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Libertad Económica y
Desarrollo
–– Edición completamente revisada y actualizada––
por Wolfgang Kasper
Profesor emérito de Ciencia Económica,
University of New South Wales, Australia
2015
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Borrador de la traducción del original en inglés por: Anabella Ovalle de Molina (Guatemala)
Corregido y actualizado por el autor
Editado y revisado por Pedro Pablo Velásquez
(Universidad Francisco Marroquín en Guatemala)
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CONTENIDO
Agradecimientos 7 A Manera de Introducción, una Perspectiva Personal 9 Capítulo 1: Crecimiento Económico e Instituciones 11 Economía, el crecimiento económico y las instituciones: una encuesta preliminar • El crecimiento económico mundial: una vista de pájaro • ¿Por qué unas economías crecen, y otras no? • La importancia de las instituciones • a aplicación de las reglas y la corrupción • Las instituciones y juicios normativos • Crecimiento económico: ¿vale la pena perseguirlo? Capítulo 2: El Problema Económico: Coordinación, Conocimiento y Motivación 31 El problema económico – la escasez • La economía como un sistema complejo-‐evolutivo • Ignorancia, descubrimiento y conocimiento • Inserto: Respecto al subjetivismo • Tres tipos de racionalidad • Inserto: Reformas económicas y demandas reaccionarias acerca de la ‘primacía de la política’ • ¿Qué nos motiva? • El problema del principal-‐agente • Conclusiones hasta ahora • Epílogo: Algunas consecuencias del problema constitucional del conocimiento: La teoría austríaca versus la teoría neoclásica Capítulo 3: Las Instituciones y el Orden 50 El problema del conocimiento y la creación del orden • Definiendo las instituciones • Las instituciones internas evolucionan dentro de la comunidad • Las instituciones externas requieren acción política y son costosas • Cualidades de instituciones efectivas • Orden entre varias reglas • Los beneficios de las instituciones universales y efectivas • Los valores compartidos forman el fundamento del orden de reglas y acciones • Algunas consecuencias para la conducta de política Capítulo 4: Evolución Institucional y Crecimiento Económico 70 De la sociedad tribal a la capitalista • Como emergieron las instituciones del capitalismo • Del capitalismo temprano a la mundialización • El crecimiento rápido en Asia Oriental no es un milagro • La creación de capital institucional (o social) Capítulo 5: Derechos de Propiedad 82 Derechos privados de propiedad • Incautación de derechos de propiedad privada • Bienes libres y bienes club (o de asociaciones) • El inconveniente de externalidades • Bienes públicos • La producción privada de bienes de acceso al público general • La división y el descubrimiento de nuevos derechos de propiedad promueven el desarrollo • Comercializando derechos de propiedad
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Capítulo 6: Mercados: El Derecho y la Responsabilidad de Competir 99 Procesos de interacción en mercados • Los costos de transacciones comerciales • El espíritu empresarial • Impuestos y costos de conformidad con regulaciones • Los participantes en el mercado rivalizan incurriendo en costos de transacción • Inserto: Como la rivalidad entre productores conduce a la innovación de productos y de procesos • Salvando unos costos de transacción al otro lado del mercado • El papel de los intermediarios • Como mercados señalan conocimientos a otros • La obligación de competir • La competencia y la equidad • Un clima competitivo es un bien común Capítulo 7: Los Límites de Elección Pública 119 Las deficiencias de las decisiones colectivas • Las funciones del gobierno • El juego político: ofrecer y demandar rentas • Inserto: Política industrial ¿cómo es que saben? • Los defectos del estado de bienestar • Políticas para el bienestar internacional: ayuda para los subdesarrollados • ¿Cómo controlar el oportunismo de los agentes políticos? Finalmente: Libertad Económica y la Constitución del Capitalismo para Promover el Desarrollo 141 Glosario de Términos Importantes 146 Referencias y Lecturas Futuras 154
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Gráficas 1 – Crecimiento económico en regiones y países seleccionados 15
2 – El crecimiento de la población global 18
3 – El crecimiento y el medio ambiente: Dos visiones opuestas 27
4 – Una clasificación de instituciones 54
5 – El orden de acciones y el orden de instituciones 62
6 – Desarrollo y evolución institucional 73
7 – Propiedad privada, de club y común 91
8 – El nicho del mercado de un productor 110
9 – Elección privada y pública 121
10 – Libertad económica y el estándar de vida 143
11 – Libertad económica en países seleccionados 144
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Agradecimientos Un ensayo como este no podría haber sido completado sin beber de la sabiduría de tantos, de los cuales solo algunos son citados en las referencias y lecturas recomendadas. Probablemente ni siquiera esté consciente de muchas personas que han aportado importantes contribuciones para formar mi entendimiento de los temas aquí expuestos. Este ensayo se ha beneficiado enormemente por haber escrito anteriormente un libro sobre economía institucional junto con un viejo amigo, el profesor Manfred Streit, el director del Instituto Max-Planck para la Investigación de Sistemas Económicos, en Jena, Alemania1. Una segunda edición de este trabajo –– completamente actualizada y revisada con la colaboración del profesor Peter Boettke de la Universidad George Mason, en Virginia, EEUU –– fue publicada en el año 2012: W. Kasper, M.E. Streit, P. Boettke, Institutional Economics –– Property, Competition, Policies (Cheltenham, Reino Unido-Northampton, Massachusetts, EEUU: Edward Elgar).
Asimismo, agradezco con mucho gusto la útil crítica que recibí de lectores y profesores, que hicieron uso de versiones tempranas de este ensayo, así como de mis estudiantes. También agradezco a los participantes de los seminarios ‘Libertad y Sociedad’ del Centre for Independent Studies en Sydney, con quienes probé los conceptos contenidos en este volumen. La versión original de este ensayo fue publicada por el Centro de Estudios Independientes (CIS por sus siglas en inglés) en Sydney, Australia en 1998 bajo el título ‘Property Rights and Competition’ (www.cis.org.au). El CIS generosamente me permitió reproducir la mayor parte de ese manuscrito, en un formato completamente revisado, para ediciones que fueron publicadas en India (en inglés y en hindi por el Centro para la Sociedad Civil, de Nueva Delhi), Nigeria (El Instituto para el Análisis de las Políticas Públicas, en Lagos), una traducción al turco (Asociación para el Pensamiento Liberal, Ankara), así como traducciones en francés, ruso, portugués y árabe . Este folleto encontró una distribución aún más amplia por medio del Proyecto ‘Eureka’ de la Red para la Política Internacional (International Policy Network) de Londres, la cual sigue distribuyendo copias electrónicas alrededor del mundo, inclusive en países en los cuales la libertad económica es vista como una herejía.
La traducción en español ha tenido una larga historia. Empezó con una primera versión preparada por Anabella Ovalle en Guatemala. En base a este borrador he formulado un texto español preliminar. Mis esfuerzos deficientes fueron editados y redactados por Pablo Pedro Velásquez de la Universidad Francisco Marroquín en Guatemala. Fue un placer colaborar con él gracias a su gran entusiasmo y su competencia. Convirtió mis esfuerzos inadecuados, de exprimir mis ideas en español, en el texto que ahora tiene entre sus manos. No cabe duda que hemos aprendido mucho uno del otro en nuestra colaboración trans-Pacífica por medio de la Internet. También quiero reconocer con agrado el apoyo del Ingeniero Giancarlo Ibárgüen S., antiguo rector de la Universidad Francisco Marroquín, un centro de excelencia académica y cultural que he admirado desde hace mucho tiempo.
El hecho que este pequeño libro aparecerá en español me da un placer particular. En primer lugar me alegro ya que pasé unos años de mi juventud en España, donde fui testigo del enorme poder de transformación que tuvo la liberalización económica a partir de los últimos años del régimen de Franco. La transformación económica creó una clase media moderna que consiguió
1 W. Kasper-‐M.E. Streit, Institutional Economics –– Social Order and Public Policy, publicado en 1998 por Edward Elgar, Cheltenham, Reino Unido, en la Serie John Locke (y en el 2000 por Commercial Press de China, Beijing, en traducción china).
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media generación más tarde – quince años – un régimen democrático con el respeto de sus libertades civiles. Esta publicación también me da placer porque he logrado adquirir conocimiento de primera mano de la mayoría de los países en América Latina, tanto de los retos como de las tribulaciones que implica el ejercicio del poder liberal moderno.
Aunque me he beneficiado de los comentarios y las críticas de numerosos lectores, yo sigo siendo, por supuesto y como siempre, exclusivamente responsable de mis juicios y errores. Espero que los lectores de esta nueva edición en español disfruten con lo que tengo que decir pero, aún más importante, espero que disfruten de la libertad que viene con la propiedad privada respetada por todos, así como con una libre y honesta competencia.
Tura Beach, Australia, mayo 2015
WK
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A Manera de Introducción, una Perspectiva Personal Hace dos décadas, cuando busqué un libro de texto en ciencias económicas básicas para un curso sobre el desarrollo económico, examiné unos treinta libros publicados en Estados Unidos y Gran Bretaña. Con una excepción admirable, esos libros carecían de definiciones realistas de conceptos esenciales tal como ‘empresario’, ‘competencia’, ‘innovación’, ‘beneficio comercial’, ‘propiedad privada’, y ‘estado de derecho’2. La mayoría de las introducciones estaban basadas en la suposición enteramente abstracta y muy poco realista que los agentes económicos tienen ‘información y conocimientos perfectos’.
Mi experiencia personal y profesional – como profesor académico, investigador, consejero de varios gobiernos, burócrata internacional y consultor de industrias – me ha enseñado que estos conceptos son esenciales para comprender los procesos de desarrollo y que la suposición de ‘conocimientos perfectos’ es – francamente dicho – una tontería contra-intuitiva. Pasé mi juventud después de la guerra mundial en Alemania Occidental, donde un pueblo enteramente derrotado resurgía de entre las ruinas de una economía destruida y creaba empleo para millones de soldados que volvían de la guerra y millones más expulsados de Polonia, Checoslovaquia y otros países donde habían vivido durante siglos. Los modelos neoclásicos de crecimiento económico que eran populares en estos tiempos, que trataban a la información y los conocimientos como un residuo, no me ayudaban a comprender la esencia de lo que observé en Alemania Occidental y más tarde en las economías dinámicas de Asia Oriental, como asesor económico.
Lo que encontré mucho más convincente fue un discurso que el profesor Friedrich A. Hayek (1899-19923) dio en el Instituto de la Economía Mundial en la Universidad de Kiel en Alemania, donde yo había sido estudiante. Hayek consideró la esencia de la vida económica como un proceso de descubrimiento (publicado más tarde: Hayek, 1978) – ¡eureka, qué revelación! La diferencia esencial entre el estancamiento y el desarrollo era la presencia de empresarios que actúan con confianza en mercados competitivos. Esta idea tuvo más sentido cuando observaba los desarrollos económicos en España durante los años 60. La liberalización económica generaba el crecimiento industrial mas rápido entre todos países de la OCDE, excepto Japón. Más tarde, trabajé en el Ministerio de Finanzas de Malasia y pude observar los mismos efectos dinámicos – el llamado ‘despegue industrial’ – que resultó de la liberalización de mercados en Asia Oriental. Los gobiernos autocráticos perseguían esta liberalización económica por razones de poder nacional y de defensa. Pero una consecuencia involuntaria era la aparición – en Taiwán, Corea del Sur, Tailandia, Indonesia y Filipinas – de una clase media que demandaba y obtenía democracia, así como la protección de sus derechos civiles por el estado.
2 La excepción era A. Alchian – W.R. Allen (1977), Exchange and Production (Wadsworth Publishing). Afortudanamente, una nueva edición a sido publicada desde entonces: A. Alchian, W. Allen, A. Hoel (2005), University Economics (Oxford-‐New York: Oxford University Press).
3 Una recomendación: lectores deberían consultar las breves biografías de economistas bien conocidos que serán mencionado en este libro, en la enciclopedia excelente editada por D. R. Henderson (2008), The Concise Encyclopedia of Economics (Indianapolis, IN: Liberty Fund), o en Wikipedia.
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Un poco mas tarde en mi carrera pude observar las consecuencias deplorables de fuertes intervenciones, de políticas de sustitución de importaciones y nacionalización en Australia y Nueva Zelanda. Allí fui capaz de contribuir al diálogo político y más tarde a reformas económicas que convertían estas dos economías en éxitos de crecimiento, dando a la ciudanía un nuevo sentido de confianza en el futuro.
A principios de los años 80, tuve el privilegio de ser uno de los primeros economistas occidentales que fueron invitados a la provincia Sichuan en China. Era evidente como un pasado de represión y escasez de alimentos se convertían luego de pocos años en una abundancia material gracias a la privatización más importante en la historia de la humanidad: En agricultura, ‘unidades de casa’ recibieron de hecho derechos de propiedad, y trabajadores de fábricas también recibieron derechos personales importantes. La producción de alimentos creció rápidamente y uno podía visitar mercados que inspiraban optimismo en la gente (Kasper, 1981). Desde entonces, como se sabe, las energías creativas han sido movilizadas por mercados competitivos a través toda la China. Más importante aún, las reformas han inspirado un sentido de confianza y optimismo y una nueva energía en el país entero.
Mi insatisfacción con la literatura existente me inspiró a utilizar la literatura ‘neo-austríaca’ para escribir mi curso sobre el desarrollo económico. La reacción de mis estudiantes – muchos de ellos adultos con experiencias directas en países del Tercer Mundo – también me inspiró a escribir esta publicación que usted, estimado lector, ahora tiene en sus manos.
Espero que mis lectores descubran que la gente libre, si puede tener confianza de que las instituciones (es decir las reglas de coordinación social) son seguras, cooperarán haciendo millones de pequeños descubrimientos útiles que al sumarlos darán lugar al desarrollo económico. Más importante aún, espero que aprendan que la libertad económica es el requisito indispensable para alcanzar la dignidad humana de todos y así mismo conseguir lo que los autores de la Constitución Americana llamaron la ‘búsqueda de felicidad’.
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Capítulo 1
Crecimiento Económico e Instituciones
“Yo creo que las sociedades libres han surgido y resistido solo porque la libertad económica es mucho más productiva económicamente que otros métodos para controlar la actividad
económica.”
M. Friedman, en Gwartney, Lawson, Block (1996), p. vii
“A través de los países del mundo, el ingreso anual per cápita varía por un factor de casi 100… Encontramos noticias sorprendentemente buenas; aproximadamente el 85% de la
variación internacional en el ingreso per cápita puede ser explicado por… [diferencias creadas por el hombre en]… derechos de propiedad,… actividad de los
mercados negros,… regulación, inflación, libertades civiles, derechos políticos,… libertad de prensa,... gasto público, y barreras arancelarias.”
Conclusión de un estudio de las diferencias en los niveles de ingreso nacionales, Roll–Talbot (2001)
Durante las últimas dos generaciones, la mayor parte de las naciones del mundo han alcanzado un sorprendente ritmo de crecimiento económico. El estándar de vida promedio de la humanidad se ha más que duplicado desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Para ser más preciso, el volumen de los bienes y servicios por cada habitante del mundo ha subido por no menos de 2.1% p.a. desde 1945. Adicionalmente, el número de personas en el mundo se ha multiplicado más de 2.5 veces y ya ha sobrepasado los 7 mil millones y medio. Esto quiere decir que la humanidad está ahora produciendo unas cinco veces más de lo que producía cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial. En el proceso, miles de millones de personas han salido de condiciones de extrema pobreza, y millones que antes se hubieran muerto jóvenes, ahora sobreviven. Desafortunadamente, demasiados aún viven en pobreza; sin embargo, el record de logros materiales durante las décadas recientes inspira optimismo, aunque algunos vociferantes observadores prediquen lo contrario. Es racional ser optimista y actuar con confianza (Ridley, 2010).
En casi todas partes, se ha acelerado el crecimiento económico, es decir, el aumento en los niveles de vida reales ajustados a la inflación. Muchos lugares, tales como Singapur, Hong Kong, Taiwán y Shanghái, han conseguido tasas de crecimiento económico muy superiores al promedio mundial. Han seguido los pasos del Japón, al pasar del Tercer al Primer Mundo. En estos lugares, uno puede observar un nivel alto de cooperación pragmática y un espíritu generalizado de “yo sí puedo” entre la gente. Los niveles de destrezas en trabajos técnicos y organizacionales se están construyendo a un paso veloz. Las inversiones y el comercio fluyen libremente entre estas nuevas economías de rápido crecimiento y los países prósperos de América del Norte y Europa Occidental. Es evidente que la mayoría de las personas de estas economías emergentes ansiosamente dan la bienvenida a los retos y a las comodidades de la era moderna. En muchas
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otras partes del mundo, incluyendo América Latina, el crecimiento económico también se ha acelerado, aunque los niveles de ingreso se colocan todavía generalmente por debajo de los de países más ricos en Europa Occidental, América del Norte y Asia del Este. China, un lugar de gran pobreza histórica, ahora ha rebasado el ingreso promedio de América Latina.
La excepción a este cuadro mundial, generalmente agradable, es un número de lugares que languidecen o que experimentan un retroceso en su estándar de vida, por ejemplo algunas partes de África, el Medio Oriente, unos pocos países del Oeste de Asia, y partes de la antigua Unión Soviética y Cuba. Unas pocas naciones que han experimentado guerras civiles o sufren de una aguda represión política, inclusive han experimentado una caída en sus niveles de vida. El desarrollo industrial allí parece estar truncado y normalmente dirigido a sustituir importaciones con productos domésticos de poca calidad, que no podrían venderse en mercados globales. Las infraestructuras en gran parte del país y las estructuras de los gobiernos en estas economías retrasadas se encuentran a menudo en visible decadencia. El desempleo es alto y va en aumento, lo que hace que muchos jóvenes se encuentren desesperanzados, pesimistas, sin orientación, prestos a involucrarse en violencia criminal o revolucionaria. Las élites de estos estados fallidos tienden a percibir a Occidente, a la globalización y a la modernidad como enemigos.
La evidencia es clara: el crecimiento económico y altos niveles de productividad y de ingreso no ocurren automáticamente, además existen enormes diferencias entre los ricos y los pobres. El ingreso real per cápita en los países de mayor riqueza en el Occidente, así como en Japón, Taiwán y Singapur es por lo menos cien veces mayor que en las regiones más pobres de África, según las estadísticas del Banco Mundial. Incluso si uno tiene dudas respecto de la relevancia y exactitud de tales comparaciones internacionales, la brecha es dolorosamente real.
Incluso si no abordamos la pregunta normativa sobre si el avance material es una cosa buena o mala, cualquier observador se siente obligado a preguntar: ¿Es la diferencia en rendimiento económico causada por factores sistémicos? Y si es así, ¿cuáles son? Obviamente, el crecimiento económico puede acelerarse. ¿Pero cómo?
En lo que resta de este capítulo, argumentaremos que es probable que las diferencias en riqueza y crecimiento tienen bastante que ver con la calidad de las instituciones, que son las reglas que coordinan las acciones humanas. Luego haremos un bosquejo de la evolución del crecimiento económico global y del aumento poblacional. Finalmente, debido a la normatividad implícita en la selección de instituciones – es decir, analizar lo que es bueno o malo – discutiremos las ventajas y desventajas del crecimiento económico para todos.
Economía, el crecimiento económico y las instituciones: una encuesta preliminar Este ensayo es sobre economía institucional. Por tanto, parece apropiado definir los dos términos clave, ‘economía’ e ‘institución’, por lo menos en términos preliminares (para más detalles, ver el próximo capítulo).4 • Los estudios de la economía analizan las consecuencias de vivir en un mundo de escasez. Es
decir, el hecho que la mayoría de los seres humanos descubren, la mayor parte del tiempo, más deseos de los que se pueden satisfacer con los recursos que tienen disponibles. Además, los productores descubren más y más recursos, incluso descubren nuevos conocimientos. Es
4 Ver el Glosario al final de la monografía para una definición de los términos claves usados en este ensayo. Estos términos precisan una definición exacta y específica, si queremos analizar asuntos de políticas públicas. Para ayudar al lector, las definiciones más importantes, incluso unas todavía poco comunes en español, han sido reunidas en el Glosario al final del ensayo.
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un proceso dinámico. En el corazón de la disciplina económica está cómo se descubren deseos y recursos, así la manera en que se asignan los recursos para satisfacerlos.
• Como veremos en detalle más adelante, las personas emprendedoras intentan superar la escasez reuniendo recursos (tierra, minerales, energía; trabajo y destrezas; capital y tecnología) al cooperar unos con otros. Esta cooperación, para que tenga lugar, requiere de reglas que coordinen las acciones de los individuos. A éstas las llamamos instituciones. Por favor nótese que las instituciones aquí son reglas, cuya infracción acarrea una sanción. No deben ser confundidas con organizaciones, es decir, asociaciones más o menos duraderas entre los factores de producción para alcanzar una meta común.
El crecimiento económico sostenido, que es el alza sostenida de los recursos para satisfacer demandas crecientes y por tanto incrementando los ingresos reales per cápita de la comunidad, es una experiencia humana relativamente nueva. La experiencia generalizada de crecimiento económico sostenido se ha difundido desde la revolución industrial en Inglaterra hace poco más de 200 años, y como se señaló anteriormente, hoy casi se ha constituido en la norma alrededor del mundo. La excepción son las naciones del Tercer Mundo que han sido destrozadas por guerras, despotismo y corrupción. El crecimiento económico ha sido acompañado con grandes reducciones en la pobreza absoluta, la desnutrición y la mortalidad infantil, así como mejoras masivas en salud, longevidad, satisfacción laboral, oportunidades de vida y de dignidad humana, no sólo para una reducida élite, sino para las poblaciones en general. Aún los más pobres en Estados Unidos de América viven mejores vidas, más largas y más saludables que las clases medias en sociedades tradicionales y estancadas, como solía afirmar el eminente economista estadounidense Julian Simon (1932-1998) cuando pesimistas le confrontaron respecto del futuro de la humanidad (Simon, 1995; también Ridley, 2010). Desde la llegada de la Revolución Verde hace más de cuarenta años, el porcentaje de personas desnutridas en el mundo ha descendido de 35% del total de la población mundial en 1960 a 18% al principio del siglo actual (Lomborg, 2001). Las cifras se han reducido un poco más durante la década siguiente. La tendencia sigue hacia la baja, aunque las recesiones globales, como la de 2008-2010, interrumpen este progreso. Para la mayoría de personas, la calidad de la nutrición ha mejorado significativamente. Los niveles de educación también han subido: Hace cien años, el 75% de la humanidad era analfabeta, ahora no suman más de 20% aquellos que no saben leer y escribir. La mayoría por tanto estarían de acuerdo que el crecimiento económico es deseable, tanto por razones económicas como no económicas (en la última sección del capítulo abordaremos el tema desde una perspectiva normativa).
El record mundial de crecimiento, y el número limitado de casos que continúan estancados, sugieren las preguntas que están al centro de esta monografía: • ¿Cuál es la razón del despegue hacia el crecimiento económico sostenido, primero en Europa
Occidental y América del Norte, luego en Japón, Asia del Este y América Latina? • ¿Porqué el crecimiento económico ha sido menor en el Medio Oriente, rico en recursos
energéticos, y – hasta la década pasada – ha seguido retrasandose en África? • ¿Se pueden obtener conclusiones generales de la experiencia de crecimiento de países en los
cuales el nivel de vida ha bajado últimamente? ¿Existen factores específicos, tales como geografía, cultura o religión que hacen imposible el crecimiento económico sostenido y la modernización en algunos lugares?
• ¿Qué tipo de cambio institucional y de políticas públicas es necesario para facilitar la convergencia de los países rezagados con los países ricos de Occidente y del este asiático?
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El propósito principal de este ensayo es subrayar la importancia de unas reglas base (instituciones) sencillas, estables y universales al responder a estas preguntas. Nuestra afirmación es que las instituciones apropiadas establecen confianza y coordinan la conducta humana de tal forma que aumentan la productividad y el ingreso5. Demostraremos que ciertas reglas sencillas sirven para restringir el robo y la corrupción por individuos poderosos, así como por grupos políticos y sus aliados que buscan servir sus propios intereses. Las reglas apropiadas abren la puerta de las oportunidades de vida para todos, creando confianza, mejor previsibilidad y mayor seguridad. Las personas emprendedoras pueden entonces concentrarse en sus propios objetivos y mejorar sus capacidades, sin tener que estar constantemente volviendo la vista sobre su hombro para ver si su empresa está en peligro de ser confiscada o si será la próxima víctima de un acto de corrupción por un oficial de gobierno, de la próxima trama de subsidios, de una nueva regulación prescriptiva, o de un acto ilegal por un poderoso criminal. El crecimiento económico sostenible requiere de instituciones económicas básicas que son universales y hechas valer de forma creíble, sin discriminación. La confianza que inspira este escenario reduce el costo de transacción de los negocios, un factor de mayor importancia en la economía moderna (Kasper, 2013). Además, las instituciones apropiadas tienden a suprimir la emotividad en la vida política y a reducir conflictos sociales e interétnicos. Simplemente no es constructivo que los asuntos de la vida cotidiana—tales como el trabajo, las compras, las ventas y las inversiones—estén constantemente enredadas en conflictos legales y políticos o sujetas al ejercicio indebido del poder privado o de una administración pública arbitraria o corrupta.
El crecimiento económico mundial: una vista de pájaro La Gráfica 1 (abajo) da una idea de la experiencia de crecimiento de muy largo plazo en el mundo, tomando como base los datos disponibles y más sólidamente investigados (Maddison, 2001; Maddison, passim). En el eje vertical, mostramos los ingresos reales per cápita (es decir corregidos por inflación y medidos en dólares de Estados Unidos a equivalencias en poder adquisitivo, PPP)6. El eje horizontal está comprimido al principio para mostrar algunos estimados (necesariamente crudos) del ingreso para los años 0 y 1500 D.C. Esta gráfica también muestra el desarrollo en los ingresos reales per cápita desde 1820, en grandes regiones tal como Europa Occidental, Asia Oriental y América Latina, También identificamos los países más pobres en América (Haití), Asia (Bangladesh) y África (Congo) en el año 2010. La gráfica dirige nuestra atención a una serie de hechos importantes: • En el primer milenio después de Cristo, existió un alto grado de igualdad entre países: todos
eran igualmente pobres (a excepción de los pocos miembros de las élites poderosas en varios países). El nivel de vida material de la población era, en promedio, comparable al estándar de vida en el Congo actual y aún más bajo de lo que es hoy en los países más pobres del Asia y América. Si la producción aumentaba en aquellos tiempos, el ingreso per cápita solía
5 Ver ‘institución’ en el Glosario al final de la monografía. 6 En el eje vertical usamos una escala logarítmica. Una línea recta a través de la gráfica indica un ritmo de crecimiento constante. Una aceleración es indicada por un ángulo más empinado, y una deceleración por un ángulo menos empinado. Si el ingreso per cápita se disminuye (como en China entre 1913 y 1950), el ángulo es negativo.
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regularmente ser rebasado por aumentos en el número de bocas que alimentar7. Lo normal era la suciedad, la incomodidad, las hambrunas periódicas, enfermedades frecuentes, altas tasas de mortalidad infantil y materna, y una vida breve e insegura. En ese momento nadie creía que tanta miseria humana pudiera jamás ser remediada.
7 Ésta era la así llamada ‘trampa maltusiana’, nombrada por un economista pesimista que predecía en 1798 que el número de bocas hambrientas siempre sería mayor que los recursos disponibles para alimentarlas. Curiosamente, él publicó su teoría justo al principio de la Revolución Industrial que creó las condiciones que invalidaron su hipótesis. Malthus predijo el pasado; y desde entonces se ha demostrado su error una y otra vez (Kasper, 2005b).
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• A partir del Renacimiento, después del año 1500, ocurrió algo revolucionario en Europa Occidental: el promedio de los niveles de vida empezaron a aumentar (Gráfica 1), por ejemplo en Holanda, Gran Bretaña y Alemania (países que no se ven en la gráfica). Más tarde, América del Norte (así como algunos vástagos anglo-sajones en el nuevo mundo, como Canadá, Australia y Nueva Zelanda, no mostrado en la gráfica) rápidamente se abrieron camino hacia niveles de vida sin precedentes. Todos los países que iniciaron temprano, siguieron creciendo sin tregua.
Hay que notar que el crecimiento despegó en medio de intensas rivalidades entre los estados de Europa (sobre todo las guerras religiosas) y que el despegue se realizó después de la síntesis de la civilización occidental, es decir la integración de las fuentes culturales de la antigua Grecia, Roma y la tradición judeocristiana con el auge de la ciencia racional, la popularización de una visión del mundo individualista, el estado secular (separación de los asuntos de gobierno de la religión), la elevación del pensamiento crítico y escéptico y un nuevo respecto por los empresarios individuales (Némo, 2006; Kasper, 2011; McCloskey, 2010). Lo que ahora llamamos ‘modernidad’ progresó sobre dos piernas: la ciencia, basada en la verdad y la ingeniería; y un orden social individualista basado en la responsabilidad personal y la libertad, disciplinada por instituciones liberales compartidas (Taverne, 2005; pp. 15-23). Esta mezcla condujo a un progreso técnico jamás visto, nuevas formas de organizar los negocios, la emancipación de los campesinos y de las mujeres, derechos de propiedad relativamente seguros, una economía de mercado y mejoras graduales en el estado de derecho (ver abajo).
• Otro gran adelanto se realizó durante la segunda mitad del siglo XX. Se aceleró el ritmo del crecimiento y llevó a los países ricos de Occidente a unas alturas insospechadas de riqueza. Este proceso coincidió con la apertura de muchos mercados mundiales y la aplicación de más conocimientos y tecnologías.
• Después de 1870, los países latinoamericanos (así como Europa del Este, Rusia y Japón, omitidos en la gráfica) también despegaron hacia el crecimiento sostenido. Países como Argentina empezaron a cerrar la brecha con los países más avanzados del ‘Primer Mundo’. En contraste, el sur y este de Asia y África mostraron poco crecimiento en el ingreso per cápita durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. En estos países la producción adicional empataba, en gran parte, con un crecimiento poblacional acelerado (crecimiento extensivo).
• Desde 1950, los ingresos per cápita han empezado a subir en general, y más dramáticamente en los países del este de Asia cuyas economías se especializaron en las exportaciones. A partir del 2010, las economías de ciudades como Singapur y Hong Kong han superado, como ya notamos, el rendimiento de la mayoría de los países en Occidente, y lugares como Taiwán y Corea del Sur han adquirido su membresía en la liga de países de Primer Mundo en términos de niveles de vida, esperanza de vida, educación y la mayoría de otras medidas del bienestar humano. El Este de Asia, como un todo, ha experimentado un enorme crecimiento económico y ha rebasando a Argentina que antes crecía velozmente, pero que ha sufrido una reciente deceleración considerable, así como al promedio de la entera región latinoamericana, la cual ha mantenido un crecimiento económico a veces irregular en el largo plazo desde alrededor de 1870 (ver gráfica). Otro caso es Brasil que ha logrado años de mayores tasas de crecimiento durante la segunda mitad del siglo XX.
• Con la liberalización progresiva, los ingresos de la India empezaron a incrementarse a un ritmo mayor cerca del final del milenio, aunque con menos vigor que en las naciones de Asia Oriental, más desarrolladas y con gobiernos más livianos. El cambio más dramático en la
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última parte del siglo ha ocurrido en China. Guerras, corrupción, revoluciones e inestabilidad disminuían los ingresos e infligían una miseria inimaginable en la primera mitad del siglo XX, y la economía progresaba lentamente cuando el régimen maoísta mantenía una economía cerrada con un régimen opresivo entre 1950 y 1975. Sólo después de la muerte del dictador comunista Mao Zedong en 1975 se realizaron reformas económicas y políticas dramáticas que han rendido un crecimiento económico fenomenal. Desde 1980 esto ha inducido a la República Popular de China a embarcarse en una privatización de hecho, unas reformas de mercado, la promoción de la responsabilidad personal y la apertura de la economía a mercados globales8 (Kasper, 1981; Coase-Ning Wang, 2012). Como consecuencia, los números de personas del mundo que viven en extrema pobreza han decrecido considerablemente en términos absolutos.
• Hasta décadas recientes, sólo muchas de las economías al sur del Sahara en África han permanecido casi estancadas, a pesar de que poseen una inmensa riqueza en recursos naturales. Algunos países africanos incluso redujeron sustancialmente los niveles de vida desde 1973, mientras que otros mostraron señas de querer despegar hacia el crecimiento sostenido. En años mas recientes un número creciente de estados africanos ha conseguido avances económicos.
• En algunos de los países que antes formaban parte de la Unión Soviética (no mostrados en la gráfica), muchas personas se empobrecieron luego del colapso del viejo sistema de planificación central y controles, y un nuevo orden confiable tardó en ver la luz. La re-centralización de la vida económica en Rusia, conflictos militares y el fin de los altos precios de petróleo han contribuido a una nueva crisis económica.
• En el lado mas próspero del espectro, los países anglo-sajones fuera de Europa y los países de Europa Occidental actualmente producen hoy ingresos anuales muy elevados, entre diez y quince veces más de lo que logra producir y disfrutar, por ejemplo, un habitante de la India, y por lo menos tres veces mayor que la productividad y el nivel de vida de los latinoamericanos. Y mientras se espera que el ingreso per cápita de los chinos siga progresando, los norteamericanos y los australianos probablemente seguirán siendo las personas más prósperas en el planeta por mucho tiempo en adelante.
• Es remarcable que a excepción de la dinámica Asia Oriental, los países más ricos hace 300 o 200 años todavía quedan entre los más ricos. Aquellos que eran relativamente productivos hace 200 años quedan todavía cerca de la cumbre de la pirámide del ingreso mundial. Sin embargo, la mundialización ha contribuido a la dispersión del crecimiento económico. Durante la generación más reciente muchas naciones han empezado a cerrar la brecha con los países desarrollados y cientos de millones de personas han escapado de la miseria y pobreza absoluta. Una consecuencia de la dispersión de conocimientos técnicos y organizativos ha sido que la porción de ingreso mundial que se produce en las tres economías más grandes del mundo disminuye: En el año 1 DC, dos tercios del ingreso mundial se producía en India, China y la Italia romana; 500 años mas tarde 55% fueron todavía producido en esos tres regiones. Después de la revolución industrial, en 1820, el 55% del producto mundial era
8 Esta afirmación sigue siendo verdadera aún si aceptamos que las tasas de crecimiento económico en China probablemente se exageran en las estadísticas internacionales y nacionales chinas. Cuando uno viaja por China, tanto en los centros urbanos como en las áreas remotas, como el autor ha estado haciendo desde los principios de los años 80, uno no puede dejar de asombrarse del progreso material acelerado, así como del buen ánimo y optimismo de la gente.
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producido en China, India y Gran Bretaña, y sólo en la mitad de siglo XX, después de dos guerras mundiales, las economías dominantes eran Estados Unidos, la Unión Soviética y Gran Bretaña (Maddison, 2001). A principios del siglo XXI (2015), las economías de China, los EEUU y la India son las más grandes. Pero ahora los tres grandes solo constituyen unos 2/5 del producto mundial. Esta dispersión de riqueza y prosperidad habrá importantes consecuencias políticas y estratégicas.
• Lo más remarcable es el record de crecimiento en el largo plazo para la mayoría de la humanidad, y con esto el conocimiento de cómo viven los demás. Hoy en día incluso poblaciones aisladas, por ejemplo quienes hablan Náhuatl o Aymará en poblados remotos, pueden saber cómo uno puede trabajar y vivir productiva y pacíficamente con otros habitantes del mundo. Se puede descubrir que no es necesario persistir en el fatalismo tradicional, sino que es posible y deseable mejorar su destino material. Esta es la razón por la cual los expertos anticipan que el dinamismo económico que se ha ido forjando durante los últimos 200 años, continuará.
Como consecuencia, el aumento sostenido en la productividad y en los niveles de vida se ha diseminado progresivamente hacia más y más comunidades. Inicialmente, el despegue económico era normalmente acompañado por un incremento acelerado en la población. Mejoras en los niveles de vida significaban inicialmente que más personas pobres y más niños sobrevivían, y que la esperanza de vida aumentaba gracias a mejoras en la nutrición y en cuidados de salud, así como en la erradicación de las hambrunas y las epidemias. Después de una o dos generaciones, el aumento en el nivel de vida y mejoras educacionales típicamente conducían a tasas de fertilidad más bajas, de tal forma que el crecimiento poblacional se desaceleraba. Esta ‘transición demográfica’ se repitió, primero con la llegada del crecimiento económico en varios países industrializados del viejo mundo. Con la progresiva globalización durante la segunda mitad del siglo XX, llegó al Tercer Mundo. Como resultado, la población mundial total sigue aumentando, pero ahora ya es más lenta (Gráfica 2).
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Más personas están generando mercados más grandes, pero también más conocimientos productivos, lo que ha facilitado el continuado avance económico. Como el crecimiento poblacional tiende a la baja, ciertamente no hay necesidad de que lleguemos al punto de que sólo habrá espacio para permanecer de pie en la Tierra (Ridley, 2010). De hecho, las poblaciones nativas de los países más prósperos ahora decrecen, un factor que últimamente ha contribuido a mayores y crecientes migraciones globales de países pobres a países ricos. Por cierto, no deberíamos considerar el aumento del número de seres humanos en el mundo como una catástrofe, sino como un triunfo de nuestra raza9. Si hay más gente, habrá más ideas y soluciones útiles.
La distribución de la población mundial está cambiando considerablemente, disminuye el porcentaje de los europeos y rusos, mientras aumenta el porcentaje correspondiente a latinoamericanos, africanos y habitantes del Medio Oriente. Los europeos, que eran el punto focal de los grandes conflictos de la historia en el siglo XX, constituirán sólo el 12% de la población mundial en el año 2020. Para entonces, la mayoría de las personas vivirán en el este y el sur de Asia (casi 30% y 26%, respectivamente). Un 13% de la población mundial vivirá en las Américas y otro 13% en la región del sub-Sahara en África. El progreso económico de Asia Oriental y el continuado vigor en América del Norte significarán que el peso de la economía mundial se trasladará aún más del lado del mundo del Atlántico, hacia el lado del Pacífico. ¿Por qué unas economías crecen y otras no? Los economistas han explorado este panorama amplio de la economía mundial en los últimos 200 años. Algunos han enfatizado que el crecimiento requiere sacrificios del consumo presente para generar ahorros y formación de capital, otros se han enfocado en la mejor explotación de los recursos naturales, la innovación técnica o la adquisición de nuevas destrezas mediante la educación y la capacitación (Kasper, Streit, Boettke, 2012, pp. 17-26). Existe poca duda que estos factores han sido relevantes, pero el análisis inmediatamente evoca importantes preguntas: ¿Por qué los europeos invirtieron más desde el siglo XVIII hasta el principio del siglo XX, explotaron sus recursos naturales de mejor forma, tuvieron más empresarios innovadores, y se dedicaron más a estudios prácticos que, por ejemplo, los chinos o los hindúes? ¿Por qué la gente en Asia Oriental cambió el rumbo después de 1950, siguiendo a Japón en la formación de capital, educación, investigación e innovación industrial, para así conquistar los mercados globales?
Claramente, la respuesta no descansa en rasgos genéticos. Si esto fuera así, tendríamos dificultades en explicar porqué los asiáticos del sur están prosperando en Inglaterra, pero no en Pakistán o Bangladesh, o porqué los mexicanos, una vez que cruzan el Río Grande, suelen convertirse en exitosos trabajadores y empresarios. ¿Porqué los alemanes del Oeste lograron crear un ‘milagro económico’ después de 1948, mientras que sus vecinos en Alemania del Este habían conseguido sólo un 40% de su productividad e ingreso al año 1988? ¿Porqué los norcoreanos viven con ingresos paupérrimos, de escasamente el 6-7% del ingreso que ganan los coreanos del sur? ¿Porqué los cubanos en Cuba se encuentran atrapados casi en el estancamiento, pero salen adelante en Florida? El economista peruano Hernando de Soto hizo estas preguntas en
9 He aquí un sorprendente cálculo: Si la humanidad entera cuenta 7,250 ánimas, y todo el mundo se acomoda en cuadras de un cuarto de acre en casas modestas con un pequeño jardín cada una, entonces la población entera del mundo cabría en un área del tamaño de poco más de dos terceras partes de México o dos veces la superficie de Alemania. El resto de la superficie del mundo quedaría libre para calles, tierras agrícolas e industriales, y parques nacionales.
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el título de su famoso libro: El misterio del capital, ¿porqué el capitalismo triunfa en el Occidente y fracasa en otras partes? (de Soto, 2001; vea también: Easterly, 2006). Como hemos visto, la máquina de crecimiento económico no está fracasando en el resto del mundo pero la literatura económica corriente sobre el crecimiento económico sólo ha dado luces sobre los factores intermedios sin aclarar las causas reales de esta disparidad.
La importancia de las instituciones Como Hernando de Soto, encontramos la respuesta en ciertos rasgos culturales: las tradiciones sociales, las costumbres, los hábitos, las prácticas administrativas y las leyes, en suma: las ‘instituciones’. Buena parte de la diferencia entre los países más ricos y los más pobres puede explicarse por la calidad de las reglas dominantes en las sociedades particulares, es decir las instituciones que coordinan las acciones de los individuos. Algunas comunidades se adhieren a reglas que engendran confianza, auto-gestión e incentivos para trabajar; otras tienen sistemas de reglas que hacen imposible a muchos cosechar los frutos de su toma de riesgos y sus labores. Las instituciones deficientes explican por qué la mayor parte de la humanidad se quedó pobre por tanto tiempo. En sociedades donde la vida, la seguridad personal y la propiedad se protegen pobremente, la corrupción domina la vida; y donde los poderosos pueden explotar a los débiles, el crecimiento económico no puede ser sostenido por mucho tiempo. La evidencia es fuerte: las economías guiadas por reglas, en las cuales los ciudadanos gozan de libertad económica, tienden a ser prósperas, mientras que las sociedades con restricciones arraigadas y diferentes a la libertad económica permanecen pobres (Bauer, 1972; Berger, 1987; Scully, 1991; Kasper-Streit, 1998, capítulo 14.2; Bethell, 1998; Roll-Talbott, 2001; Gwartney-Lawson, passim; O’Driscoll, Holmes, O’Grady [Heritage Foundation], passim).
¿Cuál es la esencia de las instituciones que importa? Las buenas instituciones protegen la autonomía del individuo para que todos puedan tomar sus decisiones en libertad, en búsqueda de sus propios propósitos e intenciones personales. Permiten a las personas actuar como consideren correcto, siempre y cuando no lastimen o dañen a otros. Además el daño debe ser señalado por la parte o partes agraviadas, y lo que constituye daño debe ser razonablemente especificado por leyes transparentes, aplicadas de manera consistente. Estas reglas pueden ser vistas como el ‘software’ del desarrollo económico, por así decir. Ellas permiten a las personas emprendedoras a hacer del ‘hardware’—tal como infraestructuras, mano de obra, destrezas y conocimientos, recursos naturales y capital—algo productivo, e incluso elevar la productividad (Kasper, 2013). Uno podría comparar el hardware con los ingredientes que se usan en la cocina: las personas son las cocineras y el sistema de reglas son las recetas que pueden mejorar la calidad de la comida.
Cada vez que individuos interactúan con otros, deben confiar en que sus contrapartes se comportarán de formas predecibles, cumpliendo con sus promesas hechas. Esto es tan fundamental que a menudo lo perdemos de vista. No obstante, cuando se le entrega una suma de dinero al cajero de un banco para pagar una cuenta, se confía en que él no robará dicho dinero y que el banco remitirá los fondos a su destino, como prometido. Cuando se firma un contrato laboral, se confía en que muchos de los asuntos que no pueden ser detallados en el contrato, se resolverán con sensatez y sin que su jefe ejerza un poder arbitrario sobre sus trabajadores. Cuando uno ordena un libro por Internet de un proveedor en otro país y paga con su tarjeta de crédito, uno confía en que un gran número de personas, a quienes jamás ha conocido ni conocerá. Quienes realizan intercambios de divisas extranjeras cierran contratos por teléfono, por el valor de miles de millones de dólares cada día, tratando con perfectos desconocidos en países lejanos, a quienes jamás conocerán y en quienes deben confiar ciegamente.
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Sólo si confiamos unos en otros podemos explotar adecuadamente la división del trabajo y enriquecernos del conocimiento y las destrezas especializadas que poseen muchas personas diversas. Sólo entonces podemos producir todos los bienes y servicios que nos permiten disfrutar niveles de vida elevados. Los niveles de vida altos – ¡incluso la supervivencia de la humanidad! – dependen de una gigantesca red de reglas que fundamentan la confianza y coordinan nuestras múltiples y diversas actividades con las de otros. En sociedades buenas, las reglas funcionan la mayor parte del tiempo, a pesar del consabido hecho que las personas son oportunistas, olvidadizas, perezosas y poco confiables. Se amenaza con sanciones a quienes infringen las reglas. En sociedades corruptas, a menudo las reglas no se aplican, o por lo menos, no a los más poderosos. Entonces, las personas que cierran acuerdos no saben si la promesa será honrada. Cuando muchos se abstienen de siquiera intentar ciertas transacciones, se obtiene una pobre división del trabajo, menos uso del conocimiento productivo y poca experimentación con ideas prometedoras e innovadoras. Consecuentemente, la economía no crece y la pobreza se mantiene.
En ausencia de la increíblemente compleja y siempre-cambiante división del trabajo en el mundo moderno, todos nosotros llevaríamos una existencia miserable, si es que lográramos sobrevivir. ¡Sólo imagina cuál sería tu nivel de vida si te colocaras, solo, en la parte más favorable de tu país, pero sin la ayuda de otros, ni de las herramientas y provisiones que éstos te proveen! Como individuos aislados no lograríamos sobrevivir; somos animales sociales que prosperan al interactuar unos con otros. Nuestra teoría económica institucional es un reconocimiento explícito de este hecho fundamental. Bajo esta óptica, la moderna división de trabajo y el uso de tanto conocimiento humano disperso son absolutamente esenciales, aún si parecen ser casi incomprensibles. ¡Todo depende de la coordinación por instituciones efectivas!
Las instituciones también son importantes en sentidos no económicos, proporcionan, por así decirlo, el cemento que mantiene unidas a las comunidades y nos permiten conducirnos como miembros de una sociedad. De hecho, las instituciones compartidas definen nuestra cultura y nuestra sociedad. Son elementos centrales de la auto-definición de nuestra identidad. Si te preguntan quién eres, probablemente responderías algo así como: “Soy brasileño, soy cristiano, etc.”, lo cual quiere decir que quieres que alguien te reconozca como una persona que observa las reglas de comportamiento de los brasileños y los cristianos. Las instituciones son tan importantes porque dependemos de la compañía de otros para sacar lo mejor de nuestros talentos, y para ser personas creativas, seguras de nosotras mismas y de confianza. Las instituciones van al núcleo de nuestra mera existencia.
Las personas que obedecen las instituciones apropiadas encontrarán que no están solos. En gran medida, la soledad, es decir, la ausencia involuntaria de contacto personal con otros, parece ser la consecuencia de una desobediencia o una ausencia de reglas efectivas de conducta social. Las ciudades modernas y los barrios marginales en países ricos están llenas de inmigrantes recientes que añoran la simpleza y el contacto directo de sus pueblos tradicionales. Los nuevos inmigrantes a un ambiente urbano suelen encontrar dificultades en aprender las reglas que allí aplican, y los emigrantes entre culturas distintas inicialmente se enfrentan a una tarea de descubrir y aprender las reglas implícitas, lo que es aún más duro. En la sociedad de masas moderna, mucha de la coordinación humana se ha desplazado del plano interpersonal hacia el plano colectivo, de una sociedad civil y de asociaciones voluntarias, hacia una coordinación formal y administrativa, parcialmente sujeta a reglas coercitivas impuestas por autoridades jerárquicas. En otras palabras: muchas instituciones internas, como las costumbres, son suplementados por instituciones externas, es decir reglas creadas e implementadas por autoridades políticas. Es comprensible que algunos lamenten esto ya que en muchos sentidos, las
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reglas informales que sirven bien a las personas en sus aldeas tradicionales, deben de adaptarse a la sociedad de masas moderna (Kasper, 1997). Hay que recordar que aprender nuevas reglas siempre es una tarea difícil.
Los arreglos institucionales impuestos son, con demasiada frecuencia, diseñados para ‘las masas’ y por ende crean una uniformidad innecesaria. Es importante, por tanto, que las instituciones hechas por el gobierno no desplacen a las instituciones civiles que evolucionan en el seno de la sociedad. Estas instituciones internas permiten mayor diversidad y coordinan la interacción humana con mayor eficiencia y menos coste.
Las comunicaciones modernas suelen ayudar con las interacciones anónimas y la evolución adaptiva de las instituciones. Por ejemplo, los teléfonos celulares ahora permiten a los agricultores en áreas remotas a obtener información actualizada del mercado, desarrollar nuevas formas de contratos y recibir pagos por su producto. Comúnmente, los creadores de reglas centralizadas en el gobierno no pueden dar forma a la gran diversidad de interacciones que es requerida por una comunidad rica y dinámica (ver abajo).
Para resumir el argumento hasta ahora: el bienestar de la humanidad en general, y el bienestar material en particular, dependen decisivamente de la calidad del sistema institucional.
La aplicación de las reglas y la corrupción Las bases institucionales de una sociedad moderna consisten parcialmente de la legislación formal, hecha valer por las cortes y por el uso legítimo de la fuerza por los agentes del gobierno, como lo son los policías, los jueces y los carceleros. Con cierta frecuencia, sin embargo, las interacciones sociales se basan en instituciones informales que evolucionan y son hechas valer espontáneamente por la comunidad. Ejemplos de estas instituciones internas son las normas éticas, las costumbres, las convenciones, los hábitos del pensamiento, las prácticas de trabajo o comercio, y los estándares profesionales. Estas reglas se aplican en formas informales pero poderosas, tales como el regaño directo, la presión de grupo o el temor a perder la buena reputación personal. Las personas que continuamente violan las convenciones y las costumbres serán rechazadas, serán aisladas y se sentirán solas. En la Atenas clásica, los delincuentes eran condenados al ostracismo. Aquellos que ignoran los estándares profesionales perderán su reputación, y seguidamente su negocio. Los comerciantes deshonestos en el mercado pronto carecerán de oferentes y clientes, y su mala reputación será ampliamente conocida. Estas instituciones internas explican porqué los mercados funcionan bien y normalmente a un costo sorprendentemente bajo y con pocas pérdidas comerciales. Además, las instituciones internas de la sociedad se anclan en los valores fundamentales que la mayoría de nosotros compartimos, tales como una alta preferencia por la libertad, la justicia, la seguridad y la equidad, o una creencia compartida en Dios. En los lugares donde tales bases morales están ausentes, las estructuras institucionales descansan sobre terreno incierto y los individuos suelen sentirse inseguros. También es importante la visión compartida de la comunidad: Se acepta que el individuo debe simplemente recibir su destino con fatalismo, o que su salvación depende de sus propios esfuerzos a mejorar su vida en este mundo. En sociedades tales como la tradicional civilización hindú o las culturas antiguas amerindias, dominaba una concepción fatalista. En la cultura judeocristiana del Occidente, se buscó la salvación con crecientes esfuerzos personales por mejorar la condición de la vida propia y del prójimo (Némo, 2005; Kasper 2011). Esta actitud occidental, unida a un mayor énfasis en la auto-determinación del individuo, ahora se ha difundido a otras culturas, propulsando la modernización.
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Hoy en día se conoce ampliamente, y comunica internacionalmente, cuáles comunidades nacionales se adhieren a las reglas y cuales no logran hacerlo. Esto se hace transparente, por ejemplo, mediante comparaciones internacionales de la libertad económica (Gwartney-Lawson, passim) y en informes de consultoría a las compañías multinacionales. Adicionalmente, datos de encuestas son obtenidas por agencias privadas, que regularmente reportan sobre la corrupción, es decir, la calidad de los sistemas nacionales de reglas y su la aplicación consistente (ver por ejemplo www.transparency.org). La corrupción de las reglas básicas reduce los beneficios que obtiene una nación de las oportunidades económicas y de la globalización. En efecto, los costos de la corrupción aumentan cuando la economía se abre a la competencia internacional para inversión y comercio (globalización), dado que los dueños de los factores de producción móviles, tales como el capital y destrezas especializadas, son capaces de migrar hacia ubicaciones más prometedoras y de evitar ambientes corruptos. La consecuencia es que las sociedades honestas son recompensadas, los regímenes corruptos sufren.
A pesar de la importancia central para la prosperidad, las instituciones y los valores fundamentales compartidos por una sociedad suelen ser pasados por alto en la mayoría de los textos de economía estandarizados y en los modelos econométricos (Kasper, 2010; Kasper-Streit, Boettke, 2012, pp. 525-541). Los economistas con entrenamiento tradicional, por ejemplo, ni siquiera mencionan las reglas básicas subyacentes, cuando explican la actividad y el intercambio productivos, o cuando investigan porqué unos países alcanzan un crecimiento económico rápido mientras otros fracasan10. Tácitamente asumen que las instituciones de un país están dadas y son inalterables. No obstante, la infraestructura institucional de una sociedad permanecerá truncada o incluso se erosionará, si no se cultiva con cuidado y se defiende contra los asaltos de operadores oportunistas. En ese caso, la posesión de mejores recursos naturales, el conocimiento tecnológico y el trabajo duro por individuos rendirá un crecimiento económico relativamente bajo. La dura realidad, que ya hemos insinuado, es que los países rinden pobremente si sus instituciones han sido corrompidas en formas dramáticas, por ejemplo en la Rusia de hoy, Vietnam, Cuba, Iraq, Bangladesh o Corea del Norte. Los observadores han tendido a culpar al clima extremo o a los boicots extranjeros por los fracasos económicos, en lugar de culpar la falta de instituciones que inspiran el esfuerzo, que se hacen valer con igualdad y que se basan en valores compartidos.
El observador internacional, quien está consciente del papel crucial de las instituciones, se ve obligado a concluir que, en los países con una libertad económica débil y una corrupción ampliamente difundida, las personas ordinarias tienen que trabajar extremadamente duro y sin embargo solo logran cosechar unas bajas recompensas materiales. Podemos ver entonces que la pobreza es causada por una deficiencia en las reglas clave del juego económico. Es la consecuencia de tener derechos de propiedad inciertos, de mercados sobre-regulados, y de un sistema de gobierno y de leyes que favorece a los privilegiados y que tolera el crimen.
Dentro de una democracia electoral, la cual es un sistema de competencia por el control político (temporal), es más probable que emerjan las reglas económicas que apoyan la 10 Por tanto, al Banco Mundial, en sus Reportes de Desarrollo Mundial, le tomó un largo tiempo mencionar la importancia de las instituciones y aún suele exhibir una preferencia por la intervención de la ‘mano visible’ del Estado para obtener resultados específicos, en lugar de abogar por el fomento de instituciones que dirigen la evolución por el mercado. Afortunadamente, los oficiales del Banco Mundial han recientemente reconocido la importancia de las instituciones que facilitan o inhiben los negocios en varios países. Además, investigadores con raíces en ciencias políticas han subrayado en años recientes la importancia de instituciones para el desarrollo, aunque han puesto énfasis exagerada sobre el papel de las instituciones externas, es decir políticas (Acemoglu-‐Robinson, 2012).
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competencia y el estado de derecho, así como es más probable que se adhieran de manera más consistente controles sobre ciertos poderes generales para hacer las reglas. Pero en muchos países en vías de desarrollo, los intelectuales aún tienden a considerar la democracia como una forma de prescribir muchos detalles de la vida económica y social (dirigismo), y de ordeñar a los ciudadanos mediante el chantaje, en lugar de ser un método para controlar y restringir a las elites gobernantes.
Las instituciones y juicios normativos En este punto de nuestra discusión es necesario referirnos a un punto metodológico fundamental: Ninguna discusión sobre instituciones puede ser completamente libre de juicios de valor. Este pequeño libro, por ende, también es un ejercicio en economía normativa. Los argumentos son influenciados por la preferencia personal del autor por una sociedad libre, próspera, segura y pacífica. Algunos lectores podrán sentirse más cómodos con una teoría económica puramente positiva –– es decir sobre lo que es, y no lo que debería ser. Ellos pudieran querer reducir su análisis, por ejemplo, a la decisión entre alternativas conocidas para satisfacer deseos humanos conocidos con recursos conocidos. Pero esto no es muy útil para comprender el desarrollo económico y guiar las políticas públicas en un país en vías de desarrollo en el cual la tarea es de descubrir deseos y recursos. Es por tanto inevitable emitir juicios y ser normativo, juzgando lo que es bueno y lo que es malo. Un ejemplo podría ser si uno decide suprimir el robo para promover la creación de riqueza de todos (Olson, 1996; Kasper, 2010). La forma de escoger y la reforma de las instituciones necesita de una preferencia subjetiva por la creación de riqueza por parte de la mayoría de los ciudadanos. El lujo intelectual de un análisis sin valoraciones no está disponible, por tanto, a aquellos que discuten las instituciones y las constituciones, así como las políticas públicas prácticas. Las reglas invariablemente afectan los valores humanos fundamentales, tales como la libertad, la prosperidad, la seguridad y la paz en la comunidad, que son deseados por la mayoría de personas de cualquier trasfondo cultural. Por supuesto, no es fácil evaluar las instituciones alternativas contra criterios abstractos. Pero un buen punto de inicio para distinguir las instituciones buenas de las malas, en mi opinión, es haciendo dos preguntas respecto de una institución específica:
(a) ¿Amplía esta la libertad personal de elegir?
(b) ¿Cómo afecta las oportunidades de vida del 20% de la población más pobre en el largo plazo?
La respuesta a la primera pregunta nos señalará la calidad de la libertad, que es central para la realización de tantas otras aspiraciones fundamentales. La respuesta a la segunda nos da luz sobre el grado de equidad entre los ricos y los pobres, y nos ayuda a pensar sobre la paz social a largo plazo.
En los capítulos siguientes, espero demostrar que los esfuerzos competitivos de muchos por descubrir y probar lo que a ellos les sirve bien (el mercado), normalmente ofrece resultados superiores a los que se obtendrían con un comando de arriba hacia abajo (cuando el gobierno controla y produce bienes y servicios). La principal razón para ello es que los agentes de gobierno normalmente no suelen saber lo suficiente para obtener mejores resultados del que pueden hacer los muchos competidores en el mercado. Actúan más bien sobre una peligrosa y arrogante pretensión de conocimiento, para así citar el título de la famosa disertación de Friedrich Hayek, cuando recibió el Premio Nóbel de economía (Hayek 1974/84).
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Por otra parte, los líderes políticos muy a menudo son guiados al activismo por sus propios intereses políticos y materiales. Poco les importa la incertidumbre, desventajas, compulsión o conflicto que sus decisiones impongan sobre los ciudadanos comunes.
Por tanto parece apropiado el reconocer explícitamente el hecho básico que –– cuando fomentamos un sistema institucional, que debe facultar a todos los ciudadanos para la búsqueda y realización libre de sus propios propósitos –– estamos discutiendo juicios de valor normativos.
Crecimiento económico: ¿Vale la pena perseguirlo? Antes de poder dejar este primer capítulo, parece útil discutir explícitamente si el crecimiento económico (el incremento sostenible en el ingreso promedio real per cápita) es del todo deseable. Este no es un tema de discusión para la mayoría de los ciudadanos en los países pobres. Pero muchas personas en el próspero Occidente, que ahora toman como un hecho la garantía de altos estándares de vida ––así como los líderes religiosos, por ejemplo el Papa Francisco y unos poderosos en países pobres–– algunas veces expresan dudas fundamentales respecto a la conveniencia del crecimiento económico.
El crecimiento económico por supuesto impone costos: • Primero, la generación actual debe sacrificar la gratificación de consumir de inmediato y debe
poner de lado algunos ingresos para acumular capital, así como invertir en educación (es decir debe ahorrar) con el objeto de dar a las generaciones subsiguientes una mejor oportunidad de producir más. Nuestros antepasados remotos quienes sacrificaron ciertos tiempos de descanso y ciertas satisfacciones de consumo inmediato para formar palos con los que cavaban (formando un bien de capital) hicieron tales 'sacrificios de ahorro'. Ahora los padres posponen el consumo para así darles a sus hijos educaciones costosas (inversión en capital humano) o las personas de negocios que canalizan sus ganancias para mejorar sus negocios (inversión en capital físico).
• Un segundo costo del crecimiento económico es que este demanda múltiples cambios estructurales. Las economías, al igual que los árboles y otros organismos vivos, inevitablemente cambian su composición estructural a medida que crecen. Entonces, la porción del ingreso nacional (y la influencia política) del sector agrario tiende a disminuir a medida que las economías crecen por encima del nivel de ingresos de un país subdesarrollado; cuando despega el crecimiento, la industria secundaria llega a ser el líder del crecimiento, incrementándose muy rápidamente. Este desarrollo era evidente en la revolución industrial del siglo XIX en Europa y en Norte América. Iba con una rápida urbanización, con infraestructura y servicios deficientes, con crecimiento de asentamientos marginales y otros fenómenos de la industrialización temprana, las que son hoy en día tan conocidas a los habitantes de las ciudades del Tercer Mundo. Los cambios económicos estructurales también conllevan cambios en las estructuras de poder. Las élites feudales rurales pierden ante los grupos industriales que surgen, o – mas tarde cuando las economías maduran – nuevas industrias de servicios ganan influencia política por encima de la de los grupos de interés industriales ya establecidos. A medida que los ingresos siguen subiendo, la manufactura cesa de ser el motor del crecimiento, y el sector de los servicios, o sea, las industrias del conocimiento, toman el mando, generando mayores ingresos pero contaminación relativamente baja.
• Muchos observadores se enfocan críticamente respecto a un tercer problema con el crecimiento económico, específicamente la explotación ambiental y la contaminación. La experiencia en los antiguos países industriales y más recientemente en los nuevos países
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industriales del Tercer Mundo, ha demostrado que esto de hecho es un problema frecuente, pero puede hacerse que sea únicamente transitorio. El crecimiento continuo de mayores niveles de opulencia típicamente va acompañado con mejoras en las condiciones ambientales (Kasper, 2005b). Las personas más ricas quieren pagar para tener un ambiente más limpio. A medida que los ingresos siguen subiendo, la manufactura cesa de ser el motor del crecimiento, y el sector de los servicios, o sea, las industrias del conocimiento, toman el mando generando mayores ingresos pero menos contaminación.
Para comprender todo esto, uno debe tomar en cuenta no caer en una ‘micro-perspectiva’ estática que compara solamente elementos, en lugar de ello debemos buscar ver los fenómenos de forma comprehensiva, dinámica y evolutiva, es decir debemos tener una 'macro-perspectiva' del desarrollo económico. Al observar el desarrollo solo de una 'micro-perspectiva' de una región individual en desarrollo y una tecnología de producción constante, uno puede caer fácilmente en la falacia común de igualar el crecimiento económico con un aumento en la contaminación. Si, por ejemplo, uno solo ve el desarrollo de regiones con industria pesada, uno puede fácilmente hacer una asociación entre crecimiento económico y deterioración ambiental. Sin embargo, los países con un alto nivel de ingresos, tales como Suiza o los Estados Unidos, han utilizado su riqueza en parte para limpiar el ambiente. Adicionalmente, hay un efecto poderoso, específicamente la mejora a través del tiempo de las tecnologías productivas y de tecnologías para suprimir emisiones.
Podemos ilustrar este punto con referencia a la gráfica 3, que representa dos visiones opuestas.
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En cualquier punto en el tiempo, la tecnología de producción incorpora combinaciones dadas entre niveles de ingreso per cápita y daños ambientales. El crecimiento de ingresos va con niveles crecientes de daño ambiental en un lugar dado y sobre el corto plazo (los economistas dirían que nos movemos a través de una función de producción, aquí moviéndose del punto A al punto B en la gráfica 3). Sin embargo, en el largo plazo, las tecnologías mejoran, de tal forma que un ingreso per cápita dado puede ser generado con menor daño ambiental por unidad de ingreso que antes. En otras palabras, como dirían los economistas, la función de producción cambia. De la observación a corto plazo y del punto de vista comparativo-estático, uno observará un movimiento del punto A al punto B en la gráfica. Pero es un error de extrapolar este movimiento hacia el futuro, prediciendo resultados fatales (micro-perspectiva estática). Como todas las industrias evolucionan a través del tiempo con reinversiones é innovaciones, la curva de reemplazo se mueve hacia abajo. En consecuencia, el crecimiento en ingresos es asociado con un movimiento desde el punto A hasta el C. El crecimiento económico a largo plazo en la práctica raramente es acompañado por degeneración ambiental acumulativa. En realidad, lo opuesto normalmente suele ser verdad, tal que la macro-perspectiva dinámica-evolutiva es la visión apropiada a retener para interpretar correctamente la relación entre crecimiento económico y contaminación. A medida que las sociedades se vuelven más ricas, disfrutan de ambientes más limpios; además, a medida que los innovadores responden a problemas ambientales, desarrollan tecnologías más limpias. Los problemas de esta índole observados en los países en desarrollo son efectivamente a menudo la consecuencia de un crecimiento económico deficiente (Norberg, 2001)11.
A propósito, mejoras evolutivas similares pueden ser demostradas también para muchos otros supuestos efectos inconvenientes del crecimiento económico. La lección es que tenemos ver a estos problemas durante el largo plazo. Parece realista suponer que los seres humanos inteligentes son capaces de hacerle frente a la evolución de sus problemas con soluciones constructivas (Kasper, 2005b).
Al mismo tiempo, se debe reconocer que el crecimiento económico confiere grandes beneficios. Vale mencionar los siguientes: • El crecimiento económico incrementa los niveles materiales de vida, en otras palabras, más
personas descubren que sus deseos adicionales pueden ser satisfechos gracias a mayores recursos que están siendo descubiertos y aplicados. El crecimiento no genera únicamente más basura no deseada, como algunos alegan. Después de todo los mercados responden a lo que las personas aprecian. Si las personas están preparadas a utilizar sus ingresos crecientes para pagar mejores diversiones, bienes culturales, educación para sus hijos, mejor cuidado médico y mejor nutrición, los proveedores atenderán esas demandas. Las economías crecientes también les permiten a la gente superar calamidades naturales con más facilidad, por ejemplo al distribuir ayuda de emergencia después de malas cosechas o una inundación mayor.
11 Los paralelos entre el análisis de los daños ambientales y la teoría de Marx sobre el colapso del sistema capitalista son muy evidentes. La lógica subyacente en la Gráfica 3 puede también ser usada para explicar que Karl Marx estaba fundamentalmente equivocado: En Das Kapital, él estipuló que el incremento de la acumulación del capital está acompañado de un rendimiento siempre decreciente por cada unidad adicional de uso de capital (en términos técnicos: productividad marginal decreciente de capital). Después de un cierto punto, suponía Marx, el rendimiento adicional no pagaría un retorno suficiente al inversor capitalista. El sistema total por ende colapsaría. Es evidente que Marx basaba su análisis sobre una función de producción fijada, es decir un sistema de producción sin innovación técnica o de gestión.
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• El crecimiento económico ha sido asociado muy de cerca con la reducción de la pobreza absoluta. Durante la década de 1990, por ejemplo, había una asociación significativa entre el crecimiento de los ingresos per cápita y la reducción de la porción de la población que tenían que sobrevivir con US$ 1.20 por día o menos –– la medida del Banco Mundial para la extrema pobreza. En donde el crecimiento económico es mayor, los beneficios materiales también pueden ser obtenidos por los más pobres, como muestran los datos del Banco Mundial durante la década de los 1990:
Región Crecimiento del ingreso real (%p.a.) Cambio en pobreza (%)
Este Asiático/Pacífico +7.1 -‐12.9 Sur de Asia +3.9 -‐4.0 Medio este/ N. África +0.6 -‐0.3 Latino América +1.8 -‐4.7 África Sub-‐Sahara +0.4 +0.1
• El crecimiento va junto con la baja en la mortalidad infantil y un incremento en la vida
humana. Las personas viven vidas más sanas y se mantienen autosuficientes hasta que han alcanzado los 80 años. En contraste, el promedio de esperanza de vida en las sociedades tradicionalmente pobres era comúnmente de solo 40 años o menos.
• Uno de los beneficios de incrementar los estándares de vida es que las comunidades pueden permitirse una mejor educación para sus niños, lo que a cambio facilita crecimiento económico futuro. El incremento en el alfabetismo tiende a estar acompañado por una mejor condición social para las mujeres y con un control natal más efectivo. Esto de nuevo soporta la aceleración del crecimiento de la productividad.
• A medida que las sociedades se vuelven más opulentas y educadas, las personas se vuelven más asertivas respecto a sus derechos humanos inalienables y más escépticas respecto al control político autocrático (vea lo que he dicho en la Introducción en cuanto a España y los países de la Asia Oriental). Cuando una generación experimenta la libertad económica y tiene mayores oportunidades económicas, no suelen tolerar gobiernos autocráticos. Gracias al progreso económico tienen acceso a educación y los medios económicos para demandar democracia y protección de sus derechos humanos. Esto por supuesto puede llevar a conflictos entre los modernizadores y los reaccionarios, como sucedió después del despegue del desarrollo económico moderno en el occidente de Europa, los EEUU y Rusia. Si las aspiraciones de individualismo y secularismo no son satisfechas por medio de un ajuste adecuado de las instituciones sociales y políticas, los conflictos y retrocesos que surjan a causa de ello pueden ser capaces de detener el crecimiento económico (Kasper, 2013). La historia latinoamericana está llena de casos en los que la liberación facilitó una aceleración del crecimiento económico, sólo para ser seguido de un regreso a un control feudal o socialista, y como resultado la región ha sufrido reveses económicos.
• Mayor libertad económica para todos y crecimiento de ingresos de todos suelen ser acompañados de una reducción de violencia, tanto dentro de la sociedad como en el ámbito internacional (Gartzke, 2005). Por lo contrario, el crecimiento económico bajo intervención política conduce a conflictos sociales y disturbios de la paz.
• Si existe una preferencia política por el crecimiento económico, los políticos van a promover comercio internacional é inversión más libres como las principales fuerzas impulsoras del progreso económico. En cambio, el tener una mayor participación material entre países
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vecinos comúnmente se convierte en una fuerte causa para la paz, como el gran liberal francés del siglo XIX Frédéric Bastiat (1801-1850) lo dijo: "Si los bienes no cruzan las fronteras, lo harán los soldados".
• A diferencia de lo que los marxistas han pronosticado, específicamente que la desigualdad entre las personas crecerá sin detenerse, encontramos que en las economías libres en desarrollo la desigualdad se disminuye. Es cierto que, a corto plazo, la micro-perspectiva puesta en las etapas tempranas del crecimiento económico puede sugerir lo contrario: En la fase de despegue, el proceso de crecimiento beneficia solo a algunos, quienes se hacen más ricos, pero aun no a los otros. El despegue hacia el crecimiento económico tiende a ofrecer a los pobres y los sin educación solo pequeñas oportunidades materiales. A medida que más de ellos son capaces de sobrevivir como moradores de barrios marginales, observamos todavía más gente pobre, lo que da la impresión de deterioro. Sin embargo, durante el largo plazo, los ingresos más altos llegan al alcance de los más pobres y menos educados. Así se ‘democratiza’ el aumento de los niveles de vida. Una de las tareas más difíciles de un líder en un país pobre es asegurarse que las oportunidades económicas de una economía creciente se extiendan rápida y uniformemente. Los mercados libres y la lucha contra la corrupción política son los medios más efectivos para lograr este importante fin (Norberg, 2001, 77-83)12.
• Muchos países menos desarrollados se han beneficiado de la prosperidad en las economías ricas y libres. En primer lugar, son mercados grandes y rentables para productos intensivos en mano de obra fabricados por los pobres en países en desarrollo. Segundo, los ricos en capital, tarde o temprano comparten su abundante capital al invertirlo en países menos desarrollados, por lo menos en esos que ofrecen derechos de propiedad seguros y estabilidad. Para estar seguros, los inversionistas de los países opulentos escogen esas jurisdicciones que les ofrecen libertad económica y derechos de propiedad seguros. Lugares atractivos en el Tercer Mundo (tales como Singapur, Taiwán o Tailandia) han visto un desarrollo de las industrias modernas en solo una generación, acompañadas de la mayor parte de bendiciones del crecimiento económico, como hemos discutido aquí.
A diferencia de lo que los activistas sociales afirman bajo el lema ‘teme a la industria’, el aumento en el número de seres humanos en el mundo no ha llevado a catástrofes ambientales mundiales. Más bien, hemos experimentado mejoras frecuentes a pesar de algunos desastres atroces localizados (según una encuesta que de más de cincuenta expertos han documentado, Simon, 1995). El proceso del crecimiento económico no llegará tampoco a un límite debido a las limitaciones de recursos materiales disponibles, como presumen algunos físicos. Después de todo, el crecimiento económico ocurre en un sistema abierto. ¡Los niveles de vida más altos no solo reflejan un creciente uso de recursos naturales (en últ