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8/18/2019 Los Metodistas Unidos Para La Acción Nuevo
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JOHN R.
MOTT
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CASA UNIDA DE
PUBLICACIONES
EXI CO. D. F.
LIBRERIA
LA A U R o R A
BUENOS
AIRES
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DI S t v O
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8/18/2019 Los Metodistas Unidos Para La Acción Nuevo
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L O S M f T O I S T S
U N I O S
P R L I O N
. POR
JOHN R. MOTT
VERSION CASTELLANA DE
FRANCISCO E. ESTRELLO
•
C A S A U N I D A O f P U B U C A C I O N , f S ,
I
. D l R . L .
A P A R T A D O P O S T A L 9 7 B I S
M f X I C O , • • f
94
U B R f R I A L A A U R O R A
C O R R l f N T f S N U M . 2 7 8
B U f N O S A I R f S .
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CAPITULO
vm
LA IGLESIA METODISTA
Y
EL
:MOVIMIENTO
EOtT.MENIOO
Progresos Recientes en el .Movimiento Ecuménico
Durante las últimas tres décadas ha habido un inte-
rés marcado y creciente en el movimiento ecuménico.
Este ha sido descrito por los teólogos y otras personas en
distinta fraseología, por ejemplo, la
Un-a Sancta,
pero lo
esencial es que hay un consentimiento cada vez mayor,
entre aquellos que con distinto nombre reconocen a Je-
sucristo como el Sefior, para constituir una comunidad
mundial cristiana. Habiendo tenido sus principios en la
Conferencia Mundial Misionera de 1910 en Edimburgo,
el movimiento ha cobrado constante impulso desde en-
tonces. Las principales piedras miliarias, desde aquella
fecha, han sido la Conferencia Universal Cristiana de
Vida y Obra, de Estocolmo, en 1925; la Conferencia
Ecuménica de Fe y Orden, de Lausana, en 1927; la 'Con-
ferencia Mundial de Jerusalén en 1928; la. Conferencia
Mundial de Vida y Obra, de Oxford, en Julio de 1937;
la Conferencia Mundial de Fe y Orden, de Edimburgo, en
Agosto de 1937; la Conferencia Mundial Misionera, de
Madrás, en 1938, y la Conferencia Mundial de la Juven-
tud, de Amsterdam, en 1939. El progreso más significa-
tivo de esta serie de deliberaciones cristianas mundiales,
fué la acción unánime de las reuniones de Oxford y
Edimburgo, en 1937, haciendo un llamado a constituir
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METODISTAS UNIDOS PARA. LA. ACCION
el Concilio Mundial de Iglesias , se nombró un comité
unido para tal propósito y esperamos que para dentro
de dos años se establezca dicho Concilio Mundial. De-
bemos hacer notar que tanto la reunión de Oxford como
la de Edimburzo fueron muy representativas, por haber
asistido delegados de cerca de cien comuniones protes-
tantes
y
ordoxas griegas.
La Conferencia de Madrás, aun cuando estuvo dife-
rentemente eonstítuída y se consagro de manera prinei-
pal a promover el programa misionero de las Iglesias
Protestantes,
fu é
la primera Conferencia en toda la his-
toria, en que las Iglesias j6venes, fundada por los mi-
sioneros en Asia, Africa, América Latina y las Islas del
Pacifico, estuvieron representadas en igualdad de nú-
mero y responsabilidad con los representantes de las
viejas Iglesias de Europa, América y Australia. Fu'
en esta Asamblea donde se tomaron las medidas neoesa-
rias para fijar la posición de estas Iglesias jóvenes en
el Concilio Mundial de Iglesias ya aprobado, puesto que
en las Conferencias de Oxford y Edimburgo los delega.
dos presentes pertenecían casi en su totalidad a las Igl .
sias Madres del Occidente.
De estas grandes conferencias, las últimas cuatro s
proyectaron sin tener relación entre sí,
y
es significati-
vo, y muy significativo, que todas manifiestan interés y
preocupación mundiales en los importantes y grav
fi
eventos que confrontan la Iglesia y sus agencias auxi-
liares; un reconocimiento mundial de que los problemas
que son carga e impedimento para cada nación e IgI
sia, pueden solucionarse mejor dentro de un cont nido
mundial; pero sobre todas las cosas, campeó en dichua
Conferencias, el deseo y propósito mundiales de junta -
4 2
EL MOVIMIENTO EOUMENICO
nos en cooperación y unidad, a fin de realizar y expresar
mejor los objetivos de una comunidad mundial cris-
tiana. Aunque los progresos realizados no revelan que
las Iglesias del mundo están preparadas para la unión
orgánica, sí ponen de manifiesto su presteza para coope-
rar, y ya esto es una gran ganancia. Es un hecho sor-
prendente el que nadie que haya estado en una o más de
estas reuniones mundiales recientes, puede negar la' rea-
lidad de que la Iglesia Universal se encuentra en proce-
so actual de evolución.
Las Iglesias más grandes de los Estados Unidos, de
las Islas Británicas, del Canadá, de Australia, de Nueva
Zelandia y de otras partes del mundo, estuvieron muy
bien representadas en casi cada una de esta serie de
asambleas ecuménicas, y en las reuniones más recientes
tuvieron una representaoión mayor que la de cualquiera
otra comunión, excepción hecha de la Iglesia Anglicana.
Sin duda alguna pudieron estimar los objetivos
y
valo-
res de las conferencias mencionadas, gracias a las diver-
sas Conferencias Metodistas Ecuménicas que comenza-
ron a celebrarse mucho antes de que tuviera lugar la
serie de reuniones más representativas y mucho más ecu-
ménicas. Además, líderes prominentes de los cuerpos que
constituyen la nueva Iglesia Metodista Unida, han te-
nido parte principal en la organizaoión y dirección del
Concilio Federal de Iglesias de Cristo en América; y han
estado entre los talentos impulsores de los muchos (jon-
cilios Nacionales Oriatiauoa y del Concilio Internacional
Misionero, que tanto ha hecho por reunir a todas las
fuerzas misioneras de todas las Iglesias.
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METODISTAS UNIDOS PARA LA AcerON
Gana.ncias del Movimiento Ecuménico
Surge una pregunta importante: •Cuál es la ganan-
cia que el movimiento ecuménico aportará a las misiones
de la nueva y grande Iglesia Metodista l' Y la. respuesta
es: Mucha. El nos ayudará, si se le contempla a la luz
de algo más que una empresa de unificación, a librarnos
de algunos de nuestros más grandes peligros. Como ya
lo hemos visto, un peligro demasiado real es el de con-
ceptuar nuestra unión como un fin en sí misma, conside-
rando que la hemos alcanzado
y
convirtiéndonos en
egoístas. Por medio de nuestra completa identificación
con este compañerismo maravilloso, es lógico que tan ín-
tima exposición a la vida, obra y direcci6n de otras co-
munidades, dé por resultado la ampliaci6n de nuestro~
propios horizontes, el ensanchamiento de nuestro
conoei-
miento,
y,
por el ejemplo, la emulaci6n de nuestra volun-
tad para logros más grandes y mejores, al hacer frente
a nuestros problemas y elaborar nuestros programas. y.
precisamente en este período de organización y señala.
miento de nuevas rutas, esto es de inestimable valor.
Además tanto dentro de los campos de las misiones
domésticas como en los de las extranjeras, hemos entrado
en ese período prometedor del planear
y
el obrar juntos.
Esto constituye en parte una de las causas y en parte
uno de los resultados del creciente espíritu ecuménico.
Sería difícil mencionar cualquier motivo de preocupa-
ción tanto en casa como en el extranjero (por ejemplo,
un área urbana o rural, algún grupo o clase, alguna acti-
vidad funcional) en el cual no s,ería más ventajoso, para
el interés de todas las denominaciones, unirse en persp -
tivas y en formulación de planes y programas. Las ga-
• EL MOVIMIENTO EOUMENlOO
naneias obtenidas como consecuencia de evitar las dupli-
caciones mnecesarias, de llenar vacíos y áreas descuida-
das, del enriquecimiento mutuo
y
de la vigorizaeión de los
cuerpo directivos (poniendo los especialistas de ciertas
denominaciones a disposición de todos), serían incalcula-
bles. Hay también un sentido profundo de satisfacción
y fuerza al saber que uno no está solo, sino que es parte,
posiblemente muy humilde, de toda la hermandad mun-
dial cristiana, y que contribuye para la
consecución
de
sus más grandes manifestaciones.
Contribución al Movimiento Ecuménico
La otra pregunta que surge y que no es menos signi-
ficativa que la anterior es: Cómo pueden la Iglesia Me-
todista y sus misiones, contribuir al movimiento ecu-
ménico Y Sin duda alguna, la contribución más sencilla
consistirá en hacer de nuestra unión un triunfo 'destaca-
do. Hay necesidad de más lecciones objetivas sobre em-
presas de unificación efectivas
y
'bien trabajadas. La
nuestra está siendo observada por otros con mucha aten-
ción; no ha escapado a la noticia editorial de la Iglesia
Católica Romana; pero esa unión debe significar más que
un nuevo arreglo eclesiástico de nuestras agencias; más
bien debe marcar un progreso grande, vital y creador.
Algunos de los nuestros podrán decir: si nuestras
manos están ocupadas en perfeccionar nuestro propio
proyecto de unión,
&
por qué dar atención a los propósitos
de una unificación mayor
y
a algo tan vago
y
de tan le-
jana consumación; como la realización de la visión del
movimiento ecuménico T Y mi respuesta es: Porque si en
algún tiempo hemos necesitado la ayuda que viene de la
luz y experiencia de otros cuerpos de cristianos y de sus
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METODISTAS UNIDOS PARA LA ACCION
conductores, que están preocupados
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METODIST AS UNIDOS PARA LA ACCION
can las Iglesias. Debe reconocerse el hecho de que algu-
nas de estas proposiciones son de interés especial para
algunos grandes o pequeños grupos de denominaciones
de ciertos países o de áreas más amplias, y que otras
deben considerarse como de verdadera extensión mun-
diaL Directa o indirectamente todas ellas demandan la
atención de los ,conductores del Metodismo.
Hay necesidad imperiosa de una campaña educativa
intensa, completa y en grande escala, para familiarizar
a cada miembro de las Iglesias con la idea de lo deseable
y necesario de la unidad cristiana; sólo de esta manera
pueden ser vencidas tanta ignorancia, apatía e inercia
que hayal respecto. La consideración del asunto se ha
limitado demasiado a los líderes; el no haber educado a
los miembros de la Iglesia, explica por qué más de un
plan de unión ha fracasado. Las agencias educativas de
la Iglesia debieran proporcionar bosquejos de estudio de
los aspectos interesantes y sobresalientes del movimien-
to de la unificación cristiana en general,
y
de igual ma-
nera de aquello que de manera especial nos interesa
como denominación en particular. Afortunadamente se
ha preparado una buena cantidad de material impreso
durante los últimos dos o tres años, en su mayor parte
con los auspicios de los cuerpos relacionados con las con-
ferencias ecuménicas recientes, ,De hecho se ha desarro-
llado una biblioteca inapreciable de libros que tratan de
diferentes aspectos del asunto y que rendirán un gran
servicio a los predicadores y a otros directores de grupos
de estudio
y
de foros abiertos. En conexión con esto
deseamos llamar la atención a la Bibliografía Prelimi-
nar de la Unidad Cristiana desde el Punto de Vista Nor-
teamericano . Como ha habido el clamor de que mueh
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EL MOVIMIENTO EOUMENICQ
de la literatura que trata de la unidad es demasiado
técnica para el uso popular, el Prof, Angus Dun ha pre-
parado un folleto intitulado Estudios sobre la Unidad
de la Iglesia , folleto de ,gran valor en que de una ma-
nera admirable desarrolla el asunto a guisa de introduc-
ción semipopular. La literatura a que nos referimos en
este capítulo puede obtenerse del Concilio Federal de
Iglesias de Cristo en América.
El proceso educativo debe hacer conocer a los miem-
bros de la Iiglesia las condiciones que imperan por todas
partes
y
que crean la demanda de una. mayor unidad de
la que ahora existe, tales como el exceso de iglesias tanto
en los pueblos pequeños como en las grandes ciudades;
el uso actual deficiente y ruinoso de nuestros cursos' lo
ínsensato de nuestras divisiones denominacionales al ser
trasplantadas a los campos misioneros, y la debilidad del
valor apologético del 'mensaje cristiano debido a la falta
de un frente unido.
Deben tomarse las medidas necesarias para incluir
en el plan de estudios de los seminarios teológicos todo
aquello que sirva para instruir al ministerio del mañana
en lo que se refiere al entrelazamiento de las comuniones
cristianas .. Debe haber una materia que trate no sólo de
las doctrinas y constitución de la Iglesia a la cual el
seminario pertenezca, sino también de las otras Iglesias.
Las materias de historia de la Iglesia, de liturgia, de
simbolismos y de misiones deben abarcar todas las ramas
de la cristiandad. La obra del plan de estudios puede
ser suplementada ventajosamente por un intercambio de
visitas entre los estudiantes pertenecientes a seminarios
de las diferentes denominaciones, Las conferencias es-
peciales de estudiantes de teología celebradas con los
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METODISTAS UNIDOS PARA LA AccraN
auspicios del Movimiento Estudiantil Cristiano, son de
lID. valor inestimable para promover el
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METODIs'rAS u IDOS PARA LA xcorox
penetrantes o de despertamientos espirituales. Los ejem-
plos más conspicuos de los años reciente los tenemos en
la India, China, Japón y Corea. Las memorables campa-
ñas de evangelismo dirigidas en las grandes ciudades de
América por Dwight L. Moody, facilitaron en mucho el
acercamiento de las Iglesias y echaron los cimientos de
una unión permanente.
La Misión de Predieacién C) nos ha proporcionado
no sólo otras demostraciones de testimonio efectivo fren-
te a las multitudes que fueron separadas del cristianis-
mo, sino también ha puesto de manifiesto lo práctico y
fecundo de la genuina unidad.
Se reconoce ampliamente el hecho de que programas
de cooperación bien elaborados y bien intencionados,
puestos en práctica en todas las esferas de acción cris-
tiana, han hecho mucho para facilitar el acercamiento de
las Iglesias Cristianas. Tal cooperación entre los cuerpos
cristianos, si ha de ser realmente efectiva, debe sujetarse
a ciertos principios guiadores y a ciertas consideraciones
directrices. Entre estos principios sacados de mis estu-
dios y experiencias personales en diferentes partes del
mundo, llamo la atención a los siguientes:
l.-Al determinar la esfera de cooperación debe dar-
se consideración debida a los objetivos por alcanzar a
sa?cr: (a) Sat~sfllcer una necesidad admitida y real; (b)
evitar el conflicto
y
el desgaste innecesario;
e)
llevar
a cabo resultados importantes que no podrían asegurar-
se por los 'grupos que cooperan, si obran separadamente.
2.-Desde el principio de la empresa, los varios
. (*) preaching
Miss1on, cuerpo
de
predicadores evangálicoa
eminentes que recorren anualmente los Estados Unidos auspiciados
por el Cousejo Federal de Igleaias. '
152
EL
MOVI UENTO ECUM:ENICO
cuerpos que Elereúnan para cooperar, deben tener una
comprensión clara de los objetivos, propósitos, dirección,
asignación de responsabilidades, sostenimiento, y todo
lo que es vital para el buen éxito de la empresa; tal
comprensión debe ser expuesta con claridad, en docn-
mentos..
S.-La agencia de cooperación debe poseer solamen-
te atribuciones que le confieran los cuerpos que están
cooperando.
4.-El plan de organización tiene que ser tan amplio
como sea compatible con el logro de los resultados de-
seados.
5.-Todo debe hacerse abiertamente Y con consulta
previa.
6.-Debe existir una determinación sincera de enten-
der los puntos de vista y las características distintivas
de las diferentes unidades constitutivas y estar prestos
a aceptar la aportación de los otros.
7.-Donde quiera que sea aceptada la cooperación
debe desarrollarse de tal manera, que cree la confianza
necesaria para dar los pasos siguientes.
B No se puede esperar un gran éxito en ninguna
aventura de cooperación si no se cuenta con los recursos
pecuniarios 'adecuados pero creemos que éstos vendrán
por añadidura, si se llenan las demás condiciones aquí
recalcadas.
9.-Los líderes deben estar en guardia, no sea que
en sus propias vidas se manifiesten o toleren aquellas
osas que tienden a destruir la cooperación o hacen im-
posible la verdadera unidad cristiana; por ejemplo, la
ignorancia y el prejuicio, el pensamiento confuso y las
declaraciones vagas, la ambición egoísta y la envidia, la
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suspicacia y falta de franqueza, la intriga y la deslealtad.
lO.-La consideracíón primera que debe .ir siempre
en la mente
de
aquellos que se comprometan
en
la obra
de cooperación, es que su .
ervicío debe
ser
a la
manera
de Cristo. La primera
y
final importancia corresponde
al reconocimiento de la divinidad de Jesucristo y la con-
vicción de que
El
mismo desea la cooperación y la unidad.
Una de las más alentadoras señales de que vamos
progresando en este sentido, es el mayor intercambio de
púlpitos, y de miembros de las iglesias, y la intercomu-
nión, por parte de la Iglesias tanto en nuestra patria
como en el extranjero. Parece que con un entendimiento
conveniente, éstas prácticas debieran estimularse, ya que
ellas ayudan a la eeumenieídad.
En diferentes partes del mundo están naciendo gru-
pos unidos que están ejerciendo una influencia fuera de
toda proporción si se tienen en cuenta sus dimensiones y
su número. Una buena ilustración es la de los Amigos
de la Unión en la Gran Bretaña; otra es la Asociación de
las Iglesias Anglicana y Griega. En algunos aspectos, el
ejemplo más impresionante es el del Compañerismo de
nidad en Egipto, iniciado hace algunos años por el
Obispo Gwynne. Este compañerismo tiene cada año re-
uniones notables a las que asisten miembros de diversas
comuniones, tanto del Oriente como del Occidente. Se
dan conferencias sobre varios aspectos de la vida reli-
giosa y práctieas de las diferentes Iglesias ; se publican
artículos sobre la ecumenicidad, y se arreglan visitas de
grupos a las diferentes Iglesias -en ocasiones especiales,
con objeto
de
estudiar
las diversas
formas
de
adoración.
Las Iglesias de América han comenzado apenas a explo-
rar
las posíbilídades
de
un ntás Intimo
y
vital entendí-
154
EL MOVIMIENTO EOUME 100
miento de las formas y experiencias de culto de cada
una. Pudo haberse logrado mucho más introduciendo
1 B
mejores himnos conocidos de una Iglesia o grupo confe-
sional, en los 'servicios de los demás. La Federación Cris-
tiana Estudiantil Mundial, al preparar su himnario ecu-
ménico, ha prestado un gran servicio en tal sentido.
Más
y
más las iglesias de las diferentes denomina-
ciones podrian tomar parte en la cooperación estable-
ciendo ramas locales en nuevas comunidades o en comu-
nidades que han tenido un rápido crecimieuto en su po-
blación. Podrían muy bien establecer comisiones perma-
nentes de cortesía para analizar y guiar en la ubicación
de iglesias, y aconsejar en la reorganización de las fuer-
zas cristianas en aquellos lugares donde el descenso de
población ha dejado el problema de un número mayor
de iglesias que las que pueden sostenerse conveniente-
mente.
Podemos encontrar dirección inapreciable sobre los
problemas que con seguridad afrontará la Iglesia Meto-
dista en su obra misionera del extranjero, en lo que se
aprobó en la Conferencia de Fe
y
Orden de Edimburgo,
en el año de
1937,
redactado en la forma siguiente-
Un problema que demanda un programa de acción
de perspectiva extensa, es el que se presenta en áreas
donde, cuando la unión es motivo de discusión, llega a
ser necesario para una iglesia escoger entre unirse con
otras denominaciones dentro de las mismas fronteras na-
cionales o mantener sus relaciones con otras iglesias de
su misma denominación en todo el mundo. La experien-
cia demuestra que el daño hecho a la causa cristiana por
la multiplicidad de iglesias separadas dentro de un área
determinada es tan grande, que debiera considerarse nor-
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malmente como deseable la unidad territorial de igle-
sias, allí donde pueda realizarse sin violar los principios
de la iglesia inter sadas, Debe, sin embargo, recono-
cerse que el ideal de una Iglesia nacional o territorial-
mente unida, va acompañado de cierto peligro ; de allí
que urjamos que, al desarrollar la unión de la Iglesia
sobr bases territoriales, se tome todo el cuidado para
preservar en las Igl sias nacionalmente eonstituída , un
sentido de r lación ecuménica, y de mantener tal rela-
ción en todas las formas po. ibles. Por ejemplo, la Iglesia
Unida del Canadá no sólo ha unido tres comuniones para
con titnir una sola ¡( TIea, ino que mantiene nexos con
los nerpos e nménícos a los cuales pertenecieron las tres
comuniones unida. '
Las igl ias y Junta mi ionera del Occidente tie-
nen una gran respon abilidad en lo que a movimientos
de uníflcaeié n e refiere, entre las igle ias jóv nes. Aun
cuando dicha. igle ia on autónomas buscarán natural-
mente consejo y estimulo d las iglesias madre a las que
por la providencia d Dio d ben su origen. Aunque s
bueno y pro ío que las izle ias madres pongan a la dis-
posición de las iele ia jóvenes lo que tienen de más va-
lor en doctrina, culto y orden, debe reconocerse como una
n cesidad fundamental que e todos los asuntos tanto
las 1 lesias madre como las jóvene queden n libertad
para seguir la direc i6n del Espíritu de Dios según ellas
la sienten.
La onferencia ha escuchado con profundo apr -
cío todo que se relaciona on los movimientos hacia la
uni6n de la 1 lesia, en mu has. partes del mundo. on-
sid ra el proyecto de uni6n de la Igle ia en la India del
Sur, donde tres denominaciones están en arr glos, como
156
EL MOVIMIENTO ECUMENlCO
acreedor a atención y estudio particulares, ya que en él
se intenta incluir en una sola Iglesia unida, a los epis.•
copules, a los presbiterianos y a lo congregacionales.
La importancia de estudiar con oración este proyecto, se
muestra más ampliamente por el hecho de que en otras
partes del mundo se hacen arreglos de uni6n, basados
en SUB principios. Al considerar este y otros casos simio.
lare
I
pueden esperarse de las Iglesias tanto del Oriente
como del Occidente, grandes actos de confianza' '.
Si los conductores de la nueva Iglesia nida procu-
ran, dentro de la esfera de su oportunidad e influencia,
ensayar tale principios, métodos y medio, sea en el
proceso de hacer efectiva nue tra propia
unión
denomi-
nacional, s a al promover la cooperación y la unidad en-
tre nuestra denominación y las demás, la IgI la Meto-
di. ta se convertirá en un fa tor cada vez má provecho-
so, en el desarrollo del movimiento ecuménico.
Debemos recordar que estamos en una Igle. ia que
une, y no implemente en una Iglesia unida; y que, en
consecuencia, hemos de star listos para considerar cual-
quier arreglo para unirnos con otras comunion s. El que
el metodismo haya logrado unirse; no puede ser un. lla-
mamiento a encabezar la unidad ecuménica' Por lo tan-
to, nosotros debiéramos no dejar ninguna piedra sin
remover hasta conseguir la unión orgánica de todos los
cuerpos metodistas de los Estados Unidos, no afiliados
todavía. Se ha llamado la atención a las Iglesias Meto-
distas Unidas del Japón y de China; un programa simi-
lar debiera seguirse en otros campos donde nuestra Igle-
sia tiene trabajo y donde todavía no se ha alcanzado ,tal
unión. Además, ,por qué nuestra nueva Igle ia aquí en
los Estados Unidos, no podría tomar la iniciativa en 108
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METODISTAS UNIDOS PARA LA.. ACCION
años venideros, para conseguir la unión orgánica con
otras comunionest
La actual contienda y conmoción titánica que pa-
dece el mundo es la primera gran guerra desde que el
movimiento ecuménico encontró expresión; esto sujeta-
rá el movimiento a la prueba suprema. La Iglesia debe
permanecer manifiestamente como la Iglesia unida, como
el único Cuerpo de Cristo. aunque las naciones en que
está arraigada se encuentren en guerra. las unas con las
obras. Su compañerismo en la oración no debe ser roto ,
en la Iglesia de Cristo tenemos una fe diferente a. cual-
quiera otra, puesto que se encuentra en todas las nacio-
nes, y, a pesar de ello, es una fraternidad que no conoce
siglo, ni nacron, ni raza. Esto nos hace recordar las
palabras de la Epístola de Diognetus, que en el siglo
segundo, al referirse a los cristianos esparcidos en di-
ferentes paises , dijo que mantienen unido al mun-
do . Si pudo decirse esto en aquellos días de los co-
mienzos del cristianismo, ,qué no podemos decir de la
Iglesia Cristiana de nuestros días' Es la incorporación
de la presencia prolongada
y
viviente de Cristo en el
mundo, por cuanto El dijo: Donde dos o tres se con-
gregaren en mi nombre, allí estaré yo . La gran pala-
bra pronunciada en las recientes conferencias de Oxford,
Edimburgo, Madrás y Amsterdam, expresada con senci-
llez elemental y en términos adecuados y sujetos a la
realidad, fué que la Iglesia. debe ser 1 Iglesia, esto es,
que tenga una
vívida
e imperativa eencieneia de sí mÚJ-
ma como el Cuerpo de Cristo} y que así manifieste la
mente
y
voluntad .de Cristo.