Los Mendigos en París, constituían un peligro social. Cada vez se volvían
más astutos y audaces.
La solución: “Encerrarlos”.
Su número crecía constantemente. Por todos los
lados la miseria aumentaba.
Organizados en una asociación muy
poderosa, se reunían en un lugar llamado con
ironía “Patio de Monipodio”, así llamado
porque “los que se veían durante el día lisiados o enfermos, volvían por la
noche y como por milagro todas sus enfermedades
desaparecían”.Lallemand: “Historia de Caridad”
Desde 1621, San Vicente buscaba una solución a este problema.
En MaÇón, buscó la ayuda de grandes y pequeños, quienes le ayudaron con $, con trigo y con lo que podían… 300 Pobres quedaron alojados, alimentados y sostenidos razonablemente… El dio su primera limosna y se fue.
En París, el mal era mucho más grande y el remedio mucho más difícil de encontrar. Entonces…
… Se dirige a su colaboradora y ambos buscan una solución… Crean el Hospicio del “Nombre de Jesús” que servía de retiro para los pobres artesanos, cuya vejez y enfermedad impedía
que se ganaran la vida convenientemente.
Luisa pone en juego su buen sentido práctico y su genio organizador, a la vez que su espíritu sobrenatural, queriendo dar una solución verdaderamente humana a la miseria de los pobres viejos (40), desprovistos y muy dignos de cuidados.
Tiene siempre en cuenta, en primer lugar, su estado de alma.
Para mejorar su sufrimiento moral y atenuar la impresión de que son inútiles e impotentes, preveen un trabajo voluntario y de tal naturaleza que sirva para ocuparlos, según sus fuerzas
e industrias, con el fin de evitarles la ociosidad.
Vicente y Luisa se preocupan por la libertad de los Pobres y respetan su dignidad.
Antes que encerrarlos, tienen el trabajo, como un medio excelente de reaccionar contra la soledad y el aburrimiento,
que son la gran calamidad de los ancianos
Luisa es conocedora de la meta a alcanzar y de los medios que hay para emplear.
Considera la obra como
inspirada por Dios y no como
deseo de los hombres.
Con la misma preocupación por la persona humana, prevé la doble ventaja material y moral, que tendrán los ancianos hospitalizados, con el buen empleo del tiempo.
“Al trabajar según sus fuerzas, no se sentirán inútiles a la sociedad, y contribuirán al mismo tiempo a su
subsistencia”.
“Es necesario encontrarles un
trabajo adecuado y
remunerado”
“El saber ocupar a los ancianos, ¿No es
el mejor remedio moral para aquellos
que se creen ser una carga?”
Lo bueno de la obra, “en lo espiritual y en lo temporal, dependerá de que no haya nadie inútil, sobre todo al
principio”
Concede una importancia capital a que se cree un ambiente de paz
serena, en la que se puedan colocar a estos Pobres queridos.
“Ellos tienen que vivir de buen grado y no a la fuerza, no tener familia, porque si la tuvieran, les correspondería socorrer sus
necesidades… y no convendría aislarlos de la comunidad familiar”.
Sugiere que para facilitar la elección de los que se van a recibir, revisen juntos a los que se presentan, para tener un criterio sobre
ellos; “e incluso para lograr un buen conocimiento e informarse de su vida y costumbres”.
En suma, Luisa actúa aquí, como PRECURSORA, preconizando la
ENCUESTA SOCIAL de ahora, así como EL CONSEJO DE ADMINISTRACION,
encargado de las admisiones y de los rechazos.
El pequeño Hospicio de 40 ancianos, sirvió de plano y de modelo para el inmenso Hospital, que desde hace tantos años, sirve a
muchos desventurados.
Un bello reconocimiento a la labor de Luisa hacia los ancianos; es el de haber sido elegida, como Modelo y guía, de una Asociación de
jóvenes del Siglo XX, consagrada a la vejez pobre y solitaria.
Esta Asociación bajo el nombre de “LUISAS DE MARILLAC”, se fundó OFICIALMENTE en 1909, en la Parroquia San Nicolás de
Chardonet, antiguo barrio de París, donde hace más de 300 años, su Patrona comenzaba a visitar a los Pobres y a los enfermos.
En 1915, existían ya 19 grupos de la Asociación en París y unas 405 “Luisas”, que se preocupaban por el sufrimiento de las pobres
ancianas abuelas, sin recursos. Hoy se han extendido por el mundo entero.
Impregnadas de “lo sobrenatural”, las “Luisas” aprenden a buscar el contacto con el Pobre en quien ellas sirven a Cristo. Su ORACION
resume el espíritu del Modelo que debe animarlas:
“Señor, voy en busca de aquellos a quienes tú has llamado “Otros tú mismo”. Haz que la Ofrenda que yo le llevo y el corazón con el
que se la doy, sean bien acogidos por mi hermano caído en desgracia… Haz que el momento pasado junto a él, en busca de
hacerle un bien, aporte tanto para él como para mi,
frutos de Vida Eterna.
Señor, bendíceme por la mano de tus Pobres,
Señor, sonríeme por la mirada de tus Pobres,
Señor, recíbeme un día en la santa compañía de tus Pobres”
AMEN
VAMOS TODOS YA!!!
MUCHOS ANCIANOS SUFREN… HAY QUE SERVIRLOS!
Nuestros deberes para con los ancianos
1° RESPETARLOS!El hombre tiene siempre más necesidad
de respeto que de pan.Por lo demás, cuando verdaderamente se
respeta a alguien, no se permite que le falte el PAN.
Un anciano es un hombre que ha trabajado, que ha
sufrido… ¡Cuántas pruebas halló en su
camino!
El RESPETO se impone a nosotros, como un deber
para con ellos!
2° AGRADECERLES!Ciertamente debemos GRATITUD a los
ancianos!Una generación que no guarda
agradecimento a los Ancianos, no tiene corazón.
Quiere aprovecharse con gusto del trabajo ajeno pero no sabe agradecerlo.
Constituye un deber para nosotros, el procurar que nuestros Ancianos
vivan de manera conveniente!
Lo que es un AncianoA la luz de Dios
Un anciano es una persona a quien Dios prepara para el gran encuentro.
Sus sufrimientos los purifican para comparecer delante de Dios.
Los sufrimientos los desprenden de las cosas de la tierra.
Desprendido de todo, fácilmente se orienta hacia el cielo y hacia Dios!
SABER ESCUCHAR A LOS ANCIANOS.
Evidentemente, nos hablarán de su época y criticarán todo que se hace hoy.
No tratemos de razonar ni discutir. Escuchémoslos.
Un anciano sentirá tanta mayor simpatía por los jóvenes, cuanto
mejor se le escucha.
El escuchar a un anciano nos enriquece. Sobre todo si se les
escucha con simpatía, con atención y respeto.
QUERER A LOS ANCIANOS!
Amarlos con ternura.
Hay que llegar a dominar toda repugnancia natural para establecer un afecto que será cada vez más real y verdadero.
Escuchar sus quejas. Un pobre viejo gruñón siente consuelo y recobra su dignidad personal cuando se da cuenta que
creemos en su sufrimiento.
Un anciano tiene corazón de abuelo. Siente la necesidad de querer como quieren los abuelos, Dejemos que nos quieran y
agradezcamos su cariño.
Si así lo hacemos, no serán ya pobres viejos, económicamente débiles; serán ancianos rodeados de respeto y afecto, que se
prepararán al encuentro supremo con el Señor!Diseñado y preparado por Sor Luzdari Jiménez S. h.c.