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MEMORIAL DEL IMAGINARIO
Miguel Rojas Mix
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1.- Exordio
En las últimas décadas se está pasando, silenciosa e imperceptiblemente, de una
cultura alfabética a una cultura visual: del logos (la palabra) al iconos (la imagen). Se podría
decir que cada vez sabemos más por lo que vemos que por lo que leemos. Hay que tener en
cuenta que una información en imágenes se comprende en un 80% menos de tiempo que esa
misma información en formato alfanumérico.
Si se considera que los niños, a partir de los tres años, ven la televisión una media de
tres horas diarias, se puede imaginar hasta qué punto su cultura es visual. A ello contribuye
también el hecho de que en esta sociedad globalizada la información circula y circulará
mayoritariamente a través de la imagen, sobre todo porque esta imagen no se lee ni en inglés,
ni en chino, ni en castellano, simplemente se ve y se interpreta. Pero para una correcta
interpretación es preciso desarrollar una inteligencia crítica, pues la imagen tiene una
capacidad de inducción muy superior a la palabra. De hecho es el mayor medio de
manipulación de conciencia a través de las creencias y la incitación a la acción. Por ello son el
resorte más eficaz de la política y del mercado.
Esta es la cultura de los jóvenes, que se impone y se convierte en referencia. Y es en el
campo de esta cultura, proscrita en los currículos escolares y universitarios, donde se
desarrolla la sociedad de la imaginación.
Mientras las enseñanzas no asuman esto, los jóvenes se sentirán desconectados de la
escuela y de la universidad y seguirá el fracaso escolar. Preparar la sociedad de la imagen y de
la imaginación es plantearse los currículos del futuro y ello supone adoptar una pedagogía
contra el conformismo y a favor del desarrollo de la creatividad.
Esta sociedad de la imagen y de la imaginación nos conduce a la “Era de la
Inteligencia”, dominada por la materia gris. Cada vez más la riqueza emanará del
conocimiento al servicio de la imaginación y ésta se podrá dar en cualquier rincón del mundo.
Los actuales sistemas de formación e investigación trabajan con numerosos métodos
para descifrar el texto alfabético, pero desconocen los métodos para procesar e interpretar el
conocimiento visual.
La propuesta que se presenta tiene un doble objetivo, pedagógico e iberoamericano y
abarca todas las fases del aprendizaje. En relación con los contenidos curriculares, está casi
todo por hacer y es indispensable orientar la enseñanza en este sentido, para no perder el tren
del futuro. Ya la sociedad de la información, a través de Internet y la computadora, divulga
información visual. Es preciso saber procesarla para pasar de la sociedad de la información a
la sociedad del conocimiento, que es la información procesada de acuerdo a criterios de
pertinencia, que construyen y desarrollan la cultura nacional en el marco de la globalización.
En el campo de los procesos de Integración Académica latinoamericana es preciso
integrar la cultura visual, que sin duda replantea la reestructuración del fraccionamiento del
saber en disciplinas temáticas, y propone la multidisciplinaria; de la lectura lineal
unidireccional, pasa a la lectura en mosaico que requiere diversas miradas disciplinarias para
abarcar su sentido, que propone un saber abierto a la vez que relativiza la “verdad”,
entendiéndola como formando parte de un imaginario: “nada es verdad ni mentira / todo es
según el color / del cristal con que se mira”, advierte la famosa frase de Campoamor , aludiendo al relativismo de la mirada, que es la “lucidez” con que cada cultura interpreta el
mundo.
2.- ANTECEDENTES, CONCEPTOS Y PROCESOS
La imagen, según el DRAE, es aquello “que sólo existe en la imaginación”,
reservando para imaginería la expresión de estas figuras. Imaginería es, pues, el “conjunto de
imágenes literarias usadas por un autor, escuela o época”. Está claro que en el DRAE el
concepto se restringe a la literatura. Pero si se amplia a la imagen física, esta noción es la que
mejor expresa la forma como se presentan las imágenes: sean plásticas o literarias, y
cualquiera que sea su soporte, valor o calidad estética, sin olvidar las imágenes mentales,
guardadas en nuestra memoria o en el inconsciente. En definitiva, el término imaginario alude
a un mundo, una cultura y una inteligencia visual, que se presenta como un conjunto de
iconos físicos o virtuales que se difunden a través de una diversidad de medios e interactúan
con las representaciones mentales.
Al tratar de precisarlo, el concepto de imaginario se abre desde una visión central,
anclada en la cotidianidad y conformada por el mundo de imágenes que caracteriza la
circunstancia actual y donde se forma la cultura popular del hombre contemporáneo,
convertido ya, según Sartori, esencialmente en homo videns. Reflexionando para situarlo en
una perspectiva de estudio, más allá de nuestra modernidad, se abre una segunda vertiente
conceptual. En ella, entendemos por imaginario el encadenamiento de imágenes, con vínculo
temático o problemático, recibidas a través de los diversos medios audiovisuales y que el
individuo interioriza como referente o que el estudioso reconoce como conjunto.
El imaginario se ocupa tanto de la creación y utilización de imágenes para informar,
convencer, seducir o legitimar un proceso, como de la influencia de la imagen y de la
documentación visual en la cultura, en las disciplinas académicas y en las maneras de pensar.
Mediante su recopilación y ordenación temática en un banco de imágenes, debidamente
catalogadas, puede hacerse accesible una forma de conocimiento hasta ahora poco abordada, a
un amplio espectro de usuarios potenciales. Por otra parte, el desarrollo de una metodología
del imaginario debe proporcionar herramientas para el análisis y el uso de las colecciones
visuales.
En las últimas décadas del siglo XX se ha verificado de forma radical la transición
epistemológica que representa el paso de una forma de conocimiento a otra. Pasamos de la
civilización en que domina el texto leído a la civilización en que domina el texto visto.
Raffaele Simeon lo constata diciendo que pasamos de la inteligencia alfabética a la
inteligencia visual (La Tercera Fase, 2001). Mucho antes, sin embargo, decía Apollinaire que
era necesario que nuestra inteligencia se habituase a comprender sintético-ideográficamente
en vez de analítico-discursivamente (Calligrammes, poèmes de la paix et de la guerre, 1918).
El conocimiento se adquiere ahora también a través de la escucha y de la visión. Actualmente
se constata una clara disminución de la afición por la lectura a cambio de un considerable
aumento del consumo de imágenes. Una frase corriente es: “No he leído el libro, pero he visto
la película”.
George Steiner, en su ensayo “Una especie de superviviente” (Lecturas , obsesiones
otros ensayos, Alianza, Madrid, 1990), se presenta como superviviente de un modelo cultural
“esencialmente verbal”, de una cultura verbal que “desde sus orígenes hebreo-griegos hasta
más o menos el presente” ha prestado soporte a la civilización occidental.
No obstante, en la historia de la humanidad, y en particular en la occidental, las
técnicas de difusión de la cultura han sufrido cambios radicales. La historia de la civilización
occidental está marcada por sucesivas revoluciones asociadas al libro: de la recitación
pasamos al leer silencioso del manuscrito y de éste al texto impreso al finalizar la Edad
Media. En el siglo XIX, nuevas formas de lectura aparecen con los periódicos de gran tirada,
que se complementan, a comienzos del siglo XX, con la llegada de técnicas masivas de
difusión de la información y la cultura, con el desarrollo de la radio y la electrotécnica al
finalizar la Primera Guerra Mundial, de la televisión al terminar la Segunda y de la
computadora concluyendo el siglo.
Una primera distinción necesaria es entre imaginario mental e imaginario visual.
Nuestro análisis se ocupa esencialmente de este último, aunque alude constantemente al
primero como referencia preceptiva y fuente creativa, y porque están íntimamente ligados. El
psicoanálisis fue el primero en investigar el pensamiento visual.
En la civilización de la imagen, en la cual nos adentramos vertiginosamente, el estudio
y análisis del imaginario constituye una opción esencial para entender el mundo en que
vivimos. Simultáneamente constatamos que su examen ha sido permanentemente ignorado
por los historiadores tradicionales, salvo para ilustrar sus textos. Hay que dejar de considerar
la imagen como ilustración, al igual que hay que dejar de considerarla como auxiliar
audiovisual. Es preciso estudiarla como una realidad autónoma, con una identidad propia,
creadora de realidades estéticas, históricas, sicológicas y sociológicas. La imagen condensa
realidades sociales, en particular de aquellos aspectos relacionados con la sensibilidad
popular. Mediante la imagen se manipula las masas, se les convence, se les insuflan deseos y
se provocan acciones. Lo que muestra la importancia del imaginario en la formación de
gustos, opiniones y creencias. Asimismo repercute en la plasmación de los grandes mitos
sociales, del sentimiento nacional, la evolución del gusto y otros aspectos básicos de la
historia cultural.
Con la revolución informática entramos en la civilización de la imagen, que no sólo
nos entrega una información mayoritariamente icónica, sino que nos hace comprender la
importancia de esta información. Los signos premonitorios de esta mutación eran claros desde
principios del siglo XX. Lo señalaba Huizinga en 1919, cuando publicó Herfsttij der
Middeleeuwen (El Otoño de la Edad Media): “Nuestra percepción del pasado, nuestro órgano
histórico, por así decirlo, se está haciendo cada vez más visual”. No hacía sino repetir lo que
había afirmado años antes en una conferencia de 1905 en la universidad de Gröningen, “El
elemento estético en el pensamiento histórico”, donde comparaba el pensamiento histórico
con la visión o sensación.
La mayoría de las personas deben más sus conocimientos de las antiguas
civilizaciones de los mayas, los aztecas y los incas (por no hablar de Egipto, de Grecia o la
Edad Media) a la contemplación de sus monumentos que a lecturas eruditas o divulgativas. Y
lo mismo ocurre en muchos otros campos, en los que la información visual se revela más
elocuente que la literaria: el arte, la zoología, la botánica... Hasta hace poco, la información
visual resultaba relativamente restringida, sólo era accesible en reproducciones librescas o en
visitas a museos y viajes culturales para los más pudientes. La televisión y la revolución
informática, el perfeccionamiento de la tecnología para visitas virtuales y la multiplicación de
programas culturales la han difundido enormemente.
Las ciencias de la información y de la comunicación tienen hoy la mayor demanda
social y pedagógica. Representan un cambio fundamental en nuestra cultura y hacen surgir
nuevos modelos.
Uno de los aspectos más notables de la influencia de las imágenes sobre la civilización
contemporánea es justamente su eficacia como mecanismo mágico, en un sentido
estrictamente antropológico. Los medios técnicos de reproducción crean un universo
imaginario, “hecho de estupor y fantasía”, como decía Vico, análogo al que rodeaba a la
primera humanidad.
En este universo se desarrolla una nueva imagen del hombre actual en la que se
proyectan los aspectos más oscuros de su psiquis: el poder, la ambición, sus fantasmas
sexuales, la agresividad y sus deseos de satisfacciones compensatorias. Surgen nuevas formas
de ver y oír, las cuales no son sólo producto de un refinamiento de los sentidos, sino expresión
de nuevos modelos sociales.
Para entender la cultura de la imagen de cada época, así como el estilo, tenemos que
considerarlos en el conjunto del momento histórico: circunstancias, visión del mundo, sentido
de la vida, peso de la religión, estado de las ciencias.
La gran revolución cultural, naciente a fines del siglo XIX, rematada por la revolución
informática de fines del XX, ha revelado la fuerza creciente del imaginario en la cultura. Y, pese
a las dimensiones gigantescas que hoy ha alcanzado la cultura de la imagen, todavía somos
incapaces de vislumbrar las dimensiones que puede adquirir.
Avanzamos hacia nuevas categorías: en el lenguaje, en la figuración, en la inteligencia
simbólica... La nueva cultura del ordenador va a producir una revolución mucho más radical
que la de Gutenberg. El álgebra holográfica por ordenador no es como la imprenta, una
imitación de la caligrafía. Tal vez sea el comienzo de un nuevo mundo. ¿Pondrá fin a la
arcaica cultura del libro?
La sociedad actual ha cambiado casi todos los parámetros tradicionales para la
creación y difusión del conocimiento, tanto el sofisticado como el práctico. Actualmente
disponemos de un fondo cultural abundante, pero su accesibilidad es relativa. Implica un
saber mucho mayor que la alfabetización. El camino hacia al conocimiento se ha
complicado con la expansión del software. Entraña además peligros adicionales. Internet
arrincona a la memoria y la marea informática puede ahogar la conciencia crítica. Los datos
saltan a golpes de clic, pero no los criterios de pertinencia que permitirían que cada
sociedad y cada cultura pudieran transformar la globalidad de la sociedad de la información
en la especificidad de la sociedad del conocimiento. La imagen adquiere más y más peso en
la comprensión del mundo y en el aprendizaje. Pero todavía somos analfabetos visuales y,
aunque cada generación lo es menos, apenas si hemos desarrollado métodos para procesar
este conocimiento. No existe ningún aparato crítico de la imagen comparable a la enorme
metodología desarrollada desde hace siglos sobre la lengua. De esta suerte la manipulación
cotidiana de la imagen se hace sin ningún control.
La revolución tecnológica ha extendido enormemente los límites del “mundo
percibido”. El hombre tecnológico, el homo videns, es proyectado en una serie de mundos que
son puramente perceptivos. Hay una fractura en la relación “percepción-entorno-
comportamiento” a la cual contribuye intensamente el universo de imágenes. Ésta es una de
las grandes revoluciones del siglo XXI y un gigantesco desafío para la educación, que debe
aprender a procesar este conocimiento.
Los antecedentes no son muy remotos, pues aunque desde los tiempos prehistóricos se
ha utilizado la imagen con sentido pedagógico o, más tarde, adoctrinador y evangelizador,
habrá un predominio de la trasmisión cultural oral y escrita, y no será hasta los años sesenta
del siglo XX cuando comiencen a plantearse los estudios, inicialmente dispersos, sobre el
poder de la imagen, a raíz de la difusión de los medios de comunicación de masas y de la
utilización de la propaganda a todos los niveles. Comienzan a aparecer los primeros estudios,
más centrados en los efectos de los mass media que en la interpretación de la iconografía. No
será hasta la última década del siglo, a medida que se va generalizando el uso de Internet,
cuando se empiece a manifestar la preocupación científica por la sistematización de la
interpretación de la imagen.
3.- OBJETIVOS
3.1.- Objetivos Generales
1. Desde el punto de vista Pedagógico, se persigue la sistematización de la imagen para
una correcta aplicación pedagógica a todos los niveles formativos. Análisis teórico y
metodológico para una epistemología de lo visual.
2. Estudio y difusión de los imaginarios de Nuestra América.
3. Propuestas de creación de un banco de imágenes, para crear una Biblioteca Virtual
Latinoamericana, una “Monumenta Iconographica Americana”, que sirva para ampliar
el conocimiento de nuestras historias. Y, en la medida, en que los estudios del
imaginario y esta forma de investigación se extiendan, ayuden a integrar la docencia y
la investigación en los diversos dominios que comprende la cultura visual. Puede abrir
un enorme campo de inspiración para sus tesis, a los estudiantes de posgrado:
3.1. La creación de un Banco de Imágenes, que ahora permite Internet, es un
trabajo colectivo e interdisciplinario que se debe realizar por diversos grupos y
en torno a diversas temáticas que se han expresado en la imagen. Por ejemplo,
trabajar desde la iconografía sobre la forma en que es vista América por otras
culturas, permite una interesante reflexión sobre identidad, alteridad y
multiculturalidad y abre camino a la reflexión sobre interculturalidad. El
imaginario nacional es otro tema interesante, para entender los criterios y
símbolos de inclusión en la sociedad nacional. La educción a través del
imaginario nacional construye valores. Cuando la imagen nacional se secuestra
para legitimar una ruptura con la sociedad democrática, el nacionalismo se
vuelve agresivo. El diccionario define esta figura con el nombre de jingoísmo.
La resistencia pacífica a esa ruptura del orden democrático es la protesta y la
solidaridad. El Museo de la Solidaridad es un ejemplo de cómo la protesta se
puede movilizar a través del arte y a nivel internacional.
3.2.- Objetivos específicos
1. Recuperar las técnicas de análisis de la imagen y formular nuevas metodologías
adecuadas a nuestras realidades.
2. Integrar en los diversos proyectos de investigación y pedagógicos técnicas de lectura
del imaginario que ayuden a defender la identidad y la cultura iberoamericana.
3. Desarrollar los estudios del imaginario en busca de nuevas perspectivas de
comprensión de la historia nacional y de América, así como de fenómenos tales como
el colonialismo, el imperialismo, el socialismo o la dictadura, sin olvidar la
importancia que el imaginario tiene para la expansión de las doctrinas religiosas.
4. Paralelamente desarrollar nuevos métodos de análisis que nos permitan acceder al
estudio de estos procesos desde unas perspectivas diferentes a las estudiadas hasta
ahora por la investigación tradicional.
5. En otra medida, este es un proyecto de integración multidisciplinario y
pluriuniversitario que aspira a reforzar la idea de Comunidad Académica
Iberoamericana
6. Se sitúa igualmente en la perspectiva de la universidad para el siglo XXI, en el marco
de las nuevas tecnologías y las nuevas pedagogías, en el currículo del futuro.
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