UNIVERSIDAD DE LOS ANDES FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGÍA Estudiantes: Hanni Andrea Concha Osbahr Lorena Rivera Chaves
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INFORME FINAL DE PRÁCTICA ACADÉMICA (PERIODO 2005-1)
Con la colaboración del Museo De Trajes Regionales-Universidad de
América y la Universidad de Los Andes
MOCHILAS: MANUFACTURA, PRODUCCIÓN Y SIMBOLOGÍA
INTRODUCCIÓN
La tradición textil en el actual territorio colombiano, se remonta a épocas
prehispánicas, en las que se hilaban fibras como el algodón y el fique para tejer
diferentes elementos que hacían parte de la vestimenta cotidiana y ritual, así como
de los enseres de diferentes pueblos. Dentro de esta producción textil se
encuentran básicamente gorros, mantas, vestidos y accesorios como “zapatos”,
“cinturones” y mochilas entre otros. Son conocidos gracias al registro arqueológico
y a la información etnohistórica los tejidos Muisca, Guane, Sinú, Quimbaya y los
del sur de Nariño correspondientes a los Pastos producidos desde antes de la
llegada de los españoles (Tavera 1994:10).
Con los españoles se introdujeron técnicas y materiales como la lana y las agujas
de acero, que se fueron incorporando lentamente a la confección de tejidos, la
producción artesanal continuó siendo importante y lentamente la elaboración de
tejidos se fue tecnificando.
Los estudios del traje durante la colonia indican que hasta el siglo XIX no hubo
mayores transformaciones relacionadas con la producción de prendas (Rey
1994:41), hasta que terminando el siglo XIX y comenzando el siglo XX se
fortalecieron las industrias textiles.
El tejido se mantuvo a través de los siglos y se fortaleció al ser considerado como
un oficio netamente femenino, enseñado ante todo como parte de la educación
impartida por religiosas hasta hace pocas décadas. De esta forma el tejido se
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conservó en diversos sectores sociales, por necesidad o porque era parte de la
administración del hogar (Bermúdez 1994:26).
Igualmente los pueblos indígenas continuaron con la tradición de tejer y algunos la
han ido incorporando, por supuesto también han ido adaptando a sus necesidades
las diferentes técnicas y materiales, al igual que nuevos diseños y colores.
La mochila es uno de los elementos que permite apreciar la tradición del tejido en
diferentes pueblos indígenas y además, permite abordar otros aspectos de la
cultura en su manufactura, en su importancia dentro de la sociedad que la produce
y en lo que simboliza. Puede ser definida como un artefacto empleado en
numerosas culturas con fines diversos y aunque su utilidad cotidiana resulta en la
mayoría de casos evidente, ésta lleva contenidos que reflejan diferentes aspectos
de los pueblos que la utilizan.
En su mayoría las mochilas son confeccionadas por las mujeres de los diferentes
grupos. Para ello utilizan una especie de huso conocido en la costa Atlántica como
“carrumba”. Son tejidas a partir de una base redonda que se agranda espiralmente
en forma continua hasta lograr un cuerpo cilíndrico, el cual constituye la base. A
partir de allí se teje el cuerpo de la mochila con fibras teñidas de diferentes colores
dependiendo del uso y su respectivo significado (Villegas 1992:127).
El siguiente trabajo, se concentra en la colección de mochilas del Museo de Trajes
Regionales Universidad de América, donde realizamos nuestra práctica semestral.
En el museo la colección de mochilas se encuentra expuesta por lo general junto
con los trajes de cada región o en una vitrina destinada para las mochilas, las
cuales están marcadas con su lugar de origen. Un importante número de mochilas
no está en exposición por la falta de documentación pertinente, o porque se
desconocen sus lugares de origen. Nuestra labor como practicantes en el museo
consistió básicamente en elaborar un respaldo documental a la colección
mencionada anteriormente, bajo la supervisión en el museo de la señora Elvia
Isabel Perry y la dirección del profesor del departamento de antropología de la
Universidad de los Andes, Jorge Morales Gómez.
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Este informe contiene una revisión bibliográfica, complementada con entrevistas
hechas a miembros de las comunidades Aruhaco e Inga en Bogotá y a la
antropóloga Elizabeth Márquez, quien ha trabajado durante varios años con la
comunidad Wayúu. Además hicimos una observación de las mochilas de la
colección y un registro fotográfico, del cual hay una muestra anexa al final de este
trabajo.
El siguiente escrito especificará la manufactura, producción, uso, significado a
nivel social y los diferentes cambios y transformaciones por los cuales ha pasado
la mochila como accesorio. Para ello decidimos dividir este trabajo por diferentes
regiones, siguiendo el guión del museo y fijándonos en los diversos grupos
indígenas que habitan primordialmente el Cauca, la Guajira y la Sierra Nevada de
Santa Marta. Cabe mencionar que aunque en el museo existen otras mochilas de
origen campesino, indígena y urbano, la bibliografía específica sobre el tema no
existe o únicamente se encuentra mencionado de manera superficial en trabajos
etnográficos y de diseño textil.
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CAUCA GUAMBIANOS Los guambianos son una comunidad indígena que se ubica básicamente en los
resguardos de Guambía y Quizgó, en las
laderas de la cordillera occidental y
específicamente en el departamento del
Cauca. También existen asentamientos
en el municipio de La Plata en el Huila y
en otras cabeceras del Cauca como
Jambaló, Silvia, Totoró, Caldono y
Toribio.
Los guambianos hacen un especial
énfasis en el traje y la indumentaria, que
no sólo se manifiesta en el ámbito ritual,
sino en la cotidianidad de la comunidad.
A pesar de las transformaciones en
cuanto a técnicas, materiales y accesorios, el traje guambiano puede entenderse
en su totalidad como un indicador de pertenencia, que incluso es asociado con la
idea de comunidad guambiana. “Su indumentaria cumple la función de ocultar
diferencias individuales basadas en el prestigio (…)” (Schwarz 1976: 317)
La literatura señala a la mochila como uno de los accesorios más importantes en
la indumentaria guambiana, “La palabra Guambía parece tener dos referencias,
por un lado significa tierra de las aguas (…), y por otro parece indicar la mochila
que las mujeres guambianas llevan siempre sobre sus espaldas” (Chaves et al
1995:217)
Si bien existen diferentes tipos de mochilas que básicamente se diferencian unas
de otras de acuerdo al uso, la denominación jigra es empleada de manera general
como sinónimo de mochila. En wam que es la lengua guambiana, la jigra es
denominada wasr.
Fuente: documento electrónico #1
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Manufactura y producción
Aunque no hay una fuente que especifique la dinámica de la indumentaria
guambiana antes de la segunda mitad del siglo XX, el uso de la jigra se asume
como tradicional entre hombres y mujeres.
Las mochilas, así como todos los tejidos son elaboradas únicamente por mujeres
quienes pasan la mayor parte del día tejiendo. Las mujeres se encargan de tratar
la fibra en el huso, tejer a mano, utilizar el telar para elaborar la cincha, hacer los
acabados con aguja de croché y unir el cuerpo de la jigra con la cincha.
Si bien la clasificación de los diferentes tipos de mochila entre los guambianos se
ha hecho de acuerdo al uso, pueden identificarse claramente diferencias de
acuerdo al sexo de quien la porta. Una de las principales diferencias es que las
mujeres suelen cargar las jigras (independientemente de su uso), sosteniéndolas
en los hombros mediante la cincha y con el cuerpo de la jigra en la espalda; por su
parte los hombres llevan la mochila terciada y generalmente bajo la ruana.
Por el contrario, no es posible identificar diferencias de estatus dentro de los
guambianos según las mochilas, pero sí hay un especial énfasis en mantener las
mochilas de mejor calidad dentro de la comunidad y comerciar hacia el exterior de
la misma, con jigras menos elaboradas.
A continuación se describirán los diferentes tipos de mochilas según su uso; para
empezar se hará referencia a las jigras cotidianas, luego a las rituales y finalmente
a las empleadas para cargar productos agrícolas.
Sin embargo es pertinente señalar que esta clasificación no puede entenderse de
manera estática, pues las mochilas de carga pueden eventualmente cumplir una
función ritual y por otra parte, la introducción de la aguja de croché ha ido
eliminando las diferencias entre la jigra cotidiana de cuerpo cilíndrico de los
hombres y la jigra ritual como se explicará más adelante.
Jigras cotidianas
Finalizando la década de los 50 del siglo pasado, el cultivo del fique se introdujo
con mucha fuerza en el departamento del Cauca, a través de políticas
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gubernamentales. Tanto los guambianos como los paeces, implantaron dichos
cultivos que debido a su costosa producción y a la inestabilidad de los precios
(entre otras causas), fracasaron y terminaron por afectar profundamente las
economías de numerosos resguardos (Pachón 1987:223).
A pesar de la crisis el fique se mantuvo por mucho tiempo como la fibra básica
para elaborar mochilas cotidianas, no obstante ha
sido paulatinamente reemplazado por fibras sintéticas
conseguidas en el mercado de las cabeceras
municipales cercanas al resguardo. Sin embargo las
fibras sintéticas introducidas en las últimas décadas
son al igual que las fibras naturales, tratadas con el
huso tradicional para darle una apariencia redonda a
los hilos que se van a trabajar. (Camelo1994:93). Al
hilar, el huso es girado y de esta manera las fibras
adquieren la apariencia necesaria para ser trabajadas a mano, en el telar o con
aguja.
Las jigras cotidianas se emplean básicamente para cargar elementos, como el
dinero, el huso en el caso de las mujeres, la coca
en el caso de los hombres y en general todo aquello
que sea empleado en la vida diaria.
De acuerdo con la forma podrían identificarse dos
tipos de mochila de uso cotidiano, una cuyo cuerpo
es plano y otra con cuerpo cilíndrico. Esta diferencia
no tiene repercusiones en el uso de las jigras.
La jigra con cuerpo plano es elaborada para
mujeres y hombres con fibras sintéticas como el
polipropileno, su elaboración depende
completamente del telar (nuusri) que es una
estructura conformada básicamente por dos ejes
Fuente: Camelo 1994
A la izquierda mochila con cuerpo
cilíndrico y a la derecha mochila
con cuerpo plano.
Fuente: documento electrónico #2
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verticales y dos travesaños (Dagua et al 1998:62), uno de estos travesaños es
movible y se va desplazando en sentido vertical.
Los hilos blancos para la jigra plana se disponen de forma perpendicular al
travesaño movible (es decir de forma vertical), “usualmente el rectángulo de tela
blanca que forma el cuerpo de la jigra está surcado por algunos hilos de lana de
colores dispuestos en la urdimbre” (Camelo 1994:96).
Esta tela blanca elaborada en el telar,
es doblada y unida por una cadeneta
que esconde los hilos hacia adentro
(Camelo 1994). La cincha de la jigra
también es elaborada de la misma
forma en el telar y luego se une al
cuerpo de la mochila.
La jigra con cuerpo cilíndrico es
elaborada tradicionalmente a mano
exceptuando la cincha y es usada
igualmente por hombres y mujeres.
Para empezar su elaboración se teje
una malla que actualmente es en polipropileno y que sirve como base, “se hace
una malla con hilo doble hasta conformar el tejido doce o más espacios según el
tamaño de la jigra” (Camelo 1994: 85).
A continuación el tejido se elabora de manera uniforme, por franjas de forma
ascendente empleando igualmente fibras de polipropileno. Según Camelo el tejido
no tiene diseño en este tipo de jigra (Camelo 1994).
En este punto es importante señalar que la jigra cotidiana con cuerpo cilíndrico ha
ido dejando de ser tejida directamente con los dedos de la tejedora y se ha
introducido la aguja de croché en especial para la jigra masculina. En ese sentido,
se emplean dos hilos (uno de un color frío y uno de un color cálido), “uno de ellos
va dentro del tejido y sólo sale a la superficie para construir los diseños”
(Camelo1994:99).
1. Mamá de todo el telar. 2. y 3. Travesaños o
hijos. Fuente: Dagua et al 1998
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De esta forma se han introducido diseños a las jigras cotidianas masculinas, que
se asemejan algunas veces a los diseños del chumbe (generalmente fitomorfos) o
mensajes en español.
Jigra ritual o especial (Ver anexo fotografías del Museo)
La fabricación y el diseño de este tipo de jigras, es muy similar al de las mochilas
cotidianas con cuerpo cilíndrico; sin embargo las jigras rituales tiene como fibra
básica el algodón fino, o como lo señala Camelo la lana natural o sintética
(Camelo 1994:84)
Al igual que en la jigra cotidiana con cuerpo cilíndrico, la base de la mochila se
elabora tradicionalmente a mano con hilos en forma de malla y el tejido es también
a mano y en forma ascendente, conformando franjas blancas o de colores en el
caso de los hombres.
La profundidad de la jigra está entre los 24 cm. y los 28 cm. aproximadamente, los
acabados son buenos y elaborados con aguja de croché. Al igual que en la jigra
cotidiana, la cincha también es elaborada en el telar y “se adhiere al cuerpo de la
jigra mediante los hilos de urdidumbre que se dejan en los bordes sin tejer”
(Camelo 1994:85).
En cuanto al color, en las mochilas masculinas se aprecian dos colores, un color
frío y un color cálido que se intercalan en el tejido, no obstante Camelo señala que
también pueden ser elaboradas con cuatro colores (Camelo 1994). Los colores
son, morados, verdes, amarillos, rojos, blancos y negros.
El diseño es generalmente formado por triángulos o rombos de uno de los
colores presentes en la mochila, con la introducción de la aguja de croché se han
incorporado figuras fitomorfas o pequeños textos.
La jigra especial femenina puede ser sencilla o con diseños, que al igual que en la
masculina son triángulos o rombos, sin embargo la mochila femenina es siempre
blanca y los diseños se elaboran con aberturas en el tejido o calados.
Al igual que en la jigra cotidiana de cuerpo cilíndrico, se ha introducido el tejido
con aguja o ganchillo. De esta manera el tejido hecho directamente con los dedos
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de la tejedora se ha ido perdiendo paulatinamente y las diferencias de
manufactura y diseño con las jigras cotidianas han ido desapareciendo
especialmente en las jigras masculinas. Actualmente las mochilas especiales y las
mochilas cotidianas de los hombres no tienen mayores diferencias en su
apariencia. Las jigras femeninas por su parte mantienen cierta diferencia, pues la
cotidiana no tiene diseños mientas que la especial si los tiene.
Mochila de carga
La mochila de carga es empleada en las labores agrícolas, “antaño se tejía con
materiales vegetales, principalmente fique, ahora se teje con la fibra del costal de
polipropileno” (Camelo 1994: 94).
La elaboración de la jigra es similar a la común con cuerpo cilíndrico y en especial
a la jigra femenina por ser monocromática, sin embargo el tejido que es elaborado
a mano con los dedos de la tejedora, se caracteriza por ser abierto y tener la
apariencia de una red.
Aspectos sociales y simbólicos
La jigra está presente en diferentes dimensiones de la sociedad guambiana, es
importante en la vida ritual de la comunidad, en el aspecto económico y en la
cotidianidad de la misma como parte de la indumentaria.
Como se había señalado anteriormente la mochila siempre es tejida por la mujer,
quien se inicia en esta labor desde la pubertad. “Aún durante la ceremonia de
pubertad de la niña cuando está encerrada, hila cuatro puchos de lana y teje
cuatro pequeñas mochilas” (Rappaport 1978:10)
La ceremonia de iniciación es un encierro en el que la niña es instruida por
mujeres de su familia en las principales labores y comportamientos de la mujer
guambiana, básicamente en el comportamiento sexual y en el tejido como labor
netamente femenina.
La niña aprende a utilizar el huso para hilar, el telar, la aguja y el tejido manual.
Después de haber elaborado las doce primeras mochilas (que son jigras rituales),
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éstas son llevadas bajo tierra en un lugar aislado por la niña, quien luego de
enterrarlas se devuelve caminando mientras da la espalda al lugar donde dejó las
jigras. (Camelo 1994:26).
Éste rito se vincula con la función que tiene la mujer y el sistema de valores dentro
de la sociedad guambiana, en la que la laboriosidad es vista como la principal
cualidad femenina, mientras que se condena la pereza dejándola enterrada
durante la iniciación.
“La mujer guambiana siempre está trabajando, aun en sus ratos de
descanso; mientras visita a una vecina o se sienta en la puerta de su
casa a tomar el sol, está cardando o hilando lana, tejiendo las ruanas y
anacos, bordando las faldas y chales, haciendo las jigras, remendando,
etc.” (Pachón 1987: 235)
Desde este rito la mujer comienza su vida laboral que se vincula básicamente con
las labores domésticas. El tejido se realiza para suplir las necesidades cotidianas
de la comunidad, para otros ritos y fiestas y últimamente para vender como
artesanía en las cabeceras municipales.
La jigra también ha sido importante en otras ocasiones como en el matrimonio, la
venida de las sombras, el año nuevo y la fiesta de San Pedro.
Durante el matrimonio la tradición consistía en intercambiar elementos tejidos, la
mujer elaboraba una jigra para el novio y éste le regalaba un sombrero tradicional.
“Esta costumbre ya está casi en el olvido desde que el guambiano introdujo en su
indumentaria el cambio del sombrero tradicional por el de fieltro” (Camelo 1994:90)
El día de la venida de las sombras de los muertos o fiesta de las ofrendas, se
realiza a comienzos de noviembre con la llegada de las lluvias que es el llanto de
las sombras. En este día los vivos deben invitar a comer a las sombras, al igual
que se invita a todos los que trabajan en comunidad (Dagua et al año 1998: 173).
La preparación de este día se realiza desde semanas antes pues hay que
preparar la comida que se va a ofrendar y se deben tejer las mochilas en las que
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van las ofrendas. “Luego y con anticipación, las mujeres tejen las wasr, jigras. (…)
Debe haber una jigra especial para cada difunto” (Dagua et al 1998:174).
Es en esta fiesta donde la mochila de carga es a la vez una mochila especial o
ritual, pues la elaboración de esta jigra tiene fines puramente rituales, pero es una
mochila de carga en la medida que son también contenedores de productos
agrícolas y su elaboración es la de una mochila de carga.“En la mochila van las
papas y la cebolla crudas […] En Las wasr va lo crudo: papa, cebolla, ulluco, pan,
vela, bizcochuelos para la gente mayor” (Dagua et. Al 1998:174).
Durante la fiesta de año nuevo también fue importante en el pasado la mochila
que portaba el tata (mayor). Aunque la tradición se ha perdido, en la mochila del
tata eran guardados algunos documentos en donde se enfatizaba la importancia
del trabajo común, el trabajo de la tierra y la descripción del territorio. El mayor
leía dichos documentos durante la fiesta (Dagua et al 1998:180).
Además en el fin de año “las mojigangas llevaban una jigra y adentro una media
de aguardiente vacía” (Dagua et al 1998:181). Con esto se representaba el uso del
licor dentro de los guambianos, pues se ofrecía trago durante la fiesta pero en vez
de ser consumido, se depositaba en las botellas vacías.
Durante la fiesta de San Pedro también fue empleada la mochila de carga, en esta
se realizaba una minga y después del baile “los pollos los colgaban metidos dentro
de una jigra. La gente pasaba a caballo y los jalaba para llevárselos” (Dagua et al
1998:183).
Como se mencionó anteriormente, la jigra al igual que toda la indumentaria
guambiana no tiene la función de señalar diferencias individuales (Schwarz
1976:317). En cambio es asociada por los guambianos con la importancia del
trabajo y el rechazo a la pereza dentro de la sociedad y ante todo con el rol que
desempeña la mujer.
El tejido es central dentro de la comunidad y se asume que la organización de la
misma está sostenida por un hilo de lana, “De ahí la importancia que el tejido tiene
para nosotros. Con él, las mujeres van tejiendo la vida de la sociedad guambiana y
acompañando su reproducción” (Dagua et al 1998:62).
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El telar en el que son elaboradas las cinchas y la jigra cotidiana con cuerpo plano
adquiere también una dimensión simbólica, pues representa a la familia
guambiana. Los dos troncos verticales son la mamá de todo el telar, mientras que
los travesaños son dos hermanos (Dagua et al 1998: 62).
En cuanto al color, las jigras mantienen la oposición complementaria al combinar
colores fríos (tonalidades verdes y azules) y cálidos (tonalidades rojas y amarillas).
En el caso de las mochilas masculinas los tonos rojos, amarillos, verdes y
morados que se intercalan al formar el diseño, son los mismos colores del aroiris
que también se emplean en la elaboración del chumbe.
El aroiris es parte fundamental del pensamiento guambiano que es a la vez agua y
puede tener una connotación positiva o negativa. El agua es el hilo conductor de la
cosmovisión guambiana (Dagua et al 1998:29)
En el caso de las mochilas femeninas, se mantiene el blanco exceptuando la
mochila cotidiana de cuerpo plano, que puede tener algunos hilos de color
conservando de fondo el blanco.
El blanco entre los guambiano se asocia directamente con la mujer en la figura de
Patakalu; por otra parte en la mochila masculina, también es posible apreciar la
oposición complementaria del blanco y el negro que representan a Patakalu.
Patakalu es el equivalente a fantasma y a nube, en realidad son dos que se
complementan, PulӨ patakalu o nube blanca quien es día, es hembra, sube por la
izquierda y va por el aire y YalӨ patakalu o nube negra, quien es de la noche, es
macho, sube por la derecha y es de la tierra (Dagua et al 1998:31).
De esta forma la jigra se vincula con diferentes dimensiones de la vida guambiana;
en su manufactura y producción, en su importancia dentro de la vida ritual y
cotidiana, y en lo que simbólicamente refleja de la cosmovisión guambiana.
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PAECES
Los paeces o nasa están ubicados en la
vertiente oriental de la cordillera central
en la zona de Tierradentro, que
comprende parte del departamento del
Cauca y parte del departamento del
Huila. Los paeces se ubican básicamente
en resguardos cercanos a los municipios
de Páez, Toribio, Inzá, Morales, Totoró,
Sivia y Jambaló.
Actualmente los paeces han adoptado la
forma de vestir del colono y a diferencia
de los guambianos, la indumentaria no tiene como propósito ser un indicador de
pertenencia. Como lo señalan Chaves y Puerta sólo se mantiene un elemento
como distintivo que es la mochila, que es llevada por los hombres colgando al
frente y por las mujeres en la cadera o terciada en el pecho (Chaves y Puerta
1995: 102).
Al igual que todos los tejidos paeces, las mochilas son elaboradas en su totalidad
por mujeres, “Actualmente la única actividad textil del hombre es construir el telar
para su familia. La mujer desarrolla todo el proceso de transformación del vellón
de la oveja en hilo y también convierte la penca del fique en fibra textil” (Camelo
1992:13).
Manufactura y producción
Las mochilas o jigras son llamadas en nasa yuwe, /ya´ja/ y se pueden clasificar en
dos tipos según la materia prima empleada en su elaboración, por una parte las de
lana que son llamadas cuetanderas y por otra parte las elaboradas en fique. A
continuación se describirán estos dos tipos de mochila.
Fuente: Documento electrónico #1
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Cuetanderas
El nombre dado a este tipo de mochilas tiene su origen en /cuetand/ que en nasa
yuwe significa, “el mambe” (Camelo 1992:78) pues ésta mochila es idealmente
portadora de las hojas de coca y el calabacín con la cal. A mediados del siglo
pasado Bernal describió claramente la función de las cuetanderas cargadas por
hombres y mujeres,
“tanto hombre como mujeres llevan generalmente tres jigras de lana,
aparte de otras de fique, una muy pequeña para el dinero, otra más
grande para el mambe y la tercera, mayor de todas y que contiene a las
otras dos, sirve para llevar las hojas de pindo o el trenzado de éste en el
hombre y otros objetos en la mujer” (Bernal 1953:286)
Actualmente la cuetandera puede ser elaborada en algodones sintéticos, lana
natural o sintética, si la lana es natural la mujer se encarga de procesarla después
de sacarla de la oveja (que como se señalará más adelante es de su propiedad).
El vellón sacado de la oveja es lavado y secado para extraerle la grasa, luego la
fibra que va a ser hilada se enrolla en un palo de un metro llamado kasguat
(también conocido como puchicanga), que es sujetado por la mujer con la axila
izquierda y en su extremo superior se ata la lana para hilar (Bernal 1953:286). A
continuación se emplea el huso para darle torsión y enrollar la lana, “con la mano
izquierda se va halando la lana de la puchicanga y con la derecha se da impulso al
huso” (Camelo 1992: 55), todo éste procedimiento puede realizarse incluso
cuando la mujer está caminando. Igualmente al emplear lana sintética que se
consigue en el mercado, la mujer puede utilizar el huso para darle más torsión.
La cuetandera es tejida con aguja metálica y consta principalmente de tres franjas
horizontales, la franja central tiene diseños con diagonales de diversos colores
(rojo, naranja, azul, verde, blanco y negro) y las franjas superior e inferior son
blancas aunque “la franja superior blanca ocasionalmente trae diseños calados
formando diagonales encontradas” (Camelo1992: 85).
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El tejido se inicia con la franja central y se elaboran dos partes que al unirlas
forman diseños tejidos, posteriormente se tejen dos hileras de triángulos opuestos
en los bordes superior e inferior. La franja superior se teje a partir de la franja
central por columnas y puede tener diseños calados, al final se teje una cadeneta
en el borde de la mochila. La franja inferior se realiza aparte y comienza en la
base (que es una malla de hilo doble con doce o más espacio según el tamaño de
la mochila), esta franja no tiene diseño y se une finalmente al resto del cuerpo
(Camelo 1992:79).
La cincha se elabora tensionando los hilos de urdimbre con el dedo del pie y
tejiendo con la mano, “la cincha de la cuentandera es una cinta de doble faz de
cuatro centímetros de ancho, con diseños romboidales de los mismos colores
empleados en la franja centra de la mochila” (Camelo 1992:85). En los bordes de
la cincha no se hace tejido para que los hilos permitan unir que el cuerpo de la
mochila sea unido con la cincha.
Jigra en fique
Las jigras en fique son básicamente contenedores de productos, “(las) jigras o
bolsas de cabuya de fabricación casera donde se suelen almacenar los escasos
Franja superior
Franja central
Franja inferior
FRANJAS DE LA CUENTADERA Fuente: documento electrónico #3
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alimentos, ropa y otros artículos de consumo familiar” (Pachón 1987:217) aunque
también puede emplearse para cargar elementos como el tejido en el caso de la
mujer y el dinero en el caso del hombre al salir de la casa cuando no se lleva la
cuetandera.
El fique es una fibra vegetal (de la familia de las Amarilidáceas) que se obtiene a
partir de la hoja de fique, esta hoja es cortada de la planta y amarrada a un
madero redondo en donde es raspada de manera vertical (con un elemento
llamado raspador), para poder extraer la fibra blanca. Con la fibra que sale se
hace un nudo y se lava con agua para limpiar las fibras, luego se amarra a una
vara de guadua y la mujer saca las fibras con los dedos para unirlas por medio del
huso tradicional que va girando. (Camelo1992:86)
La jigra en fique es elaborada también con aguja y se empieza a tejer desde la
base que es igual a la base de la cuetandera, es decir que es una malla de doce o
más espacios dependiendo del tamaño de la jigra. A continuación el tejido
empieza en forma ascendente y tiene apariencia de red (Camelo 1992:88)
La mochila que contiene productos agrícolas es monocromática y su tejido es más
abierto y la jigra de fique empleada en la cotidianidad para cargar elementos
personales puede tener diseños, “la técnica básica del cuerpo de la jigra tiene
algunas modificaciones aprovechadas para la elaboración de diseños complejos
como figuras triangulares, romboidales y áreas de diferentes calidades y
transparencias” (Camelo 1992:88). (Ver anexo de fotografías)
La cincha de la mochila en fique también es trenzada en esta fibra y es adherida al
cuerpo de la jigra por sus extremos.
Aspectos sociales y simbólicos
Acerca de los aspectos sociales y simbólicos de la mochila, la bibliografía no da un
amplio panorama al respecto que permita profundizar en el tema. A continuación
se señalarán cuatro puntos que tienen que ver con la presencia de las jigras en
lana, algodón y fique al menos desde el siglo XVIII, con en el rito de consagración
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del Te Eu, con la trascendencia de la lana natural y el fique en la sociedad nasa y
finalmente con el actual uso de la cuetandera.
Como se había indicado anteriormente las mochilas sirven como elemento
distintivo de la sociedad nasa, Rappaport señala la existencia de mochilas en el
siglo XVIII en un inventario realizado por las autoridades españolas de la Capilla
del Alto de Quebrada de Cuevas, donde se realizaban ritos católicos con
modificaciones indígenas,
“una mochilita y en ellas otras cuatro mochilitas// en la una una mano
de animal pequeño y en las otras en la una una uña de águila y otras
raíces de palo (...) mas una mochilita y en ella unos cadejos de fique
(...) más una mochilita y en ella un obillo de lana parda y otro de lana
colorada con seis obillos de ylo de algodón” (En Rappaport 1981:395-
396)
En este inventario hay dos aspectos a tener en cuenta, por una parte las materias
primas en las que son elaborados los objetos textiles del siglo XVIII es decir el
fique, la lana y el algodón, se mantienen hasta hoy y sólo han variado con la
introducción de lana y algodón sintéticos obtenidos en las cabeceras municipales.
Por otra parte en el inventario se describe cómo algunas partes de animales son
contenidas en las mochilas con un carácter ritual (pues se encontraron en una
capilla católica). Actualmente hay un rito en el que algunas partes de oveja son
introducidas en una mochila en la ceremonia de consagración del Te Eu o médico
bueno. Chaves y Puerta señalan que el Te Eu es un líder comunitario que es
preparado durante parte de su adolescencia y juventud y que se consagra a los
treinta años con la entrega de la Tama o vara de chonta. Con la Tama se dirige a
la laguna de Lucero para ofrecer al trueno dos mochilas con un pedacito de cada
órgano del lado izquierdo de una oveja blanca (Chaves y Puerta 1995:106).
Aunque la oveja es un animal central en la vida de los paeces, la bibliografía no
señala el significado preciso de este rito.
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Acerca de las materias primas empleadas para la elaboración de jigras, pueden
señalarse por una parte la importancia de la oveja para la mujer y para la familia
en general y por otra parte la problemática alrededor del fique.
Como se mencionó anteriormente, la lana natural es tratada por la mujer desde
que saca el vellón del animal. Las ovejas, “son de propiedad de las mujeres y
todas las familias, idealmente deben tener por lo menos una oveja, de ellas deben
extraer la lana para tejar las ruanas, las jigras y otros elementos indispensables en
el ajuar indígena” (Pachón 1987:224).
Acerca del fique es pertinente señalar que es muy importante en la economía
Páez, pero que debe ser combinado con el cultivo de otras plantas como
tradicionalmente han hecho los paeces, para evitar el desgaste de la tierra y las
nefastas consecuencias en la economía. El cultivo de amplias extensiones de
fique, “fue introducido a finales de la década de los 50 (del siglo pasado) a través
de una vigorosa ofensiva oficial y privada; su implantación trajo resultados
nefastos para las frágiles economías de múltiples resguardos” (Pachón 1987:223),
la producción de fique fue excesiva e incluso las tierras destinadas para la
subsistencia familiar se utilizaron únicamente para el fique.
Finalmente es importante hacer referencia al actual uso que se le da a la
cuetandera. Como se señaló en la parte de manufactura y producción, “prestan
servicio de bolsillos varias mochilas pequeñas(...)Estas mochilas de lana cuelgan
del cuello o de la cintura y sirven para guardar el dinero, la coca y el mambi, el que
llevan dentro de un calabacín especial”(Otero 1952:29), sin embargo en los
últimos años se ha ido perdiendo la costumbre de mambear coca y la cuetandera
se ha vuelto mucho más grande para guardar los elementos personales y no las
hojas de coca y el calabacito (Camelo 1992).
19
GUAJIRA
WAYÚU
Los Wayúu son un grupo indígena que habita en la península de la Guajira en el
norte de Colombia y en el noroeste de
Venezuela, su población está ubicada
principalmente alrededor de los
municipios de Nazareth, Uribia, Maicao y
Manaure. Se denominan a sí mismos
“Wayúu” que significa gente o persona.
Las mochilas son un elemento tradicional
de la indumentaria Wayúu, tienen
diversos usos y de manera general son
diferentes para hombres y mujeres.
“Susu” significa mochila y a la vez
significa “lo que camina con uno”
(Hormaza 1997).
Manufactura y producción
A continuación, este trabajo establecerá la clasificación de las mochilas de
acuerdo con el tipo de tejido. En ese sentido estarán por una parte las mochilas
hechas con aguja de croché y por otra parte las mochilas en malla elaboradas a
mano o con aguja recta.
Mochilas en Croché
Elaboradas en algodón o en lana de colores, este tipo de mochilas han sido
ampliamente influenciadas en su elaboración por las misiones religiosas, que
introdujeron la aguja de croché como técnica de tejido finalizando el siglo XIX
(Ramírez y Rojas 1990:27).
Fuente: documento electrónico #1
20
Las mochilas tejidas con aguja tienen algunas características generales en su
elaboración y conservan en general las mismas
partes.
Para empezar la Susu, se realiza su base en forma
de espiral hasta formar un círculo que define el
tamaño de la mochila. La base “puede ser tejida en
uno o varios colores, con diseños diferentes a los del
cuerpo” (Ramírez 1995:144). (Ver anexo de
fotografías)
El cuerpo es tejido en forma ascendente. Sus diseños
son diversos, pues se emplean generalmente figuras
geométricas o las tradicionales kanaas o kanasû que significa dibujo. Acerca de la
elaboración de kanaas Hormaza Señala,
“Es un arte muy antiguo, probablemente originado en la Alta Guajira.
Consiste en un tejido de hermosísimas y estilizadas figuras
geométricas, que representan elementos del medio natural que rodea la
vida cotidiana del Wayúu” (Hormaza 1997:30)
KANAAS Fuente: Ramírez y Rojas 1990:12
Fuente: Ramírez 1995
21
En el gráfico anterior pueden apreciarse cuatro ejemplos de kanaas. La primera es
Marulyunaya que significa en camino torcido, a continuación está Siwottouya que
es como la huella que deja en la arena un caballo, la tercera es Kalepsu o como
el gancho de madera y finalmente otro ejemplo de Marulyunay. Otras kanaas
representan las tripas de la vaca, la vulva de la burra, el ojo del pescado, las
estrellas, entre otros (Ramírez 1995:36).
Aunque las kanaas son muy importantes para los Wayúu, pueden utilizarse otros
diseños como los símbolos patrios, que permiten comercializar fácilmente el
producto hacia fuera, aprovechando el turismo. “En especial en las mochilas, se
pueden usar otros dibujos que no son kanaas sin que esto tampoco tenga un
sentido esencial” (Escobar 1996:92).
Al final del tejido del cuerpo, se elabora el borde con los respectivos ojales para el
cordón de cierre que tiene en sus puntas borlas de colores.
El cordón es llamado Atulaa que se traduce como cordones trenzados y son
elaborados a mano reproduciendo al igual que las kanaas, figuras de la
naturaleza. Por ejemplo el cordón Maikisia es “flor de maíz”, el Washaloutaya “que
recuerda las rayas de una colorida lagartija y Julenakiya “que recuerda el freno de
los caballos” (Ramírez y Rojas 1990:9).
Otra de las partes de la mochila tejida con aguja de
croché, es la colgadera o Shepü, Süpü que puede
elaborarse con diferentes técnicas y que tienen en sus
bordes dos argollas.
La técnica “punta de flecha” que es la más común
consiste básicamente en una trenza “cuyos hilos
diagonales se encuentran en el centro de la gasa, creando texturas y formas en
ángulo o punta de flecha y diseños de rombos” (Ramírez 1995:152). Esta técnica
se elabora a mano y las argollas se fijan en los dedos de los pies.
Otra técnica como la Süpü Atuluushi se elabora básicamente como el cordón de
cierre o atulaa. La técnica en Croché se elabora al igual que el cuerpo de la Susu
en punto sencillo o doble y la técnica de Urdimbre en Cadeneta se elabora a mano
Fuente: Ramírez 1995
22
con básicamente dos colores que se ubican respectivamente en cada una de las
argollas. (Ramírez 1995:154).
Con estas ideas generales acerca de las partes de la mochila elaborada en
croché, se puede hacer referencia a los diferentes tipos de Susu que se elaboran
con aguja:
- La mochila pequeña es llamada susuchon o woot y es llevada por el hombre.
Generalmente se utilizan dos, “una para el tabaco y otra para la plata” (Ramírez y
Rojas 1990:27). Ésta mochila se elabora con la técnica de punto medio o con la de
punto entero y es tejida en algodón o lana acrílica retorcida, sus dimensiones son
de unos quince centímetros de profundidad.
La susuchon “presenta una gran tetilla cosida en el centro de su base y un largo
cordón de cierre con el cual se ata a la faja” (Ramírez 1995:139), de esta manera
las woot van colgadas a ambos lados del guayuco masculino.
- La mochila diaria es llevada por hombres y mujeres con elementos necesarios
en la cotidianidad, sus dimensiones son de unos treinta y cinco centímetros de
profundidad y es elaborada en lana o algodón, con la técnica de medio punto o de
punto entero en aguja de croché.
- La susu ainiakajatu es una mochila de gran tamaño “utilizada especialmente
por las mujeres para guardar chinchorros y ropa o cargarlos durante los viajes”
(Ramírez y Rojas 1990:27), esta mochila es cargada sosteniéndola con la cabeza.
- La kapatera es una mochila elaborada por las mujeres en algodón que se
asemeja a una tula (por sus dos bocas), donde el hombre lleva el chinchorro
cuando viaja. “Mide aproximadamente sesenta centímetros de alto por cuarenta de
ancho y es tejida en algodón fino e hilaza en diversos diseños y colores” (Ramírez
1995:142).
A diferencia de las mochilas anteriormente mencionadas, la kapatera no tiene
base por su forma de cilindro y se realiza únicamente en la técnica de punto
entero. “(...) un cuerpo alargado que se teje como un cilindro con dos bocas,
cuyos bordes rematan en una serie de ojales grandes por donde pasan los
cordones de cierre” (Ramírez 1995:142).
23
Mochilas en Malla
Las mochilas en malla son elaboradas principalmente para cargar “mucuras,
guindar calabazos, alimentos, utensilios de cocina y otros objetos” (Ramírez y
Rojas 1990:30). Existen básicamente tres mochilas de malla que tienen un corte
circular, pues su base también en malla tiene forma de círculo.
- La kattowi es elaborada a mano, en fique, con la técnica de torsión y
entrelazamiento. Sus dimensiones son de unos sesenta por cuarenta
centímetros (Ramírez y Rojas 1990:30).
- La piula se asemeja a la kattowi en cuanto a la técnica de elaboración con
torsión, no obstante su malla es más grande y puede elaborarse tanto en
fique como en cuero de chivo. Sus dimensiones varían, pero puede llegar a
ser de unos cincuenta por treinta centímetros (Ramírez y Rojas 1990:30)
- Finalmente se encuentra la susu uttiakajatu que igualmente se realiza con
la técnica de torsión, pero la malla es más fina y esto se logra al ser
elaborada con una aguja recta (Ramírez y Rojas 1990:30)
MOCHILA PIULA
Fuente: Ramírez y Rojas 1990:12
24
Aspectos sociales y simbólicos
Hacer referencia a cualquier producto tejido entre los Wayúu, implica establecer
una relación con la cosmovisión de dicha sociedad y específicamente con los
mitos que explica el origen del tejido. Wale´keru (la araña) es presentado a través
de la tradición oral como el personaje que enseñó a los Wayúu a tejer.
Algunas narraciones señalan a Wale´keru como una niña huérfana de madre que
siendo objeto de malos tratos por parte de sus tías, se dedicaba en las noches a
tejer secretamente para su padre. Finalmente el padre descubre quién es la
tejedora que le obsequia al amanecer hermosos objetos, pero en ese momento
Wale´keru se convierte en araña. (Hormaza 1997:20)
Por otra parte, Wale´keru es presentada como una anciana de blancos cabellos
quien se encarga de unir a las míticas figuras opuestas de Juyá y Pulowi. El hilo
de la araña es el mecanismo que permite que dichos opuestos se complementen
(Escobar 1996: 26).
Otros relatos hacen referencia a Wale´keru como una anciana que a cambio de
prendas y animales enseñó a sólo una mujer Wayúu a tejer y ésta perpetuó ese
saber a través de las generaciones. (Hormaza 1997:20). La araña según esta
historia, mostró los diseños, los colores y elaboraba los hilos de algodón.
Aunque en las narraciones encontradas en la bibliografía, Wale´keru es
presentada de diversas formas, el mensaje siempre se orienta a reconocer que fue
la araña quien enseñó a los Wayúu.
Además, Escobar señala que la araña es la que finalmente permite que Juya y
Pulowi se mantengan unidos (Escobar 1996:26) y esto se asocia con la oposición
complementaria entre lo femenino y lo masculino que es fundamental en la
cosmovisión Wayúu.
Esta oposición se traduce además en la organización social no sólo en el plano
de la construcción de géneros, sino como lo señala Guerra en la oposición
ganaderos – pescadores (Guerra 1990).
25
La importancia mítica del tejido se ve manifestada desde el ritual durante el
encierro, que marca el tránsito entre la infancia y la edad adulta de las mujeres
Wayúu.
“Cuando la joven tiene su primera menstruación, se le inicia con un
periodo de reclusión en un pequeño cuarto de la casa (...) Durante este
periodo, que puede durar varios meses, se le enseñan a manejar el
telar, otras actividad domésticas y asuntos pertinentes a la sexualidad y
el erotismo” (Calle et al: 246)
Hilar y tejer son desde el mito de origen oficios netamente femeninos y durante el
rito de paso esto se confirma, cuando las abuelas y las tías enseñan a tejer a la
niña como una de sus tareas principales.
De hecho la bibliografía reitera que desde los Wayúu, “Ser mujer es saber tejer”
(Ramírez y Rojas 1990:12), “la muchacha, transformada en mujer o lo que es lo
mismo convertida en tejedora, tiene ahora un mayor valor para todo aquel que la
quiera como esposa” (Hormaza 1997:25). De hecho los ideales de la tradición
Wayúu se siguen manteniendo respecto a la expectativa del matrimonio, al que la
mujer debe llegar virgen y con los conocimientos sobre sexualidad y tejido dados
por su abuela y sus tías maternas para honrar a su esposo, de lo contrario la
vergüenza sería para el hombre y su familia (Chaves 1953:152)
Por su parte, Escobar señala que los tejidos son los que permiten en la sociedad
Wayúu la construcción de géneros y a la vez es una de las formas más
importantes de reproducción de la cultura. (Escobar 1996:7)
Durante el encierro también es transmitido el conocimiento acerca de los diseños,
conocimiento que también es atribuido a Wale´keru. Kanaa se traduce al
castellano como diseño y es básicamente la reproducción de aspectos de la
naturaleza como se mostró anteriormente.
Así como la araña fabrica sus hilos, tradicionalmente la mujer fabrica
manualmente algunos hilos de algodón u otras fibras naturales en el volante. Éste
26
volante o sutta, “es una varita de madera delgada en la punta y gruesa en la base,
a la cual se fija un contrapeso de madera o arcilla” (Hormaza 1997:27)
No obstante el uso de materias primas como la lana de oveja, el fique o la paja
teñida, ha sido reemplazado por materias primas procesadas industrialmente
(Ramírez y Rojas 1990:7).
Algunos hombres saben tejer pero dicha labor no tiene vínculo con el mito de
origen del tejido, básicamente los hombres tejen los aperos para los animales y
algunos adornos para los mismos con una aguja de madera.
El auge de lo artesanal ha permitido que a pesar de la pérdida de tradiciones, los
Wayúu elaboren mochilas para la venta con motivos diferentes a kanaas. En
comunicación personal con Elizabeth Márquez (Antropóloga que ha trabajado
varios años con los Wayúu), contó cómo se había aprovechado el conocimiento de
los hombres en el tejido de aperos, para elaborar bolsos que son vendidos en las
ferias artesanales.
SIERRA NEVADA DE SANTA MARTA
ARSARIOS, COLORADOS, MALAYOS, MAROCASEROS, MAROKASEROS,
SÁNHA, SANJA, SAMKÁ, SANKÁ O WIWA
Este grupo pertenece a la familia
lingüística chibcha. La población consiste
en unos 800 individuos (hasta el año
1972) y viven principalmente en los valles
de El Cerro, Cherua, Pozo de Humo,
Surimena, Guamaca, Sabana Joaquina y
el Río barcino de la Sierra Nevada de
Santa Marta (Hoppe 1978).
Para los malayos hay diferentes tipos de
mochilas para cargar. Por lo general Fuente: documento electrónico #1
27
están hechas con cabuya, la cual se tiñe, con colorantes naturales o comerciales,
antes o después de hilarla. No presentan gran colorido naranja, morado y/o
castaño y se componen de hileras de 2cms alternadas con blanco. Son las
mujeres y las niñas quienes hacen mochilas “con una aguja derecha cosiendo en
cada puntada sobre la hilera anterior” (Hoppe 1978), hay variaciones de esta
puntada básica, pero en la bibliografía no se hace mayor profundización al
respecto. Los cargadores de la mochilas son hechos aparte, se tejen sin aguja (se
trenzan a mano) y se cosen a la mochila terminada. Las mochilas de hombres y
mujeres son parecidas en color, pero se distinguen en el acabado de la parte
superior de la mochila. Igualmente existen las Mochilas para cargar coca utilizadas
primordialmente por los hombres.
Dentro de los diferentes tipos de mochilas hay unas grandes y fuertes que parecen
costales (bwe suzú), las cuales se utilizan para fijar la carga a la enjalma. Las
mujeres usan mochilas medianas para cargar la ropa sucia al río y para llevar
comida del campo a la casa.
El tamaño más común es de 30 cm. de largo, se llama suzu y la llevan los
hombres de forma cruzada, mientras que las mujeres la cargan en la cabeza. Hay
mochilas suzu para niños. Las suzu más viejas se cuelgan en las paredes y del
techo de la casa, donde se guardan objetos personales y/o ceremoniales.
Otro tipo de mochila se llama duadu (es similar a la suzu, pero se cose con
algodón hilado en huso (sugulia). “Es blanca con unas pocas hileras delgadas de
hilos de colores” (Hoppe 1978)) ésta la usa sólo el hombre joven junto con la suzu
(una a cada lado, cruzadas sobre el pecho). Dentro de la duadu se lleva la coca y
el dumburu (calabazo donde va la cal)
La busa, es hecha en muselina blanca, la cual se consigue de los kogui quienes
la producen o de “los negociantes”, y sirve para cargar a los niños. Por lo general
cuelga a la espalda y pende de la cabeza de la madre, un hermano o hermana
mayor.
28
ARUHACOS, BINTUKU, BUSINKA, BUSINTANA, ICA, IJCA O IKA
“Los aruhacos (bíntukwa) viven en las
altas laderas meridionales de la Sierra
Nevada de Santa Marta al norte de
Colombia. Los rasgos básicos del paisaje
son: campos cultivados, arroyos, árboles,
hierba y rocas. Hay alrededor de 3.500
indígenas aruhacos y su idioma
pertenece a la familia lingüística Chibcha”
(Criswell 1987:4).
Dado al gran “intercambio” cultural que
hubo durante el siglo XVIII entre
españoles e indígenas con la colonización de la Costa Atlántica, fue inevitable el
que los aruhacos adoptaran ciertos elementos de la cultura española. Es así,
como con la misiones llegan el machete y la carrumba, elementos que serían
rápidamente adoptados dentro de la agricultura y la producción de textiles.
Son conocidos por sus tejidos hechos con algodón y lana, dentro de los cuales se
encuentran los vestidos, las hamacas y las mochilas. Son las mujeres quienes
tejen las mochilas de algodón, fique y lana. Para hilar las mujeres utilizan el huso o
pueden hacerlo manualmente. En el
primer caso, la mujer aruhaca
permanece sentada mientras hace
girar el huso, cuyo extremo inferior
descansa sobre el suelo, mientras que
con la mano derecha se mantiene
girando el disco. Esta labor también la
pueden realizar mientras caminan y/o
conversan (Rey 1994).
Aruhacos y monja Fuente: Documento electrónico # 2
Fuente: documento electrónico #1
29
Las fibras utilizadas para confeccionar los textiles son recogidas por los hombres y
elaboradas y tejidas por las mujeres de la comunidad. Los Aruhaco utilizan por lo
menos tres clases de tintes naturales para teñir la cabuya: el noura (castaño
naranja hecho de corteza vegetal), el uri (castaño rojizo oscuro hecho de hojas de
un árbol) y el chani (amarillo hecho del corazón de un arbusto). Los otros tintes
son artificiales y por lo general son comprados en los pueblos o ciudades aledañas
(Hubert y Tracy 1978). Estos colores artificiales se han integrado a las mochilas
con el creciente auge en el comercio.
Existe una división ideológica entre los diferentes tipos de algodón. Se clasifica
como algodón “positivo” y “negativo”, dependiendo de la planta de la cual fue
extraída la fibra. Este aspecto representa la dualidad existente en la cosmogonía
aruhaca entre blanco-negro, noche-día y hombre-mujer entre otras. A partir de
esta dualidad, son las mujeres las que tejen las mochilas con una aguja de hueso,
madera o acero, y los dos tipos de huso: el cúrcuni, que es acondicionado con una
nuez de madera o concha de tortuga y se utiliza para hilar la lana y el algodón y el
caretía, que se utiliza principalmente para hilar las fibras sacadas del fique o
maguey (Agave americana).
Por otro lado, son los hombres los encargados de recoger el material vegetal y
proveer constantemente a las mujeres del mismo. El fique se utiliza para tejer
mochilas que cumplen con la función de contener objetos “no personales”
(intercambio, regalos…) y se entregan a los niños desde los cinco años hasta que
alcanzan la pubertad; mientras que las mochilas de algodón contienen los objetos
personales y “sagrados” de cada individuo.
“Las diestras mujeres hilan el algodón crudo, la cabuya o la lana y doblan o
triplican los hilos según el espesor deseado. También retuercen y doblan los
hilos de lana comercial” (Hubert y Tracy 1978:322).
El proceso de preparación del fique se hace de manera compartida entre hombres
y mujeres. Los hombres son los encargados de cortar las hojas de la planta del
30
maguey (Agave americana) o fique, las cuales son colocadas sobre una tabla
plana y larga. Luego raspan la pulpa verde de la hoja, dejando sólo las fibras
fuertes. Las mujeres son las encargadas de lavar y secar esta fibra, para luego
proceder a hilarla en cuerdas, madejas de hilo o lazos. Para ello utilizan un huso
casero (caretía), que se encuentra suspendido en un marco de madera que se
tuerce con un lazo atado a una vara (Hubert y Tracy 1978).
El tejido básico de la mochila se desarrolla en espiral utilizando diferentes
puntadas, de las cuales resultan diferentes calidades de textura y elasticidad.
Existen doce tipos diferentes de tejido que varían según el uso que se le vaya a
dar a la mochila. Las agujas utilizadas en este procedimiento son en su mayoría
compradas en el comercio, pero también existen unas pocas hechas de huesos de
cerdo y ovejas.
En general una mochila se construye empezando por
una base, cuyo tamaño equivale a la palma de la mano
abierta de la mujer que la está tejiendo. Una vez
obtenida la base, se procede a elaborar el cuerpo o
cilindro, el cual debe alcanzar una medida “igual al
perímetro de la circunferencia de la base más la medida
de dos dedos” (Rey 1994:57). En la parte alta o final de
la mochila se encuentra el remate, con el cual se marca
el fin del cuerpo. Por último la tejedora hace el asa o
gasa, cuya medida corresponde al doble de la distancia
entre el codo y el puño cerrado, o a la distancia entre
hombro y hombro pasando por la cabeza (Rey 1994).
En Hubert y Tracy se describe la técnica de tejido para algunas mochilas:
“Las mujeres usan una puntada de cobija al tejer los tute de algodón y lana.
Comienzan tejiendo en pequeños círculos y añaden más puntadas a las
hileras hasta que alcance el diámetro deseado. Siguen tejiendo sin aumentar
las puntadas hasta alcanzar la longitud requerida. La parte alta se termina
Mochila Ijka Fuete: Rey 1994
31
con una puntada diferente, después de tejer a mano el cargador para el
hombro, de muchos aros de fibra, se cose este a la mochila. Para las
mochilas de carga se usa una puntada elástica o de tela basta y para las
mochilas de coca un tercer tipo de puntada” (Hubert y Tracy 1978:323).
A medida que las mujeres tejen las mochilas, se añaden diferentes motivos,
diseños y figuras antropomórficas, zoomórficas y fisiomórficas en el cuerpo de la
mochila. Éstas son representaciones que reflejan el mundo ideológico y físico que
rodea a los aruhaco, pero sobre todo mantienen una estrecha relación con los
pensamientos que está teniendo la mujer aruhaca al momento de tejer la mochila.
Algunos de los motivos de las mochilas se enmarcan entre franjas horizontales
negras o de colores, dependiendo de los colores del dibujo principal.
Ejemplo:
Si la mochila “posee colores como rojo y verde, la primera lista enmarcante
superior será verde, seguida por una roja, el tema central verde y rojo para
que la línea enmarcante inferior sea verde y la segunda roja. La anterior
disposición del color permite equilibrio y armonía (Rey 1994:58).
Además de este tipo de diseño, también hay motivos que se inscriben en la
totalidad del cuerpo, construyendo un juego de positivos y negativos tanto en el
dibujo como en los dos colores utilizados. La gran mayoría de las formas
plasmadas en las mochilas son muy geométricas y lineales, puesto que las
características de las fibras utilizadas en su elaboración no permiten formas
orgánicas.
En un trabajo realizado en la década de los 70’s, las monjas de Usemi nombran y
describen los diseños inscritos dentro de las franjas de las mochilas. El siguiente
texto y sus respectivas imágenes, se citan del libro “Textiles De La Sierra Nevada
De Santa Marta; Recopilación Bibliográfica”, escrito por Juana Rey Álvarez:
32
Kaballu inguna
Kaballu inguna, variación
“Kaballu inguna. La parte fundamental del diseño está constituido por el zig-
zag que podría ser la evocación de la serpiente. No obstante, en la
actualidad este diseño se conoce con el nombre de camino de caballo.
Gamako. Se considera como uno de los diseños más antiguos de la cultura
de la Sierra Nevada y de la zona andina. Mediante la rana simbolizan la
fertilidad. En el tutusoma del Mama suele bordarse esta figura con hilos de
colores.
Kutia o Peinu. Juego rítmico de líneas paralelas, horizontales y verticales de
positivos y negativos los cuales, mediante los juegos con el color, permiten
Gamako
33
Kutia
grandes variantes en el diseño.
Zikamu. Se inspira en el ciempiés, de ahí su nombre (Zikamu=ciempiés). El
diseño es muy similar al Kutia. Al igual que en éste, el Zikamu puede tener
variantes de acuerdo a la disposición de los colores. Esencialmente, el
diseño está constituido por una serie de paralelas unidas por una vertical
resultando, algunas veces, un triángulo equilátero seguido por uno de base
invertida. También pueden aparecer una serie de paralelas horizontales
dispuestas oblicuamente y sostenidas por otra lista oblicua.
El Tanl es uno de los diseños más antiguos de la Sierra y solamente es
usado en el vestido del Mama. Representa la corona de nieve de los
nevados aunque suele relacionarse con la parte alta de los techos de las
casas ceremoniales. En la actualidad no es muy utilizado por las tejedoras.
Zikamu
34
Los páramos o cerros nevados también pueden tener otra interpretación en
el diseño llamado Guirkanu. Es pertinente anotar que, los cerros se
identifican con la masculinidad y las lagunas con la feminidad. Esto no quiere
decir que el Guikana sea utilizado únicamente por los hombres de la
comunidad. Los cerros se traducen en una serie de triángulos con las puntas
achatadas, agudas, rectas, zigzagueantes.
El Kusamana se divide en dos clases: Kundamana a'mia y Kunsamana
cheirua. El primero identifica con la mujer (a'mia=mujer) y el segundo con el
hombre (cheirua=hombre). En ambos casos aparecen líneas ascendentes y
descendentes las cuales permiten dar movimiento al dibujo. Usualmente, las
Guirkanu, variación
Guirkanu
Tani
35
líneas ascendentes son de un color y las descendentes de otro. Los diseños
se diferencian porque las líneas de Kunsamana cheirua poseen el mismo
grosor mientras que las verticales de Kundamana a'mia son más gruesas
que las horizontales.
El caracol o espiral, representación que simboliza el mundo, la casa o el
vientre dentro de la cultura arhuaca, no podía faltar en los dibujos
representados en las mochilas. Su nombre es Kambiru y puede aparecer
con infinitas variaciones de color o el diseño se puede repetir invertido una
franja superior y en otra, inferior. Suele estar inscrita dentro del diagrama de
la culebra.
Kusamana
Kambiru
36
Otro elemento de la naturaleza que encuentra una interpretación en el tejido,
es la hoja y recibe el nombre de Kanzachu. La abstracción de la hoja se
repite a lo largo de la franja media en distintos colores.
El Chinuzatu es una secuencia de triángulos, 4 superiores y 4 inferiores,
simulando una culebra. Los triángulos producen la sensación del movimiento
zigzagueante del animal.
Kambiru, variación
Chinuzatu
Kambiru, variación
37
Las aves también encuentran representación dentro del tejido con el Makuru, ave
de rapiña que habita en los cielos de la Sierra. Dicen los indígenas, que su figura
traduce los movimientos de las alas del animal.
Dentro de la iconografía Ijka, existen dos tipos de diseños que no se
identifican con elementos simbólicos de la Sierra que reciben el nombre de
copitas y libro o mapa. El primero es bastante contemporáneo pero poco
generalizado y como su nombre lo indica, es la representación de una copa,
elemento que se ajusta a los patrones básicos del diseño Ijka, por la armonía
de las formas y líneas. Suele tejerse invirtiendo el sentido de la figura (una al
derecho y otra al revés). El segundo puede ser identificado con el plano
arquitectónico de una vivienda Ijka.
Makuru
Makuru, variación
38
“(Rey 1994:58-66).
Los hombres aruhaco usan constantemente las mochilas, “[…] que cuelgan de los
hombros, y que son talegos de lana para cargar” (Hubert y Tracy 1978:322). Las
llevan de manera cruzada sobre el pecho, teniendo en cuenta que coincidan más
o menos en su tamaño. Las mujeres cargan las mochilas colgadas de la cabeza
de manera que cuelguen sobre la espalda.
Mochila: simbolismo y sociedad
Dentro de la mitología aruhaca se encuentran varios elementos como el sexo, la
dualidad entre bueno y malo, la alimentación y la agresión. También existe un mito
que gira en torno al algodón, material esencial para la elaboración de mantas,
vestuario, hamacas y mochilas entre otras. En la recopilación bibliográfica hecha
por Juana Rey Álvarez (1994) se encuentra una alusión a dichos mitos sobre la
proveniencia del algodón:
Libro o mapa
copitas
39
“La Magri tiene muchos niños que son las plantas que dan alimento. Un buen
día le dio a Mamagakue el algodón, que era un indio pero se lo mandó a
entregar con Námsiku quien repartió a todos los indios porque hizo un
semillero de algodón y regaló a todos los indios que había”
La Magri representa la primera mujer y madre de todo ser viviente. Su hijo
Námsiku es quien entrega el algodón a los indígenas para que lo cultiven.
Mamagakue (mama descendiente de Magri) es quien recibe el algodón y
comienza a cultivarlo.
La división de trabajo en hombres y mujeres tiene implícito un alto contenido
sexual, pues al ser las mujeres las que tejen las mochilas, se parte de la mujer
como figura maternal. Es así como la mochila representa el “útero” femenino,
mientras que su contenido es lo masculino.
Hablar del tejido de las mochilas implica hablar un poco sobre el espacio en el cual
esto se lleva a cabo… Las casas aruhacas tienen entre cuatro (4) y cinco (5)
metros de diámetro. El piso es de tierra pisada, el techo es de paja, las paredes de
barhareque, las cuales están cubiertas en el exterior por un muro de piedra. En el
centro de todas las casas existe un fogón que durante el día, sirve para cocinar y
durante la noche, para calentar. Alrededor de él, las mujeres hilan y tejen mochilas
hasta altas horas de la noche. No existen muebles puesto que los objetos
personales los guardan en mochilas que cuelgan en las paredes de la casa (Rey
1994).
Existen doce (12) tipos diferentes de tejido que se derivan de diferentes animales,
ya sea por la forma en la que ellos “tejen” sus viviendas (por ejemplo el pájaro y su
nido) o por el significado mitológico de los mismos. Dependiendo de cada tejido, la
mochila cumple una función diferente, pues sirve para guardar semillas, ofrendas,
objetos personales, ropa, comida, herramientas de labranza o utensilios de cocina.
40
Algunos tipos de mochila son:
1. “Chigekuanu: utilizada para llevar objetos personales y nunca puede
estar vacía. Mientras un hombre está comiendo no puede permanecer
colgada en su cuerpo por respeto a Dios, si la usa mientras come, debe
echarla hacia atrás.
2. Yo’burumasi: (mochila de poporo): usada por los hombres adultos
porque son ellos quienes consumen coca. La llevan colgada en el cuello o
brazo.
3. Ziyu (mochila de coca): como su tradición lo indica, es la mochila
donde se guardan las hojas de coca secas o tostadas. Su tamaño es
pequeño y va guardada dentro de Yo’burumasi” (Rey 1994:56).
Cada aruhaco hombre carga con tres (3) o
cuatro (4) mochilas. Las dos más grandes
son, como ya mencioné anteriormente para
guardar los objetos “personales” y “no-
personales”. En este caso, puede haber una
mochila de fique o cabuya y una de algodón,
que son las más grandes. Las dos mochilas
más pequeñas, Yo’burumasi y ziyu, sirven
para guardar el poporo y las hojas secas de
la coca respectivamente (teniendo en cuenta
que la mochila del poporo (Yo’burumasi) es
un poco más grande que la de las hojas de
coca).
Las mochilas de las mujeres aruhaco sirven
con frecuencia para cargar los tejidos (tutu) y/o productos agrícolas (amabas
Traje Aruhaco
Fuente: Colección Museo de Trajes Regionales-Universidad América
41
hechas en fique previamente hilado). Otro tipo de mochila es el sichu que lleva la
mujer colgado de la frente, en el cual son cargados los niños desde que nacen
hasta que empiezan a caminar. Es importante resaltar, que éste último tejido es
elaborado por los hombres, quienes utilizan con frecuencia telas del mercado
nacional. También utilizan una mochila llamada tutugavu que anteriormente debía
ser llevada colgada al frente y era adornada con listas de colores. Hoy en día, las
mujeres llevan las mochilas terciadas (al igual que los hombres) y decoradas con
diferentes diseños de apariencia similar a las mochilas usadas por los hombres
(Rey 1994).
Los mochilones son usados para llevar distintos objetos en el lomo de los
animales de carga. Son elaborados en fique ya que esta fibra permite diferentes
grados de elasticidad y durabilidad.
Los niños y niñas aruhaco también cargan desde muy pequeños/as sus propias
mochilas, las cuales no tienen motivo alguno. En el momento en el que son
bautizados/as, los adultos les regalan una macana (una pequeña mochila y un
huso). La macana es un instrumento utilizado en el telar y recuerda al niño que
cuando llegue a la edad adulta, deberá pasar largas horas frente al telar tejiendo y
meditando. La mochila y el huso se dirigen principalmente al futuro de la niña,
quien deberá dedicar gran parte de su tiempo a la elaboración de mochilas y al
hilado de las fibras de fique y algodón.
Los diseños de cada mochila varían infinitamente pues representan los
pensamientos que tiene la mujer que las está tejiendo. Es preciso mencionar los
significados de algunas formas que se encuentran con frecuencia en los diseños,
pues están cargados de simbolismos propios de la cultura.
Existen mochilas tejidas en fique con diseños a rayas y otras tejidas en algodón
y/o lana que pueden alcanzar a tener dibujos complejos y muy elaborados. Uno de
los diseños más comunes consiste en la franja negra o café en forma de zig-zag,
pues representa los movimientos y las huellas que deja la culebra o cascabel al
avanzar. A la vez, está relacionada con el tiempo, el movimiento y el espacio
aruhaco. Otro animal importante dentro de la cosmogonía aruhaca es la rana,
42
pues simboliza la fertilidad, con lo cual se podría afirmar que es el animal por
excelencia d esta sociedad, para la cual la Sierra Nevada constituye un organismo
fértil. La espiral, forma en la cual está tejida la mochila, representa al caracol o a
Serakua, personaje mitológico protagonista de la formación de la Sierra Nevada.
“Serakuna fue el responsable de la formación de la Sierra Nevada. Éste se
extendió en forma de espiral invertida desde el piso a la parte más alta de las
montañas hasta formarse la sierra” (Rey 1994:43).
Es importante resaltar que no todos los miembros de la comunidad conocen el
significado de las formas y diseños de las mochilas, o existen contradicciones en
su apreciación. También es común encontrar que los diseños para las mochilas
“comerciales” difieren de las mochilas utilizadas por la comunidad aruhaca, pues
varían según la demanda, quitándoles así su carga simbólica. Los acontecimientos
políticos del país y el constante choque cultural han propiciado una
reinterpretación del significado de símbolos, mitos y creencias.
ARUHAQUE, COGI, COGUI, KABAGAO KOGABA, KÁGGABA, KOGGABA,
KOGI O KOUGI
Los Kogi habitan al noroccidente de la
Sierra Nevada de Santa Marta. Su
número se calcula en siete mil y se
dice que son descendientes de los
antiguos Euparis de la familia Chibcha;
otros investigadores afirman que
proceden de los Taironas. Los Kogi
representan tal vez el grupo humano
mas pacifico que habitaban
inicialmente la Sierra Nevada de Santa
Marta. Su cosmogonía invita a la Fuente: documento electrónico # 2
Kággaba o Kogi
43
reflexión, al respeto por la naturaleza y a la solidaridad. Sus poblaciones se
encuentran en las márgenes de los ríos Don Diego, Palomino, y en el suroriente
del rió Guatapurí en el Cesar. La estrategia característica de los últimos años
frente a los no indígenas, ha sido la de mantenerse en los territorios mas
elevados, lo mismo que el fortalecimiento de la autoridad religiosa y la
consolidación de su identidad cultural (documento electrónico # 2).
Son conocidos por su alta producción artesanal y textil, como lo son las hamacas,
gorros, vestidos y mochilas. El trabajo textil es considerado como legado de sus
antepasados y ha ocupado un lugar importante dentro de la cultura Kogi (Rey
1994).
“Hilar y tejer se compara con el acto de vivir y de pensar. Es por eso, que se
hila sobre el muslo mientras se piensa, pero se teje en grupo porque es una
actividad social donde se participa y comparte de la vida del grupo” (Rey
1994:31)
Dentro de la cosmogonía Kogi, la Madre Universal era la única poseedora del arte
de hilar y tejer. Dice un mito que
“Ella tomó su inmenso huso y lo clavó verticalmente en la tierra recién creada
mientras pronunciaba las siguientes palabras: “Esto es Kalvasánkua, el post
central del mundo”. Cuando terminó su discurso, desprendió de la punta del
huso una hebra de algodón y con su extremo trazó un círculo para señalar
que sería el especio ocupado por sus hijos” (Reichel 1975:205).
La importancia del acto de tejer puede ser medida a través de diferentes
creencias. Por un lado está el modelo cósmico, el cual se representa por un huso,
que también puede ser visto plano y rectangular como un enorme telar. Encima de
éste existen otras tierras, todas con la misma forma de telar. Dentro de la
44
mitología Kogi se puede encontrar una interpretación del acto de tejer
representada en la siguiente leyenda:
“En el comienzo de los tiempos la Madre era la única que poseía el
conocimiento del arte textil. Comenzó a tejer telas ero no permitía a nadie
que mirara el acto. Cuando los primeros hombres vieron estas teas
preguntaban cómo las había hecho, ella contestaba con palabras evasivas.
Pero una noche su hijo Seizánkua fingió estar enfermo y dormido para
observar a la madre a través de una rendija. Vio entonces como ponía la
urdimbre en el telar y como tejía. Seizánkua trató de imitar lo que había visto
e hizo una tela. Cuando la madre la vio exclamó: “¿Quién ha estado
observándome?” Pero ya entonces todos los hombres estaban aprendiendo
a tejer. Al darse cuenta de que su secreto había sido divulgado regaló dos
grandes pelotas de hilo a Seizánkua. Ahora él y su mujer se ponían a tejer
pero, a su vez, prohibían a su hijo observarlos. Pero éste ya se había dado
cuenta porque entonces en todas partes los hombres ya estaban tejiendo”
(Reichel 1975:223).
Otra interpretación del acto de tejer se muestra en el mito que muestra al sol como
un gran tejedor. La tierra es considerada un enorme telar, en torno al cual gira el
sol con un movimiento en espiral, el cual a su vez alude al acto de tejer en forma
circular y ascendente. En cada tejido se puede observar cierta dualidad que
recuerda la diferencia entre día y noche.
Al comenzar el año el 21 de junio, la Madre Universal monta la urdimbre para
comenzar el tejido. A partir de ese momento éste se empieza por la esquina
inferior izquierda y en dirección izquierda-derecha. Cuando el sol se oculta, la
trama pasa a ser en dirección derecha-izquierda, dándole así los dos lados al
tejido, siendo el lado externo el tejido durante el día, mientras que el interno fue
hecho durante la noche (Reichel 1975).
45
Para entender más el tejido Kogi hay que hacer referencia a las casas
ceremoniales o malocas, pues no sólo es el lugar de reunión de los hombres y
sacerdotes del grupo, sino que a su vez el piso en forma circular pretende ser una
réplica del volante del huso. También puede ser entendido como un gran telar y
los cuatro fogones que se encuentran distribuidos en la maloca, representarían los
cuatro cruces de los palos horizontales y verticales que lo conforman.
Para sus tejidos los Kogi utilizan básicamente dos fibras naturales. El fique o
cabuya y el algodón. Tienen diferentes artefactos y técnicas para procesar dichas
fibras, dentro de los cuales se encuentran el huso, la cañuela, el telar, la
carrumba, la aguja y los tintes que pueden ser vegetales o artificiales. Por lo
general se utilizan los colorantes artificiales para teñir el algodón; los colores que
más se utilizan son el rojo claro, rojo oscuro, morado y negro. En el fique aún se
utilizan los colorantes naturales, de los cuales se pueden derivar colores como el
café, vino tinto y negro. Una vez hervidos y teñidos los hilos, se secan al sol (Rey
1994).
“Las mujeres son las encargadas de hilar las fibras de fique para hacer
mochilas mediante la utilización de la carrumba. Los hombres tuercen a
mano las fibras para elaborar las cuerdas, cargar bultos o amarrar los
animales domésticos. Así como los hombres están encargados de trabajar el
algodón, las mujeres trabajan el fique y elaboran redes de carga, mochilas y
mochilones” (Rey 1994:33).
El acto de tejer está dividido por género. Es así, como los hombres Kogi, se
encargan de recoger o comprar el algodón y el fique, para después limpiarlo a
mano quitándole las semillas, ramitas y demás impurezas. A su vez, son ellos
quienes tejen las mantas en los telares. Dentro de las casas ceremoniales suele
encontrarse un telar, acompañado, con frecuencia, por algunas motas de algodón,
husos y cañuelas. No es común que dentro del templo se teja; solamente quien
46
comete una infracción o delito debe realizar dicha labor con el fin de reflexionar
sobre su falta mientras teje (Rey 1994).
Las mujeres son las encargadas de hilar el material que limpian los hombres. Este
proceso se hace sosteniendo el huso en posición vertical reposando su extremo
inferior sobre una mochila vacía y sobre una tablita rectangular que tiene una
depresión central llamada oreja de huso. La torsión del hilo se hace de izquierda a
derecha. Una vez hilada la fibra, se procede a teñirla con tintes naturales o
artificiales y a guardarla en formas de pabilo en una mochila que se cuelga en un
lugar seco (Rey 1994). Las mujeres Kogi también son grandes tejedoras de
mochilas, acto que aprenden desde muy pequeñas de sus madres y abuelas. Para
ello utilizan la carrumba y la aguja de acero, artefactos que fueron introducidos por
los españoles en el siglo XVI.
Parte importante de la indumentaria de los hombres son las mochilas, de las
cuales por lo menos dos se llevan constantemente. Todas las mochilas están
provistas de una corta, pero ancha manija por la cual se introduce la cabeza y un
brazo de modo que quede colgando debajo de la axila (Reichel 1985).
Mochila: simbolismo y sociedad
La mochila juega un rol muy importante dentro del pensamiento y la ideología
Kogi, pues representa la fertilidad a través de su forma que recuerda a la placenta
o el seno materno de la Madre Tierra, la Madre Cósmica, quien es el origen y fin
de todo cuanto existe. Por las características de su tejido, semejante a un caracol,
simboliza la vida. Los diseños plasmados sobre el cuerpo de cada mochila
representan la casta, linaje o grupo (Túxe y Dáke) al que pertenece el individuo
que la porta. La sociedad Kogi ha estado organizada en dos grupos principales;
los Túxe o grupo de hombres y los Dáke o grupo de mujeres.
Antiguamente o por lo menos hasta los años 50 del siglo pasado los Túxe y Dáke
eran representados en algunos objetos de uso personal. Primordialmente en los
vestidos y accesorios como cinturones y mochilas. Por ejemplo la mochila en los
Hankua-Tuxe es blanca con rayas paralelas rojas y carmelas, cuyo nombre es
47
aluátay, mientras que en los Doana-Tuxe la mochila de fondo blanco tiene finas
rayas rojas y negras, llamándose entonces jámaugui. Los detalles sobre el
significado de los motivos, los colores y sus combinaciones no se conocen con
exactitud (Reichel 1985). Simplemente fueron pasando de generación en
generación sin que su significado fuera transmitido de manera estricta. Al ser las
mujeres las tejedoras de mochilas, son quienes actualmente conocen el
simbolismo de los dibujos; sin embargo es importante destacar que muchas de las
mochilas producidas hoy en día están destinadas al sector turístico, con lo cual
pierden en gran parte sus diseños simbólicos.
Cada Kogi tiene su mochila desde que nace. Cuatro días después de nacido, el
padre del niño/a teje una mochila de fique que se utiliza para cargar al bebé hasta
el río; lugar donde recibirá su primer baño. Durante este acontecimiento el Mama,
quien se encarga de bañar al niño/a, lleva una mochila tejida por su esposa, que
contiene comida, con la cual toca al niño/a por todas las partes del cuerpo. Dicha
mochila recibe el nombre de “mochila de murciélago”, pues es éste animal quien
hizo la sangre del bebé.
Después de pasado un mes, el/la niño/a es cargado/a en una mochila de algodón
en forma cuadrada y provista de una faja que se coloca la madre en la frente para
poder transportarlo/a (busá). Igualmente este bolso representa el útero materno,
pues será el “encargado” de contener al niño/a durante un periodo de seis a doce
meses. El bebé permanecerá en esa bolsa gran parte del tiempo, así que duerme
y come en ella. La bolsa casi nunca se lava o se limpia. Mientras que la madre
trabaja en el campo, ésta mochila (junto con el bebé) pasa a ser colgada de un
árbol o una roca de manera horizontal. A partir del primer año de vida, los niños/as
pueden salir de la mochila, pero vuelven a ella en el momento de tener que ser
transportados (Reichel 1977).
A partir de los dos años los niños llevan mochilas de fique tejidas por sus madres,
y solamente después de la iniciación pueden comenzar a usar mochilas de
algodón. Para los adultos la mochila es un accesorio que forma parte del traje
tanto masculino, como femenino. Se utilizan dos o tres colgadas debajo de las
48
axilas (Rey 1994). Por lo general los hombres portan dos mochilas cruzadas sobre
el pecho: “[…] una de mayor tamaño
para cargar algunas pertenencias
personales y otra más pequeña para
cargar las hojas de coca” (Chaves et
al 1995:252). La mochila del lado
izquierdo está hecha de cabuya
(gamá), y la del lado derecho de
algodón (súgamai). Las mujeres por
su lado cargan una pequeña mochila
tejida en cabuya, dentro de la cual se
cargan alimentos u otros objetos
(Chaves et al 1995). Las posesiones
personales también se guardan en
mochilas que suelen colgar de la
pared de la casa (Chadwick y Stendal
1978:302).
En muchas de las labores de la cocina se usan las mochilas (gamá) de carga, que
hacen las mujeres con aguja e hilo. Para traer la leña, cargar el calabazo del agua
y transportar víveres como plátanos y raíces de los cultivos a las casas, se usan
mochilas hechas de fibra de cabuya, las cuales son grandes y de puntada floja.
Para elementos más pequeños, como el maíz desgranado y el fríjol, se utilizan
mochilas más pequeñas que tienen el tejido más templado. Éstas por lo general se
encuentran colgadas de las traviesas sobre el fogón con la carne de animales
pequeños (Chadwick y Stendal 1978:297).
La coca es una planta sagrada para los kogi. Son los hombres, quienes siembran
y utilizan esta droga, pero son las mujeres las encargadas de recoger las hojas de
los cultivos para ponerlas en unas mochilas de carga (gamá) hechas de fibra de
maguey (Agave americana) o cabuya. Luego los hombres secan las hojas en
mochilas sobre el fogón (Chadwick y Stendal 1978:299).
Traje kogi
Fuente: Colección Museo de Trajes Regionales-Universidad América
49
Para los ritos funerarios también es indispensable la mochila, pues al morir, la
persona es envuelta en un pedazo de tela blanca cosida con fibras de fique y
metida en un mochilón. Al cabello del difunto se amarra una cuerda de
aproximadamente un metro de largo, la cual se deja por fuera de la tierra una vez
concluido el entierro. En este caso la mochila representa el útero y la cuerda el
cordón umbilical; el cual es cortado nueve días después, para que el individuo
pueda renacer en la vida del más allá (Reichel 1977).
CHIMILAS
“A la llegada de los españoles, el
pueblo Chimila ocupaba grandes
extensiones que iban desde Río Frío y
las estribaciones noroccidentales de la
Sierra Nevada de Santa Marta hasta
las inmediaciones de Mompox y la
Ciénaga de Zapatosa; desde la banda
oriental del Río Magdalena hasta las
hoyas de los ríos Ariguaní y Cesar”
(Documento electrónico #1). Hoy en día la
etnia se encuentra prácticamente reducida a un territorio marginal que se ubica en
las sabanas de San Ángel, en el departamento del Magdalena.
Aunque es un grupo étnico que hoy en día es considerado como casi extinto (unos
380 a 400 individuos hasta el año 1987), se sabe que viven en las llanuras del
Departamento del Magdalena y pertenecen a la familia lingüística chibcha. Dentro
de las artesanías que elaboran, se encuentran primordialmente las hamacas y las
mochilas, éstas últimas utilizadas para cargar diferentes productos (Criswell 1987).
Fuente: documento electrónico # 2
50
KANKUAMO O ATANQUEROS
“Los Kankuamos, son un grupo étnico
que adelanta desde hace varios años
un interesante proceso de
reconstrucción cultural. Aún subsisten
algunas familias entre los miembros
mezclados de las comunidades de
Atanquéz. Habitan en la región centro
meridional de la Sierra, en las zonas
aledañas al río Guatapurí. Sus
principales asentamientos son:
Chemesquemena, Guatapurí, Mojao y
Las Flores” (documento electrónico #1).
Desde el siglo pasado los pobladores de la zona de Atanquéz se convirtieron en
grandes productores de mochilas de fique de listas de brillantes colores, gracias a
su popularidad como artesanía de la costa atlántica (Echevarría 1987). El fique o
maguey (Agave americana) se cultiva en cantidad, y sus fibras son la base de la
industria artesanal del tejido de mochilas y hamacas (chinchorros). Localmente la
gente distingue seis variedades de fique: “[…] hayalero (el cual es el más
apropiado para el tejido), zancón, panchito, maguey de agua, maguey de punta,
punta redonda o áspero” (Dussan 1977:140; el subrayado es mío).
El hombre es el encargado de recolectar las pencas del maguey maduro. “Con un
solo golpe de machete va cortándolas, una por una, cerca del tronco y
comenzando por las de abajo” (Dussan 1977:140). Luego levanta cada penca con
la mano izquierda, sosteniéndola verticalmente, y con dos cortadas paralelas
desprende el borde espinoso de la hoja. Después las pencas pasan a manos de
las mujeres, quienes extraen, lavan, hilan y tiñen la fibra con tintes naturales que
se obtienen principalmente de las cortezas y madera de plantas como el Brasil
(Haematoxylon brasiletto) o palo de tinta, que da una color rojo oscuro; hojas del
ojo de buey, también conocido como ojo de venado o pica pica (Mucura pruriens
Fuente: documento electrónico # 2
51
(L.)), las cuales brindan una tonalidad verde. También se utilizan los frutos para
extraer colores como el amarillo claro (Chivobo o Guayacán de Manizales
(Lafoensia speciosa) y el marrón-rosa claro que se extrae del aguacate (Persea
americana). Igualmente se extraen tintes de flores y raíces como por ejemplo la
cayena (Hibiscus pruriens), la cual tiñe de color morado grisáceo y la batatilla
(Curcuma longa), la que da el amarillo limón (Echevarría 1987:61-63).
El siguiente paso es tejer las fibras. Para ello se utiliza una gruesa aguja de acero.
La mochila se comienza formando en una técnica de guirnaldas, un pequeño disco
denominado chipire, que va creciendo en forma de espiral,
“[…] haciendo una vuelta con “crecidos”, es decir, con aumentos; una sin
“crecidos” luego otra con, y así sucesivamente. Así se forma la base de la
mochila, que es un cuerpo semiesférico, y luego se tejen las paredes
(“paño”), para lo cual se hacen algunas disminuciones en la parte baja.
Añadiendo, según el caso hilos de diferentes colores, se producen franjas
horizontales con vivos contrastes” (Dussan 1977:143).
Estas franjas indican la pertenencia familiar de las personas que utilizan dichas
mochilas. Aunque es una característica que tiende a desaparecer con el aumento
de la comercialización de las mochilas, aun se pueden encontrar varias que
cumplen con esta tradición (ver anexo de fotografías).
El borde superior de la mochila (boca) se termina por medio de grandes guirnaldas
dobles, enlazadas. Para tejer la manija o gaza, la mujer se sienta en el suelo
amarrándose un gajo de hilo en el dedo gordo de un pié, luego empieza por “[…]
el hilo de la orilla que se entreteje en un lado, luego se separan en dos gajos, y
este movimiento entreteje los elementos, de modo que se forma una faja de
trenzado múltiple” (Dussan 1977:143; el subrayado es mío). El largo de la gaza se
calcula tomando la medida desde el hombro izquierdo hasta la punta de los dedos
de la mano derecha.
Para las mochilas destinadas al comercio se utiliza una puntada (“lazada”) de
simples guirnaldas, mientras que para el uso particular se tejen con una puntada
más compleja (ver anexo fotográfico). Hay mochilas de diferentes dimensiones; el
52
tamaño normal y comercial es de aproximadamente 35 cm. de largo por 25 cm. de
ancho en la abertura. Los mochilones son más grandes y sirven para llevar cargas
pesadas. En estas se emplea casi siempre la técnica de lazada denominada
medio-súsu. Para que no se le salga el contenido, suele tener una “cosedera” o
cuerda corrediza alrededor de la boca que la cierra.
“Aproximadamente, hasta hace unos veinte años, los hombres eran también
tejedores de mochilas, pero actualmente sólo los pobres se dedican a esta
actividad” (Dussan 1977:144).
En gran parte esta desaparición de la tradición de hombres tejedores se debió a la
construcción de una red de carreteables que conectó los pueblos de las tierras
bajas el uno con el otro y que puso en contacto más estrecho a los poblados
tejedores con los centros urbanos, haciendo que otras cosas tomaran más
importancia (radio, cine, televisión entre otros). Otro factor importante para la
desaparición del hombre tejedor, fue el proyecto impulsado por el gobierno
colombiano después de la Segunda Guerra Mundial, cuyo objetivo era fomentar la
industria del fique para cubrir con la producción de sacos para transportar café.
Lamentablemente no se habían hecho estudios previos de la población y su
economía, así que los repentinos y elevados ingresos de la producción de sacos
de fique llevó a un desequilibrio total de la economía familiar, pues los hombres
gastaban rápidamente sus salarios en ropas nuevas, viajes e invitaciones a
amigos entre otros gastos innecesarios (Dussan 1977). A partir de esta
inestabilidad, la población prefirió retornar a su vieja producción y desertar así del
plan del gobierno.
53
CONSIDERACIONES FINALES A partir del trabajo realizado durante el semestre podemos señalar algunos
aspectos que nos parecen relevantes, acerca de la mochila como accesorio
producido y empleado por varias comunidades en Colombia.
Para empezar quisiéramos señalar la importancia de la cultura material y
específicamente de las mochilas al interior de los grupos como elemento de
identidad, pues a pesar del contacto cultural y la adopción de otras técnicas,
materias primas e incluso de otros accesorios, ésta se sigue manteniendo a través
de las generaciones. Dicha continuidad permite que en el caso indígena, la
mochila sea un indicador de pertenencia, tanto al interior de la comunidad como
fuera de ella.
Además, es importante destacar que la mochila como parte de la cultura material,
es una fuente importante que permite al antropólogo, abordar diversos aspectos
de la vida de la sociedad que la produce y la emplea. De esta forma, se puede
hacer a partir de la mochila una aproximación a aspectos económicos, sociales y
religiosos, como el acceso a las materias primas empleadas, las técnicas de
elaboración, la división del trabajo al interior de la comunidad, las formas de
prestigio, los roles del hombre y la mujer dentro del grupo y los ritos asociados a la
producción o en los que la mochila se encuentra presente.
Por otra parte, es pertinente señalar que las mochilas indígenas han entrado al
mercado urbano en la última década y se han constituido como un accesorio de
uso generalizado. En medio de una economía globalizada que tiende a la
transnacionalización y de una industria textil que homogeniza con productos de
moda, la mochila ha ganado un espacio significativo en el mercado, siendo
atractiva justamente por su carácter artesanal. No obstante cabe mencionar que
aunque los indígenas se beneficien económicamente de este fenómeno y que
incluso reciban estímulos para que se especialicen en la producción de artesanías
para la venta al público en general, el problema de los múltiples intermediarios
que intervienen en la comercialización de elementos como las mochilas indígenas
sigue estando vigente.
54
Otro aspecto de importancia acerca de la mochila en Colombia, es su presencia
en otros grupos como pudimos constatarlo tanto en la colección del museo como
en las entrevistas y en breves alusiones en la bibliografía. La mochila también se
encuentra entre los Inga, quienes según Pastora Chasoy (representante de la
comunidad inga en Bogotá), adoptaron la producción de mochilas hace
relativamente poco, adaptándolas a la simbología del chumbe y su tejido, no sólo
por razones comerciales, sino en parte también por razones prácticas, pues
permite cargar con los elementos necesarios para poder movilizarse en las
ciudades aledañas al territorio Inga; entre los koreguaje que tejen mochilas de
cumare, entre los sikuanis que habitan en los llanos y cuyos chamanes
tradicionalmente incluían una mochila de cuero de tigre para cargar su parafernalia
(Chaves et. al 1995:292), entre grupos campesinos boyacenses y huilenses, sin
contar con los artesanos urbanos que han sabido aprovechar la acogida de las
mochilas para fines netamente comerciales.
Además queremos hacer especial énfasis en la posibilidad que tiene la
antropología en Colombia de profundizar aspectos de la cultura material, como la
importancia de la producción artesanal textil, tanto en las comunidades indígenas
y campesinas y en la tradición asociada al rol de la mujer como tejedora en la
sociedad colombiana, pues este tipo de temáticas han sido profundizadas en su
mayoría por disciplinas que no tienen las herramientas para analizarlas en su
importancia como cultura material.
Finalmente queremos agradecer a las personas e instituciones implicadas en la
ejecución de nuestra práctica académica semestral, resaltando el gran valor de
este tipo de experiencias en la formación profesional de los antropólogos.
55
BIBLIOGRAFÍA:
〠 Bermúdez, Susy 1994 “Tijeras, aguja y dedal. Elementos indispensables en la vida del bello sexo en el hogar” En: Historia Crítica. Número IX, pp15 – 20. Bogotá, Colombia.
〠 Bernal, Segundo 1953 “Aspectos de la cultura Páez. Mitología y cuentos de la parcialidad de Calderas, Tierradentro” En: Revista Colombiana de Antropología. Volumen I, pp. 279– 310. Bogotá.
〠 Camelo, Marcela 1992 Objetos Textiles Páez, Uniandes, Programa de Textiles y Artes Plásticas,
Bogotá. 1994 Objetos Guambianos, IADAP, Quito.
〠 Chadwick y Patricia Stendal 1978 “Cogui”, en: Aspectos De La Cultura Material De Grupos Étnicos De Colombia, Tomo I, Instituto Lingüístico De Verano, Ministerio de Gobierno, Editorial Townsend, Lomalinda-Meta.
〠 Chaves, Álvaro y Mauricio Puerta 1995 Tierradentro, Colección Huellas, Editorial Colina, Santafé de Bogotá.
〠 Chaves, Álvaro, Jorge Morales y Horacio Calle 1995 "Los Guambianos”, “Los Kogui”, “Los Sikuanis” y “Los Wayús” en: Los Indios De Colombia, Colección Pueblos Y Lenguas Indígenas No. 7, Ediciones ABYA-YALA, Cayambe, Ecuador.
〠 Chaves, Milciades 1953 “La Guajira, una región y una cultura de Colombia”, en: Revista Colombiana de Antropología, Volumen I, pp. 279– 310. Bogotá.
〠 Criswell, Linda y Leah B. Ellis de Walter eds. 1987 “Aruhacos”, “Cogui”, “Chimilas” y “Malayo” en: Estudiemos Las Culturas Indígenas De Colombia, editorial Townsend, Lomalinda-Meta.
56
〠 Dagua Abelino, Misael Aranda y Luis Guillermo Vasco 1998 Guambianos hijos del aroiris y del agua, CEREC, Santafé de Bogotá.
〠 Documentos electrónicos:
1: Pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, en: www.etniasdecolombia.org, consultado el 27 de abril de 2005.
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2: Mochilas guambianas, en: http://www.banrep.gov.co/mueso/esp/boletin/50/muelas.htm, consultado el 20 de abril de 2005.
http://www.pnud.org.co/noticias/proyectonasa.jpg
3: Nasa, en: http://www.pnud.org.co/noticias/proyectonasa.jpg, consultado el 20 de abril de 2005.
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〠 Dussan de Reichel, Alicia 1977 “La mochila de fique: aspectos tecnológicos, socio-económicos y etnográficos”, en: Estudios Antropológicos. Biblioteca Básica Colombiana No. 29, Colcultura, Bogotá.
〠 Echevarría U., Cristina 1987 Tintes Naturales Para Fique. Región De Atanquéz; Sierra Nevada De Santa Marta, Corporación MURUNDUA, Ediciones Pepe, Medellín, Colombia
〠 Escobar, Pía 1996 Los Wayúu se tejen a sí mismos Tesis Antropología, Uniandes, Santafé de Bogotá.
〠 Guerra, Weilder 1990 “Apalaanchi: una visión de la pesca entre los Wayúu”, En: Gerardo Ardila (ed), La Guajira, Fondo Fen Colombia, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.
〠 Hoppe, Dorothy 1978 “Malayo”, en: Aspectos De La Cultura Material De Grupos Étnicos De Colombia, Tomo I, Instituto Lingüístico De Verano, Ministerio de Gobierno, Editorial Townsend, Lomalinda-Meta.
57
〠 Hormaza, Manuel 1997 El oficio de las arañas, Colección Colombia Adentro, Editorial Colina, Santafé de Bogotá.
〠 Hubert, P. y Martha Tracy 1978 “Aruhaco”, en: Aspectos de la cultura material de grupos étnicos de Colombia, Tomo I, Instituto Lingüístico De Verano, Ministerio de Gobierno, Editorial Townsend, Lomalinda-Meta.
〠 Otero, Jesús 1952 Etnología caucana, Universidad del Cauca, Popayán.
〠 Pachón, Ximena 1987 “Guambía” y “Páez”, en: Pineda Giraldo, Roberto (et al) Introducción a la Colombia Amerindia, Instituto Colombiano de Antropología, Bogotá.
〠 Ramírez, Marta 1995. Wale´keru, Artesanías de Colombia, Bogotá.
〠 Ramírez, Marta y Héctor Rojas 1990 Arte Wayúu, Interior, Bogotá.
〠 Rappaport, Joanne 1978 La reproducción humana y el status de la mujer en Guambía, Primer
Congreso nacional de Antropología, Popayán. 1981 “Mesianismo y las Transformaciones de símbolos mesiánicos en
Tierradentro” En: Revista Colombiana de Antropología. Volumen XIII, pp. 395– 396. Bogotá.
〠 Reichel-Dolmatoff, Gerardo
1975 “Introducción Al Simbolismo Y A La Astronomía Del Espacio Sagrado”,
en: Revista Colombiana De Antropología, Vol. XIX, Bogotá.
1977 Contactos Y Cambios Culturales En La Sierra Nevada De Santa Marta,
Estudios antropológicos, Colcultura, Bogotá.
58
1985 “Hilandería y Tejidos”, en: Los Kogi. Una Tribu De La Sierra Nevada De
Santa Marta, Colombia, Tomo I, Fondo de la cultura económica, Bogotá.
〠 Rey Álvarez, Juana 1994 Textiles De La Sierra Nevada De Santa Marta; Recopilación Bibliográfica,
Quito: Editorial IADAP (Instituto Andino De Artes Populares Del Convenio Andrés Bello), Bogotá.
1994 “El traje y la otra historia de la mujer” En: Historia Crítica. Número IX, pp.
37 – 42. Bogotá.
〠 Schwarz, Ronald 1976 “Hacia una antropología de la indumentaria: el caso de los Guambianos” En: Revista Colombiana de Antropología. Volumen XX, pp. 297 – 327. Bogotá
〠 Tavera, Gladys 1994 “El tejido precolombino” En: Historia Crítica. Número IX, pp15 – 20. Bogotá
〠 Villegas, Liliana y Benjamín Villegas 1992 “Tejidos”, en: Artefactos. Objetos Artesanales De Colombia, pp109 – 156. Toppan Printing Co., Japón.
59
ANEXO FOTOGRAFÌAS
GUAMBIANOS
Museo de Trajes Regionales: Jigra cotidiana masculina
Detalle: Jigra cotidiana masculina
60
Museo de Trajes Regionales: Jigra cotidiana masculina
PAECES
Museo de Trajes Regionales: Detalle jigra en fique con diseño
61
WAYÙU
Colección Personal Elizabeth Márquez: Susu con diseño o kanaa kalepsû (como el gancho de madera empleado para colgar objetos en los techos.
Colección Personal Elizabeth Márquez: Base de la Susu
62
Colección Personal Elizabeth Márquez: Diseño de mochila con la técnica empleada para el tejido de aperos
ATANQUEROS O KANKUAMO
MOTIVOS ENTRETEJIDOS: una puntada (“lazada”) de simples guirnaldas,
mientras
1) “Cambiro derech”. 2) “Paletilla”. 3) “Cambiro volteado”. 4) “Ramitas”. 5) “Lotería”. 6) “Banco”. 7) “Alfombra”.
Fuente: Dussan de Reichel, Alicia 1977
63
TÉCNICAS DE TEJIDO:
1) “Lazada común”. 2) “boca sencilla”. 3) “Tres puntadas”. 4) “Medio-súsu”. 5) “Chípa-súsu”. 6) “Chicuama-súsu”.
Fuente: Dussan de Reichel 1977