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LA LUZ DE BELÉN

1.1. La iluminación artística de las ciu-dades se ha convertido en el signo so-cialmente más visible de las fiestas deNavidad. Pero esta iluminación careceactualmente de referencia al nacimientode Jesucristo Luz, celebrado desde el si-glo IV en Roma en el día de la antiguafiesta pagana del sol naciente. Incluso nofaltan los intentos de sustituir la Navidadpor la antigua fiesta del solsticio de in-vierno.

2.2. La reciente carta del Papa Franciscosobre los signos del Belén se ha referidoa la representación del nacimiento deJesús en la oscuridad de la noche. Y laha interpretado como la oscuridad quetantas veces envuelve la existencia hu-mana y las preguntas más fundamenta-les de la identidad, origen, sentido, ca-mino y meta. Para iluminar estas tinie-blas Dios se ha hecho hombre.

3.3. La liturgia de la Palabra en la noche deNatividad del Señor comienza con estaproclamación: “El pueblo que camina-ba en tinieblas vio una luz grande.Porque un niño nos ha nacido”. Son laspalabras de la profecía de Isaías sobre elnacimiento del “Príncipe de la Paz” (9,1.5),el “Emmanuel” (Is 7, 14) que conducirá ala casa de Jacob a caminar “a la luz del Se-ñor” (Is 2, 3.5), porque es el “Dios con no-sotros” (Mt 1,23). En la noche de Belén,María y José las contemplan realizadas ensu Niño recién nacido (cf. Lc 2, 16-19), alconocer el anuncio de un ángel a los pas-tores: ”Os ha nacido un Salvador… acos-tado en un pesebre” (Lc 2, 11-12). Y pocodespués, el anciano Simeón reconoció asu Niño Jesús como “luz para alumbrar alas naciones” (Lc 2, 30-32).

4. 4. El Evangelio de Juan contempla alNiño nacido en Belén como el Verbo,

que “era Dios”, “se hizo carne y habitóentre nosotros” (Jn 1, 1.14). Y explica:“En él estaba la vida, y la vida era la luzde los hombres. Y la luz brilla en la tinie-bla, y la tiniebla no lo recibió” (Jn 1, 4-5).“Los hombres prefirieron las tinieblas a laluz porque sus obras eran malas” (Jn 3,16-19).

La vida de Dios es la luz. Por ello, recibirla luz y creer en el nombre del Verbo, laluz verdadera, es recibir la vida de Dios,es nacer de Dios y recibir el poder de serhijos de Dios (cf. Jn 1,9.12.13). Y conclu-ye diciendo: “La gracia y la verdad noshan llegado por medio de Jesucristo” (Jn1,17). Él es el “Dios unigénito, que está enel seno del Padre”, y “ha dado a cono-cer” (Jn 1,18) a Dios, a quien nadie havisto jamás (Jn 1, 18). Porque Jesús estáen el Padre y el Padre en él, porque no ha-

bló nada por cuenta propia, y porque elmismo Padre hace sus obras, pudo decirJesús: “Quien me ha visto a mí ha visto alPadre” (Jn 14,9-11). Es decir, Jesús da aconocer a Dios en su propia vida, en superfecta identidad de amor y de actua-ción con el Padre que le ha enviado.La vida del Dios invisible se hace luz

para los hombres cuando Jesús pone demanifiesto con su palabra y sus obras que“Dios es amor”. Y porque el Hijo esamor como el Padre, dice Jesús: “Yo soyla luz del mundo; el que me sigue nocamina en tinieblas, sino que tendrála luz de la vida” (Jn 8, 12).

En la gruta de Belén comienza a reali-zarse la manifestación visible del Padre, elHijo y el Espíritu Santo como comuniónde amor y luz que ilumina el misterio

Carlos López Obispo de Salamanca

de la vida de los hombres. El apóstolJuan resume la revelación de Jesús dicien-do: “Quien no ama no ha conocido aDios, porque Dios es amor. En esto semanifestó el amor que Dios nos tiene: enque Dios envió al mundo a su Unigénito,para que vivamos por medio de él… SiDios nos amó de esta manera, tambiénnosotros debemos amarnos unos aotros” (1 Jn 4, 8-11).

Así pues, estamos llamados a seguir lashuellas de Jesús para tener la luz de la vi-da, permanecer en su amor, dar fruto enél y ser luz de amor, de alegría y de liber-tad en medio del mundo (cf. Jn 15,5-11;Jn 8,31-36; Mt 5,14). “Dios es luz y en élno hay tiniebla alguna… Si caminamos enla luz, lo mismo que él está en la luz, en-tonces estamos en comunión unos conotros, y la sangre de su Hijo Jesús nos lim-pia de todo pecado” (1 Jn 1, 5-7).”Peroquien aborrece a su hermano está en lastinieblas, camina en las tinieblas, no sabeadónde va, porque las tinieblas han cega-do sus ojos” (1 Jn 2, 9-11). La luz de Be-lén es Jesucristo, que nos da a conocer aDios y al hombre que lleva su imagen.

5.5. Son luz de Belén la pobreza extremade la gruta y las demás condiciones de so-ledad y abandono, que Dios ha elegidopara el nacimiento de su Hijo. En Belén co-mienza a vivir Jesús el ideal de pobreza,humildad, mansedumbre, sufrimiento yconfianza en el Padre, que propondrá asus discípulos como camino de bienaven-turanza en el Reino. Allí comenzó a mani-festar cuál es la verdadera forma de ser yactuar que debe asumir cada hombre enorden a su plenitud. Asimismo, la formadel nacimiento del Hijo de Dios en Belénes luz que ilumina la oscuridad que en-vuelve el ser y la vida de cada persona conafanes de riqueza, soberbia, reconoci-miento, poder y dominio. De estas formasdiversas comienza a hacerse real en Belénla total y revolucionaria alternativa delamor de Dios y de su predilección por lapobreza.

6. María y José son luz de Belén pa-ra las familias.

María contempla con fe y amor a su hi-

«La iluminaciónartística de las ciudadescarece de referencia alnacimiento de Jesús»

P alabra del Obispo

jo y lo muestra a cuantos vienen a visitar-lo. Su vida ha quedado envuelta en elgran misterio de Dios que ha llamado a lapuerta de su corazón inmaculado parapedirle que fuera la madre del Hijo deDios. Ella respondió con obediencia plenay total. Sus palabras: “He aquí la escla-va del Señor; hágase en mí según tupalabra” (Lc 1,38), son testimonio deabandono en la fe a la voluntad de Dios.Con aquel “sí”, María se convertía en lamadre virgen del Hijo de Dios. Ella es laMadre de Dios que no tiene a su Hijo só-lo para sí misma, sino que pide a todosque hagan lo que él les diga (cf. Jn 2,5).José es el hombre justo elegido por Dios

como protector del Niño Jesús y de sumadre. Y cumple su misión con ternura ysolícita y abnegada fidelidad. CuandoDios le advirtió de la amenaza de Hero-des, no dudó en ponerse en camino yemigrar a Egipto (cf. Mt 2,13-15). Y unavez pasado el peligro, trajo a la familia devuelta a Nazaret, donde fue el primereducador de Jesús niño y adolescente. Jo-sé llevaba en su corazón el gran misterioque envolvía a Jesús y a María su esposa,y como hombre justo confió siempre en lavoluntad de Dios y la puso en práctica.

Gracias a ambos el pesebre de Belén sellenó de la vida de Dios, que es luz para loshombres y las familias de todos los tiem-pos. En debilidad y fragilidad de Niño sehace presente “Dios con nosotros”, quetodo lo ilumina y llena de vida. Parecía im-posible, pero es así: en Jesús, Dios ha sidoNiño y en esta condición humilde ha que-rido revelar la grandeza de su amor. Mi-rando al Niño Jesús descubren María y Jo-sé la presencia de Dios en sus vidas.

¡Feliz Navidad en la luz de Belén!

«Gracias a María yJosé, el pesebre deBelén se llenó de la

vida de Dios»


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