Ricardo F. Crespo
LAS RACIONALIDADES DE LA ECONOMÍA
diciembre 2006
© Instituto Empresa y Humanismo
Universidad de Navarra
ISSN: 1139 - 8698
Depósito Legal: NA 638/87
Edita: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, S. A.
Imprime: Idazluma, s.a.
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
LAS RACIONALIDADES DE LA ECONOMÍA
Ricardo F. Crespo 3
PRIMERA PARTE
1. Lo económico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .7
1.1. Dos nociones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .7
1.2. Medios y fines . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .13
2. Las estructuras diversas de las racionalidades de medios y fines . . . . . . . . .20
2.1. Los diversos tipos de racionalidades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .20
2.2. Las estructuras de las racionalidades instrumental e instrumentalmaximizadora . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .22
2.3. La racionalidad práctica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .28
2.4. La inconmensurabilidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .35
2.5. Integración de racionalidades y prioridad de la razón práctica . . . . . . . . . .40
2.6. La reducción moderna de la racionalidad a racionalidad técnica . . . . . . . .42
2.7. Corolario: consecuencias para las ciencias sociales de la reducciónmoderna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .43
3. Economía y racionalidades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .47
4. La ciencia económica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .53
5. Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .57
SEGUNDA PARTE
1. Teoría de la elección racional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .59
2. “Esfuerzo y logro” en Albert Hirschman . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .62
3. “Compromiso” y “maximización” en Amartya Sen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .63
4. La “Expressive Rationality” de Shaun Hargreaves Heap . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .64
5. La “Constitutive Rationality” de Hamish Stewart . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .65
6. La “Situated Rationality” de Tony Lawson . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .66
7. La “Achievement Rationality” de Elias Khalil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .68
8. La “Background Rationality” de Mark Peacock . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .69
9. La “Creative Rationality” de Alessandro Vercelli . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .70
10. Valoración final de las nuevas visiones de la racionalidad en economía . .70
11. Conclusión general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .71
BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .79
ÍNDICE
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Ricardo F. Crespo4
Ricardo Crespo es Licenciado en Economía y en Filosofía y Doctor en Filosofía. EsProfesor Titular en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional deCuyo, Mendoza, Argentina e Investigador del Consejo Nacional de InvestigacionesCientíficas y Técnicas de su país. Actualmente trabaja como Vice-rector académico dela Universidad Austral. Su campo de investigación es la filosofía de la economía. Esautor de cuatro libros: La Economía como Ciencia Moral. Nuevas perspectivas de la Teoría econó-mica; La Crisis de las Teorías Económicas Liberales. Problemas de los enfoques neoclásico y austríaco;Liberalismo económico y libertad. Ortodoxos y Heterodoxos en las Teorías económicas actuales y Des-cubrir la melodía. El pensamiento filosófico de Keynes.
Ha publicado más de 60 artículos y capítulos en libros.
Nota Biográfica
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Titulo este trabajo “Las racio-nalidades de la economía”, usan-do el número plural del sustanti-vo racionalidad, por dos motivos.El primero, porque argumentaré afavor de un doble tipo de raciona-lidad aplicable a la economía: lainstrumental y la práctica. Elsegundo motivo es porque hoydía se postulan varias propuestasen torno a la racionalidad en eco-nomía, tales como las ExpressiveRationality, Situated Rationality, Eco-logical Rationality, Achievement Ratio-nality, Background Rationality, Consti-tutive Rationality, que procuran irmás allá de las diversas versionesde la racionalidad tradicionales:la elección racional, la racionali-dad limitada y la teoría de juegos.En general estas nuevas propues-tas tienden a buscar una amplia-ción del concepto de racionali-dad. A esto parecen abocarsetambién diversos programas
como el de la behavioral economics,las corrientes experimentales, lasinstitucionalistas, las evolutivas,las que propugnan la incorpora-ción de motivaciones no estricta-mente racionales, el altruismo, laconsideración del concepto dehappiness, la reciprocidad, la collecti-ve-rationality, etc. La aspiración dealgunos de estos proyectos esencontrar un concepto que superela forma de racionalidad denomi-nada instrumental. No siempre lologran.
Este trabajo consta de dos par-tes: en la primera expongo elmarco de las racionalidades de laeconomía en el primer sentido:las racionalidades que rigen larealidad económica y la cienciaque las estudia. Será un caminoalgo largo. En la segunda, másbreve, expondré sucintamentealgunas de las mencionadas pro-puestas.
INTRODUCCIÓN
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La cuestión de qué racionalida-des corresponden a lo económicodepende de la noción de econo-mía que se sostenga. La racionali-dad es el orden de la realidad.Racionalidad viene del latín ratio,razón o proporción. A su vez, éstaes la traducción del término grie-go, rico en significados, logos,palabra, razón. Logos proviene delverbo legein, recoger, ordenar, pen-sar, leer. Sostener que hay racio-nalidad supone creer que la reali-dad no es anárquica, sino ordena-da. Es decir, supone sostenerimplícitamente una posición rea-lista desde un punto de vista lógi-co-semántico. Esta postura man-tiene que hay criterios de deter-minación de la verdad o falsedad(independientemente de quepodamos o no conocer tantodicha realidad como su orden).Dice Aristóteles que sapientis estordinare; es decir, es propio delsabio buscar, ya sea conocer elorden (orden y razón teóricos), oimprimir un orden (orden y razón
lógico y práctico), según de quémateria se trate.
En esta sección de este trabajotrataré de indagar cuál es el ordeno racionalidad de lo económico y,por consiguiente, el de su ciencia,la economía. Para ello, primerohabrá que recapitular brevementemi visión de esa realidad llamada“lo económico”; segundo, exponercuáles son los órdenes o raciona-lidades reales; tercero, decir cuáles el orden propio de la realidadeconómica y, finalmente, cuáldebería ser, en consecuencia, elorden o racionalidad de la cienciaque la estudia. Esta visión de laracionalidad de la ciencia econó-mica será el criterio de juicio delas posturas que presentaré en laSección 2 del trabajo.
1. Lo económico
1.1. Dos nociones
En esta materia se ha cumplidoperfectamente aquello de Aristó-teles en el De Coelo: “la menor des-
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viación de la verdad al comienzose multiplica luego por mil”1. Enefecto, Lionel Robbins comienzasu Ensayo estableciendo un crite-rio metodológico erróneo para sudefinición de la economía. Eseerror está en el origen de las des-viaciones actuales. Dice en unanota al pie:
“A menudo se afirma que lasdefiniciones científicas de laspalabras empleadas, tanto en len-guaje ordinario como en el análi-sis científico, no debieran diferirdel uso diario de esas palabras.Sin duda es un consejo muybueno y en principio debe seraceptado. Es cierto que se creauna gran confusión cuando unapalabra se usa en un sentido den-tro de la práctica de los negocios,y en otro en el análisis de esapráctica (...) Pero una cosa esseguir el uso diario cuando seadopta un término y otra preten-der que el lenguaje ordinario es lacorte suprema de apelación cuan-do se define una ciencia, pues, eneste caso, el sentido importantede la palabra es el objeto de las
generalizaciones de la ciencia. Ysólo refiriéndose a éstas puedeestablecerse finalmente la defini-ción. Cualquier otro procedimien-to sería intolerable”2.
Así Robbins cae en una defini-ción circular. Parece querer decir,“la economía se ocupa de lo quese debe ocupar la economía, quees lo que yo/o los economistashemos definido”. Parece entoncesmás bien una definición normati-va. Esto es lógico si consideramosque se trata de un tipo de acciónhumana. Pero, por una parte, lanormatividad debe fijarse segúnla naturaleza, no según lo que amí se me ocurra. Por otra, no esmuy coherente con el resto delpensamiento de Robbins.
En aquel trabajo sobre la natu-raleza de la economía hice unrecorrido semántico por dichapalabra y sus acepciones, siguien-do el criterio, según Santo Tomásde Aquino, que Robbins reconoceusual: “El significado de un nom-bre debe tomarse de lo que seentiende significar con él en ellenguaje común”3. Con su proce-
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dimiento Robbins traslada el focosemántico y la consiguientenoción de la economía de los pro-pios del lenguaje habitual a unavisión concreta que coincide sóloen parte con ese significadousual. A la primera noción de eco-nomía, la recogida por el lenguajeusual, le interesa la satisfacciónde las necesidades humanasmediadas por lo material,mediante recursos intercambia-bles, motivada por diversas razo-nes. A la segunda, la técnica deRobbins, en cambio, le interesacualquier acción humana, en lamedida en que sea sujetable a unproceso de maximización. En unviejo escrito, Lindley Fraser lasllamó definiciones tipo A y B deeconomía4. Más recientemente,Phelps Brown las denominó defi-niciones determinadas por elcampo y la disciplina, respectiva-mente5. Ronald Coase da cuenta,al comparar las definiciones deMarshall y Robbins, de este pro-ceso simultáneo de ensancha-miento del área de interés yangostamiento del punto de vistade análisis de ese área6. Es decir,
la economía pasa a interesarsepor cualquier realidad humana entanto que dé lugar a un procesoasignativo eficiente o maximiza-dor. En la medida en que algunostienen una noción unívoca de laracionalidad humana por la quetoda acción obedecería a unalógica maximizadora, toda acciónhumana pasa a ser económica. Laeconomía deja de ocuparse delhomo oeconomicus como una especieo aspecto dentro del sapiens, yaque todo hombre pasa a ser fun-damentalmente económico puessu racionalidad es por definicióneconómica. Esta amplitud es evi-dentemente abusiva. Cuando lanovia trata de seducir a su novio,o la mujer prepara una comidaespecial a su marido, puede haberalgún móvil o consecuencia eco-nómica, pero no cabe duda deque sólo de modo marginal, almenos si entendemos por econo-mía lo que entiende la gente.
El doble proceso de universali-zación y reducción descrito porCoase sigue los pasos de la reduc-ción de toda racionalidad humana
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a racionalidad instrumental obra-da en buena parte de la filosofíamoderna. En efecto, como resul-tado de esa reducción queda unsolo punto de vista aplicable atoda la realidad humana -el ins-trumental-. La racionalidad y laeconomía se concentran en losmedios. Los fines están en unacaja negra y consisten en unamasa conmensurable de conteni-do indescifrable (porque es subje-tivo) que algunos llaman felici-dad. Esos fines nos vienen dadosy no importa cuáles sean. Peroeste soslayamiento supone, obien una visión a posteriori inútil -teórica en el sentido peyorativodel término-, o bien una ficción.
La economía, con anterioridada John Stuart Mill, aún no expues-ta gravemente a la lógica utilita-rista (que es la instrumental), sepreocupaba de los fines. Con pos-terioridad a Mill, pasó a ocuparsesólo de los medios. Sin embargo,una economía que no se ocupa delos fines no tiene interés, es unapura técnica y no necesita hombresque la piensen: la conducirían
mejor unos ordenadores bien pro-gramados. Si la economía fuerasólo esto, no podría hacer nada almargen de la disciplina que seocupara de los fines. De cualquiermodo, “economía” es un términoanálogo, una expresión que desig-na realidades en parte diversas yen parte similares y que deja lugara ambas acepciones. Con lo quecabe un análisis más amplio deltérmino.
Se deben señalar tres preám-bulos o condiciones del hombreque dan origen a lo económico.Primero, la materialidad del hom-bre, que le impone limitaciones.No puede hacerlo todo, porque sutiempo y capacidad son limitados,necesita bienes tanto para su sub-sistencia como para su normaldesarrollo. Debe elegir y obrarpara satisfacer sus necesidades.Segundo, el hombre está equipa-do con capacidades (innatas oadquiridas) que le permitenmanejarse en esa condiciónhumana, especialmente la razón,que lo habilita para deliberar,conocer y juzgar acerca de los
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medios y los fines. Tercero, sumisma naturaleza conduce a quesu limitación se supere social-mente. En resumen, la constitu-ción humana tiene un aspecto“económico”, que lo prepara paraenfrentar la limitación del mejormodo posible. Lo he llamadonoción “impropia” de lo económi-co. Es impropia en relación a loque en el lenguaje vulgar sueleentenderse por económico. Com-prende a una noción “propia”, quehe dividido a su vez en “amplia” y“estricta”. Es decir, es una noción“impropia” en cuanto que cubreun campo que aún no queda sufi-cientemente delimitado, que esdemasiado amplio.
La que he denominado materiaeconómica propia en sentidoamplio comprende todos aque-llos actos, decisiones o disposi-ciones que ayudan o consisten enel uso de los recursos intercam-biables para satisfacer los reque-rimientos del hombre. Coincidemás bien con la noción de “econo-mía sustantiva” de Karl Polanyi7.Se ocupa de medios y fines.
En sentido más restricto eseconómico un modo concreto desatisfacer las necesidades (bási-cas y no básicas): cuando se hacedel mejor modo posible, consi-guiendo el mejor rendimiento fac-tible. Es decir, cuando la relaciónentre los insumos, medios orecursos y los resultados o metasalcanzadas es la máxima u ópti-ma. Tradicionalmente esta rela-ción ha sido denominada “princi-pio económico”. La aplicación delprincipio económico al materialeconómico da lugar a la nociónpropia y estricta de “lo económi-co”. Se aclara que este “principioeconómico” se puede aplicar aotras realidades que no son eco-nómicas: por ejemplo, al uso demis tiempos del fin de semana, ala distribución óptima de lasaulas de una Facultad, o a loshorarios y cursos en una institu-ción educativa. Algunas aplicacio-nes, como las anteriores, son legí-timas, pero no dan origen a reali-dades que son económicas pormetáfora, pues sólo metafórica-mente podríamos llamar accióneconómica, por ejemplo, a la
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tarea del bedel que asigna aulas.En el caso de otras aplicaciones,como la familia, el crimen, la edu-cación, la política o la religión, sepuede dudar de su legitimidad,pues no da la impresión de que laracionalidad propia de esas reali-dades sea la optimización. La eco-nomía en sentido propio estrictoequivaldría a lo que Polanyi hadenominado “economía formal”,el economizar en situación deescasez8. Ésta pone su atenciónen los medios.
De la comparación entre lasnociones anteriores, la amplia y laestricta, surge otra diferencia. Elmotivo o la racionalidad que guíala acción en el caso de la econo-mía estricta es sólo el económico:el principio de maximización. Encambio, el sentido amplio incluyetanto este motivo como otros9. Nosiempre tomo mis decisionesrelativas al uso de los recursostratando de sacar el mayor prove-cho posible de ellos, sino tambiénpor otros motivos: gusto, capri-cho, hábito, etc., sobre todo, enalgunas configuraciones socioló-
gicas. Son actos económicos no
guiados por el principio económi-
co.
En resumen, lo económico en
sentido amplio es el material eco-
nómico sustantivo, todo lo relati-
vo al uso de los recursos para la
satisfacción de las necesidades.
Responde a las nociones de defi-
nición tipo A de Fraser, a la eco-
nomía sustantiva de Polanyi, o a
la definición field-determined de
Phelps Brown. Una característica
de este material, para que sea
propiamente económico, es que
sea intercambiable (y que conse-
cuentemente, sea susceptible de
recibir un valor económico), lo
que nos habla de su dimensión
social. Lo económico en sentido
estricto es el modo óptimo de
usar dicho material. Responde a
las definiciones tipo B de Fraser, a
la economía formal de Polanyi o
la definición discipline-determined de
Phelps. Pero, insisto, no puede
darse solo. Para aclararlo más,
vuelvo al problema ya enunciado
de los medios y fines y las conse-
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cuencias de la exclusión de estosúltimos de la ciencia económica.
1.2. Medios y fines
Robbins sostiene que la econo-mía no trata con los fines. Lasuposición de un fin, que queda almargen, le permite alcanzar unadeterminación que origina unaconclusión exacta. Por otra parte,le evita caer en una consideraciónsubjetiva o ética. La desventaja deesta operación de Robbins es quemientras que los fines vengandados, sean datos abstractos, laeconomía deja de ser la ciencia deuna acción humana real, pues nohay acción sin fines, y entoncespasa a ser tecnología. Porque si ladiferencia entre tecnología y eco-nomía reside en la diferenciaentre unicidad y multiplicidad delos fines (dando lugar a la libertaden el segundo caso), el hecho deque los fines sean dados y abs-tractos transforma su multiplici-dad en un fin único: el mapa depreferencias10. Fue precisamenteRobbins quien sostuvo que laeconomía se diferencia de la téc-
nica en que la primera consideravarios fines y la segunda unosolo11. Pero él mismo reduce losvarios fines de la economía al solofin de la utilidad, de donde la eco-nomía se vuelve técnica. Eso es loque estaba buscando Robbins,pues, como decía antes, le permi-te ofrecer una solución exacta. Laclave para encajar la acciónhumana en un marco exacto esconsiderar como dados los fines opreferencias y los medios, y ten-der puentes óptimos entre ellos.El carácter exógeno y la estabili-dad de las preferencias es el cami-no para construir un sujeto cientí-fico determinado. Carl Mengertituló “El punto de partida y el finde toda economía humana estánestrictamente determinados” alApéndice VI de sus Investigacionessobre el método. Afirma: “La econo-mía es realmente nada más que elcamino que transitamos desde elpunto de partida de la actividadhumana indicado previamentehacia el fin también indicado pre-viamente”12; éste es, propiamente,un camino técnico. Esto posibilitala formulación de leyes exactas,
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cuya “naturaleza formal no esdiferente a la de las leyes de otrasciencias exactas y de las cienciasnaturales exactas particularmen-te”13. “A la economía”, sostieneRobbins, “no le interesa en modoalguno ningún fin como tal. Seocupa de los fines en la medidaen que afectan a la disposición demedios, los toma como proyecta-dos en una escala de valoracionesrelativas e investiga qué conse-cuencias se producen respecto deciertos aspectos de la conducta”14.
La racionalidad envuelta eneste tipo de acción es la instru-mental15. Este tipo de racionali-dad no excluye necesariamentecomportamientos irracionales -pasiones, emociones, tradiciones,hábitos, etc.-, que quedan conte-nidos en las preferencias y esti-mación de los medios, pero pues-tos entre paréntesis y paralizados.Como dice Davis, “[L]a teoría[económica] de la elección trataacerca de ser instrumentalmenteracional. La racionalidad instru-mental se define como la elecciónde las acciones que satisfacen
mejor los fines u objetivos de unindividuo sea como fuera que éstosresulten caracterizados. La racio-nalidad instrumental es unaracionalidad de los medios efi-cientes, y es per se completamenteagnóstica acerca de la naturalezade los fines que sirve”16.
Los fines considerados porRobbins poseen característicasque hacen que no sea necesarioconocer su contenido concreto.Son sustituibles según una rela-ción que se manifiesta en unaescala de valoración dada y el finde los fines es la maximización dela utilidad17. De modo que loúnico relevante es la maximiza-ción de la cantidad de unidadesde fines alcanzada mediante lamejor combinación o uso de losmedios. Su convertibilidad dis-pensa a la economía de conocersu contenido concreto. A estatesis se oponen los que sostienenla inconmensurabilidad de losfines, según veremos.
La crítica más aguda que hevisto a este esquema de Robbinses la de Talcott Parsons. El famo-
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so sociólogo norteamericano lodenomina “posición radicalmentepositivista”18. Según Parsons, losfines de Robbins no son fines rea-les; la economía de Robbins no eseconomía.
La economía perfecta con finesdados sólo es posible en la pelí-cula Matrix. ¿Por qué? Porque paraconseguir la determinación de losfines no sólo sería necesario con-gelar el tiempo -paralizar la diná-mica de los fines-, sino que tam-bién sería necesario conocertodas las circunstancias comple-jas que inciden en lo económico.Esto sólo es posible si todas lasposibilidades están determina-das. Y esto sucedería sólo enMatrix. Pero en Matrix no hay hom-bres, que están hibernados ycuyas mentes sólo se usan comocircuitos inertes que no sonlibres, sino computadoras. Esdecir, se trata de una ficción.
Robbins, sin embargo, aún sos-tiene la presencia de elementossubjetivos que restan exactitud.Un nuevo paso importante en elcamino de la tecnificación y elimi-
nación de lo realmente económi-co de la economía fue el dado porSamuelson, con su teoría de laspreferencias reveladas. Comoexpresa Davis, “la corriente princi-pal de la economía surgió de laeconomía neoclásica a través dela progresiva advertencia de quela introspección subjetiva eracompletamente incompatible conla visión científica del mundo”19.Según expresa el mismo Samuel-son20, el fin de su propuesta dedetectar las preferencias median-te su revelación en eleccionesvisibles fue superar este problemade la presencia de lo subjetivo.Sigue Davis: “Sin embargo, con laeliminación de la subjetividad,también se eliminó la misma basesobre la que los individuos habíansido entendidos como seres inde-pendientes (…) La elección, norequerida más como intermedia-rio entre el gusto y la acción, setransforma en una lógica paratodo propósito que puede aplicar-se a cualquier tipo de agente,individual, multi-individual,humano o como fuera”21. Dehecho, para varios autores, la
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mejor metáfora para representaral agente económico hoy día es elordenador22.
En verdad ha de reconocerseque existen varios aspectos osituaciones en los que el compor-tamiento económico es automáti-co y se parece a la lógica compu-tacional; aspectos o situacionesque la economía puede explicar eincluso predecir. Sin embargo,éstas están confinadas a pocoscampos y momentos. Como dicePeter J. Boettke, “[l]a situación delos actores económicos tuvo quesimplificarse drásticamente paraarrojar las formulaciones precisasque buscaba Samuelson. El pro-grama de investigación deSamuelson eliminó el componen-te consciente de las eleccioneseconómicas a las que se enfren-tan los individuos en un mundode incertidumbre. La elección fuereducida a un simple ejerciciodeterminado en el marco de unosfines y medios, algo que podríamanejar un autómata. La tarea dedescubrir no sólo los mediosapropiados sino también los fines
a perseguir fue dejada fuera de laecuación”23. Un análisis de laacción humana que suponga pre-ferencias dadas puede formalizar-se completamente. Los motivoshumanos pueden suponersehomogéneos y reducibles a unconjunto jerárquico de preferen-cias. Sin embargo, este marcoepistemológico deja fuera de laeconomía, sin negar que existanrealmente, aspectos esenciales delos seres humanos, como la liber-tad, el tiempo histórico, la incerti-dumbre (en tanto que distinta delriesgo) y la heterogeneidad.
La acción humana queda trun-cada, se considera sólo la “mitad”relacionada con los medios: estaeconomía no es acción humanasino “media” acción humana. Elproblema es que media acciónhumana es como medio hombre:no es nada. Tradicionalmente seha pensado que la economía seocupa del campo racional de losmedios y la sociología del campoirracional de los fines24. Pero lascaracterísticas de unos y otroshacen que sean mutuamente
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dependientes con una relacióncompleja y circular25. Por todo loanterior, la economía no se puededesentender de los fines. Estaproclama se enfrenta con unmolde habitual de los economis-tas. Como dice James Buchanan,se debe reconocer que los hom-bres pueden elegir cursos deacción que aparecen en el mismoproceso de elección26. Los finesson dinámicos y también se eli-gen: no son dados. Algo parecidoseñaló hace bastantes años FrankKnight. Para él, la limitación de laracionalidad económica comodescripción de una conducta deli-berada es doble: primero, el fin noestá dado, sino que es redefinidoen el curso de la misma acción;segundo, un fin dado no es un finen el sentido de la finalidad27. Detodos modos, para Knight losfines son cuestión de la ética y laestética y deben integrarse en laciencia social. Volveré sobre estetema en el próximo apartado deesta Sección.
Rescher es enfático en estesentido: “una ‘racionalidad econó-
mica’ construida estrechamente,
basada en deseos no evaluados y
meras preferencias, tiene de
racionalidad sólo el nombre; tam-
bién puede ser irracional. La
racionalidad es una cuestión de
alineamiento apropiado a lo largo
de todo el proceso -no sólo de las
elecciones con las preferencias
sino también de éstas con las eva-
luaciones y de estas últimas con
los valores-. La verdadera raciona-
lidad requiere la búsqueda de
fines apropiados basados en inte-
reses humanos válidos, más que
de voluntades o preferencias no
evaluadas”28.
Tal como la concibió Aristóte-
les, la economía se ocupaba de
medios y fines: era el uso de lo
necesario para la vida buena.
También Weber la concibió preo-
cupada por los fines. La distinción
que hace con la técnica radica jus-
tamente en este preciso punto: “la
acción económica, sostiene, está
primariamente ordenada al pro-
blema de la elección del fin al que
se aplicará algo; la tecnología, al
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problema de, dado el fin, elegirlos medios apropiados”29.
Pero quizás el caso más intere-sante, por lo reciente, sea el deAmartya Sen. Sus propuestasimplican obligadamente la con-centración en los fines. En efecto,al plantearse el problema de laigualdad, Sen la postula al nivelde capacidades de satisfacción denecesidades30. Dentro del herra-mental conceptual de su “enfoquede capacidades” se ponen enjuego varias nociones de defini-ción a veces no muy precisas:“funcionamientos”, “capacidades”,“libertad”, “well-being”. Los “funcio-namientos” son realizaciones yacciones que hacen valiosa unavida. Las capacidades son lo quela gente puede de hecho hacer yser. Las primeras son hechoslogrados; las segundas son opor-tunidades. Las capacidades seconcretan en funcionamientos. Elconcepto de libertad, vinculado alde agency (agencia) es clave paraSen, pues él valora especialmentela posibilidad de elegir las capaci-dades que se van a concretar en
funcionamientos. Well-being sonlas capacidades y/o funciona-mientos en que consiste el bienes-tar, que no es sólo material: vamás allá de la provisión de lasnecesidades o bienes básicos. Elcrecimiento económico es sólouna parte del desarrollo, que es elobjetivo que se debe proponer lapolítica económica y social. Deeste modo, Sen reinserta los finesen la economía y reinserta tam-bién a la economía dentro de lapolítica.
Ahora bien, si se trata de ocu-parnos de fines reales, para queestos no sean meros objetivospuestos por los individuos debe-mos acudir a lo que nos muestrala naturaleza. Hemos postuladouna naturaleza ordenada. Elorden implica un fin, pues consis-te en la disposición de las partesconforme a éste. “La naturaleza,dice Aristóteles, es en todas lascosas causa del orden”31. Por esoinicialmente, Martha Nussbaum,buena aristotélica, critica a Sen sureticencia a formular una lista decapacidades a lograr y dice que
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mientras no la defina su enfoqueestá abierto a cualquier abuso32.La naturaleza señala unos finesque se deben procurar, quedandosu concreta determinación al arbi-trio de los agentes. En efecto, enuna primera etapa la obra deNussbaum es claramente univer-salista. Exige la definición de unalista de capacidades compuestapor bienes sustanciales, con valorintrínseco33. Nussbaum proponeuna lista abierta de 10 capacida-des que considera requerimientoscentrales de una vida digna. Suversión del año 2003 incluía: lavida, la salud, la integridad corpo-ral, la capacidad de usar los senti-dos, la imaginación y el pensa-miento, capacidades afectivas,morales, de pertenecer y convivir,de atención a la naturaleza, dejuego, de participación política ypropiedad privada y relacionadas.Para ella, las diez capacidadescentrales no tienen un orden:cada una es central e innegocia-ble, hasta el cumplimiento de uncierto umbral viable34. La lista esabierta, pues puede exigir unaespecificación. La idea de Nuss-
baum es que el fin de la economíano es el crecimiento económico ingenere sino poner los medios paraproveer estas capacidades paracada uno y todos35. Esta posturaparece muy cercana a una lista depreceptos o principios y bienesnaturales. Como decía antes, laeconomía queda de algún modosubsumida en una disciplina polí-tica más amplia.
Una concepción como esta dela economía, se aleja mucho delactual paradigma post-milliano.La emancipación de la economíarespecto a los fines iniciada porMill se consolidó en el siglo XXcon autores como Robbins. Pero,si miramos hacia atrás, compro-bamos que han pasado 2.200años de economía estrechamentevinculada a los fines y sólo unos130 años separada de éstos. Hoydía surgen estas y otras voces deeconomistas que vuelven a hablarde fines. La fuerza del paradigmaactual no puede frenarnos en estesentido. ¿Quién sabe si la econo-mía divorciada de los fines no setratará sólo de un desafortunado
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episodio de su historia? Sólo sepodrá saber con el paso de losaños. Personalmente, luego delos razonamientos previos, nopuedo dejar de adherirme a unavisión de la economía fuertemen-te focalizada en los fines, sin des-cuidar la atención a los medios.Es entonces cuando surge conclaridad la necesidad de conside-rar una doble forma o estructurade la racionalidad, la propia delos medios y la propia de losfines.
2. Las estructuras diversas de lasracionalidades de medios y fines
2.1. Los diversos tipos de racio-nalidades
Clásicamente se han distingui-do la racionalidad teórica de lapráctica, y dentro de la segunda,la propiamente práctica o defines, de la técnica, de medios oinstrumental. Además, Tomás deAquino considera también laracionalidad lógica (en el Proemiodel Comentario a la Ética Nicoma-quea). En efecto, en primer lugar,la razón puede intentar conocer el
orden de la naturaleza inmóvil ocuyo movimiento no depende delcognoscente. Ésta es la racionali-dad teórica. Es teórica porquesólo puede contemplarse (theo-rein); el hombre no la cambia. Ensegundo lugar, el hombre puedeconocer e imprimir el orden ade-cuado en su misma operación, esdecir, la racionalidad lógica. Entercer lugar, la razón tambiénconoce e imprime un orden en laspropias acciones humanas. Esteúltimo orden, llamado práctico,da origen a dos tipos de racionali-dades, la racionalidad técnica, elorden que imprime a su acciónpara conseguir un resultado exte-rior (un producto o un servicio), yla propiamente práctica, el ordenimpreso también a su acción,pero para alcanzar un fin inma-nente del propio agente: la felici-dad, el conocimiento, una destre-za, etc. Además de que el produc-to exterior sea adecuado o defec-tuoso, el agente puede perfeccio-narse o no realizando esa acción.A lo primero apunta la racionali-dad técnica y a lo segundo, lapráctica.
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Hay actos humanos que res-ponden sólo a la racionalidadpráctica -pensar, ver, vivir, querer,considerados en sí mismos-. Peroel hecho de que el acto prácticotenga un resultado inmanente -laperfección del mismo sujeto- nosignifica que el objeto visto, que-rido, contemplado sea unomismo, sino que es externo.
El resto de los actos son transi-tivos -tienen un resultado exte-rior- y responden a una racionali-dad técnica (el orden adecuadopara conseguir ese resultadoexterno), pero también obedecena una racionalidad práctica (tie-nen un orden que garantiza elalcance del fin inmanente)36. Qui-zás sea más adecuado decir que elmismo acto tiene dos dimensio-nes. Max Weber, después de dis-tinguir acciones de tipo racionalcon arreglo a fines, racional conarreglo a valores, afectiva y tradi-cional, añade: “muy raras veces laacción (...) está exclusivamenteorientada por uno u otro de estostipos”37. Un ejemplo puede mejo-rar la comprensión. Cuando traba-
jo lo hago para producir un bien:hay reglas técnicas definidas quegarantizan la perfección del resul-tado. Pero también lo hago comomodo de realización personal ointrínseca, e incluso trascendente,por los demás. Por eso, pongo“medios” para que esto sea así: elempeño, la honestidad, etc., peroestos “medios” ya son el fin yestán presentes en todos losmedios “físicos” del trabajo.Desde el principio hasta el finaldel acto humano está presente elquerer del fin por parte de lavoluntad impregnando todo elproceso. Este es el aspecto odimensión práctica del acto38. Ensíntesis, la dimensión técnicaconsiste en la correcta asignaciónde medios a fines y la práctica enel discernimiento racional de esosfines y la impregnación racionalde todo el acto por parte de ellos.
Escribe Santo Tomás de Aqui-no: “la razón procede de un modoen el ámbito de lo técnico y deotro en el ámbito de lo moral”39.Aunque racionalidad técnica ypráctica son dimensiones o usos
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de la misma razón y acción, sus“estructuras” difieren. Es impor-tante que nos detengamos cuida-dosamente en este punto ya queel olvido o la inadvertencia de ladiferencia entre la estructura de ladimensión técnica y la prácticaestá en la raíz de muchas confu-siones de las ciencias socialescontemporáneas. En los tiemposmodernos se ha producido unaespecie de invasión y absorciónde la dimensión práctica por partede la técnica. La dominación de lalógica técnica anula la moralidado crea otro modo de moralidad:todo lo técnicamente posiblepasa a ser moralmente exigible.La univocidad estructural condu-ce a la resolución de toda acciónen un ajustarse de medios a finesque, obviamente, se procura quese realice óptimamente. Este es elesquema estructural de la accióneconómica que entonces, lógica-mente, tanto por su simplicidadexplicativa como por sus prome-sas predictivas y normativas, tien-de a aplicarse a toda realidadhumana. ¿Dónde está el error? No
es fácil de detectar. Las analizare-mos una a una.
2.2. Las estructuras de las racio-nalidades instrumental e instru-mental maximizadora
El esquema o estructura mássencillo es el de la racionalidadtécnica: dado el fin o los fines,esta racionalidad trata de deter-minar cuáles son los mediosapropiados para alcanzarlo/s. Ladimensión técnica considera, pla-nea y obtiene un resultado. Parala racionalidad técnica los mediosy fines vienen dados, no son elegi-dos y la pregunta es cuáles sonlos medios para alcanzar los fines:se la ha llamado, con razón, racio-nalidad instrumental. Esta últimadenominación está cargada hoyen día de connotaciones negati-vas que no tiene en sí misma: sólosu exacerbación es negativa. Laracionalidad técnica mira losmedios en cuanto medios. Poreso, en este ámbito, el fin justificalos medios (por eso la política,devenida técnica, adopta esteprincipio). Se parece a la teórica
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en que contempla un modelopara construirlo y luego lo juzgaconstruido.
La racionalidad técnica puedeno contentarse con averiguar cuá-les son los medios sino tambiéntratar de sacarles el mayor prove-cho posible. El mayor aprovecha-miento de los medios disponiblesconduciría a la consecución de lamayor satisfacción de fines posi-ble. Es la operación que en eco-nomía se denomina maximizaciónu optimización y que aquí llamaré“racionalidad técnica maximiza-dora”, para que quede clara suíndole técnica. Lo que se hace eneconomía es maximizar la utilidadde un conjunto de fines o prefe-rencias ordenados ordinalmente.Se asume -tema discutible y dis-cutido- que estos fines son con-mensurables de alguna manera,de modo que se maximiza una uti-lidad que no se sabe cómo secompone -ni interesa saberlo-.Adopta la forma de una funciónmatemática, y= f(x), g(z), etc., enla que hay una cierta combinaciónde las variables independientes x
y z (medios) que hace que el valorde la variable dependiente (la uti-lidad de las preferencias o con-junto de fines) tome el valor máxi-mo posible, dados los parámetrosde la función (valoraciones de laincidencia de los diversos mediosen la utilidad total). Se le llamatambién “optimización” porquepara algunas acciones económi-cas lo mejor no es maximizar sinominimizar (los costos, por ejem-plo), y este término abarca ambasposibilidades40. Este uso de lapalabra optimización no es ade-cuado.
Patricia Saporiti me hizo uncomentario crítico muy agudoacerca de esta última palabra.Copio de su comunicación escrita:“Literalmente hablando, ‘máximo’es adjetivo superlativo de ‘grande’(lo más grande) mientras que‘óptimo’ es adjetivo superlativode ‘bueno’ (lo sumamentebueno). Con ello tenemos que elagente maximiza cuando deliberasobre una base cuantitativa (com-para bienes) y optimiza cuandodelibera sobre una base cualitati-
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va (jerarquiza fines o les otorga
valor). Así, en toda elección con-
creta existe alguna forma de maxi-
mización (ésa es la situación pro-
piamente económica), pero ello
no siempre supone optimizar
(porque optimizar es la situación
económica teleológicamente
orientada). La maximización sólo
tiene sentido si está integrada en
una optimización”. Amartya Sen
también usa estos términos de
otro modo. Ya lo veremos.
Los mismos economistas dis-
cuten la posibilidad de esta ope-
ración por variados motivos41.
Unos de fondo -la mensurabilidad
(no todos los fines parecen expre-
sables cuantitativamente), la con-
mensurabilidad (no se pueden
comparar, sustituir o reducir unos
fines a otros), la integración con
otras funciones de utilidad, la
incertidumbre- y otros prácticos.
Sin embargo, aquí me parece
importante hacer algunas aclara-
ciones y rectificaciones. Primero
parece conveniente citar unos
pasajes de Aristóteles al respecto:
“(...) todas las cosas que seintercambian, deben ser compara-bles de algún modo. Esto viene ahacerlo la moneda (...) De no serasí , no habrá ni cambio ni asocia-ción. Y no será así si los bienes noson, de alguna manera, iguales.Es preciso, por tanto, que todo semida (metresthai) por una sola cosa(...) Esta cosa es, en realidad, lademanda [necesidad humana](chreia) que todo lo mantieneunido; pero la moneda ha venidoa ser, por así decirlo, la represen-tación de la demanda (chreia) envirtud de una convención. Así,pues, la moneda, como una medi-da, iguala (isazei) las cosas hacién-dolas conmensurables (synmetra):no habría ... igualdad si no hubie-ra conmensurabilidad (synmetrías).Sin duda, en realidad es imposi-ble (adynaton) que cosas que difie-ran (diaferonta) tanto lleguen a serconmensurables, pero esto puedelograrse de modo suficiente parala demanda (chreia)”42.
Tenemos entonces una serie debienes substancialmente diversos(pueden ser trabajos -éste es pre-
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cisamente el ejemplo de Aristóte-les-) que se hacen comparablespor una propiedad de éstos, quees su capacidad de satisfacer lanecesidad humana. El precio y lamoneda “completan” la compara-bilidad y posibilitan el intercam-bio. La utilidad es de los bienesque son medios, no de las prefe-rencias o fines. Son bienes útilesporque satisfacen un fin. Pero lautilidad conmensurable es demedios y la maximización tam-bién. En un sentido similar, JohnFinnis señala que “la utilidad quetienen en mente los utilitaristases la aptitud de una acción u omi-sión para producir un estado deexperiencia denominado ‘placer’,‘satisfacción’ o ‘felicidad’”43.
Por eso, podría haber un pro-blema de conmensurabilidad defines, pero ese problema no afec-ta directamente a la maximiza-ción, porque ésta no es de finessino de una propiedad que, aun-que relativa a los fines, es de losmedios: la utilidad. Pero si puedeafectarlo indirectamente: si losfines son diversos e inconmensu-
rables, ¿de qué nos sirve, a finesprácticos, la maximización de lautilidad de los medios? Porque,¿no sucederá que al relacionarselos medios determinados confines determinados, la inconmen-surabilidad de estos últimos setraslade a los primeros? Las casasverdaderas no se comen y, a lainversa, no puedo vivir en unacasa comestible; y ni casas ni ali-mentos sirven para vivir en unasociedad justa, tener amigos oparticipación política. Si los finesson inconmensurables, ¿existirátal propiedad homogénea de losbienes, llamada utilidad, querepresenta la contribución deéstos a la satisfacción de losfines? Más bien, lo que pareceexistir es la utilidad de este bienconcreto para este fin concreto. Oel valor monetario de este medioque se añade al total de los valo-res monetarios consumidos. Todolo que puedo decir es que hay unadeterminada combinación demedios que arroja la mayor rentamonetaria posible. Si los valoresmonetarios “revelaran”, como pre-tende Samuelson, la utilidad,
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habría alguna posibilidad de quetodo esto sirviera de algo. Perocomo ha demostrado Sen hace yamucho, la construcción deSamuelson no independiza de losproblemas de la utilidad. Por otraparte, las elecciones no revelannecesariamente las preferencias44.Por eso, y volveré a ello, el esque-ma de maximización de la utilidades completamente teórico: es sóloun esquema que trata, defectuo-samente por cierto, de mostrarqué está pasando.
También volveré sobre el pro-blema de la conmensurabilidad ala hora de tratar de los fines. Peroahora volvamos sobre los mediosasumiendo un esquema técnicosimple, que deje fuera posiblesobjeciones: con un fin unívoco ybien claro45. “La razón, dice SantoTomás, en las cosas artificiales seordena a un fin particular”46. Enéste sí se puede aplicar la maximi-zación: por ejemplo, cuál es lamejor combinación de hormigóny hierro para construir másmetros cuadrados de losa. Digo“se puede”, porque no es necesa-
rio maximizar siempre. Puedehaber error, o una deliberadaintención de no maximizar47. Estoda pie a otra digresión que seimpone hacer en algún momento.
El economista podría decir queen estos casos también hay maxi-mización. Consideraría que labúsqueda de la información queevitaría el error es un coste que setiene en cuenta y se maximiza conesa restricción; y diría que la igno-rancia, la pereza o el vicio que lle-van a no maximizar son fines quetambién se están maximizando.Pero esto lleva a una definicióntautológica en la que toda acciónhumana técnica es maximizada, loque a todas luces no correspondea la realidad. O equivale a decirque todos hacen lo que hacen poralgún motivo, lo que es un truis-mo48. En este sentido es claro Har-vey Leibenstein cuando afirma:
“La interpretación del postula-do de maximización significa unagran fuente de dificultad. Algunoslo interpretan como un postuladoconductual o factual; otros lointerpretan tautológicamente. En
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mi opinión, la primera es la inter-pretación correcta. Sin embargo,sabemos de casos en los que ellono se verifica, circunstancias enlas que la gente no maximiza. Elenfoque tautológico implica quetoda la conducta representa maxi-mización, cualquiera que sea lanaturaleza de la conducta. Diceque la gente siempre maximiza,pero que puede tener objetivoscomplejos y ocultos. Esto va encontra de la sensata noción deque la definición de la maximiza-ción como término debe admitirla no maximización como unaposibilidad. Además, ello va encontra del importante principiocientífico de que las aseveracio-nes pueden criticarse sobre labase de datos factuales o experi-mentales. El enfoque tautológicoinmuniza al postulado, así como amuchas implicaciones de la teoríade la que es parte, de toda críticaposible”49.
¿Dónde está la falacia de estefrecuente razonamiento de utilita-ristas y economistas? En un usounívoco de términos análogos.
Dicen que toda conducta humanaes interesada pues, aunque seainterés por el otro, también es miinterés. O dicen que toda conduc-ta es racional, y que esa racionali-dad es siempre maximizadora,porque decir que no lo es supon-dría hacer un juicio de valor, invá-lido en la ciencia (por ejemplo,Mises)50. El problema es la falta derespeto a la analogía de términoscomo “racionalidad” o “interés”.Se los reduce unívocamente a unsignificado amplio, equivalente avoluntariedad, que no es el máshabitual. En efecto, se puededecir que todo acto voluntario esracional y busca un fin o un inte-rés, por más irracional o desinte-resado que sea. Pero si determi-namos este uso de las palabras,deberíamos buscar otro paradenotar la racionalidad por oposi-ción a la irracionalidad, o el inte-rés por oposición al desinterés. Elproblema es que es éste, precisa-mente, el uso más habitual deestos términos.
Dejando esta dificultad delado, la estructura de la dimen-
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sión técnica es deliberar y elegirlos medios para alcanzar los fines.Hay varias soluciones técnicasposibles, pero una sola óptima enrelación a criterios de discerni-miento de la optimización prefija-dos.
2.3. La racionalidad práctica
Ya Aristóteles distingue conagudeza ambos tipos de racionali-dades -práctica y técnica- alcomienzo del libro VI de la ÉticaNicomaquea: “La disposición racio-nal apropiada para la acción [hexislogou praktiké] es cosa distinta de ladisposición racional para la pro-ducción [poitikês]”51.
La racionalidad práctica, decíaantes, es la ordenación de laacción al fin inmanente que sepropone el agente. La dimensiónpráctica se preocupa por conocery justificar el fin, un valor en síque envuelve toda la acción52.Tiene relación también con losmedios, pero en cuanto impreg-nados por el fin, que es el motivoque lleva a la acción. En realidad,cuando pasamos al campo prácti-
co, éstos no son propiamentemedios, sino partes del fin. Laracionalidad práctica no se ocupade los medios como medios, sinoen sí, como fines particulares quedeben estar en armonía con losotros, en un “horizonte de totali-dad”53. Ese “todo” es una ciertaconcepción de la propia vida, “lavida buena o feliz que opera demodo latente o explícito como finúltimo al que apunta la actividadpráctica como un todo”54. “En lascosas morales”, señala SantoTomás, “la razon se ordena al fincomún de toda la vida humana”55.Martin Rhonheimer provee bue-nos ejemplos como que “quiendescansa para terminar una tarea,en realidad ya está terminando sutarea” y concluye: “De esta mane-ra la praxis humana se organizapara formar un todo dotado desentido, una estructura organiza-da intencionalmente, una vida”56.Refiriéndose a la dimensión prác-tica del trabajo, Hannah Arendtdice en La condición humana: “Estelogro específicamente humano sesitúa fuera de la categoría de
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medios y fines; (...) los mediospara lograr el fin serían ya el fin”57.
Por eso el esquema o estructu-ra de la dimensión práctica es dis-tinto del técnico. La pregunta noes ¿cuáles son los medios paraalcanzar estos fines?, sino ¿cuálesson las partes del fin? Rhonhei-mer llega a afirmar que uno de losejemplos de Aristóteles, el de lasalud, es peligroso, “porque enmuchos casos posee más bien laestructura del actuar artificial, esdecir, de relaciones medios-fin detipo técnico”58. Sin embargo, Aris-tóteles habla en la Retórica de laspartes de la felicidad59.
La dimensión práctica no maxi-miza, sino que armoniza, coordi-na, alinea60. No acude a algorit-mos. Como dice David Schmidtz,no existe un algoritmo para laelección racional de los fines. Porotro lado, como también señalaeste autor, la cuestión de los fineses dinámica: no están dados en larealidad61. Pero que no exista unalgoritmo no significa que no seaposible un razonamiento acercade los fines. El razonamiento “cal-
culador” es sólo un uso de larazón, por cierto el menos típica-mente humano, cuya importanciaha sido sobrevalorada en la EdadModerna, por la caída en desgra-cia del uso eidético o aprehensi-vo.
En el libro III de la Ética Nicoma-quea, Aristóteles dice que delibe-ramos acerca de los medios, noacerca de los fines62. ¿A qué finesse está refiriendo en ese lugar?¿Sobre qué fines no deliberamos,sino que los tomamos comodados? Sobre los últimos fines, lasalud corporal y la felicidad delhombre63. ¿En qué radica la felici-dad del hombre? Primeramente,Aristóteles señala la virtud. Másadelante, sostiene: “la contempla-ción y la meditación que tienen sufin en sí mismas y se ejercitan porsí mismas”64. Para Aristóteles éstees el acto más perfecto, en el queradica la felicidad65. Razonamosteóricamente (conocemos) acercadel último fin, que es el principio(arche) del razonamiento práctico,el que nos conduce a todas lasimplicaciones de aquél66. Como
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señala Vigo, “el fin último de lavida práctica debe ser representa-do como un fin deseado sólo porsí mismo y no como medio paraotra cosa, mientras que todo lodemás ha de ser deseado tambiénpor causa de o con vistas a esefin”67.
Este último fin se constituye enel criterio de alineación del restode los fines. Este conjunto confor-ma la constelación de los finesprácticos. Ahora bien, si esto esasí, daría la impresión de que losfines prácticos son instrumenta-les respecto al fin último y que,por tanto, es posible la aplicaciónde un criterio maximizador. A loque respondería Terence H. Irwinque esos fines son intrínsecos a lavez que instrumentales: podemosbuscarlos tanto por sí mismoscomo en tanto partes de la felici-dad68. El logro de la felicidad res-ponde a una lógica particular. Nopodemos buscarla de modo direc-to. Se consigue alcanzando laspartes que la integran69.
Además del argumento deIrwin se puede decir que aunque
los fines prácticos que son partedel fin se dirijan a un último fin,son irreducibles a éste, pues sonfines heterogéneos, inconmensu-rables, y por tanto no intercam-biables o sustituibles; deben estarpresentes todos como partes delúltimo. Esto no quiere decir queen algún momento coma menosporque estoy muy ocupado conun trabajo o porque quiero estaren mejor forma para hacer depor-te. O que no renuncie a un ratocon un amigo porque tengosueño. Pero hay un umbral que,fuera de circunstancias pasajeras,hay que cubrir70. Queda pendientevolver sobre el tópico de la incon-mensurabilidad. Pero ahora volve-mos a los fines y su constitución.
¿Cómo accedemos a esas par-tes del fin y a su orden adecuado?Si nos trasladamos al libro VI dela Ética Nicomaquea, observamosque no sólo conocemos esosfines71. No sólo deliberamos acer-ca de los medios como mediossino también como partes del fin,y las ordenamos racionalmenteen orden al último fin72: en la Ética
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Nicomaquea Aristóteles encara unverdadero razonamiento acercade los fines, que conduce a unordenamiento en función del finque no se busca por otro sino porsí mismo.
Aristóteles habla de los medioscomo de ta pros to telos y SantoTomás de Aquino de ea quae sunt adfinem, aquellas cosas que son parael fin, que son acciones concretas,intencionales y libres73. SegúnDavid Wiggins, esta formulaciónpermitiría a Aristóteles usar lamisma expresión tanto para ladeliberación sobre los mediostécnicos como sobre la ordena-ción adecuada de las partes oconstitutivos de los fines74. DiceWiggins:
“En este último caso, un hom-bre delibera acerca de qué tipo devida quiere llevar, o delibera enun contexto determinado acercade cuáles de los posibles cursosde acción se ajusta más a su idealde vida, o delibera acerca de quéconstituye la felicidad aquí yahora, o (menos solemnemente)delibera acerca de en qué consis-
tiría el logro de un objetivo aún
no específico que se ha propuesto
en esta determinada situación”75.
O como explica Ana Marta
González:
“Es la misma naturaleza pecu-
liar de la acción la que explica
que, a diferencia de lo que sucede
con la obra técnica, no haya
medios determinados para llegar
a su propio fin; el fin propio de la
acción va implícito en cada elec-
ción. Por su parte, la elección,
lejos de ser un simple medio para
un fin extrínseco a ella, es una
parte integrante del mismo fin,
por el que la voluntad se compro-
mete ya con ciertos bienes”76.
Ahora bien, como ya dijimos
con Schmidtz, la relación medios-
fines es dinámica y entonces las
dos estructuras se entremezclan
en los actos concretos (lo que
puede ser motivo de confusión y
de reducción a la que parece más
sencilla de entender, la técnica).
También lo explica muy bien Wig-
gins:
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“En el caso no técnico tendréhabitualmente una descripciónextremadamente vaga de algo quequiero -una buena vida, una pro-fesión que me satisfaga, un fin desemana interesante, una tardeentretenida- y el problema noserá ver [como es en el caso técni-co] qué será causalmente eficazpara conseguirlos, sino qué calificarealmente como una especifica-ción adecuada y realizable de loque satisfaría ese querer. La deli-beración es aún una zétesis, unabúsqueda, pero no es primaria-mente una búsqueda de medios.Es la búsqueda de la mejor espe-cificación. Hasta que no hayaespecificación no hay lugar paralos medios. Cuando se consigue,puede comenzar la deliberaciónmedios-fines, pero las dificulta-des que surjan en ésta, me lleva-rán muchas veces a volver a unaespecificación del fin mejor o másfactible, y todo el interés y dificul-tad del asunto será la búsquedade adecuaciones adecuadas, nosus secuelas técnicas en la rela-ción medios-fines”77.
Se debe aclarar que esta bús-queda debe hacerse, según laindicación ya citada de la Física deAristóteles, siguiendo las indica-ciones que da la naturaleza. Deli-berar sobre los fines no es poner-los como si fueran objetivos, sinodescubrir los fines naturales78.Sólo después pasan a ser objeti-vos o metas. El mismo objeto oacción es analizado primero comoparte del fin y luego como medio:pero al analizarse como mediopuede cambiar como fin. Comodice Terence H. Irwin, “si no modi-fico un deseo cuando la delibera-ción me muestra su coste exorbi-tante en relación al de otrosdeseos, sería groseramente irra-cional, aunque la razón hubieracompletado su tarea instrumen-tal”79.
Ya vimos que el esquema de laracionalidad técnica admite lamaximización cuando el fin esúnico y dado. Wiggins pone elejemplo del jugador de billar quetrata de lograr la mayor cantidadde puntos posibles en las jugadasdisponibles. Elegirá los golpes
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que arrojen el resultado mayor dela adición de los siguientes pro-ductos: primero, el de la utilidadde los golpes multiplicada por laprobabilidad (P) de que resultenefectivos; segundo, la “desutili-dad” del fallo por (1 - P)80. Hay,dice, situaciones deliberativassimilares a ésta. Pero la mayoríano lo son. “Preguntarse qué pro-mueve mi felicidad no es lomismo que maximizar la satisfac-ción de mis actuales deseos”,señala Irwin81. No se trata, segui-mos con Wiggins, de maximizarsino de responder a demandasparticulares en situaciones con-cretas. Además, las situacionesno están cerradas. La pluralidadde fines y bienes conduce a recla-mos inconsistentes, que compi-ten entre sí. El peso de esos recla-mos no está prefijado u ordenado,y, de estarlo, el orden puede rom-perse. Por eso, señala:
“ninguna teoría que quierarecapitular o reconstruir el razo-namiento práctico, igual que lalógica matemática recapitula oreconstruye la experiencia concre-
ta de conducir o explorar un argu-mento deductivo, puede tratar alos intereses del agente en unasituación como un sistema cerra-do, completo, consistente. Es dela esencia de esos intereses hacerreclamos competitivos, inconsis-tentes “ésta es una señal no denuestra irracionalidad sino de laracionalidad enfrentada con lapluralidad de fines y de bieneshumanos”82.
Por eso, sigue Wiggins:
“La racionalidad en un agentees la disposición ejercida episódi-camente (y ocasionalmente, sinduda, no ejercida) de preferir (y depersistir en la preferencia) unacto, una creencia o una actitud ala luz de los estándares de evalua-ción y fines e ideales normativos,cuya determinación es la tarea deuna reflexión evidencial, axiológi-ca, moral o de cualquier otrotipo”83.
Y concluye:
“El carácter inacabado o inde-terminado de nuestros ideales yde nuestra estructura de valores
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es constitutivo tanto de nuestralibertad humana como de nuestrafinitud, que enfrenta un rangoindefinido o infinito de contingen-cias, con poderes de predicción eimaginación de nuestra racionali-dad práctica también finitos”84.
Pongamos algunos nuevosejemplos que ayuden a distinguirlo técnico y lo práctico en lasacciones humanas a la luz de lasprecisiones anteriores. Ejemplo 1.Cuando reprendo a mi hijo porquese portó mal, el enfado mismo, lainflexión de la voz, los gestos, noson medios sino el fin mismo,parte de éste, aparte de que tam-bién son medios “físicos” sin losque no habría reprimenda. Ejem-plo 2. En cambio, cuando cocinouna tortilla, el fósforo, la cocina agas, la plancha, el fuego, etc. sonclaramente medios. Pero la inten-ción con que cocino la tortilla -saciar el hambre o dar un gusto aalguien- se inscribe en la dimen-sión práctica -el fin de dar esegusto- e impregna de practicidadlos actos de encender el fósforo,prender la cocina, colocar la plan-cha, el filete, etc.: son acciones
intencionales y concretas, distin-tas de los medios físicos, aunquecoincidan en el soporte material.Ejemplo 3. Cuando se trata deproducir algo -la dimensión técni-ca- interesa combinar adecuada-mente los medios para alcanzar elresultado deseado y, dentro de losmárgenes admisibles, puedeincorporarse la perspectiva eco-nómica que contribuye a alcanzarel mejor resultado con la menorinversión de medios posible. Encambio, cuando se trata de desem-peñar ese mismo oficio con recti-tud y honestidad -la dimensiónpráctica-, no podemos hablar demaximizaciones o minimizacionesen los actos que componen el ofi-cio, pues o se es o no se es recto yhonesto y todos los actos se orde-nan a ello si somos coherentes.Cuando los medios se tomancomo medios para alcanzar el finestablezco una secuencia técnicaen la que cabe aplicar el criteriode maxi-minimización. Cuandolos medios se toman, en cambio,como partes del fin, sólo medetengo en su alineación.
También Robert Spaemannpone ejemplos: las partes del cua-
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dro respecto a su todo, y las par-tes y el compás de una sinfonía.El contexto es el alcance de lavida lograda, denominación queasigna al fin último práctico. DiceSpaemann
“En la relación medio-fin, el finse define independientemente delos medios, determinando, comoindependientemente, la búsque-da de éstos. En cambio, no pode-mos saber qué es la vida logradaal margen de los contenidos quela distinguen. Estos últimos noson interpretados funcionalmentecomo ‘medios’ porque los ordene-mos al todo en cuestión. Ni tam-poco son, por ese motivo, inter-cambiables entre sí”85.
Es, el del cuadro o la composi-ción o el poema, el mismo ejem-plo que pone John Rawls en suTeoría de la Justicia86.
En suma, las estructuras deuna y otra dimensión, técnica ypráctica, difieren. Como señalaLlano, “el fin propio del hacer no esel fin propio del obrar (...): hay unateleología técnica distinta -aunque noseparada- de lo que hoy llamaría-mos teleología ética87. Los medios en
la dimensión técnica tienen razónde causa “eficiente” o “motora”.No la tienen, en cambio, en ladimensión práctica; por eso noson medios, sino partes del fin.
2.4. La inconmensurabilidad
En Inglaterra se armó unescándalo cuando John Lennon,el 4 de marzo de 1966, dijo: “[losBeatles] ahora somos más popu-lares que Jesús”. En realidad, si nohubiera ido acompañada de otrasdeclaraciones, esta frase hubierasido inofensiva, ya que la popula-ridad de Jesús y la de los Beatlesson inconmensurables, pues son,como suele decirse, “amores dis-tintos”.
La cuestión de la inconmensu-rabilidad es bien amplia. Dos can-tidades son conmensurables siestán medidas en la misma uni-dad. Se habla de conmensurabili-dad en los campos epistemológi-co (entre teorías, paradigmas),ético (entre valores) y matemático(dos números son conmensura-bles si su razón es un númeroracional)88. En los dos primeros
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campos conmensurabilidad pare-ce equivaler a comparabilidad.Pero, en realidad, son distintas.Mientras que la conmensurabili-dad es cuantitativa, la compara-ción es cualitativa: comparamoscon un valor respecto al que se esmejor o peor. Siguiendo el argu-mento de Patricia Saporiti pode-mos afirmar que la conmensura-bilidad posibilitaría la maximiza-ción mientras que la comparabili-dad posibilitaría la optimización.La conmensurabilidad, al ser decantidades, admite la maximiza-ción. En cambio, la comparación,al ser de cualidades, no la admite.Como ya dijimos, éste no es eluso habitual de estos términos,en el que la optimización incluyelas especies de maximización yminimización. Para Sen es posiblela optimización cuando hay com-pletitud en las preferencias, y lamaximización, cuando no soncompletas (volveré sobre esto).Ninguna de estas dos posibilida-des parece correcta.
Aquí nos interesa la nocióngeneral de conmensurabilidad,
pues estamos tratando de ver silos fines pueden reducirse a unaunidad de medida, la utilidad,que debería tomar un valor en unafunción matemática. Y tambiénentre valores, porque son los fineso preferencias a los que más pro-piamente se aplica la utilidad delos medios. Pero, sin duda, si esosfines fueran incomparables oinconmensurables, también loserían desde el punto de vistamatemático.
Para Aristóteles, una cualidades accidentalmente cantidad89, dedonde cabría que algo fuera más omenos blanco, más o menosbueno: las cualidades admiten unmás o un menos, pero esto se daentre cualidades homogéneas90,no diversas. Esto tiene un límite:llega un punto en que lo menosbueno pasa a ser malo, o lomenos blanco, gris: se corta laescala o grado de la cualidad.
Aristóteles señala la incon-mensurabilidad de los fines cuan-do se refiere críticamente a la ideaplatónica de bien: las nociones dehonor, prudencia y placer parecen
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irreductibles91. No se puede decirque comer sea mejor o más con-ducente a la felicidad que vestir-se, conocer o tener amigos: sontodos ellos bienes humanos bási-cos que han de obtenerse. Porsupuesto que primum vivere, deindephilosophare, pero aquí no corres-ponde aplicar dilemas para obte-ner rankings, sino que se trata dearmonizar, de equilibrar todos losfines que el hombre necesita. ParaFranz Brentano los fines son habi-tualmente aún más que incon-mensurables, incomparables. Encualquier caso, “son imposibleslas determinaciones de medida”92.Isaiah Berlin argumenta estaimposibilidad de comparación defines en defensa de la libertad93.Otros autores que han argumen-tado a favor de la inconmensura-bilidad de los fines han sidoTerence H. Irwin, John Finnis,Robert P. George, Joseph Raz,Henry S. Richardson y CharlesTaylor94. Este último autor hablade contrastes cualitativos entremaneras de actuar o vivir más ele-vadas o más bajas. Sería un errorconstruirlos, añade, como unas
meras diferencias de grado en ellogro de algún bien común, comohacen los utilitaristas: “La integri-dad, la caridad, la liberación, etc.se presentan como dignos de serbuscados de un modo especial,inconmensurable con otros obje-tivos que podríamos tener, comolograr la salud, el confort o laaprobación de los que nosrodean”95.
Pero en este contexto interesamás señalar que para AmartyaSen, quien, como ya anticipé,reintroduce a los fines comoasunto de la economía, éstos soninconmensurables, tanto para elmismo agente, como entre agen-tes. “Los derechos de diferentespersonas y diferente tipo, señala,no se fusionan en un total homo-géneo, resultando una moralidad‘monista’ basada en la maximiza-ción de esa magnitud”96. Puededecirse lo mismo de Martha Nuss-baum, quien ha seguido a Sen conalgunas diferencias97.
El teórico de la elección racio-nal pasaría por encima de estadificultad -que declararía inexis-
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tente- y aplicaría su esquemamaximizador haciendo los reem-plazos conceptuales que corres-pondan: los diversos fines seríancomo los bienes o medios quecontribuyen al último fin o utili-dad. A lo que Wiggins responderíaque éste es un esquema teóricoirreal e inaplicable, que no ayudaa comprender la realidad del pro-ceso que hemos analizado antes,que es de armonización de finesirreductibles (lo que indirecta-mente produce la felicidad). Des-pués de la elección la maximiza-ción es un truismo, que ademásno expresa la realidad de lo quepasó. La maximización es algo“superviniente”: no se elige por-que se maximiza, sino que la elec-ción podría tratar de expresarse -con las limitaciones señaladas-como una especie de maximiza-ción. Pero decir en este contextoque se maximizó no aporta másque decir la obviedad de que“siempre hubo una razón parahacer lo que hicimos” y en buenlenguaje esto no se expresa bajoel término “maximización”. Es poreso una descripción que induce a
la confusión porque el proceso,insisto, no es el propio de unamaximización98. Se trata, en pala-bras de Wiggins, de “una caricatu-ra de las decisiones y accioneshumanas”99.
Los utilitaristas, por supuesto,suelen estar a favor de la conmen-surabilidad. Si no, se les hace muydifícil el seguimiento de su lógica.De hecho elegimos fines, dicen, yhay situaciones en las que notenemos más remedio que priori-zarlos valorándolos. Pero, ¿notendrán razón? De hecho elegi-mos fines. De hecho superamos elproblema de la inconmensurabili-dad. Esto es efectivamente así: enun momento puntual, el de estaelección concreta, elegimos. Perose trata de una elección que esposible mediante una compara-ción de orden práctico, que serealiza a la luz de nuestra concep-ción global de la felicidad, delplan de vida que, aunque sea enborrador, hemos diseñado paranosotros con base o no en lanaturaleza. Podremos trabajar envez de dormir hoy, pero no infini-
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tamente. Con la vista puesta en elhorizonte de nuestro plan de vidatenemos que combinar los finesarmónicamente. Esto es posibleprecisamente gracias a la quepodríamos denominar “compara-bilidad práctica”, cuyos criteriosno son maximizadores sino armo-nizadores de una serie de fines ala luz de nuestra concepción de lafelicidad.
Tiene interés reseñar breve-mente el caso de Mill, a quienhemos hecho referencia al princi-pio de este trabajo por su anula-ción de los fines en el ámbito dela economía. Es conocido que enMill se dan las tensiones propiasde la reunión de elementos toma-dos de autores como Aristóteles oBentham, que influyeron en suformación. Lo más interesante esque en el capítulo cuarto de Utili-tarismo afirma que los “ingredien-tes de la felicidad”, “deseados ydeseables por sí mismos; ademásde ser medios, forman parte delfin”100. La virtud, el sentido de ladignidad, el amor a la música, eldeseo de salud o de dinero, por
ejemplo, son ingredientes o par-tes del fin que es la felicidad101. Esalgo plural e indeterminado. Peroa su vez, estos fines se desean“como medios para la promocióndel placer”102. Lo no hedónico,entonces, vale por sus propieda-des o consecuencias hedónicas.De este modo Mill lograría hacerconmensurable lo inconmensura-ble. Llega a proponer incluso untest para conmensurar valores quesólo son comparables103. Pero élmismo termina anulando la con-mensurabilidad cuando dice queningún ser humano cuerdo cam-biaría sus valores superiores porotros inferiores, por más placen-teros que fueran104. Como diceMaría Alejandra Carrasco: “JohnStuart Mill distingue calidades(inconmensurables) de placeres, ypretende hacer un cálculo. Allí esdonde falla su método pues noencuentra un denominadorcomún legítimo para homogenei-zar los placeres y poder sumarlosy restarlos”105.
Muchos consecuencialistas ycasi todos los economistas here-
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daron de Mill la introducción devalores no hedónicos dentro delas preferencias o fines que for-man parte de la felicidad. Pero noadvirtieron la refutación del test demensurabilidad de Mill, presenteen el mismo Mill cuando señala laheterogeneidad de unos valores yotros y pretendieron la maximiza-ción de fines.
Sin embargo, uno se podríaplantear que para completar laacción es necesaria cierta integra-ción o fusión de racionalidades. Sino pasamos a la racionalidad ins-trumental tampoco se ejecuta laacción. ¿Cuál es el modo adecua-do de realizar esta integración?
2.5. Integración de racionalida-des y prioridad de la razón prác-tica
Aristóteles otorga prioridad ala dimensión práctica, pues el finno sólo es el objetivo, sino elcomienzo, causa de la accióntanto práctica como técnica. Lacausa eficiente (los medios) noactúan sin el influjo previo de lacausa final (los fines): no hay elec-
ción de medios sin fin querido.Cito la Ética Nicomaquea intercalan-do alguna aclaración entre cor-chetes:
“El principio de la acción -aquello de donde parte el movi-miento, no el fin que persigue- esla elección, y el de la elección eldeseo y la elección orientada a unfin [la elección es causa eficiente yel fin causa final]. Por eso ni sinentendimiento y reflexión, ni sindisposición moral hay elección[no hay acto humano al margende la moral]. La reflexión de por síno pone nada en movimiento,sino la elección orientada a un finy práctica [sin causa final no actúala eficiente]; ésta, en efecto,gobierna incluso al entendimien-to creador [poietikês: técnico], por-que todo el que hace [poieî: produ-ce] una cosa, la hace con vistas aalgo, y la cosa hecha no es finabsolutamente hablando (si bienes un fin relativo y de algo), sinola acción misma, porque es elhacer bien [eupraxía] las cosas loque es fin, y eso es el objeto deldeseo”106.
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Para el griego, el Logos (enten-dido como eidético, como pensa-miento, no calculativo), la physis(naturaleza, realidad), la praxis(obrar) y la techne (hacer, técnica)estaban perfectamente coordina-dos, entrelazados, por su orienta-ción al telos. El telos es fin pero estáal principio. Cuando el pensar seescinde de la naturaleza, se auto-impone otros telos (si es que sepueden seguir llamando así) y sepierde el orden: el logos se vuelveexclusivamente calculativo yreduce todo a cálculo, al que sesomete a la physis (la naturalezatanto física como humana). Lapraxis, la actividad del logos quepodría haber orientado al telos dela physis, desaparece107. De hom-bres pasamos a ser máquinas eimponemos un orden arbitrario ala naturaleza108. Como bien señalaAgazzi, “una actividad técnica queignorara esta dimensión [la prác-tica] y que por tanto restringieseel horizonte propio al de la puraeficacia, olvidando el horizontedel deber, se transformaría auto-máticamente en una actividad sub-humana”109.
Recapitulemos un poco. Sinfines no hay acción. Los fines sondel agente (y por tanto, intrínse-cos), aunque el objeto del fin seahabitualmente externo (para lafilosofía aristotélica está claroque el fin último no es unomismo). Por eso, todo acto huma-no es ante todo práctico110. Unaconsideración de cualquier tipode acción que se limite al modode adecuar medios a fines espuramente analítica, no mueve ala acción. El comienzo de laacción se da una vez justificado ydeterminado el fin. Es entoncescuando comienzan a ponersemedios para alcanzar ese fin.
Una postura agnóstica respec-to a los fines conduce entonces auna reducción de la teoría de laacción a sus aspectos técnicos.Pero esta operación implica laanulación misma de la acción (loque es por cierto imposible), puesno hay eficiencia sin fin. Es analí-ticamente posible como estudioteórico de una acción pasada osupuesta. Pero es sólo una parte,secundaria e instrumental, de una
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teoría de la acción que pretendatener algún influjo real. Como hayque actuar, el hombre agnósticoque no puede razonar sobre el fin,simplemente lo determina conalguna otra potencia y reduce larazón a un rol mediático111. Vere-mos en el próximo apartado cómosucede esto en varios autoresmodernos que influyeron muchoen la economía.
2.6. La reducción moderna de laracionalidad a racionalidad téc-nica
Esta reducción se ha operadocon frecuencia en la filosofíamoderna. Un hito bien conocidode la confusión de las dimensio-nes racionales de la acción huma-na y de su devaluación mediantela colonización de la dimensiónpráctica por parte de la técnica esel pensamiento de David Hume(1711-1770). Es célebre su afirma-ción de que la razón es esclava delas pasiones. La razón no puedeconcebir idea alguna, y la virtud yel vicio son objetos del senti-miento (feeling) no de la razón. La
razón no puede producir nunca,
dice Hume, acción alguna. Es
decir, su escepticismo respecto a
la razón es acorde con su agnosti-
cismo. Es la pasión la que mueve
a actuar. Por tanto: “La razón es y
sólo debe ser la esclava de las
pasiones, y no puede pretender
otro oficio que el de servirlas y
obedecerlas”112. La pasión deter-
mina los fines y la actividad racio-
nal consiste en acomodar medios
a esos fines dados, es decir, la
razón es sólo racionalidad instru-
mental.
Hume no aparece de la nada.
La tradición inglesa registra ante-
cedentes claros en este sentido.
Mencionaré a dos. Thomas Hob-
bes (1588-1679) considera que la
voluntad sigue a las pasiones y
éstas a la imaginación. La razón
tiene un cometido discursivo
cuasi-mecánico, hilar palabras
(que es lo único universal que
hay): “En resumen, en todo asun-
to en que haya lugar para la suma
o la resta también lo hay para la
razón; y donde no tienen lugar, la
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razón no tiene nada que hacer enabsoluto”113.
La razón no es innata, como lossentidos o la memoria, sino frutode la experiencia y el trabajo. Laciencia es sólo conocimiento delas consecuencias114. El conoci-miento de los hechos es propio delos sentidos y la memoria. Enresumen, no hay más lugar para larazón que su uso discursivo.
Igual de claro es Francis Hut-cheson, antecesor más cercano aHume, a pesar de su oposición aél en algunos temas morales. ParaHutcheson, los fines de nuestrosactos nacen de una serie de incli-naciones. La razón sólo intervieneluego. Es la “sagacidad” paraseguir un fin115. Dice:
“Todo aquello que es deseable,en última instancia, o bien es pro-puesto por algún sentido inme-diato, o por algún instinto oimpulso natural, anterior a todorazonamiento. Es tarea de larazón hallar los medios para obte-ner lo que deseamos (…) Estafacultad (el intelecto) juzga acercade los medios o fines subordina-
dos: pero acerca de los fines últi-mos no hay razonamiento, puesninguna opinión o juicio puedemover a la acción, allí donde nohay un deseo anterior de algúnfin”116.
En Adam Smith, finalmente, larazón interviene también en lainducción de las reglas morales,pero el contenido del bien o elmal se conocen por un sentimien-to moral. Dice Smith:
“La razón sólo puede mostrarque este objeto es el medio paraobtener algo que es naturalmenteplacentero o desagradable”, pero“si la virtud, pues, es deseable porsi misma, y si, del mismo modo,el vicio es objeto de aversión, nopuede ser la razón la que original-mente distinga esas diferentescualidades, sino el sentido inme-diato y el sentimiento”117.
2.7. Corolario: consecuenciaspara las ciencias sociales de lareducción moderna
El pensamiento científico con-temporáneo está impregnado delpensamiento de estos grandes
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filósofos. Más concretamente, lasciencias sociales contemporáneashan heredado como esquemabásico inconsciente su visiónestructural de la racionalidadpráctica y la acción humana, unesquema medios-fines instru-mental. Vuelvo a recordar queesta limitación es absolutamentecoherente con el agnosticismo (laposibilidad de una indagación yordenamiento racional) -humea-no y kantiano- acerca de los fines.Llano lo muestra en el caso de lasociología a través de Max Weber,Alfred Schutz y Talcott Parsons118.Como dice muy bien el sociólogofrancés Raymond Boudon:
“De modo general, la ecuaciónque asimila racionalidad conracionalidad instrumental es taninfluyente que la inmensa litera-tura sobre la racionalidad produ-cida por las ciencias sociales tratacasi exclusivamente de la raciona-lidad instrumental. Dicho de otromodo, las ciencias sociales tien-den a admitir que la noción deracionalidad se aplica esencial-mente a la adecuación entre
medios y fines, acciones y objeti-vos o entre acciones y preferen-cias. A todo lo más que se conten-tan es a reconocer que la raciona-lidad puede tomar también laforma de exigencia de coherenciao transitividad de los objetivos ode las preferencias. Pero se nie-gan a aplicar la categoría de racio-nalidad a los contenidos de laspreferencias y objetivos”119.
La finalidad queda reducida ala intención del agente. Así lacausa final queda reducida acausa eficiente. Como leímos enAristóteles la elección es causaeficiente. Cuando el sujeto esdueño y señor de sus fines noadmite otra causa final que la queél mismo pone sin advertir queésta es en realidad causa eficien-te. Se queda entonces sin fines, ysin ellos, sin verdadera acciónlibre. La acción pasa a ser unairracionalidad internamente cohe-rente: irracionalidad, porque nohay razón práctica que conozcalos fines, entonces actúa orienta-da arbitrariamente por fines noracionales; coherente, porque
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aplica la racionalidad técnica a laobtención de esos fines irraciona-les. A toda la racionalidad no lequeda más remedio que reducirsea la instrumentalidad. Los mediostoman el lugar de los fines. Así secae en una especie de activismoexacerbado, pues es una acciónsin fines.
De hecho, esto puede ser asísólo analíticamente pues el factumde la acción nos habla de que hayfines. La gente razona -bastante-acerca de éstos. Pero, después delpaso de autores como los anterio-res, ya no lo hace como quien losdescubre, siguiendo a la naturale-za, sino como quien los pone.Últimamente se suele caracterizara la visión aristotélica de la rela-ción entre razón práctica y finescomo “reconocedora” (recognitio-nal) y a la humeana y kantianacomo “constructivista”120. Los dostérminos son bien elocuentes.Estamos frente a un re-conocer,actividad inmanente, en el primercaso, y frente a un construir, transi-tiva o técnica, en el segundo. Esun logos subjetivo que no mira al
telos -que ya no existe- sino alobjeto que pone, analiza, contro-la. Se rompe la antigua unidad121.
Si todo el papel de la racionali-dad es instrumental, resulta lógi-co que cuando Max Weber propo-ne cuatro formas de racionalidad,una sola de las cuales es la instru-mental -racionalidad de acuerdo afines-, Ludwig von Mises reaccio-ne afirmando que es un error, yque las otras tres formas de racio-nalidad -de acuerdo a valores,afectiva y tradicional- son reduci-bles a la instrumental122. Comodice Milan Zafirovski,
“una forma particular de racio-nalidad, videlicet instrumental, uti-litaria, egotista o hedonista esfundida con el comportamientoracional como un todo”. “El proce-dimiento de disolución comete laque puede denominarse falaciade abstracción o generalidadinapropiada, porque iguala ilegíti-mamente la particularidad de uncomponente, la racionalidad ins-trumental, con la universalidaddel todo, el comportamientoracional123”.
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La tradición moderna impactaen la economía que se limita aconsiderar el aspecto técnico dela acción económica o a reducirotros aspectos al técnico. Larazón sólo se aplica a los medios.Sobre los valores, lo único que loshombres pueden hacer, al decirde Friedman, es pelar124. La tareapendiente, para las ciencias socia-les, también para la economía, es,como reza el título del trabajocitado de Agazzi, reconducir laracionalidad técnica a su horizon-te propio, el de la razón práctica.En este horizonte, la cuestiónmedios-fines es secundaria.Como bien ve Hannah Arendt, elhomo oeconomicus es más “actuante”que productor y el intercambiopertenece más al campo de laacción que al instrumental125. Estaes la orientación, aunque con otroorigen, de Amartya Sen. Nopodría ser de otro modo, vistaslas descripciones de Wiggins eIrwin.
El tema tiene su gravedad. Sonmuy pocos los que intuyen quehay algo extraño detrás de la
matrix de la acción humana queimpregna la ciencia social actual:su reducción a instrumentalidad.Y los que lo intuyen no llegan aver el camino. Cuando piensanque la solución está en una ciertaintegración interdisciplinar laconciben como mera agregación,muchas veces subsumida en lalógica instrumental. Como diceLlano:
“Si la elaboración de una teoríageneral de la acción constituye hoyuna tarea ineludible -especial-mente en el terreno de la tecno-ciencia, de la política, de la eco-nomía y de las profesiones libera-les- la respuesta a este desafío nodebe basarse en la inacabable yproblemática faena de acopiarmateriales de las diferentes cien-cias humanas y tratar de yuxtapo-nerlos pragmáticamente (...) De loque se trata es de ordenar ese abi-garrado panorama de la accióndesde la perspectiva radical de loque es en sí mismo bueno o malo-mejor o peor- para la personahumana, de acuerdo con su natu-raleza libre. Tal es, a mi juicio, el
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modo de avanzar ahora mismohacia una teoría general de la acciónque merezca tal nombre”126.
La verdadera interdisciplinarie-dad es la obtenida a la luz de unamirada filosófica integradora. Enefecto, como decía Sergei Bulga-kov a principios del siglo pasado,“la ciencia social tiene una inne-gable necesidad de estableceruna unión fructífera con la filoso-fía, para que esta última le ayudea salir del estado de crecientedescomposición en que seencuentra”127.
3. Economía y racionalidades
Si la economía tiene relacióncon los fines y los medios, losactos económicos en sentido pro-pio y amplio responden a ambostipos de racionalidades, teórica ypráctica, y también a ambos tiposde racionalidades prácticas. Encuanto a lo que ya pasó, la econo-mía mira cómo fue que pasó, y eneste sentido es una racionalidadteórica (y, según lo explicadoantes, técnica). También en vistaa lo que pasó es práctica cuando
se pregunta qué fines se busca-ron, cómo debería haber sido, etc.En vistas al futuro, es siemprepráctica en sus dos dimensiones,técnica y práctica práctica: no sólome fijo cómo hacer para que losrecursos satisfagan mis necesida-des (racionalidad técnica), sinoque también elijo esas necesida-des y busco que el acto sea cohe-rente con mis creencias, valores,fines en la vida, en ese acto con-creto, fines que, a su vez, influyenen el modo de realizar el acto(racionalidad práctica). Más aún,no habría acto si no tuviera esosfines.
El principio económico -sacarel mayor provecho posible a losrecursos- es un tipo de racionali-dad técnica en el que se optimizael uso de los medios para alcanzarun fin exterior. Éste, dije más arri-ba, define a lo económico en susentido estricto. Sería la racionali-dad económica estricta. Así lo consi-deró la ciencia económica: es lateoría económica actual. Peroésta se queda corta, pues la reali-dad económica, aunque “estricta-
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mente” sea así, muchas veces noobedece a esta racionalidad eco-nómica. En efecto, hay, comoexpliqué en la primera sección deeste trabajo, muchos actos econó-micos que son irracionales desdeel punto de vista de la racionali-dad económica estricta, pues sehan realizado por costumbre,prestigio, razones emotivas, afec-tivas, azar, capricho, etc.128. Sonmotivos que remiten o son finespor los que esta racionalidad econó-mica amplia es racionalidad prácti-ca (e incluye la técnica).
Un grupo de economistaspodrá sostener que todos estosmotivos pueden estar contenidosde alguna manera en las preferen-cias, de modo que el acto ha sidofinalmente económico. Compromás caro -a pesar de que así midinero rinda menos- porque megusta o porque me da prestigio oporque estoy acostumbrado acomprar esto y no quiero compli-carme la vida con otras opciones.Esos economistas dirán quetodos estos argumentos son pre-ferencias que se satisfacen por
esa decisión racional. Hasta pue-den parecer muy humanos por noguiarse por la racionalidad estric-tamente monetaria.
Pero precisamente este argu-mento muestra cuánto pierde laeconomía al ser sólo técnica. Eleconomista que razona está insis-tiendo en ceñir su labor al acomo-damiento medios-fines sin quererjuzgar sobre los últimos. Sinembargo, el aporte más interesan-te del economista sería mostrarque esos fines no son racionales -si no lo son en el marco de laracionalidad práctica- y prescribiruna conducta distinta129. La racio-nalidad económica amplia, prácti-ca, bien puede asumir la raciona-lidad económica estricta. En efec-to, muchas veces el mandatomoral es ser eficaces, y adoptar lamedida monetaria de esa eficacia.No es bueno que la gente decidairracionalmente (desde el puntode vista de la racionalidad econó-mica estricta), porque tiene uncapricho, no tiene visión, se dejóengañar por el envoltorio, o loque fuera. Si esto no interesa a la
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economía y a los economistas, ¿aquiénes les va a interesar? y ¿paraqué sirve la economía? Otrasveces, la pura racionalidad econó-mica estricta deberá ser rectifica-da para poder encajar en la cons-telación de fines prácticos. Poreso, si la economía quiere deciralgo interesante debe ocuparsede los fines. Para la parte técnica,como ya adelantamos, basta conun buen ordenador, que muchasveces lo hará mejor, más rápido ycon menores costes. Los econo-mistas deberían pensar, precisa-mente, si no les conviene irhaciendo notar esta tarea prácti-ca, pues con el avance de losordenadores serán desplazadosde las técnicas y se quedarán sintrabajo130.
Una consecuencia de la con-cepción de la economía limitadaal ajuste medios-fines es quetiende a ver al hombre siemprecomo auto-interesado o self-regar-ding. En efecto, por más que el finsea altruista, pasa a formar partede las propias preferencias, demodo que aquí, o bien se produce
una cierta inconsistencia o esta-mos frente a una concepciónpobre de la orientación hacia losotros. Todo, aún el altruismo,pasa por el filtro del bienestarpropio: soy altruista porque esome causa una satisfacción. Estosignifica poner el carro delante delos caballos. El orden real es quela necesidad del otro me mueve aayudarlo y esa ayuda me producefinalmente una satisfacción (quees accidental)131. Esto se entiendemuy bien cuando hemos visto elesquema utilitarista: la satisfac-ción (a través de este uso impro-pio del término -recuérdese loque se dijo acerca de la racionali-dad e interés-) viene a ser como elmedio para hacer conmensurablelo inconmensurable. El economis-ta que sólo se ocupa de la adecua-ción de medios a fines es indife-rente acerca de si los fines sonegoístas o generosos. Esto es muypoco realista pues estas diversasactitudes tienen importantes con-secuencias para las mismas accio-nes económicas. Dice DavidSchmidtz:
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“Mientras que el Homo oeconomi-cus delibera sólo acerca de losmedios alternativos para alcanzarlos fines estipulados, nosotrostambién deliberamos acerca delos mismos fines. A veces nos pre-guntamos si vale la pena un fincomo la maximización del benefi-cio. Sin duda, tenemos fines auto-referenciales, pero no se nos dandel mismo modo que al Homo oeco-nomicus. Por el contrario, nosvamos formando a nosotros mis-mos y a nuestros fines en tantoactuamos. Somos al mismo tiem-po resultados y generadores denuestras decisiones. Debemosadmitir que el Homo oeconomicus esun modelo útil en las cienciassociales. Pero nosotros no somosHomo economicus, y lo que esbueno para nosotros no es lomismo que sería bueno para elHomo oeconomicus. Por eso, el Homooeconomicus es un modelo pobre deelección racional, aún cuandoimporte únicamente el auto-inte-rés, ya que aún en ese caso hayuna diferencia crucial entre elHomo oeconomicus y seres comonosotros. La diferencia es esta:
nos preocupamos por nuestrasmetas de un modo que no lo haceel Homo oeconomicus. El Homo oecono-micus no tiene que trabajar paramantener la actitud de que vale lapena vivir por sus metas; nos-otros, sí”132.
La afirmación del carácter cam-biante y mutuamente implicantede fines y acciones recuerda elcomentario de Buchanan acercade que los hombres pueden elegircursos de acción que aparecen enel mismo proceso de elección133.También evoca una afirmación deDaniel Fusfeld: “una teoría gene-ral de la acción debería incluir laproposición de que las eleccionesse realizan en tiempo real, envuel-ven un proceso de aprendizaje ydeben ocuparse de un futuroincierto”134.
Esto nos abre a otra conse-cuencia paradójica de la econo-mía que prescinde de los fines:también lo hace de la libertad.Una racionalidad puramente téc-nica, es un camino obligado, uní-voco y predeterminado, por tanto,no libre135. ¿Dónde estaría enton-
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ces la libertad en la economía? Enaquello, paradójicamente, de loque no se ocupa: los fines (que noson fines sino preferencias -y portanto, tampoco libres, sinodados-). Una vez dados los fineslos comportamientos no sonhumanos sino de ratas, comoseñala Buchanan. Y agrega: “unavez especificadas formalmente lasfunciones de utilidad individual,los individuos cuya conducta esrepresentada por éstas no puedenelegir de modo diferente. La elec-ción, como tal, no subsiste en esaformulación”136.
Hemos llegado entonces a una
economía sin tiempo, sin elección
y sin libertad. Era lo lógico si se
pretendía exactitud en el campo
de la acción humana. Como esta
economía no tiene ningún senti-
do práctico, es relevante tratar de
abrirse a otras concepciones.
A estas alturas, para terminar
de aclarar y establecer el marco
conceptual sería conveniente
relacionar las nociones presenta-
das de economía con las de racio-
nalidad.
Economía
Estricto
Amplio Sentido Propio
Sentido Impropio
Cuadro I
En el cuadro I aparece la divi-
sión de la economía entre
1. economía en sentido impro-
pio: el carácter económico antro-
pológico: lo humano en cuanto
sigue el principio económico. Es
una confusión pensar que esto eseconómico en sentido propio.
2. economía en sentido propio:
2.1. en sentido propio amplio:todo el material económico: elobjeto material de la ciencia eco-nómica, sin importar su objeto
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formal. Las decisiones y accionesrelativas a los recursos para satis-facer necesidades y las determi-naciones de esas necesidades.
2.2. en sentido propio estricto:
el principio económico aplicado
al material económico.
Racionalidad
Práctica
Instrumental
Práctica
Lógica
Teórica
No optimizadora
Optimizadora
No económica
Económica
Cuadro II
En el cuadro II se presenta ladivisión de la racionalidad, segúnlo explicado en la sección corres-pondiente. Sólo quiero aclararque la racionalidad instrumentalpuede ser optimizadora (tiene encuenta la escasez) o no (no latiene en cuenta) y que la optimi-zadora es económica cuando seaplica al material económico, y nolo es cuando el material es otro(el tiempo, las aulas).
Quizás el cuadro III sea el másinteresante. De la intersección delos conjuntos “racionalidad ins-trumental”, “racionalidad prácti-
ca” y “material económico” surgenlas siguientes áreas:
1. racionalidad instrumentaloptimizadora aplicada a realida-des no económicas: la economíaen sentido impropio.
2. racionalidad instrumentaloptimizadora aplicada a realida-des económicas: la economía ensentido propio estricto (la llamaré“teoría económica”).
3. racionalidad instrumental nooptimizadora aplicada a realida-des económicas: parte de la eco-nomía en sentido propio amplio.
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4. racionalidad práctica aplica-da a realidades económicas: partede la economía en sentido propioamplio.
5. racionalidad instrumental nooptimizadora aplicada a realida-des no económicas: la técnica.
6. racionalidad práctica aplica-
da a realidades no económicas: la
ética, política, etc..
Llega el momento de cristalizar
todo lo anterior en unas nociones
de ciencia económica.
Optimizadora 1 2
No optimizadora 5 3
Material Económico
4 6
Racionalidad instrumental Racionalidad Práctica
Cuadro III
4. La ciencia económica
Una vez planteado qué es la
economía, cuáles son las formas
de racionalidad y cuáles son las
formas de racionalidad propias de
la economía, llega el momento de
definir el encuadre epistemológi-
co de la ciencia económica.
Mi propuesta es distinguir dos
disciplinas:
1. la racionalidad instrumental
optimizadora aplicada a realida-
des económicas da origen a la
economía en sentido propio
estricto, y propongo llamarle “teo-
ría económica”. Es “teoría” en el
sentido de que hay una similitud
entre la teoría y la técnica del acto
de este género ya realizado:
ambas contemplan una realidad.
También es teoría en el sentido
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moderno de que supone la postu-lación de términos, conceptos uobjetos teóricos (equilibrio, opti-mización, etc.). No soy realistacientífico en este ámbito: es decir,considero que no tenemos porqué creer en esos conceptos uobjetos teóricos inobservables.Pienso que son conceptos heurís-ticos, al estilo de los tipos idealesde Weber.
El alcance de esta teoría esbien limitado. Es muy difícil queobtenga una explicación adecua-da de los hechos económicospues, como vimos, éstos respon-den a motivaciones de lo másvariadas, algunas de las cuales noson tenidas en cuenta; por eso, laexplicación de la teoría económi-ca es bien burda: es una especiede “atajo” que puede no tenermayor sentido. Además, las varia-bles -motivaciones- desconocidaso no consideradas que actuaronuna vez pueden no actuar lasiguiente. Por eso no tiene mayorcapacidad predictiva. O éstadepende de que no haya “sorpre-sas”. Pero sin sorpresas, ¿qué
mérito tiene la predicción? Puedetener, en cambio, un fin prescrip-tivo, en la medida en que conven-ga atenerse a las motivacioneseconómicas y dejar de lado las noeconómicas en unas situacionesconcretas137.
Es una disciplina “completa”en el sentido de que hay un obje-to formal -la racionalidad econó-mica- aplicado a un objeto mate-rial -la realidad económica-.
2. Propongo llamar “economíapolítica” a la economía en sentidopropio amplio. Esta será una cien-cia práctica a la que se subordinala “teoría económica”. Deja espa-cio a las distintas motivaciones oracionalidades, que quedan sub-sumidas en la racionalidad prácti-ca: manda el fin. En la medida enque considera los elementos sub-jetivos de una acción que se vadefiniendo en su curso mismo,entiendo que la propuesta deBuchanan tiene similitudes conésta. Para él, estos elementossubjetivos quedan definidos den-tro de los límites entre la ciencia
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positiva del modelo ortodoxo y lafilosofía moral138. Dice Buchanan:
“Los aspectos residuales de laacción humana que no son redu-cibles a reacciones a estímulossimilares a las de las ratas, aún envariantes humanas mucho máscomplejas, definen el dominio deuna ciencia humana completa-mente diferente, mucho más com-pleja aún, y única - que, por sunaturaleza, no puede ser análogaa las ciencias predictivas y positi-vas del paradigma ortodoxo.Seguramente hay suficiente espa-cio para que ambas ciencias exis-tan en la categoría más incluyenteque llamamos teoría económi-ca”139.
Yo prefiero llamar “economíapolítica” a la categoría incluyente,un nombre bien clásico que hasido rescatado por el mismo Lio-nel Robbins140.
Buchanan habla de categoríasexcluyentes: la racionalidad de laeconomía subjetiva es diversa dela ortodoxa. En efecto, una es defines y la otra de medios. La racio-nalidad práctica tiene una serie
de características que causaríanuna especie de horror a la incerti-dumbre en un científico estándaracostumbrado a hacer radicar lacientificidad en una propiedadmetodológica que asegure la cer-teza. Las llamadas ciencias prácti-cas carecen de exactitud en susconocimientos: su fin va más alládel puro conocimiento, invadien-do el campo de la acción, ydependen mucho de la experien-cia. La racionalidad técnica, portodo esto, es diversa de la prácti-ca, pero esta última, a la inversa,puede considerarla como un ele-mento propio.
El acto económico tiene unaposible forma de realización máseficaz desde un punto de vista téc-nico -la optimizadora-, aspectocrucial para lo económico estricto-lo que supone una correspon-diente normatividad técnica-.Pero lo económico no se agota enla racionalidad técnica sino quetambién le compete, sobre tododebido a su carácter libre, quetiende a unos fines, una conside-ración del orden de la racionali-
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dad práctica. Debido a que lo téc-nico de lo económico no estásólo, tiene necesariamente un fin:su ciencia es prioritariamentepráctica, aunque en volumen seapreponderantemente técnica.
Esta disciplina tiene límitesvagos, si la consideramos desdeel punto de vista de la aplicaciónde una perspectiva u objeto for-mal a un determinado material,puesto que, en efecto, sonmuchas las perspectivas o racio-nalidades que se considerarían.Es una concepción de la econo-mía, como citamos de PhelpsBrown, que la define por elcampo, no por la disciplina141.¿Cuáles son las racionalidades omotivaciones, subsumidas bajo laconsideración de los fines, quepueden provocar actos de natura-leza económica? Las cuatro consi-deradas por Weber. Milan Zafi-rovski presenta una lista conecta-da con los desarrollos más recien-tes142:
1. el grupo de los modelos uni-ficados de comportamiento guia-do por valores (Weber, Pareto).
2. el grupo de modelos unifica-dos de comportamiento goberna-do por reglas (Weber, Hayek,Veblen, Durkheim).
3. Modelos de comportamientoafectivo (Weber, Schumpeter,Keynes).
4. Modelos de comportamientoorientado por el poder.
5. Modelos de comportamientoorientado al prestigio o a la apro-bación social (Weber, Veblen).
6. Modelos histórico-institu-cionales de comportamiento(Durkheim, Weber, Parsons).
Esto nos habla de una cienciaque abarca puntos de vista devarias disciplinas humanas: la“teoría económica”, la sociología,la historia, la antropología cultu-ral, la filosofía política y social, laética, la política. Resulta claroque el principio unificador es lareferencia a los fines de las accio-nes, en este caso, de tipo econó-mico (relativas al uso de recursosintercambiables para la satisfac-ción de necesidades). Esas disci-plinas son ciencias prácticas en el
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sentido clásico. No se debe olvi-
dar que para Aristóteles, entre
éstas, la más “arquitectónica” es
la política que, en su más genuino
sentido clásico, es ética. Dice en
la Ética Nicomaquea:
“Si existe algún fin de nuestros
actos que queramos por él mismo
y los demás por él (...) es evidente
que este fin será lo bueno y lo
mejor (...) Si es así, hemos de
intentar comprender de un modo
general cuál es y a cuál de las
ciencias o facultades pertenece.
Parecería que ha de ser el de la
más principal y eminentemente
directiva [architektonikes]. Tal es
manifiestamente la política (...)
[L]as facultades más estimadas le
están subordinadas, como la
estrategia, la economía, la retóri-
ca. Y puesto que la política se
sirve de las demás ciencias prácti-
cas y legisla además qué se debe
hacer y de qué cosas hay que
apartarse, el fin de ella compren-
derá el de las demás ciencias, de
modo que constituirá el bien del
hombre” (I, 2, 1094a 18 a 1094b 7).
De algún modo, entonces laeconomía política, aunque con-serva su distinción, está subsumi-da en la política, pues su fin loestá. Pero, claramente, ésa no esla política actual. Este es un buenargumento, también, para conser-var este nombre clásico.
El esquema de la ciencia prác-tica posibilita la introducción dela libertad y la moralidad en laeconomía. Son dos aspectos de larealidad de la misma libertad dela acción humana que apuntan elprimero, la libertad misma, a latarea explicativa y el segundo, laconsiguiente moralidad, a la éticay normativa.
5. Conclusión
Al terminar esta primera sec-ción del trabajo nos podríamospreguntar para qué tanta argu-mentación. El asunto parece sen-cillo. La economía se ocupabasólo de medios para determinarcómo combinarlos más provecho-samente y así alcanzar el mayorbeneficio posible: invierto en lasacciones que van a rendir más,
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compro lo barato, vendo lo caro,compro las cosas que necesitobuscando los mejores preciospara igual calidad de modo queme quede dinero para comprarotras cosas… Cuando se comien-za a ocupar de fines, surge el pro-blema de la inconmensurabilidad.No basta con alcanzar el creci-miento económico medido encrecimiento del PBI, sino que ade-más debemos procurar losmedios para que la gente tengaparticipación democrática, ami-gos, cultura, bienes difíciles demedir, que tienen un coste, peroque no es homogéneo. Un montode dinero aplicado en puentes noda lo mismo que el mismo montoaplicado en libros. El análisis
ahora ha de ser más detenido y la
determinación de cuánto aplico a
cada cosa ya no se puede basar en
una relación entre precios y utili-
dades. El mercado va a ser nece-
sariamente sólo un medio de
asignación y por tanto los precios
de mercado no van a ser el único
criterio. Aparecen más “bienes
públicos” cuyos precios no res-
ponden al criterio de mercado. Un
filósofo no se va a escandalizar de
esto. Pero un economista quizás
sí. Es necesario mostrarle que no
toda racionalidad es maximizado-
ra y que el ámbito de la maximiza-
ción es bien estrecho. Por eso,
necesitamos otro modo de pensar
en economía.
En esta sección del trabajo pre-tendo pasar revista a diversasvisiones de la racionalidad en laeconomía. La visita a la teoría dela elección racional será rápida,pues ya he hablado extensamentede la racionalidad instrumental yaquélla no es más que un tipo deésta. Me parece más interesantedetenerme en otras concepcionesrecientes de la racionalidad eco-nómica, que podrían abrirse, almenos parcialmente, a la raciona-lidad práctica. Aclaro que estarevisión no será de ningún modoexhaustiva.
1. Teoría de la elección racional
La literatura expositiva y críticasobre esta visión es inabarcable.Trataré de hacer una síntesis de lomás relevante. Los economistashan ido haciendo un esfuerzo pordesnudar la teoría de la racionali-dad de todo contenido: primerose libraron del hedonismo, a tra-vés de las mediciones ordinales;
después trataron de hacerlo delsubjetivismo, mediante las prefe-rencias reveladas. Así se queda-ron con una definición de raciona-lidad como la elección de mediosque respete el orden completo ytransitivo de las preferencias.Como las preferencias se revelanmediante las elecciones, todoacto económico resulta racional yla teoría tautológica. El esquemaes una adecuación racional o con-sistente infalible de medios afines. Es infalible porque el proce-so es circular: desconocidos deantemano los fines, son las accio-nes relativas a los medios las quenos los indican. Es decir, ¿cuálesson los fines? Son aquellos a losque nos llevan las elecciones rela-tivas a los medios. Obviamenteesto no agrega nada que no seconociera desde antes. Es igualde general y de exacto que deinútil. A lo más, su utilidad es lade la lógica deductiva. Daría lapoco realista impresión de que
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SEGUNDA PARTE
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uno nunca se puede equivocar nipecar. La equivocación sería elcoste de una información quesólo causaría desutilidad, y elpecado, una nueva preferencia.
Amartya Sen explica que se hausado esta expresión -elecciónracional- con tres interpretacio-nes distintas: 1. consistenciainterna para la elección, 2. maxi-mización auto-interesada y 3.maximización en general. Lascaracteriza cuidadosamente ymuestra las limitaciones de todasellas143.
Raymond Boudon caracterizala teoría de la elección racionalcon los siguientes postulados: 1.Individualismo; 2. Comprehen-sión (abarca toda acción huma-na); 3. Racionalidad (hay razonespara las acciones); 4. Consecuen-cialismo (las razones se refieren alas consecuencias de las accio-nes); 5. Egoísmo (el individuo seinteresa por las consecuenciasque le importan, incluido, si es elcaso, el altruismo); 6. Maximiza-ción144. A continuación, explica lasdiversas teorías de la racionalidad
emparentadas con la teoría de laelección racional “básica”mediante el recorte, agregados omodulaciones de estos postula-dos. Una interesante aclaraciónde Boudon es que la teoría de laelección racional es un subcon-junto de la racionalidad instru-mental, que no comparte necesa-riamente el postulado 6.
Esta teoría tiene varias formas:entre otras, la teoría de la raciona-lidad individual “básica”, la racio-nalidad subjetiva bayesiana (queprevé la existencia de un conjuntodefinido de probabilidades subje-tivas para que el individuo decidaracionalmente en situaciones deriesgo), la teoría de la racionali-dad colectiva y elección social, yla teoría de juegos145. Debemosagregarle la teoría de la racionali-dad limitada (Bounded rationality)que es la teoría de la racionalidaddentro de parámetros definidos,debido al carácter costoso de lainformación (se cambia el postu-lado 6 de maximización por el desatisfacción)146. Todas ellas siguenel esquema de la racionalidad
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medios-fines dados (racionalidadinstrumental). Se produce unareducción de toda racionalidad aracionalidad instrumental y deesta última a racionalidad instru-mental optimizadora en la mayorparte de los casos. Por eso la lógi-ca económica se convierte enaplicable a todas las accioneshumanas. Pero es una lógica queno es útil desde un punto de vistaexplicativo, por su carácter tauto-lógico e incompleto. Sólo puedetener consecuencias normativas,desastrosas en algunos ámbitos.Como dice Zafirovski,
“Es una falacia fundamental dela teoría moderna de la elecciónracional subsumir todos esosfines [no sólo económicos] enuno solo (el económico), a travésde un razonamiento tortuoso quehace a este último ostensible-mente universal pero teorética-mente sin sentido y empíricamen-te inútil”147.
Boudon señala los fenómenosque no puede explicar esta teoría-revelados por las paradojas delvoto, de Allais, y el juego del ulti-
mátum, etc.- y remarca que son
las creencias no triviales, las cre-
encias prescriptivas no conse-
cuencialistas, las que no respon-
den a una actitud auto-referen-
cial148.
En suma, la teoría de la elec-
ción racional, teoría estándar de
la economía actual, cuyos princi-
pios quedaron fijados por Leo-
nard Savage hace más de 50 años,
es una forma de racionalidad ins-
trumental con todas las falencias
que hemos considerado para esta.
Veremos si tenemos más suerte
con otras visiones más recientes.
Las que trataré de rescatar aquí
están conectadas a pensadores
aislados con una repercusión
limitada. Lo haré brevemente,
pues son muchas, y la lista no es
exhaustiva. Queda para otro tra-
bajo el análisis de las teorías más
difundidas, como las evolutivas,
las institucionales, las experimen-
tales y las del comportamiento.
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2. “Esfuerzo y logro” en AlbertHirschman
El famoso sabio berlinés, tam-bién escribió sobre estos temas apartir de reflexiones que le susci-tó su estancia en París a los diezaños de los sucesos del 68. Prime-ro vino su libro Shifting Involve-ments. Private Interest and PublicAction, y luego un artículo cuyaversión más amplia está en larevista Economics and Philosophy.
Hirschman advierte la existen-cia de actividades completamenteno instrumentales. Al mismotiempo que no se rompe la rela-ción usual medios-fines, el esfuer-zo constante en el trabajo -quepara la empresa siempre va estaren el debe- puede llevar a unamayor satisfacción en el indivi-duo. La misma actividad provocaefectos diversos según desdedonde se considere. Hay algunasde estas actividades no instru-mentales que agregan al inconve-niente del esfuerzo el de la incer-tidumbre: ¿cómo va a saber elcientífico cuándo va a tener éxitoen el experimento del laborato-
rio?149. O, ¿por qué las personasracionales se toman el trabajo devotar? ¿Por qué lo hacemos?
“Supongo que lo hacemos por-que desde el punto de vista de larazón instrumental la acción noinstrumental está destinada atener algo de misterio. Pero hepropuesto (1982, pp. 8491) unaexplicación al menos semi-racio-nal: estas actividades no instru-mentales cuyo resultado es tanincierto están caracterizadas,extrañamente, por una ciertafusión de (y confusión entre)lucha y consecución [esfuerzo ylogro]”150.
En efecto, el esfuerzo es fin ybajo este aspecto cae la estructu-ra medios-fines aunque se con-serve en la acción física. Cuandola economía entiende el modo defuncionar de las acciones no ins-trumentales puede entendermuchos problemas, agrega Hirs-chman, que de otro modo seríanenigmáticos. Termina recomen-dando:
“La economía, por muy buenasrazones, se ha concentrado por
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completo en el modo instrumen-tal. Yo ruego aquí por un interésen el modo opuesto, fundado eni) que no es por completo imper-meable al razonamiento económi-co, y ii) que nos ayuda a entenderlos asuntos que se han encontra-do abstrusos, como la accióncolectiva y los cambios en la pro-ductividad del trabajo”151.
3. “Compromiso” y “maximiza-ción” en Amartya Sen
Como he señalado, Sen propo-ne la ampliación y especificaciónde fines, la consideración de suinconmensurabilidad, y las consi-guientes limitaciones del merca-do. Por otra parte, su concepto decompromiso abre las puertas a uncuarto aspecto del uno mismo(self) -los tres anteriores están enel ámbito del auto-interés-, el delauto-examen y razonamiento queintroduce motivaciones morales osociales no auto-interesadas152.
Sin embargo, sigue abogandopor la maximización como formao estructura común de toda racio-nalidad. A pesar de criticar unas
páginas antes la maximizaciónauto-interesada, dice luego: “unapersona puede acomodar los dife-rentes tipos de objetivos y valoresen el esquema de la maximiza-ción”153. Para Sen la maximizaciónes una forma de la racionalidad,que sólo está mal si es utilitarista.Pero al postularla sigue siendoutilitarista. Parecería que no caberazonar de otro modo. Daría laimpresión de que actuar racional-mente equivale a maximizar.
Se debe aclarar que Sen relajalas condiciones de la maximiza-ción. Para él, ésta no requiere lacompletitud de las preferencias,requisito que es necesario, encambio, para la optimización. “Laoptimización, afirma, es innecesa-ria para la maximización, que sólorequiere elegir una alternativaque no se juzgue peor que otra”154.Equivale, señala, al concepto desatisfacción de Herbert Simon155.Sen basa estas nociones en lasdefiniciones de la célebre Teoría delvalor de Gerard Debreu156. Obvia-mente, la no exigencia de unaordenación completa mejora la
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razonabilidad del planteamientoque, sin embargo, sigue siendoequivocado de raíz, pues no setrata de elegir algo mejor, como sila diferencia fuera de grado cuan-titativo, cuando lo es de cualidad.Elizabeth Anderson le dice quehay que salir del esquema utilita-rista de las preferencias y consi-derar nociones como identidad,agencia colectiva y razones paraactuar157. Sen le contesta que tam-bién esos motivos pueden incor-porarse al esquema maximiza-dor158. Se ve que sigue sin enten-der. Anderson vuelve a contestar-le en un escrito aún no publica-do159.
Finalmente Sen dice que lamaximización no es suficiente,pero que es necesaria. Es insufi-ciente porque hay que examinarlos fines y valores mismos antesde buscarlos. Y luego imponerloscomo restricciones en el procesomaximizador160. Es decir, se ve enél una tensión entre una búsque-da de la racionalidad práctica y elpoder de la racionalidad instru-
mental que la termina dominan-do.
4. La “Expressive Rationality” deShaun Hargreaves Heap
Shaun Hargreaves Heap utilizalos conceptos de racionalidadexpresiva y de acción reflexiva,puesto que considera que la con-cepción instrumental de la acciónracional, cuya raíz intelectual estáen Hume, no comprende algunostipos de acciones161. Una acción esexpresivamente racional cuandoapoya o expresa un sentido deauto-merecimiento debido a suconformidad con las normas com-partidas por el grupo de pertenen-cia. Es decir, se trata de una racio-nalidad que incluye valores y pre-sión institucional como motiva-ciones para la acción. La acción esreflexiva porque el hombre tieneesa capacidad y puede introducircambios. Este carácter implicaque la acción es dependiente delcontexto. Por eso, el deseo dereconocimiento implícito en eldeseo de auto-merecimiento no
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puede ponerse como una prefe-rencia más, pues es dinámica ycontexto-dependiente. Ningunade las dos -la racionalidad expre-siva envuelta en la motivación deauto-merecimiento y el resto- sepueden reducir entre sí162.
La gente no sólo quiere alcan-zar logros sino también que suvida tenga un sentido. Quiere quelo que alcanza valga la pena y poreso las ideas compartidas acercade lo que vale la pena son crucia-les. Hay razones “intrínsecas” parala acción. Las razones extrínsecasson instrumentales. Las intrínse-cas motivan las acciones expresi-vas. Estamos frente a un conceptode acción racional basada en nor-mas. Las creencias ya no sonesclavas de las pasiones: estánantes163.
Da la impresión de que encuanto hemos explicitado el con-tenido de una preferencia -esdecir, de un fin- éste no puedereducirse al resto. Desde el puntode vista de lo que he expuesto eneste trabajo, nos hace pensar enla irreductibilidad de la constela-
ción de fines que no pueden maxi-mizarse y homogeneizarse, sinoarmonizarse u ordenarse respe-tando sus diferencias. Consideroque aunque no sea completa, estaconsideración acerca de los con-tenidos del fin es un avance deesta versión de la racionalidad.
5. La “Constitutive Rationality” deHamish Stewart
El solo nombre de racionalidadconstitutiva para denominar unaracionalidad no instrumental noshabla de la similitud entre la pro-puesta de H. Stewart y la visiónclásica de la racionalidad práctica.En efecto, los modos de concretarel fin son partes constitutivas deéste. Stewart no usa el términoexactamente en el mismo sentido,pero sí en uno que coincide con elclásico. Hace ver cómo hay ciertasacciones que más que consistir enponer medios para lograr un fin,transforman o constituyen alagente164. Aunque inicialmente,por ejemplo, uno pueda conside-rar la elección de carrera como unmedio para alcanzar dinero, pres-
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tigio, o los fines cualesquiera que
se haya propuesto, esta decisión
da origen a un cambio de los mis-
mos fines. Las preferencias, que
son exógenas en la lógica instru-
mental, se convierten en endóge-
nas165.
Esta realidad, señala Stewart,
hace que un análisis sólo instru-
mental sea incompleto e irrele-
vante (explica con detenimiento
la futilidad de la conversión de
motivaciones no económicas en
preferencias, con el fin de tenerlas
en cuenta en un esquema instru-
mental). Es imposible pensar sólo
en términos instrumentales. Es
un pensamiento sólo de “ida” (en
el sentido medios-fines), que
mutila la “vuelta” (fines-medios) y
las posteriores numerosas idas y
vueltas propias de la acción
humana real. Además, cuando se
admite una racionalidad no ins-
trumental, resulta una re-descrip-
ción que reduce la parte instru-
mental de la elección racional a
favor de una lógica que había que-
dado fuera de juego previamente.
6. La “Situated Rationality” deTony Lawson
Esta propuesta del economistainglés ha de analizarse a la luz desu “realismo crítico”, una perspec-tiva metateórica de aproximacióna la economía, abierta a otrasciencias sociales, fundada en elpensamiento de Roy Bhaskar. Nopuedo exponer aquí estas ideascon extensión. Me atendré almínimo encuadre necesario paraabordar el concepto de racionali-dad propuesto.
Lawson busca averiguar lanaturaleza de los fenómenos,trascendiendo la superficie feno-menista humeana. Su visión de larealidad es que es abierta, estruc-turada, no transitiva. La realidad -estructura- social es pre-existen-te, aunque no de modo determi-nista, a la acción intencional indi-vidual. La acción humana repro-duce o transforma lo social deforma inmotivada, no lo crea. DiceLawson:
“La estructura social en generalno es ni creada ni independientedel actuar humano, sino que es
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más bien la condición inmotivadade todas nuestras produccionesmotivadas, la condición no creadapero recogida y reproducida/transformada para nuestras acti-vidades económico-sociales coti-dianas”166.
La vida social es una red derelaciones internas entre posicio-nes sociales, tejidas mediantereglas y prácticas. Está en un con-tinuo cambio. Las razones de lasacciones, que son sus causas, seapoyan en este tejido. A pesar detodo, hay una naturaleza humanamínima (fundada en la constitu-ción genética y manifestada enalgunas necesidades y capacida-des generales, como el lenguaje).Por todo lo anterior,
“La concepción de la racionali-dad humana emergente [de loprevio] es sobre todo situada.Ciertamente, el resumen previopodría considerarse como el apor-te de los elementos para una teo-ría de la racionalidad situada. Nosólo las elecciones de acciones delos individuos están condiciona-
das por las opciones situadas queperciben, sino que también ellosmismos, sus expresiones de nece-sidades y motivos, el modo enque se configuraron sus capacida-des y habilidades, sus valores eintereses, están condicionadospor el contexto de su nacimiento ydesarrollo”167.
Obviamente Lawson está tras-cendiendo la racionalidad econó-mica estricta, pues el criterio demaximización no es el único querige la vida social. Las expectati-vas de las diversas posicionesimponen fines de modo extrínse-co al individuo. Por otra parte,éstos son cambiantes. Sin embar-go, no hay -y probablemente nopueda haber- en Lawson, unaexplicitación y discurso racionalacerca de esos fines desde la cien-cia social. Pienso que Lawsonestaría de acuerdo, en cambio, enque el individuo debe realizar estainvestigación racional para cono-cer sus fines, la mayor parte de loscuales no están determinados porla naturaleza sino por las relacio-nes sociales.
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7. La “Achievement Rationality”de Elias Khalil
Khalil distingue la racionalidadinstrumental de la achievement ratio-nality (racionalidad de logro) enque mientras que en la primera seconsidera que la aptitud para ellogro del fin está asegurada, en lasegunda, propia del entrepreneurs-hip, ésta es incierta. En este casoel fin no es externo a la acción: “laracionalidad de logro es intencio-nal en el sentido de que su fin espuesto internamente a la acción,es decir, cuando uno elige algopor sí mismo”168.
Hasta aquí parece prometedor,pero Khalil considera la aptitudcomo un medio. Él asemeja supropuesta a la racionalidad prác-tica de Aristóteles, a la orientadapor valores de Weber y a variasmás, pero dice que éstas niegan elesquema de medios-fines paraafirmar el carácter no instrumen-tal, cosa que él considera injusti-ficado. Para Khalil hay que distin-guir, más bien, dos tipos de racio-nalidades medios-fines. Hay dostipos de medios: los que están
dados externamente y la aptitud
del agente, incierta, sujeta al cam-
bio. En este último caso el fin está
abierto -uno puede o no acabar de
escribir un libro- : por eso no se
puede aplicar una racionalidad
optimizadora sino de logro169. Hay
una cierta valoración de los fines
desde la incertidumbre del medio,
la aptitud, considerado.
A mi juicio, Khalil atisba algo
interesante, que el logro depende
de la aptitud y que esta supone un
proceso de aprendizaje que la
hace cambiante e incierta. La
aptitud es una cualidad del hom-
bre y pertenece a su dimensión
inmanente, práctica. Pero, a pesar
de tener el mérito de reconocer su
relevancia, Khalil la “devalúa” al
tratarla como un medio, como si
fuera un ordenador o un martillo.
Da la impresión de que no llega a
entender lo que él mismo critica,
el porqué del cambio de esquema
para lo práctico en Aristóteles (o
Weber, etc.).
LAS RACIONALIDADES DE LA ECONOMÍA
Ricardo F. Crespo68
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
8. La “Background Rationality”de Mark Peacock
El contractualismo de Hobbesapela a Dios y el de Durkheim a unorden moral, señala Peacock. Élpropone buscar el fundamento dela racionalidad económica, sin elcual ésta no funcionaría, en laorientación a las normas sociales.Denomina su propuesta, inspira-do en el etnometodólogo HaroldGarfinkel y en el filósofo JohnSearle, background rationality: unaparte de la racionalidad sin la quela racionalidad instrumental nopodría actuar. Es la “moralidad dela normalidad”: lo que se puedaesperar del otro es lo que se espe-ra habitualmente como sueloimprescindible de un acto econó-mico. Explica:
“La acción es racional en estesentido si es inteligible para otrosindividuos y un agente es racionalsi parece normal a sus pares. Laracionalidad económica, en elsentido de elegir los mejoresmedios para fines dados, es difí-cilmente concebible en situacio-
nes estratégicas si la background
rationality está ausente”170.
Se trata, en fin, de un comple-
mento de la racionalidad econó-
mica, que así se fundamenta en
una racionalidad de tipo socioló-
gico, institucional. Aunque la pro-
puesta de Peacock supone un
avance, desde mi punto de vista
no llega a donde debería llegar la
economía. Al igual que otros pen-
sadores señalan la importancia de
la confianza para el funciona-
miento de la sociedad y de la eco-
nomía, lo que Peacock está mos-
trando es que hay unos usos y
fines fijados extrínsecamente al
agente que han de ser respetados.
Esto es así porque la racionalidad
instrumental, en el ámbito social,
supone la reciprocidad de otras
personas que no será otorgada si
el agente no guarda esos fines.
Pero es una racionalidad que no
interviene de ningún modo en el
conocimiento y ordenamiento de
esos fines, sino que también los
toma como dados. De algún
modo, más que complementaria
LAS RACIONALIDADES DE LA ECONOMÍA
Ricardo F. Crespo 69
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
es una racionalidad subsidiaria dela racionalidad instrumental.
9. La “Creative Rationality” deAlessandro Vercelli
Vercelli escribe un libro en elque compara a Robert Lucas yJohn Maynard Keynes, en torno ala cuestión de las fundaciones dela macroeconomía. Propone elnombre de creative rationality paradesignar la posibilidad de que elhombre modifique su entornopara satisfacer sus necesidades.“Una racionalidad dirigida a selec-cionar y realizar condiciones ade-cuadas para la acción”171. A su vez,distingue dos formas de racionali-dad creativa, la utópica -la queconsidera como meta una confi-guración de equilibrio- y la desig-ning rationality -cuando tiene envista la transición a configuracio-nes mejores que la actual-172.
A pesar de que supone unaconcepción dinámica, no implicamás que la suspensión de lossupuestos que implican el carác-ter dado de los factores ambienta-les.
10. Valoración final de las nue-vas visiones de la racionalidad eneconomía
Mi valoración es que aunquehay atisbos de entender que la redde la racionalidad instrumental esparte de un todo racional-prácti-co, aún no se plantea de un mododefinitivo. Pienso que gran partede la responsabilidad la tiene lapersistencia de un agnosticismoteórico acerca de los fines (agnos-ticismo teórico, pues en la prácti-ca hay fines, sin fines no hayacción y constatamos que la hay).En efecto, también quienes sonreaccionarios en este campo noadmiten -al menos de hecho- laposibilidad del conocimiento oaprehensión -en términos aristo-télicos- de los fines. La “simpleaprehensión” intelectual no tieneprestigio en el campo científico, yesta aprehensión es una intui-ción. No me refiero a un conoci-miento intelectual directo, pero síteórico: a un ver, a partir de las“pistas” que presentan los datosempíricos, sin necesidad de unainducción completa, de un cálculo
LAS RACIONALIDADES DE LA ECONOMÍA
Ricardo F. Crespo70
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
de probabilidades o de un razona-miento deductivo. Yo tengo fe enel conocimiento intelectual. Es lamisma fe que tenía Keynes en laintuición o juicio o conocimientodirecto, a pesar de su caráctersubjetivo, aplicado, en el textosiguiente, a las relaciones de pro-babilidad: “Por tanto, también enel caso de la probabilidad pode-mos creer que nuestros juiciospueden penetrar (penetrare) en elmundo real, aunque sus creden-ciales sean subjetivas”173.
En cambio, hoy se cree muypoco en esta capacidad. Al no creer-se en el conocimiento, parecemuy difícil un descubrimientoracional de los fines. Por eso, laraíz de los problemas de la cienciaeconómica actual es un problemagnoseológico, con implicacionesepistemológicas (y en la raíz,entonces, antropológico). No seva a recuperar la economía sinuna recuperación del pensamien-to filosófico clásico. Por eso, meparece que el planteamiento máslúcido es el de Hirschman, quetiene una gran preocupación por
los problemas reales, por los con-tenidos.
11. Conclusión general
Lo económico es una base dela que el hombre no puede pres-cindir. No es posible la vida delespíritu sin contar con los mediosque satisfagan los fines materia-les y espirituales del hombre. Ladeterminación de los fines y losmedios y el buen uso de estosúltimos es una tarea necesaria yesencial. Por eso no podemosprescindir de una buena econo-mía. El corte moderno entre natu-raleza y libertad ha conducido aun divorcio entre fines y naturale-za. Ya no es la razón quien conocelos fines de la naturaleza, deliberasobre ellos y luego busca losmedios, sino que los fines sonpuestos por las pasiones, por lavoluntad o por los mismosmedios. La razón no penetrasobre la composición de los fines,ya que se considera que es unámbito de privacidad en el que,de todos modos, reina la homoge-neidad, que hace innecesaria la
LAS RACIONALIDADES DE LA ECONOMÍA
Ricardo F. Crespo 71
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
especificación. A la razón sólo le
queda la administración de los
medios del modo más perfecto
posible: la maximización hecha
posible por esa homogeneidad.
Este esquema se aplica a toda la
realidad humana, que así deviene
económica. Como es la única
racionalidad posible se transfor-
ma en normativa; es una ética.
Como el hombre no soporta la
presión que supone vivir maximi-
zando, cae en el nuevo pecado
moderno, la no maximización, la
falta de eficacia. O se reserva
ámbitos en la que ésta es legíti-
ma: lo privado el fin de semana,
los mundos de los afectos y la
estética, introduciendo una diso-
ciación en su vida.
No es sano que el hombre viva
disociado. Debe volver a mirar a la
naturaleza, aceptar sus fines,
conocerlos y elegirlos, y después
poner los medios. La economía
debe acompañarlo en este cami-
no.
LAS RACIONALIDADES DE LA ECONOMÍA
Ricardo F. Crespo72
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
1 Aristóteles, De Coelo, I, 5, 271b 8-10.
2 Robbins, L. p. 26. Cursiva en el texto
original.
3 Tomás de Aquino, In Analyticorum Poste-
riorum, I, lect. 1, n. 33.
4 Fraser, L.M. (1937), p. 21.
5 Phelps, E.H. (1972), pp. 1-10.
6 Coase, R. (1978), p. 207.
7 Polanyi, K. (1994), p. 92.
8 Polanyi, K. (1994), p. 92.
9 Drakopoulos, S. (1991), p. 203, señala
cómo los enfoques económicos no inspi-
rados en el hedonismo prestan atención
a todos los motivos humanos, no sólo la
maximización de la utilidad.
10 Lo ve con claridad Ralph W. Souter en
su crítica a Robbins de 1933 (p. 383 y ss.).
11 Robbins, L. (1951), pp. 60-62.
12 Menger, C. [1883 (1985)], p. 217.
13 Menger, C. [1883 (1985)], pp. 218-219.
14 Robbins, L. (1951), p. 55.
15 Cuando hablamos de “racionalidad
instrumental” estamos en el campo de la
clasificación weberiana de los tipos de
acción social: instrumental, valorativa,
afectiva y tradicional (Weber, M. [1922
(1998)], p. 20). Por tanto, hablar de racio-
nalidad instrumental implica excluir lasotras tres.
16 Davis, J. (2003), p. 27.
17 Robbins, L. (1951), pp. 38, 50, 57.
18 Parsons, T. (1934), pp. 513-515.
19 Davis, J. (2003), p. 26.
20 Samuelson, P.A. (1948).
21 Davis, J. (2003), p. 26.
22 Davis, J. (2003), cap. 5; Mirowski, P.(2002).
23 Boettke, P.J. (1997), p. 20.
24 Boudon, R. y Baurricaud, F. (1982).
25 Esto nos hace pensar nuevamente sila economía es sector o zona de la accióno aspecto de ésta. Volvemos a la idea deque estamos en una zona y que su estu-dio requerirá el concurso de lo que hoypertenece a varias disciplinas. Más aún,nos plantea la cuestión de la pertinenciade la división entre las ciencias sociales.Si no se integran y no adoptan periódica-mente la perspectiva política (que es laciencia social) incurren en un análisisparcial.
26 Buchanan, J. (1987), p. 78.
27 Knight, F. (1956), pp. 128-129 y tam-bién (1940), p. 25.
28 Rescher, N. (1988), p. 115.
LAS RACIONALIDADES DE LA ECONOMÍA
Ricardo F. Crespo 73
NOTAS
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
29 Weber, M. [1922 (1998)], p. 162.
30 Véase, por ejemplo, Sen, A. (1996).
31Aristóteles, Física, VIII, 1, 252a 12. Agra-dezco esta cita a Miguel Verstraete.
32 Nussbaum, M. (2003a), p. 35.
33 Las expresiones “valor intrínseco” y“bienes substanciales” son usadamuchas veces por ella. Por ejemplo,Nussbaum, M. (2001), pp. 71, 84 y 87.
34 Nussbaum, M. (2003b), pp. 415-416.
35 Nussbaum, M. (2003a), pp. 40-42.
36 Soaje Ramos, G. (1988), p. 111.
37 Weber, M. [1922 (1998)], p. 21. Laracionalidad con arreglo a fines eshomologable a la instrumental o demedios y la con arreglo a valores, a lapráctica, al igual que buena parte de laafectiva y la tradicional o habitual.
38 Téngase en cuenta que cuando Aristó-teles define los hábitos de la razón técni-ca y práctica, técnica y prudencia respec-tivamente, dice que el primero es uncierto hábito según una razón verdadera(Ética Nicomaquea, VI, 5, 1140a 21) y elsegundo un hábito verdadero según unarazón (Ética Nicomaquea, VI, 5, 1140b 5).En el primer caso la verdad determina allogos según el cual se hace la obra y en elsegundo, en cambio, al hábito mismo.
39 Tomás de Aquino, Summa Theologiae, IIIae., q. 21, a. 2 ad 2.
40 Chiang, A.C. (1987), p. 236, para elámbito de la economía y Finnis, J. (1983),
p. 82, para el de la moral (como estrate-gia del consecuencialismo).
41 Georgescu-Roegen, N. (1954) y Mor-genstern, O. (1972). Ramsey, F.P. (1931),pp. 173 y 176 considera la posibilidad debienes (deseos que son fines) que noson numéricamente mensurables y aditi-vos. Busca medir el orden de méritos deéstos de otro modo.
42 Aristóteles, Ética Nicomaquea, V, 5,1133a 19 a 1133b 21. La traducción dechreia por demanda no es afortunada.Significa más bien necesidad humana,que es relativa. Georgescu-Roegen, N.(1954), p. 511.
43 Finnis, J. (1983), p. 81.
44 Sen, A. (1973).
45 Para el economista éste sería un pro-blema sólo técnico; el problema econó-mico añade la multiplicidad de fines y laescasez de medios.
46 Tomás de Aquino, Summa Theologiae, IIIae., q. 21, a. 2 ad 2.
47 Como sostienen, por ejemplo, Lei-benstein, H. (1976) y Slote, M. (1989).
48 “Verdad obvia y trivial, perogrullada”,según el Diccionario de la RAE.
49 Leibenstein, H. (1983), p. 146.
50 Dice: “En vez de decir que la irraciona-lidad juega un papel en la acción, debe-ríamos acostumbrarnos a decir sólamen-te que hay gente que busca diferentesfines que los míos, y también gente que
LAS RACIONALIDADES DE LA ECONOMÍA
Ricardo F. Crespo74
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
emplea medios distintos a los que yoemplearía en su caso”: Mises, L.v. [1933(1960)], p. 35. También Drakopoulos, S.(1991), pp. 162-163.
51 Aristóteles, Ética Nicomaquea, VI, 1140a2-5.
52 Agazzi, E. (1992), pp. 25 y 26.
53 Agazzi, E. (1992), pp. 32-33.
54 Vigo, A. (1997), p. 29.
55 Tomás de Aquino, Summa Theologiae, IIIae., q. 21, a. 2 ad 2.
56 Rhonheimer, M. (2000), p. 112.
57 Arendt, H. (1993), p. 229.
58 Rhonheimer, M. (2000), p. 111.
59 Aristóteles, Retórica, I, 5, 1360b 19 y ss.
60 García Sánchez, J. (2005), usa el térmi-no “armonizar” versus “optimizar”.
61 Schmidtz, D. (1994), pp. 246 y 251.
62 Aristóteles, Ética Nicomaquea, III, 3.
63 Wiggins, D. (2002), p. 223.
64 Aristóteles, Política, 1325b 16-20.
65 Sin embargo, es contemplación dealgo exterior al sujeto. La felicidad entra-ña un cierto “descentramiento”, expre-sión que he tomado de Martínez Barrera,J. (2004).
66 MacIntyre, A. (1988), p. 193.
67 Vigo, A. (1997), p. 42.
68 Aristóteles, Ética Nicomaquea, I, 7,1097a 31-2 a 1097b 4. Véase Irwin, T.H.
(1991), p. 383. También Slote, M. (1989),p. 71.
69 Inciarte, F. (1979), pp. 402-403 y(2001), pp. 118-119.
70 Este umbral le puede hacer pensar aun economista en los extremos de lasconvexas curvas de indiferencia, en queno hay una substituibilidad perfecta. Deallí puede pasar a pensar en aplicar eseesquema a la elección de fines, poniendoa la felicidad en el lugar de la utilidad.Pero esto no es correcto, pues la felici-dad no existe en la realidad, los que exis-ten son las actividades que la componen:en este sentido. Rawls, J. (1999), pp. 484-485.
71 Aristóteles usa el término aprehen-der: es la prudencia la que delibera yaprehende el fin: Ética Nicomaquea, VI, 9,1142b 32-3.
72 Aristóteles, Ética Nicomaquea, VI, 7, 9 y11
73 Como dice Soaje Ramos, G. (1991), p.114: “debe tenerse en cuenta que ‘eaquae sunt ad fines’ (=ta pros to telos) no hade traducirse por ‘medios’ a secas, comoocurre con frecuencia, sino por ‘lo que espara el fin’, expresión que tiene un senti-do que no coincide adecuadamente conel de ‘medios’”.
74 Wiggins, D. (2002), pp. 220-221.
75 Wiggins, D. (2002), p. 220.
76 González, A.M. (1998), p. 233.
77 Wiggins, D. (2002), p. 225.
LAS RACIONALIDADES DE LA ECONOMÍA
Ricardo F. Crespo 75
78 Agradezco a Miguel Verstraete esta
observación.
79 Irwin, T.H. (1990), pp. 335-336.
80 Wiggins, D. (2002), p. 230.
81 Irwin, T.H. (1990), pp. 337-8.
82 Wiggins, D. (2002), p. 231.
83 Wiggins, D. (2002), p. 378.
84 Wiggins, D. (2002), p. 233.
85 Spaemann, R. (1991), pp. 57-58.
86 Rawls, J. (1999), p. 482.
87 Llano, A. (2001), p. 72.
88 Lo que proviene de los Elementos de
Euclides.
89 Aristóteles, Categorías, 6, 5b1.
90 Aristóteles, Categorías, 8, 10b 25 y ss.
91 Aristóteles, Ética Nicomaquea, I, 6,
1096b 23-4, 32-5. Vuelve sobre la incom-
parabilidad, por ejemplo, en Política, III,
12, 1283a 1ss..
92 Brentano, F. [1889 (1927)], p. 54.
93 Berlin, I. (1988).
94 Irwin, T.H. (1991), Finnis, J. (1983), pp.
86-91, Raz, J. (1986), capítulo 13, Grisez,
G.; Boyle, J. y Finnis, J. (1987), pp. 110 y
137, George, R.P. (1993), pp. 88-91,
Richardson, H.S. (1997).
95 Taylor, C. (1982), p. 135.
96 Sen, A. y Williams, B. (1982), pp. 17-
19.
97 Nussbaum, M. (2003a), p. 34 (habla deheterogeneity y noncommensurability).
98 Wiggins, D. (2002), pp. 374, 384.
99 Wiggins, D. (2002), p. 390.
100 Mill, J.S. [1863 (1968)], p. 78.
101 Mill, J.S. [1863 (1968)], pp. 32 y 80.
102 Mill, J.S. [1863 (1968)], p. 29.
103 Mill, J.S. [1863 (1968)], pp. 31-32.
104 Mill, J.S. [1863 (1968)], p. 32.
105 Carrasco, M.A. (1999), p. 357. Tam-bién pp. 74, 105, 156, 198, 207-211.
106 Aristóteles, Ética Nicomaquea, 1139a30 a 1139b 4.
107 Verstraete, M. (1993).
108 Muchas veces se critica la ideologíailustrada, que poniendo a la naturalezacomo reo frente al juez, provoca el pro-blema ecológico. Es ese mismo espírituilustrado el que está detrás de los inten-tos de homologar las uniones heterose-xuales con las homosexuales, admitir lafecundación artificial, usar anticoncepti-vos o DIU, etc.
109 Agazzi, E. (1992), p. 36.
110 Copio lo que me escribe PatriciaSaporiti al respecto: “Todo acto humano(...) responde al uso práctico de la razóny comprende, en mayor o menor medida,el uso técnico. Esto es así porque ladimensión técnica consiste en la correc-ta asignación de medios a fines y la prác-tica en el descubrimiento racional de
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
LAS RACIONALIDADES DE LA ECONOMÍA
Ricardo F. Crespo76
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
esos fines y en la impregnación teleoló-gica de todo el acto” (10-X-05).
111 Carrasco, M.A. (1999), p. 169, señalacómo si se le pregunta por la causa finalresponde con la causa eficiente.
112 Hume, D. [1888 (1968)], p. 415 (II, iii,3).
113 Hobbes, T. [1651 (1996)], I, 5, 2, p. 28.
114 Hobbes, T. [1651 (1996)], I, 5, 17 y I,7, 3, pp. 31 y 43.
115 De Inquiry, II, III, XV, citado porMauri, M. (2005), p. 28.
116 De A Short Introduction to Moral Philo-sophy (1747) y The System of Moral Philosophy(1755), citados por González, A.M.(1999), pp. 20-21.
117 Smith, A. (1984), p. 320.
118 Llano, A. (2001), pp. 51-59.
119 Boudon, R. (2004), p. 57.
120 Cullity, G. y Gaut, B. (1997), “Intro-duction”.
121 Verstraete, M. (1993).
122 Mises, L.v. [1933 (1960)], p. 82.
123 Zafirovski, M. (2003), pp. 4 y 5.
124 Friedman, M. (1953), p. 5.
125 Arendt, H. (1993), pp. 209 y 232.
126 Llano, A. (2001), pp. 77-78.
127 Boulgakov, S. [1912 (1987)], p. 8.
128 Como dice Zafirovski, M. (2003), p. 1:“el comportamiento humano puede serno racional en términos económicos
[estrictos] y sin embargo racional en tér-minos extra-económicos, es decir, eco-nómicamente irracionales y no económi-camente racionales”.
129 Como señala Sen, A. (2002), p. 42, elprimer y más directo uso de la racionali-dad es el normativo. Esto supone conce-bir la economía con una autonomía biendébil respecto a la filosofía social.
130 Un argumento parecido ensayamoshace unos años con el profesor HeinzGrossekettler, de la Universidad deMünster. 131 Lo expresa muy bien Zafirovski, M.(2003), p. 8, cuando, al señalar cómo lamayoría de los economistas contempo-ráneos y los teóricos de la elección racio-nal disuelven todas las acciones, fines yvalores sociales a categorías instrumen-tales, dice: “Este enfoque es ejemplifica-do por la típica reducción, obrada por lateoría de la elección racional, del altruis-mo y de la acción racional valorativa auna forma invertida de egoísmo y accióninstrumentalmente racional”. Tambiénse refiere a este punto Amartya Sen envarios de sus trabajos. Explica cómo la“visión estrecha “de la allí llamada “con-ducta racional” ha incorporado la coope-ración y otras motivaciones “sin descar-tar el axioma de la búsqueda del auto-interés”. Continúa: “El programa dereemplazar la amplitud de nuestros valo-res y prioridades por una racionalidadinstrumental concebida complejamente(...) puede ser un desafío intelectual apa-sionante, pero no debe verse como elnúcleo del comportamiento racional si
LAS RACIONALIDADES DE LA ECONOMÍA
Ricardo F. Crespo 77
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
nuestros valores tienen de hecho laamplitud que este programa trata deexcluir”. Sen, A. (2002), pp. 24-25. 132 Schmidtz, D. (1994), p. 251. 133 Buchanan, J. (1987), p. 78. 134 Fusfeld, D.R. (1996), p. 313. 135 Por ejemplo, Menger, C. [1883(1985)], Apéndice VI. 136 Buchanan, J. (1987), p. 71. 137 Este es el fin que encuentra RobertSugden a la teoría de la elección racionalpropia de la “teoría económica”: Sugden,R. (1991), p. 752.138 Buchanan, J. (1987), p. 68 y 70.139 Buchanan, J. (1987), p. 78. 140 Para una exposición sobre este tema,Crespo, R.F. (1998). 141 Phelps Brown, E.H. (1972), p. 7. 142 Zafirovski, M. (2003), pp. 11-13. 143 Sen, A. (2002), pp. 19 y ss.144 Boudon, R. (2004), pp. 46-47. 145 Para un buen resumen y descripción,véase Hausman, D. (2003), sección 5.Cudd, A.E. (1993) también hace un exce-lente resumen para mostrar cómo la teo-ría de los juegos pertenece también a laracionalidad instrumental de los econo-mistas. 146 Boudon, R. (2004), p. 56. 147 Zafirovski, M. (2003), p. 8. 148 Boudon, R. (2004), pp. 53-56.149 Hirschman, A.O. (1985), p. 12: “sonacciones como la búsqueda de la verdad,la belleza, la justicia, la libertad, lacomunidad, la amistad, el amor, la salva-ción, etc.”.
150 Hirschman, A.O. (1986), p. 714, con
la variante respecto al original entre cor-
chetes. 151 Hirschman, A.O. (1985), p. 19 y Hirs-
chman, A.O. (1986), pp. 721-722.152 Sen, A. (2002), p. 36. 153 Sen, A. (2002), p. 37. 154 Sen, A. (1997), p. 746 y también p.
763. En este artículo Sen trata sobre la
maximización en un problema planteado
por Ragnar Frisch en el que Sen mismo
considera que está involucrado su con-
cepto de “compromiso” (p. 760, nota 33). 155 Sen, A. (1997), p. 768. 156 Debreu, G. [1959 (1973)], p. 10. 157 Anderson, E. (2001), p. 37. 158 Sen, A. (2001), p. 57. 159 Anderson, E. (en prensa). 160 Sen, A. (2002), pp. 39-41. 161 Hargreaves Heap, S. (2001), p. 42. 162 Hargreaves Heap, S. (2001), p. 105. 163 Hargreaves Heap, S. (2001), pp. 52-
55. 164 Stewart, H. (1995), pp. 63, 68. 165 Stewart, H. (1995), p. 70. 166 Lawson, T. (1997), p. 104.167 Lawson, T. (1997), pp. 118-119.168 Khalil, E.L. (1997), pp. 155-156. 169 Khalil, E.L. (sin fecha). 170 Peacock, M. (2003), p. 79. 171 Vercelli, A. (1991), p. 96. 172 Vercelli, A. (2001), p. 12. 173 Keynes, J.M. [1921 (1952)], p. 52.
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LAS RACIONALIDADES DE LA ECONOMÍA
Ricardo F. Crespo84
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
En españolNº1 Aspecto financiero y aspecto humano de
la Empresa
Vittorio Mathieu
Nº2 La interpretación socialista del trabajo yel futuro de la Empresa
Leonardo Polo
Nº3 La responsabilidad social del empresario
Enrique de Sendagorta
Nº4 El sentido de los conflictos éticos origi-nados por el entorno en el que opera laEmpresa
Juan Antonio Pérez López
Nº5 Empresa y Cultura
Fernando Fernández
Nº6 Humanismo y Empresa
Cruz Martínez Esteruelas
Nº7 Moralidad y eficiencia: líneas funda-mentales de la ética económica
Peter Koslowski
Nº8 La estrategia social de la empresa
Manuel Herrán Romero-Girón
Nº9 El trabajo directivo y el trabajo operati-vo en la empresa
Carlos Llano
Nº10 El altruísmo en la empresa
George Gilder
Nº11 Ricos y pobres. Igualdad y desigualdad
Leonardo Polo
Nº12 El utilitarismo en la ética empresarial
Joan Fontrodona
Nº13 La empresa en la historia
Agustín González Enciso
Nº14 La empresa entre la Economía y elDerecho
José Antonio Doral
Nº15 La empresa ante la nueva complejidad
Alejandro Llano
Nº16 Empresa y libertad
Jesús Arellano
Nº17 ¿Qué es el humanismo empresarial?
Rafael Alvira
Nº18 El rendimiento social de la Empresa
Jose M. Basagoiti
Nº19 Elementos configuradores de la actualvaloración del trabajo
Tomás Melendo
Nº20 Dirección y sistemas de mando
Manuel López Merino
Nº21 La índole personal del trabajo humano
Tomás Melendo
Nº22 La revolución social del management
Tomás Calleja
Nº23 Indicadores de la madurez de la perso-nalidad
Enrique Rojas
Nº24 Empresa y sistemas de cooperaciónsocial
Ignacio Miralbell
Nº25 Humanismo para la dirección
Miguel Bastons
Nº26 Actualidad del humanismo empresarial
Alejandro Llano
Nº27 Notas sobre la cultura empresarial
Rafael Gómez Pérez
LAS RACIONALIDADES DE LA ECONOMÍA
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CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
Nº28 La importancia de la dinámica políticapara el directivoManuel Alcaide Castro
Nº29 El poder...¿Para qué?Juan Antonio Pérez López
Nº30 La empresa y el ambiente socio -políticoen el umbral del nuevo sigloDaniel Bell
Nº31 La gestión del cambio en la empresaJuan A. Díaz Alvarez
Nº32 Hacia un mundo más humanoLeonardo Polo
Nº33 Estudio histórico sistemático del huma-nismoHiginio Marín
Nº34 Humanismo estamentalHiginio Marín
Nº35 Consideraciones sobre el activo humanode la empresaTomás Calleja
Nº36 Ser el mejor. Hacer que otros tambiénlo sean (Sólo para empresarios)José María Ortiz
Nº 37 La Etica de la Sociedad de ConsumoAntonio Argandoña
Nº 38 Hacia una Economía Política Huma-nistaLudwig Erhard
Nº 39 Las referencias sociales de la empresaTomás Calleja
Nº 40 Máximo Beneficio y Máxima Racionali-dadJosé María Ortiz
Nº 41 La inserción de la Persona en laEmpresaArmando Segura
Nº 42 Humanismo pericialHiginio Marín
Nº 43 Dimensión humanista de la energíaTomás Calleja
Nº 44 La empresa entre lo privado y lo públicoMiguel Alfonso Martínez-Echeva-rría
Nº 45 Competitividad y cooperación comovalores institucionales de la empresaSantiago García Echevarría
Nº 46 Filosofía de la economía I - Metodologíade la ciencia económicaAlejo J. Sison
Nº 47 La lógica del directivo: el control necesa-rio y la confianza imposiblePablo García Ruiz
Nº 48 La ‘revolución’ institucional de laempresa. El reto al directivo y a losrecursos humanosSantiago García Echevarría
Nº 49 Filosofía de la economía II- El ámbitoaustrogermánicoAlejo J. Sison
Nº 50 Valores éticos de la empresaJuan Cruz
Nº 51 La empresa virtuosaJosé María Ortiz
Nº 52 Las decisiones en la empresa: cálculo ycreatividadMiguel Bastons
Nº 53 Filosofía de la Economía III. Los funda-mentos antropológicos de la actividadeconómicaAlejo J. Sison
Nº 54 La familia: un imperativo para laempresa
Ramón Ibarra
LAS RACIONALIDADES DE LA ECONOMÍA
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CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
Nº 55 Variaciones sobre una crisis
Tomás Calleja
Nº 56 Pobreza, productividad y precios
Paolo Savona
Nº 57 Lo común y lo específico de la crisismoral actual
Rafael Alvira
Nº 58 La ética empresarial: una aproximaciónal fenómeno
Manuel Guillén
Nº 59 La dimensión política de la economía
Miguel Alfonso Martínez-Echeva-rría
Nº 60 Sobre la cooperación competitiva
Ana Fernández y Carmelo Lacaci
Nº 61 Organizaciones inteligentes en la socie-dad del conocimiento
Alejandro Llano
Nº 62 La economía social de mercado de Lud-wig Edhard y el futuro del estado debienestar
Ana Fernández y Carmelo Lacaci
Nº 63 La persona humana en la empresa defin de siglo
Carlos Llano
Nº 64 Estado, sociedad civil y empresa
Tomás Calleja
Nº 65 Sobre la confianza
Richard Brisebois
Nº 66 El protagonismo social de la empresa
Tomás Calleja
Nº 67 Dimensiones estéticas de la empresa
Rafael Alvira
Nº 68 La empresa como realidad estética
Ana Fernández
Nº 69 De la estética a la ética de la comunica-ción internaIñaki Vélaz
Nº 70 La respuesta empresarial a una nuevadinámica del empleo: ¿Eficiencia econó-mica versus eficiencia social en claveética? Santiago García Echevarría
Nº 71 La Profesión: Enclave ético de lamoderna sociedad diferenciadaFernando Múgica
Nº 72 El Empresario servidor - líderEnrique de Sendagorta
Nº 73 Peter Drucker (I): Hacia una biografíaintelectualGuido Stein
Nº 74 Peter Drucker (II): Sobre Empresa ySociedadGuido Stein
Nº 75 La literatura anglo-americana de lapropiedadAlejo José Sison
Nº 76 La empresa como sujeto de las relacio-nes internacionalesJavier Herrero
Nº 77 Clima y cultura empresarialIñaki Vélaz
Nº 78 Valores burgueses y valores aristocráti-cos en el capitalismo moderno: unareflexión históricaAgustín González Enciso
Nº 79 Hacia una nueva teoría de la empresaMiguel Alfonso Martínez-Echeva-rría
Nº 80 Los pliegues ocultos de las relaciones enla empresaTomás Calleja
LAS RACIONALIDADES DE LA ECONOMÍA
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CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
Nº 81 La empresa entre el psicologismo y elconductismo
Miguel Alfonso Martínez-Echeva-rría
Nº 82 La tercera vía en Wilhelm Röpke
Jerónimo Molina Castro
Nº 83 Teorías de la empresa y crisis de lamodernidad
Miguel Alfonso Martínez-Echeva-rría
Nº 84 Adam Smith: Interés particular y biencomún
Raquel Lázaro Cantero
Nº 85 Violencia y modelos sociales. Una visiónhumanista
Tomás Calleja Canelas
Nº 86 El estado y la teoría económica. Ideasprospectivas del papel del estado en laeconomía
Ángel Rodríguez García-Brazales yÓscar Vara Crespo
Nº 87 Visiones racionalistas y románticas dela empresa
Miguel Alfonso Martínez-Echeva-rría
Nº 88 Los orígenes de la Teoría de la Empresa
Miguel Alfonso Martínez-Echeva-rría
Nº 89 Un modelo para comprender la empre-sarialidad
Eduardo García Erquiaga
Nº 90 Dirección de empresas en la economíadel conocimiento
Marta Mas, Alfons Corrales e
Iñaki Vélaz
Nº 91 El autocontrol de la gestión en organi-zaciones públicas
Omar Urrea Romero
Nº 92 Los contratos son lo que son
José Antonio Doral
Nº 93 Introducción al octógono
Manuel Alcázar García
Nº 94 Consensualismo y gobierno político
María Alejandra Vanney
Nº 95 La relación entre Política y Ética enCharles Péguy
Antoinette Kankindi
En inglés
Nº9 Managerial work and operative workwithin enterprise
Carlos Llano
Nº10 The altruism of enterprise
George Gilder
Nº15 Business and the new complexity
Alejandro Llano
Nº17 Enterprise and Humanism
Rafael Alvira
Nº22 The social revolution of management
Tomás Calleja
Nº30 The socio-political environment thatenterprise may face
Daniel Bell
LAS RACIONALIDADES DE LA ECONOMÍA
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