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MISA ESTACIONAL Y TOMA DE POSESIÓN
del Excmo. y Rvdmo. Sr
Don Celso Morga Iruzubieta
como Arzobispo Coadjutor de Mérida-Badajoz
SANTA IGLESIA CATEDRAL METROPOLITANA
Badajoz, 15 de noviembre de 2014
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El ministerio Episcopal
L a misión confiada por Jesús a los Apóstoles debe du-
rar hasta el fin del mundo (cf. Mt 28, 20), ya que el Evange-
lio que se les encargó transmitir es la vida para la Iglesia de
todos los tiempos. Precisamente por esto los Apóstoles se
preocuparon de instituir sucesores, de modo que, como dice
san Ireneo, se manifestara y conservara la tradición apostóli-
ca a través de los siglos.
La especial efusión del Espíritu Santo que recibieron los
Apóstoles por obra de Jesús resucitado (cf. Hch l, 5.8; 2, 4;
Jn 20, 22-23), ellos la transmitieron a sus colaboradores con
el gesto de la imposición de las manos (cf. 1 Tm 4, 14; 2 Tm
1, 6-7).
Éstos, a su vez, con el mismo gesto, la transmitieron a
otros y éstos últimos a otros más. De este modo, el don espi-
ritual de los comienzos ha llegado hasta nosotros mediante la
imposición de las manos, es decir, la consagración episcopal,
que otorga la plenitud del sacramento del orden, el sumo sa-
cerdocio, la totalidad del sagrado ministerio. Así, a través de
los Obispos y de los presbíteros que los ayudan, el Señor Je-
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sucristo, aunque está sentado a la derecha de Dios Padre,
continúa estando presente entre los creyentes. En todo
tiempo y lugar Él predica la palabra de Dios a todas las
gentes, administra los sacramentos de la fe a los creyentes
y dirige al mismo tiempo el pueblo del Nuevo Testamento
en su peregrinación hacia la bienaventuranza eterna. El
Buen Pastor no abandona su rebaño, sino que lo custodia y
lo protege siempre mediante aquéllos que, en virtud de su
participación ontológica en su vida y su misión, desarro-
llando de manera eminente y visible el papel de maestro,
pastor y sacerdote, actúan en su nombre en el ejercicio de
las funciones que comporta el ministerio pastoral y son
constituidos como vicarios y embajadores suyos.
Al Obispo corresponde, en particular, la tarea de ser
profeta, testigo y servidor de la esperanza. Tiene el deber de
infundir confianza y proclamar ante todos las razones de la
esperanza cristiana (cf. 1 P 3, 15). Sólo con la luz y el con-
suelo que provienen del Evangelio consigue un Obispo
mantener viva la propia esperanza (cf. Rm 15, 4) y alimen-
tarla en quienes han sido confiados a sus cuidados de pas-
tor. Por tanto, ha de imitar a la Virgen María, Mater spei,
la cual creyó que las palabras del Señor se cumplirían (cf.
Lc 1, 45). Basándose en la Palabra de Dios y aferrándose
con fuerza a la esperanza, que es como ancla segura y firme
que penetra en el cielo (cf. Hb 6, 18-20), el Obispo es en su
Iglesia como centinela atento, profeta audaz, testigo creíble
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y fiel servidor de Cristo, «esperanza de la gloria» (cf. Col 1,
27), gracias al cual «no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni
gritos ni fatigas» (Ap 21, 4).
(De la Exhortación Apostólica de san Juan Pablo II, Pastores gregis).
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Nació en la ciudad de Valencia el día 8 de Mayo de
1940. Cursó los estudios de Bachillerato, de filosofía y de
Teología en el Seminario Metropolitano de esa Archidióce-
sis; y el grado de licenciatura en la Facultad de Teología
San Vicente Ferrer de Valencia.
El 21 de septiembre de 1963 recibió el sagrado Orden
del Presbiterado.
El día 27 de diciembre de 1984 fue ordenado Obispo
Auxiliar de S. E. Mons.. Miguel Roca Cabanellas, Arzobis-
po de Valencia.
El día 31 de Mayo de 1988, fue destinado a Jaén como
Obispo diocesano. Ministerio que inició el día 3 de Julio del
mismo año, y que ejerció a lo largo de 16 años justos.
El día 9 de Julio de 2004, S.S. el Papa Juan Pablo II le
nombró Arzobispo para ocupar la Sede metropolitana de
Mérida- Badajoz, de la que tomó posesión el día 4 de sep-
tiembre del mismo año.
En la Conferencia Episcopal ha ocupado, por elección
de los obispos, la presidencia de las Comisiones de Patri-
monio Cultural de la Iglesia y de Pastoral Social.
Actualmente es miembro de la Comisión Permanente
como Arzobispo de la Provincia Eclesiástica de Mérida-
Badajoz.
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Nació en Huércanos, La Rioja, el 28 de enero de 1948.
Completó sus estudios eclesiásticos en el Seminario dioce-
sano de Logroño y fue ordenado sacerdote el 24 de junio de
1972. Posteriormente, cursó la licenciatura en Derecho Ca-
nónico en la Universidad de Navarra, donde obtuvo el
Doctorado en 1978.
Más tarde desarrolló su labor pastoral en diversas parro-
quias de La Rioja y fue vicario judicial adjunto del Tribunal
Diocesano entre 1974 y 1980. Ese año se trasladó a Córdoba
(Argentina) para impartir la docencia de Derecho Canónico
en el Seminario Archidiocesano. También ejerció de juez en
el Tribunal Eclesiástico y de capellán de un colegio religio-
so.
A su regreso a España en 1984, le nombraron párroco de
San Miguel, en Logroño, y en 1987 fue llamado a Roma pa-
ra trabajar en la Congregación para el Clero. Allí ha trabaja-
do de jefe de Sección y, desde noviembre de 2009, de subse-
cretario, cargo que ocupó hasta su nombramiento de secre-
tario y arzobispo titular de Alba Marítima, siendo ordena-
do obispo por el Papa Benedicto XVI en la Basílica de San
Pedro el día 5 de febrero de 2011.
Además de su responsabilidad en la Curia Romana,
Mons. Celso Morga ha desarrollado una intensa labor pas-
toral en diversas parroquias de la capital italiana, entre
ellas la parroquia de los Santos Protomártires Romanos. Es
autor de algunos libros de teología espiritual y ha publica-
do varios trabajos sobre la vida y el ministerio de los sacer-
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dotes, en l'Osservatore Romano y otras revistas.
El 8 de octubre de 2014 el Papa Francisco le nombró Ar-
zobispo Coadjutor con derecho a sucesión de la Archidióce-
sis de Mérida-Badajoz.
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San Juan Bautista. Titular de la Catedral y Patrono de la Diócesis
(Retablo Catedral Metropolitana)
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Celebración de la Eucaristía
Ritos Iniciales
Se inicia la Procesión, mientras se entona el canto de entrada. Cuando
llegan al altar hacen la debida reverencia. Los concelebrantes besan el
altar y se dirigen a sus lugares.
El Sr Arzobispo inciensa el altar. Después se dirige a la sede y Termina-
do el canto de entrada dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo
El pueblo responde:
Amén.
El Sr. Arzobispo
La paz esté con vosotros.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Alocución del Sr. Nuncio Apostólico
y lectura de las Letras Apostólicas
El Sr. Nuncio Apostólico pronuncia la alocución y, al término de la mis-
ma, manda que se presenten al Colegio de Consultores las Letras Apos-
tólicas del Nombramiento del Arzobispo Coadjutor.
El Sr. Nuncio
Que se presenten las Letras Apostólicas al Colegio
de Consultores
El Canciller Secretario del Arzobispado muestra la Letras Apostólicas al
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Colegio de Consultores. Seguidamente el Nuncio pide que se dé lectura
de las Letras Apostólicas del Nombramiento del Arzobispo Coadjutor.
El Sr. Nuncio
Que se lean las Letras Apostólicas
Todos escuchan sentados. Finalizada la lectura, el coro canta la alabanza
y el pueblo la repite:
¡Gloria y honor a ti, Señor Jesús!
A continuación, omitido el Acto penitencial, se entona el Gloria,
GLORIA .Misa VIII «DE ANGELIS» XV S.
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Acabado el canto del Gloria, el Arzobispo dice la oración colecta
oración colecta
Sr. Arzobispo:
Oh Dios, que constituiste a tu Hijo unigénito
sumo y eterno sacerdote,
te rogamos que cuantos Él mismo eligió
como ministros y dispensadores de tus sacramentos,
sean hallados fieles
en el cumplimiento de su ministerio.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
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Liturgia de la Palabra
PRIMERA LECTURA
Adonde yo te envíe irás
Lectura del libro de Jeremías 1, 4-9
Recibí esta palabra del Señor:
-«Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de
que salieras del seno materno, te consagré: te nombré
profeta de los gentiles.»
Yo repuse:
-«¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un
muchacho.»
El Señor me contestó:
-«No diga: “soy un muchacho”, que a donde yo te
envíe, irás, y lo que yo te mande, lo dirás. No les ten-
gas miedo, que yo estoy contigo para librarte.»
Oráculo del Señor.
El Señor extendió la mano y me tocó la boca; y me
dijo:
-«Mira: yo pongo mis palabras en tu boca.»
Palabra de Dios.
Todos:
Te alabamos, Señor.
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SALMO RESPONSORIAL
Sal 95, 1-2a. 2b-3. 10 (R.: Mt 28, 29)
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria. R.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones;
porque es grade el Señor,
y muy digno de alabanza. R.
Decid a los pueblos: el Señor es rey,
él afianzó el orbe y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente. R.
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SEGUNDA LECTURA Tened cuidado de vosotros y del rebaño que el Espíritu Santo os ha
encargado guardar, como pastores de la Iglesia de Dios.
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 20, 17-18ª.28-32.36
En aquellos días, Pablo, desde Mileto, mandó llamar a
los presbíteros de la iglesia de Éfeso. Cuando se presen-
taron, les dijo:
-«Tened cuidado de vosotros y del rebaño que el Espí-
ritu Santo os ha encargado guardar; como pastores de la
Iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre.
Ya sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros
lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso
algunos de vosotros deformarán la doctrina y arrastrarán
a los discípulos. Por eso, estad a alerta: acordaos que du-
rante tres años, de día y de noche, no he cesado de acon-
sejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular.
Ahora os dejo en manos de Dios y de su palabra de gra-
cia, que tiene poder para construiros y daros parte en la
herencia de los santos.»
Cuando terminó de hablar, se pusieron todos de rodi-
llas, y Pablo rezó.
Palabra de Dios.
Todos:
Te alabamos, Señor.
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Canto del Aleluya
EVANGELIO
El buen pastor da la vida por las ovejas
Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 11-16
En aquel tiempo, dijo Jesús:
-«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida
por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño
de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y
huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a
un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las
mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y no
conozco al padre; yo doy la vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este re-
dil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi
voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.»
Palabra del Señor.
Todos:
Gloria y honor a ti, Señor Jesús.
El Sr. Arzobispo pronuncia la homilía. Acabada la homilía se hace la
profesión de fe.
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CREDO APOSTÓLICO
Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo,
nuestro Señor,
En las palabras que siguen, hasta María Virgen, todos se inclinan.
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios,
Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna. Amén.
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ORACIÓN DE LOS FIELES
Sr. Arzobispo:
Confiando en la palabra del Señor, que nos ha prome-
tido ser escuchados por el Padre, presentemos con hu-
mildad y esperanza nuestra oración.
Lector:
- Por la IGLESIA, mensajera de Cristo en el mundo,
para que sepa decir a todos, con signos y palabras,
quién es la Buena Noticia de la salvación.
Cantor: Roguemos al Señor
- Por el PAPA Francisco: para que, con firmeza de roca
apostólica, gobierne paternalmente al pueblo santo
de Dios y estimule la unidad de la Iglesia.
Cantor: Roguemos al Señor
- Por nuestro ARZOBISPO Santiago, para que el Señor
le conceda vivir siempre el amor y el servicio a la
Iglesia en los que el Señor le encomiende.
Cantor: Roguemos al Señor.
- Por el ARZOBISPO COADJUTOR Celso, para que
proclame valientemente entre nosotros la Buena
Nueva del Evangelio, y vele para que nuestra Igle-
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sia se mantenga siempre en la fidelidad a Dios sal-
vador.
Cantor: Roguemos al Señor.
- Por los PRESBÍTEROS de nuestra Diócesis, para que
perseveren en su respuesta generosa y en la respon-
sabilidad de su vocación evangelizadora.
Cantor: Roguemos al Señor.
- Por todos los miembros de la VIDA CONSABRADA
que forman parte de la Iglesia local de Mérida-
Badajoz, para que su testimonio nos ayude a unir-
nos con firmeza a la fuente de la Vida.
Cantor: Roguemos al Señor.
- Por los LAICOS de nuestras comunidades cristianas,
para que perseveren y crezcan en el testimonio de
los valores del Evangelio en todos los ambientes en
que se encuentren.
Cantor: Roguemos al Señor.
- Por los JÓVENES para que el Señor le dé un corazón
generoso y suscite en medio de ellos abundantes
vocaciones al sacerdocio y la vida consagrada.
Cantor: Roguemos al Señor.
- Por los GOBERNANTES de nuestro pueblo, para que
Dios los ilumine y fortalezca en su misión de servi-
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cio a la promoción integral de los ciudadanos por
caminos de justicia, de libertad, de convivencia y de
paz.
Cantor: Roguemos al Señor.
- Por nuestro ARZOBISPO EMÉRITO Antonio, y por
los demás obispos que pastorearon esta Iglesia con
espíritu apostólico.
Cantor: Roguemos al Señor.
Sr. Arzobispo:
Señor Jesús, nos atrevemos a presentarte nuestras ne-
cesidades. Concédenos la gracia de la comunión ecle-
sial con nuestro obispo, con los hermanos sacerdotes,
con los miembros de la Vida consagrada y con los fie-
les laicos. Te lo pedimos a ti, que eres la manifestación
plena del amor de Dios y vives y reinas por los siglos
de los siglos.
R/. Amén.
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Liturgia Eucarística
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Sr Arzobispo:
Recibe, Dios todopoderoso,
estos dones que humildemente te ofrecemos;
y, al mirar a tu Hijo sacerdote y víctima,
concede, a cuantos participamos de su sacerdocio,
la gracia de ofrecernos cada día
como víctima agradable en tu presencia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R./Amén.
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PLEGARIA EUCARÍSTICA III
V./ El Señor esté con vosotros.
R./ Y con tu espíritu.
V./ Levantemos el corazón.
R./ Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V./ Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R./ Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque nos concedes en cada momento
lo que más conviene
y diriges sabiamente la nave de tu Iglesia,
asistiéndola siempre con la fuerza del Espíritu Santo,
para que, a impulso de su amor confiado,
no abandone la plegaria en la tribulación,
ni la acción de gracias en el gozo,
por Cristo, Señor nuestro.
A quien alaban los cielos y la tierra,
los ángeles y los arcángeles,
proclamando sin cesar.
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El Sr. Arzobispo con las manos extendidas dice:
Santo eres en verdad, Padre,
y con razón te alaban todas tus criaturas,
ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro,
con la fuerza del Espíritu Santo,
das vida y santificas todo,
y congregas a tu pueblo sin cesar,
para que ofrezca en tu honor
un sacrificio sin mancha
desde donde sale el sol hasta el ocaso.
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Junta las manos, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas; y los
concelebrantes, en voz muy baja y extendiendo las manos hacia las
ofrendas, dicen conjuntamente:
Por eso, Padre,
te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu
estos dones que hemos separado para ti,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz y sigue
diciendo:
de manera que sean
Cuerpo y Sangre de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro,
que nos mandó celebrar estos misterios.
Porque él mismo,
la noche en que iba a ser entregado,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan,
y dando gracias te bendijo,
lo partió
y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Tomad y comed todos de él,
porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por vosotros.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena, y
lo adora haciendo genuflexión. Después prosigue:
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Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el cáliz,
dando gracias te bendijo,
y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomad y bebed todos de él,
porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía.
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora
haciendo genuflexión.
Luego el celebrante principal dice:
Éste es el Sacramento de nuestra fe.
el pueblo aclama:
Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
Después el celebrante principal, con las manos extendidas, y los concele-
brantes en voz baja dicen:
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Así, pues, Padre,
al celebrar ahora el memorial
de la pasión salvadora de tu Hijo,
de su admirable resurrección y ascensión al cielo,
mientras esperamos su venida gloriosa,
te ofrecemos, en esta acción de gracias,
el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia,
y reconoce en ella la Víctima
por cuya inmolación quisiste
devolvernos tu amistad,
para que, fortalecidos con el Cuerpo
y la Sangre de tu Hijo
y llenos de su Espíritu Santo,
formemos en Cristo un solo cuerpo
y un solo espíritu.
Que él nos transforme en ofrenda permanente,
para que gocemos de tu heredad
junto con tus elegidos:
con María, la Virgen Madre de Dios,
su esposo san José
los apóstoles y los mártires,
San Juan Bautista y todos los santos,
por cuya intercesión confiamos
obtener siempre tu ayuda.
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Concelebrante primero
Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa Francisco, a mi hermano Santiago, obispo de esta Iglesia de Mérida-Badajoz, al obispo coadjutor, Celso, a mí, indigno siervo tuyo, al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
Concelebrante segundo
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo. A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria,
Junta las manos
por Cristo, Señor nuestro,
por quien concedes al mundo todos los bienes.
Toma la patena, y el diácono cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
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Celebebrante y Concelebrantes
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
Amén. Amén. Amén.
El Sr. Arzobispo hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sostenién-
dolo un poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
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Éste es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Y, juntamente con el pueblo, añade:
Señor, no soy digo
de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya
bastará para sanarme.
Para facilitar la comunión a los fieles algunos sacerdotes se situarán en
las naves de la Catedral
CANTOS DE COMUNIÓN
Después de la comunión, el Sr. Arzobispo, de pie en la sede y con las
manos extendidas, dice la oración después de la comunión.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Sr. Arzobispo
El sacrificio que te hemos ofrecido
y la víctima santa que hemos comulgado, Señor,
llenen de vida a tus sacerdotes y a tus fieles,
de modo que, unidos a ti por un amor constante,
puedan servir dignamente a tu majestad.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.
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ALOCUCIÓN DEL SR. ARZOBISPO COADJUTOR
El Sr. Arzobispo Coadjutor pronuncia la alocución y, al término
de la misma, concluye la celebración.
Después de la alocución del Arzobispo Coadjutor, el Sr. Arzobispo, de
pie en la sede, imparte la bendición.
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Santa Eulalia de Mérida,
Patrono de los jóvenes de ésta Archidiócesis
(Cuadro del Salón de Plenos del Ayuntamiento de Mérida)
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RITO DE CONCLUSIÓN
BENDICIÓN Y DESPEDIDA DE LA ASAMBLEA
El Sr. Arzobispo
El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu
Bendito sea el nombre del Señor.
R/. Ahora y por siempre.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
R/. Que hizo el cielo y la tierra.
La bendición de Dios todopoderoso,
Pa dre, Hi jo,
y Espíritu Santo
descienda sobre vosotros.
R/. Amén.
Luego el diácono con las manos juntas despide al pueblo diciendo:
Podéis ir en paz.
R/. Demos gracias a Dios.
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Después el Sr. Arzobispo besa con veneración el altar. Los sacerdotes
hacen una inclinación profunda y, hecha la debida reverencia, regresan
al arzobispado acompañados por los ministros del altar.
El Sr. Arzobispo Coadjutor, recibe el saludo de los presbíteros y cumpli-
menta a las autoridades presentes; finalmente recibe el saludo de los
fieles. Mientras, se interpreta música de órgano.