UNIVERSIDAD CATÓLICA LOS ÁNGELES DE
CHIMBOTE
ESCUELA PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA
DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA II
TEMA:
“LA CONSECUENCIA DEL PECADO EN EL MUNDO ACTUAL”
DOCENTE: EMILIANO MENDOZA R.
AUTORAS:
FLORES SOTO NILA
RODRÍGUEZ VARAS MARINA ANABELVA
TRUJILLO-PERÚ
2014
AGRADECIMIENTO
(Marina)
A nuestras familias, que son nuestro motor para seguir superándonos cada día, sobre
todo por su apoyo y comprensión incondicional.
Sobre toda las cosas, agradezco a Dios quien nos da la vida y las fuerzas para superar
los obstáculos, alcanzar nuestras metas..
AGRADECIMIENTO
(Nila)
En primer lugar quiero agradecerle a Dios por darme fuerzas para para cada día
levantarme y cumplir con las tareas.
A la universidad católica los Ángeles de Chimbote por la oportunidad para
realizarme como estudiante.
Al docente, profesor Emiliano por la paciencia y tolerancia que cada clase tiene
para con sus alumnos.
DEDICATORIA
(Marina)
A mí querida mamita que está en el cielo.
A mi padre por el apoyo incondicional.
A mi Naomi por su amor y ser ese rayito de luz en nuestras vidas.
DEDICATORIA:
(Nila)
Con todo mi cariño, este trabajo va dedicado a mis hijos Adrián y Alex por ser la fuente
de motivación estar siempre a mi lado.
CONTENIDO:
I. INTRODUCCIÓN.
I.1 Formulación del problema
1.2. Justificación
1.3. Objetivos.
Objetivo general.
Objetivo específicos.
II. REVICIÓN DE LA LITERATURA.
2.1. Definición.
2.2. El pecado original.
2.2. El pecado personal
2.3. El pecado mortal y el pecado venial.
2.3.1. Efectos del pecado mortal.
2.3.2. Efectos del pecado venial.
2.4. La proliferación del pecado.
2.5. Las tentaciones.
III. CONCLUSIONES.
III. ANALISIS CRPITICO.
REFRENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
I. INTRODUCCIÓN.
Vivimos en una cultura en la que el concepto de pecado se ha visto envuelto en
discusiones legalistas sobre el bien y el mal. Cuando muchos de nosotros
pensamos,” ¿Qué es el pecado?”, pensamos en las violaciones a los Diez
Mandamientos. Incluso ahí, pensamos en el asesinato y el adulterio como
pecados “mayores” comparados con mentir, maldecir o la idolatría.
La verdad es que el pecado, tal como se define en las traducciones originales
de la Biblia, significa “perder el camino”. El camino, en este caso, es el
estándar de perfección establecido por Dios y evidenciado por Jesús. Bajo esa
luz, queda claro que todos nosotros somos pecadores. En Romanos 3:23,
leemos: "por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios". La
"gloria de Dios" incluye el pensamiento de absoluta perfección.
El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta.
Es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un
apego perverso a ciertos bienes. La raíz del pecado está en el corazón del
hombre. De dentro del corazón salen las intenciones malas, asesinatos,
adulterios, fornicaciones, robos falsos testimonios, injurias. Esto es lo que hace
impuro al hombre. También en el corazón reside la caridad, la bondad, la
solidaridad y todos los principios de obras buenas y puras, a la que hiere el
pecado, según Salas, I. (1993).
A la luz de todo esto, no es bueno compararnos con otros. No podemos escapar
a nuestro fracaso al ser justos en nuestras propias fuerzas. Así lo diseñó Dios,
porque solo cuando entendemos nuestra debilidad, consideraremos apoyarnos
en el sacrificio expiatorio de Jesús.
I.1. Formulación Del Problema:
¿De qué manera afecta el pecado en nuestras vidas?
1.2. Justificación
Debido que, el pecado nos separa y nos aleja de Jesucristo, quien es nuestro
único señor y salvador, ya que pago por nosotros, un precio que sobre pasa
todo entendimiento. Por esta razón la presente investigación monográfica
servirá de guía, nos brindara un panorama más amplio acerca del verdadero
significado del pecado, de cómo esta afecta nuestra comunión con Cristo ,de qué
manera afecta nuestra vida personal y con el prójimo. El hombre era “justo “en
su situación original ya que participaba de la “justicia de Dios”, es decir, de su
naturaleza Cabacilas, Spiteris, Y. (2005)
1.3. Objetivo
a. Objetivo general
Sensibilizar sobre el significado del pecado y la manera como nos va arrastrado
a una vida obscura y sin esperanza.
b. Objetivo especifico
Identificas la relación que existe entre el pecado y los males.
Identificar como afecta el pecado a la humanidad.
II. REVISIÓN DE LA LITERATURA:
II.1. Definición.
Dado que el pecado es un mal moral, es necesario en primer lugar determinar
qué entendemos por mal y particularmente por mal moral. El Mal, es definido
por Santo Tomás (De malo, 2:2) como una privación de forma u orden o de
medida debida. En el orden físico, una cosa es buena en la proporción que posee
entidad. Solo Dios es esencialmente ser y Solo Él es bien esencial y perfecto.
Todo lo demás posee entidad pero limitada y, en la medida que posee entidad, es
bueno. Cuando tiene su debida proporción de forma, orden y medida es, en su
propio orden y grado, bueno. El Mal implica una deficiencia en la perfección,
por lo tanto, no puede existir en Dios, quien es esencialmente y por naturaleza,
bueno; sólo se encuentra en seres finitos los cuales, debido a sus orígenes de la
nada, son sujetos a la privación de forma u orden o debida medida y, por la
oposición que encuentran, son sujetos a un aumento o disminución de la
perfección que tienen: "en sentido amplio, el mal puede ser descrito como la
suma de oposición, la cual la experiencia demuestra que existe en el universo, en
los deseos y necesidades de los individuos; por consiguiente surgen, entre los
seres humanos al menos, el sufrimiento el cual abunda en la vida”. De acuerdo
a la naturaleza de la perfección con la cual limita, el mal es metafísico, físico o
moral. El mal metafísico no es mal propiamente tal; no es sino la negación de un
bien superior, o la limitación de los seres finitos por otros seres finitos. El mal
físico priva al sujeto afectado de algún bien natural y es adverso al bienestar del
sujeto, como dolor y sufrimiento.
El mal moral sólo se encuentra en los seres inteligentes; los priva de algún bien
moral. Aquí trataremos solamente con el mal moral. Este puede ser definido
como una privación de conformidad con la recta razón a la ley de Dios. Dado
que la moralidad de un acto humano consiste en su concordancia o no
concordancia a la recta razón y a la ley eterna, un acto es bueno o malo en el
orden moral de acuerdo a si involucra esta concordancia o no concordancia.
Cuando la creatura inteligente, conociendo a Dios y Su ley, deliberadamente
rehúsa obedecerla, resulta el mal moral. El pecado no es más que un acto
moralmente malo. Un acto en discordia con la razón informada por la ley Divina.
Dios nos ha dotado de razón y libre voluntad, y un sentido de responsabilidad; Nos
ha hecho sujetos de Su ley, la cual es dada a conocer a nosotros por los dictados
de la conciencia, y nuestros actos deben conformarse a estos dictados, de lo
contrario, pecamos (Rom. 14.23). En todo acto pecador, deben considerarse dos
cosas, la sustancia del acto y el deseo de rectificación o conformidad (Santo
Tomás, I-II: 72:1) El acto es algo positivo. El pecador intenta aquí y ahora actuar
de determinada forma, desmedidamente eligiendo ese particular bien desafiando
la ley de Dios y los dictados de la recta razón.
II.2. El pecado original.
El pecado original es el origen y la causa de la existencia del pecado en el
mundo. Ésta es una razón de su “apellido” original, porque por él se inició el
pecado en este planeta. Otro motivo para llamarlo así se debe a que las
circunstancias en que se produjo fueron únicas y originales y que nunca más
tuvieron lugar. Tratemos de hacer un esfuerzo de imaginación para remontarnos
al comienzo de la prehistoria de este mundo. Dios acaba de crear este planeta
con toda clase de vida, y a la primera pareja humana, Adán y Eva, con la misión
de gobernar y administrar esa perfecta creación, le proporciona un maravilloso
hogar en el jardín del Edén.
En este momento, el lector puede dar rienda suelta a su fantasía, y pensar en
todo lo que es bueno y que, sin lugar a dudas, cualquier persona anhelaría y le
haría feliz. Todos podemos tener en mente ese paraíso idílico, en el que no hay
nada que no sea bello, agradable y armonioso. Nada falta, nada sobra. No hay
violencia. No hay maldad. Todas las necesidades físicas, psíquicas y espirituales
están satisfechas. Adán y Eva gozan de una perfecta armonía entre sí, con el
entorno y con el Creador que les ha dado la vida y encargado del cuidado del
paraíso. Su unión y amor al Dador de la vida les garantiza una perfecta santidad.
Su naturaleza y su ser interior están llenos de la ley de amor y justicia que
caracteriza a Dios, su Padre y Creador. El hombre fue creado a imagen de Dios
(Génesis 1:26,27). Si necesariamente Dios ha de reunir todo tipo de perfección
en grado infinito, y ha de ser infinitamente santo y bueno para que le
reconozcamos como Dios -de otra manera no sería Dios-, las criaturas creadas
por Él, si son a su imagen, también deberán poseer todo tipo de perfecciones y
virtudes, que lógicamente serán finitas como corresponde a todo ser creado,
Aracil, C. (2005).
El pecado en general se define en la primera epístola de Juan capítulo 3,
versículo 4, como: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley;
pues el pecado es infracción de la ley.” Aunque esta es una definición que nos
aclara que cualquier acto que transgrede la ley moral es pecado, no agota en
absoluto el término en su totalidad. Pecado fue también la actitud de Adán al
querer vivir independientemente de su Creador. Éste deseo de autonomía de la
criatura respecto del Dador de la vida, demuestra orgullo y soberbia y querer ser
como Dios. Como vimos, el pecado, que cometió la primera pareja, aunque
original, también contiene el componente de todo pecado que consiste en
transgredir la ley de amor en que se basa el carácter de Dios. Dicho pecado fue
de codicia, soberbia, orgullo, desobediencia y desconfianza en Dios e implicó la
ruptura de la comunión con el Creador: “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se
paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la
presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.” (Gén 3:8). Y cuando
Dios les llama: “¿Dónde estás tú?, sienten miedo por primera vez, son
conscientes que han perdido su inocencia, y tratan de justificarse dando la culpa
el hombre a la mujer, y ésta, a la serpiente (Gén. 3: 7-13) Aracil, C. (2005).
Cuál es la herencia del pecado original para la humanidad.
Seguramente, muchos se preguntarán, cómo este evento, que sucedió hace
alrededor de seis mil años, ha afectado a todos los seres humanos que han
nacido en este mundo y afectará a todos los que nazcan hasta el fin del mismo,
que se producirá en la segunda venida de nuestro Señor Jesús. Puesto que, desde
que el hombre existe en este planeta, la maldad, la violencia en todas sus
manifestaciones, el dolor, el sufrimiento y la muerte son realidades que a nadie
se le ocultan, no incidiremos más en ello. Nuestro propósito es demostrar con la
Biblia, que todo lo anterior son consecuencias del pecado original de nuestros
primeros padres, y que éste se hereda o transmite de padres a hijos.
Aunque los científicos aún no han encontrado el gen o genes que son portadores
del “virus” del pecado original, la Palabra de Dios declara que nacemos con una
naturaleza pecaminosa, que nos inclina o predispone a ser rebeldes y enemigos
de Dios. Veamos algunos textos bíblicos que respaldan nuestra afirmación:
II.3. El pecado personal.
El pecado personal es un acto, palabra o deseo contrario a la ley eterna. Esto
significa que el pecado es un acto humano, puesto que requiere el concurso de
la libertad, y se expresa en actos externos, palabras o actos internos. Además,
este acto humano es malo, es decir, se opone a la ley eterna de Dios, que es la
primera y suprema regla moral, fundamento de las demás. De modo más
general, se puede decir que el pecado es cualquier acto humano opuesto a la
norma moral, esto es, a la recta razón iluminada por la fe.
Se trata, por tanto, de una toma de posición negativa con respecto a Dios y, en
contraste, un amor desordenado a nosotros mismos. Por eso, también se dice
que el pecado es esencialmente aversivo a Deo et conversio ad creaturas. La
aversio no representa necesariamente un odio explícito o aversión, sino el
alejamiento de Dios, consiguiente a la anteposición de un bien aparente o finito
al bien supremo del hombre (conversio). San Agustín lo describe como el amor
de sí que llega hasta el desprecio de Dios. «Por esta exaltación orgullosa de sí, el
pecado es diametralmente opuesto a la obediencia de Jesús que realiza la
salvación.
. Por esta exaltación orgullosa de sí, el pecado es diametralmente opuesto a la
obediencia de Jesús que realiza la salvación. El pecado es el único mal en
sentido pleno. Los demás males en sí mismos no apartan de Dios, aunque
ciertamente son privación de algún bien.
2.4. El pecado mortal y el pecado venial.
Los pecados se pueden dividir en mortales o graves y veniales o leves, según
que el hombre pierda totalmente la gracia de Dios o no. El pecado mortal y el
pecado venial se pueden comparar entre sí como la muerte y la enfermedad del
alma. Es pecado mortal lo que tiene como objeto una materia grave y que,
además, es cometido con pleno conocimiento y deliberado consentimiento.
Siguiendo la Tradición de la Iglesia, llamamos pecado mortal al acto, mediante
el cual un hombre, con libertad y conocimiento, rechaza a Dios, su ley, la
alianza de amor que Dios le propone, prefiriendo volverse a sí mismo, a alguna
realidad creada y finita, a algo contrario a la voluntad divina Esto puede ocurrir
de modo directo y formal, como en los pecados de idolatría, apostasía y
ateísmo; o de modo equivalente, como en todos los actos de desobediencia a los
mandamientos de Dios en materia grave..
Materia grave: significa que el acto es por sí mismo incompatible con la
caridad y por tanto también con exigencias ineludibles de las virtudes morales o
teologales.
Pleno conocimiento (o advertencia) del entendimiento: o sea, se conoce que la
acción que se realiza es pecaminosa, es decir, contraria a la ley de Dios.
Deliberado (o perfecto) consentimiento de la voluntad: indica que se quiere
abiertamente esa acción, que se sabe contraria a la ley de Dios. Esto no
significa que para que haya pecado mortal sea necesario querer ofender
directamente a Dios: basta que se quiera realizar algo gravemente contrario a su
divina voluntad
Las tres condiciones han de cumplirse simultáneamente. Si falta alguna de las
tres el pecado puede ser venial. Esto se da, p. e., cuando la materia no es grave,
aunque haya plena advertencia y perfecto consentimiento; o bien, cuando no
hay plena advertencia o perfecto consentimiento, aunque se trate de materia
grave. Lógicamente, si no hay advertencia ni consentimiento, faltan los
requisitos para que se pueda hablar de que una acción es pecaminosa, pues no
sería un acto propiamente humano.
2.3.1. Efectos del pecado mortal.
El pecado mortal «entraña la pérdida de la caridad y la privación de
la gracia santificante, es decir, del estado de gracia. Si no es
rescatado por el arrepentimiento y el perdón de Dios, causa la
exclusión del Reino de Cristo y la muerte eterna del infierno.
Cuando se ha cometido un pecado mortal, y mientras se permanezca
fuera del estado de gracia sin recuperarla en la confesión sacramental
no se ha de recibir la Comunión, pues no se puede querer a la vez
estar unido y alejado de Cristo: se cometería un sacrilegio.
Al perder la unión vital con Cristo por el pecado mortal, se pierde
también la unión con su Cuerpo místico, la Iglesia. No se deja de
pertenecer a la Iglesia, pero se está como miembro enfermo, sin
salud, que produce un mal a todo el cuerpo. También se ocasiona un
daño a la sociedad humana, porque se deja de ser luz y fermento,
aunque esto pueda pasar inadvertido.
Por el pecado mortal se pierden los méritos adquiridos –aunque
podrán recuperarse al recibir el sacramento de la Penitencia- y se
queda incapacitado para adquirir otros nuevos; el hombre queda
sujeto a la esclavitud del demonio; disminuye el deseo natural de
hacer el bien y se provoca un desorden en las potencias y afectos.
2.3.2. Efectos del pecado venial.
El pecado venial debilita la caridad; entraña un afecto
desordenado a bienes creados; impide el progreso del alma en el
ejercicio de las virtudes y la práctica del bien moral; merece
penas temporales. El pecado venial deliberado y que permanece
sin arrepentimiento, nos dispone poco a poco a cometer el
pecado mortal. No obstante, el pecado venial no nos hace
contrarios a la voluntad y la amistad divinas; no rompe la
Alianza con Dios. Es humanamente reparable con la gracia de
Dios. “No priva de la gracia santificante, de la amistad con Dios,
de la caridad, ni, por tanto, de la bienaventuranza eterna” (Juan
Pablo II,). Dios nos perdona los pecados veniales en la Confesión
y también, fuera de este Sacramento, cuando realizamos un acto
de contrición y hacemos penitencia, doliéndonos por no haber
correspondido al infinito amor que nos tiene. El pecado venial
deliberado, aunque no aparte totalmente de Dios, es una
tristísima falta que enfría la amistad con Él. Hay que tener
“horror al pecado venial deliberado”.
2.4. La proliferación del pecado.
El pecado crea una facilidad para el pecado, engendra el vicio por la
repetición de actos. De ahí resultan inclinaciones desviadas que oscurecen la
conciencia y corrompen la valoración concreta del bien y del mal. Así el
pecado tiende a reproducirse y a reforzarse, pero no puede destruir el
sentido moral hasta su raíz.
Llamamos capitales a los pecados personales que especialmente inducen a
otros, pues son la cabeza de los demás pecados. Son la soberbia –principio
de todo pecado ex parte aversiones avaricia, principio ex parte conversionis-,
lujuria, ira, gula, envidia y pereza.
2.5. Las tentaciones.
En el contexto de las causas del pecado, hemos de hablar de la tentación, que
es la incitación al mal. La causa del pecado está en el corazón del hombre
(Catecismo, 1873), pero éste puede estar atraído por la presencia de bienes
aparentes. La atracción de la tentación nunca puede ser tan fuerte que
obligue a pecar: No os ha sobrevenido ninguna tentación que supere lo
humano, y fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados por encima de
vuestras fuerzas; antes bien, junto con la tentación os dará también la fuerza
para poder soportarla13). Si no se buscan, y se aprovechan como ocasión de
esfuerzo moral, pueden tener un significado positivo para la vida cristiana.
Las causas de las tentaciones pueden reducirse a tres.
El “mundo”: no como creación de Dios, porque en este sentido es bueno,
sino en cuanto que por el desorden del pecado solicita a la conversio ad
creaturas, con un ambiente materialista y pagano..
El demonio: que instiga al pecado, pero no tiene poder para hacernos pecar.
Las tentaciones del diablo se rechazan con oración. Para combatir estas
tentaciones es preciso ir contracorriente, siempre que sea necesario, con
fortaleza, en lugar de dejarse arrastrar por costumbres mundana.
La “carne” o concupiscencia: desorden de las fuerzas del alma como
resultado de los pecados (Esta tentación se vence con la mortificación y la
penitencia, y con la decisión de no dialogar y de ser sinceros en la dirección
espiritual, sin encubrir la tentación con “razonadas sinrazones.Catecismo de
la iglesia católica (1976) citado por Aguilles, P. (2000).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
Ladaria, L. (2012) Teología Del Pecado Original Y De La Gracia. Segunda edición.
Biblioteca de autores cristianos Madrid – España. Recuperado el 09-10-2014 de
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Salas, I. (1993) Catecismo de la iglesia católica. Editorial bruño. Perú.
Spiteris, Y. (2005) Salvación y pecado en la tradición oriental. Secretariado trinitario.
Salamanca –España. Recuperado el 09-10-2014 de http://books.google.com.pe/books?
id=VZoioBsBKWsC&pg=PA139&dq=el+pecado&hl=es-
419&sa=X&ei=MrE4VL7sBorGggTJ_YDYDw&ved=0CEQQ6AEwCA#v=onepage&q=el
%20pecado&f=false
Aracil, C. (2005) El pecado original sus consecuencias y su solución .Versión 7.Alicante-
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Aguilles, P. (2000). El Pecado Personal. Madrid. Recuperado el 25-10-2014 de
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