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LOS SONIDOS (9 )
En principio, sonido radiofónico es todo lo que se escucha por la radio:
desde la voz del locutor, pasando por las declaraciones de los protagonistas
de la actualidad, la música y los efectos de todo tipo que pueden formar
parte de un mensaje. En este capítulo, y dentro de esta apreciación
genérica, se analizarán los sonidos como uno de los elementos del código
de comunicación radiofónica (voz, palabra, sonido, música y silencio),
fundamental para complementar y contextualizar ante la audiencia el
mensaje y discurso que emite la radio. Desde esta óptica, sonidos son
todos aquellos que no son producidos por la voz o que no han sido
armonizados en una composición musical. Sonidos, en suma, que por su
enorme variedad y múltiples opciones en cuanto a su utilización dentro del
discurso, confieren al mensaje radiofónico no sólo un valor informativo
como elemento para contextualizar la noticia sino, también, expresivo y
significativo. Es decir, capaces de generar un lenguaje propio: el lenguaje
sonoro.
EL LENGUAJE SONORO (9.1)
Los sonidos se configuran como lenguaje sonoro al crear una semiología -
un código de signos acústicos -, que permite al receptor obtener una
interpretación del contenido significativo de la cadena sonora que escucha.
Esto sucede, porque los sonidos extraen de la memoria del oyente
determinados datos en cuanto a conocimientos, experiencia, vivencias,
recuerdos, etc..., que se convierte en un lenguaje capaz de transmitir un
mensaje inteligible para el que está a la escucha. En este sentido, los
sonidos adquieren el carácter de lenguaje porque trasladan al receptor
sentimientos, sensaciones, etc..., capaces de hacerle reaccionar y de
modificar su opinión o estado de ánimo.
<< Los sonidos permiten al oyente codificar una serie de signos
almacenados en su memoria, con los que obtiene una interpretación
significativa de la cadena sonora que escucha >>
La capacidad que tiene el oyente para obtener una interpretación
significativa al escuchar una cadena sonora, se asienta en la sensibilidad del
oído humano que permite generar en la mente una serie de imágenes, con
las que se puede establecer un desarrollo argumental y significativo de lo
que escucha.
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Es lo que se denomina imagen acústica, con la que se define la capacidad
del sonido de hacer evocar en imágenes mentales, la interpretación que le
atribuye la experiencia, conocimientos, sentidos o vivencias personales de
cada oyente.
La imagen acústica (9.1.1)
Según la definición del lingüista Ferdinand de Saussure: << la imagen
acústica no es el contenido material, cosa puramente física, sino una huella
psíquica, la representación que de él nos da el testimonio de nuestros
sentidos >>. Esa huella psíquica a la que se refiere Saussure, es la
capacidad del sonido para estimular y extraer de la memoria una imagen
almacenada que se despierta, al estar asociada al sonido que se escucha
En este sentido, la cadena sonora que ofrece la radio con su emisión es
percibida por la audiencia como un sistema de sugerencias, de imágenes
acústicas, capaces de estimular su imaginación; lo que da lugar a una
escucha activa y no pasiva. En esta línea y tal y como afirma el catedrático
Mariano Cebrian: <<el receptor no es un mero recipiente pasivo>>, sino
que, por el contrario, se ve impelido a recomponer la realidad que se le
transmite en forma de sonido. Esa escucha activa se produce no sólo por
el estímulo de la imaginación, sino también por la iconicidad -el código de
signos-, que encierra el sonido radiofónico, al ser un reflejo de la fuente
que lo ha producido; ya que lo que percibe el oyente no es el sonido
original, sino una reproducción del mismo: una imagen acústica de lo que
escucha.
El oyente reconoce, decodifica, la fuente original del sonido que escucha,
de acuerdo a unos niveles de percepción propios, y en función de la carga
sensorial que cada sonido incorpora. A este proceso de decodificación
tampoco es ajeno el medio en el que se produce la escucha, el lugar, el tipo
de receptor, la utilización que se realiza del mismo, el volumen empleado,
etc... Por ello, la decodificación final que realiza el oyente de una cadena
sonora no dependerá únicamente de las intenciones del emisor; sino
también de la propia intervención del receptor, por medio de su
imaginación, de la recomposición mental que hace en imágenes acústicas,
y del lugar y manera en que efectúa la escucha.
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Grados de percepción del lenguaje sonoro (9.1.2)
Si el sonido, la cadena acústica radiofónica, es un sistema capaz de crear
sensaciones y despertar la imaginación de quién permanece a la escucha; la
percepción final de mensaje -del contenido significativo-, dependerá de la
intencionalidad de quién elabora y emite esa cadena sonora y, en la misma
proporción, de la escucha e interpretación que realiza cada oyente en
concreto. En este sentido, se pueden establecer distintos grados o niveles
de percepción (3), con respecto al proceso de interpretación que realiza el
oyente como sujeto inserto en un contexto vital, social y cultural
generalizable y, a la vez, individualmente sensible, emotivo e imaginativo.
Primer grado: percepción de carácter universal
Referida a la capacidad de determinados sonidos para despertar
sensaciones y estados de ánimo similares en la totalidad de la
audiencia: bienestar, miedo, excitación, intriga, sospecha, relajación,
etc... En este caso, el agente sonoro que provoca este tipo de
reacciones en la audiencia es, fundamentalmente, la música y,
también, determinados sonidos procedentes de la naturaleza: agua,
lluvia, tormenta, fuego, etc... Unos y otros conforman un lenguaje
sonoro de carácter universal que provoca en el oyente una percepción
anímica generalizable a toda la audiencia, al margen de la
individualidad de cada uno de sus integrantes.
Segundo grado: percepción individualizada
El segundo grado de percepción que el oyente pone en juego para
obtener una interpretación de la cadena sonora, es la asociación
mental que establece entre el sonido que escucha y la imagen,
situación u objeto que previamente tiene registrado en su memoria.
Así, la percepción de cada oyente dependerá del contexto social y
cultural del que haya extraído los datos, conocimientos y experiencia
vital que tenga almacenados. Es decir, la percepción del sonido que
realiza pierde su carácter universal, para dar paso a una serie de
interpretaciones paralelas que dependen del proceso de socialización
y aprendizaje cultural de cada individuo en concreto.
(3) << Técnicas de Comunicación en Radio>>, de M.A. Ortiz/J.
Marchamalo.
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Se trata pues de un proceso de interpretación de la cadena sonora,
en el que influyen los referentes sonoros adquiridos a través de la
propia experiencia y, también, los adquiridos a través de soportes
ajenos a la misma: el cine, la televisión y la misma radio.
A pesar de esta doble capacidad interpretativa del oyente, la razón
por la cual el mensaje radiofónico es interpretable de manera general
por una audiencia masiva está en la utilización que realizan los
medios de comunicación de los códigos comunicativos
convencionales del medio social al que se dirigen; y que provocan la
homogeneización del mensaje sonoro que recibe el oyente o
espectador. De esta manera se garantiza que, a pesar de la
interpretación personal que en este segundo nivel de percepción
realiza cada oyente, el código comunicativo que se transmite en
forma de sonido mantenga un mínimo de convencionalismo que
apela a la conciencia colectiva de cada sociedad en particular. Ello
permite, en consecuencia, una interpretación generalizable entre la
audiencia del contenido informativo y la intencionalidad que subyace
en una cadena sonora.
El carácter cultural de este segundo grado de percepción se
concreta, por ejemplo, en la dificultad que tendría para interpretar el
sonido de un atasco de tráfico, un individuo que viva en una zona
aislada de África sin carreteras ni vehículos. Del mismo modo, para
precisar el componente cultural adquirido de hechos ajenos a la
propia experiencia, se puede citar a modo de ejemplo, el sonido de
un arma láser o el de las espuelas de un vaquero del oeste que de
oírlos una y mil veces en el cine son aceptados como reales, aunque
nunca se hayan escuchado en directo.
Tercer grado: percepción subjetiva
La capacidad que tiene el sonido para despertar emociones, es el
estímulo que se activa en este tercer grado de percepción en el
oyente. Aquí, la asociación que se establece es entre el sonido y los
sentimientos individuales, basados en las vivencias íntimas, los
momentos, y las situaciones personales que ponen al descubierto una
emotividad especial en quién permanece a la escucha. Es una
percepción de carácter totalmente subjetivo y, por lo tanto, sujeta a
interpretaciones imprevisibles; por ejemplo, los sentimientos y
emociones dispares y hasta contrapuestos que una misma canción
puede despertar entre los espectadores que acuden a un mismo
concierto.
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La radio como sistema de información acústica (9.1.3)
Para facilitar una correcta interpretación de la cadena sonora que emite la
radio esta debe estar expresada de acuerdo a las características de
realización del sonido propios de la comunidad lingüística a la que se
dirige. Esas características se refieren a la dicción, la intensidad, la
entonación, el ritmo, etc..., con los que se expresan los sonidos en cada
comunidad en concreto. En la radio, tal y como señala el Dr. Mariano
Cebrián, << importa la realización concreta de los sonidos >>; y en la
locución, en la realización del habla, la correcta ejecución fonética de los
mismos. Así, por ejemplo, sería absurdo que en España se utilizará en la
radio un habla como el que se emplea en Argentina, aunque se utilice en
ambos casos la misma lengua. Lo contrario supondría dificultar, cuando no
impedir, la interpretación por parte del oyente, del contenido significativo
de la cadena sonora que se emite.
Funciones informativas de las imágenes acústicas
En la radio, el sonido se utiliza como elemento de significación y
expresividad, con el objetivo de generar en la audiencia imágenes
mentales que le permitan enmarcar y situar el contenido de la cadena
sonora dentro de un contexto. Ese marco de referencia de carácter
informativo se concreta, de manera genérica, en las siguientes
funciones significativas del sonido:
- Ambiental: Aunque el sonido no siempre ofrece la imagen
concreta de una realidad, sí tiene la capacidad de sugerir en
el oyente un ambiente o una atmósfera, con respecto al
desarrollo de la acción que se relata.
- Temporal : Los sonidos son siempre referente de una
temporalidad que está íntimamente relacionada con las
circunstancias a las que lo vincula cada oyente - su valor
iconográfico -, así como con otra serie de características
como son su duración e intensidad.
- Espacial : El sonido cumple también la función de generar,
de sugerir al oyente, una sensación de espacio,
directamente relacionada con la proximidad o lejanía de la
fuente que emite la cadena sonora. Esta circunstancia
permite un acercamiento o alejamiento de la realidad, que
crea un espacio acústico propio en cada situación y para
cada oyente.
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Es él quién determina ese espacio acústico, al establecer
mentalmente el grado de complicidad o desinterés con
respecto a la cadena sonora que escucha. El sonido permite
al oyente trasladarse a un espacio físico concreto - desde
una sala de conciertos a una playa -, distinto al que ocupa
durante el momento de la escucha. En este sentido, la
mejora en la calidad técnica del sonido en general - y del
radiofónico en particular -, con la introducción de los
sistemas de sonido digital, ha venido a aumentar en el
oyente esa sensación espacial que transmiten el sonido.
- Descriptiva: El sonido que transmite la radio es percibido
por el oyente por su valor como referente de una realidad
que puede reconocer. Es decir, por su valor descriptivo y
que le otorga carácter de documento de la realidad de la que
informa.
- Sugestiva : El estímulo de la imaginación que despierta el
sonido, es el resultado de las funciones anteriores y que este
desarrolla dentro de la cadena sonora radiofónica. Ese
estímulo se define en la capacidad del sonido para sugerir
realidades inconcretas que son interpretadas por cada
oyente, de acuerdo a su personalidad y vivencias.
Capacidad para estimular la imaginación que se convierte
en seña de identidad de la cadena acústica que transmite la
radio que la diferencia, en cuanto medio de comunicación,
de la prensa escrita, televisión o internet.
CUALIDADES DEL SONIDO (9.2)
Para que el sonido desarrolle las funciones anteriormente descritas como
generador de sensaciones y evocaciones en el oyente, debe poseer una
serie de cualidades que propicien y acentúen el cumplimiento de las
mismas. Cualidades que están indefectiblemente relacionadas con la
calidad de las ondas sonoras que lo transmiten, y que se refieren a la
intensidad, duración, tono y el timbre.
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Intensidad
La intensidad del sonido incorpora una carga emocional que repercute
en el ánimo del oyente, al que ofrece un dato cuantitativo con respecto
al contenido informativo de lo que escucha. Ese valor se concreta en el
carácter fuerte o débil de los sonidos, que viene definido por la relación
que todos ellos establecen entre sí, dentro del conjunto de la cadena
sonora. La función principal de la intensidad, es distinguir la carga
emotiva e informativa que incorporan unos sonidos y otros. Es obvio
que una misma palabra puede cambiar de valor comunicativo,
significativo, en función de la intensidad que se aplique en su locución.
Así por ejemplo, en el sonido oral, no es lo mismo decir a un niño
remolón a la hora de comer "traga" con una intensidad sonora baja que
denota ruego, que aplicar una alta intensidad: ¡traga!, en este caso se
pondrá de manifiesto una actitud imperativa y de enfado que ese mismo
niño recibirá con mayor desasosiego y como incitación a la acción
inmediata.
La intensidad final con la que el sonido llega al oyente depende de dos
acciones diferenciadas. De una parte, la que deliberadamente se aplica a
los distintos sonidos durante la producción de la cadena acústica por
parte del medio - con un objetivo comunicativo e informativo -; y, de
otra parte, la que aplica el oyente en cuanto a la distancia o cercanía a la
que se sitúa del aparato receptor, y al volumen en el que realiza la
escucha. A este respecto, también son factores que repercuten en la
intensidad, el estado anímico del oyente y el grado de interés respecto
de lo que escucha.
Duración
La duración atiende a la cantidad de tiempo empleado para la
ejecución de un sonido. Cuanto más tiempo emplee, más aumenta la
sensación de relajación y en el grado máximo de lentitud, de
aburrimiento. Por el contrario, a menor cantidad de tiempo - menor
duración del sonido -, el efecto que se produce es el de atención,
interés, sorpresa, desasosiego y, en el caso extremo, perturbación o
distorsión. La duración del sonido, entendida como rapidez o lentitud
en la producción del mismo, depende de múltiples factores que afectan
fundamentalmente a los sonidos del habla. Ni todos los idiomas
emplean la misma cantidad de tiempo en la ejecución de los sonidos, ni
el sonido de cada idioma se ejecuta de manera uniforme por todos
aquellos que lo emplean.
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En el caso del español, no es lo mismo la ejecución del sonido que
realizan los suramericanos que los castellanos o catalanes. De igual
modo, tampoco es la misma en las personas mayores que tienden a
alargar la pronunciación y emisión del sonido durante el habla, que en
los jóvenes, en los que predomina la tendencia a economizar las
palabras y, por tanto, los sonidos mediante una producción del habla
rápido y escueto: cuando no monosilábico.
Tono
El tono se refiere a la frecuencia de la vibración de la onda en la que se
emite el sonido que nos llega, y a la sensación que produce en el oído
humano. Esa sensación se percibe en forma de sonidos graves, medios
y agudos, cada uno de los cuales genera unos estímulos diferentes en el
oyente. Esto permite una amplia gama de estímulos y sugerencias para
el oyente. Mientras que un sonido grave sugiere profundidad,
detenimiento o gravedad hasta llegar al formalismo, un sonido agudo
sugiere acción, rapidez o, incluso, estridencia.
Timbre
Es la cualidad que permite al oyente distinguir entre los distintos
sonidos de una cadena sonora, por la relación que cada uno de ellos
guarda con la fuente de origen del mismo. Pero la cualidad del timbre
no es sólo un elemento identificador de la fuente sonora, sino que
además aporta al oyente abundante información acerca de las
características de la misma.
En el caso del habla, el timbre del sonido nos identifica el sexo, edad,
lugar de procedencia, etc... No obstante, la imagen acústica que en el
caso del habla se difunde por la radio, no siempre se ajusta a la
realidad corporal de quién la emite. Influye para ello la mediación
técnica propia del medio y el grado de imaginación particular de cada
oyente. En el caso de la música, por ejemplo, el timbre del sonido
podrá indicar al oyente el tipo de música de que se trate, el instrumento
a través del que se obtiene el sonido, etc...
Mediación técnica y mediación sonora (9.2.1)
Como ya se ha expuesto en capítulos anteriores, la secuencia sonora que se
emite por la radio supone una transformación del sonido de la realidad,
producida por la técnica que emplea el medio para su difusión. Ello da
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lugar a un sonido propio, tecnificado, independientemente de la fuente de
origen: es el sonido radio. De ahí que la mediación técnica se transforme en
una mediación sonora, cuyo objetivo es facilitar que los distintos sonidos
que componen la cadena acústica, cumplan las funciones y cualidades
comunicativas e informativas que incorporan.
La mediación sonora está referida a los distintos modos de captación y
registro del sonido original que se pueden utilizar, para su posterior
emisión. Desde este punto de vista se pueden diferenciar entre los sonidos
que se difunden de manera directa, diferida, los de fuentes propias o ajenas
y los creados artificialmente. En el caso del sonido emitido en directo, se
trata de una emisión en vivo de la realidad, aunque también mediatizada, ya
que sólo recogerá la parte de esa realidad sonora que esté al alcance de los
micrófonos o sistemas de grabación que se empleen y del lugar donde estos
estén ubicados.
En el caso del sonido diferido, se trata de la emisión de una realidad
sonora previamente grabada, sobre la que se realiza mediación por medio
de la selección de determinados sonidos y no otros, en función de la
intencionalidad comunicativa e informativa de quién realiza la producción
y el montaje. La utilización de los archivos sonoros y fuentes de sonido
ajenas (discos compactos, etc...), tiene por objetivo reforzar el valor
informativo o de ambientación de la cadena sonora; mientras que los
artificiales suponen la creación deliberada de unos determinados sonidos,
con el objetivo de que provoquen un determinado efecto.
Por último, queda la mediación sonora que se establece al introducir un
sonido dentro de un contexto sonoro, para establecer una narrativa acústica.
Es ese contexto sonoro el que define la cadena acústica que emite la radio
y cuya elaboración y producción se concreta en el montaje radiofónico,
como se expone en el siguiente capítulo.
CAPACIDAD AUDITIVA Y TIPOS DE SONIDO (9.3)
Como es sabido, el oído humano tiene una capacidad limitada para la
captación de los sonidos, que deberán estar por encima y por debajo de
unos determinados umbrales, para que puedan ser audibles. Todo sonido
que supere por arriba o abajo ese límite podrá, circunstancialmente, ser
percibido por el sistema auditivo humano, aunque no producirán reacción
alguna en el oyente, al no tener referencias conscientes del mismo.
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Aunque, como media, esos umbrales se sitúan por encima de los 16
hertzios y por debajo de los 20.000, la realidad demuestra que sólo deben
tomados como una banda de referencia, ya que la capacidad del oído de
cada persona está sujeta a unas características propias en cuanto a la
sensibilidad auditiva de cada uno, la edad, los hábitos, etc... Ante esa
variedad de sensibilidades auditivas, la radio tiene por objetivo la emisión
de un sonido armónico que facilite su captación y comprensión por el
oyente. Los armónicos, son los sonidos más débiles que acompañan al
sonido fundamental que genera toda fuente sonora; ya que ningún sonido se
expresa de manera simple o pura: tanto en el caso de la voz, como en la
música o los sonidos de la naturaleza o del medio social.
La radio busca la armonía en la cadena acústica que emite, por medio de
la << unión y combinación de sonidos simultáneos y diferentes, pero
acordes >>, tal y como se define armonía en la vigésima primera edición
del Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia. La cualidad
armónica de cada uno de los sonidos que intervienen en la cadena sonora
que emite la radio, dependerá de la calidad y de la fidelidad en la captación
y reproducción que permitan los equipos técnicos que intervienen en el
proceso. Unos equipos de baja calidad, de menor sensibilidad, reducirán el
espectro sonoro que captan, al dejar fuera de su cobertura a las ondas
sonoras más bajas o más altas, lo que debilita el contenido armónico que se
trasmite.
Tipos de Sonidos (9.3.1)
Si bien los sonidos se pueden encuadrar de muchas maneras para su
estudio, la agrupación común de los mismos se establece en función de la
fuente de origen, por su carácter significativo y en aquellos otros que se
sitúan fuera de la percepción del oído humano.
Por su fuente de origen
Sonidos de la naturaleza
Son los que se producen por la acción de las fuerzas de la
naturaleza: físicas, meteorológicas, geológicas, etc... También
son sonidos naturales los que producen las personas y los
animales.
Tecnificados
Son los producidos como resultado de una mediación
técnica que se establece en el proceso de grabación y
reproducción de sonidos naturales. En este caso, el sonido de
la lluvia emitido a través de la radio.
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Artificiales
Son los que producen las máquinas e instrumentos creados
por el hombre. Desde el sonido de un piano, al de una
hormigonera.
Electrónicos e informáticos
Creados con medios técnicos electrónicos (sintetizadores,
etc...), con el objetivo de conseguir, en el caso de la radio, un
determinado impacto en el oyente. Por otra parte, están los
nuevos sonidos que aporta la incorporación de la informática
al proceso de producción en las emisoras de radio.
Miméticos
En este apartado se incluyen los sonidos que se generan en el
proceso de imitación, bien sea por medio de herramientas o
instrumentos creados por el hombre o por la propia acción del
habla. Es el caso de las imitaciones humorísticas o los sonidos
emitidos como reclamo en la caza.
Por su carácter significativo
Icónicos e iconográficos
La radio, al ser un reflejo de la realidad sonora - pero no el
sonido de la realidad sonora total - establece con el oyente una
relación icónica. Es decir, el oyente se recrea la realidad, en
función de la semejanza que mantiene el sonido que escucha
por la radio, con el producido en la realidad y que él conoce.
En este sentido, los sonidos icónicos son aquellos que guardan
un mayor grado de semejanza con la realidad; por ejemplo, las
declaraciones del protagonista de una noticia emitidas por
radio. Los sonidos iconográficos son aquellos que no forman
parte del sistema lingüístico de un idioma, pero que guardan
relación directa con los actos y circunstancias de la vida
cotidiana y, por tanto, poseen un carácter convencional para
una sociedad. Por ejemplo, el <<tic-tac>> del avance de las
manecillas del reloj, el pitido final del arbitro al término de un
partido de fútbol, etc...
Sincrónicos y diacrónicos
Es una clasificación que atiende a la manera en que se
presentan los sonidos dentro de la cadena acústica que produce
la radio, de acuerdo a un determinado desarrollo narrativo
sonoro.
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Los sonidos diacrónicos son los que aparecen de manera
sucesiva en el desarrollo narrativo, mientras que los sonidos
sincrónicos son los que se presentan de manera simultánea.
Esto es, mediante la superposición de sonidos; por ejemplo, en
el caso de las transiciones de un sonido a otro que se utiliza en
el montaje o en la finalización de un programa y el inicio de
otro.
Infrasonidos y ultrasonidos
Son aquellos que se sitúan fuera de los umbrales de la
percepción humana y, por tanto, no resultan audibles, aunque
también sirven como vehículo de información. Los
infrasonidos son los que se encuentran por debajo del límite de
percepción auditiva, aunque el cuerpo humano puede recoger
la vibración que producen. Es la sensación que se experimenta
cuando el cuerpo vibra internamente, como consecuencia de la
resonancia que produce el infrasonido de un tren que pasa por
las inmediaciones.
Los ultrasonidos son aquellos que se producen por encima del
umbral más alto de percepción humana, y que se propagan a
través de todos los elementos: líquido, sólido o gaseoso. Esta
posibilidad es la que permite la utilización de este tipo de
sonidos para actividades de búsqueda y reconocimiento, en
disciplinas tan dispares como la medicina, la radiodifusión o el
ejército. En medicina los ultrasonidos son utilizados para
exploraciones en traumatología, ginecología u obstetricia. Las
aplicaciones en el campo militar son múltiples,
fundamentalmente como medio de localización; por ejemplo
el sonar. Por último, en el campo de la radiodifusión, los
ultrasonidos permiten la aplicación de una señal subsónica a la
banda de frecuencia a través de la que se emite, con el objetivo
de suministrar información de valor añadido no audible, en
forma de texto o imagen.
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LA SIGNIFICACIÓN INFORMATIVA DEL SONIDO
(9.4)
En la radio, el valor significativo de los sonidos viene determinado por
tres factores. En primer lugar, por la calidad y fidelidad con la que haya
sido recogido de la fuente original; un proceso en el que influyen los ruidos
parasitarios procedentes del exterior o de los propios equipos de captación
y grabación. En segundo lugar, por el tratamiento de ese sonido en la
edición y montaje radiofónicos. Y por último, por la relación que cada
sonido mantiene con los demás dentro del contexto sonoro en el que
aparece inserto.
La significación informativa de sonido radiofónico es, por lo tanto, el
reflejo sonoro de la realidad resultante de la combinación de múltiples
elementos, cada uno de los cuales aporta un valor significativo al conjunto.
Ese reflejo sonoro será más fiel a la realidad, en tanto que los sonidos sean
recogidos con buena calidad, que no se produzcan interferencias o ruidos
parasitarios, y de que no se manipule el valor significativo de la fuente
original durante el proceso de edición y montaje.
El valor expresivo del sonido (9.4.1)
El sonido y la palabra son las dos fuentes de expresividad en la radio,
aunque la funcionalidad informativa de uno y otra es distinta. De manera
genérica, la palabra generaliza la realidad que transmite, mientras que el
sonido permite la matización de la realidad sonora que describe.
La necesidad que tiene la palabra de interpretar previamente la realidad
que desea transmitir, circunscribe su valor expresivo a la capacidad y
profesionalidad de cada locutor en concreto, para resultar creíble con
respecto a la realidad que difunde. El sonido, por su parte, no interpreta,
sino que refleja directamente la realidad sonora que pretende describir, lo
que permite una mayor riqueza expresiva, al poder recoger todos, o una
gran parte, de los matices sonoros posibles. Mientras que el locutor necesita
trasladar a lenguaje hablado la emoción o el valor dramático de un hecho,
restándole así realismo; el sonido traslada de manera directa la emotividad
o el dramatismo del hecho concreto. En el caso de la explosión de la
bomba, mientras que la palabra traslada una descripción general del hecho
en cuanto a lugar, efecto y situación; el sonido permitirá trasladar una
mayor riqueza de matices del hecho: el sonido del momento de la
explosión, el subsiguiente de la onda expansiva, los posteriores gritos y
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quejas de los afectados, los de las sirenas de los distintos cuerpos se
seguridad y salvamento, etc...
El valor expresivo del sonido para describir los detalles de una realidad
sonora - que se concreta en el montaje radiofónico (capítulo X) -, se
establece de acuerdo a las funciones narrativas que puede desarrollar y que
se encuadran, básicamente, en las siguientes:
Narrar el ambiente del hecho que se describe
En el ejemplo anterior, la difusión del conjunto de sonidos
recogidos en el lugar de los hechos tras la explosión de una
bomba, permiten trasladar al oyente todo el ambiente emotivo
y dramático de la situación, sin necesidad de la mediación de
la palabra.
Intensificar el valor dramático de un hecho para lograr el efecto
deseado.
Por medio del sonido se puede aumentar la sensación o
emoción concreta que se desee trasladar al oyente. Si al
conjunto sonoro que se produce tras la explosión de una
bomba, se le añade una música de fondo (música fúnebre), se
reforzarán y estimularán determinados sentimientos y
emociones.
Convertirse en información
Es el caso de las declaraciones de los protagonistas del hecho
informativo, En este supuesto el sonido pasa a ocupar el
primer plano de la cadena sonora. De nuevo en el ejemplo de
la explosión, serían las declaraciones efectuadas por el alcalde
en el lugar de los hechos, testigos, policías, etc...
Complemento de la palabra, para reforzar el realismo
Cuando el sonido se produce y presenta de manera simultánea
a la palabra. Es el caso de locución de un texto, en la que se
incluye un sonido que sirve para reforzar determinadas
palabras. Por ejemplo, si se añade el sonido de un tren cuando
el locutor informa de los horarios de los trenes de cercanías.
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Para sustituir a la palabra, al objeto de conseguir un determinado
efecto en la audiencia
En la locución de un texto, cuando se quiere provocar un
estímulo concreto al oyente se sustituye la palabra por un
sonido que sirva de incitación a la acción. Se utiliza
fundamentalmente en la publicidad radiofónica y en los
programas dramáticos, para conseguir determinado deseo o
emoción. Por ejemplo, en una cuña publicitaria de una marca
de leche, cuando se sustituye un parte del texto, por el sonido
de un cencerro acompañado de un mugido.
Como elemento de ambientación narrativa
Cuando el sonido sirve de acompañamiento a la palabra en la
locución de un texto o improvisación. Esto es, cuando se
introduce un fondo musical a la locución, para enmarcar el
contenido significativo. Este recurso es muy utilizado en las
emisoras musicales, en donde es frecuente que los locutores
acompañen sus intervenciones con fondos musicales,
relacionados con el contenido del mensaje que se transmite.
Para enlazar una cadena sonora
El sonido cumple la función de elemento de transición entre
distintos contenidos, mediante la superposición o fundido de
dos sonidos. El ejemplo son las distintas sintonías de los
programas que se utilizan para enlazar y diferenciar unos
contenidos de otros, dentro de una misma programación.
Como llamada de atención
El sonido se convierte en un reclamo, con una doble función.
De una parte, como llamada de atención para el oyente, para
que fije su interés con respecto a lo que sigue a continuación.
Son, por ejemplo, los efectos sonoros que se utilizan a lo largo
de los programas, de manera preferente en los informativos,
con la inclusión de las denominadas "ráfagas". De otra parte,
cumplen la función de identificar el programa o emisora que
se escucha. Son los llamados <<indicativos>> utilizados para
identificar, por ejemplo, unos programas informativos de otros
dentro de una misma cadena y, también, respecto de los
emitidos por otras cadenas a la misma hora .
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También pueden ser sonidos que por su reiteración en el uso
de los mismos, se convierten en indicativos para la audiencia
de un determinado programa. Por ejemplo, el "gong" del
programa de la Cadena Ser, Hora 25.
La multiplicidad de sonidos entorpece (9.4.2)
Si el sonido se convierte en la radio en un elemento significante, y si su
valor expresivo depende de la interacción con el resto de sonidos; será
necesario establecer un equilibrio entre ellos, una dosificación de los
mismos, al objeto de garantizar que el contenido significativo del mensaje
que se transmite, sea inteligible para el receptor.
La necesidad de dosificar los sonidos dentro de una narración acústica, se
justifica en el hecho de que una acumulación de estos de manera reiterativa
o aleatoria (sin un objetivo comunicativo) no sólo no enriquece el discurso,
sino que puede llegar a saturar la capacidad de selección del oído humano o
anular, diluir, su valor expresivo y, por ende, el contenido significativo que
se quiere trasladar a la audiencia. Si esta es la regla general – hay que
dosificar la emisión de sonidos – válida para cualquier tipo de programa
radiofónico, en el caso de los informativos debe entenderse como una
exigencia; si se quiere captar y retener la atención del oyente con respecto a
los datos y hechos fundamentales que se transmiten. En este sentido, una
acumulación de sonidos - las declaraciones de varios protagonistas de un
hecho expuestas de manera sucesiva, sin una explicación de quién es el que
habla en cada momento- producirá despiste o pérdida de atención e interés
por parte del oyente que, fácilmente, podrá haber olvidado; por ejemplo, el
hecho al que esos sonidos están referidos.
La dosificación de los sonidos dentro de una narración acústica se
establece en función del contenido significativo que se desea transmitir, de
la selección que hay que realizar entre los sonidos de que se disponga en
cada momento - para cada información -, y de la duración temporal de
cada uno de ellos dentro del discurso. Así, por ejemplo, el abuso en la
utilización de efectos sonoros como reclamo de atención, puede producir
aturdimiento y saturación en el oyente; de igual modo que una locución
prolongada y prolija en datos puede provocar aburrimiento y sopor. Efecto
indeseado que también se puede producir, por la reiteración en los
argumentos expuestos de manera consecutiva por los protagonistas de un
hecho informativo.
175
La manipulación del sonido (9.4.3)
A la manipulación del sonido que implica la mediación técnica que
impone el propio medio - el sonido original se tecnifica transformándose en
sonido radio, sonido electrónico -, hay que añadir la intencionalidad que
se deriva del tipo de sonidos seleccionados para cada programa en
concreto, de cómo se distribuyen dentro de la narración, de la intensidad
que se aplique a cada uno de ellos, y del timbre o tono que se emplee en
cada locución y presentación de los mismos.
Todo dependerá, por lo tanto, del objetivo comunicativo que se plantee en
cada caso concreto; de si se desea cargar las tintas o no, en unos u otros
conceptos. Es evidente que existe una amplia gama de posibilidades que
van desde la distorsión parcial de la realidad que se transmite, hasta su total
deformación. Por ejemplo, si se toma como punto de partida la evocación
de una realidad concreta (sonido ambiente de un debate parlamentario), se
pueden ir introduciendo elementos ajenos a esa realidad (sonido de risas
estentóreas), que generarán en el oyente imágenes falsas o erróneas con el
objetivo, no ya de informar, sino de entretener o estimular la imaginación
de quién permanece a la escucha; o con otros más perversos fácilmente
imaginables..
Dentro de una programación radiofónica se pueden encontrar una gran
variedad de programas, cada uno con sus peculiaridades, en cuanto a la
intencionalidad con la que se utilizan los sonidos. Así, por ejemplo, hay
numerosos programas de radio en los que la alteración y manipulación
deliberada de la realidad a la que están referidos los sonidos, su
descontextualización, etc..., forma parte de su propia esencia comunicativa:
como es el caso de los programas de humor. El programa "Gomaespuma",
que con gran éxito emitió la cadena M-80 hasta la temporada del 2002, es
un buen paradigma de lo expuesto, donde la deformación deliberada de la
realidad por medio de la combinación de elementos verídicos o inventados,
orales o sonoros; exige del oyente un grado de complicidad, un <<plus>>
de imaginación, para seguir y disfrutar con el programa: cuyo objetivo no
es otro que el de entretener y divertir a la audiencia, a través de la
distorsión de la información de actualidad.
Por el contrario, existen otros programas - los informativos -, en los que la
manipulación del sonido debe ser lo más inocua posible y limitada a la que
técnicamente impone el medio, para cumplir así el objetivo de informar de
la manera más veraz y ajustada en lo posible, a la realidad que se quiere
trasladar al oyente.
176
Toda la gama de opciones que permite el medio radio para la
manipulación del sonido, ¡no se puede ocultar!, que también son
susceptibles de ser utilizadas con una intencionalidad perversa. Esta
perversión surge cuando la manipulación del sonido se realiza con el
objetivo de trasladar al oyente una opinión o visión personal sobre un
hecho, haciéndola pasar como una información verídica. Este tipo de
manipulación, si bien puede estar justificada en los programas de opinión
como las tertulias, los debates o incluso los humorísticos; debe ser
rechazada de plano en los programas de contenido informativo, donde las
opiniones personales siempre deben ser presentadas a la audiencia como
tales.
LA FUNCIÓN DEL SONIDO (9.5)
De manera genérica, la función del sonido en la radio es la de recrear una
realidad verídica o inventada, con el objetivo de informar y entretener a la
audiencia. En este sentido, además del valor expresivo del sonido -
expuesto hasta aquí - aún cabría establecer otra diferencia en cuanto a sus
funciones dentro del mensaje radiofónico. Diferencia que se establece de
acuerdo al origen de cada uno de los sonidos que integran un mensaje.
Existen así los sonidos captados directamente de la realidad sonora, los
sonidos tecnificados, la música y el ruido: cada uno de los cuales cumple
una función comunicativa distinta.
Sonidos de la realidad (9.5.1)
Se trata de los sonidos captados directamente de la realidad y que tras una
mínima elaboración, son difundidos a la audiencia. En este caso, el sonido
cumple la función de permitir al oyente identificar la fuente de origen del
mismo. El valor que adquiere, es el de reflejar una realidad reconocible por
el oyente, con el objetivo de reforzar la veracidad del contenido
informativo que se transmite. En función de este origen, los sonidos pueden
aparecer como documento o como testimonio sonoro de una realidad
concreta.
El sonido como documento
En este supuesto, el sonido se presenta como un elemento
descriptivo de la realidad sonora en la que se ha producido el hecho
que se difunde, por lo que se convierte en un elemento informativo
que documenta esa realidad que refleja. En este sentido, el sonido
adquiere un valor comunicativo similar al de la palabra oral, al
contribuir a reforzar la verosimilitud de aquello que se cuenta.
177
Es, por ejemplo, cuando en las retransmisiones deportivas se utiliza
el sonido ambiente del estadio o de los vestuarios, para reflejar el
estado de ánimo entre los protagonistas y los asistentes al
espectáculo, lo que aporta información a quién escucha, y refuerza la
sensación de realidad.
El sonido como testimonio
Aquí, el sonido se presenta como testimonio directo del o los
protagonistas del hecho que se difunde. Así, el sonido adquiere un
valor comunicativo mayor que el de la palabra del locutor o
presentador ya que, en la radio (especialmente en los informativos),
siempre es mejor dejar hablar a los protagonistas de la acción, que
interpretar los hechos o sus opiniones por medio de la palabra del
locutor o presentador.
Sonidos tecnificados (9.5.2)
Se trata de los sonidos creados para representar unos de terminados
conceptos o valores simbólicos, y que pueden cumplir una triple función:
como indicativo de la emisora o del programa, como llamada de atención a
la audiencia o como enlace entre unas situaciones y otras. Son, por
ejemplo, las sintonías que identifican a una emisoras de otras, las caretas de
los distintos programas. También son sonidos tecnificados los efectos
sonoros que se utilizan en los programas informativos para llamar la
atención del oyente a la vuelta de la publicidad o las ráfagas que se utilizan
para enlazar unos temas con otros.
La Música (9.5.3)
La utilización de la música en la radio puede cumplir distintas funciones,
aunque todas ellas parten de una misma premisa: la música es transmisora
de sentimientos y, por lo tanto, repercute en el estado de ánimo de los
oyentes, lo que significa incorporar una carga de subjetividad al mensaje
que se transmite. Bajo este supuesto, la música cumple una función
psicológica sobre el oyente, al presentarse como un mensaje evocador de
imágenes abstractas, a las que cada uno atribuye su interpretación
particular. Con todo, la música, puede cumplir una función significativa
concreta, en función del contexto sonoro en el que este inserta. En este
caso, la música pierde parte de su capacidad evocadora, para adquirir un
significado más específico que contribuye a reforzar el contenido concreto
del mensaje que se transmite.
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Por último, puede cumplir también una función informativa, aunque su
utilización en este caso debe estar muy medida, ya que la música puede
alterar los valores fundamentales de la información, al inducir
interpretaciones subjetivas que desorientan al oyente sobre la realidad de
los hechos que se difunden. De ahí que el empleo de la música este
prácticamente descartado en los programas de noticias.
El Ruido (9.5.4)
Es una interrupción o una obstrucción de la cadena sonora que emite la
radio. Se trata de una serie de sonidos que se producen de manera abrupta,
inopinada, que carecen de ritmo y que se presentan con una gran variedad
de intensidades. La principal característica del ruido, es la de anular el
contenido del mensaje que se transmite.
De acuerdo con su origen, se pueden diferenciar dos tipos de ruidos. Los
que proceden de los medios técnicos empleados, y los que se producen en
cualquier punto del proceso de producción radiofónica: desde la locución,
hasta un error en el montaje de un reportaje o por el acoplamiento de los
cascos y el micrófono del estudio durante la emisión en directo.
Por ruidos técnicos se entienden todos aquellos que se producen durante el
proceso de difusión de la señal u onda portadora de la información. Estos
pueden tener, a su vez, dos orígenes distintos. De una parte, los que se
producen por efecto de fenómenos naturales, ajenos a los medios técnicos
del difusor, y que afectan a la transmisión de la señal. Son las clásicas
interferencias que se producen, por ejemplo, por una tormenta eléctrica, por
la proximidad de más de un centro emisor, con la misma o distinta
frecuencia o el producido por una funcionamiento deficiente de los propios
equipos. Este tipo de interrupciones en la emisión de la señal se denominan
de manera genérica, ruidos parásitos.
De otra parte, están los ruidos cuyo origen se encuentra en el propio
medio radiofónico como, por ejemplo, los que se pueden generar por una
baja potencia de emisión de la señal, por una acumulación de fuentes
sonoras o por una deficiente instalación de las antenas de emisión. También
existen otro tipo de ruidos, ajenos al emisor, que caen dentro de la
responsabilidad del receptor y que se refieren; por ejemplo, a una mala
sintonización de la señal, un manejo deficiente del mismo o, simplemente,
la utilización de unas pilas gastadas.
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Otro tipo de ruidos, son los que tiene origen en el proceso de producción
y difusión de los contenidos, por una incorrecta combinación de los sonidos
que se emplean en la elaboración de los programas o en la expresión
lingüística u oral de los contenidos. Desde este punto de vista, el ruido se
produce por una mala codificación del significado de los signos que se
utilizan en la producción radiofónica.
Así, por ejemplo, en el primer supuesto, un fundido de dos músicas, o una
música y un efecto sonoro o de este con la palabra, pueden producir ruido o
distorsión, si esa combinación no se ajusta a un desarrollo narrativo
coherente, que permita una correcta decodificación del mensaje por parte
del oyente. Cada sonido que interviene en la elaboración de un mensaje
tiene unas connotaciones propias que deben establecer un equilibrio con el
resto de sonidos con los que se combina, para garantizar, tanto su
audibilidad como su comprensión. El desconocimiento, la mala utilización
de los medios técnicos en la elaboración de los contenidos o la falta de
atención o interés durante el proceso, son las causas generadoras de este
tipo de distorsiones o ruidos.
En cuanto a la expresión escrita y oral, el ruido puede producirse por un
empleo inadecuado del idioma en la confección de los textos y la locución,
por una sobrecarga de conceptos y datos en los contenidos que se
transmiten, por una realización incorrecta de los sonidos de las palabras,
por una excesiva rapidez o lentitud en el desarrollo de la locución, por los
exabruptos o sonidos guturales que pueden recoger los micrófonos de los
presentes en el estudio, etc... Son ruidos, interferencias, en gran medida
producidos por la inexperiencia o los nervios que no se saben dominar en el
estudio o por las prisas con las que se trabaja en la radio. La precisión, la
claridad de ideas y la sencillez, son la herramientas que evitan este tipo de
distorsiones y las que facilitarán la comprensión de los contenidos por parte
del oyente.