s e e n a r.I o
historia del arte, y además cronológica mente . Como ejerc ic io para un estudiante sería apenas didáctico, como desplante de maestro incluso aburrido. Todocreador elige, y habrá quien vibre con elGreco y habrá quien no. Lo que se propuso (e hizo) Alberto Blanco fue una desmesura. Sus juegos (de oficio) formales noconsiguieron permear de humor a Cromos,de ese humor que recorre Un año de bondad. Enun medio como el nuestro en donde las propuestas innovadoras no abundan, estos dos libros funcionan como undrptico refrescante . No sólo replantean larelación del texto con la pintura, sino la deloficio con el texto-objeto, con aquello quese "hace". Esto serta suficiente para feli citar a Alberto Blanco, por sus logros y porsus fracasos. Y señalar el temor de que suconfianza en el mundo como un todo seidentifique con la confianza de su " of icio" ; y ahora sr el sentido de verdad yano tenga grietas. En ese momento su poesra ya no dirá nada. <>
Alberto Blanco, Cromos. Colecc ión Tezontle , Fondode Cultura Económica (en coedición con el Inst itutoNecional de BellasArtes y le Secretaria de EducaciónPública}, México, 1987. Un ano de bondad. Cuadernos de LB Orquesta, Consejo Nacional de Recursospara la Atención de la Juventud, Secretaria de Educación Pública, México, 1987.
LA TRETA DEONTIVEROS:SIGNOS DELA DIFERENCIA
Por Eduardo Milán
Si hay algo que distinga inmediatamentea un esc ritor de un escribiente es la siguiente frase : " Preferirla no hacerlo" .Melville se la atribuye a Bartleby, quien seautodefinra con esa frase, convert ida enestribillo o leimotivo de su propia existencia. El escritor, por lo contrario , es quienno puede dejar de hacerlo. Sobre todocuando la conciencia del escr itor lo hacederivar a su verdadera mis ión: el cul to dela diferencia. José Luis Ontiveros, de losescritores nuevos que conozco dentro dela nueva literatura mexicana, es quien mejor cultiva la diferencia. Mejor que la cultiva: la encarna. Encarnar en el caso de
Ont iveros, encarnar de la diferencia, esasumirla en el cuerpo, en su propio cueropo ffsico y en el cuerpo de la escritura: unapersona en posición de combate. Ontiveros anula la fa lla existente entre el hombre de acción y el hombre de letras. Mejor aún: es la letra que actúa, danza ocombate contra la hipocresta que, desdeel Siglo de las Luces para acá, quiso separar la acción del pensamiento. Ontiveros busca la diferencia y la encuent ra enla diferancia, donde el fonema a sustituye al fonema e significando acción. Enunmundo donde el rasgo común y distinti vode la especie es su cada vez más pronunciada inclinación a la canalla, donde el amigo más cercan o tr icion por un lugar alsol y ese gest o no des ntona sino que armoniza con el d sparp jo do un sociedadque felizmento s hund n I mar, la dignidad so enmarc n I nf r ntamionto ala falacia. Un cri tor no pu d collar. Vi·vimos on un poc dond I r v ranciaal Tót om no h h cho p rd r I mi do alTabú . Poro I cultivo d I dif r ncl onOnt lv ro no d m niqul dor •do, do r tln o d f uno In e-ciablo. Cult lv r I dl f r nel n Ontlv roses cult lv r I j rdln d I r up r clón ysembrar, en un j rdln bi rto y I luz dol
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po que en él se construye; un cuerpo femenino que no reivindica nada sino suprop ia exigencia de ser lerdo como tal ytrans itado como tal, porque, en efecto, loque este texto ofrece es un recorrido imaginario, con ritmo discontinuo e interrumpido que busca y se busca a sI mismo coninsistencia, echando mano de figuras, rostros e identi dades. Todo en la escrituraestá al acecho de un cuerpo que certifi que su propia existencia, o de un espacioque le posibilite desplegarse, evidenciarsesin trabas . La página casi en blanco dacuenta de ello. Los breves aforismos, esospequeños pensamientos que cuelgan delas páginas del libro delimitan de entradael campo en el que se mueve la autora:" No he de armar tangos, narraciones nipoemas; sólo aerodinámicas escobas sobre las cuales cabalgar fuera de aquí."
No setrata de la repetición de viejosgéneros establecidos y codificados, ni de trabajar sobre pautas certeras o moldes fijosque asegurenuna calca impecable del trazo femenino omasculino, qué más da; setrata, más bien, de dibujar en el aire identidades inéditas, que tienen que ver conun libre flujo del pensamiento, a la vezentrecortado por el mismo peso de la palabra y la cultura . Sólo se trata de génerosen la medida en que estos -los aforismos- ofrecen una de las más libres pautas de escritura: " Mejor morir -dice Carmen- que claudicar ante la fat ídlca empresa de hacerse a imagen,y semeienza deuno mismo. Volar en el vaclo y a oscuras,sobre la piel silenc iosa de las noches recostadas bajo el espanto que las posee."He aquí el itinerario del libro.
El libro de Carmen Leñero está hechode brujas, de vue los nocturnos, de aquelarres, deartes de encantamiento; el vuelo y la escoba son las armas de las que sesirve la astuta bru ja pata viajar en su pro-
gonistas de sus relatos. Más que de simetrIa hay que hablar de una coherencia escritural y de pensamiento, que se asientaen la escuela de la modernidad que fundóEzra Pound: el escritor comprometido consu tiempo en toda su integridad moral. Eneste sentido es muy clara la propuesta dela narrativa de Ontiveros: un muy cerca no y certero gope de campana que alertaal hombre de hoy acerca de su perdidaconsistencia moral. o
José Luis Ontiveros . La treta de los signos. México.SEP. Colección Letras Nuevas. 1987 .
Por Esther Cohen
Carmen Leñero
QUisiera hablar de este libro de CarmenLeñerosin caer en el trillado concepto dela escritura femenina, tan estrecho y reductor que termina siempre por hablar dela falta , de la carencia, más que de aquello que la identifica y le da forma. Porquela escritura se adapta al cuerpo, como diceVirginia Woolf, y deviene su prop ia f igura, adquiere sus lineas y sus sombras . Escribir es dejar pasar esa silueta de bordesIndef inidos a la hoja en blanco donde losperfiles de esa forma cobran sus verdaderas dimensiones y donde la letra impresaapunta, construye y recorre los contornosde ese cuerpo. Y sin embargo , me es ditrcil hablar de este libro sin referirme al cuer-
ENTRECABELLERAS YABISMOS
e oItIrdla, la polémica. La intolerable polémicaen un medio que huye de ella como delMaligno. El signo o los signos de Ont iveros, polen por el aire, inauguran la verdadera polémica en las nuevas letras mexicanas. El carácter del signo , el gesto delkarate por el aire, son las formas que haelegido para llenar el cráter de la existencia. La escritura de Ontiveros , en una rarasimbiosis con su vida, es una escritura dela recuperación. Recuperación y denuncia:recuperación de formas de vida alternativas echadas al mar del olvido por el ordeny el progre so y denuncia de la pérdida dela calidad de la vida, pérdida que ya parece def init iva. En este sentido es un cruzado en medio de un cementerio de signos ,en este sentido es un templario sin templo. Sin templo pero con mito: el pensamiento de Ontiveros recupera el mitocomo simiente de la Hist oria, de una his·toria con mayúsculas que desde el sigloXIX hacia aqul se niega a admitir mitos .Si digo el pensamiento de Ont lveros desbordo su escritura porque él m ismo la desborda: no es una e critura de bordado fino,de macramó al bord de la mesa a las cinco de la tarde. E una escriture no de borde: su pensamiento la ha desplazado almargen. y ólo el mor y, n su ausencia,el amor . pued ltuamos. como una estra de coraje. en el exilio del exilio, al mergen del margon .
Le tret» mismlJ
Una caracterl t lca de la narrativa daOntivero es u plur lid d t mpor 1: los relato s o mejor los tex tos ocurre n en dist lntas épocas. Pero no en cualquiera: sonépocas marcadas por el aliento 6plco, donde el hombre se atr ibu la a sI mismo la caracter rst ice de personaje de una peripeciaque estaba por encima de él. Destino osentimiento trág ico , el tex to exp lota pordonde menos se lo espera y contamina allector , situado en un sospechoso siglo XX,de una historicidad que ocurr e en los subterráneos de la historia canónica. Este paralelismo entre t iempos es exactamenteigual al paralelismo escritural que desarrolla Ont iveros: se tra ta de un esc ritor y unpensador que siguen la misma linea. No envano Ont iveros escribre sobre la postmodemidad. espacio cultural donde confluyen todos los tiempos. El hombre de hoypuede elegir el t iempo en que quiere vivirporque el t iempo ha cesado en su linealidad. La conciencia de la pluralidad temporal es la agonla que vive el hombre con temporáneo. Esa agonla, que Ont iverossiente vivamente. la traslada a los prota -