UNIVERSIDAD DE MEXICO 17
"Pi jJeclIliar canicler de .1/1. jJrovillcia"
Por GltStav SIEBENMANN
MIGUEL HERNÁNDEZ (1910-1942)
RETRATO DE UN POETA ESPAÑOL
ferencia de tono y eh: temas que existeC'ntre estos poetas C'xplica además porqué, a pesar de que el destino tendía aconvertirlos a ambos en figuras legendarias, poseen tan distinta fuerza de irradiación. A diferencia dc Antonio Machado y de Garda Larca, Hern;ll1dez fueuna víctima que los vencedores hubieranpodido salvar: tuvieron tiempo de sobra.A pesar de que por él abogaron variospersonajes influyentes, y a pesar de suprecaria salud, lo arrastraron durantetres años por las cúrceles españolas. Muri{) el 28 de marzo de 1942 en Alicante.víctima de una tuberculosis pulll1onar.rmposible concebir un final más doloroso para una vida que había llegado a conocerse a sí misma en el aliento de unafirme volnntad creadora. En el extranjero, en medio de las muertes en masaocasionadas por la Segunda Guerra Mundial, su desaparición no suscitó C'scándala ni protestas. Sólo más tarde, con lacreciente resonancia de su lírica, surgióla indignación y el pesar.
LA VIDA
El pastorcillo.-Frente al triste finvemos, si remontamos el curso de subreve y azarosa vida, un comienzo radiante, a su vez amenazado por la leyenda. Nació el 30 de octubre de 1910 enel pueblo de Orihuela (provincia de Alicante). Su padre era pastor y tratanteen ovejas y cabras; la necesidad lo obligó a sacar a su hijo del colegio de jesuitas para que le ayudara a cuidar losanimales~ Más tarde reconocería Miguella influencia que sobre él ejerció tan romántico origen. Vicente Aleixandre asegura en sus Encuentros que cuando Miguel le escribió por primera vez, pidiéndole tímidamente su libro La destrucción o el amor, completó su firma con la
MUEHTE y FAMA
POCO A poco VA COMPREl\DIENDO lacrítica española que ninguno de lospoetas nacidos en España en los úl
timos cincuenta años supera en importancia a Miguel Hernández. En la mismaEspaña no se reconoció su grandeza sinodespués de su muerte, y fuera de los países de habla española sigue siendo, todavía hoy, casi un desconocido. Ambos hechos se explican fácilmente. Los poemasque justifican su fama se escribieron enla cárcel y apenas se publicaron, parcialmente, en 1951 y 1952. Las poesías deHernández impresas antes de la GuerraCivil no se encontraban por ninguna parte: estaban prohibidas o habían desaparecido. Cuando José María de Cossío,haciendo valer su influencia conciliadorapublicó en la popular "Colección Aus~tral", el año de 1949, la segunda edicióndel volumen de poesías El rayo que nocesa (1936), brindó a los amantes de laliteratura, y muy especialmente a los jóvenes, la oportunidad de conocer la poesía de ese excelso campesino. La nutridaselección que del conjunto de su obrapublicó Arturo del Hoyo en la editorialAguilar el año de 1952 está agotada desde hace tiempo y se ha convertido casien rareza de bibliófilo.
Parece estarse preparando un cambiode gusto análogo a aquel que hizo quelos aman tes de la poesía pasaran de JuanRamón Jiménez a Antonio Machado: loslectores parecen olvidar un poco la obrasingular de Garda Larca en favor de lapoesía humana y el grito indignado deHernández. A ambos poetas les tocó elmismo fin trágico. Pero Garda Larca,cuando fue fusilado, gozaba ya de granfama; Hernández, en cambio, sólo alcanzó la grandeza plena gracias a su destinode reclusión y de sombra. La notable di-
el deplorable ejemplo del cine mexicano que descubrió el camino del éxitocomercial en el recurso de dirigirse alpúblico más primitivo e incitar sus pasiones rudimentarias. Sin embargo, sinnecesidad de apelar a razones artísticaso a cuestiones morales, quisicra recordarque nuestros lectores siguen leyendo novelas inglesas, .norteamericanas, francesas o italianas que no están hechas sinoexcepcionalmente de estos extremos primitivos de lo humano, y se leen porqueestos lectores, como los de todo el mundo, buscan en la novela o en el cuentoel interés y la seducción que nacen delüs im;ígenes eficaces y persuasivas dela vida toda.
Con todo, pese a cstas limitaúones yestos excesos, comprensibles en un arteque de pronto ha dejado de ser juegoprivado para convertirse en medio pú-
blico de expreslOn, es necesario afirmarque la nueva prosa narrativa y el nuevoteatro constituyen la creación literariamál) activa, renovadora y original delas letras mexicanas de hoy.
Considerada en conjunto, la literaturamexicana actual da la impresión de encontrarse en uno de los períodos másactivos y fértiles en la historia de nuestras letras. Herederas del lento y complejo esfuerzo que vino gestándose desde la generación de 1910, las generaciones actuales parecen destinadas a llevara cabo, al fin, el salto que libre a laliteratura mexicana del provincianismo,del aislacionismo que no había podidosuperar hasta ahora -salvo en contadasexcepciones- para existir y circular enen un clima universal. Bastaban los dedos de una mano para contar a los escritores mexicanos que habían sido traducidos a lenguas extranjeras hasta1950 o 1952; a partir de estas fechas,va siendo cosa normal que los libros mexicanos importantes -novelas, teatro,poemas, ensayos, reportazgos- se traduzcan al inglés, al francés, la italiano, alalemán, al ruso, al japonés y al chino.Son numerosas, además, las antologíaque recogen versiones de nuestros poetas o las entregas de revistas extranjeras consagradas a las letras mexicanas.y sin duda, esta conciencia de que loque se escribe puede ser leído no sólo en:Vléxico sino en pueblos remotos, y aquella seguridad, también recientementeconquistada, de que muchos lectores vana leerlo, han dado una nueva seguridad, una responsabilidad y cierta soltura a las nuevas letras. No es tiempoaún de ponderar la significación y latrascendencia de la literatura joven mexicana, pero sí puede asegurarse que,manteniendo un ritmo paralelo al delintenso desarrollo económico y 30cialque vive el país, la expresión literariase encuentra en uno de sus momentosm;ís renovadores y fecu ndos.
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·'Ios vencedores·'
candorosa aposición "Pastor de Orihuela". Más decisiva que esta condición depastor, tardía y más o menos refleja, fue,sin embargo, la profunda impresión quela naturaleza dejó en su espíritu y que,hasta el último momento, influyó en sumundo poético.
El autodidacto.-El camino que lo llevó a la lírica es notablemente directo. Selanzó a la lectura de los grandes clásicos.Los modelos cronológicamente más cercanos hubieran sido para él rodeos oaun caminos errados. El centenario deGóngora en 1927, el homenaje a Garcilaso y a Bécquer en 1936: tales fueronlos impulsos externos -azarosos, sí, pero hondamente significativos- para suformación. La fase inicial de su poesíaconsistió en la restauración de los modelos clásicos. Recordemos una vez máshasta qué punto la generación GuilénLarca, inmediatamente anterior a la deHernández, se enriqueció con esa renovada vuelta al pasado. Por lo demás, labúsqueda de contenidos actuales y denuevas y vibrantes formas en la poesíadel Siglo de Oro perdura hasta nuestrosdías. La actitud de Hernández puedeconsiderarse, al menos en este aspecto,como típica de su generación lo mismoque de la más joven generación de poetas. Lope de Vega, San Juan de la Cruz,después Garcilaso, y, entre los modernos,Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, fueron quienes dejaron más hondahuella en ese muchacho de aldea, ansioso de leer, a quien nadie guiaba en suslecturas. En el Horno de la familia Fenoll se reunían los aficionados a la literatura, y ahí fue donde Miguel conocióel valor de esas estimulantes tertulias, sin~as cuales no podemos concebir a Espana: esas veladas <]ue son a la vez expre-
Slon de la amistad y alta escuela de laconversación.
La rosa de los vientos.-Los años quevan de 1931 a 1934 habían de revelar laextraordinaria receptividad de Miguel.Husmeó impaciente los testimonios deincontables posibilidades de vida y sintióque su ambiente provinciano era demasiado limitado v estrecho. De buenas aprimeras, a fi nés de 1931, va a Madrid,sin medios algunos. En una entrevistapublicada en la Gaceta Literaria se anuncia la llegada de un "nuevo poeta pastor". Pero como Miguel no puede presentar ningún poema de mayores dimensiones ni nada impreso que justifique eseanticipo, no se le presta atención. Sustímidas peticiones no le reportan másque palabras de consuelo. El hambre y elfrío, y por', último el dinero que le envíande Orihuela para el viaje, lo deciden aregresar a su pueblo.
En la primavera de 1933 aparece suprimer libro, Perito en lunas. Típico trabajo de aprendiz, cuya hechura descubreal maestro: GÓngora. García Larca reconoce, sin embargo, la casi imperceptible voz propia de Miguel y le escribeconsolándolo: "Los libros de versos, querido Miguel, caminan muy lentamente."De hecho, el tomito de versos no levantóruido alguno. Sin dejarse desalentar, yanimado quizá por los experimentos teatrales de Larca con La Barraca, Miguelva de un lado a otro recitando sus metáforas gongorinas, ilustrándolas, comocantor de feria, con carteles pintados porsu propia mano. Su amigo Ramón Sijé,que desde un principio ha apoyado lalabor poética de Miguel, lo atrae haciasu concepto neocatólico del mundo. Hondamente impresionado por el teatro deCalderón, Hernández escribe un auto sacramental, Quien te ha visto y quien teve. y ocurre por este tiempo otro acontecimiento trascendental: su amor porJosefina Manresa, que penetra su obralírica hasta el último momento.
La dudad.-En 1934 Miguel Hernández hace su segundo esfuerzo por conquistar a Madrid. Y esta vez lo logra.Pablo N eruda, que por aquellos años eracónsul de Chile en Madrid y causabagran sensación en la sociedad madrileñacomo poeta y como comunista, vio enMiguel a un poeta prometedor; tambiénVicente Aleixanclre. Bergamín publicaen su revista Cruz y Ra'ya el mencionadoauto sacramental, que muy pronto le allana el camino para colaborar en diversaspublicaciones literarias, como el Caballoverde para la poesía de Neruda y la Revista de Occidente de Ortega. José María de Cossío, que por ese tiempo preparaba su enciclopedia sobre los toros, ledio el puesto de secretario. Entre tantoel fiel amigo de Miguel, Ramón Sijé, ha~bía fundado en Orihuela una revista provinciana de tendencia neocatólica (ElGallo Crisis, 1934), en la cual colaborabatambién Hernández asiduamente. Poraquellos año su poesía gira en torno algran tema único d~ su amor. Ya en 1934reúne veinticinco sonetos bajo el revelador título El silbo vulnerado, aunque sinpublicarlos. Diez de estos sonetos pasarán a formar parte, con algunos retoques,a su segundo libro de poesías, T:l 1"O\,O
que no cesa, publicado en 1936. .Con esta obra -tres años después de
sus primeros intentos- Hernández haencontrado su tono inconfundihlc. Juan
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Ramón Jiménez, que siempre tuvo (':cmuy fino para las nuevas voces, e::SL,ibpor entonces en El Sol; "En el últinnúmero de la Revista de Occidente, piblica Miguel Hernánclez, el extraordimrio muchacho de Orihuela, una loca el(gía a la muerte de su Ramón Sijé y seisonetos desconcertantes. Todos los amigas de la «poesía pura» .deben buscar:leer estos poemas vivos. Tienen su empaque quevedesco, es verdad, su herenci;castiza. Pero la áspera belleza tremendode su corazón arraigado rompe el paquete y se desborda como elemental naturaleza desnuda. Esto es lo excepcional poético, y i quién pudiera exaltarlo con tant<claridad todos los días! Que no SI
pierda. .. esta voz, este acento, est!aliento joven de España."
Si el gran Juan Ramón elogiaba en esaforma, era lícito confiar. Nunca volvió afaltarle a Hernández el valor de ser ca·mo era: es un regalo que le hizo la ciudad. Las vicisitudes por las cuales pasósu vida en la ciudad señalan claramenteel breve rodeo que finalmente lo condujo hacia sí mismo. En su primer intentode sentar pie en Madrid (1931) habíallegado vestido de "señorito", en vestimenta de ciudad, esperando, sin duda.que la adaptación facilitaría las cosas. Lasegunda vez ( 1934) hizo valer plenamente lo que tenía de extraño y no dejóescapar ninguno de los elementos quepodían convertirlo en ese "extraordinario muchacho". Con el tiempo, la mismasensación que causó le haría tomar gustoa las formas de vida urbanas. El luminoso retrato que ha trazado la pluma deVicente Aleixandre nos permite reconstruir claramente el ánimo optimista, laalegre conciencia de ser diferente, del joven intruso de Levante:
"Algo tenía en esas horas que le haciaaparecer como si siempre llegase de bañarse en el río. Y muchos días de esollegaba, efectivamente. Mi casa estaba ellel borde de la ciudad. «¿ De dónde vienes, Miguel?» «j Del río !», contestabacon voz fresquísima. Y allí estaba, reciénemergido, riendo, con su doble fila dedientes blancos, con su cara atesada ysobria, su cabeza pelada y su mechoncilIo sobre la frente. Calzaba entonces alpargatas, no sólo por su limpia pobreza,sino porque era el calzado natural a quesu pie se acostumbró de chiquillo y queél recuperaba en cuanto la estación madrileña se lo consentía. Llegaba en mangas de camisa, sin corbata ni cuello, casimojado aún de su chapuzón en la corriente. Unos ojos azules, como dos pied~as límpidas sobre las que el agua hubiese pasado durante años, brillaban enla faz térrea, arcilla pura, donde la dentadura blanca, blanquísima, contrastabacon violencia como, efectivamente unairrupción de espuma sobre una 'tierraocre."
Durante mucho tiempo siente Miguella nostalgia del paisaje de Orihuela vodia la inquietud, el ruido y el tráfico' d~la metrópoli. Pero muy pronto se hacesentir tam?ién, en las cartas a Josefina,su desprecIO por la estrechez de la vidaprovinciana. En 1935 parece querer, romper con su origen: se aparta totalmenteele Ramón Sijé!. su relig!oso ~migo y promotor, y tamblen Josef1l1a tiene motivospara dudar de su amor. Sólo el éxito alcanzado por la lírica nada ciudadana de:::El rayo que no cesa, esas variaciones sobre su gran amor, lo hace volver a símismo. De pronto se siente extraordina-
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riamente fatigado por la vida en la metrópoli. Lo superficial de las amistades,las mentiras del mundo literario, hacenestallar en él, violentamente, su temperamento de hombre de la naturaleza. Sedefiende aislándose. Nada desea más ardientemente que volver a ver a su Orihuela. "Me ahogo entre tanta gente", escribe a Josefina. A pesar de las diferencias de ambiente sociológico, existe unevidente parecido entre la formación deHernández v la del suizo C. F. Ramuz.I~ste descul;rió en París -como el levantino en Madrid- el peculiar carácter de su provincia y de su propia personalidad. Hernández se liberó desde esemomento de todo clasicismo, y en lospocos años que le quedahan para escribirdectu() un cambio de estilo verdaderamente sorprendente. En ello in fluyeron,de manera decisiva, los acontecimientos.
El militante.-En el mismo año de1936 estalló la Guerra Civil. Bajo el influ jo de Neruda, pero sin duda guiadotambién por su innata tendencia a la crítica social, Hernández se hizo comunistamilitante. Por un tiempo puso su poesíaal servicio de la causa. No hay duda deque su fe en un orden social mejor erasincera: su pieza teatral inédita, Los hijos de la piedra (1935), así parece atestiguarlo. El libro Viento del pueblo(1937), al lado de poemas de combaterebosantes de ira y de odio, contiene también poemas de profunda veracidad. Suscuatro piezas en un acto (Teatro en laguerra (1937) Y sobre todo El labradorde más aire (1937) constituyen intentosde crear un nuevo teatro popular. Estepropósito hace pensar en el teatro deGarda Larca, aunque no así el resultadoobtenido. En contraste con Larca, Hernández nunca logró adquirir una experiencia práctica del teatro. A fines deagosto de 1937 el Segundo Congreso Internacional de Intelectuales Antifascistas,
celebrado en Valencia, le brindó la oportunidad de viajar a Rusia para estudiarel teatro de allá. Estocolmo, Moscú, Leningrado, Kiev, Londres, París, Barcelona: he ahí las etapas del único viajeque Miguel hizo al extranjero. Pero bastan cinco semanas para convencerlo deque España es un país único. Lo quemás echa de menos es el paísaje español,en el cual, como dice, "sobra la luz".
La contribución de Hernández a lalucha defensiva de los repuhlicanos fueante todo de carácter ideológico. En enero de 1937 fue nombrado comisario decultura de la Primera Brigada Móvil deChoque; más tarde trahajó en el Altavozdel Frente. 1)or razones de salud se leeximió varias veces del servicio. Durante esas pausas escrihía sus piezas teatrales militantes. Al fracasar la resistencia,Miguel se encontraba en el Sur de España. Huyó a Portugal, pasando por Sevilla y Huelva. Burlándose del derechode asilo, las autoridades de la fronteraportug-uesa 10 entregaron a la guardiacivil.
En el laberil1to del hambre '\' de la lIliscria.-En medio de la guerra (abril de1937), durante una inesperada licencia,se casó Miguel con Josefina Manresa. Suepistolario desde 1934 constituye unafuente insustituible de informaciones biográficas. El primer hijo de este matrimonio murió a los diez meses de edad;el segundo, Manolín Miguel, aún vive.El milagro de la concepción, del nacimiento y del crecimiento, como luego eldolor por la muerte del hijo, impresionaron de tal modo la sensibilidad campesina de Hernández, que sus últimas poesías están totalmente bajo el hechizo deese gran tema. Al quedar separado de sumujer, su niño y su hogar por la guerray el presidio, su amor de padre y de hombre sufrió los tormentos de una nostalgiaindomable. Impresionante y conmovedor
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testimonio de ello son sus últimos poemas, sólo parcialmente editad~s por ~rturo del Hoyo. En 1~:39 Hernandez mIsmo había preparado para la imprenta lospoemas anteriores, bajo el título de 1::1hombre acecha. Entre ellos hay una senede poemas de combate, que lograron enorme difusión en tarjetas postales y en hojas volantes y que motivaron su fama depoeta del puehlo.
Aún se percihe t'1I ellos la ira justa.pero el tono general es más grave y revela una profunda pena. En la cárcel.Hernández reunió los poemas ese'itosentre 1938 y 1941 en un Cancionero yrO/llallcero dc ausellcias. Aquí ya se hadespedido de toda retórica. Las formastradicionales ele la poesía de tipo popularvienen a ser el medio más adecuado paraplasmar los mensajes de su dolor. Conestas canciones ha creado Miguel Hernúndez algo duradero y definitivo. Suprecio fue una existencia en la sombra.tras las rejas, con hambre, frío, enfermedad y un consumirse en la desesperada eimpotente conciencia de la miseria queabrumaba a sus seres queridos.
LA OI3I{A
Las modestas dimensiones de la obrade Miguel Hernández, su difícil acceso,su dramático entrelazamiento con las circunstancias vitales tienen una explicación biográfica. La misma brevedad deesa curva vital exigía, aunque sólo fueraC0l110 testimonio sociológico e histórico,un examen detenido. Debemos, sin embargo, recordar que la gravedad de undestino no hace por sí sola al gran artista. La vida de un poeta puede revelarnospor qué éste tuvo que decir ciertas cosas.Pero más interesa saber qué es lo quenos dice y cómo.
La conquista de las for1l1as.-Su obraprimeriza, Perito en lunas, lo avergonza-
"el tom acaba l)or cOl1l1ellitse en símbolo de la vida trágica"
".<il'nfe M i¡{l/el la lIo.</algia del j}{/i.<ajl' de Orihllela"
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ría más tarde. Es una serie de ensayospoéticos gongorinos sobre temas variados, a menudo escritos artificiosamenteen clave, desfigurados por su afán conceptista. Son más soportables cuando elpatetismo se ve justificado por un auténtico entusiasmo, como cuando trata el tema de las corridas de toros, o cuando elpostizo estilo desemboca inesperadamenteen una pointe cómica: cuando los montesparen un ratón. He aquí una octava enque el humor hace ver que entre el poetay el poema ha habido la necesaria distancia:
Barb-ilIccho domingo: claros bo::os,labradores sin pies por paralelas:los codos van al cielo por candelas,al labio, al paladar, aistales, gozos.Ven por los anteojos de los pozos,cielo en moneda, luz con lentejuelas,a mirar a los hoy orinadores,C01/l.0 nunca de lm'gos, labradores.
Campesinos endomingados, que por unavez no necesitan pisar los surcos (paralelas), se reúnen a beber amigablemente.Los ademanes tienen su poco de solemnidad (candelas). Se invoca a la luz delcielo para que, por su redondo reflejo enel fondo del pozo -el polvo reverberaen los rayos de luz (lentejuelas)-, contemple a los campesinos (Ven a mi1'01' •.. ). Pero de pronto la fiesta desemboca en el negocio excesivamente prolongado de los bebedores. Se le ha tomado el pelo al lector. El himno terminaen parodia. El chiste en sí mismo tienedentro de la lírica de Hernández el valorde lo raro, a pesar de que en ella no faltala vena cómica. Pero la octava no sólocontiene esa broma. La osada trasposición del adjetivo inicial (hypallage), laevocación directa de los detalles metafóricos, la acentuación de los gestos, elespejismo del cielo, para no hablar de lasfiguras retóricas (asíndeton, zeugma) yde la colocación de las palabras, todoséstos son rasgos típicos del estilo barroco. En el manejo de esas formas Hernández suele hacer algo más que una meraimitación, logrando a veces un efectopersonal. Quien para ejercitar los dedosescoge tan difíciles études, es que quierellegar muy lejos.
, Primeros rasgos de la personalidad.En vano buscaremos en la lírica de Hernánde~ los fértiles huertos de su patria1~~antl11a. Es verdad que en su imaginaClan los ~ec~rdará. ~iempre con n~stalgia:en ellos Jugo de nmo, por ellos se paseaba la amada. Pero el marco de su universo metafórico sería más bien la desierta soledad ele Castilla. El tempranopoema La m-orada mnarilla coloca a Miguel Hernández al lado de los muchoscastellanos por adopción que ha dado laEspaña moderna (Machado, Unamuno,Ortega, etc.). Es importante hacer notaresta primera coincielencia temática conAntonio Machado.
Gradualmente va comprendiendo Hernández que el mundo no está sano. Susufrimi,el.lto personal pugna por expres~rse ]¡ncamente, por encontrar sus pro1;1<;>S temas. Aparecen primero la tierraanda y el stlbo del pastor. Hernándezllama "silbos" a cierto tipo de poemasbreves, de carácter popular, que compone por entonces. La misma palabra coI~O expresi?n de una pena aguda y 10cahza~~, servirá de título a la siguiente colecnon de poemas. El silbo vlIlnemdo.
Son veinticinco sonetos; el número XIV
comienza así:
La pen.a hace silbar, lo he comprendido.
El siguiente tema que elabora -hasta lapublicación de El rayo que no cesa,donde incluye diez de los sonetos anteriores- es el del toro. En su interés poreste motivo influyó de manera decisivasu amistad con Cossío y su colaboraciónen la enciclopedia taurina. Puede observarse paso por paso -ya lo ha hechoG. R. Lind- en qué dirección se va desarrollando el tema: el toro acaba porconvertirse en símbolo de la vida trágica:
Como el toro he nacido para el lutoy el dolor, como el toro estoy marcadopor un hierro infernal en el costado,y P01' varón en la ingle con un fruto.
C01//.0 el toro, lo encuentra di'minutotodo mi corazón desmesurado,y del rostro del beso enamorado,como el toro a tu amor se lo disputo.
Como el toro me crezco en el castigo,la lengua en corazón tengo baíiaday llevo al cuello un vendaval sonoro.
Camo el toro te sigo y te persigo,y dejas mi deseo en una espada,como el toro bUl'lado, como el toro.
La fuerza de las imágenes, su plasticidad,el poderoso dramatismo del desarrolloson rasgos comunes a la mayoría c1e lospoemas de ese volumen. También ellossiguen recordando a los modelos clásicos: a Garcilaso en el tema de la dolorosanostalgia amorosa, a Quevedo en el temade la muerte. El temple básico es siempre el de tina queja vehemente, de unaamarga melancolía, rara vez sólo el deuna dulce tristeza. Entre los treinta poemas hay uno nada más que no está enprimera persona, y sólo once no van dirigidos a una segunda persona. Una yotra. vez se lanza el poeta a cantar su do-
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lar, intenta nuevas metáforas, prueba losposibles efectos. También este volumenproduce la impresión de una serie de variaciones sobre un tema. Aunque no todos los poemas están igualmente logrados, la maestría formal merece siemprenuestra admiración. Hernández manejacon admirable agilidad la rigurosa formadel soneto. Casi nunca encontramos unapalabra vacía en la rima ni un ripio enla estructura estrófica. El éxito, segúnse nos dice, fue sensacional.
Bajo tan severa disciplina de la formase reconocen ya los grandes rasgos delpoeta posterior y definitivo. Ya aquí escribe lírica de confesión, sin anécdotas;ya aquí encontramos su rechazo de todolo dulce, su seriedad, sus presentimientossombríos. Como ha dicho Arturo delHoyo, Hernánc1ez lleva metida en loshuesos "la tristeza de ser hombre".
La fisonomía propia.-El comienzo dela Guerra Civil encuentra armado a Miguel Hernández. Ha elegido el campo ytiene lista la lanza. Pablo N eruda se laha forjado con su lema de "una poesíasin pureza". El patetismo humano de lapoesía sudamericana invade la suya araudales. Hernández sabe ahora cuál essu función. En tino de sus primeros poemas de la guerra se llama a sí mismoruiseñor de la desgracia yeco del infortunio. El libro Viento del pueblo contienepoemas "cívicos" destinados a ser leídosen el frente más que en círculos literarios. Pero su indignación le inspira composiciones tan vigorosas como la elegíaa la muerte de García Larca y el poemaSentado sobre los muertos. Emplea ahora -el hecho es decisivo- temas relacionados con su origen campesino. Desdeeste momento el carácter telúrico de suvisión del mundo se manifestará de manera inequívoca. La semilla y el retoño,el recorrido de la savia, el dolor y labendición del fruto, la descomposición yel estiércol constituyen un ciclo hondamente vivido. Ese ciclo, la vida, le pareceun baluarte contra la Nada. En un poema se rebela contra la idea del polvo: noquiere hacerse polvo, sino tierra; la tie-
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rra es amor y puede conyertirse en árbol,en volcán, en fuente.
Dentro de esta exaltación de todo lovital, el fenómeno de la concepción y dela fertilidad adquiere especial relieve. Elvientre materno es para Hernández unsitio milagroso y sagrado. Uno de lospoemas más hermosos canta a la esposacuando se convierte en madre. El fértilYientre de la mujer llega a ser tellla fundamental: su contenido suhjetivo va cambiando. Comienza por ser el sitio en <[Ul'el amor conyugal crea nueva vida y supera así a la muerte; termina siendo ellugar donde ya es imposible refugiarse,donde el hombre desvalido quisiera buscar abrigo. Hernández, sin embargo, hadesnudado estos temas, tan llenos de CÓI1notaciones, de todo matiz idílico, ck todobucoli¡;mo azucarado. Veamos lUI l'jl'n!plo de cómo obra aquí su arte:
CAKC¡Ó:--r úLTl M A
Pintada, 110 'uacía;pintada cstá 11Ii casadel color de las grandespasiones y desgracias.
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uruiselior de la dl'sgl"ftcia yeco dcl il1forlulIio"Regresará del llantoadonde fuc llevadacon su desierta mcsa,con su ruinosa caJIta.
Florecáán los besossobre las almohadas.y en torno de los cuerposelevará la sábanasu intensa enredaderanocturna, perfumada.
Su odio se amortiguadetrás de la ventana.
Será la garra suave.Dejadlllc la eslJeranza.
Comienza con una leve disonancia; lasemocíones se proyectan sobre el color delos muros y se transfiguran. Ese regresar "del llanto" esboza una geografíadel sufrímíento. Los objetos (mesa, cama) anuncian simbólicamente el inhabitado vacío. Pero éste deja de ser súbitamente: ahí están el beso y el abrazo,traslada,dos al mundo vegetal. La casase convierte en espacio interíor; el odioy el l1!undo quedan afuera. La garra, osea la; 'nada, la muerte, pierde su fuerza.Hasta aquí no ha aparecido ningún serhumano. Lo personal ha estado todo estetiempo escondido en algún lugar del espacio o tras las cifras y las imágenes;pero al final -final en punta- aparecela esperanza. Para lograr su poderosoefe~:to, el- último verso ya sólo necesita sudesnudez :el hecho que de aquí el poetamismo se acerque a nosotros constituyepor sí solo, un contraste suficiente y arroja nueva luz sobre el conjunto. Se hasorteado el peligro de caer en el ademánpatético: la conmoción es sincera.
El espacio, la percepción espacial, resulta en Hernández un rasgo estructural.Por lo limitado y lo humano de su temática -vida y muerte, amor y separación-, su poesía estaba en peligro decaer en la sensiblería romántica y en ellugar común. El aumentar o, en todo caso, cambiar las dimensiones espacialesfue para él un importante medio de defensa contra ese peligro: el amor se condensa en una envoltura protectora, se
concibe como búveda; el vienlre matcrnose agranda mÍticamente. La carne cldniño, símbolo de vida nueva, aletca y seremonta; los pájaros crean la altura y ladistancia; el viento, misterio del espacio,'adquiere fundamental importancia. Enuno de sus últimos poemas, Sepulturade la imaginacióu, un tenaz albañil construye un monumento al viento; "piedratras piedra" levanta su osada abstracciónfantasmagórica; pero la materia se venga, "yen su ohra fueron precipitados ély el viento". El tema de la madre, tanpróximo a todos los hombres, cobra dimensiones astrales: la luna, símbolo defeminidad, está más cerca de él que elsol: "Lejos anda el sol, cerca la luna."En la cárcel recuenta sus palabras espaciales: "Todo Jo quc significa / golondrinas, ascensión, / claridad, anchura,aire, / decidido espacio, sol, / horizontealetean te, / sepultado en un rincón." Este sentido de lo tridimensional incluyetambién la opresión del vacío: los zapatos desamparados son imagen de losmuertos. "Falta espacio. Se ha hundidola risa", dice en el tardío poema Eternasombra. Desde los abismos del desgarramiento interior resuenan los tonos limpios y oscuros. He ahí el secreto de esetono inconfundible que escuchamos en lalírica de Hernánelez. Partiendd ele su raigambre telúrica, su gcnio aparta y ensancha las fronteras empíricas hasta llegar a la irrealidad espacial. Así configurado, basta el propio corazón para unarte que vale aquí y hoy y que llega ha,taal menos versaelo en poesía.
A partir de 1937 ya no pudo Hernández publicar sus poemas. Y ése fue j ustamente el año clave a partir del cualencontró sus propias formas. Lo que escribió desde entonces, exceptuando algunas composiciones esparcidas en revistaso incluidas en Viento dcljmeblo, contrasta fuertemente con su obra anterior. Lasmetáforas son ahora directas y a veces"oscuras", los ritmos suelen romperse, elcomlx1s verbal es breve, la frase se desborda sobre el verso. Los soncto, sonahora la excepción; en cambio la poesiatradicional, con sus formas peculiares, se
convierte cn instrumcnto adecuado. Enel Canciouero V romancero de ausenciasmuestra JI crnftndez, como antes lo habían mostrado Carcia J.orca y Alberti,hasta qué punto esa antigua lírica popular de España po,ee un poder renovadory un valor de actualidad. Las proyecciones mágicas hacia lo trascendental quecon tanto éxito emprendió Carda Larcacon la poesía de tipo popular sólo constituyen, en realidad, una posible formade renovación: la andaluza. El levantino~y castellano- Hernández está máscerca del tema tradicional del sufrimientoamoroso y de la antiquísima lección deldesengaño. El fragmentarismo, lo lacónico, el girar en torno a un mismo versoconstante y varios otros rasgos estilísticos cmpleados a partir de Lop~ de Vega,y aun antes, se ajustan exactamente a lasensibilidad moderna. Llenos de júbilocomprobamos, con Hofmannsthal, que"la tradición ennoblece a la moda".. Sírvannos las conmovedoras Nanas de
la cebolla como ejemplo de esa transformación creadora y ele esa "modernización" de la poesía tradicional. CardaLarca, como es sabido, deelicó un hermoso ensayo a las "nanas" o cancionesde cuna españolas. Recorelemos aquí queen Lspaña no es fácil encontrar la dulzul'a y el recogimiento con que las madresde la Europa central adormecen a susniños. Las nanas cantan el abandono, lamaldad y la magia. Miguel Hernándezcompnso este poema para su hijito, desde la cárcel, cuando Joseiina le escribióque no comía más que pan y cebolla.
La cebolla es escarchacerrada y pobre.Escarcha de tus díasy de mis noches.J[a1Jlbre 'V cebolla,hielo negro y escarchagrande y redonda.
En la cuna del hambremi ¡¡iiio estaba.Con sallyre de cebollase amamantaba.Pao tu sangre,
22 UNIVERSIDAD DE MEXICO
lValdo Frank conversando con Fidel Castro
Waldo Frank ca:nbi:¡ impresiones con C¡unilo CienCuegos'
Por Waldo FRANK
dn justo pero disciplinado, y si es necesario implacable. Pero todos con un cariilo a la vez que tierno y reposado,abrumador.
He visto cómo, cuando Fidel llega,sin anunciarse, a una ciudad o aldea,la voz corre de boca en boca: "¡Aquiestá Fidel!" Y la gente se lanza a lascalles, rodea el edificio en donde él confcrencia con los funcionarios públicos,y espera, con devoción y deleite, hastaque él aparece, cual si ante sus ojos tuvieran pOI fin al creador de la vida.
LLAMADO A AMERICA HISPANA:LA VERDAD ESENCIAL DE CUBA
HE SIDO TESTIGO, durante las últimasllos semanas, del nacimiento deCuba. He convivido con la gente
del pueblo y con sus líderes: entre ellos,desde luego, el hombre a quien todosllaman Fidel. Unos aluden a él comohablando del hermano; otros mmo simencionaran al hijo que plasma en hechos los caros suei10s de los padres; otroscomo cuando la novia se refiere al enamorado, o la mujer al esposo. Otros más,como soldados que hablan de un capi-
IIi!
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J)(!sperté de ser nirio:nunca despiertes.Triste llevo la boca:,-íete siempre.Sielnpre en la CUIla,
defendiendo la risapluma por Numa.
Ser de ~'uelo tan alto,tan extendido,que tu carne es el cie/orecién nacido.i Si yo pudieraremontarme al origende tu carrera!
Al octavo mes ríescon cinco a:::alwres.Con cinco diminutasferocidades.Cun cinco dientescomo cinco ja:::mincsadolcsccntes.
Es tu. ¡-isa la espadamás 'victoriosa,vencedor de las flores'\' las alondras.Rival del sol.PonJcllir de mis huesosy de mi amor.
Una 1Hujer 11I0re11an:suclta en hmase derrama hilo a hilosobre la Cl/l1a.Ríete, 11 irio,que te tragas la l/tilacuando es precisu.
Frontera de los besosserán marial/a.,cuando en la dentadurasientas un anua.5;iC'ntas un jUC'[jocorrC'r dientes abajobuscando el centro.
Tu risa me hace libre,me pone alas.Soledades me quita,cárcel me arranca.Boca que vuela,corazón que en tus labiosrelampaguea.
Alondra de 1I1i casa,,-íete 1/tucho.Es tu risa en los ojosla In::: del mundo.Ríete tantoque mi alma al oírtcbata el espacio.
La carne aleteante,súbito el párpado,el vi~'ir como nuncacoloreado.i Cuánto jilguerose re/nanta, aletea,desde tu cuerpo!
escarchada de a:::úcar,cebolla )' hambre.
¡'uela, niilo, en la doMeluna del pecho:él, triste de cebolla,tú satisfecho.No te derrumbes.lVu se/,as lo ql/I' /,0.1'0
ni lu <JI/e OCil/T,'.
(Traducci()¡¡ (iL' Jfaruit ¡:. •'/latarre)