Download - Mariana Sandoval, La heroína de Puente Alto
Basada en el libro “Volar Alto” de
Eduardo Gomien
FUNDACIÓN PODEMOS CHILE
MArIANA SANDOvAL
LA HErOíNA DE PUENtE ALtO 5/5
SOBRE EL AUTOR
Eduardo Gomien es estudiante de Ingeniería
Comercial en la Universidad de los Andes y uno
de los fundadores del movimiento Podemos
Chile, enfocado en promover historias de
chilenos y chilenas que han dejado atrás la
pobreza y cumplido sus sueños, motivando
a miles más a perseguir los suyos.
La historia que estás por leer es una historia de sacrificio, como la de
muchos chilenos. Es la historia de alguien que se planteó un sueño y
luchó hasta cumplirlo. Es el camino recorrido por una persona que no
dejó que la sociedad, los prejuicios, el lugar donde nació ni la falta de
oportunidades le pusieran límites. En definitiva, es la prueba viviente de que
las dificultades suelen preparar gente común para un destino extraordinario.
En la Fundación Podemos Chile, hemos decidido lanzar esta colección de
historias para que sirvan de ejemplo e inspiración, en especial para la nuevas
generaciones, entendiendo que los caminos hacia la felicidad son muchos y
cada uno debe construir el suyo. Lo importante, es saber que ese camino se
comienza dando el primer paso, que es mirar al futuro, plantearse una meta
alta y no dejar que nada ni nadie nos ponga límites.
En esta colección de 5 historias, se presentan las vivencias de Marcelo Pino,
Carol Hullin, Marco Lincoñir, Mariana Sandoval y Carlos Albornoz. Confiamos
en que lo vivido por estos héroes y por muchos otros que permanecen hasta
hoy en el anonimato, nos ayuden a sembrar no solo optimismo sino también
la convicción de que en cada chilena y en cada chileno, hay un héroe escondido
que está a la espera de ser despertado.
IntroduccIón
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mariana sandoval | De Puente Alto a la Selección Chilena
la heroína de puente alto
MARIANA SANDOVAL | 5
Mariana Sandoval lleva 25 años dedicados al fútbol. Pero más que al
deporte en sí, ella ha luchado este cuarto de siglo por hacer realidad
un sueño: incentivar a jóvenes de escasos recursos de Puente
Alto a integrarse al Club de Fútbol Nueva Esperanza y, desde ahí,
enseñarles que en el esfuerzo, el compromiso y la constancia hay un camino
hacia una mejor vida. Pero este trabajo no ha estado exento de dificultades.
La idea partió hace más de dos décadas, cuando esta madre de cinco niños
acompañó a su hijo mayor Gilberto, de 10 años en ese entonces, a jugar un
partido por el club. Mariana detectó de inmediato que Gilberto tenía excelentes
capacidades, pero que si ella no lo empujaba un poco y lo animaba a asistir pe-
riódicamente a los encuentros, el sueño de ver a su niño convertido en jugador
profesional sería tan solo una ilusión.
Comenzó frecuentando los partidos de los domingos. En un principio, para
apoyar a su hijo. Pero, al poco tiempo, se situaba al borde de la cancha y daba
ánimo a todos. A los siguientes encuentros llevó, por iniciativa propia, cajas de
leche para los jugadores y té para los apoderados.
Un día, la historia de esta esforzada madre llegó a oídos de los hermanos
Hernández, dirigentes y fundadores del club, quienes le ofrecieron la opción de
trabajar formalmente con ellos. Ella aceptó, sintiéndose honrada.
Su primer trabajo fue repartir sándwiches al término de los partidos, y recibir y
doblar las camisetas para dejarlas listas para el próximo encuentro. Pero la dedi-
cación la hizo escalar rápidamente hasta llegar a un puesto usualmente vetado
para una mujer: director técnico.
Sueño truncado
A medida que ocupaba posiciones con mayor responsabilidad en el club, Mariana
mantenía una estricta disciplina en los entrenamientos de su hijo Gilberto. El
anhelo de verlo convertirse en profesional parecía cercano. Cada vez que lo veía
en la cancha, vibraba de emoción al ver las jugadas que generaba. Soñaba con
compartir, en algunos años más, esa alegría con miles de hinchas en un estadio.
Pero la carrera de Gilberto no siguió precisamente la senda que visualizaba
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Mariana celebra una nueva copa junto a su equipo.
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esta madre. Terminó en forma abrupta cuando, con 17 años, él recibió la noticia
de que sería papá. En una decisión que hasta el día de hoy le produce dolor,
pero actuando en consecuencia con sus principios, obligó a Gilberto a buscar de
inmediato un trabajo que le permitiera hacerse responsable de mantener a su
nueva familia. La promesa futbolística quedó en el camino.
en cancha de hombreS
Pese a que el sueño de Mariana estaba destrozado, ella tenía una responsabilidad
con el club y cada jugador. No dedicó mucho tiempo a cuestionarse cosas y siguió
trabajando con esfuerzo para que su equipo consiguiera buenos resultados.
Había otros desafíos que esperaba superar. Quizás el más duro: ser entrenadora
y tener que resistir en un ambiente predominantemente masculino. Cada decisión
y cada resultado, era cuestionado por provenir de una mujer. Era constantemente
insultada en los partidos y, cada vez, lo pasaba peor. Sus hijos, al ver el mal trato
que recibía, le pedían que se retirara, pues nadie quiere ver a su propia madre
enfrentando humillaciones.
Pero Mariana no quería retirarse, por fuertes que fueran los vientos en contra.
Por mucho que su gestión fueran cuestionada, por mucho que los ataques per-
sonales fueran feroces y por mucho que los resultados no fueran auspiciosos. Su
compromiso con el club y con los pequeños jugadores era mayor.
el fútbol como eScuela
El trabajo de Mariana era una preparación para una carrera de largo aliento. No
solo enseñaba jugadas y a hacer goles,
también procuraba transmitir valores.
Estaba convencida de que lo aprendido
en la cancha podía dejar importantes
lecciones para el futuro. Así como para
obtener buenos resultados en la can-
cha se necesitaba constancia, esfuerzo
y compromiso; la vida era lo mismo.
enseñarles que en el esfuerzo, el compromiso y la constancia hay un camino hacia una mejor vida.
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Esta entrenadora utilizó el deporte para mostrar un camino a seguir, donde el
empeño, la vida sana y el tener sueños son ingredientes esenciales para dejar
atrás la pobreza.
El trabajo con los jugadores empezaba en marzo, momento en que se les ex-
plicaba la rutina de entrenamiento y las metas que debían cumplir para levantar
una copa en diciembre. Esta planificación con hitos de corto y mediano plazo les
enseñaba a orientar su trabajo en base a conseguir logros y apuntar a un norte
claro. Según la disciplina de Mariana, los que se retiran a mitad de camino no
sirven para un equipo movido por la pasión.
Cuando algún chico dejaba de ir a los partidos, en ocasiones, ella aparecía de
improviso en su casa y pedía hablar con los papás para preguntarles porqué su
hijo había dejado de asistir. Mariana tenía más que claro que la participación y
Mariana, a la derecha junto a los jugadores de “Nueva Esperanza” con sus familiares, a quienes
llevó a una nueva victoria en 2013.
no solo enseñaba jugadas y a hacer goles, también procuraba transmitir valores.
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grado de compromiso de los padres eran fundamentales. Cuando veía que algún
jugador tenía bajo rendimiento académico, ese jugador no se salvaba del reto de la
entrenadora, quien no le quitaba el ojo de encima hasta que mejorara sus notas.
El sueño individual de Mariana de ver a un hijo convertirse en jugador pro-
fesional había traspasado los lazos sanguíneos. Ahora fantaseaba con llevar
a alguno de sus muchachos con más talento a la primera división. Y, a la vez,
otro de sus hijos había entrado al club Nueva Esperanza y empezaba a mostrar
buenos resultados.
Para esta esforzada mujer, ver los cambios que provocaba el deporte en la vida
de los niños, era suficiente recompensa. La primera vez que llegaban parecían
pollitos: tímidos, con poca iniciativa y acompañados en algunos casos por un
familiar. Pero, al tercer partido, ya se apreciaban cambios: se sentían parte del club,
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integrados en el equipo y empezaban a desarrollar una personalidad propia. No
solo los pequeños deportistas sufrían transformaciones; también algunos papás,
que comenzaban a sonreír y motivarse con los avances de sus hijos.
Así, Mariana se preocupa hasta el día de hoy de conocer a cada jugador: su
historia, su familia, su desempeño académico y sus ilusiones. Y pone especial
atención a la etapa más difícil, que es la adolescencia. Con años de experiencia,
su ojo experto detecta prontamente a quienes tienen más posibilidades de
empezar a fallar a los entrenamientos, por dedicar más tiempo a la fiesta y,
probablemente, a las drogas. En ellos pone especial cuidado para mantenerlos
en lo posible “enrielados”.
Se siente tan parte de la vida de los jugadores, que hace suya la pena cuando
sabe que algún ex miembro del equipo está preso por traficar drogas o por robar.
Y también hace suya la alegría, cuando alguno obtiene resultados sobresalientes
en la PSU.
Pero la vida, que no está exenta de ironías, quiso que todo este trabajo educativo,
y todo el esfuerzo puesto por Mariana en educar contra el uso de las drogas, no
fuera escuchado por su hija mayor, quien lleva el mismo nombre. Para ella, como
madre y mujer con valores, ver a su hija destrozada por el abuso de sustancias
ha sido un dolor inmenso, que no ha hecho más que empujarla a seguir en su
cruzada, pues viviendo de primera mano los nocivos resultados que el consumo
de drogas ha tenido en su hija, no desea
que otras familias tengan que pasar por
el mismo dolor.
una “nueva eSperanza”
El sueño de Mariana de ver a un hijo
llegar al fútbol profesional se cumplió
con Charles.
Él entró por motivación propia a jugar
al Nueva Esperanza y, conociendo los
errores del pasado con Gilberto y su
los dos habían puesto tanto esfuerzo para que le fuera bien, no podían dejar el trabajo a mitad de camino.
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hija Mariana, la disciplinada entrenadora tomó una actitud muy dura con el
pequeño. Sabía que si quería que fuera profesional, tenía que estar presente
para ayudarlo a sortear los obstáculos que enfrentaron sus otros hijos. Pero
Charles tenía algo diferente: compartía la misma ilusión de su madre.
Jugando ya en las inferiores, como cadete del club Universidad de Chile, Charles
entró en una vida distinta a la de los demás adolescentes, que requería muchos
sacrificios. Mariana recuerda un día en que Charles, de 14 años, le dijo que estaba
aburrido y quería dejar el fútbol. Ella no lo dejó, y le transmitió un mensaje muy
claro: le dijo que si los dos habían puesto tanto esfuerzo para que le fuera bien,
no podían dejar el trabajo a mitad de camino. Ella insistía en que no lo había
obligado a entrar al club; pero ahora que ya estaba, lo iba a obligar a permane-
cer. Sobretodo porque sentía que con Gilberto, su hijo mayor, había fracasado.
Charles se privó de una juventud normal. Se dedicó a entrenar y a hacer un
trabajo duro en forma silenciosa, con la idea de algún día poder llegar a jugar con
los grandes. Él no salía como los demás adolescentes, se acostaba temprano para
jugar al día siguiente. Finalmente todo el trabajo y dedicación a lo largo de los
años rindió frutos, y hoy, Charles Aránguiz, hijo de Mariana, es jugador clave en el
equipo de la Universidad de Chile, donde pudo levantar la copa del campeonato
nacional por tres campañas consecutivas. Además de ser parte importante de
la selección nacional.
Mariana no puede estar más orgullosa de su hijo, y es rápida en asegurar que
todo fue mérito de él: ella solo dio algunos empujones cuando lo sintió titubear.
Por supuesto, Charles es la realización del trabajo de toda una vida marcada por
enormes dificultades, que enfrentadas con espíritu de superación, han sido bases
sólidas para salir adelante en esta gran hazaña.
En este caso, la perseverancia, el esfuerzo y el atreverse a soñar, han sido
elementos esenciales de una historia que va más allá del éxito personal. Este
es un relato de realización personal y profesional. Aquí la estrella no es Charles,
sino Mariana, quien hasta el día de hoy sigue viviendo en la misma población
de Puente Alto, que vio crecer a sus hijos, y sigue trabajando -día a día- para
que otros jóvenes del barrio puedan seguir los pasos de Charles, o de Diego
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Charles, de chico un fanático del fútbol.
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Valdés y Sebastián Silva, que juegan en
Audax, o Mario Sandoval, sobrino de
Mariana y jugador de Colo-Colo. Para
todos ellos, el club de sus amores es
el Nueva Esperanza.
Hoy, Mariana grita los días sábados
desde el borde de la cancha, para dirigir
a 35 niños de entre 5 y 12 años en la
liga cachorros de Puente Alto. Y el día
domingo, en el fútbol federado, con
la perseverancia, el esfuerzo y el atreverse a soñar, han sido elementos escenciales de una historia que va más allá del éxito personal.
Charles Aránguiz, el hijo de Mariana jugando por “La Roja”.
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unos 30 más que van de los 10 hasta los 17 años. Y por supuesto, cuando más
fuerte grita, es cuando sigue los partidos de su hijo Charles.
“Si él no hubiera querido continuar, por mucho que yo le hubiera gritado, no
lo hubiera hecho. Pero de alguna forma, esos empujoncitos que yo le di para
hacerlo mantenerse en el fútbol, los tomó bien y le ayudaron a quedarse dentro.
Pero eso, no quita que los sacrificios los tuvo que hacer igual él, por lo que el
trabajo duro y el esfuerzo son su mérito”, explica Mariana. Y agrega: “cuando vi a
mi hijo jugar por la selección nacional fue una emoción enorme. Canté el himno
nacional entero y llorando de pura pasión”.
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la historia del héroe chileno que acabas de leer, es una invitación a
que te plantees metas altas y sueños que parezcan imposibles. lánzate
a perseguirlos con obstinada determinación. enfrenta todos los desafíos y dificultades que puedan
aparecer en tu camino con optimismo, pues solo a través del
esfuerzo, el compromiso y el trabajo duro se logran cosas increíbles.
avanza sin dudar hacia tus sueños, sabiendo que no existen más
barreras que las que tú mismo te pones.
te invitamos a que pienses: ¿cuál es tu sueño?
¿cómo vas a alcanzarlo?
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CHILE NECESItA HÉrOES
Chile es un país maravilloso donde existen muchos héroes
que permanecen ocultos. Esos héroes son hombres y
mujeres de carne y hueso que han tenido que luchar contra
todo para cumplir sus sueños y los de su familia. Hoy en día
es cuando más necesitamos conocer sus historias, y saber
que pese a todas las dificultades, sí es posible alcanzar
metas altas y sueños que parezcan imposibles. Solo se
necesita esfuerzo, perseverancia y creer en uno mismo.
En este folleto se presenta la historia de Mariana Sandoval,
una mujer luchadora y apasionada que desde Puente Alto
educa a jóvenes a través del fútbol. Te invitamos a conocer
su historia, esperando que sirva de inspiración para que las
nuevas generaciones enfrenten sus desafíos con optimismo
y perseverancia.