelviano
El miembro pelviano está formado por el cinturón pelviano, fémur y rótula, tibia y peroné,
tarso, metatarso, falanges y huesos sesamoideos.
La tibia se articula proximalmente con el fémur, distalmente con el tarso y lateralmente con el
peroné.
Entre la tuberosidad tibial y el cóndilo lateral pasa el tendón común, proveniente del
músculo extensor largo de las falanges (extensor digital largo). El extensor digital lateral o
extensor lateral de las falanges se origina en el ligamento colateral lateral de la articulación
femorotibiorrotuliana y peroné y se inserta en el tendón del extensor digital largo. Este
contribuye a la acción del extensor digital largo; está irrigada por la arteria tibial craneal e
inervado por el nervio peroneo.
El tarso comprende seis huesos, en raras ocasiones siete, dispuestos en dos filas: proximal y
distal. En la fila proximal, en la porción medial, está el astrágalo, seguido del calcáneo. La fila
distal está compuesta por el hueso central del tarso, primer y segundo huesos tarsianos, que
están normalmente unidos, el tercer tarsiano, más pequeño y de forma triangular y el cuarto
tarsiano, hueso lateral de la fila distal de forma cuboide (Konig, 2005). El primero y segundo
huesos tarsianos, se osifican a partir de dos núcleos separados y se fusionan antes del
nacimiento; los otros huesos tarsianos se desarrollan a partir de un núcleo de osificación
(Sisson, 1985).
La articulación del corvejón está compuesta de la articulación tarsocrural, articulaciones
intertarsales y articulación tarsometatarsial.
La parte fibrosa de la cápsula articular está insertada alrededor del borde de la superficie
articular de la tibia, proximalmente, y distalmente a la superficie metatarsiana. Distalmente se
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continúa formando el ligamento accesorio, que se une con el tendón flexor digital profundo
a la mitad del metatarso.
El ligamento colateral lateral está formado por dos bandas distintas que se cruzan entre sí: el
ligamento colateral lateral largo, en la porción caudal, que forma un canal para el tendón
extensor lateral y el ligamento colateral lateral corto, más profundo y en la parte craneal y
termina en la superficie lateral del astrágalo.
Los movimientos son de flexión y extensión. Cuando el caballo se encuentra en estación
cuadrupedal, el ángulo articular es de unos 150º. La extensión completa es evitada por la
tensión de los ligamentos colaterales. La flexión, por otra parte, está controlada por el
contacto del metatarso con la pierna, de manera que la articulación de la rodilla esté también
flexionada. Durante la flexión la parte distal del miembro se ve desviado hacia fuera, debido
a que el eje de movimiento es ligeramente oblicuo. Durante la extensión se tensan los
ligamentos colaterales largos y durante la flexión los cortos (Sisson, 1985).
El tercer metatarsiano, en su parte proximal, tiene un surco oblicuo, distal y plantarmente,
formado por la aposición del cuarto metatarsiano o metatarsiano lateral. El segundo y cuarto
huesos metatarsianos son un poco más largos que sus homónimos metacarpianos.
Los ejes mayores de las falanges del miembro pelviano forman con el suelo un ángulo de
unos 5º mayor que el formado por el miembro torácico. La falange proximal o primera, es un
poco más corta, ancha proximalmente y estrecha distalmente. La falange media o segunda
falange es más estrecha y ligeramente más larga. La falange distal o tercera falange tiene un
ángulo de inclinación ligeramente superior (aproximadamente 5º).
El flexor digital profundo se divide en tres cabezas que se unen, finalmente, en un tendón
común de inserción. Origina en el borde caudal del cóndilo lateral de la tibia y se inserta en
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la superficie adyacente del cartílago de la falange distal. Flexiona el dedo y extiende la
articulación del corvejón. Está irrigado por la arteria tibial caudal e inervado por el nervio
tibial.
Placas de crecimiento y proceso de osificación
Cada hueso largo está formado por un cuerpo o diáfisis y dos extremidades que se conocen
con el nombre de epífisis. Los extremos epifisiales de un hueso largo en crecimiento son
cartilaginosos, o si han empezado la osificación epifisial están separados de la diáfisis por un
disco epifisial cartilaginoso o cartilago epifisario. En esta zona, la porción más cercana al
disco epifisario contiene una zona de crecimiento que se denomina metafisial.
El cartílago epifisario es el responsable del crecimiento longitudinal de los huesos largos y
cuando este cesa de crecer, se osifica, el hueso se consolida y ya no es posible un aumento
Figura 4.- Vista lateral de la porción distal del miembro pelviano (Adams, 2011)
Figura 3.- Miembro pelviano (Adams, 2011)
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ulterior de la longitud del hueso. Esta fusión se produce normalmente en periodos definidos
para cada hueso (Sisson, 1985).
Cuando el cartílago epifisario distal del radio se osifica totalmente, se dice que el caballo ha
alcanzado la madurez ósea, es decir, que ha terminado el crecimiento óseo.
Algunos investigadores indican que esto ocurre a los 24 meses de edad, mientras que otros
entre los 22-36 meses de edad (Semeco et al., 1994,).
Estudios publicados sobre el cierre metafisario de las placas de crecimiento han revelado
que el primer momento del cierre de la placa de crecimiento metafisaria diferencia en
términos de tiempo entre una raza y otra siendo los caballos árabes los más precoces a una
edad de 718 días, el Anglo-árabe de 810,1 días y los caballos pura sangre 756,3 días
(Łuszczyński J. et al, 2011).
El cierre de las fisis de las diferentes longitudes del hueso se produce en momentos
predecibles. Por lo tanto para que los tratamientos sean efectivos, se ha de considerar el
tiempo de cierre de las fisis.
Las regiones carpales y tarsales de fetos abortados a los 230 días de gestación revelan
solamente una osificación parcial de la diáfisis y metáfisis de los huesos largos, así como del
calcáneo. La osificación de estas estructuras comienza en el centro y se expande hacia la
periferia. Alrededor de los 260 días de gestación, los centros de osificación se observan en la
epifisis distal radial, la epífisis distal tibial y el hueso accesorio carpal. Después, se desarrollan
los centros de osificación en el intermedio, radial y tercer carpal, y el central, tercero, y cuarto
huesos tarsales. Alrededor de los 290 días, aparece la epífisis proximal del tercer metacarpo/
metatarso, y se unen pronto después con la metáfisis de esos huesos. Cerca de los 300 días
de gestación, todos los huesos del carpo y del tarso son visibles radiográficamente.
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Durante los restantes días de gestación, la osificación progresa hacia la periferia, y los huesos
adquieren su forma final. Al nacimiento, los bordes de esos huesos todavía son algo
redondeados, pero los espacios articulares que se observan están dentro de los límites
normales. Estos espacios consisten en dos capas de cartílago además del espacio articular
fisiológico
La gran mayoría del crecimiento longitudinal de los huesos largos ocurre a nivel de la fisis.
Algo de este crecimiento se atribuye a la epífisis, creciendo ambos hacia el cartílago articular
y la fisis. No obstante, la gran mayoría del crecimiento tiene lugar en la región metafisaria de
la fisis (Floyd A. 2007).
Los huesos del tarso y del carpo osifican en los últimos 2 a 3 meses de gestación.
El proceso normal de osificación endocondrial comienza en el centro del hueso
extendiéndose a la periferia. La osificación de los huesos cúbicos juega un papel importante
en el potro, pero no se debe confundir con la madurez esquelética total.
Una condición común en potros inmaduros es la osificación incompleta de los huesos
cuboides. Esta condición no se ha observado solo en potros inmaduros, también los potros
dismaduros pueden mostrar esta condición. (Levine, 2015)
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2.1 Aplomos Y Biomecánica
Por aplomos se entiende la evaluación del miembro con respecto al suelo mediante una
perpendicular a éste lograda por un hilo “a plomo”. Cuando los ejes óseos se apartan de la
denominada conformación clásica, se desarrollan los denominados defectos de aplomos.
Figura 6.- Grado 2 de osificación. Evidencia de osificación en todos los huesos cuboides. Fif is proximal metacarpiana ligeramente abierta (Levine, 2015).
F i g u r a 7 . - G r a d o 3 d e osificación. Huesos cuboides redondeados, aumento del e s p a c i o a r t i c u l a r y f i s i s metacarpiana proximal cerrada (Levine, 2015).
Figura 5.- Grado 1 de osificación. Algunos huesos no presentan e v i d e n c i a d e osificación (Levine, 2015).
Figura 8.- Vista craneal y caudal de los miembros anteriores normales (Adams,
2011)
Figura 9.- Vista lateral de la desv iac ión de l a rod i l l a (Adams, 2011)
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En la vista craneal, ambos miembros anteriores deben tener la misma longitud y tamaño, y
soportar el mismo peso cuando el caballo está en estación cuadrupedal. Una línea desde el
hombro (mitad de la articulación escapulohumeral) hasta el suelo debe dividir en dos la
extremidad. Desviaciones proximales suelen incidir sobre la consecuente desviación hacia
medial o lateral de los pies. (Adams, 2011).
Desde la vista lateral, las extremidades deben exhibir una combinación de ángulos
moderados para que la absorción de los choques sea eficiente. El ángulo de la escápula y el
hombro tienden a aumentar (a ser más vertical) cuando los caballos maduran de potros a
adultos. El miembro debe formar una columna recta desde la articulación del codo hasta el
menudillo. Esta conformación difundirá las fuerzas de compresión axiales a todas las
superficies óseas por igual. Con la mala alineación, las fuerzas de compresión axiales pasan a
concentrarse en un lado y se crean fuerzas de tensión frente a ella, lo que aumenta el estrés y
la tensión en las estructuras musculoesqueléticas (Adams, 2011).
Los caballos con una base estrecha en estación tienen las extremidades que caen fuera de la
línea de aplomo y tienden a sobrecargar la porción lateral de las porciones distales del
miembro.
Cuando la línea de aplomo cae lejos del cuerpo desde el codo en una vista lateral de la
extremidad, esta desviación la base de apoyo se acorta, las extremidades anteriores se
vuelven sobrecargadas, la fase craneal de la zancada se acorta, y el arco de vuelo del pie
puede ser bajo.
Una cuartilla verticalizada y corta se cree que aumenta la concusión y predispone a lesiones
del menudillo y de las articulaciones de las falanges, la región del hueso navicular, y las
estructuras de tejido blando del metacarpo.
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Una cuartilla larga e inclinada se caracteriza por una angulación normal o inferior a la normal
de la parte delantera del pie (menos de 50° a 54°). Se ve a menudo en los caballos punta
larga y talones bajos y puede predisponer a lesión de la región del navicular, tendones
flexores, huesos sesamoideos, y ligamento suspensor.
El miembro posterior es el motor del caballo y los defectos de aplomos a este nivel pueden
generar problemas de cojeras crónicas.
En el posterior, la línea de aplomo tiene que caer desde la punta de la nalga, pasando por el
corvejón y terminar ligeramente por detrás de los talones en una vista lateral; y dividir en dos
mitades iguales la extremidad en una vista caudal donde la línea de aplomo parte desde la
tuberosidad isquiática hasta el suelo.
Probablemente el detalle individual conformacional más importante en caballos de deporte
es el fémur. Un fémur largo e inclinado hacia delante coloca los miembros posteriores más
Figura 10 Aplomos normal y sentado de corvejones (Hill y Klimesh, 2000)
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debajo del caballo, lo cual permite al caballo mantener su equilibrio más fácilmente debido a
que la extremidad está más cerca del centro de gravedad. Un fémur inclinado hacia delante
también ha demostrado tener un efecto positivo sobre la solidez. Un fémur largo se cree que
resulta en una zancada más larga con mayor alcance. Un fémur corto se asocia con una
zancada rápida y corta, característica de un velocista. La longitud de la babilla hasta el
corvejón debe ser más corta que la longitud del fémur. Una longitud más larga que la
longitud del fémur tiende a asociarse con corvejones de vaca y corvejones falciformes.
La media de los ángulos del corvejón en caballos normales se cree que ha de ser
aproximadamente de 155° a 165°. Ángulos de corvejón menores de 150° a 153° se
consideran falciformes. Cuando se ve desde el lado, el ángulo del corvejón disminuye por lo
que el caballo está bajo el corvejón. Esto coloca el corvejón bajo mayor estrés y puede
predisponer a la distensión sinovial de las articulaciones de babilla y los corvejón, y
esparaván.
"Plantado de atrás" significa que toda la extremidad se coloca demasiado caudalmente
cuando se ve desde un lado.
Figura 11 Aplomos normales y plantado de atrás (Hill y Klimesh, 2000)
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La verticalización de la cuartilla a menudo acompaña esta condición.
Los caballos con una base ancha tienen la distancia entre el centro de los pies en el suelo
mayor que la distancia entre el centro de las extremidades en la región del muslo. La
conformación de base ancha no es tan frecuente en las patas traseras como en las
extremidades anteriores y con frecuencia se asocia con corvejones de vaca o también
conocido como valgo.
Otra condición contraria es aquella que se observa una base estrecha, asociada más
comúnmente en caballos musculosos. Esto causa tensión excesiva en el aspecto lateral de la
extremidad y la mayor parte de peso del caballo se coloca en la parte lateral de los cascos.
Esta conformación suele ir acompañada de "varus" o una condición en la que los corvejones
están demasiado separados.
Las extremidades pueden aparecer bastante rectas hasta el corvejón y luego desviarse hacia
el interior, y el corvejón puede inclinarse hacia el exterior durante el movimiento. Cuando un
caballo tiene buena conformación delante y base estrecha detrás, pueden ocurrir
interferencias entre los miembros anteriores y posteriores (Adams, 2011).
3. Causas más frecuentes de problemas ortopédicos en los potros
Las deformidades angulares de las extremidades se pueden dividir en dos amplias
categorías de diferentes etiologías: perinatales, que son las deformidades que pueden ser
atribuidas a la inmadurez de la estructura ósea en el nacimiento o algún fallo en el desarrollo
de la fisis; y adquiridos, que resultan de las interrupciones del proceso de maduración ósea.
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Muchos de los casos de desviación angular menos marcada de la extremidad están
relacionados con causas adquiridas en lugar de perinatales (Smith, 2010).
La conformación de las extremidades ha sido considerada como un indicador del
rendimiento y de la salud ortopédica en los caballos durante siglos. Los caballos se
seleccionan comúnmente sobre la base de su conformación, además que por el rendimiento
y pedigrí. Estudios recientes sobre la relación entre la conformación y las posibles lesiones
demostraron que varias patologías ortopédicas se asociaron significativamente a la
conformación del arto. La mayoría de las deformidades de las extremidades son parte del
complejo de enfermedades ortopédicas del desarrollo. Las causas y mecanismos detrás de
estas deformaciones son complejas y varias, sin embargo, todos ellos están asociados al
crecimiento. Los primeros signos clínicos aparecen antes de los 6 meses de edad y los
miembros torácicos se ven afectados con mayor frecuencia (Robert, et al. 2013).
3.1.Congénitas
El hipotiroidismo congénito y síndrome de inmadurez (CHD), también conocido como
síndrome de la hiperplasia de la glándula tiroides y de deformidades musculoesqueléticas,
es un trastorno de tiroides detectado en potros recién nacidos que se caracteriza por
hiperplasia de la glándula tiroides, el aumento de la duración de la gestación y múltiples
anomalías congénitas del aparato locomotor, incluidos prognatismo mandibular (Breuhaus
2011), deformidades flexoras, ruptura del tendón extensor digital común, cierre incompleto
de la pared abdominal y osificación incompleta de los huesos cúbicos del tarso y del carpo
(Koikkalainen, 2014).
Los potros prematuros por lo general se caracterizan por un incompleto desarrollo de los
diferentes órganos y funciones fisiológicas, mostrando además a menudo problemas de
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laxitud de los tendones, deformidades angulares además de trastornos neurológicos,
respiratorios y sepsis (Berlin, 2014). Los potros inmaduros o prematuros además pueden
mostrar una incompleta osificación de los huesos cúbicos, que, si no se trata, se manifestará
como una severa deformidad angular del miembro (Smith, 2010). Sin embargo, se han
descrito una variedad de factores, incluidos los efectos teratogénicos de la ingestión materna
de algunas plantas (locoweed), mutaciones génicas, bocio, y un brote de gripe.
La mala posición intrauterina o una limitación del espacio uterino, es probablemente la
etiología más comúnmente citada.
Figura 12 potro de seis meses de edad con una severa deformidad angular debido a una lesión por aplastamiento de la huesos del carpo (Smith, 2010).
F i g u r a 1 3 r a d i o g r a f í a dorsopalmar del carpo de un potro con osificación incompleta de la huesos del carpo y, posteriormente, una severa deformidad angular del miembro (Smith, 2010).
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Las deformidades angulares de las extremidades en potros son más a menudo por causas
congénitas como el posicionamiento uterino anormal, desequilibrios hormonales o
nutricionales.
Sin embargo, las deformidades angulares en potros también pueden aparecer en respuesta
a una patología. Los potros que tengan una lesión en una extremidad, tienden a un
desequilibrio de cargas en la extremidad contralateral, que va a ser más propensa a
desarrollar deformidad flexural en la misma (Trumble et al, 2005).
Para mayor comodidad, las deformidades angulares de las extremidades son a menudo
clasificadas como los que se desprenden inmediatamente después del nacimiento
(anomalías perinatales) y aquellos que sólo se desarrollan como las edades de caballos
(deformidades adquiridas) (Witte, 2009).
3.2.Adquiridas
Las deformidades flexurales adquiridas generalmente se desarrollan entre los 2-6 meses de
vida. La etiología de esta deformidad se desconoce, pero las causas incluyen la
predisposición genética, una nutrición inadecuada (es decir, la sobrealimentación, excesiva
ingesta de hidratos de carbono, dieta desequilibradas en minerales), trauma y excesivo
ejercicio (Smith, 2010). También el entorno en el que el animal se mueve afecta a la calidad
del casco y a su elasticidad. Suelos secos y duros así como un exceso de humedad a nivel de
los cascos conducen a una mayor fragilidad del casco que puede llegar a dañarse
gravemente (Ellis, 1998).
El crecimiento longitudinal del hueso se basa en dos procesos coordinados el cartílago de
crecimiento, apoptosis de condrocitos hipertróficos, que luego se convierten en
mineralizados, y la remodelación de esta matriz mineralizada para formar hueso trabecular. El
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hueso, según la ley de Wolff, se adapta y fortalece debido a las cargas que se le someten. La
remodelación de los condrocitos hipertróficos mineralizados a hueso trabecular se adaptará
a la carga. Por lo tanto, en las áreas de las fisis que están sometidas a cargas más altas se
observará más remodelación trabecular. En la fisis, esto proporciona un mecanismo de
crecimiento de auto-enderezamiento. Sin embargo, si la fisis se carga de forma desigual
debido a factores externos tales como una cojera o una enfermedad, el miembro adquiere
una deformidad angular (Smith, 2010).
4. Deformidades Angulares
Las deformidades angulares de las extremidades se definen como desviaciones
conformacionales en el plano frontal (Trumble Et al, 2005). La desviación hacia la cara lateral
se define como valgus, mientras que la desviación hacia el aspecto medial se define como
varo. La desviación angular puede o bien estar centrada sobre una sola articulación, tales
como el menudillo, carpo o tarso, o una combinación de estos (Smith, 2010)
�
Figura 14 pie normal y pie izquierdo (Hills y Klimesh, 2000)
Estas son desviaciones axiales que se basan en la relación de la extremidad distal de una
articulación particular. Por ejemplo, una deformidad de carpus valgus se define como una
desviación lateral de la extremidad distal al carpo, en comparación con la extremidad
proximal al carpo y un menudillo varo es una desviación medial de la extremidad distal a la
articulación del menudillo, en comparación con la extremidad proximal al menudillo
(Trumble et al., 2005).
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Al examinar potros con deformidades angulares de las extremidades, es importante tener en
cuenta que la correcta conformación del potro no es la misma que la conformación correcta
del adulto. En otras palabras, el potro va a sufrir cambios durante su crecimiento y
maduración de manera que rápidamente pueden cambiar su conformación. Por ejemplo,
una conformación carpiana normal para un potro recién nacido se considera ser de 2° a 5°
valgus y esta conformación debería ser mantenida hasta la edad del destete del potro. El
caballo generalmente atraviesa una etapa de crecimiento pronunciado aproximadamente
entre los 8 y 10 meses de la edad, momento en el que el miembro se enderezará. Por lo
tanto, si la extremidad se manipula en los primeros meses de vida para que la extremidad
quede perfectamente recta como al destete, sería probable que a medida que el caballo se
desarrolle le haría de hecho convertirse ligeramente en varo carpiano, lo que predispone a
una lesión en la edad adulta (Trumble et al., 2005)
Hay estudios que confirman que los rasgos conformacionales negativos, como la asimetría
de los miembros torácicos, pueden acortar la carrera de los caballos de deporte. La
conformación de las extremidades y, en particular, la conformación de la extremidad distal,
son importantes para la duración de la vida deportiva del caballo (Ducro et al., 2009).
Las deformidades angulares adquiridas de las extremidades resultan de un crecimiento
longitudinal desproporcionado del hueso. La predisposición genética y el trauma son
fuertemente asociados con deformidades como son la displasia ósea, desequilibrios
nutricionales, infecciones, ejercicio y sobrecarga de la fisis.
Se realiza una evaluación con el potro en reposo (evaluación estática a 1-2 m delante del
carpo del potro) y una evaluación dinámica. Esto elimina la componente rotacional de una
deformidad, de modo que cualquier desviación adicional es atribuible solamente a la
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deformidad angular. Las radiografías de la extremidad son útiles no sólo para confirmar la
ubicación de la desviación, sino también para proporcionar valores objetivos para el grado
de angulación (Witte, 2009).
Figura 15 menudillo varo en un potro de 4 días de edad (Witte, 2009)
Figura 16 carpo valgus y menudillo varo (Witte, 2009)
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4.1.Valgus
Hay caballos en los cuales los carpos están mediales a la línea de aplomo, creando una
deformidad angular, se denomina carpus valgus y se concentra el peso del caballo en la
porción medial del carpo y la región proximal metacarpal. En potros el carpus valgus puede
estar acompañado por una rotación externa de toda la extremidad o solamente en el
aspecto distal (“aplomo izquierdo”) (Floyd, 2007).
Un estudio llevado a cabo por el National Hunt ha evaluado la influencia de la conformación
en las lesiones en caballos mostrando un aumento de fractura pélvicas y tenosinovitis del
flexor digital asociada con tarso valgus (Weller et al. 2006).
En el caso de una desviación lateral, distal a un punto de referencia, nos referimos a una
deformidad valgus y si el miembro es desviado medialmente, una deformidad varus. (Witte,
2009)
4.2.Varus
La conformación “varus” a menudo es consecuencia de un carpus varus temprano y es un
factor limitante. El carpo está incorvado hacia fuera, laterales a la linea de aplomo. En muchos
potros con este defecto de aplomo, sufren una desviación del codo, dando la apariencia de
que la deformidad angular podría ser debida a un crecimiento asimétrico de la fisis del codo
(Floyd A., 2007).
Una vista frontal del caballo en estación nos proporciona una evaluación del miembro
anterior, como son la anchura de la base sola o con giro de las extremidades hacia dentro o
hacia fuera (“estevado” e “izquierdo”). Los caballos con una base amplia en estación tienen
las extremidades anteriores laterales a la línea de aplomo y generalmente tienen un pecho
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estrecho, dando como resultado una sobrecarga en el aspecto medial de la porción distal de
los miembros afectados, predisponiendo a cojeras. Los caballos de base ancha e izquierdos
aparecen más a menudo con deformidades carpus valgus que no han sido corregidas (Floyd
A., 2007).
5. Deformidades Flexurales
La laxitud en los recién nacidos a menudo se presenta como una debilidad de los tendones
flexores debido a la inmadurez o la prematuridad, haciendo que el potro tenga una falta
general de tono muscular; las deformidades contractural se denominan como "tendones
contracturados", a pesar de que no hay pruebas de que los tendones son más cortos o con
respecto al hueso. Las deformidades contracturales son un común problema en los potros
que pueden ser bilaterales o unilaterales. Son presentes al nacimiento, pero puede
desarrollarse a lo largo del 1° año de edad (Trumble Et al, 2005).
5.1.Deformidades Flexoras
El término "deformidades flexoras" describe la desviación de una extremidad en el plano
sagital y se expresa como hiperflexión de una o más articulaciones en una o más
extremidades. Tal condición patológica de hiperflexión persistente también se conoce como
"contractura tendinosa", aunque en la mayoría de los casos, la parte tendinosa no está, de
Figura 17 Aplomos normal y abierto de delante (Hill y Klimesh, 2000)
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hecho, contraída. Por convención los tipos de deformidades se nombran según la
articulación involucrada y no según el tendón afectado. Las deformidades flexoras pueden
afectar la articulación interfalangica distal, articulación metacarpofalangica o
metatarsofalangica, a nivel de carpo y raramente a nivel del tarso (Auer 2011). Las
deformidades flexoras pueden ser secundarias a dolor, en caso de traumatismos o recortes
excesivos de los cascos, además de presentar un componente genético consistente
(O'Grady, 2012).
La flacidez de los tendones flexores es una condición común en los potros recién nacidos,
que sólo afectan a las extremidades posteriores en la mayoría de los casos y a veces también
las extremidades anteriores. Esta condición por lo general se corrige espontáneamente
durante las primeras semanas de vida, a medida de que se desarrolle un aumento del tono
muscular y una mejor coordinación. La hiperflexión de la articulación interfalángica distal es
la forma más común de deformidad flexora adquirida entre el nacimiento y los 6 meses de
edad, junto con la hiperflexión de la articulación metacarpofalángica (Robert et al., 2013).
Las deformidades flexoras son una condición común de los caballos en crecimiento en el
que una articulación se mantiene en una posición flexionada de forma anormal. Las
contracciones de Tendón pueden ocurrir como resultado de la cicatrización secundaria a
lesión en el tendón; esto a veces se ve en caballos maduros, pero es rara en los potros. Las
deformidades de flexión se pueden clasificar como congénitas (presente poco después del
nacimiento) o adquiridas (desarrollada después del nacimiento durante el periodo de
crecimiento. Las deformidades flexoras congénitas afectan más comúnmente la articulación
metacarpofalángica o el carpo. En raras ocasiones se ven afectadas, la articulación
metatarsofalángica y las articulaciónes interfalángica distal y proximal.
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Las deformidades flexoras adquiridas afectan a la articulación interfalángica distal y la
articulación metacarpofalángica más frecuentemente, y con menor frecuencia las
articulaciones metatarsofalángica y interfalángicas proximal está afectada. Las deformidades
de flexión del carpo son generalmente bilaterales y, en los casos leves, el potro puede andar,
pero sin extender por completo el carpo. Los casos leves se resuelven espontáneamente en
4 o 5 días con ejercicio limitado, pero, si la deformidad no se resuelve de forma espontánea,
se puede intervenir a la corrección del problema con tratamiento adecuado (Kidd et al.,
2002).
Aunque el diagnóstico puede parecer obvio, la palpación de la extremidad y las radiografías
para evaluar los cambios en P3 y los márgenes articulares de la articulación interfalángica
distal son importantes para determinar el pronóstico. Los casos leves pueden ser tratados de
manera conservadora con disminución de la ingesta de calorías, una dieta equilibrada, el
control del ejercicio y la aplicación de extensiones en el casco (MacLellan et al., 1997).
En algunos casos más severos, pueden ser incapaces de ponerse de pie y el tendón extensor
digital común puede romperse de manera secundaria a la deformidad de flexión. Si los
miembros se pueden enderezar manualmente (maniobra que puede requerir sedación), la
posibilidad de resolución utilizando férulas o yesos es buena, pero si el carpo no se puede
enderezar manualmente el pronóstico es reservado. La rotura del tendón extensor digital
común es una condición congénita común de los potros que puede confundirse con
deformidades de flexión del carpo. El tendón puede llegar a romperse por una excesiva
tensión a este nivel secundario a una deformidad angular junto con un ejercicio intenso del
potro. Algunos autores recomiendan la inmovilización con férulas o yesos para 2-3 semanas
con un buen pronóstico. Las causas de deformidades flexoras adquiridas son múltiples y
complejas, aunque diferentes autores hablan de dos teorías principales tales como la falta de
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coincidencia en el hueso y el tendón/ligamento en crecimiento y contracción de la unidad de
musculotendinosa en la respuesta al dolor.
La radiografía no se requiere para el diagnóstico de deformidades flexoras, que se puede
conseguir sobre la base de los signos clínicos. Sin embargo, la radiografía es útil para
identificar anomalías como la osificación incompleta, que pueden alterar el pronóstico (Kidd
et al., 2002).
5.2.Deformidades Extensoras
Las deformidades extensoras afectan con más frecuencia a las articulaciones del menudillo y
la articulación interfalángica distal, aunque a veces se observa una conformación con
hiperextensión del carpo. Se clasifican por gravedad, desde leve a grave; la articulación de
menudillo, en las formas leves, está ligeramente rebajada y la punta del casco se eleva
ligeramente desde el suelo, mientras que en las formas graves, durante la carga, el menudillo
está en contacto con el suelo. Las deformidades extensoras son típicamente bilaterales,
pudiendo afectar los miembros torácicos o pélvicos, aunque puede involucrar a las cuatro
extremidades (Fackelman et al., 1972; Embertson, 1994). Aunque la etiología es en gran
parte oscura; algunos autores han sugerido como causa, la deficiencia de vitaminas.
Ciertamente, la enfermedad se observa con mayor frecuencia en sujetos nacidos de yeguas
que se encontraban en un estado de malnutrición (Fackelman et al., 1972).
Las formas leves a moderadas responden bien, por lo general, a un ejercicio moderado, lo
que proporciona un refuerzo y aumento del tono de los músculos, tendones y ligamentos. En
las formas leves, es beneficioso la reducción de los talones, a fin de proporcionar una
superficie de apoyo más amplia del pie y la mejor manera de conseguir un buen tono
musculo ligamentoso es la natación (Fackelman et al., 1972; Embertson, 1994; Auer, 2006).
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En casos más graves, el rozar del menudillo al suelo puede llegar a provocar lesiones graves.
Para prevenir este tipo de problema está indicado un vendaje. Los vendajes no tienen que
ser demasiado gordos para evitar que estos causen un empeoramiento de la laxitud de los
tendones (Embertson, 1994; Auer, 2006). La aplicación de extensiones plantares o palmares
ayudan a mantener el pie en apoyo. En casos más graves han sido descritas resoluciones
quirúrgicas como la tenoplastia para la resolución de hiperextensión digital severa en
pequeños animales y pony (Auer, 2006).
6. Tratamientos
El tratamiento de los potros en el que la deformidad angular se origina en la propia
articulación, tal como un retraso en la osificación de los huesos cúbicos o la laxitud de tejidos
blandos periarticulares, es diferente del tratamiento de deformidades angulares que
proceden de la región de la fisis. Para potros con la laxitud de los tejidos blandos y
osificación normal, se requiere un aumento gradual del ejercicio (5-10 minutos diarios) para
fortalecer los músculos y los tejidos blandos. Sin embargo, para aquellos potros con retraso
en la osificación, es necesario reposo absoluto para evitar el desarrollo de la osteoartritis, así
como un mayor daño a los huesos cúbicos. De hecho, se producirá la deformación de
angulación permanente de los huesos cúbicos después de 3 a 4 semanas (Trumble, 2005).
Los tejidos del sistema músculo-esquelético son capaces de responder a cambios en las
condiciones de carga mecánica. Este fenómeno de funcional adaptación se entiende bien
para los músculos y en gran medida para los huesos. Además, diferentes autores han
planteado la hipótesis de que la edad es fundamental para una respuesta adaptativa en los
tendones en respuesta al ejercicio (Korosue, 2005).
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6.1.Médico
Se han estudiado y utilizado terapias de ondas de choque extracorpóreas (ECSWT). Es un
método no invasivo para retrasar el crecimiento de la fisis y puede ser utilizado en los potros
con más de dos semanas de edad. Este tratamiento puede ser realizado en un potro ya sea
profundamente sedado en decúbito lateral o sedado de pie. Se aplica la sonda de la onda
de choque para el lado convexo de la fisis afectada para disminuir el crecimiento en ese
lado. La dosis habitual es de 1500 a 2000 ciclos a 15 Hz fijan en 2,5 a 3 bares y en ciclos de
cada dos semanas. La terapia de ondas de choque se cree que actúa a través de sus efectos
sobre la viabilidad de los condrocitos (Yeaman y otros 1989), observándose una notable
disminución del grado de cojera en caballos adultos con osteoartritis inducida (Smith, 2010).
Deformidades congénitas de flexión se tratan mejor con ejercicio moderado. En muchos
casos, el potro no está dispuesto a ponerse de pie y caminar y necesita estímulo regular para
hacerlo, especialmente si se aplica un yeso o una férula después se pueden utilizar solos o
en combinación
6.1.1. Farmacológico
Tanto la causa primaria como los efectos del tratamiento de las deformidades flexurales
pueden ser dolorosas. Los fármacos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) tienen un papel
importante en el tratamiento de deformidades flexurales, pero deben utilizarse con
precaución en los potros debido a los efectos secundarios potenciales como la ulceración
gastroduodenal y la nefrotoxicidad. Muchos autores aconsejan también el uso de flunixin
meglumine a la dosis de 1,1 mg/Kg IV una vez al día junto con ranitidina a la dosis de 1,5 mg/
Kg IV como protector gástrico. Podrían utilizarse también otros fármacos cuales fenilbutazona
como AINE y cimetidina o sucralfato como protectores gástricos.
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Diferentes estudios hablan del uso de oxitetraciclina intravenosa para el tratamiento de
deformidades flexoras en potros. Aunque el método de acción no ha sido completamente
dilucidado, se cree que actúe sobre la quelación del calcio y la inhibición de la contracción
muscular (Kidd, 2002). Esto podría explicar potencialmente la relajación de la unidad
musculotendinosa. Recientes estudios in vitro han sugerido que la quelación de calcio puede
inhibir la contracción de los miofibroblastos dentro del propio tendón flexor. Además, la
oxitetraciclina puede ser responsable de la inhibición de la remodelación del colágeno
durante el rápido crecimiento de los miofibroblastos a través de la baja regulación de la
matriz metaloproteinasa-1 mRN, haciendo que el ligamento accesorio y el tendón sean más
susceptibles a la fluencia. Esto podría explicar por qué los recién nacidos responden más
dramáticamente a la oxitetraciclina que los adultos y por qué los potros normales se vuelven
más laxos cuando reciben oxitetraciclina (Trumble, 2005).
Sin embargo, en circunstancias concretas como es el caso de deformidades flexoras que
afectan a la articulación interfalángica distal, este mecanismo de acción parece poco
probable debido a la estructura anatómica (ligamento accesorio) que no se asocia
directamente con los músculos y el grado de quelación del calcio por parte de la
oxitetraciclina que es mínimo.
Debido a que los potros recién nacidos responden más a oxitetraciclina que los caballos
adultos, una teoría más plausible implica la inhibición de la remodelación del colágeno
durante el rápido crecimiento por miofibroblastos, que comprenden la mayoría de las células
del ligamento accesorio distal de los potros. Las tetraciclinas han sido reconocidos como
potente inhibidores de la actividad MMP, ya que pueden actuar como quelantes del ion zinc.
Sin embargo, los resultados de un estudio in vitro indican que las concentraciones
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micromolares de tetraciclinas requeridas para la inhibición directa de enzimas MMP serían
difíciles de lograr in vivo. Los resultados de estudios recientes han sugerido que la inhibición
de MMPs por tetraciclinas se produce principalmente a través de la baja regulación de la
expresión génica (Arnoczky et al., 2004).
La dosis más frecuente de oxitetraciclina utilizada es de 3 g (70 mg/kg por vía intravenosa en
500 ml de solución salina), independientemente del peso corporal, que es mucho mayor que
la dosis antimicrobiana (5-20 mg / kg). Sin embargo, 2 g (40-50 mg/kg administrada por vía
intravenosa) ha demostrado tener efectos similares en neonatos. Es importante tener en
cuenta que los potros que son candidatos para el tratamiento deben someterse a un examen
hematológico completo antes de la administración, debido a la nefrotoxicidad del fármaco,
especialmente con insuficiencia renal preexistente. Sin embargo, la dosis de 3 g se ha
demostrado ser segura en potros con función renal normal. La oxitetraciclina parece tener un
efecto transitorio tanto in vivo como en la práctica clínica (Trumble, 2005; Arnoczky et al.,
2004).
6.1.2. Manejo y Herrado
El objetivo en el manejo de las deformidades flexoras o extensoras es conseguir que los
potros soporten el peso normal en la planta del pie tan pronto como sea posible. Los potros
con hiperextensión de la articulación del menudillo pueden corregirse rápidamente con
ejercicio normal en un pequeño prado durante la primera semana después del parto. Si la
articulación interfalángica distal se extiende demasiado puede tardar varias semanas en
corregirse, sobre todo en las extremidades posteriores.
Las deformidades angulares de las extremidades pueden dar lugar también a un cambio en
la forma del casco si no se corrigen o si no se recortan debidamente. Es importante cortar
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regularmente la parte no gastada del casco para evitar que el pie se desvíe o se exacerbe en
problema angular.
Las extensiones pueden ser muy valiosas aunque deben ser aplicadas con cuidado. Para
corregir una deformidad angular tipo valgus, hay que aplicar una extensión medial de
manera que cargue el peso en centro del casco. Por el contrario, en caso de tratamientos
correctivos de deformidades tipo varo, la extensión que hay que aplicar será lateral al pie
afectado. Estas extensiones hay que aplicarlas cuando realmente sea necesario, ya que
pueden inducir deformidad angular si se aplica en exceso. (Ellis, 1998)
�
Figura 18 extensión lateral (Ellis, 1998)
Es buena práctica mover palmarmente la extensión para compensar cualquier aumento de la
tensión en el TFDP creado por la reducción de los talones. Si no se observa mejoría, el
recorte debe repetirse a intervalos de 4 semanas.
En caso de deformidades flexoras, el objetivo del herraje se dirige a cargar los talones,
compensar el acortamiento del TFDP y mejorar el eje metacarpo falángico (O'Grady, 2014).
En todos los casos el recorte se debe hacer con moderación y deben hacerse intentos para
mejorar la superficie solar, para que sea más grande mediante un raspado suave de los
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talones. En muchas ocasiones es posible utilizar material acrílico y fibra de vidrio para dar
una mayor estabilidad y sostén al casco (Witte, 2009).
El tratamiento en caso de deformidades flexurales es secuencial dependiendo de la
gravedad de la laxitud del tendón y la respuesta del potro al tratamiento. Se empieza con
ejercicio controlado y moderado y se puede recurrir a extensiones palmares o plantares que
sobresalen unos 3-4 cm de los talones y alivian inmediatamente la inestabilidad
biomecánica.
Algunos autores aconsejan fijar la extensión con cinta en lugar de utilizar compuestos que
podrían indebolir la ya débil pared del casco en potros menores de 3 semanas y cambiarla
cada 10 días. Está contraindicado vendar la extremidad debido a que podría debilitar aún
más los tendones flexores. En casos graves de valgus carpiano donde la cirugía es necesaria,
se combina una extensión medial con la cirugía (O'Grady, 2009).
6.1.3. Férulas
Férulas y yesos son útiles en los casos de deformidades de flexión de metacarpo /
tarsofalángicas, del carpo y del corvejón. La articulación interfalángica proximal es difícil de
Figura 19 laxitud flexural en miembro pelviano – hiperextensión digital (O'Grady, 2009)
Figura 20 ejemplo de extensión plantar de plástico (O'Grady, 2009)
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inmovilizar. Las férulas tienen la ventaja sobre los yesos de poderse cambiar regularmente y
fácilmente volver a aplicarse y pueden ser aplicadas con o sin sedación. Los yesos no se
pueden cambiar regularmente (a menos que hayan sido bivalvo) y no permiten inspección
de la deformidad de flexión y la piel. Debido a que la extensión forzada de la extremidad
afectada en un yeso o una férula es dolorosa y a menudo requiere analgesia, se han descrito
casos en los cuales no se utilizan moldes, prefiriendo en su lugar utilizar férulas que se
pueden dejar por 12 h. Las férulas se pueden hacer de una variedad de materiales
incluyendo PVC, madera y fibra de vidrio. Las férulas deben colocarse sobre unas capas de
materiales de protección como algodón, suficientes para que la piel está protegida de
excoriaciones, pero también lo suficiente finas para que la férula no se desplace fuera de su
posición. Las férulas a menudo giran alrededor del miembro y es a menudo bastante difícil
mantenerlas en la posición deseada. Es aconsejable por esto utilizar cintas resistentes para la
inmovilización de la misma. Algunos potros requieren sedación para la aplicación de la
férula, para permitir extensión máxima de la articulación afectada y para permitir que la férula
sea colocada correctamente en la extremidad. Para la sedación, los agonistas alfa-2, tal como
xilazina o detomidina, son útiles para este fin y tienen la ventaja añadida de proporcionar
analgesia (Kidd et al., 2002).
Compston y Payne, describen una nueva técnica que crea una férula de tensión-extensión
"activa". Se trata de una férula de fibra de vidrio dentro de la cual se posicionan alambres
que, enganchados en la punta del casco, ejercen una tracción activa sobre los tendones en
caso de deformidades flexurales (Compston, 2012).
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6.2.Quirúrgicos
La cirugía debe considerarse como tratamiento inicial para casos graves de deformidades
flexurales y para aquellos casos en los cuales no responden al tratamiento conservador o
médico. En general, las deformidades flexurales congénitas que requieren tratamiento
quirúrgico tienen un pronóstico peor que las deformidades flexurales adquiridas tratadas
quirúrgicamente (Kidd, 2002).
La desmotomía del TFDP combinada con el herraje apropiado, ha sido descrita como técnica
muy exitosa en el tratamiento de potros con graves deformidades flexurales. O'Grady ha
descrito la utilización de compuestos acrílicos en lugar que extensiones en el momento de la
cirugía. Se aplica el compuesto debajo del aspecto dorsal de la punta para crear una cuña
inversa, proporcionando protección y redistribuyendo la carga a la cara palmar del pie,
Figura 23 la parte dorsal del molde está lista para ser utilizada. A la izquierda, la extremidad del potro v e n d a d a a d e c u a d a m e n t e . (Compston, 2012)
Figura 21 deformidad f l e x u r a l d e l a a r t i c u l a c i ó n interfalangica distal. (Compston, 2012)
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aumentando las tensiones en el TFDP, y restaurando la concavidad de la suela (O'Grady,
2012).
6.2.1. Tornillos
En los casos de deformidades flexurales que requieren corrección quirúrgica, desmotomía
del ligamento accesorio distal ha sido efectiva para la correcta alineación de la parte distal
de la extremidad. Si la cirugía se lleva a cabo a una edad temprana, el pronóstico para la vida
deportiva es bueno .La relación entre la fractura del proceso extensor y la contractura del
tendón flexor digital profundo no ha sido reportado. La fuerza sobre el tendón extensor
digital común (CDE) en potros con contractura del flexor digital profundo, pueden causar
una fractura por avulsión del proceso extensor de la tercera falange en una etapa inmadura
del animal. (MacLallen, 1997)
El tratamiento quirúrgico para la corrección de deformidades angulares, se basa en la
aceleración o retraso del crecimiento a nivel de la fisis afectada y, para ser eficaz, debe
realizarse antes del cierre de la fisis. El retraso del crecimiento se lleva a cabo por la
colocación de un puente tranfisial temporal para detener el crecimiento en ese lado de la
extremidad. Se han utilizado diferentes técnicas, grapas o tornillos y alambres, y más
recientemente una técnica con un solo tornillo tranfisial absorbible (Witte et al., 2004; Kay et
al. 2005; Roberts et al. 2009), donde el tornillo no hace de puente, sino que se coloca a
través de la fisis. Las ventajas de esta técnica son la facilidad de inserción, la reducción del
tiempo quirúrgico y un mejor resultado estético en comparación con la técnica de tornillo y
el alambre. (Wall et al., 2010). Con el fin de evitar una anestesia general, el post operatorio y
los riesgos consecuentes, los veterinarios del Hagyard Equine Medical Institute, han utilizado
la técnica con tornillos transfisiales con el caballo en estación. (Modesto et al., 2011)
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6.2.2. Elevación del periostio
La técnica de aceleración del crecimiento a través transección del periostio, fue descrita por
primera vez en los caballos a principios de los años '80 (Witte et al., 2009).
Los casos más severos de deformidades angulares de las extremidades, se detiene el
crecimiento de los huesos, y la angulación tiende a empeorar. En estos casos, por lo general,
se requiere la intervención quirúrgica. La técnica de elevación y transección
hemicircunferencial del periostio (HPTE) se realiza en la superficie cóncava de la metáfisis
para intentar reducir la compresión estática, permitiendo el crecimiento del hueso, mientras
que el puente transfisial se realiza sobre la superficie convexa del hueso, para crear una
compresión estática de modo que el crecimiento del hueso se retrase en ese lado (Trumble,
2005). El principio detrás de la detención temporal del crecimiento es sencillo y se basa en la
restricción mecánica del crecimiento del hueso, utilizando tornillos a cada lado de la placa de
crecimiento y unidos por un alambre de acero inoxidable en forma de "8". Recientes estudios
hablan del utilizo de un solo cerclaje. La presencia del implante de un puente fisario
permanente podría llevar a una sobrecorrección, resultado de una excesiva compresión
fisariaresultante de la velocidad de corrección con esta técnica. Después de la retirada del
implante se podría desarrollar una cierta displasia ósea. Dos estos problemas se pueden
evitar mediante un correcto seguimiento del cambio de conformación, así como la
evaluación de la fisis (Witte et al., 2009). El periostio en potros puede ser bastante grueso y
vascularizado, y por esto propenso a hemorragias. Una incisión en forma de "T" invertida a
través de la superficie de la metáfisis en los aspectos dorsal / craneal y palmar / caudal hacia
la incisión original en el periostio y con un elevador de periostio se hace una ligera presión
en las esquinas de las incisiones para elevar el periostio (Smith, 2010).
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Todas las mejoras deben hacerse dentro del margen de tiempo de máximo crecimiento para
cada placa de crecimiento para que el hueso todavía puede responder. El crecimiento
máximo de las fisis distal termina después de 2 meses en los metacarpianos o los huesos
metatarsianos, 4 meses en la tibia, y 6 meses en el carpo. Para la corrección de los problemas
angulares hay que intervenir quirúrgicamente dentro de este margen de tiempo para
conseguir unos resultados exitosos (Trumble, 2005).
7. Conclusión
Los potros representan un capital potencial y la correcta conformación de sus extremidades
es fundamental para su futura carrera deportiva. El tratamiento de los defectos de
conformación, angulares y flexurales, exige una gran inversión de tiempo, trabajo y dinero y
por esto la detección temprana de los defectos y los tratamientos adecuados al momento
adecuado son la clave para ser llevados a cabo con éxito. También son fundamentales la
habilidad, los conocimientos y la interacción entre veterinario y herrador
independientemente de si el tratamiento se limite al herraje o sea en combinación con la
cirugía.
En muchas ocasiones, estos defectos de conformación son secundarios a factores que
influyen o bien durante la gestación, de manera adquirida durante el crecimiento o
derivados de componentes genético. A este propósito, los propietarios y los criadores
deberían hacer más hincapié en aquellos factores nutricionales, genéticos y de manejo, para
poder prevenir en la medida de lo posible la aparición de deformidades conformacionales.
La elección y selección de las yeguas y sementales, las pautas nutricionales y los cuidados
postnatales, si son bien manejados, muchas veces pueden evitar que se tenga que recurrir a
tratamientos más drásticos e invasivos.
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Concetta Molé
EQUISAN Veterinaria Equina Integral