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Coleccin Emancipacin Obrera IBAGU-TOLIMA 2013
GMM
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2 Libro No. 499. El apoyo mutuo. Un factor de la evolucin. Kropotkin, Peter. Coleccin E.O. Octubre 12 de 2013. Ttulos originales: El apoyo mutuo. Un factor de la evolucin. Peter Kropotkin Versin Original: El apoyo mutuo. Un factor de la evolucin. Peter Kropotkin Licencia Creative Commons: Emancipacin Obrera utiliza una licencia Creative Commons, puedes copiar, difundir o remezclar nuestro contenido, con la nica condicin de citar la fuente. La Biblioteca Emancipacin Obrera es un medio de difusin cultural sin fronteras, no obstante los derechos sobre los contenidos publicados pertenecen a sus respectivos autores y se basa en la circulacin del conocimiento libre. Los Diseos y edicin digital en su mayora corresponden a Versiones originales de textos. Este libro en particular fue extraido de: Libros Tauro. http://www.LibrosTauro.com.ar Autora-atribucin: Respetar la autora del texto y el nombre de los autores No comercial: No se puede utilizar este trabajo con fines comerciales No derivados: No se puede alterar, modificar o reconstruir este texto. Portada E.O. de Imagen original
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Un factor de la evolucin
Peter Kropotkin
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INTRODUCCION
A LA TERCERA EDICION EN ESPAOL
El apoyo mutuo es la obra ms representativa de la personalidad intelectual
de Kropotkin. En ella se encuentran expresados por igual el hombre de ciencia y
el pensador anarquista; el bilogo y el filsofo social; l historiador y el idelogo.
Se trata de un ensayo enciclopdico, de un gnero cuyos ltimos cultores fueron
positivistas y evolucionistas. Abarca casi todas las ramas del saber humano,
desde la zoologa a la historia social, desde la geografa a la sociologa del arte,
puestas al servicio de, una tesis cientfico-filosfica que constituye, a su vez, una
particular interpretacin del evolucionismo darwiniano.
Puede decirse que dicha tesis llega a ser el fundamento de toda su filosofa
social y poltica y de todas sus doctrinas e interpretaciones de la realidad
contempornea Como gozne entre aquel fundamento y estas doctrinas se
encuentra una tica de la expansin vital.
Para comprender el sentido de la tesis bsica de El apoyo mutuo es
necesario partir del evolucionismo darwiniano al cual se adhiere Kropotkin,
considerndolo la ltima palabra de la ciencia moderna.
Hasta el siglo XIX los naturalistas tenan casi por axioma la idea de la fijeza
e inmovilidad de las especies biolgicas: Tot sunt species quot a principio creavit
infinitum ens. An en el siglo XIX, el ms clebre de los cultores de la historia
natural, el hugonote Cuvier, segua impertrrito en su fijismo. Pero ya en 1809
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5 Lamarck, en su Filosofazoolgica defenda, con gran escndalo de la Iglesia y
de la Academia, la tesis de que las especies zoolgicas se transforman, en
respuesta a una tendencia inmanente, de su naturaleza y adaptndose al medio
circundante. Hay en cada animal un impulso intrnseco (o "conato") que lo lleva
a nuevas adaptaciones y lo provee de nuevos rganos, que se agregan a su
fondo gentico y se transmiten por herencia. A la idea del impuso intrnseco y la
formacin de nuevos rganos exigidos por el medio ambiente se aade la de la
transmisin hereditaria. Tales ideas, a las que Cuvier opona tres aos ms
tarde, en su Discurso sobre las revoluciones del globo, la teora de las
catstrofes geolgicas y las sucesivas creaciones (1), encontr indirecto apoyo
en los trabajos del gelogo ingls, Lyell, quin, en sus Principios de geologa
demostr la falsedad del catastrofismo de Cuvier, probando que las causas de la
alteracin de la superficie del planeta no son diferentes hoy que en las pasadas
eras (2).
Lamarck desciende filosficamente de la filosofa de la Ilustracin, pero no
ha desechado del todo la teleologa. Para l hay en la naturaleza de los seres
vivos una tendencia continua a producir organismos cada vez ms complejos
(3). Dicha tendencia acta en respuesta a exigencias del medio y no slo crea
nuevos caracteres somticos sino que los transmite por herencia. Una voluntad
inconsciente y genrica impulsa, pues, el cambio segn una ley general que
seala el trnsito de lo simple a lo complejo. Est ley servir de base a la
filosofa sinttica de Spencer. Pese a la importancia de la teora de Lamarck en
la historia de la ciencia y aun de la filosofa, ella estaba limitada por innegables
deficiencias. Lamarck no aport muchas pruebas a sus hiptesis; parti de una
qumica precientfica; no consider la evolucin sino como proceso lineal.
Darwin, en cambio, s preocup por acumular, sobre todo a travs de su viaje
alrededor del mundo, en el Beagle un gran cmulo de observaciones zoolgicas
y botnicas; se puso al da con la qumica iniciada por Lavoisier (aunque ignor
la gentica fundada por Mendel) y tuvo de la evolucin un concepto ms amplio
y, complejo. Desech toda clase de teleologismo y se bas, en supuestos
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6 estrictamente mecanicistas. Sus notas revelan que tena conciencia de las
aplicaciones materialistas de sus teoras biolgicas. De hecho, no slo recibio la
influencia de su abuelo Erasmus Darwin y la del gelogo Lyell sino tambin las
del economista Adam Smith, del demgrafo Malthus y del filsofo Comte (4). En
1859 public su Origen de las especies que logr pronto universal celebridad;
doce aos ms tarde sac a la luz La descendencia del hombre (5). Darwin
acepta de Lamarck la idea de adaptacin al medio, pero se niega a admitir la de
la fuerza inmanente que impulsa la evolucin. Rechaza, en consecuencia, toda
posibilidad de cambios repentinos y slo admite una serie de cambios graduales
y accidentales. Formula, en sustitucin del principio lamarckiano del impulso
inmanente, la ley de la seleccin natural (6). Partiendo de Malthus, observa que
hay una reproduccin excesiva de los vivientes, que llevara de por si a que cada
especie llenara toda la tierra. Si ello no sucede es porque una gran parte de los
individuos perecen. Ahora bien, la desaparicin de los mismos obedece a un
proceso de seleccin. Dentro de cada especie surgen innmeras diferencias;
slo sobreviven aquellos individuos cuyos caracteres diferenciales los hacen
ms aptos para adaptarse al medio. De tal manera, la evolucin aparece como
un proceso mecnico, que hace superflua toda teleologa y toda idea de una
direccin y de una meta. Esta ley bsica de la seleccin natural y la
supervivencia del ms- apto (que algunos filsofos comporneos, como Popper,
consideran mera tautologa) comparte la idea de la lucha por la vida (struggle for
life) (7). sta se manifiesta principalmente entre los individuos de una misma
especie, donde cada uno lucha por el predominio y por el acceso a la
reproduccin (seleccin sexual).
Herbert Spencer, quien, antes de Darwin, haba esbozado ya el plan de un
vasto sistema de filosofa sinttica, extendi la idea de la evolucin, por una
parte, a la materia inorgnico (Primeros Principios 1862, II Parte,) y, por otra
parte, a la sociedad y la cultura (Principios de Sociologa, 18761896). Para l, la
lucha por la vida y la supervivencia. del ms apto (expresin que usaba desde
1852), representan no solamente, el mecanismo por el cual la vida se transforma
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7 y evoluciona s no tambin. la nica va de todo progreso humano (8). Sienta as
las bases de lo que se llamar el darwinismo social, cuyos dos hijos, el feroz
capitalismo manchesteriano y el ignominioso racismo fuero tal vez ms lejos de
lo que aquel pacfico burgus poda imaginar. Th. Huxley, discpulo fiel de
Darwin, publica, en febrero de 1888, en, la revista The Nneteenth Century, un
artculo que como su mismo ttulo indica, es todo un manifiesto del darwinismo
social: The Struggle for life. A Programme (9). Kropotkin queda conmovido por
este trabajo, en el cual ve expuestas las ideas sociales contra las que siempre
haba luchado, fundadas en las teoras cientficas a las que consideraba como
culminacin, del pensamiento biolgico contemporneo. Reacciona contra l y,
a partir de 1890, se propone refutarlo en una serie de artculos, que van
apareciendo tambin en The Nineteenth Century y que ms tarde ampla y
complementa, al reunirlos en un volumen titulado El apoyo mutuo. Un factor de
la evolucin.
Un camino para refutar a Huxley y al darwinismo social hubiera sido seguir
los pasos de Russell Wallace, quien pone el cerebro del hombre, al margen de la
evolucin. Hay que tener en cuenta que este. ilustre sabio que formul su teora
de la evolucin de las especies casi al mismo tiempo que Darwin, al hacer un
lugar aparte para la vida moral e intelectual del ser humano, sostena que desde
el momento en que ste lleg a descubrir el fuego, entr en el campo de la
cultura y dejo de ser afectado por la seleccin natural (10). De este modo
Wallace se sustrajo, mucho ms que Darwin o Spencer, al prejuicio racial (11).
pero Kropotkin, firme en su materialismo, no poda seguir a Wallace, quien no
dudaba en postular la intervencin de Dios para explicar las caractersticas del
cerebro y la superioridad moral e intelectual del hombre.
Por otra parte, como socialista y anarquista, no poda en, modo alguno
cohonestar las conclusiones de Huxley, en las que vea sin duda un cmodo
fundamento para la economa del irrestricto "laissez faire" capitalista, para las
teoras racistas de Gobineau (cuyo Ensayo sobre la desigualdad de las razas
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8 humanas haba sido publicados ya en 1855), para el malthusianismo, para las
elucubraciones falsamente individualistas de Stirner y de Nietzsche.
Considera, pues, el manifiesto huxleyano como una interpretacin unilateral
y, por tanto, falsa de la teora darwinista del "struggle for life" y le propone
demostrar que, junto al principio de la lucha (de cuya vigencia no duda), se debe
tener en cuenta otro, ms importante que aqul para explicar la evolucin de los
animales y el progreso del hombre. Este principio es el de la ayuda mutua entre
los individuos de una misma especie (y, a veces, tambin entre las de especies
diferentes). El mismo Darwin haba admitido este principio. En el prlogo a la
edicin de 1920 de El apoyo mutuo, escrito pocos meses antes de su muerte,
Kropotkin manifiesta su alegra por el hecho de que el mismo Spencer
reconociera la importancia de "la ayuda mutua y su significado en la lucha por la
existencia'. Ni Darwin ni Spencer le otorgaron nunca, sin embargo, el rango que
le da Krpotkin al ponerla al mismo nivel (cuando no por encima) de la lucha por
la vida como factor de evolucin.
Tras un examen bastante minucioso de la conducta de diferentes especies
animales, desde los escarabajos sepultureros y los cangrejos de las Molucas
hasta los insectos sociales (hormigas, abejas etc.), para lo cual aprovecha las
investigaciones de Lubbock y Fabre; desde el grifo-hlcn del Brasil hasta el
frailecico y el aguzanieves desde cnidos, roedores, angulados y rumiantes
hasta elefantes, jabales, morsas y cetceos; despus de haber descripto
particularmente los hbitos de los monos que son, entre todos los animales 'los
ms prximos al hombre por su constitucin y por su inteligencia', concluye que
en todos los niveles de la escala zoolgica existe vida social y que, a medida
que se asciende en dicha escala, las colonias o sociedades animales se tornan
cada vez ms conscientes, dejan de tener un mero alcance fisiolgico y de
fundamentarse en el instinto, para llegar a ser, al fin, racionales. En lugar de
sostener, como Huxley, que la sociedad humana naci de un pacto de no
agresin, Kropotkin considera que ella existi desde siempre y no fue creada por
ningn contrato, sino que fue anterior inclusive a la existencia de los individuos.
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9 El hombre, para l, no es lo que es sino por su sociabilidad, es decir, por la
fuerte tendencia al apoyo mutuo y a la convivencia permanente. Se opone as al
contractualismo, tanto en la versin pesimista de Hobbes (honro homini lupus),
que fundamenta el absolutismo monrquico, cmo en la optimista de Rousseau,
sobre la cual se considera basada' la democracia liberal. Para Kropotkin igual
que par Aristteles, la sociedad es tan connatural al hombre como el lenguaje.
Nadie como el hombre merece el apelativo de "animal social" (dson
koinonikn).
Pero a Aristteles se opone al no admitir la equivalencia que ste establece
entre "animal social" y "animal poltico" (dson politikn). Segn Kropotkin, la
existencia del hombre depende siempre de una coexistencia. El hombre existe
para la sociedad tanto como la sociedad para el hombre. Es claro, por eso que
su simpata por Nietzsche no poda se profunda. Considera al
nietzscheanismo, tan de moda en su poca como en la nuestra, "uno de los
individualismos espreos". Lo identifica en definitiva con el individualismo
burgus, 'que slo puede existir bajo la condicin de oprimir a las masas y del
lacayismo, del servilismo hacia la tradicin, de la obliteracin de la individualidad
dentro del propio opresor, como en seno de la masa oprimida' (12). Aun a
Guyau, ese Nietzsche francs cuya moral sin obligacin ni sancin encuentra
tan cercana a la tica anarquista, le reprocha el no haber comprendido que la
expansin vital a la cual aspira es ante todo lucha por la justicia y la Libertad del
pueblo. Con mayor fuerza todava se opone al solipsismo moral y al egotismo
trascendental de Stirner, que considera "simplemente la vuelta disimulada a la
actual educacin del monopolio de unos pocos" y el derecho al desarrollo "para
las minoras privilegiadas"
Sin dejar de reconocer, pues, que la idea de la lucha por la vida, tal como la
propusieron Darwin y Wallace, resulta sumamente fecunda,: en cuanto hace
posible abarcar una gran cantidad de hechos bajo un enunciado general, insiste
en que muchos darwinistas han restringido aquella idea a lmites excesivamente
estrechos y tienden a interpretar el mundo de los animales como un sangriento
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10 escenario de luchas ininterrumpidas entre seres siempre hambrientos y vidos
de sangre. Gracias a ellos la literatura moderna se ha llenado con el grito de 'vae
victis" (ay de los vencidos!), grito que consideran como la ltima palabra de la
ciencia biolgica. Elevaron la lucha sin cuartel a la condicin de principio y ley
de la biologa y pretenden que a ella se subordine el ser humano. Mientras
tanto, Marx consideraba que el evolucionismo darwiniano, basado en la lucha
por la vida, formaba parte de la revolucin social (13) y, al mismo tiempo, los
economistas manchesterianos lo tenan como excelente soporte cientfico para
su teora de la libre competencia, en la cual la lucha de todos contra todos (la ley
de la selva) representa el nico camino hacia, la prosperidad. Kropotkin coincide
con Marx y Engels en que el darwinismo dio un golpe de gracia a la teleologa.
Al intento de aprovechar para los fines de la revolucin social la idea darwinista
de la vida (interpretada como lucha de clases) le asigna relativa importancia.
Por otra parte, como Marx, ataca Malthus, cuyo primer adversario de talla
haba sido Godwin, el precursor de Proudhon y del anarquismo.
Pero la decidida oposicin al malthusianismo, que propicia la muerte masiva
de los pobres por su inadaptacin al medio, y la lucha contra Huxley, que no
encuentra otro factor de evolucin fuera de la perenne lucha sangrienta, no
significan que Kropotkin se adhiera a una visin idlica de la vida animal y
humana ni que se libre, como muchas veces se ha dicho, a un optimismo
desenfrenado e ingenuo. Como naturalista y hombre de ciencia est lejos de los
rosados cuadros galantes y festivos del rococ, y no comparte simple y
llanamente la idea del bien salvaje de Rousseau. Pretende situarse en un punto
intermedio entre ste y Huxley. El error de Rousseau consiste en que perdi de
vista por completo la lucha sostenida con picos y garras, y Huxley es culpable
del error de carcter opuesto; pero ni el optimismo de Rousseau ni el pesimismo
de Huxley pueden ser aceptados como una interpretacin desapasionada y
cientfica de las naturaleza.
El ilustre bilogo Ashley Montagu escribe a este respecto: "Es error
generalizado creer que Kropotkin se propuso demostrar que es la ayuda mutua y
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11 no la seleccin natural o la competencia el principal o nico factor que acta en
el proceso evolutivo". En un libro de gentica publicado recientemente por una
gran autoridad en la materia, leemos: "El reconocer la importancia que tiene la
cooperacin y la ayuda mutua en la adaptacin no contradice de ninguna
manera la teora de la seleccin natural, segn interpretaron Kropotkin y otros".
Los lectores de El apoyo mutuo pronto percibirn hasta qu punto es injusto este
comentario. Kropotkin no considera que la ayuda mutua contradice la teora de
la seleccin natural. Una y otra vez llama la atencin sobre el hecho de que
existe competencia en la lucha por la vida (expresin que critica acertadamente
con razones sin duda aceptables para la mayor parte de los darwinistas
modernos), una y otra vez destaca la importancia de la teora de la seleccin
natural, que seala como la ms significativa del siglo XIX. Lo que encuentra
inaceptable y contradictorio es el extremismo representado por Huxley en su
ensayo "Struggle for Existence Manifesto", y as lo demuestra al calificarlo de
"atroz" en sus Memorias (14). En efecto, en Memorias de un revolucionario
relata: "Cuando Huxley, queriendo luchar contra el socialismo, public en 1888
en Nineteenth Century, su atroz articulo "La lucha por la existencia es todo un
programa", me decid a presentar en forma comprensible mis objeciones a su
modo de entender la referida lucha, lo mismo entre los animales que entre los
hombres, materiales que estuve acumulando durante seis aos" (15). El
propsito no tuvo calurosa acogida entre los hombres de ciencia amigos, ya que
la interpretacin de "la lucha por la vida como sinnimo de ay de los vencidos!",
elevado al nivel de un imperativo de la naturaleza, se haba convertido casi en
un dogma. Slo dos personas apoyaron la rebelda de Kropotkin contra el
dogma y la "atroz" interpretacin huxleyana: James Knowles, director de la
revista Nineteenth Century H.W. Bates, conocido autor de Un naturalista en el
ro Amazonas. Por lo dems, la tesis que pretenda defender, contra Huxley,
haba sido va propuesta por el gelogo ruso Kessler, aunque ste a penas haba
aducido alguna prueba en favor de la misma. Eliseo Reclus, con su autoridad de
sabio, dar su abierta adhesin a dicha tesis y defender los mismos puntos de
vista que Kropotkin (16).
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12 De la gran masa de datos zoolgicos que ha reunido infiere, pues, que
aunque es cierta la lucha entre especies diferentes y entre grupos de una misma
especie, en trminos generales debe decirse que la pacfica convivencia y el
apoyo mutuo reinan dentro del grupo y de la especie, y, ms an, que aquellas
especies en las cuales ms desarrollada est la solidaridad y la ayuda recproca
entre los individuos tiene mayores posibilidades de supervivencia y evolucin.
El principio del apoyo mutuo no constituye, por tanto, para Kropotkin, un
ideal tico ni tampoco una mera anomala que rompe las rgidas exigencias de la
lucha por la vida, sino un hecho cientficamente comprobado como factor de la
evolucin, paralelo y contrario al otro factor, el famoso "struggle for life". Es claro
que el principio podra interpretarse como pura exigencia moral del espritu
humano, como imperativo categrico o como postulado o fundacional de la
sociedad y de la cultura. Pero en ese caso habra que adoptar una posicin
idealista o, por lo menos, renunciar al materialismo mecanicista y, al naturalismo
antiteolgico que Kropotkin ha aceptado. Si tanto se esfuerza por demostrar que
el apoyo mutuo es un factor biolgico, es porque slo as quedan igualmente
satisfechas y armonizadas sus ideas filosficas y sus ideas socio-polticas en
una nica "Weitanschaung", acorde, por lo dems, con el espritu de la poca.
La concepcin huxleyana de la lucha por la vida, aplicada a la historia y la
sociedad humana, tiene una expresin anticipada en Hobbes, que presenta el
estado primitivo de la humanidad como lucha perpetua de todos contra todos.
Esta teora, que muchos darwinistas como Huxley aceptan complacidos, se
funda, segn Kropotkin, en supuestos que la moderna etnologa desmiente,
pues imagina a los hombres primitivos unidos slo en familias nmadas y
temporales. Invoca, a este respecto, lo mismo que Engels, el testimonio de
Morgan y Bachofen. La familia no aparece as tomo forma primitiva y originaria
de convivencia sino como producto ms bien tardo de la evolucin social.
Segn Kropotkin, la antropologa nos inclina a pensar que en sus orgenes el
hombre viva en grandes grupos o rebaos, similares a los que constituyen hoy
muchos mamferos superiores. Siguiendo al propio Darwin, advierte que no
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13 fueron monos solitarios, como el orangutn y el gorila, los que originaron los
primeros homnidos o antropoides, sino, al contrario, monos menos fuertes pero
ms sociables, como l chimpanc. La informacin antropolgica y prehistrica,
obtenida al parecer en el Museo Britnico, es abundante y est muy actualizada
para el momento. Con ella cree Kropotkin demostrar ampliamente su tesis. El
hombre prehistrico viva en sociedad: las cuevas de los valles de Dordogne, por
ejemplo, fueron habitadas durante el paleoltico y en ellas se han encontrado
numerosos instrumentos de slice. Durante el neoltico, segn se infiere de los
restos palafticos de Suiza, los hombres vivan y laboraban en comn y al
parecer en paz. Tambin estudia, valindose de relatos de viajeros y estudios
etnogrficos, las tribus primitivas que aun habitan fuera de Europa
(bosquimanos, australianos, esquimales, hotentotes, papes etc.), en todas las
cuales encuentra abundantes pruebas de altruismo y espritu comunitario entre
los miembros del clan y de la tribu. Adelantndose en cierta manera a estudios
etnogrficos posteriores, intenta desmitologizar la antropofagia, el infanticidio y
otras prcticas semejantes (que antroplogos y misioneros de la poca
utilizaban sin duda para justificar la opresin colonial). Pone de relieve, por el
contrario, la abnegacin de los individuos en pro de la comunidad, el dbil o
inexistente sentido de la propiedad privada, la actitud ms pacfica de lo que se
suele suponer, la falta de gobierno. En este, punto, Kropotkin es evidentemente
un precursor de la actual antropologa poltica de Clastres (17). Aunque
considera inaceptable tanto la visin rousseauniana del hombre primitivo cual
modelo de inocencia y de virtud, como la de Huxley y muchos antroplogos del
siglo XIX, que lo consideran una bestia sanguinaria y feroz, cree que esta
segunda visin es ms falsa y anticientfica que la primera. En su lucha por la
vida -dice Kropotkin- el hombre primitivo lleg a identificar su propia existencia
con la de la tribu, y sin tal identificacin jams hubiera negado la humanidad al
nivel en que hoy se halla. Si los pueblos "brbaros" parecen caracterizarse por
su incesante actividad blica, ello se debe, en buena parte, segn nuestro autor,
al hecho de que los cronistas e historiadores, los documentos y los poemas
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14 picos, slo consideran dignas de mencin las hazaas guerreras y pasan casi
siempre por alto las proezas del trabajo, de la convivencia y de la paz.
Gran importancia concede a la comuna aldeana, institucin universal y
clula de toda sociedad futura, que existi en todos los pueblos y sobrevive aun
hoy en algunos. En lugar de ver en ella, como hacen no pocos historiadores, un
resultado de la servidumbre, la entiende como organizacin previa y hasta
contraria a la misma. En ella no slo se garantizaban a cada campesino los
frutos de la tierra comn sino tambin la defensa de la vida y el solidario apoyo
en todas las necesidades de la vida. Enuncia una especie de ley sociolgica al
decir que, cuanto ms ntegra se conserva la obsesin comunal, tanto ms
nobles y suaves son las costumbres de los pueblos. De hecho, las normas
morales de los brbaros eran muy elevadas y el derecho penal relativamente
humano frente a la crueldad del derecho romano o bizantino.
Las aldeas fortificadas, se convirtieron desde comienzos del Medioevo en
ciudades, que llegaron a ser polticamente anlogas a las de la antigua Grecia.
Sus habitantes, con unanimidad que hoy parece casi inexplicable, sacudieron
por doquier el yugo de los seores y se rebelaron contra el dominio feudal. De
tal modo, la ciudad libre medieval, surgida de la comuna brbara (y no del
municipio romano, como sostiene Savigny), llega a ser, para Kropotkin, la
expresin tal vez ms perfecta de una sociedad humana, basada en el libre
acuerdo y en el apoyo mutuo. Kropotkin sostiene, a partir de aqu, una
interpretacin de la Edad Meda que contrasta con la historiografa de la
Ilustracin y tambin, en gran parte, con la historiografa liberal, y Marxista.
Inclusive algunos escritores anarquistas, como Max Nettlau, la consideran
excesivamente laudatoria e idealizada (18). Sin embargo, dicha interpretacin
supone en el Medioevo un claro dualismo por una parte, el lado oscuro,
representado por la estructura vertical del feudalismo (cuyo vrtice ocupan el
emperador y el papa); por otra, el lado claro y luminoso, encarnado en la
estructura horizontal de las ligas de ciudades libres (prcticamente ajenas a toda
autoridad poltica). Grave error de perspectiva sera, pues, equiparar est
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15 reivindicacin de la edad Media, no digamos ya con la que intentaron
ultramontonos como De Maistre o Donoso Corts sino inclusive con la que
propusieron Augusto Comte y algunos otros positivistas (19).
Para Kropotkin, la ciudad libre medieval es como una preciosa tela, cuya
urdimbre est constituida por los hilos de gremios y guiadas. El mundo libre del
Medioevo es, a su vez, una tela ms vasta (que cubre toda Europa, desde
Escocia a Sicilia y desde Portugal a Noruega), formada por ciudades libremente
federadas y unidas entre s por pactos de solidaridad anlogos a los que unen a
los individuos en gremios y guiadas en la ciudad. No le hasta, sin embargo,
explicar as la estructura del medioevo libertario. Juzga indispensable explicar
tambin su gnesis. Y, al hacerlo, subraya con fuerza esencial la lucha contra el
feudalismo, de tal modo que, si tal lucha basta para dar razn del nacimiento de
gremios, guiadas, ciudades libres y ligas de ciudades, la culminacin de la
misma explica su apogeo, y la decadencia posterior su derrota y absorcin por el
nuevo Estado absolutista de la poca moderna. Las guiadas satisfacan las
necesidades sociales mediante la cooperacin, sin dejar de respetar por eso las
libertades individuales. Los gremios organizaban el trabajo tambin sobre la
base de la cooperacin y con la finalidad de satisfacer las necesidades
materiales, sin preocuparse, fundamentalmente par el lucro. Las ciudades,
liberadas del yugo feudal estaban regidas en la mayora de los casos por una
asamblea popular. Gremios y guildas tenan, a su vez, una constitucin ms
igualitaria de lo que se suele suponer. la diferencia entre maestro y aprendiz
menos en un comienzo una diferencia de edad ms que de poder o riqueza, y no
exista el rgimen del salariado. Slo en la baja Edad Media, cuando las
ciudades libres, comenzaron a decaer por influencia de una monarqua en
proceso, de unificacin y de absolutizacin del poder, el cargo de maestro de un
gremio empez, a ser hereditario y el trabajo de los artesanos comenz a ser
alquilado a patronos particulares Aun entonces, el salario que perciban era muy
superior al de los obreros industriales del. siglo XIX, se realizaba en mejores
condiciones y en jornadas ms cortas (que, en Inglaterra no sumaban ms de 48
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16 horas por semana) (20). Con esta sociedad de trabajadores libres solidarios se
asociaba necesariamente, segn Kropotkin, el arte grandioso de las catedrales,
obra, comunitaria para el disfrute de la comunidad. La pintura no la ejecutaba un
genio solitario para ser despus guardada en los salones de un duque ni los
poetas componan sus versos para que los leyera en su alcoba la querida del
rey. Pintura y poesa, arquitectura a y msica surgan del pueblo y eran, por
eso, muchas veces, annimas; su finalidad era tambin el goce colectivo y la
elevacin espiritual del pueblo. Aun en la filosofa medieval ve Kropotkin un
poderoso esfuerzo "racionalista", no desconectado con el espritu de las
ciudades libres. Esto, aunque resulte extrao para muchos, parece coherente
con toda la argumentacin anterior: Acaso la universidad, creacin
esencialmente medieval, no era en sus orgenes un gremio (universitas
magistrorum et scolarium), igual que los dems? (21).
La resurreccin del derecho romano y la tendencia a constituir Estados
centralizados y unitarios, regidos por monarcas absolutos, caracteriz el
comienzo de la poca moderna. Esto puso fin no slo al feudalismo (con la
domesticacin de los aristcratas, transformados en cortesanos) sino tambin en
las ciudades libres (convertidas en partes integrantes de un calado unitario). Los
Ubres ciudadanos se convierten en leales sbditos burgueses del rey. No por
eso desaparece el impulso connatural hacia la ayuda mutua y hacia la libertad,
que se manifiesta en la prdica comunista y libertaria de muchos herejes
(husitas, anabaptistas etc.). Y aunque es verdad que la edad moderna comparte
un crecimiento maligno del Estado que corno cncer devora las instituciones
sociales libres, y promueve un individualismo malsano (concomitante o secuela
del rgimen capitalista), aquel impulso no ha muerto. Se manifiesta durante el
siglo XIX, en las uniones obreras, que prolongan el espritu de gremios y guiadas
en el contexto de la lucha obrera contra la explotacin capitalista. En Inglaterra,
por ejemplo, donde Kropotkin viva, la derogacin de las leyes contra tales
uniones (Combinatioms Laws), en 1825, produjo una proliferacin de
asociaciones gremiales y federaciones que Owen, gran promotor del socialismo
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17 en aquel pas, logr federar dentro de la "Gran Unin Consolidada Nacional".
Pese a las continuas trabas impuestas par el gobierno de la clase propietaria, los
sindicatos (trade unions) siguieron creciendo en Inglaterra. Lo mismo sucedi
en Francia y en los dems pases europeos y americanos, aunque a veces las
persecuciones los obligaran a una actividad clandestina subterrnea. Kropotkin
ve as la lucha obrera de los sindicatos y en el socialismo la ms significativa
(aunque no la nica) manifestacin de la ayuda mutua y de la solidaridad en los
das en que le toc vivir. El movimiento obrero se caracteriza, por l, por la
abnegacin, el espritu de sacrificio y el herosmo de sus militantes. Al sostener
esto, no est sin duda exagerando nada, en una poca en que sindicatos
estaban lejos de la burocratizacin y la mediatizacin estatal que hoy los
caracteriza en casi todas partes, aun cuando la Internacional haba sido ya
disuelta gracias a las maquinaciones burocratizantes de Carlos Marx y sus
amigos alemanes. Algunos socilogos burgueses, que hacen gala de un
"realismo" verdaderamente irreal, se han burlado del "ingenuo optimismo" de
Kropotkin y, en nombre del evolucionismo darwiniano, han pretendido negarle
slidos fundamentos cientficos. Esto no obstante, su ingente esfuerzo por hallar
una base biolgica para el comunismo libertario, no puede ser tenida hoy como
enteramente descaminada. Es verdad que, como dice el ilustre zologo
Dobzhansky, fue poco critico en algunas de las pruebas que adujo en apoyo de
sus opiniones. Pero de acuerdo con el mismo autor, una versin modernizada
de su tesis, tal como la presentada por Ashley Montagu, resulta ms bien
compatible que contradictoria con la moderna teora de la seleccin natural.
Para Dobzhansky, uno de los autores de la teora sinttica de la evolucin,
elaborada entre 1936 y 1947 como fruto de las observaciones experimentales
sobre la variabilidad de las poblaciones y la teora cromosmica de la
herencia(22), la aseveracin de que en la naturaleza cada individuo no tiene
ms opcin que la de comer o ser comido resulta tan poco fundada como la idea
de que en ella todo es dulzura y paz. Hace notar que los eclogos atribuyen
cada vez mayor importancia a las comunidades de la misma especie y que la
especie no podra sobrevivir sin cierto grado de cooperacin y ayuda mutua (23).
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18 Los trabajos de C.H. Waddington, como Ciencia y tica, por ejemplo, van
todava ms all en su aproximacin a las ideas de Kropotkin sobre el apoyo
mutuo. Un etlogo de la escuela de Lorenz Irenaeus Eibl-Eibesfeldt, sin
adherirse por completo a las conclusiones de El apoyo mutuo, reconoce que, en
lo referente al altruismo y la agresividad, ellas estn ms prximas a la verdad
cientfica que las de sus adversarios. Para Eibl-Eibesfeld, los impulsos
agresivos estn compensados, en el hombre, por tendencias no menos
arraigadas a la ayuda mutua (24). Pese a los aos transcurridos, que no son.
pocos si se tiene en cuenta la aceleracin creciente de los descubrimientos de la
ciencia, la obra con que Kropotkin intent brindar una base biolgica al
comunismo libertario, no carece hoy de valor cientfico. Adems de ser un
magnfico exponente de la soada alianza entre ciencia y revolucin, constituye
una interpretacin equilibrada y bsicamente aceptable de la evolucin biolgica
y social. El ya citado Ashley Montagu escribe: "Hoy en, da El Apoyo Mutuo es
la ms famosa de las muchas obras escritas por Kropotkin; en rigor, es ya un
clsico. El punto de vista que representa se ha ido abriendo camino lenta pero
firmemente, y seguramente pronto entrar a formar parte de los cnones
aceptados de la biologa evolutiva",(25).
Angel J. Cappelletti
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19 NOTAS
(1) Cfr. H. Daudin, Cuvier et Lanzarck, Pars, 1926
(2) Cfr. G. Colosi, La doctrina dell evolucione e le teorie
evoluzionistiche, Florencia, 1945
(3) S. J. Gould, Desde Darwin, Madrid, 1983, p. 80.
(4) R. Grasa Hernndez, El evolucionismo: de Darwin a la sociobiologa,
Madrid, 1986, p. 43.
(5) Cfr. J. Rostand, Charles Darwin, Pars, 1948; P. Leonardi, Darwin
Brescia, 1948; M.T. Ghiselin, The Triumph of the Darwinian Method Chicago,
1949.
(6) Cfr. A. Pauli, Darwinisimusund Lamarckismus, Muninch, 1905.
(7) Cfr. G. De Beer, Charles Darwin, Evolution by Natural Selection
Londres, 1963.
(8) Cfr. W.H. Hudson, Introditction to the Philosophy of Herbert Spencer
Londres, 1909.
(9) Cfr. W. Irvine, T. H. Huxley Londres, 1960.
(10) R. Grasa Hernndez, op. cit. p. 57.
(11) Cfr. W.B. George, Biologist philosopher.- A Study of the Life and
Writings of A. R. Wallace, Nueva York, 1964.
(12) Felix Garca Moriyn Del socialismo utpico al anarquismo, Madrid,
1985, p. 59.
(13) J. Hewetson, "Mutual Aid and Social Evolution", Anarchy 55 p.258.
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20 (14) Ashley Montagu, Prlogo a El Apoyo Mutuo, Buenos Aires, 1970, PP.
VII - VIII.
(15) P. Kropotkin, Memorias de un revolucionario, Madrid, 1973 p. 419.
(16) Cfr. E. Reclus, Correspondance Pars, 1911 - 1925.
(17) Cfr. P. Clastres, La sociedad contra el Estado, Caracas, 1978.
(18) Alvarez Junco, Introduccin a Panfletos revolucionarios de Kropotkin,
Madrid, 1977, p. 26.
(19) D. Negro Pavn, Comte: Positivismo y revolucin, Madrid, 1985, PP. 98
- 99.
(20) Cfr. Thorold Rogers, Six Centuries of Wages.
(21) E. Brhier, La philosophie du Moyen Age, Pars, 1971, p. 226.
(22) R. Grasa Hernndez, op. cit. p.91.
(23) T. Dobzhansky, Las bases biolgicas de la libertad humana, Buenos
Aires, 1957, p. 58.
(24) G. Eibl-Eibesfeldt, Amor y odio. Historia de las pautas elementales del
comportamiento, Mxico, 1974, p. 8.
(25) Ashley Montagu, op. cit. p. IX.
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21
PROLOGO AL APOYO MUTUO, DE P. KROPOTKIN,
EN LA EDICION NORTEAMERICANA
El Apoyo Mutuo, de Kropotkin, es uno de los grandes libros del mundo.
Un hecho que evidencia tal afirmacin es el que est siendo continuamente
reeditado y que tambin constantemente se encuentra agotado. Es un libro que
siempre ha sido difcil de conseguir, incluso en bibliotecas, pues parece estar en
demanda perenne.
Cuando Kropotkin decidi marchar a Siberia, en julio de 1862, la geografa,
zoologa, botnica y antropologa de esta regin era escasamente conocida.
All, su trabajo de investigacin en este tema fue sobresaliente. Las
publicaciones resultantes de sus observaciones meteorolgicas y geogrficas
fueron publicadas por la Sociedad Geogrfica Rusa, y por este trabajo Kropotkin
recibi una de sus medallas de oro. La teora kropotkniana sobre el desarrollo
de la estructura geogrfica de Asia represento una de las grandes
generalizaciones de la geografa cientfica, y es suficiente como para 'darle un
lugar permanente en la historia de esta ciencia. Kropotkin mantuvo a lo largo de
toda su vida un inters activo por esta ciencia, y, adems de muchas
conferencias sobre el tema y artculos en revistas cientficas y publicaciones de
carcter general, escribi artculos geogrficos- en la Geografa Universal de
Reclus, en la Enciclopedia Chambers y en la Enciclopedia Britnica.
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22 El trabajo de Kropotkin en zoologa fue principalmente el de un naturalista
de campo. De 1862 a 1866, en que march de Siberia, Kropotkin aprovech 'al
mximo las oportunidades que tuvo para estudiar la vida de la naturaleza. Bajo
la influencia del Origen de las especies, de Darwin (1859), Kropotkin, como
nos dice en el primer prrafo del presente libro, busc atentamente esa amarga
lucha por la subsistencia entre animales de la misma especie que era
considerada por la mayora de los Darwinistas (aunque no siempre por Darwin
mismo como la caracterstica dominante de la lucha por la vida y el principal
factor de evolucin.
Lo que Kropotkin vio con sus propios ojos, sobre el terreno, le motiv a
desarrollar ciertas dudas graves en lo que concierne a la teora de Darwin,
dudas que no llegaran, sin embargo, a encontrar expresin plena hasta que T.
H. Huxley, en su famoso Manifiesto de la lucha por la existencia, (titulado La
lucha por la existencia: un programa) le dio ocasin para ello.
Otro gran cambio operado en Kropotkin por su experiencia siberiana fue su
toma de conciencia de la absoluta imposibilidad de hacer nada realmente til a
la masa del pueblo por medio de la maquinaria administrativa. De este engao
-escribe en sus "Memorias"- me desprend para siempre... perd en Siberia toda
clase de fe en la disciplina estatal que antes hubiera tenido. Estaba preparado
para convertirme en un anarquista. Y en un anarquista se convirti, y
permaneci sindolo toda su vida.
Viviendo, como hizo, entre los nativos de Siberia, a lo largo de las riberas
del Amur, Kropotkin descubri, impresionado, el papel que las masas
desconocidas juegan en el desarrollo y realizacin de todos los acontecimientos
histricos. Desde los diecinueve a los veinticinco aos, escribe, tuve que
proyectar importantes planes de reforma, tratar con cientos de hombres en el
Amur, preparar y llevar a cabo arriesgadas expediciones con medios
ridculamente pequeos, etc.; y si todas estas cosas terminaron con ms o
menos xito yo lo achaco solamente al hecho de que pronto comprend que, en
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23 e trabajo serio, el mando y la disciplina son de poco provecho. Se requieren en
todas partes hombres de iniciativa; pero una vez que el impulso ha sido dado, la
empresa debe ser conducida, especialmente en Rusia, no al modo militar, sino
en una especie de manera comunal, por medio del entendimiento comn. Yo
deseara que todos los creadores de planes de disciplina estatal pudieran pasar
por la escuela de la vida real antes de que empezaran a proyectar sus utopas
estatales. Entonces escucharamos muchos menos esfuerzos de organizacin
militar y piramidal de la sociedad que en la actualidad..
Este pasaje es clave para la comprensin de Kropotkin como filsofo
anarquista. Para l el anarquismo era una parte de la filosofa que deba ser
tratada por los mismos mtodos que las ciencias naturales. El vea el
anarquismo como el medio por el cual poda ser establecida la justicia (esto es,
igualdad y reciprocidad), en todas las relaciones humanas, en todo el orbe de la
humanidad.
Aunque el Apoyo mutuo ha tenido innumerables admiradores y ha influido
en el pensamiento y la conducta de muchas personas, tambin ha sufrido alguna
falta de comprensin por parte de aquellos que conocen el libro de segunda o
tercera mano, o que habindole ledo en su juventud no tienen ms que un vago
recuerdo de su carcter,
Un error muy extendido es que Kropotkin pretendi mostrar que la ayuda
mutua y no la seleccin o competicin natural, es el principal o el nico factor
implicado en el proceso evolutivo. En un reciente libro sobre gentica de un
gran maestro en el tema se afirma, que el reconocimiento de la importancia
adaptable de la cooperacin y el socorro mutuo no contradice, de ningn modo,
la teora de la seleccin natural, como fue forzado a pensar por Kropotkin y
otros. Los lectores de El apoyo mutuo percibirn pronto lo injusto de este
comentario. Kropotkin no consider que la ayuda mutua contradijera la teora de
la seleccin natural. Una y otra vez llama la atencin del lector sobre el hecho de
la competicin en la lucha por la existencia (frase que muy correctamente critica
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24 en trminos que ciertamente seran aceptables para la mayora de los
darwinistas modernos); una y otra vez subraya la importancia de la teora de, la
seleccin natural como la ms significativa generalizacin del siglo XIX. Lo que
Kropotkin encontr inaceptable y contradictorio era el extremismo evolucionista
representado por Huxley en su Manifiesto de la lucha por la existencia. Ello le
iba a la filosofa de la poca, el laissez-faire, como anillo al dedo. A Kropotkin no
le gustaban sus implicaciones, ni polticas ni en cuanto al evolucionismo.
Habiendo ya dedicado durante varios aos mucha reflexin a estas materias,
Kropotkin decidi contestara Huxley con amplitud.
Hoy El apoyo mutuo es el ms famoso de los muchos libros de Kropotkin.
Es un clsico. El punto de vista que representa se ha abierto camino lenta, pero
firmemente, y, en verdad, poco lejos estamos del momento en que se convierta
en parte del canon generalmente aceptado de la biologa evolucionista.
A la luz de la investigacin cientfica, en los muchos campos que toca El
apoyo mutuo desde su publicacin, los datos de Kropotkin y la discusin que
basa en ellos se mantienen notablemente en pie. Los trabajos de eclogos
como Allen y sus alumnos, de Wheeler, Emerson y otros, de antroplogos,
demasiado numerosos como para nombrarlos, sobre pueblos primitivos y sin
literatura, y de naturalistas, han servido abundantemente cada uno en su campo
para confirmar las principales tesis de Kropotkin. Nuevos datos pueden llegar a
ser obtenidos, pero ya podemos ver con seguridad que todos ellos servirn
mayormente para apoyar la conclusin de Kropotkin de que en el progreso
tico del hombre, el apoyo mutuo -y no la lucha mutua- ha constituido la parte
determinantes. En su amplia extensin, incluso en los tiempos actuales, vemos
tambin la mejor garanta de una evolucin an ms sublime de nuestra raza.
Asmley Montagu
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25
PROLOGO A LA PRIMERA EDICION RUSA
Mientras preparaba la impresin de esta edicin rusa de mi libro -la primera
que ha sido traducida del libro Mutual aid: a Factor of Evolution, y no de los
artculos publicados en la revista inglesa- he aprovechado para revisar
cuidadosamente todo el texto, corregir pequeos errores y completar los
apndices basndome en algunas obras nuevas, en parte respecto a la ayuda
mutua entre los animales (apndice III, VI y VIII), y en parte respecto a la
propiedad comunal en Suiza e Inglaterra (apndices XVI y XVII).
P. K.
Bromley, Kent. Mayo 1907.
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26
PROLOGO
Mis investigaciones sobre la ayuda mutua entre los animales y entre los hombres se imprimieron por vez primera en la revista inglesa Nineteenth Century. Los dos primeros captulos sobre la: sociabilidad en los animales y sobre la fuerza adquirida por las especies sociables en la lucha por la existencia, eran respuesta al artculo desconocido fisilogo y darwinista Huxley, aparecido en Nineteenth Century en febrero de 1888 -La lucha por la existencia: un programas en donde se pintaba la vida de los animales como una lucha desesperada de uno contra todos. Despus de la: aparicin de mis dos artculos, donde refut esa opinin, el editor de la revista, James Knowies, expresando mucha simpata hacia mi trabajo, y rogndome que lo continuara, observ: Es indudable que usted ha demostrado su posicin en cuanto a los animales, pero cul es su posicin con respecto al hombre primitivo?
Esta observacin. me alegr mucho, puesto que, indudablemente, reflejaba no slo la opinin de Knowles, sino tambin la de Herbert Spencer, con el cual Knowles se vea a menudo en Brighton, donde ambos vivan muy prximos El reconocimiento por Spencer de la ayuda mutua Y su significado en la lucha por la existencia era muy importante. En cuanto a sus opiniones sobre el hombre primitivo, era sabido que estaban formadas sobre la base de las deducciones falsas acerca de los salvajes, hechas por los misioneros y los viajeros ocasionales del siglo dieciocho y principios del diecinueve. Estos datos fueron reunidos para Spencer por tres de sus colaboradores, y publicados por ellos mismos bajo el ttulo de Datos de la Sociologa, en ocho grandes tomos; fundado en stos escribi l su obra Bases de la Sociologa.
Sobre la cuestin del hombre respond tambin en dos artculos, donde, despus de un estudio cuidadoso de la rica literatura moderna sobre las complejas instituciones de la vida tribal, que no podan analizar los primeros
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27 viajeros y misioneros, describ estas instituciones entre los salvajes y los llamados brbaros. Esta obra, y especialmente el conocimiento de la Comuna rural a principios de la Edad Media, que desempe un enorme papel en el desarrollo de la civilizacin que renaca nuevamente, me condujeron al estudio de la etapa siguiente, an ms importante, del desarrollo de Europa -de la ciudad medeval libre y sus guiadas de artesanos-. Sealando luego el papel corruptor del Estado militar que destruy el libre desarrollo de las ciudades libres, sus artes, oficios, ciencias y comercio, mostr, en el ltimo artculo, que a pesar de la descomposicin de las federaciones y uniones libres por la centralizacin estatal, estas federaciones y uniones comienzan a desarrollarse ahora cada vez ms, y a apoderarse de nuevos dominios. La ayuda mutua en la sociedad moderna constituy, de tal modo, el ltimo artculo de mi obra sobre la ayuda mutua.
Al editar estos artculos en libro, introduce al unos agregados esenciales, especialmente acerca de la relacin de mis opiniones con respecto a la lucha darwiniana por la existencia; y en los apndices cit algunos hechos nuevos y analic algunas cuestiones que, a causa de su brevedad, hube de omitir en los artculos de la revista.
Ninguna de las ediciones en lenguas europeas occidentales, y tampoco las escandinavas y polacas fueron hechas, naturalmente, de los artculos, sino del libro, y es por ello que contenan los agregados hechos en el texto y los apndices. De las traducciones rusas slo una, aparecida en 1907, en la Editorial Conocimientos (Znania) era completa; adems, introduje, fundado en nuevas obras, varios apndices nuevos, parte sobre la ayuda mutua entre los animales y parte sobre la propiedad comunal de la tierra en Inglaterra y Suiza. Las otras ediciones rusas fueron hechas de los artculos de la revista inglesa, y no del libro, y por ello no tienen los agregados hechos por m en el texto, o bien han omitido los ,apndices. La edicin que se ofrece ahora contiene completos todos los agregados y apndices, y he revisado nuevamente todo el texto y la traduccin.
P. K.
Dmitrof, marzo 1920.
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28
INTRODUCCION
Dos rasgos caractersticos de la vida animal de la Siberia Oriental y del Norte de Manchuria llamaron poderosamente mi atencin durante los viajes que, en mi juventud, realic por esas regiones del Asia Oriental.
Me llam la atencin, por una parte, la extraordinaria dureza de la lucha por la existencia que deben sostener la mayora de las especies animales contra la naturaleza inclemente, as como la extincin de grandes cantidades de individuos, que ocurra peridicamente, en virtud de causas naturales, debido a lo cual se produca extraordinaria pobreza de vida y despoblacin en la superficie de los vastos territorios donde realizaba yo mis investigaciones.
La otra particularidad era que, aun en aquellos pocos puntos aislados en donde la vida animal apareca en abundancia, no encontr, a pesar de haber buscado empeosamente sus rastros, aquella lucha cruel por los medios de subsistencia entre los animales pertenecientes a una misma especie que la mayora de los darwinistas (aunque no siempre el mismo Darwin) consideraban como el rasgo predominante y caracterstica de la lucha por la vida, y como la principal fuerza activa del desarrollo gradual en el mundo de los animales.
Las terribles tormentas de nieve que azotan la regin norte de Asia al final del invierno, y la congelacin que a menudo sucede a la tormenta; las heladas, las nevadas que se repiten todos los aos en la primera quincena de mayo
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29 cuando los rboles estn en plena floracin y la vida de los insectos en su apogeo; las ligeras heladas tempranas y, a veces, las nevadas abundantes que caen ya en julio y en agosto, aun en las regiones de los prados de la Siberia Occidental, aniquilando, repentinamente, no slo miradas de insectos, sino tambin la segunda nidada de las aves; las lluvias torrenciales, debidas a los monzones, que caen en agosto en las regiones templadas del Amur y del Usuri, y se prolongan semanas enteras y producen inundaciones en las tierras bajas del Amur y del Sungari en proporciones tan grandes como slo se conoce en Amrica y Asia Oriental, y, en los altiplanos, grandsimas extensiones se transforman en pantanos comparables, por sus dimensiones, con Estados europeos enteros, y, por ltimo, las abundantes nevadas que caen a veces a principios de octubre, debido a las cuales un vasto territorio, igual por su extensin a Francia o Alemania, se hace completamente inhabitable para los rumiantes que perecen, entonces, por millares; stas son las condiciones en que se sostiene la lucha por la vida en el reino animal del Asia Septentrional.
Estas difciles condiciones de la vida animal ya entonces atrajeron mi atencin hacia la extraordinaria importancia, en la naturaleza, de aquellas series de fenmenos que Darwin llama limitaciones naturales a la multiplicacin en comparacin con la lucha por los medios de subsistencia. Esta ltima, naturalmente, se produce no slo entre las diferentes especies, sino tambin entre los individuos de la misma especie, pero jams alcanza la importancia de los obstculos naturales a la multiplicacin. La escasez de la poblacin, no el exceso, es el rasgo caracterstico de aquella inmensa extensin del globo que llamamos Asia Septentrional.
Por consiguiente, ya desde entonces comenc a abrigar serias dudas, que ms tarde no hicieron sino confirmarse, respecto a esa terrible y supuesta lucha por el alimento y la vida dentro de los lmites de una misma especie, que constituye un verdadero credo para la mayora de los darwinistas. Exactamente del mismo modo comenc a dudar respecto a la influencia dominante que ejerce esta clase de lucha, segn las suposiciones de los darwinistas, en el desarrollo de las nuevas especies.
Adems, dondequiera que alcanzaba a ver la vida animal abundante y bullente como, por ejemplo, en los lagos, donde, en primavera decenas de
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30 especies de aves y millones de individuos se renen para empollar sus cras o en las populosas colonias de roedores, o bien durante la migracin de las aves que se produca, entonces, en proporciones puramente americanas a lo largo del valle del Usuri, o durante una enorme emigracin de gamos que tuve oportunidad de ver en el Amur, en que decenas de millares de estos inteligentes animales huan en grandes tropeles de un territorio inmenso, buscando salvarse de las abundantes nieves cadas, y se reunan en grandes rebaos para atravesar el Amur en el punto ms estrecho, en el Pequeo Jingan; en todas estas escenas de la vida animal que se desarrollaba ante mis ojos, vea yo la ayuda y el apoyo mutuo llevado a tales proporciones que involuntariamente me hizo pensar, en la enorme importancia que debe tener en la economa de la naturaleza, para el mantenimiento de la existencia de cada especie, su conservacin y su desarrollo futuro.
Por ltimo, tuve oportunidad de observar entre el ganado cornpeta semisalvaje y entre los caballos en la Transbaikalia, y en todas partes entre las ardillas y los animales salvajes en general, que cuando los animales tedian que luchar contra la escasez de alimento debida a una de las causas ya indicadas, entonces todo la parte de la especie a quien afectaba esta calamidad sala de la prueba experimentada con una prdida de energa y salud tan grande que ninguna evolucin progresista de las especies poda basarse en semejantes perodos de lucha aguda.
Debido a las razones ya expuestas, cuando ms tarde las relaciones entre el darwinismo y la sociologa atrajeron mi atencin, no pude estar de acuerdo con ninguno de los numerosos trabajos que juzgaban de un modo u otro una cuestin extremadamente importante. Todos ellos trataban de demostrar que el hombre, gracias a su inteligencia superior y a sus conocimientos puede suavizar la dureza de la lucha por la vida entre los hombres pero al mismo tiempo, todos ellos reconocan que la lucha por los medios de subsistencia de cada animal contra todos sus congneres, y de cada hombre contra todos los hombres, es una ley. natural. Sin embargo, no poda estar de acuerdo con este punto de vista, puesto que me haba convencido antes de que, reconocer la despiadada lucha interior por la existencia en los lmites de cada especie, y considerar tal guerra como una condicin de progreso, significara aceptar algo que no slo no
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31 ha sido demostrado an, sino que de ningn modo es confirmado por la observacin directa.
Por otra parte, habiendo llegado a mi conocimiento la conferencia Sobre la ley de la ayuda mutua, del profesor Kessler, entonces decano de la Universidad de San Petersburgo, que pronunci en un Congreso de naturalistas rusos, en enero de. 1880, vi que arrojaba nueva luz sobre toda esta cuestin. Segn la opinin de Kessler, adems de la ley de lucha mutua, existe en la naturaleza tambin la ley de ayuda mutua, que, para el xito de la lucha por la vida y, particularmente, para la evolucin progresiva de las especies, desempea un papel mucho ms importante que la ley de la lucha mutua. Esta hiptesis, que no es en realidad ms que el desarrollo mximo de las ideas anunciadas por el mismo Darwin en su Origen del hombre, me pareci tan justa y tena tan enorme importancia, que, desde que tuve conocimiento de ello (en 1883), comenc a reunir materiales para el mximo desarrollo de esta idea que Kessler apenas toc, en su discurso, y no tuvo tiempo de desarrollar, puesto que muri en 1881.
Solamente en un punto no pude estar completamente de acuerdo con las opiniones de Kessler. Mencionaba ste los sentimientos familiares y los cuidados de la descendencia (vase captulo 1) como la fuente de las inclinaciones mutuas de los animales. Pero creo que el determinar cunto contribuyeron realmente estos dos sentimientos al desarrollo de los instintos sociales entre los animales y cunto los otros instintos actuaron en el mismo sentido constituye una cuestin aparte, y muy compleja, a la cual apenas estamos, ahora, en condiciones de responder. Slo despus que establezcamos bien los hechos mismos de la ayuda mutua entre las diferentes clases de animales y su importancia para la evolucin podremos determinar qu parte del desarrollo de los instintos sociales corresponde a los sentimientos familiares y qu parte a la sociabilidad misma; y el origen de la ltima, evidentemente, se ha de buscar en los estadios ms elementales de evolucin del mundo animal hasta, quiz, en los estadios coloniales. Debido a esto, dediqu toda mi atencin a establecer, ante todo, la importancia de la ayuda mutua como factor de evolucin, especialmente de la progresiva, dejando para otros investigadores el problema del origen de los instintos de ayuda mutua en la Naturaleza,
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32 La importancia del factor de la ayuda mutua -si tan slo pudiera
demostrarse su generalidad- no escap a la atencin de Goethe, en quien de manera tan brillante se manifest el genio del naturalista. Cuando, cierta vez, Eckerman cont a Goethe -suceda esto en el ao 1827- que dos pichoncillos de reyezuelo, que se le haban escapado cuando mat a la madre, fueron hallados por l, al da siguiente, en un nido de pelirrojos que los alimentaban ala par de los suyos, Goethe se emocion mucho por este relato. Vio en ello la confirmacin de sus opiniones pantestas sobre la, naturaleza y dijo: Si resultara, cierto que alimentar a los extraos es inherente a la naturaleza toda, como algo que tiene carcter de ley general, muchos enigmas quedaran entonces resueltos. Volvi sobre esta cuestin al da siguiente, -y rog a Eckerman (quien, como es sabido, era zologo) que hiciera un estudio especial de ella, agregando que Eckerman, sin duda, podra obtener resultados valiosos e inapreciables (Gesprche, ed. 1848, -tomo III, pgs. 219, 221). Por desgracia, tal estudio nunca fue emprendido, aunque es muy probable que Brehm, que ha reunido en sus obras materiales tan ricos sobre la ayuda mutua entre los animales, podra haber sido llevado a esta idea por la observacin citada de Goethe.
Durante los aos 1878-1886 se imprimieron varias obras voluminosas sobre la inteligencia y la vida mental de los animales (esas obras se citan en las notas del captulo I de este libro), tres de las cuales tienen una relacin ms estrecha con la cuestin que nos interesa, a: saber: Les Socits animales, de Espinas (Paris, 1887); La lutte pour I'existence et l'association pour la lutte, conferencia de Lanessan (abril 1881); y el libro, cuya primera edicin apareci en el ao 1881 1882, y la segunda, considerablemente aumentada, en 1885. Pero, a pesar de la excelente calidad de cada una, estas obras dejan, sin embargo, amplio margen para una investigacin en la que la ayuda mutua fuera considerada no solamente en calidad de argumento en favor del origen prehumano de los instintos morales, sino tambin como una ley de la naturaleza y un factor de evolucin.
Espinas llam especialmente la atencin sobre las sociedades de animales (hormigas, abejas) que estn fundadas en las diferencias fisiolgicas de estructura de los diversos miembros de la misma especie y la divisin fisiolgica del trabajo entre ellos, y aun cuando su obra trae excelentes, indicaciones en
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33 todos los sentidos posibles, fue escrita en una poca en que el desarrollo de las sociedades humanas, no poda ser examinado como podemos hacerlo ahora, gracias al caudal de conocimientos acumulado desde entonces. La conferencia de Lanessan tiene ms bien el carcter de un plan general de trabajo, brillantemente expuesto, como una obra en la cual fuera examinado el apoyo mutuo comenzando desde las rocas a orillas del mar, y pasando al mundo de los vegetales, de los animales y de los hombres.
En cuanto a la obra recin editada de Bchner, a pesar de que induce a la
reflexin sobre el papel de la ayuda mutua en la naturaleza, y de que es rica en
hechos, no estoy de acuerdo con su idea dominante. El libro se inicia con un
himno al amor, y casi todos los ejemplos son tentativas para demostrar la
existencia del amor y la simpata entre los animales. Pero, reducir la
sociabilidad de los animales al amor y a la simpatasignifica restringir su
universalidad y su importancia, exactamente lo mismo que una tica humana
basada en el amor y la simpata personal conduce nada ms que a restringir la
concepcin del sentido moral en su totalidad. De ningn modo me gua el amor
hacia el dueo de una determinada casa a quien muy a menudo ni siquiera
conozco cuando, viendo su casa presa de las llamas, tomo un cubo con agua y
corro hacia ella, aunque no tema por la ma. Me gua un sentimiento ms
amplio, aunque es ms indefinido, un instinto, ms exactamente dicho, de
solidaridad humana; es decir, de caucin solidaria entre todos los hombres y de
sociabilidad. Lo mismo se observa tambin entre los animales. No es el amor, ni
siquiera la simpata (comprendidos en el sentido verdadero de stas palabras) lo
que induce al rebao de rumiantes o caballos a formar un crculo con el fin de
defenderse de las agresiones de los lobos; de ningn modo es el amor el que
hace que los lobos se renan en manadas para cazar; exactamente lo mismo
que no es el amor lo que obliga a los corderillos y a los gatitos a entregarse a
sus juegos, ni es el amor lo que junta las cras otoales de las aves que pasan
juntas das enteros durante casi todo el otoo. Por ltimo, tampoco puede
atribuirse al amor ni a la simpata personal el hecho de que muchos millares de
gamos, diseminados por territorios de extensin comparable a la de Francia, se
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34 renan en decenas de rebaos aislados que se dirigen, todos, hacia un punto
conocido, con el fin de atravesar el Amur y emigrar a una parte ms templada de
la Manchuria.
En todos estos casos, el papel ms importante lo desempea un
sentimiento incomparablemente ms amplio que el amor o la simpata personal.
Aqu entra el instinto de sociabilidad, que se ha desarrollado lentamente entre
los animales y los hombres en el transcurso de un perodo de evolucin
extremadamente largo, desde los estadios ms elementales, y que ense por
igual a muchos animales y hombres a tener conciencia de esa fuerza que ellos
adquieren practicando la ayuda y el apoyo mutuos, y tambin a tener conciencia
del placer que se puede hallar en la vida social.
Una importancia de esta distincin podr ser apreciada fcilmente por todo
aqul que estudie la psicologa de los animales, y ms an, la tica humana. El
amor, la simpata y el sacrificio de s mismos, naturalmente, desempean un
papel enorme en el desarrollo progresivo de nuestros sentimientos morales.
Pero la sociedad, en la humanidad, de ningn modo le ha creado sobre el amor
ni tampoco sobre la simpata. Se ha creado sobre la conciencia -aunque sea
instintiva- de la solidaridad humana y de la dependencia recproca de los
hombres. Se ha creado sobre el reconocimiento inconscientes semiconsciente
de la fuerza que la prctica comn de dependencia estrecha de la felicidad de
cada individuo de la felicidad de todos, y sobre los sentimientos de justicia o de
equidad, que obligan al individuo a considerar los derechos de cada uno de los
otros como iguales a sus propios derechos. Pero esta cuestin sobrepasa los
lmites del presente trabajo, y yo me limitar ms que a indicar mi conferencia
Justicia y Moral, que era contestacin a la Etica de Huxley, y en la cual me
refera esta cuestin con mayor detalle.
Debido a todo, lo dicho anteriormente, Pens que un libro sobre La ayuda
mutua como ley de la naturaleza y factor de evolucin podra llenar una laguna
muy importante. Cundo Huxley public, en el ao 1888 su manifiesto sobre
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35 la lucha por la existencia (Struggle for Existence and its Bearing upon Man) el
cual, desde mi punto de vista, era una representacin completamente infiel de
los fenmenos de la naturaleza, tales como los vemos en las taigas y las
estepas, me dirig al redactor de la revista Nineteenth Century rogando dar
ubicacin en las pginas, de la revista que l diriga a una critica cuidadosa de
las opiniones de uno de los ms destacados darwinistas, y Mr. James Knowles
acogi mi propsito con la mayor simpata por este motivo habl tambin, con
W. Bates, con el gran naturalista del Amazonas, quien reuni, como es
sabido, los materiales para Wallace y Darwin, y a quien Darwin, con perfecta
justicia, calific en su autobiografa como uno de los hombres ms inteligentes
qu haba encontrado. s, por cierto; eso es verdadero darwinismo exclam
Bates, lo que han hecho de Darwin es sencillamente indignante. Escriba esos
artculos y cuando estn impresos le enviar una carta que podr publica. Por
desgracia, la composicin de estos artculos me ocup casi siete aos, y cundo
el ltimo fue publicado, Bates ya no estaba entre los vivos.
Despus de haber examinado la importancia de la ayuda mutua para el
xito y desarrollo de las diferentes clases de animales, evidentemente, estaba
obligado a juzgar la importancia de aquel mismo factor en el desarrollo del
hombre. Esto era an ms indispensable, porque existen evolucionistas
dispuestos a admitir la importancia de la ayuda mutua entre los animales, pero, a
la vez, como Herbert Spencer, negndola al respecto al hombre. Para los
salvajes primitivos -afirman- la guerra de uno contra todos era la ley dominante
del la vida. He tratado de analizar en este libro, en los captulos dedicados a los
salvajes y brbaros, hasta dnde esta afirmacin que con excesiva
complacencia repiten todos sin la necesaria comprobacin desde la poca de
Hobbes, coincide con lo que conocemos respecto a los grados ms antiguos del
desarrollo del hombre.
El nmero y la importancia de las diferentes instituciones de ayuda mutua
que se desarrollaron en la humanidad gracias al genio creador las masas
salvajes y semisalvajes, ya durante el perodo siguiente de la comuna aldeana, y
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36 tambin la inmensa influencia que estas instituciones antiguas ejercieron sobre
el, desarrollo posterior de la humanidad hasta los tiempos modernos, me
indujeron a extender el camino de mis investigaciones a los perodos de los
tiempos histricos ms antiguos. Especialmente me detuve en el perodo de
mayor inters, el de las ciudades repblicas, libres, de la Edad Media, cuya
universalidad y cuya influencia sobre nuestra civilizacin moderna no ha sido
suficientemente apreciada hasta ahora. Por ltimo, tambin trat de indicar
brevemente la enorme importancia que tienen todava las costumbres de apoyo
mutuo transmitidas en herencia por el hombre a travs de un periodo
extraordinariamente largo de su desarrollo, sobre nuestra sociedad
contempornea, a pesar de que se piensa y se dice que descansa sobre el
principio: cada uno para s y el Estado para todos, principio que las
sociedades humanas nunca siguieron por entero y que nunca ser llevado a la
realizacin, ntegramente.
Quiz se me objetar que en este libro tanto los hombres como los animales
estn representados desde un punto de vista demasiado favorable: que sus
cualidades sociales son destacadas en exceso, mientras que sus inclinaciones
antisociales, de afirmacin de s mismos, apenas estn marcadas. Sin embargo,
esto era inevitable. En los ltimos tiempos hemos odo hablar tanto de la lucha
dura y despiadada por la vida que aparentemente sostiene cada animal contra
todos los otros, cada salvaje contra todos los dems salvajes, y cada hombre
civilizado contra todos sus conciudadanos semejantes opiniones se convirtieron
en una especie de dogma, de religin de la sociedad instruida-, que fue
necesario, ante todo oponer una serie amplia de hechos que muestran la vida de
los animales y de los hombres completamente desde otro ngulo. Era necesario
mostrar, en primer lugar, el papel predominante que desempean las
costumbres sociales en la vida de la naturaleza y en la evolucin progresiva,
tanto de las especies animales como igualmente de los seres humanos.
Era necesario demostrar que las costumbres de apoyo mutuo dan a los
animales mejor proteccin contra sus enemigos, que hacen menos difcil obtener
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37 alimentos (provisiones invernales, migraciones, alimentacin bajo la vigilancia de
centinelas, etc.), que aumentan la prolongacin de la vida y debido a esto
facilitan el desarrollo de las facultades intelectuales; que dieron a los hombres,
aparte de las ventajas citadas, comunes con las de los animales, la posibilidad
de formar aquellas instituciones que ayudaron a la humanidad a sobrevivir en la
lucha dura con la naturaleza y a perfeccionarse, a pesar de todas las vicisitudes
de la historia. As lo hice. Y por esto el presente libro es libro de la ley de ayuda
mutua considerada como una de las principales causas activas del desarrollo
progresivo, y no la investigacin de todos los factores de evolucin y su valor
respectivo. Era necesario escribir este libro antes de que fuer a posible
investigar la cuestin de la importancia respectiva de los diferentes agentes de la
evolucin.
Y menos an, naturalmente, estoy inclinado a menospreciar el papel que
desempe la autoafirmacin del individuo en el desarrollo de la humanidad.
Pero esta cuestin, segn mi opinin, exige un examen bastante ms profundo
que el que ha hallado hasta ahora. En la historia de la humanidad, la
autoafirmacin del individuo a menudo represent, y contina representando,
algo perfectamente destacado, y algo ms amplio y profundo que esa mezquina
e irracional estrechez mental que la mayora de los escritores presentan como
individualismo y autoafirmacin. De modo semejante, los individuos
impulsores de la historia no se redujeron solamente a aquellos que los
historiadores nos describen en calidad de hroes. Debido a esto, tengo el
propsito, siempre que sea posible, de analizar en detalle, posteriormente, el
papel que ha desempeado la autoafirmacin del individuo en el desarrollo
progresivo de la humanidad. Por ahora, me limito a hacer nada ms que la
observacin general siguiente:
Cuando las instituciones de ayuda mutua es decir, la organizacin tribal, la
comuna aldeana, las guildas, la ciudad de la edad media empezaron a perder en
el transcurso del proceso histrico su carcter primitivo, cuando comenzaron a
aparecer en ellas las excrecencias parasitarias que les eran extraas, debido a
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38 lo cual estas mismas instituciones se transformaron en obstculo para el
progreso, entonces la rebelin de los individuos en contra de estas instituciones
tomaba siempre un carcter doble. Una parte de los rebeldes se empezaba en
purificar las viejas instituciones de los elementos extraos a ella, o en elaborar
formas superiores de libre convivencia, basadas una vez ms en los principios
de ayuda mutua; trataron de introducir, por ejemplo, en el derecho penal, el
principio de compensacin (multa), en lugar de la ley del Talin, y ms tarde,
proclamaron el perdn de las ofensas, es decir, un ideal an ms elevado de
igualdad ante la conciencia humana, en lugar de la compensacin que se
pagaba segn el valor de clase del damnificado. Pero al mismo tiempo, la otra
parte de esos individuos, que se rebelaron contra la organizacin que se haba
consolidado, intentaban simplemente destruir las instituciones protectoras de
apoyo mutuo a fin de imponer, en lugar de stas, su propia arbitrariedad,
acrecentar de este modo sus riquezas propias y fortificar su propio poder. En
esta triple lucha entre las dos categoras de individuos, los qu se haban
rebelado y los protectores de lo existente, consiste toda la verdadera tragedia de
la historia. Pero, para representar esta lucha y estudiar honestamente el papel
desempeado en el desarrollo de la humanidad por cada una de las tres fuerzas
citadas, har falta, por lo menos, tantos aos de trabajo como hube de dedicar a
escribir este libro.
De las obras que examinan aproximadamente el mismo problema, pero
aparecidas ya despus de la publicacin de mis artculos sobre la ayuda mutua
entre los animales, debo mencionar The Lowell Lectures on the Ascent of Man,
por Henry Drummond, Londres, 1894, y The Origin and Growth of the Moral
Instinct, por A. Sutherland, Londres, 1898. Ambos libros estn concebidos, en
grado considerable, segn el mismo plan del libro citado de Bchner, y en el
libro de Sutherland le consideran con bastantes detalles los sentimientos
paternales y familiares corno nico factor en el proceso de desarrollo de los
sentimientos morales. La tercera obra de esta clase que trata del hombre y est
escrita segn el mismo plan es el libro del profesor americano F. A. Giddings,
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39 cuya primera edicin apareci en el ao 1896, en Nueva York y en Londres, bajo
el ttulo The Principles of Sociology, y cuyas ideas dominantes haban sido
expuestas por el autor en un folleto, en el ao 1894. Debo, sin embargo, dejar
por completo a la crtica literaria el examen de las coincidencias, similitudes y
divergencias entre las dos obras citadas y la ma.
Todos los captulos de este libro fueron publicados primeramente en la
revista Nineteenth Century (La ayuda mutua entre los animales, en
septiembre y noviembre de 1890; La ayuda mutua entre los salvajes, en abril
de 1891; ayuda mutua entre los brbaros, en enero de 1892; La ayuda
mutua en la Ciudad Medieval, en agosto y septiembre de 1884, y La ayuda
mutua en la poca moderna, en enero y junio de 1896). Al publicarlos en forma
de libro, pens, en un principio, incluir en forma de apndices la masa de
materiales reunidos por m que no pude aprovechar para los artculos que
aparecieron en la revista, as como el juicio sobre diferentes puntos secundarios
que tuve que omitir. Tales apndices habran duplicado el tamao del libro, y
me vi obligado a renunciar a su publicacin o, por lo menos, a aplazarla. En los
apndices de este libro est incluido solamente el juicio sobre algunas pocas
cuestiones que han sido objeto de controversia cientfica en el curso de estos
ltimos aos; del mismo modo en el texto de los artculos primitivos intercal
slo el poco material adicional que me fue posible agregar sin alterar la
estructura general de esta obra.
Aprovecho esta oportunidad para expresar al editor de Nineteenth Century,
James Knowles, mi agradecimiento, tanto por la amable hospitalidad que mostr
hacia la presente obra, apenas se enter de su idea general, como por su
amable permiso para la reimpresin de este trabajo.
P. K.
Bromley, Kent, 1902.
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CAPITULO 1
LA AYUDA MUTUA ENTRE LOS ANIMALES
La concepcin de la lucha por la existencia como condicin del desarrollo progresivo, introducida en la ciencia por Darwin y Wallace, nos permiti abarcar, en una generalizacin, una vastsima masa de fenmenos, y esta generalizacin fue, desde entonces, la base de todas nuestras teoras filosficas, biolgicas y sociales. Un nmero infinito de los ms diferentes hechos, que antes explicbamos cada uno por una causa propia, fueron encerrados por Darwin en una amplia generalizacin. La adaptacin de los seres vivientes a su medio ambiente, su desarrollo progresivo, anatmico y fisiolgico, el progreso intelectual y aun el perfeccionamiento moral, todos estos fenmenos empezaron a presentrsenos como parte de un proceso comn. Comenzamos a
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42 comprenderlos como una serie de esfuerzos ininterrumpidos, como una lucha contra diferentes condiciones desfavorables, lucha que conduce al desarrollo de individuos, razas, especies y sociedades tales- que representaran la mayor plenitud, la mayor variedad y la mayor intensidad de vida.,
Es muy posible que, al comienzo de sus trabajos, el mismo Darwin no tuviera conciencia de toda la importancia y generalidad de aquel fenmeno la lucha por la existencia, al que recurri buscando la explicacin de un grupo de hechos, a saber: la acumulacin de desviaciones del tipo primitivo y la formacin de nuevas especies. Pero comprendi que el trmino que l introduca en la ciencia perdera su sentido filosfico exacto si era comprendido exclusivamente en sentido estrecho, como lucha entre los individuos por los medios de subsistencia. Por eso, al comienzo mismo de su gran investigacin sobre el origen de las especies, insisti en que se debe comprender la lucha por la existencia en su sentido amplio y metafrico, es decir, incluyendo en l la dependencia de un ser viviente de los otros, y tambin -lo que es bastante ms importante- no slo la vida del individuo mismo, sino tambin la posibilidad de que deje descendencia.
De este modo, aunque el mismo Darwin, para su propsito especial, utiliz la expresin lucha por la existencia preferentemente en su sentido estrecho, previno a sus sucesores en contra del error (en el cual parece que cay l mismo en una poca) de la comprensin demasiado estrecha de estas palabras. En su obra posterior, Origen del hombre, hasta escribi varias pginas bellas y vigorosas para explicar el verdadero y amplio sentido de esta lucha. Mostr cmo, en innumerables sociedades animales, la lucha por la existencia entre los individuos de estas sociedades desaparece completamente, y cmo, en lugar de la lucha, aparece la cooperacin que conduce al desarrollo de las facultades intelectuales y de las cualidades morales, y que asegura a tal especie las mejores oportunidades de vivir y propasarse. Seal que, de tal modo, en estos casos, no se muestran de ninguna manera ms aptos aqullos que son fsicamente ms fuertes o ms astutos, o ms hbiles, sino aqullos que mejor saben unirse y apoyarse los unos a los otros -tanto los fuertes como los dbiles- para el bienestar de toda su comunidad Aquellas comunidades -escribi- que encierran la mayor cantidad de miembros que simpatizan entre s, florecern
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43 mejor y dejarn mayor cantidad de descendientes- (segunda edicin inglesa, pgina 163).
La expresin, tomada por Darwin de la concepcin malthusiana de la lucha de todos contra uno, perdi, de tal modo, su estrechez cuando fue transformada en la mente de un hombre que comprenda la naturaleza profundamente. Por desgracia, estas observaciones de Darwin, que podran haberse convertido en base de las investigaciones ms fecundas, pasaron inadvertidas, a causa de la masa de hechos en que entraba, o se supona, la lucha real entre los individuos por los medios de subsistencia.
Y Darwin no someti a una investigacin ms severa la importancia comparativa y la relativa extensin de las dos formas de la lucha por la vida en el mundo animal: la lucha inmediata entre las personas aisladas, y la lucha comn, entre muchas personas, en conjunto; tampoco escribi la obra que se propona escribir sobre los obstculos naturales a la multiplicacin excesiva de los animales, tales como la sequa, las inundaciones, los fros repentinos, las epidemias, etc.
Sin embargo, tal investigacin era ciertamente indispensable para determinar las verdaderas proporciones y la importancia en la naturaleza de la lucha individual por la vida entre los miembros de una misma especie de animales en comparacin con la lucha de toda la comunidad contra los obstculos naturales y los enemigos de otras especies. Ms an, en este mismo libro sobre el origen del hombre, donde escribi los pasajes citados que refutan la estrecha comprensin malthusiana de la lucha se abri paso nuevamente el fermento malthusiano; por ejemplo, all donde se haca la pregunta: es menester conservar la vida de los dbiles de mente y cuerpo en nuestras sociedades civilizados? (captulo V). Como si miles de poetas, sabios inventores y reformadores locos, Y tambin los llamados entusiastas dbiles de mente no fueran el arma ms fuerte de la humanidad en su lucha por la vida, en la lucha que se sostiene con medios intelectuales y- morales, cuya importancia expuso tan bien el mismo Darwin en los mismos captulos de su libro.
Luego sucedi con la teora de Darwin lo que sucede con todas las teoras que tienen relacin con la vida humana. Sus continuadores no slo no la ampliaron, de acuerdo con sus indicaciones, sino que, por lo contrario, la
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44 restringieron an ms. Y mientras Spencer, trabajando independientemente, pero en anlogo sentido, trataba hasta cierto punto de ampliar las investigaciones acerca de la cuestin de quin es el ms apto (especialmente en el apndice de la tercera edicin de Data of Ethics), numerosos continuadores de Darwin restringieron la concepcin de la lucha por la existencia hasta los lmites ms estrechos. Empezaron a representar el mundo de los animales como un mundo de luchas ininterrumpidas entre seres eternamente hambrientos y vidos de la sangre de sus hermanos. Llenaron la literatura moderna con el grito de Ay de los vencidos! y presentaron este grito como la ltima palabra de la biologa.
Elevaron la lucha sin cuartel, Y en pos de ventajas individuales, a la altura de un principio, de una ley de toda la biologa, a la cual el hombre debe subordinarse, de lo contrario, sucumbir en este mundo que est basado en el exterminio mutuo. Dejando de lado a los economistas, los cuales generalmente apenas conocen, del campo de las ciencias naturales, algunas frases corrientes, y sas tomadas de los divulgadores de segundo grado, debemos reconocer que aun los ms autorizados representantes de las opiniones de Darwin emplean todas sus fuerzas para sostener ests falsas ideas. Si tomamos, por ejemplo, a Huxley, a quien se considera, sin duda, como uno de los mejores representantes de la teora del desarrollo (evolucin) veremos entonces que en el artculo titulado La lucha por la existencia y su relacin con el hombre no ensea que desde el punto de vista del moralista, el mundo animal se encuentra en el mismo nivel que la lucha de gladiadores: alimentan bien a los animales y los arrojan a la lucha: en consecuencia, slo los ms fuertes, los ms giles y los ms astutos sobreviven nicamente para entrar en lucha al da siguiente. No es necesario que el espectador baje el dedo para exigir que sean muertos los dbiles- aqu, sin ello, no hay cuartel para nadie.
En el mismo artculo, Huxley dice ms adelante que entre los animales, lo mismo que entre los hombres primitivos los ms dbiles y los ms estpidos estn condenados a muerte, mientras que sobreviven los ms astutos y aquellos a quienes es ms difcil vulnerar, a que los que mejor supieron adaptarse a las circunstancias, pero que de ningn modo son mejores en los otros sentidos. La vida -dice- era una lucha constante y general, y con excepcin de las relaciones
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45 limitadas y temporales dentro de la familia, la guerra hobbesiana de uno contra todos era el estado normal de la existencias.
Hasta dnde se justifica o no semejante opinin sobre la naturaleza, se ver en los hechos que este libro apo