LA VOZ QUE PROTEGE
Para el ser humano es más fácil hablar que escuchar. Estamos prestos para responder sin oír bien,
para defendernos, para argumentar cuando se debiera callar. Bien está escrito por el apóstol
Santiago que quien domina su lengua puede también dominar todo su cuerpo (Santiago 3:2).
Convendría mucho analizar la constitución de nuestro cuerpo y advertir que tenemos dos oídos y
tan solo una boca como si se nos quisiera decir que es más importante oír que hablar, como si se
nos dijera que la boca debe hablar mucho menos y los oídos deben estar atentos para oír lo que
conviene. También es bueno recordar que el sentido del oído permite guardar el equilibrio. ¿No es
“curioso” que el sentido que nos permite escuchar, también nos permita tener equilibrio?.
Hablando en un sentido espiritual ¿Será que tiene algo que ver lo que escuchamos con el
equilibrio y dirección de nuestras vidas? Creo que es pertinente pensar en ello.
Es cierto que en el mundo en que vivimos hay muchas voces. La gente dice cosas todo el tiempo;
usualmente se quejan, critican, maldicen y algunos pretenden mediante filosofías baratas cultivar
el “pensamiento” positivo y “confesiones” positivas para “arreglar” el mundo en el que vivimos,
otros informan acerca de lo que sucede en la tierra y los informes a menudo son negativos (
guerras, enfermedades inseguridad en general y más). Voces vienen y van; el mundo habla, las
tinieblas hablan pero en medio de tantas voces el susurro de Dios continuamente llama a sus hijos
y también a aquellos que están cansados de la vana vida que llevan para así darles vida de verdad.
Cuan afinados necesitan estar nuestros oídos espirituales para escuchar la voz del Señor.
En una de sus analogías Jesús compara a los discípulos como ovejas. Él les dijo.
Juan 10:1 De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador.
Juan 10:2 Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. Juan 10:3 A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por
nombre, y las saca.
Juan 10:4 Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.
Juan 10:5 Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.
La imagen del pastor cuidando ovejas es muy diciente. Sin duda alguna Jesús es el gran pastor, el
buen pastor, pero lamentablemente es común en la iglesia ver gente que se quedó con la imagen y
no viven en la realidad de lo que son. Gente que ha nacido de nuevo haya alguna clase de placer al
verse como oveja y desarrollan su vida cristiana basados en esta percepción. Muchos tienden a
verse más fácil como ovejas que como hijos. Cristo no murió para hacer de gente ovejas sino para
hacerlos hijos del Padre en Él. Si Cristo no se presentó nunca ante el Padre como una oveja sino
como Hijo, entonces ¿Por qué un hijo debiera verse como oveja ante el Padre?.
El texto anterior corresponde a una enseñanza de Jesús antes de su muerte y resurrección, hasta
este entonces ninguno era nacido de nuevo por lo tanto ninguno era hijo de Dios, la comparación
se da en este contexto de tiempo y en medio de una cultura para la cual el pastoreo de ovejas era
de las labores más conocidas y con la cual los oyentes se podían identificar. Cristo se revela como
aquel que cuida de los suyos, como aquel que los protege y el elemento con cual el pastor inicia
su cuidado según la metáfora es la voz.
Tres cosas con relación a la voz y a las ovejas y por supuesto al pastor.
1. Las ovejas oyen la voz de su pastor.(ver 3) 2. Las ovejas conocen la voz de su pastor. (ver 4) 3. Las ovejas huyen de las voces extrañas. (Ver 5)
Pastores o mercenarios
El pastor tiene cuidado absoluto de sus ovejas, gran parte de su vida la pasaba con las ovejas. En
ocasiones ellos tenían que salir de casa e ir muy lejos con el rebaño de ovejas debido a que el
alimento escaseaba, entonces partían y la travesía que emprendían podía durar muchos días antes
de regresar nuevamente. En algunas ocasiones el dueño de las ovejas tenía algún otro asunto que
resolver y como no podía dejar las ovejas solas debía entonces contratar a alguien para que las
cuidara, estos eran pastores asalariados y se les pagaba de acuerdo a los días que estuvieran con
las ovejas. Estos pastores asalariados habían aprendido el oficio y lo hacían por la paga, no porque
amaran el pastoreo sino porque “de algo se debía vivir”. Así que este pastor hace lo básico con las
ovejas, no hay un sentido de pertenencia, este es un pastor que las conoce poco. El estará con las
ovejas mientras todo este bien, pero si el lobo apareciera para devorarlas y si el pastor advirtiera
que su vida está en peligro, él no las defendería sino que simplemente huiría porque no está
interesado en la ovejas sino en la paga que le darían. Esta clase de pastores huyen cuando las
cosas se ponen un poco duras. Son como mercenarios que no les interesa sino su bienestar y
cuando se ven algo expuestos no enfrentan responsabilidades sino que huyen.
Así lo expreso Jesús:
Juan 10:12 Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve
venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa
Legítimo pastor
Consideremos ahora al dueño de las ovejas. Cada vez que este debe salir se va pensando en sus
ovejas, así que procura regresar pronto a ellas y si una se ha perdido deja seguras a las demás y va
en busca de ella hasta encontrarla (Lucas 15:4-6).
Cuando el pastor necesita llevar a sus ovejas a algún lugar para cuidar de ellas, él las saca del
corral. Hay tal cercanía entre el pastor y las ovejas que a cada una conoce por su nombre, las
ovejas son animales pero aprenden a reconocer los tonos de voz, estas ovejas saben que el timbre
de su pastor es único. En el corral donde ellas estaban podían haber cientos de ovejas porque
muchos pastores las dejaban allí, eran como corrales comunitarios así que al imaginarlo podríamos
ver una multitud de ovejas las cuales se parecen mucho entre sí, sin embargo lo que las identifica
es el pastor que tienen. Cuando la mañana llegaba, el pastor habla a sus ovejas, el viene a sacarlas
del corral porque hay que caminar hasta hallar pastos frescos. El pastor llama a las ovejas por su
nombre y como ellas reconocen la voz empiezan a moverse rumbo a donde está su dueño. Ellas no
se asustan porque la voz que oyen les da confianza, no están preocupadas de dónde ir, de que
comer o que beber, ellas van con su pastor y eso opaca cualquier inquietud.
El pastor las conduce de una forma singular. Son pocos los animales que siguen la voz de alguien y
menos cuando se trata, como en este caso, de un rebaño donde no es un solo animal sino muchos.
El pastor no está detrás arriándolas. Esta clase de ovejas responden a la voz que les llama,
responden de la manera que podían y esa manera era siguiéndola. No se ve un pastor corriendo
detrás de ellas y rogándoles para vuelvan al grupo. No, a estas ovejas les gusta seguir a su pastor.
El pastor se la pasaba todo el día con ovejas y a menudo eran su única compañía por días y
noches. El pastor les hablaba a las ovejas, quizá les silbaba, cantaba, les preparaba el agua, las
ungía para que los insectos no las molestaran y todo lo que el escuchaba era el ¡beee!, ¡beee!,
¡beee! de las ovejas. El pastor hablaba con las ovejas, o más bien trataba de hablar con ellas y al
caer la noche las contaba para verificar que no faltaba ninguna y tal vez contaba ovejas para
conciliar el sueño y así no es difícil pensar que soñara con ovejas.
Por eso para David fue espontaneo y natural ver que Dios cuidaba de él, como él lo hacía con las
ovejas y podía decir “el Señor es mi pastor, nada me faltará”
Fuertes lazos se forjaban entre el pastor y las ovejas. Las ovejas no sólo oyen la voz del pastor sino
que la conocen; es decir que la distinguen entre muchas otras así como usted puede distinguir la
voz su hijo aún cuando esté en medio de un bullicio estrepitoso, o como puede distinguir el timbre
de la voz de alguno de los padres apenas descuelga el teléfono. La voz se aprende a reconocer por
cercanía. Los sonidos producen una vibración en los oídos y estas vibraciones mandan señales al
cerebro para que éste ordene al cuerpo lo que necesita hacer. Cuando las ovejas escuchan la voz
del pastor, ejecutan lo que la voz les dice ¿Por qué? Porque saben que en esa voz hay protección.
Voces extrañas
Las ovejas no sólo oyen la voz del pastor sino que al conocerla pueden también darse cuenta
cuando viene una voz extraña. La reacción de las ovejas ante las voces extrañas es clara; ellas
huyen. Las ovejas no siguen una voz que no infunde confianza, no van a seguir a alguien extraño.
Ellas confían en su pastor, no seguirán otra voz aunque ésta parezca dulce. Huir ante las voces
extrañas es para valientes, los ingenuos se quedan para oír y cuando reconocen que hay algo mal
ya es tarde, están al borde del precipicio y en ocasiones están cayendo por él.
Recordemos un poco acerca de Eva, mientras ella caminó en lo que se le había dicho todo estaba
bien pero al oír la voz de la serpiente el escenario cambió. Una voz extraña la sedujo y ya sabemos
a qué condujo eso. ¿Qué clase de voz cree que escucho Caín para enojarse contra Dios y contra su
hermano Abel? Aun cuando Dios lo llamó para advertirle, él decidió hacer lo que la voz extraña le
dijo. Sí han leído acerca del rey Saúl verán en él un claro ejemplo de alguien que no sabía
escuchar. Dios le daba dirección a través del profeta Samuel sin embargo cuando se mira en
detalle parece que Saúl oía el sonido de las palabras del profeta pero que no le interesaba el
mensaje que ellas llevaban. En el episodio donde Dios le ordena destruir a Amalec (1 Samuel 15)
parece que Saúl estaba rascándose la barriga cuando el profeta le habló; ¿por qué lo digo? Porque
cuando Samuel lo confronta, él está convencido que hizo la voluntad de Dios, el cree que obedeció
lo que Dios le dijo incluso hace pataleta por que el profeta no le acepta sus mentiras.
El verso 1 dice así:
1Sa 15:1 (OSO) Y Samuel dijo a Saúl: el SEÑOR me envió a que te ungiese por rey sobre su pueblo Israel; oye, pues, la voz de las palabras del SEÑOR.
Varias versiones dicen “oye las palabras del Señor”, pero el sentido es más profundo en versiones
más antiguas como la del OSO. “oye, pues, la voz de las palabras del SEÑOR” esta versión nos deja
ver que las palabras del Señor tienen su propia voz y la palabra para “voz” es la misma que se
emplea para “sonidos” o sea que podemos decir que Samuel le decía a Saúl “oye, los sonidos de
las palabras del Señor” y esto fue lo que nunca hizo el rey.
Si cada sonido produce una vibración y esa vibración envía una señal al cerebro para que luego se
ejecute una acción, entonces es muy importante saber diferenciar los sonidos porque no es lo
mismo escuchar cualquier voz que escuchar la de Dios. Los sonidos de Dios producen una
vibración única en los oídos de sus hijos y lo que Él espera con esto es que en el espíritu recreado
se produzca la señal adecuada para ejecutar con el cuerpo la acción correcta.
Muchas personas han sido marcadas por voces perversas incluso desde las casas y demás espacios
donde se acostumbraron a oírlas, esas voces se convirtieron en un mal sonido que los ha
perseguido, que los amedrenta y destruye.
El mundo no tiene más para ofrecer sino voces de angustia y muerte, también voces de una alegría
aparente que se esfuman para dar paso a la tristeza que haya su habitación en corazones vacíos.
Todo corazón que no ha oído los sonidos de Dios esta vacío, la melodía del cielo se perfecciono en
Cristo quien fue dado como la voz audible del Padre. Jesús viene a ser la predicación de Dios para
la humanidad. El escritor de Hebreos dice que antes se les habló a los padres por los profetas pero
que ahora se nos habla por el Hijo (Hebreos 1:1-2).
La voz que infunde vida es Jesús por eso cuando él es revelado a un hombre o mujer nada puede
ser igual, nadie puede oír los sonidos del cielo y seguir igual, nadie puede tener los sonidos de Dios
impresos en su espíritu y caminar como si nada hubiese pasado.
Que extraña y diabólica voz tuvo que haber escuchado Judas para entregar a Jesús. Él había
escuchado tantas veces la voz del Maestro pero en algún recodo del camino empezó a escuchar
otras voces. Judas no era nacido de nuevo pero tenía a Jesús en persona, estaba cerca de él, pudo
ver sanidades, liberaciones y milagros de todo tipo pero no pudo interpretar los sonidos de Dios, él
ya había decidido escuchar algo más y ante la última apelación de su Maestro en medio de una
íntima comida el resuelto hombre lo traicionó. Jesús le dijo: “lo que has de hacer hazlo pronto” y
el engañado hombre comerció con Jesús por el precio de un esclavo; treinta monedas que llegaron
a convertirse en el precio de la sepultura de su desparramado cuerpo.
Dios hablando en el pasado
Creo que todos en algún momento nos hemos preguntado ¿Cómo habla Dios? Si usted es un hijo
de Dios y ha sido enseñado en la palabra no tiene problema en creer que Dios habla, pero cuando
usted le dice a alguien que Dios le habló y en particular a aquellos que no han nacido de nuevo
¿Qué cree que piensan ellos? A menudo se imaginan que usted se enloqueció o que sufre alguna
especie de trance y que ve a Dios cara a cara, pensaran que es un gran “iniciado en la
espiritualidad” o que ya se echó a perder.
La gran mayoría de cristianos cuando leen la biblia y especialmente el Antiguo Testamento se
preguntan cosas así ¿Cómo Dios le habló a Noé para que hiciera el arca? ¿Cómo llamó a Abrahán
para que saliera de su tierra? ¿Será que me puede hablar así?
La biblia no dice específicamente como Dios les habló, lo que sí podemos decir es que lo
escucharon claramente. Sin embargo vemos muchos casos en los que Él interactúa con los
hombres. Dios hablaba con Adán y Eva; Él se paseaba por el huerto, con Moisés lo hizo de una
forma particular; le habló desde una zarza; un arbusto sin valor, al joven Samuel lo llamó varias
veces con una voz audible, incluso al mismo Abrahán lo visitó en cuerpo para hablar acerca del
nacimiento de Isaac.
Lo importante no es como Dios habla, sino lo que Él habla. A veces pensamos que los hombres y
mujeres de fe del antiguo pacto podían ver y oír a Dios con sus sentidos físicos pero lo cierto es
que cada uno de los llamados por el Señor tuvo que aprender a interpretar sus sonidos, ninguno
de ellos fue habitación del Espíritu de Dios sin embargo eran capacitados por Dios para cumplir su
plan divino. Sacerdotes, profetas y reyes necesitaban escuchar la voz de Dios para saber el rumbo
que tomaban. Los escritos que tenían entonces, les recordaban sus raíces y era el lineamiento
para no desviarse, sin duda en sus oraciones tenían una percepción de Dios, los profetas eran
fundamentales en la guía de reyes y reinos, elementos como el Urim y el Tumim constituían algo
esencial para conocer la voluntad de Dios, incluso señales y sueños se tenían como revelaciones
divinas. Ellos eran guiados por muchos factores externos y era necesario desde la dispensación en
la que estaban.
Dios es soberano y por lo tanto puede escoger la forma cómo manifestarse y revelarse al hombre,
no obstante es necesario siempre recordar el principio de la revelación progresiva. En cada época
Dios ha tratado con el hombre de una manera particular. En el pasado el habló de muchas formas
pero ahora en el nuevo pacto, Él ha revelado la forma perfecta de hablarnos, esto es a través del
Hijo
Transiciones
No son pocos los cristianos que pretenden ser guiados como si fueran el Israel del antiguo pacto.
Las tradiciones religiosas en medio del cristianismo han tomado tanta fuerza que muchos resisten
la revelación y prefieren vivir en el misticismo. Cristianos viven confundidos, no conocen la voz del
Señor y se convierten en fácil presa de los engañadores. Hay quienes viven esperando que un
“profeta” se aparezca para que les diga cuál es la próxima “jugada”. No compran lotería pero se
guían por señales, no escuchan música “mundana” pero son seducidos por cualquier voz lisonjera,
andan interpretando todo sueño que tienen cuando muchos de estos son producto de la
indigestión o de las pasiones de su alma. Muchos cristianos no conocen la palabra pero “saben”
cosas tan profundas que harían “impresionar” a Dios mismo. No saben cómo gobernar su vida
pero pretenden enseñarle a otros como hacerlo, no están dispuestos al perdón sino a la condena
pero eso sí creen que Dios les habla y que son especiales para Él. Unos están ingenuamente
engañados otros consideran que da “resultados” sin embargo a menudo son estas mismas las
personas que en determinados asuntos de la vida hacen sus reservas porque consideran que
saben todo lo que tienen que saber de Dios y cuando la estantería que ellos mismos han armado
se desbarata se pone en evidencia que no había un fundamento sólido en su vida y que Cristo era
el gran ausente. Es un número alto de creyentes que se han visto confrontados con la religión que
han practicado porque al hacer el balance del tiempo vivido “en Cristo”, se han dado cuenta que al
igual que Israel estuvo vagando en el desierto casi cuarenta años rodeando los montes de Seir,
ellos también se la han pasado año tras año dando vueltas por el mismo lugar. Los israelitas cada
cierto tiempo se encontraban con paisajes que ya conocían, arbustos y montes rocosos que ya
habían visto varias veces así como hoy, hijos de Dios “tratan” de vivir en una escenografía
estacionada en su existir donde montes y rocas los rodean cuando Dios lo que ha dispuesto es un
paisaje adornado de todos los colores y que cambia en la medida en que se avanza.
¿Cuantas personas que han nacido de nuevo viven extraviadas? Esto es algo que no podemos
saber. No hablo de los que un día se creyeron cristianos pero que nunca lo han sido sino de los que
realmente nacieron de Dios. Las voces extrañas, son extrañas para los hijos de Dios no para los que
están en tinieblas que consideran ser capaces de dirigir y gobernar su vida; para ellos cualquier voz
puede servir, no así para un cristiano. El conocer poco la voz del pastor expone a cualquier
creyente al engaño. Los fracasos son sus fracasos, los logros de un cristiano son la expresión de la
gloria de Cristo. Siempre que un creyente fracasa es por oír una voz diferente a la de Dios y
siempre que un creyente acierta es porque ha oído la voz de Dios. La voz de Dios nunca conduce al
fracaso, Dios no da de lo que no tiene y en Él no hay ni asomo de fracaso. Hijos de Dios son
extraviados cuando escuchan voces diferentes a la de su Padre.
En muchos aspectos acerca de Dios hemos sido mal informados y mal formados. Hemos estado
tan acostumbrados a oír gritos y voces ruidosas que cuando Dios nos quiere hablar hay tanto
estrepito en el alma que es imposible escucharlo. Si usted le pregunta a un cristiano si cree que
Dios habla, lo más seguro es que dirá que si. Como pastor cuando alguien se acerca a pedir algún
consejo acerca de algo, tomo un tiempo para escuchar y casi siempre les pregunto ¿Qué le ha
dicho el Señor acerca de la situación? Realmente son pocos los que responden. Nos es más fácil
escuchar el alma que escuchar a Dios sin embargo creemos que Dios habla y entonces ¿Cuál es el
problema?
Estamos es esta tierra y un elemento que de alguna forma gobierna es el tiempo. Todo lo que
hacemos tiene alguna vinculación con el tiempo, de hecho cualquier cosa que hagamos consume
tiempo, así que no es difícil desarrollar una alta conciencia de las cosas de esta tierra. Estamos
ocupados en ellas, no es extraño que la gente se acueste en las noches pensando en las cosas que
tiene que hacer al otro día, vivimos muy conscientes de esta tierra. Los creyentes sabemos que lo
que vemos es temporal, que esta tierra no es nuestro destino final pero nos hallamos pensando
fácilmente en asuntos de este mundo, es más, posiblemente ahora que está leyendo, está
pensando en algo que tiene hacer después. No digo que este mal pensar en los asuntos de la vida
para ordenarlos, pero lo que digo es que vivimos más conscientes de lo temporal que de lo eterno
aun sabiendo que somos seres eternos y que el paso por la tierra es efímero con relación a la
eternidad.
Lo temporal ejerce su presión y la parte del ser que más recibe esta presión es el alma, las voces
de todos los asuntos de esta tierra llegan allí y los que vivimos en ciudades agitadas recibimos un
extra de esa presión. Todo el día una y otra vez, las voces de este mundo es lo que escuchan
muchos creyentes, el único día que escuchan “algo” diferente es el domingo en la reunión de la
iglesia. Esta andanada de voces que llegan al alma producen fatiga por eso es necesaria una voz
que sea un remanso para todo el ser.
La razón por la que hijos de Dios no escuchan la voz de su Padre es porque todavía se vive en el
ámbito del alma. Las presiones y la falta de tiempo por causa de ellas mismas se encargan de
mantener a los hijos de Dios alejados de la única voz que da paz.
Dios sí habla, pero cuan agudo necesita estar un oído para poder escucharlo.
Juan 8:47 El que es de Dios, las palabras de Dios oye……….
Dios hablando en el nuevo pacto
En el nuevo pacto Dios nos habla por el Hijo. El Padre dice esto acerca del Hijo:
Luc 9:35 Y vino una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd.
Así que un creyente necesita conocer lo que dijo el Hijo y verlo a la luz del pacto sellado con su
sangre. Jesús mismo antes de su muerte en la cruz les dice:
Juan 14:25 Os he dicho estas cosas estando con vosotros. Juan 14:26 Más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre,
él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. Dios quiere mantener un dialogo íntimo con sus hijos pero ¿Cuál es el elemento fundamental que
Él ha establecido para hablarnos? ¿Son los sueños? ¿Son las señales? ¿Son las visiones? u ¿Otros
medios más? No estoy diciendo que Dios no pueda manifestarse de una forma específica; su
soberanía le permite hacer como Él quiere pero lo que sí es claro y definitivo es que la manera de
hablarnos es a través de los dichos de Cristo y de lo que los hombres que el escogió escribieron
para mostrarnos sus riquezas, y todo lo escrito visto a la luz del pacto en el que estamos; el Nuevo
Pacto.
Todo lo que Dios Padre quiso comunicarnos está en la boca del Hijo. Los escritores del Antiguo
Testamento hablaron de Él, los evangelistas hablaron de Él y los apóstoles hablaron de Él. Los que
escribieron antes de Cristo hablaron de su obra redentora, los que escribieron los evangelios
hablaron de su ministerio terrenal y los escritores neo testamentarios explican lo que es la obra
redentora de Cristo y lo que ello tiene que ver con nosotros.
Nada hay escrito por ningún autor bíblico que contradiga lo que Cristo dijo; por el contrario lo que
escribieron está sustentado en sus palabras.
El Padre dice que oigamos al Hijo y el Espíritu Santo trae a nuestro espíritu lo dicho por el Hijo.
La palabra de Dios tiene un efecto impresionantemente poderoso en los hijos de Dios. El escritor
de Hebreos dice así de ella.
Heb 4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
En el contexto de este verso el autor habla de la veracidad de la palabra de Dios, de cómo la
actitud hacia ella marca la diferencia entre los que viven reposados y los que quedan postrados o
vagan en el camino sin hallar descanso, también dice el autor que la palabra de Dios tiene el poder
para desnudar hasta lo íntimo del ser.
El escritor menciona las tres partes del ser que usted ya conoce: espíritu, alma y cuerpo.
Habla de la palabra usando la metáfora de una daga que rompe los tejidos, entra hasta el alma
pero llega hasta el espíritu y allí la palabra extirpa lo dañado para implantar su vida.
La palabra de Dios hace su “nido” en el espíritu recreado y desde allí ejecuta toda clase de
operaciones para que el renacido hombre camine en la voluntad divina.
La palabra de Dios es revelada al espíritu para desde allí afectar a todo el ser.
Juan 6:63 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
Las palabras de Dios son espíritu y vida. ¿Qué clase de espíritu? Su Espíritu ¿Qué clase de vida? Su
vida. La palabra de Dios es su Espíritu en nosotros comunicándonos Su vida. ¡! Maravilloso!!
Recordemos entonces. El elemento que Dios toma para hablar a nuestro espíritu que es el lugar
donde primero nos habla, es su palabra. Así que mientras este elemento habite en el espíritu del
creyente, Dios tendrá como hablar, sino hay palabra habitando dentro ¿Como lo haría Dios? Pablo
insta a los de la iglesia en Colosas escribiéndoles:
Col 3:16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y
exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.
La palabra que Pablo usa para describir la condición de la palabra de Cristo no es estar; él no dice
que la palabra debe estar en abundancia, tampoco dice que sepan en abundancia la palabra, él
dice que la palabra de Cristo MORE. Es muy diferente estar en un lugar a morar en él. La palabra
morar se usa para describir el hogar de alguien, la palabra de Cristo no es algo sino alguien y el
lugar de su habitación, su hogar es nuestro espíritu.
Aquí no se habla de la palabra como un amuleto o como algo que un creyente tiene que aprender
sino como alguien que se hace uno con nosotros, no es alguien que viene de visita sino alguien
que se “encarna” tan profundo en el ser que llega a ser uno con nosotros.
¿Y qué sucede cuando la palabra mora en un creyente? El verso habla de enseñar, exhortar con
sabiduría y cantar con gracia. ¡! Grandioso!¡ La palabra morando dentro nos hace hablar mejor y
cantar con revelación. ¿Se imagina usted si cada creyente tuviera un depósito grande de la palabra
en su espíritu? No habría tantos problemas que solucionar sino revelaciones por compartir.
Cuando un creyente se ve desde una perspectiva eterna siendo más consciente de su naturaleza
reconoce el contacto con la palabra como una necesidad y no como un deber. El creyente ha de
hallar su deleite en Dios, su palabra ha de ser el placer de sus hijos.
El Salmo 119 atribuido a David nos muestra 176 formas de decir lo precioso de la palabra.
Recordemos estos:
Sal 119:24 Pues tus testimonios son mis delicias Y mis consejeros
David veía la palabra como un plato delicioso que al ser digerido lo hacían un hombre entendido.
Al entrar la palabra en él, esa palabra se convertía en el consejo de Dios
Salmos 119:72 Mejor me es la ley de tu boca Que millares de oro y plata. No sé qué hubiera dicho el salmista si hubiere escuchado a Jesús. David sabía lo que era tener oro
y plata sin embargo comprendió que las riquezas del mundo palidecen ante la valiosa palabra del
Señor. Eso es tener una perspectiva diferente. David no tenía el conocimiento de la eternidad
como hoy los creyentes lo tenemos pero sin duda alguna le dio a la palabra un valor muy por
encima de lo que esta tierra podía ofrecer.
Anorexia
Etimológicamente la palabra anorexia es compuesta. Viene de esta composición A- privativo y
Orexix- deseo, apetito. La Anorexia consiste en privarse de alimentos. La razón de este desorden
es que la persona tiene una visión distorsionada de sí mismo; la persona se siente “gorda” y cada
vez que se mira al espejo concluye que es así y esto la lleva a que “voluntariamente” decida
disminuir el consumo de alimento hasta llegar incluso en casos a morir de hambre.
En la iglesia hay gente que parece padecer esta enfermedad. No la anorexia física (casi todos los
creyentes que conozco comen mucho y dicen que los pastores más) sino la anorexia con relación
a la palabra. Creyentes piensan que están “gordos”; están llenos información, pero realmente
están “flacos” en cuanto a la revelación. Cuando se ven en el espejo que el ego o los afanes le
compraron se ven gordos pero lo cierto es que están “viviendo” en la inanición y por ello
sucumben ante cualquier circunstancia de la vida.
No pueden cumplir propósitos en Cristo debido a que no comen, y no comen por que haya escases
del alimento sino porque están más conscientes de sí mismos que del vivir en el espíritu.
El poder de su voz
Hemos dicho que el elemento esencial a través del cual Dios nos habla es su palabra. Cualquier
cosa que escuchemos y que no pase el filtro de la palabra de Dios no podemos tomarlo como una
guía divina, por esa razón la palabra necesita morar abundantemente en nuestro espíritu, de otra
forma no se podrán discernir las voces.
Miremos algunas cosas que la potente voz de Dios hace:
1) La voz de Dios crea y sostiene lo creado
Heb 11:3 Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.
Heb 1:3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder,……………..
2) La voz de Dios produce fe
Romanos 10:17(LBLA) Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo.
3) La voz de Dios regenera al perdido hombre
1Pedro 1:23 siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la
palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
4) La voz de Dios limpia y santifica
Juan 15:3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Juan 17:17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
5) La voz de Dios guía:
Salmos 119:105 Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino. 2Pedro 1:19 Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en
estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;
6) La voz de Dios enseña, confronta, corrige e instruye
2Ti 3:16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia. Cuantas cosas más podríamos decir de la palabra, de la voz de Dios. Creo que Siempre nos
quedaríamos cortos. No obstante quiero referirme en esta última parte a este aspecto
importantísimo acerca de la voz de Dios.
La voz que protege
Cada vez que Dios nos habla, lo hace con el propósito de revelar su gloria. Como hijo de Dios, vivo
plenamente convencido que el Padre siempre nos está hablando. Ninguna relación se puede basar
o sustentar sobre la premisa del silencio. No es normal que un hijo de Dios pase largas temporadas
sin escuchar a Dios. Cuando esto sucede algo anda mal. No se puede pasar la vida diciendo que
Dios es bueno cuando muchas veces personas que han nacido de nuevo se sienten huérfanos.
Muchos creyentes se han acostumbrado a hablar de la bondad de Dios cuando en diferentes
ocasiones han dudado de ella. Como cristianos necesitamos pasar de hablar de las bondades que
Dios ha manifestado en otros a experimentar su gloria personalmente y no en un ámbito de la
vida sino en todos. Sé que en la iglesia hay personas con diferentes grados de revelación acerca de
Dios y su palabra pero no puede ser que personas nacidas de nuevo pasen años y años viendo a
los demás crecer y ellos viéndose atrapados en medio de “telarañas” que se hacen fuertes con el
paso del tiempo.
Un poco atrás lo mencioné; Dios no salva a alguien y lo destina al fracaso, la salvación misma está
compuesta por el triunfo de Cristo que llega a ser por unión con Él, nuestro triunfo.
Dios nos habla para revelarnos su gloria. Cuando un hijo de Dios tiene temporadas sin oír su voz
debiera preguntarse qué fue lo último que Él le habló. Es imposible que Dios calle si su palabra
nos habita y si hay una determinación firme de caminar en ella. Cuando el silencio aturde el
corazón de un hijo de Dios es porque no ha obedecido lo último que le habló o porque el vivir en
el ámbito de su alma le impide oír la suave pero clara voz del Señor.
Es cierto que Dios puede obrar a través de un elemento externo para hablarnos pero no olvidemos
que la palabra halla su hogar en nuestro espíritu y es desde allí desde donde generalmente Él nos
hablará.
La voz de Dios crea, sustenta, produce fe, regenera, limpia, santifica, guía, enseña, confronta,
corrige, instruye y mucho más, pero también protege ¿Cómo es esto?
La biblia nos habla acerca de la protección de Dios para con sus hijos. Ese cuidado se basa en su
amor y se sustenta en su poder. Creemos en el poder de la sangre de Cristo que nos guarda de las
tinieblas, también creemos en los ángeles que nos rodean y que guardan nuestro salir y nuestro
entrar, también sabemos el poder que hay en las oraciones de la iglesia que son como un cerco
protector pero también la palabra que nos habita cumple una labor protectora.
Si bien el creyente desarrolla su comunión con Dios cada día mediante su palabra y la oración, no
estamos todo el tiempo leyendo u orando. Lo hacemos en determinado tiempo del día pero a lo
largo de las horas estamos enfrentando diversas situaciones. El depósito de palabra en el espíritu
garantiza que Dios nos puede hablar aun cuando las actividades que estemos desempeñando no
parezcan espirituales. Un hijo de Dios puede oír la voz del Señor, mientras se baña o se viste,
mientras conduce o prepara los alimentos, mientras come o incluso mientras duerme. Así que el
Señor siempre quiere hablarnos y el espíritu que ha hecho morar en nosotros nos recordara sus
palabras.
El creyente vive en un mundo donde abundan las voces extrañas y donde abundan los peligros
pero como lo dijimos antes también la voz de verdad siempre querrá ser oída.
En varias ocasiones personas me han contado que algo malo les sucedió en el transporte, en la
calle o en el trabajo. Los escucho contando con tristeza acerca de conflictos laborales y a menudo
acerca de robos. Sé que hoy en día la inseguridad en las calles es común, todos de alguna forma
estamos expuestos a peligros. Últimamente se han incrementado y más allá de creer que van a
menguar lo que necesitamos es reconocer la protección de Dios en este asunto también. Cuando
le he preguntado a personas que me cuentan acerca de estos robos les pregunto si no escucharon
la voz de Dios, les pregunto si no escucharon la voz que les decía acerca de tener cierto cuidado, y
me he encontrado con la realidad que la mayoría de estas personas si escucharon la voz pero por
no reconocerla, la ignoraron y luego tuvieron que sufrir alguna pérdida.
El afán, la ansiedad, el estar pensando tanto en asuntos de esta tierra, nos impide oír a Dios. Estoy
completamente seguro que muchos robos, accidentes, relaciones dañinas, malos negocios y otras
cosas más se habrían evitado si tuviéramos unos oídos espirituales más agudos.
En cuanto más palabra revelada hay, mayor sensibilidad al espíritu habrá. Las voces extrañas son
desenmascaradas y el exponerse a peligros se reduce. La voz de Dios conduce a la prudencia, no al
temor. La voz de Dios no viene para hacernos desconfiar de todo y de todos sino que nos protege
para no dar lugar a las tinieblas. Es muy posible que al leer recuerdes alguna situación en la que
ignoraste la voz. Algunos recordaran que ignorar la voz les produjo dolor porque Dios habló para
advertirte de alguna relación sentimental pero no se quiso oír, otros pensaran en el tiempo y
dinero que perdieron en un mal negocio y todo por dejarse arrastrar por la emoción momentánea
y cuando Dios habló fue acallado porque se le había dado el gobierno al alma.
Cuantas situaciones serian diferentes si hubiésemos escuchado y atendido la voz del Señor y
aunque de eso ya no hay nada que hacer lo que si puede marcar la diferencia es lo que haremos
en adelante cada vez que Dios nos quiera hablar.
Pregúntate esto: ¿Crees que Dios habla? ¿Crees que Él quiere y puede protegerte? ¿Quieres oír su
voz en tu espíritu? Entonces ¿Qué harás con su palabra? ¿Habita ella en ti, en abundancia? Si la
palabra no mora en abundancia en ti ¿Podrás discernir su voz?
Situaciones de accidentes, de robos, de destrucción de relaciones y otras más no tendrían que
darse en creyentes si como hijos discernimos entre tantas voces la voz del Señor.
La “anorexia espiritual” cobra sus facturas y con frecuencia son muy altas. Vivimos en un mundo
agitado pero no podemos perder la perspectiva eterna. Dios habla continuamente a sus hijos y los
que han determinado caminar en su palabra siempre lo oirán, quizá sea usted uno de ellos y si no
lo ha sido quizá lo sea a partir de hoy, la determinación marcará la diferencia entre el reposo y el
dolor, el avance o el fracaso.
Apoc 12:11 Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del
testimonio de ellos………………. Al inicio hablamos acerca de Juan 10. Jesús se revela como el buen pastor y el pastor guía con su
voz, cuida las ovejas les provee alimento y bebida pero el pastor hace algo más, el las protege.
Cuando viene el lobo la vara del pastor se convierte en un arma poderosa, esta vara no es para
darle “garrote” a las ovejas, es para darle “garrote” al lobo; si es necesario el pastor estará
dispuesto a dar su vida por las ovejas. Así lo hizo Jesús con nosotros, lo predicó y lo hizo.
Hoy Jesús nos protege desde afuera pero también lo hace desde adentro. Su palabra nos protege
de los lobos que abundan cada vez más. Conocer la voz del Pastor y atenderla nos mantiene
protegidos. Huimos de las voces extrañas. Cuando la voz no corresponde al sonido de Dios
sencillamente huimos. Se necesita valentía para hacerlo.
No somos ovejas, somos hijos, sin embargo Jesús es nuestro pastor, oímos su voz y la seguimos.
¡Qué bueno vivir así!
Juan 10:27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,