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LUIS BONAPARTE. POSIBLE ESCLEROSIS LATERAL
AMIOTRÓFICA (ELA)
DR. ANTONIO CASTILLO OJUGAS
Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid (ICOMEM)
20, noviembre, 2018.
EMPECEMOS CON LA FAMILIA
Luis Bonaparte se casa con Hortensia Beauhernais en 1802, por imposición
de su hermano Napoleón. Un matrimonio no deseado por Luis, no
indicado por ellos, no se aman, no se entienden, unión ficticia, unión
dinástica, reunión concertada. Sí, la novia, la esposa, Hortensia era hija de
Josefina, viuda del Vizconde Alejandro de Beauhernais, la legendaria,
atractiva y atrayente mujer que enloqueció a Napoleón Bonaparte que la
coronó Emperatriz el 2 de diciembre de 1804. Por lo tanto, Hortensia fue
hijastra del Emperador, y sobrina y cuñada de todos los Bonaparte.
Pero comencemos por Josefina, mejor Josephine, cuyo nombre completo
era María Josefina Rosa Tascher de la Angevie. Nacida en París el 23 de
junio de 1763, su padre acabó arruinándose por su afición al juego y
marcharon a la Antillas, a la Isla de Martinica creando una importante
factoría de azúcar obtenida de la caña. Ya iniciada la juventud es enviada a
Paris, y allí conoce a un atractivo joven Alejandro de Beauhernais en 1780.
Su vida matrimonial fue un fracaso, teniendo un hijo, Alejandro y por sus
problemas políticos, fue enviado a Martinica con cargo oficial, no llevando
a su mujer, que en París tuvo a su hija Hortensia. Se separaron
escasamente cuatro años después. El continuó una vida irregular, incluso
teniendo una hija con su prima Laure Girardin, políticamente seguidor de
los revolucionarios y contrario después, de modo que el 23 de julio de
1794 fue guillotinado bajo órdenes del esquizoide Robespierre
Por razones políticas y señoriales, Josefina también fue internada en la
prisión de los Carmelitas saliendo uno días antes de la ejecución de su
marido, gracias a la amistad de una extraordinaria mujer española, Teresa
Cabarrús (Tèrèse Tallién), diosa de la Revolución.
Josefina conoció al General Lázaro Hoche y su círculo de amistades en
París era extraordinario. Era una hermosa mujer, agraciada con belleza,
distinción y encanto. Todo era bello menos su dentadura, deteriorada y
feísima, seguramente destruida por chupar caña de azúcar en su niñez,
que decolora los dientes y facilita las caries. Si observamos los numerosos
retratos de su hermosa figura, observaremos que siempre tiene la boca
cerrada y, a lo sumo, entreabre sus labios.
En aquellos círculos literarios y también amorosos, conoció Napoleón a la
bella viuda antillana y se enamoró de ella. Aprovechó la circunstancia el
hijo Alejandro que en una audiencia rogó a Napoleón le devolvieran la
espada de su guillotinado padre, cosa que maravilló al General. Este tenía
27 años y Josefine 32, siendo cada vez más intensa su amistad de manera
que en el dos de mayo de 1796 se casaron.
Enseguida Napoleón marcha a Italia. Su hermano Luis le acompaña.
Josefina se quedó en París, pero no se aburre: traba amistad con el oficial
Hippolyte Charles. La campaña de Italia 1786-1787 fue un constante
triunfo francés, frente a las tropas austriacas y hasta se hizo con regiones
papales. Estuvo en Bolonia. Aprendió a llevarse cuadros hermosos y
valiosos que más adelante sus Generales superaron al maestro
Inglaterra era la reina del Mediterráneo, con islas estratégicas como Ibiza,
Malta y Chipre, precedidas por el Peñón de Gibraltar y finalizando con
Egipto. Napoleón pensó arrebatarles esta nación y 1798-1799 fueron los
años de la campaña del Nilo. En verdad, un fracaso total si bien los
geógrafos, escritores, dibujantes y arqueólogos han dado los mayores
tintes de gloria a la expedición. En primer lugar, la flota francesa fue
destrozada en Aboukir por Nelson. El ejército egipcio estaba bien
entrenado por oficiales ingleses, luego se añadirían las enfermedades, el
ejército se retiró hacia Siria. Napoleón, Luis y Mural por fin pudieron llegar
a Francia. Cada vez eran más patente y avanzaba la parálisis de las manos
y de las piernas. Era torpe en escribir los partes militares
Ya en París el inmenso amor de Napoleón a Josefina, a quien escribía casi
diariamente, fue muy afectuoso al tiempo que procuraba realizar sus
sueños de grandeza. Para lo cual trajo de de Roma al papa PIO VII el 2 de
diciembre de 1804. Al final, fue el propio Napoleón quien se coronó y
coronó emperatriz a Josefina en la fastuosa ceremonia de Nôtre Dame en
París.
Dejemos correr su vida. No tiene hijos, le falta descendencia. En 1810 se
separan de modo ritual y político. Napoleón se casará con María Luisa.
Archiduquesa de Austria, hija del Emperador y sobrina nieta de la
decapitada reina de Francia. Sin embargo, Napoleón había tenido un hijo
un año antes, el cual nació de María Waleska en Varsovia.
En 1810, Josephine se retiró a la Malmaison, y murió el 29 de mayo de
1814 a los 50 años. Tuvo una vida esplendorosa, llenando su casa de
hermosas obras de arte y en su jardín, cultivando rosas, que dieron
nombre mundial a sus especialidades. Todo con el recuerdo constante a
Napoleón, un amor nunca acabado.
LOS HIJOS DE JOSEPHINE
Eugenio Beauhernais nació en Paris en 1781 y le hemos visto pidiendo al
Cónsul Napoleón que le entregaran la espada de su padre. Su amistad fue
cada vez mayor, como hijastro del General que ya en 1796 se habían
casado con Josefina. Tiene 17 años cuando acompaña a Napoleón a la
campaña de Egipto y tras dejar a su hermano Luciano reinando en el trono
de Nápoles, cambiándolo poco después por su cuñado Muret, Eugenio fue
nombrado Virrey de Italia, casándose en 1805 con Augusta, hija segunda
del Rey de Baviera. Pasó luego con Napoleón a la desgraciada campaña de
Rusia en 1812 como General de un cuerpo de ejército. Maximiliano le
nombré Duque de Leuchtenberg.
Baviera fue un estado importante en el siglo XIX. A Maximiliano le sucedió
en 1825, su hijo Luis I cuyo momento, digamos, esplendoroso, fue su
amistad con Lola Montes. Continuó el reinado Maximiliano II, muriendo
prematuramente sucediéndole Luis II, el de los castillos imposibles, su
amistad con Wagner y su suicidio. Continuó la saga con Otón I, otro loco
completo, habiendo estado como regente su tío Leopoldo, hermano de
Luis II, y tras la muerte de Otón en 1913, le sucede su hijo Luis III, entre
1913 y 1918, depuesto por la unión alemana, viviendo tres años más.
La segunda hija fue Hortensia, bella y agradable como su madre.
Ambiciosa y despreocupada como ella, nació en París el 10 de abril de
1783 y siguió la vida cómoda, elegante y atractiva, bajo la vigilancia de
Napoleón que la casó con su hermano Luis Bonaparte, un amor nunca
consentido, una pareja siempre inadaptada. La boda fue el 23 de
diciembre de 1801. En esa época Luis presentaba molestias en la rodilla
derecha y en espalda, debido a traumatismo al caerse de un caballo y
afectación en manos con dificultad para asir objetos y pérdida de fuerza,
síntoma inicial de su gravísima e invalidante enfermedad neurológica,
asistiendo, antes de casarse, a los Baños de Bareges. Estuvo con su mujer
en la Coronación Imperial el 2 de diciembre de 1804 con el beneplácito del
desgraciado Papa Pio VII. Dejemos a Hortensia aquí. Sigamos su vida
casada, divorciada y finalizada en la biografía de su esposo Luis.
LUIS BONAPARTE
Luis Bonaparte nació en Ajaccio el 2 de septiembre de 1778. Era el quinto
hijo de los ocho hermanos napoleónicos, siendo sus padres Carlo
Bonaparte y Letizia Ramolino. Carlo muere de cáncer gástrico y viuda
queda al cuidado de sus cinco hijos y tres hijas. Destacó el segundo hijo,
Antonio Nicolás, llamado Napoleón, el gran hombre, el gran general, el
Emperador. Luis Bonaparte fue su hermano más querido. Estudió la
carrera militar en la Academia Militar de Châlons-sur-Maine, sirviéndo
enseguida en las campaña de Italia (1796-1797) y de Egipto (1798-1799).
Sufrió una caída de caballo en Italia, sospechándole una fractura vertebral
y lesión en la rodilla. Siempre cojeaba al andar y en general era un hombre
poco comunicativo, algo pesimista y muy temeroso de su salud. Hemos
indicado que en 1801, poco antes de casarse estuvo en Bareges,
comenzando su constante y repetida cura balnearia pues sus molestias en
las manos apenas cedían y en 1803, después de una cura en Monpellier,
regresa muy alterado a París, sospechando la infidelidad de Hortensia. Las
lesiones en las manos y en los brazos son cada vez más acentuadas, así
como en piernas. Covisart y Hallet envían a Napoleón un informe diciendo
que tiene una “sequedad en ambas manos y se extiende a ambos
antebrazos y flexión de los dedos”. El resultado fue nulo en una cura en
Plombieres en junio de 1804. Molestias en las piernas y progresión en las
manos, A finales de aquel año sucede la coronación de Napoleón
LUIS I, REY DE HOLANDA
Napoleón Bonaparte, emperador y dueño de gran parte de Europa, había
conquistado y adueñado de Holanda colocando a su hermano Luis como
Rey del país. Toma el nombre de Lodewijk I el 6 de junio de 1806,
firmando el decreto sujetando la pluma con unas vendas por su
incapacidad. La mano izquierda y la marcha iban progresando. No se
alteraban los músculos respiratorios y era normal en el aspecto sexual.
Antes le visitó el Dr. Boyer que le recomendó los lodos de Saint Amand y
así, pocos días después de su toma del trono, el 17 de julio, partió con una
comitiva de tres carruajes al balneario alemán de Weisbaden, regresando
el 15 agosto, fiesta local. Se hizo querido del pueblo, colaborando con
toda eficiencia a la catástrofe de Leiden, donde explotó un barco de la
armada holandesa en 1807 cargado con pólvora y más tarde, en 1809,
unas terribles inundaciones le obligan a visitar el país. Le llegaron a llamar
Luis el Bueno.
No eran correctas sus relaciones con Napoleón. Este le pidió tropas
holandesas para la campaña de Rusia, lo que no hizo. Las relaciones
comerciales de ese país con estados vecinos eran intensas y al fin y al
cabo, contrarias a Francia. El Emperador se había separado de Josefina en
diciembre de 1809. Por, todas estas y otras razones, el 1 de julio de 1810,
Luis Bonaparte dejó el reinado, otorgándoselo a su hijo Luis II, Lodewijk II,
que reinó solo nueve días pues el genio napoleónico, invadió Holanda y
así siguió hasta Warterloo en 1815 con el reinado de Guillermo de Orange.
El país estaba constituido por Holanda y Bélgica, separándose ésta en
1830.
LOS HIJOS DE LUIS BONAPARTE Y HORTENSIA Y OTROS MÁS
El matrimonio Luis Bonaparte y Hortensia teóricamente engendraron tres
hijos. La historia biográfica de este matrimonio es confusa, de escaso
amor, de escasa afectividad de Luis y demasiada condescendencia y
afectividad de Hortensia, ilustre seguidora de su santa madre. A los nueve
meses y seis días de su matrimonio nació Napoleón Carlos que conquistó
el alma del Gran Corso. Incluso en aquella época había quien aseguraba
que el niño era hijo de Napoleón, que se paseaba llevándolo de su manita
y vistiéndole de arrogantes uniformes. Hay un retrato en que el niño porta
una gran espada. El Barón de Monnier, Prefecto de Palacio, escribe en sus
“Memorias” que Napoleón Carlos era hijo del Emperador. Todo terminó
porque el niño falleció a los cinco años el 5 de mayo de 1807, afecto de
difteria.
Entre sus continuas marchas a Balnearios y tratamientos locales, el
carácter de Luis Bonaparte le condujo a un estado depresivo, y su segundo
hijo, que hemos ya señalado como segundo rey de Holanda fue negado
por completo por el padre, harto de las infidelidades de Hortensia. Nace
en Paris el 11 de octubre de 1804 y tras la muerte de Napoleón, Carlos
queda heredero de su efímero reinado holandés. En el exilio se casó con
su prima Carlota, hija de José I de España, esa muchacha en la que pensó
nuestro malhadado rey Fernando VII en su época de exilio en Valencienne,
en realidad, prisionero de los franceses en esa finca del ministro
Talleyrand. Con el hermano tercero, el que sería Napoleón III se estableció
en Italia y mantuvo amistad y convivencia con los “carbonarios” y organizó
la lucha contra los austriacos en el Norte de Italia. En 17 de marzo de 1831
huyó por la represión de las tropas austriacas y de los Estados Pontificios.
Enfermó de sarampión y murió en Forlí. Está enterrado en Saint Lieu-la-
Forêt, sepultura familiar.
El tercero es ya improbable hijo de ese matrimonio. Si lo fue, casi puede
decirse que por casualidad. Está estudiado muy claramente en el
transcurso de viajes y estancias balnearias. Luis Carlos Napoleón
Bonaparte, el futuro Emperador, Napoleón III, nace en París el 20 de abril
de 1808. Solo pudo ser engendrado el 12 de agosto de 1807. Así lo
concretan autores como Cabanés. Luis Bonaparte no va a visitar a su
mujer y al niño hasta 25 días después de nacer ni mandó hacer la salva de
cañones de artillería en Holanda. El Emperador conoció al niño cuando
llegó a París y el bautizo fue más tardío, el 5 de noviembre de 1810 con
otros 22 criaturas de altas personalidades del Imperio en la Capilla de
Fontainebleau. Los padrinos fueron el Emperador y la nueva Emperatriz, la
austriaca María Luisa, oficiando al Cardenal Fesch, tío de los Bonaparte
¡Todo queda en familia.
Existen algunos hechos en la vida de este matrimonio que han dado lugar
a habladurías. No he encontrado ningún dato inculpatorio pero la
separación del matrimonio era porque no había amor o porque Luis era
homosexual o al menos totalmente indiferente al estímulo femenino
¿Por qué tanta concreción en las fechas del nacimiento? Ya del segundo,
pero evidente en este terecero. Hortensia sale de Holanda el 5 de junio de
1807 para acudir a baños termales en los Pirineos. Deja a su esposo que el
2 de julio se traslada a Toulouse. En Cauterets, cerca de Lourdes, a unos
doscientos kilómetros de Toulouse, está Hortensia con un devoto cortejo:
su amigo el Duque de Descazes, el almirante holandés Van Huelle, el
caballerizo Van Bylandt, y numeroso séquito. Unos días después, el 19
hace Hortensia una excursión a Gavarnie acompañada solamente por Van
Byland regresando al día siguiente 20 de julio. Continuó Hortensia la
excursión pirenaica y uno días después organizaron una marcha hacia
Toulouse y el 12 de agosto se encontró con Luis. ¿Engendraron aquella
noche? Muy dudoso. El niño nació 20 días antes de lo previsto y ya de
adulto tenía caracteres holandeses. El caballerizo, el Conde Van Bylandt
Peterscamp, fue asiduo visitante de Hortensia durante sus años de exilio.
No era Bonaparte. Hay profundos estudios genéticos, por ejemplo, la
escuela de GERARG Lacotte. Parece que entonces el Rey de Holanda dijo al
Papa: Me he casado con una Mesalina que pare. Ese mismo año se
separan y además 1810 es el fin del reinado holandés.
Luis continúa con su viajes medicinales y consulta con profesores de la
universidad de La Haya quejándose siempre de estar muy enfermo. Las
parálisis musculares en brazos y en piernas con acuciantes y progresivas.
En 1811 asiste a Aix-les-Bains. En 1812 acude a Montecatini, donde
adquiere una blenorragia. En 1813 repite en Sklene Toplice donde
coincide con Goethe que queda encantado con su amistas y escribe: ”Luis
Bonaparte se granjeó sin cesar las voluntades con solo ser visto y oído”.
Volvamos con Hortensia que cuida a su hijo pequeño con gran dedicación
pasando temporadas en la finca de Saint-Lieu y otras con la abuela
Josefine en Malmaison. Todo se acaba con la caída del Imperio. La
atractiva Hortensia es conocida y seduce al Emperador de Rusia Alejandro
que consigue del rey Luis XVIII le conceda el Condado de Saint Lieu,
pequeña ciudad al norte de Paris, cuyo castillo habían comprado e épocas
esplendorosas, título no hereditario y alargar su estancia en Francia pero
al fin, el 17 de julio de 1815 la ordenan marchar del País Galo y el 26 ya
están en Ginebra. Buscan refugio en Suiza y habiendo heredado dos
millones y medio de francos al morir su madre, adquiere por 50.000 la
finca de Arenenberg cerca de Constancia y en abril de 1817 dispone de un
“exiguo” servicio compuesto por un Capellán, un Preceptor, un
Intendente, una lectora, una camarera, un cocinero, un cochero y un
lacayo. El Preceptor, Felipe de Bas consigue interesar a Luis Carlos
Napoleón y con él está en el Liceo de Augsburgo en 1820.
Ya hemos indicado que el segundo hijo Luis, el mínimo Rey de Holanda,
estuvo en Italia con gran actividad política, adscrito a los “carbonarios”,
uniéndose a él Luis Carlos Napoleón, viviendo en casa de su abuela Leticia.
Hortensia residió con su tía y cuñada Paolina Borghese en Roma en dos
ocasiones. La antigua Reina de Holanda muere en su finca de Arenenberg
el 5 de abril de 1837. Tenía 57 años.
EL CUARTO HIJO DE HORTENSIA
Mal año fue aquel de 1810 para el matrimonio de Hortensia y Luis
Bonaparte: Se separan, se acaba el reino de Holanda, cada uno lleva su
vida, él, de balneario en balneario, ella siguiendo una vida fácil, trepidante
y amorosa. Hortensia tiene numerosos admiradores y entre ellos el militar
Conde Carlos José de Flahaut de la Bilarderie. La relación es intensa y
frecuente, de manera que Hortensia queda embarazada y para evitar
mayores problemas en septiembre de 1811 marcha a Saint Moritz, en
Suiza, dando a luz el 11 de octubre un niño que el día 22 es bautizado
presentándose el supuesto padre como el Oficial del Ejército de Prusia
Jean Auguste Hyacinte Demorny (de ahí el ducado de Morny) que
convenientemente pagado, desapareció para siempre. El auténtico
progenitor de Carlos Augusto, Luis y José, el Conde de Flahaut se hizo
cargo del niño y lo crió su abuela paterna, la complaciente señora
Adelaide, esposa del muy cornudo Conde Charles de Flahaut ya que el
amante de Hortensia era hijo natural de Adelaide con el depuesto Obispo
de Autun, Ministro de Napoleón y muñidor de Europa, Charles Maurice
de Talleyrand. Esta señora quedó viuda y se casó con el diplomático
portugués don José María Botelho de Souza. Pero ella tampoco era “trigo
limpio”. Su padre fue nada menos que el Rey Luis XV. Su madre se llamaba
Irene de Boisson de Longavé, esposa de un recaudador de impuestos del
Rey.
Charles de Fluhaut Beaumarchais estudió en la Universidad Derecho, pasó
a la colonización de Argelia entre 1834 y 38. Dirigió en Francia una
importante compañía de azúcar de remolacha, impulsó la creación de los
ferrocarriles, fue un gran empresario y siempre un importante financiero.
Su hermanastro Napoleon III le nombró ministro de interior que dejó
apoco tiempo y fue nombrado Embajador en Rusia. Allí conoció a Sofía,
mujer bellísima, hija del Príncipe Serge Yrouledkyb y de la Condesa
Ekaterina Moussin, es decir, así fueron sus padres pero ella hija del
Emperador Nicolás I. Nacida en Moscú en 1836 tuvo cuatro hijos con
Charles Auguste, Duque de Morny y al quedar viuda en 1865, cuatro años
después se casa con el Marqué de Alcañices, el tutor y organizador de la
instauración en España del Rey Alfonso XII. Sofía murió en Madrid el 27 de
julio de 1896.
Charles de Flahaut decía que era nieto de un Rey, hijo de un Obispo,
amante de una Reina y hermano de un Emperador.
En 1852 se publica un libro, el 18 BRUMARIO DE LOUIS BONAPARTE que
escribe Carl Marx. Pero no, no es nuestro personaje. Está dedicado a
Napoleón III, que pasó de Presidente de la República a Emperador.
MADAME MÈRE, LETIZIA BONAPARTE
Figura esencial en la historia de los Bonaparte es la madre de la prole.
Letizia era una jovencita de Ajaccio, entonces capital de Córcega, isla
italiana , mejor, Genovesa, que nacida en 1750 casó a los l4 años con un
muchacho de 18, abogado, llamado Carlo Bonaparte, animoso
independentista de la isla frente a genoveses y franceses que finalmente
triunfaron y aunque los promotores de la insurrección como Pascal Paoli
huyeron a Inglaterra, Carlo Bonaparte quedó en Córcega muriendo en
1785 de cáncer de estómago dejando a su familia en pésimas condiciones
pues la generación fue amplia y precoz. A los l5 años Letizia tuvo a José, el
primero de los trece, sobreviniendo ocho, Napoleón el segundo, Luciano,
Elisa, Luis, Paulina, Carolina y Jerónimo el octavo.
El “Gran Corso”, el Emperador, favoreció de modo generoso y espléndido
a sus hermanos. José (1768-18449, fue nombrado Rey de Nápoles
pasando luego a España, “El Pepe Botella”, Luciano (1775-l840) de amplia
descendencia, Elisa, casada con Pedro Bacciacchi, duquesa de Luca, Luis
Bonaparte que estamos estudiando, Paolina (1780-1825), casada en
segundas nupcias con el Príncipe Borghese, Carolina Bonaparte (1782-
1839), casada con el General Murat, Reina de Nápoles y Jerónimo (1784-
1860), Rey de Westfalia. Esto y en las proximidades, exilio mortal a la isla
inglesa de Santa Helena.
Leticia, Madame Mère, siguió a su hijo predilecto y tras su triunfo, se fue
a vivir a París. Hizo vida recatada para las costumbres allí habituales pero
se dedicó a hacer negocios y comisiones especiales, empezando a
constituir una gran fortuna. No consintió los amores de su hijo Napoleón
con Josefine y en la gran ceremonia de la Coronación en 1802, no acudió a
la ceremonia, marchando con su hijo Luciano a Roma. En el gran cuadro
del pintor David, la colocó en una especia de palco detrás del Papa y otros
dignatarios, mientras Napoleón en pie, llevaba en sus manos la corona
imperial que impondría a su mujer que estaba a arrodillada, con la frente
baja, de sumisión. Pues este detalle de la madre, es falso. Repetimos que
no estuvo en la Coronación y lo que aparece en la obra pictórica es un
añadido del pobre pintor.
Tras la primera derrota de Napoleón y su cautiverio en la Isla de Elba,
Madame Mère alquiló una casita en las proximidades de su hijo, y tras la
gloriosa marcha de los Cien días, llegó a derrota final de Waterloo y el
final de aquel coloso, no pudiendo estar con él. Llegó a vender joyas, por
ejemplo, un gran diamante, al Sultán de Constantinopla, a través del
Embajador turco en París. Años antes, una prima de Josefine Beauharnais,
Anne Duburc de Rivèry, fue raptada por unos piratas berberiscos y
vendida como esclava en Turquía, llegando a la familia imperial, quedando
como favorita del harén, siendo madre del Sultán Mahamud II que reinó
entre 1808 y 1839.
Quedó desde 1814 doña Letizia a vivir en Roma, acogida afectuosamente
por el Papa Pio VII, que tantas afrentas había recibido de Napoleón.
Residió en el Palazzo Falconieri con su hermanastro el Cardenal Joseph
Fesch y dos años más tarde, alquiló y al fin compró el Palazo Ronucini en
Via del Corso esquina a Piazza Venezia. Era un lugar magnífico para seguir
la vida romana que por allí caminaba en grupos paseantes y en carrozas.
Madame Mère era aficionada al arte, visitaba las grandes mansiones
señoriales de Roma y asistía a conciertos y recitales. Durante su vida, la
pintaron varios artistas, y nada menos que el escultor Canova la esculpió
en París echada sobre un sillón marmóreo(1804-l807), eso si, vestida,
según se conserva en Devonshire, y no desnuda como unos años después,
apareció su divina hija Paolina Borghese que mantenía su escultural
cuerpo en el estudio del artista merced al calor de la chimenea siempre
encendida aun en verano.
Debió padecer unas cataratas y en 1829 mientras paseaba por los jardines
Borghese, sufrió una caída y fractura de fémur. No volvió a salir y en un
carrito de ruedas la llevaban desde sus habitaciones al salón del palacio en
el que había mandado construir un pequeño mirador, que aún se conserva
en el segundo piso, cerca de la plaza. Padeció un rebelde estado febril,
seguramente malaria, muriendo el 2 de febrero de 1836, a los 86 años.
Néstor Luján refiere una de sus muchas sentencias “Nadie en el mundo ha
abofeteado a más reyes y reinas que yo”.
TERMINAMOS CON LUIS BONAPARTE
Después de Waterloo, Luis Bonaparte fue exiliado de Francia y vivió en los
estados papales. Acudió, como siempre, a los balnearios con el fin de
mejorar su padecimiento, con mejorías pasajeras en cuanto a movilidad
de sus piernas pero sin ningún avance en su parálisis y atrofia de sus
brazos y manos.
En 1818, al no haber obtenido permiso para ir a Carlsbad y otras termas
francesas y centroeuropeas, estuvo una buena temporada en Montecatini
y visitó a su hermana Paolina que tomaba baños en Lucca. Un año después
ya pudo ir a balnearios austriacos, como Marienbad y en otra temporada a
Sklene Topice, que ya conocía, encontrándose de nuevo con Goethe,
invitándole a su mesa, y el gran intelectual quedó encantado con su
amistad, escribiendo que Luis Bonaparte “se granjea sin cesar las
voluntades con solo ser visto y oído.
Coincidió en Baden con María Luisa, esposa del Emperador Francisco II a
quien escribe “Se asemeja mucho a su hermano y no parece tener la mano
y el pie paralizado. Su aspecto sería atrayente y su conversación
agradable”. Era un caballero y disimulaba su depresión, su falta de
movilidad, su torpeza con las manos y con frecuencia se debatía en la
desesperación y la tristeza le embargaba. Visitó Roma y en casa de su
madre tuvo fases depresivas. Estaba separado de Hortensia, pero no
disuelto el matrimonio por lo que siguió llamándose Conde de Saint Lieu y
vivía en Livorno, puerto importante, cercano a Pisa, rival siempre de
Génova y más arriba, lo que es hoy, Riviera italiana.
A pesar de ello, mantenía espléndidas relaciones con sus amigos y
personas allegadas, destacándose la amistad con el matrimonio
Castelvechio. Así se llamaba el pueblo, entonces de Saboya, al interior de
la Costa Azul cercano a Niza, rodeando el pequeño castillo. Doña Anne
Felice Roland, posible esposa de don Mario Antonio Castelvecchio fue
asidua receptora de las atenciones de don Luis Bonaparte, inválido de
brazos, piernas y columnas, pero útil de su cabeza y de otras partes
pudendas del cuerpo, recidivando alguna vez a una recurrente
blenorragia. Total que doña Anne quedó embarazada, según lo que decía
la gente de don Luis y en Roma tuvo un hijo, Francisco, el 26 de abril de
1826. Este joven llevó una vida mundana adecuada a su condición y se
casó en 1847 con Elice Pasteur d´Etreillis, teniendo tres hijos, la mayor
Josephine, de curiosa vida artística. Murió Francisco el 21 de mayo de
1869 en Rennes. “The Castelvecchio Family” es un libro de Willian Tyler
interesante para conocer estos avatares.
El 30 de mayo de 1829, escribe don Luis al médico familiar, Profesor
Weigel: “Os confieso que estoy cansado de los baños medicinales que no
parecen convencer a mi enfermedad”. Eran, de todas formas, un
excelente motivo para tratar gente, amistades y parientes. Tuvo un
interesante romance en mayo de 1836 con la Marquesa Strozzi, de
Florencia.
Bonaparte siguió haciendo su vida como pudo, con frecuentes estados
depresivos y ciertas satisfacciones, generalmente de tipo gástrico. En
Livorno, ciudad marinera, con recuerdos de los Médici, se comía bien. Era
famoso el “cacciuco”, sopa de pescado y los “triglie”, o sean, salmonetes.
Murió el 25 de julio de 1846, de una “apoplejía”, un fulminante ataque
mortal. Si había nacido en 1778, vivió 68 años. Fue enterrado en Livorno,
años más tarde, su “supuesto” hijo Napoleón III trasladó sus restos al
panteón familiar de Saint Lieu.