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MUNDO HOMBRE
Los humanos desde siempre han tenido la necesidad de retratarse. Los
primeros pasos del arte en las cavernas, eran representaciones del hombre
haciendo sus actividades cotidianas. Hasta hoy en día, en el arte contemporáneo,
existen bastantes artistas con la necesidad de representar al ser humano ya sea
figurativa o abstractamente. Esto sucede porque nosotros y nuestros cuerpos
son el eje de todo lo que conocemos, son el punto de partida y de fin. La muestra
Mundo Hombre en la galería John Harriman del Centro Cultural Británico, curada
por Élida Román, presenta una recopilación de obras de arte pre-colombinas
hasta trabajos de años recientes. Todas son obras de peruanos, ya sean
residentes del Perú o no. Además está abierta a una amplia variedad de técnicas,
como pintura, escultura, fotografía, dibujo y hasta arte digital.
La muestra no tiene como objetivo establecer un orden cronológico y
evolutivo, ni clasificar por artistas el tema del retrato. Más bien se centra en
presentar las diversidad de técnicas y variedades artísticas mediante las que el
retrato ha sido representado, y a pesar de la cantidad de años entre unas obras y
otras, tienen el mismo objetivo y hasta pueden ser similares en técnica o
representación, tal como en una pintura de Jorge Eduardo Eielson la cual es un
rostro con la boca abierta y con rayos que la salen del centro hacia los extremos,
sobre un fondo negro. Ésta es muy similar en la representaciones de las formas a
un huaco retrato de la cultura Moche, cientos de años atrás, también es un rostro
con la boca abierta y del cuello parten unos rayos que se posan sobre su torso.
Dicha similitud se podría interpretar como una fuerte influencia del arte pre
colombino a los artistas de hoy en día. Pero lo más importante es borrara alas
fronteras de tiempo entre cada pieza de la muestra y sentir que todas buscan lo
mismo. La exposición nos presenta el retrato no sólo como el típico busto de una
persona, sino involucra también gestos, retratos grupales, sensaciones del
humano, interpretaciones, etc. Es una ventana para el público de ver todas las
posibilidades de la representación del retrato realizadas por artistas peruanos.
La mayoría de la muestra estaba conformada por pinturas,
ya sea al óleo, acrílico o acuarela. Habían pintura coloniales
retratando a burgueses, era de gran formato, con fondos
oscuros resaltando la figura del personaje. Éstas obras eran de
autores desconocidos. De la misma temática de representación
a la élite peruana habían retratos de Ricardo Palma hecho por
Teófilo Castillo o de la señora Ugaz, realizado por Sérvulo
Gutierrez. A pesar de ser retratos tradicionales, del personaje a
medio cuerpo posando para el lienzo, la técnica es totalmente
distinta. En las obras de la época colonial, se ve una técnica
más academista, basada en el estudio de la luz y el natural,
tratando de imitar la realidad, mientras que en la imagen 1, de
la obra de Sérvulo, es más importante la expresión y el color
que la representación exacta de lo que el pintor tiene al frente.
Por otro lado, se mostraban retratos surrealistas de autores
como Tilsa Tsuchiya donde el personaje no es un ser del mundo
real sino del imaginativo de la artista. Otra autora surrealista, más
contemporánea es Luz Letts quien trabaja con la representación del ser humano
para transmitir una emoción específica, sus personajes son anónimos de modo
que el espectador se puede identificar con él.
También hay lienzos donde el rostro deja de ser el protagonista esencial de la
pieza y el cuerpo toma el control, como en las obra de Roy Keitel. Éste ocupa todo
el lienzo con acercamientos a diferentes partes del cuerpo de una dama, para
esto presenta un tríptico con tonalidades rojizas y
pasteles para dar la sensación de corporalidad.
Presenta las manos, la mitad del rostro y parte de un
pie del mismo personaje, es la fragmentación del
mismo evento, con una intención de énfasis en estas
tres partes de la escena.
Imagen 1: La Señora Ugaz por Sérvulo Guitierrez
Imagen 2: Pintura colonial de autor desconocido
Imagen 3: Tríptico de Roy Keitel
Imagen 4: retrato de José Tola
Imagen 5: Dibujo de José Tola
En la exposición se exhiben también retratos
pintados más abstractos, expresivos y gestuales
como los de Ricardo Grau,
David Herskovitz, José Tola o
Fernando de Syzlo. En la
imagen 4 vemos una pintura
de José Tola quien a través del
trazo muy suelto genera un rostro. En este caso se rescata la
expresividad y el color como elementos poderosos en su
pintura. Tola también expone en la muestra dibujos en carboncillo de los
personajes deformes que caracterizan su trabajo, como en la imagen 5. Al ser
dibujo lo más importante es la línea y la forma. Presenta a una mujer desnuda
con los muslos exagerados y el resto del cuerpo deformado a favor de exagerar el
voluptuoso cuerpo femenino, para esto también aprovecha las líneas orgánicas y
redondeadas.
La escultura también está presente en la exposición Mundo Hombre. Se
presentan figurillas en barro no cocido de las culturas pre incaicas, y hasta una
escultura de arte contemporáneo de Cecilia Paredes. Las estatuillas en barro no
cocido demuestran por su antigüedad la necesidad del
ser humano, existente desde siempre, de trascender,
para lo cual recurre a la representación de rostro y
cuerpo. Es un arte primitivo que demuestra que la
capacidad de abstracción ha estado presente desde los
inicios de la especie humana. Por la variedad de las
piezas, como por ejemplo que una tiene senos, otra no
tiene brazos, otra tiene una corona, demuestran que
representan mensajes distintos. Un trabajo similar
pero de esta época son los personajes en barro de
Carlos Runcie quien hace su propia mezcla de tierra,
arenas y agua para hacer el barro. Los personajes son
todos iguales salvo por las posiciones de sus manos
Imagen 6: Figurillas en barro no cocido (pre –incaico)
Imagen 7: “En línea” de Carlos Runcie
Imagen 9: Escultura de Cecilia Paredes
lo cual le agrega a cada uno un significado propio y específico, igual como sucede
con las estatuillas pre-incaicas. La variación de las manos en la obra de Runcie
puede interpretarse como el que da, el que recibe, el que coge, el que carga, el
que espera, etc. Usa un lenguaje simple y global donde lo único que varía son las
manos pero el mensaje cambia totalmente de uno a otro. Claramente en este caso
se ve la influencia directa tanto en técnica como en forma de la cultura pre-
incaica en el arte contemporáneo, y como a pesar del tiempo ese tratamiento
sigue siendo vigente y hasta innovador. Otra pieza escultórica contemporánea
similar en la muestra es “El yo” de Margarita Checa. La considero similar por el
uso de materiales naturales, los cuales son bronce y
cuerno de toro, también porque tiene rasgos primitivos
por el tratamiento expresivo y esquemático. Se
diferencia de las anteriores porque es un busto y porque,
a pesar de lo esquemático, sí existe un estudio del rostro
de la persona representada. Margarita Checa usualmente
recurre a esta mismo rostro casi inexpresivo pero
nostálgico y con aires africanos. Su obra en general, y también en esta pieza
específica, da una sensación de origen y de volver al pasado, a pesar de ser sólo
un rostro.
Por otro lado hay obras como mucha carga simbólica y conceptual como la de la
artista contemporánea, Cecilia Paredes, quien reside en los EEUU. La escultura
que expone en la muestra es un cuerpo definido por una túnica azul que termina
en dos manos en posición de plegaria. La
escultura no tiene rostro, pero están
grabados en la tela los nombres de
pedófilos de Estados Unidos. Esta
escultura podría definir como un retrato
colectivo donde los representados están
pidiendo disculpa por sus delitos
cometidos. Como ya se menciono, esta pieza tiene más carga simbólica que
representativa y lleva a una reflexión muy profunda, a diferencia de la mayoría
de las anteriormente mencionadas que se limitan a la interpretación del cuerpo.
Imagen 10: “Costa Rica” de Cecilia Paredes
Imagen 11: “Blanca Varela” del “Chino“ Dominguez
Cecilia Paredes también tiene un trabajo
performático donde ella se pone sobre una tela de fondo
de flores y se pinta para perderse en ella. Lo que registra
con la cámara es lo que queda como pieza artística. La
fotografía que se presenta en la galería John Harriman es
de una performance en costa Rica en el 2007. El retrato
aquí es el de la misma autora, es decir un autorretrato,
para ella no importan los rasgos que la definen como
persona, sino su cuerpo mismo frente a texturas floreadas que la hacen pasar
desapercibida.
El cuerpo es el que nos permite identificar que atrás del patrón floreado hay una
persona. Además juega con que la fotografía debería retratar la realidad tal cual,
pero ella lo tergiversa y genera una pieza abstracta.
El “Chino” Dominguez, por otro
lado, sí recurre a la fotografía
como un medio para retratar la
realidad tal cual. Él se dedicó a
fotografiar a personajes de la
escena artística peruana. Una
de las fotografías que se
presentan en la muestra es la
de Blanca Varela. Estas
fotografías pueden verse como
el cásico ejemplo de un retrato,
donde el personaje es presentado en un contexto que se relaciona con éste y
hasta complementa su descripción. Vemos a Blanca Varela, poeta peruana,
rodeada de libros y frente a ella su máquina de escribir. Sin saber quien es ella,
los elementos que la acompañan indican que es una escritora. Sin embargo no
cualquier fotógrafo es capaz de captar la esencia que caracteriza a cada
personaje, Domínguez lo lograba con facilidad.
Otra obra que se presentó en la muestra fue una recopilación de fotos de arte
rupestre en el Perú, la presentación de éstas fotos era mediante un video
presentado en una pequeña pantalla digital. Al lado de esto y en total oposición
había un video de recopilación de fotos de la red social “Facebook”, eran retratos
de distintas personas, las fotografía que ellos mismos suben a la computadora.
Estas piezas juntas pero totalmente contrarias demuestran los inicios del retrato
donde no habían espejos y sólo se podía representar al otro a un nivel
esquemático y con fines de trascender y educar; y hasta donde hemos llegado
hoy que fotografiamos cada momento de nuestras vidas e inmediatamente éste
se hace público en las redes sociales.
El montaje de la muestra está pensado para no verse como una
clasificación cronológica, sino como un recorrido por las diversas variedades en
las que el retrato se presenta. Opino que estuvo bien montada pues por tanta
variedad, incitaba a la curiosidad a seguir explorando y caminando por la galería
a ver qué novedades presentaba. Se exponían más de 100 obras en un espacio
muy pequeño, a pesar de ello logró mantener orden y unidad. En cuanto a la
iluminación, no estuvo bien lograda. Habían zonas que estaban bien iluminadas,
mientras otras tenían una leve penumbra, especialmente las que estaban
ingresando a la mano izquierda. Para lograr una coherencia y uniformidad, se ha
debido de generar una iluminación pareja, ya que de lo contrario los
espectadores tienden a ir a la zona más iluminada, en este caso al área de la
terraza que a pesar de estar techada recibía más iluminación. En cuanto a las
leyendas, estaban en las obras colgadas en las paredes estaban ubicadas
visiblemente, pero en las estaban en medios de los pasillos eran difícil de ver,
casi escondidas. A pesar de algunos defectos, la potencia de las obras exhibidas
logró que éstos pasen desapercibidos y que los espectadores, creo yo, salgan con
nuevas experiencias y rostros de satisfacción.
En general la exposición recorre diversos estilos, técnicas, posturas y
épocas para demostrar la necesidad del hombre para trascender a través de su
propia representación. Los artistas que exponen en la muestra usan el retrato
con diferentes objetivos, como la descripción, el desafío, la construcción, el
homenaje, la memoria, el análisis, la descripción, pero siempre buscando
transmitir y dar conocer lo humano.